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TEMA 1

DEL MEDIEVALISMO A WESTFALIA. LA EUROPA DE LOS IMPERIOS

INTRODUCCIÓN:

La historia de la integración europea se puede abordar desde muchos aspectos o


enfoques: económico, social, político, etc. En este curso el que interesa es el jurídico-
institucional. La finalidad del curso es entender el proceso de integración europea desde
su núcleo fundacional, estamos hablando de la Europa que ahora conocemos. Pero hay
dos formas de comenzar su estudio: A) el que prefiere detenerse en la historia del
Continente y observar los distintos momentos de unión y desunión que se han ido
produciendo como precedentes de la actual unión, el que gusta de analizar la formación
de Europa y el concepto que se ha manejado de ella a lo largo de la historia para iniciar
ahí el estudio del proceso de integración europea y B) El que desvincula la formación de
la unión europea de la historia de Europa, relacionándola solo con un momento concreto
de su historia, el siglo XX.

Dicho de otra forma, para algunos, tiene sentido empezar con Grecia y con el
sentido mitológico de la denominación del continente y de sus valores fundamentales
que en esencia, según estos autores, han permanecido hasta nuestros días. Para otros, sin
embargo, hablar de la Unión Europea es hablar únicamente del siglo corto, como le
llama Wasserstein al siglo XX por considerar que comienza con la IGM en 1914 y
termina con la caída del muro de Berlín en 1989. Un periodo que para Wasserstein es
ambivalente, mezcla de barbarie y progreso. Donde la crisis del liberalismo deja paso al
enfrentamiento entre los totalitarismos (comunismo, fascismo, nazismo) y las
democracias, entre nacionalismo y europeísmo. Un siglo, por otra parte, en el que
Europa ha sido más bien una ficción, cuya realidad más visible ha sido la guerra con sus
muertos. Primera guerra mundial 12 millones; 1 millón en la guerra civil rusa; ½ millón
en la guerra civil española; 55 millones en la segunda guerra mundial.

Siguiendo esta última opción veremos que, en efecto, la historia europea del
siglo XX está marcada por una lucha titánica del continente por mantener la paz y por
conservar u ocupar un lugar entre un mundo bipolar protagonizado por EEUU y la URS.
La experiencia europea tras las guerras mencionadas es la que marca las distintas
respuestas que se van a ver en este curso
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Ciertamente se trata de una materia que se presta a la mitificación cuando se


quieren encontrar en la historia de la integración europea otros motivos que vayan más
allá de los intereses de mercado. ¿Qué se entiende por historia de la integración
europea?, ¿Cuáles son los orígenes de la unidad?, ¿cuáles constituyen sus fundamentos?
Si repasamos las respuestas que han ido surgiendo encontramos un montón de
precedentes: el imperio romano, el universalismo medieval, el cristianismo, los sueños
de la ilustración. Se trata de una búsqueda de continuidad ante un fenómeno que, para
estos autores, es en realidad nuevo, de aferrarse al continuismo para aceptar así mejor el
cambio.

Pero esta búsqueda de uniones europeas anteriores, llamémoslas históricas,


olvida que la unión actual es de tipo estatal, entre estados, y esas uniones históricas no
fueron uniones estatales porque el estado como tal no existía, tal como se entiende lo
que es un estado moderno. Por otra parte, y precisamente, esta conclusión, que la UE es
una unión supranacional entre estados lleva a algunos autores como Smith1, a afirmar
que Europa no está preparada para asumir una unidad real que implicaría unión cultural
y social, no solo económica y política. Se trata, según esta postura, de una unión de
élites pero no de la comunidad, y solo un sentimiento de identidad cultural puede
contribuir o constituir la base de una unidad verdadera. El peligro de la teoría de Smith
es que podría desembocar en un nacionalismo europeo excluyente, como son todos los
nacionalismos. Es por esto por lo que algunos autores como Reverter Bañon2 considera
que no se trata de uniformar sino de unificar contemplando o respetando los
pluralismos, el respeto a los demás.

Al mismo tiempo, la UE no es un hecho cerrado, sino un proceso abierto.


