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Vallejo y Góngora en la revista “La Pasarralla”

Por: Gustavo Vega Morán.


Escritor y periodista. Gran Maestre en Cuento y Poesía.
Contacto: vega.tavo@gmail.com

No el peruano César ni don Francisco el español, sino nuestros Mauricio Vallejo y


Rigoberto Góngora escribieron en “La Pasarralla”, una revista mimeografiada que a
finales de la década de los setenta circuló un breve período como un esfuerzo del
sector literario del Movimiento de la Cultura Popular, MCP.

Eran los tiempos aciagos previos a la guerra, cuando un nutrido grupo de intelectuales
y artistas, urgidos por la opresiva y represiva realidad que vivía el país, decidieron
acompañar la lucha del pueblo salvadoreño y con el arte como arma, morir si era
necesario con él, como fue el caso de los dos escritores mencionados. Recuerdo muy
bien una tarde, cuando frente a las antiguas “cabañas” de la UES nos encontrábamos
reunidos algunos de los que formábamos parte del sector literario del MCP y Mauricio
Vallejo, con una aire entre tímido y pícaro, con un chispazo de luz brillando tras sus
lentes, se acercó a nosotros y entregó a Roberto Quezada un par de hojas de papel; era
uno de sus cuentos que, si mal no recuerdo, fue publicado en las páginas de “La
Pasarralla”. Recuerdo también al chelito con alma de pipil puro, Rigoberto Góngora,
que dejó el destierro en Costa Rica para unirse a aquel movimiento de artistas que hoy
parece olvidado.

Treinta y cinco años han transcurrido desde entonces y si hoy mi memoria artera ha
querido recordar aquella experiencia, ha sido gracias a un artículo recientemente
publicado en este mismo medio por el músico amigo Paulino Espinoza, sobre la
musicalización del Poema de Amor hecha por el compositor también amigo y de
poderosa voz Saúl López. En su artículo, Paulino menciona la revista “La Pasarralla” sin
nombrar al MCP, desconozco si hace referencia a una revista homónima o si se trata de
un involuntario lapsus, pero lo que para mí importa es que su referencia me hizo viajar
a aquellos días de muerte, combates y alegrías y a aquel florecer del arte vinculado con
la lucha del pueblo salvadoreño. Ciertamente, hay seguramente voces más autorizadas
que la mía para rescatar del olvido la importante experiencia del MCP, pues yo, por
razones personales, renuncié a esa institución en 1980. Bueno sería que estas pocas
líneas y los seguros olvidos que contienen despertaran esas voces y rescatarán los
tiempos en los que el arte se lanzó a las calles dispuesta a tomar el cielo por asalto o
morir en el intento.

Porque fueron tiempos en los cuales los artistas unieron su voz a la voz tutelar del
pueblo. Tiempos en los cuales así como el Poema de Amor de Roque y Saúl nació,
sonaron también “El regalo para un niño” musicalización del poema del gran Escobar
Velado, la hermosa canción de homenaje a María Elena Salinas, y otras más de grupos
como Mayo y Labor y Cosecha... Y, una expresión de aquella actitud y aquellos tiempos
fue precisamente “La Pasarralla”, una pequeña bomba de letras donde los versos y la
prosa eran tan incendiarios como las molotov, y escribir en ella era tan furtivo como el
clandestinaje y tan peligroso como mentarle la madre a un guardia. Mauricio Vallejo y
Rigoberto Góngora, como tantos otros que sería largo mencionar, son ejemplo de
aquella entrega y su sangre bondadosa es ahora, aunque no se sepa, aunque no se
diga, savia de la sangre histórica de El Salvador. Son ellos verdaderos fundadores de “La
Pasarralla” que hoy ha vuelto a mi memoria gracias al amigo Paulino.

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