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polémico libro, Lee Edelman propone una nueva ética radical e in- ante desde fa teoria queer. Su objetivo principal es analizar la figura :sonte del Nifio, que es el eje de las politicas universales del «futuris- “iductivoy. Para Edelman las personas queer, con sexualidades raras “arias, podrlan enfrentarse a esta idea y ser la encamacion de una antisocial y narcisista que nioga ol futuro. *Y futuro, Edelman insta a las personas queer a abandonar las posi- -4modas o integradas, y a asumir la fuerza de una negatividad que él on la ironia, el goce y, en diltima instancia, con la pulsién de muerte. Para ilustrar su tesis, Edelman analiza algunos textos clésicos de la literatura, y especialmente dos famosas pelicu- as de Alfred Hitchcock: Con Ja muerte enios talones, donde el sadico Leonard pisa la mano que sostiene a la pareja (hetero) que esté colgando al borde del abismo, y Los péjaros, con su terror desconcertante y su predileccién por los nifios. ©) amplia el alcance de la teoria psicoanalitica contemporanea no solo “de la literatura y el cine, sino también a debates politicos actuales, -\matrimonio igualitario, la paternidad/materidad de las personas LGBT mofobia de los grupos religiosos integristas. :- ha abierto un interesante debate en el activismo queer sobre la posi- '#e una politica negativa y las paradojas de una teorfa queer antisocial. traordinario texto de Edelman muestra que la dignidad paraddjica de la vad seria su negativa a creer en un futuro redentor, su apuesta por lo. ‘ole, y por la crueldad inherente a la sexualidad.» Leo Bersani IBIC/ JFSK J crion de Javier Séez y Adriana Baschuk Ltée Edetman AL FUTURO LA TEORIA QUEER Y LA PULSION DE MUERTE Lee Edelman err No al futuro La teoria queer y la pulsién de muerte Lee Edelman C ad BARCELONA - MADRID © Lee Edelman, 2004 © Editorial EGALES, SL. 2014 Cervantes, 2. 08002 Barcelona. Tel: 93 412 52 61 Hortaleza, 62, 28004 Madrid, Tel: 91 522 55 99 wwweditorialegales.com ISBN: 978-84-15899-51-8 Depésito legal: M-7054-2014 © Traducido por: Javier Sez y Adriana Baschuk Maquetacién: Cristhan Gonzilez Disefio de cubierta: fieves Guerra Imprime: Safekat. Laguna del Masquesado, 32 - Naves K y L. ‘Complejo Neusal. 28021 - Madsid ‘Cuslquier forma de reproduccién, dstibucién, comanicaci6n piblica transfoemacica de cent obra s6lo puede see realizada con la autorizacién de sus titlares, salvo excepcién prcvista por ls ley Disjage a CEDRO (Centeo espaol de decechos reprogrificos, ‘racedro.org) si necesita Fotocopiae 9 escanenr alga fragmento de est obra. A Dawid Miller, cya amistad, como su talento por lo novelesco, porta al mundo, Ja aquellos con quienes fb comparte un estilo que es sélo suyo. INDICE Agradeciemientos... 1, El futuro es cosa de nifios 2. Sinthomosexualidad. 3, La compulsién de la compasia. 4, No al fatuto.....-.. 181 NOTA DE L@S TRADUCTOR@S: El/la lector/a encontrar en el texto algunos neologismos inventados por el autor de este libro, como socialidad, figural, familial, familiatismo, sinchomosexval, quveridad, desrealizaci6n, literalizaciGn, etc. En atas de la fidelidad a la traduccidn, los hemos traducido como tales, como neologismos, en castellano. Otros conceptos como fantasmiitico, lo Real, lo Tmaginario, lo Simbélico, jauissance, sinbome, etc. pertenccen a la terminologia psicoanalitica lacaniana, También hay en el texto numetosos juegos de palabras, muchos con connotaciones sexuales. Hemos ttaducido los que tienen equivalente en castellano, y los que son intraduci- bles los hemos sefialado en notas a pie de pagina Asimismo encontraré a menudo una sintaxis compleja y extrema que forma parte del estilo de escritura del autor en cl original inglés, que imita en cierto modo el estilo batroco y complejo de Jacques Lacan. Javien Siz v Apniana BascHux (11) AGRADECIMIENTOS Las siguientes personas han tenido un papel importante en la elaboracién de este libro. Algunas de ellas me invitaton a dar conferencias que mis tarde se convirtieron en capitulos; otras me plantearon preguntas que afinaron o ayudaton a clatificar sus contenidos. Algunas de estas personas me ayudaron a pre- pirat el texto y las imagenes utilizadas para ilustratlo, y otras fueron de gran utilidad en la edici6n y el disedio de este libro que ahora se publica. Y otras, lo sepan 0 no, me dieron el valor de llevar estas ideas tan lejos como fuera necesatio. Todas ellas, cada una a su manera, me dieron esa compafifa intelectual sin Ia cual un proyecto como este no se habria mantenido, Es un placer citar aqui sus nombses y reconocer su impostancia en esta obra: Richard Allen, Nancy Armstrong, Matthew Bell, Courtney Berger, Lauren Berlant, Leo Bersani, John Brenk- man, Judith Brown, Amy Ruth Buchanan, Oliver Buckton, Bonnie Burns, William Cain, Robert Caserio, Jane Chance, Rey Chow, Douglas Crimp, Andrew Cunningham, Sheila Emerson, Diana Fuss, Jane Gallop, Marjorie Garber, Jonathan Goldberg, Sam Ishii Gonzales, Ellis Hanson, Jonathan Gil Harris, Sonia Hofkosh, Judith Hoover, Barbara Johnson, Elizabeth Langland, Kate Lothman, Robert K. Martin, Pamela Matthews, Madhavi ‘Menon, David McWhirter, Helena Michie, D. A. Miller, Leland (13) Monk, Michael Moon, Paul Morrison, Mary Ann O’Farrell, Joe Parenteau, Donald Pease, Feances Restuccia, Valerie Roby, Eive Kosofsky Sedgwick, Ashley Shelden, Catharine Spencer, Henry ‘Turner, Rebeca Walkowitz y Ken Wissoker. Una mencién especial de agradecimiento para Alan, Erica, Larzy, Joni, Leah, Avi, Sam, Greg, Doug, Brian y Ben. Lo quic- ran 0 no, también son parte de este libro. ‘Mi deuda con Joseph Litvak entra en una categoria especial, y sigue aumentando més alli de mi capacidad para pagarla. Su generosidad, tanto emocional como intelectual, mejora cada cosa que toca, y me consideto especialmente afortunado de poder disfrutarla tanto. ‘También me gustatia agradecer al consejo de administracién del Tufis College por patrocinar el afio sabitico durante el cual me dediqué a terminar este libro. También quiero agradecer a Susan Exnst, Ia decana de Arte y Ciencias, por aportar los fon- dos necesarios para pagar las imagenes que aparecen en el texto. Los capitulos siguientes, en diferentes formatos, y en todos los casos mas breves, han sido ya publicados. Agradezco a los editores el darme su permiso para incluirlos aqui. El capitulo 1 fue publicado, en una versién anterior, como «The Future is Kid Stuff: Queer Theory, Disidentification, and the Death Driven, en Narrative (enero 1998). Una gran parte de lo que aparece ahora como capitulo 2 fae publicado originalmente como «Sinthom-osexuality» en Austhoties Subjeds, editado por Pamela R. Matthews y David ‘McWhirter; derechos de autor de 2003 son de Regents of the University of Minnesota, Reeditado con el petmiso de Uni- versity of Minnesota Press. La mayot parte del capitulo 4 fue publicada originalmente en Afred Hitchcock: Centenary Essays, editado pot Richard Allen y§. Ishii Gonzales (FI, 1999). {14} zAcaso no hay algo en el discurso del psicoandlisis que nos sugiere que toda substancia, toda persistencia del mundo como tal debe set abandonada? Jacques Lacan Seminario 20. Ain Si, yo estaba pensando: vivimos sia un futuro, Esto si que es zaro [queer]. Viren WooLr Diario de sna escritora [15] 1. EL FUTURO ES COSA DE NINOS Durante la primavera de 1997, antes de que el ataque de la detecha a su presidencia logsara por fin desangrazla, Bill Clin- ton fue el protagonista de una polémica menor que, sin embargo, fue bastante significativa. Su aparicién junto 2 su mujer y su hija en una serie de anuncios pablicos patrocinados por el Consejo de la Publicidad, una asociacién sin dnimo de lucto, agenets preguntas» segin The New York Times «sobre dénde termina la politica y dénde empieza el servicio piiblicon. Estas preguntas, al menos para quienes las planteaton, refiejaban una preocupacién sobre si el hecho de presentarse péblica- mente en una serie de anuncios impresos y de video en apoyo de un grupo que se identificaba a si mismo como la Coalicién para los Nifios de América (Coalition for American’s Chil- dren) podtia alimentar la popularidad del Presidente con los votantes al mostrar su compromiso con una serie de valores generalmente entendidos como externos a la politica: valores que tratan sobre la familia, por supuesto, pero que se centran en Ja proteccidn de los nifios. Al mostrar al Presidente, en pala- bras de The New York Times, como «un padre preocupado, y gran trabajadom, como alguien comprometido con el bienes- tar de aquellos que no se pueden valet por si mismos, y espe- cificamente como «el defensor de los nifios, en temas como [17] No al futuro, la educacién y las drogas», estos anuncios piblicos parectan aumentar su estatura moral y, con ello, su proximidad con el electorado americano, o al menos eso temia Alex Castellanos, un republicano expetto en medios de comunicacidn. «Esta cs la imagen del padren, se quejaba en las paginas del Times, «este es el papa oso, este es el jefe de! hogar politico, Esto le ayuda enormemente»." Peto lo que més le ayudaba en esa llamada piblica en nom- bre de los nifios de América era un consenso social, el hecho de que nadie puede negarse a tal llamado. De hecho, aunque estos anuncios pablicos terminaban con el tipo de retérica flotida asociada con las refiidas campafias politicas (Estamos luchando pot los nifios. Tid de qué lado estis?»), esa retdtica estaba reconociendo que en este tema, como en una banda de ‘Moebius ideolégica, solo estaba permitido un lado. Este «auto- evidente» unilateralismo —Ia afirmacién de un valor no cues- tionado porque es obviamente incuestionable, como el de la inocencia de El Nifio, que necesita de nuestra defensa— es precisamente lo que distingue los anuncios de servicio publico del discutso pattidista de la argumentacién politica. Peto yo sugiero, ademas, que es eso lo que hace que este anuncio sea tan opresivamente politico. Politico no en los términos patti- distas del experto en medios de comunicacién, sino politico en un sentido mucho més retorcido: politico en la medida en que la fantasia subyacente a la imagen del Nifio moldea inva- siablemente la légica con la que lo politico mismo debe set pensado. Esta légica nos empuja, en Ia medida en que nos consideramos politicamente responsables, a someternos a un marco de debate politico —y, en realidad, de terreno poli- tico— definido en los términos de lo que este libro denomina futurismo reproductive. términos que imponen un limite ideold- ‘ico al discurso politico como tal, preservando en este pro- \ | [18] El futuro es cosa de nifios ceso el privilegio absoluto de la heteronormatividad al hacer impensable la posibilidad de una resistencia queer ante este principio organizador de las relaciones colectivas, dado que la _ deja fuera del terzeno politico. De este modo, la politica, por muy radicales que sean los medios con que determinados electores intenten producir ‘un orden social mas deseable, permanece consetvadora en el centro porque esti operando pata afrmar una estructura, para autenticar on. orden social que intenta después transmitir al faturo en la forma de su Nifio interior, Ese Nifio se mantiene como un horizonte perpetuo de cada politica reconocible, como el beneficiario fantasmético de cada intervencién pol tica. Incluso quienes defienden el derecho al aborto, cuando promueven la libertad de las mujeres a controlar sus propios cuerpos por medio de la eleccién reproductiva, a menudo enmarcan su lucha politica en una copia de Ia de sus enemigos antiabottistas como una «lucha por nuestros nifios, por nues- tas hijas y nuestros hijos» y, por tanto, como una lucha por el furaro? En este caso, ¢qué significaria no estar duchando por los nifiow? ¢Cémo podria uno tomar partido por el aire dado» cuando elegir cuslquier lado necesatiamente nos condiciona a ponernos del lado de porque estamos siempre eligiendo un lado interno, wn orden politico que remite siempre al Niiio como la i. Quer en inglés es un insulto homéfebo, equivalente a insultos como marin, bollets, 0 rarito. Desde hace unas décadas ha sido seapropiado por ciertos grupos activstas para designar una posicién militant, radical y'desafamte al orden heterocenirado, a ls identidades esencialistas y a los éispositivos de ‘ormalizacién sexual, Dado que no hay una palabra univoca paca tucic ger a castellano y que se utiliza 1 menudo en paises de habla hispana, hemos prefers dejar la patra como tal en el texto. (Todas ls notas con aumeraeion somann, pie de pigina, son notas de I@s tradhictor@s. Las notas del autor van al fal de cada capitulo) [19] \ No al futuro ep imagen del faruro que se persigue? Aunque es increible y con- tra todo xezonamiento, mi proyecto reivindica precisamente ese espacio que «la politicay hace impensable: un espacio exte- ior al marco en el que se concibe la politica tal y