Coincidiendo con Smith se podría decir que pasarán muchos años hasta que
verdaderamente se pueda hablar de una Eurogénesis, se necesitarán muchos esfuerzos y
voluntades políticas alentadoras del sentimiento europeo para poder llegar a hablar de
una verdadera UE. Ese es el sentido de Bolonia, que busca un intercambio mayoritario
que vaya formando ese sentimiento de sentirse europeo, aunque las becas no las
obtengan los mejores estudiantes y cueste mucho dinero a cada estado miembro.

Para entender lo que ha sido la construcción de la UE hay que retroceder


irremediablemente a Westfalia (1648), la paz que puso fin a la guerra de los 30 años
entre Francia y los territorios de los Habsburgo, y que es cuando se pone fin al
universalismo europeo medieval y Europa empieza a concebirse como un conjunto de
estados soberanos yuxtapuestos. El enfrentamiento entre estos estados fue primero un
asunto europeo pero después se extendió a través de los respectivos imperios y el
reparto colonial, favoreciendo una mentalidad de clara rivalidad y continua
conflictividad. La pugna se aprecia especialmente entre Francia y Alemania (veamos las

1
Anthony Smith, “¿Una Europa de naciones o una nación de Europa?”, en Journal of Peace Research,
1993, vol 30, nº 2.
2
Sonia Reverter Bañon, “Europa: de la racionalidad al compromiso por la paz”, en Recerca Revistade
Pensamient i Análisis, 1998, vol XXV, nº 10, pp. 24-36.
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2 guerras mundiales), por eso estas dos naciones han sido el eje central sobre el que se
ha construido el proceso de integración.

Esta continua conflictividad provocó un rechazo general y una reflexión


intelectual en busca de soluciones. Las primeras que se presentaron fueron más
universalistas que europeístas, aunque para esos pensadores Europa lo era todo. La
maduración del capitalismo iba también en esa línea; paz y libertad para ejercer el
comercio. Esta diferencia entre universalismo y europeísmo debe tenerse en cuenta para
comprender que el verdadero movimiento europeísta es más reciente y necesitará para
su cristalización la aparición de otras naciones no europeas que comienzan a ser un
peligro para Europa: EEUU y la URSS.

Volviendo a la conflictividad y al problema generado con y por Alemania hay


que decir que en el origen de la historia de la UE está la pacificación. A partir de la
unidad alemana en 1871, Alemania siempre reivindicó un papel de potencia hegemónica
tanto en el continente como en la carrera colonial. Es impresionante el desarrollo
científico y cultural alemán durante el siglo XIX, pero también su tendencia a provocar
conflictos y convertirse en un problema, terminada la segunda guerra mundial seguía
siendo un problema su división entre el este y el oeste. En otras palabras la solución de
la cuestión alemana siempre ha estado vinculada al proceso de integración europeo.

El caso es que ante el problema alemán y la amenaza que suponía el


protagonismo mundial de otros estados europeos surgen distintas soluciones:
Unionistas, partidarios de una simple cooperación intergubernamental o interestatal),
federalistas, los que son partidarios de un gobierno federal de Europa sacrificando parte
de la soberanía y funcionalistas, que serán los que acabarán triunfando, y que dejan todo
en manos de técnicos más que políticos, postula que ciertas funciones de los estados
podían ser asumidas por organizaciones supranacionales sin que se produzca una
abdicación formal de la soberanía. Es la fórmula de Schuman y Monnet.

Con todo, se debe advertir que la evolución de la UE no ha sido ni es lineal. El


proceso de integración europea ha experimentado, en efecto, sucesivos avances y
retrocesos a lo largo de sus más de sesenta años.

Sin embargo, y aunque para hablar de lo que entendemos ahora como Unión
Europea, no es necesario ir más atrás del siglo XX, porque es en ese siglo cuando
realmente empieza a formarse esta idea, como creemos que ha quedado claro,
iniciaremos nuestro estudio en la época griega, muy someramente, únicamente para
cerciorarnos del sentido y de la idea que se ha tenido de Europa a lo largo de los siglos.

