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Historia de la Seguridad

Historia de la Seguridad
Tema 1: Procesos históricos que dieron origen a las formas actuales de concebir
la seguridad.

Tema 2: La seguridad en Venezuela hasta el año 1999.

Tema 3: La Seguridad Ciudadana en marco de la Constitución de 1999.

Tema 4: Origen y evolución de las políticas públicas de seguridad ciudadana en


Venezuela.
1.
LA SEGURIDAD EN VENEZUELA HASTA EL AÑO 1.999

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999, luego de la


promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, proponen redimensionar la tradicional idea de ciudadanía,
que más allá del reconocimiento expreso de unos derechos, se
consolida con su ejercicio.

La perspectiva teórica en políticas de seguridad ciudadana se estima


de gran valor, en tanto que la evaluación de los contenidos y
resultados de los mecanismos de intervención del Estado a través del
Derecho penal para garantizar la protección de la seguridad
ciudadana, genera valiosa información sobre la organización y
funcionamiento de las instancias del sistema de justicia penal, y
resulta fundamental para desarrollar herramientas que permitan la
ejecución de prácticas, orientadas al logro de los objetivos de una
política de seguridad ciudadana en el marco del Estado social y
democrático de Derecho, evitando el grave riesgo de acudir a políticas
que signifiquen retomar la herencia de una larga tradición política
arraigada en el orden público, o ser presa de nuevas políticas que
emergen de tendencias punitivas globalizadas, que suponen la
homogeneización de las políticas públicas de seguridad, pudiendo
desembocar en modelos y prácticas no solamente ajenos a la realidad
social venezolana, sino contrarios a los imperativos éticos
configurados en la Constitución.
Ambas perspectivas apuntan a la severidad de la política penal en su
conjunto y se encuentran vinculadas al uso ineficaz del poder, y ante
la creciente necesidad de relegitimación del Estado a través de la
política pública de seguridad.
DEL ORDEN PÚBLICO
A LA SEGURIDAD CIUDADANA

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV)


de 1999 se consagra por primera vez a nivel constitucional la
seguridad ciudadana
(Artículo 55), entendida en sentido amplio como la protección de los
derechos, libertades y garantías constitucionales. Ello implica -al
menos conceptualmente- la superación del tradicional modelo de
seguridad basado en el orden público acuñado durante largo tiempo
en el país, que garantizaba sobre todo el normal funcionamiento de
las instituciones del Estado y bajo el cual se protegía
(distorsionadamente) el orden económico y político, tanto en
gobiernos dictatoriales como democráticos, incluso por encima de los
derechos y garantías civiles (Núñez 2001).

A partir de 1999, el constituyente parece redefinir las relaciones entre


el individuo y el Estado en materia de seguridad, en el seno de un
modelo constitucional propio de un Estado democrático y social de
Derecho y de Justicia “que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia,
la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y,
en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político” (Artículo 2, CRBV).

La amplia gama de derechos reconocidos en la Constitución


8no sólo tiende a fortalecer la tradicional noción de ciudadanía, sino
que también es una franca invitación a la seguridad, suponiendo que,
ante cualquier amenaza o coerción ilegítima contra la libertad y los
derechos, prevalecerá el orden constitucional (Borrego 2002). La
introducción de este nuevo concepto en materia de seguridad debía
representar un aliciente para la sociedad venezolana y una guía para
las políticas públicas a desarrollar por la nueva República entrado el
nuevo milenio, quebrando la trágica historia de control del Estado,
atacando un fenómeno presente en las sociedades modernas -la
inseguridad- y asumiendo el reto de garantizar la seguridad de los
derechos de sus ciudadanos, reto para el cual cualquier política de
Estado basada en el modelo del orden público resultaría ineficaz.

LA SEGURIDAD CIUDADANA
Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

El marco constitucional y la consecuente regulación de aspectos


sociales, políticos y civiles entre otros, implica la ampliación del campo
de acción del Estado, en el sentido en que se ve incrementada su
actividad e intervención en algunos asuntos. Esto implica importantes
transformaciones en las distintas áreas de acción del Poder Público
Nacional y en la estructura del Estado venezolano en general.

En el proceso de reforma del Estado y en la redefinición de un sistema


tendente a garantizar la seguridad personal de los ciudadanos, las
políticas
Públicas juegan un papel fundamental, y se propone considerarlas
para este estudio como unidad de análisis, no sólo del sector público y
del Estado nacional en general, sino del Gobierno Nacional en
particular, siendo éste considerado como la unidad estratégica del
sistema político (Bouza-Brey 1996) y como un instrumento para la
realización de las políticas públicas (Lahera 2002).

Si bien la seguridad ciudadana es una responsabilidad concurrente de


los distintos ámbitos político territoriales del poder público -y así lo
prevé la
CRBV- la política nacional de seguridad ciudadana representa un
buen revelador de las prioridades y valores del Estado en el
tratamiento específico de la materia y en general, de los objetivos del
sistema político como parte del sistema social global. Al fin y al cabo,
“lo importante para caracterizar a un gobierno no son los criterios
tradicionales de quién y cómo se ejerce el poder, sino el contenido de
las políticas públicas”.

