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DE LA PARANOIA
Camille
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Crecimiento personal
C O L E C C I Ó N
Diseño de colección: Luis Alonso
Printed in Spain
ISNB: 978-84-330-2311-7
Depósito Legal: BI-986/09
Impresión: RGM, S.A. - Urduliz
A los que llevo dentro: a mis padres y mis hijos, que me dieron
el coraje y la fuerza de voluntad para poder superar esta enfermedad.
A los que me han acompañado: mis hermanos, mi psicoterapeuta
y psiquiatra, y me han ayudado con su apoyo y profesionalidad.
ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1. De los términos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2. De la cronología de la enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
4. De la medicación y la psicoterapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
5. De mi familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
7. De mi psicoterapeuta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
8. De mi psiquiatra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
9. De mis amigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
11. De mi marido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
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INTRODUCCIÓN
Este libro quiere ser una pieza más que ayude a familiares,
enfermos, profesionales, estudiantes, y público en general a com-
prender algo mejor al enfermo paranoico, así como a muchos otros
enfermos encasillados como esquizofrénicos, psicóticos, etc. Las
fronteras entre ellos no están del todo claras, por lo que el acerca-
miento a uno de estos tipos puede servir como acercamiento al
resto de personas enfermas.
El objetivo es que el lector pueda entender en primer lugar y de
una forma más empática, qué pasa por la mente de un enfermo,
cómo es precisamente él la primera víctima de la enfermedad, el
primero que sufre, el más asustado; y sobre todo, cómo, en algunas
ocasiones, aunque no en todas, y siguiendo pautas determinadas,
puede superarse la enfermedad en gran medida y se puede llegar
a llevar una vida prácticamente “normal”.
Por ello, este libro no va firmado, porque se trata de un testi-
monio anónimo en el que no importa la autoría, ni quién es la
persona afectada. No importan los nombres y apellidos, ni la clase
social, ni el sexo.
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países. Por todo ello, parte de mis más sólidos apoyos se veían mer-
mados. Yo empecé a sentirme más sola que de costumbre.
Todo esto, me afectó también físicamente y si mi constitución
es ya de por sí delgada, con estos sucesos, todavía adelgacé más y
más tarde tuve que realizar un tratamiento médico para recuperar
peso.
Empecé a buscar trabajo y no tardé mucho. Entré en un presti-
gioso despacho financiero de abogados con buen pie. Mi apellido
me ayudó bastante ya que yo era demasiado joven.
En poco tiempo, me quedé embarazada de mi primer hijo. Y
esperando el tiempo de rigor, del segundo. Entonces viví otro de
los episodios, el más fuerte. Estuve de baja dos meses, sumándola
a la baja maternal y en cuanto pude, a pesar de lo mal que estaba,
volví al trabajo. Me sobrevino la enfermedad probablemente por el
fuerte cambio hormonal que se experimenta y por ello estuve de
baja. Precipitadamente y ante el miedo a que la plaza de directora
de finanzas fuera ocupada por mi contrincante, quise volver al
trabajo y allí lo pasé todavía peor. Hoy creo que me precipité en la
vuelta. Al final tuve que estar de baja mucho más tiempo y ahí ini-
cié mi recuperación definitiva. También me sobrevinieron muchos
cambios nuevos en mi vida. Inicié el camino de mi regeneración.
Durante el tiempo que había estado fuera del trabajo, las cosas
habían cambiado. En el despacho me había creado expectativas de
ascenso, y se desencadenó una situación compleja y delicada en la
que salí perjudicada. La plaza de directora de la sección de finan-
zas del despacho estaba en juego. Otra compañera y yo éramos las
candidatas y cada una tenía sus partidarios y detractores. A pesar
de que yo era relativamente joven y nueva en el despacho, estaba
bien formada y trabajaba bien. Al final, el director general pareció
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nada, pero sí pudo ver que mi conducta era extraña, que puse un
semblante extraño y que lo que me decía me molestaba.
No podía aceptar un error en mí misma. Mi imagen pública
debía ser intachable. El mantenimiento de mi puesto de trabajo
dependía de ello. En alguna ocasión, cuando no me enteraba de la
fecha clave para entregar algún papel importante en el banco,
como no podía aceptar haberme equivocado, creía que “ellos” lo
habían hecho intencionadamente, que me habían dado las fechas
equívocamente. Me enfadaba y lo proyectaba sobre los otros cre-
yendo que eran ellos los que se estaban riendo de mí, los que me
habían hecho equivocarme, los que lo hacían para fastidiarme. El
mecanismo de proyección estaba actuando con fuerza.
No podía aceptar que se cuestionara mi quehacer. Otro de los
síntomas que detecté es que yo, que había sido siempre experta en
las tareas contables más rutinarias que requerían mucha atención
por ejemplo, empecé a tener muchos fallos. Fallos que por supues-
to no admitía. Me costaba mucho mantener la atención, tenía que
hacer verdaderos esfuerzos. Para mí había sido siempre una tarea
fácil, incluso agradable. Me servía para desconectar de las tareas
más intelectuales que requería mi trabajo. Me parecía como hacer
pasatiempos. Pero en aquella época resultó ser una verdadera tor-
tura para mí, no lograba concentrarme ni mantener la atención.