CONCEPTO DE EUROPA

Desprovista de una unidad geográfica interna. Sus límites convencionales se


establecen, normalmente, en el Océano Ártico, por el Norte, el Océano Atlántico por el
Oeste, el Mediterráneo y el Mar Negro, por el Sur, y el Mar Caspio y los Montes Urales
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por el Este. En realidad, geográficamente, más que un continente forma el extremo


occidental de la gran masa continental de Eurasia.

En el seno de Europa se observa la existencia de una gran diversidad social, económica,


cultural y religiosa. Simplificando mucho, podemos distinguir cuatro grandes bloques:

a) Norte, Noroeste y Centroeste: predominio de etnias y lenguas germánicas y


de la religión protestante
b) Sur y Soroeste: predominio de etnias y lenguas latinas y de la religión
católica
c) Este y Centroeste: predominio de etnias y lenguas eslavas y de la religión
ortodoxa
d) Sureste: influencia turco-arábiga y de la religión islámica

La primera referencia al término Europa la encontramos en el mundo griego. El


poeta Hesiodo en su obra titulada Teogonía (“El nacimiento de los dioses”) es el
primero en utilizar esta denominación. Con este nombre designa a una joven, Europa,
hija del rey de Tiro, que fue raptada por Zeus, convertido en un toro blanco, quien la
llevará a Creta, dando origen a la cultura minoica, que es el antecedente de la gran
civilización griega.

Pero al margen de la mitología griega y del sentido mitológico que pudiera tener
la palabra, Europa tuvo durante mucho tiempo una acepción geográfica. En el siglo III
antes de Cristo, Aristóteles utiliza la palabra en su obra “Política”, en oposición a Asia:
Tras las guerras médicas y las campañas de Alejandro Magno se forma el sentimiento
de que en Europa reina un espíritu de libertad y de participación de todos en la vida
pública, frente a Asia, donde dominan el despotismo y la esclavitud. Europa se concibe
como un espacio geográfico muy limitado, reducido al ámbito griego y los pueblos con
los que éstos entra en contacto; es decir, las penínsulas Helénica, Itálica e Ibérica y la
costa sur de la actual Francia.

Durante la época romana Europa sigue teniendo cierto valor geográfico, al que
aluden varios historiadores y geógrafos. Sus fronteras son ahora más amplias, y llegan
hasta el Atlántico y el Mar Negro, incluyendo Gran Bretaña, Escandinavia,
Centroeuropa, Rusia y Ucrania.

La aparición del cristianismo tendrá una gran importancia porque extiende una
unidad moral y religiosa por todo el Imperio romano. Después de ser objeto de
persecuciones, el emperador Constantino admitirá su culto en virtud del Edicto de Milán
del año 313, y con el emperador Teodosio será declarado religión oficial a finales del
siglo IV. Cuando el Imperio de Occidente se derrumbe, la Iglesia se confirmará como la
única institución fuerte y capaz de proporcionar un elemento de unidad.

El surgimiento y la expansión del ISLAM provocan una mayor toma de


conciencia acerca de la existencia de una identidad europea. El término
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CHRISTIANITAS sirve para designar la unidad de los cristianos frente a esta nueva
civilización y esta gran amenaza. Es decir, en ese momento Europa es la cristiandad.

Al coronarse como emperador del Imperio Carolingio en el año 800,


Carlomagno se titulará a sí mismo Rex pater Europae, lo que ha hecho que se le haya
considerado uno de los precursores de la idea de Europa. Sin embargo, con esa
expresión solamente se refiere a la Cristiandad occidental que quedaba sometida a su
poder frente a la Cristiandad oriental que quedaba bajo el control del emperador de
Bizancio. La idea que predomina en todo el pensamiento político medieval es la de
CHRISTIANITAS, que está conectada a la necesidad de unir a todos los creyentes bajo
una única cabeza. De aquí deriva la famosa teoría de las dos espadas, que establecía una
división del poder entre el Emperador, en el terreno político, y el Papa, en el plano
espiritual.