como la conocemos ¥, por ende, exterior también a ese conflicto de perspectivas que comparten como presupuesto que el cuerpo politico debe sobrevivir. En efecto, en el coraz6n de mi polé- mico abordaje, tanto con el texto cultutal de la politica y con la politica de los textos culturales, subyace una provocacién ‘muy sencilla: que la posicién privativa de la queeridad nombra el Jado de aquellos que 0 duchan por los nifios», el lado exterior a ese consenso segiin el cual toda politica confirma el valor absoluto del futurismo teptoductivo. Los altibajos del azar politico pueden medir el pulso del orden social, pero In quee- ridad, on cambio, figura, por fuera y més allé de sus sintomas politicos, el lugar de la pulsién de mueste del orden social: un lugar, cicrtamente, de abyeceién expresada en el estigma, a veces fatal, que se deriva de entender esta figura literalmente, y por lo tanto un lugar que Ia politica liberal aspita —y aspira ello de forma razonable, dada su fe ilimitada en la raz6n— a disociar de lo queet. Como planteo aqui, la queeridad alcanza su valot ético mis radical precisamente en la medida en que accede a ese lugar, aceptando su estatuto figural! como una tesistencia a la viabilidad de lo social, a la vez que insiste en lo inextricable de esta resistencia en toda estructura social. ‘Para fundamentar esta afirmacién analizo en este libro la omnipresente invocacién del Nifio como emblema del valor incuestionable de Ia futuridad, y contra esta idea propongo a. E. Fipalen el ocginal en inglés. Figaa/remitealo que es susceptible de figuensse fo esti en posibildad de figurarse, y no a lo que ya es 0 esti figurado, que seria Yo Figuratv. {20} El futuro es cosa de nifios el proyecto imposible de una oposicionalidad queer que se opondria a los determinantes estructurales de la politica como tal, en’ ottas palabras, que se opondria a la légica de la oposi- cién. Esta formulacién paraddjica propone un rechazo —ese techazo perverso tan apropiado que caracteriza a la teoria queet— de toda substanciacién de la identidad, que siempre es definida oposicionalmente? y, por extensidn, un sechazo de la historia como natrativa lineal (la teleologia de los pobtes) donde el significado consigue revelarse él mismo —como sf mismo— a través del tiempo. En vez de patticipar en este movimiento narrativo hacia un futuro politico viable, en vez de perpetuat Ia fantasia de una sealizacién eventual del significado,|lo queer viene a figutar la batra sobre cualquier realizacién de la fatutidad; la resistencia, interna a lo social, a toda estructura 0 forma social En lugar de rechazat, con un discurso liberal, esta ads- ctipciéa de la negatividad con Io queer, mi propuesta es que podsiamos considerar aceptatla, ¢ incluso adoptarla. No con hn esperanza de forjar asi un orden social mas perfecto (tal esperanza, después de todo, solo reproducitia ese mandato impetativo del faturismo y, como todo orden, asimismo oca- sionatia la negatividad de lo que!) sino mas bien para recha- zar la insistencia de la esperanza misma como afitmaciéa, que es siempte afirmaciéa de un orden cuyo rechazo se registrar como impensable, itresponsable, inhumano. ¢Y la baza de lh afirmacién? Siempre la misma pregunta: gy si no es esto, entonces qué? Siempte Ja demanda de traducit la insistencia, | fiurga pulsional, de la negatividad en alguna postura detes- minada 0 «posicidm cuya determinacién entonces la negari siempre el imperativo de encerrarla en alguna forma estable y positiva. Cuando propongo que podriamos intentar algo que seguramente cs imposible —setisar nuestra lealtad, por muy [21] No al futuro obligatoria que sea, a una sealidad basada en el esquema pita- midal Ponzi del futuro reproductivo—, no pretendo proponer un cbien» que quedara asf asegurado. Al contratio, quiero insis- tir en que nada, y mucho menos eso que llamamos el cbien», puede nunca suponer una garantia en el orden de lo Simbélico. ‘Al abjurar de la fidelidad a un fututismo que siempre pagamos a nuesttas expensas (aunque como sujetos simbélicos desti- nados a figurar la ruina de lo Simbélico estemos sujetos a la necesaria contradiccién de intentar volvet su inteligibilidad contta él mismo), podsiamos de forma figurada dar nuestto voto a «ninguno de los anteriores», dando la primacia a un 0 constante en sespuesta a la ley de lo Simbélico, Io que evocatia el acto fundacional de esa ley, su negacién auto-constituyente. El optimismo estructurante de la politica al que nos vincula el orden del significado, estableciendo una esperanza perpe- tua de alcanzar el significado por medio de la significacién, es siempte, dirfa yo, una negacién de este acto primario, constitu- tivo y negativo. Las diversas positividades generadas a su paso por la l6gica de la esperanza politica dependen de la ilusién matemitica de que las negaciones negadas podrian de algin modo escapar a tal negatividad, en vez de redoblatla. Por tanto, mi polémica se la juega en una apuesta sin esperanza: que tomar la negatividad de lo Simbdlico al pie de In letra de Ia ley, que escuchar Ja persistencia de algo interno a la razon que la razén rechaza, que volverla fuerza de la queeridad contra todos los sujetos, pot muy queets que sean, puede permitirnos tun acceso a la josissancé® que nos define y nos niega al mismo tiempo. Mejor ain: puede exponer la constancia, lo inevita- fii, Bn iancés en el original. Bs un término de Lacan que se traduce en castellano ‘como gor [22] E] futuro es cosa de nifios ble de tal acceso al goce en el orden social mismo, aunque ese orden solo pueda acceder a su constante acceso al gace mediafte el proceso de abyectar sobre lo queer esa constancia del acceso. A diferencia de lo que Theodor Adorno describe como esa «determinacién con la que un hombre se aferra a si mismo, como a algo totalmente seguro y substanciab», la queeridad de la que yo hablo nos separatia deliberadamente de nosotros mismos, de la seguridad de conocernos a nosotros mismos y por tanto de conocer nuestro «bien».' Esta queeridad propone, en lugar del bien, algo que preficro llamar «mejor, aunque 10 promete, en mas de un sentido, absolutamente nada. Quiero relacionar este algo mejor con la descripcién que hace Lacan de lo que él Ilama la «verdad», donde la verdad no asegura Ja felicidad, ni siquiete, como Lacan sefiala claramente, el bien? En su lugar, solo nombra esa insistente particularidad del sujeto, que es imposible articular totalmente y «aspira a lo reals. Asi, Lacan esctibe sobre esta verdad lo siguiente: ‘Lo mejor que pocemos encontrarle como cuslidad es la de ser el verdadero Wisc" que estaba ea el principio de un comportamiento extraviado o atipico. Este Winsch Jo encontramos en su caricter particular ireeduetible, como una modificaciéa que supone como nica normativizacién la de una experiencia de placer o de pena, experiencia tlkima de la que brota y a partir de la cual se conserva en la profundidad det sujeto bajo una forma ireeduetible, El Winsch no tiene el caricter de una ley univer- iz ‘Término alemén que utiliza Freud para referise al deseo en el sentido psicoanalitico, [23] No al futuro sal, sino por el contzasio el de la ley més particular —incluso sies universal el que esta particularidad se encuentre en cada tuno de los seres humanos—7 ‘Al igual que la gueeridad, vinculada de forma irseductible a | lo «aberrante y atipico», a aquello que escuece la «nozmaliza- cién», la verdad encuentra su valor no en un bien susceptible de ser genetalizable, sino en esa pettinaz particularidad que | vacia toda nocidn de un bien general. De este modo, adoptar | Ia negatividad queer puede no tener ninguna justificacién, si la justificacién exige de ella que se refuerce algin valor social positivo; mas bien, su valor reside en el desafio al valor tal y como es definido por lo social, y por tanto en su radical desa- fio al valor mismo de lo social como tal." ‘Al figurat un sechazo 2 In creencia obligatozia en el valor supremo de la futuridad, y al rechazar también cualquier espe- ianza sccundaria en un acceso dialéctico al significado, lo queer arrebata al orden social el fundamento en el que se sustenta: la fe en Ia zealidad consistente de lo social y, por extensi6n, del | sujeto social; una fe que la politica, ya sea de izquierdas 0 de | detechas, afirma implicitamente. Ai desinvestir a In politica de sus adornos temiticos, y al acotar la singularidad de sus diversas propuestas para la organizacién social, lo queer insiste en que la politica es siempre una politica del significante, o incluso de lo que Lacan denomina 2 menudo como a letra». Esta politica sirve para apuntalar una realidad siempre desa- marrada de la significacion y sin gatantias, Por supuesto, afit- ‘mat esto no supone negat los casos de violencia que a menudo perturban la realidad social o Ia apatente consistencia con Ia gue nos soporta j, por lo tanto, con la que aos catga. Se tata més bien de sugerit que la queeridad muestsa el carécter oblicuo de muestra relacién con lo que expetimentamos en y cémo [24] El futuro es cosa de nifios nuestra realidad social, alertindonos sobre las fantasfas que son necesatias estructuralmente para mantenerla, y captando estas fantasfas a través de las logicas figurales, es decir, las esteucturas lingiisticas que las conforman. Si apunta efectiva- mente a intervenir en la reproduccién de esta realidad —una intervencién que puede muy bien tomar la forma de figurar el aborto de esta realidad—, entonces la teoria queer debe siempre insistir en su conexién con las vicisitades del signo, en Ja tensi6n entre el colapso del significante dentro de la mate- rialidad cadavérica de la letra y su participacién en un sistema de referencia donde se genera el significado mismo. En otras palabras, se teataria de una historia particular sobre por qué el contar historias fracasa, una historia que asume el valor y el peso de este fracaso; la teoria queer, tal y como yo la interpreto, marca el «otto» lado de la politica: el dado» donde la realiza- cién de la narracién y su destealizacién se superponen, donde las energias estimulantes se vuelven constantemente contta si mismas; un dado» que esté fuera de cualquier lado politico, ya que todos estos lados se comprometen con el bien incues- tionable del futarismo. El resto de este bro intenta explicar las implicaciones de esta afirmacién, peto antes permitanme esbozat algunas conexiones entre In politica y Ia politica del signo, estableciendo el contexto psicoanalitico en el que toma forma mi argumento. ‘Al igual que la red de telaciones significantes que forman el Simbélico lacaniano —el registro del sujeto hablante y el orden de la ley—, la politica puede funcionar como el marco donde vivimos la realidad social, pero solo en la medida en que nos obliga a vivirla en forma de una fantasia: precisamente, la fantasia de la forma como tal de un orden, de une organi- zacién que nos aseguta la estabilidad de nuestras identidades como sujetos y la coherencia de las totalizaciones imaginatias, [25] No al futuro, por medio de las cuales las identidades se nos apatecen en una forma reconocible. Aunque las condiciones materiales de la experiencia humana pueden verse amenazadas en los diversos conflictos donde diferentes perspectivas politicas compiten por el poder de nombrar (y al nombrar dar forma a nuestra realidad colectiva), el incesante conflicto de sus visiones socia- les esconde su voluntad comin de instaurar, como le reali- dad misma, una fantasfa libidinalmente subtendida o alguna otra ditigida a dejat fuera el vacio que el significante instala en el micleo de lo Simbélico. Para decitlo de otra forma, la politica nombra ese espacio donde las relaciones imaginatias, las relaciones que se remontan a una falta de reconocimiento del si mismo, en tanto que disfrata de algtin acceso originatio a la presencia (una presencia establecida retroactivamente por tanto petdida desde el principio, podriamos decit), compi- ten por una completitud de lo Simbélico, por una actualiza- cion en el terteno del lenguaje, a la que la subjetivacién nos sujeta a todos, Solo la mediacién del significante nos petmite articular estas telaciones imaginatias, pero siempte a costa de inteoducir una distancia que impide su realizaci6n: la distancia inherente a la cadena de incesantes desplazamientos y subs- tituciones que el lenguaje da a luz necesatiamente al set un sistema de diferencias. El significante, como simbolo alienante y sin sentido de nuestra constitucién simbélica como sujetos (es decir, como simbolo de nuestra subjetivaciéa, al quedar sujetos a la posibilidad del significado); el significante, por medio del cual siempre habitamos el orden del Otro, el orden de una realidad social y lingifstica articulada desde otro lugar; el significante, que nos remite al significado simulando que nos remite a nosotros mismos; este significante solo