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Rol: 15996-2013
Ministro: Ballesteros Cárcamo, Rubén
Ministro: Carreño Seaman, Héctor
Ministro: Pierry Arrau, Pedro
Ministro: Egnem Saldías, Rosa
Ministro: Sandoval, María Eugenia
Redactor: Ballesteros Cárcamo, Rubén
Tribunal: Corte Suprema(CSU)
Partes: Fisco de Chile con Molibdenos y Metales S.A. y otra
Tipo Recurso: Casación en la Forma y el Fondo
Tipo Resultado: Rechazado
Fecha: 01/09/2014
Cita Online: CL/JUR/6175/2014
Hechos:
El Fisco ejerce acción de reparación por daño ambiental en contra de dos empresas por la acumulación de
desechos inorgánicos peligrosos en un predio. El tribunal de primera instancia acoge la demanda únicamente
respecto del propietario del inmueble, pero la Corte de Apelaciones, revocando, la acoge también respecto de la
empresa que produjo, en su planta de tratamiento, los residuos inorgánicos. Las empresas demandadas recurren
de casación, pero sus recursos serán desestimados por el Máximo Tribunal
Sumarios:
1. Al no existir normas sobre responsabilidad ambiental contenidas en leyes especiales, se aplican las normas de
la Ley N° 19.300, lo que ratifica el principio general de que la responsabilidad civil sólo procede respecto del
daño ambiental causado culpable o dolosamente, aplicándose las normas generales, de manera que en materia
ambiental la responsabilidad está sujeta a los cuatro elementos característicos: acción u omisión voluntaria de
persona capaz, culpa, daño y causalidad. La doctrina enseña que la responsabilidad civil que se sigue del daño
ambiental se puede construir por dos conceptos diferentes: en primer lugar, en razón de la infracción de normas
legales o reglamentarias, caso en el cual la culpa se presume, esto es, a la empresa que causa el daño le incumbe
probar que actuó con diligencia; y, en segundo lugar, aunque la empresa no haya infringido norma legal o
reglamentaria alguna, responderá si no ha empleado el debido cuidado, determinado por los usos normativos y
prudencialmente por los jueces (considerando 13° de la sentencia de la Corte Suprema)
2. La culpa es un error de conducta y supone descuido, imprudencia, negligencia, falta de precaución, atención o
vigilancia, inadvertencia, omisión de aquellos cuidados que la prudencia requiere o hace necesarios, sin que sea
de rigor que haya una infracción reglamentaria, pues la ley no la exige. Dicho de otro, hay culpa cuando no se
obra como se debiere, cuando no se hace lo que hubiera debido hacerse. Para determinar, entonces, si la
calificación jurídica de la conducta del demandado es descuidada y negligente, corresponde establecer el patrón
de conducta que habría tenido que observar razonablemente el propietario diligente de un predio que comprende
una superficie aproximada de seis hectáreas próximo a un sector poblacional, cercano a un canal de riego y sin
cierre perimetral. Al respecto, del examen de los artículos 79 y 81 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, 2.5.1 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, 58 bis de la Ley de Rentas
Municipales y 80 del Código Sanitario, se infiere que recae sobre el dueño de un predio el deber de cerca su
propiedad, cuya finalidad es doble, esto es, la de impedir el ingreso de personas y proteger el interés de la
colectividad, como impidiendo que la finca sea un basural, menoscabando de ese modo los componentes
naturales del suelo y consecuencialmente el entorno y hábitat de la vecindad próxima. Así las cosas, de los
hechos asentados corresponde tener por establecido que el actuar de la empresa demandada fue culpable, por no
haber cumplido con ese deber al haber permitido de un modo permanente, incluso con conocimiento de las
sanciones impuestas por la autoridad sanitaria, que el terreno de su propiedad fuera utilizado como vertedero
(considerandos 14° a 17° de la sentencia de la Corte Suprema). En cuanto a la posibilidad que el dueño del
terreno tenía de haber podido evitar el hecho dañoso que se le imputa, resulta evidente que de haberse puesto
más vigilancia en el predio y de haberse reaccionado con mayor decisión frente a las irrupciones de los terceros
que actuaban en él, se habría podido proteger el terreno y, por ende, el sector poblacional cercano. Una acción
más diligente del propietario, como el establecimiento de una vigilancia y un cierre efectivo de su perímetro
destinado a impedir el desplazamiento y disposición de residuos, habría evitado el estropicio, pues se habría
actuado preventivamente. Estas acciones estaban en la órbita de la empresa demandada, que hubiera podido
adoptar y no se adoptaron. Un riesgo de esta envergadura obliga a un hombre prudente a adoptar precauciones
adecuadas para enfrentarlo, porque además de las enormes consecuencias ambientales y sanitarias del daño que
se irrogarían por la omisión en la adopción de medidas de resguardo y cuidado adecuadas, estaba involucrada su

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responsabilidad. Por tanto, no se trata de calificar a la demandada como negligente por el mero hecho de ser la
dueña del predio, sino de imputarle una conducta que está bajo lo esperado respecto de un propietario de las
características del suyo (considerando 17° de la sentencia de la Corte Suprema). Establecido, entonces, que la
demandada incurrió en una omisión culpable y sin que exista discusión en que se produjo un daño significativo
al medio ambiente, es posible también dar por acreditada la relación de causalidad entre este último y la referida
conducta descuidada y negligente. Efectivamente, parece razonable y ajustado a Derecho imputarle el daño
provocado al medio ambiente, pues con una conducta vigilante de su parte, la que estaba en posibilidad de
ejecutar, era perfectamente esperable que el daño no se hubiera generado. En suma, existió una conducta
omisiva ilícita de la empresa demandada, incumplidora de los deberes impuestos por las leyes y ordenanzas, que
permitió que terceros acopiaran en un inmueble de su dominio basuras y desechos, afectando el medio
ambiente, específicamente tanto los componentes suelo y subsuelo, como el entorno del asentamiento
habitacional próximo al lugar contaminado (considerando 18° de la sentencia de la Corte Suprema)
3. La noción de contaminante, de acuerdo al artículo 2° letras d) y m) de la Ley N° 19.300, es amplia y
funcional. Consecuentemente, la ausencia de norma respecto de un elemento no le quita la característica de ser
contaminante; la conclusión contraria importaría que sólo se podría controlar o limitar de alguna forma aquellos
elementos contaminantes que se encuentran regulados a través de una norma de calidad o emisión. De esta
manera, si se considera que está fuera de discusión que el terreno abandonado se encuentra cubierto
profusamente con escorias de fierro molibdeno provenientes de la planta de tratamiento de la demandada, sin
contar con autorización para ello, y que se ha producido un proceso de lixiviación de estos metales que ha
menoscabado significativamente el suelo, no puede dudarse que tales escorias se encuentran incluidas dentro de
la noción jurídica de contaminante. Por consiguiente, a esta demandada la afecta la presunción de culpabilidad
del artículo 52 de la Ley N° 19.300, por haber infringido normas sobre protección, preservación o conservación
ambientales, como el artículo 80 del Código Sanitario, que habilita para disponer de residuos únicamente en
lugares autorizados al efecto (considerandos 23° a 26° de la sentencia de la Corte Suprema)
Texto Completo:
Santiago, uno de septiembre de dos mil catorce.
