Michael Bloomberg y la conexión

Nueva York-México
EMEEQUIS | 25 de noviembre de 2013

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#1
EL enemigo #1 de la COca-Cola

El enemigo

de la Coca-Cola
Es multimillonario, propietario de la firma de
información financiera más influyente del mundo, boy
scout de excepción y ha gobernado la ciudad de Nueva
York durante 12 años. Es Michael Bloomberg, dueño de
una fortuna calculada en 30 mil millones de dólares, y un
jurado enemigo de las grasas, el tabaco, la sal y los
refrescos, en especial de la Coca-Cola.

Por Mónica cruz / mcruz@m-x.com.mx • @MonicaCruzR

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 Derrotado en Nueva York en su intento de limitar el tamaño de los
vasos de refresco que se venden a los ciudadanos y de aplicar una tasa
de 18 por ciento a las bebidas azucaradas, el alcalde, considerado el
filántropo #1 de la salud pública en el planeta, no dudó en aplaudir a
Enrique Peña Nieto por su iniciativa de combatir la obesidad a través
del aumento de un peso al impuesto a los refrescos.
No sólo eso: donó millones de dólares de su bolsillo a instituciones
públicas y organizaciones civiles mexicanas que impulsan ésta y otras
medidas similares. Sus detractores no salen del asombro: “Pretende
exportar sus malas ideas. Nos preguntamos hasta dónde llegará”.

N
i atleta, ni cerebrito, ni siquiera el bufón
de la clase. Michael Bloomberg se per-
día entre el montón de estudiantes de la
primaria pública del pequeño pueblo de
Medford, Massachusetts, a unas horas
de Boston. Pero en la sección local de los boy scouts to-
dos conocían su nombre.
Las medallas al mérito eran su obsesión. Por eso me-
morizó por completo las reglas del código de los explo-
radores. Si le pedían ayudar a 10 ancianos a bajar de
un autobús, él auxiliaba a 20; si le encargaban vender
coronas navideñas de puerta en puerta, recorría su ve-
cindario hasta vaciar todas las cajas.
Los scouts sobresalientes obtienen el emblema Ea-
gle, el máximo rango de la organización, al cumplir los
18 años, pero él lo recibió a los 12.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces, pero
Bloomberg poco ha cambiado.
Contra todo pronóstico, el dueño y fundador de la
empresa de información financiera más exitosa del
mundo, la que lleva su apellido, entregó las llaves de su
reino en 2001 para convertirse en alcalde de Nueva
York. La razón que dio a su familia y a sus socios fue
simple: estaba aburrido. “Era hora de enfrentarse a un
nuevo reto”, dijo a la periodista Joyce Purnick, autora
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yorquinos que simplemente no pueden vivir sin su do-
sis diaria de líquido dulce y burbujeante. “La obesidad
mata. Intento salvar vidas”, dijo Bloomberg a la prensa
en marzo de 2013. “Esto no es un chiste”.
Nadie sabe con certeza por qué este acaudalado al-
calde –su fortuna se calcula en 30 mil millones de dó-
lares– mantiene esta tensa batalla contra las refresque-
ras, especialmente contra la Coca-Cola. Pero a estas
alturas del juego, los altos ejecutivos de la Coca saben
que a pesar de que pertenece al club de los más ricos del
mundo, el del “uno por ciento”, Bloomberg no es uno
de ellos.
Hace una década le declaró la guerra a las tabacaleras
y ganó. Hoy en día es casi imposible encontrar un lugar
en Nueva York donde se permita fumar. Otras ciudades
siguen sus pasos.
Michael Bloomberg terminará su último periodo
como alcalde en poco más de un mes. Pero la Coca-
Cola y sus competidoras aún lo tienen en la mira. El
magnate de Nueva York tiene una nueva misión. Lleva-
rá sus políticas antiobesidad al resto del mundo, comen-
zando con el país más obeso y adicto al refresco: Méxi-
co.
La razón era muy clara: en México “la incidencia de
muertes relacionadas con la obesidad es muy alta y los

del libro Bloomberg: money, power, politics.
Durante los últimos 12 años, el décimo hombre más
rico de Estados Unidos gobernó la ciudad más cosmo-
polita del planeta. Y como podía esperarse de todo vie-
jo lobo de Wall Street, sus decisiones nunca fueron
sutiles, mucho menos inocuas. Por eso, cuando sus
asesores en la alcaldía le informaron que los neoyor-
quinos estaban más gordos que nunca, no se conformó
con abrir un par de clínicas para el tratamiento. Decidió
someterlos a una dieta libre de sal, grasas “trans” y
refrescos tamaño jumbo.
La restricción recibió feroces ataques de la poderosa
industria refresquera y el rechazo de residentes neo-
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aspectos en los que se puede intervenir son obvios”,
considera Meghan Womack, vocera de Bloomberg Phi-
lantropies.
Además, dice, México es el principal consumidor per
cápita de refrescos en el mundo y sabemos que el re-
fresco está ligado a la diabetes y la obesidad. Desde hace
tiempo varias organizaciones civiles y académicas tie-
nen una idea muy clara de lo que hay que hacer.
“Esos grupos marcarán el camino para el resto del
mundo”, augura Womack.
Y esa es una razòn de peso para embarcarse en el
combate de las organizaciones mexicanas en contra de
los refrescos.

