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Introducción
Thorstein Veblen, en su “Teoría de la clase ociosa” plantea la existencia del ocio
ostensible. Apunta que hay una clase para la que el ocio es no sólo un tiempo de disfrute
sino también un símbolo de honor y jerarquía social. En este ensayo se busca hacer un
paralelismo con la teoría de Veblen sobre el ocio y la concepción del ocio en la antigua
Grecia, fundamentalmente desde la teoría aristotélica.
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Historia del Pensamiento Económico - UNS Silva, Juliana C.
el lenguaje común. En griego, la palabra “Skholè” significa ocio, o tiempo libre, pero
también es la raíz de la palabra “escuela”. Para los griegos el ocio no era el tiempo de
recreación sino la condición necesaria para que el hombre alcance la virtud. Para
Aristóteles el ocio era fundamental para la educación:
El mismo Aristóteles distinguía las actividades artesanales de las que eran útiles
para el ejercicio de la virtud. Para él, el trabajo no ayudaba a la práctica de la virtud. Si
bien era necesario como medio de subsistencia, la práctica de la virtud se reservaba a los
que tenían mayores posibilidades de disfrutar de tiempo ocioso.
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Según este académico estadounidense, las clases altas estaban exentas de las
ocupaciones industriales y sólo se dedicaban a gobernar, a la guerra, o a practicar la
religión. Las clases bajas eran las encargadas de conseguir los medios de vida. Para él,
una de las condiciones para que surgiera una clase ociosa era tener medios de subsistencia
para permitir que parte de la comunidad quede exenta de trabajar. El estadio posterior a
la industria cuasi-pacífica tenía como principal característica la aparición de la esclavitud.
En ese momento la característica de la clase ociosa era la exención de toda tarea útil. Esto
se cumplía en la antigua Grecia, los ciudadanos de más alto prestigio eran quienes podían
eximirse de las tareas productivas y dedicarse a la filosofía, a la religión, a la política y a
la guerra, mientras que los esclavos y las mujeres proveían los medios de subsistencia.
Para Veblen, de manera similar que para Aristóteles, en la clase ociosa existía
una discriminación de tareas que cambiaba según se desarrollaba la cultura: dignas e
indignas. Las dignas se relacionaban con las actividades no productivas, encaminadas a
fines personales o hazañas (para Aristóteles la virtud), mientras que las indignas se
relacionaban con actividades que presuponían un esfuerzo para crear una nueva cosa, o
actividades industriales.
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aprenderá, entre las cosas útiles, aquellas que no tiendan a convertir en artesanos a los
que las practiquen”2. En ambos casos se ve como inferior al hombre que trabaja.
Las personas ociosas tenían que ser educadas, corteses, formales. Los modales
eran expresión de la relación de estatus. Los modales, la buena educación, las tareas
académicas, exigían tiempo y gastos, de forma que no podían ser adquiridos por las
personas que se dedicaban a trabajar. En el caso de los antiguos griegos, esto iba más allá
del dinero, los que no eran ciudadanos no podían adquirirlos no sólo por una carencia
pecuniaria sino también por una barrera política, social y legal que los distinguía de los
ciudadanos.
Otro tipo de ocio que Veblen definía era el ocio vicario, que era aquel que
realizaban personas que no eran económicamente libres. Lo llevaban a cabo esposas y
criados. Por el ocio vicario surgía una clase ociosa subsidiaria, que mantienen el ocio
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vicario para mantener la reputación de la clase primaria. Esto no era estrictamente visible
en la sociedad en la que vivía Aristóteles, puesto que el ocio desde la concepción
aristotélica era reservado especialmente para los ciudadanos.
Conclusión
Notas:
1. Veblen, T. (2000), Teoría de la clase ociosa, s.l.: Ediciones elaleph.com. (p.45)
Bibliografía
• Ekelund, R.B. & Hébert, R, F. (2005), Historia de la teoría económica y de su método (3ª ed.),
México: McGraw-Hill.
• López Barja de Quiroga, P. (2012), Aristóteles: el gobierno de los mejores, en Sancho Rocher,
L., Filosofía y democracia en la Grecia antigua, Zaragoza: Prensas universitarias de
Zaragoza.
• Innerarity, C. (1990), La comprensión aristotélica del trabajo, Anuario Filosófico, 1993 (26),
69-108, Navarra: Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra.
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