Vistos:
En estos autos Rol N° 6454-2010 seguidos ante el Vigésimo Noveno Juzgado Civil de Santiago, por
sentencia de treinta de marzo de dos mil doce, escrita a fojas 371, se acogió la acción de reparación ambiental
interpuesta por el Estado de Chile sólo en cuanto se declaró que se ha producido daño ambiental en el predio
conocido como "Pozo Lo Adasme" ubicado en la comuna de San Bernardo, por lo que se condenó a la Empresa
de Ferrocarriles del Estado a cerrar completamente el perímetro de la propiedad y a ejecutar un proyecto de
saneamiento del suelo, que incluya el retiro total de los residuos de distinta naturaleza allí dispuestos y su
traslado a un acopio autorizado, con la posibilidad de utilizar parte de éstos, en tanto no se trate de escorias de
fierro-molibdeno y resulten inofensivos en su interacción, como relleno para nivelar las depresiones del terreno,
de acuerdo a un programa de monitoreo y seguimiento que deberá ser aprobado por los servicios competentes,
medidas que deberán ser cumplidas antes de dos años contados desde hoy. Se rechaza la demanda interpuesta
respecto de Molibdenos y Metales S.A. o Molymet S.A.
En contra de dicha sentencia la Empresa de Ferrocarriles del Estado presentó recursos de casación en la
forma y apelación, el demandante Estado de Chile interpuso recurso de apelación, mientras que Molibdenos y
Metales S.A. se adhirió a la apelación.
La Corte de Apelaciones de Santiago por sentencia de cuatro de noviembre de dos mil trece, escrita a fojas
487, rechazó el recurso de casación en la forma y revocó el fallo de primer grado en cuanto desestimó la
demanda planteada contra Molibdenos y Metales S.A. y en su lugar condenó solidariamente a ambas
demandadas a ejecutar un proyecto de saneamiento del suelo, que deberá ser aprobado por las autoridades
competentes y al retiro total de los residuos de escorias de fierro-molibdeno y a su traslado a un acopio
autorizado, medida que deberá ser cumplida dentro del plazo de dos años a contar de la fecha en que el fallo
quede ejecutoriado. Se confirma en lo demás apelado la aludida sentencia.
En contra de este último fallo la Empresa de Ferrocarriles del Estado interpuso recursos de casación en la
forma y en el fondo, mientras que Molibdenos y Metales S.A. presentó recurso de casación en el fondo.
Se trajeron los autos en relación.
Considerando:
En cuanto al recurso de casación en la forma interpuesto por la demandada Empresa de Ferrocarriles del

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Estado:
Primero: Que el recurso de casación en la forma invoca la causal contemplada en el artículo 768 N° 5 del
Código de Procedimiento Civil, en relación al artículo 170 N° 4 del mismo cuerpo legal, por cuanto el fallo
impugnado carece de consideraciones de hecho y de derecho que le sirven de fundamento, al no existir armonía
y relación lógica entre los considerandos vigésimo segundo del fallo de primer grado y décimo sexto de la
sentencia de segunda instancia, desde que este último le atribuye responsabilidad por el incumplimiento de
cerrar perimetralmente el predio de su dominio, norma de carácter administrativo -Ordenanza Municipal- o legal
-Ley General de Urbanismo y Construcciones-, mientras que el fundamento vigésimo segundo del fallo de
primer grado basa la responsabilidad en la aplicación de la presunción de culpabilidad del artículo 52 de la Ley
N° 19.300, por infringir normas de carácter ambiental, que no se señalan. Por otro lado, aun cuando se dice por
el Tribunal de Alzada que la responsabilidad que contempla la Ley N° 19.300 es subjetiva, por dolo o culpa, se
le condena por responsabilidad objetiva nacida por su sola titularidad del derecho de propiedad de un predio en
el cual un tercero dolosa o culposamente contamina.
Segundo: Que para una adecuada comprensión del planteamiento del recurso es necesario transcribir los
considerandos que estima antagónicos. El fundamento vigésimo segundo del fallo de primera instancia indica:
"Que, por otro lado, la situación de Ferrocarriles del Estado es diferente, puesto que por su inacción permanente,
incluso después de construir un cierre perimetral, que tiempo más tarde luce parcial, ha tolerado que terceros
dispongan residuos y desechos de distinta naturaleza en el lugar, convirtiéndolo en un vertedero ilegal,
comportamiento que se aparta de la legalidad, como por ejemplo, de lo establecido en el artículo 80 del Código
Sanitario. Por lo mismo, se configura a su respecto la presunción de culpabilidad antes mencionada y,
consecuentemente, el nexo causal entre la referida tolerancia y el daño efectivamente causado al suelo". En
tanto, el considerando décimo sexto de la sentencia de segundo grado expone: "Que como primera cuestión para
abordar los reproches precedentemente enunciados debe expresarse que tal como fue establecido por el juez de
primer grado, determinación que esta Corte comparte, es un hecho de la causa que Ferrocarriles del Estado no
ha ejercido un debido control sobre el predio de que es dueña, al haber tolerado la disposición en su interior de
toda clase de residuos, por no haber dado cumplimiento en forma ininterrumpida en el tiempo a sus obligaciones
de mantener el inmueble perimetralmente cerrado y de velar por que dicho cierre permaneciera
permanentemente incorrupto, pudiendo colegirse que en caso contrario, tal hipotética y deseada situación fáctica
habría impedido el ingreso de las escorias de molibdeno y de otros tantos residuos y desechos que, como se
advierte del mérito de la prueba allegada al proceso, cubren profusamente la superficie del Pozo Lo Adasme,
por lo que en dicho escenario, aparece del todo desacertado fundar un supuesto motivo de exención de
responsabilidad en la mera conducta de Molymet S.A. puesto que, como se ha dicho, resulta indudable que el
actuar negligente de ambos demandados desencadenó en definitiva el daño ambiental al suelo del terreno
materia de la acción sub lite".
Tercero: Que del examen de ambos considerandos no se observa ninguna contradicción; por el contrario, se
trata de fundamentos armónicos y que pueden coexistir, puesto que ambos atribuyen a la demandada Empresa
de Ferrocarriles del Estado responsabilidad subjetiva por daño ambiental, fundada, según el fallo, en la
presunción legal de culpabilidad y cuyo sustento fáctico se encuentra en una conducta omisiva consistente en
que permitió que terceros utilizaran su predio como un lugar de acopio de basuras y escorias de fundición. Aquí
debe establecerse que para las sentencias de primera y segunda instancia no es la titularidad del dominio la que
causa el menoscabo ambiental, sino que el elemento central que configura su responsabilidad es su pasividad
con conocimiento de que terceros ocupaban su predio como un basural y lugar de acopio de sustancias
contaminantes. En esas circunstancias, no es posible concluir que se configure el vicio denunciado, toda vez que
el fallo objeto del recurso contiene los considerandos que sirven de fundamento a su decisión de condenar a la
Empresa de Ferrocarriles del Estado por responsabilidad por daño ambiental.
