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Carne de dios.

El consumo de hongos en la Mesoamérica prehispánica y sus


connotaciones rituales, sociales y políticas.
Por: Ricardo Hurtado Arroyave.
Resumen
Este trabajo busca llamar la atención sobre el papel del reino fúngico,
específicamente en el área mesoamericana en su periodo prehispánico. Como es
de esperar, el acceso limitado a fuentes de esos momentos hace realidad la
necesidad del uso de las crónicas y relaciones realizadas en los primeros momentos
de la colonia, en dichas obras se encuentran variadas descripciones y
categorizaciones acordes a la cosmovisión occidental, así como traducciones de los
diferentes vocablos usados para referirse tanto general como específicamente hacia
los hongos. Así pues, los hongos, para el europeo, se encuentran catalogados como
un alimento frío, sin embargo, de gran aprecio en la cocina, incluso medicinal; gran
ambigüedad al brotar normalmente desde la pudrición y no crecer mucho más de
unas pocas pulgadas sobre el suelo, surgen entonces preguntas como: ¿Cuál es la
posición de las diferentes setas en la estructura sintáctica alimenticia occidental?
¿este alimento está ligado específicamente a alguna minoría hegemónica? ¿en la
elevada variedad fúngica mesoamericana se modifica de alguna manera esa
cosmovisión? ¿Cuál es la acepción indígena de los hongos? ¿existe una relación
entre el consumo de todas o determinadas especies por parte de la élite indígena y
su posición política?.

Objetivos
General: Analizar la posición del consumo de hongos de todo tipo en un nivel social
y político en el contexto mesoamericano.

Específicos
 Determinar los espacios y rituales de carácter no religioso en los que se
situaba el consumo de hongos entre las comunidades indígenas.
 Estudiar la relación entre el consumo de setas y la posición social en el
mundo indígena.
Introducción
El consumo de setas en la actualidad se ha asociado normalmente a su uso en la
alta cocina, como producto enfocado al gusto de determinadas clases que tienen
mayor posibilidad de acceso económico a él; desde la producción historiográfica y
también desde diferentes disciplinas como la etnografía, sociología, antropología y
etnomicologia, la faceta que las setas han adoptado normalmente ha sido desde su
valoración ritual de tipo religioso o místico- chamánico, como alteradores de la
percepción, y últimamente desde el concepto de “enteógenos”1, analizando su
importancia en los contextos chamánicos como medicina ancestral portadora de
verdades divinas y sanadora no sólo del cuerpo sino también del alma, tales trabajos
nos remiten a espacios temporales bastante variados y distantes cronológicamente
y en lugares tan distintos como los territorios al norte de Europa y la Mesoamérica
prehispánica.

Sin embargo, queda bastante complicado adjudicar a los miembros del reino Fungi
un papel meramente enmarcado en la ritualidad y la experiencia mística, al remitirse
a la actualidad, en países como Chile, Bolivia, México y Guatemala, donde persisten
vocablos como callampa (quechua) y nanacatl (nahuatl) usados para designar esos
hongos macroscópicos cuya estructura consiste en un pie que sostiene un
sombrero; La pregunta por la actualidad se hace mucho más necesaria al observar
la cultura culinaria popular de grupos sociales como el México del presente, en los
cuales el consumo de setas y hongos se encuentra íntimamente arraigado y es
profundamente importante en la tradición, sobre todo en los territorios centrales del
país incluso algunas especies en particular mantienen sus nombres en lenguas
indígenas como los “tecomates”, “tzensos”, “huitlacoche”, “totolcoxcatl”2, tanto como
para llegar a influir a la alta cocina trayendo nuevos abanicos de sabor -que poco

1 Carl A. P. Ruck, J. Bigwood, J., D. Staples, el micólogo R. G. Wasson y Jonattan Ott. Journal of
Psychedelic Drugs, vol. II, N° 1 y 2, enero-junio de 1979.
2 Gerardo Mata, Rigoberto Gaitán-Hernández y Dulce Salmones, “El cultivo de hongos en México:

una industria con posibilidades de diversificación” en Hongos Comestibles y Medicinales en


Iberoamérica. Investigación y desarrollo en un entorno multicultural de José E. Sánchez V. Gerardo
Mata. Tapachlua, 2012, p.281.
tienen de nuevos- al universo gastronómico de los grupos cúspide de la pirámide
social.

