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MIRANDO SOBRE EL HENO.

MUESTRA DE POESÍA PERUANA RECIENTE


Primera edición: diciembre 2014

© Mario Pera, 2014


Email: marioperabartra@gmail.com
© Benggi Bedoya • Luis Cruz Álvarez • Mateo Díaz Choza • joséagustín hayadelatorre
Myra Jara • Mario Morquencho • Cecilia Podestá • Víctor Ruiz Velazco
Diego Alonso Sánchez • Nilton Santiago • Miguel Ángel Sanz • Denisse Vega Farfán
© Vallejo & Co.

Edición:
Vallejo & Co.

Diseño de portada y diagramación:


Mario Pera

Prólogo, notas y selección:


Mario Pera

Detalle de portada:
© Luis Abanto
Iguanas. Iconografía Moche

Publicación digital. Queda autorizada la reproducción de esta publicación, en todo y en parte, previa
solicitud de permiso al editor.
Prólogo

Pesa. Pesa bastante y suele abrumar a no pocos el saber que, de algún modo, eres

heredero de las palabras de algunas de las más grandes figuras de la poesía en lengua

hispana. Tener entre esos “ascendientes poéticos” a escritores de la talla de Eguren,

Westphalen, Adán, Moro, Churata, Eielson, Varela, Hinostroza, Cisneros o Watanabe,

quienes conforman un concierto bien afinado de voces, es una piedra muy pesada en el

bagaje de cualquier poeta. Y no hablo aquí de Vallejo por un olvido involuntario, sino

porque, por el altísimo nivel de su poesía, considero que este ha pasado a formar parte

de la tradición poética mundial, y no sólo de la peruana. Todos estos poetas

mencionados, y varios más, han elevado una valla tan inexpugnable como espléndida

para quienes apuestan en estos días por escribir poesía en el Perú y publicarla. Siempre

con la intención de estar a la altura de una de las tradiciones líricas más sólidas e

importantes en el siglo XX, como lo es la peruana.

Sin embargo, llegados al nuevo siglo y luego de un par de décadas en las que

hubo un ensimismamiento de la poesía peruana contemporánea (creo producto del

conflicto social interno y de la política represiva que gobernó el país en esos años), han

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saltado a la arena nuevos autores quienes se encuentran en la ardua tarea de redefinir y

configurar un norte para la poesía escrita en un país que, valgan verdades, poco o nada

valora y aprecia la trascendental función que para su cultura, identidad y desarrollo

ostenta la poesía. Estos noveles poetas, quienes iniciaron su obra en los primeros años

de la década del 2000, y otros a partir de la década del 2010, continúan en un caso

condensando su propuesta y, en otro, en plena indagación y estructuración de un

proyecto poético personal.

Es en este panorama, quizá no tan alentador, que han surgido las voces de poetas

los que no tienen nada en común pero que, de tenerlo, ese único punto es, a mi juicio, la

responsabilidad y voluntad férrea con la que abordan su labor creativa para acercarse (o

alejarse) del hecho poético y transitar por el centro y los límites, nunca bien definidos,

de la poesía.

En Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente, mi intención es el

ofrecer una mirada a la poesía de autores peruanos nuevos, cuyo trabajo me parece

atendible y serio. Poetas a los que de manera arbitraria califico como “jóvenes”, pese a

que para muchos, sea por edad o por los méritos logrados por su obra, ya no lo son.

Como bien sabemos el criterio de juventud siempre tendrá sus reparos, más aún en la

poesía que es un terreno en el que aquel es un concepto aleatorio, siendo que esta vez

me decidí por fijar el límite de selección para poetas que a la fecha (diciembre de 2014)

han cumplido, máximo, los 35 años de edad.

Se trata de poetas que han iniciado su camino con la venida del nuevo siglo y

quienes han nacido en distintas zonas geográficas del país, por lo que proceden de

entornos sociales y culturales disímiles entre sí. Doce poetas peruanos, ocho de la

capital y cuatro de provincia, repitiendo estos mismos números en cuanto a género. Lo

que espero proporcione una visión general, jamás total, de lo que los poetas recientes

vienen creando por este lado del mundo.

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Por supuesto, la presente muestra en ningún momento pretende ser restrictiva o

excluyente, y menos aún del tipo canónico, pues ello sería un completo absurdo y, más,

una necedad. Mi propósito se centra aquí en dar a conocer parte de la obra lírica de

jóvenes poetas nacidos en Perú que, en mi criterio, merecen ser leídos con atención ∗.

Mario Pera


El orden de presentación de los poetas es alfabético, por la letra inicial de su apellido. Para cada uno se han elegido
cinco poemas sin importar la extensión de los mismos, sino el gusto del seleccionador. La muestra contiene, además,
una foto personal y biodata proporcionada por cada uno de los autores.

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Benggi Bedoya (Chimbote, 1986)

Bachiller en Literatura por la Universidad

Nacional Mayor de San Marcos. Organizó el

Segundo Concurso de cuento y poesía “Manuel

Scorza”, realizado por el CELIT. Ha participado en

diversos eventos culturales, académicos y

artísticos tanto en Lima como en provincias. Como ponente centra su interés en los

estudios de poesía peruana: Francisco Bendezú, Enrique Peña, José Watanabe. Sus

trabajos han sido publicados en revistas físicas y virtuales del medio. Ha sido

antologada en La orgía inmóvil 15 poetas. Muestra de la poesía joven en Ancash. Coordinó el

ciclo de Recitales Ese puerto existe desde abril de 2010. En el 2012 publicó el poemario

Lumbra y es coautora de la muestra poética del libro Recitales Ese puerto existe (2013).

Obtuvo una Mención Honrosa en el VI Concurso “Ten en cuento a La Victoria” en el

2013.

Sobre la poesía de Benggi Bedoya

Benggi Bedoya ha sumado a su labor como promotora cultural poética, a través de la

codirección de los recitales Ese Puerto Existe, una nueva faceta como poeta y narradora.

Se trata de una voz muy joven en la poesía peruana del siglo XXI. Es una escritora que

ejecuta una obra que logra alzar un singular vuelo lírico en el que el mito es uno de los

temas que prevalece, y que retorna en un movimiento cuasi elíptico para amalgamarse,

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de manera particular, con disquisiciones en tono de reflexión íntima, sin vinculaciones a

una trillada identidad de género.

Poemas

Sin nombre

A mitad de lo implacable,

¿Cómo ocupar el ánfora, el recuerdo,

O contemplar un cuerpo orillado por el tiempo,

Si he heredado los brazos de las sombras?

Y el ombligo ya no es más sosiego,

Sino el osario de las flamas

Que mueren lentamente.

A mitad de lo implacable

Y de ti desterrada.

¿Y ahora cómo pinto si todo es tan reciente?

Cómo lograr palabras que te alcancen

Y no sean simples hijas del momento.

Desde un monte canto.

Es de noche/ lugar santo/ donde nace

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Naturaleza extinta,

Donde nace este intento de volver a ser rama.

Origen

Con los viejos rumores ha llegado

Vestido por el polvo de las ruedas.

Ha llegado con el Adviento

De la primera decepción.

Cuando fui niño armé cada una de las piezas

Con la licencia

Del primer aprendizaje.

Más tarde crecí, y mis manos

Moldearon todo el barro de mi reino.

Y edifiqué la casa de los pájaros.

A los veinte, conoció mi corazón

El antiguo mar de los espejos

Que aprendimos a mirar

Como dos lobos marinos

Tendidos bajo el cielo de sus vientres.

A los sesenta y dos

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Mi última alegría

Fueron las cartas en letra de molde

Envueltas en un cuadro impresionista.

Ahora, me quedan sus huesos

Que he adorado con un fuego

Que mi lengua va apagando.

Ha llegado con las luciérnagas

Amancebando el filo de las cuerdas a mi cuello.

Para ocultar la perla que habita desde siempre

En el origen o en mi casa o en mis huesos.

Para llevársela.

Dédalo

Dicen que el hombre más inteligente

Conoció, también, la envidia.

Del revés de su mano nació

El ave que anida en setos y evita las alturas.

Dicen que edificó un antiguo y colosal

Laberinto del cual nadie podía salir.

Para escapar de la isla batió

Sus alas y sus pies se elevaron.

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Pero, desde el principio,

Estuvo condenado.

Artesano, ocultaste también

Su corazón en ese mismo dédalo.

Ícaro

La caída del sol iba encendiendo una

Fundición gigantesca entre las nubes del poniente.

Ernesto Sábato

Tapar el sol con un dedo

Para que tus alas no sean incendio,

Acaso viento fundiéndose en el viento.

Pero una antigua imprudencia

Hizo memoria hasta dar con tu muerte,

Ascendencia con prótesis de ave,

Ungüento adherido para el conocimiento

De huesos cansados. Uno a uno, fueron uniendo

Las plumas con cabellos, y cera para el armazón.

Prolongación del padre fueron tus alas,

El lento sol suavizó tus mejillas

Lustró, también, tu corazón,

Descendencia,

Precipitación, caída,

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Ícaro, 21 gramos,

El silencio se hundió en tu libertad.

Mito

Cuando la noche cubra tu sombra,

Ahora que hallamos el tiempo

De los dioses cual tibia naturaleza humana.

Reescribiremos la antigua lengua

Para llegar al interior de la fuente,

Olvidar a Narciso y nacer

No de ceniza, no de viento, no de fuego

Ni de aire, ni de agua.

Nacer de la prolongación del último fruto

Que cae de tu boca.

(De Lumbra)

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Luis Cruz Álvarez (Lima, 1981)

Ingeniero Industrial de la Universidad

de Lima, con maestría en Gestión del

Conocimiento por la Universidad de

León, España. Publicó el libro coautoral

Tetrameron. Cuatro poetas del último día

(2003), y luego los libros Lumen. Trilogía del Espíritu (2007), Radio Futura, dentro de la

Colección “Piedra y Sangre” (2008) y el poemario objeto Osario de Criaturas Perplejas

(2014). Poemas suyos aparecen en la recopilación Versolibrismo, poesía y arte

contemporáneos (2013) en el número 12 de Fórnix (2013), en la muestra poética Cuatro

Poetas Peruanos (2013) y Plexo-Perú (2014). Ha incursionando en relatos coautorales de

ciencia ficción presentados en el Programa Radial Rutas de Letras (2013).

Sobre la poesía de Luis Cruz Álvarez

Al iniciarse, la temática de su obra giró en gran medida en el desarrollo lírico de dos

temas, la Historia europea del siglo XX (especialmente la Guerra Fría) y el misticismo

cristiano y precristiano, en los que predominaba la ironía y una visión descreída de la

Historia oficial, temas que fusionó bajo los acordes de un sountrack con hits del New

Wave y del rock inglés de los ochenta y noventa. Dicho sountrack aún continúa sonando

pero, en la actualidad, su poesía ha dado un vuelco temático interesante, pasando a una

búsqueda introspectiva que le ha valido el alcanzar algunas de sus composiciones más

logradas.

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Poemas

“all the christian soldiers behind to you”

(Lou Reed & La prudencia)

1501

Warsaw\Warsava\Varsovia: “que la Gestalt, muera en todo lo que un mendigo

Pueda comer en setenta y dos horas”.

Así fue el rumor de quinientos payasos que proclamaban el

derrumbe del paradigma.

Las teorías volaban de un cuarto a otro, fue todo perfectamente parametrado

para que ninguna tecla caminara por la simple voluntad de su instinto;

Hasta que luego llegó la infamia vestida de azul, desordenando

cada cuadrado hasta la profundidad, metiendo en la puertas de cada

lado el libro que contenía la mecánica de las rosas.

Los sonidos venían empaquetados en sinusoides nunca comentadas

por las ideas que al mismo tiempo venían en cápsulas de plomo,

y así un círculo vicioso se formaba para poder dar con un porqué

que contuviera el azul, negro y gris por explicación.

