Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1997, vol. xvn, n.o 64, pp. 689-707.
(94) 690 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
psicología (con todos los matices y comi philosophes (2 Y 4), como alguien que a
llas que se quiera), se dan cita en una obra menudo se encuentra bien entre ellos pero
cuyos ecos sólo se perciben en un concierto que va más allá en el tono crítico propio de
global: en todo ese imprevisible teatro di ese mundo de ideas, hasta el punto de hacer
derotiano, que funcionaba a la vez interior vacilar todas las referencias y consensos de
y exteriormente. su grupo.
Pues sucede que Diderot, siendo un Gracias a su audacia, a sus estudios
hombre verdaderamente «tecnológico» -su constantes y panópticos, generadores de
despiece de utensilios y máquinas o su artí nuevas propuestas teóricas, pudo huir tanto
culo «Art» lo atestiguan-, y queriendo tras de la estrechez de miras del especialista co
tocar todo el nuevo sistema del saber, la mo de la visión demasiado rápida del afi
moderna ciencia, se volcó a la par hacia los cionado. A impulsos, con su sello original,
problemas éticos y mostró a la vez una ad iba transformando una «lectura» ajena en
hesión apasionada por los antiguos, por Só un «texto» personal, pero no tanto para ser
crates, Platón, Séneca o Lucrecio. Fue un publicado como para ser discutido por él
científico -puesto que divulgó y discutió mismo o por sus allegados: trató de exten
las nuevas experiencias en química, en físi der, comprimir y corregir lo dado -un pro
ca o, sobre todo, en las ciencias de la vida-, fundizar en lo extraño y, al tiempo,
aunque paradójicamente escribió a partir de enriquecerse- siguiendo su estrategia
sus relaciones, de sus conversaciones y lec «marginal» consistente en hacer incansa
turas diarias. En suma, apostó por renovar bles anotaciones. Incluso Diderot sugería
el saber con su propia vida; y aunque escri que los demás dispusieran también de su
bir sobre uno mismo (según recordaba trabajo como él lo había hecho con el aje
Barthes) pudiese parecer pretencioso, ello no: cortando o contradiciendo, prolongan
significa también una idea simple, tan do a los demás (10, 13).
«simple como la idea de suicidio» o, menos
trágicamente, como la noción misma de ex
periencia vital y de entusiasmo que estuvie Pluralismo y plasticidad
ron presentes en el melancólico, conflicti
vo, desdoblado Diderot (4). Su repercusión pública fue relativamen
Desde sus inicios se dedicó a la traduc te restringida durante el torbellino central
ción y a la glosa constante de libros o artí del periodo ilustrado (3). No llegó a cuajar,
culos de otros autores, sin dejar de añadir después de todo, un «mito Diderot» (6),
sus propias notas, de modificarlos con sus quizá por no haber publicado sus obras
objeciones, de prolongarlos o abrirlos de maestras de madurez; pero al menos sí se
forma sistemática, contribuyendo a mejorar difundieron sus ideas, gracias al fuego de
la «lengua neutra» y clasificadora propia de su conversación (9), a sus cartas, a toda su
las Luces; aunque, al hacer uso de ella, la experiencia diaria de activismo intelectual
negase en el fondo, dando lugar a un estilo o práctico, a sus aprendizajes dialogados y
irrepetible. En esta tarea, Diderot luchó a sus enseñanzas privadas. A ello se suman
contra todo dogmatismo como buen huma los agudos y desafiantes manuscritos suyos
nista que se adentra, a veces incómodamen de los últimos años que, al menos, pudo
te, en el territorio algo accidentado de los leer un núcleo influyente en la renovación
Diderot, del lado de las ciencias 691 (95)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
cultural europea, núcleo que él mismo ha vétius). Disponía de un lenguaje moldeable
bía ayudado a reunir a través de los 70.000 a su gusto, caracterizado por su articula
artículos de esa famosa Enciclopedia ción irregular, sus desequilibrios súbitos, su
redactada por unos «hombres de letras» y modo especial de empujar hasta el extremo
dedicada a los hombres, a la posteridad (5). la ironía hasta cambiar de ángulo de mira.
La reorganización del saber en este Dic Es más, la decantación diderotiana tanto
cionario razonado de ciencias, artes y ofi hacia cuestiones estéticas como hacia las
cios (1752-1772), había sido una tarea a la relativas a lo viviente dan la forma y supo
vez cercana y ajena a su territorio personal. nen la savia de todo su pensamiento, de su
Pese a semejante trabajo colectivo -que ambición intelectual. Su convicción de que
quería lograr un ciclo universal «bien escri en el arte, como en la naturaleza, todo está
to», como decía Diderot; una «articula encadenado fue una intuición recurrente,
ción» de los conocimientos a transmitir, casi obsesiva, y el sustrato teórico de su
por encima de todo (10)-, su obra es mani plasticidad.
fiestamente fragmentaria. Fue muy procli Como regla general, su argumentación
ve a la discontinuidad; tendencia que se está basada en un orden aparente (parata
acentuó más aún hacia 1770, y en particular xis), pero se forma a partir de enunciados
en los Elementos de fisiología, del mismo divergentes, entrecortados, superpuestos,
modo que los últimos papeles que dejó re extraídos de la ciencia y de la experiencia
piten su vocación inicial como «escritor inmediata (26, 38, 39). Por ejemplo consta
por contagio», esto es su irrepetible tenden ta, hablando de la atrofia de las ideas, que
cia a la «traducción». «el Voltaire de sesenta años es el loro del
Además, el tan subrayado dialogismo de Voltaire de treinta»; o pregunta de golpe a
Diderot, el uso constante del «diálogo» co la Maréchale de ***, «¿si se dice que el es
mo fórmula expositiva, no por fuerza ex píritu puede crear materia, por qué la mate
plícita, fue cada vez más fructífero en su ria no podría crear un espíritu?»; o bien en
obra desde los Pensées philosophiques, una carta amorosa discursea sobre el mate
1746, hasta los escritos últimos, el Sueño mático Euler, o de pronto recuerda un
de D 'Alembert, las Observations sur ejemplo de Franklin, y más tarde otro de
Hemsterhuis o la Refutation d'Helvetius. A Lucrecio o de Hipócrates, con los que logra
medida que transcurrió su vida, su expre cerrar, por un momento, cierta anécdota.
