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La anterior Ley de Amparo contenía 17 fracciones casuísticas y una final genérica que se
vincula con otras disposiciones de la ley.
El artículo 61 de la nueva Ley de Amparo tiene 22 fracciones y una final genérica, es decir,
hay más reglas de improcedencia.
Para efectos de exposición, las causas de improcedencia se han clasificado con diversos
criterios.
Improcedencia contra actos que son inatacables por el órgano de quien provienen.
Aquí teníamos los actos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los actos del Congreso
y de las Cámaras de éste tratándose de designación o remoción de funcionarios cuando lo hagan en
ejercicio de facultades soberanas, así como los actos de autoridades electorales; ahora se agregan
las reformas o modificaciones de la Constitución, con lo cual no se acoge al menos expresamente el
criterio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de que era viable impugnar una reforma
constitucional cuando había violaciones al proceso de reforma: se incorporan los actos del Consejo
de la Judicatura Federal, las resoluciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y
de los tribunales colegiados de circuito (fracciones I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII y XV).
Se refiere a la improcedencia del juicio de garantías contra las resoluciones dictadas en los
juicios de amparo o en ejecución de sentencias de amparo. Esta causa de improcedencia no sufre
cambio (fracción IX).
Aquí encontramos la de cesación de efectos, la de desaparición del objeto sobre el cual recae
el acto, la consumación del acto, las cuales subsisten en sus términos (fracciones XVI, XXI y XXII).
Causas de improcedencia que tienen que ver con la seguridad jurídica.
Tratándose de litispendencia (fracción X), la ley establece que opera cuando hay igualdad de
partes e igualdad de acto reclamado aunque las violaciones sean diversas. Sólo que tratándose de
amparo contra leyes que hayan sido reclamadas con motivo de dos actos de aplicación distintas,
dispone que sólo podrá sobreseerse cuando en uno de los juicios se dicte sentencia firme sobre la
constitucionalidad de la ley. Este es un cambio sensible, pues propiamente desaparece esta causal
en este caso de excepción. Es una solución a un problema práctico que numerosas ocasiones
condujo a que se sobreseyeran los dos juicios por motivos diversos.
Tratándose del consentimiento tácito, la regla debe entenderse modificada porque ahora la
promoción del juicio tiene diversos plazos (fracción XIV). El artículo 17 conserva la regla de los 15
días y de 30 para la impugnación de normas generales, pero suprime las reglas que existían para las
personas que no residieran en el lugar del juicio o en el país: establece un plazo de 7 años para la
materia agraria tratándose de actos que puedan afectan los derechos de los núcleos ejidales o
comunales, y de 8 años para reclamar las sentencias penales condenatorias que impongan pena de
prisión.
Sólo conserva la regla de que el juicio puede promoverse en cualquier tiempo para actos
prohibidos por el artículo 22 constitucional, azotes, azotes, destierro, y ahora incluye desaparición
forzada de personas.
Causas de improcedencia por falta interés jurídico y de interés legítimo (fracción XII)
La ley no define qué es el interés legítimo. Al respecto, no hay un claro consenso sobre cuál
es el significado de este concepto.
Una aproximación a dicho concepto la tenemos aprovechando los criterios de los tribunales
emitidos antes de la reforma constitucional en materia de amparo y de la lectura de la reforma al
Código Federal de Procedimientos Civiles en materia de acciones colectivas.
Así, el interés jurídico supone un derecho exclusivo, personal, actual para exigir de otro sujeto
una actividad determinada sólo con el fin de satisfacer una necesidad del sujeto activo. Hasta ahora
el juicio de amparo, de manera general, ha servido para satisfacer estos intereses.
Por su parte, el interés simple supone que es aquél que tiene cualquier habitante de un estado
de que las autoridades se conduzcan conforme a la ley, de que prevalezca un estado de derecho.
Entre estos dos extremos, hay un interés calificado, que ha recibido diversas denominaciones
y que puede tener diversas características.
En general, puede afirmarse que este interés no deriva de una norma que tutela a los
particulares como individuos considerados en lo individual, sino que generalmente está orientada a
satisfacer primero un interés colectivo y en algunas ocasiones, además de ese interés general o
colectivo, los intereses de particulares. Entonces resulta que tienen interés legítimo las personas que
ven vulneradas estas leyes que conceden un beneficio sólo a la sociedad, o a la sociedad y también
a ellos, y que además como resultado de esa violación ven afectada su situación jurídica.
En el caso de que la norma sólo tutele el interés general, la violación a la ley no afecta
directamente su situación jurídica, sino indirectamente y sólo en razón de la posición que guarden
frente al ordenamiento jurídico; en el caso de que la norma tutele a la sociedad y también al
gobernado, la violación a la ley será una violación directa a su esfera jurídica. Un ejemplo de lo
primero es el tema medioambiental; un caso del segundo es un caso de derecho a la vivienda.
Ahora, este interés puede ser individual o colectivo. Individual si sólo el afectado es uno;
colectivo si son varias personas y este último puede ser homogéneo, porque todos tengan el mismo
o heterogéneo.
Para ilustrar este fenómeno resulta útil acudir al Código Federal de Procedimientos Civiles en
el capítulo de acciones colectivas.
Causas de improcedencia que tienen que ver con el principio de definitividad (fracciones
XVIII, XIX y XX).
El juicio de amparo es improcedente contra las resoluciones de tribunales judiciales,
administrativos o del trabajo, respecto de los cuales la ley ordinaria conceda algún recurso o medio
de defensa, dentro del procedimiento, por virtud del cual puedan ser modificadas, revocadas o
nulificadas; o bien, cuando dicho recurso se esté tramitando.
El juicio de amparo también es improcedente contra actos de autoridades distintas de los citados
tribunales que deban ser revisados de oficio o proceda algún recurso que los modifique, revoque o
nulifique, siempre que se suspendan sus efectos de oficio o por la interposición del juicio, recurso o
medio de defensa legal de que se trate, con los mismos alcances que prevé la Ley de Amparo, salvo
que se trate de casos de excepción, por ejemplo, que la ley que regule el acto reclamado exija
mayores requisitos para la suspensión definitiva