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ARGUMENTO

LECTURA SINTÉTICA Y PROFUNDA DE LA OBRA DE E.


DUSSEL Y ESTUDIO DE LA RELACIÓN DE LA
FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN CON LA ÉTICA DEL
DISCURSO
terior a él, fundamentalmente la alemana desde la
modernidad, ha caído en un «olvido del ser» y se
HUSSERL, HEIDEGGER, LEVINAS refugió en la subjetividad. El alemán se propone, de
Y LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN una forma ciertamente original, desarrollar una onto-
__________________ logía fundamental, enlazando con la antigua metafí-
Mariano Moreno Villa sica del ser. Pues bien, el camino para construir esta
ontología fundamental a la que algunos reducen su
obra es la fenomenología, como método para acce-
der a la comprensión del ser y de su sentido, pues
La Filosofía Latinoamericana «de la Liberación», «el ser es el auténtico tema de la filosofía».2 El mé-
junto con la «Teología de la liberación» y la crea- todo fenomenológico es capaz de descubrir, por
ción actual en el campo de la literatura en ese sub- puro análisis descriptivo, las estructuras sensibles tal
continente son la expresión cultural más original y como son captadas por la conciencia. Pero en su
fecunda que América Latina ha ofrecido en los últi- método fenomenológico propio, Heidegger se separa
mos decenios en particular y prácticamente en toda de Husserl, su maestro, pues en aquél la conciencia
su historia en general, en relación a la racionalidad. trascendental ególica y el mismo cogito cartesiano
Posiblemente se trata de la mayor aportación de son sustituidos por el «ser» del existente humano, el
América Latina al siglo XX.1 Y tanto en su constitu- Dasein, como el lugar único y privilegiado para la
ción como en su desarrollo la figura de Enrique adecuada comprensión del ser, ya que es desde el
Dussel es imprescindible, siendo su obra lo más re- «comprender» (Verstehen), entendido como un estar
presentativo en esta corriente filosófica que ha naci- ante la cosa para poder dominarla, desde donde se
do en el Sur. En las páginas que siguen expondre- puede acceder a la estructura más profunda del ser.
mos lo más peculiar y original de la Filosofía de la Según Heidegger la fenomenología, tal como
Liberación (FL) dusseliana, contrastándola con la re- Husserl la practica ha sido infiel a su mismo méto-
flexión filosófica de algunos de los más granados do, pues no es capaz de llegar a «las cosas mismas»,
filósofos europeos: Husserl, Heidegger y Levinas, no pudiendo salir Husserl de la subjetividad casi
que son los autores (junto con Marx) más influyen- idealista de la egología trascendental. Por ello, si la
tes en la constitución de la filosofía de Dussel. tarea de la fenomenología consiste en una adecuada
descripción de la intencionalidad del sujeto cognos-
cente, en opinión de Heidegger con la idea de la
I. HEIDEGGER Y LA «DESTRUCCIÓN» DE LA conciencia pura como absoluto se olvida la com-
METAFÍSICA OCCIDENTAL prensión del ser de la propia intencionalidad, del
existente que tiene la conciencia. Husserl ha olvida-
Es sabido que Heidegger se aplicó en Sein und Zeit do analizar al «ser» propio, previo, de la propia con-
en la construcción de una nueva filosofía, concebida ciencia, realizando de esta forma, en opinión de Hei-
como una ontología universal fenomenológica, a degger, un salto ilegítimo. Y lo que «salta» es el ser
partir del análisis del Dasein. De esta forma la filo- de la propia conciencia ególica. Por esto, para Hei-
sofía deviene, con un cierto reduccionismo (aunque degger su maestro no ha ido propiamente mucho
sea de vuelta a la fuente más originaria de la reali- más allá de donde llegó Descartes. Para Heidegger,
dad, al estrato último de ésta), ontología. Heidegger Husserl está enclaustrado en su egología idealista.
tiene claro que, desde su perspectiva, la filosofía an- Teóricamente, en el método husserliano la reali-
dad mundana no es negada sino que pretende ser

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recuperada, aunque en una perspectiva trascendental, el existente humano es el único ser privilegiado que
y ello de tal forma que no puede decirse que el suje- puede acercarse a comprender el Ser mismo de to-
to cree al mundo, pero sí que lo hace existir como das las cosas y de sí propio. Pero ahora debemos
fenómeno. Esto significa que sólo en referencia a cuestionarnos si es aceptable semejante interpreta-
nuestra propia subjetividad tiene validez lo que lla- ción de la realidad. Esto es, si en verdad supera Hei-
mamos el ser de las cosas. Pero en el mejor de los degger las aporías que encontraba en Husserl, pues
casos nos encontramos ante un idealismo trascen- parece que Heidegger concibe al ser como una suer-
dental «relativo» (no absoluto) en tanto que lo que el te de logos, esto es, como el hontanar de la posibili-
ego hace es posibilitar la manifestación del objeto dad de todo «sentido». Su «verdad» (alétheia, como
intencional tal como éste aparece (fenómeno) en sí de-velamiento, o corrimiento del velo que impide
mismo, es decir, percibido por mí y en mí. Y este ver el «sentido») no es sino la cara de este logos, y,
«en mí» es para Dussel lo inaceptable, pues este «en al fin, ¿qué es sino una especie de idealismo camu-
mí es la intencionalidad irrebasable del "ego trascen- flado, aunque pretende ser la antítesis de Hegel y de
dental": "Lo mismo"». «"El Otro" como "otro ego su idealismo?, es decir, ¿qué es el reverso de un
trascendental" es ilusorio, irreal, hipotético».3 La crí- idealismo, dialécticamente, sino otro idealismo?6
tica dusseliana a esto será durísima, pues el ego tras- Esto significa que el pensamiento de Heidegger no
cendental husserliano tiene como punto de partida su es sino una reforma interna del idealismo, y justo
propia autocerteza y, desde sí mismo, constituye el aquí arranca la radical crítica que Dussel hace a Hei-
«sentido» a todo, incluso al «otro» hombre, distinto degger.7
del ego cognoscente de tal forma que «ese yo-tú (= Este intento de «superación» de la ontología hei-
nosotros) queda interiorizado en la totalidad de la deggeriana lo realizará Dussel siguiendo de cerca las
mismidad originaria y constituyente» (FEL, I, 116). categorías interpretativas que la reflexión de Emma-
Dussel sostiene que es preciso ir más lejos, más nuel Levinas le proporcionará: la «meta-física» de la
allá, de donde ha llegado Husserl con su método fe- alteridad.
nomenológico: «Heidegger nos dice en Mi camino
por la fenomenología que la fenomenología ha que-
dado como un dato histórico que estudiará la histo- II. EMMANUEL LEVINAS Y EL ANHELO DE LA
ria de la filosofía como una de sus corrientes; más SUPERACIÓN DE LA ONTOLOGÍA
allá de la fenomenología está la cuestión hermenéu-
tica fundamental. Esa hermenéutica tenemos que Cuando Levinas descubrió el método fenomenológi-
descubrirla. Hay que volcarla sobre la cotidianidad, co, éste se basaba casi por completo en la concep-
y sobre la cotidianidad latinoamericana y argentina. ción husserliana de «intencionalidad», que Heideg-
Con un método hermenéutico adecuado tenemos ger se propone superar sin lograrlo por completo.
que llegar a la comprensión del ser y de las cosas de Para Husserl la conciencia «tiene como propio no
nuestro "mundo", en América Latina, en Argentina. ser, en principio, conciencia de sí, sino más bien
Esta tarea es inmensa».4 conciencia de algo distinto de sí. La conciencia no
Por su parte, el análisis fenomenológico heidegge- deja de deshacerse de su solipsismo, de arrancarse a
riano se dirige a comprender el «ser» de la existen- la identidad (lo "mismo" al que se refiere tanto Le-
cia humana así como el ser de los entes en relación vinas como Dussel, en sentidos no siempre unívo-
al Dasein y todo lo que a éste se hace presente. Su cos) de sí, de extasiarse hacia el mundo».8
aplicación del método fenomenológico se convierte Demuestra, entonces, Levinas que el sujeto sólo
así en una hermenéutica aplicada al Dasein para que descubre el mundo cuando se pone en él a sí propio,
éste pueda acceder a interpretar (auto-comprensión) a la intemperie, y reprocha a Husserl que la concien-
su propia estructura fundamental. La filosofía es, en- cia intencional no se dirija más que a objetos; y por
tonces, una ontología fenomenológica con intención extensión a personas en tanto que objetuadas. Tiem-
de universalidad, que arranca del análisis existencial po atrás ya Max Scheler y el mismo Heidegger re-
del «ser-ahí». El Dasein se comprende en su ser, al alizaron una crítica semejante al fundador del méto-
ser «el ahí del ser» (Da-sein), que es el lugar óntico do fenomenológico: «¿Es preciso restringir el éxtasis
que actúa como condición de posibilidad para la de- de la intencionalidad al uso teórico del mundo, o se
velación del ser y su mostración. De esta forma «la puede desplegar también en él la intención del de-
comprensión del ser es ella misma una "determina- seo, de los valores, del uso, de la práctica?».9
ción de ser" del “ser ahí”. Lo ónticamente señalado El «yo» no es para Levinas el que constituye des-
del “ser ahí” reside en que éste es ontológico» .5 Las de su objetividad originaria el mundo y sus objetos,
cosas «son», sin más, son cosas, «entes» (seinden) y pues esto es un subjetivismo inaceptable que se ex-

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tiende desde el ego cogito cartesiano hasta los idea- blar de una «opresión» del ser, y de una «injusticia»
lismos desde Descartes hasta Schelling, Fichte y He- del ser así comprendido, que se in-pone sobre el
gel y que no sólo pone el objeto, sino que constituye otro. El punto de partida de la ontología está fijado:
al otro, a la persona, intencionalmente, como otro el ser, en tanto que «ser comprendido». El punto de
objeto más. Incluso Heidegger, que pretende realizar partida de la metafísica debe ser exterior al ser, de-
una destrucción de la metafísica idealista, habiendo bemos situarlo «más allá del ser».11
advertido su error, no parece superar acertadamente Si al con-templar al otro (a éste no se le ob-serva,
este peligro cosificante del otro-de-mí; en su concep- sino que se le con-templa) yo constituyo su ser, o
ción del otro como mit-sein (ser-con-migo) en el me refiero a mi mismidad originaria como el ámbito
mundo, la primacía del yo es incuestionable. La on- último de la comprensión de todos los entes, estaria
tología del Dasein se abre al mundo, y al mundo quitando el ser del otro al otro, en tanto que lo refe-
existente pero en abstracto, pero no al otro, conside- riría, como un momento secundario, constituido y
rado como radicalmente otro de mí y de mi propia no constitutivo, de mi propia comprensión del ser.
tematización del mundo. Como mucho se podrá de- No habría hecho justicia a la exterioridad del otro
cir que yo co-existo con otros Dasein, que son «con- con respecto a mi subjetividad propia. El otro no se-
migo» (mit-sein) en el mundo. Levinas, por su parte, ría verdaderamente otro-que-yo.
va a referir que la actitud y actividad primaria, no Dios es para Levinas (como para Kant, en otro
sólo filosófica, sino esencialmente humana, personal, sentido) el último fundamento posibilitante de la éti-
es abrir el propio ego, «extasiarse», en el otro, en el ca. Y como la metafísica es resuelta -en el pensa-
rostro del otro.10 De aquí el papel preponderante de dor francés- en una ética (donde el imperativo ca-
la ética: la superación de la ontología debe hacerse tegórico, más allá de Kant, ahora es: ¡No matarás al
desde el nivel moral, al descubrir las evidentes limi- otro!), resulta que Dios, (no el dios de los filósofos,
taciones del discurso ontológico occidental. sino estrictamente el Dios de la revelación hebrea)
Mientras para Heidegger el otro está sometido al es el fundamento último de todo su intenso intento
mundo en su inmanencia, Levinas descubre la con- filosófico. Se podría discutir si ello es acertado o no,
sistencia del «otro» del ámbito del mundo, del hori- o si es aceptable filosóficamente, incluso si es su
zonte comprehensivo mundano, refiriéndose a la grandeza o su miseria, pero parece claro que así lo
trascendencia del «otro-de-mí», en un movimiento es. En este sentido Levinas está muy próximo al
ético y no ya «meramente» ontológico. Por ello la Kant de la Crítica de la razón práctica. Aunque ex-
ética es la filosofía primera; es, estrictamente, no ya presamente prescinda, al definir la ética, de inmis-
una ontología, sino una «meta-física», pues el otro cuir a Dios. Así la concibe: «Llamamos ética a una
está «más allá del ser», es una «meta-ontología», relación entre dos términos en los que el uno y el
donde el otro se sitúa más allá de mi comprensión otro no están unidos, ni por unas síntesis del enten-
del ser, del mundo, y de mí mismo, de mi propio dimiento, ni por la relación sujeto-objeto, y en la que
horizonte de comprensión. ¿Qué significa esto? Sig- sin embargo, el uno tiene un peso o importa o es
nifica, por lo pronto, que al otro no lo pongo yo, ni significante para otro; una relación en la que ambos
es una cosa objetual mundana. La categoría de «en- están unidos por una intriga que el saber no podría
cuentro» es aquí capital e ilumina las carencias de la ni desvelar ni discemir».12
ontología heideggeriana. El otro me es «accesible» Levinas, sin negar la trascendencia de Dios, se es-
en su otredad porque su rostro y su voz me lo «re- fuerza por trascender hasta el rostro del otro para
velan», ya que el rostro es epifánico. Este es el ám- encontrar a Dios. No es tanto hacer a Dios inmanen-
bito de la posibilidad del conocimiento del otro. Para te como des-cubrir que el otro, el que está más allá
Husserl, aunque no lo pretenda, el hombre no es del ser por su rostro, es trascendente. Manifiesta Le-
sino el yo que constituye los objetos (y entonces su vinas que es preciso obrar con justicia, que es un
egología no supera el idealismo de la modernidad correlato del cara-a-cara, para que se produzca «la
europea postcartesiana en general y alemana en par- brecha que lleva a Dios»; y la «visión» coincide
ticular) y para Heidegger tal función corresponde al aquí con esta obra de justicia. Esto significa que la
Dasein, que le da su ser, se la «juega», siendo. En- meta-física se desarrolla en las relaciones interhuma-
tonces el ser es último fundamento y horizonte posi- nas, sociales. De tal manera que no existe ningún
bilitante de toda com-prensión posible, sin embargo, conocimiento de lo que es Dios si olvidamos, desli-
para Levinas el ser es ser «de mí para mí». De lo gándonos, de la relación con las otras personas. Esto
contrario el ser, como yo, tanto debería afirmarse en significa que «el Otro es el lugar mismo de la ver-
su yoidad, en su ser-yo, que eclipsaría al otro de mí, dad metafísica e indispensable en mi relación con
la otredad originaria. En este sentido podemos ha- Dios».13 También en este aspecto la beligerancia en-

