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fue un dramaturgo, poeta, historiador, pintor y estadista español, que hoy goza de notoriedad por su
drama romántico Don Álvaro o la fuerza del sino (1835). Fue director de las Reales Academias de
la Lengua y de la Historia.
En la literatura, Rivas fue protagonista del romanticismo español. Don Álvaro, fue estrenado en
Madrid en 1835, y fue el primer éxito romántico del teatro español. (se tomó más tarde como base
del libreto para la ópera de Verdi La fuerza del destino (1862)).
Otra obra teatral romántica fue El desengaño en un sueño. También obras de teatro fueron Malek
Adel, Lanuza y Arias Gonzalo y la comedia Tanto vales cuanto tienes, estas obras son más de estilo
neoclásico.
Como poeta, su obra más conocida son los Romances históricos (1841), adaptaciones de leyendas
populares en forma del romance, pero además escribió en verso obras como Poesías (1814), El
desterrado, El sueño del proscrito, A las estrellas y Canto al Faro de Malta. En prosa escribió
Sublevación de Nápoles, capitaneada por Masaniello e Historia del Reino de las Dos Sicilias. En
ensayo destacó en Los españoles pintados por sí mismos. Escribió romances al estilo de leyendas
con brillantes descripciones y hábil fantasía histórica como La azucena milagrosa (1847),
Maldonado (1852) y El aniversario (1854). Escribió además varios cuadros de costumbres.
Poesías
Poesías (1814)
Al faro de Malta (1824)
Florinda (1826)
La niña descolorída
Con once heridas mortales
Letrilla
El moro expósito (1834)
Sonetos
A Lucianela
A Dido abandonada
Cual suele en la floresta deliciosa
El álamo derribado
Mísero leño
Ojos divinos
Receta segura
Un buen consejo
Teatro
Aliatar (1816)
Lanuza (1822)
Arias Gonzalo (1827)
El desterrado
Viaje al Vesubio
Los Hércules
El parador de Bailén
El hospedador de provincia
El duque de Aquitania
El faro de Malta (1828)
Don Álvaro o la fuerza del sino (1835)
Tanto vales cuanto tienes (1840)
La morisca de Alajuar (1841)
El desengaño en un sueño (1842)
La azucena milagrosa (1847)
El crisol de la lealtad (1842)
Ramón de Campoamor y Campoosorio (Navia, 1817 – Madrid, 1901)
fue un poeta español del Realismo
La poesía de Ramón de Campoamor es la clásica del realismo literario español; se caracteriza por
su deliberado prosaísmo, que rehúye conscientemente la belleza de toda idealización; como tal
resultó muy innovadora en su época, y anuncia un retorno al lenguaje llano y castizo de la prosa de
Juan de Mairena y el verso filosófico de Antonio Machado, pero su falta de cuidado formal se
aviene mal con su presunta vocación filosófica (con quince años estudia filosofía, lógica y
matemáticas, en el convento de Santo Tomás de Madrid) y no ha resistido la prueba del tiempo, por
lo que fue detestado por el modernismo posterior a causa de su nulo esteticismo, y por la
Generación del 98 por su carácter burgués y vulgar y su impronta decimonónica.
También en 1838 había empezado su carrera como poeta; publica sus primeros versos románticos
en el libro Ternezas y flores; pero es en Ayes del alma (1842), su segundo libro lírico, cuando
empieza a alejarse del Romanticismo, aunque todavía continúan en él los resabios de Espronceda;
en otro libro, Fábulas se hallan ya prefigurados y con sus caracteres esenciales los tres géneros que
han de ser creados y cultivados por el poeta, sus personalísimas doloras, pequeños poemas y
humoradas, que le adscriben a la estética del realismo. El propio autor define así estos géneros:
¿Qué es una humorada? Un rasgo intencionado ¿Y dolora? Una humorada convertida en
drama ¿Y pequeño poema? Una dolora amplificada.
En otra ocasión señaló que la «dolora» es una composición poética «en la cual se debe hallar unida
la ligereza con el sentimiento y la concisión con la importancia filosófica». Pero en Campoamor la
filosofía y el intelectualismo ahogaron con frecuencia al poeta; las más de sus doloras reflejan su
postura escéptica ante un mundo donde sólo domina el egoísmo.
Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, 1837-Padrón, 1885)
fue una poetisa y novelista española que escribió tanto en gallego como castellano.
Considerada en la actualidad como una escritora indispensable en el panorama literario del siglo
XIX, representa junto con Eduardo Pondal y Curros Enríquez una de las figuras emblemáticas del
Rexurdimento gallego, no solo por su aportación literaria en general y por el hecho de que sus
Cantares gallegos sean entendidos como la primera gran obra de la literatura gallega
contemporánea, sino por el proceso de sacralización al que fue sometida y que acabó por
convertirla en encarnación y símbolo del pueblo gallego.
Además, es considerada junto con Gustavo Adolfo Bécquer la precursora de la poesía española
moderna.
Aunque fue una asidua cultivadora de la prosa, donde Rosalía sobresalió fue en el campo de la
poesía, a través de la creación de las que pueden ser consideradas sus tres obras clave: Cantares
gallegos, Follas novas y En las orillas del Sar.
La primera de ellas representa un canto colectivo, artísticamente logrado, que sirvió de espejo
dignificante a la comunidad gallega al emplearse la lengua de esta, así como también fue útil para
proseguir con la tendencia tímidamente iniciada por el pontevedrés Xoán Manuel Pintos con su
obra titulada A Gaita Galega (1853).
En la segunda, la escritora dio lugar a una poética de gran profundidad, que emplea el símbolo
como método para expresar lo inefable
Finalmente, en En las orillas del Sar se manifiesta un tono trágico que encaja con las duras
circunstancias que rodearon los últimos años de la vida de Rosalía. Escrito en castellano, la obra
ahonda en el lirismo subjetivo propio de Follas novas al mismo tiempo que se consolidan las
formas métricas que allí apuntaban.
En Cantares gallegos se encuentran recogidos cuatro núcleos temáticos fundamentales, que son el
costumbrismo, el amor, el intimismo y en último lugar, el social-patriotismo.
Temática costumbrista: en un considerable número de composiciones predomina la
descripción y la narración para presentar creencias, romerías, devociones o personajes
característicos de la cultura popular gallega que Rosalía defendía frente a los estereotipos
colonizadores.
Temática socio-patriótica: en este núcleo temático se engloban aquellas composiciones en las
que la emigración, el abandono al que Galicia está condenada y la explotación de los gallegos
en tierras extranjeras son los motivos a los que se recurre para criticar la situación de un
pueblo gallego maltratado y reivindicar unos valores universales de justicia social.
Temática amorosa: Estos poemas nos muestran, desde una óptica popular, la manera de vivir
el sentimiento amoroso diferentes personajes del pueblo en distintas circunstancias y
situaciones.
Temática intimista: Se incluyen aquí "Campanas de Bastabales" y "Como chove miudiño".
La voz de la propia autora expresa sus sentimientos.
Follas novas
En 1880, Rosalía de Castro editó en la capital española el que fue su segundo y último libro de
versos en lengua gallega, titulado Follas novas.
