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1811 - 1832
El caballero de la figura, con cara de niño y ademán serio, es,
posiblemente, el más desgraciado, abandonado por la fortuna,
con la vida más triste y corta de los hombres pertenecientes
a la raza de grandes matemáticos que en el mundo han sido.
Desde luego el calificativo de pobre le va estupendamente.
Sólo vivió veinte años y aún así le dió tiempo a desarrollar y
formalizar una de las ideas más brillantes y con más
aplicación práctica de la historia de las matemáticas y, de
paso, impulsar, ordenar y sistematizar el estudio del Algebra.
Nos estamos refiriendo al concepto de Grupo. Hablamos de
Evariste Galois.
En estas páginas queremos acercar mínimamente a la gente a su vida y a su obra. Quizá sea
una aportación infinitesimal, pero sentimos que es una forma como otra qualquiera de
conocerle un poco mejor e intentar, por fin, hacerle justicia.
Evariste era extremadamente inteligente y aprendía con rapidez. Tanto es así, que en 1823,
a la tierna edad de once años, estaba en condiciones de ingresar en el liceo (escuela
superior) Louis-le-Grand de París. A pesar de reunir entre sus estudiantes a algunos de los
jóvenes más inteligentes del país, las condiciones de vida del internado y los métodos de
enseñanza que se utilizaban en el liceo distaban mucho de ser los ideales para potenciar las
cualidades de los alumnos. A la rigidez de horarios, de estilo militar, la poca cantidad y
escasa calidad de la alimentación y a las precarias condiciones higiénicas, incluso para la
época, se unía un estilo de aprendizaje puramente memorístico basado en textos antiguos
con un altísimo nivel de exigencia por parte del profesorado. Este sistema estaba sin duda
encaminado a cortar de raiz posibles inquietudes intelectuales entre el alumnado y hacer la
vida imposible a personas con ideas originales y estimulantes. La inquieta inteligencia de
Evariste se rebelaba contra esta situación. Es de suponer que sus primeros años en el liceo
supusieran una verdadera tortura y que consumiera mucho tiempo pensando en la fuga. Sus
resultados escolares de estos años fueron mediocres. Este hecho, unido a su juventud,
impulsaron a los rectores del instituto a obligarle a repetir el segundo curso. Fue quizá lo
mejor que le podía suceder. Para evitar volver a estudiar materias ya sabidas, se matriculó
en un curso de matemáticas, disciplina poco importante que, entonces, no era obligatoria.
De esta misma época data el primer encuentro de Evariste con las ideas revolucionarias.
Sucedió durante un homenaje al rey Luis XVIII. Los alumnos, molestos por la expulsión de
algunos compañeros a raiz de una revuelta provocada por el posible retorno de los jesuitas
a la dirección del colegio, se negaron a brindar a la salud del rey. Este hecho provocó la
expulsión de ciento veinte de los escolares más capaces de la escuela. Galois no estaba
entre ellos. Perdió la oportunidad de salir de allí, pero el recuerdo de lo sucedido quedó
profundamente grabado en su memoria.
A partir de esta época el joven Galois tenía por fin una meta en su vida: ser matemático. La
mejor forma de conseguirlo era ingresar en la Escuela Politécnica, actualmente el instituo
científico más prestigioso de Francia. Para entrar en ella era necesario superar un examen
de ingreso. Desgraciadamente, los profesores de la escuela eran del mismo tipo que los del
liceo. Durante el examen, oral, los examinadores no comprendieron las explicaciones de
Evariste ni el alcance de sus nacientes trabajos en el campo del Algebra. Hay que decir, en
su descargo, que Galois no era un prodigio de oratoria. Su candidatura fue desestimada.
Afortunadamente para él, su profesor de matemáticas en el curso superior del liceo, en el
que siguió sus estudios, monsieur Richard, era un matemático capaz, que sí supo ver las
cualidades de su jóven discípulo y que le puso en contacto con los trabajos relativos al
Algebra más modernos de Europa.
Estos hechos no fueron lo peor que iba a ocurrirle durante su estancia en la escuela. Su
padre, alcalde de Bourg-la-Reine, estaba, debido a su pasado liberal, en el punto de mira de
los jesuitas, que enviaron al pueblo a un nuevo párroco con órdenes de derrocarle de la
alcaldía. Lo consiguió a base de desacreditarle habilmente ante sus conciudadanos que,
hasta entonces, habían confiado en él. Nicholas Gabriel Galois no pudo soportarlo y se quitó
la vida en una habitación de París, muy cerca de la escuela de su hijo. Evariste, además del
dolor, sintió que los principios que alentaron la actividad de su padre habían sido
pervertidos, y que se estaba quitando la libertad al pueblo de Francia mediante hábiles
maniobras políticas.
Mientras tanto continuaban sus investigaciones matemáticas. Ya que no podía acceder a los
círculos científicos ofiales, decidió, en junio de 1831, dar a conocer sus descubrimientos
mediante una serie de conferencias, que pagó de su bolsillo con la ayuda de su familia, en
una librería cerca de la Sorbona. Al mismo tiempo preparó un nuevo trabajo con los
borradores de los anteriores, que envió, de nuevo, a la Academia. Esta vez sí fue leído por
Simon-Denis Poisson. Este se lo devolvió con un comentario relativo a su dificultad
conceptual y su falta de desarrollo diciéndole que, en esas condiciones, el trabajo era
impublicable. Otra decepción para Galois que de nuevo chocaba contra la mediocridad y la
falta de interés.