sión global, y no sólo la forma, se hizo más Así sucede, con el Sueño de D 'Alem
abierta, rechazando decididamente la auto bert: un diálogo científico o didáctico, más
ridad del hablante e interviniendo en sus que literario, pero imaginario, inquietante,
textos con su propio nombre, como un «Só secreto, en donde la ironía irrumpe en la se
crates imaginario», moderno y desprotegi riedad, lo anecdótico o lo doméstico, y se
do. confunde con lo más excelso; donde la pa
Por todo cual Diderot aparece como un rodia interna está dirigida contra el lengua
escritor, un crítico y un estudioso definible je formado, solidificado, y ofrecida luego al
por la plasticidad de su estilo (<<todo se ha pensamiento por venir. De ahí que pueda
hecho en nosotros porque somos nosotros, verse como una especie de tejido-pólipo
siempre nosotros, y en ningún minuto los (34): dotado de un movimiento de asimila
mismos», apunta en la Refutación de Hel ción y transformación, estaría recreándose
(96) 692 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
tad, retoma a una constatación, a la que ha habla de los grandes físicos, ingleses y ho
dado mil vueltas desde hace veinte años landeses, que fueron diseñando la forma
(con Aristóteles de fondo) -«¿de dónde na que tendrá la mecánica en el futuro, en las
ce la conciencia? De la sensibilidad y de la memorias de temas físicomatemáticos de
memoria»-, y busca cómo activar la «ma l748, estimables aunque no novedosas,
teria bruta, inerte, inorganizada, inanimali aborda asuntos como la transmisión del
zada». En suma, avizora una sensibilité ac sonido (siguiendo a Euler, Rameau y
tive, algo activamente sensible, propio del D'Alembert), dos problemas clásicos sobre
animal. curvas construidas a partir del círculo, el
proyecto de un órgano programado, etcéte
ra: son, desde luego, trabajos de un buen
Inicial afición matemática aficionado (DPV, II). Aún a lo largo de una
docena de años, se interesará por la cohe
Retrocedamos aún más, ahora en su vi sión material o, de forma notable, por el
da. Situémonos en la jeunesse del autor, cálculo de probabilidades, con vistas a la
que se cierra convencionalmente en 1753, a Enciclopedia; ya que se preocupó enor
los cuarenta años, con esa a todas luces memente por la ciencia aplicada.
destacable Interpretación de la naturaleza, Sus críticas al matematismo excesivo,
en donde se equilibran su visión natural y sus burlas cariñosas a su compañero inicial
su preocupación civilizadora (2). Cuando el -el geómetra O' Alembert, tan lejano a su
proyecto enciclopédico parece perfilarse, él modo de pensar (17)-, pueden atribuirse a
había ido tanteando un espacio expresivo su aversión por la repetición ciega de un
propio, entregando sucesivamente, en poco modelo consagrado, el de la «disciplina»
más de un lustro, los Pensées philosophi newtoniana, en su más amplio sentido.
ques, La promenade du sceptique o la Let Diderot, oficialmente apartado de la mate
tre sur les aveugles, así como las Mémoires mática desde 1761, sigue no obstante sedu
sur différents sujets de mathématiques; to cido por algunas de sus cuestiones de ju
do ello sucede en unos años de sedimenta ventud hasta 1775. Una y otra vez, ironiza
ción, justo entre las dos décadas decisivas acerca de esa ciencia abstracta que no es si
para un pensamiento ilustrado en expan no una «combinación de signos» (Sueño de
sión pero que necesita acentuar ya su pro D 'Alembert); defiende que en la matemáti
pio examen. ca «la verdad más alejada de un axioma no
Entre los intersticios de sus preocupa es sino ese axioma expresado de otro mo
ciones filosóficas y literarias, sorprenden do» (Sobre Hemsterhuis). Pero aún en la
sus conocimientos mecánicos y matemáti Refutación de Helvetius se declarará espo
cos, que asegura haber adquirido por tener so infiel de la matemática, y recordará las
que enseñárselos a otros. Diderot subsistió lúnulas griegas, la maestría, bien concerta
en su juventud como profesor de matemáti da, de Newton y Leibniz, D' Alembert, Eu
cas y dominaba el cálculo infinitesimal ler y Lagrange, o se inspirará en la nueva
(proyectó un comentario a los Principia probabilística de Bernoulli, dirigiéndola
newtonianos), aunque las extensiones de hacia la aritmética social entonces en auge.
esta discipina en su época le fueron ajenas Esta combinación insólita de hombre
(19, 20). Si en sus Penseés philosophiques codificador o pedagógico y de pensador de
(98) 694 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
la singularidad se interrumpe con su propia noza, por ejemplo, empleó el giro «inter
desaparición, en 1784, en el umbral de la pretación de la naturaleza»; y si el avance
Revolución Francesa. De modo que las lí del saber era un ideal del progreso ilustra
neas de la literatura y de la ciencia, esto es, do, la idea de naturaleza e indagación que
de sus respectivas argumentaciones, se bi revisa Diderot está muy lejos de ese humus
furcan y ya no podrán «encontrarse nun tardorrenacentista que Bacon trataba de
ca», según constató una de las personas aderezar, en el que las nuevas matemática y
quizá más creadoramente capaces para ha física estaban ausentes y en donde, además,
cerlo, Jean Starobinski (14; cf. 10). el «hombre mecánico» aún no circulaba
por el mundo de academias en ciernes.
Con todo, hay en Diderot cierta afinidad
Crítica «baconiana» con éste, con su recurso aforístico, con la
idea baconiana del carácter abierto del co
Cuando, en la segunda mitad del siglo nocimiento, con la de la captura mediante
XVIII, la forma normal de la ciencia reci la observación inmediata, con su ideal re
bía casi su encaje «definitivo», Diderot pro copilador sin prejuicios universales y con
puso una revisión radical tanto de sus pre su proclividad hacia las formas de la natu
supuestos como de sus posibilidades de ex raleza (21; cf. 22). «Hiperbaconiano» por
pansión. Era una línea adelantada ya por su provocación, por la modestia de los méto
admirado Leibniz; o incluso, más lejos aún, dos que maneja (empíricos, más que empi
por Bacon, aunque la estrategia científica ristas), y por la «inmensidad» de su objeto
del inglés fuese prácticamente inaplicable natural -que seguía hurtándose a la des
para la ciencia matematizada de las Luces. cripción-, Diderot quiere flexibilizar una
Así que el «remontarse hasta los principios ciencia ilustrada que había prodigado su
generales más claros, examinarlos, discu vía de expansión meramente formal.
