I. Del pecho vil. Me quita el llanto: Todo mi afecto puse en una ingrata; ¿Por qué me tratas Y ella inconstante me llegó á olvidar. Esta inconstancia con rigor tanto? Si así, si así se trata Cruel y severa Un afecto sincero, Calmar debiera Daré contento Amor, amor no quiero, Mi frenesí. Mi último aliento No quiero más amar. Pero solo hace Si esto has querido; Que se acreciente Pero no pienses Juramos ser yo suyo y ella mía: Mi llama ardiente, Que infiel he sido. Yo cumplí, y ella no se acordó más. ¡Llama infeliz! Mayor, mayor falsía Deme la muerte Jamás hallar espero, Amor infame, Tu mano fuerte Amor, amor no quiero, Dime ¿hasta cuando Con dardo impío, No quiero más amar. quieres vil mando Como al matarme tener en mí? Digas: «¡Es mío!» Mi gloria fue en un tiempo su firmeza; Borra esa ingrata Y hoy su inconstancia vil me hace Del pecho mío: Y por divisa penar. No más impío De mi ceniza Fuera, fuera bajeza Me hagas morir Pongas delante: Que durara mi esmero, «Bajo esta losa Amor, amor no quiero, III. Yace mi amante». No quiero más amar. La prenda mía, Borra esa ingrata En quien tenía Del pecho mío: II. Puesto mi gusto, No más impío Por más que quiero Hoy me persigue Me hagas morir. De la memoria Con odio injusto. Borrar la gloria IV. Que poseí; Ya yo en sus ojos Vuelve que ya no puedo Por todas partes Solo hallo enojos; Vivir sin tus cariños: Cruel me persigue: Cuando antes era Vuelve mi palomita, Siempre me sigue, Su vista sola Vuelve a tu dulce nido. Siempre ¡ay de mí! Mi dicha entera. Mira que hay cazadores Procuro en vano Ya su voz suave Que con afán maligno No dar oído Llenar no sabe Te pondrán en sus redes A aquel sonido Mi triste oído; Mortales atractivos; Que un día oí, Sus dulces ecos Y cuando te haya preso Cuando mi prenda Ya se han perdido. Te darán cruel martirio: Juró ser mía No sea que te cacen, Y me decía Murió el acento Huye tanto peligro. «Seré de ti». En que el contento Vuelve mi palomita, Tuve cifrado: Vuelve a tu dulce nido. Su voz entonces Ya no me dice, Fue mi contento: «Tú eres mi amado» Ninguno ha de quererte Su juramento Como yo te he querido, Me hizo feliz. Si me escuchara Te engañas si pretendes Más sus recuerdos Yo le clamara, Hallar amor más fino. Me son mortales, «Siempre eres mía!» Habrá otros nidos de oro, Y entre mil males Y quizá entonces Pero no como el mío: Llego a gemir. Se apiadaría. Por ti vertió mi pecho Sus primeros gemidos. Por qué ha perdido Pero enojada Vuelve mi palomita, Su fiel firmeza, Mi prenda amada, Vuelve a tu dulce nido. Y su promesa Ni oírme quiere: ¿Olvido ruin? Ya mi esperanza Bien sabes que yo siempre Cuando yo fino Del todo muere. En tu amor embebido, Jamás toqué tus plumas, Así en eco halagüeño Ser todavía Ni ajé tu albor divino; ¡Mi bien me consoló! Más infelice, Si otro puede tocarlas ¡O suave, o dulce acento! Porque el desahogo Y disipar su brillo, Pero ¿para qué canto? Que me da el llanto Salva tu mejor prenda, Callado, placer tanto La luz me impide. Ven al seguro asilo. Guste mi corazón. Vuelve mi palomita, ¡Ay! Así vivo Vuelve á tu dulce nido. VI. Dando a mi pena Sin ver tus ojos Giros terribles; ¿Por qué, dime, te alejas? Mandas que viva Y así muriera ¿Por qué con odio impío Mi pecho triste; Si eterna fuese ¿Dejas un dueño amante Pero el no verte La ausencia triste, por buscar precipicios? Y tener vida ¿Así abandonar quieres Es imposible. Hacer tú puedes tu asiento tan antiguo? ¡Ay vida mía! ¿Con que así ha de quererte Las largas horas Que yo respire, el corazón herido? Que sin tí paso Amando fina Vuelve mi palomita, Son insufribles, Á quien tan solo Vuelve a tu dulce nido. Vivo violento, De tu amor vive. Nada me gusta, No pienses que haya entrado Todo me aflige. VII. Aquí otro pajarillo: ¿Con que al fin, tirano dueño, No, palomita mía, El sol me envía Tanto amor, clamores tantos, Nadie toca este sitio. Para alegrarme Tantas fatigas, Tuyo es mi pecho entero Luz apacible; No han conseguido en tu pecho Tuyo es este albedrío; Mas si no trae Más premio que un duro golpe Y por ti sola clamo Tu imagen bella, de tiranía? Con amantes suspiros. ¿De qué me sirve? Vuelve mi palomita, Tú me intimas que no te ame Vuelve a tu dulce nido. En mi retiro Diciendo