Cuarto: Que en virtud de lo razonado el recurso de casación en la forma será desestimado.
En cuanto al recurso de casación en el fondo interpuesto por la demandada Empresa de Ferrocarriles del
Estado.
Quinto: Que, en primer lugar, el recurso de nulidad sustancial denuncia que se infringió el artículo 52 inciso
primero de la Ley N° 19.300, atendido que el sentenciador aplicó la presunción de responsabilidad que ahí se
contempla sin que se le atribuya el incumplimiento de alguna norma de carácter ambiental, teniendo en cuenta
que el no cercar un terreno constituiría una inobservancia de reglas de índole urbanística.
Asimismo, afirma que tampoco sirve para construir la presunción de responsabilidad el que se le impute la
vulneración del artículo 80 del Código Sanitario, por cuanto ese precepto no es aplicable al caso atendido que el

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predio utilizado por terceros no se trata de un lugar destinado a la acumulación o disposición de basuras.
Enseguida el recurso da por transgredido el artículo 3° de la Ley N° 19.300 en relación al artículo 2° letra e)
del mismo cuerpo legal, toda vez que al no existir una omisión culposa de su parte que cause daño ambiental, no
es posible que se le responsabilice por su calidad de propietario, faltando de este modo el vínculo causal entre la
omisión y el daño, destacando que, en definitiva, la causa basal de dicho perjuicio es la presencia de las escorias
de fierro-molibdeno en el terreno, depositado en su predio por un tercero. Esto significa, expone el recurrente,
que la omisión culpable imputada a la Empresa de Ferrocarriles del Estado por sí sola no provoca daño
ambiental, entendiendo que el suelo no se ha contaminado directamente por ese hecho, sino que por el accionar
u omisión culposo o doloso de la codemandada Molymet S.A.
Sexto: Que es necesario consignar que la demanda de autos corresponde a una acción de reparación
ambiental presentada por el Estado de Chile, en virtud de lo dispuesto en los artículos 53 y 54 de la Ley N°
19.300, en contra de la Empresa de Ferrocarriles del Estado y Molibdenos y Metales S.A. fundada en que la
primera en su calidad de propietaria de un predio ubicado en la comuna de San Bernardo, conocido como "Pozo
Lo Adasme", ha permitido que prolifere un vertedero ilegal, debido al deplorable estado de abandono del
inmueble, la falta de cierre perimetral y la ausencia de medidas de resguardo; mientras que Molymet S.A. ha
utilizado ese terreno como un sitio de disposición final de sus escorias de fundición, particularmente de
fierro-molibdeno.
Séptimo: Que constituyen hechos de la causa los siguientes:
1.- La SEREMI de Salud Metropolitana realizó dos visitas, los días 4 y 5 de agosto de 2009, a la planta de
fierro-molibdeno de Molymet S.A. constatando que los residuos correspondientes a escoria de fundición
generados en dicha planta son los mismos observados en el límite sur del "Pozo Lo Adasme", hecho que motivó
el inicio de un sumario sanitario. En el predio también se observaron residuos domiciliarios y de construcción,
entre otros desechos que conformaban un vertedero ilegal y abierto.
2.- La mencionada SEREMI desde septiembre de 2009 ha ordenado a la Empresa de Ferrocarriles del
Estado tanto el retiro y disposición en lugares autorizados de los residuos encontrados en el predio de su
dominio como las medidas de construir un cerco perimetral e impedir que se vuelvan a disponer residuos de
cualquier naturaleza en el mismo. Además, se instruyó a Molymet S.A. a realizar un análisis del contenido de
los metales pesados existentes en el material depositado en el recinto y presentar un proyecto de saneamiento
con un cronograma definido y de ejecución próxima.
3.- Por Resolución N° 1072 de 4 de febrero de 2010, de la misma SEREMI, se aplicó una multa a la
Empresa de Ferrocarriles del Estado en su calidad de responsable del predio y se le ordena el saneamiento del
vertedero ilegal, junto con adoptar las medidas necesarias para controlar el riesgo sanitario existente.
4.- Las escorias de fierro-molibdeno presentes en el predio referido provienen de la planta que Molymet
S.A. tiene a un kilómetro de éste.
5.- Contiguo al predio existe un sector habitacional y otro industrial.
6.- Hacia diciembre de 2010 el predio en cuestión estaba cerrado con panderetas de cemento, alambres de
púa y un portón de metal sin presencia de aguas acumuladas.
7.- Hacia marzo de 2011 había presencia de aguas superficiales en el límite sur-oriente del predio. Dichas
aguas provinieron del rebalse de un canal de regadío que pasa cerca de uno de los costados del inmueble.
8.- Al 22 de diciembre de 2011 no hay cerco hacia el poniente del predio y el cuerpo de agua superficial
observado durante la visita anterior -28 de noviembre de 2011- estaba seco.
9.- Producto de la interacción de estos residuos entre sí y con otros se ha producido un proceso de
lixiviación de metales pesados presentes en las escorias de fierro-molibdeno que incluyen arsénico, cobalto,
cobre, hierro, molibdeno, níquel, plomo y vanadio.
10.- Desde el año 1999 Molymet S.A. cuenta con un pozo vertedero denominado "Pozo Las Acacias"
ubicado en San Bernardo, el cual se encuentra destinado a la correcta disposición de sus residuos inertes.
Octavo: Que la sentencia de primera instancia, en síntesis, para acoger la demanda en contra de la Empresa
de Ferrocarriles del Estado desarrolló las siguientes consideraciones, que el Tribunal de Alzada hizo suyas.
Indicó que dicha empresa no ejerció un debido control sobre su predio al haber tolerado la disposición de toda
clase de residuos, afirmando que las escorias de fierro-molibdeno depositadas en el mismo han contribuido a
contaminar el lugar por exposición y lixiviación de metales pesados. Además, aclaró que al haberse constatado
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la presencia de arsénico, cobalto, cobre, hierro, molibdeno, níquel, plomo y vanadio en el suelo, entre otros
metales, en concentraciones superiores a niveles de intervención específicos para el uso de suelo residencial y
comercial, no queda más que concluir que dichas escorias corresponden a contaminantes que unidos a otros
residuos presentes puede constituir un riesgo a lo menos para la calidad de vida de la población cercana,
teniendo presente que la concentración de estos metales no es compatible con asentamientos habitacionales o
destinados al comercio en zonas determinadas.
Discurre el fallo que la contaminación producida implica un menoscabo al suelo y un riesgo para la calidad
de vida de la población, siendo un daño significativo y apto para influir negativamente en la calidad de vida de
las personas que habitan en las proximidades.
Concluye que la Empresa de Ferrocarriles del Estado, incluso después de construir un cierre perimetral, que
tiempo más tarde luce parcial, ha tolerado que terceros dispongan residuos y desechos de distinta naturaleza en
el lugar, convirtiéndolo en un vertedero ilegal, comportamiento que se aparta de la legalidad, como por ejemplo
de lo establecido en el artículo 80 del Código Sanitario, configurándose a su respecto una presunción de
culpabilidad y consecuentemente el nexo causal entre esa tolerancia y el daño causado al suelo.