El poemario se halla dividido en cinco partes (Vaguedás, Do íntimo, Varia, Da terra e As viuvas
dos vivos e as viuvas dos mortos) de extensión variable.
Calificada como la obra más rica y profunda de Rosalía, Follas novas fue y sigue siendo
considerada por buena parte de la crítica como el libro de transición entre la poesía colectiva de
Cantares gallegos y el radical intimismo de En las orillas del Sar, en el que se da cabida a poemas
de corte popular hasta creaciones que tratan el paso del tiempo y la muerte. También se caracteriza
por ser una obra que tiene como trasfondo una notable intención social, que se manifiesta en la
denuncia que la autora hace de la marginación del sexo femenino, de los niños huérfanos y de los
campesinos, especialmente de aquellos que se habían visto en la obligación de emigrar ante las
pésimas expectativas económicas del país.
La concepción de la vida
La obra poética, en la que el sentimiento constante y predominante es la saudade, nos ofrece una
visión desolada del mundo y de la vida. También es reseñable la profundización en el yo que realiza
la poetisa y que la lleva al descubrimiento de una saudade ontológica, un sentimiento misterioso e
inefable de soledad sin relación con algo concreto, que está vinculado a la radical orfandad del ser
humano. Esta tara existencial que Rosalía analiza desde su propia vivencia, se percibe como el
hallazgo final de un proceso en el que la desgracia va marcando su vida por medio del sufrimiento y
del dolor, siendo este último inevitable, como nos lo revela en el poema Unha vez tiven un cravo.
Ante esta situación, la única solución es la huida o pérdida absoluta de la conciencia.
Toda la visión desolada de la vida se intensifica con la angustia existencial que se deriva de la
omnipresencia de un fantasma que atenaza su vida y que se manifiesta de forma especial en el
símbolo oscuro, vago y polisémico de la negra sombra.
Conto gallego (en lengua gallega, año 1864): apareció por primera vez en una publicación
periódica en el año 1864, y hasta el descubrimiento de esta edición sólo se tenía
conocimiento de la publicación realizada por Manuel de Castro y López en su Almanaque
gallego de Buenos Aires, en el año 1923. El cuento refiere un motivo tradicional de la
literatura misógina en la que dos amigos hacen una apuesta con la intención de demostrar
cual de ellos logra seducir a la viuda el mismo día del entierro de su marido. El trazo
característico del cuento es la economía narrativa: la trama se centra en el diálogo existente
entre los personajes, mientras que la voz narradora limita sus intervenciones hasta lo
imprescindible.
Las literatas (en lengua castellana, año 1866).
El cadiceño (en lengua castellana, año 1866): cuento de carácter satírico, en el que ciertos
personajes se expresan en castrapo, una variante popular del castellano caracterizada por el
uso de vocabulario y de expresiones tomadas del idioma gallego que no existen en castellano.
Ruinas (en lengua castellana, año 1866): es un cuadro de costumbres centrado alrededor de
tres tipos humanos, tres habitantes de una pequeña villa, ejemplares por sus valores
espirituales, que se sobreponen a su decadencia social.
El primer loco (en lengua castellana, año 1881): es una novela breve, en la que Rosalía obvia
la moda realista del momento para retornar a las fórmulas románticas de su etapa más
juvenil.
El domingo de ramos (en lengua castellana, año 1881).
Padrón y las inundaciones (en lengua castellana y publicado en La Ilustración Gallega y
Asturiana, el 28 de febrero y el 8, 18 y 28 de marzo de 1881).
Costumbres gallegas (en lengua castellana, año 1881): en este artículo, Rosalía critica la
costumbre que existía en el litoral gallego de ofrecer una mujer de la familia al marinero
recién arribado. Cumple destacar que el escrito fue objeto de críticas muy duras, dentro del
territorio gallego.
Lengua literaria
El idioma que tenían a su disposición los iniciadores del Renacimiento romántico, que eran unos
completos desconocedores de los textos medievales, era una lengua dialectal empobrecida, muy
erosionada por la lengua oficial y fragmentada en variedades comarcales.
No se puede afirmar que Rosalía de Castro escribiese en un dialecto determinado, aunque su
elástico sistema de normas lingüísticas tenga como base geográfica las hablas de las comarcas
bañadas por el Sar y el Ulla, con una clara tendencia al seseo. Como consecuencia de la precaria
situación en la que se encontraba la lengua gallega escrita de la época, Rosalía solía emplear
vulgarismos (probe en lugar de pobre, espranza en lugar de esperanza y dreito en lugar de dereito
son algunos ejemplos), hipergalleguismos (concencia o pacencia son dos ejemplos) y
castellanismos (dicha, Dios, conexo...). También son habituales en sus obras las variaciones léxicas
(frores, frois, froles o dor, dore, delor) y morfológicas, mientras se adoptan diferentes soluciones
para la formación del plural de las palabras agudas.
A pesar de todo, a Rosalía le interesa más la vivacidad que la pureza de la lengua gallega que usa
para expresarse, lo que deja patente en el prólogo de Cantares gallegos. Es allí donde se dice que a
pesar de carecer de gramáticas y de reglas, lo que propicia la aparición de errores ortográficos, la
autora puso su mayor cuidado en reproducir el verdadero espíritu del pueblo gallego.
José Javier Oriol Encarnación de Espronceda Delgado (Almendralejo, 1808-Madrid; 1842)
fue un escritor de la época del Romanticismo, considerado como el más representativo poeta del
primer Romanticismo español.
Obras:
Durante su estancia en el monasterio, y alentado por su maestro, el erudito y poeta sevillano
Alberto Lista, comenzó a escribir el poema histórico El Pelayo en octavas reales, que dejó
inacabado. Más tarde escribió la novela histórica Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar. En
1835 escribió El pastor Clasiquino. En 1840, un tomo de Poesías que tuvo gran éxito y
repercusión. Los temas de esta compilación son el placer, la libertad, el amor, el desengaño, la
muerte, la patria, la tristeza, la duda, la protesta social, etc.
Se considera a Espronceda el poeta romántico español por excelencia a causa de su talante
byroniano y a que su poesía muestra una ideología liberal exaltada que está en sintonía con el
periodo inicial de apogeo del romanticismo español, que se sitúa en la década de 1830 tras la
muerte de Fernando VII y el retorno de los exiliados liberales. En efecto, su poesía presenta ecos de
la de Lord Byron, sobre todo en sus dos poemas narrativos más extensos: El estudiante de
Salamanca, sobre el tema del seductor donjuanesco, que se puede considerar como un acabado
exponente del género romántico leyenda, considerado el mejor poema en su género del siglo XIX, y
el incompleto El Diablo Mundo (1841), heterogéneo poema filosófico en donde describe al hombre
como un ser de inocencia natural que sufre la realidad social y sus maldades, en el que se incluye el
famoso «Canto a Teresa», dedicado a su amante Teresa Mancha, una de las más grandes entre las
elegías amorosas. También escribió gran cantidad de poemas cortos que denominó 'Canciones', de
entre los que destaca como el más conocido la «Canción del pirata»; también figuran «A Jarifa en
una orgía», «El verdugo», «El mendigo», «El reo de muerte» o «Canción del cosaco». Todos estos
poemas se inspiran en personajes marginados o excluidos de la sociedad, con lo que por primera
vez aparece claramente formulado el tema social en la lírica española.
