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Título:

Índice:

Introducción:

En el siguiente trabajo se trataran los hechos relacionados con la temática en un


espacio temporal que va desde la caída de Rosas hasta el inicio del primer
gobierno de Roca (1852 - 1880).

Se tomarán como ejes de análisis dos posturas contrapuestas, Garabaglia y


Sábato para luego tratar de vislumbrar el rol que cumplió verdaderamente la elite
como nueva dirigencia, sus efectos en los sectores populares.

Cuerpo:

Cap. I

Breve reseña histórica (1852-1880)

El 3 de febrero de 1852 el Ejército Grande comandado por Justo José de Urquiza


vence en Caseros a las fuerzas de Juan Manuel de Rosas el cual luego de
renunciar parte hacia el exilio en Gran Bretaña (hasta su muerte en 1877).

El vencedor en Caseros, designa gobernador de la provincia de Buenos Aires a


Vicente López y convoca, a través del Protocolo de Palermo (6 de abril de 1852),
donde además se le otorgan el manejo de las Relaciones Exteriores a Urquiza, a
una reunión de representantes de los diversos gobernadores en San Nicolás de
los Arroyos. El acuerdo firmado por éstos inviste a Urquiza de importantes
poderes (Director Provisorio de la República Argentina y jefe de todos los
ejércitos), declara al Pacto Federal de 1831 como ley fundamental de la
República, llamándose a un Congreso General Federativo bajo el sistema federal y
señalándose que los gastos del gobierno nacional serían solventados
proporcionalmente por las Aduanas. Este acuerdo es rechazado por la Legislatura
porteña, lo que lleva a que Urquiza de un golpe a favor de Vicente López, aunque
luego al deber trasladarse a Santa Fe para la instalación del Congreso General
Constituyente, la situación es aprovechada por Buenos Aires, que se alza en
armas el 11 de setiembre. Finalmente, fue así que el triunfo de Urquiza trajo una
consecuencia no buscada: la rebelión de la provincia de Buenos Aires contra su
autoridad a través de la revolución del 11 de septiembre de 1852, y su erección
en Estado separado. Este acontecimiento abría una nueva etapa de guerras
civiles entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina que recién se
cerraría en 1861.

Urquiza no quiso que los sucesos bonaerenses obstaculizaran su programa


constitucionalista y se abocó a ello. En noviembre de 1852 se iniciaban las
sesiones del Congreso Constituyente y para la sanción de la Constitución
Nacional se tomaron como bases la constitución norteamericana, las
constituciones de 1819 y 1826, el Pacto Federal de 1831, la propuesta de Alberdi.
La Carta Magna fue sancionada el 1° de mayo de 1853, poco después Urquiza se
convertía en presidente de la Confederación, la capital nacional se trasladó
transitoriamente a la cuidad de Paraná, Entre Ríos.

Las tensiones entre ambas partes continuaron a lo largo de la década y se


expresaron a través de escaramuzas, leyes y prohibiciones mutuas hasta que el
periodo de “convivencia” quedó sin efecto luego asesinato del ex gobernador de
San Juan Nazario Benavidez en manos de liberales, avivaron las tensiones llevan
a ambos bandos a enfrentarse el 23 de octubre de 1859 en la batalla de Cepeda,
con el triunfo de Urquiza por sobre las tropas comandadas por Mitre. El 11 de
noviembre se firmó el Pacto de San José de Flores, donde se estipuló que Buenos
Aires pasaría a integrar la Confederación, Buenos Aires examinaría la
Constitución Nacional proponiendo las reformas que estimase necesarias y la
Aduana pasaría a poder de la Nación. Las reformas pedidas por Buenos Aires
fueron aceptadas por la Convención Nacional. No obstante el triunfo urquicista
era demasiado duro para ser aceptado por los círculos políticos dominantes en
Buenos Aires.

A comienzos de marzo de 1860 Derqui sucedió a Urquiza en la presidencia y en


Buenos Aires Bartolomé Mitre era elegido gobernador. A pesar de las perspectivas
negativas, un acercamiento con las autoridades de Paraná dio como resultado la
firma del convenio de junio, por el cual Buenos Aires recuperaba parte de los
privilegios perdidos por el pacto de Unión. Especialmente conservaba la aduana
contra entrega de un subsidio mensual a la Confederación. Derqui consideró que
podía hacer esta concesión en favor de la paz.