Noveno: Que, a su turno, la Corte de Apelaciones de Santiago, reforzando las argumentaciones, agregó que
la Empresa de Ferrocarriles del Estado no ha dado cumplimiento en forma ininterrumpida a sus obligaciones de
mantener el inmueble perimetralmente cerrado y de velar porque dicho cierre permaneciera permanentemente
incorrupto, pudiendo colegirse que en caso contrario se habría impedido el ingreso de las escorias de molibdeno
y de otros residuos y desechos que cubren profusamente la superficie del "Pozo Lo Adasme".
Culmina aseverando que es indudable que el actuar negligente de ambos demandados desencadenó el daño
ambiental al suelo del terreno.
Décimo: Que en estos autos se dedujo la acción ambiental creada por la Ley N° 19.300 que tiene por objeto
lograr la restauración del medio ambiente, contemplada en el artículo 2 letra s) que prescribe: "la acción de
reponer el medio ambiente o uno o más de sus componentes a una calidad similar a la que tenían con
anterioridad al daño causado, o en caso de no ser ello posible, restablecer sus propiedades básicas".
Cabe recordar que el Mensaje del Presidente de la República con que se inició la tramitación de la Ley de
Bases Generales de Medio Ambiente acude a dos principios. El primero dispone que el que contamina paga, lo
cual implica que los particulares deben incorporar a sus costos de producción todas las inversiones necesarias
para evitar la contaminación. El segundo es el de la "responsabilidad", que busca que los responsables por daño
ambiental reparen los daños causados a sus víctimas y que se repare materialmente el daño causado al medio
ambiente, obligando al causante del daño a restaurar el paisaje deteriorado.
Undécimo: Que en relación a este último principio es pertinente ilustrar el asunto con la transcripción de las
siguientes normas de la Ley N° 19.300:
El artículo 3° señala: "Sin perjuicio de las sanciones que señale la ley, todo el que culposa o dolosamente
cause daño al medio ambiente, estará obligado a repararlo materialmente, a su costo, si ello fuera posible, e
indemnizarlo en conformidad a la ley".
A su vez el artículo 51 prescribe: "Todo el que culposa o dolosamente cause daño ambiental responderá del
mismo en conformidad a la presente ley. No obstante, las normas sobre responsabilidad por daño al medio
ambiente contenidas en leyes especiales prevalecerán sobre las de la presente ley. Sin perjuicio de lo anterior, en
lo no previsto por esta ley o por leyes especiales, se aplicarán las disposiciones del Título XXXV del Libro IV
del Código Civil".
A su turno el artículo 52 dispone: "Se presume legalmente la responsabilidad del autor del daño ambiental,
si existe infracción a las normas de calidad ambiental, a las normas de emisiones, a los planes de prevención o
de descontaminación, a las regulaciones especiales para los casos de emergencia ambiental o a las normas sobre
protección, preservación o conservación ambientales, establecidas en la presente ley o en otras disposiciones
legales o reglamentarias.
Con todo, sólo habrá lugar a la indemnización, en este evento, si se acreditare relación de causa a efecto
entre la infracción y el daño producido".
Duodécimo: Que en relación a la atribución de responsabilidad a la Empresa de Ferrocarriles del Estado,
para los sentenciadores se basa en la presunción de culpabilidad contemplada en esta última norma. Respecto a
ello, cabe señalar que aun cuando el vicio denunciado por dicho recurrente fuere efectivo, éste no tiene
influencia en lo decisivo del fallo, puesto que la culpa de ese demandado igualmente correspondía tenerla por
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establecida en base a la prueba rendida en autos, esto es, sin presumirla por haber infringido normas sobre
protección, preservación o conservación ambientales establecidas en la Ley N° 19.300 o en otras disposiciones
legales o reglamentarias. En efecto, en caso de dictarse sentencia de reemplazo de la misma manera debió
tenerse por configurada la culpa por omisión de la demandada, toda vez que faltó a sus deberes de vigilancia y
cuidado para proteger el terreno de su propiedad y sus componentes, calificando esta conducta como descuidada
y negligente, sin invocar para llegar a ello la presunción de culpa establecida en el artículo 52 de la Ley N°
19.300.
Décimo tercero: Que de esta manera y tal como se decidió anteriormente por esta Corte en sentencia dictada
en la causa Rol N° 3579-2012, de acuerdo a lo dispuesto en los artículos 3° y 51 de la Ley N° 19.300 se colige
que al no existir normas sobre responsabilidad en esta materia contenidas en leyes especiales, se aplican las
normas de esta ley, que "ratifica el principio general de que la responsabilidad civil sólo procede respecto del
daño ambiental causado culpable o dolosamente", aplicándose las normas generales, por lo que "en materia
ambiental la responsabilidad está sujeta a los cuatro elementos característicos: acción u omisión voluntaria de
persona capaz, culpa, daño y causalidad" (Tratado de Responsabilidad Extracontractual, Enrique Barros Bourie,
Editorial Jurídica de Chile, pág. 799.).
El tratadista citado expresa al respecto que "la responsabilidad civil que se sigue del daño ambiental se
puede construir por dos conceptos diferentes: en primer lugar, en razón de la infracción de normas legales o
reglamentarias, caso en el cual la culpa se presume, esto es, a la empresa que causa el daño le incumbe probar
que actuó con diligencia; en segundo lugar, aunque la empresa no haya infringido norma legal o reglamentaria
alguna, responderá si no ha empleado el debido cuidado, determinando por los usos normativos y
prudencialmente por los jueces" (obra citada, pág. 801).
Décimo cuarto: Que de lo expresado en el considerando vigésimo segundo de la sentencia de primera
instancia reproducido por la de alzada quedó establecida la falta de vigilancia y cuidado de la Empresa de
Ferrocarriles del Estado en orden a la protección del componente suelo de un terreno próximo a sectores
habitacionales y con ello una conducta al menos descuidada y negligente de su parte. Para arribar a esta
conclusión ha de tenerse en consideración las probanzas rendidas a que se alude en el considerando décimo de
la mencionada sentencia y que permitieron asentar los hechos señalados en el fundamento séptimo del presente
fallo.
Décimo quinto: Que en este orden de consideraciones resulta pertinente indicar: "Nuestro Código Civil ha
definido la culpa en el art. 44. Aunque las definiciones que da se refieren más bien a la culpa contractual por ser
la única que admite graduación, son aplicables igualmente en materia de delitos y cuasidelitos, tanto porque la
culpa es una misma en materia contractual y en materia cuasidelictual, cuanto porque el art. 44 se limita a decir
que la ley distingue tres especies de culpa o descuido, que en seguida define, sin referirlas a una materia
determinada".
"De esas definiciones se desprende que la culpa, que ese artículo y otros (arts. 2319 y 2329) hacen sinónimo
de descuido o negligencia, es la falta de aquella diligencia o cuidado que los hombres prudentes emplean
ordinariamente en sus actos y negocios propios".
