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LOS TRATADOS I

TER
ACIO
ALES SOBRE DERECHOS HUMA
OS E

MÉXICO: JERARQUÍA Y PAUTA DE I


TERPRETACIÓ
*

CAROLINA LEÓN BASTOS**

I. INTRODUCCIÓN II. EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS: LOS


TRATADOS INTERNACIONALES EN ESTA MATERIA III. JERARQUÍA DE LOS TRATADOS
INTERNACIONALES EN MÉXICO IV. JERARQUÍA DE LOS INSTRUMENTOS SOBRE DERECHOS
HUMANOS EN MÉXICO V. TRATADOS Y RESOLUCIONES INTERNACIONALES COMO PAUTA
OBLIGATORIA PARA LA INTERPRETACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES. VI. MÁS
PROTECCIÓN PARA LOS DERECHOS HUMANOS DE TRATADOS INTERNACIONALES VII.
CONCLUSIONES

I. INTRODUCCIÓN

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos pasó a ocupar un lugar


preponderante después de la Segunda Guerra Mundial. A partir de allí surgen una serie
instrumentos internacionales avocados a la protección de estos derechos. Si bien el régimen
es básicamente igual que el de los tratados internacionales comunes, es necesario reconocer
que los documentos que tratan sobre derechos humanos, gozan de ciertas particularidades
que los hacen substancialmente distintos.
México a través del tiempo ha sido renuente a aceptar la normativa internacional,
con justa razón, podríamos decir inclusive, por la historia que ha tenido. A pesar de ello si
analizamos la jurisprudencia, fallos y sentencias de los principales tribunales mexicanos,
encontramos una importante referencia a este tipo de documentos.
Ciertamente en la jerga mexicana, al igual que en la mayoría de los países
latinoamericanos; los conceptos de derechos humanos, derechos fundamentales y garantías
individuales, a los cuales luego se les agregó “y sociales”; han sido utilizados como
sinónimos, esto ha hecho que se confunda el significado correcto de cada uno de ellos.
Para este trabajo, tomando como base a Pérez Luño1, manejaremos el término
derechos humanos como aquellas necesidades humanas, basadas en la igualdad, libertad,
solidaridad y seguridad, que a través de la historia han sido reconocidas a nivel
internacional en distintos documentos o resoluciones. Por su parte los derechos
fundamentales los entenderemos como aquellos derechos humanos que se encuentran
reconocidos en el ordenamiento jurídico de un Estado, sin la condición de que estén
necesariamente en la Constitución Política de éste.
Estos últimos derechos al encontrarse dentro de un sistema jurídico, reflejan la
historia, cultura, tradiciones y espíritu de un pueblo, por lo cual la interpretación que se

* Este documento se publicó en el libro: León, Carolina y Wong, Víctor Alejandro (coords.), Teoría de la
Constitución. Estudios en Homenaje a Jorge Carpizo en Madrid, Porrúa, México, 2010.
** Doctora en Derecho y Especialista en Derechos Humanos por la Universidad Complutense de Madrid.
Profesora investigadora y Directora del Centro de Investigación Jurídica del Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey, Campus Chihuahua.
1
Pérez Luño, Antonio, Los derechos fundamentales, octava edición, Tecnos, 2004, p. 44.
1
haga de ellos podrá ser muy distinta de otras, en Estados diferentes. Lo anterior parece
lógico y aceptable, no obstante es necesario que estos derechos fundamentales tengan la
misma esencia, aunque no la misma magnitud, en todas partes. Sin ahondar en el tema de la
universalidad, que ya hemos tratado en otros escritos, podemos afirmar que los documentos
internacionales sobre derechos humanos marcan una pauta de obligada utilización para los
intérpretes de los derechos fundamentales insertos en los ordenamientos nacionales. El
reconocimiento o no que se haga de ellos corresponde ciertamente al mismo Estado, sin
embargo una buena interpretación de un derecho fundamental, no puede carecer de la guía
de estos instrumentos.
En el presente estudio se examinarán algunas de estas tesis para entender cómo los
tribunales mexicanos han ido avanzando en la utilización de estos instrumentos, a la hora
de realizar la exégesis de un derecho fundamental, y la protección que se le otorga a los
mismos. Igualmente trataremos de establecer el lugar jerárquico que les otorga la
jurisdicción mexicana a los tratados internacionales sobre derechos humanos a través de sus
resoluciones.

II. EL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS: LOS TRATADOS


INTERNACIONALES EN ESTA MATERIA

La idea de difundir los derechos humanos alrededor del mundo, hizo ver la
necesidad de crear un derecho especial que tuviera como uno de sus ejes la
internacionalización de estos derechos. A partir de allí entidades especialistas en la materia,
principalmente la Organización de Naciones Unidas decide, por medio de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948, hacer respetar estos derechos a nivel
mundial.
Así, al ser estos derechos reconocidos en el ámbito internacional y en el nacional,
los Estados se encuentran en una postura de respeto obligatorio, que se deberá establecer en
sus propias legislaciones.
La positivación de los derechos humanos en el derecho internacional tuvo también
causas sociales, sin embargo, mientras que este proceso de los derechos del ciudadano en la
Declaración Francesa de 1789, había sido en su tiempo el resultado del progreso social, la
irrupción de los derechos humanos en la escena internacional fue consecuencia de
fenómenos sociales que de ninguna manera podían considerarse como positivos. "La
despiadada y masiva destrucción de individuos y grupos en los Estados fascistas, el
desprecio que se evidenciaba por el ser humano y el agudo deterioro de las relaciones entre
el Estado y el hombre fueron factores que ayudaron a que se intentara desde entonces
elevar los derechos humanos a la categoría de leyes internacionales y conseguir una cierta
protección de dichos derechos"2
Otros acontecimientos importantes que ayudaron a la adopción oficial de medidas
tendentes a asegurar la protección internacional de los derechos humanos, fue la gran
cantidad de atrocidades cometidas contra la humanidad durante la Segunda Guerra
Mundial, si bien es cierto, la normativa respecto de estos derechos, se empieza a observar

2
Imre, Szabo, “Fundamentos históricos de los derechos humanos y desarrollos posteriores”, AA.VV., Las
Dimensiones internacionales de los Derechos Humanos, Volumen I, Serval, Barcelona, 1984, p. 50.
2
desde finales del siglo XIX y principios del XX; a partir de la Segunda Guerra Mundial,
esta necesidad se evidenció con una mayor claridad.
Es importante mencionar que las declaraciones sobre derechos humanos, encuentran
su fundamento jurídico, en fuentes del Derecho Internacional que les permiten, tanto su
obligatoriedad, como su superioridad. Es decir, es necesario que se tenga claro que los
derechos humanos no pierden su vigencia, las generaciones de derechos no van
desplazando a la anterior, sino fortaleciendo e incrementado su protección, por lo cual son
jurídicamente exigibles por todas las personas, indistintamente de la nacionalidad que
posean.
Precisamente por la importancia que revisten los documentos internacionales sobre
derechos humanos, se les considera como normas superiores, y estarían por encima de los
tratados comunes y las costumbres internacionales, los cuales no pueden derogarlas ni
restringirlas, sino sólo complementarlas y hacerlas efectivas.
Todo esto se une entonces en un conjunto de normas jurídicas y de principios
fundamentales que son justamente el derecho internacional de los derechos humanos, que
se consolidan como consecuencia de la limitación de la soberanía de los gobiernos, a favor
de los derechos de la humanidad. Por ello, el reconocimiento de los Estados sobre lo que
significan los derechos del hombre es hoy en día una obligación internacional que deben
asumir.
Si bien es cierto el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, (en adelante
DIDH) nace del Derecho Internacional, también lo es que el primero posee
particularidades que lo separan de éste, la principal es la posibilidad de que el ser humano
reclame per se ante los órganos metanacionales, aquí el hombre es sujeto de derecho,
mientras que en el Derecho Internacional Común solo los Estados tienen esa facultad.3
El Sistema de Protección internacional de los Derechos Humanos se ve como una
conquista del hombre frente al Estado, se ha ido desarrollando lentamente, por lo tanto una
de sus características es la progresividad. En un principio, los instrumentos eran únicamente
declaraciones, hoy existe gran cantidad de tratados al respecto, y encontramos diversos
organismos de todo tipo encargados de velar por estos derechos.
Aún así, el Estado sigue siendo el responsable esencial de la protección de los
Derechos Humanos, sin embargo, muchas veces esto no es suficiente y, muchas otras es el
Estado mismo quien se convierte en el principal infractor. “Ciertamente, es difícil afirmar
que en algún país del mundo no se violan o se han violado –de una u otra manera- los
Derechos Humanos; lo patológico es que estas violaciones lleguen a constituirse en una
actuación deliberada, consentida, o institucionalizada- lo que sería aún peor- dentro de la
realidad estatal. Está bien perfeccionar al máximo el sistema internacional de protección de
los Derechos Humanos- para estar preparados con una normativa eficaz y capaz de
combatir las violaciones-, pero sería deseable que no fuera necesario aplicar las
disposiciones del sistema.”4
La protección internacional de estos derechos debe ser responsabilidad de todos los
Estados, y no quedar al arbitrio de los ordenamientos internos puesto que si las

3
Hitters, Juan Carlos, Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Tomo I, Buenos Aires, Ediar S.A,
Argentina, 1991, p. 172.
4
Valverde, Ricardo, Los Derechos Humanos, EUNED, San José, 1992, p. 137.
3
declaraciones de derechos humanos quedaran sujetas a la voluntad de los Estados, éstas y
los derechos que ellas amparan perderían su razón de ser.
Si seguimos la teoría de que los derechos humanos están por encima del Estado y su
soberanía, no podemos considerar que se violenta el principio de no-intervención cuando se
ponen en movimiento los mecanismos organizados por la comunidad internacional para su
promoción y protección. Sin embargo es preciso aclarar, que si los derechos humanos están
por encima de todos las demás fuentes del derecho interno, no lo están los tratados, como
meros instrumentos internacionales.
Es importante detenernos en este punto y precisar que no es lo mismo el transporte
que lo transportado. En este sentido debemos diferenciar los derechos humanos del
instrumento que los llevan a introducirse en la normativa de un Estado, así la magnitud de
protección concedida al derecho, que debe ser la máxima posible, no tendría que
relacionarse con la jerarquía que a estos instrumentos les otorga el Estado receptor.
En este orden de ideas, los derechos humanos son irreversibles en el sentido de que
una vez que un determinado derecho ha sido formalmente reconocido como inherente a la
persona, queda definitiva e irrevocablemente integrado a la categoría de aquellos derechos
cuya inviolabilidad debe ser respetada y garantizada. 5
El respeto a los derechos humanos implica que la actuación de los órganos del
Estado no puede traspasar los límites que le señalan estos derechos, como atributos
inherentes a la dignidad de la persona y superiores al poder del Estado. Así compartimos
con Nikken que “La garantía de los derechos humanos […] impone al Estado el deber de
asegurar la efectividad de estos derechos con todos los medios a su alcance; implica que
existan medios para asegurar la reparación de los daños causados, así como para investigar
seriamente los hechos cuando ello sea preciso para establecer la verdad, identificar a los
culpables y aplicarles las sanciones pertinentes”6.
El principal conflicto que se presenta al enfrentar el sistema internacional con el
interno, es el de la independencia que tiene cada uno de ellos y también a la prioridad o
prelación que les corresponde.
Lo que se debe de tener claro es que las normas transnacionales no pretenden
reemplazar a las domésticas, que siguen siendo la plataforma principal de protección y de
promoción de las prerrogativas del hombre; por ello, el derecho internacional viene a
complementar al doméstico, es decir a cubrir sus vacíos. De este modo, el juez nacional se
convierte en sí mismo en un mecanismo de garantía7 utilizando el ordenamiento interno al
máximo, y tomando en cuenta la protección internacional.
La introducción del DIDH en los ordenamientos internos, obedece principalmente al
modelo dualista o monista que cada país sostenga en su Carta Constitucional. El modelo

