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El gran secreto de mi hijo

Mi historia comienza con un acontecimiento muy poco usual. Nos involucra a mi y a mi hijo mayor
José, un chico universitario y de un físico imponente. Una lesión deportiva, por completo inesperada
nos acercaría mas que nunca.

Mi nombre es Julia, soy de la parte norte del país de México. Tengo treinta y cuatro años de edad y
disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que
necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos. Me considero una mujer muy
activa sexualmente y de mente muy abierta. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta
complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías
perversas de mis parejas. Actualmente soy divorciada pero nunca estoy sola. Siempre he tenido una
naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual. Físicamente soy una mujer no muy alta.
Mi cuerpo es muy voluminoso, no soy gorda pero tampoco estoy en los huesos. Mis pechos son muy
grandes desde la pubertad. Actualmente uso copa 42 doble d y mi trasero es igual de prominente.
Disfruto mucho usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres. Como a cualquier
mujer me encanta sentirme deseada. Mi primera vez fue a los quince años de edad y desde ese
entonces nunca he parado de experimentar. Descubrir el sexo a tan temprana edad me llevo a gozar
de experiencias que fueron indescriptibles y que con la creación de este perfil tengo la intención de
contarles y poder desahogar un poco esa pesada carga que llevo al no poder contarlas.

Mi historia empieza con mi hijo José. Él es un chico muy apuesto, es universitario y juega futbol
americano en su facultad. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy cariñoso y atento conmigo.
Siempre está buscando la manera de ayudarme y hacerme sentir bien. En ocasiones me hace
cumplidos acerca de mi aspecto físico como: "ese escote te luce genial" o "esos jeans te lucen muy
bien". Yo siempre premio cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca. Para muchos es algo
raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para mí siempre ha sido algo muy natural. Un
día estando en el trabajo recibí una llamada de la universidad de mi hijo.

-¿Hablo con la señora Julia?

-Soy yo ¿que se le ofrece?

-Hablamos de parte de su hijo José.

-¿Le paso algo a mi hijo?

-Tuvo una caída muy fuerte y se fracturo ambos brazos, ahora está en el hospital San Marcos.

-Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.


Conduje lo más rápido que pude y mi corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me
dijeron que su padre ya había llegado y que el mismo había firmado los papeles para la cirugía. Al
parecer uno de sus brazos se fracturo en varias partes e iba a necesitar algunos tornillos. La cirugía
demoró un par de horas y pronto lo pasaron a cuarto. Yo estuve con él hasta que despertó. Tomaba
su mano y lo besaba por toda su carita. Qué bueno que ya estas despierto mi bebé -dije-. No te
preocupes tu mamita te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada -dije-. Estoy bien ma,
solo fue una tonta caída no es nada. ¿Cómo que nada? te rompiste ambos brazos José -dije con
preocupación-. Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho y que me consientas entonces, pero
ya no te preocupes más por favor -dijo-. Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde podre
cuidarte mejor -dije.

Cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las
enfermeras le daban solo baños de esponja lo que lo tenía con un olor algo peculiar. Lo primero que
le dije fue -hay que darte un baño-. Entramos a la casa y yo cambié mi ropa del trabajo por algo más
cómodo. Me puse una blusa de tirantes y unos shorts algo pequeño para andar en la casa ya que en
la zona norte de México siempre hace mucho calor. Mi hijo se mostraba renuente a querer
desnudarse ante su madre pero pues al final no le quedó más remedio que hacerlo.

-Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas especiales en tus brazos para que no te entre agua.

-Oye ma, podrías cerrar los ojos mientras me bañas no quiero que me veas así desnudo.

-No seas tontito no puedo bañarte bien si tengo los ojos cerrados.

-Pero es que me da vergüenza ma.

-Te vi miles de veces cuando estaban chico, ¿qué tanto pudiste haber cambiado? déjame bajarte
esto para que puedas meterte a bañar.