"La culpa, según esto, es un error de conducta, supone descuido, imprudencia, negligencia, falta de
precaución, atención o vigilancia, inadvertencia, omisión de aquellos cuidados que la prudencia requiere o hace
necesarios, sin que sea de rigor que haya una infracción reglamentaria; la ley no la exige. En otros términos, hay
culpa cuando no se obra como se debiere, cuando no se hace lo que hubiera debido hacerse" (De la
Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno, Arturo Alessandri Rodríguez, Imprenta
Universitaria, año 1943, pág. 172).
Para determinar entonces si la calificación jurídica de la conducta de la demandada es descuidada y
negligente, corresponde establecer el patrón de conducta que habría tenido que observar razonablemente el
propietario diligente de un predio que comprende una superficie aproximada de seis hectáreas próximo a un
sector poblacional (comuna de San Bernardo), cercano a un canal de riego y sin cierre perimetral.
Décimo sexto: Que entonces se hace necesario efectuar una breve reseña acerca de algunas disposiciones
que contempla nuestro ordenamiento jurídico en relación a la materia:
El artículo 2.5.1 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones consigna, en lo que interesa, que
"los sitios eriazos y las propiedades abandonadas con y sin edificación, ubicados en áreas urbanas, deberán tener
cierros levantados en su frente hacia el espacio público, siendo responsabilidad de los propietarios mantenerlos
en buen estado", agregando el inciso segundo que: "el Alcalde deberá notificar a los propietarios de propiedades

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abandonadas, con y sin edificaciones, respecto de las mejoras o reparaciones que deban ejecutarse en dichas
propiedades, relativas a cierro, higiene y mantención, otorgando un plazo prudencial para ello".
A su turno, el artículo 79 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones estatuye: "Corresponderá a las
Municipalidades desarrollar las acciones necesarias para la rehabilitación y saneamiento de las poblaciones
deterioradas o insalubres dentro de la comuna, en coordinación con los planes de esta misma naturaleza y planes
habitacionales del Ministerio de Vivienda y Urbanismo".
El artículo 81 del mismo cuerpo legal señala: "Para prevenir el deterioro progresivo de un sector del barrio,
la Municipalidad podrá ejercer las siguientes facultades: b) ordenar la construcción de cierros exteriores en los
sitios eriazos, en plazos no inferiores a seis meses, con las características que señale el Plan Regulador y su
Ordenanza local, o las que se fijen a falta de aquellos (...) En el ejercicio de estas facultades, la Municipalidad
podrá apercibir a los propietarios con el apercibimiento de una multa si no cumpliesen con lo ordenado, la que
se hará efectiva administrativamente a beneficio municipal".
En el artículo 58 bis de la Ley de Rentas Municipales se expresa: "Las propiedades abandonadas, con o sin
edificaciones, ubicadas en áreas urbanas, pagarán a título de multa a beneficio municipal, el 5% anual calculado
sobre el avalúo fiscal total de la propiedad.
Se entenderá por propiedad abandonada, el inmueble no habitado que se encuentre permanentemente
desatendido, ya sea por falta de cierros, protecciones adecuadas, aseo, mantención, o por otras circunstancias
manifiestas de abandono o deterioro que afecten negativamente el entorno inmediato".
El artículo 80 del Código Sanitario, cuyo texto indica: "Corresponde al Servicio Nacional de Salud autorizar
la instalación y vigilar el funcionamiento de todo lugar destinado a la acumulación, selección, industrialización,
comercio o disposición final de basuras y desperdicios de cualquier clase.
Al otorgar esta autorización, el Servicio Nacional de Salud determinará las condiciones sanitarias y de
seguridad que deben cumplirse para evitar molestia o peligro para la salud de la comunidad o del personal que
trabaje en estas faenas".
Décimo séptimo: Que de estas disposiciones es posible inferir que recae sobre el dueño de un predio -al
menos de las características del inmueble de autos- el deber de cercar su propiedad, cuya finalidad es doble, esto
es, la de impedir el ingreso de personas y proteger el interés de la colectividad, como impidiendo que la finca
sea un basural, menoscabando de ese modo los componentes naturales del suelo y consecuencialmente el
entorno y hábitat de la vecindad próxima. Es así que de acuerdo a los hechos asentados corresponde tener por
establecido que el actuar de la demandada fue culpable, por no haber cumplido ese deber y previendo que podía
producirse un daño ambiental, al haber permitido de un modo permanente, incluso con conocimiento de las
sanciones impuestas por la autoridad de salud, que el terreno fuera utilizado como vertedero. La previsión que
se exige en este caso es un actuar para evitar las consecuencias dañosas, manifestado en la falta de adopción de
medidas conducente a la protección del suelo de una propiedad de la envergadura de la de autos y cuyo dominio
detentaba desde el año 2005, conociendo de su utilización como basural y sin cerco.
Que en cuanto a la posibilidad que dicha empresa tenía de haber podido evitar el hecho dañoso que se le
imputa, resulta evidente que de haberse puesto más vigilancia en el predio y de haberse reaccionado con mayor
decisión frente a las irrupciones de los terceros que actuaban en él, se habrían podido proteger el terreno y por
ende al sector poblacional cercano. Es perfectamente plausible estimar que con una acción más diligente de la
propietaria, como es el establecimiento de una vigilancia y un cierre efectivo de su perímetro destinado a
impedir el desplazamiento y disposición de residuos, el estropicio se habría evitado, pues se habría así actuado
preventivamente. Todas estas son acciones que estaban en la órbita de la demandada, que hubiera podido
adoptar, y no se adoptaron. Un riesgo de esta envergadura obliga a un hombre prudente a adoptar precauciones
adecuadas para enfrentarlo, porque además de las enormes consecuencias ambientales y sanitarias del daño que
se irrogarían por la omisión en la adopción de medidas de resguardo y cuidado adecuadas, estaba involucrada su
responsabilidad. No se trata de calificar a la demandada como negligente por el mero hecho de que ser dueño
del predio, sino, como lo hace la sentencia, de imputarle una conducta que está bajo lo esperado respecto de un
propietario de un predio de esas características.
Como consecuencia de lo razonado, sólo cabe concluir que la Empresa de Ferrocarriles del Estado incurrió
en una omisión culposa al no adoptar las medidas de vigilancia y cuidado que impidieran la disposición de
residuos en su predio.
Décimo octavo: Que establecido que la demandada incurrió en una omisión culpable y sin que exista
discusión en que se produjo un daño significativo al medio ambiente, es posible también dar por acreditada la
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relación de causalidad entre este último y la conducta descuidada y negligente de la recurrente.


"Hay relación de causalidad cuando el hecho -o la omisión- doloso o culpable es la causa directa y necesaria
del daño, cuando sin él éste no se habría producido".
"Se ha fallado igualmente que si se acredita que los animales muertos por un tren se introdujeron en la vía
debido al mal estado de sus cercos, la responsabilidad de la empresa es evidente" (De la Responsabilidad
Extracontractual en el Derecho Civil Chileno, Arturo Alessandri Rodríguez, Imprenta Universitaria, año 1943,
pág. 241, 242).
En el caso de autos, parece razonable y ajustado a Derecho imputarle el daño provocado al medio ambiente.
