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La vida victoriosa según América

Comentarios sobre el concurso del Ground Zero

Graciela Silvestri

Fotomontaje de Daniel Libeskind


con el nuevo skyline de New York

21
instituciones artísticas y culturales. Un
ejemplo claro de este estado de las
cosas, que puede ponerse en paralelo
con aquellos concursos de los años
treinta por la densidad política de su
tema y los requerimientos de nove-
dad, es el de la reconstrucción del si-
tio del World Trade Center.
Pocos meses atrás culminó el lar-
go y discutido proceso a través del
cual los neoyorquinos decidieron qué
hacer con el área destruida en el aten-
tado de las torres gemelas, conocida
como Ground Zero. Después de di-
versas propuestas oficiales y privadas,
y amplios debates en Internet, se con-
vocó a un concurso internacional en
el que figuraban los mejores nombres
del star system. Se esperaba, además
de solucionar un complicado progra-
ma, presentar ante el mundo formas
inéditas que hablaran de la vitalidad y
apertura de la cultura occidental, cus-
La historia de la arquitectura del siglo sus sueños. Indicio clave, porque las todiada por USA.
XX ha avanzado muchas veces a tra- obras de arte resultaban todavía el tes- La decepción fue inmediata. En el
vés de concursos significativos, en los timonio más elocuente del anhelo de concurso del Ground Zero no existie-
que el despliegue de ideas no se resu- confluencia entre libertad y necesidad, ron propuestas cuya experimentación
mía en el proyecto ganador. El con- perseguida tanto por vanguardias po- emulara la de aquellos maestros de en-
curso para el Palacio de los Soviets en líticas como por vanguardias estéticas. treguerras; en cambio, el ganador re-
Moscú (1931), para citar un ejemplo En la última década, la idea de van- editó en versión cutting the edge la
clave del canon moderno, es recorda- guardia política pareció definitivamen- torta de bodas con la que el ruso Jo-
do por las propuestas de Le Corbu- te agotada, pero se continuó hablan- fan obtuvo el primer premio en aquel
sier, de Mendelsohn, de Gropius, y do, con eufemismos, de vanguardias concurso mítico. El paralelo nos de-
también por la elección final del ras- estéticas como testimonio de libertad. vuelve, por vías distintas, a los anhe-
cacielos-torta de bodas con Lenin, en Claro que al perder la conexión con los de los años treinta, a sus analogías
lugar de los novios, en la cúspide las apuestas a un mundo mejor –aun- y a sus miedos, también a aquel terri-
–elección leída, por muchos entusias- que ellas fueran débiles, improbables ble devenir. Así, aunque sabemos hoy
tas de la experiencia soviética, como como el mensaje en una botella– “cru- que existe una gran distancia entre las
un grave indicio de que el estado de zar el umbral” de lo establecido se con- figuraciones artísticas y los avatares
las cosas no respondía exactamente a virtió en el principal alimento de las del poder, la determinación política de
este concurso, que se decidió en los días construido. No es metafórico afirmar silenciamiento de Muschamp, fue uno
previos a la guerra de Irak, nos permite que el proceso político a través del más en un proceso caracterizado por
volver sobre una relación conflictiva que cual una ciudad elige un proyecto ar- presiones de lobbies motorizadas por
los últimos quince años, con sofistica- quitectónico para presentarse deja hue- agentes, políticos amigos, esposas y
das perífrasis, soslayaron pensar. llas visibles en la obra. No es anecdó- amantes empeñosas. Sobre la fecha de
tico, entonces, conocer las circunstan- selección final, el Wall Street Journal
1. cias del concurso del Ground Zero. acusó a Rafael Viñoly, el nombre más
Como en un análisis clásico de socio- El 6 de febrero del 2003, cuando destacado del equipo Think, de haber
logía del arte, no podemos evitar la la breve lista de finalistas había sido colaborado con la Dictadura argenti-
descripción del proceso que llevó a reducida a dos contendientes –Libes- na. El mismo Viñoly había dado pie a