Pero la buena relación duró poco y fue con el caso de San Juan, donde la
supuesta implicación de los hombres de gobierno de Buenos Aires en el asesinato
del gobernador tuvo su contrapartida en la sangrienta represión respaldada por
las autoridades de Paraná. El hecho fue tan determinante que provocó el fracaso
de la política de acercamiento de Derqui a Mitre y el fin de la cooperación de
Buenos Aires en el gobierno nacional. El último capítulo de la competencia
tripartita se produjo con motivo de la incorporación de los legisladores porteños
al Congreso nacional.

Los sucesos en San Juan y el rechazo de los diputados porteños activaron la


cuenta regresiva hacia un nuevo enfrentamiento armado. A diferencia del caso de
Cepeda, Buenos Aires parecía esta vez sentirse fuerte.

Fracasaron todas las negociaciones de paz y se provocó la batalla. El triunfo de


Buenos Aires en Pavón, 17 de noviembre de 1861, produjo la consolidación de la
integridad nacional pero bajo la hegemonía porteña, por lo cual la elite
gobernante de esa provincia había luchado durante toda la década. Derqui
renunció y el vicepresidente Pedernera declaró acéfalo el Poder Ejecutivo
Nacional.

A comienzos de 1862 Mitre es elegido, por unanimidad del colegio electoral,


presidente de la nación inaugurándose un nuevo capítulo de la historia
argentina. En su gobierno se estableció el Poder Judicial Nacional (reinstala la
Corte Suprema buscando que sea apolítica y regula el funcionamiento de los
tribunales inferiores), Vélez Sarsfield redactó el Código Civil (1871), el Código de
Comercio (de Vélez Sarsfield y Eduardo Acevedo, formulado originalmente para
Buenos Aires) fue nacionalizado; se declaró (17 de octubre de 1862) que todos los
territorios existentes fuera de los límites provinciales eran nacionales. La política
económica fue de corte liberal basada en la libertad y fomento del comercio y en
la supresión de las trabas a la introducción de las importaciones, nacionalizo en
1862 la Aduana (Ley de Aduana, de Vélez Sarsfield sancionada en 1863), creo
colegios nacionales habilitantes para ingresar a la Universidad (los ahora
secundarios como el Colegio Nacional de Buenos Aires); impulso fuertemente la
construcción de ferrocarriles (1865: Ferroc. Del Sud, luego del Oeste, del Norte,
etc.). En materia de política exterior, España reconoció en 1863 nuestra
independencia. Debió hacer frente a una epidemia de cólera que entre las
muchas víctimas que cobro figuro la del vicepresidente Paz.

Sufrió el levantamiento del Chacho Peñaloza en La Rioja, San Luis y Catamarca,


siendo derrotado y muerto en noviembre de 1863. Luego se darían los de Felipe
Varela en 1866 derrotado en ese mismo año; y de Juan Sáa desde Cuyo derrotado
en 1867 (levantamiento de los colorados ante la disolución de los ejércitos
provinciales y la impopularidad de la Guerra del Paraguay).

En 1864, por una mal resuelta cuestión de límites con Brasil y a lo que se sumó
una crisis interna producida en el Uruguay en la que intentó intervenir, Solano
López declaró la guerra al Imperio. En enero de 1865 solicitó permiso para hacer
transitar por Corrientes sus tropas, a lo que Mitre alegando la neutralidad
argentina se negó. Ante ello, sin previa declaración de guerra

Ante el ataque de las fuerzas paraguayas, Mitre declaró el 9 de mayo la guerra


(contra López y no contra el Paraguay) y formalizó con el Brasil y el Uruguay el
Tratado de la Triple Alianza, abandonando el mando para ocupar la jefatura del
triple ejército dejando al vicepresidente Marcos Paz desde junio de 1865 en la
presidencia interina.

Ministro plenipotenciario en EE.UU., Sarmiento estaba en Washington cuando


recayó en él la presidencia de la República, asumiendo el 12 de octubre de 1868.

Su gestión gubernamental se orientó preferentemente a mejorar el aspecto


educativo, donde creo 800 escuelas (2/3 de la población era analfabeta), realizo
un censo nacional (1869) que determino una población de 1.736.701 habitantes,
creo escuelas normales para instruir maestras, contrato 65 maestras
norteamericanas, promulgo la ley de Bibliotecas Populares . Fundó el
observatorio astronómico de Córdoba, promulgó el Código Civil, creó el Colegio
Militar y la Escuela Naval. Impulso enormemente la red ferroviaria (de 573 km a
1331), así como también la red telegráfica, favoreció la entrada de inmigrantes
(300.000 bajo su presidencia contra los 100.000 bajo Mitre), creó el
Departamento de Agricultura, incremento el cultivo del trigo.