Como ya se ha dicho, con una conducta vigilante de esta demandada, que estaba en su posibilidad ejecutar, es
perfectamente esperable que el daño no se hubiera generado. Porque las condiciones de vigilancia de un predio
vienen impuestas por la propia realidad de la situación que la finca enfrenta, y que la sentencia impugnada
entiende que se desatendieron. Debe tenerse presente a este respecto que la Ley N° 19.300 describe el daño
ambiental como "toda pérdida, disminución, detrimento o menoscabo significativo inferido al medio ambiente o
a uno o más de sus componentes" y por "medio ambiente" "el sistema global constituido por elementos
naturales y artificiales de naturaleza física, química o biológica, socioculturales y sus interacciones, en
permanente modificación por la acción humana o natural y que rige y condiciona la existencia y desarrollo de la
vida en sus múltiples manifestaciones".
En base a estos conceptos y la situación fáctica establecida, no es posible colegir que exista error de derecho
cuando los sentenciadores afirman que hay una conducta ilícita de la Empresa de Ferrocarriles del Estado de
carácter omisiva, incumplidora de los deberes impuestos por las leyes y ordenanzas, que permitió que terceros
acopiaran en un inmueble de su dominio basuras y desechos, afectando el medio ambiente, específicamente
tanto los componentes suelo y subsuelo como el entorno del asentamiento habitacional próximo al lugar
contaminado. En efecto, el daño ambiental fue causado por dicha omisión culposa, la cual concurrió con la
conducta del codemandado para que se incorporaran sustancias que alteraron desfavorablemente las condiciones
naturales de los componentes referidos y dieron lugar a un deterioro o menoscabo del entorno natural y social,
particularmente de la colectividad o vecindad próxima al lugar contaminado.
Décimo noveno: Que, por consiguiente, deberá desestimarse el recurso de casación en el fondo interpuesto
por la Empresa de Ferrocarriles del Estado.
En cuanto al recurso de casación en el fondo interpuesto por la demandada Molibdenos y Metales S.A. o
Molymet S.A.
Vigésimo: Que el recurso de nulidad sustancial denuncia que se infringió lo dispuesto en el artículo 52 de la
Ley N° 19.300, puesto que se le aplicó la presunción de responsabilidad sobre la base de haber infringido el
Decreto N° 298 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones de 1995, que reglamenta el transporte de
cargas peligrosas para calles y caminos, en circunstancias que la escoria de fierro-molibdeno, depositada en el
predio en cuestión, no es una sustancia peligrosa en los términos del artículo 2 del mismo Decreto.
Asimismo, afirma que hay error en la aplicación del artículo 80 del Código Sanitario, que vincula con el
artículo 17 inciso 2° del mencionado Decreto N° 298, dado que según lo recién señalado ese reglamento no le es
aplicable, de modo que no correspondía atribuirle incumplimiento en los deberes de transporte y disposición
final de residuos en el predio del codemandado.
Finalmente, argumenta que el sentenciador se equivoca al aplicar los artículos 3 y 51 de la Ley N° 19.300,
toda vez que Molymet S.A. no ha ejecutado una acción que cause daño ambiental, por cuanto al no regir en su
contra la presunción de culpabilidad debieron probarse los elementos que dan lugar a la responsabilidad
ambiental, esto es, acción, dolo o culpa, nexo causal y daño, lo que no ocurrió. Consecuencialmente, yerra el
sentenciador en la aplicación del artículo 2317 del Código Civil, toda vez que no correspondía condenarlo
solidariamente junto a la Empresa de Ferrocarriles del Estado.
Vigésimo primero: Que, según se anticipó, el tribunal de primera instancia había desestimado la demanda en
contra de Molymet S.A., decisión que fue revocada por la Corte de Apelaciones de Santiago, condenándola
solidariamente con la Empresa de Ferrocarriles del Estado como autoras de daño ambiental.
En cuanto a la situación fáctica establecida, cabe reproducir lo ya reseñado en el motivo séptimo de este
fallo.
El tribunal de alzada, en cuanto a las consideraciones jurídicas, expone que no se encuentra justificada la
argumentación entregada por la demandada para explicar la presencia de escorias en el "Pozo Lo Adasme", esto
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es, "robos y/o incumplimientos de terceros durante el proceso de transporte y disposición". Para reforzar esta
conclusión, el fallo invocó el Decreto Supremo N° 298 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones de
1995 que reglamenta el transporte de cargas peligrosas por calles y caminos, y consideró que las escorias de
fierro molibdeno son residuos peligrosos, toda vez que su inadecuada disposición representa un riesgo para el
medio ambiente. Esgrimió que al acopiar dichas escorias en un lugar no autorizado transgrede los deberes
impuestos en el Decreto 298/95, durante el proceso de transporte.
Agrega que producto de la interacción de los residuos entre sí y con otras substancias presentes en el lugar
se produjo un proceso de lixiviación de metales pesados que han contribuido a contaminar el suelo del lugar de
forma significativa.
Concluye que la infracción de Molymet S.A. a las normas sobre protección, preservación o conservación
ambientales implica aplicar la presunción legal de responsabilidad prevista en el artículo 52 de la Ley N°
19.300.
Vigésimo segundo: Que en cuanto a la denuncia de vulneración de la disposición recién citada, es necesario
señalar que más allá del fundamento de la Corte de Apelaciones que invoca un reglamento atinente a la
disposición y transporte de sustancias calificadas como peligrosas, lo cierto es que tal argumento, aun cuando
fuere erróneo, no es capaz de influir sustancialmente en lo dispositivo del fallo, según se pasa a explicar.
Vigésimo tercero: Que, en efecto, conforme a la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, el medio
ambiente libre de contaminación es aquel en el que los contaminantes se encuentran en concentraciones y
períodos inferiores a aquellos susceptibles de constituir un riesgo a la salud de las personas, a la calidad de vida
de la población, a la preservación de la naturaleza o a la conservación del patrimonio ambiental. A su turno, la
noción de contaminante es definida como: "todo elemento, compuesto, sustancia, derivado químico o biológico,
energía, radiación, vibración, ruido, o una combinación de ellos, cuya presencia en el ambiente, en ciertos
niveles, concentraciones o periodos de tiempo, pueda constituir un riesgo a la salud de las personas, a la calidad
de vida de la población, a la preservación de la naturaleza o a la conservación del patrimonio ambiental".
De acuerdo con los conceptos legales dados y conforme a los factores a que se refiere, se aprecia que la
noción de contaminante es amplia y funcional y es la interpretación que mejor se adecua a la finalidad que
procura dar reconocimiento efectivo al derecho constitucional a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación y que es recogida por el fallo de primera instancia, que hizo suyo el tribunal de alzada. En este
sentido, la doctrina señala: "Aun cuando desde la perspectiva de la seguridad jurídica que involucra puede ser
atractivo, es obviamente discutible respecto de la protección efectiva de las personas, y no parece correcto
puesto que obviamente, la ausencia de norma respecto de un elemento no le quita la característica de ensuciar el
aire, o de producir daño, sólo indica que este país aún no ha definido que es importante normarlo, y qué niveles
de concentraciones de dicho contaminante esa sociedad estima como aceptables. Por otra parte, llevar al límite
la interpretación indicada, nos llevaría a la conclusión, que sólo se pueden controlar o limitar de alguna forma
aquellos elementos contaminantes que se encuentran regulados a través de una norma de calidad o emisión, pero
ello no es así (En "La regulación constitucional del ambiente en Chile. Aspectos sustantivos y adjetivos.