“Berlín, patio de la razón, que se sostenga las columnas

en canicas de vidrio mientras el mendigo busca la forma de arrimar un pedazo

de tierra en las nubes”,

se leía en alguna pared que desde lo lejos gritaba que los municipios nunca supieron

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qué hacer con ella, en tanto unos lagartos discutían las mil y una formas de cómo

las gotas caen y se forman en demiurgos.

(De El retorno del barón von Heisen

en Tetrameron. Cuatro poetas del último día)

London Boy conoce la realidad

He seguido con todas mis orbitas esa pequeña luz grisácea;

a veces se desvanecía en un espacio de negrura incomprensible,

otras reaparecía encendiendo un fuego a su alrededor.

Danzaba con seres de faunas remotas

y antidiluvianas,

ella era amable y derramaba

su anhelado destello en la boca de los minotauros.

A penetrado en la mitad de mi cerebro

y tendido un puente entre dos cortinas;

inexistentes la una para la otra.

Después de destrozar mis ilusas maquinarias,

se ha divertido creando androides en mis ojos

y sembrando árboles en mis manos.

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La luz sin embargo sigue volando

con irrefutable libertad,

muchos dioses, como el gran Odin,

trataron de atraparla,

pero esta se desvanece apenas es tocada,

ella es sin duda pura entelequia.

(De Radio Futura)

Tres estudios para la crucifixión

Sigue pasando los dientes sobre el hierro,

raspa las costras y la herrumbre,

deja que caiga el último cerezo de junio,

que se claven las espinas en tus pies,

y que grites hasta que los dientes se revienten.

¿Por qué volteas y no miras ese vacío?

mira el vendaje que le hiciste

y cómo tu cuerpo se dobla en el equilibrio de la semi rueda.

Alguien recogerá las pequeñas hojas que se desprenden,

de tu arco, invencible como siempre.

Tripartito es el dolor.

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El Rodaballo

Enrejado,

son mis límites al acecho.

Mis bordes definen el cuerpo,

no se expande lo que no ves,

y el ojo unido al suelo

que hasta la palabra se vuelve estrecha

Alguien sentado en la estepa,

es una prótesis de mi cuerpo:

por él canto, por él pienso,

y su mente la tengo enterrada en el fango.

Algún día, me lanzarán un guijarro,

en su caer desgarrará la noche que conozco,

y al herir mi costado,

la herida será el vacío entre la luz del sol y este diminuto contorno,

y sabré que todo fue en vano.

Esperar y callar es lo que queda.

¿Acaso supurará la penumbra en mis vertebras?

(De Osario de criaturas perplejas)

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Elsinore

2.

¿Qué le hicimos a la juventud?

nos pasamos construyendo barcos,

arrojando leños a la caldera

y cuando la madre nos esperaba con su

segundo vestido de novia,

nosotros nos hicimos a la mar

buscamos ciudades,

calles,

plazas,

lo que sea.

Nos ensuciamos como corsarios

ladrones, piratas, amantes.

nos ensuciamos con las migajas

de las leyes de Moises,

(Pequeños recordatorios de nuestras formas reptiles)

nos permitimos encallar en lechos,

repletos de voluptuosas flores,

llegamos al del fin del mundo.

Y al día siguiente:

Las constelaciones se volvieron hogares seguros

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por ahí se metió la madurez,

con sus ríos de sangre tibia

sus sonidos de huesos humillados,

la cama hecha y las banderas siempre a media asta.

La madurez trajo el sonido de la cocina

y del agua hirviendo al calor del último témpano.

La ventana del cuarto siempre abierta en la noche para ventilar los ojos:

La Osa Mayor fue un recuerdo fecundo y feliz

Un estigma viviente

(De Regreso a Elsinore, inédito)

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Mateo Díaz Choza (Lima, 1989)

Estudió literatura en la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos. Ha publicado Av. Palomo

(2013) y ha sido coeditor de Recitales Ese puerto

existe. Muestra poética (2010-2011) (2013). Está

próximo a publicar Libro de la enfermedad,

poemario que ganó el Concurso de Poesía -

Juegos Florales de Barranco (2013), organizado por el Centro Cultural Juan Parra del

Riego, la revista Caretas, la Embajada del Uruguay y la Municipalidad de Barranco.

Sobre la poesía de Mateo Díaz Choza

Es otra de las voces más jóvenes de la poesía peruana. Publicó su primer poemario el

año pasado, 2013, logrando en aquel mismo año ganar el Premio de los Juegos Florales

de Barranco. En esencia, se trata de una poesía en la que se vislumbra una preocupación

por lograr el uso de las expresiones precisas, por intentar dejar atrás las

grandilocuencias y ocuparse en la elaboración de imágenes potentes que revisten temas

diversos como la muerte, la religión, o la recurrente reflexión sobre personajes

históricos bíblicos o paganos, usando generalmente un tono que, por momentos, se alza

como un réquiem o un lied.

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Poemas

Funeral

II

Respiro soledad asolada

entre el sol y la tierra revuelta,

los huesos y el horrísono estruendo;

entre el puente suspendido sobre

la nocturna chilla de las aves;

entre la muerte que se aposenta,

la oración y los mudos espasmos;

entre la vida y una bocina

que en vilo levantan mis entrañas;

entre la vida que me abraza,

fantasmas y ciegas prostitutas;

entre la vida resplandeciente

sobre mi cadáver exquisito;

entre dos silencios que conversan

la muerte la vida la vida la muerte.

Respiro soledad asolada

solamente

en mi mente sola.

20
Microcosmos

IV

Distancia que se aguza adentro

aguja que repuja

instancia que me muerde lento

aspiro o esperpento

distancia que se va testando

mientras solo respiro

solo transpiro

y secreto

secreto

secreto

(Todos vuelven – Vals)

Todos vuelven

al lugar donde nacieron

y la tierra revuelta

espera henchida

como grutas que se abren,

mientras que nosotros

antes del retorno

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entonamos cánticos inaudibles,

ya sea en tus sacras paredes

y en el espesor de tus altares

o durante la ceremonia solitaria

de dos personas

que se aman;

aunque ya intuíamos

(porque nunca

se supo nada)

que el recorrido era

un enorme cuerpo

en el que extremidades

se engullen y defecan,

un único cuerpo

torpe inmenso irremediable

que se devora a sí mismo

cual un tambor que suena

una y otra vez;

porque a ciertas horas

tus calles se asemejan

al terrible monstruo mitológico

de las cabezas y gusanos,

a ciertas horas aparece

la grotesca sonrisa de los

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geniecillos encorcetados,

a ciertas horas son tus cavidades

un camino hosco

e insondable,

porque en la hora incierta

no importa la ceguera de la tierra,

ni el agudo grito del ave

que sobrevuela,

ni siquiera los incestuosos

espasmos que ocasionalmente

nos asedian,

en la hora incierta

todos vuelven,

pero el lecho nunca se cierra

y el susurro nos acompaña

como un río que ya no existe.

(De Av. Palomo)

APENAS DESPIERTO, el simio se ha acercado al arroyo y lo contempla: vacías relucen

las cuencas de sus ojos.

El viento bruñe el espejo desde el día del ardor, pero hasta ahora nada refleja.

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La palabra se ha marchitado antes de ser pronunciada.

Cantos goliardos

(canciones a María Magdalena y otros réprobos o condenados)

El más simple de los oficios

es también el más antiguo

que practicaron los primeros

moradores de estos bosques.

Ser extensa playa

donde los cormoranes

tienden sus velámenes

después de la travesía

o cercano monte

que recibe en su seno

al ciervo herido.

Tal como el vino

en boca del llagado,

la miel sobre las plantas del descalzo:

María, deja tu tristeza

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y acoge en tu templo

a los que claman por entrar.

No temas las piedras

que lancen los herejes,

en el fuego de tu cuerpo

agonizan las hogueras,

ni a la muerte si admira

el negro espejo de tus cabellos.

Antigua es la piedad que nos ofrendas:

si nuestro padre te expulsó de sus dominios

para castigarte;

el hijo, al cambiar los palos por las palmas,

nos enseñó a adorarte.

(De Libro de la enfermedad, inédito)

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joséagustín hayadelatorre (Lima, 1981)

Estudió Literatura en la Universidad

Nacional Mayor de San Marcos. Fue

miembro del grupo de creación y

publicación literaria Sociedad Elefante,

del comité editorial de Distancia Crítica: aportes hacia una nueva conciencia social y

redactor de la revista electrónica de humanidades Periplo. Ha publicado los

poemarios Canto de la Herrumbre (2006) y Nocturno del Alba (2008). Asimismo, ha

participado en festivales nacionales e internacionales de poesía, así como en congresos

de Literatura. Actualmente, es candidato a doctor en Literatura por la Universidad de

Salamanca, España.

Sobre la poesía de joséagustín hayadelatorre

Una poesía sui generis respecto a la de sus contemporáneos en tanto su estilo. La

vocación del poeta no solo va por el cuidado extremo de la palabra, sino por alcanzar la

elaboración de imágenes precisas para cada verso y poema no dejando cabo suelto.

Hayadelatorre intenta con su poesía, además del lirismo inherente, una exploración

personal en la lengua española para recrearla y conseguir así un estilo y lenguaje

propios que, con cada nuevo poemario, se hacen cada vez más reconocibles. La muerte,

la soledad y la alusión a la entidad corporal suelen ser frecuentes en su obra, temas que

explora con un tono íntimo de cuestionamiento. Para ello, no duda en hacer uso de toda

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la extensión de la hoja, y así disponer de los espacios según los requerimientos de

cadencia de cada poema, aunque sin llegar a elaborar caligramas.

Poemas

Obituario

He encontrado la muerte escrita en mi nombre

reposando sobre mis restos

asfixiándome en su trazo violáceo

que no deja ocultar mi rostro insípido

Debo despojarme de mi existencia

quemar la vestimenta epidérmica

y horadar mi sangre

Ya ni la mano

que muy delicadamente

puede resquebrajar mis vértebras

con extremo placer y dolor

se desliza sobre mi cuello

Callo mutilado y gutural

dando vueltas sobre mí desconociéndome

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cuando penumbrosas alas de cristal me recubren

y vislumbro tu recuerdo

deseando decirte que te amo

siendo muerte quien invade mi corazón

Deseo volver a soñar

que estoy vivo

para morir mirándote a los ojos y renacer

He encontrado la muerte escrita en mi voz

que agoniza y se muerde

cuando es sombra quien sólo se ve

y no se halla

Y mis ojos...

Y mis ojos

dónde están mis ojos

Sino mirando firmemente el rostro de la muerte

que me besaba

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lamiendo la herida que todo humano porta aún sin cicatrizar

Yo acariciaba su delicado rostro

quemante como la piel de una serpiente

cortaba mis párpados con los mismos

vidrios que habían intentado enterrar

ese terco animal que a sí se traiciona

De este mundo

me han enseñado a mutilar

hasta mis excrementos

Con la sangre vertida

la piel rasgada

y como único alimento el pienso

igual me defenderé

Haré un yelmo de espejismos y de sueños utópicos

No seré maizal arrasado por langostas

que en sus palabras buscan refugio

y que a veces a mi rostro se asemejan

y contra ellos o yo

peleo

Claman algunos la opresión

menospreciando la nutricia de madre naturaleza

y la propia humanidad

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Pero mis ojos

también miran firmemente al amor

con los mismos ojos de la muerte

los mismos recuerdos que en vida tuve

Y mis ojos dónde están mis ojos

(De Canto de la herrumbre)

Verte con los ojos…

Verte con los ojos sangrantes

y decirte Yo

Yo de óseas cavilaciones

y epidérmicas voces

que en vértigo goce asumo vivir

Verme y pensar en la aniquilación del Todo

despojarme del Verbo

concebir la Nada en Mí

y decirme Tú

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Aprender de la Naturaleza la voz del Silencio

sin saber rostro

sin callar palabra

sin temer al vacío

y seguir mi rastro

hasta devorarme

(De Nocturno del Alba)

rastro

las virtudes de un poeta son las de

un asesino: a galope sobre un

caballo ciego intenta lacerar una

selva pétrea hasta encontrar su

arteria. escucha su sí mismo, el

que no es él donde es todos, y

embellece la destrucción y sueña

lo que destruye dándole a los

muros la forma de su rostro. vierte

estío al doblar de las campanas y

cría nervios. nombra toda

geografía humana, nube, sal y

margen, en su universo de una

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sola palabra al fraguar el reflejo

del silencio. cincela murmuros.

recrea cosmogonías como pájaros

de niebla que recubre de escamas

doradas. detiene sístoles y

diástoles para transformarlas en

geometría pura: materia donde los

cuerpos oscuros brillan a la luz. su

escisión renace cuando la flor

vuelve a ser tallo y éste

desaparece, desparece,

desaparece, desaparece… y se

levanta ante su atávica derrota: la

palabra.