las propuestas elegidas y al provisorio kind y el equipo Think–, Herbert Mus- la investigación del diario, presentán-
resultado del concurso. No se trata de champ, crítico del New York Times, dose sin pudor, en escritos recientes,
una imposición metodológica: la ar- calificó la propuesta de Libeskind co- como sufrida víctima: no calculó la
quitectura es, sin remedio, un arte pro- mo “manipuladora de emociones”. indignación de los verdaderos exila-
ductivo en sentido marxista. El pintor Llovieron escandalizados correos elec- dos políticos. ¿Lo hizo porque sabía
puede, idealmente, trabajar de manera trónicos dirigidos a la redacción, mien- que el perfil del autor se había con-
libre para luego colocar su producto tras el agente del estudio Libeskind vertido en algo tan importante como
22 en el mercado: el arquitecto parte del (los grandes estudios de arquitectura la obra; que en el camino iba a medir-
encargo, como un escritor a sueldo, y tienen agentes de relaciones públicas, se con Libeskind, representante de la
desde la misma idea artística busca ne- como las estrellas de cine) envió una corrección política americana? Para al-
gociar las determinaciones económi- circular solicitando que el crítico fue- gunos observadores, la acusación fue
cas, políticas y culturales de una so- ra echado del periódico. “Líbrense de un golpe de gracia para el proyecto
ciedad situada. Claro que en este trá- él!”: ¿alguien podría haber escrito es- Think. El 27 de febrero, la propuesta
mite puede convertirse en Dickens: to un par de años antes, en el clima de de Daniel Libeskind fue declarada ga-
hay que lograrlo. La elección de las corrección política neoyorquina? ¿Qué nadora, con el apoyo de 9 de los 11
circunstancias en que tal o cual pro- pasó en el mundo de la arquitectura, representantes de los sobrevivientes y
puesta se presenta, y la forma de en- que en el concurso representaba el Ar- las víctimas, aun cuando el comité de
frentar las determinaciones, no resul- te, para avalar esta censura? ¿Qué pa- expertos, sospechosamente desactiva-
tan ajenas a la obra –sea ésta un es- só en la ciudad? do en la recta final, había recomenda-
quicio, un proyecto, o el objeto El episodio, que concluyó con el do la de Viñoly.

Vista del proyecto del equipo Think


Pero la elección, realizada en un equipo multicultural: un uruguayo-ar- só sintéticamente un ciudadano de
clima de bélico orgullo, ya estaba gentino, Viñoly, y un japonés-nortea- Manhattan, al requerírsele un juicio so-
juzgada antes de la noticia del Wall mericano, Shigeru Bann; dos nortea- bre el resultado del concurso: “He aquí
Street Journal. Si se había propiciado mericanos de larga trayectoria comer- el hombre; encantador, brillante, un
un concurso de tal magnitud para la cial, Frederic Schwartz y Ken Smith, ciudadano, pero, mejor aún, un inmi-
reconstrucción del área, era porque las asegurando la vertiente pragmática. El grante, un neoyorquino que ha triun-
propuestas oficiales, que indicaban só- programa simbólico se definía desde fado como judío en Alemania; nacido
lo tipos de ocupación del solar, perfi- el nombre: en lugar de World Trade en Polonia después de la guerra, mar-
les y destinos, no acertaban en esta- Center, World Cultural Center. El ar- cado por la tragedia … y esto viene
blecer un programa simbólico no con- te, disuelto en culturas plurales según todo junto en un americano como só-
vencional, metáfora de la ciudad el tópico de corrección política, se pro- lo parecería existir en la fantasía, de
misma poniéndose de pie, desafiante, ponía una vez más como esperanza de la cual Libeskind, reviviendo su lle-
sobre las ruinas. El asunto poseía una paz en un mundo hostil. La imagen de gada llena de esperanzas al puerto de
carga política explícita: había mereci- las altas estructuras vacías, pensadas New York, se ha dado a sí mismo el
do la intervención del presidente Bush, para ser completadas por arquitectos papel de mensajero. Es demasiado per-
quien solicitó a los arquitectos que de diversos países, se colocaba en re- fecto para ser verdad”.