***
L
a foto no muestra su rostro. Se encuentra sen-
tado en una silla de ruedas. Tiene los jeans en-
rollados hasta las rodillas, dejando a la vista sus
piernas, o lo que queda de ellas. La diabetes le arre-
bató ambos pies. La leyenda a un costado de la foto
dice: “¿Cuánto contribuyó la publicidad de refres-
cos?”.
El anuncio, libre de sutilezas, forma parte una cam-
paña para alertar a los mexicanos de los peligros de
consumir refresco. Veintidós organizaciones, entre
ellas El Poder del Consumidor, Green Peace y Oxfam
México, conforman la Alianza por la Salud Alimentaria,
una de las principales impulsoras de la campaña para
aumentar los impuestos al refresco, de la regulación de
su publicidad y su venta en escuelas.
Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumi-
dor, explica que después de más de seis años trabajando
en campañas antiobesidad, su organización se encontra-
ba en una crisis financiera. “Logramos iniciar una discu-
sión sobre salud pública, pero nuestros recursos eran muy
limitados”.
En 2011, Calvillo y su equipo iniciaron una búsqueda
de apoyo económico para continuar sus esfuerzos. Sabían
que no encontrarían muchas organizaciones en México
dispuestas a invertir en la causa. “Los consejos directivos
de las principales organizaciones o fundaciones de salud
son representantes de las grandes empresas de alimentos
o de bebidas. Por supuesto, nunca nos iban a dar ni un
peso”.
Fue en ese año y durante esa misión que escuchó ha-
blar del alcalde de Nueva York. “Sabía de las guerras de
Bloomberg con las refresqueras. Nosotros también he-
mos enfrentado a los grandes monstruos trasnacionales.
Sabía que su fundación nos entendería”.
Bloomberg aprobó la donación de millones de dólares
para ésta y otras campañas. Y se convirtieron en aliados.
***
B
loomberg Philathropies, fundada en 2004, mane-
ja los proyectos de su patrocinador. No es coinci-
dencia que sus proyectos más importantes estén
relacionados con el combate al tabaco, la obesidad y la
seguridad vial.
El Poder del Consumidor no fue la primera organiza-
ción mexicana en obtener su apoyo. En 2008, Bloomberg
Philanthropies creó una iniciativa con la Secretaría de
Salud federal para ampliar el uso de alcoholímetros en el
DF, Guadalajara, Monterrey y Guanajuato.
La fundación también realizó cabildeo para reducir el
nivel de alcohol en la sangre permitido para automovi-
listas en Guadalajara. “El tequila y las calles no son bue-
na combinación”, dijo Bloomberg en una entrevista.
El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en co-
laboración con la fundación Bloomberg, realizó un estu-
dio sobre la economía del tabaco y los impuestos al ciga-
rro en México. Actualmente, trabaja en una investigación
EL enemigo #1 de la COca-Cola
“Sabía de las guerras de Michael
Bloomberg con las refresqueras. Nosotros
también hemos enfrentado a los grandes
monstruos trasnacionales. Sabía que su
fundación nos entendería”
sobre obesidad y consumo de refresco, también con
apoyo de Bloomberg Philanthropies.
Simón Barquera, director del instituto, explica a emee-
quis que la fundación lanzó una convocatoria para finan-
ciar un proyecto de investigación sobre políticas de salud
públicas. “Es un orgullo que hayan elegido el nuestro”,
agrega. “Bloomberg fundó la Escuela de Salud Pública
de la Universidad John Hopkins, la mejor del mundo en
su clase. Diría que es el filántropo número uno de salud
pública en el mundo. Todos los científicos que trabajamos
en salud lo sabemos. Son las refresqueras las que tratan
de mostrarlo como un hombre raro, ven sus acciones con
suspicacia”.
El médico aclara que ni el problema de obesidad en
México ni las iniciativas para combatirla son recientes.
“No es que ahorita se nos haya ocurrido trabajar en esto;
el instituto ha estado muy preocupado por recabar infor-
mación desde 2007. Hasta ahora lo conocen los medios
porque ha comenzado a impactar”.
Barquera explica que durante una cumbre sobre nutri-
ción realizada en 2007, en la que participaron médicos
mexicanos y estadunidenses, se hizo evidente el proble-
ma de obesidad en mexicanos que viven en ambos lados
de la frontera. “Se concluyó que el problema no se podía
resolver solamente con educación”, comenta el director
del INSP, un instituto público dependiente de la Secreta-
ría de Salud. “Si les dices a los niños ‘come frutas y ver-
duras’, pero salen al recreo y las tiendas de la escuela
están inundadas de comida chatarra y refrescos, es un
mensaje esquizofrénico. Debemos cambiar el entorno
también”.
Otro porcentaje de los recursos de Bloomberg desti-
nados a México sirvieron para contratar los servicios de
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la consultora Polithink, que brindó asesoría política a
Alianza para la Salud Alimentaria sobre cómo impulsar
en el Congreso el impuesto al refresco.
“México ya ocupa el primer lugar en obesidad a nivel
mundial y en consumo de refrescos”, comenta Alonso
Arango, director de Polithink. “No resulta extraño que
Bloomberg quiera actuar aquí. Razones sobran”.
***
B
loomberg subió a una limusina por primera vez a
los 21 años, en el funeral de su padre. Su siguien-
te viaje, un par de años después, resultó más pla-
53
 centero: asientos de piel, champaña, vidrios eléctricos
enmarcando el opulento paisaje de Manhattan, su nuevo
hogar.
El breve trayecto que hizo equivaldría a un viaje de dos
dólares a bordo de un taxi amarillo. Aun así, uno de sus
colegas de Salomon Brothers agradeció al chofer con un
billete de 50 dólares. Gracias a esa generosa propina Mi-
chael Bloomberg entendió que habitaba en ese mundo
donde el dinero lo es todo y nada a la vez.
Llegar a Wall Street nunca formó parte de su lista de
metas en la adolescencia. De hecho, todas las decisiones
que había tomado desde los 18 años se le habían ocurri-
do a alguien más.
Su jefe en la empresa de electrónicos donde trabaja-
ba medio tiempo después de asistir a la escuela, le re-
comendó solicitar admisión en la Universidad John
Hopkins. Al poco tiempo recibió su carta de aceptación.
En la universidad, sus compañeros planeaban estudiar
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un posgrado en Harvard. Los imitó. En Harvard, un
amigo le aconsejó buscar trabajo en Solomon Brothers,
en ese entonces la firma de inversiones más importan-
te de Nueva York. Lo hizo aunque nunca había escucha-
do hablar de la compañía.
A los 31 años, Solomon Brothers lo nombró socio
general. Ahí descubrió su vocación: vender acciones.
“Sentía mucha emoción cuando cerraba un trato frente
a mis jefes”, escribió en su biografía Bloomberg by Bloom-
berg. “Nunca me felicitaban, pero ellos y yo sabíamos
que era una estrella en potencia”.
Junto con sus colegas ideó un sistema para vender
muchas acciones o “bloques de acciones” a sus clientes
54
en una sola transacción, algo común en el actual juego
de la bolsa. “Era algo nuevo, lucrativo y divertido”, re-
cuerda. “Estoy orgulloso de ser uno de los primeros en
desarrollarlo”.
Fanático de la tecnología, Bloomberg también propu-
so a sus jefes crear y vender un sistema masivo y compu-
tarizado de datos financieros. Los altos mandos en Salo-
mon Brothers consideraron que esa idea era costosa e
innecesaria. Nunca se imaginaron que ese descabellado
proyecto revolucionaría el mercado bursátil.
No sólo rechazaron la propuesta, sino que despidieron
a su inventor años más tarde cuando la firma estaba a
punto de ser absorbida. Salomon Brothers lo echó a la
calle, pero con una envidiable indemnización de 10 mi-
llones de dólares, dinero que invertiría en una nueva
compañía basada en su idea de crear software de infor-
mación financiera.
Así que fundó Innovative Market Systems en 1981 y
cinco años después la rebautizó como Bloomberg LP. A
la llegada del nuevo milenio, prácticamente todas las
empresas financieras utilizaban sus terminales de in-
formación y análisis de la bolsa de valores. Su agencia
de noticias se convirtió en el manual operativo de los
mercados mundiales.
Su riqueza en ese entonces había alcanzado los 4 mil
millones de dólares. Hacer dinero ya no era suficiente.
Necesitaba otra medalla. “Había estado a cargo de mi
empresa por 20 años; era tiempo de avanzar hacia otra
dirección”, dijo a la periodista Joyce Purnick. Bloomberg
desvió su mirada de Wall Street y la enfocó en Center
Street, frente al ayuntamiento de Nueva York.
 EL enemigo #1 de la COca-Cola