En su «Himno al sol» y en el poema «Óscar y Malvina» Espronceda se acerca también a la poesía
de James Macpherson, inventor del vate céltico Ossian. El estilo, más cultivado por el autor
extremeño, es algo amante de los efectos retóricos, pero es flexible e inspirado en sus mejores
momentos.
Francisco Martínez de la Rosa (Granada, 1787-Madrid, 1862) fue un poeta, dramaturgo, político
y diplomático español.
Como escritor se inscribió en la línea de la primera generación del Romanticismo; destacó sobre
todo en el terreno dramático (La conjuración de Venecia, 1834), aunque también practicó la poesía
y el ensayo (El espíritu del siglo, 1851). Su prestigio intelectual le llevó a formar parte de las
Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de Bellas Artes y de Jurisprudencia, así como a ser
presidente del Ateneo de Madrid.
Dramas
La viuda de Padilla (1812, Cádiz)
Lo que puede un empleo (1812, Cádiz) Comedia satírica.
La niña en casa y la madre en la máscara (1815)
Los celos infundados o el marido en la chimenea (1824)
Morayma (1815) Tragedia. (1.ª ed. París, Didot, 1829)
Edipo (1829)
La conjuración de Venecia (1830)
Aben Humeya o la rebelión de los moriscos (1836)
La boda y el duelo (1839)
El español en Venecia o La cabeza encantada, comedia.
Amor de padre, drama histórico. (1849)
Novelas históricas
Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas. Bosquejo histórico. (Madrid, Imprenta de
Jordán, 1834).
Doña Isabel de Solís, reyna de Granada. (1837)
Lírica
Zaragoza: poema, Londres 1811.
Poesías. Madrid, 1833
Poética, Tortosa 1843
Ensayos
Espíritu del siglo. (1835, 1836, 1838)
Bosquejo histórico de la política de España en tiempos de la dinastía austriaca. Madrid 1856
La moralidad como norma de las acciones humanas. Madrid, 1856
Educación
Libro de los niños, primera edición 1839
José Zorrilla y Moral (Valladolid, 1817 – Madrid, 1893) fue un poeta y dramaturgo español.
La literatura de José Zorrilla
Cultivó todos los géneros poéticos: la lírica, la épica y la dramática.
Hay en la vida de Zorrilla tres elementos de gran interés para comprender la orientación de su obra.
En primer lugar, las relaciones con su padre. Hombre éste despótico y severo, rechazó
sistemáticamente el cariño de su hijo, negándose a perdonarle sus errores juveniles. El escritor
cargaba consigo una especie de complejo de culpa, y para superarla decidió defender en su creación
un ideal tradicionalista muy de acuerdo con el sentir paterno, pero en contradicción con sus íntimas
ideas progresistas. Dice en Recuerdos del tiempo viejo: «Mi padre no había estimado en nada mis
versos: ni mi conducta, cuya clave él sólo tenía».
En segundo lugar hay que destacar su temperamento sensual, que le arrastraba hacia las mujeres:
dos esposas, un temprano amor con una prima, amores en París y México, dan una lista que, aunque
muy lejos de la de Don Juan, camina en su misma dirección. El amor constituye uno de los ejes
fundamentales de toda su producción.
No es ocioso preguntar, como tercer factor condicionante, sobre la salud de Zorrilla. A cierta altura
de su vida, en efecto, se inventó un doble, loco (Cuentos de un loco, 1853), que aparece casi
obsesivamente después. En Recuerdos del tiempo viejo, su autobiografía, habla de sus alucinaciones
y sonambulismo. ¿Cuándo apareció el tumor cerebral y cómo afectó su comportamiento? Quizá el
papel predominante de la fantasía en el escritor encuentre una explicación por este lado.
En efecto, en su obra hay preocupaciones prerregeneracionistas que asoman de vez en cuando a
pesar de su tradicionalismo, auto impuesto para no desairar a su padre.
Lírica
Religiosa (Ira de Dios, La Virgen al pie de la Cruz)
Amorosa (Un recuerdo y un suspiro, A una mujer)
Sentimental (La meditación, La luna de enero)
Tradicional (Toledo, A un torreón)
Épica
Los Cantos del Trovador (1840)
Granada (1852)
La Leyenda del Cid (1882) (Edición on-line por la Universidad de Toronto)
Leyenda
A buen juez, mejor testigo
Para verdades el tiempo y para justicias Dios
El capitán Montoya
Margarita la tornera
La pasionaria
La azucena silvestre
La princesa Doña Luz
A la memoria de Larra
Poemas dramáticos
El zapatero y el Rey (1839 y 1842) (Edición on-line)
Sancho García (1842)
El puñal del godo (1843)
Don Juan Tenorio (1844) (Edición facsímil)4
La Calentura (1847)
Traidor, inconfeso y m
ártir (1849)
Gustavo Bastidaconocido como Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836-Madrid, 1870),
fue un poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo.
Por ser un romántico tardío, ha sido asociado igualmente con el movimiento posromántico. Aunque
en vida ya alcanzó cierta fama, solo después de su muerte y tras la publicación del conjunto de sus
escritos obtuvo el prestigio que hoy se le reconoce.
Su obra más célebre son las Rimas y Leyendas. Los poemas e historias incluidos en esta colección
son esenciales para el estudio de la literatura hispana, sobre la que ejercieron posteriormente una
gran influencia.
Análisis de su obra
Cuando escribe Bécquer está en pleno auge el Realismo, otros autores adscritos a esta tendencia
(Campoamor, Tamayo y Baus, Echegaray) se reparten el favor del público. La poesía triunfante está
hecha a medida de la sociedad burguesa que consolidará la Restauración, y es prosaica, pomposa y
falsamente trascendente. Pero una notable porción de líricos se resistió a sumarse a esa corriente, y
además hallaban vacía y retórica la poesía de la lírica esproncediana, la del apogeo romántico, que
aún encontraban cultivada con gusto general en autores como José Zorrilla. El Romanticismo que
les atrae ya no es el de origen francés o inglés, sino alemán, especialmente el de Heine, al que leen
en traducción francesa —en especial la de Gérard de Nerval— o española —de Eulogio Florentino
Sanz, amigo de Bécquer—. Estos autores forman el ambiente prebecqueriano: Augusto Ferrán,
Ángel María Dacarrete y José María Larrea. Todos estos poetas buscaban un lirismo intimista,
sencillo de forma y parco de ornamento, refrenado en lo sensorial para que mejor trasluzca el sentir
profundo del poeta. Es una lírica no declamatoria, sino para decir al oído.