Ciertamente, cuando se habla de seguridad ciudadana, se ven


involucrados distintos actores: distintas instancias públicas y privadas,
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y sobre todo
la sociedad civil como parte importante para la solución de los asuntos
públicos; sin embargo -y muy especialmente- son las actividades
desarrolladas por (y desde) el Estado las que ponen a prueba la
coherencia política e institucional de todo el sistema, por cuanto el
desarrollo de la política de seguridad requiere de la intervención de
una multiplicidad de organismos, y en su debida articulación, el
Estado tiene una gran responsabilidad. Específicamente a los
organismos del Poder Público Nacional
(Asamblea Nacional, Ministerio del Interior y Justicia, Ministerio
Público y Tribunales de la República entre otros) les corresponde
desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de la política
nacional de seguridad.

A los fines de hacer una aproximación al tema de estudio, se entiende


que una política nacional de seguridad ciudadana comprende -en
sentido restringido- todos aquellos programas, proyectos y actividades
destinadas a disminuir los índices de criminalidad, llevados a cabo por
el gobierno nacional, a través de cualquiera de las ramas del Poder
Público.
Tanto en su planteamiento como en sus resultados, la política nacional
de seguridad debe ser valorada en cuanto a su eficiencia en la
prevención de la criminalidad y la violencia, en la legitimidad de los
medios empleados y, sobre todo, por el respeto de los derechos
humanos. Deben ser criterios a considerar, de forma transversal, para
la evaluación de la política venezolana en la materia.

Muchos han sido los planes de seguridad desde la entrada en


vigencia de la Constitución del 99, sin embargo los planes no
garantizan el cumplimiento de la política pública, pues formular una
política es una cosa y poder asegurar la intervención que ella requiere
es otra (Lahera 2002), y es importante tener en cuenta que, en este
proceso, intervienen variables políticas, sociales, económicas y
culturales que determinan el desarrollo de esa política.

La política de seguridad ciudadana se presenta entonces como


producto de un proceso que se desarrolla en un tiempo y marco
específico que van definiendo el tipo y el nivel de los recursos
disponibles y empleados, y en el que a través de complejos esquemas
de interpretación y de juicios de valor, se va definiendo tanto la
naturaleza de los problemas planteados como las orientaciones de la
acción en materia de seguridad.

La complejidad social, las demandas de seguridad ciudadana y el


modelo de Estado venezolano imponen un gran reto: el desarrollo de
un nuevo modelo de seguridad basado en el paradigma de la
protección de los derechos humanos
(Baratta 2000; Aniyar 2005). Esto es así sobre todo cuando no pueden
ocultarse más las profundas desigualdades sociales existentes y
donde el sistema penal ha servido de instrumento para profundizar
esas desigualdades; nada más lejano a la ideología del Estado social
de Derecho.

LA SEGURIDAD EN VENEZUELA HASTA EL AÑO 1.999

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999, luego de la


promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, proponen redimensionar la tradicional idea de ciudadanía,
que más allá del reconocimiento expreso de unos derechos, se
consolida con su ejercicio.
La perspectiva teórica en políticas de seguridad ciudadana se estima
de gran valor, en tanto que la evaluación de los contenidos y
resultados de los mecanismos de intervención del Estado a través del
Derecho penal para garantizar la protección de la seguridad
ciudadana, genera valiosa información sobre la organización y
funcionamiento de las instancias del sistema de justicia penal, y
resulta fundamental para desarrollar herramientas que permitan la
ejecución de prácticas, orientadas al logro de los objetivos de una
política de seguridad ciudadana en el marco del Estado social y
democrático de Derecho, evitando el grave riesgo de acudir a políticas
que signifiquen retomar la herencia de una larga tradición política
arraigada en el orden público, o ser presa de nuevas políticas que
emergen de tendencias punitivas globalizadas, que suponen la
homogeneización de las políticas públicas de seguridad, pudiendo
desembocar en modelos y prácticas no solamente ajenos a la realidad
social venezolana, sino contrarios a los imperativos éticos
configurados en la Constitución.
Ambas perspectivas apuntan a la severidad de la política penal en su
conjunto y se encuentran vinculadas al uso ineficaz del poder, y ante
la creciente necesidad de relegitimación del Estado a través de la
política pública de seguridad

DEL ORDEN PÚBLICO


A LA SEGURIDAD CIUDADANA

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV)


de 1999 se consagra por primera vez a nivel constitucional la
seguridad ciudadana
(Artículo 55), entendida en sentido amplio como la protección de los
derechos, libertades y garantías constitucionales. Ello implica -al
menos conceptualmente- la superación del tradicional modelo de
seguridad basado en el orden público acuñado durante largo tiempo
en el país, que garantizaba sobre todo el normal funcionamiento de
las instituciones del Estado y bajo el cual se protegía
(distorsionadamente) el orden económico y político, tanto en
gobiernos dictatoriales como democráticos, incluso por encima de los
derechos y garantías civiles (Núñez 2001).

A partir de 1999, el constituyente parece redefinir las relaciones entre


el individuo y el Estado en materia de seguridad, en el seno de un
modelo constitucional propio de un Estado democrático y social de
Derecho y de Justicia “que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia,
la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y,
en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político” (Artículo 2, CRBV).