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tre Levinas y Heidegger es clara. Para aquél es posi-


ble escapar de la cárcel solipsista del ser constitu- su intencionalidad explícita, a la filosofía de la libe-
yente, pero sólo apoyándose en la relación de aper- ración latinoamericana, donde se deja atrás la onto-
tura ante la previa exterioridad del otro. Así dice: logía occidental ególica para posibilitar el encuentro
«La filosofía de Heidegger es una tentativa por po- con el alter, con el otro incuestionable. En efecto,
ner a la persona -en tanto que lugar en el que se Dussel afirma que «más allá de la razón, aun como
realiza la comprensión del ser- renunciando a todo comprensión del ser, de la Totalidad, se encuentra
apoyo en lo Eterno. En el tiempo original, en el de todavía un ámbito, primeramente ético-político, de
ser-para-la-muerte, condición de todo ser, descubre la Exterioridad» del otro distinto de mí, «fuera» de
la nada sobre la que reposa, lo que significa también la Totalidad, «extra-sistemático», exterior a lo Mis-
que su filosofía no descansa en nada, salvo en otra mo. y es que «en realidad, históricamente, la ontolo-
cosa en sí misma».14 Esto significa que la intención gía era algo así como la ideología del sistema vigen-
«destructora» que Heidegger se propone no logra te que el filósofo piensa reduplicativamente para jus-
cabalmente su meta, pues no supera el ámbito onto- tificar desde el fundamento actual todos los entes.
lógico de la modernidad. El pensador judío, por su Tanto la óntica como la ontológica son sistemáticos,
parte, pretende superar definitivamente (aunque esto totalidad totalizante: el filósofo no es radicalmente
muchos lo han intentado e intentarán con desigual crítico, sino, a lo más, ónticamente crítico, sea como
acierto) la ontología occidental. Pero para la Filoso- practicante de la "teoría crítica"». De lo que ahora se
fía de la Liberación ello sólo lo consigue a medias, trata, para la FL dusseliana es de «ir más allá del ser
de forma que será preciso ir más allá de donde ha como comprensión, como sistema, como fundamen-
transitado Levinas. to del mundo, del horizonte de sentido. Este ir más
allá es expresado en la partícula meta-, de meta-físi-
ca».17 Observamos que para Dussel «ideología» es lo
III. LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN COMO que «en-cubre» el ser más que lo que lo «des-cu-
INTENTO DE SUPERACIÓN DE LA ONTOLOGÍA bre». La ideología es «reduplicativa» por ser «tauto-
OCCIDENTAL EUROPEA lógica» en sentido etimológico: como el pensar que
se piensa; en el lenguaje dusseliano «lo Mismo que
La filosofía europea moderna ha sido reduccionista, piensa lo Mismo».
cosificadora, hacedora de objetividades y cuyo últi- En la FL nos encontramos no sólo ante una filo-
mo fundamento es la propia subjetividad del ego co- sofía que reflexiona sobre la liberación social, políti-
gito cartesiano y, consecuente con él hasta el extre- ca, económica, cultural, sino que, además, es una re-
mo, del idealismo alemán. «La filosofía occidental flexión que pretende ser una «liberación» de la mis-
ha sido muy a menudo una ontología: una reducción ma ontología europea ya dicha. En efecto, la FL no
de lo Otro al Mismo, por mediación de un término sólo versa sobre la liberación intrahistórica, social,
medio y neutro que asegura la inteligencia del ser»... sino que ésta presupone desenmascarar el lenguaje
de tal manera que «esta primacía de lo Mismo fue la ideológico, encubridor, de la ontología occidental así
lección de Sócrates. No recibir nada del Otro sino lo como «la lógica filosófica de una Totalización que
que está en mí, como si desde la eternidad yo tuvie- le impide llegar a la realidad» (FEL, I, 14). No esta-
ra lo que me conviene de fuera. No recibir nada o mos lejos de la teoría de la alienación cultural y filo-
ser libre». 15 sófica tal como Marx la concebía en su materialismo
Nos encontramos ante una «filosofía de la identi- histórico, a pesar de que en esta obra Dussel es muy
dad», donde, para Levinas y Dussel, está cerrado, por crítico con Marx. Pero parece querer decir que si no
imposible, el encuentro con el otro, dis-tinto de mí. se logra cambiar la superestructura jamás cambiará
El mismo Heidegger es víctima de esto. En opinión la estructura. Aunque Dussel no lo afirma taxativa-
de Dussel16 la Totalidad es el ámbito que Heidegger mente en este sentido, nosotros no podemos dejar de
no logra rebasar cabalmente, aunque lo intente. Esta- advertirlo.
mos, desde el punto de vista de la FL ante una «nue- Por esto para Dussel la primera tarea que es preci-
va filosofia», es decir, «otra» filosofía. Aunque a de- so emprender si se pretende lograr una liberación del
cir verdad esta filosofía nueva parte de la destrucción pueblo oprimido latinoamericano es el desmontaje,
(al menos intencionalmente) de la ontología heideg- la denuncia, la «destrucción» de la ontología y la
geriana e, ineludiblemente, está a ella referida, aun- ética occidental, que es encubridora, «ideológica» y
que sea desde la «adversariedad»; en este sentido no posibilitadora de la Totalidad del sistema político,
es la FL tan «otra» como Dussel pretende. económico y cultural vigente en el mundo occiden-
A esta filosofía «nueva» Dussel la denominará tal, el «centro» y que éste ha impuesto, colonialmen-
«meta-física de la Alteridad», que corresponde, en te, a la «periferia».

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Tanto para Levinas como para Dussel la ontolo- ser reinan y controlan los ejércitos del César, del
gía debe ser «destruida» para dar paso a la «meta-fí- emperador. El ser es; es lo que se ve y se controla»
sica de la alteridad», de la afirmación del otro como (FL 1.1.5.2) y como desde el centro «ser» es lo visto
otro que graciosamente se me «revela» en la epifa- por el centro y la periferia no es «vista» (por tanto
nía de su rostro. Y la metafísica es primeramente la tampoco «oída», que supone un mayor grado de
ética: «La ética, más allá de la visión y la certeza, «cercanía» metafísica) desde el centro, se concluye
designa la estructura de la exterioridad como tal. La «negando» la periferia, convirtiéndola en «nada»
moral no es una rama de la filosofía, sino la filosofía visto. De aquí ha de surgir un pensamiento que se
primera».18 Se sitúa Levinas más allá de la fenome- propone la crítica del ser que antes hemos citado.
nología husserliana de la «visión» fenomenológica Por esto la FL es una reflexión que parte de la afir-
que se propone convertir la filosofía en una «ciencia mación del «ser» de la «nada» en el sentido antes
estricta», que proporciona «certeza» al conocimiento dicho, el otro del sistema de la Totalidad occidental.
humano. El problema aquí es que se identifica «cer- Para Dussel el «otro» es no sólo la persona indivi-
teza» (de la visión fenomenológica) con la «verdad». dual, sino también todo el subcontinente latinoame-
Es ésta una de las grandes reducciones en que fre- ricano.22
cuentemente han caído algunos filósofos que refle- Es patente que para comprender adecuadamente
xionan sobre la teoría del conocimiento. la exposición que estamos realizando es preciso te-
El «otro» es lo exterior a la Totalidad, lo que está ner in mente la concepción clásica de la «analogía»;
más allá del ser, que lejos de ser nada óntica es lo pues nuestro discurso, como sobre todo el dusselia-
más sublime: «La exterioridad no es una negación no, es ininteligible, «chocante» e incluso contradic-
sino más bien una maravilla».19 Desde esta perspec- torio si no somos conscientes del lenguaje analógico.
tiva podemos recapitular el intento levinasiano con y no sólo estamos en un «lenguaje» analógico, sino
unas palabras que lo sintetizan admirablemente: «Ha en un método diferente de acceso al otro y a la reali-
propuesto una comprensión del hombre que no utili- dad. Dussel propone, frente al método dialéctico, el
za como punto de partida la obsesión de éste por «ana-léctico» o «ana-dia-léctico». En efecto, todo el
completarse o realizar su identidad ni con el conoci- discurso dusseliano, al menos lo más propio y origi-
miento, ni con el sentimiento, ni con la acción. Estas nal, presupone este método. Esto significa que si no
tres capacidades fundamentales no preceden a la res- estamos avisados de ello será difícil comprender su
ponsabilidad, sino que la siguen. La libertad y el co- pensamiento, cosa que ha sucedido a algunos de sus
nocimiento no serían las condiciones de toda respon- comentadores y detractores. Para Dussel la filosofía
sabilidad, sino a la inversa. La responsabilidad ante levinasiana es «todavía europea» y equívoca. El in-
y por el otro próximo no es cosa que se decide to- tento de «superación» que emprenderá Dussel en re-
mar sobre sí libremente, una vez que se entre en lación a la filosofía levinasiana consistirá en un re-
contacto de conocimiento con el caso particular del pensar lo que «he podido formular -nos indica
otro hombre. Más bien ocurriría que la revelación Dussel- a partir de un personal diálogo mantenido
del otro [...] precedería a los conceptos y a la liber- con el filósofo en París y Lovaina en enero de
tad. No empezaría todo en el yo, sino en la reclama- 1972» (FEL, II, p. 160). Y es que Levinas manifies-
ción ejercida por el otro».20 ta que el otro es «absolutamente otro», tendiendo
con ello hacia la equivocidad (ésta es quizás una de
las carencias más notables de la obra más importante
IV. LA ORIGINALIDAD DE LA FILOSOFÍA DE LA de Levinas, Totalidad e lnfinito).
LIBERACIÓN Por ello Levinas jamás ha pensado que el otro
pudiera ser un indio, un asiático o un africano. El
Para Dussel el pensamiento occidental, opresor del ser mismo Heidegger parece no tener en cuenta esto en
por apropiación, pretende convertir al otro en nada, y su Dasein, que no tiene ojos, ni raza, ni sexo, ni
así manifiesta que «el pensar que se refugia en el cen- circunstancia concreta política, ni social, ni econó-
tro termina por pensarlo como la única realidad. Fuera mica, ni está radicalmente abierto al otro, y que no
de sus fronteras está el no-ser, la nada, el “ninguno”, pasa de ser un «existente» abstracto.
el bárbaro, el sin-sentido. El ser es el fundamento mis- En contra de ellos, intentando ir «más allá» de
mo del sistema o la totalidad de sentido de la cultura y donde ellos han llegado, Dussel considera que el
el mundo del hombre del centro»21 Es frente a esta otro es el pueblo latinoamericano situado en relación
tesis contra la que se levanta la FL. a «la Totalidad europea». El otro no es ya un otro
En efecto, desde Europa, en opinión de Dussel, se abstracto, sino que es alguien concreto: los pobres
dice: «el centro es; la periferia no es. Donde reina el latinoamericanos, de rostro concreto, personal, de

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voz expresiva que claman por su liberación radical e ción del otro. Desde aquí hemos de comprender tan-
integral. Es el pueblo que es doblemente dependien- to lo que ya está dicho como lo que diremos a conti-
te: del «centro» y de la oligarquía dominadora intra- nuación.
latinoamericana (y que es a su vez dependiente del Ya en el «Manifiesto» de los fundadores de la FL
«centro», pero menos «dependiente» que el pueblo, que aparece en la primera gran obra conjunta de sus
que lo es doblemente). mejores representantes se afirma, siendo palpable la
El método adecuado para describir estas situacio- pluma dusseliana: «un nuevo estilo de pensar filosó-
nes lo denomina Dussel «ana-léctico», «porque pre- fico ha nacido en América latina». La FL es una
tende ir más allá, más arriba, viene desde un nivel reflexión que pretende partir de la situación real de
más alto (aná-) que el del mero método diá-léctico. opresión y dominación que se ejerce sobre los po-
El método dialéctico es el camino que la Totalidad bres, los marginados, los perdedores del sistema vi-
realiza en ella misma, a través de su propio interior: gente. Es la primera sistematización filosófica reali-
desde los entes al fundamento y desde el fundamen- zada, originalmente, desde los países donde se mas-
to a los entes. De lo que se trata ahora es de un tica una pobreza terrible, en diferentes sentidos: polí-
método (o del explícito dominio de las condiciones tico, económico, cultural, pedagógico, erótico, etc. y
de posibilidad) que parte desde el otro como libre, es que rnientras que «la filosofía de la modernidad
como un más allá del sistema de la Totalidad; que europea constituyó como objeto o un ente al indio,
parte entonces desde su palabra, desde su revelación al africano, al asiático [...] la filosofía de la libera-
y que con-fiado en su palabra obra, trabaja, sirve, ción pretende pensar desde la exterioridad del
crea. El método dialéctico es la expansión domina- "otro", del que se sitúa más allá del sistema política-
dora de la Totalidad desde sí; el pasaje al justo cre- mente opresor».23
cimiento de la Totalidad desde el Otro y para "ser- Al principio de su más grande obra (Filosofía éti-
vir-le" (al Otro) creativamente» (FEL II, 161). Y del ca de la liberación) advierte Dussel que lo que se
mismo modo que Feuerbach se refirió a la «verda- propone realizar no es una mera introducción a la
dera» dialéctica (manifestando entonces que, para él, filosofía ética que partiera del lenguaje de la cotidia-
había una «falsa») que se apoya en el diá-logo con nidad y de las estructuras noéticas pre-filosóficas,
el otro y no en el diálogo del pensador consigo mis- pretemáticas, con las que nos situamos culturalmente
mo (pensamiento «tautológico», por tanto). La dia- en nuestro concreto hasta «elevamos» propedéutica-
léctica verdadera se apoya en la ana-léctica; nos en- mente al nivel estrictamente crítico, filosófico, temá-
contramos ahora, estrictamente, en una «ana-léctica» tico. En palabras de Dussel, «se trata, en cambio, y a
y no en la intrasistemática y tautológica dia-léctica. la inversa, de un pasaje del lenguaje filosófico y de
En sentido estricto no es un nuevo método, distinto su previa inadecuada constitución hacia la liberación
del dialéctico, sino que estamos ante una especie de de la realidad en cuanto interpretada, es decir, el len-
«anadialéctica», en tanto que constituye un «mo- guaje filosófico moderno y tradicional en la filosofía
mento» del método dialéctico, pues da prioridad ab- académica termina por ser una ideología que oculta
soluta a lo que hay «más allá» de la Totalidad: el la realidad. Es necesario, entonces, y previamente,
otro como otro, como «dis-tinto». La «dis-tinción» desarticular, destruir, desarmar dicho lenguaje y ló-
es algo más radical que la mera «di-ferencia» intra- gica para que por la brecha abierta en la fortaleza de
totalitaria, es decir, no una verdadera distinción de la la sofística pueda accederse a la realidad. Por ello
Totalidad, sino sólo una distinción en su seno. En -concluye Dussel- partimos de los filósofos, de
este sentido, para Dussel, más allá del ser (entendido los más importantes, de los europeos, y desde ellos
como el Sein hegeliano y heideggeriano, que fun- mismos, nos abrimos paso destructivamente para
damentan el horizonte de la Totalidad), se encuentra vislumbrar nuevas categorías interpretativas que nos
el otro. Éste es la prioridad o anterioridad absoluta permitan decir la realidad cotidiana latinoamericana»
como «exterioridad» de la Totalidad de lo Mismo. (FEL I, p. 14).
Pero adviértase que no estamos en una mera refle- De este modo queda claro su propósito y su inter-
xión sobre la metodología, al estilo de una especie pretación de la filosofía europea. Ésta ha sido, que-
de propedéutica filosófica, ya que si la primacía casi riendo o sin querer, fácticamente, sustentadora de la
«sagrada» del otro es asumida adecuadamente, su opresión y dependencia en que vive el subcontinente
servicio es «culto», y su manifestación es «epifa- latinoamericano y la mayor parte de la periferia del
nía». La primacía aquí se sitúa en la praxis servicial sistema, tanto capitalista como comunista, del mun-
al otro, y la reflexión filosófica, con su método y do. Los filósofos de estos países, son la mayor parte
sus categorías sólo deben ser usadas en tanto que de las veces, «sofistas», meros dialécticos, repeti-
son pertinentes para la articulación práxica de libera- dores de la temática y método de los filósofos eu-