Desinencias

¿De qué metal es tu voz?

A esta hora llega el sastre del sol, volando en su bicicleta blanca, a tocar el acordeón. Yo lo

acompaño, calibro la utopía del cuervo de ala blanca. Y en mi movimiento siembro

médanos y corales, reparto el sueño de los peces, y disecciono del mendrugo la caries de

oro del empoderado, del que se coloca la corona de rey y fabrica lisos botones con los

huesos de sus hijos, aunque por el ojal de mis camisas y pantalones se oigan, puros, sus

nombres.

¿De qué metal es tu voz?

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Los pájaros llegan tras la lluvia, cuando despunta el alba con sordina, trompeta y saxofón.

Yo los acompaño, labro la tierra donde cómodamente defecarán para luego cultivar algunos

puñados de semillas. Y en mi movimiento arrastro troncos y otros maderos, que serán

vigas, que serán traviesas, hacia las orillas del estuario, y disecciono del báculo las joyas,

pues este será ahora bastón de ciegos o azadón: la oscuridad translúcida me guiará.

¿De qué metal es tu voz?

Bienvenido sea el pastor de las nubes, y su piano de luna y noche, a entregarnos

resplandores y algunas tormentas. Yo lo acompaño, remanso las hélices de los torbellinos

para dejar sujetas algunas raíces y luego dibujar un arco iris. Y en mi movimiento recolecto

neblinas hasta su disolución, fortalezco los tallos nacientes en los barrancos, y disecciono de

la capa bordados, broches y algunos rubíes, e hilvano un saco donde recoger el polvo de los

días y un poco de brisa salina para limpiar mis heridas.

¿De qué metal es tu voz?

Pasen, pasen escrituras, ha llegado su tiempo y el rasgueo de violín y charango, en un

territorio donde el idioma cambia todos los días. Yo las acompaño, pronuncio el mismo

vocablo, la diferencia entre pirata y corsario, para esparcir viruta en las calles empapadas y

recibir al que escribe sus cartas en el aire. Y en mi movimiento fundo mi nombre en la

misma hoja de acero que lo ha inscrito, ahí, donde señala la luz, en la sombra, y disecciono

de las bulas las palabras que dicen de un yo, de un me dije, de un les dije, de un nos dijeron.

Afinidad del escalpelo.

(De poemario inédito)

33
Myra Jara (Lima, 1987)

Vive en Roma. Estudió Humanidades en la

Pontificia Universidad Católica del Perú

(Perú), la Jacobs University Bremen

(Alemania) y La Sapienza (Italia); y

practicó Danza Contemporánea en Lima y

Nueva York. Formó parte por dos años ―2012 y 2013― del staff del Festival

Internacional de Poesía de Lima. Poemas suyos han sido publicados en las revistas Le

Parole e Le Cose (Italia), La Otra (México) y Ny Tid (Finlandia).

Sobre la poesía de Myra Jara

Es la única poeta seleccionada en esta muestra que no cuenta con un poemario

publicado a la fecha. Hasta ahora sus poemas solo han circulado en revistas virtuales;

no obstante, la potencia de sus versos, así como lo novedoso en el tratamiento de

algunos temas, me hace prever que consolidará una voz a tener presente en la poesía

peruana reciente. Su poesía divaga por senderos en clave de confesión, con una visión

crítica y a la vez distante de sus propias experiencias, siendo esto último lo que le

brinda objetividad a sus versos. Algunos de los temas esenciales en su poesía son el

recorrido por el cuerpo como la geografía de una historia de tragedias o alegrías, así

como la pérdida como elemento detonador de la inspiración.

34
Poemas

DESPUÉS DE DISTRAERME con los hombres me queda casi siempre una sensación

borrosa,

saciedad, o a veces nada, a veces un vacío catárquico y conmovedor.

Tengo un tubo metálico que libera violencia ¿te parezco violenta? pues lo soy, soy la

dueña del tubo.

Las repeticiones y los ciclos me ocurrirán, tendré siempre que expulsar cosas básicas de

mi cuerpo, expulsar y obsesionarme mecánicamente.

yo duermo con dos criaturas: un niño que sufre y uno que hace sufrir. los dejo en la

mañana para que si quieren se destruyan.

no les dejo cuartos, ni casas, no hay baños, creo que no hay dolor… hay sobre todo

divagación.

MI BOCA de la enfermedad no es grotesca

la rodea un pudor infantil, vanidad, aburrimiento

mientras él me dejaba

me lavaba la boca

ahora tiene una mujer ligeramente sensual

―sensualidad constructiva

y esa mujer tiene adultez

y también creación

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ME INTERESAN las imágenes que a mí llegan y de mí parten

y todo lo que gira en torno a mí

tiene la luz de mis ojos

todo lo que me conmueve

tiene impregnada la luz de mí.

el movimiento es blanco

la destrucción es blanca

HAY UN VIAJE en un tren de los italianos que te aleja de Europa

El tren termina el recorrido en Ucrania, en un túnel

Las cabezas que descienden en el túnel Ucraniano se mueven lentamente en el andén

Algunas cabezas se mueven hacia las escaleras

Las cabezas pequeñas de los niños se mueven, también hay cabezas pequeñas de perros

y de cisnes

Otras cabezas esperan en el andén por otro tren

A estas cabezas quietas se les posan moscas negras e insectos

Quienes se embarquen, atravesarán la Siberia. Llegarán a Mongolia,

Partirán después a pequeños lugares en el Asia.

El tren a Mongolia lo toman 10 o 15 personas

No suben todos los animales, hay quienes han tenido que abandonar a sus perros y sus

gallinas

La compañía no los quiere a todos

36
Acepta a veces a mujeres sin sus hijos

A hombres sin sus mujeres

Pocos entran en el tren, consigo llevan poco

Yo entro al tren cada mes, me llaman para que lo limpie

Boto las cáscaras de los huevos, la cerveza, los condones

Cuando termino de limpiar, respiro profundo

Escupo y

Me siento

Me llaman Señora los que vienen a darme el pago

Pero yo soy una mujer joven

He escogido el trabajo del tren para estar con las vacas

Despreciar

La cantidad obscena de hambre.

No desprecio

El hambre, la sed de la gente subida con una idea de aislamiento. Aquella que hará

sutiles actos contra sí misma, en el Asia.

Así crece, eso es avejentar el mundo.

Limpio Mongolia

Voy fumando con una escoba por sus calles bárbaras

Sus habitantes son todos como frías abejas

Pero las mujeres son mejor como larvas, hinchadas, salvajes y costureras

37
Limpio Mongolia y voy viajando

Cuando llego tengo sexo

Consigo hombres en el bar

Se van, antes me lavan el cuello.

En el tren, me lavan el cuello los obreros

Les voy contando cómo es mi hambre

El placer de la miseria ante el hambre.

Es necesario hacer miseria

Y les recuerdo mientras nos bañamos juntos, todos desnudos:

Falta mucho para envejecer.

SABES CÓMO he venido de la cama hasta aquí?

Saliendo del corazón simple de la perra

Así llego, me siento aquí

Debo dinero a un hombre descortés

Debo dinero a un hombre vulgar que me ayudo a no tenerte

No quiero pagarle. No tengo moral con él, quiero robarle.

Por eso te hablo, ser pequeño

No dijiste nunca nada

Estar contigo por un mes fue exactamente como estar sola

Te aborté en una hora, llegué adolorida al hotel que renté.

38
A veces te recuerdo.

No eres exactamente un muerto.

Me siento sola.

Puedo recordarte y empezar a sentir algo por ti.

Tú eres mejor que un hijo.

De Mood (inédito)

39
Mario Morquencho (Piura, 1982)

Vivió toda su niñez y adolescencia

cerca al mar, en su distrito natal. Al

terminar la educación secundaria, se

trasladó a la ciudad de Trujillo donde

estudió la carrera técnica de

Contabilidad. Empezó a escribir y publicar poemas en distintas webs de poesía. Radica

en Lima desde el 2006. Formó parte del colectivo Heridita (Lima) y participó en el

Grupo Literario Signos (Lambayeque). Ha participado en distintas ferias y recitales de

poesía. Poemas suyos figuran en Me Usa. Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay

(2012) y en Poesía Que Gira (2014). Tiene publicados los poemarios Ciudadelirio (2010) y

Un Mar Alcoholizado (2013).

Sobre la poesía de Mario Morquencho

En su poesía confluye una multiplicidad de temas que, por lo general, se enmarcan en

un escenario citadino, a veces marginal. En no pocas composiciones Morquencho

plantea un confesionalismo duro y revelador, una reflexión en torno a la existencia

diaria con lo bueno y malo que esta conlleva, elaborando poemas que por momentos

adquieren un talante casi de escena cinematográfica. El coloquialismo y la narración son

recursos frecuentes en su poesía; soliendo apostar, a menudo, por la libertad que le

ofrece el hacer uso de un lenguaje popular, el que le permite una mayor cercanía y

sintonía con el lector.

40
Poemas

Cine

Es como cuando una película acaba,

los nombres pasan desapercibidos,

la música de cierre termina extraviándose

en el sonido de los asientos

que se tornan vacíos,

y el oscuro de la pantalla

desdeñándose tanto,

despintándose por las luces que vuelven a encenderse:

como la vida que despierta

y la otra vida que se duerme

junto a la ventana cerrada

a la fantasía efímera y soñadora,

en un largometraje enfrascada

Asesinato en la calle Omicrón

Lo he matado. Me he vengado de los meses de invisibilidad. De ser como cualquiera.

De ir a trabajar un día como hoy, de estar afeitado y tener el cabello recortado, con el

rostro impecable, el piqué y el pantalón de color azul pulcros y planchados, los zapatos

negros brillantes como un charco que la lluvia ha creado… y nunca olvidarme del

41
fotocheck con mis 26 años encima y la cara de loco olvidado en la maquinaria cotidiana

de las horas de ser un empleado con el sueldo mínimo.

Me he vengado de abrir la puerta y bajar las escaleras a las 7 y 30 de la mañana, de

lunes a viernes, bajar las escaleras de fierro y en espiral todos los días. Me he vengado

de subir al bus de la rutina, del diario matutino, del noticiero de las 6 de la mañana, del

gallo que sobrevive como un reloj en la azotea, del café con leche y la carretilla de la

esquina.

Lo he matado con el cuchillo con que corto el pan y lo unto con mantequilla.

¡En mis manos sangra cotidiano!

La epilepsia, la agonía, la sangre por la boca, los ojos que se alejan de ser ojos, el rostro

que se aleja de ser rostro.

¡Lo he matado, estoy seguro!

Me he cansado de ver su rostro, de ver los restos inmóviles, la incertidumbre de la

muerte y el crimen. He optado por envolverlo con los periódicos pasados, envolver los

restos, al cadáver cotidiano envolverlo con las noticias de la semana pasada, con el

suicidio de ayer en un hostal perdido en la bruma de la madrugada en Lima, envolver

sus extremidades con el abuso policial y la corrupción de los ministerios y el puto

sistema capitalista, envolver su dorso con las estadísticas económicas y las encuestas

políticas, volverlo a envolver con la injusticia social, con los jubilados que mueren

haciendo cola, con los enfermos y los niños que lo único que tienen en la vida es una

enfermedad extraña que se llama olvido, con los jueces que se hacen ricos y los clérigos

prostituyendo el paraíso. Los buenos son pocos y contaditos.