otorga una especie de identidad promisoria, con la cual nunca podemos lograr coincidir del todo porque nosotros, como sujetos del [26] El futuro es cosa de nifios significante, solo podemos ser significantes nosotros mismos, solo podemos aspirar a alcanzar eso que podtiamos significat cetrando el hueco que nos divide, y que patadéjicamente nos convieste en sujetos por ece mismo acto de divisién, Esta incapaci- dad estructural del sujeto pata coincidir con el si mismo, por el que se ve como un significante en los ojos del Otro, nece- sita de diversas estrategias destinadas a suturat al sujeto en ese espacio de significado donde lo Simbélico y lo Imaginario se superponen. La politica nombra la puesta en acto social del intento del sujeto por establecer las condiciones de esta con- solidacién imposible, identificdndose con algo que est fiera de él mismo con el fin de obtener la presencia, diferida perpetua- mente, de si mismo, Es decir, la politica nombra esa lucha por efectuar un orden fantasmatico de realidad donde la alienacién del sujeto se desvanecerfa en una identidad sin fisuras al final de esa cadena infinita de significantes que ha sido vivida como historia. Sila politica en lo Simbélico es por tanto siempre una pol tica de lo Simbélico, que opera en nombre y en direccién de una realidad furura constantemente anticipada, entonces el telos que, en la fantasia, terminaria con estos diferimientos, la presencia hacia la que siempre se ditige la cadena metonimica de los significantes, debe ser reconocida como perteneciente a un pasado Imaginatio, Esto significa no solo que la politica se conforma a la temporalidad del deseo, con eso que podtlamos lamar la inevitable historicidad del deseo —los sucesivos des- plazamientos hacia delante de aticleos de apego como figuras de significado, puntos de intensa investidura metafdtica, pro- ducidos con la vana esperanza de llenar ese hueco constitutive que el significante instala necesariamente en el sujeto— sino también que la politica es un nombre pata la temporizacién del deseo, para su traduccién en una natzativa, para su deter- (27] No al futuro minacién teleolégica. Es decir, Ia politica, al externalizarse y configurarse en Ia forma ficticia de una nazrativa, alegotiza 0 elabora de forma secuencial, precisamente como deseo, aquellas sobredeterminaciones de las posiciones libidinales y aquellas incon- sistencias de las defensas psiquicas ocasionadas por aquello que desarticula In natzativa del deseo: las pulsiones, inteatables én sf mismas, inasimilables a la Idgica de la interpretaci6n 0 a Jas demandas de la produccién de significado; las pulsiones que vehiculan a fuer2a desestabilizadoza de aquello que insiste por fuera o més allé de Ia significacién, porque ha quedado Clausurado por esta. La pulsién —mas exactamente, la pulsién de muerte— cocupa un lugar privilegiado en este libro. Constante presion la vez exttafia e interna a la l6gica de lo Simbélico, exceso Jnarticulable que desmantela al sujeto desde dentro, la pulsién de muerte nombra aquello que lo queer esté Iamado a Sgu- yar en el orden de lo social: In negatividad que se opone a toda forma de viabilidad social. Lacan deja claro que la pulsién de muerte surge como una consecuencia de lo Simbélico; de hecho, termina el Seminario E/ Yo en la Tearta de Freud y on la Téenica Psicoanalitica afxmnando que «al orden simbélico, a la-vez no-siendo c insistiendo en ser, apunta Freud cuando nos habla Gel instinto de suerte como lo mas fundamental: un orden cimbélico naciendo, viniendo, insistiendo en ser realizado»? Sin embargo, este movimiento constante hacia la realizacion no puede set separado de una voluntad de deshacer lo que asi fe ha instituido para empezar otra vez ex sibilo. La pulsién de muerte sefiala ese exceso que esti instalado dentro de lo Simbdlico por la pérdida, la pérdida de lo Real que produce cl advenimiento del significante. Suzanne Barnard lo expresa muy bien al distinguiz entre el sujeto del deseo y el sujeto de Ja pulsién: «mientras que el sujeto de In pulsi6n eambién “ha {28} El futuro es cosa de nifios nacido” en relacién con una pérdida, esta pérdida es real mas que simbélica. Por eso funciona no como una ausencia, sino como iun exceso imposible que invade la realidad, un recor- datorio irteprimible del que el sujeto no puede separarse. En otzas palabras, mientras que el deseo nace y se mantiene sos- tenido por una carencia constitutiva, la pulsién emerge en rela- cién con un extedente constitutive. Este excedente es lo que Lacan denomina “el complemento anatmico” del sujeto, un recordatorio excesivo “itreal”, que produce un goce omnipre- senten.'? Bste excedente, que empuja alo Simbélico a poner en acto ‘una repeticién perpetua, permanece como espectral, «ittealy, imposible, dado que insiste por fuera de esa légica del sig- aificado que, sin embargo, lo produce. La pulsién ocupa el lugar de eso que el significado no captura, del mismo modo que el significante preserva en el corazén del orden signifi- cante la letra vacia y arbitratia, el sustrato sin significado de la significacién que el significado intenta esconder. Y la poli- tica, oponiéndose a la negatividad de tal pulsidn, nos ofrece Ia histotia como la escenificacién continua de nuestro suefio de una eventual auto-realizacién, reconstruyendo sin cesar en el espejo del deseo eso que tomamos por Ia realidad misma. Y hace esto sin dejarnos seconocer que el futuro, al que se somite continuamente, marca el lugar imposible de un pasado imaginario exento de los diferimientos intrinsecos a ln opera- cién de Ia cadena significante, que se proyecta hacia delante como el lugar donde ser y significado se unen como Uno. De esta manera se pone en acto la repeticién formal que distin- gue ala pulsion, que se representa a sf misma como lo que va a completar la secuencia discursiva de Ja historia y, con ello, del deseo, en la realizacién de la presencia auténtica del sujeto en el Nifio, imaginado como alguien que goza de ua acceso [29] No al futuro inmediato a la completud Imaginatia, No es casualidad que sea la era del sujeto universal la que produce como la verda- deta figura de lo politico (y también como la encarnacién de la futuridad colapsando de forma indecidible en el pasado) Ja imagen del Nifio tal y como la conocemos: el Nifio que se convierte, en palabras de Wordsworth, pero de forma atin més punitiva, en el «padre del Hombre». Este Nifio que ha sido hist6ricamente construido, como han mostrado clara- mente socidlogos ¢ historiadores como Philippe Atiés, James Kincaid y Lawrence Stone, pata servi como depositatio de diversas identificaciones culturales sentimentales, ha venido a encatnat, a nucstz0s ojos, el telos del orden social, y ha legado 1 ser percibido como aquel para quien ese orden debe mante- nerse en salvaguarda perpetua. Sin embargo, con esta universalizacién coercitiva, la ima- gen del Nifio, que 20 debe confundirse con las experiencias vividas por algunos nifios histdricos, sirve para regular el dis- cutso politico —para prescribir lo que canfard como discurso politico— al obligar a tal discurso a acceder anticipadamente ala tealidad de un futuro colectivo, a cuyo estatuto figurative nunca nos esti permitido reconocer o aludiz. Desde la ima- gen icénica de Delactoix, de la Libertad conduciéndonos a Un Mundo Feliz de posibilidad revolucionaria —con su seno desnudo convirtiendo a cada espectador en ese Nifio de pecho que ella nos oftece mientzas el chiquillo a su izquierda, imi- iando su postura, afirma la I6gica absoluta de la reproduccién misma— hasta el nifio pordiosero revolucionario que aparece en el logo que miniaturiza la «politica de Lor Miserables (que se resume en su himno al futurismo, el «edificante «Ua dia mas»), ya no somos capaces de concebit una politica sin la fantasia del futuro, ni un futuro sin la figuea del Nifio. Este Nifio figural encarna por sf solo el ciudadano como ideal, que [30] EI futuro es cosa de nifios cuenta con el ptivilegio de reclamar todos los derechos de su cuota futura sobze el bien de la nacién, aunque siempre a costa de limitar los derechos que se ototgan a los cindadanos «tea. les», Esto es porque el orden social existe paca garantizat a este sujeto universalizado, a este Nifio fantasmético, una liber. tad imaginaria atin mis valorada que la actualidad de la propia. libertad, que pode, después de todo, poner en siesgo a se Nifio sobre el que tal libertad recae. De.este modo, cualquiet cosa que rechace este mandato, segiin el cual nuestras institu. ciones politicas orderiaa la reproduccién colectiva del Nifo, aparecert como % amano solo part la-organizacién de un orden social dado, sino también, ¥ de fortia més ominosa, pata el orden social mismo, ya qué amienaza la légica del Funu, rismo, de la que siempte depende el significado. ‘Asi, por ejemplo, cuando P. D. James, en su novela Fis de ‘hs bomibres, imagina un futuro donde Ia rx79 humana apacen temente ha suftido una pérdida absolute de le capacidad de reproduccién, su nassador, Theodore Faron, no solo atzibuye este revés de la suerte biologica a la crisis putativa de los valo. res sexuales en las democracias de finales del siglo XX, decla- rando que «a pornografia y la violencia sexual en el cine. en la televisién, en los libros y en la vida kan aumentado y son mis explicitas, pero en Occidente caia vez hacemos menos el amot ycada-vez tenemos menos hijos» sino que también presta vor a esi obviedad ideolégica que gobierna nuestra investidura del Nifio como el simbolo obligatorio de la fatutidad: «Sin Ja esperanza de posteridad para auestra raza 0 tampoco para nosotros mismos y sin la gatantia de que estando muertos aun asi vivimos», continta mas adelante «todos los placeres de la mente y de los sentidos a veces me parecen solo unas defensas patéticas y frégiles pata sostener nuestras ruinasy "Si bien esta alusién a La terra baliia de Eliot puede tecordamos [31] No al futuro 1 otra de sus bien conocidas frases, que parece ser que debe- mos a suinujer, Vivian, «Para qué te casas, si no quieres tener hijos?», también pone de relieve la funcién del nifio como el pilar de esa teologia secular en que se fundamenta nuestra realidad social: la teologia secular que conforma a la vez el sentido de nuestros discursos colectivos, y nuestros discursos colectivos sobre el significado. Después de todo, el Nifio es responsable de la tarea de asegurat «que estando muertos, aun asi vivimos», como si pot naturaleza (mas exactamente, como | promesa de una trascendencia natural de los limites de Ia naturaleza misma) irtadiara de él ese mismo pathos que tanto teme el natrador de Hijos de los hombres cuando se refiere a esos aplaceres de la mente y de los sentidos» no zeproductivos, Esta cunlidad «patética» que él sitéa de forma proyectiva en el dis- frute sexual no reproductivo —un disfrute que ve como vacio, sustitutivo, patologico, debido a Ia ausencia de la fututidad— expune las figuraciones fetichistas del Nifio que el narrador enfrenta conira ella como algo legible en términos idénticos ‘aquellos donde el goce sin «esperanza en la postetidad» es/ ‘ronundamente descartado: es decis, legibles como solo «unas defensas patéticas y frégiles para sostenes nuesttas ruinas». Cémo podriamos caractetizat mejor el proyecto narrative de Hijas de los hombres, que termina, como cualquiera que no haya nacido ayer segutamente se imagina desde el principio, con la tenovacién de nuestra moribunda y estétil raza mediante el silaggo del nacimiento? Tal como seaala Walter Wangerin Jz, en su tesefia del libro para The New York Times, cuando da su aprobacién en una frase delicadamente colocada entre la des- ctipeiin y Ia puesta en acto de la ideologia pro-proceatvita de la novela, después de todo, «si hay un bebé, hay un futuro, hay tedencidny.” Sin embargo si no hay ningiin bebé, y por tanto no ‘ay futuro, entonces la. condena debe caer sobte el fatal engafio (32] El futuro es cosa de nifios de los disfrutes estétiles y narcisistas, entendidos como intrin- secamente destructores del significado, y por lo tanto como responsables del fin de la organizaciéa social, de la realidad colectiva e, inevitablemente, de la vida misma. Dado que la autora de Hijus de los hombres, como los padres de los hijos de la humanidad, sucumbe totalmente a ese narci- sismo —omniptesente, autocomplaciente y estratégicamente no teconocide— que anima al pronatalismo," no nos sor- ptende o mas minimo que el narrador, cuando se enfrenta a.su fututo sin futuro, lamente, con lo que podriamos llamar tuna actitud hetero, que «el sexo totalmente separado de la | ptocreacién se ha convettido en algo acrobitico y sin sen- \ tido».!