5
Aún así, se dan ciertos casos de denuncia de Convenios de derechos humanos, como por ejemplo Trinidad y
Tobago quien notificó la denuncia de la Convención Americana de Derechos Humanos el 26 de mayo de
1998, aduciendo básicamente incompatibilidades con la pena muerte, prohibida por este tratado internacional,
en su artículo 5.
6
Nikken, Pedro, “Fundamentos del concepto y evolución de los derechos humanos. Universalidad e
interdependencia”, en Seminario sobre Derechos Humanos, Instituto Interamericano de Derechos Humanos,
San José, Costa Rica, 30 de mayo- 1 de junio 1997, p. 43.
7
Así, Del Toro Huerta, Mauricio Iván, “La apertura constitucional al derecho internacional de los derechos
humanos en la era de la mundialización y sus consecuencias en la práctica judicial”, Boletín Mexicano de
Derecho Comparado, nueva serie, año XXXVIII, núm. 112, enero-abril, 2005, p. 335.
4
dualista entiende que el derecho internacional no se puede imponer directamente en los
países, sin una previa adecuación o incorporación por parte del sistema interno, por lo tanto
hay una dicotomía entre ambos derechos. De esta manera se hace necesario un acto de
“novación”8 que correspondería efectivamente en una nueva norma jurídica que daría paso
al derecho internacional.
Por otra parte, los monistas se basan en que los preceptos internacionales pueden ser
utilizados por los países, sin ninguna adaptación interna, no se requiere por tanto, ninguna
transformación para darle fuerza obligatoria al derecho internacional, precisamente este
modelo es el que encontramos en México,9 una vez que un instrumento internacional es
aprobado por los canales establecidos, éste entra directamente a regir dentro del
ordenamiento.
El conflicto sobre la pertenencia de una materia al derecho interno o al derecho
internacional se resuelve de distintas formas, aunque existen materias que actualmente son
dominio exclusivo de cada Estado y ni siquiera el Derecho Internacional puede tratar de
regular, sin embargo, cuando entramos en el tema de los Derechos Humanos, la materia se
convierte realmente en una preocupación internacional y pareciera que el principio de
dominio exclusivo se excluye en estos casos, puesto que los derechos humanos no son
derechos convencionales ni voluntarios de los Estado.10
No obstante, tratándose de derechos humanos cuando existan normas de derecho
interno y normas de derecho internacional que regulen un mismo caso, lo correcto es
aplicar la norma que más favorece al ser humano. “Si la ley interna de un Estado ofrece
mayores garantías y derechos al ser humano que las que ofrece una convención o tratado
internacional, debe aplicarse, respecto del Estado Parte, la ley del orden jurídico interno por
encima del tratado o el convenio internacional, aunque en general, el tratado internacional
tenga una vigencia y una autoridad superior a las leyes”11
Cuando se habla de tratados sobre derechos humanos, se presenta el debate en
cuanto a los derechos mínimos que revisten estos instrumentos, esto quiere decir que tienen
dos sentidos: primero que en ellos sólo se incluyen los derechos humanos, fundamentales
para toda persona, y segundo que las “fórmulas normativas tienen el detalle mínimo
descriptivo de esos derechos y de su contenido, con elasticidad y generalidad lexicales para
facilitar la ratificación y adhesión de los Estados, de modo que el derecho interno de éstos
no tropiece con barreras demasiado rígidas y disponga de suficiente margen reglamentario

8
Travieso, Juan Antonio, Derechos Humanos y Derecho Internacional, Heliasta, Argentina, 1990, p. 69.
9
En México ha prevalecido siempre la posición monista con primacía del derecho interno, es decir, en caso
de alguna controversia entre ambas normas, la que predomina es la normativa interna.
10
Bidart Campos comenta al respecto que: “…tiene como destinatarios a los hombres –beneficiarios de los
derechos que el derecho internacional reconoce y regula- “dentro” de sus propios ordenamientos internos
estatales, es decir, en “sus” Estados de pertenencia, pero aun así la estatalidad del derecho, monopolizada por
el Estado –y el positivismo voluntarista que allí se creyó ver por parte de los positivistas- ha quedado
horadada. Por el orificio de ventilación se ha oxigenado el mundo jurídico-político tanto como la filosofía y la
ciencia del derecho, recibiendo un hálito (¿iusnaturalista?) propicio para desencadenar el fundamento de los
derechos de sus ataduras con el derecho estatal, en que muchos quisieron amarrarlos”. Bidart Campos,
Germán, Teoría General de los Derechos Humanos, Astrea, Buenos Aires, 1991, p. 417.
11
Piza Rocafort, Rodolfo y Gerardo, Trejos, Derecho Internacional de los Derechos Humanos: la
Convención Americana, San José, Costa Rica, Juricentro, 1989, p. 113.
5
interno, compatible con la aludida apertura de las disposiciones normativas
internacionales.” 12
Antonio Cançado explica que la columna vertebral del sistema universal de los
derechos humanos ha sido, precisamente los tratados sobre este tema. Estos instrumentos
deben ser examinados en sus efectos en el derecho interno, puesto que no es posible
concebir la ratificación de un tratado de derechos humanos, privándolo al mismo tiempo de
efectos directos en su derecho interno.
“La libre aceptación por los Estados de obligaciones convencionales internacionales
de protección de los derechos humanos se manifiesta, v.g., en el momento de la ratificación
de los tratados que incorporan tales obligaciones, [...] un Estado Parte no puede alegar o
invocar supuestas dificultades de orden interno o constitucional para intentar justificar el
no-cumplimiento de obligaciones internacionales” 13
Respecto de lo anterior, México ha establecido, que precisamente en cuanto a
derechos humanos, queda prohibida la celebración de convenios que alteren las garantías y
derechos establecidos por la Constitución, entendiendo por alteración, la disminución o
restricción del normal desarrollo de los derechos; por lo que concluimos que todo aquel que
acreciente los derechos fundamentales, no tendrá ningún problema en entrar a formar parte
del ordenamiento jurídico mexicano.14
Cuando un tratado sobre derechos humanos ha sido incorporado al Derecho Interno,
obliga a todos, “inclusive a los legisladores, pudiéndose, pues, presumir el cumplimiento de
las obligaciones convencionales de protección por parte del Poder Legislativo (al igual que
de los Poderes Ejecutivo y Judicial). En materia de derechos humanos, esto implica la
obligación de adecuar el derecho interno a la normativa internacional de protección (sea
reglamentando los tratados para asegurarles eficacia en el derecho interno, sea alterando las
leyes nacionales para armonizarlas con las disposiciones convencionales
internacionales).”15
La diferencia que presentan estos instrumentos internacionales, con los tratados de
derecho internacional común, es evidente, en primera instancia porque la meta de los
tratados tradicionales es perseguir un intercambio recíproco de beneficios y ventajas, se
busca la correlación entre los derechos y los deberes entre las partes, incluso la terminación
del tratado, por el incumplimiento de las obligaciones derivadas de un tratado lo
encontramos en el artículo 60 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados.16
Ahora bien, cuando se refiere a un tratado sobre derechos humanos, no se puede
considerar como objeto o fin el equilibrio de intereses entre los Estados, puesto que lo que

12
Así, Cancado Trindade, Antonio, “ Desafíos de la protección internacional de los derechos humanos al final
del Siglo XX”, en Seminario sobre Derechos Humanos, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San
José, Costa Rica, 30 de mayo- 1 de junio 1997, p. 112. En el mismo sentido Bidart Campos, Germán, op.cit.,
p. 428.
13
Ibídem, p. 103.
14
Art. 15 de la Constitución Mexicana: “No se autoriza la celebración de tratados para la extradición de reos
políticos, ni para la de aquellos delincuentes del orden común que hayan tenido en el país donde cometieron el
delito, la condición de esclavos; ni de convenios o tratados en virtud de los que se alteren las garantías y
derechos establecidos por esta Constitución para el hombre y el ciudadano.”
15
Canacado Trindade, Antonio, op. cit., p. 108.
16
En este sentido, Dulitzki, Ariel, “La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales
locales: un estudio comparado”, en Abregú, Martín (comp.), La aplicación de los tratados sobre derechos
humanos por los tribunales locales, Editores del Puerto, Argentina, 2004, p. 35.
6
persiguen es el establecimiento de un orden público común a las partes, que no es
precisamente para los Estados como tales, sino más bien para los individuos. Así lo ha
dispuesto la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuando ha expresado que “los
tratados concernientes a esta materia están orientados, más que a establecer un equilibrio de
intereses entre Estados, a garantizar el goce de derechos y libertades del ser humano”17
Igualmente en otra opinión consultiva se declaró “La Corte debe enfatizar, sin
embargo, que los tratados modernos sobre derechos humanos, en general y en particular, la
Convención Americana, no son tratados multilaterales del tipo tradicional, concluidos en
función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados
contratantes. Su objeto y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres
humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como
frente a los otros Estados contratantes. Así, los Estados se someten a un orden legal dentro
del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros
Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción”18 Por esto el cumplimiento de las
obligaciones contraídas en la convención requiere la participación de órganos internos de
los Estados, los cuales son llamados a aplicar las normas internacionales.19
La inaplicabilidad del principio de reciprocidad, lo observamos claramente, cuando
un Estado incumple una norma de un tratado internacional, en lugar de permitir la
terminación o suspensión del mismo, se establece que los demás Estados presenten
denuncias ante los órganos de protección indicados.20
Así, los miembros de la comunidad internacional han asumido los derechos
humanos como un contenido primordial del bien común general, de este modo el hombre se
convierte directamente en un sujeto de derecho internacional, antes ausente de este
escenario.21
En este sentido, los tratados referentes a derechos humanos tienen un contenido que
apunta a una garantía mínima, como lo hemos mencionado, cuyo desarrollo progresivo casi
siempre se prevé, y al no estar restringidos por la contraposición del interés de los
signatarios, no rige el principio de reciprocidad entre los derechos y obligaciones
contraídas. “En tal tipo de instrumentos el destinatario es el ser humano, y los Estados no
tienen un interés propio, ya que apuntan a mantener las prerrogativas del hombre. Por otra
parte la mayoría de ellos crea para los gobiernos obligaciones erga omnes [...]”.22
Es importante en este punto el tema de la interpretación de los tratados sobre
derechos humanos. Se conoce que los tratados comunes son regidos estrictamente por la
Convención de Viena sobre el Derechos de los Tratados, sin embargo, los tratados sobre
derechos humanos tienen ciertas peculiaridades, como ya lo hemos apuntado.

17
Corte Interamericana de Derechos Humanos, OC-1/81.
18
Corte Interamericana de Derechos Humanos Opinión Consultiva 2/82, del 24/9/82, sentencia también
analizada por Vega, Juan Carlos y Otros, Jerarquía Constitucional de los tratados internacionales, Astrea,
Buenos Aires, 1996, pp. 32-33.
19
Con una postura interesante sobre este punto, López Hurtado, Carlos, “¿Un régimen especial para los
tratados de derechos humanos dentro del derecho internacional?”, Anuario Mexicano de Derecho
Internacional, vol. I, 2001, pp. 281.
20
Así, Dulitzki, Ariel, op. cit., p. 38.
21
En este sentido, Bidart Campos, Germán, op. cit., pp. 416-417.
22
Así, Hitters, Juan Carlos, Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Tomo II, Ediar, Buenos Aires,
Argentina, 1993, p. 185.
7
Si bien es cierto que al igual que los tradicionales, éstos deben ser interpretados de
buena fe, como lo establece la Convención de Viena23, también deben ser tomados en
cuenta el objeto y el fin de los instrumentos de derechos humanos. Se parte entonces del
hecho de que estos tratados deben ser desarrollados según el método de interpretación
humanitario, el cual “apunta en definitiva a extraer de ellos justamente los principios que
favorezcan al hombre como destinatario último de los mismos”24
También se debe tomar en cuenta que conforme se desarrolla el DIDH, así también
debe de ajustarse la interpretación y aplicación de los tratados, en este sentido, se entraría
en una interpretación evolutiva, esto significa que estos tratados deben evaluarse con base
en las valoraciones imperantes a la época de su utilización.
Es por lo anterior que los órganos judiciales de derechos humanos, subrayan la
necesidad de interpretar las cláusulas de los tratados en esta materia, de manera que se
resguarde la operación del tratado y la efectiva protección que aquél brinda, pero además,
es imperante que se le dé a los términos del tratado el significado comúnmente aceptado en
la actualidad, y no en el momento en el que se redactó dicho documento, esto para que las
normas allí establecidas estén en permanente evolución, y el tratado sea realmente un
instrumento vivo.25
También se establecen las normas del ius cogens como interpretativas siguiendo al
artículo 53 de la Convención de Viena “es nulo todo tratado que, en el momento de su
celebración, esté en oposición con una norma imperativa de Derecho Internacional general
[...] una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su
conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que solo puede ser modificada
por una norma ulterior de Derecho Internacional general que tenga el mismo carácter”.
Algunos ejemplos de este tipo de normas son las que se refieren a la prevención y
represión del genocidio, la prohibición de uso de la fuerza, de la piratería, de toma de
rehenes, etc.26
Ahora bien, la interpretación que se haga de los tratados internacionales, queda
establecido en los ordenamientos jurídicos de cada Estado, no obstante, el simple uso, o la
utilización obligatoria del tratado internacional como instrumento de interpretación, para
los derechos fundamentales internos, no queda tan clara. Por lo menos en México no se ha
establecido la obligatoriedad explícita en este tema, así como tampoco ha quedado
estipulado explícitamente el lugar que se le ha de dar a los tratados sobre derechos humanos
dentro del ordenamiento mexicano.