Este era un síntoma más de la enfermedad. Recuerdo un día en
que estaba revisando una hoja de cálculo con el balance del mes
para una empresa y cometí serios errores. Una compañera se dio
cuenta y me llamó la atención. Yo, como estaba tan enferma no lo
podía admitir, y lo interpreté una vez más como que “ellos” que-
rían buscarme las faltas para poder justificar no ascenderme e
incluso despedirme.
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Incluso recuerdo que ese día pasé por delante del jefe y me sonrió.
No pude evitar pensar que se estaba riendo por cómo iba vestida:
a imagen y semejanza de mis compañeras. Me sentía ridiculizada.
Definitivamente, volvía a eliminar el azar de mi vida, la casuali-
dad. Todo me lo refería a mí misma, al complot.
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hora. Hasta ahí no sentí nada raro, pero cuando llegué a la puerta
del edificio, alguien me volvió a preguntar la hora. Probablemen-
te, estuviera preocupada, enfadada, etc. y empezó el mecanismo:
empecé a desconfiar y a pensar que alguien manipulaba mi reloj
para que yo llegara tarde, pero estuviera convencida de que llega-
ba a mi hora, porque me habían hecho mirar el reloj y podía estar
convencida de que llegaba a mi hora. Fue entonces cuando recordé
que días antes una compañera del despacho me había pedido
prestado mi reloj para ir a desayunar y cumplir con el tiempo de
desayuno. Me estremecí al pensar que algo habían hecho en mi
reloj para que yo llegara tarde y así poder buscarme alguna falta.
Mi desconfianza en la gente y mi miedo a llegar tarde eran tales
que se unían para hacerme sospechar de todo el mundo y pensar
que eran cómplices, que querían volverme loca. Lo peor de todo
era que mi sensación de soledad era abismal.
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pasara más tiempo sola, y sin ayuda, para que mi marido encon-
trara incluso otra mujer en su despacho y así me abandonara y yo
me quedara sola con los niños. Poco a poco, conseguirían que fue-
ra perdiendo la cabeza y al final conseguirían quitarme incluso a
los niños. Mis visiones de futuro eran macabras. Mi miedo era
atroz. Son precisamente este tipo de sentimientos los que he podi-
do vislumbrar en muchos de los relatos que hace la prensa sobre
estos enfermos y sus actitudes.
También la calle estaba llena de elementos “malignos”. Un
simple paseo por la calle podía inquietarme muchísimo. Cuando
paseaba, sobre todo por el centro, solía ver indicios de complot en
la gente que pasaba. Una mera sonrisa de un paseante podía ate-
rrarme. Es algo que ahora constato que pasa muy a menudo, inclu-
so muchas veces me encuentro que lo hago hasta yo misma.
Entonces, yo creía que quien se cruzaba conmigo sabía lo que me
pasaba y que se estaba riendo de mí. Creía que muchas personas
de las que pasaban por la calle, estaban allí para controlarme, para
hacerme sufrir, que se reían porque sabían lo que me pasaba, y que
todas estaban aliadas contra mí, que eran amigas de “ellos”, gente
que se cruzaba intencionadamente conmigo, que estaban puestos
allí por “ellos” para controlarme y hacerme sentir cercada. Aun
hoy, cuando veo a alguien que sonríe por la calle, me pasa por la
cabeza este pensamiento, no obstante lo desecho enseguida pen-
sando, “pues se acordará de algo que le gusta”, “acabará de ver algo que
le ha hecho gracia”, o tal vez, “le recordaré a alguien”, no preocupán-
dome por pensar esto en el mismo nivel de orden que los otros
pensamientos. Otras veces ya ni lo veo. Mi pensamiento antes era
unidireccional: solamente pensaba una sola cosa, que se reían de
mí, y además no podía ver otras interpretaciones y sufría por ello.
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DE LA MEDICACIÓN
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tras miserias que arrastramos por la vida y que a veces hacen daño
a los demás, independientemente de nuestra intención. Es la rela-
ción con el otro lo que nos pone en contacto con el daño involunta-
rio, lo que nos permite corregirnos. Los padres hacemos lo que
podemos, con nuestra mochila de errores y cosas buenas a la espal-
da, con la mejor intención. Pero evidentemente a veces las cosas
salen bien, a veces mal. Como fui sobreprotegida y muy egocéntri-
ca, y tenía la tendencia a responsabilizar a mis padres de muchas
cosas que me pasaban, cuando era yo quien había elegido hacer las
cosas como las había hecho. Ellos sencillamente vivían su vida. Yo
la mía. Hoy repito además algunos de esos esquemas. Tal vez mis
hijos reaccionen de similar forma a la mía el día de mañana. Es algo
que voy intentando corregir, pero me cuesta.
Mi madre, en su vida activa, fue enfermera y ha tenido siempre
una gran capacidad de entrega para con los demás, con un gran
sentido del deber. Es una mujer fuerte, enérgica, muy activa, aun-
que ahora con la edad es más vulnerable. Eso sí, un poco fría y
rígida, y sobre todo, muy exigente. Sin embargo su interior es más
bien frágil, ella no se permite sentir. Le gusta poco manifestar sus
sentimientos, de hecho incluso los anestesia, pero en muchas oca-
siones he visto que, como todos, los tenía y que era vulnerable.
También es muy desconfiada y me ha transmitido la forma de ver
el mundo como su madre se lo transmitió a ella. Al igual que mi
padre, ha sido siempre muy sobreprotectora. Eso sí, siempre con la
mejor intención, con el deseo de cuidarnos y que no sufriésemos.