® Lo que por supuesto es como decir que la prictica sexual seguir alegorizando las vicisitudes del significado, y que la coattada especificamente heterosexual de la necesidad. reproductiva oscurece la pulsién més allé del significado, con- duciendo la maquinaria del sinsentido sexual: es decir, siempre que cl hecho biolégico de la procteacién heterosexual sea Jo que otorgue el marchamo de produccién de significado .a las relaciones hetero-genitales. Porque el Nifio, cuya mera jposibilidad basta pata atrebatarle la cruda verdad al sexo hete- ‘rosexual —impregnando la heterosexualidad con el futuro de Ja significacién al confetirle la carga cultural de la futuridad significante—, figura nuestra identificaciéa con una iden- ‘tidad que esté siempre a-punto-de-realizarse. Se niega asi la constante amenaza al orden social del significado inherente a In estructura del deseo Simbélico que nos empuja a perseguit la tealizacién por medio de un significado incapaz, en tanto que significado, de tealizarno’, o de ser realizado, porque es inca- paz de cetrar ese hucco én la identidad, la divisién hendida por el significante que «el significado, a pesat de si mismo, significa. . [33] No al futuro, Las consecuencias de esta identificacién del Nifio y con el Nifio como el emblema principal del fin motivante, aunque sea pospuesto indefinidamente, de toda visién politica como sna visién de la futuridad, debe tenerse en cuenta en la definicién de una politica oposicional queer. Porque la tinica queeridad que as sexualidades queer podrian aspicar a significar naceria de su oposicién decidida a esta estructura subyacente de lo politico, es decir, su oposicién a esa fantasia rectora seprin la cual se Jograra una clausura Simbdlica uniendo la identidad y la futu- tidad con el fin de realizar el sujeto social, Los conservadores reconocen este potencial radical (lo que también significa que _ reconocen esta amenaza tadical) de la queeridad més claramente que los liberales porque los conservadores imaginan por ade-/ lantado la raptura sistematica del tejido social, mientras que los} liberales se aferran de forma conservadora a una fe en su ili- mitada clasticidad. Bl discurso de la derecha, por tanto, tiende a una mayor sensibilizacién (y a una mayor insistencia) de li literalizaci6n de las légicas figurales que diversos sujetos socia- les estén prestos para habitar y promulgar, légicas que desde un punto de vista «acionaly reducen la identidad individual a una genetalidad estereotipada. Por otro lado, el discurso de la izquierda suele entender mejor la capacidad de lo Simbélico para adaptarse al cambio, desplazando esas ldgicas en la histo- tia, como el despliegue inevitable de la secuencia nartativa, Es decir, la derecha entiende mejor los aspectos conflictivos inhe- rentes a las identidades, el peligro constante que representa la alteridad, Ia angustia psiquica con que se viven las identidades; pero la izquierda reconoce mejor la persistente reescritura que hace la historia de estas identidades con la esperanza en que los limites de Ja idéntidad nunca estén fijados del todo. La izquierda en esto siempre acierta, desde el punto de vista privilegiado de la raz6n, pero lo que deja en Ia sombra su razo- [34] El futuro es cosa de nifios namiento es Ia oscuridad inseparable de su luz: Ia estructura defensiva del ego, la tigidez de la identidad tal y como la vive el sujeto, y la fijacién de la zelacién imaginaria por medio de la cual n0s (te)producimos a nosotros mismos, Este conservadu- rismo del ego lleva al sujeto, ya sca politicamente conservador 0 liberal, a susctibir como el significado mismo de la politica el futurismo reproductive, que perpetia como realidad un encuadre de fantasia que intenta asegurar la supervivencia de Jo social bajo la forma imaginaria del Nifio. Pot ejemplo, veamos una situacién local de la guetra actual contra el aborto. No hace mucho, en un tincén de Cambridge muy visitado, en Massachusetts, los opositores al derecho legal al aborto colocaron en un espacio de anuncios alquilado un cartel con la imagen de un feto al término de la gestacida, de la talla de un hombre adulto, con la frase: «No es una eleceién; es un nifio». Barbara Johnson, en un brillante andlisis de este tipo de polémicas anti-abortistas, ha demostrado cémo se toman prestados y se generan tropos que estén animados por la perso- nificaciéa del feto, lo que determina anticipadamente la respuesta ala pregunta juridica de su cualidad de persona, ya que se usain pata aludir al feto los mismos términos de la pregunta." Por To tanto, en vez de intentar deconstruit esta instancia retStica particular (es decis, en ver. de sefialar, por ejemplo, la yuxtaposi- ci6n del pronombre «ello» (ib), que es apropiado para un feto, implicito en la frase, con el epiteto supremo para humanizar Aaifioy [ti a child» en el original inglés), que implicarfa un pro- nombre con género determinado para mostrar cémo este frag- mento del discurso mantiene la indecibilidad que intenta teso!- ver al poner en duda la verdad de su afismacién por la forma de su enunciacién), prefiero centrarme por un momento en la verdad ideoldgica que esta emunciacién muestra tan claramente, quiz de manera no intencional. [35] No al futuro Por muy extrafio que parezca que un hombre gay diga esto, cuando vi este anuncio en Cambsigde por primera vez, lo let pensando que se dirigia a mi. El anuncio, después de todo, podria también estar pronunciando, con esa misma absoluta € invisible autoridad que prueba el éxito del trabajo de naturali- zacién ideolégica, el mandato biblico «Ged fecundos y multi- plicaos», Como una distorsi6a anamérfica que solo asume una forma reconocible cuando se mira desde el éngulo cortecto, eleslogan adquisié, por la oblicuidad de mi relacién subjetiva con él, una Idgica que iluminé la posicién compartida por los militantes de derechas que se oponen al aborto y la prictica de las sexualidades queer, una posicién compartida que es muy conocida (como la litetalizacién de una identidad figu- ral) por grupos radicales como Acmy of God (¢l Ejército de Dios), que teivindicé los atentados tetroristas con bombas en ‘Adanta en 1997 a una clinica que realizaba abortos y a una diseoteca frecuentada por lesbianas y gays. Este cartel especta- cular de Cambridge parcefa entonces anunciar lo que los libe-_ sales prefieren ocluir:|que la compulsi6n que nos gobierns, . imperativo nico que‘no nos deja otra opcién significativa es Ja compulsién de apostar por nuestra propia futuridad en i forma privilegiada del Nifo, es imaginar cada momento como prediado de ese Nifio de nuestras identificaciones imaginatias, ts deci, como prefiado de ua significado cuya presencia lens-| tia ese agujero en lo Simbélico, el agujero que marca tanto el jugar de lo Real como la divisién interna o la distancia que nos constituye como sujetos y destinados a perseguir el fantasma del significado por medio del deslizamiento metonimico del significante. "Por tanto, la izquierda no se identificara con el aborto mas que la derecha; en su lugat, como sefiala con desprecio el car- tel, ella se alinea con da elecciém». A fin de cuentas, equién [36] El futuro es cosa de nifios onarse a favor del aborto, o estar ranira la repro- ia a Fataridad y, por tanto, contra Ia vida? eQuién [Nifio, y_con él a esa fantasia vitalizante de colmat, con el tiempo, el vacio de significacién (una fantasia que nos distrae de la violencia de las pulsiones y a la vez nos petmite ponerlas en acto)? Una vez mas la derecha conoce la respuesta, sabe que la politica verdaderamente oposicional implicita en la practica de las sexualidades queer radica no en el discurso liberal y en la paciente negociacion de la tolerancia y.los derechos, que sin duda son importantes ya que se nos siguen negando, sino en Ta capacidad de las Sexualidades queet de figurar la disolucién fadical del contrato, tanto en sen- -omo Simbélico, del que depende el Futuro, como iva contra el goce de lo Real. Teniendo'esto en o§ escuchar [as intetptetaciones que hacen 5 sexu queer las fuerzas reaccionariag, € incluso aprender de ellas. Por mucho que queramos, por ejemplo, cuestionar los valores implicitos en la siguiente afirmacién de Donald Wildmon, fundador y jefe de la homofdbica Ameti- can Family Association (Asociacién de la Familia Nortcame- ricang), hatiamos mejor en considerarla no tanto como una especie de setmén hiperbélico sino mas bien como un recot- datorio de la desorientacién que las sexualidades queer deberfan conllevar: «la aceptacién o la indiferencia hacia el movimiento la destruccién de la sociedad, al per- in del.orden-social;con este desplome \ de nuestros valores, nuestros nifios y nietos se precipitan hacia una época de impiedad. En efecto, el fundamento mismo de | Ia civilizacién occidental esté en juego»."” Antes de que el bél- samo autocomplaciente del pluralismo liberal brote de nues- tros labios, antes de volver a asegurar que el nuestro es otro tipo de amor, pero que es un amor como el suyo, antes de (37] No al futuro invocar la letania pindosa de nuestras gloriosas contribuciones a la civilizacién tanto en Oriente como en Occidente, epodtia- mos detenernos por un momento y reconocer que el sefior ‘Wildmon podria llevar raz6n, o, lo que es mas importante, que deberia evar ragév. que la queeridad puede y debe tedefinix nociones tales como «orden civib por medio de una ruptura de nuestra fe fundacional en la reproduccién de la fututidad? Es verdad que las filas de padres y madres de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y personas transgéneto crecen cada dia, y que no hay nada intrinseco en Ia constitucion de las personas que se identifican como lesbianas, gays, bisexua- les, transexuales, transgénero 0 queer que les predisponga a resistitse al atractivo de la futuridad, a rechazar Ia tentacién Ge reptoducirse, o a colocatse a si mismos fuera 0 en contra de ln l6gica proselitista de lo Simbélico. De hecho, fuera de esta ligicarno existe niaggwr oi#o culo en el que aséntarse. AT pro- ponet la necesidad de uria alternativa a la lines trazada pot los partidos, al optar por un lado que esti por fuera de la Iégica de! futurismo reproductivo, y al afirmar que los queer podzian apostat pot esa asociacién figural con este fin, no estoy asu- miendo en ningén momento que los.queers —que para mi son todas aquellas personas estigmatizadas por no adecuarse alos cdnones hetéronormativos— no estén también psiqui- camente investidos por la idea de preservar lo que nos resulta familiar de esa narratividad familiar del futuro reptoductivo."® Peto la politica, esté construida de forma oposicional 0 no, nunca se basa en identidades esenciales. En cambio, se centra en la figuralidad, que es siempre esencial a Ia identidad, y por tanto en las relaciones figurales en las que se insctiben siempre las identidades sociales. Figurar In descomposicién de In sociedad civil, la pulsion de muerte del orden dominante no es set 0 convertirse en esa [38] E] futuro es cosa de nifios pulsién; ese ser no es lo importante. Acceder.a esa posicién figural significa mas bien reconocer y rechazar las consecuen- cias de fundamentar Ia tealidad en Ia negacién de la pulsién. Como la pulsidf de ititiérte disuelve estas coagulaciones de la identidad que nos permiten conocetnos y sobrevivir como nosotros mismos, lo queer debe insistir en petturbar, en quee- rizar, Ja organizacién. social misma y, por tanto, perturbarnos Yy queerizarnos a. wosotras mismos y nuestra investiduta en tal orga- nizacién.