[El Sacro Imperio Romano Germánico que sucede al Imperio Carolingio ya no


tendrá aspiraciones universalistas, limitando su esfera de influencia a los territorios
alemanes e italianos. El Sacro Imperio tomará el relevo del carolingio en el siglo XI y
perdurará hasta 1809 en que Francisco II renuncia al imperio quedándose únicamente
como rey de Austria. El Sacro Imperio no comenzará a intitularse “romano” hasta
mucho después por disputarse el título con el Imperio Bizantino. Y el título de
“germánico” no lo comenzará a utilizar hasta el siglo XV. Pero en cualquier caso, el
Sacro Imperio nunca pretendió formar un todo con cohesión o unidad interna. El
Imperio era el emperador y los territorios anexionados a él cada uno con su señor o
príncipe a la cabeza. Es decir el Sacro Imperio no pretendía una unidad institucional, un
aparato burocrático único, como buscó posteriormente Francia. A la muerte de Carlos V
el Imperio se fragmentó en dos partes: la parte española heredada de los RRCC en
manos de su hijo Felipe II, y la parte germana a la que se anexionó Hungría y algunos
territorios italianos… que quedó en manos de su hermano Fernando (al que quería dejar
la Corona de Aragón Fernando el Católico por haberse educado en España)]

¿Cuáles son sus límites geográficos? Según el famoso poeta Dante, la


Christianitas abarcaría más o menos los mismos territorios que se incluían en la época
romana. No obstante, con la separación del Imperio bizantino en el siglo V, los griegos
empezaron a ser vistos como ajenos a Europa, lo que se agravó con la división de la
Iglesia que dio lugar a la creación de la Iglesia ortodoxa. La exclusión definitiva tendrá
lugar con la ocupación por los turcos de Grecia y los Balcanes.

Ante las amenazas externas representadas por mongoles y turcos comienzan a


oírse voces que defienden un ideal de unidad política de los reinos cristianos para
defender su civilización. Los representantes más destacados de estas posturas son:

1. Dante Alighieri (siglo XIII): En su ideal unionista concibe la restauración del


Imperio romano en la cabeza de un gobernante. Aunque busca limitar el poder secular o
civil del papado, opina que Europa debe estar gobernada por el Emperador alemán pero
bajo la suprema autoridad del Papa. Para Dante, el problema bélico de Europa radicaba
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en la multiplicidad y diversidad de estados que habían surgido tras la caída del Imperio
romano.

2. Marsilio de Padua. (siglo XIV): En su obra Defensor Pacis, defendió la


creación de una asamblea de los estados europeos parecido al proyecto de Dante pero
mucho más laicista. Abogaba por la desvinculación total de la Iglesia con respecto a la
política, obviamente sus escritos no fueron bien vistos por Roma.

3. Pierre Dubois (s. XIV): Consejero del rey de Francia en su obra sobre la
recuperación de Tierra Santa propone que los reyes cristianos formen una Asamblea que
se reúna en la ciudad francesa de Toulousse, bajo la presidencia del Papa. Su misión
sería reconquistar los Santos Lugares (Jerusalén), y también se encargaría de arbitrar en
los conflictos entre los países cristianos, correspondiendo al Papa la jurisdicción en
apelación.

4. Pierre Marini (s. XIV): preconiza la realización de un Pacto Confederal que


sirviese para restablecer la paz entre los cristianos. El órgano central lo constituiría una
Asamblea General que concentraría los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Las
decisiones se tomarían por mayoría de votos, teniendo uno cada país. La Federación
contaría con un ejército propio formado por contingentes aportados por cada país.
También contaría con una Corte arbitral resolver los conflictos entre los miembros, y
una burocracia y unos presupuestos comunes.

5. Jiri Podiebrady, rey de Bohemia, recogió las ideas de Marini y basándose en


ellas enviará un Tratado de alianza y confederación a los reyes de Francia, Hungría,
Polonia y Venecia. Sin embargo, los tiempos eran todavía muy prematuros para el éxito
de estas propuestas, y ninguno de los destinatarios de su oferta le dio una respuesta.