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única interpretación posible. Junto a ella han surgi-
ropeos. (Aunque Dussel no matiza este juicio, sino do, antes, durante y después de su explicación, otros
que es un principio a priori en su filosofar. Lo cual puntos de vista y otros puertos de llegada. Quizás
no deja de ser una simplificación que nos parece pensemos nosotros mismos que la interpretación
inaceptable e injusta por su generación). dusseliana alcanza un grado de calidad filosófica en
A pesar de esto, la FL no tiene una intencionali- Latinoamérica -que lo pensamos-, pero no pode-
dad interpretativa regional, sólo ceñida a la realidad mos negar la realidad de otras aportaciones igual-
del subcontinente,24 ni es una moda pasajera. De mo- mente válidas. Este posicionamiento es comprensi-
mento ya tiene 25 años. Es una tarea que Dussel ble desde la genialidad de la filosofía dusseliana y
manifiesta, sin rubores y sin que le falte razón, que también desde la peculiar personalidad de nuestro
comienza con él mismo, cuando manifiesta: «Para pensador.
poder emprender con paso seguro y propio el cami- En la intención -y en la consecución en buena
no nuevo del pensar en América Latina es necesario medida- de Dussel, la FL, o mejor, su peculiar in-
que destruyamos una objeción primera: "Ud. dice terpretación de FL tiene intención de novedad, de
esto pero ignora lo que ya se ha pensado sobre el distinción, de referencia: «Desde que el "yo conquis-
particular, es decir, nos quiere hacer creer que acaba to" de Cortés se transformó en el ego cogito carte-
de descubrir la pólvora". Es por ello -prosigue siano o en la Willen zur Macht de Nietzsche, no se
nuestro fllósofo- y contra ella que nuestro discurso ha levantado en nombre del "conquistado", del
será lento, en ocasiones pesado, erudito hasta en de- "pensado" como idea o de la "voluntad imponente" y
masía. Queremos que el lector tenga la seguridad de (porque dominada), un pensar crítico meta-físico. La
que lo que se avanza como nuevo lo es en verdad y filosofía de la liberación latinoamericana pretende
que lo antiguo se ha tenido en cuenta» (FEL, I, 13). repensar toda la filosofía (desde la lógica o la onto-
Tiene Dussel clara conciencia de estar empren- logía, hasta la estética o la política) desde el otro, el
diendo una tarea inédita e inaudita, al menos en oprimido, el pobre: el no-ser, el bárbaro, la nada de
América Latina. Quizás podamos decir, críticamen- "sentido"». y es que, termina, «hay alguien más allá
te, que es cierto que el camino emprendido por Dus- del "ser": es real aunque no tenga todavía sentido»
sel es propio, clarividente, riguroso, novedoso e in- (FLA, p. 222).
cluso, en ocasiones, genial. Lo criticable es que con- La FL vista desde el centro es una filosofía bárba-
sidera que ese su propio camino interpretativo de la ra, de afuera del centro, de lo periférico y marginal.
realidad latinoamericana, nuevo, con intención des- Pues bien, contra la ontología más lúcida del «cen-
tructiva de la filosofía y la ética del centro, no es la

En el Congreso Nacional de Filosofía, en Perú, 1994

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tro», de lo que hoy llamamos el «Norte», contra la realidad desde la que se vive. Para Aristóteles las
tradición que va desde Parménides, Aristóteles, Des- fronteras de la ciudad (polis) eran el límite de la ra-
cartes, hasta Hegel o Marcuse, levanta su voz una zón, del ser, por extensión. Fuera de la ciudad, fuera
filosofía de la periferia del sistema que parte «de los de Grecia, estaba lo bárbaro (es decir, en este caso
oprimídos, la sombra que la luz del ser no ha podido Europa). Y no olvidemos que las fronteras de un
iluminar. Desde el no-ser, la nada, el otro, la exterio- país son guardadas por los ejércitos, para evitar la
ridad, el misterio de lo sin-sentido, partírá nuestro invasión de los bárbaros. Desde esta perspectiva «el
pensar. Es entonces, una "filosofía bárbara"» (FL ser coincide con el mundo (según lo comprende el
1.1.8.7.2). Y es que, partíendo de Parménides (inter- griego clásico); es como la luz (tò fós) que ilumina
pretado por Dussel desde un punto de vista hegelia- un ámbito y que no es vista. El ser no se ve; se ve lo
no, según nuestro entender) se afirma que «el ser es, que él ilumina: las cosas (tà ónta), los útiles (tà
el no-ser no es».25 prágmata). Pero el ser es lo griego, la luz de la pro-
Desde aquí, volviendo la frase a la ínversa y sa- pia cultura griega. El ser llega hasta las fronteras de
cando conclusiones que contiene implícitamente la helenicidad. Más allá, más allá del horizonte, está
unas veces y explícitamente otras, podremos decir el no-ser (para el griego), el bárbaro, Europa y Asia»
que lo que no puede decirse ni pensarse no es, ni (FL 1.1.5.1).
puede ser. Pero en tanto que, para Dussel, el pensar Es entonces palpable: cuando el griego piensa el
europeo está enclaustrado en su solo mundo y no ser, reduce a ser sólo lo visto por él; y Europa, no
hay más mundo que el europeo, lo que está más allá «vista» por completo por él, es reducida a lo bárba-
del pensar occidental, como no es visto, «no es». ro, al no-ser; cuando Europa, por su parte, piense su
Para el mismo Aristóteles el hombre era el hombre propia concepción del ser, comprenderá al ser como
culto de la polis griega. Los que estaban «más allá» lo visto por Europa, o por Alemania, o por España,
de Grecia eran considerados por Aristóteles como relegando a la barbarie todo lo que no sea él mismo.
bárbaros. El «hombre», es entendido en Grecia Nietzsche, e incluso Hitler no están muy lejos de
como el hombre griego. Desde aquí hay que enten- aquí. Tampoco lo está Heidegger,28 cuya ontología
der la frase de Protágoras (que aunque su intención pudo convivir con la verdadera «barbarie» nazi, que
parece ser de universalidad, no puede evitar su Sitz reducía a sub-personas a los judíos, a los gitanos, a
im Leben griego, con sus correspondientes estructu- los tarados, etc.
ras noéticas intencionales, de las que no puede pres- La superación de Heidegger la realizará Levinas:
cindir): «El hombre es la medida (el metro) de todas «necesitamos comprender el ser a partir de lo otro
las cosas, de las que son en tanto que son; de las que que el ser» .De tal forma que es preciso alzarse
no son, en tanto que no».26 «contra la filosofía que no ve más allá del ser y re-
Es decir, desde el punto de vista del hombre grie- duce mediante el abuso del lenguaje el Decir a lo
go, el hombre (griego) es el patrón para decir lo que Dicho y todo sentido al interés» propio.29 Con ello se
es el hombre (en general). Todo lo que no cuadre pretende superar la «onto-logía» para acceder ade-
con esto, pertenecerá al «no-ser», pues el hombre es cuadamente a la «meta-física», esto es, lo que está
el metro de «lo que no es en tanto que no es». Des- más allá de mi propia comprensión del mundo (que
de esta interpretación, para el mundo clásico griego para los griegos es la physis), hasta desembocar en
«la hybris es el mal, lo bárbaro, el desorden, la des- el rostro del otro, que está, en este lenguaje, «más
trucción, todo aquello que pretende conmover los allá del ser».
fundamentos de la ciudad aristocrática» griega.27 De No nos parece que sea casualidad que Levinas sea
tal forma que en Grecia no hubo verdadera demo- un judío y que encuentre su terreno nutricio en el
cracia, en tanto que el demos, el pueblo, sólo lo Antiguo Testamento, donde están claras tanto la Al-
constituían los libres, «los hombres», delegando a teridad trascendente radical de Dios como la alteri-
los esclavos ya los extranjeros-bárbaros, al «no-ser» dad-exterioridad del pobre, del huérfano, de la viu-
hombre, por no ser griego-hombre; el bárbaro es un da: los extrasistemáticos. Y no es tampoco casuali-
«sub-hombre». dad que los mayores filósofos de esta corriente de
La ontología griega, negadora del ser-persona del pensamiento latinoamericano sean cristianos. Un
esclavo, del bárbaro, del «sub-hombre», «sub-perso- teólogo europeo de reconocido prestigio, J.B. Metz,
na», de la nada para la aparente («formal», diríamos expresa lo que a nosotros nos interesa destacar aho-
hoy) democracia griega, es bárbara realmente, cuan- ra: «Desde un principio el cristianismo ha luchado,
do excluye del «ser» y relega a «nada» al bárbaro. con la conciencia de su misión, por una cultura del
Para Grecia a partir de Parménides, el ser es el fun- reconocimiento de los otros. La idea -helenista-
damento del mundo, el horizonte que comprende la de la identidad y de la asimilación no podía servir de

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norma para la conciencia de esta misión, sino la idea respuesta levinasiana es tajante: «es preciso cortar la
bíblica de la alianza, según la cual no es tanto lo palabra al ser y postular la primacía de la cuestión
igual lo que se conoce por lo igual, sino que es lo ética como la única capaz de dar un sentido a la
desigual lo que conoce -por reconocimiento- a racionalidad y la única capaz, también, de otorgar
otro» .Y el fundador de la teología política concluye significado a una determinada realización de "lo hu-
afinando que al cristianismo genuino, que tiene su mano". En una palabra, es necesario moralizar la fi-
referencia en el Evangelio de Jesús, le es ajeno losofía».33
«cualquier "voluntad de poder" en el conocimiento Esto significa, entre otros cosas, que no hay una
de los otros en su alteridad».30 Quizás esto sólo sea integración de toda la filosofía a la ética, sino que
posible decirlo desde el personalismo cristiano, cu- hay una postulación de la primacía de lo ético como
yas raíces se entrecruzan con la FL en su defensa de lo más originario del hombre y de su pensamiento.
la dignidad de la persona. Si la metafísica de Levinas desemboca en una
La metafísica de la alteridad que aquí describimos ética, la ontología, según Dussel, tiene la domina-
considera que el mundo de lo nouménico se feno- ción-opresión como resultado histórico y filosófi-
meniza en el rostro del otro. Éste sufre, con más co: «El que está fuera de la totalidad está fuera del
frecuencia de lo que a veces tenemos conciencia, la ser, es el "no-ser" de Parménides. El no-ser, es lo
injusticia, el hambre, la opresión y la muerte en un falso cuando se enuncia como siendo, y, entonces,
mundo que parece cerrar sus ojos y sus oídos (impo- ya que "el Otro" está en lo falso viene el héroe
sibilitando la opción ética derivada de la interpela- (del sistema de la totalidad, desde Cortés al "sobre-
ción de la conciencia moral) y donde cada cual pare- hombre" de Nietzsche) y lo mata, y además de
ce vivir sólo para sí. Pues bien, en el rostro sufriente matar al Otro recibe el honor y la condecoración
del otro se refleja la grandeza de su dignidad huma- del todo. Es paradójico y es tremendo. Aquí, de
na que la Totalidad parece, cuando no negar, olvi- pronto, Parménides se llena de sangre; se llena de
dar. Y son su rostro y su voz interpelantes algo pre- sangre cuando un gran principio ontológico cobre
vio, primero, que es preciso reconocer. Ello será la carácter ético y al mostrarse sus condiciones en el
garantía de la superación de la anarquía y el solipsis- nivel ético se hace horrible» .34
mo de la subjetividad cognoscente. En palabras de
Daniel E. Guillot es ésta una «experiencia anterior a
la libertad, anterior a la capacidad de elegir. El estar V. LA CRÍTICA A LEVINAS EN LA FILOSOFÍA DE
disponible para el otro, en la puesta en común, se LA LIBERACIÓN
produce una objetividad que es fundante de la obje-
tividad de la totalidad, que antes que universalidad En numerosos pasajes de sus obras Dussel reconoce
es generosidad».31 Sobre estos pilares se fundamenta el decisivo influjo recibido del filósofo judío, parti-
la arquitectura de «Totalidad e Infinito», que no se cularmente en su obra más lograda: Filosofía ética
basa en la razón universal ni en la objetividad de la de la liberaci6n. Aquí nos dice que cuando leyó
Totalidad, sino en la hermenéutica a veces obsesiva «por primero vez el libro de Levinas Totalidad e In-
del otro y que sólo será posible en la mediación de finito se produjo en mi espíritu como un subversivo
un lenguaje más cercano a lo profético (en sentido desquiciamiento de todo lo hasta entonces aprendi-
bíblico) que a la neutralidad culpable de una refle- do».35 Esto significa que, de modo semejante a como
xión filosófica aséptica. Desde aquí, la ontología de Kant despertó de su «sueño dogmático» tras leer a
la comprensión del ser de Heidegger deviene, en un Hume, Dussel despertó de una especie de «sueño
«más allá del ser» en Levinas, que desenmascara la ontológico» representado por las filosofías de Hegel
dominación táctica que con tal ontología tuvo lugar: y Heidegger.
«Ser "yo", era la declaración de prepotencia de una A partir de este momento Dussel se impondrá
labor de identificación que arrasaba lo que de distin- como tarea propia mostrar cómo el discurso levina-
to -otro- se interponía en su camino. Si identifi- siano puede prolongarse, superándolo, yendo más
camos esta preponderancia del "yo" con la tematiza- allá de su misma intencionalidad, en la realidad de
ción del Ser, del Sistema, del Estado, de la Estructu- dependencia en la que vive América Latina aún en
ra..., "otros" que se han ido resistiendo a la "integra- la actualidad. En efecto, el pensar metafísico (donde
ción"».32 Nos encontramos, entonces, en una especie lo que está «meta-», «más allá», es el otro) es supe-
de «antropofagia» realizada por el yo sobre el otro, ración de lo ontológico (donde se pretende acceder
donde el conocimiento, la comprensión ontológica al ser de los entes con el peligro real de cosificar al
es la integración del yo, del otro del yo en el propio otro, a la persona, al hombre, percibido y compren-
yo. Ante semejante ontología ¿qué salida hay? La dido como un ente o, a lo más, como el Dasein, «ser

