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Sepultura del Lobo

Hubo una vez un lobo muy rico pero muy avaro. Nunca dio ni un poco de lo mucho que le sobraba.
Sintiéndose viejo, empezó a pensar en su propia vida, sentado a la puerta de su casa.

¿Podrías prestarme cuatro medidas de trigo, vecino? Le pregunto el burrito.

Te daré; ocho, si prometes velar por mi sepulcro en las tres noches siguientes a mi entierro.

Murió el lobo pocos días después y el burrito fue a velar en su sepultura. Durante la tercera noche se le unió
el pato que no tenia casa. Y juntos estaban cuando, en medio de una espantosa ráfaga de viento, llego el
aguilucho que les dijo:

Si me dejáis apoderarme del lobo os daré una bolsa de oro.

Será suficiente si llenas una de mis botas. Dijo el pato que era muy astuto.

El aguilucho se marcho para regresar en seguida con un gran saco de oro, que empezó a volcar sobre la
bota que el sagaz pato había colocado sobre una fosa. Como no tenia suela y la fosa estaba vacía no
acababa de llenarse. El aguilucho decidió ir entonces en busca de todo el oro del mundo.
Y cuando intentaba cruzar un precipicio con cien bolsas colgando de su pico, fue a estrellarse sin remedio.
Amigo burrito, ya somos ricos. Dijo el pato. La maldad del Aguilucho nos ha beneficiado.

Y todos los pobres de la ciudad. Dijo el borrico, por que con ellos repartiremos el oro.

Fin

Cedro Vanidoso

Érase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.

Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas
estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.

Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas
estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.

Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría compararse conmigo.

Y decidió observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa,
apunto un bellísimo fruto.

Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.


Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo,
se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a
tambalearse hasta que se troncho pesadamente.

¡A cuántos hombres, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!


Fin

Gata Encantada

Erase un príncipe muy admirado en su reino. Todas las jóvenes casaderas deseaban tenerle por esposo. Pero
el no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa gatita, junto a las llamas
del hogar.

Un día, dijo en voz alta:

Eres tan cariñosa y adorable que, si fueras mujer, me casaría contigo.

En el mismo instante apareció en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo:

Príncipe tus deseos se han cumplido

El joven, deslumbrado, descubrió junto a el a Zapaquilda, convertida en una bellísima muchacha.

Al día siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que acudieron al banquete se
extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse sobre un ratoncillo que
zigzagueaba por el salón y zampárselo en cuanto lo hubo atrapado.

El príncipe empezó entonces a llamar al Hada de los Imposibles para que convirtiera a su esposa en la gatita
que había sido. Pero el Hada no acudió, y nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la vida contemplando
como su esposa daba cuenta de todos los ratones de palacio

Fin
El Honrado Leñador
Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro trabajo. Al cruzar
un puentecillo sobre el río, se le cayo el hacha al agua.

Entonces empezó a lamentarse tristemente: ¿Como me ganare el sustento ahora que no tengo hacha?

Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecía sobre las aguas y dijo al leñador:

Espera, buen hombre: traeré tu hacha.

Se hundió en la corriente y poco después reaparecía con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo
que aquella no era la suya. Por segunda vez se sumergió la ninfa, para reaparecer después con otra hacha de
plata.

Tampoco es la mía dijo el afligido leñador.

Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al reaparecer llevaba un hacha de hierro.

¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mía!

Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has preferido la pobreza a la mentira y te mereces un
premio.

Fin

Caballo Amaestrado

Un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la
oscuridad de la noche. Por la mañana, cuando se dirigía a la ciudad, paso por el camino un batallón de
dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo escapo y, junto a los de las tropa,
fue realizando los fabulosos ejercicios para los que había sido amaestrado.

¡Este caballo es nuestro! Exclamo el capitán de dragones. De lo contrario no sabría realizar los ejercicios. ¿Lo
has robado tu? Le pregunto al ladrón.

¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante...

Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en su busca, pues ya no hay duda que
ha sido robado.

El ladrón se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin, viéndose descubierto, confeso la verdad.
¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía pertenecer a un rufián como tu!