42
Después de envolver al cuerpo como una estatua de papel periódico, como una obra de

arte de lo que lees antes de ir al trabajo o lo que ves en las noches antes de dormir, bien

envuelto todo, cada uno de los cabellos, las uñas, los bellos sombríos, envuelto el reloj y

la alarma, el tatuaje en el hombro, la cicatriz de la rodilla, los pies, los caminos, la

lagartija que le sale del sueño. Y todo desaparecerlo dentro de una gran bolsa de

plástico negra, canjearlo por una nube, por un día sólo conmigo mismo…

Lo he matado, sí

¡Lo he matado!

¡Lo he matado!

El cuchillo en la mesa viste bermejo

y baila tango,

baila tango el muy pendejo.

Laberinto

Tengo un saco prestado, uno nada más, que no hay cuando lo devuelva. Una corbata

escondida en el bolsillo de algún pantalón que difícilmente uso. Un par de zapatos

viejos con tantas cicatrices, tantos órganos extirpados y litros de sangre en el camino.

No tengo sombrilla ni paraguas, porque no tengo nada en contra del sol o de la lluvia.

Tengo un roperito que tose cuando abro uno de los seis cajones que tiene. Una TV que

se enciende cuando sueño, una TV que quiso ser máquina de escribir y no pudo, porque

el mundo no va hacia atrás como un cangrejo.

43
Tengo una agenda que mi padre me regalo hace poco, precisamente no la utilizo como

tal, violo su naturaleza, su razón de existencia, esta debe soportar la punta de los

distintos lápices y lapiceros señalándola, estados de ánimo encima de cenizas rebeldes,

pedazos de galleta mal comida, nubes, aves y etcéteras azules o grises por doquier.

También tengo una cama con un abismo, una gotera incierta, una puerta secreta, un

espiral, un sub-mundo, una alternativa insólita, una opción que los demás no tienen,

algo que elijo porque no tengo de otra, porque vivo en Lima y mi familia está lejos,

porque alquilo una habitación con una sola ventana y una sola puerta, porque más allá

de la ventana y de la puerta hay más ventanas y más puertas, más allá: hay millones de

sombras y espejos de otras ventanas, de otras puertas que esperan: Sentadas las

ventanas, de pie las puertas… y tendré que ir: abrir y cerrar, cerrar y abrir, otra vez:

abrir, cerrar, cerrar, abrir, cerrar y abrir, abrir y cerrar; hasta que me quiten el saco

prestado o decida, de una vez por todas, devolverlo.

(De Ciudadelirio)

Ve... pobre muchacho carajo

después de ganar bien en esa petrolera

ahora anda así

fregao

después de andar bien vestido

acompañado de alguna muchacha bonita

44
ahora ve cómo anda

sin zapatos

todo sucio y flacuchento como perro zarrapastroso

atormentado de hecatombes y delirios

como la braveza del mar anda de aquí p’allá

pidiendo monedas o robando en las esquinas

anda con las rodillas el pobre muchacho

y no le queda otra que refregar

su desgastado pecho por las calles del pueblo

dejando sarna sangre pulgas

perdiéndose en un charco de toxinas

y ladridos que le tuercen los nervios

pobre muchacho el humo lo tiene así

ya ves hijo mío la poesía es una maldita droga

es la fulana que se te pega como garrapata al cuerpo

te chupa la verga la billetera luego el alma

pero tú quieres andar

en tu propia porción de libertad amurallada

taciturno como una palmera jorobada

que mira el suelo y se pierde en la sombra

hijo... ten cuidado de no torcerte mucho y caer

ay muchacho

pobre muchacho carajo

45
10

¡No es posible que me haya quedado sin ellas!

si andan como el aire

en todas partes

¡Es imposible que no diga nada!

si mi boca comulga con ellas a cada instante

es una bajeza ir por el mundo

teniendo nudos en la garganta

tragando caos tras caos

dejando a la belleza vestida de esqueleto

bajo el enorme monolito de silencio

junto a los gusanos que un día hemos de montar

con toda el ansia de vivir y estar muertos

es imposible dejar amarrada nuestra lengua

a un palote de muelle

flotando en un inmenso mar de contradicciones

es imposible no navegar no naufragar

ahogarse es posible

ahogarse y dejar de ser anfibio

treparse de la orilla

de alguna orilla erguirse

y caminar y caminar hasta encorvarse

46
porque es imposible impedir ser un cadáver

es más posible que florezca de aquello

un inmenso jardín de arte

¡Es imposible haberme quedado sin ellas!

y si un día me cortan la lengua

me resta el seso

mi mano lapicero

mi mano lápiz

mi dedo pluma

mi dedo carbón

mi dedo humano

mi dedo hueso

mi dedo nube

(De Un Mar Alcoholizado)

47
Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981)

Escritora y editora. Estudió literatura en la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Ha publicado los poemarios Fotografías escritas

(Premio Dedo crítico 2002 y Lima, 2007); La

primera anunciación (2006 y Paraguay, 2010),

Muro de carne (2007), Desaparecida (2008) y Vía

Crucis en Chepén (2010); las obras dramáticas Las mujeres de la caja (2003), La repisa de los

juguetes vacíos y los cuentos De cabeza sobre el pasto amarillo (2011) y La orina Tibia de tu

cuerpo (2013). Dictó talleres de creación literaria (Anexo Cárcel de Chorrillos). Ha

participado en encuentros nacionales e internacionales de escritores, ferias de libro y

seminarios, también como ponente. Dirigió Tranvías editores. Ahora dirige la editorial

Máquina purísima. Artículos suyos en prensa cultural pueden leerse en Dinosaurios de

latón y www.dinosauriosdelaton.lamula.pe

@cecilia_podesta

Libros en linea: Vía Crucis en Chepén, La primera anunciación

@cecilia_podesta

cecilia.podesta@gmail.com

Sobre la poesía de Cecilia Podestá

Poeta, narradora y dramaturga, Cecilia Podestá ha sabido unir a su labor como escritora

una activa función como editora. En un inicio su poesía evidenciaba una necesidad de

expresión de corte existencialista, sustentada en imágenes formuladas con un tono

48
profundamente confesional. No obstante, con los años dicho corte temático varió en

gran medida para decantarse por un estilo que involucra una suerte de “revisionismo”

de la historia que la Iglesia Católica ha planteado para su fe. La poesía última de

Podestá viene tomando el camino de la relectura de los mitos católicos, así como el de

una decidida increpación a su estricta doctrina, proponiendo trasgredir los parámetros

en todo orden y manejando un tono por momentos narrativo.

Poemas

preguntas negligentes

me pregunto si podría caber en una palabra

al igual que mi cintura lo hace entre tus manos

y si es así,

nuevamente pregunto si la nombrarías

cuando tu cuello se alargue entre mis manos

y recibas de mi boca,

tu propia boca.

pregunto también si podrías caber en mis palabras

como lo haces en mi sexo

y si podrías hallarte en mí

como lo hacen los olores en el cuerpo.

49
tu sexo cabe en el mío

como tu lengua en mi boca

pero no cabemos los dos en un sólo nombre

o en imaginarios

tampoco en las más simples palabras.

somos dos animales sin madriguera

en un invierno de cuerpos helados

en el que no caben más preguntas.

sirena.1947

¿cómo será perderse en un tiempo hecho de agua?

jugar a ser sirena vieja,

tan profunda como un abismo que se ahoga

y sólo el tiempo

entonces sólo agua

el paisaje más vacío

hecho de nada

lleno de agua

andando como algún tiempo más lento

afectando algas imaginarias

que se conciben como cabellos humanos

ondeándose

50
al viento, al tiempo y al blanco

rozando ya caído

ese pezón duro

y ennegrecido

formando en contraste los años suyos

/los de ella/

su gesto de adiós avanza con ese

tiempoagua

ella, con el cuerpo de viento inmenso

que sale de su boca

para soplar su cabello:

algas blancas y largas.

(De Fotografías escritas)

Déjame cambiar tu…

Déjame cambiar tu destino virgen,

Niña esclava de José,

Déjame matarte esta noche entre tanta desgracia

Aquí conmigo

Dentro de Ti

E iniciando una plegaria

Por tu hijo muerto.

51
No bajes la vista.

No llores, María.

Mírame

Te haré morir para cambiarlo todo

Déjame mostrarte un reino distinto

En el que seas Tú, María la madre de mis hijos

Y te digan todos

Esposa de José el carpintero.

Déjame,

Déjame arrebatar tu vida ese extraño Señor.

(De La primera anunciación)

Dentro de la casa que…

Dentro de la casa que no existe más

soy el padre

el hijo

el muro que los encierra a todos

y del que aun comen los recuerdos

en busca del olor a mañanas cansadas

o del silencio de una bata de algodón

paseando entre escaleras.

(De Muro de carne)

52
II

Jesús carga con la cruz

No es el madero sobre mi hombro, sino el peso de la muerte de tu nombre entre sus

dientes y sus gritos, oh Padre. Mira cuántos hombres han de

seguirme y no lo saben. No creen que yo pueda perdonar. Sus mujeres y sus hijos

caerán en devoción a los pies de las columnas queriendo sentir este peso que es sudor

amargo junto a las gotas de sangre que me recorren como insectos.

(De Vía Crucis en Chepén)

53
Víctor Ruiz Velazco (Lima, 1982)

Bachiller en Literatura por la Universidad

Nacional Federico Villarreal, con estudios de

maestría en Estudios Culturales por la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Ha sido traducido al francés, italiano, portugués e inglés. Formó parte del Consejo de

Redacción de la Revista Trimestral del Cuento Latinoamericano Mil Mamuts

(Argentina). Dirige el sello Lustra Editores. Ha publicado en poesía: Aprendiendo a hablar

con las sombras (2005), Délibáb, enemigo del viento (2007), Liebe, La muerte en el otro (2008),

libros que junto a Euforión o la presa se reunieron Barlovento (2001-2011) (2012). En 2011

ganó el Premio Nacional José Watanabe Varas de Poesía, organizado por la APJ, por

Fantasmas esenciales (2012). En 2013 publicó el libro de cuentos La felicidad es un arma

caliente.

Sobre la poesía de Víctor Ruiz Velazco

Es uno de los poetas más activos de la última década, quien ha vinculado a su obra una

incansable labor como editor y, desde el año pasado, como narrador. Por lo general, su

poesía ha tenido como eje central la reflexión sobre los mitos occidentales y de Oriente

Medio, la familia, el amor y el desamor, especialmente, sin caer en un romanticismo

pueril. El tono frecuente ha sido el épico (casi de un lied) con una marcada influencia de

la poesía en lengua inglesa y alemana del siglo XX. Entre otros tópicos, en su obra suele

figurar con insistencia la migración hacia otros cuerpos, otras edades o lugares

54
geográficos en los que Ruiz, a menudo, parte de la reflexión personal para luego abrirse

a la Historia y a los grandes temas de la literatura.

Poemas

Acercamiento a un tema

A José Watanabe

Unas cuantas palabras bastan

para cubrir mi cuerpo

y esconderme de los grandes ojos

que buscan en mí algo

que aún no tengo.

José me ha dicho que de nada sirve

camuflarse entre las hojas,

ni siquiera entre palabras que simulen

a una mantis muerta.

Un ojo siempre nos descubre, afirma,

como si no quedara para mí otra cosa

que el silencio.

Entre las hojas, las palabras

y este cuerpo

un gran ojo espera complaciente:

55
El Ojo de la Muerte

que busca a su otro

en mí.

(De Aprendiendo a hablar con las sombras)

La Puerta de la Noche

A J. E. Eielson

Y de repente sea yo aquel que miraba tras esta ventana los días de mayo

la llegada del viento del norte y tu sonrisa o tu sonrisa

y la llegada del viento del norte en los días de mayo, para ser más exacto.