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en el mundo», arrojado en la realidad mundana, teridad del otro revelada en su rostro, no saca las
siendo el mismo existente el lugar óntico donde se consecuencias que ese mismo discurso posibilitaba,
revela el ser, pero que podemos considerar como no superando el nivel abstracto en que la exteriori-
«adjetivamente» referido (el hombre) a lo sustantivo dad levinasiana se queda como atrapada. Es decir,
(el ser). Por esto la superación del ser que Levinas Levinas no parece ser lo suficientemente consecuen-
propone le permite encontrar «más allá» del ser, al temente con su propia reflexión para concluir la ne-
otro, más sublime y «sagrado» éticamente que el ser cesaria dimensión histórico-objetiva concreta que
en general. El otro no es una parte de la totalidad, no aparece como en germen incoado en su filosofía.
es una posibilidad de la totalidad, está «más allá de Esta explicación objetiva, concreta, ético-política,
la potencia y el acto»,36 en tanto parte de la misma aparece como insospechada en la obra del filósofo
totalidad. El otro es «o nuevo», la novedad, lo ex- europeo y será el motivo básico de su superación en
trasistemático, más allá de lo «Mismo» y la «Tota- la filosofía de la liberación de Dussel y Juan Carlos
lidad». Scannone, entre otros. Desde aquí se percibe al otro
Pero la reflexión de la FL pretende ir más allá de como «el pobre». Pero «pobre» significa, en concre-
Levinas, aunque transite durante algún tiempo de su to, «oprimido», esto es, «el otro despojado de su ex-
mano. Por esto Dussel manifiesta que su propio pen- terioridad, de su dignidad, de sus derechos, de su
samiento y de la generación de bastantes jóvenes ar- libertad, y transformado en instrumento para los fi-
gentinos y latinoamericanos «se distingue radical- nes del dominador, el señor, el ídolo, el fetiche».38
mente del discurso levinasiano».37 Otra separación de Levinas proviene de que éste
La mayor divergencia que Dussel encuentra entre entiende el cara-a-cara, persona-a-persona, contra la
su propio pensamiento y el de Levinas consiste en filosofía fenomenológico-intuicionista como la «del
que el judío piensa todavía «desde la ideología vi- eros, de un varón ante la mujer». Pero aquí la mujer
gente» (PP, p. 7), piensa desde Europa, «desde la es descrita por Levinas como pasividad, como la in-
injusticia». Dussel, que considera a Levinas como terioridad de la casa, como el ser humano recogido
uno de sus más apreciados maestros franceses, ha en su hogar. De esta forma su descripción no supera
manifestado al gran filósofo judío en diversas oca- la ideología burguesa manteniendo a la mujer en su
siones el grado de similitud de ambos pensamientos, alineación secular con semejante visión, machista,
pero, «al mismo tiempo la radical ruptura que ya en de la existencia. La erótica levinasiana, preciosa en
ese entonces (1971) se había producido» (PP, p. 8). su descripción fenomenológica del otro, también re-
Las experiencias políticas del europeo Levinas ha- sulta ideológica. De esta forma, desde la sumisión
bían sido las dos totalidades opresoras más recientes de la mujer, aunque Levinas hable del «hijo», su in-
representadas por Stalin y Hitler y sus respectivos terpretación adolece de este fallo básico, pues la mu-
deshumanismos, que son «fruto de la modernidad jer alienada no hará sino alienar al hijo. Es el proble-
europeo-hegeliana» (PP, p. 8). Éste es el contexto, ma de la pedagógica de la liberación que han estu-.
como es sabido, de los fundadores de la escuela de diado Paulo Freire y Enrique Dussel, en reflexiones
Frankfurt. Dussel, en cambio, sostiene que la gran similares y complementarias donde, políticamente el
experiencia de su generación e incluso «del último «hijo» de Europa es América Latina colonial antes y
medio milenio había sido el ego de la modernidad neocolonial ahora. Pero «sin liberación del hijo que-
europea, ego conquistador, colonialista imperial de da igualmente sin plantearse la cuestión del herma-
su cultura y opresor de los pueblos de la periferia, no, es decir, el problema político» (es la política de
no pudo menos que aceptar que nunca había pensa- la liberación, relación del cara-a-cara entre hermano-
do (Levinas) que "el Otro" (Autrui) pudiera ser "un hermano) (PP, p. 8). Levinas, pues, nada dice de la
indio, un africano o un asiático", "el Otro" de la to- «política» de la liberación, ni describe las condicio-
talidad o el "mundo" europeo era todas las culturas nes para saber oír la voz del otro, no llega al «servi-
y hombres que habían sido constituidos como cosas cio» concreto de la praxis de liberación. Además,
"a la mano", instrumentos, ideas conocidas, entes a para Dussel «Levinas queda como extático ante el
disposición de la "Voluntad de poder europea" (y Otro, el Absoluto que debe respetarse litúrgicamen-
después ruso-norteamericana» (PP , p. 8). Levinas te, pero mal o nada nos muestra cómo servirlo de
no ha «sufrido», al contrario que la periferia latinoa- hecho» (PP, p. 9). Es el nivel de la «arqueológica» o
mericana (y todo el mal llamado «tercer mundo» en «teológica» liberadora, donde aquí el Otro Absoluto
general ) a «Europa en su totalidad». es Dios.
Pero lo que separa más radicalmente al filósofo En definitiva, Dussel debe a Levinas la descrip-
argentino del lituano-francés es que, aunque éste ción fenomenológica de la experiencia originaria, así
describe la posición originaria del cara-a-cara, la al- como la superación de la ontología en «metafísica»,

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NOTAS
pero debe superarlo, dejarlo atrás en la concreción e
implementación de las mediaciones. Esto significa 1. A. Guy, «Importancia y actualidad de la filosofía hispanoa-
mericana», en E. Forment (ed.), Filosofia de Hispanoamérica.
que, desde la experiencia originaria del «cara-a- Aproximaciones al panorama actual, PPU, Barcelona, 1987, p. 38.
cara» Levinas critica la erótica, la pedagógica y la 2. M. Heidegger, «Die Grundprobleme der Phänomenologie»,
política en tanto que totalizadas, al fundarse éstas no en Gesamtausgabe, Victorio Klostermann, Frankfurt, 1972 ss., vol.
en la meta-física del otro, sino en la comprensión 24, p.15.
3. E. Dussel, Filosofia ética de la liberación, vol. I, Ediciones
ontológica de «lo Mismo», la Totalidad. Pero ¿quién La Aurora, Buenos Aires, p. 117, en adelante citaremos como
es el otro en concreto? ¿No cae Levinas en un plato- FEL.
nismo abstracto? En efecto, para el pensador judío el 4. E. Dussel, «Crisis de la Iglesia latinoamericana y situación
«Otro se plantea como absolutamente otro; al fin es del pensador cristiano en Argentina», en Stromata (Buenos Aires),
n. XXVI (1979), p. 328.
equívoco, es absolutamente incomprensible, es inco- 5. M. Heidegger, El ser y el tiempo, FCE, México, 21980, p. 22,
municable, es irrecuperable, no puede liberárselo trad. de José Gaos; la cursiva es del original.
(salvarlo). El pobre pro-voca, pero al fin es para 6. Cf. P. Cerezo Galán, Arte, verdad y ser en Heidegger. La
siempre pobre, miserable» (PP, p. 9) y aunque exige estética en el sistema de Heidegger, Fundación Universitaria Espa-
ñola, Madrid, 1963, pp. 254-262.
respeto, no se cuestiona la praxis de su liberación 7. Para ello, cf. fundamentalmente EFL, I, cap. III, pp. 98 ss.,
concreta. La superación de esta especie de quietismo y en Método para filosofia de la liberación, Ed. Sígueme, Sala-
irénico contemplativo hacia el Otro (que aunque manca, 1974, p. 267 (en adelante citaremos como MFL). Mani-
Levinas y Dussel lo escriban generalmente con ma- fiesta Dussel que Heidegger no ha superado en realidad la unidad
entre el pensar y el ser. Ya Parménides dijo que "lo mismo es
yúsculas es el Otro humano y no el Otro Absoluto- noeîn que ser", de modo que se muestra cómo noeîn y ser se
Dios) será la mayor superación -al menos intencio- avanzan como diferencia; como diferencia aparece entonces el ser
nal- de la FL dusseliana sobre el pensar levinasia- y el ente, pero los dos son pensados desde dicho ámbito: "lo
no. El filósofo latinoamericano intentará así abrir ca- mismo", "lo mismo", y allí se sitúa la cuestión heideggeriana.
Vale decir que de alguna manera se considera que se supera lo
minos reales, históricos, de liberación para el pobre ontológico desde "lo mismo". No se logró nunca descubrir la
oprimido, el pueblo despojado de su dignidad huma- realidad ni poner el nombre adecuado de ese ámbito, de modo
na sagrada y de sus más originarios derechos de los que todas sus reflexiones van cayendo en la imposibilidad de la
que han sido alienado secularmente. Por ello la ética expresión y al mismo tiempo en la extrema confusión (véase lo
dicho en la obra citada FEL I, cap. m, p. 13). ¿Por qué? Esto es
levinasiana deviene en la FL praxis ético-política. ya una interpretación personal -nos dice Dussel. En Heidegger
En conclusión, si la crítica a la dialéctica hegelia- hay todavía una experiencia de la totalidad como irrebasable y
na la efectuaron los poshegelianos (Feuerbach, aunque él intenta rebasarla, sin embargo, se queda atrapado en
Marx, Kierkegaard), la crítica a la fenomenología ella (por esto Dussel propone una «1iberación» no sólo de la de-
pendencia social, económica, cultural y política, sino una verda-
ególica husserliana ha venido de la pluma de Hei- dera «superación» de la filosofía europea, incluso se refiere en
degger y su ontología, que a su vez es criticado y varias ocasiones a la «opresión» del ser tematizado en Europa, en
«superado» por la meta-física de Levinas. Pero para el «centro» ) «lo que les propongo -ahora prosigue- es el inten-
Dussel tanto los hegelianos como sus críticos son to de ponerle un nombre al misterio que está más allá del hori-
zonte ontológico y superar entonces tò áuto, "lo mismo", y con
«todavía modernos» y son, además, «aún europeos» esto, aunque no parezca, nos situamos de pronto en una nueva
y sus respectivas filosofías no han servido para dar época de la ontología. Porque poder solamente decir esto es ya
cumplida cuenta del ser situado en la concreción his- haber dejado atrás una época. Empezamos a mirar al propio Hei-
tórica latinoamericana, africana, asiática, de opre- degger como desde su espalda».
8. J.L. Marion, «Prólogo», en R. González y G. Arnáiz, E. Le-
sión. En este sentido estos grandes filósofos son la vinas: Humanismo y ética, Ed. Cincel, Madrid, 1988, p. 13.
prehistoria de la filosofía de la liberación latinoame- 9. Ibíd., p. 14
ricana. En este sentido afirma Dussel que sólo «em- 10. Sobre este tema del «rostro» véase la tesis doctoral de P. Su-
puñando (y superando) las críticas de Hegel y Hei- dar, El rostro del pobre. «Inversión del ser» y revelación del «más
allá del ser» en la filosifía de Emmanuel Levinas. Su resonancia en
degger europeas y escuchando la palabra provocante la filosofia y teológía de la liberación en latinoamérica, Múnster,
del otro, que es el oprimido latinoamericano en la 1978, aunque en nuestra opinión no ha comprendido adecuadamente
totalidad nordatlántica como futuro, puede nacer la el pensamiento de Dussel.
filosofía latinoamericana, que será, analógicamente, 11. Percatémonos del expresivo título de una bella obra de Le-
vinas, Autrement qu'être ou au-delà de l’essence, Martinus Hij-
africana y asiática» (MFL, 176). hoff, Dordrecht, 1986.
12. En découvrant l'existence avec Husserl et Heidegger, Ed.
Vrin, París, 21967, p. 225.
13. E. Levinas, Totalidad e Infinito, Sígueme. Salamanca, 1977,
pp. 101-102. La trad. está a cargo del discípulo y colaborador de
Dussel, Daniel E. Guillot.
14. E. Levinas, En découvrant..., p. 89.
15. E. Levinas, Totalidad e infinito, loc. cit., p. 67.

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16. Cf. E. Dussel y D. Guillot, Liberación latinoamericana y


Emmanuel Levinas, Ed. Bonum, Buenos Aires, 1975, p. 22. LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN Y LA
17. E. Dussel, «La filosofía de la liberdción en Argentina.
Irrupción de una nueva generación filosófica», en Revista de Filo- ÉTICA DEL DISCURSO COMO
sofía Latinoamericana (Buenos Aires), tomo I, n.° 2 (julio-diciem- APROXIMACIONES A UNA MORAL
bre 1975), p. 221.
18. E. Levinas, Totalité et lnfini, essai sur l'exteriorité, Nijhoff, UNIVERSALISTA*
La Haya (Col. Phaenomenologica, 8), 1968, p. 281; trad. esp. p. _______________
308. Levinas, inmediatamente antes, había dicho que «la ética, más
allá de la visión y la certidumbre, esboza la estructura de la exte-
Hans Schelkshorn
rioridad como tal».
19. lbíd., p. 269; trad. esp. p. 297.
20. M. García Baro, «El problema antropológico de la liber- 1. EL PROBLEMA
tad», en CARTHAGINENSIA (Murcia), 18 (1994), p. 383.
21. E. Dussel, Filosofía de la liberación, La Aurora, Buenos
Aires, 31985, 1.1.4.1.; esta obra está numerada en epígrafes seme- La filosofía latinoamericana de la liberación y la éti-
jantes a los utilizados por Wittgenstein en el Tractatus. En adelante ca del discurso no se percataron una de la existencia
citaremos, en el texto, como FL. de la otra sino hasta que se presenta un nuevo decai-
22. Puede verse, entre Otros muchos lugares, en FEL. 11, 36, pp.
156-173. Todo su complicado libro Método para una filosofía de
miento de su propia estrella en el panorama filosófi-
la liberación un intento de destrucción del método dialéctico y co. En el clima postmodernista de la filosofía actual,
una apología del llamado por Dussel «analéctico». tanto el pensamiento revolucionario de liberación
23. VV .AA., Hacia una jilosofía de la liberación latinoameri- como los intentos trascendental-pragmáticos de fun-
cana, Ed. Bonum, Buenos Aires, 1973, el texto aparece en la con-
traportada del libro.
damentación última despiden el olor característico
24. Que por cierto, la mayor parte de los filósofos y teólogos de lo estancado y añejo, de algo que el espíritu uni-
suramericanos se empecinan en llamar «continente»; quizás porque versal o, por lo menos, el espíritu de nuestro tiempo
lo de «sub» les suena a cierta postración. En este sentido jamás parecería haber superado claramente. Según Lyotard,
hemos leído la expresión «subcontinente» aplicada a Europa occi-
dental o a Estados Unidos de América del Norte. Quizás sea ade-
por ejemplo, el «consenso se ha convertido en un
más debido a que se produce un «corrimiento» de sentido en las valor caduco y sospechoso»:1 después del derrumbe
expresiones desde lo geográfico a lo geopolítico. de los sistemas estalinistas en Europa del Este -al
25. Cf. H. DieIs, Die fragmente der Vorsokratiker (Griechische conjuro del cual se dio también en relación a los
und Deutsch), Weidmannshe Buchhadlung, Berlín, 1922, 28 B 2 ss.;
en esta fórmula se puede sintetizar, según Aristóteles hace decir a
experimentos socialistas en el Tercer Mundo una de-
Platón, todo el pensamiento de Parménides: Cf. Aristóteles: Met, 6: silusión de fondo-2 el poder aparentemente omní-
1062b24; Phys, 14: 187a26; 187a34). Para Parrménides «lo que puede modo del capitalismo despojó a la palabra clave «li-
decirse y pensarse debe ser»: O.S. Kirk y J.E. Raven, Los filósofos beración» de mucha de su «fuerza de motivación».
presocráticos, Gredos, Madrid, 1981, p. 379, nota 345.
26. Platón, Teet, 152 a; 178 B.
La ética del discurso y la filosofía de la liberación
27. E. Dussel, El humanismo helénico, Eudeba, Buenos Aires, tienen sus raíces histórico-políticas en la inestabili-
1975, p. 56; libro original de 1963 y que asume parte del material dad política de finales de la década de los sesenta. El
de su tesis doctoral en filosofía. enfático pathos moral, la insistencia en una moral
28. Desde este sentido podemos manifestar que no por casua-
lidad militó, aunque por poco tiempo cerca de posiciones nazis,
universalista, así como cierto tono básico utópico-
cuestión hoy muy debatida, desde investigaciones historicistas; anárquico inherente (por lo menos en un principio) a
pero en dicho debate no se tiene en cuenta las reflexiones que aquí ambas filosofías sólo puede entenderse a partir de
realizamos, en líneas generales. este contexto sociopolítico específico. Sin embargo,
29. E. Levinas, Totalité et Infini..., p. 20; trad. esp. p. 61.
30. J.B. Metz, «Con los ojos de un teólogo europeo», en Conci-
la filosofía de la liberación y la ética del discurso
lium (Madrid), n.° 232 (nov. 1990), pp. 494-495. rebasan también críticamente algunas de las posicio-
31. D.E. Guillot, «Introducción», en E. Levinas, Totalitè et Infi- nes neomarxistas.
ni..., p. 25 de la trad. esp. Gracias a la temprana recepción de la obra de E.
32. R. González y G. Arnáiz, E. Levinas..., p. 42. Obsérvese los
adecuados conceptos usados en el texto: «Identificación», «prepon-
Levinas, en la filosofía latinoamericana de la libera-
derancia del yo», «reducción del otro», «integración», etc. Son vo- ción en la actualidad se presentan también, a pesar de
cablos de dominación. todas las diferencias, claros puntos de contacto, por
33. lbíd., p. 43. ejemplo, con el postmodemismo filosófico francés.
34. E. Dussel, «Para una fundamentación filosófica de la libera-
ción latinoamericana», en E. Dussel y D.E. Ouillot, Liberación la-
tinoamericana..., pp. 27-28. _______________
35. lbíd., «Palabras preliminares», p. 7. * Título original: «Philosophie der Befreiung und Oiskursethik
36. D.E. _Guillot, cit., p. 33. als Annliherungen 311 eine universalistische Moral». Traducción:
37. E. Dussel, «Palabras preliminares», en op. cit., p. 7; en lo Luis Felipe Segura.
que sigue citamos dentro del texto como PP.
38. E. Dussel, «Ética de la liberación. Hipótesis fundamenta-
les», en Concilium (Madrid), n.° 192 (1984), p. 257.