tirlos, no admitir nada más que el testimo
nio de la experiencia y de la razón», como
proclamó Diderot, no podría equipararse a Una reforma para estudiar la naturaleza
la desmesurada ambición del Canciller
(18), a su dinamismo individualista y sobe En la Interpretación de la naturaleza,
rano. Había comenzado el tiempo en que la Diderot avanza diversas reflexiones para
ciencia en alza tendía a perfilar bien su te reformar la comprensión del mundo físico,
rritorio, dibujando mejor su armadura, lo incluyendo el viviente, en una especial es
que afectó en el fondo, incluso, a Diderot. trategia antinewtoniana (24; cf. 37). Tras
Aparentemente su Interpretación de la destacar, de entrada, que toda indagación
naturaleza -una Enciclopedia abreviada y tiene trayectorias crecientes, estancadas o
personal en la que se oyen inquietudes físi en franca decadencia, solicita, en conse
cas, matemáticas, astronómicas, químicas cuencia, una nueva colaboración entre ex
y, desde luego, naturalistas y médicas- se periencia y raciocinio que permita contro
ría filobaconiana en su mismo título (inter lar y superar las épocas de declive. Luego,
pretatio naturae) y en sus párrafos relativos defiende hábilmente los avances en los
a la actitud inquieta que requiere la indaga nuevos trabajos experimentales (y define,
ción científica. Sin embargo, también Spi- por contraste, la matemática como un es
Diderot, del lado de las ciencias 695 (99)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
tricto juego, lo que criticará D' Alembert), nismos de generación, variedad natural,
pues, de modo en parte desproporcionado, prototipo de los seres, principio de inteli
hace valer el papel colectivo y corrector de gencia y, desde luego, sensibilité son las
la praxis, que ha dado sus buenos frutos en cuestiones suyas o ajenas que amalgama en
el desarrollo de las técnicas -un territorio unas páginas sintéticas cuyo carácter pre
clave, más allá de su peso en la Enciclope monitorio nos sigue inquietando dos siglos
dia- y en la atención a buen número de he y medio después.
chos experimentales que no pueden desde Su conclusión es un gran interrogante,
ñarse, aunque no encajen en el programa que parece dirigirse al futuro, a la cadena
mecanicista. de preocupaciones que reforzará hasta sus
Al mismo tiempo, en uno de esos giros últimos días: sobre la duración de las espe
paradójicos suyos, Diderot habla de un ne cies y su posible desintegración; acerca de
cesario instinto -emparentado, en el fondo, la heterogeneidad material y las apariencias
con su idea creadora de genio-, indispensa de movimiento, sobre la separación entre la
ble para renovar buen número de las disci materia inerte y la que se agita espontánea
plinas científicas, y que adelanta ya sus di mente, o acerca de la posible combinación
ferencias con el estricto «método experi de ambas y la reducción a una sola (22): «la
mental» (46), ajustando cada vez más el materia viva, ¿no sería una materia que se
conjunto de sus especulaciones acerca de la mueve por sí misma?; ¿qué son los moldes,
naturaleza, en su conjunto, y por añadidura principios de las formas?; ¿se combina la
de nuestra actividad mental. materia viva con la materia viva?; ¿la mate
Esta secuencia clara y densa -quejas, ria muerta está realmente muerta?; ¿no po
provocaciones, repasos de los últimos ha drían las moléculas vivas recuperar la vida,
llazgos, brillantes sugerencias-, es la llave tras haberla perdido, para perderla de nue
de la otra mitad del libro, dedicada, más vo, y así sucesivamente hasta el infinito?»
que a la ciencia natural estricta, al mundo
vivo en general. Diderot acude aquí a los
naturalistas; revisa, con cierto sarcasmo, Nuevo conflicto entre las ciencias
las hipótesis sobre el mundo de lo viviente
que ofrece el Systeme de la nature de Mau La plural formación científica de Dide
pertuis (36). Publicado por entonces, este rot se trasluce en la conjeturas sobre cien
escrito maupertuisiano, demasiado ingenuo cia experimental que anota nerviosamente
para hoy, incluye el deseo, la aversión y en esta Interpretación: además de la obste
hasta un principio de inteligencia en la ma tricia, figuran ejemplos de electricidad y
teria, a fin de dar cuenta de la agitación de magnetismo, elasticidad y choque en cuer
10 viviente, así como de la constancia y de das vibrantes, metalurgia, ya que miraba
las desviaciones o malformaciones en el con interés la nueva física práctica a fin de
desarrollo de los seres y las especies. Y Di complicar el dispositivo científico. Sin em
derot, en acuerdo y, a la vez, en desacuerdo bargo, sus conocimientos enciclopédicos (y
con Buffon y Maupertuis (influidos aún por la puesta al corriente del lenguaje médico)
la mecánica de Newton), hace un recuento se iniciaron con su traducción del Medici
indirecto de sus ideas: moldes interiores, nal Dictionary de Robert James (1744 y
unidad viviente y molécula orgánica, meca 1747), con su escucha de las lecciones del
(lOO) 696 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
anatomista Cesar Verdier y el estudio de las mo su amigo D'Holbach (desde 1765) eran
obras anatómicas de Albrecht van HaBer. admiradores del vitalismo de Stahl, quien
La ciencia natural, por otra parte, iba a con hace prevalecer la autorregulación de los
seguir tanta adhesión social que el propio cuerpos. Además, Bordeu le arrastrará ha
Diderot en su extraordinaria Carta sobre el cia otra especulación acerca de los fenóme
comercio de la librería hablará del relevo nos de la vida, hacia un cuerpo humano
que esta rama del saber había tomado ya en -«transformable, adaptable, frágil y tam
la edición francesa de su tiempo. Y para su bién amenazado»- percibido como «una
indagación misma, desde los primeros pa sociedad de órganos, un racimo de abejas
sos, almacena muchos ejemplares de la co que viven por separado, pero que se disci
lección natural de Buffon a partir de 1750 plinan para lograr una existencia común»
(29). (16; cf. 22).
En un sentido muy amplio, pues, la línea El prebiólogo Diderot va a incorporarse
«biológica» prevalecerá en sus propios gus cada vez más en ese pulso vital que co
tos, con la influencia más tardía de Théo mienza a sentirse y enriquecerse gracias a
phile de Bordeu, pues Diderot, lector de sus fuentes muy dispares, aunque la corriente
Recherches anatomiques, de 1752, llegó a vitalista sólo prosperará pasadas unas cuan
sentir una amistad fraternal con ese gran tas décadas aún. Dados los límites de toda
colaborador en la Encyclopédie, luego tam iatromecánica refinada, él fue un índice
bién personaje del Sueño de D 'Alembert. singular de una trayectoria global del pen
Por cierto que D' Alembert, no sólo buen samiento en que las organizaciones vitales
geómetra, sintió curiosidad por los proble van apartándose con dificultad de la causa
mas fisiológicos, aunque se orientará hacia lidad mecánica: ésta es el blanco de nuestro
una iatromecánica renovada y no saldría ya autor, quien se burla de los «físicos sin
de ella: le interesó una fisiología que nace ideas», de los «físicos sin instrumentos» o
de la anatomía razonada, esto es, una des de los «escrúpulos de la filosofía racional».
cripción de las estructuras y los actos fun Nos hallamos aún ante un Diderot en vías
cionales con hipótesis empíricamente arrai de «diderotizarse», de encontrar su lugar
gadas, razonablemente newtonianas. De preciso y su lenguaje incisivo; algo que lo
modo que esta nueva iatrofísica sería poco grará tras un enorme rastreo de bibliotecas
conciliable con la audacia de las fisiologías públicas y privadas (como la enorme del
posthallerianas, con la idea posterior de médico Falconet), y una sobresaliente sedi
«sensibilidad generalizada» (40). mentación personal.