Y quizá sea yo el mismo hombre que

arrancado de las puertas de la trascendencia

edificó una casa al lado del río —junto a la luna—

para que un viejo pez lavara sus alas en mis entrañas

perturbado por una extraña visión y cierta frivolidad hacia las llaves

y las puertas cerradas

o hacia tu corazón que calla colgado como una araña

buscando imitar el silencio posterior a un largo discurso.

Cuando nada tiene sentido, solo el estar aquí o

en alguna otra parte.

56
Siendo sincero, quizá sea yo todos hombre.

El que miraba tras esta ventana.

El que fue arrancado de la trascendencia.

El que dejó la muerte de lado en una noche como esta, al descubrir

tu belleza —en medio de sombras y burlas— solo comparable a las alucinaciones

de los grandes patriarcas que vieron a Dios a los ojos y a cambio

perdieron unos cuantos años tan solo: Un poco de eternidad consagrada

a los portadores del don de la trasmutación de las almas, mi vida. Un poco de eternidad

consagrada al don del amor, mi amor.

Ozymandias

Ozymandias era pobre y malicioso. Nadie lo detuvo.

Y construyó un reino de la nada. Sobre el viento

(A orillas del Nilo, al sur de Assuán, en el alto Egipto).

Shelley era joven y arrogante. Buscaba la verdad

de las cosas. Amó profundamente el mar

y sabía poco de Historia.

Ozymandias entregó su vida al desierto.

Creó una ciudad imponente y divisó las ruinas

de su gloria, desde una leyenda tatuada en mármol.

Si Shelley hubiera conocido a Ozymandias,

no habría perdido la vida en el mar.

57
La habría perdido en medio de un sueño

—entre espejismos— abrazado por el sol

y las visiones de su futuro al lado de Byron.

O tal vez peleando con los hititas. Esperando

que su cuerpo fuera encontrado

por Johann Ludwig Burckhardt, en 1912.

Treinta metros bajo el Nilo.

Cerca,

muy cerca de la muerte.

Es verdad, Ozymandias supo de Shelley

antes que Mary descubriera su gran bestia interna.

Vio su cuerpo flotando sobre el lago Násser

como una pregunta de la que no pudo escapar

hasta el fin de sus días.

Ozymandyas era pobre y malicioso, ya lo dije.

Pero justo con la vida, la muerte y las grandes pasiones

que hacen libres a los hombres.

(De Délibáb, enemigo del viento)

Le coeur supplicié

De esta no te escapas, susurraba

entre las pocas sombras de Abisinia,

58
el ojo crepuscular

mientras un ave salida de un sueño

y delirios producidos por el calor

del desierto crecía en las manos

del condenado lista para devorar

con paciencia las larvas

de la pierna gangrenada del muerto.

Arthur contemplaba la escena

desde su silla mecedora,

deseando que llegara el momento

en que él también fuera tocado

por aquel ser misericordioso y de luz

y poder contrabandear sus dolores

y penas por una calma envolvente

que lo acompañara hasta su último aliento,

o por lo menos hasta su siguiente dosis.

Los días parecían interminables en la región de Moriah.

El tiempo detenido en espasmos de luz.

El cuchillo alzándose como azote de Dios.

Mientras tanto, una leve brisa

movía la silla mecedora

convenciéndolo en cada impulso

59
de que podía volar con solo dejarse caer.

Al tercer día de sueños y alucinaciones,

y sin previo aviso,

el hombre muerto empezó a andar

y se marchó para siempre

sin dejar más rastro que un cuerpo

parecido a Rimbaud que, en su lugar,

se devoraba a sí mismo

para mantenerse con vida

(De Liebe, La muerte en el otro)

Retrato de una dama

VI

ME DESANGRO,

me voy por una herida

y es este partir un encuentro también

con todo aquello que nos acerca,

incluso en este momento,

cuando las horas se agolpan en una sola

imagen que lo explica todo.

60
Sin dolor ni pasión

y suficientemente despierto

para sentir cómo desciendo

tibiamente hasta perder peso,

hasta perderme en la caída

que asemeja un vuelo eterno

y pensar, pensar siempre

es recostar mi cabeza sobre tu regazo

buscando tus manos, tu olor y tu estómago.

Para no sentir más dolor

cultivé las buenas costumbres

que toda mujer debe tener como cualidades

y máscaras, afiné mi oído y contemplé,

muy gratamente,

cómo mi vida no fue sino un pequeño intento

sin consecuencia alguna,

salvo la consecuencia misma de sentir

que pudo haberse hecho algo mejor, desde siempre.

Pero quién llega hasta este punto ya no puede escapar.

Las mismas manos que profanaron mi cuerpo

ahora me cubren de flores y me acarician,

me tocan y me estremezco

me hago una con ellas y es así

como sé que también en el canto se oye el silencio.

Soñamos cuanto vivimos y es este sueño

el que nos contiene en un canto callado,

un recipiente vacío arrojado al mar

y nuestra esperanza de ser atendidos.

¿Es acaso este un dolor?

61
¿Son estas preguntas buenas o malas?

Pero quien habla en mí

está enfermo y habla.

Es de noche,

no hay nadie en las calles

ni dentro de las casas

y habla.

¡Ay de mí

si pudiera escucharlo!

(De Fantasmas esenciales)

62
Diego Alonso Sánchez (Lima, 1981)

Bachiller en literatura peruana e

hispanoamericana por la Universidad Nacional

Mayor de San Marcos. Fue cofundador del

Grupo de Creación y Publicación Literaria

Sociedad Elefante y, bajo el sello editorial del

mismo nombre (Sociedad Elefante Editores)

publicó Mitsuya Nicolás y otros poemas (2002). En el año 2009 publicó Por el pequeño

sendero interior de Matsuo Basho y, en el 2013, obtuvo el primer premio en el VIII

Concurso Nacional de Poesía de la Asociación Peruano Japonesa Premio José

Watanabe Varas por el libro Se inicia un camino sin saberlo. Actualmente ejerce la

docencia en el colegio Los Reyes Rojos.

Sobre la poesía de Diego Alonso Sánchez

Su poesía se centra, desde sus inicios, en el desarrollo del estilo oriental

esencialmente japonés, aunque también con no pocas referencias chinas. Debo

mencionar que este estilo ha tenido un escaso desarrollo en la tradición poética

peruana, siendo Sánchez quizá el único poeta que, en la lírica peruana reciente, lo

practica con oficio y mérito. Su pluma plasma la sabiduría oriental en una búsqueda

por alcanzar un lenguaje propio, en el que la reflexión y la observación de la

naturaleza son elementos clave para una alcanzar poesía plena de imágenes

dirigidas al aprendizaje. Como en la mejor poesía oriental, la poesía de Sánchez hace

de la contemplación de lo que sucede en nuestro entorno el punto de ignición para

su creatividad, la que está siempre rodeada por una gran espiritualidad y

misticismo.

63
Poemas

En el templo de La luna y la sombra

Hoy es el quinto día del Quinto Mes 1. He remojado pétalos de lirio para

limpiar mis pies cansados 2 mientras observo a unos niños zarandear un

muñeco vestido de senshi 3. El río Hirose no está lejos, y aunque hoy –más

que nunca– las carpas deben estar nadando contra la corriente, yo me

consumo en pensar si ya es tiempo de emprender viaje en busca de Li Po.

Mi hermano Yoshitada diría, sin duda:

Una carpa de papel

más valerosa

en río bravo.

En su honor decido abandonar Sendai y Matsushima, para redescubrir mi

espíritu en alguna ciudad olvidada por la memoria.

Como despedida, al iniciar el viaje, cuelgo estos versos en uno de los

pilares de mi casa 4:

1 El día cinco del Quinto Mes se celebra la Fiesta de los niños (varones), el Kodomo no hi. Esta festividad está
relacionada con la pureza y la fuerza.
2 Para purificar el cuerpo se acostumbraba lavar los pies con pétalos de flores.
3 Guerrero o soldado en idioma japonés. A lo largo del libro mantendremos algunas palabras en japonés original
para no atentar en contra del estilo y el significado simbólico.
4 Era costumbre de los viajeros colgar la primera estrofa (hokku) de un haikai no renga (ocho o más estrofas que
funcionan como poemas) al iniciar un viaje. Esta es la fragmentación que da origen al haiku, como se le conoce
actualmente.

64
Hoy Kodomo no hi.

Pétalos de lirios

desatan mis pies.

La fatiga

Seis días que mi camino no me da tregua y apenas he podido descansar

escasas horas en esas cabañas que se construyen al lado de los senderos

para los viajeros. La provincia del arroz ha quedado atrás y mis sandalias

están hechas jirones. Debo apresurarme porque la naturaleza no espera.

La noche me sorprende en medio de un campo solitario; las nubes en el

cielo se han disuelto bajo la luz de la luna; entonces, me echo sobre la

hierba para reposar.

“Li Po debe estar esperándome en su mausoleo al pie de ‘La colina del

caracol’ 5, mientras yo me quejo de cansancio”.

Cierro los ojos y siento el peso del silencio sobre mi pecho. De pronto un

poema me turba entre pensamientos:

Los hombres de hoy

no contemplan la luna de antaño,

pero la luna reciente

sí alumbra a los hombres del pasado. 6

5 Esta colina, que yace frente al río Changjiang, está a siete kilómetros al sudoeste de Dangtu, y consiguió su nombre
debido a su forma de caracol. En esta colina hay una torre que fue dedicada a la memoria de Li Po. Aquí, se dice,
están escondidos los restos del poeta.
6 Poema de Li Po.

65
Abro los ojos, y de cara al cielo, me siento acompañado.

(De Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho)

Han transcurrido pocos días desde el Año Nuevo. Por las mañanas es una risa

fresca, unos pasos ligeros, un silbido el que palpita sobre la grama y los arbustos,

sobre todas las estancias de la casa. Una de aquellas tardes, el aprendiz se anima a

responder al mensaje de su maestro; con mano firme traza estas palabras:

Cuando el pez está en el océano,

el océano es infinito.

Cuando el ave está en el cielo,

el cielo es infinito.

Cada paso es una empresa arriesgada.

17

Los días de lluvia han cesado. El maestro ha decidido retirarse a las colinas. Una vez

ahí, pasa el tiempo reflexionando sobre las distancias entre el hombre y lo que ama.

Solo, sumergido en ese enmarañado paisaje, reconoce sus debilidades y es invadido

por la melancolía. Más tarde, compone unos versos imitando a los maestros chinos:

No hace mucho que nos hemos separado

y en mi puerta ya crecen hierbas silvestres.

En la espesura, seres imposibles se agitan

66
y sin descanso escucho sus desdichas.

El viento desvanece a las luciérnagas

y el frío escarcha el campo solitario.

Mis mangas de seda se humedecen

con mis lágrimas incontenibles

¡y ni el paso del tiempo detiene el río de mi pena!

27

El calor ha aumentado en los últimos días, lo que ha entusiasmado el corazón del

aprendiz. Un día, muy temprano, busca a su mentor e interrumpe atrevidamente sus

oraciones:

Mientras las cenizas se elevan al cielo

y el fuego devora con ansia animal

todo el espectro de color de esta primavera,

desde lo alto, veo cómo se consume el mundo

como si fuera una hoja de papel.

Y el viento solo puede susurrarme

una canción fantasmal,

tan indiscutible ante el desastre:

«Las moradas de los hombres

son devastadas con insignificancia

y con ellas su inútil intento de perdurar

en este universo solitario».

En el firmamento carmesí,

67
todavía reverberan los rescoldos

iluminados por mi mirada.

(De Se inicia un camino sin saberlo)

68
Nilton Santiago (Lima, 1979)

Licenciado en Derecho y Ciencias

Políticas. Poco después de la

publicación de su primer poemario, El

libro de los espejos, segundo Premio

Nacional de Poesía Premio Copé 2003

(2005), se marchó a vivir a Mallorca, España. En el 2012 obtuvo el II Premio

Internacional de Poesía Joven de la Fundación Centro de Poesía José Hierro, que

mereció la publicación en Madrid de La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad, con

el prólogo y varios grabados de Juan Carlos Mestre. Finalmente, acaba de recibir el

XXVII Premio TIFLOS de poesía por su libro El equipaje del ángel (2014) y ha quedado

finalista de la última edición del Premio Adonáis de Poesía del 2014. En la actualidad

vive y trabaja en Barcelona.