LA SEGURIDAD CIUDADANA
Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

El marco constitucional y la consecuente regulación de aspectos


sociales, políticos y civiles entre otros, implica la ampliación del campo
de acción del Estado, en el sentido en que se ve incrementada su
actividad e intervención en algunos asuntos. Esto implica importantes
transformaciones en las distintas áreas de acción del Poder Público
Nacional y en la estructura del Estado venezolano en general.

En el proceso de reforma del Estado y en la redefinición de un sistema


tendente a garantizar la seguridad personal de los ciudadanos, las
políticas
Públicas juegan un papel fundamental, y se propone considerarlas
para este estudio como unidad de análisis, no sólo del sector público y
del Estado nacional en general, sino del Gobierno Nacional en
particular, siendo éste considerado como la unidad estratégica del
sistema político (Bouza-Brey 1996) y como un instrumento para la
realización de las políticas públicas (Lahera 2002).

Si bien la seguridad ciudadana es una responsabilidad concurrente de


los distintos ámbitos político territoriales del poder público -y así lo
prevé la
CRBV- la política nacional de seguridad ciudadana representa un
buen revelador de las prioridades y valores del Estado en el
tratamiento específico de la materia y en general, de los objetivos del
sistema político como parte del sistema social global. Al fin y al cabo,
“lo importante para caracterizar a un gobierno no son los criterios
tradicionales de quién y cómo se ejerce el poder, sino el contenido de
las políticas públicas”.

Ciertamente, cuando se habla de seguridad ciudadana, se ven


involucrados distintos actores: distintas instancias públicas y privadas,
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y sobre todo
la sociedad civil como parte importante para la solución de los asuntos
públicos; sin embargo -y muy especialmente- son las actividades
desarrolladas por (y desde) el Estado las que ponen a prueba la
coherencia política e institucional de todo el sistema, por cuanto el
desarrollo de la política de seguridad requiere de la intervención de
una multiplicidad de organismos, y en su debida articulación, el
Estado tiene una gran responsabilidad. Específicamente a los
organismos del Poder Público Nacional
(Asamblea Nacional, Ministerio del Interior y Justicia, Ministerio
Público y Tribunales de la República entre otros) les corresponde
desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de la política
nacional de seguridad.

A los fines de hacer una aproximación al tema de estudio, se entiende


que una política nacional de seguridad ciudadana comprende -en
sentido restringido- todos aquellos programas, proyectos y actividades
destinadas a disminuir los índices de criminalidad, llevados a cabo por
el gobierno nacional, a través de cualquiera de las ramas del Poder
Público.

Tanto en su planteamiento como en sus resultados, la política nacional


de seguridad debe ser valorada en cuanto a su eficiencia en la
prevención de la criminalidad y la violencia, en la legitimidad de los
medios empleados y, sobre todo, por el respeto de los derechos
humanos. Deben ser criterios a considerar, de forma transversal, para
la evaluación de la política venezolana en la materia.

Muchos han sido los planes de seguridad desde la entrada en


vigencia de la Constitución del 99, sin embargo los planes no
garantizan el cumplimiento de la política pública, pues formular una
política es una cosa y poder asegurar la intervención que ella requiere
es otra (Lahera 2002), y es importante tener en cuenta que, en este
proceso, intervienen variables políticas, sociales, económicas y
culturales que determinan el desarrollo de esa política.

LA SEGURIDAD EN VENEZUELA HASTA 1999

La historia de Venezuela ha estado marcada por acontecimientos


políticos decisivos, los cuales han influido en los demás aspectos de
la sociedad. Muestra de ello lo constituyen los diversos gobiernos que
desde 1948 hasta 1957 condujeron el país y dieron paso a la
instauración de un régimen democrático, diferenciado de otros
episodios históricos similares por su carácter de jornada colectiva
tanto en lo militar como en lo civil.
En 1958 se implanta un régimen democrático con el apoyo de los
sectores que en el momento conformaban la escena política y
económica del país. Sin embargo, lo que permitió el consenso para la
implantación de este nuevo régimen no fue solamente el modelo que
se asumiría para la participación política de los ciudadanos, sino
también el modelo de desarrollo económico y social de país que se
planteaba.
La democracia se vislumbró como el modelo de gobierno donde el
Estado debía intervenir para impulsar el crecimiento económico y el
bienestar social de la población; fundamentado en las premisas de
igualdad y participación política. En otras palabras, el modelo de
Estado implantado pretendía transformar la estructura de la sociedad
venezolana.
En lo económico, se propuso el proceso de sustitución de
importaciones, como la política económica que generaría cambios en
el sistema productivo. En tal sentido, importantes recursos fueron
transferidos al sector privado en forma de créditos o incentivos para la
inversión. En lo social, se implementó un modelo de gestión conocido
como Populista, en virtud de los beneficios derivados de la renta
petrolera. La existencia de recursos económicos para costear las
acciones que se derivaban de la política social, agregó un elemento
diferenciador al proceso venezolano: eliminó los conflictos distributivos
que se presentaban en otros países, donde había que determinar
quien debía aportar los recursos a distribuir.