En cambio, Diderot, que partía de sus A partir de 1759, concluida su primera
mismas fuentes y de las lecciones quími experiencia glosadora y enciclopedista, se
cas, muy renovadoras, de Rouelle imparti revela el Diderot más genuino, según escri
das entre 1754-1757 (seguidas asimismo be su excepcional biógrafo Arthur Wilson;
por Venel, Bordeu y el propio Lavoisier), y y es cuando, como todo buen creador, sufre
que hubieran podido inclinarle hacia cierta por todos los obstáculos que aparecen ante
quimiatría, siguió otro rumbo, el de las la expresión y creación arriesgadas (3). Ya
ideas teleológicas naturales. Es verdad que en este momento de metamorfosis, eso sí,
la molécula orgánica en la que se detiene es ha reflexionado a menudo sobre la libertad
de esencia química; pero tanto Rouelle co- en la naturaleza, problema de principio en
Diderot, del lado de las ciencias 697 (lO])
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
el vitalismo en ciernes, y que hará de pórti se diderotiana, «la sensibilidad es una pro
co a las futuras discusiones imaginarias en piedad universal de la naturaleza», se con
tre él mismo y su compañero enciclopedis vertirá en una especie de proclama para in
ta en su inquietante Sueño de D 'Alembert. tentar modificar el sensualismo racionalista
de los philosophes. Pese a su admirado me
canicismo «lucreciano», Diderot ofrecerá
Hacia el vitalismo un materialismo vitalista -un vitaloquimis
mo, acaso (23); pues hubo diversos mate
Muy lentamente, entra en esa zona fron rialismos-, e imaginará un poder tal en la
teriza, y muy fértil en su momento, que es materia que le permitiría producir, en su se
el pensamiento prebiológico: una reflexión no, mutaciones de todo tipo.
que oscila -lo recordaba Canguilhem- en Dicho de otro modo, materia y actividad
tre mecanicismo y vitalismo, entre discon aparecen ahora como indisociables, y se
tinuidad y continuidad, entre formación y trata de investigar el proceso de la realidad
epigénesis, entre atomismo y totalidad: ello que deja perplejo a parte de los ilustrados,
se acusa, respectivamente, en conceptos en menos monolíticos de lo que a veces se su
pugna como estructura y función, en la idea giere (12). Resultan muy significativos los
de sucesión de formas, en la intuición sobre avatares, en la discusión de Diderot, de la
el desarrollo de los seres y en el problema conocida pareja newtoniana acción-reac
de la individualidad. Aspectos, todos ellos, ción, tan difundida por la física del XVIII y
que comienzan a cobrar poco a poco su es en sus textos finales. Puesto que no expre
tatura, empujados por Diderot y algunos saría ya una especie de «igualdad en la
más, sin duda. reciprocidad» sino un juego semiorganicis
Así, el modelo mismo de saber empieza ta -una dualidad dinámica, llena de fluc
a revelar desde entonces cierto giro, aunque tuaciones- que facilite la mudanza de lo
no de golpe: más allá de los nuevos objetos, inanimado a lo animado, que permita «cir
aparece en la superficie una desazón extra cular» entre ambos estados: los órganos ac
ña a la idea de neutralidad científica. Ello cionan y reaccionan, dirá Diderot, en busca
se aprecia mejor si, abandonando la juven de un esquema operatorio, una especie de
tud diderotiana, nos situamos ya en sus últi trasformador que permita pasar al mundo
mos quince años. Pues, bastante después de animado (15). Incluso esa nueva materia
escribir la lnterprétation de la nature, y ya estaría impregnada de memoria, estaría
con otra experiencia, Diderot va a escrutar constituida por ella.
y casi a «perseguir» obsesivamente el terri
torio de la vida, con un lenguaje más desen
vuelto: en los breves Principes philosophi Elementos para una fisiología
ques sur la matiere el le mouvement
( 1770), en el extraordinario Sueño de D 'A Los Éléments de physiologie -en princi
lembert -donde se hallan todos los temas pio, una especie de tratado básico de ti
más importantes desde 1750 de la filosofía siología de acuerdo con sus más tardías lec
y la biología (28)- y, de otro modo, tam turas-, se hallan ligados a las cuestiones
bién manifiesto, en los finales Éléments de formuladas en el Sueño (ello se percibe ex
physiologie. De suerte que la principal fra presamente en una de las versiones de este
(102) 698 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
texto), pero ofrecen también ciertas preocu por fuerza sólo va a lograr una publicación
paciones sistemáticas relativas a toda la ga póstuma puesto que trabajará en ellos sin
ma de productos mentales. El título está encadenarlos, puede entenderse como un
inspirado en otro homónimo de Von Haller, paisaje heterogéneo, que alberga manojos
a quien había leído y anotado. Aunque sin de frases o pensamientos en ráfagas, como
duda lo utilice, las posiciones de principio si fuese expresión de su misma idea acerca
hallerianas están ya bastante anticuadas: de las sensaciones: «ninguna sensación es
éste, discípulo de Boerhaave, había comen simple ni momentánea, ... es un haz». Y su
zado a traducirse en 1747 (y Diderot le re fragmentación le hace todavía más abarca
cordaba ya en su Interprétation). Su más dor de lo que los rótulos y apartados nos
personal inspirador teórico (30), aunque en sugieren (46). De hecho, si bien las dos co
absoluto el único, va a ser Bordeu, cumbre pias del manuscrito del libro llevan la fecha
en la escuela de Montpellier y, por 10 de de 1778, su elaboración se prolongará hasta
más, admirador de HaBer. el final de sus días, lo que acentúa, desde
El texto de que disponemos hoy, no se nuestra óptica, su carácter preparatorio, in
sabe si muy manipulado por los herederos concluso, plagado por tanto de contradic
del autor, está dividido en tres partes: una ciones y oscuridades, pero finalmente
«fisiología», que aborda los fenómenos de abierto y refrescante.