Soy la tercera de cinco hermanos y, al igual que mi hermana
anterior, tenía un fuerte carácter desde pequeña. El caso es que en
mi infancia mi madre debía sentirse fatal con mi mal genio. A
pesar de ser una niña muy agraciada de lo cual mi madre debía
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DE MIS RASGOS DE PERSONALIDAD
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fuera: las barcas, las olas, las nubes, la hierba, la bruma, el olor a
salitre, etc. me parecía un decorado en el que también me habían
puesto a mí. La sensación de irrealidad, de que no sabes por qué
estás dónde estás, de que todo es como un sueño, de que el paisaje
y tu alrededor es irreal, alejado, intangible, etc. suele aparecer
cuando tienes tal angustia dentro que no la puedes soportar. Era
una sensación intermitente, pero muy desagradable, parecía que
estabas volviéndote loca y era muy duro de soportar. Debía ser mi
miedo a la locura, algo muy estudiado en este tipo de pacientes. Te
sientes como flotando, sientes que todo a tu alrededor es un esce-
nario, que nada es real, que estás ahí por azar, que las cosas suce-
den no se sabe por qué. Sentía miedo, mucho miedo y me asustaba
mucho y así incrementaba todavía más mi sensación de irrealidad.
Afortunadamente pasaba y remitía, pero volvía a aparecer.
Tiempo después mi psicóloga me enseñó a manejar estas situa-
ciones y a que en lugar de asustarme, pensara “mira qué cosas me
pasan, vamos a ver qué siento ahora, a ver qué noto”. Al menos dejé de
asustarme. El tiempo me demostró que estas cosas pasaban des-
pués de un rato. Podían volver a ocurrir, pero no eran acrecentadas
por el miedo y el susto.
En las sesiones de psicoterapia empecé a sacar temas para tra-
bajar: primero fue mi familia, que parecía ser lo que más angustia
y conflicto me generaba y resultó ser la base de muchas cosas, mi
manera de vivirlo; luego el trabajo; luego los amigos y las relacio-
nes sociales; luego mi familia política; por último mi marido. Así
hasta ir agotando los temas y llegar a que la psicoterapeuta habla-
ra de terminar con las sesiones, al menos intermitentemente. Todo
ello después de más de siete años de terapia ininterrumpida con
ella. Por eso cuando alguien me pregunta por la psicoterapia digo
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Hay mucha gente reacia a los psicólogos. Que piensan que los
problemas se solucionan con fortaleza, voluntad, evasión, yendo
de compras, distrayéndote,y otras mil fórmulas parecidas. Pero
cuando los procesos son de tal calibre, es necesaria la intervención
de un profesional. Los americanos en esto nos llevan mucho ade-
lantado. Afortundamente las cosas van cambiando y a pesar de
que no se hable de ello porque no está aceptado socialmente, los
“psicoterapeutizados” son cada vez más. También es verdad que
no se va pregonando, pero son muchos.
Yo no sabía nada acerca de ella ni de su vida, aunque desde la
terapia de grupo, que también seguí, algo circulaba o fantaseába-
mos sobre ella. Es una curiosidad humana, pero se trata de que no
sepas nada acerca de ella, debe ser así al menos. Es una relación
desigual: ella sabe mucho sobre ti, es casi la persona que más sabe
de ti misma en tu círculo de relaciones; pero tú, nada sobre ella. Se
trata de tu mejoría y este camino es preciso. Mucha gente intenta
acercarse a ellos, hacerse su amiga, pero es rechazado. No se trata
de eso, sino de otra cosa.
En un tiempo tan largo de sesiones, hay veces en que la carestía
de las mismas supone un fuerte desembolso que a veces no puede
afrontarse holgadamente, porque la vida da muchas vueltas. A mí
cuando no me resultaba gravoso el pagar todas las consultas par-
ticulares y de grupo de terapia que llegué a simultanear, sobre
todo en algunas etapas cuando además tenía que pagar las cuentas
de la casa, las guarderías de los niños, la interna, las vacaciones, el
gimnasio, etc. al mismo tiempo, ella me proponía dejar de pagar
pero seguir asistiendo hasta que pudiera pagarlo. Es decir, que
seguía yendo a las sesiones pero posponía los pagos. Para mí ahí
radica uno de los factores de la profesionalidad de ellos, en peque-
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DE MI PSICOTERAPEUTA
ños detalles como éste. De igual forma, cuando estaba muy mal no
me abandonaba como el primer psiquiatra aquel que me dejó sola
ante mi enfermedad, sino que me ofrecía nuevas sesiones por si las
necesitaba, encajándolas cabalísticamente entre una multitud de
pacientes programados cada hora.
Había temporadas en que sentía que las sesiones no servían
para nada, y sin embargo había otras en que las necesitaba, en que
sentía que aquello aclaraba mi mente confusa. Con el tiempo
aprendí a tener a la psicoterapeuta en la cabeza y yo sola era capaz
de tenerla presente aunque ya sin su ayuda. Es entonces cuando ya
contaba con herramientas de las que carecía previamente para
poder solucionar mis conflictos, y caos mentales.