Para resumir esta perspectiva sobre el desarrollo institucional de la


policía venezolana en los últimos setenta años (Gabaldón, 1999),
podríamos decir que se ha caracterizado por la centralización, la
rígida jerarquización y los estilos militarizados de gestión, que
incluyeron, a partir de 1969, la designación de oficiales de la Guardia
Nacional como directores de las policías en los estados. Entre 1989 y
1999, surgieron policías municipales de perfil descentralizado y con
autonomía local en los municipios con mayores recursos, al amparo
del art. 30 de la Constitución de 1961. Estos cuerpos se han
multiplicado, en muchos casos sin estándares mínimos que permitan
hacer predecible y auditable su desempeño. La nueva Constitución,
aunque en los arts. 164, n. 6, 178, n. 7 y 332 reconoce competencias
estadales y municipales en materia policial, adopta un modelo de
seguridad ciudadana con gran énfasis en el centralismo y en el
componente militar, y la legislación promulgada con posterioridad a su
entrada en vigor, así como la proyectada, ha tendido a concentrar la
función policial dentro de un modelo vertical con gran pendiente hacia
el control militar de la policía, pese a la retórica sobre su carácter civil.
La tendencia se acentuó después de 2002 (Gabaldón, 2004a),
cuando, como consecuencia de eventos como la deposición del
Presidente, el paro petrolero y el proceso del referendo revocatorio, la
polarización política alcanzó niveles insospechados y las policías
locales fueron percibidas por el gobierno como focos de
desestabilización territorial, mientras las policías centralizadas
generaron desconfianza al ser percibidas por la oposición como
estructuras al servicio de un modelo autoritario, que pretendería, en
última instancia, la militarización de la sociedad. Sin embargo, a partir
de abril de 2006, con ocasión de la instauración de la Comisión
Nacional para la Reforma Policial, un nuevo énfasis en el carácter civil
de la policía y en la cooperación de todos los cuerpos dentro de un
sistema integrado, pero que admita la autonomía regional y local,
parece orientar el modelo para un nuevo consenso.

LA SEGURIDAD EN VENEZUELA HASTA EL AÑO 1.999


Ciertamente, cuando se habla de seguridad ciudadana, se
ven involucrados distintos actores: distintas instancias
públicas y privadas, organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales, y sobre todo la sociedad civil como parte
importante para la solución de los asuntos públicos; sin
embargo -y muy especialmente- son las actividades
desarrolladas por (y desde) el Estado las que ponen a
prueba la coherencia política e institucional de todo el
sistema, por cuanto el desarrollo de la política de seguridad
requiere de la intervención de una multiplicidad de
organismos, y en su debida articulación, el Estado tiene
una gran responsabilidad. Específicamente a los
organismos del Poder Público Nacional
(Asamblea Nacional, Ministerio del Interior y Justicia,
Ministerio Público y Tribunales de la República entre otros)
les corresponde desempeñar un papel fundamental en el
desarrollo de la política nacional de seguridad.

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999, luego


de la promulgación de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, proponen redimensionar la
tradicional idea de ciudadanía, que más allá del
reconocimiento expreso de unos derechos, se consolida
con su ejercicio.
La historia de Venezuela ha estado marcada por
acontecimientos políticos decisivos, los cuales han influido
en los demás aspectos de la sociedad. Muestra de ello lo
constituyen los diversos gobiernos que desde 1948 hasta
1957 condujeron el país y dieron paso a la instauración de
un régimen democrático, diferenciado de otros episodios
históricos similares por su carácter de jornada colectiva
tanto en lo militar como en lo civil.
En 1958 se implanta un régimen democrático con el apoyo
de los sectores que en el momento conformaban la escena
política y económica del país. Sin embargo, lo que permitió
el consenso para la implantación de este nuevo régimen no
fue solamente el modelo que se asumiría para la
participación política de los ciudadanos, sino también el
modelo de desarrollo económico y social de país que se
planteaba.
La democracia se vislumbró como el modelo de gobierno
donde el Estado debía intervenir para impulsar el
crecimiento económico y el bienestar social de la población;
fundamentado en las premisas de igualdad y participación
política. En otras palabras, el modelo de Estado implantado
pretendía transformar la estructura de la sociedad
venezolana.