III. JERARQUÍA DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES EN MÉXICO

El establecimiento de la jerarquía de fuentes en el derecho mexicano ha estado


marcado, principalmente por tres momentos en los cuales, la Suprema Corte, ha establecido
parámetros con respecto de este tema.
23
”Un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los
términos del tratado con el contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto fin”, Convención de Viena sobre
el Derecho de los Tratados. Art. 31.1.
24
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC 2/82.
25
Ver en ese sentido a López Hurtado, Carlos, op. cit., p. 278.
26
Con un estudio al respecto, Hitters, Juan Carlos, Tomo II, op. cit., p. 190.
8
El primero de ellos fue la tesis P.C/92, publicada en la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación, Número 60, correspondiente a diciembre de 1992, página 27:

“LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES, TIENEN LA MISMA


JERARQUÍA NORMATIVA. De conformidad con el artículo 133 de la Constitución, tanto
las leyes que emanen de ella como los tratados internacionales, celebrados por el
Ejecutivo Federal, aprobados por el Senado de la República y que estén de acuerdo con la
misma, ocupan, ambos, el rango inmediatamente inferior a la Constitución en la
jerarquía de las normas del orden jurídico mexicano. Ahora bien, teniendo la misma
jerarquía el tratado internacional, no puede ser criterio para determinar la constitucionalidad de
una ley ni viceversa. Por ello, la Ley de las Cámaras de Comercio y de la Industria no puede
ser considerada como inconstitucional por contrariar lo dispuesto en un tratado internacional
[...]”

El problema aquí resultaba del conflicto entre una ley federal y un tratado
internacional cuando éstos decían lo contrario sobre un tema, la única solución viable era
escoger la ley posterior ante la ley anterior, sin embargo en el caso de preferirse una ley
federal, se estaría violentando el pacta sunt servanda.
Posteriormente en el año 1999, encontramos la tesis P. LXXVII/9927 a raíz del
amparo en revisión 1475/98, donde coloca por encima de las leyes federales a los tratados
internacionales, así la tesis establece que los:

“TRATADOS INTERNACIONALES SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA


DE LAS LEYES FEDERALES Y EN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL.
Persistentemente en la doctrina se ha formulado la interrogante respecto a la jerarquía de
normas en nuestro derecho. Existe unanimidad respecto de que la Constitución Federal es la
forma fundamental y que aunque en principio la expresión “…serán la Ley Suprema de toda la
Unión…” parece indicar que no sólo la Carta Magna es la suprema, la objeción es superada por
el hecho de que las leyes deben emanar de la Constitución y ser aprobadas por un órgano
constituido, como lo es el Congreso de la Unión y de que los tratados deben estar de acuerdo
con la Ley Fundamental, lo que claramente indica que sólo la Constitución es la Ley Suprema.
El problema respecto a la jerarquía de las demás normas del sistema, ha encontrado en la
jurisprudencia y en la doctrina distintas soluciones, entre las que se destacan: supremacía del
derecho federal frente al local y misma jerarquía de los dos, en sus variantes lisa y llana, y con
la existencia de “Leyes Constitucionales”, y la de que será ley suprema la que sea calificada de
de constitucional.
o obstante, esta Suprema Corte de Justicia considera que los tratados
internacionales se encuentran en un segundo plano inmediatamente debajo de la Ley
Fundamental y por encima del derecho federal y local. Esta interpretación del artículo 133
constitucional, deriva de que estos compromisos internacionales son asumidos por el Estado
mexicano en su conjunto y comprometen a todas sus autoridades frente a la comunidad
internacional; por ello se explica que el Constituyente haya facultado al presidente de la
República a suscribir los tratados internacionales en su calidad de jefe de Estado y, de la misma
manera, el Senado interviene como representante de de la voluntad de las entidades federativas
y, por medio de su ratificación, obliga a sus autoridades… Esta tesis abandona el criterio
sustentado en la tesis PC/92, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación

27
Novena época, instancia: Pleno, fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo: X,
noviembre de 1999.
9
Número 60, Octava Época, diciembre de 1992, página 27, de rubro: LEYES FEDERALES Y
TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA” 28

El argumento principal de esta tesis fue básicamente que México tenía compromisos
adquiridos con la comunidad internacional y que era necesario cumplirlos.
En opinión de Jorge Carpizo, esta resolución es correcta y extrae los siguientes
puntos a saber: a) los tratados se encuentran situados inmediatamente debajo de la
Constitución y por encima de la ley federal y local; b) la Corte acepta la existencia de las
leyes constitucionales para llegar a la conclusión de que en México no existe la jerarquía
entre la ley federal y la local; c) se respeta el sentido de varios artículos constitucionales,
como el 124, que establece la regla general de la división de competencias entre Federación
y entidades federativas; d) el tratado internacional al igual que la ley constitucional son
normas de la unidad del Estado federal y no de ninguno de los dos órdenes que integran a
ese Estado federal: la Federación y las entidades federativas; e) la Corte acepta las tesis de

28
Esta resolución dio pie para que cualquier ley federal, que violentara lo dispuesto en tratados
internacionales, pudiera ser declarada sin efecto, así la resolución II. 1°. P. 137 P, Tomo XXI, mayo de 2005,
del Primer tribunal colegiado en materia penal del segundo circuito, que estipula lo siguiente: “TRATADOS
I1TER1ACIO1ALES. LA 1ORMA PROGRAMÁTICA PREVISTA E1 LA FRACCIÓ1 III, I1CISO B) DEL
ARTÍCULO 128 DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIE1TOS PE1ALES, ES CO1TRARIA AL
ARTÍCULO 8.2 DE LA CO1VE1CIÓ1 AMERICA1A DE DERECHOS HUMA1OS. Acorde con lo dispuesto
por el artículo 133 constitucional, los tratados internacionales suscritos por el Ejecutivo Federal, de
conformidad con la fracción X del artículo 89 de la Constitución General de la República y ratificados por el
Senado, que no la contravengan, forman parte del derecho vigente mexicano, por lo que su observancia
obliga a todas las autoridades en los términos pactados, salvo las reservas que en el propio instrumento se
hubiesen realizado; por ende, es factible que una disposición ordinaria pueda ser declarada contraria a un
tratado internacional firmado y ratificado por los Estados Unidos Mexicanos, si sus postulados contravienen
a los contenidos sustanciales del instrumento internacional, cuya jerarquía se ubica en un plano superior a la
legislación ordinaria, como lo es la norma programática que subyace en la fracción III, inciso b) del numeral
128 del Código Federal de Procedimientos Penales, que es contraria al artículo 8.2 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.” Inclusive también normativa proveniente de las diferentes entidades
federativas, como por ejemplo la resolución: IX. 2°. 17 A, Tomo XVIII, noviembre de 2003, del Segundo
Tribunal Colegiado del Noveno circuito, que establece que “SEGURIDAD PÚBLICA. EL ARTÍCULO 51 DE
LA LEY RELATIVA DEL ESTADO DE SA1 LUIS POTOSÍ, QUE ESTABLECE QUE EL PROCEDIMIE1TO
A1TE LA COMISIÓ1 DE HO1OR Y JUSTICIA SE DESARROLLARÁ SI1 ABOGADOS PATRO1OS,
ASESORES O APODERADOS, VIOLA LA GARA1TÍA DE AUDIE1CIA …mientras que el artículo 8o. de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos adoptada en la ciudad de San José de Costa Rica el
veintidós de noviembre de mil novecientos sesenta y nueve, publicada en el Diario Oficial de la Federación
de siete de mayo de mil novecientos ochenta y uno, establece como garantías judiciales mínimas a favor de
toda persona contar con una defensa proporcionada por un asesor, es inconcuso que ese derecho no puede
ser restringido por los ordenamientos legales secundarios, federales o locales, pues de acuerdo con el
artículo 133 de la Constitución Federal, debe respetarse el principio de supremacía conforme al cual los
tratados internacionales se encuentran jerárquicamente por encima de las leyes federales y locales, por lo
que éstas deben ajustarse a las disposiciones de aquéllos; consecuentemente, si el artículo 51 de la Ley de
Seguridad Pública del Estado dispone que en el procedimiento seguido ante las Comisiones de Honor y
Justicia, la audiencia de ley se desarrollará sin abogados patronos, asesores o apoderados de las partes, y es
precisamente en esa audiencia en donde el gobernado debe dar contestación a los hechos que se le atribuyen,
contrarreplicar los argumentos de la autoridad, ofrecer las pruebas de su intención, y en cuya fase
igualmente su contraparte ofrecerá sus pruebas y la referida comisión procede a la recepción de los medios
de convicción, es incuestionable que se transgrede la garantía de audiencia del gobernado al no permitírsele
contar con una adecuada defensa de sus intereses, toda vez que se le impide que en el desarrollo de dicha
audiencia cuente con un abogado patrono, asesor o apoderado[…]”.
10
Mario de la Cueva y Jorge Carpizo sobre la jerarquía de las normas en el orden jurídico
mexicano.29
Vallarta Plata, agrega además dos cambios importantes derivados de esta tesis, en
primer término que los tratados internacionales son vinculantes para las entidades
federativas, por lo que no pueden sustraerse de su observancia y en segundo término, que
los tratados internacionales y los principios de derecho internacional reconocidos, amplían
el espectro interno de los derechos fundamentales. 30
En 2007, surge otro documento importante con base en el amparo en revisión
120/200231, cuando el tribunal en pleno, expuso la siguiente tesis al respecto de la jerarquía,
cuando existe conflicto entre tratados internacionales y leyes constitucionales:

“Acuerdo del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, correspondiente al


día trece de febrero de dos mil siete.
La naturaleza de los tratados internacionales está definida por el propio derecho internacional,
lo cual significa que, entre otras cosas, en su interpretación y aplicación el Estado Mexicano se
sujeta a la normatividad internacional, so pena de que, de no hacerlo así, incurriría en
responsabilidad internacional. De esta manera, en caso de presentarse una controversia
entre lo previsto por el tratado y las demás normas jurídicas que integran el sistema, el
Doctor Carpizo señala: ‘que no puede existir conflicto entre los tratados y las leyes
federales ordinarias, ya que los tratados son superiores a éstas y si existe contradicción
entre estas dos clases de normas hay que aplicar los tratados por ser de jerarquía
superior a la legislación federal ordinaria.”

Finalmente el tribunal concluye diciendo lo siguiente:

“[…] a partir de la interpretación sistemática del artículo 133 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, armonizada con los principios de Derecho Internacional dispersos
en el mismo ordenamiento, así como con las reglas y premisas de esta rama del derecho, se
advierte la existencia de un orden jurídico nacional o “Ley Suprema de la Unión”, que se
integra con la Constitución, los tratados internacionales y las leyes generales, en el cual,
los tratados se ubican jerárquicamente por encima de las leyes generales y federales, en
tanto el Estado Mexicano, al celebrar éstos, de conformidad con lo dispuesto en la Convención
de Viena Sobre el Derecho de los Tratados entre los Estados y Organizaciones Internacionales
o entre Organizaciones Internacionales y atendiendo al principio fundamental de derecho
internacional consuetudinario “pacta sunt servanda”, contrae libremente obligaciones frente a
otros Estados que no pueden ser desconocidas con base en normas de derecho interno y cuyo
incumplimiento supone una responsabilidad de carácter internacional.”