la vida con una mirada global; unos «ele Su modo de argumentar, el nuevo dialo
mentos y partes del cuerpo humano», don gismo que pone en acción, dejará de remi
de aísla la idea de irritabilidad, abordada ya tirse a la autoridad escondida en la vieja
antes, y excluida de algunas partes corpora idea de reminiscencia -esa poderosa anám
les; y, finalmente, un estudio escalonado de nesis que ha garantizado la «verdad» del
los «fenómenos del cerebro», en donde in diálogo antiguo o incluso renacentista-, pe
terviene Diderot con frecuencia, de modo ro también a la «razón mecánica» moderna:
que, más allá de un regreso tardío, intenso, en ello, y también por las cuestiones abor
a los temas médicos, observamos una ex dadas en la Crítica del juicio, se avecina al
tensión de las intuiciones del Sueño de criticismo kantiano. En consecuencia, su
D 'Alembert. censura a todos los lastres de la ciencia en
La clave del nuevo semidiálogo con sus observancia será cada vez más martilleante,
contemporáneos, o consigo mismo, es po pero se hace asimismo más difícil, más la
ner en evidencia la «ley de continuidad de beríntica y delicada.
estados propios al ser sensible, viviente y
organizado», del mismo modo que resulta
incontrovertible para Diderot una «ley de La materia estimulable
continuidad de sustancia». En todo caso,
supone la puesta al desnudo y el despliegue En pos de nuevas legislaciones para la
de las operaciones del cuerpo humano: es naturaleza, Diderot piensa en unas cualida
un «espectáculo cosmo-biológico», con la des activas, no visibles y desde luego no
intención de destruir toda idea de poder se cuantificables (fuera de un orden atómico
creto que pudiera oponerse a la actividad calcado de los newtonianos), y capaces de
de la materia (13). dar cuenta de la plenitud de lo real, de la
Esta gran suma de esbozos suyos, que palpitación de una naturaleza que viene
Didero t, del lado de las ciencias 699 (103)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
hurtándose, en fin de cuentas, al cálculo ya vaca una visión nunca en reposo: todo se
reconocido. Su vitalismo, por tanto, como halla en devenir. Existen entonces dos fuer
el de Bordeu, es ante todo una exigencia, y zas en juego, energía y cambio, que provo
no un mero volverse hacia el pasado (35): can un continuo hacerse y deshacerse de
es lo que le permite evadirse de la única po los seres. Y así Diderot mezcla inseparable
sición científica consagrada, la físicomate mente lo fisico y lo biológico, pero no sin
mática, e intentar construir, por contraste, paradojas, sin una coexistencia conflictiva:
una especie de ciencia natural «puramente la vida, la fuerza de la irritabilidad «no de
descriptiva». De ahí que a la idea primaria pende ni del peso ni de la atracción ni de la
de sensibilidad deba unírsele cierta organi elasticidad». Además, cada sustancia ha
zación -molécula, organismo, animal (AT, bría de ser más bien particular, heterogé
IX)- que había sido discutida ya por la me nea, estaría gobernada por un ritmo parti
dicina de entonces, mezclada sin embargo cular -en contra de la tradición del sistema
ésta, a menudo, con argumentos mecáni racionalista mecánico (31 )-, aunque haya
cos. Diderot establece una sensibilidad co por su parte, siempre, una convocatoria
mún en la que los órganos participan en di irrenunciable de la naturaleza en su integri
ferentes vías; paralelamente, el todo uno dad.
del animal se conseguiría para él con la pre Entonces, conexión y estimulación han
sencia de la memoria. de reforzarse armónicamente para que se
Habría, en consecuencia, una «sensibili active la omnipresente «sensibilidad sorda»
dad sorda», una vida latente, un principio y logre hacer vibrar la materia, para hacerla
inerte pero con posibilidades de brotar y re fermentar o metamorfosearse: existiría una
velarse en el movimiento (que, según los ley general de desorden, pero sometida
Principes, es «tan real como la anchura, la siempre a un orden, y ello constituye el ori
largura y la profundidad»), gracias a una gen de la «contradicción» de caos-ordena
organización a la vez intuida e indefinida, do diderotiano (11, 12). En efecto, el pre
seguramente por precaución intelectual. sente de la naturaleza tiene que absorber
Frente a tal indeterminación, en cambio, él ese «caos imposible» y legislarlo, pero hu
ofrece una idea del universo en perpetuo yendo del viejo cuadro teórico; mientras
movimiento, como un «inmenso juego» de que un caos informe daría cuenta, más
fuerzas (28). Es un torrente en el que «to bien, de los orígenes de lo existente.
dos los seres circulan los unos en los otros;
por tanto, todas las especies... todo está en
un flujo perpetuo», según se oía decir en el Extravagancias
Sueño. Es lo que mantendría el orden mate
rial sin que su vigor se degrade; y, en este Dado el remanente de desorden que hace
sentido de actividad coherente, sin deterio siempre de contraste en su intuición, las pa
ro, debe entenderse su frase rotunda de los tologías y, especialmente, la teratología in
Elementos: «el mundo es la casa del más tervienen de forma manifiesta en todas sus
fuerte». argumentaciones, con una notable ambiva
Desde una perspectiva aún más abstrac lencia. Ante un monstruo, Diderot experi
ta, esta gran intuición universal, dominada menta una mezcla de fascinación, simpatía
por el entrecruce de materia y proceso, pro- y horror. Esta cadena de actitudes contra
(104) 700 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
puestas, y engranadas en la idea de excep miento. Por añadidura, para él, un mons
cionalidad, resulta ser un testimonio de su truo sería más bien lo que se «muestra» -de
universalismo y de su valoración de la acti mostrare, sin más; etimológicamente-; esto
vidad sin pausa: un desvío no es nunca, pa es, representaría lo aleatorio, lo azaroso, lo
ra él, una rareza pasiva (42). inesperado, pero algo coherente y sumergi
Al elegir, inicialmente, a un ciego o a un ble sin fricciones dentro de la pluralidad in
sordomudo como objeto, mostraba cómo, finita de los fenómenos naturales (43, 41 ).
ante la carencia de sentidos particulares, Una rareza no atentaría, sino todo lo con
que él percibía también como «monstruo trario, contra la conformidad del mundo.