Debido a los gastos derivados de la guerra del Paraguay, los alzamientos internos
y los estragos de la fiebre amarilla, se debió recurrir en 1871 a un empréstito de
30 millones de pesos fuertes con Londres. Ese mismo año fundó el Banco
Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires, así como el Banco Nacional.

El 11 de abril de 1870 una banda que respondía a Ricardo López Jordán da


muerte a Urquiza en su residencia, imponiéndose el primero como gobernador
tres días después. Frente a este suceso, Sarmiento movilizó el ejército nacional y
lo venció. En 1873 y 1876 nuevos levantamientos de López Jordán fueron
derrotados.

Debió llevar a cabo las negociaciones tendientes a dar por terminada la Guerra
del Paraguay, donde la expresión de que la “victoria no da derechos” del Canciller
argentino Mariano Varela llevó a Brasil a firmar la paz por separado (a pesar de
que el Tratado de la Triple Alianza designaba lo contrario) y a anexarse mayores
territorios que los reclamados antes de la lucha.

Llegadas las elecciones presidenciales apoyó el binomio Avellaneda-Acosta, la


cual derrotó a la candidatura de Mitre, quien se levantó en armas alegando
fraude (24 de septiembre de 1874), finalmente fue derrotado por Arias y Roca
(noviembre-diciembre de 1874).

Esta gestión inicio con una crisis política y luego la afectará una crisis financiera.
Se continuó con la política inmigratoria, las mejoras institucionales de los
órganos de la república, el tendido de líneas férreas pero de todos los hechos uno
de los más trascendentes fue el que se llevó a cabo frente a los ataques de
malones al mando de Namuncurá que venía sufriendo La Pampa, el Ministro de
Guerra Alsina construyó una gran zanja para dificultar su accionar (3 metros de
ancho por 2 de profundidad, junto a un talud, que iba desde Bahía Blanca hasta
el sur de Córdoba). Su muerte en 1977 dejó al frente del Ministerio a Julio A.
Roca, con su plan ofensivo. El 16 de abril de 1879, luego de dos años de
movimientos preliminares, el ejército expedicionario de 5000 efectivos partió
dividido en cinco columnas que terminarían encontrándose en los márgenes del
Río Negro (25 de mayo de 1879). De esta manera quedó resuelto el problema del
indio, de los malones, se evitó el gasto en el mantenimiento de las líneas de
frontera, se abrió el territorio para el tendido de vías férreas, se obtuvieron
15.000 leguas cuadradas de tierra, se controló un territorio sobre el cual Chile
tenías aspiraciones. Roca finalmente sería elegido presidente de la nación en
1880.

Cap. II Visión de Garabaglia

En su introducción Juan Carlos Garabaglia nos dice que luego de la derrota de


Rosas en Caseros (3 de febrero de 1852) a manos de las fuerzas coaligadas de
Urquiza tanto antiguos rosistas y los opositores liberales se unen y concretan una
separación de la provincia del resto de la Confederación durante diez años. La
razón, el control de la aduana porteña (llave del presupuesto de la provincia más
rica) le permitió a la elite porteña vencer en el pulso político frente a las otras
provincias (Litoral e Interior). Luego de una década, en 1861, la provincia, bajo el
mando político y militar de Mitre, regresa triunfante al frente de la Confederación
(Garabaglia, p. 53)

Garabaglia en su análisis nos dice la mayoría de la población se encuentra aún


en la campaña, que fue la base del apoyo de Rosas, tras su caída la órbita de
importancia política toma un giro y se vuelca hacia la ciudad, hacia la elite
terrateniente, convertida en una burguesía comercial que, viviendo en la ciudad,
poseía grandes extensiones territoriales como base de su riqueza. Lo que es
curioso de notar es el cambio en los movimientos migratorios, que
paulatinamente tomaran otro rumbo; la presencia extranjera invertirá el índice y
superará a los individuos llegados del interior.