El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño rara vez quedan sin castigo.
Fin

LA BOBINA MARAVILLOSA
Erase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por
su pereza, suspiro tristemente, diciendo:
¡Ay! ¿Cuándo seré mayor para hacer lo que me apetezca?
Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una
débil voz:
Trátame con cuidado, príncipe.
Este hilo representa la sucesión de tus días. Conforme vayan pasando, el hilo se ira soltando. No ignoro que
deseas crecer pronto... Pues bien, te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo, pero todo aquello que
hayas desenrollado no podrás ovillarlo de nuevo, pues los días pasados no vuelven.
El príncipe, para cerciorarse, tiro con ímpetu del hilo y se encontró convertido en un apuesto príncipe. Tiro un
poco mas y se vio llevando la corona de su padre. ¡Era rey! Con un nuevo tironcito, inquirió:
Dime bobina ¿Cómo serán mi esposa y mis hijos?
En el mismo instante, una bellísima joven, y cuatro niños rubios surgieron a su lado. Sin pararse a pensar, su
curiosidad se iba apoderando de él y siguió soltando mas hilo para saber como serian sus hijos de mayores.
De pronto se miro al espejo y vio la imagen de un anciano decrépito, de escasos cabellos nevados. Se asusto
de sí mismo y del poco hilo que quedaba en la bobina. ¡Los instantes de su vida estaban contados!
Desesperadamente, intento enrollar el hilo en el carrete, pero sin lograrlo.
Entonces la débil vocecilla que ya conocía, hablo así:
Has desperdiciado tontamente tu existencia. Ahora ya sabes que los días perdidos no pueden recuperarse.
Has sido un perezoso al pretender pasar por la vida sin molestarte en hacer el trabajo de todos los días. Sufre,
pues tu castigo.
El rey, tras un grito de pánico, cayó muerto: había consumido la existencia sin hacer nada de provecho.

EL MUÑECO DE NIEVE
Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la
blanca y mullida alfombra recién formada.
La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.
Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña estaba
entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes días de
aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los días empezaron a ser mas largos y los rayos de sol mas calidos... El muñeco se fundió sin
dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botón rojo. La niña lloro con
desconsuelo.
Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lagrimas, bonita, por
que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas
perecederas.

EL NUEVO AMIGO
Erase un crudo día de invierno. Caía la nieve, soplaba el viento y Belinda jugaba con unos enanitos en el
bosque. De pronto se escucho un largo aullido.
¿Que es eso? Pregunto la niña .
Es el lobo hambriento. No debes salir porque te devoraría le explico el enano sabio.
Al día siguiente volvió a escucharse el aullido del lobo y Belinda , apenada, pensó que todos eran injustos
con la fiera. En un descuido de los enanos, salio, de la casita y dejo sobre la nieve un cesto de comida.
Al día siguiente ceso de nevar y se calmo el viento. Salio la muchacha a dar un paseo y vio acercarse a un
cordero blanco, precioso.
¡Hola, hola! Dijo la niña. ¿Quieres venir conmigo?
Entonces el cordero salto sobre Belinda y el lobo, oculto se lanzo sobre el, alcanzándole una dentellada. La
astuta y maligna madrastra, perdió la piel del animal con que se había disfrazado y escapo lanzando
espantosos gritos de dolor y miedo.
Solo entonces el lobo se volvió al monte y Belinda sintió su corazón estremecido, de gozo, mas que por
haberse salvado, por haber ganado un amigo.

Caperucita Y las Aves

Aquel invierno fue más crudo que de ordinario y el hambre se hacía sentir en la comarca. Pero eran las
avecillas quienes llevaban la peor parte, pues en el eterno manto de nieve que cubría la tierra no podían hallar
sustento

Caperucita Roja, apiadada de los pequeños seres atrevidos y hambrientos, ponía granos en su ventana y
miguitas de pan, para que ellos pudieran alimentarse. Al fin, perdiendo el temor, iban a posarse en los
hombros de su protectora y compartían el cálido refugio de su casita.

Un día los habitantes de un pueblo cercano, que también padecían escasez, cercaron la aldea de Caperucita
con la intención de robar sus ganados y su trigo.
-Son más que nosotros -dijeron los hombres-. Tendríamos que solicitar el envío de tropas que nos defiendan.
-Pero es imposible atravesar las montañas nevadas; pereceríamos en el camino -respondieron algunos.

Entonces Caperucita le habló a la paloma blanca, una de sus protegidas. El avecilla, con sus ojitos fijos en la
niña, parecía comprenderla. Caperucita Roja ató un mensaje en una de sus patas, le indicó una dirección
desde la ventana y lanzó hacia lo alto a la paloma blanca.

Pasaron dos días. La niña, angustiada, se preguntaba si la palomita habría sucumbido bajo el intenso frío.
Pero, además, la situación de todos los vecinos de la aldea no podía ser más grave: sus enemigos habían
logrado entrar y se hallaban dedicados a robar todas las provisiones.

De pronto, un grito de esperanza resonó por todas partes: un escuadrón de cosacos envueltos en sus
pellizas de pieles llegaba a la aldea, poniendo en fuga a los atacantes.