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Por su parte, la teoría del discurso ha superado del presente análisis sistemático-comparativo. En ra-
tanto los dogmatismos, como en el caso de Marcu- zón de esto, los problemas que plantearé a continua-
se, como las trampas de una crítica total de la ra- ción a la ética del discurso y a la ética de la libera-
zón en Adorno y Horkheimer por medio de una ción tendrán como punto de referencia exclusiva sus
teoría de la acción comunicativa o de una teoría de respectivas contribuciones a una ética universalista.
la argumentación orientada al entendimiento. Aun En este orden de ideas resulta de particular impor-
cuando en nuestros días «discurso» y «liberación» tancia atender los contextos específicos, lo mismo
han perdido en gran medida su función como tér- que los planteamientos a partir de los cuales Apel y
minos de cristalización del debate público, en la Dussel abordan el proyecto de una fundamentación
ética del discurso y en la filosofía de la liberación y un desarrollo filosóficos de una moral universalis-
se da una mezcla productiva de pensamiento si- ta. En el curso de este análisis, las intenciones espe-
multáneo y no simultáneo [gleichzeitiges und un- cíficas de sus respectivas aproximaciones a una mo-
gleichzeitiges Denken] que, sin lugar a dudas, ofre- ral universalista serán objeto de una discusión un
ce una serie de impulsos positivos para la supera- poco más amplia en lo relativo a dos puntos focales
ción de la esterilización actual de la confusión ge- objetivos, a saber: las diferentes reformulaciones del
neral, evidente, por ejemplo, cuando se habla del imperativo categórico y la polémica distinción entre
«fin de las grandes narraciones». principios de justicia y formas del buen vivir, toma-
Un análisis comparativo de la filosofía de la libe- das de Rawls por la ética del discurso.6
ración y la ética del discurso se enfrenta al hecho de
que ambas posiciones representan bloques teóricos
no homogéneos y fragmentarios. De esta manera, la 2. LA APROXIMACIÓN ÉTICO-DISCURSIVA A
«filosofía latinoamericana de la liberación» se divide UNA MORAL UNIVERSALISTA
en varias direcciones3 que difícilmente pueden po-
nerse inclusive bajo el común denominador expresa- 2.1. La explicación apeliana de la situación de
do por el concepto de «liberación». desafio [Herausforderungssituation] y la necesidad
Por su parte, la filosofía del discurso se diferencia de una reflexión de fundamentación trascendental
cada vez en mayor medida en concepciones muy di-
versas, como lo muestran los recientes debates entre El pensamiento filosófico no se da en un espacio
Apel y Habermas.4 ahistórico, sino que se refiere siempre a una situa-
En lo que sigue me referiré casi exclusivamente, ción sociocultural. Para la filosofía, esto no resulta
por lo tanto, a las teorías morales de E. Dussel y válido desde Kant. Aparte de las preguntas acerca de
K.-O. Apel. En favor de esta delimitación habla, en- las verdades eternas, la filosofía se plantearía ahora,
tre otras cosas, el hecho de que Apel y Dussel hayan según Foucault, la tarea, a realizar nuevamente en
iniciado desde 1989 un diálogo que bien podría re- cada caso, de un diagnóstico de su tiempo.7 No obs-
sultar sin parangón en las relaciones entre la filosofía tante que debido a su concepción de la historia ni
latinoamericana y la filosofía europea.5 Platón ni Aristóteles se plantearon la pregunta
Es verdad que en estos diálogos se pone clara- «¿Qué es lo que somos hoy?», la cosmología plató-
mente de manifiesto el perfil teórico tanto de la ética nica misma, por ejemplo, debe leerse como una res-
del discurso como de la ética de la liberación. Sin puesta históricamente referida a la profunda crisis
embargo, un análisis un poco más minucioso mues- moral que afectaba la pólis griega. Por lo tanto, tam-
tra que ambos proyectos se encuentran sujetos toda- bién las cuestiones atemporales acerca de la verdad,
vía a un intensivo proceso de elaboración. Quisiera etc. se ubican siempre en un determinado contexto
aprovechar, en lo que sigue, la apertura teórica de ético-político sin agotar en éste su validez teórica.
ambas teorías morales para establecer una correla- Esta conexión entre reflexión filosófica fundamental
ción crítica y al mismo tiempo constructiva entre la y diagnóstico temporal es de central importancia
ética del discurso y la ética de la liberación, de para la concepción apeliana de la filosofía.
modo que pueda echarse nueva luz sobre el «objeto» Apel ha hecho clara, consecuentemente, hasta en
mismo de discusión. su dimensión histórico-vital [lebensgeschichtlich], la
Debido al amplio horizonte teórico en el que, con situación sociohistórica de desafío que se plantea la
razón, tanto Apel como Dussel ubican a la razón ética del discurso. Desde el punto de vista biográfi-
práctica -y que se extiende desde los conceptos co, Apel comparte la carga de una generación que
histórico filosóficos hasta las nuevas fundamentacio- en su juvenil deslumbramiento partió voluntariamen-
nes de la prima philosophia, es necesario delimitar te a la guerra y que después de la catástrofe se vio
nuevamente, de manera rigurosa, el campo temático obligada a vivir con la «obscura sensación de que

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aquello por lo que habíamos luchado "era en su validez de carácter universal; la moral se convierte
totalidad" falso».8 en una cuestión sujeta a la arbitrariedad subjetiva o
Simplemente el hecho de no ocultar esta herida se vincula a formas contingentes de vida. En conse-
teórica, sino de reelaborarla teóricamente, a pesar de cuencia, es el escepticismo el destinatario real al
las comprensibles resistencias internas, es un motivo que, en última instancia, se remiten, directa o indi-
que determina de manera esencial el pensamiento de rectamente, todos las líneas de argumentación en la
Apel, explicando también, en parte, la porfiada insis- ética del discurso.
tencia en su forma de argumentación. La «enseñan- Para sacar a la filosofía práctica de este atollade-
za» que, en última instancia, extrae Apel de la catás- ro, Apel se sirve del viejo argumento de la retorsión
trofe nacionalista es la necesidad y adaptabilidad contra el escepticismo. El cuestionarniento radical de
[Not-wendigkeit] a las situaciones de necesidad y ca- toda pretensión de verdad se vuelve, en última ins-
rencia de una ética universalista. Las totalizaciones tancia, en contra del escéptico mismo. Sin embargo,
nacionalistas, al estilo de la ideología nacionalsocia- aun suponiendo que tampoco la duda radical se des-
lista, únicamente pueden ser criticadas cuando las poje del todo de una noción de verdad --cualquiera
morales comunitaristas [Binnenmoralen] se orientan que sea la forma en la que ésta se piense- con ello
en el sentido de una ética de la humanidad. todavía no se ha resuelto el problema de una funda-
De acuerdo con Apel, sin embargo, una moral mentación de lo bueno o de lo justo.
universalista se ve confrontada, en nuestros días, con Apel intenta mostrar, por medio de una interpreta-
una situación peculiar en la historia, a saber: con las ción teórico-consensual del concepto de verdad que
consecuencias planetarias y en parte catastróficas de la fuerza del argumento de la retorsión alcanza tam-
las sociedades industriales contemporáneas. bién a la filosofía práctica. Apel se sirve aquí de la
Las morales tradicionales diseñadas según las exi- ambigüedad del concepto de verdad: en tanto que
gencias de la microesfera y la esfera media de la «objetividad» en el sentido de «adecuación a las co-
comunicación social no están ya a la altura de este sas» y de «validez universal».
desafío. La humanidad se enfrenta a la tarea de una En relación a esto, la teoría consensual de la ver-
macroética o, más precisamente, a la tarea de una or- dad explica únicamente el aspecto de la validez uni-
ganización de la responsabilidad colectiva en vista versal, sin proporcionar, en consecuencia, ningún
de la crisis ecológica y la creciente aceleración de criterio propio de verdad en lo que se refiere a la
los procesos de pauperización en el Tercer Mundo, adecuidad objetiva de los juicios científicos.9 Sin
fenómenos, todos ellos, en los que el individuo, embargo, de acuerdo con Apel, en la pretensión mis-
como miembro de sistemas de acción colectiva, tie- ma de validez universal del concepto de verdad se
ne necesariamente que participar, a pesar de que, en encontraría contenida ya una relevancia criteriológi-
general, por lo menos desde el punto de vista del ca [kriteriologische Relevanz] en tanto que en el
mundo de la vida [lebensweltlich], la responsabili- enunciado «x es verdadero» se da, en última instan-
dad específicamente moral permanezca para él ocul- cia, por supuesto que x tendría que ser válido, esto
ta debido a los mecanismos anónimos de la econo- es, universalmente válido, no sólo para mí, sino para
mía a nivel mundial. todos, es decir, para todos los seres con la facultad
Según Apel, para ese fin resultan ya insuficientes del lenguaje, para todos los seres racionales.
los recursos de las éticas de la compasión. Debido a En vista de que esto no puede cumplirse cabal-
su apertura constitutiva hacia el todo, esto es, hacia mente en ningún enunciado finito, con la búsqueda
la universalidad, parecería, más bien, ser la razón la de la verdad se vincula, por una parte, la idea del
única instancia capaz en absoluto de abocarse de carácter en principio provisorio de todo conocimien-
manera adecuada a los problemas morales a escala to y, por la otra, el deber normativo substancial de
planetaria. justificar argumentativamente las pretensiones de va-
Sin embargo, el recurso a la razón moral parecería lidez que resulten objeto de controversia. En esto ra-
eliminarse implacablemente en los molinos de la fi- dica la «función criteriológica» de la teoría consen-
losofía actual. Según Apel, la filosofía del siglo XX sual de la verdad, misma que, en consecuencia, debe
pone en tela de juicio, en dos sentidos, la universali- distinguirse con todo rigor de los criterios de verdad
dad de la razón práctica. Por una parte, reduciendo en el sentido de una adecuación a las cosas.
la razón a una racionalidad científico-técnica y estra- Ahora bien, el deber del discurso, al que también
tégica en la filosofía analítica; por la otra, fundamen- se somete el escéptico radical a causa de la irrenun-
tando hermenéuticamente la facultad de juicio en el ciable referencia del habla racional a la idea de ver-
marco de formas concretas del éthos. En ambos ca- dad, contiene ya, en opinión de Apel, la substancia
sos se niega a la razón práctica la apertura a una normativa fundamental de la razón práctica, a saber:

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el reconocimiento de la dignidad personal de todo un sentido estricto, el mismo ámbito. Por una parte,
ser racional. Quien busque seriamente la verdad, Apel amplía la competencia de la razón argumenta-
busca también, en última instancia, la libre anuencia, tiva a la esfera de lo moral. Los problemas éticos se
esto es, la anuencia no constreñida por medio de encuentran sometidos, en tanto que hayan de ser ob-
presiones externas, de todas las demás personas ex- jeto de un tratamiento racional, a una razón teórico-
clusivamente con base en la inteligencia. discursivamente reconstruida por medio del concep-
De ello resultan tres elementos éticamente subs- to de consenso de la verdad.
tanciales del discurso argumentativo a los que inclu- Esto significa que «en un discurso que se encuen-
sive el escéptico, en tanto que argumente, se encuen- tre sometida a las reglas de la argumentación de una
tra sujeto: igualdad de derechos de los participantes comunidad comunicativa ideal, puede suscitarse, en
en el discurso, apertura del discurso y no violencia. principio, por encima de todas las cuestiones ética-
No me ocuparé aquí de la manera en la que Apel mente relevantes, un consenso y que éste debe bus-
intenta dar un fundamento pragmático-trascendental carse en la praxis».11 En lo que sigue, llamaré a este
a estos elementos, como condiciones ineludibles de principio el postulado de formaci6n de consenso
un discurso racional, por medio de una reflexión es- (K).12 Por otra parte, Apel acepta, sin mayor justifi-
tricta con ayuda de la contradicción performativa. cación, la versión habermasiana del principio funda-
En lo que sigue, deseo, más bien, ocuparme única- mental de universalización (U): «Cualquier norma
mente de analizar críticamente, con cierto detalle, las válida debe satisfacer la condición de que las conse-
consecuencias de esta estrategia de fundamentación cuencias y efectos secundarios que para la satisfac-
para la reformulación del principio moral. ción los intereses de cada individuo previsiblemente
resultan de su acatamiento general puedan ser acep-
2.2. Los problemas de las diferentes explicaciones tados sin coerción de ninguna especie por todos los
del imperativo ético discursivo del cumplimiento afectados». 13
argumentativo de las pretensiones de validez moral De acuerdo con Apel, esta fórmula puede enten-
derse como una «explicaci6n adecuada» de la «nor-
Aun admitiendo que la igualdad de derechos, la ma fundamental de una comunidad comunicativa
apertura y la no violencia constituyen, en primer tér- ideal». Sin embargo, un análisis más detallado
mino, un discurso, por lo menos como presuposicio- muestra que, por diversas razones, estas dos formu-
nes irrecusables del habla argumentativa, persiste el laciones de una norma fundamental ético-discursiva
problema de qué sea precisamente lo que para la éti- no son objetivamente idénticas.
ca se gane con este resultado. No pocos críticos po- En primer lugar, el ámbito de la ética discursiva
nen en duda el hecho de que con la obligación del se encuentra limitado en (U) a los problemas de una
diálogo argumentativo se haya penetrado ya en el legitimación normativa, mientras que en (K) se in-
campo de la razón práctica. Una ética del diálogo no cluyen, de manera explícita, «todas (!) las cuestiones
es todavía una ética en el sentido de una racionali- éticamente relevantes de la praxis de vida», de las
dad de acciones morales. que formarían parte no sólo las cuestiones de eva-
Es necesario examinar, por lo tanto, cuál es el luación, como, por ejemplo, la evaluación de intere-
principio moral que la ética del discurso deriva de la ses y necesidades, sino incluso problemas relativos
situación argumentativa. La versión apeliana de una al buen vivir.
ética comunicativa ofrece, con reservas, en relación En segundo lugar, los conceptos determinantes de
a este problema, un cuadro bastante heterogéneo, al «universalidad» en (U) y en (K) son diferentes: (K)
tiempo que Habermas, con la diferenciación de un somete cada argumento al juicio del auditorio univer-
uso pragmático, ético y moral de la razón práctica, sal de todos los seres racionales, esto es, a las preten-
habría resuelto de manera específica varios proble- siones de una comunidad comunicativa ideal, mien-
mas abiertos al respecto."10 tras que (U) prescribe una universalización dialógica
Sin embargo, precisamente las disparidades que de normas en el círculo finito de los afectados.
se presentan en las explicaciones que Apel da del Sin embargo, no es que (U) y (K) se coloquen
principio discursivo abren una serie de posibilidades uno al lado del otro sin ninguna relación. Más bien
en lo que se refiere a un desarrollo ulterior de la -y esta sería mi tesis- (U) puede ser entendido
ética del discurso que van inclusive más allá de Ha- ya como una propuesta ético-discursiva para el tra-
bermas. tamiento de disensos fácticamente irresolubles, di-
El problema reside en que las diferentes formula- sensos posiblemente surgidos o, por lo menos, he-
ciones de la «norma fundamental» ético-discursiva chos conscientes precisamente por el acatamiento
que Apel ha presentado hasta ahora no cubren, en estricto de (K).