Sobre la poesía de Nilton Santiago

La poesía de Santiago ha sido para muchos, me incluyo, una novedad en el

panorama poético peruano, ello pues tras publicar su primer poemario dejó el Perú y

nada se supo de él. Su obra lírica cuenta con un gran espíritu narrativo, en el que

hace uso frecuente de referencias culturales a figuras de la música, poesía, actuación,

etc. para a partir de ellos elaborar versos que, como galerías, nos ofrecen estampas

de lo cotidiano, del mundo contemporáneo en sus vicisitudes. En su obra se delinea,

así, la geografía de una miscelánea cultural a la que Santiago observa con sarcasmo y

con coloquialidad, lo que le permite trabajar una poesía que, incluso, aborda los

aspectos más cotidianos y sencillos de la vida actual sin perder por ello el tono lírico.

69
Poemas

El tiempo es una mentira de las estrellas

hay algo mal en mí / además de la / melancolía

Charles Bukowski

Toda la noche hemos muerto lejos de casa,

durante toda la noche nos hemos suicidado —sin conseguirlo—

mirándonos al espejo,

como una iglesia en llamas,

como una resplandeciente cicatriz en los árboles de los aserraderos

o en las últimas páginas de los libros

que el tiempo ha olvidado en los hospicios y en los sanatorios.

Mirándonos al espejo, olvidando el testimonio de la luciérnaga

entre tus manos,

viendo cómo se afeitaba Armand con una herradura,

como si fuera un puñado de luz cicatrizando en las aletas de un pescado

que acaba de morir,

por los que somos murciélagos, sin saberlo, para los que agonizamos,

inquietantemente,

en la absurda máquina de arena en la que nos convertimos cuando llueve,

o cuando atardece entre las manos de los suicidas

que cierran nuestras heridas con sus cuchillos de terciopelo

(además de dar de comer al animal insomne de la soledad

y a la mariposa de hielo de la soledad

70
que cada día brota de las tibias manos de los presos políticos).

¿Sabes qué me da vergüenza Lêdo?

Que algunos dicen

que nacimos de los huevos olvidados en las peceras públicas

o que antes respirábamos por las heridas del corazón,

muy desconfiados, este sueño interior de tus manos,

esta marea dispersa que hiere y hiere,

estas gotas de mar que encontraste camino al cielo de Maceió

que tanto temo,

mientras que yo moría como un pájaro saliendo de su plumaje.

Vaya lío. No obstante, siempre supimos que nos faltaba dinero

y un poco de piel alrededor del corazón

o que nuestra sangre apenas se movía cuando hablábamos de la infancia

o de las revoluciones,

pero de esto se trata, mi querido Lêdo, la soledad.

También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma

También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma.

Venía cada noche a nuestras largas sobremesas,

porque nos conocía muy bien

como el cuchillo de eviscerar conoce el intersticio de luz

en el vientre del pescado,

también Vian conocía la teología de los peces

y de los centauros y de las bicicletas, porque fue él

quien le dejó la moneda a Rimbaud cuando se le cayó su primer diente de leche.

71
Es cierto, Boris, quién conoce su corazón está enfermo

pero también el que arroja su tristeza en la boca del pescado,

como una moneda de hielo dentro de una valija de fuego,

o los que tienen el oscuro oficio de sacrificar a los caballos heridos.

Sí Boris, tuvimos amigos y heridas y amigos heridos,

quizás ahora pueblen los jardines que crecen en esos mismos corazones

que se negaban a bombear la sangre de los que fuimos,

y sí también tuvimos padres

y un nombre que preferimos olvidar a cada instante.

Ahora que te conozco bien, ya no compartimos nada

y si nos encontramos algún día en el mercado o quizás en la parada de bus,

es casi un milagro,

eso que compartimos ahora que estamos juntos

y que ya no necesitamos el uno del otro

porque después del segundo suicido o del tercero,

es mejor acostúmbranos al oficio de sacrificar

a los pobres caballos heridos, a las rosas enfermas.

Todos los infinitos crepúsculos

Este no es un poema para impedir la salida del sol

ni otro ajuste de cuentas con los pájaros,

sino un largo minuto de silencio para reconocernos tras la lluvia,

palabras como árboles remando a la deriva en un poema de Mark Strand.

Sé que has dejado de fumar,

de culpar a la lavadora por nuestra falta de amor

por los electrodomésticos

72
pero vamos —soy cobarde— muy cobarde, como un fuego que acaba

y no quiero hacer de este poema

un encuentro con los que ya hemos dejado de ser

otra evidencia de nuestra falta de solidaridad con los peces.

Luego llegaban los lunes, pesados como una barriga a punto de dar a luz.

En ese entonces, antes de salir a trabajar, solías despedirte de mis huesos

alimentarte con lo que quedaba de mi cuerpo,

plateada e inclemente, abrías la garganta con sus paredes de terciopelo

y me comías a cucharadas,

la lluvia te alumbraba —me decías—mientras encendías el televisor y desaparecías,

como un árbol acusado de soñar con una rosa inexistente.

No, no sabías cocinar ni tenías los pechos de Jayne Mansfield

tampoco tenías televisor, no leías a nadie,

no te gustaba Bach,

es más, gran parte de ti aún espera nacer dentro de tu madre,

mientras tanto,

ella te confunde con una espiral de ceniza que nace de su ombligo,

y que jamás cesa, como una primavera encubierta.

Respecto a mí, pues eso, a veces creo, más bien,

que soy ese animal que pasa la noche en ese refugio de carne y hueso

cuya única llave no es otra que la soledad

o un disco en llamas de Dizzy Gillespie

ardiendo en todos y cada uno de nuestros infinitos crepúsculos.

(De La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad)

73
las redes de mi corazón ya no están para peces

Acabo de salir de la estación con el billete de metro entre los dedos —como si fuese

la radiografía de una nena con mariposas de metal en el estómago— hace frío y los

árboles entran lentamente en los cajeros automáticos para protegerse del invierno.

Dicen que aquí no se empadronó ningún ángel ex guerrillero, ninguna flor murió

aquí a causa de una lluvia de abejas y magnolias. Da igual, he decidido tomarme dos

segundos de respiro, olvidar que la realidad es un pájaro encerrado en un espejo, un

goteo incesante de sus plumas en el hemisferio azul del corazón. Esta mañana me he

despertado con tu nombre sobre los labios (aunque creo que el no hablarnos es el

lenguaje que mejor nos define), sonriendo como una carta recién abierta. El alba,

como un animal a medio hacer, nos ha reconocido como pájaros. Es cierto, son ellos

y no otros los que se esconden entre las costuras de la lluvia al empezar el día. Son

ellos y no otros los que descienden por las monedas de los termómetros para

traernos el recado de los hombres del tiempo. Sí, es cierto, tengo un problema con las

aves en general, las encuentro inquietantes cuando llueve y creo que, si fuese por

ellas, volarían sólo en primera clase. Sé que escriben, en silencio, partituras de miel

contra los árboles y que las flores les dan angustia porque tienen el mismo

pensamiento de los astrofísicos cuando se enamoran. Nada de esto tiene que ver con

el objeto de este poema que era —vaya tontería— describir una jaula o, quizás, llorar

como un niño por la ejecución de una lágrima, atiborrarme de cafeína y crisantemos

solitarios. Ya lo sabes, los paraguas son los habitantes más sinceros de esta ciudad en

blanco y negro. Honradas sean las lágrimas de recambio en las gasolineras de mi

corazón. Honradas las estrellas que chillan de noche cuando aún el cielo no ha fijado

sus engranajes y se parece a una ratonera para cometas y meteoritos. Ya lo sabes, no

se habita una ciudad, sino la soledad de sus gentes, ya lo sabes, un pájaro no es un

pájaro, sino un invento de la necesidad de volar sobre la jaula de tus labios. Como lo

ves, estoy hecho polvo y las redes de mi corazón ya no están para peces.

74
El ángel esporádico

Yo no soy el que tiene la mirada o el pijama color Luna

ni el que tiene un huevo lleno de mariposas de materia melancolía

en lugar de un corazón.

No desayuno bollos de nitroglicerina, ni sollozo resplandores,

tampoco soy el intersticio que separa tu sonrisa de la sonrisa de una luciérnaga

y menos la nube donde tu madre dormía antes de nacer.

No tengo televisor, no amo a nadie, no me gusta Bach,

es más gran parte de mí aún espera nacer dentro de mi madre,

mientras tanto,

ella me confunde con una espiral de ceniza que nace de su ombligo

y que jamás cesa

como una helada llamarada o como un equinoccio en la mirada de un pescado.

Para serte sincero, a veces creo más bien que mi corazón es un lastre,

una fotografía pixelada y sé que eso te conmueve a ti y a la lluvia

que nos arroja el pan de la verdad por las ventanas de las rosas metafóricas.

Es cierto, las rosas no mienten, pero allí están, reprimiendo las lágrimas de Orión

y repartiendo espinas gratuitas entre los recuerdos de los pájaros.

Ahora soy yo el cerrajero que abre tu corazón con la radiografía de mi corazón,

el taxista que escucha en la radio una conversación entre el papa y su banquero

o entre un psiquiatra y los ángeles de silicio que campan a sus anchas

en los establos de objetos perdidos.

Dejémonos de cosas, de medias naranjas,

de darnos la espalda cuando nos metemos a la cama

como dos secuaces que acaban de cometer un crimen de lesa fragilidad.

75
Es cierto, ya no hay azúcar en las lágrimas de los vendedores de seguros,

ya no hay infancia en los relojes de arena de la nostalgia,

ya no hay ángeles en la miel de los enjambres de tu mirada, pero qué más da.

Dicen que Dios hizo el mundo a puntadas y que se sacó de las costillas

siete días de rebajas,

no obstante, nada de esto ahora tiene importancia

porque también él es un pobre ángel en paro, un ex poeta reportero de guerra

que únicamente es posible en la imaginación de los caracoles.

He aquí la melancolía –me digo- he aquí el poema que no tengo que escribir

sobre ese ángel de dientes rotos que cada día me pide algo de calderilla,

el salario mínimo vital.

Pobre ángel mío, hace siglos que el cielo está cerrado por obras

y Anton Corbijn ha aprovechado el pánico para fotografiarte el corazón escarlata.

(De El equipaje del ángel)

76
Miguel Ángel Sanz (Lima, 1979)

Terminé la carrera de Literatura en la

Universidad Nacional Mayor de San

Marcos (Perú) y homologué mi título

al de Licenciado en Filología Hispánica

en la Universidad del País Vasco. Pertenecí al grupo de creación y publicación

literaria Sociedad Elefante. He publicado los poemarios La Voz de la Manada (2002),

Quién las Hojas (2007), Paciente 164 (2009), Casa Abandonada/La Casa Amarilla (2011) y

Arte Rupestre (edición electrónica). Desde el año 2004 radico en Pamplona, España.

Actualmente estudio el Grado de Psicología en la UNED.

Sobre la poesía de Miguel Ángel Sanz

Con cinco poemarios en su haber, Sanz se ha convertido en uno de los poetas

peruanos recientes más prolíficos. Su poesía fue aclamada casi desde sus inicios, por

lo que es reconocida en el medio. En su estilo podemos encontrar, a menudo, un

trabajo dedicado y minucioso con la palabra, honesto en las reflexiones y en las

imágenes que propone logrando, usualmente, una cadencia que ayuda al lector a

internarse en el contenido de cada poema. Su temática gira en torno a la familia, el y

su recuerdo o a la naturaleza, siempre apelando a una sabiduría personal para lo que

hace uso de un tono unas veces narrativo, otras irónico o con humor. Su obra es, en

efecto, una de las más regulares entre los jóvenes poetas, teniendo por costumbre

entregarnos poemarios bien ejecutados.