Tras ellos llegó la paloma blanca, que había entregado el mensaje. Caperucita le tendió las manos y el
animalito, suavemente, se dejó caer en ellas, con sus últimas fuerzas. Luego, sintiendo en el corazón el calor
de la mejilla de la niña, abandonó este mundo para siempre.
Fin

Fabulas
El Cazador y la Perdiz
El Cazador y la Perdiz Hace mucho, un Cazador que revisaba sus trampas que dejó en el Bosque,
descubrió en una de ellas una Perdiz. La Ave en suplica le dijo: "Por favor buen Hombre, si usted
me libera, le prometo que no se arrepentirá." El Cazador confundido le dijo: "No te entiendo...
¿De qué estás hablando?" "Libéreme por favor, y le prometo que traeré a mis amigas Perdices
hacia su trampa y tendrá más a cambio de una." - Respondió la Perdiz. El Cazador pensó y
respondió: "Si crees que por traicionar a tus amigas lograrás
convencerme y dejarte libre, te equivocas Ave. Alguien traidora como
tu merece un castigo.
" Moraleja Debemos ser leales con nuestros amigos, por más que
estemos en situaciones riesgosas.
El Criado Negro
El Criado Negro Una vez, cierto tipo tomó por criado a un Hombre Negro y, como era la primera
vez que veía un Hombre de color, creyó que aquel color oscuro se debía a su falta de limpieza.
Entonces, al llegar a casa dijo a sus criados: "Metanlo en una tina de agua, lavenlo, restriegenlo
cuanto puedan hasta que quede blanco como nosotros." Los criados de inmediato se pusieron
manos a la obra, y enjabonaron, frotaron una y mil veces al hombre negro, pero el nuevo criado
seguía igual de negro como antes. De tantos exagerados aseos, provocó al pobre infeliz una
pulmonía fulminante, que lo llevó al otro mundo.
Moraleja Sólo la ignorancia puede hacernos intentar semejantes disparates.

Zeus y las Abejas


Zeus y las Abejas Cierta vez, unas Abejas envidiosas porque la miel les era arrebatada por los
hombres, fueron en busca de Zeus para suplicarle que les diera mucha fuerza para herir con las
punzadas de su aguijón a los que se acercaran a sus panales. Zeus indignado al ver lo envidiosas
que eran, las condenó a perder su aguijón y a morir cuando hirieran a alguien.
Moraleja La envidia no es buena consejera, más bien nos puede llevar a perder lo que ya
poseemos.

La Cigarra y la Hormiga
La Cigarra y la Hormiga Una vez, llegó el Verano, y una Hormiga, recogía con gran afán granos de
trigo y cebada para guardarlos en su granero para alimentarse en el Invierno. La Cigarra que
pasaba el día cantando, se sorprendió de ver a la Hormiga trabajar tan arduamente en época en
que los animales, dejaban sus faenas y se entregaban a la buena vida y a la diversión. Cuando
llegó el invierno, y con él la escasez de provisiones, la Cigarra estuvo muy hambrienta, y fue a
pedirle a la Hormiga unos cuantos granos para alimentarse. La Hormiga le dijo: "Ya ves holgazana,
si hubieras trabajado en el momento oportuno, hoy no tendrías escases de alimento. Ahora canta
pues, mientras YO como.
" Moraleja Si el ocio te causa tedio, el trabajo es buen remedio.

La Serpiente y el Cangrejo
Una vez, en las arenas de una playa, estaba un Cangrejo y una Serpiente que vivían juntos en gran
armonía y amistad. Con frecuencia el Cangrejo quien tenía gran sencillez, hacia contrastar los
malos instintos de la Serpiente, y siempre la aconsejaba abandonar aquella mala conducta. Un
día por la mañana, la Serpiente se enroscó cautelosamente bajo un Joven veraneante que
descansaba echado en la arena. Al sentirse este tocando, se levantó rápidamente y le dio un
fuerte golpe con una vara a la Serpiente dejándola noqueada. El Cangrejo al ver en problemas a
la Serpiente, acudió a su auxilio de inmediato. Cuando llegó, la vio tendida estirada y con tono
compasivo, le dijo: "Puedo asegurar amiga Serpiente, que aquel Hombre no te hubiera golpeado,
si en vez de encontrarte enroscada bajo su cuerpo, te hubiera visto ir tranquila y recta como lo
estás ahora ahora, hacia otro lado.
“Moraleja Una vida recta y sincera, es larga y placentera.
Chistes
1. - Jaimito, ¿cuánto son 2x2?
- ¡Empate!
- ¿Y 2x1?
- Oferta, señorita.

