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Alumno: Ivan Ramírez Ahumada.

Trabajo a entregar:

-“Así habló Zaratustra”.- Richard Strauss.

-. Argumento y particularidades de las obras:


“Salomé”, “El caballero de la rosa”, “Elektra”.

Especialidad: Guitarra.

Semestre: 7

Grupo: A

Materia: Historia de la música.

Fecha de entrega:
30/08/2017
Así habló zaratustra es un poema sinfónico compuesto por Richard Strauss en
el año de 1896 y estrenada en Frankfurt el 27 de noviembre de este mismo año,
cuyo nombre y referencias son tomados de la obra literaria de Friedrich
Nietzche.
Desde mi punto de vista el diseño de la obra de Strauss en semejanza con el
libro “Así habló Zaratustra” de Friedrich Nietzche, radica tanto en su forma y
en posibilidades orquestales.
Obviamente la obra es para una gran plantilla orquestal y consiste en la
alternancia de secciones temáticas tonalmente estables con desarrollos, o
secciones de transición entre una y otra.
En el libro se observan historias en distinto orden como “la muerte de dios”, “el
eterno retorno”, el superhombre”.
Considero que la obra de Strauss al estar basada en el libro de Nietzche, tiene
una gama de efectos y posibilidades enormes. Desde el inicio esa fanfarria en
do mayor que acierta en un llamado a lo extraordinario, sea dios o un
superhombre según la interpretación personal de cada quien.
Da terreno a una interacción con lo terrenal y lo supremo causando en distintas
secciones contrastantes la reelaboración de este motivo do-sol-do.
Sinceramente desconocía la forma de esta obra en particular de Strauss y
haciendo una búsqueda de información y audición puedo cerciorarme de su
similitud a la obra de Nietzche ya que posee no dos o tres sino 9 partes.
Me parece no con la finalidad de dar un orden exacto y cronológico de la obra
de Nietzche pero si, usarlo como armazón o estructura para el discurso musical.
En otra opinión la obra de Strauss termina en un sentido sereno y optimista casi
dando algo de conclusión.
No estoy seguro si de una manera agradecido hacia la obra de Nietzche pero da
esa sensación de tranquilidad y paz.
Salomé. Su polémica radica en la danza de los siete velos donde queda completamente desnuda en
escena pidiéndole a Herodes como promesa, la cabeza del profeta.
Una gran terraza en el Palacio de Herodes, por encima de una sala de banquetes. Algunos soldados
se asoman a la balconada. A la derecha hay una gran escalera, a la izquierda, en el fondo, una vieja
cisterna rodeada por un muro de bronce verdoso. La luna luce muy brillantemente.
Transcurre en una noche de luna llena en el palacio de emperador, durante el reinado de Herodes
Antipas y narra la historia de Salomé y Juan el Bautista (Jokanaán).
Narraboth mira desde una terraza en el palacio de Herodes a una sala de banquetes a la bella princesa
Salomé; está enamorado de ella, y la tiene divinizada, para gran temor y disgusto del paje de Herodías.
Se oye la voz del profeta Jokanaán desde su prisión en la cisterna del palacio; Herodes le teme a él y
ha ordenado que nadie contacte con él, incluyendo el Sumo Sacerdote de Jerusalén.
Hastiada de la fiesta que se celebra en palacio y sus invitados, la joven princesa de Judea, Salomé,
huye de la terraza. Cuando oye a Jokanaán maldiciendo a su madre (Herodías), se suscita la curiosidad
de Salomé. Pide ver al extraño prisionero que alojado en la cisterna proclama la llegada del Mesías.
Los guardas del palacio no le obedecen sus petulantes órdenes, así que ella bromeando, consigue de
Narraboth que le traiga a Jokanaán ante ella. A pesar de las órdenes que ha recibido de Herodes,
Narraboth finalmente cede ante las promesas de ella de sonreírle.
Jokanaán sale de la cisterna y grita profecías en relación con Herodes y Herodías que nadie entiende
excepto Salomé cuando el profeta se refiere a su madre. Al contemplarlo, Salomé siente un
incontenible deseo por él, alabando su piel blanca y pidiendo tocarlo, pero él la rechaza. Ella entonces
alaba su pelo negro, pidiéndole de nuevo tocarlo, pero de nuevo es rechazada. Al final ella pide un
beso de los labios de Jokanaán y Narraboth, que no soporta oír esto, se suicida. Mientras devuelven
a Jokanaán al pozo, reza por la salvación a través del Mesías.
Entra Herodes, seguido por su esposa y la corte. Se resbala en la sangre de Narraboth y comienza a
sentir alucinaciones. Oye el batir de alas. A pesar de las objeciones de Herodías, Herodes mira
fijamente y con lascivia a Salomé, quien lo rechaza. Jokanaán hostiga a Herodías desde el pozo,
diciendo que es pecaminoso su incestuoso matrimonio con Herodes. Ella exige que Herodes lo
silencie. Herodes se niega, y ella se burla de su temor. Cinco judíos discuten sobre la naturaleza de
Dios. Dos nazarenos hablan de los milagros de Jesucristo; en un determinado momento, hablan de la
resurrección de la Hija de Jairo de entre los muertos, algo que Herodes encuentra aterrador.
Herodes pide a Salomé que coma con él, que beba con él; indolentemente, ella lo rechaza dos veces,
diciendo que no tiene hambre ni sed. Herodes entonces le pide que baile para él, Tanz für mich,
Salome, aunque su madre pone objeciones. Él promete recompensar los deseos de su corazón,
cualquier deseo que tenga, aunque sea la mitad de su reino.
Salomé le hace jurar que cumplirá su palabra, ella se prepara para la Danza de los siete velos. Esta
danza, de una orquestación muy oriental, consiste en que ella lentamente se va quitando los velos uno
a uno, hasta que queda desnuda a sus pies. Salomé pide su deseo: la cabeza del profeta en una bandeja
de plata. Su madre se ríe socarronamente de placer.
Herodes intenta desesperadamente satisfacerla con otras cosas ofreciéndole joyas, pavos reales, y el
velo sagrado del Templo. Pero ella está convencida de que lo único que desea es la cabeza del hombre.
Permanece firme en su exigencia de la cabeza de Jokanaán. Finalmente Herodes accede.
La ejecución del Bautista es el punto álgido de la obra, no se ve en escena pero la orquesta es la
encargada de registrar el momento. Después de un desesperado monólogo de Salomé, un guardia le
entrega la cabeza en una bandeja. Salomé declara su amor a la cabeza cortada, besando finalmente
los labios del profeta apasionadamente ante la mirada espantada de los presentes. En el momento en
que la princesa besa la cabeza sangrante del profeta, disgustado, el aterrorizado y muy supersticioso
Herodes ordena a los soldados que la maten.