Entre la medicación puntual y las herramientas mentales que
aprendí en aquella habitación, además de la psicoterapia de grupo
que seguí, y que en otro capítulo describiré y que cambió parte de
mis actitudes hacia la gente, conseguí solucionar mis propios pro-
blemas y algo más: sentirme segura de las soluciones que propo-
nía yo misma, asumirlas con responsabilidad. Dejé en paz a mi
madre, mi padre, mis amigos, mis hermanos, mis compañeros de
trabajo, la sociedad,para centrarme en mi misma.
Para mí la psicoterapia fue una pieza clave en la recuperación
y rehabilitación de mi persona.
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DE MIS AMIGOS
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cuanto a mi relación con mis amigos, hay que destacar que en una
ciudad pequeña no puedes ir contando tal enfermedad. Es cierto
que es muy difícil ocultarla porque te encuentras a gente relacio-
nada con todo el mundo por todas partes, las redes son muy estre-
chas; si alguien se entera, es tan violento, que actúa como si no
supiera nada. En general, se murmura, no se sabe a ciencia cierta,
y se sobrelleva como se puede. Son los grandes secretos de las ciu-
dades pequeñas. Aquí se juega a que no pasa nada y cuando vas
profundizando en las vidas de las personas, descubres todo un
mundo de enfermedades, vicios ocultos, infidelidades, traiciones,
estafas, etc. dignos de la más grande de las ciudades.
El caso es que así me fui alejando de mis amigos, que sin
embargo han resultado imprescindibles en épocas más recientes.
Algunos se han quedado hoy en épocas pasadas, pertenecen al
pasado ya.
No obstante, fui dándome cuenta de la relación humana con
cada uno de ellos, de su capacidad para el sufrimiento y la empa-
tía, así fui seleccionando amigos de entre los que aportaba desde la
infancia. Algunos eran relaciones con mi yo enfermo y ya no eran
funcionales. Otras fui capaz de reconducirlas y reformarlas con mi
yo sano. Poco a poco, fui conociendo gente nueva, fui abriéndome
más a otras gentes que conocía en ámbitos dispares: gimnasio,
terapia, guardería y colegio, librerías, cursos de autoayuda, etc...
Por entonces, empecé a relacionarme desde mi yo interior, no des-
de la imagen falsa que tenía de mi misma. Así empecé a ser más
libre en mis relaciones y aprendí muchas más cosas sobre mí,
empecé a quererme más, a estar más en contacto conmigo misma
y por tanto sentirme más cercana a los otros. Empecé a hablar y
establecer vínculos desde lo más profundo de mi misma. Estaba en
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nueva gente y unos nuevos acólitos. Hoy veo todo aquello como
una huida hacia delante para no buscar en sí mismo la causa de su
malestar. Buscaba tapar su frustración con exceso de actividad
exterior. El foro externo, el deporte, le devolvían el éxito que no
había podido conseguir en su mundo privado, laboral y familiar,
y anterior.
Una de las cosas que más estrés me producía eran las discusio-
nes con él. Era una persona muy polémica, siempre lo había sido y
eso le reportaba un buen puesto en su despacho aunque para él era
insuficiente, pero yo siempre había obviado las discusiones. Senci-
llamente no me planteaba hacer otra cosa que no fuera lo que él
proponía.
La realidad es que poco a poco fuimos evolucionando hacia
caminos distintos. De hecho, éramos muy distintos y no coincidía-
mos en apenas nada. Discutíamos casi a diario pero los problemas
no se solucionaban nunca. Tuvimos que atravesar una etapa de
mucha discusión pendiente y acumulada para que aquello estalla-
ra y hubiera que buscar vías alternativas. Durante una temporada,
desde nuestros respectivos trabajos mantuvimos una larga corres-
pondencia sobre nuestros problemas cotidianos. Hoy es la memo-
ria que tengo de aquella época porque tiendo a olvidar las cosas
desagradables. En vivo y en directo, a mí me resultaba insostenible
la situación, éramos incapaces de discutir serenamente, salía
mucho resquemor, mucho rencor, y nos enzarzábamos en discu-
siones sin fin, y sin orden que no hacían sino crear más malestar.
Además los problemas no se zanjaban sino que se iban abriendo
nuevas brechas de conflicto. El e-mail nos devolvió la calma
durante algún tiempo: al menos ahí podíamos escribir de manera
clara y ordenada y pausada qué nos pasaba a cada uno, nos comu-
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DE MI ETAPA SOLIDARIA
Una de las fases por las que pasé me hacía poner al servicio de
otra gente lo que yo había pasado. Esos escritos que estáis leyendo
corresponden a esa fase. Quería que otra gente se beneficiara de lo
que yo había pasado.
Empecé a escribirme con una familia, que había conocido en
los foros, que tenían una hija esquizofrénica y que no hablaban con
nadie sobre el tema, por la vergüenza social que supone, por el
estigma que tiene asociado, por desconocimiento del tema, y por
muchas otras razones. El caso es que vivían su dolor en la soledad.
Hablábamos a través del móvil para evitar identificarnos. Nunca
nos dimos nuestros nombres. Nos comunicábamos muy fluida-
mente y yo me convertí en una especie de asesora puntual para
ellos. Para mí era una gran satisfacción poder ayudar a alguien
desde mi experiencia. Suponía hablar en positivo de mi enferme-
dad, buscarle una vía positiva, y no sólo algo que enterrar y ocul-
tar y olvidar, sino algo presente que podía ayudar a alguien.