sa», la disposición orgánica del hombre se De hecho, dos metáforas muy suyas, la
veía afectada en su conjunto; y no sólo, del juego y la del injerto (41), permiten la
pues, en el plano sensorial. El monstruo fue combinación posible de imágenes natura
una pieza relevante en el pensamiento ilus les, no sin cierta rigidez eso sí, puesto que
trado, especialmente desde el segundo ter la infinita elección que supone el jugar se
cio del siglo XVIII, y la mostruosidad ha une con la acción visible, «manual», del in
bía sido convertida en instrumento de la jertar. En cualquier caso, para Diderot, la
ciencia, en la llave para los análisis sobre la monstruosidad es relativa siempre -puede
disposición natural: estaba en la génesis ser representativa de un inicio-; y un mons
misma de las ideas y de los ideales del mo truo absoluto sería impensable. O lo que es
mento, según decía Canguilhem. Era un cu lo mismo, hombre y rareza serían ambos
rioso rasero (desgeometrizado), para pen naturales, serían «igualmente necesarios en
sar en el orden posible sin caer en un reduc el orden universal» (como se oye decir en
cionismo omnisciente. el Sueño de D'Alembert). Por encima de to
En los primeros escritos de Diderot, es do, pues, las anomalías le sirven para pen
tos fenómenos eran aún esbozos de formas sar en los cambios globales de los seres vi
no viables; más adelante ya, pasan a ser fe vos: «el monstruo nace y muere; el indivi
nómenos naturales, pero raros, que eviden duo es exterminado en menos de cien años;
cian una tendencia real del mundo viviente; ¿por qué la naturaleza no exterminaría la
finalmente, en los Éléments se convierten especie en una más larga secuencia tempo
en expresión de lo general, hasta el punto ral ?».
de negar la existencia de un modelo absolu Resulta curioso constatar, finalmente,
to, de una verdadera «norma» en cada espe cómo el monstruo está asociado de forma
cie. Cada vez más, dejará de ver en lo mos indirecta a dos figuras que no dejaron de
truoso un contraste mecánico, pasando a ser notables interlocutores diderotianos.
ser una disonancia aceptable en la armonía Por un lado, Bacon, que después de un si
generala, mejor, un elemento que tiene su glo de teratologías renacentistas se había
peso en la regulación orgánica. preocupado por ubicar las incongruencias
La originalidad diderotiana consiste, de naturales en sus clasificaciones de los sabe
antemano, en que el lenguaje de lo extraño res. Por otro, y de otra forma, su imitador
o infrecuente -lo desviado, viciado, raro, en el modelo enciclopédico, el poco baco
chocante o inusitado-, estará desprovisto niano D' Alembert, le sirve -en el Sueño, en
de cualquier peso normativo, en este y, por un estado medio febril, medio perturbado
cierto, en todos los campos del conoci- del matemático- para recordar a Diderot el
Didero t, del lado de las ciencias 701 (lOS)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
momento se inventa la palabra árbol, se in menuza ese bloque inmenso y fundamental
ventan otros signos, se encadenan y se or en otras memorias -de la vista, del oído,
denan». del gusto- como «hábitos que vinculan una
larga sucesión de sensaciones y de pala
bras, y de movimientos sucesivos y encade
Privilegio de la memoria nados de órganos» (16, 44, 46). De modo
que tales retentivas sensoriales se verían
Aficionado sin duda a la psicología ra superadas en su interdependencia, gracias a
cional, Diderot acude al análisis de las sen las circulaciones mnemónicas que hacen
saciones; aunque, paralelamente, consigue del cerebro algo más que el cedazo que era
dinamizarla de golpe. De ahí procede su ai esa «máquina» para Le Camus u otros.
re de modernidad; así como por haber evi A cambio, él habla de un depósito de re
tado muchas trampas y simplificaciones: su membranzas que acoge no sólo las diversas
traducción de los fenómenos psíquicos a la sensaciones (por ejemplo, desde los gritos
«biología» se apoya en el sensualista Bon animales o los ruidos físicos hasta las me
net, pero él no precisa cuál sería el sustrato lodías o una armonía compleja) sino, lite
orgánico (las fibras bonnetianas) de los ac ralmente, todo que «hemos visto, conocido,
tos mentales, que aparecen dados sin más, percibido, entendido». Sería una facultad
según resalta Mayer, el gran editor de los gigantesca, casi mostruosa, que trataría de
Éléments (44). Por añadidura, Diderot reca compensar acaso el viejo poder de la anám
pacita sin cesar sobre los obstáculos que nesis. Por ello, reforzando el peso de la
acompañan a todo conocimiento privado: memoria en la personalidad, Diderot se
«lo que peor conocemos son los sentidos preocupa, como siempre, por patologías
íntimos, a nosotros mismos, el objeto, la mnemónicas, como las ilusiones psicoso
impresión, la representación, la atención»; máticas, las amnesias o los excesos en la
y más aún señala este gran apasionado que reminiscencia. Los extravíos le sirven de
«las grandes pasiones son mudas; ni siquie ángulo privilegiado para resaltarla en lo po
ra encuentran modo de expresarse». sible, ya que, según afirma con fuerza, «el
Diderot interpreta, más bien de un modo imperio de la memoria sobre la razón no ha
discursivo, el juicio, en parte según Bonnet sido nunca lo suficientemente examinado».