construyeran algo “de lo que podamos lación explícita con la torre Eiffel, el Libeskind explica con detalle las
sentirnos orgullosos”. No un simple símbolo de la vieja Europa. ideas primeras, el arduo proceso de 23
memorial, un tranquilo parque, una Se puede imaginar el impacto de creación, el significado de cada lugar
placa con nombres, un haz de luz: to- esta imagen en los días previos a la y edificio imaginado, llevando de la
dos supieron que debían proyectar un guerra de Irak, cuando Francia lleva- mano, como nuevo Virgilio, al hipo-
complejo espectacular, incluyendo, en ba la voz cantante antibélica. En este tético espectador, indicándole qué de-
la saga del orgullo norteamericano, el sentido la propuesta era, claro, euro- be interpretar en el recorrido planea-
rascacielos más alto del mundo. pea, aunque todos los miembros del do. No se trata de un distraído paseo
Los problemas eran muchos. La di- equipo –también nuestro oriental– se a través de estímulos metropolitanos,
mensión del trabajo y los requerimien- comportaban como neoyorquinos pre- porque este recorrido está jalonado por
tos de partida podían semejar el resul- 11 de setiembre, entusiasmados toda- episodios que recuerdan las estacio-
tado a los monumentos de los regíme- vía con la versión de la cultura del nes de Semana Santa, recreando una
nes autoritarios de la década del treinta radicalismo norteamericano. Pero no experiencia trascendente, la que él di-
–y Estados Unidos quería evitar esta era éste un clima propicio para deri- ce haber experimentado en el lugar de
asociación simbólica. Tampoco resul- vas urbanas, pluralidad de elecciones, la tragedia. “Fui a ver el sitio, a mirar
taba fácil casar la solemnidad o la in- flexibilidad de resultados, apertura ha- y sentir su poder, a escuchar sus vo-
timidad que el recuerdo de la muerte cia lo distinto; los radicales neoyor- ces, y esto es lo que escuché, sentí y
supone con la afluencia turística que quinos decubrieron que, aunque bien vi. Los grandes cimientos son una ma-
esperaba la ciudad (el Ground Zero se visibles, eran minoría. ravilla ingenieril diseñada para conte-
había convertido ya en un centro de Libeskind, en cambio, redobló la ner el río Hudson. Soportaron el trau-
atracciones) y, sobre todo, con las ne- vocación metafísica que siempre ca- ma inimaginable de la destrucción; lo
cesidades del mercado inmobiliario. racterizó su trabajo. El proyecto se lla- soportaron elocuentes como la Cons-
Todos sabían que quien finalmente de- mó adecuadamente Memory founda- titución misma, afirmando la durabili-
cidiría el destino del conjunto arqui- tions –la memoria es consuelo: la his- dad de la democracia y el valor de la
tectónico era Larry Silverstein, el prin- toria descansa en la crítica. Es central vida individual”.