TEMA I:
Proceso histórico de la Seguridad
En Septiembre de 1996, ejerciendose para ese entonces la segunda
vicepresidencia de Fedecámaras, y cumpliendo con la solicitud que
me hiciera el presidente de la institución, Jorge Serrano, redacté un
documento que sería presentado al país como la posición definitiva
del empresariado en materia de seguridad social. Luego de algunas
modificaciones propuestas por Eddo Polesel y Hugo Fonseca Viso, el
documento fue aprobado por el Consejo Nacional de Fedecámaras el
30 de Septiembre y publicado en sendos remitidos de prensa a partir
de esa fecha.
PROPUESTA DE FEDECÁMARAS DE UN NUEVO SISTEMA DE
SEGURIDAD SOCIAL
Los TRABAJADORES venezolanos merecen un sistema de Seguridad
Social que garantice, de manera efectiva y oportuna pensiones
dignas, un óptimo servicio de salud y protección adecuada para sus
familiares en caso de invalidez, muerte y paro forzoso.
Estos objetivos nos llevan a proponer un nuevo Sistema de Seguridad
Social, apoyado en una legislación, que incluya los siguientes
lineamientos básicos:
1. La recapitalización por parte del Gobierno Nacional d actual Fondo
de Pensiones del IVSS, el cual deberá ser administrado por una
comisión de alto nivel creada con ese fin, de manera de asegurarle
una pensión digna a los ya jubilados y a las 200.000 personas que ya
han llegado a edad de jubilación y a quienes el Seguro Social no les
ha pagado la pensión a que tienen derecho
2. La transferencia a los estados de la totalidad de los hospitales y
ambulatorios del IVSS.
3. La creación de los Fondos de Salud Previsional administrados por
empresas privadas reguladas por el Estado mediante una
superintendencia con fines específicos, de manera que los
trabajadores cuenten efectivamente con un seguro de salud que cubra
el 100 por ciento de sus gastos médicos y de medicinas acudiendo a
centros de salud públicos o privados. Estos fondos harían posible la
adquisición de medicamentos por parte de los trabajadores, con cargo
al Fondo de Salud de su escogencia, sin necesidad de acudir a un
hospital o ambulatorio. Además, este sistema resolvería el problema
creado por la atención a pacientes no asegurados.
4. La sustitución del actual Sistema de Prestaciones Sociales por un
nuevo sistema más adecuado a las necesidades del país y que
permita a las empresas incrementar el salario real de sus
trabajadores.
5. Una vez cumplidos todos los puntos anteriores, el Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales debe ser liquidado, eliminando la
totalidad de su nómina remanente.
Es nuestra convicción que, una vez promulgada la legislación
necesaria, Venezuela contará con un avanzado Sistema de Seguridad
Social, a la par de los mejores del mundo y los trabajadores podrán
contar con pensiones de vejez, muerte e invalidez dignas, y un
adecuado servicio de salud. Existirá, un gran incentivo para reducir el
tamaño de la economía informal. Cabe señalar que el Estado aun
tendrá la obligación de atender las necesidades de la población no
asegurada a través Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
Fedecámaras está abierta al diálogo con el Gobierno nacional y con el
sector laboral para llegar a un acuerdo para el de este nuevo Sistema
de Seguridad Social. Para ello no tenemos tiempo que perder, en vista
de la actual situación de colapso del Instituto Venezolano de los
Seguros Sociales.
TEMA II:
SEGURIDAD EN VENEZUELA HASTA EL AÑO 1999.
Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999 generan nuevos
retos e invitan a replantear conceptos tradicionales como democracia,
seguridad y ciudadanía. En este estudio se propone una aproximación
al análisis de la política pública nacional de seguridad ciudadana,
específicamente durante el período comprendido entre 1999-2005, por
considerarse que un análisis tal, puede revelar los valores, objetivos y
estrategias reales del Estado en esta materia. Para cumplir con el
objetivo, se hace especial referencia al desarrollo de la producción
jurídico penal como parte importante de la política de seguridad, para
concluir que la ley penal, lejos de guardar correspondencia con los
imperativos constitucionales y con los objetivos estratégicos
planteados en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación
2001-2007, se ha correspondido con una política criminal de
emergencia y de respuestas contingentes que han justificado la
multiplicación de las funciones del aparato represivo del Estado
venezolano.
Las encuestas de victimización y opinión pública muestran un
incremento de los delitos violentos y de la desconfianza en el sistema
de justicia penal. El marco constitucional y legal que se ha venido
desarrollando desde 1999 enfatiza un concepto muy amplio de
seguridad, que incluye tutela amplia de derechos y satisfacción de
necesidades indefinidas. El plan piloto de seguridad ciudadana
enfatiza la vigilancia ostensiva y la disuasión mediante acciones de
ocupación territorial transitoria. La disminución de ocurrencias
delictivas es dudosa. Se propone un marco de reflexión e
investigación incorporando criterios de transparencia y participación
que contribuyan a generar corresponsabilidad y a reducir la violencia.
Con la Constitución de 1999 (Venezuela, 1999) se introdujo bajo un
nuevo Título, denominado De la Seguridad de la Nación, un concepto
cuyo fundamento radicaría en el desarrollo integral y cuya defensa
sería responsabilidad de las personas naturales y jurídicas
establecidas dentro del espacio geográfico (art. 322). El artículo 326
de la Constitución desarrolla la seguridad como una
corresponsabilidad entre Estado y sociedad civil para cumplir con los
principios de independencia, democracia, igualdad, paz, libertad,
justicia, solidaridad, promoción y conservación ambiental y defensa de
los derechos humanos, así como para lograr la satisfacción progresiva
de las necesidades de la población.
Dentro de estos amplios enunciados se concibe la seguridad en una
doble faz de protección de principios y derechos y de cobertura de
necesidades indefinidas, aunque, cuando se indican las instancias
garantes y los responsables operativos, el concepto se restringe
notablemente. No obstante, la Guardia Nacional que desde 1950
forma parte de la Fuerza Armada Nacional tiene como responsabilidad
básica, según el art. 329, la conducción de operaciones para el
mantenimiento del orden interno del país. El art. 332 indica que los
órganos de seguridad ciudadana una de cuyas funciones es mantener
y restablecer dicho orden interno son de carácter civil, y que dicha
función es competencia concurrente entre el gobierno central y los
gobiernos estadales y municipales. Sin embargo, el énfasis en el
orden público como responsabilidad militar ha creado una tensión de
rango constitucional, que anteriormente no existía, entre cuerpos
militares y civiles y entre cuerpos centralizados y descentralizados de
policía.
TEMA III:
LA SEGURIDAD CIUDADANA EN MARCO DE LA CONSTITUCION
DE 1999.
En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV)
de 1999 se consagra por primera vez a nivel constitucional la
seguridad ciudadana (artículo 55), entendida en sentido amplio como
la protección de los derechos, libertades y garantías constitucionales.
Ello implica al menos conceptualmente la superación del tradicional
modelo de seguridad basado en el orden público acuñado durante
largo tiempo en el país, que garantizaba sobre todo el normal
funcionamiento de las instituciones del Estado y bajo el cual se
protegía (distorsionadamente) el orden económico y político, tanto en
gobiernos dictatoriales como democráticos, incluso por encima de los
derechos y garantías civiles.
A partir de 1999, el constituyente parece redefinir las relaciones entre
el individuo y el Estado en materia de seguridad, en el seno de un
modelo constitucional propio de un Estado democrático y social de
Derecho y de Justicia que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia,
la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y,
en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.
La amplia gama de derechos reconocidos en la Constitución no sólo
tiende a fortalecer la tradicional noción de ciudadanía, sino que
también es una franca invitación a la seguridad, suponiendo que ante
cualquier amenaza o coerción ilegítima contra la libertad y los
derechos, prevalecerá el orden constitucional (Borrego, 2002). La
introducción de este nuevo concepto en materia de seguridad debía
representar un aliciente para la sociedad venezolana y una guía para
las políticas públicas a desarrollar por la nueva República entrado el
nuevo milenio, quebrando la trágica historia de control del Estado,
atacando un fenómeno presente en las sociedades modernas la
inseguridad y asumiendo el reto de garantizar la seguridad de los
derechos de sus ciudadanos, reto para el cual cualquier política de
Estado basada en el modelo del orden público resultaría ineficaz.
Evidentemente, el sentido que asume la seguridad ciudadana en
cuanto a la conservación, fomento y protección de los derechos y
libertades de los ciudadanos, dista mucho del tradicional concepto de
orden público. Entendiéndola como una garantía más del actual
modelo de Estado, a través de la seguridad ciudadana la democracia
venezolana intenta consolidarse en función de la garantía de los
derechos, y asume tácitamente como compromiso el mantenimiento
de la vigencia de los mismos.
Desde este punto de vista, se abren nuevas puertas para el desarrollo
de una democracia de la ciudadanía, entendida como una manera de
organizar la sociedad con el objeto de asegurar y expandir los
derechos de los cuales son portadores los individuos. En un sistema
tal, la violencia y la inseguridad son consideradas como una seria
amenaza para la estabilidad democrática y para la gobernabilidad, no
sólo porque ponen en evidencia las limitaciones del Estado para
erigirse como garante de los derechos reconocidos como
democráticos, sino porque tal situación genera rechazo social hacia el
sistema político y hacia las decisiones de los gobernantes y
representantes políticos. En tal escenario, el efectivo desarrollo de la
noción de ciudadanía basada en el ejercicio de los derechos agoniza,
frente a la falta de protección y garantía de esos mismos derechos.
TEMA IV:
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE
SEGURIDAD CIUDADANA EN VZLA.
El Estado venezolano impulsa políticas públicas para garantizar la
seguridad ciudadana con una nuevo modelo policial con pleno respeto
a los derechos humanos, basado en cuatro ejes: La creación de un
nuevo modelo policial; el control del armas, municiones y desarme; la
lucha contra el tráfico ilícito de drogas y el plan de humanización
penitenciaria.

