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El lobito bueno
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El lobito bueno tenía un padre que era menos bueno. Los corderos y
los cabritillos tenían mucho cuidado de no ponerse a sus alcances.
Papá Lobo estaba cierta mañana descansando en su cama. Aquel día
no tenía ganas de salir, y decidió pasarse el día entero durmiendo
desde la mañana hasta la noche.
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quedó agradablemente sorprendido de lo que pudo ver en ella. Y se
relamió con gusto los labios...
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- Ésta es una ocasión magnífica que no debo desaprovechar.
Quédese la siesta para más tarde, porque es una gran suerte para mí
encontrarme este cerdito. En cuanto le he visto, me han entrado
ganas de comer carne de cerdo. Pronto... Corramos. No vaya a ser
que mi querido cerdito adivine lo que le espera, y se me escape...
¡Eh, cerdito, amigo cerdito! Aguarda un momento, porque tengo
necesidad de hacerte una preguntita. Vamos a ver: ¿a que no sabes
en quién estoy pensando para que me sirva de cena esta noche?
Empieza por C y termina con O.
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- Yo..., pues verás...
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- Está bien, papá. Así lo haré.
- Soy el Lobito que vive cerca del río y estoy buscando un amigo
para jugar... Si por casualidad tuvieran ustedes un osito de mi
tamaño... busco un compañero que le agrade a mi papá.
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- Aquí tienes a nuestro hijo, el Osito. Espero que seréis excelentes
camaradas, Lobito bueno.
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guste.
Se fueron los dos saltando por el bosque. y papá Oso y mamá Osa
vieron cómo se alejaban cogidos del brazo como buenos
compañeros. Mamá Osa, sobre todo, estaba muy satisfecha de que
el Lobito bueno hubiera llamado a su puerta.
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esta tarde.
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- ¿Quién será el que me despierta en lo mejor de la siesta? No quiero
levantarme. Haré como que no oigo, y el que sea, se marchará.
- ¡Pom! ¡Pom!
<<¡POF!>>
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- ¡Oh! le ruego que me disculpe, señor . Estaba llamando en su
puerta, y como ha abierto usted tan de repente...
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recibieron un mamporro más que regular. se volvió enfadado hacia
mamá Osa.
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- No deberías acordarte de ello; él te ha dado un golpe, pero tú le
diste primero otro a él. Quedáis en paz y estamos igual que al
principio. Esto es lo razonable, papá Oso.
- Lo procuraré.
¡Bom! ¡Bom!
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- ¿Quién es ahora? - preguntó la voz malhumorada del Lobo.
¡BOM! ¡BOM! Volvió a golpear el puño de papá Oso, quien al ver que
no venía nadie a abrir, insistió. Como él decía: no iban a estarse toda
la tarde contemplando la puerta verde.
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¡Zas, zas, zas! Resonaron varios escobazos, al mismo tiempo que el
Lobo desahogaba de golpe todo su mal humor.
¡PLAF!
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- Papá Oso, no te excites - pedía la mamá.
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- ¡Socorro! Que me llevan por los aires.
- ¿Adonde voy?
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- Al cubo de la basura. y de gracias el señor Lobo a que tenemos una
señora delante. Si yo no mirase eso, ahora mismo en vez de poner al
Lobo dentro de la basura, pondría la basura dentro del Lobo.
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El lobo había vuelto a meterse en su cama. Ya no tenía sueño,
porque el encuentro con papá Oso se lo había quitado por completo.
Pero le dolía la cabeza, y para refrescarse el calor del bofetón se
había colocado una gran barra de hielo que había sacado de la
nevera. Se imaginaba que dos o tres horas de tranquilidad, mientras
tanto fumaba el tabaco de pipa, le dejarían tan bien como al
principio. Y en esta situación se encontraba cuando sonaron en la
puerta aquellos suaves golpes.
- ¿Quién llama?
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- ¡Bah!, ¿Qué es lo que quieres? ¿No te dije que te entretuvieses por
ahí?
- Si, papá.
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- ¡Ah!
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- Pues se trata de un oso.
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- ¡Oh, me siento avergonzado! - se lamentó el Lobo.
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