Me puse de rodillas y desabroche su cinturón. Desabroché el botón de sus jeans y bajé el zipper de
su pantalón. Lo tome de la cintura y lo bajé hasta el piso. El quedo solamente en unos boxers que le
gustaba usar algo ajustados. No lo veía en ropa interior desde que tenía cinco años y la verdad había
cambiado mucho. Lo que había debajo de esos boxers ya no era el pene de un niño pequeño, era la
verga de un hombre y por la dimensión que se hacía notar a través de la tela era una imponente. Yo
sonreí un poco y la curiosidad me invadió. Quería ver que tan grande había crecido mi muchachito
desde que nos bañábamos juntos cuando tenía cinco años. Cuando bajé su boxer quedo ante mí
una verga grande en su estado flácido, algo gorda y con un glande reluciente. Tenía el vello muy
bien recortado y los testículos bien afeitados.

-¡Vaya que mi muchachito creció bastante!


-Ma, por eso no quería que me bañaras, no quiero que te burles de mi como mis compañeros de
equipo.

-¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo tan bonito pene mi amor? Es pura envidia, ya
quisieran estar como mi muchachote.

-Pues se burlan de mí, me apodaron el caballo.

-Pues tu lleva ese apodo con orgullo amor, y si te preguntar porque es tu diles.

Lo tome de la mano y lo lleve al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa dejando al aire mis grandes
pechos y mi trasero. Él se me quedo viendo y me dijo -va a ser como cuando nos bañábamos juntos
ma-. Bueno un poco, aunque en ese entonces lo hacíamos ambos totalmente desnudos -dije. Me
metí a la regadera con él y lo senté en una silla grande de plástico. Frote un poco de jabón en una
esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por su pecho tan definido y musculoso,
algo en mí se sentía diferente. De pronto vi a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya
no me era indiferente. Yo sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con el si no fuera de mi
sangre. Termine de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los
glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él. Que pompudo estas amor
no te había visto bien -dije mientras sonreía. Ma, no digas esas cosas me avergüenzas -dijo con su
rostro con un color rojizo-. Lo frote con la esponja y luego me porte algo traviesa y frote duro sus
glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada y mi hijo
me dijo -ya ma, detente-. Lo voltee y pude ver el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había
excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos y estaba muy apenado. Su pene
estaba por completo erecto, las venas se dejaban ver a través de la piel de su pene formando
protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos. Sus testículos se veían rebosantes y
con restos de espuma del jabón.

-No te preocupes amor, es algo natural.

-Perdóname ma, es que hace mucho que no me desahogo.

-Me imagino amor, pero hay que lavarte ahí también no puede quedarse sucio.

-Está bien ma, pero no tardes mucho.

-Tú relájate.

Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga tan gigantesca y comencé a frotarlo con
el jabón, víctima de la lujuria que aquel pene provocaba perdí el control. Lo frote cada vez con más
rapidez y violencia. El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó
lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen
cayeron en mi cara. Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió
perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo.
Sabes muy rico mi amor no te apures -dije-. Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile
a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita
de encima -dije-. Me quite el bra y mi tanga y quede completamente desnuda ante sus ojos. Espérate
ahí sentado mi amor mientras me baño. Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él.
Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo, parece que ese grandulón necesita
desahogarse un poco más, me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca.
El gran secreto de mi hijo II (Inconsciente)

La relación entre mi hijo y yo había sufrido un excitante y gran cambio. Pero debido a la magnitud
del mismo, se había asustado tanto que me rechazo la primera vez asi que; tuve que esperar el
momento indicado para poder tomar ventaja de la situación

Abrí mi boca y la acerque a su pene. Él se levantó bruscamente de la silla y grito -¡ya basta! Somos
madre e hijo, no podemos hacer esto-. Sécame el cuerpo y déjame salir -dijo con un enrojecimiento
en su rostro pero en esta ocasión era de un profundo enfado-. Yo me cubrí con una toalla que por
el tamaño tan pequeño a duras penas y podía retener mi anatomía. Después lo sequé a él sin
enfocarme mucho en sus genitales. Estaba bastante molesto y al parecer no quería dirigirme de
nuevo la palabra. Lo lleve a su habitación y le ayude a vestirse, ahí aproveche para de nuevo tocar
su pene mientras lo metía en su ajustado bóxer. El no menciono ni una sola palabra, yo salí del
cuarto para así dejarlo un tiempo a solas y que pasara su enojo.