-Porqueta.queeridad nunca puede definit una identi- i, solo puede perturbarla, Por eso, cuando afitind, como intento hacer aqui, que la carga.de la queeridad debe localizarse no tanto enla afirmacion de una politica identitaria oposicional, ino en una oposicién a la politica como fantasia dominante de la realizaci6a, en un futuro siempre indefi dades imaginarias clausuradas | ‘iva ificante;no estoy proponiendo ninguna plataforma o posicién desde la cual la sexualidad queer 0 ningiin sujeto queer podria por fin verdaderamente llegar a set él mismo, como si se pudiera de algin modo alcanzar una queeridad esen- dal Ein lugar de esto, lo que sugiero es que la eficacia de la | queeridad, su valor estratégico real, reside en su resistencia a |una realidad simbélica que solo nos inviste como sujetos en \la medida en que nos investimos en ella, afetrindonos a sus ficciones rectotas, a sus persistentes sublimaciones, como si ‘fueran la tealidad misma. Después de todo, es a sus figuras de significado, que tomamos como la verdad literal, a quie- ‘nes debemos nuestra existencia como sujetos y las relaciones sociales en que vivimos, relaciones por las que estatiamos dis- puestos a perder nuestras vidas. El Nifo, en la época histética de nuestro ségimen episte- molégico actual, es la figura de esta implicacién obligatotia en la falta de reconocimiento de la figura. Se coloca en la escena [39] No al futuro. social como la adorable Anita la Huerfanita (Annie), que recoge su abundante coraje y «muestra su batbilla/ y sontie/ y dice: “/Mafianal / {Mafianal / ‘Te quiero / Mafiana / siempre falta / un dia / para llegat”».” Y, oh, sorpresa, como si lo viéramos a través del prisma de las lagrimas que siempre nos provoca, la figura de este Nifio parece brillar con Ia iridiscente promesa del arcoitis de No¢ y, al igual que el atcoitis, sirviendo como el jaramento de un pacto que nos protegeta de la amenaza ince- sante del Apacalipsis Abora o venidero. Tomemos, por ejemplo, el final de la pelicula de Jonathan Demme, Philadelphia (1993), su acto de contricién cinematogrifico pot Ia homofobia que algunos atribuyen a El silencio de los crderos (1991), Vernos por tilkima vez 2 Andrew Beckett (personificado por un angelical Tom Hanks, como Un Hombre Para la Eteruidad’) en su lecho de muerte con una mfscara de oxigeno que patece aludir 0 hacer teopo del memorable bozal de Hannibal Lecter (ver imé- genes 1 ¥ 2)s.ya ha desechada el trdfago mortal* y saponemos que comparece ante instancias més altas, y entonces nos vemos en su velorio, contemplando una habitacién de su casa familiat, que ahora esté llena de nifios y de mujeres embarazades cuyos tsanquilizadores vientres abultados (vet imagen 3) desplazan el paquete abultado (que no se ve) del hombre gay seroposi- tivo (que no se ve) de quien, nos sugiere el texto filmico, ha contraido el virus, en un cine que (a diferencia del cine en el que estamos sentados viendo Philadephia) no tiene miedo a mostrar imagenes de actos sexuales entre hombres, actos que Je han costado la vida a Santo Toms, también conocido como Beckett. Y cuando somos testigos, en la secuencia final de la Cita dela pelicula Un hombre para la eternidad. vi, Cita de Hamlet [40] E] futuro es cosa de nifios pelicula, de una tepresentacién en video de Andrew jugando en [a playa cuando era nifio (ver imagen 4) las lagrimas que hos atrancan estas imAgenes conmovedoras brotan con una indignacién que se ditige no solo a ese mundo intolerante que pretende aplastar al hombre honorable en que se con- vertiri mas adelante este nifio, sino también contra el mundo homosexual donde nifios como este crecern para tener pasio- nes con ottos hombres./ ¥ es que el culto al Nifio no per- (mite altares a la gueeridad de nifios y nifias ya que la queeridad, |pata la culms contemporanea en general y para Philadephia ‘en patticular, es entendida como Io que conduce 2 su fin a ‘los nifios y a Ia infancia/De este modo, la circunstancia de la muerte de un hombre gay da a la pelicula le excusa perfects para desplegat de nuevo la imagen disciplinaria del «inocente» Nifio ejecutando su imperativa labor cultural de reproduccidn social. Encontramos esta imagen en todas partes mientras que las vidas, los discursns y las lihertades de los adultos enfren. tan una constante amenaza de restricci6n legal en deferencia a esos Nifios.imaginarios_cuyos fututos (como si solo se les permitiera tenerlos si se fundan en una esperanza de pasérse- Jos a sus propios Nifios) son interpretados como.amenazados por la enfermedad-social con-que-se identifica a la sexualicad queer. ¥ tampoco debemos olvidar lo difandida que esta la idea de que el sida (por cierto, actualmente la obtencién de fondos del Congteso se ha asociado de forma muy exitosa al nombre de un nifio, Ryan White) refuerza una antigua cone- xién, tan antigua como esa interpretacién antigay impuesta a la natrativa biblica de la destruccién de Sodoma, entre la prictica de una sexualidad gay y In descomposicién de la futuridad.” Por supuesto, esta es la conexién que Anita Bryant utilizd tan astutamente cuando hacia compaiia en Florida contra los derechos civiles gay bajo el lema Salvernos a nuesttos Nifios», [41] awn [42] EI futuro es cosa de nifios y sigue siendo la conexién en que se basa la cruzada nacional contta el matrimonio gay. - Asi vemos que, mientras que miles de lesbianas y gays tra- bajan por el derecho al \Oniio, a setvir en el ejército, a adoptar y criar sus propios nifios, la dezecha politica, al negarse a feconocet 4 estos compafieros del futurismo reproductivo, rechi s esfuetzos inviténdonos a atrodillarnos ante el altar del Nifio sagrado: el Nifio que podria set el testigo de alguna conducta intima inapropiada u obscena; el Nifio que podtia encontrar informacién sobre peligrosos «estilos de vida» en Internet; el Nifio que podria coger un libro provoca- tivo de las estanterfas de la biblioteca publica; en resumen, el Nifio que podria encontrar un disfrute que anularia ese valor figural del Nifio, que ha sido impuesto por el deseo adulto como algo no marcado por Ia implicacién adulterada del adulta en el desen mismo; es decir, el Nifio hecho a imagen de una completitud imaginaria para satisfaccién de los adultos; une completitud que es considerada para querer y, por tanto, para no querer nada. Como Lauren Berlant afirma con vehemencia al comienzo de The Queen of America Goss to Washingtou City, una nacién hecha pata ciudadanos adultos ha sido reempla. zada pot otra imaginada para fetos y nifios».* Por todas partes, nuestro disfrute de la libertad se ve eclipsado por Ia creciente sombra de un Nifio cuya libertad pata desatrollarse sin sez perturbado por encuenttos, o ni siquiera pot la amenaza de potenciales encuentros, con una wotredad» que sus padres, su iglesia o el Estado no aprueban, sin ningdn acceso posible a e50 que es desctito como un deseo extranjero, nos mantiene a todos a raya de forma terrorista, y determina que el discurso politico sea conformado a la légica de una nattativa donde la historia se despliega como el futuzo imaginado pata un Nifio que munca debe crecet. Después de todo, no es casualidad [43] No al futuro, que la construccién histérica del homosexual como un tipo social diferenciado se superpone con la apaticién de creacio- nes literarias como El Pequefio Tim, David Balfour y Peter Pan, quienes ponen en acto, en un imperativo que es atin mas evidente hoy en dia en esa extrafia e intima conexién que hay entre Harry Poster y Lord Voldemort, una resistencia simbélica a Jos hombres no casados (Scrooge, el Tio Ebenezer, el-Capitén Garfio) que encarnan, como deja claro el nombre de Volde- most, un deseo, una voluntad o una pulsién de muerte que conlleva la destruccién del Nifio. Este Nifio, empatedado en una inocencia que es percibida como sitiada, condensa una fantasia de vulnerabilidad frente a la qneeridad de las sexualida- des queer, precisamente porque el Nifio enaltece, en su forma sublimada, ese mismo valor por el que se condena 2 menudo ala queeridad: una insistencia en la semejanza que intenta res- taurar un pasado imaginatio. Es decir, el Nifio sefiala una fija- cién fetichista de Ia heteronormatividad: una investidura es gada erdticamente en Ja rigida semejanza de la identidad, una identidad que es central en el discurso obligatorio del fururismo seproductivo. De hecho, tal y como mantiene la derecha radical, queers es una lucha a vida o.muerte por el ‘0 cuya.ruina_es.reivindicada por las feminis- tas, los queers y aquellos que apoyan el. derecho al aborto. Sin duda, como dejé claro el Ejército de Dios en la guia para fabri- car bombas que redacté para ayudat a sus miembros militantes «pto-vida», su objetivo era totalmente coherente con la légica del futurismo reptoductivo: «ontratrestat y en tlkima instancia | desteuir el poder que tiene Satin para matar a nuestros nifios, Ios hijos de Dios». - ‘Aun refutando las mentiras que subyacen en estas familia- res diattibas de la derecha, gtendriamos el valor de reconocer, } e incluso de adhetirnos, a las verdades que también contienen? | [44] El futuro es cosa de nifios ,"listamos dispuestos a ser suficientemente oposicionales frente | asta ldgicaestsuccural de oposicién —es decitoposicionales a | a légica que utiliza la politica para reproducir nuestza realidad | social—y a aceptar que el peso figural de Ia queeridad (es decir, a caiga de ln queridad ptoducida fobicamente precisamente para | repzesentaz) es el de ser una fuerza que hace aficos la fantasia de | launidad imaginasa, a fuerza que insiste en ese-vacio (parad6j- | camente repleto de goce) que esta siempre alojado dentro de la simbolizacién, aunque de manera barrada: el hueco o la hesida | dello Real que habita en el centio mismo de lo Simbélico? No se trata de que estemos, 0 podamos estar, por fuera del Simbé- Tico; pero sin embargo podemos elegir acceder a nuestra pro- duccién cultural como figuras —denira de Ia légica dominante de la natrativa, dentro de la realidad Simbdlica— del desmantela- miento de dicha logica y, por tanto, como figuras de la pulsién de muerte que anida en su seno. Como el nombre de una fuetza de compulsién mecanicista ccuyo exceso formal sustituye cualquier fin hacia el que pudiera parecer ditigirse la pulsién de muerte rechaza la identidad, 0 el privilegio absoluto de ninguna meta. Tal meta, tal fin, nunca puede set ello»; una ver alcanzada, nunca podsia satisfacer, Y eso es asi porque la pulsién como tal solo puede insists, y cada uno de esos fines que interpretamos erSneamente como tuna insistencia en llegar a algo es una especie de parimetro gramatical que nos tienta a interpretar como transitiva una pulsién que obtiene por la meta insistencia la satisfecién que hingiin fin le brinda, Eaganchada a la circulaci6n alzededor de uun objeto que nunca es e] adecuado para satisfacerla, la pul- sién pone en acto la tepeticidn que caracteriza lo que Judith Butler ha denominado cel repetitive caticter propulsoz de la sexualidadh.* Pot lo tanto, el mandato estructural de le pulsién | podria interpretarse como evocar su objeto o su fin, es decir, [45] No al futuro todo el registro de Ia sexualidad misma, como un desplazs miento de sus propias energias formales, como una alegor zacién de su fuerza diferencial. Pero esta fuerza nunca puede sepatarse de lo Simbélico, nunca puede imaginarse como algo gue preexista al orden Simbélico del sigaificante, cuya fan- cidn es transgredir. Por eso Lacan afirma que «si todo lo que es inmanente 0 implicito en la cadena de los acontecimientos naturales puede ser considerado como sometido 2 una pulsion llamada de muerte, esto es asi sdlo en Ja medida en que hay cadena significantes® ‘Una forma de abordar la pulsién de muerte cn los téeminos de la economia de esa «cadena de los acontecimientos natura- les» que esta conformada pot las estructuras lingiiisticas —estructuras que nos permiten producir estos «acontecimien- tos» con la logica de la historia nartativa— es leyendo el juego y el lugar de lx pulsidn de muerte en relacién con wna teotia Ge la itonia, que es el ms quect de los dispositivos retéricos, especialmente tal y como la concibe Paul de Man. Al decie que «cualquier teotia de Ta Ironia e& In Fain, la Funia necesatia de toda teotia de Ja narrativan, De Man expone la tensién cons- tante que existe entze la itoniz como un topo particular y la narrativa como un modo de representacién que alegoriza los tropos en general, Es decir, la narrativa se embatca en el pro- yecto de dat cuenta del tropo sisteméticamente, produciendo, fn la relectura que hace De Man de Schlegel, «la anamorfosis de los tropos, las transformaciones de los tropos, en el sistema de wopos, cuya expesiencia correspondiente es Ia del yo que esti por encima de sus experiencias». Por el contrario, como De Man expone clatumente, «es tal coherencia, tal sistematici- dad lo que la ironia interrumpe, altera (sept Friedrich Schle~ gel)». Asi vernos que pata De Man Ia fuerza cozrosiva de Ia Fonia transmite una carga bastante parecida a la de la pulsién [46] E] futuro es cosa de nifios de muerte tal y como la entiende Lacan. éLas palabras tienen una forma de decir cosas que no coinciden en absoluto con ‘lo que queremos que digam, sefiala De Man. «Hay ahi una maquina, una maquina textual, una determinacién implacable y una total arbitrariedad que habita las palabras en el nivel del juego del significante, que echa a perder cualquier consistencia narrativa, y que atruina los modelos reflexivo y dialéctico, que forman, como se sabe, la base de cualquier narraciémn2* La violencia insensata de esta mAquina textual, tan arbitraria, tan implacable, amenaza, como una guillotina, con seccionar la gencalogia que la sintaxis natrativa intenta afirmar, relanzando esa «cadena de acontecimientos» natrativa como una «cadena significante» e inscribiendo en el reino de la significaciéa, junto con la esperanza de significado, a lz maquinaria sin sentido del _ significante, siempre encaminado alo que podtia significar. La \ironfa, cuyos efectos De Man compara con la violencia sintic- ‘tica del anacoluto, cotta de este modo la continuidad esencial ide la légica misma de hacer sentido. gCémo debesiamos interpretar esta interrupcién cons- tante de la significacién narrativa, una interrupcién que es inextricable de la articulaci6n de la narrativa como tal, sino como una versién de la pulsién de