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Resumen
El texto que hemos encontrado y reproducido a continuación, aporta un testimonio extenso y revelador sobre la breve estancia
de García Lorca en Montevideo (febrero de 1934). Sobretodo, nos interesa la narración que contiene este artículo-memoria de
una recitación improvisada de poemas dada por Lorca durante la primera tarde de su visita. La identificación de la colección
titulada Introducción a la muerte y de ciertos poemas clave que ahora le pertenecen nos proporciona datos importantes para
seguir la evolución de los libros proyectados por Lorca, que habían de reunir sus «poemas neoyorkinos ».
Résumé
Le texte que nous avons trouvé et reproduit apporte un témoignage ample et révélateur sur le bref séjour de Garcia Lorca à
Montevideo (février de 1934). Ce qui nous intéresse surtout est l'évocation d'une récitation improvisée de poèmes faite par
Lorca au cours du premier après-midi de sa visite. L'identification du recueil intitulé Introduction à la mort et de certains poèmes
clés qui maintenant lui appartiennent nous fournit des indications importantes pour reconstituer l'évolution des livres projetés par
Lorca, où devaient être réunis ses « poèmes new-yorkais ».
Anderson A.A. García Lorca en Montevideo : un testimonio desconocido y más evidencia sobre la evolución de « Poeta en
Nueva York ». In: Bulletin Hispanique, tome 83, n°1-2, 1981. pp. 145-161;
doi : 10.3406/hispa.1981.4438
http://www.persee.fr/doc/hispa_0007-4640_1981_num_83_1_4438
UN TESTIMONIO DESCONOCIDO
Y MAS EVIDENCIA SOBRE LA EVOLUCIÓN
DE « POETA EN NUEVA YORK »
Al final del texto de Poema del cante jondo, sigue una serie
de poemas sueltos, de gran interés. Encontramos el « Nocturno
del hueco », de Poeta en Nueva York, seguramente facilitado
por Neruda, en cuya revista, Caballo verde para la poesía,
había aparecido en 1935 (núm. 1, octubre). Luego se
reproduce la « Canción de la muerte pequeña », erróneamente
clasificada de « Inédito ». De hecho, el poema se había
publicado en La Nación (Buenos Aires) (29-10-33), y en la Antología
de Gerardo Diego de 1934 4 ; nuestro texto (de 1937) sigue la
20»5. edición
Federico(Madrid,
García Lorca,
Aguilar,Obras
1978) ; completas,
II, p. 1485.ed. A. del Hoyo, 2 vols,
6. Cf. Norah Giraldi de Deicas, artículo citado, p. 120.
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15. Federico García Lorca, The Poet in New York and Other Poems,
translatée! by Rolfe Humphries (New York, W.W. Norton, 1940) ; Federico
García Lorca, Poeta en Nueva York, prólogo de José Bergamín (Mexico,
Colección Árbol, Editorial Séneca, 1940).
16. Eutimio Martín, « Tierra y luna : ¿ un libro adscrito abusivamente a
Poeta en Nueva York?», Trece de Nieve, 2* época, 1-2 diciembre 1976,
p. 125-31.
17. Miguel García-Posada, « Los poemas neoyorkinos de Federico García
Lorca : Poeta en Nueva York y Tierra y luna » (tesis doctoral inédita,
Universidad Autónoma de Madrid, 1977), p. 98-103.
18. Cartas a Miguel Benítez Inglott, de principios y 14 de agosto de
1935. Obras completas (edición citada), II, p. 1341-2.
19. Federico García Lorca, Poems, prologue by Rafael Martínez Nadal,
translated by Joan Gili and Stephen Spender (London, Dolphin, 1939),
p. xxi.
152 BULLETIN HISPANIQUE
MARINERO EN TIERRA
Después de almorzar — apretaba el calor en el comedor del
Carrasco — trepamos por el ascensor al departamentito de
Federico.
Mientras se ciñe su legítima blusa marinera (regalo de Enrique
Amorim), dice :
— ¿ Para qué querré yo estas dos camas ? } Vamos !
¿ Este doble de cuarto ?
Miramos. Efectivamente, « hall » por medio, hay otra
habitación que ni calcada en espejo sería más idéntica a la que el
poeta utiliza.
Y valijas. Ropa dispersa. Sobre una mesita, los libros de
Sarah Bollo.
— ¿ Salimos ?
Salimos. En el corredor, Amorim, termina de vestirse.
i NADA DE ASCENSOR !
Triunfo de las blusas blancas y de la marinería de Federico
que avanza su ufanía de azul y blanco por la igualdad estrecha
del corredor suntuoso y baldío.
— { Nada de ascensor ! — dice Federico.
Y ya en la escalera, plegándonos y replegándonos a esta
arquitectura absurda, mil novecientos quinciesta, largamos el
misterio del terror por este ascensor : corre paralelo con la chimenea.
j Con los 39 y pico que aguantamos ! Y en seguida el chisporroteo
del humor :
GARCÍA LORCA EN MONTEVIDEO 155
EL SUJETA-MANTELES
Habla de « Yerma », su próximo estreno, cuyo último acto
escribirá en Montevideo.
— Te hacía falta el mar, Federico.
— Sí... j Mucho I
Y entorna sus ojos, afilándolos, captadores. Revuelve sus
pequeñas manos en las que luce su imperdible juguete de acero.
Juguete de acero : un sujeta-manteles de resorte, que Federico
renueva, robándolo, en las cervecerías.
— En Munich, plena avenida de Mayo, — i vieras tú ! — ya
sabían que iba, para reponerlo. Entraba mirándolos. ¡ Y éste,
que casi me lo dejo en Buenos Aires ! Suerte que por entre el
apeñuzcamiento de los que despiden el vapor, avanzó una mano :
— I Federico, Federico, que se olvida usted de esto !
Y triunfalmente se lo alcanzaron por la borda. Brilla en las
pulcras manos del poeta inmenso, el acero indomable que le
trabaja los dedos.
EL MAR
— Te hacía falta mar, Federico. Tú que lo tienes a raudales en
tus poemas. Tú que te rodeas de peces y lees sus misterios en
los ojos perennes de los acuariums del mundo.
— Mar. Aquí le tengo. Y | qué buen trozo de mar ! Pero iremos
a ver más, me imagino. Estáis rodeados de playas maravillosas
(dice cerrando en círculo los pulgares e índices) maravillosas.
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RUMBO AL CAMPO
MÚSICOS
LA RONDA DE LA MUERTE
LA MUERTE
Avanzan por el medio de la callejuela dos caballos montados.
Detrás de ellos, dos niñitos con unas ramitas a guisa de rebenques,
azuzan las bestias.
— ¡ Vivo rodeado de muerte ! — exclama de pronto Federico.
De muerte, de muerte física. De mi muerte, de la tuya y de la de
éste. ¿ Comprendes ? ¡ Ah, y lo que escribo ! Lo que escribo.
Fíjate que mi próximo libro tendrá trescientas páginas. Un bloque
así (y hace la forma con sus manos pequeñitas, en las que
destella el sujeta-manteles). Un bloque así de versos. Díme : ¿ por qué
me ronda la muerte ? ¿ Qué necesidad tengo yo de la muerte de
esos niños que van tras los caballos ? ¿ He venido para eso ?
Suponte que esos caballos les descarguen una coz.
FEDERICO EN LA PLAZA
JORNADAS DE GLORIA
Que no pretenda el lector un resumen de cuanto oímos. Baste
saber que nos apretábamos los brazos contra el pecho y nos
subía una angustia de alegría, manada en el despeñadero de
aquel torrente de palabras.
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