Tal vez había ido muy lejos, una madre no debería realizar ese tipo de actos sexuales con su hijo
pero... el deseo que había despertado en mi era tan intenso que prácticamente era imposible de
sobrellevar. Las dimensiones enormes de su verga hacían temblar a mi vagina. Tenía años que no
me topaba con una verga así de descomunal y mi vagina me gritaba que lo deseaba, pero eso era
imposible era mi hijo y ahora parecía que me odiaba por lo que paso. El día siguiente se fue a la
universidad. Llevó su teléfono celular para grabar todo lo que se decía en clase y así no tener que
apuntar nada. Yo le di un beso grande cuando se fue y le dije-te amo-. El no dijo nada y salió de la
casa. Yo estaba muy preocupada por haber podido arruinar la bonita relación que tenía con mi hijo.
Haber eso hecho fue un error terrible y tal vez la fractura en nuestra conexión emocional era
irreparable.

Por la tarde llego con unos amigos de la facultad. Jugadores de futbol que aprovechaban cualquier
momento a solas conmigo como cruzarnos en un pasillo mientras iban al baño para tratar de
seducirme. Muchos eran muy atractivos pero no me llamaban la atención los chicos tan jóvenes. El
más atrevido de todos era Jorge un chico con mucho dinero. Arrogante y patán como ninguno,
trataba en cualquier oportunidad que tenía de convencerme para llevarme a la cama. Se acercó a la
cocina mientras los demás veían el partido para platicar conmigo. Yo para tratar de no ser grosera
le seguí la corriente.

-Hola Julia como estas, no es pregunta, estas deliciosa.

-Hola Jorge, gracias... supongo.

-Oye, cuando me vas a decir que sí.

-¿Si a qué?

-Pues a salir a algún lado para conocernos más, al cine tal vez o a cenar.

-No creo que se dé nunca Jorgito.

-No me trates como un niño, podría darte una gran sorpresa.

-Lo dudo mucho cariño, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.

-Bien, como quieras.

Me puse a cambiar las sabanas de las habitaciones de la segunda planta así ya no tendría mas
encuentros fortuitos con Jorge o cualquiera de los amigos de mi hijo. Más tarde se fueron y mi hijo
estaba algo adormecido. Miguel un amigo desde la infancia de mi hijo que estuvo en esa reunión
me dijo que había tomado un poco, a pesar de que él le había aconsejado que no lo hiciera. Yo le
agradecí por haberme contado la verdad y se fue cerrando la puerta detrás de él. Mi hijo había
quedado completamente inconsciente por la combinación de pastillas para el dolor y alcohol que
yacía desmayado inmóvil y roncando como un león en el sillón. Yo fui a la segunda planta por su
ropa para dormir y comencé a desvestirlo con mucho cuidado de no lastimarlo. Quite su playera
muy despacio y con cautela para no lastimar sus brazos, el no daba ni la más mínima reacción de
despertar así que yo seguí con lo mío. Después abrí el botón de sus janes y baje el zipper. El olor a
hombre que emanaba de entre su ingle me perturbo de nuevo. Tome rápido sus pantalones y los
fui bajando despacio para no despertarlo. La excitación en mi creció y me encontraba de nuevo
frente a aquel monumento a los penes enormes.