De igual forma, cuando ya estaba muy recuperada, me di
cuenta de que en los foros era feliz ayudando a otra gente, escri-
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TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
biendo todo lo que yo había vivido. Hay muchos foros con peque-
ños pedazos de mi vida escritos en ellos y que supongo, habrán
ayudado a otros. Los foros son un buen material para quien quiera
saber algo sobre la enfermedad: tanto de los que la han superado
como de los que están muy enraizados en ella e incluso deliran en
voz alta. De todas formas en ellos se manifiesta la enfermedad con
todas sus caras: la más amarga, la más delirante, la más grave, la
más extraordinaria, etc.
Los foros eran para mí sitios mágicos que a mucha gente des-
perdigada por la geografía mundial y sin contactos posibles con
otras personas que estén en su mismo caso, pueden devolverles el
afecto y la compañía tan añorados. Para mí tenían varias ventajas:
acompañaban en la soledad, permitían conocer más acerca de la
enfermedad, proporcionaban amistades especiales y apoyos, faci-
litaban el anonimato que muchas veces es vital, proporcionaban
otros puntos de vista alternativos, etc.
Empecé en los foros como un juego pero acabé siendo una fiel
seguidora de historias de la red. Era asidua de tres o cuatro foros y
seguía las historias con pasión. Para mi llegó a ser un grupo de
apoyo y de referencia.
En otra etapa me hubiera servido para obsesionarme más,
puesto que en determinadas situaciones tal vez sean hasta perjudi-
ciales porque fomentan y retroalimentan la obsesión en las fases
obsesivas y más bajas de la enfermedad, pero a mí me llegaron en
mi mejor época y los utilicé como vía positiva para sanar. Eran
grupos de apoyo, de catarsis, de conocimiento, de amistades inclu-
so, etc. Diría que pueden ser una herramienta más para la recupe-
ración, siempre que no fomenten la obsesión, en cuyo caso habría
que dejarlos.
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DE MIS CUADERNOS Y ESCRITOS
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DE LA PINTURA COMO TERAPIA
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DE LA IMPORTANCIA DEL DEPORTE
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DE LA ASTENIA, LA APATÍA
Y EL DEJARSE
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Todos los “tienes que”, “yo en tu lugar lo que haría es” deben no escu-
charse y ni procesarse, porque no son sino “pepitos grillos” portá-
tiles que cada uno nos trae. La gente, con muy buena intención,
intenta ayudarte, y todos lo hacemos con los famosos: “tú deberías”
“Lo que tienes que hacer”; sin darnos cuenta de que esa no es la mejor
forma de ayudar a nadie. En el fondo subyace una necesidad de la
gente de que superes el problema, de que no estés enfermo, tal es
su intolerancia a la enfermedad. El enfermo sabe lo que tiene que
hacer, sabe lo que le gustaría poder hacer: su problema es que no
puede, no tiene ganas, es incapaz. Es precisamente esa su enferme-
dad. Por eso lo mejor es acompañarlo en su dolor, esperar a que
pase, escucharle, apoyarle, ayudarle, pero no se puede hacer nada
más. Las cosas llevan su tiempo y ha de pasar el tiempo de duelo y
dolor para que llegue otra etapa más positiva.
Ahora creo que hay que dejarse llevar por lo que se siente, por
lo que te apetece; que cada cosa llegará, que claro que hay que
ayudarle a que llegue pero dentro de una medida, no con esfuer-
zos sobrehumanos. Hay mucha gente preocupada por las inte-
rrupciones en la vida profesional, académica, etc. de los enfermos,
pero yo creo que la vida es muy larga, que todo se puede retomar,
que nada tiene un plazo, y que hay que tomar las cosas como vie-
nen. Dejar los tiempos de dolor y los tiempos de recuperación. Los
esfuerzos son sólo posibles cuando son posibles, no antes. No for-
cemos las cosas ni los tiempos.
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DEL SUEÑO REPARADOR
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tomarme una pastilla. “Somos pura química”, como dice una ami-
ga mía, e igual que nos tomamos una pastilla para el dolor de
cabeza, hay que comprender que la mente también “duele” y que
la química también ayuda a que se pase el dolor.
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DE LA PACIENCIA NECESARIA
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TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
112
20
DE LA IMPORTANCIA
DE LAS SENSACIONES
113
TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
114
21
DE LOS GRUPOS DE TERAPIA
Y SU VARIEDAD Y SUS BENEFICIOS
115
TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
116
DE LOS GRUPOS DE TERAPIA Y SU VARIEDAD Y SUS BENEFICIOS
117
TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
118
DE LOS GRUPOS DE TERAPIA Y SU VARIEDAD Y SUS BENEFICIOS
119
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DEL CAMBIO QUE EXPERIMENTÉ
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TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
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23
MERECE LA PENA...
Hoy en día lo veo todo como algo alejado. Ya estoy casi segura
–porque nunca se pude tener la certeza– de que no me volverá a
pasar. He aprendido los mecanismos para desmontar los procesos.
Hoy cuando me pasa alguna cosa que considero estresante, me
reconozco en la agresión, e inmediatamente no solamente busco
una sola explicación unívoca como antaño, sino que se me abre un
amplio espectro de posibles respuestas y visiones que antes era
incapaz de tener. Así interpreto de distinta forma las cosas que me
pasan y me calmo, siempre hay algo que encuentro que me hace
pensar que las cosas no son como yo las veo, que de hecho las veo
de muchas formas.