El caballero de la rosa. Esta ópera cómica se destaca en similitud a las bodas de


fígaro de Mozart, con la diferencia que carece de temática social y que no
ofendía a la alta clase social.
Acto I: Dormitorio de la Mariscala]
Amanece mientras la Mariscala y su joven amante, Octavian, intercambian palabras de amor
tras haber pasado una noche juntos.
Entra Mohamed, el criado negro de la princesa, con el desayuno y Octavian se esconde. Sale
de su escondite cuando Mohamed se retira y la pareja sigue con su diálogo mientras toman el
desayuno.
Se oyen ruidos fuera de la habitación. La Mariscala teme que su marido, que se halla de cacería
lejos de Viena, haya regresado de improviso, por lo que Octavian se esconde y se disfraza de
criada.
Apartando a los lacayos, el barón Ochs, primo de la Mariscala, irrumpe en la habitación y
comienza a hablar de su próximo matrimonio con Sophie, la hija del acaudalado
burgués Faninal. Le pide a su prima que le recomiende a un noble que le entregue a Sophie
una rosa de plata en señal de compromiso, de acuerdo a la costumbre. Durante la conversación,
Ochs coquetea con Mariandel, que no es otro que Octavian disfrazado de criada. Ochs se
justifica ante la Mariscala diciendo que aún estando casado seguiría persiguiendo a campesinas
y criadas. Viendo la situación, la Mariscala propone a Octavian como portador de la rosa.
Es la hora en que la Mariscala recibe a las visitas y la habitación se llena de gente que acude a
solicitar algún favor. Un tenor italiano ofrece un aria sentimental, mientras el barón discute con
un notario sobre la dote de Sophie. Entre los visitantes se encuentra una pareja de intrigantes
italianos, Annina y Valzacchi, que ofrece sus servicios al barón, quien los contrata para que
localicen a Mariandel.
Todos se marchan y la Mariscala, en su soledad, piensa en el futuro de la prometida, entregada
a un ser tan desagradable como su primo, y recuerda cómo fue obligada en su juventud a
casarse con un hombre mayor al que no amaba. Estos recuerdos la llenan de melancolía, y le
hacen reflexionar sobre el paso del tiempo y la vejez que se acerca irremediablemente.
Cuando Octavian regresa, la Mariscala le asegura que tarde o temprano encontrará una
muchacha de su edad de la que se enamorará, y la abandonará para siempre. Esto enfurece al
muchacho, que le asegura que nunca dejará de amarle. Cuando Octavian se marcha, la
Mariscala repara en que no se ha despedido con un beso como era habitual y manda a sus
criados a buscarle, pero ya no le encuentran. Entonces, le envía la rosa que ha de presentar a
la prometida del barón.