Las Rimas de Bécquer iban a ser costeadas y prologadas por su amigo Luis González Bravo,
ministro de la Unión Liberal de O'Donnell, pero el ejemplar se perdió en los disturbios
revolucionarios de 1868. Algunas sin embargo habían aparecido ya en los periódicos de entonces
entre 1859 y 1871: El Contemporáneo, El Museo Universal, La Ilustración de Madrid y otros. El
poeta, con esta ayuda, con la de su memoria y la de sus amigos reconstruyó el manuscrito, que
tituló Libro de los gorriones y se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Más tarde lo
editarán sus amigos con un prólogo de Rodríguez Correa en dos volúmenes con el título de Rimas y
junto a sus Leyendas en prosa, en 1871, para ayudar a la viuda y sus hijos. En sucesivas ediciones
se amplió la selección. A partir de la quinta la obra consta ya de tres volúmenes. Iglesias Figueroa
recogió en tres tomos Páginas desconocidas (Madrid: Renacimiento, 1923), con otra porción
sustancial del corpus becqueriano. Gamallo Fierros editó además en cuatro volúmenes sus Páginas
abandonadas. Jesús Rubio ha editado dos álbumes de Julia Espín con textos y dibujos de Gustavo
dedicados a su musa, a la que no olvidaría nunca. Se trata de ochenta y cuatro composiciones
breves, de dos, tres o cuatro estrofas, muy raramente más, por lo general asonantadas con metros
muy variados, de acuerdo con la poesía romántica.
Bécquer solía repetir la frase de Lamartine de que «la mejor poesía escrita es aquella que no se
escribe». Es así en sus setenta y seis cortas Rimas breves como arpegios, ya que concentró en ellas
la poesía que hubiera querido verter en numerosos poemas más extensos que no escribió. El influjo
de Bécquer en toda la poesía posterior escrita en castellano es importante, esbozando estéticas
como el Simbolismo y el Modernismo en muchos aspectos. Frente al Romanticismo altisonante y
byroniano de un José de Espronceda, Bécquer representa el tono íntimo, al oído, de la lírica
profunda. Su «Himno gigante y extraño» rompe con la tradición de la poesía cívica y heroica de
Manuel José Quintana y los colores vistosos y la historia nacional de Ángel de Saavedra, duque de
Rivas, o José Zorrilla, para meditar profundamente sobre la creación poética, el amor y la muerte,
los tres temas centrales de las Rimas. Manuel Altolaguirre afirmó que la poesía de Bécquer es la
más humana del Romanticismo español. Esta rara originalidad le valió el desprecio de Núñez de
Arce, quien, acaso por su ideología liberal contraria al tradicionalismo becqueriano, calificó sus
Rimas de «suspirillos germánicos». Pero Bécquer meditó profundamente sobre la poesía e intentó
reflejar el concepto inasible que tenía de la misma en las Cartas literarias a una mujer, en forma de
un largo comentario a la Rima XXI, concluida en el verso «poesía eres tú». Un tú que podía ser
también dañoso y cruel, como demuestra la rima descubierta por José María Díez Taboada (véase
bibliografía):
Serpiente del amor, risa traidora,
verdugo del ensueño y de la luz,
perfumado puñal, beso enconado...
¡eso eres tú!
Los modelos poéticos de Bécquer fueron varios; en primer lugar, Heine; W. S. Hendrix señaló
además a Byron, y Dámaso Alonso a Alfred de Musset; también al conde Anastasius Grün, y a sus
amigos poetas españoles, en especial Augusto Ferrán. De todos hay rastros en su poesía.
Su idea de la lírica la expuso en la reseña que hizo del libro de su amigo Augusto Ferrán La
soledad:
Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se
engalana con todas las pompas de la lengua que se mueve con una cadenciosa majestad,
habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero
desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura. Hay otra, natural, breve, seca,
que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y
huye; y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una
que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. La primera
tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda carece de medida
absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la
poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se
desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas
vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con
una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de
pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía.
La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión. Las
poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, y la
poesía popular es la síntesis de la poesía.
Pero, aparte de su importante lírica, Gustavo Adolfo Bécquer fue también un gran narrador y
periodista. Escribió veintiocho narraciones del género leyenda, muchas de ellas pertenecientes al
género del relato gótico o de terror, otras, auténticos esbozos de poesía en prosa, y otras narraciones
de aventuras. María Rosa Alonso encontró en ellas seis temas principales:
el oriental y exótico
la muerte y la vida de ultratumba
el embrujamiento y la hechicería
el tema religioso
las inspiradas en el Romancero
las de tendencia animista.
Bécquer demuestra ser un prosista a la altura de los mejores de su siglo, pero es de superior
inspiración e imaginación y un maestro absoluto en el terreno de la prosa lírica. En sus
descripciones se echa de ver el profundo amor del poeta por la naturaleza y el paisaje castellano.
Escribió además las Cartas desde mi celda en el monasterio de Veruela, a las faldas del Moncayo
adonde fue a reponerse de su tuberculosis o tisis, enfermedad entonces mortal; sus cartas desbordan
vitalidad y encanto. No se ha estudiado todavía su obra periodística.
Bécquer es, a la vez, el poeta que inaugura —junto a Rosalía de Castro— la lírica moderna
española y el que acierta a conectarnos de nuevo con la poesía tradicional. Las Rimas se encuadran
dentro de dos corrientes heredadas del Romanticismo: la revalorización de la poesía popular (que la
lírica culta había abandonado en el siglo XVIII) y la llamada «estética del sentimiento». El ideal
poético de Bécquer es el desarrollar una lírica intimista, expresada con sinceridad, sencillez de
forma y facilidad de estilo. Bécquer y sus Rimas son el umbral de la lírica en español del siglo XX.
Rubén Darío, Miguel de Unamuno, los hermanos Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón
Jiménez, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso
y otros lo han considerado como figura fundacional, descubridora de nuevos mundos para la
sensibilidad y la forma expresiva.
Obras
Las Rimas, obra que recogieron sus amigos, tras el incendio de la casa donde estas obras
poéticas se guardaban, como una especie de historia de amor en la que se ve como el poeta va
pasando por el proceso creador, el amor esperanzado, el desengaño y el dolor o la muerte.
Historia de los templos de España, Madrid, 1857, publicada sólo el tomo I.
Cartas literarias a una mujer, 1860-1861, publicadas en El Contemporáneo.
Cartas desde mi celda, Madrid, 1864, son nueve, publicadas en El Contemporáneo, y
reunidas posteriormente en la edición de Fortanet con el título Desde mi celda.12
Libro de los gorriones, 1868, manuscrito.
Obras completas, Madrid, Fortanet, 1871, dos volúmenes.
Leyendas
El caudillo de las manos rojas, 1858.
La vuelta del combate, 1858.
La cruz del diablo, 1860.
La ajorca de oro, 1861.
El monte de las ánimas, 1861.
Los ojos verdes, 1861.
Maese Pérez, el organista, 1861.
Creed en Dios, 1862.
El rayo de luna, 1862.
El Miserere, 1862.
Tres fechas, 1862.
El Cristo de la calavera, 1862.
El gnomo, 1863.
La cueva de la mora, 1863.
La promesa, 1863.
La corza blanca, 1863.
El beso, 1863.
La Rosa de Pasión, 1864.
La creación, 1861.
¡Es raro!, 1861.
El aderezo de las esmeraldas, 1862.
La venta de los gatos, 1862.
Apólogo, 1863.
Un boceto del natural, 1864.
Un lance pesado.
Memorias de un pavo, 1865.
Las hojas secas.
Historia de una mariposa y una araña.
La mujer de piedra, inacabada.
Amores prohibidos.
