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Eugen Mezei

SP-GER III

Lo fantástico en “El rayo de luna” y “Ojos verdes” de Bécquer

Los ideales libertarios de la Revolución Francesa influyeron en todas las esferas de la vida,
transformando no solo las estructuras económicas, sociales y políticas, sino también sus manifesta-
ciones culturales. En ese contexto, el romanticismo surgió sobre todo crítica de la Ilustración y para
desterrar el supuesto de la supremacía de la racionalidad por sobre todas las cualidades humanas.
Los románticos pretendían recuperar los sentimientos y la emocionalidad perdidos y sumergirse en
la luz de lo irracional y en la marejada de las pasiones y los misterios que no tienen explicación. Lo
racional que todo lo mide y transforma en ley deja de lado la dimensión más misteriosa y oculta del
hombre: sus miedos, sus sueños, sus deseos. Esta dimensión humana es, para estos escritores, lo que
nos define como individuos y lo que merece ser expresado por el arte. Los poetas románticos busca-
ban en su interior lo más original que poseían: su propio yo insatisfecho y necesitado de alcanzar lo
inalcanzable, la esencia del alma y el espíritu en el mundo cotidiano. Otra característica romántica
fue la búsqueda de carácter local, de lo propio de cada pueblo, aquello que lo diferencia del resto y
expresa su esencia. Frente al universalismo postulado por el Iluminismo, el romántico proclamó el
nacionalismo y dio relevancia a las tradiciones, costumbres y artes populares.
Hay múltiples ediciones de Rimas y Leyendas. La primera edición fue en 1871 y contaba
con dos volúmenes; a partir de la quinta edición contaría con tres volúmenes. Las Leyendas son un
conjunto de narraciones de carácter postromántico escritas por Gustavo Adolfo Bécquer y publica-
das entre 1858 y 1864 en periódicos madrileños de la época como El Contemporáneo o La América.
Ellas son reelaboraciones de relatos orales tradicionales pertenecientes a la historia local, siendo
uno de los propósitos de los románticos, como antes he dicho, recuperar la cultura de la tradición
oral. Bécquer utiliza el término “leyendas” para sus narraciones de origen tradicional.

En las Leyendas se plasan los grandes temas de Bécquer: el tema de la creación artística y la
lucha entre el ideal y la realidad, que (este ultimo) se refleja en el tema del amor imposible como
aparece en Los ojos verdes y en El rayo de luna.
Numerada como Leyenda 3 de los 18 cuentos del primer tomo, “Los ojos verdes” trata sobre
los espíritus femeninos de las aguas. La Leyenda 6, "El rayo de luna", trata cuatro temas diversos:

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el amor, el ensueño, una fantasía irreconciliable con la realidad todas que confluyen en un tema: la
mujer intangible.
En Los oyos verdes desde su introducción a esta leyenda el autor insiste en la importancia de
la colaboración de los lectores para el logro de la fe en la existencia de la mujer misteriosa:

“cuento con la imaginación de mis lectores para


hacerme comprender en este boceto de un cuadro que
pintaré algún día“

El lector colabora en la creación de un ámbito fantastico. Bécquer no nos da ningún indicio concre-
to de cuál sea la época de la acción, pero va sembrando su texto de una serie de elementos léxicos y
alusiones que dan a entender que el lector tiene que imaginarse situado en otro momento histórico
para poder comprender el desarrollo del cuento. Por ejemplo utilisa palabras cuyo primer uso se re-
mota a la Edad Media, como seran: villana, en el sentido de mujer no noble, escaño, ballesta y
montero. Tambien el autor sugiera la voz almenas de un castillo medieval, ya la almenara es un sus-
tantivo de origen árabe. Puesto que el lector encuentra a cada paso tales señas y vislumbres, se le va
haciendo cada vez más claro que la acción se realiza en el medievo; como al mismo tiempo, el autor
no se refiere a ninguna fecha concreta, ningún rey o guerrero, ningún suceso público concreto, la
imaginación del lector se va instalando muy cómodamente en un medievo de contornos imprecisos,
nublados, casi de ensueño, en el que, aún más que en la Edad Media histórica, parece factible el mi-
lagro. Así, a partir de las primeras líneas, queda implícito que vamos a ponernos en contacto con
algo impreciso, fluido, en un timpo muy lejano.

Nosotros no podemos creer directamente en la mujer de la fuente; mas de igual modo que nos pare-
ce menos inverosímil el suceso fantástico en el contexto de un pasado nebuloso, sí podemos creer
que un hombre de aquella época, especialmente un poeta, podía creer en esa mujer.

Para que nos sea posible compartir de algún modo la vivencia de Fernando, ésta tiene que poseer
cierta medida de objetividad para los demás. Por esto tiene importancia la documentación concreta
de la relación entre la tradición folklórica de la dama del lago y el contenido de la leyenda becque-
riana; el viejo siervo Íñigo nos dice que:

“mis padres [...] me dijeron mil veces que el espíritu,


trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas
tiene los ojos de ese color”

La visión del poeta es un adminículo muy útil para la consecución de la credibilidad en el


género fantástico, mas no basta. Por esto El rayo de luna no pertenece al género sobrenatural; la vi-

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sión de Manrique resulta que es solamente la de un loco; y no hay en la historia del enamorado de la
luz lunar nada que a los lectores nos haga cuestionar nuestra experiencia de la realidad, ni nada que
documente la de Manrique.

En ambos cuentos lo fantástico está más relacionado con lo maravilloso que con lo fantás-
tico propiamente dicho, porque lo legendario en ellos engloba lo natural y lo sobrenatural. Los
elementos que encontramos no son fantasticos como los de una novela de tipo science-fiction sino
tienen mas de aber con el maravilloso.

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