muerte, eso que Barbara Johnson lama, en un contexto diferente, «una especie de resto impensado... una sobredeterminacién formal que, en el caso de Freud, va a producir la repeticién, o en el caso de la deconstruccién, puede ser inherente a estructuras lin- giiisticas que n0 se corresponden con nada?” Si la ironfa puede servitnos como uno de los nombres que damos a la fuerza de ese resto impensado, ino podria la gueeridad servi como otro nombre? Siguiendo este razonamiento, la teoria queer constituiria el lugar donde esa amenaza radical que supone la izonia, que la cultura heteronormativa desplaza [47] No al futuro El futuro es cosa de nifios haciala~figura de lo jucer, ¢s recuperada de forma otigi- \ innombrable, tal y como Lacan lo describe, es joissance, que , no repudian sino que asumen su ja-veces se traduce como «goce»: un movimiento més all del igaral de ser-encarnaciones de la figufalizacién’, } principio del placer, ms allé de Ia diferencia entre placer y y también de la desfiguracién, de la.identidad. misma. Alli dolor, un pasaje viclento mas alld de los limites de la identidad, donde las intervenciones politicas de las minozfas identitarias| ‘ | elsignificado y la ley. Este pasaje, hacia donde nos empuja con. —incluyendo aquellas que intentan dar una sustancia a las tinuamente la fuerza de la pulsién, puede tener el efecto (en Ia identidades de lesbianas, gays y bisexuales— pueden tomar medida en que esté vinculado a un objeto particular o a un fin) forma propiamente como oposicionales, lo que permite al de coagular Ia identidad en torno a la fantasia de satisfaccién orden dominante presentar una tranquilizadora representa 0 de completitud por medio de ese objeto. Sin embargo, al cidn simétrica, aunque invertida, de su ptopia identidad tan) mismo tiempo, esta jonissance disuelve dichas investidutas feti- ostensiblemente coherente, la oposicién de la teoria queer es) chistas, deshacierido 1a consistencia de uns realidad social que precisamente contra esa légica de oposicidn, lo que hace de (3¢ basa cn idendficaciones Imaginatias, en las estructuras de Ia incesante desapropiacién de cada propiedad su tarea apro- la ley de lo Simbélico, y en la metéfora paterna del nombre. piada. Por ello, la queenidad nunca podria constituir una iden De ahi que para Lacan exista otto nombre que designa lo tidad sustantiva 0 auténtica, sino solo una posicién estruc- innombrable al que nos da acceso la jouissance. Detris de lo que tural determinada por el imperativo de la figuracién; puesto | ¢s nombrado, lo que hay es innombrable, Por ser innombra- que ese hueco, esa no coincidencia instalada por el orden del ble, cotrtodas las rekoviancias que a ese nombre le pucdan dar, significante, informa y habita la queeridad, del mismo modo estitemparentado Con lo innombrable por excelencia, es decir, que habita en el futurismo reproductivo, Pero lo hace con con la muerte». Por tanto, la pulsién de muerte se manifiesta, tuna diferencia, Mientras que este faturismo siempre anticipa, . aunque bajo apariencias radicalmente diferentes, en ambas en la imagen de un pasado Imaginario, una realizacién del t versiones de Ia joussanee. Dado que la jonissonc, como escape significado que suturard In identidad cetrando ese hueco, la} fantasmitico a ia alienaci6n que es inttinseca al significado, se ‘gqueeridad deshace las identidades a través de las que nos expe- | aloja en un objeto dado del que depende Ia identidad, lega a rimentamos como sujetos, insistiendo en Io Real de un goce } producir la identidad como mortificacién, poniendo en acto que ya ha sido clausurado de antemano pot la realidad social! { esa misma limitaci6n del significado de la que se supone que y por el futusismo en que esta se basa. nos iba a ayudar a escapaz, Peto dado que tasga el tejido de Por tanto, la gueeridad nunca consiste en un set 0 en un la realidad Simbélica tal y como la conocemos, deshaciendo la llegar a ser, sino mas bien en encarnar el resto de ese Real que solidez de todo objeto, incluyendo el objeto como el que el es interno al otden Simbélico. Un nombre para ese. resto sujeto se toma necesariamente a si mismo, la jouissance evoca la pulsién de muerte que insiste siempre como ese vacio en el sujeto —y del sujeto—, mis alld de la fantasfa de su auto- “i Neologismo del antor, cereano pero diferente de figiraién : realizacién, més alld del principio del placer. [48] | [49] No al futuro La figura del Nifio aparece ligada a la primera de estas pul- siones de muerte, poniendo en acto una logica de la reped- cin que Gia la identidad por medio de In identificacién con tl faturo del orden social. La figura de lo queer aparece ligada a Ja segunda, encarnando ese encuentro traumitico del orden con su propio inevitable fracaso, su encuentro con Ia ilusién del futuro como sutura para certar Ia hetida constitutive de la sujecién del sujeto al significante, que, paradéjicamente, lo sepata de si mismo y lo divide dentso de si mismo, En el pre- facio de Homagrapbesis escribi que el significante «gay», enten- dido «como una figura de la textualidad, de la retoxicidad, de fo sexual designa el hueco o la incoherencia que dominaria todo discurso sobre la “sexualidad” o “Ia identidad sexual”».” ‘Ahora amplio esta propuesta, y sugiero que lag sexualidades queer, que son inseparables de Ia emergencia del sujeto en lo /Simbdlico, 1nascan el lugar de ese hueco donde In Simbélico (ce enfrenta a lo que sudiscurso es incapaz de saber, es decis, | que es también cl lugar de una janissance de Ia que nunca puede escapat. Como figura de lo que no puede atticular ni econocet totalmente, lo queer puede proveet al Simbélico de una espe tie de garantia necesatia, que aparenta dar un nombre a ¢30 aque, en tanto que Real, permanece innombrable. Pero el repo- do a esta identidad figural, al mostrar una fe liberal en la uni- Sersalidad abstsacta del sujeto (aunque asi se logre una mejor ampliacidn de derechos 2 quienes atin se les niegan), debe, de .” Los Gueers deben responder a la violenta fuerza de estas constantes provocaciones no solo insistiendo en su igualdad de derechos f las presrogativas de todo otden social, no solo reconociendo gu capacidad para promover la coherencia y Ia integridad de [54] E| futuro es cosa de nifios este orden, sino también diciendo explicitamente eso que Law y el Papa y el conjunto del orden Simbélico escuchan siempre en todas y cada una de las manifestaciones 0 expresiones de la sexualidad queer: hay que joder al orden social y al Nifio en cuyo nombre nos aterrorizan colectivamente; hay que joder a Annie; hay que joder al nifio pordiosero de Los Miserables; hay que joder al nifio inocente y pobre de Internet; hay que joder a Law con L mayscula y con | mindscula (Law y la ley); hay que joder a toda la red de telaciones Simbdlicas y el futuro que le sirve de sostén. Nos gustatia cteet que con paciencia, con trabajo, con contribuciones generosas de grupos de presién o la generosa participacién de grupos activistas o con generosas dosis de J manejo legal y de sofisticacién electoral, el faturo nos tendria \ resetvado un lugar en la mesa politica que no nos costaria los lugares que adoptamos en la cama o en el bar 0 en los bafios. Pero no hay queers en ese futuro, como tampoco puede haber futuro pata los queers, pues ya han sido elegidos para ser los portadores de esas malas noticias, que no hay ningén futuro fen absoluto; como sefiala el himno de Annie a la esperanza Yel «Mafianan, al fururo «sienpre/le falta un dia/pata llegam. Como los amantes de la urna griega de Keats, siempre «cerca de la meta» de una unin que en realidad nunca conseguiran, estamos subyugados por un futuro continuamente diferido en el tiempo, obligados a perseguir el suefio de ese dia donde el hoy y el mafiana se encontrarin, Ese futuro no es mas que cosa de nifios, renacidos cada dia pata eliminat la turmba que aire de par en par desde dentro una letra sin vida, atrayéndonos hacia su interior, para atraparnos en esa sutil tclaraiia de reali dad. Aquellos que han sido queerizades por el orden social que proyecta su pulsion de muerte sobre cllos estin sin duda en tuna buena posicién para reconocer la fantasia escructurante [55] No al futuro que asi los define. Pero timbign estiin bien posicionados para reconocer la irreductbilidad de esa fantasia y el coste de infe- rirla como contingente a la I6gica de la oxpanizacién social como tal, Acceder a esta identificacién figural con la ruina de Ia identidad (que es como decir con la desarticulacién de la forma social y simbélica) puede muy bien describirse como «politicamente autodestructivay, en palabras de John Brenk- man Pero la politica (como elaboracién social de la reali- dad) y el yo (como meta prdtesis que mantiene el futuro para el Nifio figural) son aquello que la gueeridad, de nuevo como figura, destruye necesatiamente, necesariamente en la medida en que este «yo» es el agente del futurismo reproductivo y esta «politicay es el medio de su promulgacién como el orden de la realidad social. Peto tal y como sugiere Lacan en su comen- tatio de Antigona en el Seminario VII, quizé la autodestruc- cién politica es inherente al tinico acto que cuenta como tal: la resistencia a quedar esclavizado al futuro en nombre de tener una vida. Si el destino de los queers es figurar el destino que corta el hilo de Ja futuridad, si In jauissance, el goce corrosive que es inttinseco a la (no) identidad queer, aniquila la jouissauce fetichista que trabsja para consolidar la identidad, permitiendo que la realidad se coagule alrededor de su reproduccién tivual, entonces el tinico estatus de oposicidn al que nuestra queeridad puede conducit dependeri de que nos tomemos en serio el lugar de la pulsién de muerte que se nos emplaza a figura, y de que insistamos, en oposicién a ese culto al Nifio y al orden politico que instaura, en que nosotros, como dice claramente Guy Hocquenghem, «no somos el significante de lo que podria llegar a ser una nueva forma de “organizacin social”, no perseguimos una nueva politica, una sociedad mejor, un mafiana més brillante, ya que todas esas fantasias reproducen, [56] E] futuro es cosa de nifios por medio de un desplazamiento, el pasado en la forma del fatuto». En su lugar, —— no cleat Nifio como imagen em ideatifcacidn-proyeetiva-con-wa-fuiuro que es siempte impo. sible La qerdad que proponeznos, en palabras de Hocquenghen, , 5, Dieha fantasia de identidadessubstancalizads y oposcionales cacti se aniano del imaginaro, inconfundible con el sistema completamente ‘Mlesoncial de relaciones signifcantes del orden SimbOlico, 4 “Theodor Adomno, Nigatie Disc, tans. EB. Ashton, New Yorks Core Anco pig 325. Flay tuaduecin al exspatol: Diakctcs Nein, AKAL 2005, Madrid 5. Por ejemplo, seibe en el seminaio B/ Rent dt! Patoan: wo ave la 5 sana, eaando surge, dane de cescluvo puede sex de ver en cand feliz, y verse casos desastroso. No s© ve pOr qué la verdad fendi qe set ACPI Talrcns pg {12 sign del 11 demarzo de 1970) E/ Seminario Ha XVI, EI peer del prioandtis, Paid, 1992, Bascelona. 6, eo digo sempre la verdad no sods, porque de dedsafods, no somos CAPT. eee toda es matecialmente imposible: fltan las palabrs, Presisarieats por este imposbl, la verdad sspizn To zeal» Jacques 364 Privo, Radi- Jon > Teles, Anagram, coleccion Argumentos, ‘Barcelona, cuasta edicién, 1996, pig, 83. 7, Jacques Lacan, El Seminario de Jacgnes ‘Livan, Libro 7, La Esta del Psicoanélisis: 1 a, tent eaablecido por Jacques-Alsin Miler, Ediciones Pid ead ae eee S Rabinovich Buenos Aires, 11 ediién, 2008, gy 35 Gesién del 25 de noviembre de 1959). 8, En cate contexto, otra cta de Ia Dialeca Naotna de Adomo pod 25 “ail: Be ee chen nepadvainvoca lt autorzelexin del penserient, la impliacion [58] El futuro es cosa de nifios tangible es que siel pensamiento es cierto —sies cierto h e es cierto hoy, en todo caso—debs er ats pemrseno conta «mbm Sielpensento no = medidn aa bs ered ae ead al concept de ented est en Ja naturaleza del {compaiiamiento musical con el que la $S gustabe shogar lor gritos de aus mas», op. cit, pag 365, a eet 9, Jacques Lacan, Ei Seminario de Jacques Lacan, Libro 2, EI Yo en lo Teor ‘adivecién de Irene Agoff, Editorial Paidés, Buenos Aires, 62 reimpresin, 1995, pig, 481, sesién del 29 de junio de 1955. = 10. Swzsinne Barnard, «The tongues of Angels: Feminine S Fo eee ri tpi ctacnsn emcrinn 9 ocr ot) ch ‘Raading Seminar XX: Lacan's Major Work on Lore, Koowhely, and Feminine Seca fame Sie "XK fa obra mor de Lacan sobre el anor, ef saber.y ta “sola fomenina), editado por Suzanne Batnaed y Bru “Univer fica or Swe Baashy Bes Fak Aba See Une of 11, Ver, por empl, Plippe Ants, Cnn of Clilbed A Sol Eanily Lie, traducido pot Robert Baldick, Nueva York: Vintage Books ee Len a oe arc een Sag 308 bd Nero Harper nd Ro 177 ames ‘Kincsid, Child Losing: The Era Chil ad Vietrian et New Yorke Routledge, 1992: y Erte lec: The Care of Chil Nok. ting, (Dusham, N.C: Duke University Press, 1998, aanane 42. PD. James, Hijar de os boobres, Ediciones B, Barcelona, 2006. 