Quite su ropa interior solo hasta sus rodillas y lo vi de nuevo. Majestuoso, grueso e imponente. La
bestia salvaje dormía en una almohada de piernas. Así que para enfrentarme a aquel monstruo
decidí despertarlo. Lo tome en mi mano la cual no podía rodearlo por completo debido al grosor.
Comencé a frotarlo de arriba a abajo. Aquella bestial polla dio sus primeros signos de vida
ensanchándose aún más. Yo me saboreaba como si fuera el manjar más delicioso de este mundo.
Con cada fricción de mi mano en su delicada piel, hacía que creciera aún más. Pronto tomo las
mismas dimensiones que la situación ocurrida en la regadera. El calor en mi cuerpo era insoportable.
Me quite toda la ropa y seguí masturbándolo. El no despertaba estaba completamente en k.o. Yo
pensé en que esta era mi oportunidad y me acerque a él. Frote con mi mano su marcado abdomen
e incline de nuevo mi cabeza. Esta vez mi lengua hizo contacto por primera vez con su gran glande
y la sensación fue sobrecogedora. Mi mente daba vueltas abrumada por todos os sentidos el olor,
el sabor, el placer. Me convertí en una prostituta y comencé a mamárselo como tal. Mi lengua
recorría cada centímetro de aquel gran pedazo de carne. El sabor a orina y sudor estaba por todos
lados. Él se limitaba solo a gemir un poco pero permanecía dormido. Yo aproveche y seguí
disfrutando de aquel dulce manjar. Mi lengua se volvió una exploradora en aquel terreno
desconocido para mí. Pronto hizo suyo cada parte de aquel gran territorio llenándolo de saliva y
haciéndolo gozar. Decidí llevarlo al siguiente nivel y de golpe lo metí hasta mi garganta. No me cupo
todo por el tamaño y tuve que arquearme en mi primer intento. La saliva que se acumuló en mi
boca era demasiada debido a eso y la escupí toda encima de su polla. Lo masturbe de nuevo y
recuperada comencé a entregarle mi garganta esta vez llegue mucho más lejos. Seguí dándole placer
no resistió mucho un gemido de placer se escuchó muy despacio y una avalancha de semen salió de
su polla. Los grumos eran evidentes. Tanto, que podía sentirlos. Su leche era tan espesa y abundante
que me sobrepaso. Me ahogo un poco y mucha se escapó de mi boca tosiéndola, cayendo sobre su
estómago. Bebí la que tenía en mi boca saboreándola y no dejando ni una gota fuera. Quite la que
restaba en mi comisura de los labios con mis dedos y lo chupe como el dulce más delicioso. El sabor
era exquisito. Mi hijo estaba bañado en su propio semen y yo no lo podía dejar así. Mi lengua casi
poseída comenzó a recorrer su cuerpo limpiando aquel dulce elixir sin dejar rastro de él. Mi
excitación creció aún más y mi vagina estaba completamente mojada. Me subí con cuidado al sillón
y dije -perdóname hijo, pero esta noche tienes que ser mío. Puse su gran polla justo en la entrada
de mi vagina y descendí a un placentero dolor mi cuerpo se arqueo y comencé a montarlo como a
un potro salvaje, no pasaron ni 5 segundos y mi hijo despertó.

Continuara... https://drajulygarciasexy.blogspot.mx/ este es mi blog aquí encontraran fotos mías


muy sexys, pronto habrá algunas desnuda y un libro de mi vida sexual desde los 15 años hasta la
edad adulta espero lo compren es muy excitante y cuenta todas mis experiencias sexuales desde
tan temprana edad. Lo hago principalmente para pagar una operación de mi padre que cuesta varios
millones de dollares y eso me ayudaría mucho de su parte para reunir el dinero, yo se que lo
disfrutaran mucho y el precio será muy pequeño.nuara...

El gran secreto de mi hijo III (Violación)

Mi hijo había tomado una postura algo negativa ante en hecho de tener intimidad juntos por lo que
decidí darle una oportunidad a su amigo Jorge, sin saber que sus celos le llevarían a cometer un acto
tan atroz, una violación.

