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Cárceles de
mujeres en la España
contemporánea: Un
enfoque histórico-
social
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Antecedentes: Siglo XIX
• Las Casas de Corrección:
o Los autores de la historia del Derecho han subrayado, para el siglo XIX, el paso de un encierro
femenino de carácter “religioso” a otro plenamente “judicial” o “penitenciario”, en el que se
daría una progresiva aproximación normativa a la legislación penitenciaria masculina.
o Esto hablaba bien poco del presunto rasgo secularizador de la reforma, al menos para los
establecimientos femeninos. El propio Reglamento establecía, además, la obligatoriedad para
estos establecimientos de la asistencia a misa, pláticas del capellán, rezo diario del rosario,
instrucción religiosa a cargo del mismo capellán y de las distintas Asociaciones femeninas de
Caridad, que venían funcionando desde finales del siglo XVIII.
o Lo que hasta el estallido de la guerra había sido un proceso más o menos continuo
de extensión de la pena privativa de libertad, con un sentido correccionalista,
acentuado en la época republicana, quedó herido de muerte con la guerra y
demolido sistemáticamente con el franquismo.
o Así, según las estadísticas oficiales, con fecha de 1 de enero de 1940, se alcanzó la 6
máxima cifra de presos de la historia de España: 270.719 personas, de las cuales
22.232 eran mujeres.
Siglo XX (II)
• Moral y política en la represión penal femenina:
o “Deshacer las casas de todos los que hubieran pensado diferente. Por
eso, en la cárcel, había familias enteras”. Este fue el primer objetivo
de los vencedores.
o Las monjas retomaron su papel secular, sólo que esta vez no se trató solo de las 34
Hijas de la Caridad, expulsadas por Victoria Kent, en el año 1932. Fueron
muchísimas más –decenas de Órdenes diferentes- encargándose, como en la
época monárquica, tanto de los servicios asistenciales de los establecimientos
masculinos, como del régimen interior de los femeninos, gracias al modelo de
contrato instituido en 1938, entre la congregación religiosa de turno y el Servicio
Nacional de Prisiones.
o La politización de estas Órdenes era más que evidente, pero es que las usuarias de
las cárceles también habían cambiado de manera radical. A parte de las
inevitables “quincenarias”, el perfil dominante durante la guerra y la primera
posguerra fue el de la “roja”, como encarnación concreta de la “Anti-España”,
enemiga de la religión.
o Si en enero de 1940, las estadísticas oficiales hablaban de más de 23.000 presas, la mayoría
de ellas políticas, a mediados de 1946, la cifra total se había reducido a poco más de 5.000.
o Hacia finales de década, la mayoría de las presas políticas de posguerra, que seguían
arrastrando largas condenas, habían sido concentradas en una cárcel: la Prisión central de
Segovia. Para mediados de los cincuenta, cerrada Segovia, las presas de posguerra – las pocas
que quedaban- pasaron a ser concentradas en la central de Alcalá de Henares, la antigua
penitenciaria, donde, aprovechando su escaso número, fueron mezcladas con las comunes.
o La redención de pena por el trabajo, concebida y restringida ya en 1937 para los prisioneros
de guerra y los presos condenados por delitos “no comunes”, comenzó a ser aplicada a los
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presos comunes en el Código Penal de 1944, en determinados supuestos que se irían
ampliando.