Como típico estadunidense de pueblo chico, Bloom-

berg fantaseaba con la política, la posibilidad de con-
trolar el mundo y posiblemente cambiarlo. Para el mi-
llonario, la alcaldía de la Gran Manzana sería la
iniciación ideal a ese territorio aún desconocido. “El
alcalde de Nueva York no es un jefe de Estado, pero esta
ciudad es tan grande que la gente sabe quién eres”, co-
mentó en otra entrevista con Purnick. “La prensa te
sigue y los gobernantes de alrededor del mundo te re-
La evolución del
ciben”.
Sin meditarlo mucho tiempo, Bloomberg comenzaría
tamaño de la
a armar su campaña para las elecciones de 2001.
Coca-Cola
***
A
simple vista, pocos detectarían en Bloomberg
madera de político. No gozaba del carisma de
Obama, no tenía la familia influyente de Bush,
ni siquiera la estatura de Al Gore.
1804 a 1902. Botellas
Su apariencia y falta de experiencia no serían los únicos Hutchinson de ocho onzas 1960. McDonald’s comienza a
factores en su contra. ¿Quién votaría por un millonario (235 ml). La Coca-Cola se vender vasos de 16 onzas (470
que desconocía las carencias de muchos neoyorquinos o servía primordialmente en ml).
por un demócrata que se había convertido en republica- vasos de seis onzas (190 ml)
en fuentes de sodas. 1974. McDonald’s comienza a
no sólo para obtener una candidatura exprés?
vender vasos de 21 onzas (650
Las probabilidades de éxito en las elecciones escasea- 1900 a 1916. Botella marca ml).
ban. Pero eso cambió unos meses después, cuando dos propia color ámbar y
aviones comerciales se estrellaron en las torres del World transparente de seis y media 1978. Coca-Cola introduce en
Trade Center de Nueva York. Después del 11 de septiem- onzas (192 ml). el mercado la primera botella
de PET de dos litros. Se
bre, la ciudad sufría una parálisis total. Los medios con- 1916 a la fecha. Botella convierte en una de las
centraron todos sus recursos en la cobertura de los ata- distintiva con curvas y presentaciones más
ques y sus consecuencias, ignorando casi por completo contorno. Aunque la altura y populares por su tamaño y su
las elecciones locales. grueso cambiaron con los material resellable, ligero y
años, el contenido aún es de reciclable. 
Eso significó un golpe devastador para el candidato
seis y media onzas (192 ml).
favorito, el demócrata Mark J. Green, que dependía de 1980. Las tiendas Seven
los medios para difundir su campaña. Bloomberg no tuvo 1934. La Pepsi comienza a Eleven venden los primeros
ese problema. A diferencia de Green, pudo gastar sin vender la primera vasos Big Gulp de 32 onzas
dificultad 74 millones de dólares para promoverse. presentación de 12 onzas (300 (950 ml).
ml) de refresco a 10 centavos
Además gozaba de otra ventaja: el apoyo del alcalde de dólar, el mismo precio que 1986. Seven Eleven vende los
en turno, el también republicano Rudy Giuliani. Los ni- tiene la Coca-Cola de seis primeros Super Big Gulp de 44
veles de aprobación de Giuliani alcanzaron los niveles onzas.  onzas (1.3 litros).
más altos en sus ocho años de gobierno por su eficaz ma-
1950. Coca-Cola se asocia con 1988. McDonald’s vende sus
nejo de la crisis posterior al 11 de septiembre.
McDonald’s. En los primeros combo Super Size,
“También se benefició de su imagen inofensiva”, es- restaurantes se ofrecen vasos que incluyen bebidas de 32
cribe Purnick en su libro. “El candidato chaparro, de de siete onzas (207 ml). onzas (950 ml). En 2004,
rostro serio, parecía más bien el típico tío judío”. después de la proyección del
La inusual combinación de factores colocó a Bloom- 1955. Coca-Cola comienza a documental Super Size Me, la
vender sus primeras botellas empresa retira el producto. 
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berg a la cabeza en el conteo final de votos. Ganó la elec- de 10 y 12 onzas (300 y 350
ción con un margen de 2.4 por ciento. Nadie sabía qué ml), a las que llamaba King 1993. Coca-Cola comienza a
esperar del centésimo octavo alcalde de Nueva York, Size, así como la de 26 onzas vender botellas PET de 600
hasta que en 2002 demostró que el “tío judío” no le ha- (770 ml), promocionada como mil. 
Family Size. La compañía
ría honor a su apariencia.
aseguraba que una la Family 2009. Coca-Cola crea la
Siza podía satisfacer a una