Acto II: Sala de visitas en la casa de Faninal.


En la mansión de Faninal se espera la llegada del caballero que entregará la rosa de plata.
Faninal, muy nervioso, trata de calmar a su hija, mientras Marianne, el aya de Sophie, mira por
la ventana la llegada de Octavian.
Anunciado por una multitud de lacayos, Octavian entra lujosamente vestido, y presenta la rosa
de plata a Sophie, quien la acepta extasiada; cuando ambos cruzan sus miradas, comienzan a
sentirse irresistiblemente atraídos.
Cuando la escolta se retira, ambos jóvenes se sientan a conversar, pero son interrumpidos por
la entrada del barón Ochs, escandalizando a Sophie con sus groseros elogios. Luego, Ochs se
retira a discutir el contrato de matrimonio con el padre de la joven.
La pareja se queda a solas. Sophie afirma que no se casará con el barón y ambos se abrazan
declarándose su amor. Valzacchi y Annina los sorprenden y llaman a Ochs, pero este no da
importancia a lo sucedido. Octavian dice al barón que Sophie jamás se casará con él y le reta a
duelo. El barón se muestra inexperto con la espada y Octavian le hiere levemente.
En medio de la confusión, Sophie le dice a su padre que nunca se casará con Ochs, y Faninal
amenaza con hacerle ingresar a un convento si no accede a casarse. Entre tanto, Octavian
contrata los servicios de Annina y Valzacchi para salvar a Sophie de esta situación.
El barón, a quién los criados han dejado solo, se recupera del susto bebiendo vino. Annina entra
con una carta de Mariandel en la que le pide una cita con ella, y Ochs vislumbra una conquista
amorosa.

Acto III: Una habitación en una posada.


Instigados por Octavian, Annina y Valzacchi preparan la trampa que le han tendido al barón.
Poco después, entran Ochs y Mariandel para cenar en privado, mientras la falsa doncella se
muestra tímida y nerviosa.
De repente unas extrañas apariciones se ven en distintos lugares de la habitación, dejando
perplejo al culpable barón. Luego, Annina disfrazada de viuda, aparece con varios niños gritando
que Ochs es su padre. Llega la policía, y Ochs en su defensa presenta a Mariandel como su
prometida llamándola Sophie von Faninal, pero en ese momento aparece Faninal, quien llama
a su hija para que refute la absurda pretensión del barón.
Cuando Octavian susurra a la policía la verdad sobre su disfraz, entra la Mariscala y comprende
rápidamente todo lo ocurrido, haciendo desistir a Ochs de su pretensión de casarse con Sophie.
La Mariscala se queda a solas con los jóvenes amantes y renuncia generosamente a Octavian
a favor de Sophie. Luego abandona el lugar junto al padre de Sophie, quién se siente feliz por
haber cumplido su deseo de ingresar en la nobleza. Octavian y Sophie quedan solos, y llenos
de dicha repiten su declaración de amor.

