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Territorio y poblaciones

El territorio peruano alberga una historia de más de 20,000 años. Su variada y


abrupta geografía albergó desarrollos civilizatorios desde hace más de 5,000 años,
siendo los de mayor antigüedad de nuestro continente.

Los antiguos peruanos formaron grupos étnicos que coexistieron con sus distintas
culturas y lenguas. Establecieron patrones de poblamiento que permitieron
aprovechar óptimamente los recursos naturales de diversos ecosistemas. Crearon
sistemas tecnológicos que lograron grandes transformaciones en armonía con la
naturaleza, como la fertilización de tierras o el desarrollo de obras hidráulicas, entre
otras, hoy admiradas por el mundo entero..

Durante el proceso de colonización, pese a que a la población conquistada fue


prohibida de expresarse en su propia lengua y cultivar su cultura, muchas de estas
prácticas y creencias permanecieron vigentes.

Las poblaciones indígenas, descendientes directos de las poblaciones prehispánicas,


se han desarrollado y reproducido de manera diferenciada en la Amazonía y en los
Andes. En la Amazonía vivieron la incursión de las misiones, la explotación del
caucho y la colonización paulatina. Las poblaciones andinas, principalmente quechuas
y aimaras, fueron objeto del reordenamiento impuesto por las encomiendas y
reducciones coloniales, y mano de obra de las haciendas durante la república.

Si bien las referencias al término “indígena” datan de varios siglos atrás, es a partir
del trabajo de organismos internacionales, como la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) con el Convenio 169, que la categoría “Pueblo Indígena” asume un
nuevo protagonismo.

En el Perú, el Estado ha reconocido el espacio donde tradicionalmente se han


desarrollado y organizado estas poblaciones mediante la Ley de Comunidades Nativas
y de Desarrollo Agrario de la Selva y Ceja de Selva, aprobado por Decreto Ley 22175
(1978), y con la Ley General de Comunidades Campesinas, Ley 24656 (1987). Ambas
leyes han sido recogidas por la Constitución Política de 1993, la cual otorga legalidad
a las comunidades nativas y comunidades campesinas. Asimismo, desde 1995, los
derechos de los pueblos indígenas u originarios se encuentran protegidos gracias a
la entrada en vigencia del Convenio 169 de la OIT, el cual fue ratificado por el
Congreso de la República en 1994[1].
La sociedad está inmersa en un proceso de reivindicación de la cultura y de los intereses de los pueblos
originarios. Con una rica historia y miles de tradiciones, el territorio es un gran escollo a la hora de pensar
la “pertenencia”. Es por esto que un proyecto de investigación de la UNLaM, dirigido por el profesor del
departamento de Derecho y ciencia política Domingo César Cura Grassi, analiza el tema de la “posesión y
el dominio de las comunidades originarias”.

Los investigadores parten de la “significación y trascendencia de la vulgarmente denominada ‘propiedad


indígena’, dentro del campo del Derecho civil y constitucional”, en el marco de su reconocimiento en la
Constitución Nacional, cuyo artículo 75, inciso 17, reconoce “la preexistencia étnica y cultural de los
pueblos indígenas argentinos”. Además, garantiza “el respeto a su identidad y el derecho a una educación
bilingüe e intercultural”, y reconoce “la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad
comunitaria de las tierras que, tradicionalmente, ocupan”, entre otros aspectos.
“La relación del indígena con la tierra tiene un punto de partida espiritual, pues ella corporiza sus
tradiciones y valores ancestrales en los que se esfuma la diferencia entre lo propio y lo ajeno. Esta
matización es incompatible con la utilización comunitaria de los dones brindados por la madre tierra”,
señalan los investigadores.
Más allá de ser “dueños de…”, ellos “no olvidan que allí nacieron, que allí reposan sus antepasados y que
allí nacieron sus hijos. Más que sentir que son poseedores de la tierra, su concepción encierra la idea de
que la tierra los posee a ellos” completan.

El conocimiento actual sobre esta cuestión parte de un desacuerdo específico: diversos autores no
coinciden, ni siquiera, en una definición. Mientras que algunos optan por “propiedad indígena”, otros
eligen “propiedad aborigen”, “pueblos autóctonos” o “poblaciones nativas”, por ejemplo. En este caso,
respetando el Código Civil (art. 2.506) y la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
“preferimos hablar de posesión y dominio de las comunidades originarias, al considerar como tales a los
pueblos preexistentes a la ocupación colonial o a la formación de las naciones actuales”, destaca Cura
Grassi a InfoUniversidades.

¿De quién es la propiedad?

Desde 1994, al ser reconocida su preexistencia étnica y cultural en la Constitución Nacional, la causa de
las tierras tradicionalmente ocupadas por comunidades generó varios interrogantes. En efecto, en la
investigación se asegura que no se trata del dominio, entendido como derecho real en virtud del cual una
cosa se encuentra sometida a la voluntad y acción de una persona, o del condominio, que refiere al
derecho real de propiedad que pertenece a varias personas, por una parte indivisa sobre una cosa
mueble o inmueble.
I. Introducción La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) saluda la visita del
Relator Especial sobre Pueblos Indígenas a la Argentina y con motivo de la misma le hace
presente un breve documento que da cuenta de algunas de las cuestiones más destacadas
sobre la temática a nivel nacional. II. Territorio Desde los tiempos de La Colonia, los pueblos
originarios vienen sufriendo la usurpación y el despojo de sus legítimos territorios

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