Las facetas del hongo prehispánico en la academia actual


El análisis académico precedente sobre el rol de los hongos en la América
prehispánica puede categorizarse entre aquellos que adoptan como punto de
partida el ritual chamánico- religioso -y con ese el uso medicinal-, esta percepción
se pone en manifiesto, por ejemplo, en el trabajo coordinado por Yólotl González
Torres, su texto Animales y plantas en la cosmovisión mesoamericana:

“El uso de hongos, plantas y animales psicoactivos fue común en los ritos
nahuas y mayas, Estas prácticas continuaron en la época colonial y fueron
muy perseguidas por los españoles (…) los alucinógenos y el tabaco se
empleaban fundamentalmente en ritos chamánicos, y las bebidas
embriagantes son esenciales tanto en los rituales públicos como en los
privados de curación y adivinación”3.
otros, son aquellos trabajos que se presentan como notas de carácter hermenéutico
desde el análisis iconográfico que posibilitan los códices de época preservados
hasta el presente4, más interesantes para el presente texto, son esos trabajos que
aunque siendo proporcionalmente pocos, se permiten -a través de la fuente
primaria- ver a los hongos desde su papel como producto que, junto con muchos
otros, da cuenta de la estructura social y su estratificación en la América
prehispánica y de la temprana colonia, dándole un sentido simbólico como
representación del nivel social en un lenguaje de poder5, como productos
reservados para unos u otros estamentos dependiendo de sus variadas
características.

3 Mercedes de la Garza, “Uso ritual de plantas psicoactivas entre los nahuas y los mayas”, en
Animales y plantas en la cosmovisión mesoamericana, Yolotl González Torres (coordinadora), ,
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Sociedad Mexicana para el Estudio de las
Religiones A. C. (SMER), Plaza y Valdés, S. A México, D.F. 2001.
4 Véase Alfonso Caso. “Representaciones de hongos en los códices” en Estudios de cultura

Náhuatl 1963 p. 40
5 Massimo Montanari, “Comida, lenguaje, identidad”, en La comida como cultura, Massimo

Montanari (Gijón: Trea, 2004).


La teoría galénica y la categorización medicinal de las setas
Muchas plantas sagradas de los diferentes grupos indígenas aztecas estuvieron en
la antigüedad relacionadas con el dios Tláloc -dios de la lluvia- porque nacen en
tiempo de lluvias; por lo tanto, se asocian siempre con el agua y la humedad, es en
la época de lluvias donde se les rinde culto y homenaje. Tiene sentido entonces que
además de emplearse para provocar el trance extático, las setas tengan un
importante papel terapéutico para aliviar el dolor en diversas enfermedades, lo que
para los españoles es entendible desde su cosmovisión, sobre todo, si se tiene en
cuenta que la efectividad terapéutica del hongo es en aquellas dolencias
consideradas de tipo acuático, que se creía eran enviadas por Tláloc. Esas son
enfermedades de origen "frío", como la gota, hinchazones, males de la piel y otras 6.

Así se entiende que, el hongo está presente de manera visible en las practicas
tradicionales, no sólo de tipo religioso, sino que converge en su uso con la practica
médica y su efectividad, al parecer evidente para dar tratamiento a diferentes
enfermedades comunes en ese momento, hace que prontamente los occidentales
le otorguen un sentido dentro de su estructura simbólica:

hongos se empleaban en las ceremonias chamánicas; eran recogidos al


amanecer por los sacerdotes, después de estar toda la noche en oración. La
ingestión ritual de hongos alucinógenos pervive hasta hoy en diversas
comunidades nahuas, como algunas del estado de Veracruz y del Estado de
México. Tiene el mismo significado que tenía en la época prehispánica:
desprenderse del cuerpo para acceder al ámbito de los dioses y así poder
diagnosticar enfermedades y encontrar personas y cosas perdidas. Las
deidades de los hongos se aparecen como hombrecitos que revelan lo que
el consultante quiere saber.
Por lo tanto, se podría asumir que las setas serían integradas como alimentos fríos
y húmedos, a lo mejor también rastreros, lo que hace plausible, que su consumo
por parte de los españoles fuese perseguido o satanizado, en el caso de los
enteógenos, o que quedase relegado como producto exclusivamente indígena o de
consumo meramente medicinal.