ELÉCTRA. En este caso basándose en la tragedia griega de Sófocles da suma


importancia ya que desde el barroco a futuro el modelo de la cultura griega
como foco de atención en todos los ámbitos sería retomado.
Las primeras dos escenas son una introducción a la historia. El prólogo de las sirvientas nos da
un retrato de la protagonista, y describe cómo Electra ha vivido en las afueras del palacio desde
la muerte de Agamenón, vistiendo harapos y conviviendo con los perros, despreciando a todo
aquel que sea desleal a la memoria de su padre.
La segunda escena es un monólogo en el que Electra describe el problema subyacente de la
trama. Luego de su regreso de la guerra de Troya, el rey Agamenón es asesinado por su esposa,
la reina Clitemnestra con la ayuda de su amante Egisto. Desde ese día, Electra vive solamente
para el momento de la venganza, el día en que su hermano Orestes regrese a dar muerte a los
asesinos de su padre.
El desarrollo comienza con la escena entre Electra y su hermana Crisótemis. Crisótemis
representa la antítesis de Electra. Vive con resignación la muerte de su padre, sin enfrentarse
a su madre y su esposo el rey, y a diferencia de su hermana no espera la llegada de Orestes
para vengar la muerte de su padre. Solo desea tener una vida como cualquier mujer, encontrar
un esposo y tener hijos.
El siguiente episodio muestra la confrontación entre Electra y Clitemnestra. Hofmannsthal y
Strauss presentan un conmovedor retrato de la reina insomne, llena de angustia y
remordimiento, quién confiesa a su hija sus pesadillas. Esta escena capital de la producción
straussiana alcanza el clímax en un salvaje monólogo en el cual Electra describe en detalle
cómo la reina perecerá a manos de Orestes para expiar su crimen
En la escena siguiente llega la noticia de que Orestes ha muerto en un accidente al caer de su
caballo. El anuncio de la falsa muerte de Orestes tiene como objetivo dar una fugaz sensación
de alivio a Clitemnestra y Egisto, lo cual facilitará el plan de asesinarlos. La alegría que produce
en Clitemnestra esta noticia contrasta con la desesperanza de Electra.
A partir de esta noticia, Electra deja de ser una protagonista pasiva que espera la llegada de
Orestes como el instrumento de la venganza y se vuelve una mujer dispuesta a actuar. Ausente
Orestes, cree que es su deber vengar a su padre, y trata de persuadir a su hermana para llevar
a cabo juntas ese plan. Ella no acepta y Electra decide actuar sola sin antes maldecirla.
La siguiente escena es el encuentro entre Electra y Orestes, los dos hermanos. Es una de las
escenas más célebres y conmovedores de toda la tragedia griega. La tensión se ve magnificada
por la falsa noticia de la muerte de Orestes. El encuentro ya no será la concreción del deseo de
Electra largamente soñado, sino el milagroso retorno de la esperanza luego de la desilusión
más desoladora. Existe cierta simetría en cuanto a la estructura del diálogo de esta escena
respecto de la escena entre Electra y Clitemnestra, ya que ambas están planteadas como una
serie de preguntas y respuestas.
En la escena siguiente comienza la venganza. La muerte de Clitemnestra ocurre fuera de
escena, al igual que sucederá con la muerte de Egisto, tal como resulta habitual en la tragedia
griega. Luego se produce la aparición de Egisto, que es retratado como una persona grotesca.
Electra lo invita con sarcasmo y cinismo a entrar en el palacio, donde luego será asesinado por
Orestes.
La escena final entre Electra y Crisótemis es un momento de júbilo luego de concretada la
venganza por la muerte de Agamenón. Crisótemis exhorta a su hermana a que se una a las
festividades en el interior del palacio. Sin embargo, ella no entra al palacio para participar del
festejo colectivo, sino que mantiene su condición marginal, y realiza su propio festejo a través
de una danza salvaje y triunfal, que finaliza con su muerte. Electra ha vivido solo para el
momento de la venganza, y una vez que esta se ha concretado desaparece su única razón para
existir.

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