RENACIMIENTO
Los humanistas de los siglos XV y XVI comenzarán a hacer un uso generalizado
de la palabra Europa, en un sentido más amplio que el puramente geográfico. Esto
responde a un importante cambio en las circunstancias generales, en el que los
siguientes son los principales agentes actuantes:

a) Reforma protestante

La unidad de la cristiandad se rompe con la aparición de diversas Iglesias


nacionales reformadas (luterana, calvinista, anglicana…). Por eso, ya no cabe equiparar
la Cristiandad al catolicismo. El concepto de cristiandad ya no es suficiente porque no
engloba a todos los estados, las diferencias religiosas los separan, la cristiandad ya no es
el catolicismo sino muchas religiones diferentes que no forman un todo.

b) Nuevo Mundo
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El descubrimiento y colonización por los europeos de nuevos territorios en


América, África y Europa, cuyos pobladores son convertidos al cristianismo hace que
ya tampoco sea posible mantener la vinculación entre la Cristiandad y Europa.

c) Secularización

Las mentalidades dejan de estar completamente dominadas por la religión y el


teocentrismo, desarrollándose un pensamiento laico que coloca al hombre en el centro
del universo. La noción de Cristiandad se ve así reducida al ámbito religioso.

d) Aparición de los Estados soberanos

A la idea de unidad política le sustituye la de independencia de los Estados


soberanos que se consolidan en este momento. Ello rompe con el esquema jerárquico de
dos grandes poderes (Imperio y Papado), a los que se subordinan los demás. Ahora, los
distintos reinos, plenamente autónomos, se sitúan en un plano de igualdad, sin
relaciones de superioridad entre ellos. Esto no significa que se deseche la idea de
unidad, pero ésta se plantea a partir de la diversidad.

Es en los momentos de importantes conflictos bélicos cuando aparecen de nuevo


propuestas de creación de una organización federal o confederal entre los europeos, con
el ánimo de acabar con el horror y la miseria de la guerra. Sobre todo, porque se
producen entre países que se sienten partes de una misma identidad histórica y cultural,
claramente diferenciada del resto del mundo. Entre los más destacados defensores de
estas ideas tenemos:

1. Eneas Silvio Piccolomini (Pio II): A este Papa se debe el rescate de la palabra
Europa. Anticipa los ideales humanistas. Fue un papa humanista que escribió "La
Europa de mi tiempo”, recuperando el término.

2. Maquiavelo: Para este gran humanista, lo que caracteriza a Europa son sus
instituciones, su cultura y su historia. El contraste principal con Asia y África estribaría
en las formas de organización política, pues mientras en Europa se encuentran
repúblicas y monarquías no absolutas, en Asia lo típico serían las monarquías
despóticas. Sin embargo, defiende la pluralidad de Estados-Nación y la doctrina del
equilibrio europeo entre las grandes potencias, en especial Francia, España e Inglaterra,
como clave de derecho público moderno y garantía de la libertad frente a la tentación de
imponer una monarquía universal.

3. Erasmo de Rotterdam: Ha sido calificado como el primer europeo. Propone la


formación de un poder supranacional y una especie de federación.

En la edición de los Adagios de Erasmo de 1508 este adagio apenas ocupa cinco
líneas. Pero en 1515, los desastres que ha contemplado en Italia, en Francia y en el Du-
cado de Borgoña espolearon a Erasmo, su comentario se convierte en un ensayo contra
la guerra y el texto no dejará de crecer a lo largo de sus numerosas ediciones.
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En 1517 publicará otra obra donde se repetirán literalmente muchos de estos


pasajes. Se trata del Lamento de la paz (Querela pacis), que fue escrita por encargo para
dar realce a los acuerdos que se iban a pactar en la llamada «paz de Cambrai» entre
Maximiliano de Alemania, Carlos I de España, Francisco I de Francia y Enrique VIII de
Inglaterra.