Las cosas son como un elefante que todos tocan. Todos creen
que tocan el elefante. El que toca una pata cree que el elefante es
una pata, el que toca la trompa cree que es la trompa.,todos tienen
razón pero ninguno tiene la visión completa. Eso es lo que yo
aprendí. A que las cosas no tienen sólo una visión sino que depen-
de del punto desde el que se miren son de una forma u otra.
123
TODO LO QUE APRENDÍ DE LA PARANOIA
124
DIRECTORA: OLGA CASTANYER
1. Relatos para el crecimiento personal. CARLOS ALEMANY (ED.). (6ª ed.)
2. La asertividad: expresión de una sana autoestima. OLGA CASTANYER. (29ª ed.)
3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad. A. GIMENO-BAYÓN. (5ª ed.)
4. Aprendiendo a vivir. Manual contra el aburrimiento y la prisa. ESPERANZA BORÚS. (5ª ed.)
5. ¿Qué es el narcisismo? JOSÉ LUIS TRECHERA. (2ª ed.)
6. Manual práctico de P.N.L. Programación neurolingüística. RAMIRO J. ÁLVAREZ. (5ª ed.)
7. El cuerpo vivenciado y analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (EDS.)
8. Manual de Terapia Infantil Gestáltica. LORETTA ZAIRA CORNEJO PAROLINI. (5ª ed.)
9. Viajes hacia uno mismo. Diario de un psicoterapeuta en la postmodernidad. FERNANDO
JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. JEAN SARKISSOFF. (2ª ed.)
11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. LUIS LÓPEZ-YARTO ELIZALDE. (7ª ed.)
12. El eneagrama de nuestras relaciones. MARIA-ANNE GALLEN - HANS NEIDHARDT. (5ª ed.)
13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los sentimientos de culpa.
LUIS ZABALEGUI. (3ª ed.)
14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff. BRUNO GIORDANI. (3ª ed.)
15. La fantasía como terapia de la personalidad. F. JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)
16. La homosexualidad: un debate abierto. JAVIER GAFO (ED.). (3ª ed.)
17. Diario de un asombro. ANTONIO GARCÍA RUBIO. (3ª ed.)
18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama. DON RICHARD RISO. (6ª ed.)
19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia. THOMAS HART.
20. Treinta palabras para la madurez. JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (11ª ed.)
21. Terapia Zen. DAVID BRAZIER. (2ª ed.)
22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental. GERALD MAY.
23. Aprender de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. JUAN MASIÁ CLAVEL.
24. Pensamientos del caminante. M. SCOTT PECK.
25. Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico.
RAMIRO J. ÁLVAREZ. (2ª ed.)
26. Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la integración psicológica y espiritual.
DAVID RICHO. (3ª ed.)
27. El acompañante desconocido. De cómo lo masculino y lo femenino que hay en cada
uno de nosotros afecta a nuestras relaciones. JOHN A. SANFORD.
28. Vivir la propia muerte. STANLEY KELEMAN.
29. El ciclo de la vida: Una visión sistémica de la familia.
ASCENSIÓN BELART - MARÍA FERRER. (3ª ed.)
30. Yo, limitado. Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías.
MIGUEL ÁNGEL CONESA FERRER.
31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. Guía básica para sobrevivir a los
exámenes. KEVIN FLANAGAN.
32. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico. VERENA KAST.
33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. DAVID RICHO. (3ª ed.)
34. Anhelos del corazón. Integración psicológica y espiritualidad. WILKIE AU - NOREEN
CANNON. (2ª ed.)
35. Vivir y morir conscientemente. IOSU CABODEVILLA. (4ª ed.)
36. Para comprender la adicción al juego. MARÍA PRIETO URSÚA.
37. Psicoterapia psicodramática individual. TEODORO HERRANZ CASTILLO.
38. El comer emocional. EDWARD ABRAMSON. (2ª ed.)
39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales.
JOHN AMODEO - KRIS WENTWORTH. (2ª ed.)
40. Diario de una maestra y de sus cuarenta alumnos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.
41. Valórate por la felicidad que alcances. XAVIER MORENO LARA.
42. Pensándolo bien... Guía práctica para asomarse a la realidad. RAMIRO J. ÁLVAREZ.
43. Límites, fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar de uno mismo.
CHARLES L. WHITFIELD.
44. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. JOSÉ CARLOS BERMEJO.
45. Para que la vida te sorprenda. MATILDE DE TORRES. (2ª ed.)
46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y
la pasión. DAVID BRAZIER.
47. Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. JORGE BARRACA.
48. Palabras para una vida con sentido. Mª. ÁNGELES NOBLEJAS. (2ª ed.)
49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. PHILIP SHELDRAKE.
50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo.
LUIS CENCILLO. (2ª ed.)
51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESLIE S. GREENBERG. (3ª ed.)
52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
53. Desarrollo de la armonía interior. La construcción de una personalidad positiva. JUAN
ANTONIO BERNAD.
54. Introducción al Role-Playing pedagógico. PABLO POBLACIÓN KNAPPE y ELISA LÓPEZ
BARBERÁ Y COLS.
55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. LORETTA CORNEJO.
56. El guión de vida. JOSÉ LUIS MARTORELL.
57. Somos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.
58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares.
GIULIANA PRATA; MARIA VIGNATO y SUSANA BULLRICH.