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Porque, a pesar de la idea regulativa de la forma- la ética del discurso. En efecto, el principio de con-
ción de consenso, en los discursos se observa la ten- senso no funge en el discurso teórico como un crite-
dencia a una explosión del disenso [Dissensexplo- rio de verdad y tampoco tiene la función de ser una
sion] a medida en que, cual incendio en expansión, explicación comprensiva del concepto de «verdad».
se extienden también a convicciones no implícita- La idea de un consenso universal de todos los seres
mente cuestionadas. Aparte de eso, un diálogo serio racionales reconstruye simplemente el aspecto de la
ya fondo acerca de los problemas morales conduce «validez universal» de la pretensión de validez de
por sí mismo a una discusión de las formas de vida aquellas afirmaciones que reclaman para sí verdad.
en cuyos horizontes evaluativos de interpretación se Apel se adhiere explícitamente, en relación a esto,
basa, en última instancia, la plausibilidad de los ar- a la intuición básica tradicional, esto es, a la idea de
gumentos de los participantes en el diálogo. verdad qua correspondencia con el objeto del pensa-
Es esta la razón por la que Habermas no ha referi- miento, sin aceptar, no obstante, la explicación me-
do (U) al espectro total de problemas éticos, sino al tafísica que la teoría de la correspondencia da de la
estrecho ámbito de la justicia de las normas, en el verdad.17
que, a pesar de los disensos en lo relativo a las cues- Precisamente por el hecho de que el consenso no
tiones valorativas, habrían de coordinarse planes y proporcione un criterio, en el sentido de adecuidad
formas de vida de los diferentes actores. La idea de con las cosas, la teoría del consenso puede dar cabi-
un interés común dialógicamente analizable de los da a todos los criterios de verdad acreditados, produ-
afectados, más allá de todas las diferencias, funge en ciendo una apertura de sus pretensiones absolutistas
todo ello como un «criterio» de justicia normativa; en relación a la ultimate opinion de la comunidad
con él se busca llegar «a una regulación que resulte comunicativa ideal.
aceptable para todos».14 La transposición consecuente de este concepto de
Habermas distingue de todo ello las cuestiones re- consenso a la esfera de lo moral tendría consecuen-
lativas al buen vivir, cuya identificación demostrati- cias de largo alcance para la idea que de sí tiene la
va remite, sin embargo, a otro «criterio», a saber: a ética del discurso y para su estructura material. Así,
la coincidencia con un bien supremo que como télos en analogía con las explicaciones de la verdad en
es portador de las distintas preferencias en lo relativo tanto que adecuidad a las cosas -entre las cuales
a la forma individual o colectiva de vivir la vida. A hay que contar ante todo el criterio de evidencia y el
diferencia de (U), el problema de cuál haya de ser la de coherencia- la ética del discurso tendría que
vida que debo vivir, esto es, el problema de quién examinar formas fundamentalmente distintas de en-
soy y quién quiero ser no se encuentra ya sometido, tender lo bueno o lo justo a las que ya no se puede
en opinión de Habermas, a la obligación del consen- dar, a su vez, un fundamento último y sobre las cua-
so, sino tan sólo a la obligación de un autoentendi- les puede, en general, incidir la «relevancia criterio-
miento hermenéutico.15 lógica» del principio de consenso, es decir, la obli-
Esta mirada a Habermas tendría que hacer claras gación de la justificación argumentativa.
dos cosas: en primer lugar, que el postulado de la Habermas parece tácitamente suponer esta divi-
formación de consenso (K) debe distinguirse riguro- sión entre las normas del discurso justificadas de
mente de (U); en segundo, que en la caracteriza- manera pragmático-trascendental y la clarificación
ción habermasiana de los problemas «morales» y de conceptos morales adecuados, porque las recien-
«éticos» resulta evidente que las presuposiciones del tes diferenciaciones y correspondencias entre «mo-
habla argumentativa no son suficientes para dar lu- ral» y «ética» se presentan como explicaciones de
gar a un principio moral. El principio discursivo fun- diferentes realizaciones de la razón práctica que no
damental de universalización (U) supone ya, más equivalen, evidentemente, a una especificación de
bien, una detenninada idea de justicia que es puesta las normas del discurso.18
en relación con las notas de la razón discursiva, Tampoco Apel puede prescindir de una explica-
Habermas no prevé, consecuentemente, ni siquiera ción del entendimiento moral, como lo muestra la
en el programa de fundamentación de la ética del distinción entre formas de vida y principios deonto-
discurso, ninguna identificación de la idea de un «in- lógicos. Sin embargo, en tanto que se encuentran su-
terés general» por medio de una contradicción per- jetas exclusivamente a un concepto ético-discursivo
formativa.16 Hasta ahora, tampoco Apel ha propor- de justicia, en cierta medida, se abandona a cierta
cionado una demostración de este tipo. arbitrariedad las cuestiones relativas al buen vivir. A
Sin embargo, en el contexto de la teoría consen- pesar de esto y en cuanto que requieren de la razón
sual apeliana de la verdad, esta situación algo confu- práctica, las cuestiones acerca del fin incondicional
sa ofrece también oportunidades para profundizar en de una manera de vivir tampoco son canceladas del

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ámbito de la obligación consensual, una consecuen- discurso acerca de si los habitantes de este continen-
cia que, por cierto, Habermas, en sus Erläuterungen te son o no seres humanos, un discurso que se desa-
zur Diskursethik,19 pretende evitar. rrolla durante largo tiempo sin la participación de los
Con esto, sin embargo, se da cierto movimiento a afectados. Por lo tanto, la humanidad de éstos es de-
la rígida división entre principios deontológicos y mostrada o puesta en tela de juicio, como ocurre en
cuestiones acerca del buen vivir a partir de los su- la célebre disputa entre Bartolomé de las Casas y
puestos internos mismos de la ética del discurso -y Ginés de Sepúlveda, con elementos teóricos ajenos a
esto no es algo suscitado por la crítica comunitarista. los habitantes mismos de Amerindia.23
Apel ha colocado ambas esferas de la vida moral en El constreñimiento a tener que justificar su propio
una relación recíproca de «complementariedad»,20 ser humano frente a modelos culturales ajenos, im-
enfocando su interés preponderantemente al segundo prime, de acuerdo con Zea, un sello propio a la tota-
conjunto de problemas. lidad de la historia de América Latina, incluyendo a
La ética de la liberación de E. Dussel pone clara- la historia política de ésta. Los pueblos colonizados
mente de manifiesto que también en otras direccio- no pueden conformar su conciencia histórica como
nes puede introducirse cierta dinámica entre forma una apropiación y suspensión dialécticas de su pro-
de vida y principios de justicia diversa a la que se pio pasado en dirección a un futuro común, sino
tendría en el marco de la ética del discurso en el que que, debido a una adopción y aplicación imitativas
estos problemas han sido hasta ahora. de modelos ajenos, acumulan una serie de proyectos
sociales sin conexión entre sí. El pasado propio es
calificado como «inferior», borrándoselo en cada
3. LA APROXIMACIÓN POR UNA PARTE DE LA caso de la memoria colectiva y persistiendo sólo
ÉTICA DE LA LIBERACIÓN A UNA ÉTICA como una «yuxtaposición»24 de experimentos falli-
UNIVERSALISTA dos de la más diversa índole.
Después de las luchas de independencia, se da en
3.1. Acerca de La situación de desafío de La ética este sentido una negación de los pueblos indígenas,
de La Liberación que en algunos de los nuevos Estados constituían la
mayor parte de la población, por parte de los conser-
Para tener una idea completa de la filiación teórico vadores criollos, quienes tienen la esperanza de con-
moral de la ética de la liberación resulta recomen- vertirse en un miembro más en igualdad de derechos
dable echar una mirada a la situación específica de en el círculo de la cultura española.
desafío que, en última instancia, ha dado lugar a una Algo análogo ocurre en la segunda mitad del si-
«filosofía de la liberación» . glo XIX cuando la burguesía local intenta, con sus
Los primeros intentos de elaboración de una filo- inclinaciones positivistas, acabar no sólo con los in-
sofía de la liberación a principios de los años setenta dios, sino, asimismo, con las raíces hispánicas, con
señalan una nueva etapa en la larga historia -que el objeto de establecer, como los «yankees del sur»,
se remonta a la mitad del siglo pasado- del pensa- una copia de los emergentes Estados Unidos de
miento latinoamericano en su búsqueda de una iden- América.
tidad propia 21 El sujeto de esta filosofía lo consti- Esta fatal dialéctica de una conciencia colonizada
tuían y lo constituyen principalmente los criollos y tiene su origen, según Zea, en la fascinación que ejer-
los mestizos que intentaban encontrar un camino cen las identificaciones ideológicas de la cultura eu-
cultural y político propio en la difícil situación inter- ropea con el sentido auténtico de lo humano mismo.
media entre la cultura amerindia y la cultura occi- Es esta precisamente la razón por la que en la filoso-
dental. A consecuencia de ello, el pensamiento lati- fía de la liberación el punto central de interés lo cons-
noamericano se encuentra estrechamente ligado, des- tituye la superación de un universalismo totalitario,
de entonces, a la historia política del continente.22 por supuesto, con la intención de dar un fundamento
En esta compleja urdimbre del contexto sociohis- a un pensamiento auténticamente universal. La filo-
tórico de la filosofía latinoamericana, me gustaría sofía de la liberación se diferencia en esto claramen-
ocuparme brevemente de dos elementos importantes te, por lo tanto, de ciertas tendencias presentes en la
para el conjunto de problemas que aquí deseo consi- postmodernidad europeo-norteamericana.
derar, dos elementos a la luz de los cuales resultan Desde el punto de vista de una fundamentación
comprensibles la metodología y la orientación de teórica, corresponde aquí un papel central al histori-
contenido de la ética de la liberación. cismo, a la filosofía de la vida ya la hermenéutica.
Según L. Zea, los inicios del pensamiento La interrupción por parte de estas filosofías del re-
latinoamericano se encuentran marcados por la violencia. curso inmediato a la razón universal -en el que
En América Latina, la filosofía comienza con un

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siempre se han deslizado, sin ser reconocidos, ele- El pensamiento latinoamericano, en el que crista-
mentos de contingencia- gracias al descubrimiento liza en la teoría la historia de imitación y aplicación
de la situacionalidad histórica de toda razón huma- de modelos sociales importados, resulta, en conse-
na, abrió de pronto las puertas para una aceptación cuencia, al mismo tiempo víctima y cómplice de la
positiva de la condicionada tradición propia como dominación imperialista. Como pensamiento que
punto de partida de un discurso auténtico.25 Como enajena de la propia cultura y de la propia realidad,
resultado de todo ello se presenta, en opinión de como receptor y transmisor imitativo de la cultura
Zea, la paradójica situación de que «el historicismo, europea, estabiliza y profundiza en el plano cultu-
la expresión de la crisis cultural europea constituiría ral aún más la dependencia social general. La filoso-
para América Latina algo así como el acto constitu- fía se descubre a sí misma, por lo tanto, como un
tivo de su independencia filosófica».26 De esta mane- momento ideológico en el interior de un sistema de
ra, el giro hermenéutico haría posible superar en el dominación global. La «filosofía de la liberación»
plano de la filosofía la estructura fundamental de la puede entenderse, así, como un intento de emancipa-
conciencia colonial. ción del círculo vicioso de pensamiento enajenado y
En segundo lugar, la «filosofía de la liberación» pensamiento enajenante, al ponerse el pensamiento a
se encuentra determinada de manera esencial por la sí mismo al servicio de las cotidianas luchas de libe-
teoría de la dependencia y el debate entre Salazar ración de los pobres.
Bondy y L. Zea en torno de la autenticidad de la
filosofía latinoamericana. No puedo ocuparme aquí 3.2. Las exigencias de la ética de la liberación
en detalle de los múltiples problemas y controversias a una moral universalista. El problema de
de distinto nivel que surgen en relación a ambos de- la ceguera ética
bates. Sin embargo, quisiera abordar dos topoi que
me parecen centrales para la conformación de la éti- La respuesta de la «filosofía de la liberación» a la
ca de E. Dussel. situación de desafío recién bosquejada consiste en
Por una parte, gracias a la teoría de la dependen- un retorno a la realidad social y cultural propia. Mientras
cia, los problemas económico-políticos de los países que L. Zea se ocupa primariamente de la historia de los
del Tercer Mundo se planten con un radicalismo no pueblos latinoamericanos y de la his-
conocido hasta entonces. Aun cuando innumerables toria de su autorreflexión bajo una perspectiva mes-
teoremas del enfoque «dependencista» no han podi- tiza, otros filósofos, sobre todo R. Kusch, se han
do resistir la crítica, la intuición fundamental del embarcado en una hermenéutica de las culturas de
mismo, esto es, la idea de que para gran parte de los Amerindia. En oposición a ellos, E. Dussel trabaja,
países del hemisferio sur no existe en el sistema eco- desde principios de los años setenta, en el proyecto
nómico mundial de nuestros días, por razones es- de una «ética de la liberación». Más allá de todas las
tructurales, ninguna posibilidad justa de un desarro- controversias y polémicas, a todos estos enfoques
llo de recuperación es más bien confirmada por los subyace la intención común de poner el pensamiento
registros recientes acerca de las relaciones norte- filosófico al servicio de un reconocimiento radicali-
sur.27 Como sea, es un hecho que la influencia de la zado del otro, de los pueblos oprimidos y margina-
teoría de la dependencia coloca la cuestión social dos de América Latina.
global en el centro de una ética orientada en el senti- Este trasfondo permite hacer claros los problemas
do de una filosofía de la liberación. que preocupan a E. Dussel en su elaboración de una
Sin embargo, debido a su concepto de una ciencia ética latinoamericana. Me ocuparé aquí, de nueva
social políticamente comprometida, la teoría de la cuenta, sin embargo, tan sólo de aquellas dificulta-
dependencia contiene también una crítica radical a la des que se refieren a la concepción de una ética uni-
autoconcepción teórico científica de una sociología versalista.
que desde el punto de vista valorativo opere exclusi- A diferencia de la ética del discurso, la ética de la
vamente de manera neutral. liberación no tiene una reacción primordial ante las
Todas estas dificultades superan ya el marco es objeciones del escéptico moral en relación a una éti-
pecífico de una ciencia particular específica. Ya a ca universalista. La ética de la liberación reacciona,
finales de los años sesenta, Salazar Bondy recono más bien, ante los problemas que plantea una cegue-
ce el desafío específicamente filosófico de la teo- ra ética, una ceguera que, aun bajo la hipótesis de un
ría de la dependencia, en su formulación diagnósti- universalismo moral, hace fracasar una conciencia
ca del «eurocentrismo latinoamericano» como un moral ante escándalos de orden ético. Dussel se re-
reflejo de la dependencia económico-política de fiere, concretamente, con todo esto, al hecho al he-
América Latina. cho de que -con contadas excepciones- la injusti-