Mi hijo había despertado con algo de desconcierto en su mirada. Aun no sabía bien lo que estaba
pasando y su cuerpo no reaccionaba muy bien debido a los medicamentos y el alcohol. Yo, sin
tomarle importancia a lo que él podría decir seguí montándolo. Su polla estaba dura como una
piedra y yo estaba húmeda como un rio. Mi cuerpo tenia cada centímetro de piel erizada y mis labios
vaginales le daban a mi hijo la bienvenida de nuevo, al lugar que lo vio nacer abrazando fuertemente
a su polla. El abrió los ojos poco a poco pero en su rostro se notaba que aún estaba muy medicado
y ebrio como para poder razonar coherentemente.

−¿Mama que estás haciendo?

−Shh cariño, todo está bien.

−¿Por qué estas desnuda?

−Esto no es más que otro de tus sueños mi amor

−Si eso debe ser, debe ser ese sueño en el que trato a mi madre como a una puta. –dijo para sí
mismo.

−Oh enserio. ¿Eso crees que soy?

−Siempre he sabido que te acuestas con muchos hombres mama, que te encantan los negros, aún
recuerdo cuando de niño, traías hombres a la casa y yo te espiaba en la noche a través de la puerta
mientras ellos te hacían gemir como lo que eres una puta barata.

−¿Pero qué dijiste, como te atreves?

−Siempre te lo he querido decir pero nunca me he atrevido a hacerlo. Creo que solo tengo el valor
para hacerlo aquí, en mis sueños.

−Bájate a la mierda de mi verga, ramera. Ponte en cuatro.

Podía ver en su rostro que sus pupilas aún estaban dilatadas, el efecto de las drogas no había
pasado y por la falta de fluidez en su forma de hablar, podía notar que aún estaba borracho. Pero
no podía soportar que mi hijo me tratara de esa manera. Además no quería que la primera vez que
lo hiciéramos me tratara como la peor de las putas. Tome mi ropa y me vestí. Vuelve a soñar en otra
cosa amor, no habrá ramera esta vez –dije. Él se quedó dormido de nuevo antes de poder mencionar
una palabra y yo le ayude a vestirse, poniendo de nuevo su ropa interior.

Al día siguiente lo levante para bañarlo. El trato de no pasar por lo mismo pero era imposible su
pene estaba erecto de nuevo. Yo le dije –no quiero estar lavando tanta ropa y haciendo más
esfuerzos así que es mejor si nos bañamos juntos−. Me quite mi falda blanca abriéndola con el zipper
lateral y bajándola con mucho esfuerzo ya que; por el volumen de mi trasero era difícil de subir por
lo tanto; igual de difícil al bajar. Cuando por fin pude lograr tan titánica acción mi trasero quedo al
aire, lucía una tanga roja con un poco de encaje y de un tamaño muy pequeño. El cual la mayor
parte se escondía entre mis grandes y gordos glúteos. Podía ver de reojo a mi hijo observándome
pero no dije absolutamente nada. Después quite mi blusa dejando por completo al aire mis
gigantescos senos. Mis pezones estaban tan excitados que apuntaban a mi hijo como si mi cuerpo
por si solo expresara que era lo que realmente deseaba. Baje mi tanga de espaldas a el para dejarle
ver por completo mi ano y mi vagina abierta provocándole. Pude notar que después de tan erótico
panorama su pene estaba goteando ese dulce líquido con sabor a gloria que tanto deseaba, su pre
eyaculación. De nuevo no dije nada y tome la esponja con el jabón y empecé a enjabonarlo. La
regadera estaba encendida y el agua caía en mi cabeza recorriendo mi cabello y descendiendo por
mis pechos al suelo. El agua estaba caliente y hacia acrecentar mi excitación. Mi hijo aún tenía su
pene muy erecto y trataba de evitarme con la mirada. Yo termine de enjabonar aquel cuerpo atlético
terminando en sus glúteos firmes y duros metí la esponja entre aquel par de rocas y enjabone el
canal entre ellas. Después lo metí al agua y removí todo ese jabón. Él no decía ni una sola palabra,
permanecía mudo.