La mayor parte de su tiempo en esta época estuvo dedicado a la lucha revolucionaria. Bajo
el régimen de Luis Felipe tuvieron lugar sus primeros escarceos con la justicia que ya no le
abandonarían hasta el fin de sus días. Su primera detención tuvo lugar tras un banquete en
homenaje a ciertos presos liberados por la policía al que, por cierto, asistió también el
escritor Alejandro Dumas. En él, Galois realizó un brindis por la 'salud' de Luis Felipe con
no muy buenas intenciones tras el que fue enviado a prisión. Afortunadamente para él, su
abogado y el jurado mostraron simpatía hacia su juventud durante el juicio celebrado el 13
de junio de 1831, y pudo salir sin cargos de la cárcel de San Pelagio, pero marcado como un
agitador político y un peligro para la ley y el orden. Su libertad fue muy breve. Durante el
14 de julio, Día de la Bastilla, él y un compañero desfilaron por las calles de París armados y
vestidos con el lujoso uniforme de la artillería de la Guardia Nacional disuelta en diciembre
del año anterior. Por lo tanto era ilegal vestir su uniforme y fueron detenidos. Esta vez la
justicia fue menos benévola y le condenó a seis meses de prisión que cumplió, juntamente
con el tiempo que pasó en condición de preso preventivo, de nuevo en la cárcel de San
Pelagio. Su estancia en prisión fue terrible pues estuvo permanentemente expuesto a los
malos tratos y humillaciones que su juventud provocaba entre los guardias y el resto de los
reclusos. Un mes antes de cumplir la condena fue trasladado a una enfermería en el número
86 de la calle de l'Oursine donde se supone que sufrió torturas.
Finalmente fue puesto en libertad el 29 de abril de 1832. Entonces hizo amistad con una
joven de dudosa reputación que le dejó un gran poso de insatisfacción. Además el asunto le
arrastró a un duelo. La noche anterior al mismo la dedicó a detallar todos sus
descubrimientos en una carta dirigida a su amigo Auguste Chevalier. Galois no tenía muchas
esperanzas de salir con vida ya que eran dos las partes ofendidas; asi que, si sobrevivía al
primer enfrentamiento, debía hacer frente al segundo. En esta larga carta encomendaba a
Chevalier la tarea de hacer llegar sus trabajos a Gauss y a Jacobi, únicos matemáticos
capaces, según su criterio, de comprenderle. Varias veces escribió en el margen de la carta
«Demasiado poco tiempo».
Se centra fundamentalmente en el campo del álgebra, rama a la que dió un impulso casi
definitivo. Sus investigaciones dieron lugar a la llamada Teoría de Grupos y Cuerpos de
Galois. Para hacernos una idea de su importancia baste decir que las estructuras
algebráicas llamadas Grupos de Galois son utilizadas asiduamente en los tiempos actuales
en ramas de la técnica como la Criptografía, la Informática o las Telecomunicaciones.
En estas páginas nos vamos a centrar, de una forma muy resumida, en dos de sus campos de
trabajo fundamentales: la resolución de ecuaciones polinómicas y la noción de Grupo de
Galois.
-b ± (b2 - 4ac)
x= ------------------
2a
La aportación más importante que Evariste Galois hizo a las matemáticas de su tiempo fue
el concepto de Grupo. Le fue necesario construirlo para encontrar una forma más general y
menos engorrosa que la que porporcionaba el teorema anteriormente enunciado, de
identificar las ecuaciones de grado 5 y superiores resolubles mediante radicales. El
concepto no es en absoluto sencillo e intentaremos introducirlo de la forma más somera e
inteligible posible.
En primer lugar hay que fijarse en ordenaciones de letras o números conocidas como
permutaciones. Los números 1, 2 y 3 pueden ser colocados de las formas 123, 132, 213, 231,
312 y 321. Llamemos a la permutación 123 permutación identidad y consideremos una forma
de expresar las permutaciones consistente en representarlas en dos líneas con la identidad
en la línea de arriba y la permutación correspondiente en la línea de abajo. Así tenemos:
( )( )( )( )( )( )
123 132 213 231 312 321
Una vez establecida la notación que usaremos vamos a definir una operación binaria en el
conjunto de permutaciones. Consideremos dos cualesquiera:
( )( )=( )
213 132 231
2 3 3
3 2 1
( ) 123
3. Elemento inverso: Dada cualquier permutación a, existe otra, que notaremos por a-1
tal que a*a-1 = e. Por ejemplo, si consideramos la permutación
123
( ) 312
4. su inversa es
123
( ) 231
5. ya que
( )( )=( )
231 312 123
Los axiomas de grupo los definió Galois dentro de su trabajo relativo a resolución de
ecuaciones polinómicas. Es decir que, para conseguir un objetivo concreto como fue
determinar la resolubilidad mediante radicales de una ecuación polinómica, le fue necesario
crear toda una estructura algebráica de enorme aplicación en ramas de la matemática que
no tienen nada que ver con el origen de su estudio. Incluso en campos técnicos no
directamente relacionado con las matemáticas. Esta característica es la que determina la
trascendencia de un descubrimiento y la genialidad de su autor.