La tesis de referencia era la siguiente:

SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y LEY SUPREMA DE LA UNIÓN.


INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133 CONSTITUCIONAL.
A partir de la interpretación del precepto citado, si aceptamos que las Leyes del Congreso de la
Unión a las que aquél se refiere corresponden, no a las leyes federales sino a aquellas que
inciden en todos los órdenes jurídicos parciales que integran al Estado Mexicano y cuya

29
Carpizo Macgregor, Jorge, Temas Constitucionales, 2° ed., Porrúa-UNAM, México, 2003, pp. 440-441.
30
Vallarta Plata, José Guillermo, La Corte Interamericana de justicia y los derechos humanos en México,
Porrúa, México, 2003, p. 155.
31
El asunto que trataba este amparo era la prevalencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
frente a las leyes arancelarias.
11
emisión deriva de cláusulas constitucionales que constriñen al legislador para dictarlas, el
principio de "supremacía constitucional" implícito en el texto del artículo en cita claramente se
traduce en que la Constitución General de la República, las leyes generales del Congreso de la
Unión y los tratados internacionales que estén de acuerdo con ella, constituyen la "Ley
Suprema de la Unión", esto es, conforman un orden jurídico superior, de carácter nacional,
en el cual la Constitución se ubica en la cúspide y, por debajo de ella los tratados
internacionales y las leyes generales.”

Esta tesis P.VIII/2007, tomo XXV de abril 200732 concluyó con mayoría de seis
votos, los demás ministros expusieron votos particulares sobre el tema.33
En ese momento, todavía los tratados internacionales seguían ocupando un segundo
lugar junto con las leyes generales, sin embargo, ese mismo mes, el Pleno de la Corte
ratificó la anterior postura con otra resolución, en la cual estableció que también las leyes
generales están situadas por debajo de los tratados internacionales, así:

“TRATADOS INTERNACIONALES. SON PARTE INTEGRANTE DE LA LEY SUPREMA


DE LA UNIÓN Y SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES
GENERALES, FEDERALES Y LOCALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133
CONSTITUCIONAL.
“La interpretación sistemática del artículo 133 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos permite identificar la existencia de un orden jurídico superior, de carácter
nacional, integrado por la Constitución Federal, los tratados internacionales y las leyes
generales. Asimismo, a partir de dicha interpretación, armonizada con los principios de
derecho internacional dispersos en el texto constitucional, así como con las normas y premisas
fundamentales de esa rama del derecho, se concluye que los tratados internacionales se
ubican jerárquicamente abajo de la Constitución Federal y por encima de las leyes
generales, federales y locales, en la medida en que el Estado Mexicano al suscribirlos, de
conformidad con lo dispuesto en la Convención de Viena Sobre el Derecho de los Tratados
entre los Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales y,
además, atendiendo al principio fundamental de derecho internacional consuetudinario "pacta
sunt servanda", contrae libremente obligaciones frente a la comunidad internacional que no
pueden ser desconocidas invocando normas de derecho interno y cuyo incumplimiento supone,
por lo demás, una responsabilidad de carácter internacional.”34

En síntesis podemos afirmar, que en este momento, los tratados internacionales


generales, se encuentran jerárquicamente, inmediatamente debajo de la Constitución
mexicana y por encima de leyes generales, federales y estatales.

IV. JERARQUÍA DE LOS INSTRUMENTOS SOBRE DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO

32
Una crítica a esta tesis la encontramos en Becerra Ramírez, Manuel, “Comentarios sobre la tesis P.IX/2007
y P.VIII/2007 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de 2007, respecto de la jerarquía de los tratados
en el orden jurídico mexicano”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, vol. VIII, 2008.
33
Los votos disidentes de esta resolución fueron los de los ministros: Disidentes: José Ramón Cossío Díaz,
Margarita Beatriz Luna Ramos, José Fernando Franco González Salas, José de Jesús Gudiño Pelayo y Juan N.
Silva Meza. Ponente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Secretarios: Andrea Zambrana Castañeda, Rafael
Coello Cetina, Malkah Nobigrot Kleinman y Maura A. Sanabria Martínez. Un análisis detallado del voto
disidente del ministro José Ramón Cossío en: Cossío Díaz, José Ramón, “Jerarquía, división competencial en
relación con los tratados internacionales de derecho mexicano”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional,
op. cit.
34
Tesis: P.IX/2007, Tomo XXV, ABRIL 2007
12
En el apartado anterior se comentó la jerarquía de cualquier tipo de tratado
internacional, sin profundizar en la naturaleza de los mismos, no obstante, cuando
encontramos tratados internacionales sobre derechos humanos, la categoría de los mismos
hace que éstos cobren relevancia, precisamente porque tratan asuntos de la dignidad de las
personas.35 En este sentido, la Corte no se ha referido con abundamiento, por lo que en
primera instancia deberíamos asumir, por ejemplo, que el trato que se le da a un
instrumento internacional relacionado con cuestiones comerciales, es el mismo que a un
documento internacional referente a la prohibición de la tortura en las cárceles.
Por otra parte, cuando la Suprema Corte expuso los argumentos para modificar la
jerarquía de los tratados internacionales, colocándolos por encima de leyes generales,
federales y locales, lo hizo manifestando la importancia de cumplir con los compromisos
internacionales que ha adquirido, y porque “se deben atender las condiciones económicas,
políticas y sociales que priman en el mundo globalizado y que, a su vez, resultan
determinantes para la inserción de México contemporáneo en éste…”36 Consideramos que
sí es necesario este respeto a las normas internacionales, y el interés porque México se
adecúe, en lo que le beneficie, a las corrientes internacionales. Pero más que eso, es
imperante cuando se trata de derechos fundamentales, que la protección de los derechos
humanos se dé en las dos partes, en la nacional y la internacional y que haya una correcta
correlación entre estos dos ámbitos.
La jerarquía de los tratados internacionales sobre derechos humanos, separadamente
de los instrumentos generales, ha cobrado relevancia en los últimos años principalmente en
Latinoamérica, incluso hasta el punto de colocarlos por encima de la propia Constitución
Política del Estado, ejemplos de esto los encontramos en países como Guatemala,
Nicaragua, Colombia, Brasil y Chile entre otros.37
Así, la Constitución de Guatemala, reconoce una supraconstitucionalidad de los
tratados internacionales sobre derechos humanos, en el artículo 46 de la siguiente manera:
“Se establece el principio general de que en materia de derechos humanos los tratados y
convenciones aceptados y ratificados por Guatemala tiene preeminencia sobre el Derecho
Interno”.
Por su parte, la Constitución Colombiana de 1991 en su artículo 93 determina que
los tratados de derechos humanos ratificados por Colombia “prevalecen en el orden
interno” y que los derechos constitucionalmente consagrados serán interpretados de
conformidad con los derechos humanos ratificados por Colombia.
En países como Nicaragua, Brasil, Chile o Costa Rica, la Constitución menciona la
importancia de este tipo de tratados, aunque no reconoce una supraconstitucionalidad
35
El ministro José Ramón Cossío, comenta en las conclusiones del voto disidente, de la tesis anterior, que su
postura referente al desacuerdo con la resolución de la Corte, “que las consideraciones expresadas en este
voto podrían no aplicarse en casos de instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, los
cuales tienen ciertas características materiales propias que podrían, en relación con elementos constitucionales
diversos a los analizados, ser objeto de un tratamiento diverso al de los instrumentos internacionales en otras
materias…” Cossío Díaz, José Ramón, “Jerarquía, división competencial en relación con los tratados
internacionales en derecho mexicano”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, op.cit., p. 880.
36
Encontramos un análisis de este punto en Cossío Díaz, op. cit., p. 878.
37
En este sentido, Ayala Corao, Carlos, “La Jerarquía constitucional de los tratados relativos a derechos
humanos y sus consecuencias”, AA.VV., Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Memoria del VII
Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, coordinador Ricardo Méndez Silva, UNAM, México,
2002, pp. 41-49.
13
expresa de estos instrumentos sobre las leyes constitucionales; de esta manera, el artículo
46 de la Constitución de Nicaragua; artículo 4 párrafo 2 de la Constitución de Brasil de
1988; artículo 5 párrafo 2 de la Constitución de Chile. Es decir, la superioridad del tratado,
respecto a la Constitución, se logra, no por una norma expresa en su texto, sino por decisión
de sus operadores. 38
En este sentido, si se presentara un conflicto entre la Constitución y el tratado,
prevalecería el Tratado internacional, lo que resulta ciertamente arriesgado.
La Constitución Mexicana, no menciona nada al respecto de este punto, puesto que
no alude en su articulado los instrumentos internacionales sobre derechos humanos
específicamente39. El artículo 133 de este texto fundamental, solo comenta la jerarquía de
los tratados internacionales en general.
Es interesante, en este orden de ideas, la última parte del artículo 15 constitucional,
el cual reza: “no se autoriza la celebración de… convenios o tratados en virtud de los que se
alteren las garantías y derechos establecidos por esta Constitución para el hombre y el
ciudadano”. Si tomamos en cuenta que “alteración” se refiere a algo negativo, podríamos
interpretar, a contrario sensu, que los que posean aspectos positivos, sí pueden ser
celebrados sin ningún problema, como hemos apuntado anteriormente.
Pero este artículo no puede ser tomado como una cláusula de apertura a los derechos
humanos en general, puesto que se está refiriendo únicamente a la celebración o no de
instrumentos. En la Constitución Mexicana no encontramos este tipo de normas como las

38
Artículo 46 Constitución de Nicaragua: “En el territorio nacional toda persona goza de la protección estatal
y del reconocimiento de los derechos inherentes a la persona humana, del irrestricto respeto, promoción y
protección de los derechos humanos, y de la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos; en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, en el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas y en la Convención Americana de Derechos
Humanos de la Organización de Estados Americanos”. Artículo 4, inciso 2 de la Constitución de Brasil: “La
República Federativa de Brasil se rige en su relaciones internacionales por los siguientes principios... 2.
prevalencia de los derechos humanos. Artículo 5, párrafo segundo de la Constitución de Chile: “El ejercicio
de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta
Constitución, así como los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. En
Costa Rica el artículo 48, reza de la siguiente manera: “Toda persona tiene derecho al recurso de hábeas
corpus para garantizar su libertad e integridad personales, y al recurso de amparo para mantener o restablecer
el goce de los otros derechos consagrados en esta Constitución, así como de los de carácter fundamental
establecidos en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, aplicables en la República. Ambos
recursos serán de competencia de la Sala indicada en el artículo 10.” A partir de allí la Sala Constitucional ha
establecido por medio de jurisprudencia que los tratados internacionales sobre derechos humanos están por
encima de la Constitución Política si éstos otorgan más derechos que la propia Constitución. Sobre el tema,
ver también a Carpizo Macgregor, Jorge, op. cit., pp. 442-443, y Brewer-Carías, Allan, “La aplicación de los
tratados internacionales sobre derechos humanos en el orden interno de los países de América Latina”,
Revista IIDH, N° 46, julio-diciembre 2007, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José, Costa
Rica, 2007, pp. 220-223.
39
La Constitución mexicana menciona a los tratados internacionales en general en sus artículos: 15; 18; 76, I;
89, X; 94; 104, I; 105, II b,c,g; 107, VII a, y 133.
14
indicadas en otras constituciones latinoamericanas, o tales como el artículo 10.2 de la
Constitución Española40, o el 16 constitucional de Portugal,41 en Europa.
Por otra parte, es indudable que existe una posición preferente en cuanto a los
instrumentos sobre derechos humanos, sobre los tratados internacionales comunes. Así ha
quedado demostrado en la siguiente tesis del cuarto tribunal colegiado en materia
administrativa del primer circuito (P. LXXVII/99):

“Puede darse el caso de convenios internacionales que amplíen las garantías individuales y
sociales y que por no estar dentro de las normas constitucionales no podrán ser aplicadas en
nuestro derecho. En este caso conviene analizar las características de la norma internacional
que se pretende aplicar y en función de ella atender a la finalidad de las disposiciones
constitucionales de que se trata. En el ejemplo, es evidente que si el tratado obliga a ampliar
la esfera de libertades de los gobernados o compromete al Estado a realizar determinadas
acciones en beneficio de grupos humanos tradicionalmente débiles, deben considerarse
como constitucionales. Situación diversa de la que, por el contrario, merme la esfera de
protección que la Constitución da per se a los gobernados”