cipal concesionario del área. ¿Es po- en este sentido el texto descriptivo de En efecto, el paseo se inicia con-
sible articular en un único complejo la propuesta. Libeskind razona en él a templando el lecho de rocas del río,
el afán de lucro financiero con el sen- partir de experiencias íntimas: “Lle- en donde se ancla el muro como inge-
timiento de misterio y respeto que in- gué en barco a New York en la ado- nio humano salvador. El espacio va-
cluso los ateos tenemos ante la muer- lescencia, y como millones de otros cío dejado por las torres gemelas se
te? ¿Es posible construir un espectácu- antes de mí, mi primera imagen fue la convierte en suelo “reverenciado, sa-
lo moderno que no convierta una estatua de la Libertad y el maravilloso grado”: a él se bajará en procesión,
tragedia griega en Blancanieves y los skyline de Manhattan (…) sobre todo para luego ascender por el camino ha-
siete enanitos? La solución de Libes- esto trata mi proyecto”. El perfil de cia la vida futura. Un Parque de los
kind, aquella por la cual triunfó, apos- New York se conecta en el relato con Héroes recordará los nombres de quie-
tó al único plano en que podía resol- el alma de Libeskind: el proyecto no nes murieron; los edificios de la Cuña
verse lo irresoluble: la retórica. aparece como el trabajo de un equipo de Luz (Wedge of Light) se orientarán
anónimo, sino como la inspiración de en la intersección de las calles Fulton
2. un hombre cuya biografía, puntual- y Greenwich para ser bañados en luz
Las estrategias de los dos finalistas an- mente recordada, resume la imagen del plena entre las 8:46 y las 10:28 de la
te estos problemas fueron bien distin- inmigrante recibido con los brazos mañana de cada 11 de setiembre. El
tas. El grupo Think se presentó como abiertos por América. Como lo expre- recorrido culmina en la torre más alta
del mundo (cuya medida exacta, 1776
pies, remite a la fecha de la indepen-
dencia), que con insertos de verdes jar-
dines reafirma la Vida Victoriosa (sic).
La cadena de asociaciones no puede
ser más elocuente: firme roca fundan-
te con ecos de tiempos inmemoriales,
muros que se convierten en hazaña su-
blime del ingenio del Hombre, hue-
llas sagradas e intocadas de las To-
rres, la Constitución, la foto de los sol-
dados norteamericanos clavando, en la
segunda guerra, stars and stripes, la
antorcha de la estatua de la Libertad:
la ascensión al cielo según Bush.
En la memoria descriptiva no sólo
el recorrido del paseante es explicado.
24 Es necesario demostrar que el proceso
de ideación es independiente de los
sucios juegos lobbistas que todos co-
nocen. El arquitecto parte de la explo-
sión misma para justificar las formas
deconstructivas que constituyen su ma-
niera, y así es posible creer que ellas
emergen directamente del aconteci-
miento que convierte un sitio anóni-
mo en lugar. Pero para presentar este
desmañado conjunto como insuflado
por las voces del genius loci, debe re-
alizar una operación complicada. Así
como oculta cuidadosamente a sus co-
laboradores, también debe ocultar sus
fuentes disciplinares, que traicionarí-
an la sugerencia de relación “sin me-
diaciones”con el acontecimiento fun-
dante: el constructivismo ruso de los
primeros años veinte, de marcada in-
flexión expresionista; el clima de de-
bate en que su estilo se desplegó, en
la segunda mitad de los años ochenta,
atento a las contribuciones filosóficas Vista aérea del proyecto Libeskind
francesas. Como la arquitectura no ha-
bla, las imágenes se cargaron hasta el
límite de palabras explicativas: ya es-
tamos acostumbrados, después de tan- beskind como genio, porque en la ción moderna de la arquitectura –la
ta literatura, a leer una falla granítica, construcción de genios propios –des- torre de 1776 pies cruza la conocida
un muro silencioso, dos planos desar- medidos, incomprendidos, sin mode- referencia de Tatlin con la Mile-high
ticulados, un haz de luz en un recinto los ni reglas, poderosos como balle- tower–, otros referidos a la modali-
tupido de sombras, como una revela- nas, excesivos como tormentas– ha vi- dad: sabemos que quienes recorran el
ción –no como lo que es realmente, vido la cultura norteamericana desde complejo no atenderán a las exposi-
sin desmerecer el trabajo: una esceno- Whitman hasta Pollock, desde Melvi- ciones históricas, a las instalaciones,