Durante la presentación del Examen Periódico Universal sobre


Derechos Humanos, en desarrollo en Ginebra, Suiza, el ministro de
Relaciones Interiores y Justicia, Tareck El Aissami indicó que
Venezuela todavía tiene desafíos que afrontar en esa materia y ratificó
el compromiso del Gobierno para afrontarlos “enarbolando las
banderas de la paz, de la democracia protagónica y de la vida”.
El Estado "consideró impostergable asumir el proceso de
reordenamiento del sistema policial, por servir de instrumento de los
anteriores gobiernos para reprimir y controlar a los más excluidos”.

Para ello, se han desplegado acciones como la creación en 2006 de la


Comisión Nacional para la Reforma Policial, de la que se derivó un
conjunto de leyes para regular el funcionamiento del sistema policial,
así como la creación de la Universidad Nacional Experimental de la
Seguridad (UNES) y la conformación de la Policía Nacional
Bolivariana (PNB).

Además, la situación del sistema penitenciario venezolano y


garantizar los derechos humanos de la población penitenciaria
“representa un verdadero desafío” que, es abordado “con seriedad y
contundencia”.

En ese sentido, en 2008 se creo el Consejo Superior Penitenciario, del


que surgió el Código Orgánico Penitenciario, y este año se creó el
Ministerio de Servicio Penitenciario.

Acceso a la educación universitaria El 85% de la población


venezolana tiene acceso a la ecuación superior; ubicando al país en el
segundo lugar en América Latina y el Caribe, señaló la delegación
iraní presente en la realización del Examen.

Por su parte, Japón considera positivo la creación del Ministerio de


Educación Universitaria, pues favorece el ingreso al sistema educativo
y la protección de los estudiantes.

La delegación iraní reconoce la “protección de los derechos humanos,


los esfuerzos para garantizar la ecuación para todos, que aumenta
significativamente la matricula escolar.