El rey Alberto.
Teatro
La novia y el pantalón
La venta encantada
Las distracciones
La cruz del valle
Tal para cual
Artículos
Crítica literaria
El maestro Herold
La soledad
El Carnaval
La Nena
Las perlas
La mujer a la moda
La pereza
La ridiculez
Caso de ablativo
El grillito cantor
Otras obras
Los Borbones en pelota, junto con su hermano Valeriano Domínguez Bécquer. Aunque
algunos investigadores rechazan la autoría de los hermanos por la de Francisco Ortego.13
Romanticismo es un movimiento revolucionario en todos los ámbitos vitales que, en las artes,
rompe con los esquemas establecidos en el Neoclasicismo, defendiendo la fantasía, la imaginación
y las fuerzas irracionales del espíritu. El Neoclasicismo aún perdura en algunos autores, pero
muchos, que se iniciaron en la postura neoclasicista, se convirtieron ávidamente al Romanticismo,
como el Duque de Rivas o José de Espronceda. Otros, sin embargo, fueron desde sus inicios
románticos convencidos.
El Romanticismo en España fue tardío y breve, más intenso, pues la segunda mitad del siglo XIX lo
acapara el Realismo, de características antagónicas a la literatura romántica.
El costumbrismo
El costumbrismo fija su atención en los hábitos contemporáneos, principalmente desde el punto de
vista de las clases populares, y se expresa en un lenguaje purista y castizo. El principal autor
costumbrista es Mesonero Romanos, situado al margen del Romanticismo y con una postura irónica
ante él. El costumbrismo, generado en el seno del Romanticismo como un signo de melancolía por
los valores y costumbres del pasado, contribuyó a la decadencia del movimiento romántico y al
inicio del Realismo cuando se aburguesó y se convirtió en un método descriptivo.
Marco histórico
El Romanticismo abarca la primera mitad del siglo XIX, que es una etapa de fuertes tensiones
políticas. Los conservadores defienden sus privilegios pero los liberales y progresistas luchan por
suprimirlos. Se abre paso el laicismo y la masonería goza de gran influencia. El pensamiento
católico tradicional se defiende frente a las nuevas ideas de los librepensadores y seguidores del
filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause. La clase obrera desencadena movimientos de
protesta de signo anarquista y socialista, con huelgas y atentados. Mientras en Europa se desarrolla
fuertemente la industria y se enriquece culturalmente, España ofrece la imagen de un país poco
adelantado y que cada vez está más alejado de Europa.
Primeras manifestaciones
El Romanticismo penetra en España por Andalucía y por Cataluña (El Europeo):
En Andalucía: El cónsul de Prusia en Cádiz, Juan Nicolás Böhl de Faber, padre de la
novelista "Fernán Caballero" (seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Larrea), publicó entre
1818 y 1819 en el Diario Mercantil gaditano, una serie de artículos en los que defendía el
teatro español del Siglo de Oro, tan atacado por los neoclasicistas. A él se enfrentaron José
Joaquín de Mora y Antonio Alcalá Galiano, empleando para ello argumentos tradicionalistas,
antiliberales y absolutistas. Las ideas de Böhl de Faber eran para ellos inaceptables (pues
seguían aferrados a la Ilustración), pese a que representaban la modernidad literaria europea.
En Cataluña: El Europeo fue una revista publicada en Barcelona entre 1823 y 1824 por dos
redactores italianos, un inglés y los jóvenes catalanes Bonaventura Carles Aribau y Ramón
López Soler. Dicha publicación defendió el Romanticismo moderado y tradicionalista
siguiendo el modelo de Böhl, negando totalmente los valores del neoclasicismo. En sus
páginas, se hace por primera vez una exposición de la ideología romántica a través de un
artículo de Luigi Monteggia titulado Romanticismo.
La poesía
Los poetas románticos componen sus poemas en medio de un arrebato de sentimientos, plasmando
en versos todo cuanto sienten o piensan. Según parte de la crítica literaria, en sus composiciones
hay un lirismo de gran fuerza, sin embargo conviviendo con versos vulgares y prosaicos.
Varios son los temas de la lírica romántica:
El Yo, la propia intimidad. Fue Espronceda, dejando en su Canto a Teresa una desgarradora
confesión de amor y desengaño, quien con más acierto ha logrado poetizar sus sentimientos.
El amor pasional, con entregas súbitas, totales, y rápidos abandonos. La exaltación y el
hastío.
Se inspiran en temas históricos y legendarios.
La religión, aunque frecuentemente sea a través de la rebeldía con la consiguiente compasión
y aun exaltación del diablo.
Las reivindicaciones sociales (revalorización de los tipos marginales, como el mendigo).
La naturaleza, que es mostrada en todas sus modalidades y variaciones. Suelen ambientar
sus composiciones en lugares misteriosos, como cementerios, tormentas, el mar
embravecido, etc.
La sátira, frecuentemente ligada a sucesos políticos o literarios.
También es de señalar que el nuevo espíritu afectó a la versificación. Frente a la monótona
repetición neoclásica de letrillas y canciones, se proclamó el derecho de utilizar todas las
variaciones métricas existentes, de aclimatar las de otras lenguas y de innovar cuando fuera preciso.
El romanticismo se adelanta aquí, como en otros aspectos, a las audacias modernistas de fin de
siglo.
José de Espronceda
Nació en 1808, en Almendralejo, Badajoz. Fundó la sociedad secreta de Los numantinos, cuya
finalidad era "derribar al gobierno absoluto" vengando así el ahorcamiento y posterior
mancillamiento del cadáver de Rafael del Riego. Sufrió reclusión por ello. Huye a Lisboa a los
dieciocho años y se une con los exiliados liberales. Allí conoce a Teresa Mancha, mujer con la que
vivió en Londres. Tras una actuación política agitada, vuelve a España en 1833. Lleva una vida
disipada, plagada de lances y aventuras, por lo que Teresa Mancha lo abandona en 1838. Estaba a
punto de casarse con otra amada, cuando en 1842 fallece en Madrid.
Batallas, tempestades, amoríos,
Espronceda cultivó los principales géneros literarios, como la novela histórica, con Sancho Saldaña
o El castellano de Cuéllar (1834), el poema épico, con El Pelayo, pero sus obras más importantes
son las poéticas. Publicó Poesías en 1840 tras volver del exilio. Son una colección de poemas de
carácter desigual que reúne poemas de juventud, de aire neoclásico, junto con otros del
romanticismo más exaltado. Estos últimos son los más importantes, en los que engrandece a los
tipos más marginales: «Canción del pirata», «El verdugo», «El mendigo», «Canto del cosaco». Las
obras más importantes son El estudiante de Salamanca (1840) y El diablo mundo:
El estudiante de Salamanca (1840): Es una composición que consta de unos dos mil versos
de diferentes medidas. Narra los crímenes de don Félix de Montemar, cuya amada Elvira, al
abandonarla, muere de amor. Una noche, ve la aparición y la sigue por las calles y contempla
su propio entierro. En la mansión de los muertos se desposa con el cadáver de Elvira, y
muere.
