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Elizondo Aguilar
5° semestre 5 de noviembre de 2005
Con motivo de la celebración del “día de muertos” el día dos de noviembre, el profesor
de Cristología nos envió al Zócalo, a alguna delegación o bien a el cementerio
municipal de donde vivimos.
Me pareció muy interesante hacer la visita al Zócalo e invité a mi familia, esposo e
hijos, a acompañarme y esto fue lo que sucedió.
Y así nos lanzamos a la odisea al centro de la ciudad, nos dio oportunidad de platicar
con los hijos, de platicarles donde habíamos vivido de recién casados (av. Chapultepec),
lo que solíamos hacer en el centro y en fin. Al llegar al centro, buscamos, complicado,
estacionamiento.
El zócalo lucía una gran variedad de colores, no podíamos creer lo que estábamos
viendo, la verdad solo vamos en coche a ver la iluminación de diciembre, pero nunca
habíamos estado ahí en “día de muertos”.
En fin hay un sin número de cosas que se ponen en los altares. En el Zócalo capitalino
se expusieron diferentes tipos de altares, cada delegación puso uno, también había una
ofrenda a Mictlantecutli con una cantidad enorme de veladoras, y unas calaveras
enormes Tzompantli. La ofrenda que más disfruté, fue un muy pequeñito altar en tres
niveles en el que alrededor bailaban toda una familia, desde los niños hasta los ancianos,
vestidos con ropas prehispánicas de concheros, y que además contaba con toda la
simbología que arriba mencioné.
Realizar este trabajo, fue muy enriquecedor y significativo, sobre todo porque tuve la
oportunidad de visitar el centro de la ciudad con mis hijos y esto nos dio una
oportunidad enorme de poder platicar sobre nuestras costumbres y tradiciones, de
comentar con toda la familia sobre la importancia que tiene vivirlas y el conocer las
verbenas populares. Enseñarles a mis hijas, que no todo es Interlomas y Bosques, que
hay mucho más allá de las fronteras que nosotros mismos ponemos y ampliar su visión
desde ahora.
Emi: que buena onda ma, estuvo padrísimo, viste toda esa gente, que padre que se
entreguen de esa manera.
Renata: a mi me gustó, sobre todo la cantidad de gente disfrazada y ver a esos locos
punketos.
Ernesto jr: me cansé horrible, ahora sí que me merezco un premio.
Ernesto (papá): Bien Oso, creo que esto de que te estés volviendo medio monja tiene sus
beneficios.
Yo: Mil gracias.