***
mini-lata de 7.5 onzas (221 ml). 
familia de tres. 
2011. Kentucky Fried Chicken

P
ocos saben que Thomas Frieden, entonces comi- 1955. Surge la primera lata de comienza a vender su Mega
12 onzas (350 ml) que se Jug, contenedor para refresco
sionado de Salud de Nueva York, ahora director vende al ejército para ser de 64 onzas (1.8 litros). 
del Centro de Prevención de Enfermedades del enviada a campamentos y
gobierno de Barack Obama, fue quien convenció a bases militares en el
Bloomberg de que prohibiera fumar en bares y restau- extranjero
55
 Bloomberg
El alcalde de Nueva
York, un cruzado
contra el tabaco
y el azúcar.
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rantes de la ciudad unos meses después de que éste to-
mara posesión como alcalde.
–¿Esto salvará vidas? –preguntó Bloomberg al epide-
miólogo.
–Sí, muchas.
–Bien, adelante.
–Pero no será fácil, la industria nos...
Bloomberg lo interrumpió.
–Tom, la primera regla en los negocios es la siguiente:
una vez que logras una venta, cierra la boca y sal de ahí.
No me expliques los problemas.
La medida entró en vigor en marzo de 2003. Nadie
podría prender un cigarro en los 20 mil restaurantes y
bares de Nueva York (ahora más de 51 mil). El Consejo
de Salud determinó que la medida era necesaria para
reducir los problemas de salud de los empleados de la
industria de bares y restaurantes relacionados con el
humo de cigarro en los establecimientos. Según datos de
la American Cancer Society, las personas que laboran en
lugares donde se permite fumar tienen 50 por ciento más
probabilidades de desarrollar cáncer pulmonar.
El argumento no convenció a los fumadores, los nego-
cios y la industria tabacalera, quienes comenzaron una
furiosa batalla contra Bloomberg y su política. “Una pro-
hibición más en esta ciudad”, protestó un peatón en Ti-
mes Square, durante una entrevista con CNN.
Un barman de Manhattan aseguró a la cadena de no-
ticias unos días después de la aprobación de la medida:
“Esperen al viernes. Los fumadores a los que se les pro-
híbe prender cigarros son peores que los borrachos”.
Bloomberg defendió la medida. “Es cuestión de de-
cencia y sentido común”, dijo en un discurso en julio de
2003; “la necesidad de respirar aire puro es más impor-
tante que el derecho a contaminarlo”.
Ocho años más tarde Bloomberg extendería la prohi-
bición a espacios públicos, parques y centros comerciales.
Después de la de California, la ley antitabaco de Nueva
York sería la más restrictiva del país. Para 2012, prácti-
camente todas las grandes ciudades de EU, a excepción
de Miami y Las Vegas, tendrían medidas similares a las
impuestas por Bloomberg en Nueva York.
Si se toman las cifras contenidas en un estudio del De-
partamento de Salud de Nueva York, la estrategia ha sido
benéfica: el número de adultos fumadores se redujo 6.5
por ciento entre 2002 y 2011, y 8.5 por ciento en meno-
res de 18 años. El estudio concluye que la medida ha
prevenido 10 mil muertes prematuras en el periodo.
“Fumamos menos, vivimos más y ya nadie añora el
regreso de los restaurantes y bares llenos de humo”, ase-
guró Bloomberg durante la celebración del décimo ani-
versario de su ley antitabaco, en marzo de este 2013.
El alcalde millonario había obligado a Nueva York a
reducir sus dosis de nicotina, ahora la pondría a dieta.
***
P
ara 2006, la nación más poderosa del mundo era
también la más obesa. Ni el cigarro, ni el crimen,
ni el terrorismo habían matado a tanta gente como
EL enemigo #1 de la COca-Cola
la dieta de la chatarra, más de 300 mil personas al año,
según el Departamento de Salud de Estados Unidos.
Dos años habían transcurrido desde el revelador do-
cumental Super-Size Me, en el que el cineasta Morgan
Spurlock se somete a una dieta de productos McDonald’s
por un mes, la cual aumentó su nivel de colesterol de
promedio a riesgoso, su masa corporal en 13 por ciento
y elevó la acumulación de lípidos en su hígado, lo que
pudo haberlo dañado permanentemente.
Las controversias por sus agresivas reformas educati-
vas y de salud no fueron suficientes para sacarlo del ayun-
tamiento. Bloomberg gobernaba Nueva York por segun-
da ocasión, luego de ganar las elecciones de 2005 con
un margen de 20 por ciento sobre su rival.
En su primer cuatrienio obligó a los habitantes de Nue-
va York a abandonar el consumo público del cigarro. En
el segundo le tocaba el turno a la comida chatarra.
Bloomberg y su equipo propusieron una ley que obli-
garía a los restaurantes con más de 15 establecimientos
a enlistar el contenido calórico de los platillos de su menú.
La Asociación de Restaurantes del Estado de Nueva York,
cuyos miembros incluyen a McDonald’s y Dunkin’ Do-
nuts, demandaron al gobierno de la ciudad, con el argu-
mento de que la ley era redundante y anticonstitucional.
“Esta medida no es para prevenir la violación de una ley”,
aseguró Chuck Hunt, vocero de la asociación, a The New
York Times. “Es sólo un intento del gobierno para contro-
lar los negocios”.
Después de año y medio de litigios, un juez federal
falló en favor de Bloomberg, pues consideró que la me-
dida no obligaba a los restaurantes a difundir un mensa-
je gubernamental, sino sólo a brindar información útil a
sus clientes. “No hay garantía de que esta regulación
ayudará a reducir la obesidad”, escribió en su conclusión,
“pero es razonable esperar que algunas personas utiliza-
rán esta información para elegir opciones más saluda-
bles”.
Los efectos de la ley en la salud de los neoyorquinos
aún es un misterio. Según un estudio de la Universidad
de Columbia, la información presentada a los consumi-
dores es ambigua. Por ejemplo, en un restaurante que
vende pollo frito, un combo (pollo, papas y refresco) pue-
de contener entre 500 y 2 mil 080 calorías, dependiendo
de la elección de alimentos. El total específico del combo
elegido por el consumidor nunca es revelado.
***
EMEEQUIS | 25 de noviembre de 2013
E
l año pasado, Bloomberg propuso su medida más
polémica para combatir la obesidad en Nueva
York: prohibir en restaurantes las bebidas azuca-
radas de más de 400 mililitros, incluyendo jugos empa-
cados, bebidas energéticas y refrescos.
“Los estudios indican que comerás una gran propor-
ción de toda la comida y bebida que se coloque frente a
ti”, aseguró Bloomberg en una entrevista con CBS. “Si
tienes que hacer un esfuerzo consciente para ordenar y
beber más refresco, es menos probable que lo hagas”.
En septiembre de ese año, el Consejo de Salud de la
57