El diablo mundo: Esta obra quedó sin terminar. Consta de 8100 versos polimétricos, y
pretendía ser una epopeya de la vida humana. El canto segundo (Canto a Teresa) ocupa
buena parte del poema, y en él evoca su amor por Teresa y llora por su muerte.
Otros poetas
Pese a la brevedad de la lírica romántica en España, también surgieron otros notables poetas que
caben destacar, como el barcelonés Juan Arolas (1805-1873), el gallego Nicomedes Pastor Díaz
(1811-1863), Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), Salvador Bermúdez de Castro (1817-
1883) y Pablo Piferrer (1818-1848). Este último, pese a escribir solo en castellano, fue uno de los
precursores del movimiento romántico en Cataluña.
Carolina Coronado
Artículo principal: Carolina Coronado
Carolina Coronado (Almendralejo, 1823-Lisboa, 1911) pasó gran parte de su infancia en el campo
extremeño y muy joven se manifestó como poeta. Casada con un diplomático norteamericano, vivió
en varios países extranjeros. Las desgracias familiares le hicieron buscar la soledad y el retiro en
Lisboa, donde murió en 1911. Su obra más importante es Poesías (1852).
La prosa
Durante el Romanticismo hay un gran deseo de ficción literaria, de novela, en contacto con las
aventuras y el misterio, sin embargo, la producción española es escasa, limitándose en ocasiones a
traducir novelas extranjeras. Fueron más de mil traducciones las que circularon en España antes de
1850, pertenecientes a escritores como Alejandro Dumas, Chateaubriand, Walter Scott, Victor
Hugo, etc., del género histórico, sentimental, galante, folletinescas... La prosa española se limita
básicamente en la novela, la prosa científica o erudita, el periodismo y el cultivo intenso del
costumbrismo.
En el primer cuarto de siglo se distinguen cuatro tipos de novelas: la novela moral y educativa, la
novela sentimental, la novela de terror y la novela anticlerical. De todas ellas, la más puramente
romántica es la de tipo anticlerical. Sin embargo, la influencia romántica se plasmará,
principalmente, en la novela histórica.
La novela histórica
La novela histórica se desarrolla a imitación de Walter Scott (de quien habían traducido 80 obras),
cuya obra más representativa es Ivanhoe. Sigue dos tendencias: la liberal y la moderada. Dentro de
la tendencia liberal existe una corriente anticlerical y otra populista. Por otro lado, la tendencia
moderada desemboca, en ocasiones, en novelas de exaltación tradicional y católico. Los autores
españoles más destacados son:
Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo, 1815-Berlín 1846). Abogado y diplomático,
fue el autor de El señor de Bembibre, la mejor de las novelas históricas españolas
influenciada por la obra de Walter Scott1
Antonio Trueba (1821-1889) escribió una serie de leyendas y relatos, en especial los cuentos
que tienen por escenarios Castilla o el País Vasco. Es célebre por haber escrito la novela
histórica Paloma y halcones (1865).
Francisco Navarro Villoslada (1818-1895), que escribe una serie de novelas históricas
cuando el género romántico está en declive y comienza el auge del Realismo. Sus novelas
están inspiradas en tradiciones vascas, ambientadas en la época medieval. Su obra más
famosa es Amaya, o los vascos en el siglo VIII, en ella, los vascos y los visigodos se alían
para luchar contra la invasión de los musulmanes.
Además de los dos autores previamente citados, también cabe destacar la aportación al
género histórico de Mariano José de Larra, Serafín Estébanez Calderón y Francisco Martínez
de la Rosa.
La prosa científica
La mayoría de estas obras nacieron de las discusiones que hubo en la asamblea impulsora de la
Constitución de Cádiz. Los autores más representativos son Juan Donoso Cortés (1809-1853) y
Jaime Balmes Urpía (1810-1848):
Juan Donoso Cortés procede de la corriente liberal, aunque más tarde acabó defendiendo las
concepciones católicas y autoritarias. Su obra más importante es el Ensayo sobre el
catolicismo, el liberalismo y el socialismo, publicada en 1851. Su estilo es de tono solemne y
efectista y suscitó vivas polémicas.
Jaime Balmes Urpía, sin embargo, se sitúa dentro del sector conservador y católico. De su
amplia obra, cabe destacar El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones
con la civilización europea (1842) y El criterio (1845).
El cuadro de costumbres
Durante los años 1820 y 1870, se desarrolla en España la literatura costumbrista, que se
manifiesta en el llamado cuadro de costumbres, un artículo en prosa de poca extensión. Estos
cuadros de costumbres prescinden de todo argumento o lo reducen a un esbozo, describiendo el
modo de vida de la época, una costumbre popular o un estereotipo de persona. En muchos casos
(como los artículos de Larra) contienen un alto contenido satírico.
El costumbrismo surge por el deseo romántico de resaltar lo diferente y peculiar, inducido por la
afición francesa a dicho género. Se publicaron miles de artículos costumbristas, además limitó el
desarrollo de la novela en España, puesto que en este género predominaban la narración y los
caracteres individuales, mientras que en el cuadro de costumbres se limitan a describir a sus
personajes como genéricos (torero, castañera, aguador, etc.). Se escribieron grandes compilaciones
colectivas de artículos de este género, como Los españoles pintados por sí mismos (Madrid: Ignacio
Boix, 1843-1844 2 vols., reimpresos en uno solo en 1851). Destacaron en él el madrileño Ramón
Mesonero Romanos y el andaluz Serafín Estébanez Calderón.
Ramón de Mesonero Romanos, El curioso parlante'
Artículo principal: Ramón de Mesonero Romanos
Mesonero Romanos nació y murió en Madrid (1803-1882). Perteneció a la Academia Española y
fue un pacífico burgués. Su pensamiento era antirromántico y fue en gran observador de la vida que
le rodeaba. Fue famoso bajo el pseudónimo de El curioso parlante.
Su principal producción literaria está dedicada al costumbrismo, no obstante, escribió el
romanticismoMemorias de un setentón, una alusión a las personas y sucesos que conoció entre
1808 y 1850. Reunió sus cuadros de costumbres en los volúmenes Panorama matritense y Escenas
matritenses.
Serafín Estébanez Calderón, El solitario
Artículo principal: Serafín Estébanez Calderón
Nació en Málaga (1799) y murió en Madrid (1867). Estuvo al frente de altos cargos políticos. De
tendencia conservadora, en su juventud fue liberal. Publicó diversas poesías y una novela histórica,
Cristianos y moriscos, aunque su obra más famosa es el conjunto de cuadros de costumbres
Escenas andaluzas (1848), con cuadros como El bolero, La feria de Mairena, Un baile en Triana,
Los Filósofos del figón...
El teatro
El teatro neoclásico no logró calar en los gustos de los españoles. A comienzos del siglo XIX
seguían aplaudiéndose las obras del Siglo de Oro. Estas obras eran despreciadas por los neoclásicos
por no sujetarse a la regla de las tres unidades (acción, lugar y tiempo) y mezclar lo cómico con lo
dramático. Sin embargo aquellas obras atraían fuera de España, precisamente por no sujetarse al
ideal que defendían los neoclásicos.