grafía. Ningún proyecto podía ser más lle hasta Warhol. Libeskind logró con- o a las fotografías que recuerdan la
adecuado al carácter religioso que el vencer al público de que su obra de- tragedia, porque la misma arquitectu-
tema “nosotros somos la Democracia” rivaba de esta potencia. ra garantiza el espectáculo. Wright lo
adoptaba en los meses posteriores al La referencia que lo avaló, nunca comprendió en el viejo Museo Gug-
11 de setiembre. mencionada pero más que presente, es genheim, mucho antes que Gehry en
Tampoco es secundario para el éxi- Frank Lloyd Wright. Los paralelos son Bilbao y que el mismo Libeskind en
to del proyecto que se reconozca a Li- notables, algunos internos a la tradi- el Museo Judío de Berlín. Y como Li-
beskind, Wright terminó creyendo que eurocentrismo, los prejuicios y con- Aires, la calle que, como se había no-
su palabra era sagrada porque todo venciones). tado en las investigaciones de los años
USA se lo decía. Y también como Li- En fin: la crema de la sociedad ar- setenta, posee reglas de configuración
beskind, halló en el camino abierto por quitectónica que se presentó como pro- (fachadas, límites de altura en relación
su genialidad un final kitsch, sin iro- gresista, no pudo imaginar alternati- al ancho, etc).
nías que lo resignifiquen. vas en una situación como la del Por otro lado, esta voluntad de li-
concurso para el Ground Zero que, le- mitar la altura aparecía en consonan-
3. jos de aquella fiesta plural, ofreció cia con una vieja tradición: lo más
No es difícil trazar paralelos entre es- crímenes masivos como cuentos mo- grande no es lo más bello, se afirma
te producto y las ominosas direccio- rales. Su imposibilidad no estuvo sólo desde Aristóteles hasta Alberti. El ex-
nes de una política imperial bastante marcada por la censura. La arquitec- ceso –en la dimensión de la ciudad, o
menos sutil que la romana. En cada tura había dejado de pensar su propio en la arquitectura que la expresa– evo-
momento en que se ha requerido de la lugar en el mundo; se encapsulaba en caba dictaduras, y por esta convicción
elocuencia artística no sólo seducción cuestiones que antes habríamos llama- tantas veces actualizada, los herede-
sino también adulación, es posible tra- do sin vueltas formales, y no es se- ros de la vieja Europa siempre apoya-
zar paralelos estrechos entre los obje- cundario que tanto los viejos resisten- ron la mesura. La mesura, en su sen-
tos “de arte” y las políticas que bus- tes como los nuevos vanguardistas, que tido proporcional y moral, fundó la ar-
can su concierto. Pero no siempre las construyeron su perfil ajenos a reque- quitectura como disciplina: se trata de 25
artes disminuyeron su densidad para rimientos comerciales o profesionales, la concordancia entre diferentes esfe-
convertirse, como hoy, en parodia –co- produjeron en total acuerdo y sin re- ras de la vida –la necesidad social, las
mo bien puede testimoniarlo la obra paros con aquel mundo que decían determinaciones técnicas y el libre tra-
de Bernini, de Le Notre, y aun de cuestionar. bajo del artista. Si revisamos el canon
Charles Garnier, por citar a un grupo Esta duplicidad ideológica puede moderno, nos sorprenderá la perma-
tan cómodo con el Poder. Parte del leerse en las propuestas finalistas del nencia de esta convicción en la obra
fracaso de la arquitectura en este con- Ground Zero en diversas problemáti- de maestros como Loos o Mies –una
curso no deriva sólo de la coyuntura cas sustanciales a la disciplina. Enfo- íntima repulsa al exceso los llevó a
política, sino también de las opciones caré, entre las muchas sugeridas, sólo reformular lo clásico. Y debiera ser
de la disciplina en los últimos quince dos. La primera atañe a la relación de materia de reflexión que en este con-
años que, paradójicamente, se autoi- la arquitectura con la ciudad, la forma curso sólo los escasos proyectos que
dentificaron como progresistas. específica de la disciplina de articu- se atuvieron a los límites de la justa
En este período, se radicalizó la larse con los problemas sociales y po- medida pueden evaluarse como
preocupación por hallar un nuevo len- líticos. En este marco aparece el re- adecuados para la ciudad y la sociedad
guaje que se destacara de manera ní- querimiento oficial de edificar la torre –aunque no “innovadores” desde el
tida tanto de las continuidades clási- más alta del mundo. punto de vista artístico.