y Robinet, como un fenómeno de resonan
cia. Y señala que la imaginación está aso
ciada a los objetos, por contraste con la me Del sueño a la oscuridad
moria que correspondería ya a los signos,
«a las palabras casi sin imágenes». El cere También el estado de sonambulismo o
bro, un mero órgano a su entender, necesita de ensoñación cobran terreno en sus cavila
del suplemento capital de la memoria, ca ciones. Aunque parezca una melodía episó
paz de refinar todas las percepciones. Más dica en los Éléments, el sueño aparece co
allá de la voluntad (que «no es menos me mo un verdadero interrogante. Diderot pue
cánica que el entendimiento»), la memoria de afirmar entre líneas: «sueño, acción y
inmensa o total viene a ser «un estado de reacción de las fibras unas sobre otras»; y
unidad completo», por encima de una re sugerir que el sueño «deshilvanado» pro
tentiva parcial o «incompleta», pues él des- vendría sin más del «movimiento tu
Diderot, del lado de las ciencias 703 (107)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
multuoso de las hebras». Pero, sin lugar a Si la psicología del siglo XVIII abordó a
dudas, lo siente afín al delirio y la locura: menudo la fuerza de la vida impulsiva -no
«delirio razonado y sueño continuo son lo todo se reduciría al análisis de la represen
mismo». De manera que el sueño acaso pu tación, decía Cassirer-, «superando» la ca
diese cumplir cierta función para la medici racterización más controlada de las pasio
na anímica que él aventura. nes propia de los grandes sistemas (del
En efecto, situado en la estela de las in pensamiento anímico de la centuria ante
tuiciones de Leibniz, Diderot hace valer el rior), Diderot, desde luego, fue uno de los
trabajo ininterrumpido del inconsciente: en que llegó más lejos en este camino con su
los Élements, por ejemplo, constató ambi «máquina sensible», mostrando cómo las
guamente que «durante el insomnio hay re pasiones son irreductibles a un cuadro físi
presentación involuntaria de uno o varios co, y cómo lo imacional es también natural
objetos»; o mejor en todo el Sueño de (cf. 12; 25; 31; 47). Vaciló siempre ante los
D'Alembert (cL 27), donde Bordeu llega a deficientes o ante los dementes, y si sostu
afirmar que «no hay distracción alguna en vo en los Éléments que «la mayoría de las
el sueño, de ahí su vivacidad», que todo es enfermedades, casi todas, son nerviosas»,
«alternativamente activo y pasivo en una percibió en los extremos, más que un mar
infinidad de maneras». Todo ello, así como gen informe, un mundo a respetar. Una vez
el cultivo de un propio estado de ensoña más, en consecuencia, el desorden le atrae
ción -en el que deja su mente en libertad poderosamente, y las gamas de la enferme
para que siga la «primera idea, sabia o lu dad mental que repasa o a las que alude no
nática, que se le presente» (El sobrino de resultan por fortuna localizables físicamen
Rameau)-, no es más que un primer atisbo te; antes al contrario, Diderot se remite a
de su concepción mental dinámica. una organización mucho más general, a un
A su descamada evocación edípica, sa problema de orden global en el que la locu
ludada siempre por Freud -un pequeño sal ra resulta inalcanzable, aunque exigiría una
vaje, si se abandonara a sí mismo, «torcería mirada particular para observarla.
el cuello a su padre y se acostaría con su Su pensamiento sobre las metamorfosis
madre»-, se añade su imborrable experien y teratologías de la naturaleza, pues, se
cia de haber visto cómo un hijo azotaba el combina sin roces con una visión propia
cadáver de su padre, por haberse sentido acerca de la tendencia fantaseadora del
odiado. En general, el malestar en la cultu hombre que subraya los impulsos oscuros.
ra está denunciado en un Diderot que ve el Cabe arriesgar, en fin, que su teoría acerca
mundo artificial embutido forzadamente en del «orden catastrófico», en general, está
el natural, esferas que nunca serían aisla en consonancia con el hecho de que, siendo
bIes, para mayor conflicto. Más aún, la hi un destacado defensor de la vida social, no
pótesis somático-afectiva late en muchas dejó de soñar con una sociedad medio sal
páginas diderotianas, íntimas, semiprivadas vaje, medio civilizada. Y esta hibridez se
y públicas; y ello se explicita con un ejem observa asimismo en que, por un lado, Di
plo notable de los Éléments, donde, al ha derot advirtió sin rodeos que cualquier ex
blar del doble juego que se produce en la ceso personal atentaría contra la especie
lactancia, dice de la madre y el hijo: «son humana o la anularía -no existe, según
dos seres que buscan reidentificarse». recalca, organización alguna exclusiva del
(l08) 704 M. Jalón
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
talento-; mientras que, por otra parte, fue los demás, hizo de transmisor cultural a la
un reconocido teorizador del genio indivi vez fiel y «fatalmente» infiel; esto es, fue
dual. su recreador.
De hecho, el genio no corresponde ni al También nos cuesta participar de su ver
temperamento ni a la capacidad de juzgar tiente satírica, de ascendencia grecolatina,
ni a la imaginación, es una «cualidad inde en la que podríamos reconocer su verdade
finible» para él (Sur le génie, AT, IV). Lo ro carácter. La sátira se caracteriza por una
genial constituiría un punto de fuga, sería la mezcla de estilos, y el «acoplamiento entre
evidencia de lo irreductible. especies diferentes» resalta en el quehacer
diderotiano. El principio de hibridación de
Diderot, la construcción mediante «tonos y
Diderot o el mundo de la interpretación registros opuestos» predomina en su obra,
hasta el punto de que su universo producti
Malamente cabría confinar a Diderot en vo ( 14) se basa justamente en esta conspira
un terreno específico, y menos aún en un ción, mitad disparatada, mitad totalizadora,
género concreto, por lo que aparece como en la que todas las armonías posibles del
el prototipo de desbordador de cualquier te conocimiento se encuentran sensibilizadas
rritorio definido. Ello destaca hoy de fOfila y se ponen en acción.
clara, cuando intentar un enciclopedismo La doble crisis en las esferas física y
como al suyo resultaría insensato. Su incla moraL que define a los años tardoilus
sificable «dispersión» favoreció su papel trados, se capta así de forma excepcional en
efectivo como sismógrafo y como revitali este testigo incomparable, bastante más
zador de la cultura en líneas generales y, en templado que Rousseau, y menos rígido
consecuencia, de esa evolución científica que Condorcet. El reconocido doble fraca
que se perfila en el tramo final de la Ilustra so de Diderot, al no poder fundar ni una
ción. Diderot --con extravagancia y profun moral ni una ciencia, o el hecho de que su
didad, según reconocía- fue al tiempo ca pensamiento no sea en absoluto una «filo
paz de resumirla y de agitarla. En parte, sofía científica» como decía también Roger
con armas antiguas. (28), resulta ser más bien un éxito si le ve
Pues estaba provisto de una verdadera mos como fuente indispensable de las hu
cultura clásica, bien ajustada, quizá por en manidades, como quien encendió la inquie
cima de lo que era usual entre muchos de tud ante lo «humano», y, en definitiva, hizo
sus coetáneos, al actualizarla a diario. Y así y a la vez deshizo el lenguaje de su tiempo.
él se nos aleja más todavía, dado que el diá Locuaz y curioso como pocos, este Di
logo constante que mantuvo con los anti derot tan «natural» y con tantos artificios
guos nos es, por desgracia, inalcanzable fue también, sobre todo, original y profun
(cf. 23). De igual manera, nos resulta extra do: posiblemente por ello sus libros mu
ña su manipulación de textos ajenos, esa chas veces no pasaron de ser una especie de
afición insólita (pero, en el fondo, tradicio agregado informe (cf. 6, 8, 13). Otro tanto
nal), que dominó su vida. Una actitud mo ocurre con los Éléments de physiologie que
délica, pues, al modificarlos o comentarlos, prácticamente concluyen, por un lado, con
interfería en su intención patente. Diderot una fórmula en la que reconocemos el nú
se convirtió en un excepcional «lector» de cleo de toda su interrogación teórica -«la
Diderot, del lado de las ciencias 705 (109)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
(11) CROCKER, L. G., Diderat's Chaotic Or Revue des sciences humaines, 1982, 186-187.
der, Princeton, Princeton University, 1974. pp. 185-197.