La llegada de los extranjeros, así mismo, marcará un punto de inflexión en las


relaciones de la población nacional con el gobierno, sobre ella pesaran la mayoría
de las exacciones propias de la época, sobre todo, las exigencias militares, de las
cuales los europeos estarán exentos, así como también, el acceso y beneficios
ligados a la posesión de las tierras. En la campaña se ocupan fundamentalmente
de la producción lanera como “habilitados” de los grandes propietarios (Garabaglia,
p. 61)

Los pobladores tenían una ocupación (de la población campesina) hacendados


(propietarios y arrendatarios divididos en grandes propietarios y en pastores
medianos y pequeños), “agricultores” (chacareros, labradores, quinteros, etc.),
comerciantes (pulperos rurales) y artesanos, siempre hablando de varones
adultos.

Los grandes propietarios establecerán un sistema de arrendamientos y


habilitaciones (para la producción ovina y vacuna) para controlar mejor la
productividad de sus enormes extensiones territoriales. A través de estos y otros
métodos (como los alambrados y sobre todo con los nuevos derechos sobre la
propiedad de la tierra) se logrará el control de la población campesina, con la
fuerza de trabajo que esta representa, por parte de los sectores pudientes.
En la familia campesina, pastores de ganado y labradores son los ejes de la
actividad productiva. Buenos Aires se había especializados en la venta de cueros
vacunos y yeguarizos, carnes saladas (tasajo) y subproductos (como el cebo). A
mediados del siglo XIX aparecerá la explotación ovina (lanas y carne también) y
luego la producción triguera. Todas estas eran actividades propias de la elite,
aunque si bien había productores menores, son ellos quienes mueven la balanza
comercial en el mercado mundial.

Un gran problema que tuvieron que enfrentar fue la cuestión indígena en la


frontera. Acabado el método de contención rosista en Caseros, los ataques se
hicieron más frecuentes a partir de entonces. Cafulcurá, cacique al mando de
una confederación de tribus dirigirá victoriosas campañas frente a militares
bonaerenses dirigidos jefes de renombre como el propio Bartolomé Mitre. La
situación se intensificó con la segregación de Buenos Aires, la frontera retrocedió,
sangre paisana corrió y finalmente a partir de 1860 la frontera empieza a avanzar
poco a poco. Peculiarmente, con la retracción, la economía pecuaria porteña crece
(gracias al refinamiento de las razas vacunas y ovinas, expansión del alambrado o
al sistema de habilitaciones). Otro hecho para mencionar es que a pesar de la
inseguridad de la cercanía de la frontera, esta también posibilitaba hacer muy
buenos negocios con aborígenes (amigos o no) y con el gobierno a la vez.

Cuando el autor hace referencia al disciplinamiento de la población campesina lo


hace en base a un documento que data del año 1854, “Memoria descriptiva de los
efectos de la dictadura sobre el jornalero y el pequeño hacendado de la Provincia
de Buenos Aires”, (Memoria mas acotadamente) cuyos autores son habitantes de
unos partidos bonaerenses (Matanza, Cañuelas, Lobos etc.) que se consideran los
pobres pastores y labradores de esta provincia (Garabaglia, p. 61), ellos se sientes
los siervos de estas tierras, una clase bien inferior con cientos de amos y
arrancados cada día de sus hogares dispuestos para realizar cualquier actividad
requería al momento. Se trata de un documento que contiene una serie de
exigencias, las cuales podrían ser analizadas puntualmente, pero se considera
más productivo tratar de vislumbrar aquellas que hacen referencia a:

El deseo de cambio de pastores y labradores en cuanto a sus


recientemente adquiridos derechos de ciudadanos por paz en su vida diaria.
Consideran a estos derechos como un honor superficial que perpetúa un mal
gobierno, en vez de ello, prefieren trabajar y conservar algo de lo producido junto
a su familia, coincidiendo con el autor, se trata de una crítica al sistema
eleccionario imperante en la campaña (Garabaglia, p. 62);

Otra cuestión de reclamo es el de los goces sociales recibidos por los


extranjeros en nuestro territorio, se trata de una inequitativa relación entre
pobladores nacionales y extranjeros respecto de las obligaciones militares y de
otros servicios estatales (transporte, cria de ganado, cuida de caballos,
desmontes, etc.), se quejan de que pagan el impuesto más un servicio adicional
que el extranjero es eximido, de este modo, los dueños de las majadas prefieren a
cuidadores europeos.