Las otras batallas
de Bloomberg
Las políticas de salud pública de Bloom-
berg, como su batalla contra el tabaco, le
han provocado dolores de cabeza a más de
una mega compañía. Estas son algunas de
sus guerras.
1) Grasas “trans”: Para prolongar
la vida de los aceites en sus alimen-
tos, algunos restaurantes y empre-
sas agregan hidrógeno a las grasas.
Este proceso también elimina pro-
piedades nutrimentales de los acei-
tes y aumenta las posibilidades de
contraer enfermedades cardiovas-
culares si se consume en grandes
cantidades.
En 2006, Bloomberg le declaró
la guerra a estos ácidos grasos. Su
gobierno aprobó una ley para obli-
gar a los restaurantes a deshacerse
de todas sus grasas “trans” para
2008. Según un reporte del diario
The Washington Post, sólo 2 por
ciento de los restaurantes en la
ciudad continuaban usando este
tipo de grasas en sus alimentos
en 2009. Aún no hay datos que
muestren los efectos de la ley en
la salud de los neoyorquinos.
2) Sal: El gobierno de la ciudad
de Nueva York lanzó en 2009 una
iniciativa para reducir en promedio
100 miligramos de sal por cada 100
gramos en 62 categorías de alimen-
tos, incluyendo quesos, embutidos,
panes, enlatados y 25 tipos de comi-
das servidas en restaurantes como
hamburguesas, pizza, tacos y pollo
frito.
Las empresas que firmaron el
acuerdo deberán cumplir el objetivo
para 2014. La cadena de sandwiches
Subway y Hostess, el equivalente de
Marinela en EU, se unieron a la inicia-
tiva.
Refrescos: Antes de su propuesta
para desaparecer los refrescos jum-
bo, el alcalde de Nueva York lanzó un
par de golpes a la industria de bebi-
das azucaradas.
En 2010, intentó restringir la
compra de refrescos con vales de
despensa entregados por el gobier-
no a personas de bajos recursos.
Las quejas no sólo surgieron de las
refresqueras sino de organizacio-
nes civiles.
La Coalición de Nueva York con-
tra el Hambre, uno de los principales
opositores de la ley, la calificó de dis-
criminatoria. “Partía de la suposición
de que la gente pobre es ignorante
o deficiente”, dijo el presidente de la
organización al The New York Times.
La propuesta fracasó.
Ese mismo año, Bloomberg apo-
yó una iniciativa de legisladores del
estado de Nueva York para aumen-
tar 18 por ciento los impuestos al
precio del refresco. Fue rechazada
por mayoría en el Congreso local.