La esperanza con que Erasmo la escribió se tornó años más tarde en amarga
desilusión cuando era ya patente la falsedad de aquellos acuerdos, tanto que llega a
afirmar en 1523 que «para la paz lo que hay que escribir es el epitafio». Las fórmulas
de Erasmo para combatir el belicismo no han envejecido. Propone crear instancias
supranacionales, recurrir al arbitraje de consejos civiles, desarrollar una relación
constructiva con los pueblos exteriores a Europa y ejercer un control reforzado del
poder de declarar la guerra. Erasmo recelaba de los poderes autocráticos y soñaba con
un régimen republicano.

Hay que subrayar que el descubrimiento de nuevos mundos genera una corriente
polémica antieuropea, que critica los sistemas políticos desiguales y las guerras que
asolan Europa. Nace el mito de los felices mundos lejanos y del salvaje bondadoso. Esto
da lugar a dos corrientes diferentes:

-Para combatir las instituciones y los hábitos occidentales se inventa un Estado


imaginario que constituye su antítesis (Tomás Moro con su obra “Utopía”, T.
Campanella).

- Se busca el modelo a seguir en una sociedad que ya existe. Es el antecedente de


la exaltación del estado de naturaleza consagrado por J.J. Rousseau.

SIGLO XVII
Coincidiendo con un período de gran florecimiento de las ciencias, el
pensamiento y las artes, aparecen los primeros grandes proyectos de integración de las
naciones europeas. Buscan crear grandes instituciones capaces de afrontar los desafíos
militares y políticos de la época y frenar intentos de hegemonía de las grandes
potencias.

1. Emeric Crucé. En 1613 publica un libro “El nuevo Cineas”. En él preconiza la


tolerancia y la organización de la paz internacional mediante arbitraje. Propone la
creación de una Asamblea permanente de Estados con sede en Venecia, donde estarían
representados los países cristianos y otras potencias externas como Turquía, Rusia o
Mongolia. Además, se desarrolla la idea de impulsar una libre circulación de mercancías
y personas, y se propone la formación de un ejército común y la unificación de pesos y
medidas.

2. Duque de Sully (1560-1640). Elabora una obra conocida como El Gran Diseño,
escrito entre 1620-1635, que atribuye al rey francés Enrique IV del que había sido
ministro. Su finalidad es hacer frente a los intentos de dominio en Europa de los
monarcas españoles. Es una obra tediosa de leer que mezcla crónicas palaciegas, con
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historia nacional, documentos oficiales, etc., que en nada se diferencia a otras similares
de su época. Pero escondido en un estilo farragoso se encuentra un proyecto de unión
europea para resolver problemas a corto, medio y largo plazo que se convertirá en el
precursor de la integración del viejo continente.

Su base es la propuesta de creación de una Confederación europea formada por


quince Estados cristianos: unos constituyen monarquías hereditarias (Francia, España,
Inglaterra, Dinamarca, Suecia, Lombardia), otras monarquías electivas (Imperio alemán,
Polonia, Hungría, Bohemia, Estados Pontificios), y otras repúblicas (Venecia, Italia,
Bélgica, Suiza). Excluye algunos estados como Rusia y Turquía por tener otras
religiones y en el caso de Rusia estar cerca de otras regiones ajenas a Europa. Pero a
pesar de tener un carácter religioso, Sully defiende la tolerancia religiosa en contra de la
intolerancia ejercida por la monarquía española, enemiga en ese momento de la
francesa. Aboga por la libertad religiosa individual, aunque dicha libertad a lo que da
derecho es a abandonar el país con tus bienes en el plazo de un año y un día si tu
religión no es la misma profesada por el gobernante o por el estado. Rechaza la religión
como justificativo de las guerras.

Para llegar a esa Confederación europea lo primero que había que hacer era
sellar la paz entre los estados asociados mediante el arbitraje internacional, administrado
por un congreso de comisarios renovables cada tres años y con funciones de analizar y
resolver los problemas de la confederación. Condiciones indispensables eran redistribuir
el territorio entre los estados europeos de forma equiparable, propone que se realicen
ajustes territoriales para asegurar la igualdad entre los Estados. Los cambios en las
fronteras europeas tienen por criterio la nacionalidad (se acoge para reafirmar ésta el
tema de la lengua), y la paridad militar, económica y territorial de los países miembros.
Obviamente detrás de esta reorganización se escondía desmembrar el imperio español.
La otra condición indispensable era la tolerancia religiosa de la que se ha hablado.