Un servicio fuertemente resistido es aquel que exige la entrega de caballos


para el ejército el cual consideran un arrebato de un elemento indispensable para
la producción. Aunque se debe acotar que en 1855 se nombró una comisión de
algunos fuertes hacendados (Anchorena, Yraola, Atucha, Guerrico y otros) para
adquirir caballos, la presión sobre los campesinos, no disminuyó.

De igual manera es resistido el servicio de las armas debido a que se los arrastra
forzosamente a contiendas que tienen intereses ajenos a los mismos. Dicen que
son llevados como barbaros y puesto bajo las órdenes de algún codicioso
Comandante.

Valentín Alsina, ministro del gobernador Vicente López, a un mes de Caseros


comunica a los jueces de paz que, para resguardar la seguridad de la Campaña, a
través de la organización de fuerzas militares se ponga a disposición de los Jefes
Departamentales a desertores y vagos que se encontrases o se encontraran en un
futuro es los distritos correspondientes. Ya existía este método desde 1825
(guerra con Brasil) pero ahora se concreta y será una nueva forma de
disciplinamiento social en donde las diferentes contiendas entre la provincia y la
Confederación o en la lucha contra el indígena generarán un aumento en la
necesidad de soldados para la lucha. De acuerdo a ello nuevas disposiciones
alsinistas dan más poder a los Jueces de Paz para la clasificación de hombres
vagos, dañosos, sin hogar que pudieran servir en las armas. Esta milicia rural
será ahora llamada Guardia Nacional de Caballería de Campaña.

El enrolamiento en la Guardia Nacional era obligatorio y no hacerlo conllevaba


una sanción con dos años al frente del ejército de línea. De acuerdo a lo
mencionado debe entenderse que esta Guardia Nacional funcionaba como una
reserva del Ejército regular o como una fuerza de defensa en la frontera indígena,
estaba integrada por campesinos que realizaban ejercicios militares y debían
estar listos para acudir al llamado. La defensa de la frontera conlleva una vida
dura que signará la realidad de las familias campesinas, aquí nuevamente se
entra en conflicto con los extranjeros, exentos ellos de este servicio, los nativos
sentían que pagaban un precio excesivo por defender una tierra que no les
pertenecía, una triste realidad a juicio de quien escribe estas líneas.

Por otra parte, para reforzar la vigilancia sobre los campesinos, en 1858, se
amplían las prohibiciones hasta que, con Mitre como ministro, una circular da
poder de decisión y autonomía jurídica a los Jueces de paz.

Todas estas disposiciones sueltas y las diversas circulares sobre la vagancia van
finalmente a tener sanción de ley cuando en 1865 se dicte el Código Rural de la
Provincia de Buenos Aires (Garabaglia, p. 73)
Análisis:

Como podemos ver Juan Carlos Garabaglia centra su perspectiva en los hombres
de la campaña bonaerense. Marca la relación de conflicto existente entre esa
población rural y el Estado liberal que empieza a moldearse como así también nos
da un pantallazo de la realidad demográfica y económico-productiva bonaerense
promediando el siglo XIX, donde se destacan las grandes estancias pero nos
marca, de igual manera, la importancia de las medianas y pequeñas las cuales
tuvieron una continuidad y no un quiebre con la caída de Rosas. Precisamente el
autor al referirse a este personaje y la relación con la Campaña, marca la buena
relación que tuvo con sus habitantes, distinto de los nuevos gobernantes que van
a subyugar de diversas formas a esta población, recargándolas con diversas
obligaciones económicas y militares. Se trató de agudización de las presiones
sobre las clases populares rurales por parte de la elite dirigente que, a diferencia
de Rosas, tenía ideas liberales, constitucionalistas (y democráticas). Lo
interesante es ver la cosmovisión de dichas ideas en la Campaña y el autor nos
dice que fueron de disgusto y lo hace a través del análisis sobre todo de “Memoria
descriptiva de los efectos de la dictadura sobre el jornalero y el pequeño
hacendado de la Provincia de Buenos Aires” que data del año 1854.

Se trata, de algún modo, de una lucha de clases donde un sector encumbrado en


el poder somete a una clase numerosa pero sin poder económico y ahora sin
representación política la cual a través de diversas exigencias busca apropiarse
jurídicamente de las tierras.

