Grado académico: Licenciada en Historia por el Centro de Estudios
Superiores de México y Centroamérica (CESMECA) de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).
Institución de adscripción: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
(UNICACH).
Correo electrónico: belentoru@hotmail.com
Teléfono: (+52) 961 225 0016
Desde la década de 1960 Guatemala presentó un impresionante estado de
terror, producto de una serie de acontecimientos que marcaron su historia. Una política de corte liberal dictatorial se vivía bajo el gobierno de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) y Jorge Ubico (1931-1944); pero entrado el siglo XX advino la Revolución democrática (1945) tangible en la promulgación de la Constitución Política, en el Código de Trabajo y la –bien intencionada– Reforma Agraria con los gobiernos de Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951) y Jacobo Arbenz (1951-1954), de clara tendencia socialista.
Tras la oposición de los grandes latifundistas (y empresas
transnacionales como la United Fruit Company) y el derrocamiento de Arbenz, aunado a la introducción de fuerzas militares provenientes de Honduras y Nicaragua entrenados por la CIA con el fin manifiesto de la “pacificación” y el exterminio de los “comunistas”, se sostiene una reiterada ola de terror que se expande hasta la población rural que mucha de las veces es obligada a engrosar las filas militares o “mantenerlas alimentadas”.
Es así que desde 1954 con el derrocamiento de Arbenz, hasta los
primeros años de 1980 con la deposición de Efraín Ríos Montt, cientos de miles de indígenas y ciudadanos guatemaltecos fueron masacrados, torturados, desaparecidos, encarcelados, exiliados y borrados literalmente del mapa. “Los hombres ardieron como pilas y sus huesos se volvieron rescoldo que el viento esparció”.1
1 Flores, Marco Antonio, Crónica de los años de fuego, UNAM, México, 1993, p.