6 Bernardo Ortiz de Montellano, "Las hierbas de Tláloc", en Estudios de Cultura Náhuatl, vol. 14,
I1HUNAM,
México, 1980, pp. 296-297.
La cotidianidad y el papel del hongo en la cocina tradicional
A la luz de los hechos, la persistencia del consumo de hongos comestibles, y como
se ha referenciado, en un contexto popular en la actualidad mexicana, sumándole
además la supervivencia de términos indígenas para la denominación de diferentes
especies fúngicas susceptibles de consumo en diferentes espacios, no solo ritual
religioso, sino como productos para enriquecer el gusto culinario, como elemento
base o acompañante, de gran cantidad de platos de gran aprecio para los indígenas
de todas las clases sociales; se describen tanta variedad de hongos como de
preparaciones posibles con estos; platos tan arraigados a la cultura popular que
inclusive en la actualidad su consumo es de gran proporción en esos territorios y
está ligado directamente a la identidad de las clases populares, teniendo además
presencia en interpretaciones culinarias realizadas desde la alta cocina.

Todo esto hace pensar en la realidad cotidiana de la experiencia gastronómica


prehispánica, trabajos como “Cocina prehispánica mexicana la comida de los
antiguos mexicanos” de Heriberto García Rivas, en el cual se intentan rescatar los
saberes y productos gastronómicos tradicionales del territorio que hoy constituye al
país mexicano, donde todo un segmento se dedica a las setas, y se menciona el
precedente de que invariablemente su ubicación geográfica, las setas comestibles
siempre se han catalogado como productos de “alta cocina”:

En todo el mundo, los seres humanos han comido hongos, desde la


prehistoria: en Grecia, Roma y la antigua China, fueron ingredientes de alta
cocina. En México Prehispánico, la variedad de hongo que más se consumió
fue el cuitlacoche o huitlacoche, hongo semejante al tizón, que se desarrolla
en la mazorca tierna del maíz. A veces el hongo invade toda la mazorca y
ésta es llamada huitlacoche. Así es como los antiguos indígenas lo utilizaron
para preparar sus “tortillas de huitlacoche”: se prepara una salsa moliendo 6
chiles poblanos, desvenados y limpios, con 1 rama de epazote y una taza de
caldo de aves. Se hierve hasta que espese. Aparte se fríen picados en aceite
de chía 2 chiles verdes, una rama de epazote y una cebolla chica; se le
agregan 6 huitlacoches desgranados y picados y se deja la mezcla a fuego
lento hasta que se cuece. Se mueve constantemente con una cuchara de
madera, para que no se pegue. Esto se pone encima, como recaudo, de
tortillas fritas y endurecidas, para formar una especie de tostadas.7
A pesar de todo, el anterior fragmento no da idea sobre el contexto que rodeaba al
consumo de huitlacoche, sin embargo, la permanencia de tales recetas en el ámbito
popular y limitado a determinadas sociedades que, si bien son numerosas y cada
una puede contar con variaciones de formas de consumo, la constante radica en su
categoría de consumo popular, cuya posición ha adquirido un carácter de alto nivel
en la alta cocina mundial apenas en el presente.

Existen registros de cronistas que aluden a cientos de variaciones nominales que


constituyen categorías lingüísticas para agrupar e identificar aquellas susceptibles
de consumo o por el contrario aquellas toxicas, éstas obras muestran un real interés
por enunciar y listar un universo de variedades de hongos que según dicen, está
compuesto por cientos de especies y géneros de diferentes colores, formas,
apariencias, usos y utilidades, que deben ser insertadas en la cosmovisión
occidental.

Tales obras permiten acercarse al consumo de setas y las prácticas de diferente


tipo a su alrededor que llaman la atención de los occidentales por ello mismo
deciden plasmarlas en sus narraciones: “de tan variados colores, en fin, que ningún
artista podría igualarlos por hábil que fuese…8”; También son variados las formas y
tamaños. Lastimosamente no es posible apreciarles por la pérdida de las
ilustraciones, pues escribe Hernández que de entre estos hongos escogió para
pintar los siguientes: iztacnanacame, tlapalnanacame y chihualnanacame.