Cap. III

Visión de Sábato

Por su parte, Hilda Sábato, al iniciar hablando de La Republica Federal, la autora


se refiere a la caída de Rosas con la consecuente iniciación de cambios profundos
políticos e institucionales por parte de Urquiza y para ello se sancionó una
Constitución Nacional la cual establecía un gobierno federal con un poder
nacional más poderoso que los gobiernos provinciales, la republica seria
representativa además de introducir derechos y libertades civiles, personales y de
propiedad en base a anteriores intentos constitucionales. Otras leyes
reglamentaron el ejercicio del sufragio. La estructura institucional se marcó por
una división de poderes con un equilibrio y vigilancia mutua para evitar el abuso
de poder.

Precisamente en una república federal, las provincias conceden un porcentaje de


su soberanía y poder a la nación, además de la adecuación de las constituciones
a la Carta Magna. La instrumentación de la republica constitucional fue motivo
de múltiples conflictos y quizá el más importante fue la secesión de la provincia
de Buenos Aires por casi una década. Lo interesante es ver si se trató de un
hecho en base a una motivación “constitucionalista” o si en realidad la nueva
elite dirigente aprovechó la cuestión para no compartir los recursos de su
aduana, hecho que verdaderamente parece más potable.

Las elecciones a partir de 1853 serian de carácter directo (para diputados y


electores presidenciales). La autora nos aporta un punto interesante, se trata de
una visión contraria al carácter tradicional de un sufragio elitista y minoritario ya
que nos dice que la amplitud del mismo se encuentra en un carácter normativo
que alcanzaba a todos los hombres adultos nacidos o naturalizados argentinos
(Sábato p. 85). Es decir que, el derecho a votar estaba, pero que solo una minoría
de un múltiple espectro social ejercía ese derecho y en su mayoría eran gentes de
origen popular.

La clave estaba en la cooptación, reclutamiento, organización y movilización de


votantes para apoyar a un candidato seleccionado en instancias previas. Esta ya
era una actividad más cerrada a determinados círculos.

Por otra parte, el derecho de los ciudadanos a portar armas en defensa de la


patria y de la Constitución (Art. 21) en contra de lo que se consideraría un poder
despótico, derecho que estaba arraigado en las provincias y que ahora tenía un
carácter republicanista apoyado en los aconteceres revolucionarios
internacionales que a final de cuenta, también, era un hecho político. La Guardia
Nacional, heredera de las milicias y bajo la dependencia de cada provincia supo
funcionar como una reserva del ejército de línea regular, es decir, trataba de dos
instituciones conectadas. Mucho tiene que ver con el hecho de otorgar al estado
federal de un ejército propio más fuerte que las viejas milicias militares de
provincias (ahora heredera en partes de la Guardia). El hecho de que la Guardia
dependiera de los Estados provinciales le otorgaba a cada gobernador poder
militar y político. Hasta se llegaron a dar casos en los que sus comandantes
produjeran rebeliones en contra del gobierno nacional, se trató de las llamadas
montoneras, como fue el caso de Ángel Vicente Peñaloza en La Rioja.

En el marco de la política, estos levantamientos van a considerarse, según la


autora, como parte de las formas de hacer política propias de las época (Sábato p
93). Y aquí la Guardia Nacional también jugó su papel ya sea estando del lado de
los opositores revelados como del orden establecido y vigente.

Ciudadano elector y ciudadano en armas eran dos caras de la misma figura


(Sábato. p 94) nos dice la autora pero ¿Qué significación tiene esta situación en
nuestro análisis? Primero que se compartían los mismos requisitos para ser
votante e integrar el cuerpo militar es por ellos que los candidatos lucharían por
tener no solo el apoyo de los ciudadanos, sino que seguramente apuntarían a un
tipo especial de ciudadano; el ciudadano en armas.
Para los contemporáneos la actuación de la Guardia en los comicios constituía
una forma de cohesión política en favor de un candidato y su accionar fue
denunciado en diversas oportunidades por los perdedores de turno.

Tradicionalmente se dice que fueron muchos los excluidos del sistema electoral
con el nuevo régimen gobernante, desde la postura de la autora se señala una
visión totalmente contaría que apunta hacia una dirección la cual señala que la
nueva forma republicana incluyó a sectores muy diversos en la vida política
nacional a través de la igualdad de los ciudadanos ante la ley pero este hecho se
encontraba limitado por la práctica, ya que se daba, como lo señala la autora en
forma colectiva (Sábato p. 99), con una estructura piramidal, una impronta
fuertemente local y popular. Nuevamente el interés de movilizar a esa masa
colectiva se encontraba en quienes pretendían ser dirigentes. La autora nos habla
de “dirigencias” (Sábato p. 103) cuyos integrantes provenían de un circulo
limitado (aunque se había ampliado de manera parcial) lo cual nos lleva a pensar
que la barrera entre las elites y las clases populares (los de arriba y los de abajo)
hacían inaccesible ciertos sectores de poder hecho que la misma autora acepta al
indicar que si bien por ley cualquier ciudadano podía ocupar cargos, en la
práctica, las direcciones partidarias, el gobierno o la administración quedaban en
poder de las clases propietarias y letradas.