Esta tesis establece un imperativo muy importante, puesto que coloca a los tratados
internacionales que amplían los derechos humanos, a la misma altura que la Constitución,
es decir, de cierta manera constitucionaliza estos instrumentos.
Caballero Ochoa, comenta sobre esto que “se otorga de manera indirecta una
relevancia constitucional a los tratados sobre derechos humanos, en el sentido de que
establece que un instrumento que amplíe los derechos es necesariamente constitucional […]
y se sustenta en la propia naturaleza de los instrumentos y en una ampliación de la propia
norma constitucional” 42
En varias tesis de los Tribunales Colegiados de Circuito43 se ha reiterado que los
tratados internacionales que se refieran a derechos fundamentales estipulados en la
Constitución, tienen preferencia expresa sobre cualquier otra ley. 44
Sin embargo, la siguiente resolución, confirma la tendencia a darle a los tratados
internacionales sobre derechos humanos, una jerarquía constitucional, así:

40
Art. 10.2: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución
reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y
acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.”
41
Artículo 16: “Extensión de los derechos. 1. Los derechos fundamentales consagrados en la Constitución no
excluyen cualesquiera otros que resulten de las leyes y de las normas aplicables de derecho internacional. 2.
Los preceptos constitucionales y legales relativos a los derechos fundamentales deberán ser interpretados e
integrados en armonía con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.”
42
Caballero Ochoa, Jose Luis, La incorporación de los tratados internacionales sobre derechos humanos en
España y México, Porrúa, México, 2009, pp. 297-300
43
Tesis I.4 A. 440 A, tomo XX, septiembre 2004 del Cuarto tribunal colegiado en materia administrativa del
primer circuito, entre otras.
44
Entre otras: “TRATADOS INTERNACIONALES. SU APLICACIÓN CUANDO AMPLÍAN Y
REGLAMENTAN DERECHOS FUNDAMENTALES. Conforme al artículo 133 constitucional, la propia
Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo
con la misma, celebrados y que se celebren por el presidente de la República con aprobación del senado, serán
la ley suprema de toda la Unión. Ahora bien, cuando los tratados internacionales reglamentan y amplían los
derechos fundamentales tutelados por la carta magna, deben aplicarse sobre las leyes federales que no lo
hacen , máxime cuando otras leyes también federales, los complementan” Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, XX, Tribunales Colegiados de Circuito, Novena Época, septiembre de 2004, p. 1896.
15
“La interpretación gramatical puede llevarse al extremo de considerar que sólo lo que
se encuentre dentro de los límites expresos de la Constitución podrán ser aceptadas como
normas del Derecho Internacional vigentes en México. Puede darse el caso de convenios
internacionales que amplíen las garantías individuales o sociales y que por no estar dentro de
las normas constitucionales no podrían ser aplicadas a nuestro derecho. En este caso, conviene
analizar las características de la norma internacional que se pretende aplicar y en función de
ella atender a la finalidad de las disposiciones constitucionales de que se trata. En el ejemplo,
es evidente que si el tratado obliga a ampliar la esfera de libertades de los gobernados o
compromete al Estado a realizar determinadas acciones en beneficio de grupos humanos
tradicionalmente débiles, deben considerarse como constitucionales”

Vallarta coincide con lo que hemos comentado y afirma además que los tratados en
materia de derechos humanos, están al nivel de la Constitución y son complementarios al
régimen interno de protección de tales derechos, sin necesidad de que se reforme la
Constitución.45
Posteriormente, en el amparo en revisión 120/2002, Pleno de 13 de febrero de 2007,
en el considerando segundo, la Corte confirma estos planteamientos puesto que considera
que:

“[…] En condiciones relatadas, es posible concluir que, en términos del artículo 133
constitucional, los tratados internacionales, al ser parte de la Ley Suprema de toda la Unión, se
ubican jerárquicamente por encima de las leyes federales y por otra parte, atendiendo a las
consideraciones de derecho internacional que serán desarrolladas a continuación, también por
encima de las leyes generales; en el entendido de que esta Suprema Corte no se ha referido a
derechos humanos, caso en el cual, pudiera aceptarse que la jerarquía de éstos
corresponda a la de la Constitución federal misma, al concebirse dichos instrumentos
internacionales como una extensión de lo previsto por ésta […]”

Es evidente que la Corte intenta darles una jerarquía constitucional a los tratados
internacionales sobre derechos humanos. La importancia que reviste ese tipo de
instrumentos, hace necesario que su tratamiento sea distinto al proporcionado a los tratados
internacionales comunes.46 El contenido de estos primeros documentos engloba aspectos

45
Vallarta Plata, José Guillermo, op.cit., p. 155. El autor se basa en el documento transcrito, de la Suprema
Corte, el cual interpretó el fallo de 11 de mayo de 1999, el artículo 133 constitucional, al reconocer del
amparo en revisión 1475/98 interpuesto por el Sindicato Nacional de Controladores de tránsito aéreo.
46
Es interesante acotar en este punto que los tribunales mexicanos, han especificado, sin embargo que: “El
argumento de que los tratados sobre derechos humanos, dada su naturaleza, ameritan un tratamiento
especial o diverso, no puede aceptarse al extremo de romper y desconocer, por otro lado, la naturaleza
misma de todo pacto, tratado o convención internacional, que es la de surgir, no por obligación impositiva en
planos de imperio y subordinación, sino sobre la base de igualdad de los miembros de la comunidad
internacional y el respeto a la voluntad de aceptar los términos en que cada Estado conviene en
comprometerse; de manera que si en la mencionada convención, también denominada "Pacto de San José",
no se advierte el establecimiento de carácter obligatorio del acatamiento al contenido de las
recomendaciones de la comisión formada y, por ende, no puede decirse que exista la aceptación por parte de
los Estados que lo subscribieron respecto de reconocer un carácter vinculante que no tiene; es por demás
evidente que los aludidos términos del compromiso por parte de los Estados, y alcances y efectos de éste, no
pueden ignorarse o pretender rebasarse bajo el argumento diferenciador de la materia del tratado, puesto
que toda convención o acuerdo internacional, independientemente de la materia sobre la que verse, parte del
principio del respeto a la normatividad establecida en el contexto del derecho internacional, en pro del
reconocimiento a la igualdad y libre voluntad de los Estados miembros de la comunidad de las naciones, que
16
esenciales de la protección de la dignidad humana, lo que hace imposible que pueden
colocarse en un plano de igualdad con tratados que tocan temas generales.
La tendencia a colocar estos instrumentos en un plano jerárquico de igualdad con la
Constitución, puede considerarse adecuado, y ciertamente cuando nos referimos a la
protección que merecen los derechos humanos, es ineludible otorgarle el mismo rango que
se les proporciona a los derechos fundamentales incluidos en la Constitución mexicana. Es
una necesidad y una obligación.
No obstante es menester ser cuidadosos en la cuestión de jerarquías, si fuéramos un
poco más minuciosos, podríamos observar que es un poco arriesgado colocar a los tratados
internacionales al nivel constitucional, esto por cuanto, el tratado en sí es un instrumento de
derecho internacional, y al colocarlo junto a la Constitución, podría generar problemas tan
complejos como el de la soberanía de los Estados. Sin embargo, hemos de entender, que los
tratados internacionales, en general son aprobados y ratificados por el Poder Ejecutivo y el
Senado, y que esa ratificación corrobora que el tratado no contradice la Constitución, por lo
cual no debería de existir ningún problema en ese sentido.47
Ahora bien, en lo que sí insistimos es que los derechos contenidos en ese
documento, reciban un tratamiento igual al que reciben los derechos que están dentro de la
Constitución; esto más que una posibilidad, consideramos que es una obligación de los
intérpretes constitucionales. Aún más cuando estos derechos vienen a ampliar los
fundamentales establecidos por el ordenamiento.
En este sentido, podríamos preguntarnos qué pasaría si en algún caso, los tratados
internacionales sobre derechos humanos tienen normas que amplían el derecho fundamental
o una interpretación más desarrollada que la propia Constitución. ¿Se elegiría el tratado
internacional sobre la norma constitucional? En nuestra opinión, no estaría generando
problema alguno, sino otorgando mayores beneficios a la persona, sin desmerecer la
importancia que tiene la Constitución. Podemos incluso agregar que se estaría utilizando la
norma constitucional, ampliada por el tratado, lo cual, de ninguna forma coloca a este
instrumento sobre la primera. Así lo constatamos en la citada resolución inmediata anterior.
Por otra parte nos podemos encontrar con un caso en el cual, el derecho humano no
se encuentre dentro de la Constitución. Siguiendo la tesis anterior ¿los derechos del tratado
internacional sobre derechos humanos entran directamente en el ordenamiento y se
convierten en constitucionales? Consideramos, sin crear un conflicto de rangos, que

son hoy por hoy la máxima expresión de representación de un conglomerado social; de manera que la
observación a la normatividad y legalidad establecidas, aun en ese contexto, es sin duda también un derecho
de todo integrante de la humanidad.” Tesis II. 2°. P. 77 P, Tomo XVIII, julio 2003, del segundo tribunal
colegiado en materia penal del segundo circuito. Esta resolución, respalda la renuencia del Estado mexicano a
cumplir con la mayoría de las recomendaciones realizadas por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos.
47
Relacionado con la conclusión anterior, y en otro orden de ideas, el artículo 105, apartado II, inciso G, le
otorga la facultad a la Comisión Nacional de Derechos Humanos de interponer acciones de
inconstitucionalidad en contra de tratados internacionales, cuando estos últimos vulneren los derechos
fundamentales consagrados en la Constitución. No obstante la norma explícita anterior, la Suprema Corte de
Justicia en resolución del 5 marzo de 2010, decidió quitarle a la Comisión dicha facultad, en una
interpretación constitucional muy debatida, puesto que se trata de una mutación en contra de una norma
constitucional. Habrá que seguir la continuidad de esta resolución para comprender por qué la Corte realiza
una interpretación en contra de la letra textual de la Constitución.
17
efectivamente la protección que se le debe otorgar a estos derechos, debe ser la misma que
los derechos insertos en la Constitución.
En este punto ya no estamos hablando de jerarquías o niveles para proteger la
soberanía estatal, sino de un tema que trasciende esta discusión, porque es evidente que no
revestiría de importancia la soberanía de un Estado, si éste no respeta y protege los
derechos humanos de sus habitantes.48

V. TRATADOS Y RESOLUCIONES INTERNACIONALES SOBRE DERECHOS HUMANOS COMO


PAUTA OBLIGATORIA PARA LA INTERPRETACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES

La interpretación constitucional es una función de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, así lo ha reiterado la misma en varias ocasiones49, por ende, es el máximo
intérprete de los derechos fundamentales en México.
En este orden de ideas, los jueces de la Constitución deben instaurar también, una
cultura de los derechos fundamentales50, pero además tienen un papel fundamental en la
armonización del derecho internacional con el derecho interno, principalmente para evitar
discrepancias y conflictos, por ello este intérprete tiene que tomar en consideración siempre
los textos universales sobre derechos humanos como parámetro básico.51