ciudad aprobó la ley. La restricción sólo aplicaría a res-
taurantes y establecimientos regulados por la ciudad, por
lo que las tiendas como Seven-Eleven podrían continuar
sus ventas de refrescos jumbo, conocidos como Big Gulps.
Uno de los miembros del consejo y profesor de medi-
cina en Columbia, Deepthiman K. Gorda, dijo al The New
York Times: “Así como nos hemos acostumbrado a beber
refrescos de 400 mililitros, también nos hemos acostum-
brado a la incidencia de obesidad en nuestra sociedad.
En realidad vivimos una crisis y debemos actuar para
resolverla”.
Bloomberg y los miembros del consejo enfrentaron a
una tremenda oposición de los negocios locales, las re-
fresqueras e incluso de algunos de los concejales de la
ciudad. “Alcalde, si realmente cree en esta prohibición,
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“Todo sabe mejor con Coca”. A unos cientos de metros,
dos mujeres disfrazadas de latas de refresco posaban para
la prensa. “Un pequeño sorbo para el hombre, un gran
trago para la humanidad”, decía el mensaje que llevaban
en su atuendo cilíndrico.
Según una encuesta realizada por The New York Times,
sólo 36 por ciento apoyaba la iniciativa de prohibir los
refrescos grandes en restaurantes. El diario notó que la
mayoría de los opositores provenían de las zonas más
pobres de la ciudad.
“Es prácticamente una violación a nuestros derechos
civiles”, dijo al mismo periódico una residente del barrio
de Queens. “La gente hace muchas otras cosas menos
saludables, creo que es una exageración”.
–Mucha gente se opone a esta medida –comentó el

póngala en nuestras manos”, dijo el representante Daniel
Halloran durante una protesta. “Haremos audiencias con
gente real y votaremos sobre el asunto”.
La industria refresquera organizó la coalición “Neo-
yorquinos por el derecho a elegir nuestras bebidas”. Re-
partió miles de panfletos por la ciudad alertando a los
residentes y destacando que la medida coartaba sus li-
bertades como consumidores. La coalición organizó una
protesta en marzo de 2012, a la que llamó Million Gulp
March, la Marcha del Millón de Tragos.
Cientos de neoyorquinos caminaron sobre el asfalto
ardiente de Manhattan. Un negro gigante cubrió su torso
tatuado con una camiseta en cuya parte frontal se leía:
58
presentador Matt Lauer a Bloomberg en su programa
Today Show.
–A veces le toma tiempo a la gente entender –respondió
el alcalde.
–¿Por qué prohibir estas bebidas y no sólo explicar que
son malas para la salud?
–No estamos prohibiendo nada; si quieres beber más
de 400 mililitros de refresco, lo único que deberás hacer
es pedir dos vasos. No queremos arrebatarte tus liberta-
des, el tamaño de las bebidas no es algo por lo que los
Padres Fundadores (de Estados Unidos) hayan peleado.
Es sólo un recordatorio de que beber refresco en exceso
es malo para ti.