cas como del repertorio moderno, apo- En los años noventa, la sensibili- En la recta final, el proyecto de
yándose en analogías científicas, dad neoyorquina progresista estaba en Steven Peterson y Barbara Littenberg
técnológicas o filosóficas. Algunos contra de esa voluntad babélica de lle- –un boulevard con edificios de altura
plantearon que tal reducción de los gar al cielo desde la tierra. Las razo- media, según los standards de New
problemas enfocaba no sólo el núcleo nes esgrimidas eran variadas. Algu- York, que conduce a un jardín-memo-
de especificidad aquitectónica en tan- nos argumentaban en un sentido eco- rial– es el único que expresa aquella
to arte, sino también el núcleo del ha- lógico: para habitar tal número de sensibilidad progresista de los noven-
bitar occidental, efectuando paralelos pisos encerrados entre vidrios deben ta. Resultó especialmente significati-
con las afirmaciones de la vulgata po- ponerse en acción carísimos dispositi- vo para mí que Eduardo Leston, uno
sestructuralista: la geometría proyec- vos, entre ellos el aire acondicionado, de los últimos arquitectos argentinos
tiva –la lengua del arquitecto– debía principal agente de formación del agu- preocupado por la relación entre ar-
ser criticada, deconstruida, para per- jero de ozono; otros establecían dis- quitectura y moral, en la estela de la
mitir la emergencia de lo nuevo. Los cusiones más sutiles acerca de los lí- izquierda adorniana, considerara este
más jóvenes, sin destacarse de esta mites de altura que acompañaron la proyecto, con tristeza, como el único
orientación general, dejaron de lado historia de la arquitectura de New proyecto digno: no era ostentoso, no
cualquier metáfora de resistencia para York, los que dieron carácter a esta se planteaba por delante de lo que la
avanzar, otra vez, la hipótesis de que ciudad de desarrollada vocación pú- sociedad quería, trabajaba con ejes de
el espíritu del tiempo es tecnológico, blica, opuesto al standard de tantas ordenamiento, parques y volúmenes
y a él entonces debían plegarse. Y las ciudades del medio oeste norteameri- articulados, apelando no a la cita sino
artes hermanas marcaban, en armonía cano –islas de torres máximas y malls a la historia –a la personalidad de New
con los estudios culturales, un camino comerciales en centros financieros, ro- York. En la histeria dominante, el sig-
de disolución festiva de todas las nor- deados de diseminadas casitas-con-jar- nificado de tan modesta intervención
mas y reglas heredadas, identificadas dín. New York poseía, como las ciu- pasa desapercibido: reconstruye con
con la autoridad (con la censura, el dades europeas, como nuestra Buenos sobriedad ámbitos para la reflexión,
el paseo placentero, el juicio tranqui-
lo. No hay sorpresas, porque la ciu-
dad no se piensa como la escena de
una fiesta infantil. Claro que New
York es también otra ciudad, la de las
apuestas desafiantes (las torres geme-
las no alcanzaron a ser las más altas
del mundo porque Chicago les sacó
ventaja). La historia narrada por este
proyecto es, una opción, no un desti-
no.