48
Nos remitimos en este punto al artículo 16 de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de
1789, el cual reza: “Toda la sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegurada ni la separación
de poderes establecida, no tiene Constitución”.
49
Un ejemplo de ello es la jurisprudencia: P./J. 93/2006 que reza de la siguiente manera:
“CO1TRADICCIÓ1 DE TESIS. PUEDE CO1FIGURARSE AU1QUE U1O DE LOS CRITERIOS
CO1TE1DIE1TES SEA IMPLÍCITO, SIEMPRE QUE SU SE1TIDO PUEDA DEDUCIRSE
I1DUBITABLEME1TE DE LAS CIRCU1STA1CIAS PARTICULARES DEL CASO.
De lo dispuesto en los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, 192, 197 y 197-A de la Ley de Amparo, se desprende que con la resolución de las contradicciones
de tesis se busca acabar con la inseguridad jurídica que provoca la divergencia de criterios entre órganos
jurisdiccionales terminales al resolver sobre un mismo tema jurídico, mediante el establecimiento de una
jurisprudencia emitida por la Suprema Corte de Justicia de la 1ación que unifique el criterio que debe
observarse en lo subsecuente para la solución de asuntos similares a los que motivaron la denuncia
respectiva, para lo cual es indispensable que supere las discrepancias existentes no sólo entre criterios
expresos, sino también cuando alguno de ellos sea implícito, siempre que pueda deducirse de manera clara e
indubitable de las circunstancias particulares del caso, pues de estimarse que en este último supuesto no
puede configurarse la contradicción de criterios, seguirían resolviéndose de forma diferente y sin
justificación alguna, negocios jurídicos en los que se examinen cuestiones esencialmente iguales, que es
precisamente lo que el Órgano Reformador de la Constitución pretendió remediar con la instauración del
citado procedimiento, sin que obste el desconocimiento de las consideraciones que sirvieron de sustento al
órgano jurisdiccional contendiente para adoptar el criterio tácito, ya que corresponde a la Suprema Corte
de Justicia de la ación, como máximo intérprete de la Constitución Federal, fijar la jurisprudencia que
debe prevalecer con base en las consideraciones que estime pertinentes, las cuales pueden o no coincidir
con las expresadas en las ejecutorias a las que se atribuye la contraposición.”
50
Así, Rolla Giancarlo, Derechos Fundamentales, Estado Democrático y Justicia Constitucional, UNAM,
México, 2002, p. 159: “… los jueces constitucionales cumplen una función cívica, de educación para la
democracia: puede ser correcto hablar del papel didáctico de las cortes constitucionales, consistente en su
capacidad de instaurar la cultura de los derechos fundamentales, de hacer perceptible ante la opinión pública
el significado y el valor de las disposiciones constitucionales en materia de derechos.”
51
En este sentido consultar a Häberle en la estructuración de la “sociedad abierta de los intérpretes de los
derechos fundamentales…” Häberte Peter, El Estado Constitucional, UNAM, México, 2003, pp. 163-164.
18
En este sentido, los tratados internacionales ratificados por el Estado Mexicano, son
una fuente necesaria en esta tarea, de este modo, al ser una norma interna desempeñan un
papel preponderante dentro del ordenamiento, así: “el abogado lo debe hacer valer y el juez
lo debe aplicar en sus resoluciones”.52
El intérprete de los derechos fundamentales no sólo debe estar abierto al proceso de
“recepción”, como lo ha llamado Häberle53, de parte externa, sino también a una exégesis
conforme a los derechos establecidos en instrumentos internacionales, para que exista un
equilibrio real y congruente entre lo dictado por los entes nacionales y los internacionales.
Ahora bien, la correlación del Estado constitucional democrático, con los
lineamientos internacionales sobre derechos humanos es no sólo necesaria, sino además una
responsabilidad estatal. El juez cobra una mayor importancia, puesto que desempeñan una
misión fundamental de garantía y control de los poderes públicos.54
Es necesario apuntar que los jueces tienen una responsabilidad muy grande, puesto
que se comprometen a resolver manteniendo en todo caso el contenido esencial de los
derechos fundamentales, pero a la vez ampliando el derecho en medida de lo posible, al
utilizar el principio pro homine como guía de interpretación. Aunado a este compromiso,
como lo hemos comentado, funcionan como mecanismos de garantía, ya que se convierten
en operadores primarios, “en tanto que la protección internacional se configura como una
protección complementaria que no sustituye a la nacional sino que ambas se presentan
como parte de una compleja maquinaria de garantía de derechos en una sociedad abierta y
global”55
En este sentido, Häberle hace énfasis que en el Estado Constitucional, el intérprete
de los derechos fundamentales “tiene que tomar en consideración siempre los textos
universales regionales sobre derechos humanos. La apertura de los contenidos y las
dimensiones de los derechos fundamentales “hacia afuera” es consecuencia de la evolución
hacia el “Estado constitucional cooperativo”. De este modo surge una “comunidad de
interpretación de los derechos fundamentales”. O bien: la sociedad abierta de los
intérpretes de los derechos fundamentales se hace internacional, y se diferencia, inclusive
de acuerdo con las convenciones regionales de derechos humanos (como la CEDH y la CE)
y la afinidad del a cultura, por ejemplo, en los espacios europeo, latinoamericano o
africano.”56
Lo anterior evidencia que la tarea de este intérprete especial, se complica, toda vez
que los términos suelen utilizarse, en muchos casos para crear situaciones subjetivas, y la
emotividad que estos conceptos tienen, permite fácilmente una distorsión. El hecho de dotar
de significado a los derechos fundamentales, exige coherencia, para lo cual es necesario

52
Carpizo Macgregor, Jorge, op. cit., p. 437.
53
Häberle Peter, “Elementos teóricos de un modelo general de recepción jurídica”, Derecho y
Constitucionalismo ante el tercer milenio, Pérez Luño (coord.), Marcial Pons, Madrid, 1996, p. 156.
54
“Asimismo, en tanto agentes del Estado, los jueces nacionales son la pieza clave en la aplicación de la regla
de previo agotamiento de los recursos internos al ser los encargados de conocer y remediar cualquier
violación a los derechos humanos reconocidos en el ámbito internacional antes de que un caso se presente
ante una instancia internacional; en ese sentido, los jueces son en gran medida los operadores primarios del
principio de subsidiariedad propio del Derecho Internacional de los Derechos Humanos”. Del Toro Huerta,
Mauricio Iván, op. cit., p. 330
55
Ibídem, p. 335
56
Häberle, Peter, El Estado Constitucional, op. cit., pp. 163-164.
19
tener una visión sistemática del Derecho. Por otro lado la apertura que cada sistema jurídico
le dé al derecho internacional, viene a complicar la labor.
Ya no sólo porque seguramente surgirá una ampliación del derecho, sino porque
probablemente se encontrarán derechos que no están insertos explícitamente, en el
ordenamiento jurídico. En este caso se ampliaría no el derecho, sino el catálogo de los
derechos fundamentales del Estado.
Por lo anterior, los catálogos constitucionales de derechos, no pueden ser estáticos,
puesto que evolucionan según las nuevas exigencias de las personas. La interpretación con
base en los tratados internacionales evidencia esta apertura a nuevos y necesarios
derechos.57
Ahora bien, a través de distintas resoluciones se ha establecido la necesidad de la
utilización de los tratados internacionales como parámetro interpretativo, esto ha quedado
asentado por medio de jurisprudencia en el pleno de la Corte en su tesis P./J.88/2000, tomo
XII, septiembre de 2000:

“JURISPRUDENCIA. SU TRANSCRIPCIÓN POR LOS ÓRGANOS JURISDICCIONALES


EN SUS RESOLUCIONES, PUEDE SER APTA PARA FUNDARLAS Y MOTIVARLAS, A
CONDICIÓN DE QUE SE DEMUESTRE SU APLICACIÓN AL CASO.
Las tesis jurisprudenciales emitidas por la Suprema Corte de Justicia de la
ación,
funcionando en Pleno o en Salas, y las que dictan los Tribunales Colegiados de Circuito,
dentro de sus respectivas competencias, son el resultado de la interpretación de las
normas de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como de los
tratados internacionales, leyes federales, locales y disposiciones reglamentarias y, al
mismo tiempo constituyen normas de carácter positivo obligatorias para los tribunales
judiciales o jurisdiccionales, en términos de lo dispuesto en los artículos 192 y 193 de la Ley de
Amparo, y 177 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Sin embargo, como el
artículo 16 constitucional obliga a toda autoridad a fundar y motivar sus resoluciones, debe
estimarse que la sola transcripción de las tesis jurisprudenciales no es suficiente para cumplir
con la exigencia constitucional, sino que es necesario que el órgano jurisdiccional asiente las
consideraciones lógicas que demuestren, cuando menos, su aplicabilidad al caso concreto
independientemente de que, de ser necesario, el juzgador complemente la aplicación de los
criterios jurisprudenciales en que se apoye, con razonamientos adicionales que aseguren el
cumplimiento de la referida garantía constitucional.”

Más claro lo encontramos en la siguiente tesis del cuarto tribunal colegiado en


materia administrativa del primer circuito, donde se evidencia un mandamiento al juez de
utilizar la Convención Americana de Derechos Humanos:

“SENTENCIAS DEL TRIBUNAL DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO DEL


DISTRITO FEDERAL. EN CASO DE UN INDEBIDO CUMPLIMIENTO, LA INSTANCIA
QUE CONOZCA DE ESE RECLAMO DEBE REALIZAR UNA INTERPRETACIÓN
CONFORME A LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, A FIN DE RESTITUIR AL
PARTICULAR EN EL GOCE DE LOS DERECHOS QUE LE FUERON AFECTADOS O
DESCONOCIDOS.
De los artículos 79, 80 y 82 de la Ley del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del
Distrito Federal se advierte que las Salas de ese órgano al pronunciar sus sentencias, aun
cuando no necesitan formulismo alguno, deben solucionar la litis planteada y contener los
términos en que deberán ser ejecutadas, a fin de restituir al actor en el goce de los derechos que
le hubieren sido afectados. En esta tesitura, para que prevalezca el principio de supremacía

57
En este sentido Rolla Giancarlo, op. cit., p. 172.
20
constitucional, y se salvaguarden los derechos de defensa, tutela efectiva e impartición de
justicia del gobernado, en caso de un indebido cumplimiento a la ejecutoria, la instancia que
conozca de ese reclamo deberá realizar una interpretación conforme a la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos que responda a lo dispuesto por su artículo 17,
y a diversos tratados internacionales suscritos por nuestro país, como es la Convención
Americana sobre Derechos Humanos adoptada en San José de Costa Rica,
particularmente el artículo 25, punto 2, inciso c), que preconiza los aludidos derechos
fundamentales, entendidos en la manifestación más amplia y extensa posible, con miras a
salvaguardar el Estado de derecho, para que los gobernados cuenten con un sistema de
acceso efectivo a los tribunales, lo que implica que se realicen las acciones necesarias para
restituir al particular en el pleno goce de los derechos que de forma indebida le fueron
afectados o desconocidos, a pesar de que éstas no estén especificadas en la resolución
primigenia.”

En este último documento se plantea de forma más explícita una obligación de


utilizar, en este caso, artículos específicos de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.58 Lo idóneo, para no sólo interpretar, sino ampliar un derecho fundamental, es
recurrir a los instrumentos internacionales sobre el tema y realizar una exégesis completa
que proteja a la persona en toda su extensión. Estamos por ende frente a la interpretación
constructiva, que indica que “la normativa nacional debe ser interpretada, en la medida de
lo posible, en sintonía con el mismo significado y alcance que los propios derechos tienen
en el ámbito internacional.”59
En este sentido la idea es utilizar siempre la interpretación progresiva60 o el
principio pro homine61, éste viene a ser un “criterio hermenéutico que informa todo el
derecho de los derechos humanos, en virtud del cual se debe acudir a la norma más amplia,
o a la interpretación más extensiva, cuando se trata de reconocer derechos protegidos e,
inversamente, a la norma o a la interpretación más restringida cuando se trata de establecer
restricciones permanentes al ejercicio de los derechos o su suspensión extraordinaria”62.
Los tribunales mexicanos lo han definido de la siguiente manera:

“PRINCIPIO PRO HOMINE. SU APLICACIÓN.


