La radiación por su naturaleza misma es nociva para la vida. A bajas dosis ella puede dar comienzo a una cadena de eventos parcialmente conocidos que llevan a un cáncer o daño genético. A altas dosis, ella puede matar las células, dañar los órganos, y causar muerte rápida. El daño causado por dosis altas, generalmente se hace evidente en unas horas o días. Los cánceres, sin embargo, toman muchos años – usualmente décadas – para aparecer. Y, por definición las malformaciones hereditarias y los daños causados por daño genético toman generaciones para manifestarse; serán los hijos, los nietos o los descendientes más remotos de las personas originalmente irradiada quienes serán afectados. Mientras que usualmente es muy fácil identificar los primeros (efectos agudos de las dosis altas), es casi siempre extremadamente difícil neutralizar los efectos “tardíos” debidos a dosis bajas, lo cual se debe en parte a que ellos se manifiestan mucho tiempo después de la exposición e inclusive entonces es muy difícil asociarlos con certeza a la radiación puesto que tanto el cáncer como el daño genético pueden tener otras causas. Las dosis de radiación deben alcanzar un cierto nivel para producir daño agudo, pero no para causar cáncer o daño genético. Por tanto ningún nivel de exposición a la radiación puede considerarse seguro. Al mismo tiempo, ningún nivel de dosis es “uniformemente” peligroso: inclusive a dosis relativamente altas, podría suceder que nadie se vea afectado porque los mecanismos de reparación del cuerpo usualmente contrarrestan el daño sufrido. Similarmente, alguien expuesto a una dosis de radiación no está en modo alguno 40 predestinado a desarrollar cáncer o sufrir daño genético, pero se encuentra en mucho mayor riesgo que si el no hubiera sido irradiado. Y el tamaño del riesgo se incrementara con la dosis. 5.3.1 Clasificación global de los efectos de la radiación sobre el ser humano Los efectos de la radiación sobre el ser humano se clasifican en: Somáticos: pueden aparecer en la misma persona irradiada. Dependen de: el tiempo de aparición de aparición de los síntomas después de la exposición (tempranos si los síntomas aparen una horas o unos días después y tardíos si ello ocurre meses o años después) y de la distribución de la dosis en el órgano comprometido. Genéticos: se manifiestan solamente en la progenie del individuo irradiado, por compromiso de las células germinales. Se estima que del 1 al 6% de todas las alteraciones genéticas pueden deberse a la radiación. Los efectos somáticos se pueden clasificar en: Determinísticos Pérdida de la función de un órgano o tejido debida a que un número suficiente de células son eliminadas o resultan incapaces de reproducirse Se manifiestan cuando las dosis recibidas sobrepasan un cierto umbral y es improbable que aparezcan por debajo de esos valores Para dosis superiores al umbral, la gravedad del daño guarda relación con la dosis Estocásticos Efectos que se producen cuando a pesar de la lesión debida a la radiación, la célula puede conservar su capacidad reproductiva y genera un clon de células modificadas que pueden conducir a un cáncer, o ser transmitidas genéticamente (en el caso de las células germinales de las gónadas) a los descendientes No tienen umbral El riesgo de su producción se incrementa con la dosis La severidad del daño es independiente de la dosis 5.3.2 Efectos agudos Se producen solamente después de una dosis mínima o umbral. Diferentes partes del cuerpo presentan reacciones muy diferentes y la dosis necesaria para causar daño depende de si ella es suministrada en un sólo momento o de manera fraccionada. Muchos órganos pueden reparar de alguna manera el daño producido por la radiación y entonces pueden tolerar una serie de pequeñas dosis mejor que la misma dosis total dada en una exposición única. Por supuesto, si la dosis es alcanza cierto valor, la persona irradiada puede morir. Dosis muy altas, del orden de 100 Gy, dañan el sistema nervioso central de tal manera que la muerte puede ocurrir en algunas horas o días. A dosis de 10 a 50 Gy en el cuerpo 41 entero, la victima puede morir de daño gastrointestinal entre una y dos semanas más tarde. Dosis más bajas todavía pueden evitar el daño gastrointestinal –o permitir recuperarse de él- pero puede causar la muerte después de uno o seis meses, principalmente por daño en la medula roja en los huesos –el tejido en la cual se forma la sangre; una dosis de cuerpo entero de cerca de 3 a 5 Gy puede matar a la mitad de las personas que la reciben. Por supuesto, es generalmente la combinación de esos tres síndromes lo que es fatal. La médula roja de los huesos y el resto del sistema sanguíneo son las partes más sensibles del cuerpo a la radiación, y son afectadas por dosis pequeñas de 0.5 a 1 Gy. Afortunadamente ellos tienen una gran capacidad de regeneración y, si la dosis no es tan grande como para doblegarlas, se pueden recuperar completamente. Si solamente se irradia una parte del cuerpo, puede ocurrir que suficiente medula ósea sobreviva para remplazar la que se ha dañado. Los órganos reproductores y los ojos son particularmente sensibles. Dosis únicas de sólo 0.1 Gy en los testículos puede producir la esterilidad temporal del hombre, y dosis de cerca de 2 Gy pueden causar la esterilidad permanente. El ovario es menos sensible, pero dosis únicas por encima de 3 Gy pueden causar esterilidad, mientras que dosis más altas pueden ser administradas de forma fraccionada sin afectar la fertilidad. El cristalino es la parte del ojo más vulnerable a la radiación: debido a la muerte de sus células él se vuelve opaco, lo cual puede originar cataratas o ceguera total. Entre más alta sea la dosis más alta será la pérdida de la visión. Dosis únicas de 2 Gy o menos pueden crear opacidades y cataratas de progresión más seria ocurren con dosis de 5 Gy. Inclusive la exposición ocupacional ha mostrado afectar el ojo: dosis de 0,5 a 2 Gy durante diez a veinte años incrementan la densidad y opacidad del cristalino. 5.3.3 Aceptabilidad de los riesgos En el caso de las actividades laborales con radiación ionizante, los individuos trabajan siguiendo principios de protección radiológica, los cuales garantizan que las dosis recibidas no sobrepasen ciertos límites de dosis, establecidos para evitar la ocurrencia de efectos estocásticos y disminuir la probabilidad de efectos determinísticos. Por tanto, es claro que en condiciones normales de trabajo no se presentan efectos agudos y que ellos solamente podrían ocurrir en situaciones de accidentes graves. Por tanto, en el caso de la actividad normal, solamente hay riesgo de efectos determinísticos, los cuales se pueden presentar también en personas ajenas, laboralmente hablando, a la radiación ionizante. En efecto, todo ser humano está expuesto a la radiación natural. En consecuencia, el riesgo asociado a la actividad laboral con radiación ionizante debe valorarse en comparación con otros muchos riesgos a los cuales el ser humano en su vida diaria está sometido.