59. Amor y traición. JOHN AMODEO.
60. El amor. Una visión somática. STANLEY KELEMAN.
61. A la búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivarlo y a dónde nos guía. KEVIN
FLANAGAN.
62. A corazón abierto.Confesiones de un psicoterapeuta. F. JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal.
IOSU CABODEVILLA ERASO.
64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA. (6ª ed.)
65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.)
66. Caminos sapienciales de Oriente. JUAN MASIÁ.
67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. PEDRO MORENO. (8ª ed.)
68. El matrimonio como desafío. Destrezas para vivirlo en plenitud. KATHLEEN R. FISCHER y
THOMAS N. HART.
69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. ESPERANZA BORÚS.
70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad
mediante los cuentos. JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU.
71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.
72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET.
73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser.
JEAN SARKISSOFF.
74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la
longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO.
75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. MARGA NIETO
CARRERO. (2ª ed.)
76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros. JESÚS DE LA
GÁNDARA MARTÍN.
77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. CLAUDE IMBERT.
78. Cuando el silencio habla. MATILDE DE TORRES VILLAGRÁ. (2ª ed.)
79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ.
80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? Ensayo de una ética desde la psicolo-
gía. RAMÓN ROSAL CORTÉS.
81. Más allá del individualismo. RAFAEL REDONDO.
82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos avances en la teoría y en la práctica.
DAVE MEARNS y BRIAN THORNE.
83. La técnica de los movimientos oculares. La promesa potencial de un nuevo avance psico-
terapéutico. FRED FRIEDBERG. INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA POR RAMIRO J. ÁLVAREZ
84. No seas tu peor enemigo... ¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! ANN-M. MCMAHON.
85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. LUZ CASASNOVAS SUSANNA.
86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. IGNACIO BERCIANO PÉREZ. CON LA COLABORA-
CIÓN DE ITZIAR BARRENENGOA. (2ª ed.)
87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. PILAR QUIROGA MÉNDEZ.
88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona.
BARTOMEU BARCELÓ.
89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos.
ALEJANDRO BELLO GÓMEZ, ANTONIO CREGO DÍAZ.
90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y
pensadores. NICK OWEN.
91. Cómo volverse enfermo mental. JOSÉ LUÍS PIO ABREU.
92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica
terapéutica. AGNETA SCHREURS.
93. Fluir en la adversidad. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
94. La psicología del soltero: Entre el mito y la realidad. JUAN ANTONIO BERNAD.
95. Un corazón auténtico. Un camino de ocho tramos hacia un amor en la madurez. JOHN
AMODEO.
96. Luz, más luz. Lecciones de filosofía vital de un psiquiatra. BENITO PERAL.
97. Tratado de la insoportabilidad, la envidia y otras “virtudes” humanas. LUIS RAIMUNDO
GUERRA. (2ª ed.)
98. Crecimiento personal: Aportaciones de Oriente y Occidente. MÓNICA RODRÍGUEZ-ZAFRA (ED.).
99. El futuro se decide antes de nacer. La terapia de la vida intrauterina. CLAUDE IMBERT. (2ª ed.)
100. Cuando lo perfecto no es suficiente. Estrategias para hacer frente al perfeccionismo.
MARTIN M. ANTONY - RICHARD P. SWINSON. (2ª ed.)
101. Los personajes en tu interior. Amigándote con tus emociones más profundas. JOY CLOUG.
102. La conquista del propio respeto. Manual de responsabilidad personal. THOM RUTLEDGE.
103. El pico del Quetzal. Sencillas conversaciones para restablecer la esperazanza en el
futuro. MARGARET J. WHEATLEY.
104. Dominar las crisis de ansiedad. Una guía para pacientes. PEDRO MORENO, JULIO C.
MARTÍN. (6ª ed.)
105. El tiempo regalado. La madurez como desafío. IRENE ESTRADA ENA.
106. Enseñar a convivir no es tan difícil. Para quienes no saben qué hacer con sus hijos, o
con sus alumnos. MANUEL SEGURA MORALES. (10ª ed.)
107. Encrucijada emocional. Miedo (ansiedad), tristeza (depresión), rabia (violencia), alegría
(euforia). KARMELO BIZKARRA. (4ª ed.)
108. Vencer la depresión. Técnicas psicológicas que te ayudarán. MARISA BOSQUED.
109. Cuando me encuentro con el capitán Garfio... (no) me engancho. La práctica en psico-
terapia gestalt. ÁNGELES MARTÍN Y CARMEN VÁZQUEZ.
110. La mente o la vida. Una aproximación a la Terapia de Aceptación y Compromiso.
JORGE BARRACA MAIRAL. (2ª ed.)
111. ¡Deja de controlarme! Qué hacer cuando la persona a la que queremos ejerce un
dominio excesivo sobre nosotros. RICHARD J. STENACK.
112. Responde a tu llamada. Una guía para la realización de nuestro objetivo vital más pro-
fundo. JOHN P. SCHUSTER.
113. Terapia meditativa. Un proceso de curación desde nuestro interior. MICHAEL L. EMMONS,
PH.D. Y JANET EMMONS, M.S.
114. El espíritu de organizarse. Destrezas para encontrar el significado a sus tareas.
PAMELA KRISTAN.
115. Adelgazar: el esfuerzo posible. Un sistema gradual para superar la obesidad. AGUSTÍN
CÓZAR.