Se sabe que muchos de estos hongos, continúan presentes en la alimentación de


las comunidades e inundan los mercados en la época de lluvias. En el norte de
Veracruz sigue habiendo iztananácatl, también conocido como quanácatl (hongo de
árbol), que crece en los troncos secos de la chaca (árbol tropical, de tronco liso y de

7 Heriberto García Rivas, Cocina prehispánica mexicana, la comida de los antiguos mexicanos.
México, Panorama, 2007.
8 Francisco Hernández, De historia plantarum Novae Hispaniae: volumen primum / [edición de

Casimiro Gómez de Ortega]. 1790.


color cobre, que pierde la corteza de tanto en tanto dejando al descubierto una
nueva) y el jonote. El oconanácatl, hongo del ocote; el pelencoznanácatl o yemita,
el xelhuaznanácatl o escobeta, el tlaxamanilnanácatl o tejamanilero, el
mazayelnanacatl o semita, los cuitlaxcolnanácatl o mazorcas y otros más hacen
parte de los hongos silvestres tradicionalmente recolectados en las cercanías del
Distrito Federal; la lista se alargaría si reunimos los muchos que existen en Hidalgo,
Querétaro, Puebla, Tlaxcala, Chiapas, Michoacán y otros estados del país, como lo
prueban investigaciones como las realizadas por Cristina Mapes, Gastón Guzmán
y Javier Caballero en la cuenca de Pátzcuaro, Michoacán9.

La carne de dios
Las especies de hongos que son capaces de inducir alteración de la percepción
constituyen una forma de embriaguez detestable desde la moralidad cristiana
española:

Tenían otra manera de embriaguez que los hacía más crueles, y era con unos
hongos o setas pequeñas, que en esta tierra las hay como en Castilla; mas
los de esta tierra son de tal calidad, que, comidos crudos y por ser amargos,
beben tras ellos o comen con ellos un poco de miel de abejas. Y de allí a
poco rato veían mil visiones, en especial culebras, y como salían fuera de
todo sentido, parecíales que las piernas y el cuerpo tenían lleno de gusanos
que los comían vivos, y así, medio rabiando, se salían fuera de casa,
deseando que alguno los matase. Y con esta bestial embriaguez y trabajo
que sentían, acontecía alguna vez ahorcarse, y también eran contra los otros
más crueles. A estos hongos llaman en su lengua teonanacatl, que quiere
decir “carne de dios”, o del demonio que ellos adoraban. Y de la dicha
manera, con aquel amargo manjar su cruel dios los comulgaba10
Llama la atención el uso de los términos que el fraile “Motolinía” usa para traducir el
dialecto “teonanacatl” como “carne de dios”. En verdad, la palabra teonanacatl
significa ‘hongo o seta de dios’, de teotl, ‘dios’, y nanacatl, ‘hongo o seta’, y no, como
dice Motolinía, ‘carne de dios’, que se expresaría, más bien, con el término
teonacatl. Según Baudot11, la relación morfológica entre nanacatl y nacatl, es decir,

9 Véase Cristina Mapes, Gastón Guzmán, y Javier Caballero, Etnomicología purépecha. El


conocimiento y uso de los hongos en la cuenca de Pátzcuaro, Michoacán.
10 Fray Toribio de Benavente “Motolonía”, Historia de los indios de la Nueva España, edición,

estudio y notas de Mercedes Serna Arnaiz y Bernat Castany Prado. Madrid: Real Academia
Española –Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, 2014.
11 Georges Baudot, Utopía e historia en México, Espasa-Calpe, Madrid, 1983, p.126.
el redoblamiento de la sílaba inicial puede indicar una intensificación o una
exaltación del concepto de “carne”, algo así como si el hongo o la seta fuera una
carne excepcional, una “mejor que carne”, o “carne poderosa”.