Una posición similar sostuvo el ar-
quitecto Raymund Abraham –cuya for-
mación se vincula también a la crítica
de la década del setenta–, quien parti-
cipó en el concurso sin ser seleccio-
nado. Abraham fue especialmente du-
26 ro en sus juicios sobre el evento (no
sólo señaló el obvio paralelo de los
requerimientos programáticos con los
de la Alemania nazi; la entera expe-
riencia mostró, en su opinión, la ma-
nera en que los arquitectos actuales se
prostituyen). Una de sus afirmaciones
me pareció la más significativa: “Las
torres eran mis amigas, las miraba to-
dos los días desde mi ventana. No eran
maravillas arquitectónicas. Eran parte
del paisaje cotidiano reconocido”.
Nuevamente, el paisaje cotidiano apa-
rece como referencia modesta y nada
consolatoria. Las torres no están más:
como no está ni estará cada una de las
víctimas del atentado, quienes como
las torres amigas, no fueron significa-
tivos en términos de la historia gene-
ral. Aceptar la ausencia de aquellos Croquis de la memoria descriptiva del
que ninguna significación heroica proyecto Libeskind
tuvieron, pero permanecen en la efí-
mera traza de las relaciones inter- Bush. Sabemos que estos arquitectos quema conceptual” los problemas téc-
personales que tejen nuestra vida, es lo saben por la tristeza con que con- nicos irresolubles del proyecto. Para
enfrentarse con la verdad. Hacer de templan sus propias opciones: la his- quienes están al tanto de los últimos
las huellas vacías de las torres un toria del campo arquitectónico de los debates en arquitectura, la propuesta
lugar sagrado, de las víctimas héro- últimos diez años no ha dado lugar al de Libeskind es sin embargo “vieja”
es de la resistencia, es pactar con la desarrollo de estas tendencias y el tes- por su carga simbólica (lo que nos ha-
mentira. timonio del proyecto Peterson/Litten- ce pensar en la rapidez con que las
Tanto Leston como Abraham con- berg deja en claro, en su tranquila pon- modas arquitectónicas vienen y se van,
sideran la arquitectura como el difícil deración, que la resistencia se ha con- mientras los edificios se construyen
arte de enfrentar la experiencia urba- vertido en conservación. durante largos años y quedan, sin re-
na no como imposición ajena, sino co- Volvamos a la propuesta triunfan- medio, allí). Pero, si tomamos distan-
mo alimento de la forma arquitectóni- te que aparece, para muchos críticos cia, el proyecto de Libeskind se mueve
ca. Saben que lo cotidiano es fuente neoyorquinos, aun los que estuvieron en la misma cuerda que los proyectos
de prejuicios, materia manipulable e lejos de apoyarla, como rupturista, de Greg Lynn, el joven estrella de los
inestable: de hecho, poco tiempo des- “vanguardista”, novedosa. Se habló de noventa cuyas figuraciones parecen in-
pués de la caída de las torres gemelas, ella, para atacarla, como la victoria de testinos, bolsas, enjambres de cuerdas:
la opinión pública apoyó la apuesta a “la institución permanente de la revo- son similares porque son analogía de
nuevos rascacielos, de la misma ma- lución” –lo hizo Catesby Leigh en un conceptos, por su carácter escenográfi-
nera que se inclinó livianamente por severo artículo, que opone a este “es- co, dibujable a través de la computa-
dora, construible con dificultad: ambos presar: no es el caso si se espera ven- por desatar; y lo sabía porque ya se
poseen un carácter retórico. cer en un concurso o convertirse en había desatado tantas veces en el si-
Estamos nuevamente descansando un arquitecto estrella –y tampoco si glo XX. Eligió eludirlo para vencer;
en la vieja técnica de relación entre se espera transformar los lugares de eligió la coartada que ya había sido
imagen-palabra-público, sólo que ella, habitación humana. Pero la retórica de preparada largamente por la vocacion
en tanto técnica, se oscurece delibera- Libeskind que he tomado como ejem- heideggeriana de la arquitectura de-
damente –no debe ser técnica sino ins- plo es una vertiente particular de la constructivista. Claro que no es van-
piración. O se habla de problemas me- retórica: no es la de la verosimilitud guardia, ni siquiera institución de ella:
tafísicos, como es el caso exitoso de sino la de la adulación. Aristóteles ya esta arquitectura ha renunciado a la
Libeskind, o se habla de funcionamien- había reflexionado sobre esta dificul- crítica. Presenta una mímesis literal,
to, de supresión del viejo estatuto for- tad, que alude a los ambiguos límites pero no de un futuro deseado, sino del
ma-contenido, de transformación in- entre verdad y mentira, tema que de- “caos” del que surge victoriosa la to-
terna de los procesos de pensamiento ben enfrentar no sólo las artes, sino rre de 1776 pies.
