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Resumen

Con el incremento del comercio, el dinero fue adquiriendo una importancia cada vez mayor, ya que permitía
hacer negocios con agilidad. Por este motivo se fue introduciendo la costumbre de pedir prestado dinero con el
fin de hacer negocios ventajosos para el comerciante. Este nuevo sistema da lugar al interés que se paga por el
préstamo de una cantidad de dinero. En la época feudal, quien pedía prestado algo, lo hacía por absoluta
necesidad personal inmediata; cobrar interés era entonces abusar de la indigencia de alguien: se consideraba
como usura y se condenaba en las leyes civiles y en las de la Iglesia. En el tránsito hacia la normalización del
interés, la doctrina de la Iglesia se mantiene igual: la usura es pecado. Pero, poco a poco, se va avanzando en la
consideración del negocio del dinero, con lo cual se comprende que quien pide prestado intenta hacer una
ganancia con ese dinero. Por lo cual, un interés moderado se vuelve, lógicamente, lícito y aceptado por todos: por
las leyes civiles y las eclesiásticas.

OPINIÓN
El temor a lo desconocido, a lo que puedan hacer con el alma, al poder de un ser supremo quien castiga ciertos
comportamientos, hace que el individuo se encamine según los preceptos en los que tiene creencia. Es de esta
manera como los individuos se limitan a un estilo de vida donde tiene cabida el miedo, donde la libre conducta es
juzgada, una vida en la cual se actúa en colaboración de los demás únicamente con el objetivo de recibir algo a
cambio ya sea económico o esperando ser recompensado espiritualmente. El ente regulador de dichos
comportamientos ha sido la iglesia, pues teniendo como escudo el libro sagrado, y por su puesto a su
protagonista, Dios, se ensalza, haciéndose notar como ejemplo a seguir. Pero a la vez ha sido la responsable de
alejar a quienes creían, pues ha llegado a la luz pública conductas reprochables por la mayoría de personas,
independientemente de ser creyentes o no. A mi modo de ver, la iglesia, debería encargarse únicamente de su
aspecto religioso, de impartir el conocimiento de interés para los fieles, explicar apartados de la biblia, hacer de
los creyentes, personas con la capacidad de elegir qué está bien y qué no. La iglesia es tal vez el modelo moral a
seguir para algunos quienes encuentran refugio en la palabra de Dios, y tienen el convencimiento que con
plegarias llegaran, después de la muerte, a un lugar donde todo estará bien, donde todo sea paz y tranquilidad,
donde todo el “esfuerzo” en la tierra sea recompensado. Épocas pasadas y la actualidad, tienen en común, lo
mencionado anteriormente, la iglesia predominando en varios aspectos de la vida, incluyendo el campo
económico, el cual se ha visto frenado, en parte, por leyes del cristianismo. Los procesos económicos han sido
influyentes para la producción agrícola, para los avances tecnológicos, y similares, es por esto que se hace
necesario incurrir en ellos. Lo ideal sería ejercer procesos económicos que sean de mutuo beneficio para los
implicados, y no que todas las ganancias se las lleve un solo actor de la negociación, como suele pasar
actualmente. Nuestra actualidad sería totalmente diferente si la iglesia no se hubiese entrometido en aspectos
como el económico y el que es para mí más significativo, la educación, el aprendizaje, ya que anteriormente la
iglesia se encargaba también de controlar quien aprendía y quien no, quienes podían tener acceso a los libros,
limitando, y como lo dije, atrasándonos en cuanto a conocimientos.

ASPECTOS CLAVES
Iglesia contra la fuerza de la clase de los comerciantes. En primer lugar, está la tan nombrada iglesia, quien se ha
hecho notar en el texto y a lo largo de la historia de la humanidad. La economía bajo la influencia y el beneplácito
de la iglesia, tendía a ser poco representativa en la época puesto que no generaba ingresos adicionales por
ejemplo los préstamos sin interés. Ayudar al prójimo sin esperar algo a cambio era la costumbre antes, pero más
que costumbre era ley impuesta por la iglesia. La iglesia admitía la utilidad de los intercambios de la mencionada
manera de comercio y poco a poco sin querer aceptar a los rechazados “usureros” fue cediendo en el dictamen de
leyes que apoyaron la actividad parcialmente. Recordemos que la iglesia promulgaba que no se debía ser usurero
y sin embargo era esto lo que hacían debajo de cuerda, en otras palabras, “predicaban pero no aplicaban”. Los
anteriores fueron los pilares fundamentales del cuarto capítulo del libro “los bienes terrenales del hombre”,
donde se esboza la transición del concepto en que se tenía el préstamo con intereses, el paso de considerarse
pecado a considerarse posible en algunos casos “excepcionales” justificadas por la iglesia que permitieron una
ligera expansión económica.

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