En el ámbito de la vida cotidiana, del indígena del común, no parece tener lugar el
consumo de “la carne de dios”; por el contrario, aparece casi como un acto
especifico de las élites y con alto contenido simbólico, para afianzar las estructuras
políticas, Francisco Hernández, el médico de Felipe II, ha dejado otra valiosa
referencia en su "Historia Plantarum Novae Hispaniae:

Otros (hongos) cuando son comidos no causan la muerte, pero causan una
locura a veces durable, cuyo síntoma es una especie de hilaridad irresistible.
Se les llama comúnmente Teyhuinti. Son de color leonado, amargos al gusto
y poseen una cierta frescura que no es desagradable. Otros más, sin
provocar risa, hacen pasar ante los ojos visiones de todas clases como
combates o imágenes de demonios. Otros más, siendo temibles y
espantables, eran los más buscados por los mismos nobles para sus fiestas
y banquetes, alcanzaban un precio extremadamente elevado y se les recogía
con mucho cuidado: esta especie es de color oscuro y de cierta acritud12.
También:
La primera cosa que se comía en el combite eran unos hunguillos negros que
ellos llaman nanácatl; emborrachan y hazen ver visiones, y aun provocan a
luxuria… Aquellos hunguillos comían con miel. Y cuando ya se començavan
a escalentar con ellos, començavan a bailar; y algunos cantavan, y algunos
lloravan, porque ya estavan borrachos con los hunguillos… Desque havía
passado la borrachera de los hunguillos, hablavan los unos con los otros
cerca de las visiones que havían visto13.
Posturas que ya habían sido notadas por la antropología; al evidenciarse como esos
tipos específicos de setas (enteógenas) constituyen uno de los tributos más
apreciados que los súbditos podrían presentar a su señor, único para el cual estaba
destinado -aparte del chaman- y que tiene el poder de otorgar la experiencia extática
a quienes él decida:

Los hongos alucinógenos se emplearon en la época prehispánica tanto en


ritos dedicados a los dioses como en ceremonias chamánicas y en banquetes
de los mercaderes y de los señores. Por su mal sabor, se acompañaban de
12 Francisco Hernández, De historia plantarum Novae Hispaniae: volumen primum / [edición de
Casimiro Gómez de Ortega]. 1790.
13 Sahagún, Bernardino. Historia general de las cosas de la Nueva España. 1946. IX, cap.viii, p. 40.
bebida de cacao y miel, costumbre que pervive hasta hoy. Se ingerían al
terminar los banquetes y, después del trance, se comunicaban unos a otros
sus experiencias; el dueño de la casa terminaba la ceremonia haciendo
ofrendas de ulli, lo cual traería prosperidad a sus hijos y nietos.
Los señores principales no recolectaban sus propios hongos, como lo hacían
los chamanes, sino que los recibían entre los tributos14.
La simbología: Códices.
Otros trabajos se permiten estudiar a los hongos ya desde su posición simbólica en
la estructura de la cosmovisión indígena, resultando de esto, nominaciones y
representaciones que se materializan no solo en el lenguaje, sino en el paisaje físico
mismo, estableciéndose los espacios donde los hongos brotan, como puntos de
referencia espacial que traen consigo una enorme carga simbólica saturada de
connotaciones de tipo místico y religioso, pero también, social y económico, incluso,
político.

Ilustración 1 Códice Núm.27 de la obra Ilustración 2 Nanácatl. Códice Florentino, Libro XI, dibujo
516. Códices Indígenas,llaman Nanacatepeque,
el cerro de los hongos.

14Mercedes de la Garza, “Uso ritual de plantas psicoactivas entre los nahuas y los mayas”, en
Animales y plantas en la cosmovisión mesoamericana, Yolotl González Torres (coordinadora), ,
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Sociedad Mexicana para el Estudio de las
Religiones A. C. (SMER), Plaza y Valdés, S. A México, D.F. 2001, p.93.
Realizados durante la colonia temprana, en los que se trata de transmitir las
diferentes representaciones y sus posibles interpretaciones de la iconografía de
esos pueblos mesoamericanos, los códices en los cuales de manera bastante
interesante se encuentran algunas representaciones graficas de hongos, su
ubicación más común en el mundo silvestre, la importancia simbólica de los lugares
de donde brotan y sus categorizaciones lingüísticas que otorgan una cantidad de
adjetivos que enriquecen y llenan de contenido a la figura de los hongos de todo
tipo.

