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3 TÉCNICAS DE SUSAN SONTAG PARA REFUTAR CUALQUIER ARGUMENTO parte 1

Todo argumento tiene su punto débil; la gran Susan Sontag nos señaló 3 formas de descubrir
dichas fallas.

Discutir es una de las actividades más propias de nuestra civilización. Durante al menos 2 mil años
–pero probablemente más– el ser humano ha pasado buena parte de su tiempo discutiendo sobre
las más diversas materias, en distintos niveles de complejidad, siempre como una forma de
intercambiar ideas u opiniones y, a veces, con la intención de llegar a la verdad sobre determinado
asunto.

Pero como toda actividad humana, la discusión no ha seguido nunca una línea recta. Dicho de otro
modo: una discusión sigue muchas veces el camino que los propios involucrados ya tienen en
mente cuando la inician. Como observó Platón, entre los sofistas, por ejemplo, discutir puede ser
también una forma de engañar. Por experiencia sabemos que hay quienes sólo buscan imponer su
punto de vista, sin escuchar el de otros. También hay discusiones estériles, en las que por distintas
razones es imposible alcanzar el propósito de ponerse de acuerdo.

A propósito del tema, en esta ocasión compartimos un breve apunte de la escritora e intelectual
estadounidense Susan Sontag (1933-2004) sobre cómo refutar cualquier argumento. La anotación
proviene de los Diarios de Sontag, de una entrada hecha el 16 de septiembre de 1965 durante un
viaje que la escritora realizó a París. El comentario a cada una de esas estrategias es nuestro.

Encuentra la inconsistencia

Uno de los errores más elementales al plantear un argumento es que éste tenga una falla lógica.
Puede ser que a partir de nuestra experiencia personal derivemos una conclusión general, o que
invoquemos a una autoridad en la materia para validar nuestra opinión; también se da el caso de
que sostengamos una afirmación sin contar con los datos suficientes para hacerlo… La falacia
puede tomar muchas formas, pero puede decirse que todas adolecen de lo mismo: una
inconsistencia entre la causa y la consecuencia, entre la premisa y la conclusión, lo que se plantea
y lo que se deriva a partir de esto –el conocido non sequitur de la lógica formal.

Ejemplo: en redes sociales abundan las discusiones en que una persona desestima un hecho
porque a ella no le sucede; así, por ejemplo, en una discusión sobre los efectos terapéuticos de la
marihuana, alguien puede negarlos porque, en su experiencia, la marihuana sólo provoca
“malviajes” y depresión. A esa persona cabría preguntarle si no ha considerado que el mundo es
mucho más vasto que su punto de vista, y que su percepción sobre un hecho no es
necesariamente la de todos en el planeta.

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