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Parcialidad.

Una semana antes de realizarse el ejercicio electoral, la sala de lo constitucional hizo pública la
admisión de un amparo contra una de las candidaturas del oficialismo, a pesar de haberse
agotado el período para ello o de que la candidatura del tal fue aprobada por cumplir con los
requisitos para esto por todos los magistrados del TSE, tensando más el proceso electoral
mismo, obviando las demandas del presidente del tribunal electoral quien reclama
públicamente no lo altere más de lo que ya lo hizo al ordenar toda suerte de medidas
arbitraria que derivan en confusión así como en una tácito juego de dados cargados, y
violentando la norma misma que alega defender (desde un año antes de realizarse la
contienda, la norma electiva no ha de alterarse – Código electoral -).

Tuvo sin embargo la sala, el cuidado de no dictar medidas cautelares, lo que claramente
evidencia el cálculo de denegar al tal la toma de posesión de ganar la contienda, para con ello,
poner en desventaja al oficialismo.

La reacción tanto del gobierno como del candidato en cuestión ha sido de respeto al dictamen,
a pesar de que la misma atenta en contra de la legislación vigente, o de la clara injerencia que
de la ley hace la sala al invadir el terreno que solo toca administrar al TSE.

Ya no sorprende sin embargo el actuar de la sala, que en múltiples ocasiones ha evidenciado


una parcialidad cruda por la presteza con la que resuelve en favor de los intereses del
conservadurismo, mientras que retrasa y hasta evita el abordar los temas pendientes a la
justicia social, o de recuperación de bienes arrebatados por la derecha al estado y hasta
absolviendo descarnadamente a desfalcadores del mismo – el caso de CEL-ENEL lo evidencia –
sin consideración de la pérdida que para el estado ello significa así como para el soberano, por
el futuro comprometido en términos económicos y que limitará aún más el desarrollo o el
progreso, derivando ello en mayor dependencia financiera por los créditos que se habrán de
contratar debido a la ausencia de los recursos públicos con los que el sistema legal favorece a
privados.

La excusa esgrimida por la sala es “…la ley así lo dicta…” (Florentín Meléndez) lo que es un
contra dicho a esa indeseable costumbre de la jurisprudencia salvadoreña, y que es la
interpretación de la norma, lo que siempre ha sido la razón que justifica los consensos que por
conveniencia política, o por interés, que es lo mismo, se adelantan desde la sala, favoreciendo
así al conservadurismo y en detrimento de la norma, que no se interpreta con propiedad y si
interesada y arbitrariamente.

Ello por supuesto expone al ciudadano a una invalides jurídica absoluta por la ausencia de
institucionalidad, ya que no somos medidos de igual forma, lo que es el problema de fondo a
abordar, y que es, en el actual orden establecido, una utopía, pero una, que es posible resolver
en la medida que el soberano así lo imponga.

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