Ambos países proponen al Gobierno Bolivariano seguir la lucha por el


acceso igualitario a la ecuación superior y el aumento del presupuesto
para ese sector.

En Venezuela, la inversión en educación pasó del 3% del Producto


Interno Bruto (PIB) en 1999 a 6,1% en 2011, y la inclusión de
personas con discapacidad y la creación de infraestructura ha
permitido romper el círculo de la inequidad social.

Para el año escolar 2009-2010 un total de 7,7 millones de jóvenes y


niños formaban parte del sistema educativo, lo que representa un
incremento de 24% de la matrícula escolar entre 1998 Y 2010.

En cuanto al acceso a la educación universitaria, el Estado ha


aplicado la municipalización para permitir el derecho al estudio a las
personas con discapacidad, a los adultos mayores y con menores
recursos.

El acercamiento de las universidades a las comunidades, más las 172


instituciones de educación superior que hay en el país con una
matrícula de 2.293.914 inscritos, ha convertido a Venezuela en el
quinto país del mundo con mayor tasa bruta de matriculación en esta
área
la amplia gama de derechos reconocidos en la constitución no solo
tiende a fortalecer la tradicional noción del ciudadanía, sino que
también es una franca invitación a la seguridad, suponiendo que, ante
cualquier amenaza o coercion ilegitima contra la libertad y los
derechos, prevalecerá el orden constitucional. La introducción de este
nuevo concepto en materia de seguridad debía representar un
aliciente para la sociedad venezolana y unas guía para las políticas
publicas a desarrollar por la nueva república.
Evidentemente, el sentido que asume la seguridad ciudadana en
cuanto a la conservación y protección de los derechos y libertades de
los ciudadanos, dista mucho del tradicional concepto de orden publico.
Los cambios del estado venezolano a partir de 1999 luego de la
promulgación de la constitución propone re dimensionar la tradicional
idea de ciudadanía,que mas aya del reconocimiento expreso de unos
derechos, se consolidan con su ejercicio.
LA SEGURIDAD CIUDADANA Y LAS POLÍTICAS PUBLICAS .
Si bien la seguridad ciudadana es una responsabilidad de los distintos
ámbitos políticos territoriales del poder publico y así lo prevé la la
CRBV la política nacional de seguridad ciudadana representa un buen
revelador de las prioridades y valores del estado en el tratamiento
especifico de la materia y en general, de los objetivos del sistema
político como parte del sistema social global .
Cierta mente cuando se habla de seguridad ciudadana, se ven
involucrados distintos actores: distintas instancia publicas y privadas y
sobre todo la sociedad civil como parte importante para la solución de
los asuntos públicos, sin embargo y muy especial mente son las
actividades desarrolladas por y desde el astado.
A los fines de hacer una aproximación al tema de estudio, se entiende
que una política nacional de seguridad ciudadana comprende en
sentido restringidos todos aquellos programa, proyectos y actividades
destinadas a disminuir los indice de criminalidad, llevados a cabo por
el gobierno nacional, a través de cualquiera de las ramas del poder
publico .

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999, luego de la


promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, proponen redimensionar la tradicional idea de ciudadanía,
que más allá del reconocimiento expreso de unos derechos, se
consolida con su ejercicio.

La perspectiva teórica en políticas de seguridad ciudadana se estima


de gran valor, en tanto que la evaluación de los contenidos y
resultados de los mecanismos de intervención del Estado a través del
Derecho penal para garantizar la protección de la seguridad
ciudadana, genera valiosa información sobre la organización y
funcionamiento de las instancias del sistema de justicia penal, y
resulta fundamental para desarrollar herramientas que permitan la
ejecución de prácticas, orientadas al logro de los objetivos de una
política de seguridad ciudadana en el marco del Estado social y
democrático de Derecho, evitando el grave riesgo de acudir a políticas
que signifiquen retomar la herencia de una larga tradición política
arraigada en el orden público, o ser presa de nuevas políticas que
emergen de tendencias punitivas globalizadas, que suponen la
homogeneización de las políticas públicas de seguridad, pudiendo
desembocar en modelos y prácticas no solamente ajenos a la realidad
social venezolana, sino contrarios a los imperativos éticos
configurados en la Constitución.
Ambas perspectivas apuntan a la severidad de la política penal en su
conjunto y se encuentran vinculadas al uso ineficaz del poder, y ante
la creciente necesidad de relegitimación del Estado a través de la
política pública de seguridad.La historia de Venezuela ha estado
marcada por acontecimientos políticos decisivos, los cuales han
influido en los demás aspectos de la sociedad. Muestra de ello lo
constituyen los diversos gobiernos que desde 1948 hasta 1957
condujeron el país y dieron paso a la instauración de un régimen
democrático, diferenciado de otros episodios históricos similares por
su carácter de jornada colectiva tanto en lo militar como en lo civil.
En 1958 se implanta un régimen democrático con el apoyo de los
sectores que en el momento conformaban la escena política y
económica del país. Sin embargo, lo que permitió el consenso para la
implantación de este nuevo régimen no fue solamente el modelo que
se asumiría para la participación política de los ciudadanos, sino
también el modelo de desarrollo económico y social de país que se
planteaba.
La democracia se vislumbró como el modelo de gobierno donde el
Estado debía intervenir para impulsar el crecimiento económico y el
bienestar social de la población; fundamentado en las premisas de
igualdad y participación política. En otras palabras, el modelo de
Estado implantado pretendía transformar la estructura de la sociedad
venezolana.
En lo económico, se propuso el proceso de sustitución de
importaciones, como la política económica que generaría cambios en
el sistema productivo. En tal sentido, importantes recursos fueron
transferidos al sector privado en forma de créditos o incentivos para la
inversión. En lo social, se implementó un modelo de gestión conocido
como Populista, en virtud de los beneficios derivados de la renta
petrolera. La existencia de recursos económicos para costear las
acciones que se derivaban de la política social, agregó un elemento
diferenciador al proceso venezolano: eliminó los conflictos distributivos
que se presentaban en otros países, donde había que determinar
quien debía aportar los recursos a distribuir.
Ciertamente, cuando se habla de seguridad ciudadana, se ven
involucrados distintos actores: distintas instancias públicas y privadas,
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y sobre todo
la sociedad civil como parte importante para la solución de los asuntos
públicos; sin embargo -y muy especialmente- son las actividades
desarrolladas por (y desde) el Estado las que ponen a prueba la
coherencia política e institucional de todo el sistema, por cuanto el
desarrollo de la política de seguridad requiere de la intervención de
una multiplicidad de organismos, y en su debida articulación, el
Estado tiene una gran responsabilidad. Específicamente a los
organismos del Poder Público Nacional
(Asamblea Nacional, Ministerio del Interior y Justicia, Ministerio
Público y Tribunales de la República entre otros) les corresponde
desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de la política
nacional de seguridad.