−Ahora te voy a lavar el cabello.

−Está bien

−Cierra tus ojos.

−Ok. Oye…

−¿Qué ocurre, te entro champo en los ojos?

−No, no es eso.

−¿Entonces, qué es?

−Eh, puedes ayudarme a desahogarme de nuevo.

−Bueno lo he estado pensando mucho y tienes razón. No deberíamos hacer eso. Somos madre e
hijo y no está bien.

−Pero…

−Pero nada, eso es lo que decidí y es lo que haremos.

Limpie su pene muy rápido, solo unas cuantas pasadas con la esponja y lo enjuague con un poco de
agua. Lo seque rápidamente y ayude para que se vistiera. Durante todo el tiempo pude ver una
expresión de molestia dibujada en su rostro pero no le di más importancia. Así estuvimos
prácticamente por más de una semana. Nada sexual y él se había distanciado aún más de mí.

Un viernes por la noche invito a su amigo Jorge a ver un partido de futbol soccer. La verdad no me
agradaba mucho ese chico pero podía notar que tenía experiencia con las mujeres. Era apuesto, de
buen cuerpo y con una energía sexual muy fuerte. Me gustaba provocarlo porque al final del día
siempre se iba sin nada y eso me hacía carcajearme de la risa. Esa noche me vestí un poco más
provocativa que de costumbre, porque sabía que venía y quería jugar un poco con él. Me puse un
vestido amarillo que tengo con un escote enorme y un bra blanco. Muchos ya deben haberlo visto
en mi blog. No llevaba tanga así que mi trasero se meneaba y brincaba de un lado a otro cada vez
que caminaba rozando mi piel con aquella suave tela. Mi hijo parecía molesto por algo pero no podía
notar que era. Jorge no podía quitar los ojos de mi escote al igual que mi hijo. Estuvimos viendo el
partido hasta que llego el medio tiempo. Yo me levante a prepararles algunas botanas y a lo lejos
les escuche hablar.

−Tu madre es una delicia hermano.

−Cállate idiota.

−Es enserio, no sabes lo que daría por salir con una mujer así.

−Nunca saldría con un pendejo como tú.

−Eso dices tu hermano, pero que crees que diga ella.

−Pierdes tu tiempo imbécil, ella solo sale con negros.

−¿Qué, es enserio?

−Si.

−¿Y por qué?

−¿Tú por qué crees idiota?

−No lo sé.

−Le gustan las pollas grandes.

−Wow tu madre sí que debe ser una veterana en la cama.


−Ya deja de hablar de mi madre si no quieres que te dé con estos tornillos que traigo en el brazo en
la cabeza.

−Ok, No te enfades.

−Sería inútil para ti, te he visto en las duchas Gorgue y eres muy pequeño –dijo José mientras se
echaba a reír.

−No es pequeño solo que comparado con el tuyo se ve así, tu eres un puto caballo –dijo gorgue
mientras ambos reían sin control.

Gorgue ya estaba algo tomado cuando termino el partido así que; le dije que llamara a casa para
que avisara que se quedaría a dormir pero me respondió que en su casa no había nadie, todos
habían salido de viaje. Muy bien entonces te preparare la habitación de huéspedes −dije−.Ello
siguieron charlando en la sala, mientras yo preparaba la habitación que se encontraba en la primera
planta. Gorgue ya ni siquiera podía hablar bien de lo borracho que estaba y yo veía una posible
oportunidad de dejar salir algo de la pasión acumulada que llevaba en mi interior en aquel joven
cuerpo. Mi hijo no podía cargarlo, yo fui con él y lo ayude a llegar a la habitación. Yo aún no tengo
sueño, me voy a quedar viendo tele un rato en la sala −dijo−. Yo lleve a Jorgito a su cuarto y lo ayude
a quitarse el pantalón. Tenía una pequeña erección que se notaba en su bóxer tan ajustado. Muchas
gracias por acostarme señora, pero sería mejor si se acostara junto a mí −dijo−. Cuidado mi amor,
tal vez lo haga respondí. Sorprendí a aquel muchacho quitándome el vestido levantándolo por
encima de mis hombros y quedando en ropa interior. Él se quedó mudo e inmóvil.