Historia, doctrina y jurisprudencia. Rodrigo Guzmán Rosen. Segunda edición actualizada. Abeledo Perrot.
LegalPublishing. 2010, citando "El Futuro del Derecho Ambiental", Derecho del Medio Ambiente, Congreso
Internacional, Edit. Jurídica ConoSur Ltda. 1988, p. 537).
Vigésimo cuarto: Que, de esta manera, si se considera que ha quedado fuera de discusión fáctica que el
terreno abandonado en cuestión se encuentra cubierto profusamente con escorias de fierro molibdeno y que se
ha producido un proceso de lixiviación de estos metales que ha menoscabado significativamente el suelo, nadie
podría dudar que tales escorias se encuentran incluidas dentro de la noción jurídica de "contaminante", de modo
que se tornaba en irrelevante el cuestionamiento a la aplicación del Decreto Supremo N° 298/95.
Vigésimo quinto: Que, así las cosas, no se aprecia la infracción denunciada por el recurrente al artículo 52
de la Ley N° 19.300, porque es claro que a Molymet S.A. le afecta la presunción de culpabilidad luego de haber
infringido normas sobre protección, preservación o conservación ambientales. En efecto, esa empresa no
observó el artículo 80 del Código Sanitario, que habilita para disponer de residuos únicamente en lugares
autorizados al efecto. Una interpretación contraria llevaría al absurdo de sostener que una empresa autorizada
para funcionar y que incluso aparece que posee especiales capacidades y conocimientos sobre su actividad
industrial, se encuentra facultada para descargar materiales contaminantes en terrenos ajenos y no autorizados, o
sea, importaría suponer que tiene permiso para ocasionar daño ambiental.
En conclusión, no hay yerro jurídico en la aplicación del artículo 52 de la Ley N° 19.300, por cuanto
efectivamente la demandada se presume responsable por no observar normas de protección ambiental, como la
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contenida en el artículo 80 del Código Sanitario.


Vigésimo sexto: Que el segundo acápite del recurso, que apunta a acusar la transgresión de los artículos 3 y
51 de la Ley N° 19.300, tampoco podrá prosperar, atendido que el fallo correctamente aplicó a Molymet S.A. la
presunción legal de culpabilidad, que lleva a concluir que es autora de daño ambiental por haber incurrido en la
conducta ilícita de efectuar operaciones de acopio de sustancias contaminantes, de manera permanente en un
terreno no autorizado para ello y más todavía, la falta de remoción del material, pese a estar dicha medida
ordenada por la autoridad sanitaria, demuestra con mayor intensidad la relación de causalidad entre la conducta
imputada y el perjuicio originado al medio ambiente. Por otra parte, las reflexiones del Tribunal de Alzada que
intentan desvirtuar las explicaciones del demandado acerca de la manera en que un gran volumen de escorias de
fierro molibdeno -dos toneladas- se trasladó desde la planta industrial hasta el predio conocido como "Pozo Lo
Adasme" sólo pretenden dejar en claro que su justificación no está probada, o en otras palabras, que la
contaminación del suelo tuvo su origen en su propia acción y no en el hecho de un tercero.
Vigésimo séptimo: Que, finalmente, el recurso acusa la vulneración del artículo 2317 del Código Civil y ello
como una consecuencia de la errónea aplicación de los artículos 3, 51 y 52 de la Ley N° 19.300, transgresión
que, como ha quedado establecido, no se ha configurado, de modo que deberá también desestimarse el capítulo
de nulidad formulado bajo este supuesto.
Vigésimo octavo: Que, en virtud de estas consideraciones, sólo cabe concluir que los jueces del fondo no
han incurrido en los errores de derecho denunciados, por lo que se rechazarán los recursos de casación en el
fondo presentados por los demandados.
Y visto además lo dispuesto en los artículos 764, 767, 768 y 808 del Código de Procedimiento Civil, se
rechazan los recursos de casación en la forma y en el fondo interpuestos por la abogada Mariela González
Martel en representación de la demandada Empresa de Ferrocarriles del Estado en su presentación de fojas 499
y el recurso de casación en el fondo presentado por el abogado Ricardo Brancoli Bravo en su escrito de fojas
511, en representación de la demandada Molibdenos y Metales S.A., en contra de la sentencia de cuatro de
noviembre de dos mil trece, escrita a fojas 487.
Se previene que la Ministra señora Egnem estuvo también por desestimar el recurso de casación en el fondo
deducido por la Empresa de Ferrocarriles del Estado, pero teniendo en consideración los siguientes
fundamentos:
1°) Que el artículo 52 de la Ley N° 19.300 prescribe: "Se presume legalmente la responsabilidad del autor
del daño ambiental, si existe infracción a las normas de calidad ambiental, a las normas de emisiones, a los
planes de prevención o de descontaminación, a las regulaciones especiales para los casos de emergencia
ambiental o a las normas sobre protección, preservación o conservación ambientales, establecidas en la presente
ley o en otras disposiciones legales o reglamentarias.
Con todo, sólo habrá lugar a la indemnización, en este evento, si se acreditare relación de causa a efecto
entre la infracción y el daño producido".
No cabe duda que la aplicación de la presunción conlleva una culpa legal o infraccional, esto es, que se
presume la culpa del autor del daño ambiental, una vez que se ha establecido la infracción de alguna de las
normas que en la disposición se enuncian.
2°) Que el recurso alega que se aplicó a la Empresa de Ferrocarriles del Estado la mencionada presunción de
manera indebida, puesto que la obligación de cercar un terreno propio no deriva de una norma ambiental, sino
que urbanística. Y el tolerar que en el predio se haya dispuesto basura y escorias no podría dar lugar a la
aplicación en su contra del artículo 80 del Código Sanitario, dado que esa norma exige un lugar destinado
legalmente para vertedero y no que en el hecho se haya producido esa situación.
3°) Que visto el marco normativo respectivo, resulta que el error de derecho denunciado -infracción al
artículo 52 de la Ley N° 19.300- es infundado, según se explica a continuación.
En efecto, en relación con las obligaciones ambientales de un titular de dominio de un inmueble, el artículo
19 N° 24 de la Carta Fundamental, que consagra el derecho de propiedad, establece como un conjunto de
elementos que integran las obligaciones que derivan de la función social de la propiedad. En este sentido, se ha
expresado que "La función social de la propiedad no fue definida por el constituyente ni por el legislador, sin
embargo podemos definirla como ‘el empleo o uso racional de la propiedad en armonía con los intereses
colectivos" (Evans de la Cuadra). Ya el Tribunal Constitucional, en los Roles N° 245 y 246, de diciembre de
1996, expuso: "la función social de la propiedad significa que esta tiene un valor individual y social, por lo que

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debe estar al servicio de la persona y de la sociedad".


