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“El reconocimiento como parte fundamental del trabajo en equipo”

Rubén Muñoz - DIC17

Lo primero es abrir una mirada nueva sobre lo que entendemos por reconocimiento: Basta
ya de ver el reconocimiento a los demás como una amenaza. Basta ya de pensar en el
reconocimiento como algo ruin, innecesario incluso como aquello que si te atreves a pedir,
el resto de compañeros se va a sentir agraviado y a distanciarse de ti. Basta ya de esa
manera de pensar en la que todo lo que “debes” hacer lo tienes que hacer sin que se valore
porque simplemente te toca hacerlo, y todo aquello a lo que tienes derecho, debes
renunciar a pedirlo porque “mira como esta el mundo y tú con tanta suerte”. Además,
vivimos con miedo a expresar nuestras necesidades. Basta ya de palabras vacías, o mejor
dicho de vaciar palabras como el reconocimiento. Basta ya de entender el reconocimiento
como una foto, una aplauso, un sobre o un pin y empecemos a entenderlo como una forma
de mirar curiosa y que admira, que surge de la gratitud y de la ganas de aprender cómo ha
sido lo maravilloso que ha hecho tu compañero.

¿Qué otra cosa puede ser más importante a la hora de trabajar en equipo que ver al otro y
ser visto por el otro, conocer al otro y que te conozca, reconocer al otro y que te reconozca?

Entiendo el reconocimiento como una actitud cotidiana que todos deberíamos ejercer y
como algo imprescindible que todo el que desee lo mejor para un grupo debería tener en su
lista honesta de responsabilidades. En mi opinión es uno de los cimientos del trabajo en
equipo, y aquí expongo tres razones que lo argumentan:

En primer lugar, el reconocimiento es fundamental en el trabajo de equipo porque es signo


evidente de que conocemos lo que el otro está haciendo, y saber lo que cada miembro de
un grupo está haciendo no solo nos hace más conocedores de lo que pasa en un grupo sino
que nos abre la puerta al otro y a que hagamos cosas juntos. ¿Cómo puedo hacer cosas
con el otro sin compartir con el otro lo que hago, sin conocer lo que el otro está haciendo?
Es imprescindible conocer el trabajo de nuestros compañeros y dar a conocer el nuestro
porque solo así conozco realmente a mi compañero (persona-trabajador-creador), sólo así
podemos darnos cuenta de nuestras capacidades y potencialidades dentro del grupo y
ponerlas en marcha de manera conjunta. Re-conocer al otro es necesario porque implica
que primero lo hemos de conocer.

En segundo lugar, el reconocimiento dentro de un grupo es fundamental para dinamizar el


trabajo porque nutre tres elementos clave de la felicidad dentro de un grupo: La
autoestima, la motivación y el sentimiento de implicación.

● La autoestima es fundamental para desear trabajar con un grupo y creo que


defenderla es nutritivo para todos. Y no me refiero a la autoestima que nos han
vendido los sinvergüenzas que quieren mecanizar las relaciones humanas, esa
autoestima que parece que depende solo de uno mismo, como si fuera una cosa
independiente de los demás. No, eso no es la autoestima: No somos nadie sin el
entorno que nos da forma. Me refiero a una autoestima que se alimenta de darme
cuenta de quien soy, de cómo valoro lo que soy y de cómo el entorno ve, valora y me
expresa lo que soy. Lo que el otro dice, la forma en la que se comporta conmigo y lo
que el otro hace conmigo es importante para la forma en la que me veo a mi mismo,
no porque sea débil o frágil sino porque la relación con el otro es algo primordial en
mi capacidad de ser y evolucionar como ser humano.

● La motivación es la energía con la que ponemos en marcha nuestra intención, con la


que construimos lo que hay para dirigirnos hacia el sitio que deseamos, y una pieza
esencial en el deseo de crear con los demás. ¿Cómo voy a hacer cosas con los
demás si no me motiva ni me interesa? La motivación es la que convierte a la
persona en lo que es. Si no hay motivación personal y compartida no hay proyecto
sincero, hay un “jugar a”, un cumplir con un papel, una teatralización de una obra
diabólica que nos empequeñece, nos vacía de contenido vivo y nos alinea
convirtiéndonos en agentes de producción que deben dar buena imagen para ser
vendibles, personas llenas de estrés y sin tiempo. Sin Tiempo.

● El sentimiento de implicación es el mayor cohesionante dentro de un grupo. ¿Cómo


puedes sentirte parte de un grupo si no estás implicado con él? El sentimiento de
pertenencia al grupo, la gratificación personal de sentir que aportas y la sensación
de que eres tenido en cuenta para la orientación y la
construcción-deconstrucción-destrucción-reconstrucción continua del grupo son tres
aspectos que necesitamos para sentir la implicación de la que hablo, y con la cual se
puede realmente afrontar y digerir los retos que un grupo experimenta para poder
crecer y ser experiencia de felicidad.

En tercer lugar, el reconocimiento entendido como actitud cooperativa y teniendo en cuenta


esa cooperación como enfoque y horizonte del grupo, es importante en la dinámica de un
equipo porque elimina la toxicidad de la competitividad. La competitividad que nos han
justificado como necesaria para desear crecer y mejorar es veneno, nos infunde un tipo de
pensamiento comparativo que deshace la humanidad que llevamos dentro. Hay que luchar
por un reconocimiento cooperativo ante un reconocimiento competitivo, habría que cambiar
el compararnos con los demás por el reconocer lo que nos une a los demás.

El reconocimiento es un valor que muy bien nos vendría recuperar para mejorar el trabajo
en equipo porque aumenta el conocimiento dentro del grupo, porque hace que la
experiencia grupal sea más feliz y porque elimina la competitividad tóxica que nos separa
en la relación personal entre los miembros. Además, nos ayudaría a sentirnos más capaces
para transformar el mundo mediante los pequeños cambios que están a nuestro alcance en
nuestro entorno cotidiano porque eso es lo que realmente hace un equipo que trabaja junto.
En este sentido, el reconocimiento es la confirmación de los pasos que damos en una
dirección y después sigue la tarea, el esfuerzo, el camino,... de modo que el reconocimiento
del que hablamos no es una meta sino un retomar constante de la co-construcción del
mundo en que vivimos.

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