2. Jaimito, "llovía" ¿qué tiempo es?


- Un tiempo muy malo, profe.

3. Mamá, mamá aquí traigo las notas.


-¿Quéééé? Estas notas son muy malas. Merecen un castigo.
- ¡A que sí, mamá! Corre, ven contigo, sé dónde vive la profe.

4. -Paquito, ¿por qué has llegado tarde al cole hoy?


- Mire, señorita, anoche soñé que viajaba a la India y como el viaje era muy largo, me desperté
tarde.
- ¿Y tú, Jaimito, por qué llegas tarde?
- Pues, es que fui a buscar a Paquito al aeropuerto.
5. Mamá, mamá ¿me puedes dar 2 € para un pobre hombre que está gritando en la calle?
- Toma Jaimito, ¡qué gran corazón tienes! ¿Y qué grita el pobre hombre?
- Pues grita ¡HELADOS A 2 EUROS!

6. - Jaimito, ¿cuál es el futuro del verbo bostezar?


- Dormiré.

7. - Jaimito, ¿qué hacía Robin Hood?


- Robar a los ricos.
- ¿Por qué?
- Porque a los pobres no podía quitarles nada.
8. - Jaimito, si digo «fui rica» es pasado, si digo «soy hermosa», ¿qué es?
- Exceso de imaginación.

9. - Jaimito, ¿cuál es el masculino de oca?


- Parchís.

10. - Jaimito, dime cinco animales de África.


- Cinco elefantes, señorita.

11. - Jaimito conjuga el presente del indicativo del verbo caminar.


- Yo camino..., tú caminas..., él camina...
- Por favor, Jaimito, ¡más deprisa!
- Nosotros corremos, vosotros corréis, ellos corren.
12. - Jaimito, la «M» con la «A».
- «MA».
- Ahora, repetido.
- Mama.
- Muy bien, pero con tilde.
- Matilde.

13. - Jaimito, tu redacción «Mi perro» es exactamente igual que la de tu hermano. ¿La has
copiado?
- No, profe, es que tenemos el mismo perro.

14. - Jaimito, ¿por qué en invierno los días son más cortos y en verano más largos?
- Porque el calor expande las cosas y el frío las contrae.
15. - Juanito, dime una palabra que tenga varias «oes».
- Goloso.
- Muy bien, ahora tú, Pablo.
- Horroroso.
- Muy bien, te toca, Jaimito.
- ¡Gooooool!

REFRANES

Quien mucho abarca, poco aprieta Quien emprende muchas cosas a un tiempo, generalmente no desempeña ninguna
bien.
En casa de herrero, cuchillo de palo.A veces falta una cosa en el lugar donde nunca debiera hacer falta.

A mal tiempo, buena cara. Hay que saber sobrellevar los problemas de la vida.

A pan duro, diente agudo. Para superar las dificultades, es necesario esforzarse.

Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados.. Es diverso el destino de los hombres
Por la boca muere el pez. Es inconveniente hablar más de lo necesario.

A palabras necias, oídos sordos. No hay que hacer caso del que habla sin razón.

Nadie diga: de esta agua no he de beber. Ninguno está libre de que le suceda lo que a otro.

A bien obrar, bien pagar.


A boda ni bautizado, no vayas sin ser llamando.

A bien obrar, bien pagar.

A borracho o mujeriego, no des a guardar dinero.

Al hombre mayor, dale honor.


Al hombre osado, la fortuna le da la mano.

Adivinanzas
1. As no soy, 3. Antes huevecito,
as no fui, después capullito,
as no seré más tarde volaré
hasta el fin. como un pajarito.
Respuesta: el asno. Respuesta: la mariposa.

4. Soy astuto y juguetón


y cazar un ratón
2. Soy un animal muy elegante,
es mi mayor afición.
muy veloz y poco fiero;
y cuando quiero calzarme Respuesta: el gato.
voy a casa del herrero.
Respuesta: el caballo.
5. ¿Cuál es el animal, 8. Sal al campo por las noches
de campo o corral, si me quieres conocer,
que si una zanahoria le das soy señor de grandes ojos,
sus dientecitos verás? cara seria y gran saber.
Respuesto: el conejo. Respuesta: el búho.

9. No lo parezco y soy pez,


y mi forma la refleja
6. De celda en celda voy
una pieza de ajedrez.
pero presa no estoy.
Respuesta: el caballito de mar.
Respuesta: la abeja.

10. Un solo portero,


un solo inquilino,
7. En alto vive, en alto mora, tu casa redonda
en alto teje la tejedora. la llevas contigo.
Respuesta: la araña. Respuesta: el caracol.

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