arquitectónico, evitando analizar las también las ciencias humanas. En am- Este complejo no se construirá si-
imágenes analógicas soft, tan pertinen- bas, la imagen presentada no puede no fragmentariamente: todo arquitec-
tes al mundo de la ciencia ficción ho- probarse en términos científicos –por to lo sabe. La propuesta de Libeskind
llywoodense. Dentro de 50 años, po- esto se habla de verosimilitud en lu- sirvió como puntal propagandístico.
cos podrán distinguir las fallas y quie- gar de verdad. Pero esto no implica Larry Silverstein construirá lo que 27
bres de Libeskind de las suaves curvas que no exista una verdad en ellas, que quiere y necesita, aprovechando pun-
enmadejadas de Greg Lynn, salvo co- no es la de la eficacia, sino la esquiva tualmente las imágenes provistas por
mo lo que son: figuraciones retóricas verdad humana que se discute en el un arquitecto de tan correcta biografía
al servicio de cualquier principio, sin espacio público, que considera en su política. Como en el cine de Hollywo-
otra relación con ellos que la analogía discurso y acción las más variadas po- od, el productor retendrá el corte fi-
literaria. sibilidades, ni tampoco otra verdad que nal: será, rigurosamente, el autor del
Un comentario final. La retórica es la póstuma, entregada con la última lugar. Esta es, claro, la Vida Victorio-
jamás abandonó la arquitectura por ra- esperanza a otras generaciones. En el sa según los Estados Unidos.
zones obvias: porque como la arqui- inevitable trámite de la retórica, que mar-
tectura, la retórica halla su razón de ca la arquitectura desde el inicio, hoy [Las frases citadas han sido tomadas de
ser en la comunicación pública. Es una asistimos a una inclinación a la adula- diferentes sitios de Internet, donde se puede
técnica para expresar. Desde este punto ción, no al legado. seguir todo el debate que provocó el
de vista, la arquitectura parece llama- No debe sorprender que hable de concurso. Entre otros, pueden verse el muy
da a expresar su misma construcción verdad, palabra desterrada de la co- buen sitio de arquitectura argentino
(que es, en términos amplios, la cons- rreción política. No puede no mencio- www.cafedelasciudades.com.ar; el sitio
trucción del mundo en el que vivimos), narse cuando asistimos, en la vida re- donde están todas las propuestas
seleccionadas, www.renewnyc.com; y los
pero se ha dedicado a expresar el Po- al, a la más impúdica mentira, que pre-
sitios www.igreens.org.uk, www.metropo-
der, hablando en contra de su omni- senta la guerra de Irak, asesinato en lismag.com, o el sitio del estudio ganador,
potencia. masa de niños y mujeres, como una www.daniel-libeskind.com. La cita de
Podemos eludir tal relación, a cos- gesta gloriosa. Libeskind elude todo Abraham en la entrevista “Kitsch at Ground
ta de no construir o a costa de no ex- juicio sobre lo que él sabía se estaba Zero?”; en www.worldpress.org.]

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