Conclusiones.
Con base en lo anteriormente planteado desde diferentes disciplinas, las
pervivencias de prácticas culinarias tradicionales de carácter popular, que además
se han reinventado y adquirido un lugar en la alta cocina global y los registros desde
las fuentes primarias, queda claro que:

 El consumo de hongos comestibles de carácter silvestre está presente desde


la época prehispánica, se encuentra documentado durante la colonia y
pervive hasta el sol de hoy, pero se encuentra subestimado por cuanto la
investigación académica, puesto que el interés se ha centrado en el carácter
ritual de variedades con propiedades enteógenas. Sin embargo, la riqueza
de terminologías indígenas en los contextos de mayor tradición micofaga
llama la atención sobre la posibilidad de estudios profundos sobre los
aspectos sociales, económicos y políticos que enriquecerían el panorama del
pasado fúngico de las sociedades prehispánicas, y ¿por qué no?, agrandar
el abanico de sabores con productos tal ves ignorados, pero latentes en
nuestras tradiciones culinarias populares latinoamericanas.
 Los hongos enteógenos formaban parte del festejo, como uno de los ejes
mismos de la práctica del ritual social, no sólo se limitaba al consumo místico-
medicinal, el contexto de esas prácticas podría categorizarse como social,
pues la experiencia extática se constituía como parte importante del lazo
entre individuos, con tintes políticos debido a la categoría de esos individuos
que tenían derecho al ejercicio del éxtasis por fuera del contexto religioso.
 Existe un mercado alrededor de los hongos, en el cual, son altamente
valorados, en mayor medida aquellos con propiedades enteógenas, pero la
generalidad de los hongos goza de cierto estatus, puesto que desde la
similitud fonética entre la palabra misma para designar a los hongos en
general (nanacatl) y la que traduce carne (nacatl), por su reafirmación
fonética nomina un producto tan fino o potente como la carne. El ejercicio
económico alrededor de las setas constituye uno de los aspectos menos
investigados y con real interés para quién busque establecer una semblanza
precisa de la estructura social y las practicas política y comerciales de grupos
indígenas como aztecas y mayas.

Referencias
Baudot, Georges Utopía e historia en México, Espasa-Calpe, Madrid, 1983, p.126.

Caso, Alfonso “Representaciones de hongos en los códices” en Estudios de cultura


Náhuatl 1963 p. 40

de Benavente, Fray Toribio “Motolonía”, Historia de los indios de la Nueva España, edición,
estudio y notas de Mercedes Serna Arnaiz y Bernat Castany Prado. Madrid: Real Academia
Española –Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, 2014.

de la Garza, Mercedes, “Uso ritual de plantas psicoactivas entre los nahuas y los mayas”,
en Animales y plantas en la cosmovisión mesoamericana, Yolotl González Torres (coordinadora), ,
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Sociedad Mexicana para el Estudio de las
Religiones A. C. (SMER), Plaza y Valdés, S. A México, D.F. 2001.

García Rivas, Heriberto Cocina prehispánica mexicana, la comida de los antiguos


mexicanos. México, Panorama, 2007.

Hernández, Francisco De historia plantarum Novae Hispaniae: volumen primum / [edición


de Casimiro Gómez de Ortega]. 1790.

Mapes, Cristina, Guzmán, Gastón, y Caballero, Javier, Etnomicología purépecha. El


conocimiento y uso de los hongos en la cuenca de Pátzcuaro, Michoacán.

Mata, Gerardo, Gaitán-Hernández, Rigoberto y Salmones, Dulce, “El cultivo de hongos en


México: una industria con posibilidades de diversificación” en Hongos Comestibles y Medicinales
en Iberoamérica. Investigación y desarrollo en un entorno multicultural de José E. Sánchez V.
Gerardo Mata. Tapachlua, 2012, p.281.

Montanari, Massimo “Comida, lenguaje, identidad”, en La comida como cultura, Massimo


Montanari (Gijón: Trea, 2004).
Ortiz de Montellano, Bernardo "Las hierbas de Tláloc", en Estudios de Cultura Náhuatl, vol.
14, I1HUNAM,México, 1980, pp. 296-297.

Ruck, Carl A. P, Bigwood J,Staples J D, el micólogo R. G. Wasson y Jonattan Ott. Journal


of Psychedelic Drugs, vol. II, N° 1 y 2, enero-junio de 1979.

Sahagún, Bernardino. Historia general de las cosas de la Nueva España. 1946. IX, cap.viii,
p. 40.

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