En este contexto, hablar de partidos políticos tal y como se entendió en el siglo


XX sería demasiado aventurado, debido a que, según Sábato, la definición que
hacían los contemporáneos del vocablo “partido” y el hecho de que se tratase de
un término que identificaba diferentes posiciones en un debate alejaban a dicha
acepción de una asociación cuya meta fuera producir y promocionar
candidaturas para la competencia. Sea como fuere, las fuerzas políticas se fueron
desarrollando paulatinamente desde blandos espacios que rodeaban a ciertos
líderes hasta desembocar en el gran Partido Autonomista Nacional (poseedor,
también, de líneas internas) de la década de los ’80.

Concluyendo, Sábato hace referencia a las “facciones”, un término negativo ya


que refería al divisionismo político en el marco de una visión de unidad política
nacional, eran consideradas como una fuente de inestabilidad y desorden (Sábato
p. 110) a combatir. Es así como explica que en la lucha, los actores solían
atribuirse para sí la voluntad del pueblo y reservar para sus contendientes el
designio de “facciosos”, mirados como los responsables de la división y finalmente
de la corrupción de la república. Estas luchas, estos antagonismos políticos, eran
en definitiva, ocasionales disputas personales por el poder (Sábato p. 112)

Análisis:

Hilda Sábato tiene una postura contrapuesta a la de Garabaglia, para ella, la


caída de Rosas en 1852 promueve una apertura en la participación ciudadana en
paralelo con el ideal republicano que comenzaba a gestarse y materializarse con
la Constitución Nacional (1853) la cual, según su postura, incluía a sectores
diversos en la política nacional. Su análisis es político, pero también da cuenta de
ideas y prácticas de la época.

Sus diferentes puntos de análisis nos dan un nuevo panorama de los hechos
históricos de la época y, apoyadas en nuevas posiciones historiográficas, tratan
de alejarnos de visiones tradicionalistas. Gobierno federal, elecciones, ciudadanía
en armas, pueblo, dirigencias, facción, etc. Son tópicos abordados a través de los
cuales se intenta explicar esa apertura hacia la participación.

El control político por parte de esta dirigencia fue exitoso hasta que finalmente se
realizará la ampliación de la vida electoral con la Ley Sáenz Peña en el año 1912 y
con la consecuente victoria del radicalismo. Dicho esto nada más queda por
aportar, la participación sí estuvo, y reglamentada constitucionalmente, pero la
nueva dirigencia, perteneciente a un círculo cerrado donde primaba la riqueza no
siempre estuvo dispuesta a compartir los lugares de privilegio y de poder que
marcaban el rumbo de la nación. Aunque también es plausible aportar que el
cambio vendrá con la llegada de nuevas ideas allá por los ´80 en adelante cuando
el orden y el progreso sean las premisas que guíen los destinos de la nación pero
no deja de ser un cambio propiciado por la misma clase social que ya enfrentará
una oposición que más compleja, organizada y definida en sus objetivos y en rol
en la política de la nación.

nclusión:

En opinión de H.D., luego de Caseros "el problema urgente no fue el de cómo


utilizar el “poder enorme” legado por Rosas a sus enemigos, sino cómo erigir un
poder en reemplazo del que en Caseros había sido barrido junto a su creador".
Para el autor mencionado, Caseros no produjo cambios en las situaciones
provinciales consolidadas en la etapa rosista ni tampoco en el equilibrio de las
facciones políticas uruguayas, pero sí puso en duda la hegemonía de Buenos
Aires, lo cual llevaría a replantear la relación entre esta provincia, las demás y los
vecinos. Este va a ser el eje de los problemas más importantes en los años
venideros.

Bibliografía:

Juan C. Garabaglia “De Caseros a la Guerra de Paraguay: El disciplinamiento de


la población campesina de Buenos Aires postrosista (1852-1865)”

Teresa Eggers-Brass “Historia Argentina, una mirada crítica 1806-2006”

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