−Te gusto Jorge.

−Sí, mucho señora.

−¿Te gustaría que abusara de ti? –Pregunte mientras me reía levemente.

−Si.

−Bueno pues ayúdame a quitarte toda la ropa.

Como alma que lleva el diablo se quitó toda su ropa y se recostó en la cama. Sus ojos se
entrecerraban por el peso de aquel alcohol que había ingerido y yo trataba de mantenerlo despierto.
Me puse cerca de sus testículos y se los comencé a chupar mientras le picaba el ano. El gimió fuerte
y me dijo –eso dolió−. Pues no te quedes dormido corazón –respondí.

Su ropa interior tenia manchas blancas por todos lados y sus testículos tenían ese aroma a semen
seco. ¿Te estuviste masturbando todo el día amor? –pregunté mientras pasaba mi lengua por todo
su pene−. Bueno es que usted siempre ha sido, ha sido mí, mi fantasía –dijo con voz entrecortada−.
Yo lo comencé a chupar intensamente y el solo se limitaba a quedarse callado gimiendo muy
levemente, podía notar que tenía experiencia cuando le daba mi garganta intermitentemente y el
no eyaculaba. Tenía muy buena estamina así que decidí tomar una prueba de manejo. Me monte
encima de él y mis caderas hicieron lo suyo. El solo me tomaba de mi cintura y me veía ir y venir en
un frenético movimiento adelante y atrás, circular e incluso saltando encima de él. Yo tomaba mis
pechos y los chupaba mientras montaba aquella viril y juvenil polla. No podía ni remotamente
compararse con mi hijo pero era una buena polla. Gemía muy fuerte intencionalmente para que mi
hijo que estaba en la sala me escuchara. Quería que viera de lo que se había perdido por
despreciarme y supiera lo que podía hacer una verdadera hembra en la cama. Jorge hacia hasta lo
imposible por no venirse. Yo seguía montando, gimiendo incluso gritando. Cógeme como a una
perra−dije mientras mordía mis pezones. Entonces fue cuando lo vi. Mi hijo en la puerta de aquella
gran habitación, mirando hacia nosotros. No podía creerlo, trate de no mirarlo fijamente y seguí
como si no me hubiera dado cuenta. Mi hijo había sacado su polla monstruosa y se masturbaba
intensamente. El saber que mi hijo me miraba fornicar como una hembra salvaje me excitaba aún
más. Me saque el pene de Jorge y me lo apunte al ano. Hay que hacerlo seguro amor, no queremos
un embarazo. Me monte en él y sentí como mi ano le daba la entrada. Yo me movía como una puta
y Jorge no tardo en sucumbir al encanto de mi ano con un intenso orgasmo. ¡Dios mío! –grito
intensamente−. Mientras yo recibía aquella joven semilla en mi culo y gemía fingiendo un orgasmo
para que no se sintiera mal. Eso estuvo muy rico amor pero, ya es hora de dormir –dije mientras lo
tapaba con una cobija y me ponía mi ropa−. ¿Te gusto como te viole hoy amor? –pregunté con un
tono humorístico−. El solo asintió con la cabeza. Bueno de ti depende que se repita, solo se bueno
con mi hijo y no cojas con nadie más, de ahora en adelante este pene me pertenece −dije−. El asintió
de nuevo y se quedó dormido. Cuando me gire hacia la puerta mi hijo ya no estaba así que; me
imagine que se haya ido. Salí de la habitación de gorgue y la televisión y las luces de la sala se
encontraban apagados en su totalidad. Yo supuse que había ido a su habitación a terminar lo que
había comenzado y yo hice lo mismo. La verdad el sexo con Jorge había sido poco satisfactorio y me
había dejado con ganas de más. Esa noche me quite toda la ropa y dormí desnuda completamente.
Hacía mucho calor y mi fiebre sexual no ayudaba mucho. Después de un par de horas caí rendida.
Por la madrugada dormía plácidamente hasta que un pequeño movimiento me despertó. Era un
ligero movimiento en mi cama. Trate de girarme pero algo me lo impidió. El brazo con tornillos de
mi hijo estaba en mi espalda.