116. Crecer en la crisis. Cómo recuperar el equilibrio perdido. ALEJANDRO ROCAMORA. (2ª ed.)
117. Rabia sana. Cómo ayudar a niños y adolescentes a manejar su rabia. BERNARD
GOLDEN, PH. D.
118. Manipuladores cotidianos. Manual de supervivencia. JUAN CARLOS VICENTE CASADO.
119. Manejar y superar el estrés. Cómo alcanzar una vida más equilibrada. ANN WILLIAMSON.
120. La integración de la terapia experiencial y la terapia breve. Un manual para terapeutas
y consejeros. BALA JAISON.
121. Este no es un libro de autoayuda. Tratado de la suerte, el amor y la felicidad. LUIS
RAIMUNDO GUERRA.
122. Psiquiatría para el no iniciado.RAFA EUBA.
123. El poder curativo del ayuno. Recuperando un camino olvidado hacia la salud. KARMELO
BIZKARRA. (2ª ed.)
124. Vivir lo que somos. Cuatro actitudes y un camino. ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO. (3ª ed.)
125. La espiritualidad en el final de la vida. Una inmersión en las fronteras de la ciencia.
IOSU CABODEVILLA ERASO.
126. Regreso a la conciencia. AMADO RAMÍREZ.
127. Las constelaciones familiares. En resonancia con la vida. PETER BOURQUIN. (4ª ed.)
128. El libro del éxito para vagos. Descubra lo que realmente quiere y cómo conseguirlo sin
estrés. THOMAS HOHENSEE.
129. Yo no valgo menos. Sugerencias cognitivo- humanistas para afrontar la culpa y la ver-
güenza. OLGA CASTANYER.
130. Manual de Terapia Gestáltica aplicada a los adolescentes. LORETTA CORNEJO. (2ª ed.)
131. ¿Para qué sirve el cerebro? Manual para principiantes. JAVIER TIRAPU.
132. Esos seres inquietos. Claves para combatir la ansiedad y las obsesiones. AMADO
RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
133. Dominar las obsesiones. Una guía para pacientes. PEDRO MORENO, JULIO C. MARTÍN,
JUAN GARCÍA Y ROSA VIÑAS. (2ª ed.)
134. Cuidados musicales para cuidadores. Musicoterapia Autorrealizadora para el estrés
asistencial. CONXA TRALLERO FLIX Y JORDI OLLER VALLEJO
135. Entre personas. Una mirada cuántica a nuestras relaciones humanas. TOMEU BARCELÓ
136. Superar las heridas. Alternativas sanas a lo que los demás nos hacen o dejan de
hacer. WINDY DRYDEN
137. Manual de formación en trance profundo. Habilidades de hipnotización. IGOR
LEDOCHOWSKI
138. Todo lo que aprendí de la paranoia. CAMILLE
Serie MAIOR
1. Anatomía Emocional. La estructura de la experiencia somática STANLEY KELEMAN. (7ª ed.)
2. La experiencia somática. Formación de un yo personal. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.)
3. Psicoanálisis y análisis corporal de la relación. ANDRÉ LAPIERRE.
4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. (3ª ed.)
5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.). (11ª ed.)
6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ.
7. Crecer bebiendo del propio pozo.Taller de crecimiento personal.
CARLOS RAFAEL CABARRÚS, S.J. (11ª ed.)
8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico.
CAROLYN J. BRADDOCK.
9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL
10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.)
11. Codependencia. La dependencia controladora. La depencencia sumisa. DOROTHY MAY.
12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual.
CARLOS RAFAEL CABARRÚS. (4ª ed.)
13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en
pareja y una convivencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ. (2ª ed.)
14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARÍA TORO.
15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DOMÍNGUEZ
MORANO. (2ª ed.)
16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas
psicosensoriales, cognitivos y emocionales. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL.
17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN.
18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE.
19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (ED.). (3ª ed.)
20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C.
21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA TOVAR.
22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación.
BRUCE M. HYMAN Y CHERRY PEDRICK.
23. La comunidad terapéutica y las adicciones Teoría, Modelo y Método. GEORGE DE LEON.
24. El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas. WALEED A. SALAMEH Y WILLIAM F.
FRY.
25. El manejo de la agresividad. Manual de tratamiento completo para profesionales.
HOWARD KASSINOVE Y RAYMOND CHIP TAFRATE.
26. Agujeros negros de la mente. Claves de salud psíquica. JOSÉ L. TRECHERA.
27. Cuerpo, cultura y educación. JORDI PLANELLA RIBERA.
28. Reír y aprender. 95 técnicas para emplear el humor en la formación. DONI TAMBLYN.
29. Manual práctico de psicoterapia gestalt. ÁNGELES MARTÍN. (5ª ed.)
30. Más magia de la metáfora. Relatos de sabiduría para aquellas personas que tengan a
su cargo la tarea de Liderar, Influenciar y Motivar. NICK OWEN
31. Pensar bien - Sentirse bien. Manual práctico de terapia cognitivo-conductual para niños
y adolescentes. PAUL STALLARD.
32. Ansiedad y sobreactivación. Guía práctica de entrenamiento en control respiratorio.
PABLO RODRÍGUEZ CORREA.
33. Amor y violencia. La dimensión afectiva del maltrato. PEPA HORNO GOICOECHEA. (2ª
ed.)
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres de RGM, S.A., en Urduliz,
el 8 de abril de 2009.