que no me quieres, Aguardo sólo ¡Ay vida mía! Yo solo reconozco Hasta que viste ¡Y que una ley tan tirana Tu bello colorido, De negro luto tenga de observar, perdiendo Y solo sabré darle El orbe entero mi triste vida! Su precio merecido, La noche horrible. Yo solo así merezco Yo procuraré olvidarte, Gozar de tu cariño; Mientras los astros Y moriré bajo el peso Y tú solo en mí puedes Van silenciosos De mis desdichas; Gozar días tranquilos. Al mar a hundirse, Pero no pienses que el cielo Vuelve mi palomita. Yo revolviendo Deje de hacerte sentir Vuelve a tu dulce nido. Estoy las penas Sus justas iras. Que el pecho oprimen. No seas, pues, tirana: Muerto yo, tú llorarás Haz las paces conmigo: En mi desvelo El error de haber perdido Ya de llorar cansado Mi amor y pena Un alma fina; Me tiene tu capricho, Suelo decirte: Y aun muerto sabrá vengarse No vueles más, no sigas Pero estas lejos, Este mísero viviente Tus desviados giros, No oyes mi llanto. Que hoy tiranizas. Tus alitas doradas Ni por mí gimes. Á todas horas mi sombra Vuelve a mí que ya espiro Llenará de mil horrores Vuelve que ya no puedo Por largas horas Tu fantasía; Vivir sin tus cariños, Mi amarga queja Y acabará con tus gustos Vuelve mi palomita, Mi alma repite, El melancólico espectro Vuelve a tu dulce nido. Hasta que el Cielo De mis cenizas. Para mal mío V. De luz se viste. VIII. «Donde quiera que vayas Ya mi triste desventura Te seguiré mi dueño» Entonces veo No deja Esperanza de tener Me han preparado! Juró ser mía Alivio; Y me decía Y el buscarlo solo sirve Venga el tósigo fatal “seré de ti” De darme Y acabe con mi existencia El tormento de mirarlo Tan miserable Su voz entonces Perdido. Has logrado ya tu intento, Fue mi contento Pues me ves yerto cadáver, Su juramento En vano huiré buscando Y sin aliento. Me hizo feliz Regiones Donde olvidar á mi dueño Cubre, pues, mi amante cuerpo Mas sus recuerdos Querido: Con la gala que le es propia Me son mortales Con la distancia tendrá Á aquel que ha muerto; Y entre mil mares Mi pecho Pero, cruel, téme á mi sombra Llegó a gemir Sus recelos y su amor Que con voz horrenda y triste Más fijos. Siempre te nombra. Por qué ha perdido Su fiel firmeza Lloraré cuando estés lejos X. Y su promesa Mis males; Olvido ruin Y emitiré los más tristes Gemidos; Ya que para mí no vives, Cuando yo fino Y ya no tendré el consuelo Y no te han de ver mis ojos, Más la quería De verte, Pues te he perdido; Me borró impía Ni que sepas mis crueles Daré lugar á mis penas Del pecho vil Martirios. En la triste soledad En que hoy me miro. Esta inconstancia ¡Ay! Dime, querido dueño: Cruel y severa ¿Que causa Tu me intimas el precepto Calmar debiera pudo mudar ese pecho De que olvide para siempre Mi frenesí tan fino? Tus atractivos. ¿No te mueve a compasión Cuando solo con la muerte Pero solo hace el verme Sepultaré esta memoria Que se acreciente que huyendo de tus crueldades En el olvido. Mi llama ardiente, espiro? ¡Llama infeliz! Te lloraré eternamente ¿Con qué corazón oirás Como prenda inseparable Amor infame decir Del pecho mío, Dime, hasta cuando Que por tí murió quien firme Iras impresa en el alma, Quieres vil mando Te quiso? Dejando mi triste cuerpo Tener en mí No seas, amada prenda, Cadáver frío. No seas Borra eso ingrata De mi desdichada vida Del pecho mío: Martirio. POR MÁS QUE QUIERO No más impío Me haga morir. IX. Por más que quiero De la memoria EL ÚLTIMO ADIÓS Borrar la gloria Si dos con el alma ¿Con que al fin habeis tomado Qué poseí; Se amaron en vida La fatal resolucion Y al fin el destino De abandonarme? Por todas partes Separó a los dos ¿Al rigor de tus crueldades Cruel me persigue: Al tormento más atroz Siempre ¡ay de mí! Ya ves que es tan honda Quieres matarme? la pena sentida Procuro en vano Que nada hay más triste Habeis, pues, firmado al fin No dar odio que el ultimo adiós. La sentencia de mi muerte, A aquel sentido Dueño tirano; Que un día oí En esa palabra Y yo tendré que beber que leve murmura El veneno que tus manos Cuando mi prenda Y en ese gemido que lanzan los dos
Adiós mi adorada mi fiel compañera Ya no volveremos a vernos los dos.
Ni verse prometen ni amarse se juran Y en ella se dicen para siempre adiós.