13, Walter Wangerin Je, «© Brave New World, That Has No Y Giant hw Nee Wek Ta a Rv 28 mace ds 19.6 2 14, Algunos gritarin: «\Narcisismol. «Después de todo, quién ma is dispuesto al sacrfic sans conpeaetaens beat ns dis puesto al sacrifcio que un padre? Ja ijaciOn de Me pulsiéa que Uletermina six jouissance, Ab explicar la ccentralidad del sinthome para el acceso del sujeto al Simbélico, Dominiek Hoens y Ed pemth observan que «el sujeto es capaz de encontra’ $ jugar PivtT orden Simbélico por medio de un elemento ajeno # Sot Lo que aqui Freud llama «autodestruccién» nombta la des- composicién de la organizacién del yo, su descomposicién en tanto que organizacion, mediante el zegteso a su continuidad con el Ello, a través del colapso del «narcisismo secundarion sobre su condicién «primarim, Asi, la primera patadoja del narcisismo es: ama la Otredad demasiado, més alld de toda 226, més allé de todo placer, incluso hasta la muerte. A esto le sigue una segunda paradoja: el narcisismo, inferido como la investiduta libidinal en el yo formalizado que él catectiza, por medio del cual el yo iatenta gatantizar su propia conservacién, viene a designat, sin embargo, una economia que niega la vidn, una auto-confinacién como la de Scrooge, marcada por usia © repulsa fatal alas energias de las que la supervivencia social depende.* gPodria ser este el lugar para recordar que la invo- exci mis emprana que hace Freud de a investidrs nari sista tiene lugar en el contexto de la teorizaci6 i de la sewualidad guy maseulina>® ee Por supuesto no necesitabamos a Freud para establecer esta conexién, El Exttanjeto Ateniense de Platén ya sugeria todo esto en las Layer cuando, « pesar de su creencia manifiesta de que «de algin modo, cada uno esta inclinado por naturalezaa eso que se parece més a él mismo» (el énfasis es mio), insiste en que ddas relaciones de hombre con hombre, o de mujer con mujet, son. cvutrarias a la naturalezan (el énfasis es mio). Son conttatias ala naturaleza a pesar del hecho de que dichas practicas, des- defiadas a causa de lo que él percibe como su auto-indulgencia [89] No al futuro Gefinitoria, ponen en acto lo que los Atenienses caractetiza- ban como las «naturalezas sin ley» de los hombres (el énfasis és mio) Con esta paradoja, similar a aquellas que configuran nuestro acceso al narcisismo, el Extranjeto interpreta como no natural la sumisién al desorden sin ley de Ia naturaleza de uno; jgualmente importante es que lo hace afirmando que el deseo del mismo sexo se abre incluctablemente hacia Ja amenaza de In muerte social al «destruir las semillas del crecimiento humano» (§838). Aqui, la naturaleza es menos el fundamento para arbitrar los valotes sexuales que el efecto retérico de un esfuerzo pot apropiarse lo «naturaby para los fines del Estado.”” Ella es producida al servicio de una ideologia de Estado que opera instalando un prejuicio a favor de los pro-cteativistas, como la forma a través de la cual los sujetos deseantes asumen tuna posicién en el futuro que, al final, siempre le pertenece al Lstuda y no a ellos. Asi, el Extranjern Ateniense insiste no solo en la importancia central de «las leyes que dominarian el alma de cada hombre y lo aterrorizarian hasta la obediencia» (6830), patalizando de miedo al sujeto igual que los espiritas Ge Dickens atersorizaron a Scrooge; sino que también insiste cen las pricticas previstas para inculcar valores sociales y cul- tutales (incluyendo la abyeccidn del deseo por el mismo sexo y cualquier cosa que sea vista como narcisista), que al Extran- jero le gustaria ver «astigadas pot la costumbre y hechas ley pot la prescripcién no esctita» (§841)." EI narcisismo asociado fon el deseo homosexual se convierte asi, para Platén igual. que pata Freud, en la base para la supervivencia social, al ser cercenado de él mismo, sometiéndose a una trans-valotaci6n 0 cambio de valor de primario a secundatio, es decir, de negador de la vida a vital, en la medida en que es capaz de disociarsé, al menos nominalmente, de él mismo (cambiando su nombre de ‘natcisismo por el de chetezosexualidady, «altruismon, «concien- [90] Sinthomosexualidad cia civib 0, el mis apreciado de todos, al camo de los padzes), Tal vez entonces, en un momento cultutal que no oftece tre. gua del tropismo ideolégico que vuelve nuestros ojos hacia la Juz de un fututo suspendido delante nuestro como el reloj de ua hipnotit.” podnmos preguniazos edo y con ue fin negatividad primitiva, ala que Scrooge debe enunciar por el bien del Pequefio Tim y por el de la fe redentora en el fututismo, rage bajo una forma alteraa, ln de a ene no reconocida Qué mejor manera de abordat tal cuesté de ti lectura de. Cienlo de Invirin, que recat # os tang que vuelve al acontecimiento sucedido una semana despues de la Navidad, y repitiendo, aunque esta vez en forma seeclan, la condensacién de la futuridad en el Nido? Se trata de un texto gue pone en marcha la litealizacion del bebé fgurado del Afio Nuevo, quien hace que un hombre solieatiee sn 7 quino y misintopo, un solteto vinculado apropiadarnente con aquellos que he desctito como sinthomosexuales, vwelra la espalda a su mentalidad setrasada y a la esterilidad ‘le se retrospeccién (culera), volviéndolo, més bien, hacia la pess. pectiva de un fururo en el que su narcisismo pueda encontrar su adecuada seguridad.*;Quién podria manifestar mis atina, damente el declinar mortal de las fuerzas vitales, economia cerrida de la mirada hacia atrés, sino fuera cl Silas Matner de George Bliot, cuyo nombe restena con el suspizo (ay) de o sii, @Be)hindsgh, en a original en inglés 7 , en el original en inglés, neclogismo del autor que, bs pal (del eine bind (lo, ee con dig mat onan con a strividdcorpoal yen np saat Pesci), iS (uspra) y la onomatopeya aa (y), en el osigial en ngs, reuenan on Ia pronunciacidn del nombre Silas (6 con es Silas (A--LAS, en su translitecién fonética [91] No al futuro doliente vuelto hacia el pasado mientras lame las heridas de su dolor infinito, o que se duele infinitamente para obtener asi la saz6n de lamer sus heridas. Peto, mientras la madeja natrativa de Eliot se desenreda, el tejedor de Raveloe debe, al igual que Scrooge, set purgado de lo que la novela des- cribe como cla repulsion que [él] siempre habia suscitado en sus vecinos» como resultado de «su queeridad genesalizadap.‘' Con ese fin, lé autora despliega su trama para enttetejerlo en él texto social, haciéndolo renunciat a su adoracién por el oto a cambio de los tizos dorados del nifio que se encuen- ten en su estufa precisamente en la vispera del Aflo Nuevo, como la garantia no solo de s futuro, sino también del de ella y el nuestro. No es que Bliot describa a este nifio dorado como el bece- to de oxo: ese rol es asignado, por supuesto, al alijo de mone- das atesoradas que tiene Marner, el cual, antes de que desa- pareciera, habia umantenida sus pensamientos en un circulo Que se repetia incesantemente, sin llevarle a nada mas alld de a (pag. 125). El nifio que él descubre en la vispera del Aiio Nuevo y al que llama Hephzibah, Eppie de catifio, le permite escapat a su Sjacién, tanto en las monedas acumuladas que manipulatia obsesivamente, contando y tocando insistente- mente, como en aquellas con las que solo sofiaba «como si hubieran sido nifios no nacidos» (pig, 21). Dichos «nifios no nacidos» bien podian setlo porque el rechazo del compromiso normativo con lo social, que le lleva a concederle sus afectos a tales nifios figurativos, usurpa por si solo el imperativo repro- ductivo que requiere su literalizacién™ de esa figura, no vaya —_——_____—__—_—- We Litraligaion en ol original en inglés. Se refiere a poner en acolo literal de lx Figura, diferenciindolo de hacer litesal : (92] Sinthomosexwalidad a ser que futuzos nifios permanezcan «ao nacidos». Al igual que Scrooge, cuya realizacién de la pulsién de muerte abo- litia el futuro bajo la forma del Pequefio Tim, Marner, en su desdén por las intezconexiones entramadas en el tejido social, representa una amenaza no solo para su propio bienestar, sino también para el del orden social; una amenaza a nuestra fe en Ja consistencia de este y, en consecuencia, a su superviven- ia, la cual nada garantiza tan enteramente como la imagen del Nifio inocente: «En los viejos tiempos habia dngeles que venian y se llevaban de la mano a los hombres y los uisban lejos de la ciudad de la destruccién. Ahora no vemos 4 cles de blancas alas. Pero atin los hombres son guiados Tejos de he destruccién amenazante: una mano se poss en la de ellos, que gentilmente los gufa adelante hacia una tietta apacible y pio. metedora, pata que no mien hacia ates; y esa mano puede ser la de un nifio pequefion (pag. 131). Si Marner, a través de la intervencién presnntamente compasiva de Eliot y Eppie juntos, se convierte, a su manera décil y modesta, en un pilar del orden social en Ingar del contraejemplo implicito citado en el texto, es decix, como un pilar de sal, es solo porque la amenaza de esa sal, con la que Eliot custe™, lo cura. Después de todo, durante la vispera del Afio Nuevo, en el ragients en que Marner abe por primera vez la puerta de su cabaiia, lo hhace para mixar al pasado, no al futuro, asido todavia rede a ln esperanza de que regrese su dinero, que a mitar hacia delante. Pero Eliot da un golpe natrativo que le permite mostraclo como si hubieta sido fulminado por el destino biblico que se infligié a aquellos que se pusieron de culo, contraviniendo la 1 Wi ith Elo bro been vial en inglés. Expres idioma futile sien on nl ue ci atin i en eer 193] No al futuro, orden del éngel, para mizar hacia Sodoma, llamada aqui, con un genitivo apropiadamente ambiguo, «ls ciudad de la destruc- cin. El nattador nos informa de que «él fue atrestado» con la mano todavia en el seguto de Ia puerta abierta aunque, pot supuesto, no por ua agente anti-vicio de Raveloe, sino por uno que hace el rol de policia Jeno, es decis, por la autoridad bene- volente de la autora, que le teprocha el natcisismo regresivo de sus modales solitatios y le guia «hacia una tierta apacible y prometedora», lo que equivale a decir hacia el futuro. Cerca del final, cuando de pronto ella hace que le «arresten... con la varita invisible de la catalepsiay, Eliot nos dice que él esté parado «como una imagen esculpida, con los ojos abiertos pero ciegos» (pig, 100). Em este estado de animacion suspen: dida, emblema apropiado de la deliberada suspension dela ani- macién por parte del sinthamosexual, 2 Marner, que es ahora le imagen de esas imigenes sin vida tallacas sobre las monedas que valoté como a la vida, se le concede otra oportunidad ‘por la vida, es decir, una perspectiva de renacimiento, bajo la forma del Nifto, que atraviesa su puerta abierta gatcando inve- rosimilmente con toda la artimnafia salvifica que corresponde a un deus ex méchina pequefigjo. Pero la maquinatia narrativa que atrae a esta deidad hacia la puerta de] tejedor esd acoplada para efectuar la liberacién de él del «circulo que se repetia por siempre, la compulsion a repetit que Ia novela de Eliot identifica explicitamente como maquinatia, Habiéndole vuclto la espalda a la humanidad, el tejedor, a través de afios de soledad, se ha convertido ea una extensién de su telar que, «anientras iba urdiendo en él sin cesar, lo habfa entramado a su vez a él mismo, y habia confirmado mas y més el ansia mondtona por su respuesta monétonay (pag. 42). Ese telar est claramente definido en el [94] Sinthomosexualidad texto como una maquina para producir mismidad™, lo que le permite secvir como una figura pata la insistencia epetitiva del sinthome,o incluso pata su encatnacién en la sinthamosexua- lidad: «se pasaba el dia sentado en el telar, con sus ofdos reple- tos de esa monotonia, sus ojos bajos sobre el lento progresar de la mismidad en la red pardusca, sus misculos moviéadose ea una repeticién tan igual que su pausa parecia obligarle a retener la tespiracion» (pag. 21). La novela que leva el nombre de Silas Marner puede replegarse ante el tejedor que pone en acto algo verdaderamente inhumano, algo sin sentido y meci- nico que zeemplaza la voluntad y la agencia por Ia sujecién a esta pulsién.