***
L
a clásica botella de Coca-Cola contiene 192 mi-
lilitros de refresco, al parecer muy poco para el
consumidor estadunidense promedio en 2013.
En ese país existen presentaciones individuales de has-
ta 1.89 litros. El más famoso se llama Double Gulp, un
contenedor a la venta en tiendas Seven-Eleven que los
clientes pueden llenar con su refresco preferido.
–¿Qué tan dañino es tomar tanto refresco? –se pre-
gunta al Comisionado de Salud de Nueva York, Thomas
Farley.
–Una bebida azucarada de más 400 mililitros contie-
ne alrededor de 200 calorías. Si tú agregas eso a tu die-
ta diaria durante un año, podrías subir hasta nueve kilos.
No hay peligro en beber mucho refresco de vez en cuan-
do. El problema es que la gente lo toma todos los días.
Una bebida de más 400 mililitros es, definitivamente,
un tamaño peligroso.
El epidemiólogo de la Universidad de Tulane en Nue-
va Orleans es el cerebro médico detrás de las políticas
en salud pública del gobierno de Bloomberg. Farley
asegura en entrevista con emeequis que el proble-
ma de obesidad en Nueva York debe tratarse igual
que un brote epidémico:
“Estimamos que la mala alimentación mata a 5
mil neoyorquinos cada año. Si una enfermedad in-
fecciosa acabara con tantas vidas en un año, la gen-
te exigiría al gobierno hacer algo al respecto porque
nuestra responsabilidad es proteger a la ciudadanía.
Éste no es un virus, pero sí una enfermedad crónica
que mata gente cada año”.
Los estudios realizados por su oficina indican que
más de la mitad de los neoyorquinos sufre de obesi-
dad, cada vez beben más refresco y el tamaño de las
bebidas ha crecido 475 por ciento desde 1955. Para
el médico, estos tres fenómenos no son coincidencia.
“La evidencia entre el consumo de bebidas azu-
caradas y la obesidad es cada vez más fuerte”, comenta
Farley. “Por eso debemos tomar en consideración qué
tanto se consume. No queremos detener las ventas de
refresco, sólo queremos disminuir estas presentaciones
que son tóxicas”, comenta el comisionado de Salud.
En su opinión, los niveles de obesidad no decaerán
sin educación, pero no ha sido fácil ganar la atención
del público ante el poderoso marketing de las compañías
de bebidas.
“Los refrescos se promocionan con mucho dinero y
mucho ingenio”, comenta Farley. “Hacemos campañas
de educación en Nueva York pero nuestros esfuerzos
son achicados por todo lo que las compañías invierten,
no sólo en publicidad, sino en todas sus técnicas de ven-
ta. Sin embargo, existe evidencia de que el consumo
disminuye gradualmente tanto en la ciudad como a
nivel nacional, aunque los números aún son demasiado
altos”.
–¿Por qué cree que la gente se rehúsa a dejar de beber
tanto refresco?
EL enemigo #1 de la COca-Cola
–Es una peligrosa combinación de biología y econo-
mía. Del lado humano, siempre queremos consumir
más calorías, nos cuesta trabajo rechazarlas, es parte de
nuestro instinto. Del lado económico, entre más grande
la bebida más cara la venderás. Es la estrategia del super-
sizing. Las empresas saben que las personas siempre
querrán consumir más.
Por esta razón, la industria refresquera no cedería tan
fácilmente. La batalla de los refrescos en Nueva York
llegó hasta el Tribunal Supremo de Nueva York, donde
el juez Milton Tingling falló en favor de los opositores.
Determinó que la ley era arbitraria y caprichosa.
Para Farley la decisión del juez no tiene fundamen-
to. “No importa el tamaño de bebida que proponga-
mos, alguien la considera arbitraria”, lamenta. “Lo que
la propuesta establece es razonable. Un comercial de
Coca-Cola de 1944 anunciaba una presentación de
400 mililitros y destacaba que era suficiente para sa-
tisfacer a una familia de tres. Ahora se vende para una
persona. Entre más grande el refresco, más grandes
los riesgos”.
Bloomberg apeló la decisión inmediatamente. El juez
aún no ha dado su veredicto final.
“Les molestó mucho que Michael
Bloomberg nos apoyara. Tienen el
monopolio de los recursos y ahora ven
que las organizaciones civiles podemos
contestar sus desplegados y sus campañas”
***
E
n menos de 140 caracteres, Bloomberg, un asiduo
tuitero, agradeció a Enrique Peña Nieto a través
de la red social “por actuar contra la epidemia de
la obesidad y apoyar el impuesto a las bebidas azucara-
das”.
EMEEQUIS | 25 de noviembre de 2013
Y envió un segundo tuit: “Aplaudo a Enrique Peña Nie-
to y al gobierno de México por proteger la salud pública”.
Las refresqueras y sus socios no tardaron en llamarle
“El Impuesto Bloomberg” en desplegados y espectacu-
lares. “Bloomberg tiene derecho a estar loco, pero no
tiene derecho a imponernos su locura”, declaró Cuauhté-
moc Rivera, presidente de la Asociación Nacional de
Pequeños Comerciantes, al International Business Time.
“Al no tener argumentos, las empresas trataron de
desacreditar el impuesto al refresco”, comenta Alejandro
Calvillo. “Decían que lo que un gringo no pudo hacer allá
lo viene a hacer en México. Les molestó mucho que
Bloomberg nos apoyara. Tienen el monopolio de los re-
59
 cursos y ahora ven que las organizaciones civiles pode-
mos contestar sus desplegados y sus campañas. Nunca
lo haremos en la magnitud en que lo hacen ellos, pero no
pueden aceptar que también tengamos recursos”.
El director de El Poder del Consumidor asegura que
todos los proyectos e iniciativas han surgido de su orga-
nización y de la Alianza por la Salud, y que no fueron
impuestos por Bloomberg Philanthropies. “En ningún
momento se nos ha dicho qué hacer. Les presentamos
un proyecto y ellos decidieron respaldarlo”.
Calvillo dice que nunca ha visto a Bloomberg y que
sólo ha tratado con los especialistas de la fundación, pero
que al conocer las políticas de salud del ex alcalde y sus
resultados supo que había elegido la organización co-
rrecta. “Los números en Nueva York son impresionantes:
aumentó tres años la esperanza de vida. En un viaje allá
me encontré un folleto de la alcaldía que enlistaba las
causas de mortalidad en la ciudad y, al lado, las acciones
EMEEQUIS | 25 de noviembre de 2013
que se habían tomado para reducirlas. Me encantaría
ver algo así en el DF o en México algún día”.
***
L
a madrugada del 29 de octubre de 2013, el Sena-
do de la República aprobó una miscelánea fiscal
que incluye el aumento de un peso al precio de los
refrescos.
“Este es un primer paso que ha tenido eco alrededor
del mundo. Representa un modelo a seguir para los en-
cargados de tomar decisiones”, resalta, sin vacilar, la
vocera de la fundación Bloomberg.
60
De hecho, para el equipo del alcalde de Nueva York
el aumento al impuesto a los refrescos en México es la
base a partir de la cual se pueden lanzar otras acciones:
por ejemplo, prohibir la publicidad de refrescos y comi-
da chatarra dirigida a menores de edad. O regular la
venta de estos productos en escuelas, o que las etiquetas
de esos productos contengan informaciòn completa
sobre su aporte calórico. La vocera de Bloomberg apues-
ta: “Estas medidas, sin duda, impactarán sobre la obe-
sidad en Mèxico”.
Calvillo coincide en que éste es un primer paso. “Sa-
bemos que las refresqueras pueden desarrollar estrate-
gias comerciales para inhibir el impacto positivo del
impuesto. Tenemos, por eso, la responsabilidad de vigi-
larlas”.
El Poder del Consumidor detectó que Coca-Cola, por
ejemplo, ofrece sus refrescos a un precio menor que sus
botellas de agua embotellada. “El Sidral Mundet de dos
litros y medio lo está vendiendo en 12 pesos, mientras
que una botella de agua Ciel de litro y medio la vende en
10 pesos”, asegura Calvillo. “Están vendiendo más ba-
rato el refresco que el agua. No quieren que tomes más
agua que refresco porque no hay mucha diferencia entre
consumir Ciel o Bonafont (de la competencia), o el agua
del filtro de tu casa, pero si crean el hábito de tomar Sidral
o Coca-Cola, no vas a cambiar. Hay que buscar la mane-
ra de regular el precio del agua”.
Patricia Vazquez, directora de Comunicación Corpo-
rativa de Coca-Cola México, dice que esta estrategia no
existe. “Coca-Cola no tiene ninguna estrategia para fa-
vorecer la venta de uno de sus productos sobre otro por-