A los fines de hacer una aproximación al tema de estudio, se entiende


que una política nacional de seguridad ciudadana comprende -en
sentido restringido- todos aquellos programas, proyectos y actividades
destinadas a disminuir los índices de criminalidad, llevados a cabo por
el gobierno nacional, a través de cualquiera de las ramas del Poder
Público.

Tanto en su planteamiento como en sus resultados, la política nacional


de seguridad debe ser valorada en cuanto a su eficiencia en la
prevención de la criminalidad y la violencia, en la legitimidad de los
medios empleados y, sobre todo, por el respeto de los derechos
humanos. Deben ser criterios a considerar, de forma transversal, para
la evaluación de la política venezolana en la materia.

Muchos han sido los planes de seguridad desde la entrada en


vigencia de la Constitución del 99, sin embargo los planes no
garantizan el cumplimiento de la política pública, pues formular una
política es una cosa y poder asegurar la intervención que ella requiere
es otra (Lahera 2002), y es importante tener en cuenta que, en este
proceso, intervienen variables políticas, sociales, económicas y
culturales que determinan el desarrollo de esa política.
La historia de Venezuela ha estado marcada por acontecimientos
políticos decisivos, los cuales han influido en los demás aspectos de
la sociedad. Muestra de ello lo constituyen los diversos gobiernos que
desde 1948 hasta 1957 condujeron el país y dieron paso a la
instauración de un régimen democrático, diferenciado de otros
episodios históricos similares por su carácter de jornada colectiva
tanto en lo militar como en lo civil.
En 1958 se implanta un régimen democrático con el apoyo de los
sectores que en el momento conformaban la escena política y
económica del país. Sin embargo, lo que permitió el consenso para la
implantación de este nuevo régimen no fue solamente el modelo que
se asumiría para la participación política de los ciudadanos, sino
también el modelo de desarrollo económico y social de país que se
planteaba.

La democracia se vislumbró como el modelo de gobierno donde el


Estado debía intervenir para impulsar el crecimiento económico y el
bienestar social de la población; fundamentado en las premisas de
igualdad y participación política. En otras palabras, el modelo de
Estado implantado pretendía transformar la estructura de la sociedad
venezolana.
En lo económico, se propuso el proceso de sustitución de
importaciones, como la política económica que generaría cambios en
el sistema productivo. En tal sentido, importantes recursos fueron
transferidos al sector privado en forma de créditos o incentivos para la
inversión. En lo social, se implementó un modelo de gestión conocido
como Populista, en virtud de los beneficios derivados de la renta
petrolera. La existencia de recursos económicos para costear las
acciones que se derivaban de la política social, agregó un elemento
diferenciador al proceso venezolano: eliminó los conflictos distributivos
que se presentaban en otros países, donde había que determinar
quien debía aportar los recursos a distribuir.
LA SEGURIDAD EN VENEZUELA HASTA EL AÑO 1.999

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999, luego de la


promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, proponen redimensionar la tradicional idea de ciudadanía,
que más allá del reconocimiento expreso de unos derechos, se
consolida con su ejercicio.
Para resumir esta perspectiva sobre el desarrollo institucional de la
policía venezolana en los últimos setenta años (Gabaldón, 1999),
podríamos decir que se ha caracterizado por la centralización, la
rígida jerarquización y los estilos militarizados de gestión, que
incluyeron, a partir de 1969, la designación de oficiales de la Guardia
Nacional como directores de las policías en los estados. Entre 1989 y
1999, surgieron policías municipales de perfil descentralizado y con
autonomía local en los municipios con mayores recursos, al amparo
del art. 30 de la Constitución de 1961

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