® La novela puede replegarse o dar la espalda a este regteso hacia una mismidad que, como Sodoma, parece que al final hace que no valgamos nada més que nuestta sal. Pero este «replegarse» no puede evitar la huella del «ul que |e informa, al igual que Ia novela no puede evitar sepetir las repeticiones del tejedor en el telat. Después de todo, es precisamente a través de la maguinatia de su tama como el texto de Eliot rama su semejanza ton eca maquinatia, Entonces, tal y como Silas Marner, acusado de robo en Lantern Yard, le dice con justicia a su otrora amigo Williaa Dane: «Has tejido una trama para sembrar el pecado a mi puerta» (Pig, 14), de igual modo, él podria acusar 2 George Eliot de una urdimbre similar, un entramado que siembra a su puerta el pecado de entrampar y estrangular el dento acrecentamiento de la mis. midad en la red pardusca» que él teje sobre si mismo «cual araiian sci. Samenes en cl original en inglés. Se tradujo como misnidad é 5m aca difereaciars, en tanto jgualdad de o misao, de a igualdad idea. Ames constieass orfas spa anal i ia. Armbas constitutiaa cxtegoriss xvii. Culen francés en el original: juego de homofoni ral Coles ants enc origi: nego de homofoia con a palabra mide a [95] No al futuro, (pig. 16), pero que también siembra a su puerta lteralmente, al Niiio del que se espera que lo lbere de su-madeja natcisista. A pesar de que Bliot rastrea el epecado» de Marner hasta la Topica Inecinicay, porlo tanto, inhurnana, que él ejemplifica al ditigit an qnonétonamente sus energias al telar, ella misma apenas puede escapar a su mécula, habiendo «tejido una trama» que depende de tana maquinasia narrativa igualmente implacable, Podsiamos pre- guntarnos: qué es la famosa red de selaciones hnamanas de Eliot Sino una especie de miquina tipo Rube Goldberg, en Ia que tar del mis pequefo hilo por aqui reverbera con consecuentcias ines- pezadas pata alguien por allf? misma. Hay versin en espatol, Dislgr, Editosial Gredos, 190, Madd, [113] No al futuro, 37. Para un argumento similar, aunque producido para fines diferentes y con tuna serie de valores también diferente, ver Randall Clark, «ls Sodomy Unnatural? (And Whats Wrong with That?) Platos’s Response to john Finnis and Martha Nussbaum, publicado por Claremont Institute, hitp://adnetsolfp2.adnetsol com/ssl_cliremont/publications/xpsa98/apsa98_clark.chm 38. Jowett, The Diaegues of Plato pigs. 737, 738. 39, La hipnética fantasia de la furusidad, al.atamos a nuestra realidad social colectiva, nos une, por supuesto, con el poder hipndtico que estamos hechos para confirmar en los bebés. Consideren, por ejemplo, esta alusién a la doxa de que los bebés ejercen una fuerza galvanic: al deseribr el atractivo conti- nnuo de las fuentes de ponche en las fiestas yen las celebraciones, Amanda Messer cescribe: tLa gente se acerca a las fuentes de ponche y las rodea, como lo hace con un recién nacido». «Dip into the Pasbs, The New York Tinas, 15 de dictembre de 1999, DI. 40, Pats una discusiin sobre el término exetrospeccion (cura) f(be)hindsights cen cl original, ver mi Homgraphesis pags. 179-183. 41, George Eliot, Sis Maruer: The Weaver of Rarebe, Harmondsworth, England, Penguin, 1996, pags. 77 y 83. Las referencias que siguen son citadas entre parén- 42, Al mismo tiempo que Marner es sometido a su rigidez cataléptica, Molly, la madre de Eppie, sucumbe a una muerte descrita de manera similar: «E] sopor ‘completo llegé al rm» (ibd, 108). Su adiccién al opio manifesta una compulsion, ala repeticién equivalente 2 la que es puesta en acto por la uniéa de Marner con su méquina. 143, Que la tarca mondtona y repetitiva tenga una insistencia casi masturbatoria ‘Biostleanocacin delastlonosexualda con una ens no seprodictia, 44, Slavoj Zitele, Tarrying withthe Negative: Kant, Hegel, and the Ceitigne of Tdevloy, Dashes, N.Cz Duke University Press, 193, pig 37 45, Jaques Lacan, Seminars 20, Alin, pig, 65 (sesién del 13 de febtero de 1973). 46, Sigmund Freud, elntroduceién al naccisismon, Obras Completa, tomo 21, trad, de José L, Etchevesry, Amomrortu Editores, Argentina, pig, 87. [114] Sinthomosexualidad 47, Jacques Lacan, Seminario 20, Abin, pig, 146 (sesiin del 22 de octubre de 1973). 48, Jacques Lacan nos recuerda que, aunque el deseo puede funcionar metonf- micamente, lo desconocemos al reconocerlo como metifora, como la represe tacién de lo que lleva dentzo la esencia de la verdad que llenari nuestra falta. Asi, como veremos en el capitulo 3, la exposicién del deseo como ra metonimia tiene el efecto de parecer descomponedlo, 49, Jean Baudsilard, cLa solucién finab, en La iin ste, Siglo x01, Madeid, 2002, pig 8. Todas las citas subsiguientes de este volumen aparecen entee paces. resi, 50. Dentro de su complicado sngumento, que juega a ls ligera con los mines crticos que intuoduce, Baudrillard niega explicitamente esta afirmaciéa, plan- teando que, en su locuze, aa huxmanidad pone fin a la seleccién natural, un pro- ceto que implica, de acuerdo con las leyes de In evolucisn, la muerte de toda especie dada ~incluyendo a a sym. Pero luego contin exctibiendo: «Al ponerle fin ala selecci6a aatural, ls humanidad contraviene a la ley simbélica y, al hacerlo, se arriesga efectivamente a su propia desaparicién» (ibid, 18). Pero, en los té rminos de su argumento, eno significa esto que el win I soleccidn naturals debe tener lugar dentro del armazéu de la selecci6n natural? Por lo tanto, el riesgo de «su propia desapasicin», el riesgo que Baudeillard denuncia en los expetimentos biotecnologicos a los que alude, comporta cl mandato de la evolucin que adopt sin problemas da muerte de toda especie dada». Esta es la muerte que Bavdrllacd no esti dispuesto a aceptar, aunque la wevoluciény, la Sgura de la natuealeza que su argumento naturaliza, silo haga 51. Jacques Descida, «La Différancen, en Métgines de la Fibafia, wad. Carmen Gonzalez Marin, Ediciones Citedra, Segunda dicién, Espaia, 1994, pig. 22, 52. Jean Baudrillard, wa muerte de lo reals en La ilasén stal, pig, 69. Las refe- rencias subsiguientes son citadas entre paréntesis. 53, Jacques Lacan, Seminario 11, Las Cuatro Conpts Fundaneutalis del Pscandis, Editorial Paidés Tética, Barcelona, 1987, pig. 238 (sesién del 10 de junio de 1964). Las referencias subsiguientes son citadas entre parént 54, Baudsilad sparenta negar esto expliciuamente:¢La vida no “signifies” nada, ai siquicra la vida human; si es apreciada, no es como un valor, sino coma una forma, una forma que excede todo valor individual y colectivon (cla solucion [115] No al futuro finals, pag. 32). Pero su insistencia subsiguiente en que el «Crimen Perfectov es imposible porque el lenguaje mismo debe ser siempre wlo que mejor impide la texterminacién global del significado» establece claramente su propia iavestidusn tn la preservacién de ese significado. £1 continéa con esta insistencin en Ia super- vivencia de significado con la frase entonces el juego no ka concuidon, un claso eco de la frase con Ia que, en In conclusién de «La soluciéa finaly, jgualmente imagina ls supervivencia de la especie: «pero este juego aim no ha conclude, Podemos contar con la fier resistencia de ls exiaturns mortales que somos, una resistencia que surge de ln profundidad de la eepecie, siendo su exigeneia vit su rechazo de toda solucibn finab (pig, 30). La exigencia vital que resiste la des- truceién de la especie, por un lado, la disuasién del lenguaje ala exterminaci6n global del significado, por el otro, ocupa asi lugares andlogos en el argumento de Saudeilacd. El podsi alogar que wa “vide” no significa nad; ai siquiera Ia vida hhumanm, pero la vida humana y el significado pmeban sex homdlogos para él 55, Como Lacan esctibe en «La instancia de Is letra en el inconscienten: las pre~ tensiones del espfritu sin embargo permanecerion irreducible sis letra no nos Iubiese dado prucbas de que produce todos sus efectos de verdad en el hombre, sin que el espirta intecvega en ello lo mis minimo, Jacques Lacan, ea instan- Gia de Ia letra en el inconsciente 0 la razén desde Freudr, en Exitos, Tomo 1, ‘Siglo x01 Editores, décima edicién, México, 1984, pig 489. 56, Jacques Lacan, dl seminario sobre La carta rabadov,ex Exits, Toro 1, Siglo XXI Editores, décima edicién, México, 1984, pig, 33. 57. Vex por ejemplo, ls informacion proporcionada por ly Anti-Defamation Lea- jgve (Liga Anti-Difamacién). Sitio web: ad.ong/hate_symbols/numbers_l4words hl [116] 3, LA COMPULSION DE LA COMPASION La compasin hay que tratarla con tacto! dado que toca lo tocante al coraz6n, apatece como poniéadonos en contacto con algo mas que con nosotros mismos, y ese proceso nos expone a que nos vean como «sensibles al tacto». No es que algén grupo anti-compasién esté arméndose contra la emo- cién, montando una campafia de terapia de aversién ditigida a sacat un qjay’» del «AYon eléctrico de In compasién. Lo que hace a la compasién tan delicada es, més bien, Ia ansencia de dicho grupo, es decit, el hecho de que ser duto de corazon frente al llamado de la compasién se interpreta como una testaruda razda que quiere desmentir la compasi6n fala para dejar paso a la verdadera. Del mismo modo que la compasi6n confunde nuestras emociones con las del otto, emparentin- dola con su métbido anverso, es decir, la paranoia, asimismo Ino permite ningin espacio social que no sea el suyo propio, Ini ningiin, terreno donde sostenerse fuera de su alcance, qu ltodo lo abarca. Desde la falta de piedad hasta la schadenfreude’, i, Pirrafo leno de juegos de palabras con ‘onch: tocar, tacto, delicado, sensible, alaiie, etc. Schadenfende ex el original en inglés. Es un término de Ta Teagua alemana que NX (rt Tecatceue aegia ond ios, thf anton d clots cot Bead niente ola infec de tr, regodears en ela ena [117] No al futuro, sus anténimos proliferan, pero gquién habitaria el paisaje esté- ril que sugiere? ¢Qué futuro podria uno construir sobre sus pendientes implacables cuando las telaciones comunales, las identidades colectivas y el émbito mismo de lo social pare- cen todos depender de la Idgica de la compasién, aunque esa lopica, a sa vez, como sefiala Kant, puede depender de la abstraccién formal del tierno toce de la compasién, hasta que se convierte en un puto de hierro que atenaza con el deber. Ese puiio puede entonces metetse dentro del guante atercio- pelado de la compasién, pero solo para asestar mejor un duro golpe que, incluso cuando nos para en seco, siempre nos pata en nombre del «amor». Si en este caso la compasién toma el nombre del amor en vano, es vano pensar la compasién por fuera del registro del amor. Pot ejemplo, uno podtia citar a San Agustin, quien observa en De Docirina Christiana que, de los siete pasos hacia Ja sabidurfa (éI a lama el «consejo de Ia compasién), el quinto paso supone dedicarse «al amor al pr6jimo», junto con una depuracidn del alma. Sin embatgo, yo prefiero citar a Ronald Reagan, que eta también un tradicionalista de la compasién, introduciendo un texto que trata sobre la compasi6n y su poli- tica —el Faturismo al que Silas Marner y Sctooge por fin son convertidos— para abordar la figura que mejor encarna su negacién. El presidente Reagan declaré en su discurso inau- gural: (Deberemos reflexionar sobre la compasién, que es sin duda una parte del carécter de ustedes»; y preguntaba retbti- Fil Elcapfrulo juega muchas veces con fal, usando la wcefda» del Monte Rushmoze Ue la pelicula de Flitckeock Coa a mrt en hs talone, como metifora de la caida (Giatoma en grego también remite a caids, es do que exe junton, segin Lacan; Ge OUV- Tizctw). El autor también usa con doble sentido la palabra bang estar colgando, pender, etc. [118] La compulsién de Ia compasin camente: «@Cémo podemos amat a nuestro pais y no amar a nuestros compatriotas; y al amarlos, no extenderles la mano cuando caen?».? Permitanme congelat la imagen de esa figusa de Ja compusién —su rasgo definitorio: su toque inconfun- dlible— para centrarme en la mano extendida evocada por el Presidente, quien, de acuerdo con numerosos intelectuales y politicos republicanos, metecetia set afiadido a los cuatzo ya homenajeados en el Monte Rushmore, Ahora, con esa imagen bien clara en la mente, vayamos al propio Monte Rushmote (ver foro 5), donde esta figura del discutso sera literalizada y cuyo reclamo emocional —al que Reagan supuso que cia impensable una resistencia— tecibité una respuesta inespe- ada de alguien que rechaz6 la compulsidn de la compasion como si se hubieta tomado en setio, y por adelantado, la doc- trina por la que otra Reagan se hizo famosa: «Simplemente dino». Por supuesto, me refiexo a Leonard (interpretado por Mar tin Landau), el sédico (y conocedot de la moda, lo cual es reveladot) agente de los enemigos de Norteamérica durante la guerra firia en Con /a muerte en los talones (1959), de Alfred Hitchcock. Entregado «secretation y fiel brazo derecho de su superior Phillip Vandamm (interpretado por James Mason), Leonard —con obvio places— prepara los divetsos actos de violencia que requieren los planes de su jefe. Al igual que el avién fumigador despiadado y persistente que aterrotiza a Roger Thornhill (interpretado por Cary Grant) en la secuencia mis famosa de la pelicula, Leonard —indiferente a la listima y sordo a los reclamos de fraternidad humana— matetializa iv Se refiere a su mujer, Nancy Reagan, que invents ese campatia contra las drogas, es oo [119]

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