que todos forman parte de su portafolio: aguas, refrescos,
té, café, bebidas deportivas, lácteos, productos bajos o
sin calorías. Se satisfacen diferentes ocasiones de consu-
mo y necesidades de hidratación”.
Pero El Poder del Consumidor no está convencido de
eso. En septiembre de 2013, la organización denunció a
la Coca-Cola ante la Comisión Federal para la Protección
contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) por la publicidad de
su refresco de manzana Sidral Mundet, pues engaña a
los consumidores. Sus anuncios en espectaculares y pa-
radas de autobús promocionan el refresco con el lema:
“Lo bien hecho hace bien”, junto con la imagen de un
hombre ajustando el cuello de la camiseta del uniforme
escolar a su hijo.
Según estudios de El Poder del Consumidor, una bo-
tella de 600 ml de Sidral Mundet contiene 60 gramos de
azúcar, lo cual equivale a 12 cucharadas cafeteras de
azúcar y 240 calorías. “Lo están vendiendo como el re-
fresco sano, pero es tan dañino como otros”.
Coca-Cola respondió a la declaración: “No tenemos
notificación alguna por parte de Cofepris sobre esta de-
nuncia”.
***
C
oca-Cola lo acepta: en México y en el mundo la
obesidad aumenta y empeora, pero la empresa
niega que sus productos sean los culpables.
“Los refrescos no son la causa del complejo problema
de la obesidad”, replicó Coca-Cola en un comunicado.
“La gente consume una gran variedad de alimentos y
bebidas, de modo que ningún alimento o bebida en par-
ticular puede considerarse como responsable del sobre-
peso u obesidad”.
El comunicado cita un estudio publicado en The Jour-
nal of Nutrition, realizado en México por Simón Barque-
ra y otros especialistas del INSP. Según la empresa, los
investigadores concluyeron que los refrescos representan
“sólo 6.6 por ciento de la ingesta calórica total provenien-
te de bebidas” en la dieta del mexicano promedio.
Sin embargo, el artículo “Consumo de energía pro-
veniente de bebidas aumenta entre mexicanos adoles-
centes y adultos” (Energy intake from beverages is increa-
sing among Mexican adolescents and adults), en realidad
concluye, como su título indica, que el consumo de be-
bidas de alto contenido calórico, incluidas las azucara-
das carbonatadas, se duplicó en adolescentes y triplicó
en adultos de 1999 a 2006, más que cualquier otro
alimento y que esto representa un reto para las autori-
dades en salud pública. Coca-Cola no incluye esta ob-
servación en su declaración.
Aunque niega que el aumento de peso y enfermeda-
des sea su responsabilidad, dice que está dispuesta a
unirse a la batalla contra la obesidad en México.
Cuando Bloomberg propuso eliminar las bebidas
jumbo en restaurantes de Nueva York, Coca-Cola cali-
ficó la medida de innecesaria. “(Es) una medida mal
encaminada para dar a entender que algunas bebidas
populares son peligrosas para la sociedad”.
EL enemigo #1 de la COca-Cola
***
N
o todos tienen a Michael Bloomberg en tan alta
estima. El Center for Consumer Freedom (CCF),
organización que se autoproclama “defensora de
los intereses de la industria de alimentos, bebidas y ta-
baco”, acuñó el apodo del “alcalde-niñera”.
Durante la guerra por los tamaños de refresco, CCF
insertó desplegados en los principales diarios de Nueva
York con la imagen de un Bloomberg gigante con un ves-
tido azul, caderas amplias, ligeramente agachado, de
brazos abiertos sobre los rascacielos de Manhattan.
“El alcalde Bloomberg está creando la ilusión de que
la gente es incapaz de tomar decisiones”, asegura Justin
Wilson, analista de CCF, a emeequis. “Cree que la úni-
ca razón por la que tomamos refresco es porque las com-
pañías nos manipulan y el gobierno debe protegernos”.
Amante declarado de las papas fritas y con el raro há-
bito de echarle sal a la pizza, Bloomberg no sólo peca de
condescendiente sino de hipócrita ante los ojos de la CCF.
“Si hay algo que no requiere una dosis extra de sal es la
pizza”, exclama Wilson. “También sabemos que regala-
ba refrescos a sus empleados en Bloomberg LP. Es una
actitud que parece decir ‘yo sí puedo, pero ustedes no’”.
–¿Por qué cree que es así?
–El alcalde proviene del mundo de los negocios, en el
que era “El Jefe”. Le decía a todos qué hacer. Los ciuda-
danos no son sus empleados. Se le ha dificultado separar
su experiencia de director ejecutivo y su deber como
funcionario.
Para Wilson, las iniciativas para restringir la venta de
refrescos y el aumento de impuestos no sólo son exage-
radas sino inútiles para el combate a la obesidad.
“Estas políticas tienen que ver más con una crisis eco-
nómica que con una de salud”, asegura. “Es un método
del gobierno para recaudar más dinero. A nadie le gusta
pagar más impuestos, pero si lo vendes como un medio
para una buena causa, como la salud pública, es más pro-
bable que la gente apoye la decisión. Lo que acaba suce-
diendo es que el gobierno invierte ese dinero en proble-
mas de salud más urgentes que la obesidad”.
–¿Cuál es la solución?
–Fomentar el ejercicio es mucho más efectivo que pro-
hibir alimentos. La gente odia hacer dietas, pero muchos
disfrutan la actividad física. Nadie protestaría por la cons-
trucción de un parque en su barrio. El problema es que
EMEEQUIS | 25 de noviembre de 2013
los parques no dejan dinero y aumentar impuestos en
alimentos, sí.
El pasado agosto, la CCF logró su objetivo. Un juez
bloqueó la iniciativa anti vasos jumbo en Nueva York.
Pero antes de celebrar, sus miembros recibieron una
mala noticia: Bloomberg Philanthropies donó 10 millo-
nes de dólares a un proyecto antiobesidad en México, que
entre otras cosas, promovía el aumento de impuestos a
las bebidas azucaradas.
“Más que sorprendido, me siento frustrado”, comenta
Wilson. “Ahora que Bloomberg termina su alcaldía, pre-
tende exportar sus malas ideas al resto del mundo. Nos
preguntamos hasta dónde llegará”.
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