Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Un lector inicia esta página. Empieza a desentrañar lo que dice. ¿Qué dice? Su
oído agudo presiente una voz, una voz que le habla. No tiene boca. En cambio ve
que le habla. Está allí, ahí presente. Ahora. ¿Quién es? ¿De dónde proviene?
Todavía aguarda una larga fila de cuartillas, como podrá el lector constatar por
tacto. Hojeará el número de páginas. Son muchas. He aquí un consejo que surge
por una simple razón que he de anticipar; este prólogo ha sido escrito luego de
haber finalizado la escritura del libro. De modo que yo sé lo que sigue y
conozco, por ser además su autor, de qué trata y cómo lo he expuesto. Por esta
razón quisiera prevenir, si es útil, acerca de la amable predisposición que estas
materias necesitarán para poder comprenderse adecuadamente. El consejo,
amigo lector, es que, como toda lectura extensa, un requisito fundamental
consiste en armarse de paciencia. Y quiero decir que solicito su paciencia no
sólo por la cantidad de páginas que vienen que, de por sí, constituyen un
agotamiento físico a nuestra vista y la compostura, sino también, paciencia en
referencia a la comprensión de este libro. El resultado de estas investigaciones,
allá en las últimas líneas, exige, para su verdadero desciframiento, de la
elaboración de cada palabra en la mente del lector. El esfuerzo será, por tanto,
también mental.
Reconozco que todo lector, al arribar a este puerto, lo hace bajo su propia
voluntad y no lo hace sin haber aprendido a nadar con anterioridad. Quiero
decir que leer implica haber aprendido a entender las reglas de un texto.
Implica, también, haber explorado un sinfín de contenidos que, a su vez, habrá
provocado la formación de ciertas ideas, nociones, saberes. Todo lector acarrea
consigo una red de juicios que ya poseen su propia organización. El lector
acostumbrado a ejercer esta actividad posee un mundo interpretado bajo el cual
se orienta, opera, interactúa. Por consiguiente ya ha escuchado la palabra
Gramática anteriormente. Como muchas otras palabras. Y como muchas otras
ideas que pueden componer una inconmesurable cantidad de discursos.
Considero a modo general al mundo–y espero coincidir con el lector – como las
cosas que están, lo que yo percibo. En su mayoría objetos de todo tipo y
variaciones. Desde casas, autos, cielo, montañas, paisajes, animales, calles,
personas, amigos, árboles. Esto, por lo general, suele llamarse realidad y puedo
diferenciar imágenes, sonidos, superficies, olores, recuerdos, (particular o
general), naturaleza. Enfoques sobre estos…Cultura, sociedad, política, religión
economía, etc.
Considero la palabra
En caso de estar en desacuerdo sobre estos significados básicos el lector podrá
decidir si puede ser posible reducir todavía más la vaguedad de la ya precaria
cosmovisión a uno más común con el que pueda identificarse y así convenir en
algún punto. Apelo a su conocimiento para establecer la base de estas
discurrencias y dar inicio al desarrollo de los temas. Con esto en cuenta el lector
tendrá presente a lo largo de todo el libro el hecho de que la interpretación que
ya posee del mundo es un elemento funcional que tendrá que modularse,
ajustarse, conservarse, exaltarse, retraerse, disminuírse o hasta multiplicarse a
los fines de la comprensión de esta otra interpretación a ser conocida. Se trata,
para el lector, de un proceso llamado perspectivización –la asunción de una
nueva visión o, lo que es lo mismo, de un giro transformador-.
Para finalizar, diré que considero el vínculo entre cada una de estas nociones
como un efecto de la cosmovisión plasmada en y por el lenguaje.
II