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cia epocal de la expansión (neo)colonial de Europa ca de la liberación. Por una parte, Dussel plantea a
prácticamente no fue percibida en la filosofía euro- varias y conocidas concepciones del buen vivir el
pea como un problema, ni articulada de manera ade- problema fundamental de cuál es el valor que atribu-
cuada. Por el contrario, en ciertos pasajes prominen- yen a la práctica moral. Por la otra, la ética de la
tes en Hegel,28 por ejemplo, es posible descubrir una liberación elabora una propuesta propia de reformu-
legitimación explícita de la praxis imperialista de las lación del imperativo categórico en la que el punto
potencias europeas. Paradójicamente, esta percep- cardinal de una ética universalista, a saber: el respeto
ción eurocéntricamente deformada de la realidad se a la dignidad de todos los seres humanos, se pone a
reproduce también en una conciencia colonizada, salvo de las deformaciones totalitarias por medio de
como lo demuestra la historia de la filosofía acadé- un refinado ajuste de la orientación fundamental de
mica en América Latina. En los nichos escolares de la conciencia moral.
este pensamiento, la explotación y la represión de La realización de estos dos proyectos de trabajo,
amplias masas populares apenas si mereció alguna que ha conducido a Dussel a sus conocidos y am-
reflexión a fondo. Por estas razones, la crítica amplia plios análisis histórico filosóficos de orientación her-
de la ética de la liberación a la filosofía europea mo- menéutica, sólo puede describirse aquí en sus rasgos
derna no apunta simplemente a desenmascarar las más generales.
estructuras imperialistas de pensamiento en los cen-
tros de poder, sino que pretende antes superar en el 3.3. Las raíces ontológicas y el imperativo
pensamiento latinoamericano mismo el fenómeno de categórico del «éthos» de una solidaridad
un eurocentrismo interiorizado. universal: acerca de algunos rasgos fundamentales
Por lo demás, el problema mismo de una ceguera de la «ética de la liberación»
ética tiene que ser diferenciado nuevamente de ma-
nera objetiva: la percepción inadecuada de una in- A la luz de los intereses epistemológicos apenas
justicia puede tener su origen o bien en cierta indife- bosquejados, Dussel centra su atención en la revi-
rencia frente a problemas morales en general o en- sión de las posiciones filosóficas más importantes en
contrarse condicionada por una orientación proble- la filosofía práctica occidental,29 sobre todo, en el
mática de la conciencia moral. Desde un punto de ambivalente estatus que se atribuye en ella, desde
vista teórico moral, el problema de una indiferencia
moral remite a cuestiones relativas al buen vivir y,
más precisamente, a la interpretación material, esto
es, a la interpretación de contenido del télos de una
conducta de vida. Por el contrario, los problemas de
una conciencia moral mal dirigida son tema de una
ética normativa, donde la «brújula» de la conciencia
se fija, como en Kant, por medio de un imperativo
categórico, expresándose conceptualmente con una
fórmula.
Consecuentemente, en la ética de la liberación se
encuentran análisis de las dos raíces de esta ofusca-
ción moral. Ahora bien, como la expansión (neo)co-
lonial de Europa tiene lugar en una época en la que
tanto el cristianismo como la Ilustración habían
abierto explícitamente el ámbito de una moral cerra-
da y particular [Binnenmoral] en el sentido de una
ética universalista, la ética de la liberación se orienta
de antemano hacia las posibles deficiencias de un
universalismo moral tomado hipotéticamente como
algo dado. Este supuesto se oculta con frecuencia en
la retórica polemizante de E. Dussel en relación a la
filosofía europea. Sin embargo, para la comprensión
cabal de la ética de la liberación resulta absoluta-
mente fundamental.
Con este trasfondo, pueden distinguirse dos hilos
conductores en lo relativo a los contenidos en la éti- Con Gianni Vattimo, en México, 1993

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Platón y Aristóteles, a la moralidad en las formas de acontecer histórico; también, a la luz de un espíritu
la existencia humana. universal omnicomprensivo, puede darse un sentido
Por una parte, en el pensamiento platónico, por razonable incluso a ciertos capítulos amargos de la
ejemplo, el problema de la justicia en la pólis consti- historia universal, como el sometimiento y extermi-
tuye el punto central objetivo. Por la otra, en el cur- nio de culturas enteras en el curso de la expansión
so de la fundamentación y el desarrollo teóricos de europea, como lo pone de manifiesto la justificación
la filosofía práctica, la tendencia a ubicar la praxis que Hegel hace del colonialismo o la valoración po-
moral en un segundo plano en relación a una vida sitiva de Marx de la conquista de la India por los
dedicada al conocimiento puro, a la theoria, se con- ingleses.32
vierte en algo predominante. Esta precaria posición En tanto que las fundamentaciones éticas (inclusi-
de la moralidad entre la póiesis y la theoria no apa- ve las que tienen el sentido de una ética universalista
rece solamente en la filosofía griega (por ejemplo, de los derechos humanos) relativicen el estatus de la
en el célebre pasaje del libro X de la Ética a Nicó- práctica moral, el resultado será insatisfactorio para
maco de Aristóteles). También en la época moderna, una ética de la liberación. Porque, en realidad, si la
por ejemplo en Hegel, la dialéctica desemboca, en idea de un conocimiento por el conocimiento mismo
última instancia, en la teoricidad de un saber absolu- no es más que un simple reflejo antropológico del
to en el que se encuentran suprimidas la moralidad y sentido de la verdad, sino que se convierte también
la eticidad [Sittlichkeit]. Tanto el sabio griego como en el bien supremo de la praxis humana en general,
el pensador del espíritu universal mantienen siempre la praxis moral enfrenta la amenaza de ser rebasada
la debida distancia con la vida política de su mo- poco a poco por una indiferencia ética por lo menos
mento, retirándose finalmente, de manera definitiva, latente.
de la ciudad y refugiándose en la teoría pura. De acuerdo con Dussel, la inclinación a una for-
Esta tendencia a huir del mundo dentro de la filo- ma de existencia escapista en lo que se refiere al
sofía europea se apoya, en opinión de Dussel, a final mundo sólo puede ser superada si, por una parte, la
de cuentas en pre-entendidos ontológicos cuyas raí- moralidad se explica estrictamente a partir de una
ces se remontan hasta la mitología griega. De este autorresponsabilidad basada en la voluntad y si, ade-
modo es que, por ejemplo, en la interpretación anti- más, la comunicación interpersonal es entendida por
gua del ser como lo que está constantemente presen- una praxis vital como un fin en sí misma.
te y es necesario, se encuentra implícito el poder Un malentendido de este tipo se ha impuesto, si
universal de la moira. El lógos rige, por lo tanto, bien insertado en un contexto religioso, en la tradi-
desde Heráclito, el destino de los hombres, aun en ción judeocristiana, manifestándose de manera pro-
contra de sus intenciones subjetivas, de manera aná- totípica sobre todo en la narración del Éxodo o en
loga a la ananke mítica, aunque, por supuesto, con la crítica social de los profetas del Antiguo Testa-
la diferencia cualitativa de que, por lo menos, el ló. mento.
gos puede ser conocido por la filosofía. Con ello, la Dussel, en la línea de las racionalizaciones cristia-
moralidad se convierte en algo dependiente de una no-teológicas de esta experiencia fundamental y de
visión en las inmutables estructuras del universo. la presencia subyacente del pensamiento judeocris-
Una consecuencia de todo esto es una problemáti- tiano dentro de la filosofía europea, intenta explicar
ca preeminencia del conocimiento en relación a la el horizonte ontológico y antropológico de una for-
libertad volitiva, deslizándose también un rasgo fun- ma de vida solidaria, confrontándolo con las expe-
damental trágico en la filosofía práctica que desem- riencias de los movimientos social revolucionarios
boca en una absolutización de la existencia teórica.30 en América Latina.
Esta relación entre determinada ideología y una En este orden de ideas, Dussel contrapone la exis-
ética tendencialmente escapista en lo que se refiere tencia del sabio griego, esto es, la existencia de al-
al mundo, retornaría en forma transformada, según guien que opta por una vida dedicada a la theoria,
Dussel, en la moderna filosofía del sujeto.31 El cono- por una vida marginal a la ciudad o fuera por com-
cimiento platónico de la armonía estática del univer- pleto de ésta, a la intranquilidad del bios politikos
so es reemplazada ahora por una visión en la dialéc- -y contrapone igualmente a la existencia del cientí-
tica de las leyes necesarias de la historia, sea en su fico moderno que cree que el principio de la libertad
versión idealista o en su versión materialista. valorativa puede referirse a su praxis vital en el
En el contexto de una comprensión fundamental mundo una forma de existencia solidaria llena de
de la moralidad de este tipo, el hombre no sólo es contrastes.
despojado sutilmente de responsabilidad moral, asig- Una forma profética de vida no evita, en un senti-
nándosele un papel de espectador pasivo frente al do amplio, las turbulencias de la vida política, sino

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que escucha el llamado de los pobres y los oprimi- contenido central de una ética universalista, esto es,
dos en una práctica de justicia, esto es, en una prác- no busca simplemente garantizar la universalidad de
tica que no teme el conflicto con los poderes domi- la dignidad humana por medio del postulado de una
nantes. Una praxis de este tipo ya no es sostenida comunidad comunicativa ideal o, como ocurre en
por el télos de la transparencia absoluta, sino por la Dussel, por medio de la «proximidad».
inmediatez de la proximidad entre las libertades per- Más bien, lo que se hace es orientar la phrónesis
sonales. En esta última se pretende, ciertamente, al- de una razón práctica de cuño universalista en el
canzar un máximo de acuerdo recíproco y de reco- sentido de un descubrimiento de los pobres, es decir,
nocimiento. Al mismo tiempo, cada uno(a) se man- en el sentido de los siempre excluidos de la totalidad
tiene como otro(a) en su identidad debido a su inex- social y oprimidos por ésta. A través de ello, las dis-
pugnable libertad. tintas formas de socialización humana se verian con-
Así, el concepto de «proximidad» explica el pun- frontadas con las víctimas que ella misma produce,
to de fuga suprahistórico y normativo de una inter- por así decirlo, lográndose una apertura en dirección
personalidad completamente conciliada que puede a una universalidad más auténtica. Esta es la inten-
también ser objeto de una experiencia anticipatoria ción fundamental de la reformulación dusseliana del
en aquellos encuentros logrados, lo mismo que en imperativo categórico: «¡Libera a los pobres!».34
los auténticos procesos de liberación.33
Sin embargo, en la crítica social de los profetas
del Antiguo Testamento, Dussel no sólo descubre el 4. ALGUNAS TESIS ACERCA DE LA RELACIÓN
modelo de un buen vivir en el sentido de un com- ENTRE LA ÉTICA DEL DISCURSO Y LA ÉTICA DE
promiso radical en favor de la justicia en el sentido LA LIBERACIÓN DE FRENTE A SUS
de un éthos de la moral universalista, sino, asimis- RESPECTIVAS CONTRIBUCIONES A UNA ÉTICA
mo, una estructura específica de la phrónesis de la UNIVERSALISTA
que se sirve la ética de la liberación para una refor-
mulación del imperativo categórico. Porque, en rea- A pesar del hecho de que tanto la ética del discurso
lidad, los profetas no condenaban el sistema social como la ética de la liberación abordan por motivos y
respectivo simplemente en nombre de la ley divina, con instrumental muy diferentes la difícil tarea de
sino que lo hacían partiendo también de las víctimas elaborar una ética universalista, sus respectivos pun-
concretas de esa sociedad -las viudas, los huérfa- tos contextuales de partida y la naturaleza misma de
nos, los pobres. esta empresa común hacen que se dé, en algunas de
En vinculación con esta estructura interna de la sus partes constitutivas, un traslape objetivo entre
crítica social de los profetas, Dussel intenta erigir ellas y son también la causa de que, en parte, ambas
una barrera adicional en contra de las deformaciones posiciones se complementen y corrijan.
ideológicas de una moral universalista. Porque, en En lo que resta de este escrito me ocuparé de re-
efecto, un problema fundamental de cualquier con- saltar y explicar con cierto detalle algunos puntos de
cepción de una ética universalista estriba precisa- contacto entre estas dos teorias implícitos en otras
mente en la relación dialéctica entre facticidad y el partes de la exposición.
contenido ideal del principio moral. Tan pronto se El objetivo común de una moral universalista es
da, aunque sea de manera tentativa, un contenido abordado a partir de dos perspectivas contrarias por
material a la ley moral, se deslizan ineluctablemente, la ética del discurso y la ética de la liberación. Por
debido al carácter finito de la existencia humana, una parte, evitando reincidir en una moral conven-
elementos contingentes en el principio moral, de tal cional, Apel intenta dar, por medio de una reflexión
suerte que su pretensión universalista se pervierte rá- trascendental, un nuevo fundamento al rango de una
pidamente con un velo ideológico de prejuicios et- ética universalista en general. Dussel se enfrente, por
nocéntricos e intereses egoístas de poder. Como es la otra, ante todo con el problema teórico moral e
bien sabido, la historia del derecho natural propor- históricamente real de un totalitarismo moral univer-
ciona, abundante evidente respecto a tales conclusio- salista. Esta es la razón por la que la ética de la libe-
nes erróneas. ración somete a examen, en busca de sus puntos dé-
En lugar de una «solución» escéptica de un recha- biles ocultos, a aquellas formas de una ética univer-
zo total de la posibilidad de una ética universalista salista que han operado en la historia y que han sido
que parecería resultar natural para una filosofía lati- objeto de un análisis filosófico, allanando de esta
noamericana en vista de su experiencia con las abso- manera el camino hacia un auténtico universalismo
lutizaciones ideológicas de las formas de vida euro- moral, hacia un universalismo mucho más resistente
pea, la ética de la liberación no busca garantizar el a los abusos de la ideología.

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Ahora bien, mientras que la ética del discurso, en cosas en las que tendría que profundizarse y en rela-

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su versión apeliana, se mueve ante todo en torno del ción a las cuales sería necesaria una diferenciación
problema de una fundamentación última del moral más sutil.
point of view, la ética de la liberación examina las Dussel proyecta, entonces, por así decirlo, el pos-
morales universalistas a la luz de las dos fuentes ya tulado apeliano de un deber fundamental en lo relati-
mencionadas de la ceguera moral. vo al ser moral. Desde un punto de vista pragmáti-
En lo que respecta al desarrollo histórico de la co-trascendental, esto resulta idéntico con ser razo-
filosofía moral, Apel se interesa, sobre todo, en la nable dentro de la estructura formal de la praxis hu-
transición de una moral comunitaria y cerrada a un mana, si bien en Dussel los acentos en lo que se
nivel universalista, irrestricto y postconvencional de refiere al contenido son otros. Alguien que adopta,
la conciencia moral.35 en el sentido de Apel, la razón moralmente impreg-
Por el contrario, Dussel se aboca a las razones por nada de Dussel ha dado una cualidad moral (y no
las cuales la praxis moral es defendida con un gran estética o científica) al télos último de su vida -así
despliegue teórico de los cuestionamientos relativis- podría describirse la concepción dusseliana acerca
tas como el de los sofistas y el escepticismo moder- de este problema. Con ello no se universaliza totali-
no (por ejemplo, del de Hume), por una parte, mien- tariamente, como Apel parece temer, una moralidad
tras que, por la otra, es denegada, al darse preemi- determinada. Para prevenir este peligro, resulta nue-
nencia a una vida al servicio de la verdad teórica vamente necesario hacer una serie de diferenciacio-
sobre una forma de existencia moral.36 nes en relación al concepto mismo de buen vivir.
Por lo demás, esto último resulta independiente Es posible que Apel asociara con esto último as-
del hecho de que la moralidad se interprete de ma- pectos más bien estéticos de los estilos de vida,
nera convencional o universalista (como en Hegel). aspectos que no resultan entre sí argumentativa-
La reconstrucción que la ética de la liberación lle- mente convincentes, pero que son, de cualquier
va a cabo de los rasgos descriptivos del éthos de una manera, algo fascinante.39
moral universalista mantiene, en principio una rela- Por el contrario, bajo el lema de un éthos de la
ción complementaria con la ética del discurso, si liberación, Dussel explica las implicaciones de una
bien esto no ocurre en el sentido de la complementa- forma de vida que en un contexto de dominación y
riedad apeliana entre las formas del buen vivir y los de represión se somete a los reclamos de una ética
principios ético-discursivos. En esa relación, en efec- universalista. Hay allí suficiente espacio para una di-
to, la ética de la liberación pone de manifiesto las versidad cultural de estilos de vida. Por lo tanto, se-
exigencias de una forma del buen vivir que se some- gún Dussel (y posiblemente también según Apel), la
te a la norma fundamental de una ética universalista. exigencia original de lo moral es socavada cuando
Sería incorrecto, entonces, subsumir la ética de la uno opta por una forma de existencia amoral -ya
liberación solamente a la pluralidad de las formas de sea una forma de existencia puramente teórica o una
vida cuya existencia es objeto de regulación por par- forma de existencia puramente estética-40 llegándo-
te de la ética del discurso. Por el contrario, precisa- se a un acuerdo dialógico con los afectados en caso
mente Apel -que en su reflexión de fundamenta- de conflictos.
ción última pretende llevar a cabo no sólo una fun- Por el contrario, una moral universalista exige de
damentación rigurosa de las normas del discurso cualquier forma de existencia una corresponsabilidad
sino también del deber de una vida razonable, esto de las penurias y miserias de todos los seres huma-
es, de una vida que satisfaga las exigencias de una nos, aun cuando lo que un individuo puede concre-
ética del discurso-37 proporciona con ello un princi- tamente hacer deba por fuerza ser limitado en una
pio tanto limitativo como constitutivo en relación a división del trabajo moralmente multiestratificada.
las distintas formas del buen vivir, a saber: la prerro- Un segundo punto de intersección entre la ética
gativa vitalmente ommnicomprensiva de ser moral.38 del discurso y la ética de la liberación toca el plano
La ética de la liberación se mueve con vehemen- de la reflexión de fundamentación. Dussel se en-
cia en torno del punto relativo a que no puede acep- cuentra obligado, como he hecho notar más arriba, a
tarse, sin caer en una indiferencia moral, una forma una elaboración hermenéutica de las diferentes inter-
de vida orientada moralmente tan sólo como otra pretaciones de lo «bueno» y lo «justo» .Al mismo
más de las formas del buen vivir. Gracias al concep- tiempo, estos análisis se adentran en el terreno de
to de «proximidad», Dussel logra hacer algo fructí- una discusión de los fundamentos de la ética del dis-
fero del potencial que las éticas de la compasión po- curso. Porque, en realidad, tal y como se puso de
seen para una ética política basada en una concien- manifiesto en la fundamentación de (U) por parte de
cia moderna, aunque, en realidad, hay aquí muchas Habermas, en todo caso podrían ser susceptibles