El principio pro homine, incorporado en múltiples tratados internacionales, es un criterio
hermenéutico que coincide con el rasgo fundamental de los derechos humanos, por virtud del
cual debe estarse siempre a favor del hombre e implica que debe acudirse a la norma más
amplia o a la interpretación extensiva cuando se trata de derechos protegidos y, por el
contrario, a la norma o a la interpretación más restringida, cuando se trata de establecer límites
a su ejercicio.”63

58
Ver también tesis I.4 A.438 A, tomo XX, octubre 2004, donde se observa el envío a los tratados
internacionales, como instrumentos de interpretación de los derechos fundamentales.
59
En este sentido Rolla Giancarlo, op. cit., p. 178.
60
Así, Brewer-Carías, Allan, op. cit., pp. 268-270.
61
Vease Dondé, Matute, “El derecho internacional y su relevancia en el sistema jurídico mexicano. Una
perspectiva jurisprudencial”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, vol. IX, 2009, pp. 191-217.
62
Pinto, Mónica, “El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los
derechos humanos”, AA.VV., La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales
locales, op. cit., 2004, p. 163.
63
Tesis I.4 A 441 A, tomo XX, octubre 2004, pág. 2385. Tribunales Colegiados de Circuito, sobre el amparo
en revisión 799/2003.
21
Se han señalado64 dos variantes de este principio: a) la preferencia interpretativa,
con respecto del principio favor libertatis donde las limitaciones que mediante ley se
establezcan a los derechos fundamentales deberán ser interpretadas restrictivamente y,
donde el operador debe interpretar la norma de manera que mejor optimice su ejercicio; y,
con respecto del principio de protección de víctimas o favor debilis, donde es necesario
considerar especialmente a la parte que, en su relación con la otra se halla situada en
inferioridad de condiciones; b) la preferencia de normas, esta variante se refiere a que cada
vez que una norma de derechos se encuentre en conflicto con una norma de poder, el caso
debe ser resuelto escogiendo favorablemente la norma sobre el derecho, puesto que son
éstas las que orientan la actuación de los órganos del poder público.
Lo anterior lo encontramos también en la tesis I.4 A. 464 A, tomo XXI, febrero de
2005, la cual reza de la siguiente manera:

“PRI
CIPIO PRO HOMI
E. SU APLICACIÓ
ES OBLIGATORIA.
El principio pro homine que implica que la interpretación jurídica siempre debe buscar el
mayor beneficio para el hombre, es decir, que debe acudirse a la norma más amplia o a la
interpretación extensiva cuando se trata de derechos protegidos y, por el contrario, a la norma o
a la interpretación más restringida, cuando se trata de establecer límites a su ejercicio, se
contempla en los artículos 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 5 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, publicados en el Diario Oficial de la
Federación el siete y el veinte de mayo de mil novecientos ochenta y uno, respectivamente.
Ahora bien, como dichos tratados forman parte de la Ley Suprema de la Unión, conforme al
artículo 133 constitucional, es claro que el citado principio debe aplicarse en forma
obligatoria.”65

En esta tesis, observamos que lo regulado en estos instrumentos internacionales, no


solamente sirve para interpretar los derechos fundamentales, sino que se incorporan como
pautas de obligada utilización dentro del ordenamiento mexicano. Si nos detenemos a
analizar los puntos que nos indica esta resolución, podemos ver que no sólo da este
mandamiento a la utilización del principio pro homine como parámetro para la exégesis,
sino que además hace obligatorio un principio inserto en un documento internacional.
Claro está que si observamos el artículo 133 constitucional, podemos concluir que
hay un mandato expreso en el uso que se le debe de dar al contenido de los tratados
internacionales, podemos compartir incluso, la aseveración de que si las normas de los
tratados internacionales no son aplicadas, “nuestro orden jurídico se empobrece al no
actualizarse una parte del mismo […] especialmente tratándose de los derechos humanos”66
Sin embargo, también lo interesante al analizar distintas tesis, ya sea de la Suprema
Corte, en sus distintas salas, o bien de los tribunales colegiados, es que detectamos que
además de encontrar un mandamiento obligatorio para los jueces, de utilizar tratados
internacionales, observamos también que se realiza efectivamente, un incremento del

64
Carpio Marcos, Edgar, “La interpretación de los derechos fundamentales”, AA.VV., Interpretación
Constitucional, Tomo I, compilador, Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Porrúa, México, 2005, pp. 329-330
65
Se remite también a la tesis I.4 A441, la cual se refiere este principio.
66
Así, Carpizo Macgregor, Jorge, op. cit., p. 434. Más adelante, a este respecto comenta que: “Todo Estado
queda obligado a respetar de buena fe, no sólo la letra, sino también el espíritu mismo del tratado
internacional del cual es parte contratante. El incumplimiento o inejecución de cualesquiera de las
obligaciones insertas en el tratado es susceptible de ser sancionado por el derecho internacional a través del
mecanismo de la responsabilidad internacional”, p. 435.
22
derecho, con miras a otorgar en la medida de lo posible, el máximo de utilidad para una
persona.67
Este principio interpretativo, que se hace, según lo hemos observado, obligatorio
para los intérpretes de los derechos fundamentales se manifiesta de tres maneras distintas:
aplicación de la norma más protectora, la conservación de la norma más favorable y la
interpretación con sentido tutelar.68
En el primer caso, la aplicación de la norma más protectora se refiere a la
posibilidad que tiene el intérprete, de elegir entre varias normas vigentes, aquella que
contenga mayor protección y que sea más favorable en relación con sus derechos humanos.
Hay que recordar que cuando se trata de este tipo de derechos, no está una norma
eliminando otra, sino solamente, cediendo para que la que la que brinde mayor protección
prevalezca en el caso concreto; estaríamos por tanto, utilizando el principio de
proporcionalidad de los derechos fundamentales.69 En el segundo caso, sobre la
conservación de la norma más favorable, nos referimos a que una norma de derechos
fundamentales posterior, no deroga una anterior, es decir, un derecho fundamental no
derogará nunca una antecesora, sino que la complementará en lo que le corresponda. Por
ese motivo, el juez decidirá cuál es la que mejor conviene a la persona, sin temor a utilizar
la que se estableció en primera instancia, por encima de la posterior. Por último, en cuanto
a la interpretación en sentido tutelar, no se refiere a dos normas para elegir, sino una que se
ha hecho acreedora de varias interpretaciones, se tomará por tanto, la exégesis que brinde
mayores beneficios a la persona.
Ahora bien, no solamente existe la disposición a usar los tratados internacionales
sobre derechos humanos, como pauta de obligada utilización, a la hora de interpretar
derechos fundamentales, lo cual se convierte en un mandamiento al juez constitucional
mexicano, según lo hemos constatado en las resoluciones antes mencionadas; sino que
también se observa una ligera tendencia, a utilizar las resoluciones de órganos
internacionales, para orientar e interpretar los derechos reconocidos en México. Es evidente
que conforme se acrecienta el número de documentos internacionales sobre derechos
humanos, es necesario un adecuado control de cumplimiento de los mismos, por ello han
surgido un gran número de tribunales internacionales, es innegable que la judicialización no
es una tendencia al interior de los estados sino también un fenómeno creciente en el
escenario internacional.70
Por lo tanto, la Suprema Corte de Justicia, además de utilizar la normativa de los
instrumentos internacionales, se ha apoyado en resoluciones de organismos externos, un
ejemplo de ello lo encontramos en la siguiente tesis del Séptimo Tribunal Colegiado en
materia civil del primer circuito71:
67
En este sentido, Del Toro Huerta “…la aplicación judicial de los derechos humanos internacionales debe
considerarse no sólo como la consecuencia de la aplicación de un modelo de recepción del derecho
internacional más o menos abierto, sino también como parte de un mecanismo de garantía mucho más
amplio” Del Toro Huerta, Mauricio Iván, op. cit., p. 328.
68
Para un análisis detallado ver, Henderson, Humberto, “Los tratados internacionales de derechos humanos
en el orden interno: La importancia del principio pro homine”, Revista IIDH, N° 39, Instituto Interamericano
de Derechos Humanos, San José, Costa Rica, 2005, pp. 93-96.
69
Alexy, Robert, Teoría de los Derechos Fundamentales, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, 2002, pp. 111-115.
70
Así, Del Toro Huerta, Mauricio Iván, op. cit., p. 345.
71
Tesis 1.7.C.51 K, tomo XXVIII, diciembre 2008. Tribunales colegiados de Circuito.
23
“JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL. SU UTILIDAD ORIENTADORA EN MATERIA
DE DERECHOS HUMANOS.
Una vez incorporados a la Ley Suprema de toda la Unión los tratados internacionales suscritos
por México, en materia de derechos humanos, y dado el reconocimiento de la competencia
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es posible invocar la
jurisprudencia de dicho tribunal internacional como criterio orientador cuando se trate de la
interpretación y cumplimiento de las disposiciones protectoras de los derechos humanos.”

Esta tesis demuestra la importancia latente de las resoluciones internacionales en


materia de derechos humanos. No podemos establecer lineamientos sobre los derechos
fundamentales, sin tomar en cuenta este tipo de resoluciones internacionales, es necesario
utilizarlas como base interpretativa de los derechos fundamentales. 72
Esta correlación entre las normas internacionales sobre derechos humanos y las
normas nacionales, debe ser ciertamente ineludible. La utilización de resoluciones de
tribunales internacionales, para la interpretación de los derechos fundamentales, cobra cada
vez más importancia. Lo anterior respaldado por el reconocimiento por parte de México de
la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como
obligatoria.73
Un ejemplo evidente de esta tendencia de orientar las resoluciones internas, con lo
que han manifestado tribunales internacionales lo podemos observar en la siguiente
resolución74:

“INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO. SU CONCEPTO. En términos de los artículos 4o. de la


Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 3 de la Convención sobre los
Derechos del Niño (ratificada por México y publicada en el Diario Oficial de la Federación el
25 de enero de 1991); y 3, 4, 6 y 7 de la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes, los tribunales deben atender primordialmente al interés superior del
niño, en todas las medidas que tomen concernientes a éstos, concepto interpretado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (cuya competencia aceptó el Estado Mexicano el 16 de
diciembre de 1998 al ratificar la Convención Interamericana de Derechos Humanos) de la
siguiente manera: "la expresión ‘interés superior del niño’ ... implica que el desarrollo de éste y
el ejercicio pleno de sus derechos deben ser considerados como criterios rectores para la
elaboración de normas y la aplicación de éstas en todos los órdenes relativos a la vida del
niño".

Para finalizar este apartado, llama la atención lo dispuesto sobre el amparo directo
98/2007, del primer tribunal colegiado del segundo circuito, puesto que dispone que:

“La interpretación realizada por este Primer Tribunal Colegiado en materia Penal del Segundo
Circuito no implica, en modo alguno, integrar la norma, sino simplemente desentrañar su más
puro sentido, a la luz de los tratados internacionales en materia de derechos fundamentales,
que, como se vio, forman parte de nuestro derecho interno, por haber sido incorporados

72
En relación con esta tesis, Vallarta Plata, José Guillermo, op. Cit., 157-158, al mencionar que “Lo anterior
no debe causar sorpresa, puesto que México, al adherirse al Pacto de San José y aceptar la jurisdicción
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y sus fallos con carácter vinculantes, acepta
implícitamente la internacionalización de la justicia en esta materia”.
73
Instrumento depositado en la Secretaría General de la OEA, el 16 de diciembre de 1998. El documento
presenta la excepción sobre los casos que se deriven de la aplicación del artículo 33 constitucional.
74
Tesis 1ª. CXLI/2007, Tomo XXVI, julio de 2007, de la Primera Sala de la SCJN.
24
conforme la ley. En tanto que, respecto de las sentencias pronunciadas por la Corte Suprema de
Argentina y la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Costa Rica, que se han invocado en
esta ejecutoria, si bien no forman parte del derecho interno mexicano, simplemente se han
citado a mayor abundamiento, para orientar el criterio que sustenta este Tribunal, como de la
misma forma lo ha realizado la Suprema Corte de Justicia de la Nación en diversas
ejecutorias”.

Es interesante lo que expone esta resolución puesto que ya no solamente se están


tomando criterios de organismos internacionales sobre derechos humanos, sino que se está
respaldando una tesis, en tribunales internos de otros Estados. Los cuales no deberían tener
absolutamente ninguna incidencia en el ámbito interno mexicano. No obstante, parece ser
que la Corte ha determinado que en beneficio de la protección de los derechos
fundamentales, es conveniente la utilización de cualquier criterio que refuerce los
contenidos de sus resoluciones.
Para concluir este apartado, solo nos resta decir que al ampliar los derechos
fundamentales, utilizando tratados o resoluciones internacionales, indiscutiblemente
estamos ampliando el catálogo de derechos establecido constitucionalmente. Esto es lo
correcto, puesto que no podemos cerrar las puertas al desarrollo de los derechos, ni
tampoco introducir todos los derechos que hay en los instrumentos internacionales, dentro
de la Constitución; en consecuencia la interpretación se convierte en la forma adecuada de
resolver este asunto.