(12) CROCKER. L. G .. «The Idea of a 'Neu (26) WERNER, S., «Comédie et philosophie:
tral' Universe in the French Enlightenment», Di le style du Réve de D'Alembert». RDE, 1997.
derat Studies, XXI. 1983, pp. 45-76. 22, pp. 7-23,
(13) STAROBINSKI. J., «Diderot et la parole (27) CASINI, P., «La revanche de l'incons
des autres», Critique, 1973, 296. pp. 3-22. cient: D' Alembert vu par Diderot», DHS. 1984,
(14) STAROBINSKI, J., «Le philosophe. le 16,pp.17-24.
géometre. l'hybride». Poétique, 1975,21. pp. 8 (28) ROGER, J., «Diderot et I'Encyc1opé
23. die», en Les sciences de la vie dans la pensée
( 15) STAROBINSKI. J., «Action et réaction» fram;aise au XVIII' siecle, París. Albin Michel,
chez Diderot», en LAFARGE, C. (ed.), Dilemmes 1993. pp. 585-682 (OL 1963).
du romano Essays in honor of G. May, Stanford (29) ROGER. J .. «Buffon et Diderot en
University, 1989, pp. 73-87. 1749», en Pour une histoire des sciences a part
(16) MAYER. J., Diderat homme de science, entiere, París. Albin Michel, 1995 (OL 1963).
Rennes, Imp. Bretonne, 1959. (30) DIEcKMANN. H., «Théophile de Bor
(17) MALHERBE, M .. «Mathématiques et deu und Diderots Réve de D 'Alemberl», Roma
sciences physiques dans le «Discours prélimi nische Forschungen, 1938, pp. 55-122.
naire» de l' Encyciopédie» , Recherches sur Di (31) GALZlGNA, M.. «L' organismo vivente e
deral el sur Encyclopédie (RDE), 1990. 9, pp. il suo ambiente: nascita di un rapporto», Riv.
109-146. ail. stor. fi/., 1979, 34, pp. 134-161.
(18) MALHERBE, M., «Bacon, Diderot el (32) FrGLlO, K.M.. «Theories of Perception
l' ordre encyc1opédique», Revue de synthese. and the Psychology of Mind in the late Eighte
1994. IV. pp. 13-37. enth Century», History of Science, 1976. pp.
(19) CROCKER, L. G.: KRUEGER. R. L.. «The 177-212.
Mathematical Writings of Diderot», Isis, 1941, (33) VIDAL. F., «Analyse et sauvegarde de
33, pp. 219-232. l'ame dans la psychologie des Lumieres», Vv.
(20) DHOMBRES. 1.. «Quelques rencontres AA., Le jardin de ('esprit. Textes offerts a B.
de Diderot avec les mathématiques», en CHOUI Baczko, Ginebra, Droz, 1995. pp. 217-231.
LLET. A. M. (ed.), Colloque internationa! Dide (34) SUZUKI. M., «Chalne des idées et chal
rot, París. Aux amateurs de livres, 1985, pp. ne des etres dans le Reve de D 'Alembert». DHS,
269-279. 1987, 19, pp. 327-338.
(21) DIECKMANN, H., «The Influence of (35) JOUARY, J. P. (comp.), Diderat et la
Francis Bacon on Diderot's Intelprétation de la matiere vivante, París. Messidor, 1992: «Présen
nature», The Romanic Review, 1943, 34, pp. tatíon».
303-330. (36) VARTANIAN, A.. «Diderot and Mauper
(22) JALÓN. M .. «Interpretar la naturaleza tuis». Revue interno de phi/., 1984. 148-149. pp.
en 1754: la síntesis de Diderot». Arbor, 1992. 46-66.
CXLL 556, pp. 61-94. (37) VARTANIAN, A.. «Diderot et Newton».
(23) BELAVAL, Y, «Sur le matérialisme de en Vv. AA.. Nature, histoire el sociélé. Essais
Diderot», en FRIEDRICH. H.: SCHALK, F., Eu en hommage a Jacques Roger, París, Klinck
rapaische Au.fk!arung, Munich. W. Fink, 1967. sieck, 1995, pp. 61-77.
pp. 9-21. (38) HOBSON, M., «Sensibilité et speetacle:
(24) GUÉDON, J.-C., «Chimie et matérialis le contexte médical du Paradoxe sur le comé
me. La strategie anti-newtonienne de Diderot», dien de Diderot», Rev. de mél. el de mor.
DHS. 1979. 1, pp. 185-200. (RMM). 1977. pp. 145-164.
(25) BUFFAT, M.. «Le corps de la machine». (39) HOBSON, M., «Pantomime, spasme et
Diderat. del lado de las ciencias 707 (111)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
parataxe: Le neveu de Rameau», RMM, 1984, (45) FRAN~OIS, Y. y T., «Quelques remar
pp. 197-213. ques sur les Éléments de physiologie». Revue
(40) DucHEsNEAu. F., «O' Alembert et la d'Histoire des Sciences. 1952, V, pp. 77-82.
physiologie». OHS, 1984. 16. pp. 81-91. (46) CHOUILLET. J., «Matiere et mémoire
(41) IBRAHIM, A., «Le statut des anomalies dans l'reuvre de Oiderot», RMM, 1984, pp. 214
dans la philosophie de Diderot». OHS, 1983, 15, 225.
pp. 311-327. (47) REY, R., «Diderot et la médecine de
(42) LAIDLAw, G. N., «Oiderot's Terato l'esprit». en CHOUILLET. A. M. (ed.), Colloque
logy». Diderat Studies. IV, 1963, pp. 105-129. international Diderat. París, Aux amateurs de
(43) MAYER, J., «Les etres et les monstres livres, 1985. pp. 287-296.
dans la philosophie de Oiderot», en CHOUILLET. (48) REY, R.. «Le cas des sciences de la
A. M. (ed.), Colloque international Diderat. Pa vie», RDE, 1992, 12, pp. 41-57.
rís, Aux amateurs de livres, 1985, pp. 281-286. (49) REY, R., «Diderot et les sciences de la
(44) MAYER, 1.. «Introduction» a Éléments vie dans I'Encyclopédie», RDE, 1995, 18-19,
de physiologie, París, Didier. 1964. pp. V- XXXI. pp. 47-53.