77
Poemas

Nada queda ya en la rama

que se parezca al verano,

nada que tan siquiera semeje el más tenue deseo.

Y aunque más allá del campo y las avenidas

tampoco existe nada,

parece inminente abandonar la copa

para perderse entre los bosques,

las ciudades,

y buscar por todos los caminos.

Es tan comprensible,

casi inevitable,

que una hoja se interne en la noche

y deambule de un lado para otro

por cualquier paraje o sendero.

Es tan necesario,

totalmente ineludible,

que encuentre cobijo debajo de un banco

y se aferre

-casi con violencia-

a otra hoja extraviada,

para alimentar juntas, con la misma ansiedad,

78
el primero de sus deseos;

porque afuera en el parque,

a sólo unos pasos,

en medio de la plaza,

un alcornoque

mira a un cerezo

como una fuente

mira a una estatua,

como un cerco

mira a una casa,

como una montaña

mira a otra montaña,

sin disgustarle siquiera,

sin complacerle tampoco,

exactamente con la misma atención que merece la niebla,

o un ligero cambio en el viento,

o un atardecer algo precoz

en un cielo, tal vez, despejado.

VI

El árbol es el sueño,

la utopía.

La hoja sobre el suelo,

bocarriba,

79
justo cerca de mi cuerpo,

es lo único real.

Infinitas veces esta hoja habrá intentado caer

bocabajo, para ovillarse como un armadillo,

para cerrarse sobre sí misma como una pequeña

esfera, como una piedra insignificante que pase

desapercibida; bocabajo, para lograr ser algo

o nada que se pierda entre la maleza, entre el pasto

seco, sin que nadie se dé cuenta de su presencia.

Porque bocabajo nadie te conoce; sólo reconocen

otra espalda, otro lomo. Bocabajo nadie sabe cuál

es la forma de tu rostro, ni si tienes los puños

cerrados, si apretas los dientes, si frotas el cemento

con la frente o con los ojos. Bocabajo pueden

ahogarse hasta los gemidos; hasta las lágrimas

pueden sorberse bocabajo.

Y esta hoja lo sabe. Y yo sé que todo este tiempo

ella ha estado retorciéndose como una tortuga,

pataleando desesperada, mostrando -para su

humillación- las estrías de su vientre a los paseantes,

a los perros, a los insectos.

Bocabajo nadie reconocería el dolor en su rostro;

hasta la muerte podría llegar y no sabría si allá abajo

es tiempo de tormentas en la frente o si el sol ilumina

un cielo despejado. Bocabajo no estaría obligada a

mirar el mundo, ni el mundo podría mirarla, totalmente

desnuda, sobre la acera.

80
El árbol no existe.

El bullicio de sus ramas

es puro rumor,

sólo mentira.

La hoja sobre el suelo,

bocarriba,

es lo único real.

Justo cerca de mi cuerpo,

apenas a un metro de mis manos,

pero sólo a unos centímetros de mi pie.

Y el impulso de posar todo mi peso

sobre su cuerpo,

para sentir el placer de oír cómo crujen,

uno por uno,

todos sus huesos,

es algo que me es imposible evitar.

Y ella lo sabe,

pero no lo entiende,

ni me perdona;

para que ello fuera posible,

tal vez le habría hecho falta

poder andar sobre dos piernas.

(De Quién las hojas)

81
Poema para ser escrito en el espejo

Ni Homero ni Dante,

ni Catulo o Safo,

ni Li Po, Tu Fu o Wang Wei,

ni Basho ni Kobayashi,

ni Góngora ni Quevedo,

ni Goethe o Blake,

ni Whitman,

ni Raimbaud,

ni Baudelaire,

ni Huidobro o Paz,

ni Lorca, ni Vallejo.

Lo sé cuando camino por la acera

y resbalo por la lluvia o el hielo,

cuando caigo bocarriba

y todas las miradas se fijan sobre mí;

lo sé cuando limpio las vitrinas,

cuando sirvo una copa,

cuando llevo la bandeja

y escucho el chasquido de los dedos,

los siseos, las llamadas;

lo sé cuando me miran con desprecio, con burla

o con encono;

cuando tomo la libreta

y apunto cada una de las órdenes

y “sí señor, ahora mismo, desde luego”;

lo sé cuando quiebro la vajilla,

82
cuando friego los platos,

cuando me corto los dedos

con los bordes de las cajas de cartón;

lo sé cuando doblo la espalda para barrer el suelo,

para recoger una por una las colillas,

las servilletas, las gomas, los caramelos;

lo sé cuando vuelvo a casa de madrugada

y camino liberado por los parques desiertos,

cuando caigo sobre la cama

como un árbol recién talado

y sueño con bandejas, con vajilla,

con familia;

lo sé cuando despierto

y en medio del sopor también lo olvido;

lo sé cuando estoy una vez más frente al espejo

y veo mi rostro casi familiar

pero más bien desconocido;

lo sé cuando tomo

como la primera vez

mi lapicero

y escribo los primeros versos

sobre mi cuaderno:

Yo soy el mejor poeta del mundo,

sólo es el mundo el que aún lo ignora.

83
Gárgola

Pido perdón

si he dedicado mi vida

a seguir el rastro de la muerte,

si a fuerza de tal devoción

he tomado su rostro

y alguna de sus costumbres.

No los condeno por odiarme,

ni por preguntarse

qué infeliz desquiciado

pudo colocarme en la corniza de un edificio.

Tampoco los condeno por huir de esta mirada

o porque prefieran el encierro

a encontrarse con mi pecho en medio de la oscuridad.

Pocos son los que se dejan envolver por mis alas;

la mayoría prefiere el infierno de sus vidas

antes de entregarse al misterio de la noche.

Sólo hay algunos desdichados

que se acogen sin amor a mi auxilio,

pequeños desesperados

incapaces de llegar a esa decisión con serenidad;

porque todos sienten el mismo odio por la vida,

pero son muy pocos los que se entregan con alegría

a la mirada de la muerte.

Yo soy uno de esos pocos;

pero ustedes no imaginan

84
la terrible condena que pesa sobre mí,

ni imaginan lo difícil

que es cargar con este cuerpo de piedra todas las

noches,

arrastrar estas enormes alas

que me pesan como dos lápidas

y desgarrar el cuerpo de algún desgraciado

que no entiende el favor que le hago.

Ustedes no saben

lo que es soñar todos los días

con el mismo milagro

(en pleno mediodía

mi cuerpo se desprende de la piedra

y cae sin límites ni barreras,

haciéndose uno con el vacío,

hasta estrellarse contra el asfalto

y desplomarse como una estatua de arena),

no saben lo que es sentir la felicidad

de cada partícula sobre el suelo,

creer que también existe un final para mí,

y luego tener que despertar en medio de las sombras

apretando el cuello de otro desdichado,

obligado a tragarme la envidia

de su muerte.

(De Paciente 164)

85
Habitación

Elegir

entre el día

y su marea de luz penetrando a través de mis sienes

o la noche

que hace saltar ladrones del armario

que acuesta cuerpos transparentes sobre mi cama

y me arranca detrás de la lengua un bolo de sangre coagulada

Elegir

entre los gritos familiares que suben por las escaleras que se cruzan como puntas

de

lanza desgajando los pechos

o la voz desconocida que se asoma por la rendija

la mano que me tapa la boca y me sumerge para ahogarnos bajo las frazadas

la sonrisa que se vuelve llanto cuando cruzo la puerta

el llanto que se vuelve carcajada que se vuelve sollozo hoyo profundo de

estómago

negro

Elijo

el abrazo que es caricia que es azote contenido

el aullido que se agota que desmaya que regresa a intervalos entre labios

crispados

que se liberan con besos

Elijo

la silla repleta

86
la cama endeudada

los cajones vacíos

el cuerpo tangible que me acompaña

mientras veo las sombras de los guerreros

que de un salto alcanzan el alféizar de la ventana

y del alféizar se arrojan por fin al abismo

(De Casa Abandonada)

87
Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986)

Autora de los poemarios: Euritmia

(2005), Una morada tras los reinos (2008)

libro ganador del Premio Poeta Joven

del Perú 2008 otorgado por el Centro

Cultural de España (Lima) y Lustra

editores, El primer asombro (2014), y de

la plaquette Hippocampus (2010, Uruguay). Ha publicado en otras lenguas: Une

demeure après les règnes (Festival International de la Poésie Trois-Rivières, 2013).

Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, chino e hindi. Ha participado

en el I Festival Internacional de Poesía de Lima (Perú), Festival Internacional de

Poesía del Lago Qinghai (China) y Festival Internacional de Poesía de Trois-Rivières

(Canadá).

Sobre la poesía de Denisse Vega Farfán

Se consolidó con un poemario que ganó, precisamente, un concurso de poesía joven.

Desde aquel momento ha realizado entregas en revistas, plaquettes y ediciones de

colección, habiendo publicado su último poemario este año. En un primer momento,

su poesía hizo uso de versos enérgicos y con una temática variada, siendo el

confesionalismo el estilo predominante. Si bien en los últimos años su poesía ha

mantenido su corte intimista, esta ha cobrado un tono mucho más reflexivo,

sosegado, intentando ganar densidad en su discurso; un tono que alude permanente

a figuras referenciales del arte occidental de los últimos siglos, el que no hace uso de

las gastadas referencias de género en sus imágenes o alegorías.

88
Poemas

el reino tiene mi señal y mi nombre

la forma de mi horca

el viento que revolotea en esos cráneos

es el silbido de mi corazón y mi náusea

ahora sé que mi madre es el sol de los calcinados

y mi padre el brasero que rearma a estos muertos

sobre la piedra más afilada de mi memoria

en este reino no hay cómo regresar

ni cómo seguir avanzando

“oh ave

insiste” ___alguien me dijo

y yo sólo fui un manojo de infalibles maldiciones

cómo salir del reino hundido

que hay en cada uno

cómo escapar a los designios de un abyecto Rey

que es uno mismo

ser amo y ciervo a la vez

víctima y asesino del mundo

por el que raudamente se destartalan nuestra fe

y nuestras botas

89
ciertamente cuando todo quede sumido

a un grano de plomo

cada Rey

ha de habitar su reino de marfiles

eternamente condenado a ver los muertos

que salieron de sus manos

en una invisible marcha de azogue

yo los he visto desde que aprendí a pronunciar terror

sin quemarme la boca

se iban en manadas como bueyes

halados por un poder que hoscamente refulgía

y tronaba la aurora

hasta el amanecer oía sus plegarias

a invidentes dioses

luego quedamos nosotros

artífices del vértigo y la soledad

si me acerco a sus restos sabré

que la vida aún canta con acento de horror

y crisantemos

si me toco es su carne la que tiembla

es su silencio inmolado el que responde

entonces nada es más injurioso que mi índice

la hedionda impiedad por uno mismo

90
la corona de moho sobre nuestras cabezas

a dónde va la balada de estos muertos

si no es a nuestros pasos

su furia a nuestros ojos

su oro y sus gualdrapas

a nuestra desnudez

el ácido de sus vísceras a la contienda

de nuestras máscaras?

por eso la ceniza relumbra

en cada materia que amamos

la miseria

donde las fábulas se yerguen azarosas

con el relevo de tus mil lenguas

tu capa tejida de moscas

tu cetro resonante de espinas

los ojos llorando hojalata

tus cientos de pies cruzándome el sueño

que murmuran puentes vencejos

amuletos bendecidos de rojo

tantos ríos de prusia y la culpa adobada a los intestinos

como una inscripción solar

qué queda de tu reino?