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de una fundamentación última de carácter pragmáti- contacto con la ética de la liberación, porque Dussel

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co-trascendental aquellas normas del discurso que se ocupa de las dimensiones de una moral universa-
requieran determinados conceptos morales para lista que con razón se echan de menos en la moral
constituir un principio moral en un sentido pleno. En de Apel como, por ejemplo, la conexión de un prin-
el caso de (U), esto ocurriría, según Habermas, en el cipio discursivo puro con un concepto de justicia
conocimiento previo en torno del «sentido» de la le- moral y su anclaje en un éthos de la moral universa-
gitimación de normas. lista.
Sin lugar a dudas, Apel pretende, frente a esto Con esto también podria obtenerse a partir de la
último, una fundamentación última plena del princi- ética de la liberación una solución rigurosa del pro-
pio moral. Es posible, sin embargo, que Apel haga blema (frecuentemente reclamado) de la motivación
aquí una sobrevaloración de la fuerza del argumento de una acción ético-discursiva que no se simplemen-
de la retorsión. También en el postulado general de te se remita a un plano psicológico, sino que, en últi-
la constitución de consenso hace falta una reflexión ma instancia, se base en el télos de una forma de
de fundamentación que garantice, más allá del reco- vida. Sin embargo, estos problemas, al igual que la
nocimiento del otro como alguien que está a la bús- cuestión acerca de las correcciones de la ética del
queda de la verdad, un reconocimiento en el sentido discurso a la ética de la liberación no pueden ser
de una justicia moral. abordados en el presente escrito.
El remanente objetivo de la norma moral se pone
de manifiesto precisamente allí donde yo estoy obli-
gado a poner a prueba la aceptación o interrupción NOTAS
de discursos morales basándome en su corrección
moral.41 Ciertamente, tampoco esta reflexión puede 1. F. Lyotard, Das postmoderne Wissen, Graz-Viena 198t, 190.
[Hay traducción española.]
eximirse de la exigencia de la razón universal, por lo 2. Cfr. K. Fritsche (ed.), Verlorene Träume? Solzialistishe Enl-
que debe ubicarse todavía en (K). Desde luego (K) wicklungsländer en der Drillen Welt, Stuttgart, 1989.
tendría aquí que vincularse también con un concepto 3. Cfr. en relación a este punto el trabajo no del todo imparcial
de lo «bueno» o de lo «justo», si es que (K) mismo de H. Cerutti-Guldberg, Filosofia de la Liberación Latinoamerica-
na, México, 1983.
no ha de disolverse en el principio regulativo de la 4. Cfr. K.-O. Apel, «Normative Begründung der Kritischen
ética filosófica en la que precisamente los diferentes Theorie durch Rekurs ayf lebensweltliche Sittlichkeit. Ein trans-
conceptos de moral son objeto de discusión. zendentalpragmalisch orientierter Versuch, mit Habermas gegen
El concepto de proximidad de la ética de la libe- Habermas zu denken», en A. Honneth, el al. (eds.), Zwischen-
betrachlungen im Prozess der Aufklärung, Frankfurt/M 1990, 15-
ración resultaría casi natural para la ética del discur- 65; J. Habermas, Erliiulerungen zur Diskurselhik, Frankfurt/M,
so en vista de su gran formalidad y sus atributos 185-199.
materiales. De cualquier manera, el concepto de 5. Cfr. la documentación de este diálogo sostenido en Friburgo
«aproximación» no es susceptible de una fundamen- en 1989 y en México en 1991 en R. Fornet-Betancourt (ed.), Ethik
und Befreiung, Aachen, 1990; del mismo editor: Diskursethik oder
tación basada en el argumento de la retorsión, por- Befreiungselhik, Aachen, 1992.
que en ésta se encuentran ya asentados procesos de 6. Cfr. J. Rawls, Eine Theorie der Gerechligkeil, Frankfurt/M.,
aprendizaje moral, por lo que, por ejemplo, el con- 1979, 486 pp. (parágrafo 68).
cepto de proximidad «no permite dar un fundamento 7. Cfr. M. Foucault, «Die politische Technologie der Indivi-
duen», en H.M. Luther, et al. (eds.), Technologien des Selbst,
a un bien colectivo general (como en Platón o Aris- Frankfurt/M., 1993, p. 168.
tóteles), sino, más bien, a uno distributivo, esto es, a 8. K.-O. Apel, «Zurück zur Normalität? -Oder: Können wir aus
un bien que beneficia a cada individuo».42 der nationalen Kataslrophe etwas Besonderes gelemt haben?», en
Como sea, es posible que pueda identificarse una su obra Diskurs und Verantwortung, Frankfurt/M., 1988, p. 374.
9. Según Apel, la teoría consensual ofrece solamente «a neces-
referencia pragmático-trascendental constitutiva de sary explication of the meaning of truth and not about a sufficient
la razón a una idea de justicia.43 Sin embargo, esto criterium of truth». Cfr. su «C.S. Peirce and the Post-Tarskian Pro-
aún no sería suficiente para justificar el interés cen- blem of Meaning of Truth», en Transactions of Ihe Ch.S Peirce
tral de la ética del discurso, a saber: la obligación de Society, XVIII (1982), p. 4.
10. Cfr. J. Habermas, Erläuterungen zur Diskursethik, pp. 100-
un entendimiento real con todos los afectados, una 118. «Ética» se refiere aquí, definitoriamente, a cuestiones relativas
obligación basada en la experiencia de la irrenuncia- al buen vivir, mientras que «moral» cubriria la esfera propia de la
bilidad de la libertad humana del otro y que Dussel ética del discurso en el sentido de una legitimación consensual de
reconstruye de manera hermenéutica, sobre todo, por normas.
11. K.-O. Apel, «Notwendigkeit, Schwierigkeit und Moglich-
intermediación de E. Levinas, a partir de la tradición keit einer philosophischen Begründung der Ethik im Zeitalter
judía. der Wissenschaft», en P. Kanellopoulos (ed.), Festschrift für K.
En este sentido, entonces, el desarrollo en detalle Tsatsos, Atenas, 1980, pp. 264 ss. Como señala A. Cortina (Razón
de una ética del discurso podría enriquecerse de un comunicaliva y responsabilidad solidaria, Salamanca, 1988, p.
156), en este ensayo se encuentra la explicación más extensa que

69
70

Apel da de la norma fundamental. Cortina la toma, con razón, 30. Del mismo modo en que esta forma de entender el ser pue-
como base de su interpretación. de tener consecuencias problemáticas para el concepto de morali-
12. Apel habla de una «obligación con respecto a la metanorma dad, esta concepción ontológica parecería también ser algo irre-
de la formación argumentativa de consenso». Cfr. la obra citada en nunciable para el concepto de verdad en el sentido de validez uni-
la nota 8,p.47. versal que la ética requiere también de manera necesaria. Esto es
13. K.-O. Apel, ver obra cit. en la nota 8, p. 123. Cfr. también expuesto convincentemente, en base a la filosofía griega, por V.
J. Habermas, Moralbewusstsein und kommunikatives Handeln, Hösle, Wahrheit und Geschichte, Stuttgart-Bad Cannstatt, 1984. Al
Frankfurt/M., pp. 75 ss. y 103 ss. igual que Dussel, Hösle remonta el momento de la incondicionali-
14. J. Habermas, Erläuterungen zur Diskursethik, 1970. Como dad en el concepto de verdad a las ananke y moira griegas. Véase
observa A. Wellmer, Ethik und Dialog, Frankfurt/M., 1985, 66 ss., la obra de Hösle, pp. 199-246.
las cuestiones morales se aproximarían entonces a la legitimación 31. Cfr. E. Dussel, Para una ética de la liberación latinoameri-
democrática de las normas jurídicas. cana, vol. II, Buenos Aires, 1973, par. 20 «La no-eticidad de la
15. Cfr. J. Habermas, op. cit. p. 105. autenticidad gnóstica del héroe trágico y moderno» ).
16. Podría ser que Habermas aceptara implícitamente la crítica 32. Cfr. E. Dussel, Filosofia ética latinoamericana, vol. IV, Bo-
de Wellmer (op. cit., p. 102) en lo relativo a que el contenido de gotá, 1979, pp. 55 ss. De él mismo: El último Marx (1863-1882) y
(U), junto con las suposiciones argumentativas, sea fundamentado la liberación latinoamericana, México, 1990, pp. 243 ss.
mediante un «atajo prohibido», esto es, por las «premisas semánti- 33. Véase mi interpretación detallada en H. Schelkshom, Ethik
cas según las cuales el sentido de las nonnas justificadas reside der Befreiung. Einfuhrung in die Philosophie Enrique Dussels, Fri-
en el hecho de que «regulan los problemas de la vida comunitaria burgo/Basilea/Viena, 1992, pp. 69-131.
en beneficio del intetés general». Cfr. J. Habermas, op. cit., pp. 34. Cfr. E. Dussel, Ética comunitaria, Madrid, 1986, cap. V.9.
133 ss. 35. Cfr. K.-O. Apel, «Zur geschichtlichen Entfaltung der ethi-
17. Cfr. K.-O. Apel, Fallibilismus, Konsenstheorie der Wahr- schen Vemunft in der Philosophie» I y II, en K.-O. Apel, O. Bohler y
heit und Letzthegründung, p. 123. G. Kadelboch (eds.), Funk-Kolleg: Praktische Philosophie/Ethik.Dia-
18. Lo que aquí resulta relativamente problemático no es la dis- logue, vol. I, Frankfurt/M., 1984, pp. 70-136.
tinción fundamental entre cuestiones relativas al buen vivir y cues- 36. Dussel habla aquí de una «inconsistencia» de lo ético. Cfr.
tiones relativas a la justicia, sino la subordinación habermasiana y su obra El humanismo helénico, pp. I ss.
su caracterización teórica desde el punto de vista de la racionali- 37. Apel reacciona con ello a la tesis de Popper de acuerdo con
dad. A la luz de la ética del discurso se aclarará un poco dónde se la cual la decisión en favor de la razón surge solamente de un acto
encuentran los límites internos de esta descripción de moralidad. de creencia irracional. Aparte del escepticismo, es el decisionismo
19. Pp. 104 ss. y 108 ss. Véase nota 14. ético-práctico el verdadero destinatario del argumento de funda-
20. Cfr. p. 165 de su obra citada en la nota 13. mentación última. Cfr. pp. 238 ss. de la obra de Apel citada en la
21. Véase el clasico de L. Zea sobre estos temas: El pensa- nota II.
miento latinoamericano, 3.a ed., México, 1976. 38. Para Habermas, esto parecería ser, nuevamente, uno de los
22. Cfr. L. Zea, La filosofia de la historia latinoamericana, sobreesfuerzos normativistas de la ética apeliana del discurso. Con
México, 1987. la restricción habermasiana de la ética del discurso, en sentido es-
23. Cfr. L. Zea, La filosofia americana como filosofia sin más, tricto, a (U), se excluye de antemano el problema del ser moral del
12.a ed., México, 1989, pp. 12 ss individuo. Como consecuencia de ello, la ética del discurso no co-
24. Cfr. L. Zea, pp. 122 ss. de la obra citada en la nota 22. loca la vida como un todo bajo los dictados de una obligación
25. En consonancia con esto, los críticos del positivismo en los moral, sino que solamente proporciona el mecanismo al que ten-
que se manifiesta una orientación hacia la filosofía de la vida, dría que recurrirse en caso de conflicto entre las formas de vida.
como A. Korn, Antonio Caso, José Vasconcelos y Alejandro Cfr. p. 186 de la obra de Habermas citada en la nota 3.
O'Deustua son considerados como los «fundadores» del pensa- 39. Cfr. pp. 177 ss. del libro de Apel citado en la nota 8.
miento latinoamericano. Cfr. L. Zea, El pensamiento latinoameri- 40. Con ello no se toca todavía, en absoluto, sin embargo, la
cano, pp.409 ss. cuestión de si, de acuerdo con la teoría trascendental tradicional,
26. L. Zea, La filosofia latinoamericana como filosofia sin más, no hay, en última instancia, una convergencia entre verum, bonum
p.70. y pulchrum. Aun Kohlberg y Peirce señalan el poder de lo bello,
27. Véase en relación a este punto el más reciente informe de la un poder que a final de cuentas resulta un soporte para cualquier
ONU acerca del desarrollo mundial: UNDP, Human Development ética. Con frecuencia, Dussel caracteriza también la «proximidad»
Report, Oxford, 1992. Según este informe, solamente en los últi- valiéndose de categorías estéticas. En el plano de las formas de
mos 30 años, el abismo entre el Norte y el Sur se ha hecho doble- existencia en las que el hombre, en tanto que ser finito, se encuen-
mente grande; el número de pobres absolutos se estima en aproxi- tra a la búsqueda de la vida correcta, debe encontrarse aún, de
madamente 1.000 millones de personas; para grandes regiones de todos modos, a pesar de la convergencia trascendental, un equili-
la Tierra, como, por ejemplo, la zona del Subsahara, no existe brio entre verum, bonum y pulchrum y realizarlo biográficamente.
ninguna posibilidad real de una mejoría de las condiciones de vida 41. Cfr. pp. 105 ss. de la obra de Wellmer citada en la nota 14.
sin una ayuda masiva. 42. O. Höffe, Kategorische Rechtsprinzipien, Frankfurt/M.,
28. Véanse los conocidos párrafos en su Grundlinien der Philo- 1990, p. 119. En mi opinión, esta distinción de Höffe describe de
sophie des Rechts, parágrafos 237 ss. manera precisa los puntos objetivos de la crítica de Dussel a la
29. Cfr. E. Dussel, El humanismo helénico, Buenos Aires, filosofía política de la Antigüedad.
1975; Para una de-strucción de la historia de la ética, Mendoza, 43. Cfr. pp. 339 ss. y 349 ss. de la obra de Hösle citada en la
1973; Método para una Filosofía de la Liheración, Salaman- nota 30.
ca, 1974.

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