Sully precisa las características de la confederación europea en dos proyectos


sucesivos. En el primero prevé la formación de un congreso con 66 diputados
nombrados por tres años: 4 representantes por cada potencia mayor y 2 por las
medianas. Propone como sedes de reunión varias ciudades equidistantes de las
diferentes zonas de Europa, por ejemplo para Francia, España, Países Bajos e Inglaterra
propone París o Burgos.

El segundo proyecto prevé la creación de un órgano principal, el Consejo


General con sede cambiante cada año en distintas ciudades de Centroeuropa. Las
grandes potencias tienen 20 representantes, y el resto dos hasta un total de cuarenta. A
esta dinámica de equilibrios se debe también que las grandes potencias debían aportar
mayores efectivos de defensa como cañones… Este Consejo General, con sede
itinerante en distintas ciudades centroeuropeas, tenía capacidad de decidir sobre asuntos
que concernieran a todos, como guerras…, y supervisaba los acuerdos de los Consejos
provinciales. Existirían seis Consejos Provinciales con sedes permanentes. Sus
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competencias son las propias de una Senado, incluidas las ejecutivas. También se
contemplan la libertad de comercio y la supresión de barreras aduaneras.

3. Amos Comenio (1592-1670)Gran pedagogo checo que en el prólogo a su obra


inacabada El despertar universal (1645) proyecta una unión mundial basada en la
educación, la religión y la política. Imagina tribunales especializados, incluido un
Consistorio de las Naciones.

4. Hugo Grocio (1583-1645) Holandés, en su obra De iure belli ac pacis


(Derecho de la paz y la guerra), que busca reglamentar las guerras. Alude a la
obligación de los cristianos de crear una Liga, que contaría con una Asamblea en la que
se resolverían los litigios entre los países cristianos.

5. William Penn (1644-1718). Fundador y legislador de Pennsylvania. En 1693


publica Ensayo por la paz presente y futura de Europa, en la que propone un sistema de
alianza muy moderno. Propone la constitución de un Parlamento general, compuesta por
delegados de los países miembros en función de su volumen de población. Las
decisiones se adoptarían por mayoría de ¾, lo que suponía recortar la soberanía de los
Estados, que podían ser sancionados por la Dieta, la cual dispondría de un ejército
propio.

La Paz de Westfalia: El momento clave del siglo lo constituye la Paz de Westfalia


(1648). Se trata de la primera reunión de los Estados europeos y en ella se pone fin a la
terrible Guerra de los Treinta Años. Se inicia la política de organización de las
relaciones internacionales en base al equilibrio entre las grandes potencias.

La Guerra de los Treinta Años fue una guerra librada en la Europa Central,
principalmente en Alemania entre los años 1618 y 1648, en la que intervino la mayoría
de las grandes potencias europeas de la época. Esta guerra marcará el futuro del
conjunto de Europa en los siglos posteriores. Aunque inicialmente se trató de un
conflicto religioso entre estados partidarios de la reforma y la contrarreforma dentro del
propio Sacro Imperio Romano Germánico, la intervención paulatina de las distintas
potencias europeas gradualmente convirtió el conflicto en una guerra general por toda
Europa, por razones no necesariamente relacionadas con la religión: búsqueda de una
situación de equilibrio político, alcanzar la hegemonía en el escenario europeo,
enfrentamiento con una potencia rival, etc.
La Guerra de los Treinta Años llegó a su final con la Paz de Westfalia y la Paz de los
Pirineos, y supuso el punto culminante de la rivalidad entre Francia y los territorios de
los Habsburgo (el Imperio español y el Sacro Imperio Romano-Germánico) por la
hegemonía en Europa, que conduciría en años posteriores a guerras nuevas entre ambas
familias.

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