El Romanticismo triunfa en el teatro español con La conjuración de Venecia, de Francisco Martínez
de la Rosa; El Trovador, de Antonio García Gutiérrez; Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio
Hartzenbusch; pero el año clave es 1835, cuando se estrena Don Álvaro o la fuerza del sino, del
Duque de Rivas (1791-1865). Lo más cultivado es el drama. Todas las obras contienen elementos
líricos, dramáticos y novelescos. Impera en el teatro la libertad en todos los aspectos:
Estructura: La regla de las tres unidades, impuesta en la Ilustración desaparece. Los dramas,
por ejemplo, suelen tener cinco actos en verso, o en prosa y en verso mezclados, con métrica
variada. Si en las obras neoclásicas las acotaciones escénicas no se aceptaban, esto no sucede
durante el Romanticismo, pues las acotaciones son abundantes. El monólogo cobra
nuevamente fuerza, por ser el mejor medio para expresar las luchas internas de los
personajes.
Escenarios: La acción teatral gana dinamismo al utilizarse variedad de lugares en una misma
representación. Los autores basan sus obras en lugares típicos del romanticismo, como
cementerios, ruinas, paisajes solitarios, prisiones, etc. La naturaleza se muestra acorde con
los sentimientos y estados de ánimo de los personajes.
Temática: El teatro romántico prefiere los temas legendarios, aventureros, caballerescos o
histórico-nacionales, con el amor y la libertad como estandarte. Abundan las escenas
nocturnas, los desafíos, personajes encubiertos y misteriosos, suicidios, muestras de gallardía
o de cinismo. Los acontecimientos se suceden de forma vertiginosa. En cuanto al fondo de
las obras, no aspira a aleccionar, como pretendían los neoclásicos en sus obras, sino a
conmover.
Personajes: El número de personajes aumenta en las obras. El héroe masculino suele ser
misterioso y valiente. La heroína es inocente y fiel, con una pasión intensa. Pero ambos están
marcados por un destino fatal. La muerte es la liberación. Se da más importancia al
dinamismo de las acciones que al análisis de la psicología de los personajes.
José Zorrilla
Nació en Valladolid, 1817 y murió en Madrid, en 1893. Inició su carrera literaria leyendo unos
versos en el entierro de Larra, con los que ganó gran fama. Contrajo matrimonio con una viuda
dieciséis años mayor que él, pero fracasó y, huyendo de ella, marcha a Francia y después a México
en 1855, donde el emperador Maximiliano lo nombró director del Teatro Nacional. Al regresar a
España en 1866 fue acogido con entusiasmo. Volvió a casarse y, con constantes penurias
monetarias, no tuvo más remedio que malvender sus obras, como Don Juan Tenorio. Las Cortes le
otorgaron una pensión en 1886.
Obra
La trayectoria literaria de Zorrilla es prolífica. Su poesía alcanza el cenit con Leyendas, que son
pequeños dramas contados como narraciones en verso. Las más importantes de sus leyendas son
Margarita la Tornera y A buen juez, mejor testigo.
Sin embargo, su reconocimiento se debe más a sus obras dramáticas. De sus dramas destacan El
zapatero y el rey, sobre la muerte del rey don Pedro; Traidor, inconfeso y mártir, acerca del famoso
pastelero de Madrigal, que se hizo pasar por don Sebastián, rey de Portugal; Don Juan Tenorio
(1844), la más famosa de sus obras, se representa como una tradición en muchas ciudades de
España a principios de noviembre. Trata el tema del célebre burlador de Sevilla y El Convidado de
Piedra, escritos antes por Tirso de Molina (siglo XVII) y por otros autores nacionales y extranjeros.
Otros autores
Francisco Martínez de la Rosa, escritor de transición
Martínez de la Rosa (1787-1862), nació en Granada. Como político intervino fervientemente en las
Cortes de Cádiz. Por sus ideales liberales, sufrió pena de prisión. Emigró a Francia y al regresar a
España es nombrado jefe del Gobierno en 1833. Su política de "justo medio" fracasó entre los
extremismos de la izquierda y de la derecha. Sus contemporáneos le apodaron "Rosita la pastelera",
aunque hubiese padecido cárcel, destierro y atentados en su lucha por la ansiada libertad.
Sus primeras obras están impregnadas de neoclasicismo, como La niña en casa y la madre en la
máscara. Más tarde, al practicar el "justo medio", adoptando la nueva estética latente, escribió sus
obras más importantes: Aben Humeya y La conjuración de Venecia.
Antonio García Gutiérrez
Nació en Chiclana de la Frontera, Cádiz, en 1813 y murió en Madrid, en 1884. De familia artesana,
se dedicó a las letras y, escaso de recursos, se alistó en el ejército. En 1836 estrenó El trovador,
obra que entusiasmó al público, pues le obligó a saludar desde el escenario, inaugurando en España
una costumbre vigente en Francia. Gracias a sus éxitos pudo salir de la penuria económica con la
que vivía. Al estallar la "Gloriosa", se unió a los revolucionarios, con un himno contra los Borbones
que obtuvo una gran popularidad.
Rosalía de Castro
Nació en Santiago de Compostela, en 1837, y murió en Iria Flavia, término municipal de Padrón, en
1885. Fue hija de padres que no estaban casados, hecho que le provocó una amargura incurable. Se
trasladó a Madrid, donde conoció al historiador gallego Manuel Murguía, con quien contrajo
matrimonio. Viven en diversos lugares de Castilla, pero Rosalía, que no sentía simpatía por la
región, consigue la instalación definitiva en Galicia.
Su matrimonio no fue feliz. Pasaron problemas económicos, unido a la necesidad de mantener a
seis hijos. Murió de cáncer en Iria Flavia, pero sus restos mortales fueron trasladados a Santiago de
Compostela, adonde los acompañó una multitud, pues Rosalía era el alma de Galicia.
Obra
Aunque su obra escrita en prosa no fue prolífica, incluye cinco novelas, un cuento y algunos
ensayos. Cabe destacar "La hija del mar" y "Flavio", ambas novelas feministas, y El caballero de
las botas azules, de trasfondo filosófico y satírico, novela crítica de la capital española y la mala
literatura. Es en la poesía la que otorga a Rosalía un lugar más importante en la literatura. Sus
primeros libros, La flor (1857) y A mi madre (1863) poseen rasgos característicos del romanticismo,
con versos esproncedianos. Sin embargo, sus tres obras más memorables son:
Cantares gallegos: Esta obra fue desarrollada durante la estancia de Rosalía en Castilla,
donde añora su tierra natal, Galicia. En Castilla se siente como exiliada ya que, según ella,
allí se sentía poca estima por lo gallego. Cantares gallegos se trata de una obra de poemas
sencillos, con ritmos y temas populares. Siente nostalgia por su tierra y anhela su regreso:
Rosalía de Castro.
Airiños, airiños aires,
En las orillas del Sar: Para la mayoría de la crítica, esta es la obra cumbre de la poesía de
Rosalía. La única de las tres citadas escrita en castellano. En su época fue poco valorada
fuera de las tierras gallegas, no obstante, la Generación del 98 rescató sus poemas. En Las
orillas del Sar hace confesiones de su intimidad, del amor y del dolor, las injusticias
humanas, la fe, la muerte, la eternidad, etc.