4°) Que, en concordancia con lo expuesto, se constata que existe una serie de disposiciones en el
ordenamiento jurídico que sólo pueden ser comprendidas e interpretadas cabalmente en la medida que se
entiende que la propiedad tiene esa función social, además de la individual. En esa perspectiva, cuando se
predica que el dueño de un predio tiene la obligación de cercar su propiedad, puede verse obviamente el asunto
desde su propio interés, esto es, de impedir el ingreso de personas en su propiedad, pero también puede
observarse nítidamente que otra finalidad de la preceptiva es proteger el interés de la colectividad, como será el
impedir que la finca sea usada como un basural, menoscabando de este modo no solo los componentes naturales
del suelo y eventualmente del agua y el aire, sino que también el mismo entorno o hábitat de la vecindad.
5°) Que, ahora bien, debe reconocerse que la legislación en torno a esta última materia es dispersa e
inorgánica; sin embargo, ello no puede impedir que el juzgador la recabe y la interprete armónicamente, con
fundamento en la Constitución Política y en lo que atañe al caso, en la Ley de Bases del Medio Ambiente, N°
19.300.
A este respecto, es preciso ilustrar el asunto con las siguientes disposiciones:
El artículo 2.5.1 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones consigna, en lo que interesa, que
"los sitios eriazos y las propiedades abandonadas con y sin edificación, ubicados en áreas urbanas, deberán tener
cierros levantados en su frente hacia el espacio público, siendo responsabilidad de los propietarios mantenerlos
en buen estado", agregando el inciso segundo que: "el Alcalde deberá notificar a los propietarios de propiedades
abandonadas, con y sin edificaciones, respecto de las mejoras o reparaciones que deban ejecutarse en dichas
propiedades, relativas a cierro, higiene y mantención, otorgando un plazo prudencial para ello".
A su turno, el artículo 79 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones estatuye: "Corresponderá a las
Municipalidades desarrollar las acciones necesarias para la rehabilitación y saneamiento de las poblaciones
deterioradas o insalubres dentro de la comuna, en coordinación con los planes de esta misma naturaleza y planes
habitacionales del Ministerio de Vivienda y Urbanismo".
El artículo 81 del mismo cuerpo legal señala: "Para prevenir el deterioro progresivo de un sector del barrio,
la Municipalidad podrá ejercer las siguientes facultades: b) ordenar la construcción de cierros exteriores en los
sitios eriazos, en plazos no inferiores a seis meses, con las características que señale el Plan Regulador y su
Ordenanza local, o las que se fijen a falta de aquellos (...) En el ejercicio de estas facultades, la Municipalidad
podrá apercibir a los propietarios con el apercibimiento de una multa si no cumpliesen con lo ordenado, la que
se hará efectiva administrativamente a beneficio municipal".
Incluso, en el artículo 58 bis de la Ley de Rentas Municipales se expresa: "Las propiedades abandonadas,
con o sin edificaciones, ubicadas en áreas urbanas, pagarán a título de multa a beneficio municipal, el 5% anual
calculado sobre el avalúo fiscal total de la propiedad.
Se entenderá por propiedad abandonada, el inmueble no habitado que se encuentre permanentemente
desatendido, ya sea por falta de cierros, protecciones adecuadas, aseo, mantención, o por otras circunstancias
manifiestas de abandono o deterioro que afecten negativamente el entorno inmediato".
6°) Que en base a lo que se viene sosteniendo en este fallo, es posible, entonces, dar una interpretación
amplia a la categoría normativa empleada por el artículo 52 de la Ley N° 19.300, que contempla la presunción
de culpabilidad del autor del daño ambiental respecto de quien ha infringido, entre otras, "normas sobre
protección, preservación o conservación ambientales", en el sentido que quedan incorporadas disposiciones del
ordenamiento jurídico, como las reseñadas en el motivo precedente, que desde una concepción global y
armónica tienden a la protección al medio ambiente.
De una manera muy acertada acerca de esta realidad normativa se ha señalado: "En sentido lato, en cambio,
incluimos también en el concepto de derecho ambiental lo concerniente a la legislación de incidencia ambiental
deliberada heterodoxa, e incluso, lo relativo a la legislación de incidencia ambiental casual, desde que estas
categorías normativas, pese a su percepción inadecuada de la problemática ambiental, operan, no obstante, de
hecho, o puedan llegar a operar, efectos estimables, más o menos beneficios o perjudiciales, sobre la estructura
ambiental global, lo que no puede estar ajeno a la consideración de las relaciones entre derecho y ambiente" ("El
Derecho Ambiental. Presente y Pasado", Rafael Valenzuela Fuenzalida, Editorial Jurídica de Chile, primera
edición, 2010, página 22).
Por lo tanto, la demandada Empresa de Ferrocarriles del Estado ha incumplido normas de protección
ambiental en los términos contemplados en el artículo 52 antes citado, dando lugar a la aplicación de la

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presunción legal de culpabilidad.


7°) Que, más todavía, los jueces de la instancia han aplicado correctamente la presunción referida, al haber
la demandada incumplido el artículo 80 del Código Sanitario, cuyo texto indica:
"Corresponde al Servicio Nacional de Salud autorizar la instalación y vigilar el funcionamiento de todo
lugar destinado a la acumulación, selección, industrialización, comercio o disposición final de basuras y
desperdicios de cualquier clase.
Al otorgar esta autorización, el Servicio Nacional de Salud determinará las condiciones sanitarias y de
seguridad que deben cumplirse para evitar molestia o peligro para la salud de la comunidad o del personal que
trabaje en estas faenas".
La mencionada disposición regula la existencia de los vertederos y, sin duda, de una interpretación finalista
surge que nadie puede usar un lugar para que sirva de basural, sin la competente autorización. En esas
circunstancias, el haber permitido de un modo permanente, incluso con conocimiento de las sanciones
impuestas por la autoridad de salud, que el terreno fuera utilizado para ese efecto, incurre en evidente infracción
de la norma.
En virtud de lo señalado los sentenciadores se ajustaron a la normativa al establecer que hay una conducta
ilícita de la Empresa de Ferrocarriles del Estado al incurrir en incumplimiento de los deberes contemplados por
las leyes y ordenanzas referidas, que permitió que el codemandado acopiara residuos en un predio de su
dominio, afectando con ello significativamente el medio ambiente, en particular, los componentes del suelo y
subsuelo como el entorno del asentamiento habitacional próximo.
8°) Que, por consiguiente, los sentenciadores efectuaron una correcta aplicación de la normativa que rige el
caso.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Ballesteros y la prevención de su autora.
Rol N° 15996-2013.
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema integrada por los Ministros Sr. Rubén Ballesteros
C., Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. Rosa Egnem S., y Sra. María Eugenia Sandoval G. No firma,
no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, la Ministro señora Sandoval por estar en
comisión de servicios. Santiago, 01 de septiembre de 2014.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
En Santiago, a uno de septiembre de dos mil catorce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.

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