91
en mi piel no descansa la sirena de los muertos

no hay tierra donde encalles tu báculo

hay techos arremolinados y muelas desposeídas

que no podrán cantar su verdad

intestinos que simulan banderas bramando el sosiego

una fosa en la que crepitan nuestros ojos licuados de noche

yo he cercado la mía

mi tierra

con palabras que exhalan humo

con manos que se estrujan a sí mismas sin promesa

de malva sobre alacranes

de blanco sobre ceniza

de represa en avalancha

óyeme

no canto ni descuento piedras

no maldigo tu reino perdido

no sorbo la transpiración de cada uno de tus pasos

no te ofrendo mi ciego cordón umbilical

ni aviento cruces y anillos a tu espalda

el polvo te dobla como un cuento

que sopla sordo en las orejas

el báculo ha volado y resuena en los intersticios de una criatura

que es la muerte de la muerte

ah

92
el árbol de menta en el carnaval de huesos

las altas moradas de lo que no existe

cubiertas de raíces

niño que sales del reino perdido

con mi nuevo rostro

y cantas

(De Una morada tras los reinos)

hay una muerte que muere en ti

con los ojos abiertos

la boca burbujeante de constelaciones

y pequeños juegos de ajedrez

una dama con sombra de lagarto

una lengua natal fosilizada

una ostra donde resuena tu nombre inutilizado

sediento de ti

la certeza

es un resoplido repleto de abalorios

que alguien remata en una esquina

no le interesa a tus pies

enroscándose en una trompa

93
cantando la vida

fuera de sus túnicas

alguien te contó que naciste en un zorzal

atravesado por embudos

y siglos desventrados…

antes de inaugurar la cena una plegaria

como una hoz

contorneando tu yugular

un bramido de manatíes en el silencio

alguien te contó que la muerte bailaba

con los pechos desnudos

mientras un nuevo lenguaje era varado

como un pelícano ahogado en plomo

y tanta ceremonia

para festejar la inmundicia

con un nombre alquilado

al que sólo abrigaban las moscas

y tanto desvelo sobre las dunas

escrutando esas señales

que dejan de cantar cuando las miras

blandiendo la indigestión de las estrellas

blasfemando la luna

para…

94
“yo descendí para dejar de medir la distancia”

-dice la anguila

“yo descendí para guarecer los embriones de los hombres

que se trizaron en la tierra”

-dice el hipocampo

la paz es la carnada

que deja huir el salmón

a la diestra de tus miedos el caracol

rearma su corteza

los ahogados cierran con satisfacción

sus últimas visiones

el mar disuelve sus sales

adhiere el efluvio de sus sueños

a la casta sonoridad de las piedras

ahora puedes abrir los ojos

sentir las contracciones de ti mismo

para alumbrar lo que realmente eres

un tratado de naves

y verdes esporas

un aleteo incólume

como la primera tramoya de tu corazón

acá nada es una especie entre tantas

tu pasado es la grisácea piel del tiburón

o sus saturados jugos gástricos

95
tu hambre el zumbido

de una orca en extinción

ahora puedes abrir los ojos

imitar la ondulación de los cardúmenes

escuchar lo que insistió guardado detrás de tus orejas

y bajo tus ojeras

acá no es necesario

ponerle un nombre a cada especie

todos se llaman como tú

y tú te llamas como todos

tordo pez luna pez hombre

a dos vidas la hiena que eras

disputando un trozo de carroña

una corbata para ocultar el pudor

y las aldabas

que no son más aquí abajo

libaciones que almacena el molusco

para madurar su joya

ves a un pez globo salir detrás de un morro de liquen

sus espinas son la insurrección

el abandono a las colas

por un puesto en el banquillo de los sentenciados

su cuerpo hinchado contiene los aires

que transportan los silbos eternos

96
eres su drenado veneno

su vastedad

sus giros inciertos que rebasan la tiniebla

hasta desflorarla en una caracola

acá los enemigos parecidos a ti

han desaparecido

o aparecen convertidos

en serviles cangrejos

la estación en la que esperabas

hasta que tu cabeza amanecía despedazándose

en el hocico de algún perro

también ha desaparecido

el hipocampo desciende contigo

desierto de voces

su dinámica de impulso y dejarse reflotar

remueve lentamente las alturas

su sigilo es una romería en la que

las formas de un grito estancado

desde el nacimiento

son la principal ofrenda

por primera vez

sin manuales

ni sueños irreversibles

97
entiendes el juego

te toca

soplar el silbato

(De Hippocampus)

Una visita alejandrina

(Kavafis)

II

Vine con mis antiguos aparejos

a visitarte a tu casa en Alejandría.

Un museo en Sharm-el-Sheikh. Diez libras egipcias.

Pocos griegos hay ahora, y los jóvenes

de grandes ojos de topacio como te gustaban

confundían tu nombre.

Un retrato en saco y corbata te ocultaba bien

de los ojos del almuédano.

De Ammonis y de Endimión nadie sabía nada.

No estaba la moldura de sus cuerpos en tu cama de latón

y la mesa, donde los inmortalizaste en un libamen impoluto

rugía contenida en la luz oscura.

98
Compré una pipa para mi amigo peruano…

Para Renato

Compré una pipa para mi amigo peruano

en el Mercado de la Seda.

«Es de cuerno de yak», me dijo la dependiente.

Tiene un lomo suavísimo, discreto,

y un revestimiento de cobre en la boca del hornillo.

Ya temprano había visto su carne

delicadamente sazonada en el bufet

satisfaciendo sobresaltados comensales

―poetas trashumantes buscando el elixir

de su infatigable demonio―.

Teníamos que haberlo visto a 6000 metros de altura,

con la joroba dispuesta, peinando los desiertos del Tíbet.

Detenidos en su ojo, complacido y triste, adivinamos la vida.

Mi amigo colecciona pipas de todos sus viajes,

como si no quisiera abandonar la humareda interior

de cada comarca extraña.

Ya en casa, enciende una al azar

en la demandante hora del poema,

y se pone a laborar, sin angustia, en sus apariciones reptantes.

Quiero creer que, en la espiral de humo, volverá el yak,

99
paciente como en las estepas más frías,

para guiarlo mientras escribe, entre salvajes amenazas,

decapitadores vientos, que tan bien reconoce.

Beijing, 2013

(De El primer asombro)

100
Índice

Prólogo ………………………………………………………………………………... 3

Benggi Bedoya (Chimbote, 1986) …………………………………………………… 6

Sobre la poesía de Benggi Bedoya ………………………………………………….. 6

Poemas ………………………………………………………………………………… 7

Sin nombre ……………………………………………………………………. 7

Origen …………………………………………………………………………. 8

Dédalo …………………………………………………………………………. 9
Ícaro …………………………………………………………………………… 10

Mito …………………………………………………………………………… 11

Luis Cruz Álvarez (Lima, 1981) …………………………………………………….. 12

Sobre la poesía de Luis Cruz Álvarez ……………………………………………… 12

Poemas ………………………………………………………………………………… 13

1501 …………………………………………………………………………….. 13

London Boy conoce la realidad ……………………………………………… 14

Tres estudios para la crucifixión …………………………………………….. 15

El Rodaballo …………………………………………………………………… 16

Elsinore ………………………………………………………………………… 17

Mateo Díaz Choza (Lima, 1989) ……………………….…………………………….. 19

Sobre la poesía de Mateo Díaz Choza ………………………………………………. 19

Poemas …………………………………………………………………………………. 20

Funeral …………………………………………………………………………. 20

Microcosmos …………………………………………………………………... 21
(Todos vuelven – Vals) ………………………………………………….……. 21

APENAS DESPIERTO ………………………………………………………... 23

Cantos goliardos (canciones a María Magdalena y otros réprobos

o condenados) ……………………………………………………….… 24

joséagustín hayadelatorre (Lima, 1981) ……………………………………………... 26

Sobre la poesía de joséagustín hayadelatorre ………………………………………. 26

Poemas ………………………………………………………………………………….. 27

Obituario ……………………………………………………………………….. 27

Y mis ojos... …………………………………………………………………….. 28

Verte con los ojos… …………………………………………………………… 30

Rastros ………………………………………………………………………….. 31

Desinencias …………………………………………………………………….. 32

Myra Jara (Lima, 1987) ………………………………………………………………... 34

Sobre la poesía de Myra Jara …………………………………………………………. 34

Poemas …………………………………………………………………………….……. 35
DESPUÉS DE DISTRAERME ………………………………………………… 35

MI BOCA ……………………………………………………………………….. 35

ME INTERESAN ………………………………………………………………. 36

HAY UN VIAJE ………………………………………………………………... 36

SABES CÓMO …………………………………………………………………. 38

Mario Morquencho (Piura, 1982) ……………………………………………………. 40

Sobre la poesía de Mario Morquencho ……………………………………………... 40

Poemas …………………………………………………………………………………. 41

Cine ……………………………………………………………………………... 41

Asesinato en la calle Omicrón ………………………………………………... 41

Laberinto ……………………………………………………………………….. 43

2 …………………………………………………………………………………. 44

10 ………………………………………………………………………………... 46

Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981) …………………………………………………… 48

Sobre la poesía de Cecilia Podestá …………………………………………………... 48


Poemas …………………………………………………………………………………. 49

preguntas negligentes ………………………………………………………… 49

sirena.1947 ……………………………………………………………………... 50

Déjame cambiar tu… …………………………………………………………. 51

Dentro de la casa que… ……………………………………………………… 52

II. Jesús carga con la cruz …………………………………………………….. 53

Víctor Ruiz Velazco (Lima, 1982) …………………………………………………… 54

Sobre la poesía de Víctor Ruiz Velazco …………………………………………….. 54

Poemas ………………………………………………………………………………… 55

Acercamiento a un tema ……………………………………………………... 55

La Puerta de la Noche ………………………………………………………... 56

Ozymandias …………………………………………………………………… 57

Le coeur supplicié …………………………………………………………….. 58

Retrato de una dama …………………………………………………………. 60


Diego Alonso Sánchez (Lima, 1981) ………………………………………………… 63

Sobre la poesía de Diego Alonso Sánchez ………………………………………….. 63

Poemas ………………………………………………………………………………..... 64

2. En el templo de La luna y la sombra ……………………………………... 64

9. La fatiga ……………………………………………………………………... 65

2 ………………………………………………………………………………… 66

17 ……………………………………………………………………………….. 66

27 ……………………………………………………………………………….. 67

Nilton Santiago (Lima, 1979) ………………………………………………………… 69

Sobre la poesía de Nilton Santiago ………………………………………………….. 69

Poemas …………………………………………………………………………………. 70

El tiempo es una mentira de las estrellas …………………………………… 70

También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma …………………. 71

Todos los infinitos crepúsculos ……………………………………………… 72

las redes de mi corazón ya no están para peces ……………………………. 74

El ángel esporádico ……………………………………………………………. 75


Miguel Ángel Sanz (Lima, 1979) ……………………………………………………... 77

Sobre la poesía de Miguel Ángel Sanz ………………………………………………. 77

Poemas ………………………………………………………………………………….. 78

I ………………………………………………………………………………….. 78

VI ………………………………………………………………………………... 79

Poema para ser escrito en el espejo ………………………………………….. 82

Gárgola …………………………………………………………………………. 84

Habitación ……………………………………………………………………… 86

Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986) ………………………………………………… 88

Sobre la poesía de Denisse Vega Farfán …………………………………………….. 88

Poemas …………………………………………………………………………………. 89

el reino tiene mi señal y mi nombre ………………………………………… 89

con el relevo de tus mil lenguas ……………………………………………... 91

d ……………………………………………………………………………….... 93

Una visita alejandrina (Kavafis) …………………………………………….. 98

Compré una pipa para mi amigo peruano… …………………………….... 99


Este libro de terminó de elaborar

el día 18 de diciembre del 2014,

fecha en que el poeta y médico Luis Hernández C.

hubiera cumplido 73 años de edad.

Y en el año en que celebramos el 90 aniversario

del nacimiento del poeta y artista plástico

Jorge Eduardo Eielson (1924-2014)

y del poeta y periodista

Sebastián Salazar Bondy (1924-2014).

Así como, también, en el año en que celebramos

el 50 aniversario de la publicación

del ensayo Lima la horrible.

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