Poetas antirrománticos
Estos poetas también pueden estar adscritos en el Realismo, dado el ocaso del movimiento
romántico y su postura en contra del mismo.
Literatura española del Realismo
Con el término literatura española del Realismo se engloban las obras pertenecientes a un
movimiento literario que forma parte del Realismo, un movimiento cultural que se impulsó en
Europa a mediados del siglo XIX al mermar las tendencias del movimiento romántico. Es una
corriente procedente de Francia que, hacia 1850, desarrolló gérmenes ya existentes en el
Romanticismo, sobre todo el costumbrismo. Las ideas románticas se irían disolviendo poco a poco
y se empezaba a reaccionar contra "el arte por el arte"; la mirada de algunos estaba cansada de lo
imaginativo y pintoresco, y pretendió observar objetivamente a las personas, sociedad y acciones
contemporáneas. Su objetivo era presentar un retrato de la sociedad.
La actitud del escritor realista es analítica y crítica, y se suele mantener al margen de lo que relata.
Las principales novelas del siglo XIX eran de carácter social, y a los escritores se les consideraba
como "historiadores del presente".
Contexto histórico
Durante el siglo XIX, en España se abrió la centuria con la guerra de la Independencia contra
Francia y se cerró con la Guerra Hispano-estadounidense y el Desastre del 98, que significaron la
pérdida de Cuba en América y de Filipinas en Asia.
La dinastía borbónica, tras los reinados de Fernando VII (1814-1833) y de Isabel II (1833-1868),
fue derrocada por la revolución de este último año, La Gloriosa. Sucedieron la regencia de Serrano
(1869-1870) y el breve reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873).
Se abrió después la corta etapa de la Primera República (1873-1874), a la que siguieron la jefatura
de Estado de Serrano (1874) y la Restauración de la dinastía borbónica en manos de Alfonso XII
(1875-1885), hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento de Martínez Campos. Muerto el rey, su
segunda esposa, María Cristina asumió la Regencia hasta 1902, año en que comenzó a reinar su hijo
Alfonso XIII.
El Naturalismo
Esta tendencia literaria nació en Francia y su máximo representante fue Émile Zola (1840-1902).
Éste parte de la filosofía positivista de Auguste Comte (1798-1857), de los métodos del fisiólogo
Claude Bernard (1813-1878) y de varios de los logros definitorios del espíritu moderno: la
democracia, los métodos experimentales (Claude Bernard) y las teorías sobre la herencia (Charles
Darwin). De esta manera, Zola busca la razón de los problemas sociales en el ambiente, y la de los
individuos, en la herencia biológica. Así, el Naturalismo adopta una concepción materialista y
determinista de las personas, que no son responsables moralmente, pues son resultado del ambiente
que les rodea y de la herencia. Si el escritor realista es consciente de lo que sucede, el naturalista
actúa como un juez de instrucción que investiga los antecedentes y las causas. Zola poseía una
ideología socialista, y en sus obras abundan personajes como los alcohólicos, locos y psicópatas.
El texto donde se encuentra la teoría naturalista ideada por Zola es La novela experimental (1880).
En este texto de crítica literaria, sostiene que el novelista es observador y experimentador. Desde el
punto de vista del observador, el escritor ofrece los hechos tal y como los ha observado, establece el
terreno sobre el que se moverán los personajes y se desarrollarán los hechos. Desde el punto de
vista experimentador, el novelista instituye la experiencia, es decir, mueve a los personajes en una
historia particular para mostrar en ella que la sucesión de hechos será la que exige el determinismo
de los fenómenos a estudiar.
En España, debido a las contradicciones entre las teorías naturalistas y las creencias religiosas, tuvo
escaso eco, llegando la crítica a preguntarse si efectivamente se dio ese movimiento en sentido
estricto. De ello trata la propia Emilia Pardo Bazán en su artículo La cuestión palpitante, que sí se
consideraba en dicha escuela. También se han considerado naturalistas pasajes de autores como
Benito Pérez Galdós, pero fue explícitamente rechazado por la mayoría. Al hablar de naturalismo
español, la frontera con el realismo no es clara y, al no adoptarse las teorías francesas, no es fácil
diferenciar bien ambos movimientos.
Juan Valera
Juan Valera y Alcalá-Galiano (Cabra (Córdoba), 18 de octubre de 1824 - Madrid, 18 de abril de
1905) perteneció a una familia aristócrata. Desempeñó misiones diplomáticas en varios países y
ocupó importantes cargos políticos. Comenzó su carrera como novelista alrededor de los cincuenta
años de edad. En sus últimos años fue víctima de una ceguera progresiva.
Desde sus comienzos, Valera fue reacio tanto al Romanticismo, por sus extremismos, como al
Realismo, porque le impedía desarrollar plenamente su fantasía. Solo adoptó una postura realista
cuando eligió ambientes reales (como su Andalucía natal) y personajes verosímiles, aunque rechazó
los aspectos menos atrayentes de la realidad, tan al gusto de los naturalistas y algunos realistas.
Su importancia se le debe a las novelas; la primera de ellas es Pepita Jiménez (1874), escrita en su
mayor parte en forma de carta. En esta obra, se narra la historia de una viuda que se pone de
acuerdo con el padre de un seminarista para alejarlo de su falsa vocación. Otras obras importantes
son Doña Luz (abordando cuestiones de vocación religiosa) y Juanita la Larga. Esta segunda
novela cuenta el idilio de don Paco, un cincuentón, y de la protagonista, que desea redimirse de él
por un honrado matrimonio.
Juan Valera fue liberal político y escéptico en cuanto a la religión. Empleó un lenguaje literario
sencillo, aunque no vulgar. Al morir, los escritores de la Generación del 98 le guardaron un
profundo respeto. Hoy se le considera por gran parte de la crítica como el mejor prosista del siglo
XIX, pese a reconocer la superioridad creadora de Galdós.
Ramón de Campoamor
Ramón de Campoamor nació en Navia (Asturias) en 1817, y murió en 1901. Perteneció al Partido
Moderado, además de ser empleado de Hacienda, gobernador y diputado. Escribió tratados sobre
temas filosóficos (Lo absoluto), obras dramáticas, poemas de pretensiones épicas y filosóficas
(Colón, El drama universal y El licenciado Torralba).
Su creación más personal, sin embargo, son sus breves poemas, como Humoradas, Doloras y
Pequeños poemas. Con ellos pretendió romper con el Romanticismo, creando una poesía acorde
con el momento, prosaica, sencilla, escéptica y en algunos casos irónica, con una moraleja que
suele ser trivial. Hoy puede ser considerada por los estudiosos ramplona y banal. En cualquier caso,
Campoamor explicó sus ideas innovadoras en Poética, en la que dice:
La poesía es la representación rítmica de un pensamiento por medio de una
imagen, y expresado en un lenguaje que no se puede decir en prosa ni con más
naturalidad ni con menos palabras... Sólo el ritmo debe separar al lenguaje
del verso del propio de la prosa... Siéndome antipático el arte por el arte y el
dialecto especial del clasicismo, ha sido mi constante empeño el de llegar al
arte por la idea y el de expresar ésta en el lenguaje común, revolucionando el
fondo y la forma de la poesía.