VI. MÁS PROTECCIÓN PARA LOS DERECHOS HUMANOS DE TRATADOS INTERNACIONALES

En abril de 2009, se publicó el dictamen de las Comisiones Unidas de Puntos


Constitucionales y de Derechos Humanos, sobre la reforma de diversas disposiciones de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de derechos humanos.75
Este dictamen crea un decreto que modifica además la denominación del Capítulo I
constitucional y establece que el artículo primero de la Constitución debe leerse de la
siguiente manera:

“Artículo 1: En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos
humanos reconocidos por esta Constitución y en los tratados internacionales de derechos
humanos ratificados por el Estado Mexicano, los cuales no podrán restringirse ni suspenderse,
sino en los casos y con las condiciones que la misma Constitución establece. Las garantías para
su protección serán las que establezca la Constitución y las leyes que de ella emanen.
Tratándose de normas de derechos humanos, éstas se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de derechos humanos de los que México sea
parte. En su aplicación, bajo el principio de no contradicción con esta Constitución, se
observarán aquellas que resulten más favorables a los derechos de las personas.
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover,
respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado
deberá prevenir, investigar y sancionar las violaciones a los derechos humanos.
Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos…”

75
“Dictámenes de las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales y de Derechos Humanos, con proyecto
de decreto que modifica la denominación del Capítulo I y reforma diversos artículos de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de derechos humanos”, en Gaceta Parlamentaria,
Número 2743-XVI, Año XII, Anexo XVI.
25
Es evidente que se intenta proteger a los derechos fundamentales, con esta
iniciativa, por lo cual en este dictamen existe un tratamiento especial para los instrumentos
sobre derechos humanos, aunque bastante restringido en el sentido de que la interpretación
de las normas internas solo se hará con base en los tratados de derechos humanos, cuando
éstas se refieran a derechos humanos. Y éstas últimas se interpretarán solamente con base
en tratados internacionales sobre derechos humanos. Es decir un instrumento internacional
que no sea estrictamente de derechos humanos, no podrá servir de base exegética, aunque
establezca dentro de su articulado derechos de este tipo.
Así también se cierra la posibilidad de que las normas constitucionales en general
no puedan ser interpretadas por estos instrumentos sino se refieren a derechos humanos
explícitamente.
Dentro de este marco de protección de los derechos fundamentales, es necesario
mencionar la posibilidad de que los derechos fundamentales provenientes de los tratados
internacionales, aún cuando éstos no se encuentren explícitamente establecidos en el texto
constitucional, puedan ser reclamados vía juicio de amparo.
Encontramos dos argumentos básicos, el primero es que en varias sentencias se
encuentra estipulado que los tratados sobre derechos humanos gozan de cierto nivel
constitucional, y el segundo es que si violentamos el contenido de un tratado internacional,
estaremos infringiendo el artículo 133 constitucional, por lo que perfectamente estaríamos
en posibilidad de utilizar este mecanismo de protección.76
En el Proyecto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la Ley de Amparo
reglamentaria de los artículos 103 y 107 establece certeramente en su artículo 1:
“El juicio de amparo tiene por objeto resolver toda controversia que se suscite por normas
generales o actos de autoridad que violen las garantías que consagran la Constitución de los
Estados Unidos Mexicanos y los derechos humanos que protegen los tratados
internacionales generales en la materia a saber: Declaración Universal de Derechos
Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de
Derechos Económicos Sociales y Culturales; la Declaración Americana de Derechos y
Deberes del Hombre y la Convención Americana sobre Derechos Humanos”.77
Aunque de alguna manera excluye muchos tratados sobre derechos humanos, por lo
menos en el proyecto se incentiva la aprobación explícita de la protección de los derechos
fundamentales a través del juicio de amparo.
Si bien, la Corte no ha expresado una posición contundente sobre esto, podemos
encontrar algunas tesis, en las cuales se evidencia la necesidad de que los derechos
fundamentales de los tratados internacionales, sean protegidos cuando alguna norma interna
los violenta, así observamos la siguiente:
“TRATADOS INTERNACIONALES. LA NORMA PROGRAMÁTICA PREVISTA EN LA
FRACCIÓN III, INCISO B) DEL ARTÍCULO 128 DEL CÓDIGO FEDERAL DE

76
Ver en este sentido a Carmona Tinoco, Jorge Ulises, “La aplicación judicial de los tratados internacionales
de derechos humanos”, Memoria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, Méndez Silva
(coord.), UNAM, México, 2002, pp. 204-206.
77
Proyecto de Ley de Amparo reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, Humberto Román Palacios (coord.), Suprema Corte de Justicia de la Nación,
2000, p. 73.
26
PROCEDIMIENTOS PENALES, ES CONTRARIA AL ARTÍCULO 8.2 DE LA
CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.
Acorde con lo dispuesto por el artículo 133 constitucional, los tratados internacionales
suscritos por el Ejecutivo Federal, de conformidad con la fracción X del artículo 89 de la
Constitución General de la República y ratificados por el Senado, que no la contravengan,
forman parte del derecho vigente mexicano, por lo que su observancia obliga a todas las
autoridades en los términos pactados, salvo las reservas que en el propio instrumento se
hubiesen realizado; por ende, es factible que una disposición ordinaria pueda ser declarada
contraria a un tratado internacional firmado y ratificado por los Estados Unidos
Mexicanos, si sus postulados contravienen a los contenidos sustanciales del instrumento
internacional, cuya jerarquía se ubica en un plano superior a la legislación ordinaria,
como lo es la norma programática que subyace en la fracción III, inciso b) del numeral 128 del
Código Federal de Procedimientos Penales, que es contraria al artículo 8.2 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.”78

En el mismo sentido, encontramos la tesis: I.7 . C.46K XXVIII, agosto 2008, del
séptimo tribunal colegiado en materia civil del primer circuito:
“DERECHOS HUMANOS, LOS TRATADOS INTERNACIONALES SUSCRITOS POR
MÉXICO SOBRE LOS. ES POSIBLE INVOCARLOS EN EL JUICIO DE AMPARO AL
ANALIZAR LAS VIOLACIONES A LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES QUE
IMPLIQUEN LA DE AQUÉLLOS.
Los artículos 1o., 133, 103, fracción I, y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, establecen respectivamente: que todo individuo gozará de las garantías que ella
otorga; que las leyes del Congreso de la Unión, que emanen de ella, y los tratados acordes a la
misma, serán la Ley Suprema de toda la Unión; que los tribunales de la Federación resolverán
toda controversia que se suscite por leyes o actos de la autoridad que violen las garantías
individuales; y, las bases, los procedimientos y las formas para la tramitación del juicio de
amparo. Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ubicó a los tratados
internacionales por encima de las leyes federales y por debajo de la Constitución, según la tesis
del rubro: "TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR
ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL." (IUS 192867). De ahí que si en el amparo es posible conocer
de actos o leyes violatorios de garantías individuales establecidas constitucionalmente,
también pueden analizarse los actos y leyes contrarios a los tratados internacionales
suscritos por México, por formar parte de la Ley Suprema de toda la Unión en el nivel
que los ubicó la Corte. Por lo tanto, pueden ser invocados al resolver sobre la violación de
garantías individuales que involucren la de los derechos humanos reconocidos en los tratados
internacionales suscritos por México.”

Al respecto, García Ramírez menciona esta posibilidad en el sentido de proteger los


derechos humanos de los tratados internacionales, es decir, los derechos provenientes de
otro tipo de instrumentos, como declaraciones, quedarían fuera de esta protección.79
Ahora bien, es importante hacer notar que independientemente de que sea una
declaración o un tratado, al estar ratificado por México, su contenido debe ser protegido de
igual manera. Son derechos humanos que por haber obtenido la ratificación de su
instrumento, entran automáticamente a formar parte del ordenamiento mexicano, por lo

78
Tesis II.1°. P. 137 P XXI, mayo 2005, del primer tribunal colegiado en materia penal del segundo distrito.
79
García Ramírez Sergio, Los derechos humanos y la jurisdicción interamericana, UNAM, México, 2002, p.
45.
27
cual se convertirían en ese momento en derechos fundamentales, con toda la protección que
éstos conllevan.

CONCLUSIONES
El derecho internacional de los derechos humanos surge por la necesidad de limitar
los excesos de poder, de la misma manera surge el derecho interno de los estados, como
una necesidad de regular la autoridad interna. Los derechos fundamentales aparecen con
una función prioritaria, la de salvaguardar al individuo frente a los poderes públicos.
A partir de allí, los derechos humanos se han ido fortaleciendo a través del Derecho
internacional de los derechos humanos, se ha hecho un esfuerzo de colocar los tratados en
esta materia en el ámbito interno de los Estados para el beneficio del hombre, puesto que
más que una facultad, se convierte en una necesidad, para garantizar el goce y ejercicio de
estos derechos.
Los tratados sobre derechos humanos establecen el derecho como un mínimo, es
decir, cada Estado podrá ampliarlo de la manera que mejor le parezca, lo que nunca podrá
hacer es reducirlo. La finalidad de estos instrumentos no es un equilibrio de intereses entre
Estados, sino garantizar el goce y ejercicio de los derechos del ser humano.
No podemos dejar de lado que el Estado continúa siendo el principal responsable de
la protección de los derechos de sus habitantes, aunque en un amplio número de casos, es el
principal infractor de los mismos. Por lo anterior el DIDH, intenta dar esta protección desde
fuera, e influir dentro de los ordenamientos, no pretendiendo con esto, desplazar las normas
internas, sino intentando una colaboración entre los dos ámbitos para que exista una
adecuada vinculación entre los derechos fundamentales y los derechos humanos.
El derecho internacional de los derechos humanos viene a complementar la
legislación interna y a cubrir los vacíos que tenga. Por esto es tan importante que el juez, a
quien corresponde la interpretación de los derechos fundamentales, tenga un conocimiento
real de lo establecido por los instrumentos internacionales sobre derechos humanos,
solamente de esta forma, se logrará una interpretación acorde y adecuada de los derechos
fundamentales.
En México, la Suprema Corte de Justicia ha establecido la siguiente jerarquía del
ordenamiento: en primer término, la Constitución Política; en segundo término, los tratados
internacionales en general; y en tercer lugar las leyes generales, federales y locales. No
obstante no se ha pronunciado con abundamiento sobre la jerarquía de los tratados
internacionales sobre derechos humanos. Tampoco se menciona nada al respecto en la
Constitución mexicana.
Según ciertas resoluciones de la Suprema Corte, los tratados internacionales sobre
derechos humanos pasan a considerarse constitucionales, por la trascendencia de su
contenido, el cual se constitucionaliza de alguna manera.
Es necesario apuntar que los derechos incluidos en estos instrumentos deben,
ciertamente ser tratados en protección, de igual forma que los derechos contemplados
constitucionalmente. Por otra parte el establecer que los tratados internacionales en esta
materia, pudieran considerarse constitucionales, es un poco arriesgado, puesto que en
general prevalecerían estos últimos por encima de la Constitución, dado que ésta no
desarrolla con amplitud la mayoría de los derechos fundamentales.

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Sin embargo podemos verlo desde el lado positivo, aparcando el temor de que
puedan contradecir el texto constitucional, asumiendo que el Ejecutivo y el Senado se han
encargado de que esto no suceda. En este caso, es imperante reconocer que los derechos
fundamentales han de ser interpretados coherentemente con las disposiciones de los
tratados internacionales en esta materia, debe existir una correlación entre los dos ámbitos.
El intérprete de los derechos fundamentales, se encuentra por ende en una situación
complicada, porque además de realizar una interpretación conforme a los tratados
internacionales sobre el tema, está obligado por el principio pro homine, a ampliar el
derecho en tanto sea posible, inclusive cuando algún derecho no se encuentre
explícitamente en el texto de la Constitución. No obstante, en este último caso, estaríamos
realmente frente a un derecho constitucional, si seguimos la exégesis realizada por la Corte,
y en consecuencia el catálogo de derechos constitucional, se estarían ampliando
indiscutiblemente.
La utilización de los tratados y resoluciones internacionales sobre derechos
humanos como parámetro interpretativo no es muy común en los jueces nacionales, existe
aún una renuencia evidente al uso de estos documentos. Sin embargo, México debe
continuar con esta pequeña corriente, que ya han iniciado algunas resoluciones de la
Suprema Corte y los proyectos mencionados, solamente así se logrará una protección real y
congruente de los derechos fundamentales.
Es importante que el constitucionalismo moderno tenga una apertura real a los
lineamientos internacionales sobre derechos humanos, no solamente se trata de que los
jueces utilicen artículos textuales de estos instrumentos internacionales, sino que hagan una
interpretación óptima, utilizando para ello argumentos viables y certeros, que incrementen
los derechos fundamentales de las personas, utilizando como guía ineludible, el principio
pro homine.

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