−¿Crees que puedes provocarme con tu cuerpo y luego rechazarme y cogerte a el imbécil de gorgue,
perdón cogerte no, violarlo, así lo dijiste no?

−Tú me rechazaste a mí, ¿qué no te acuerdas?

−Eso fue antes, pero no te preocupes, yo te voy a dar lo que ese pendejo no pudo, una verga de un
verdadero hombre.
−Quítate de encima.

−Esto es lo que deseabas desde un principio no, hablabas de violación, te voy a mostrar que es una
violación.

José puso su otro yeso en mi cabeza y con fuerza empujo mi cara contra la almohada. Su cuerpo
estaba encima del mío, podía sentir su abdomen rozar mi trasero. Sentí como se acomodó y su pene
humedecido por su pre eyaculación se aproximó peligrosamente a mi ano. José ni se te ocurra –dije
con voz enérgica pero incapaz de poder hacer algo por detenerlo. Él se acercó a mi oído y susurro
en el −esto es una violación, mientras metía con fuerza y de golpe su polla bestial en mi ano sin
misericordia alguna. Yo grite de dolor y una lágrima provocada por el mismo broto de mis ojos. Esta
noche va a ser muy larga así que prepárate mama –dijo José.

Continuara…

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pronto habrá algunas desnuda y un libro de mi vida sexual desde los 15 años hasta la edad adulta
espero lo compren es muy excitante y cuenta todas mis experiencias sexuales desde tan temprana
edad. Lo hago principalmente para pagar una operación de mi padre que cuesta varios millones de
dollares y eso me ayudaría mucho de su parte para reunir el dinero, yo se que lo disfrutaran mucho
y el precio será muy pequeño.
El gran secreto de mi hijo IV (Violación Parte II)

La segunda parte de mi experiencia con mi hijo, el cual se había convertido en una bestia que no
entendía razones y lo único que buscaba era saciar sus bajos instintos

Prepárate porque esta noche vas a sentir lo que es una verdadera polla -dijo José mientras
introducía aquel miembro lleno de sus lubricantes a la fuerza por mi ano. La polla de poco tamaño
de Jorge no había ayudado mucho para que mi ano estuviera más dilatado así que la diferencia fue
realmente notoria de inmediato. Así te gusta verdad -dijo José con voz jadeante-. Chingas a tu madre
José, me duele bastante, quítate ya de encima cabrón-dije totalmente furiosa y muy adolorida-. No
me importa lo que pienses tu cuerpo es mío y no de ese pendejo -dijo José-. Me presiono aun con
más fuerza la cabeza con su otra férula y comenzó a cogerme mediante embestidas brutales y
salvajes. Cada embestida suya era un torrente de dolor que dejaba mi colon ardiendo y forzado a
rendirse y dilatarse ante semejante monstruo que, con violencia y bestialidad, destrozaba todo a su
paso por aquel pequeño orificio. Yo gemía, pero lo hacía por el dolor como cuando nosotras
gemimos para ayudar a que el dolor de parto sea más llevadero. Mi hijo resoplaba y seguía con sus
embestidas frenéticas. Mis ojos estaban en blanco y mi cuerpo se llenaba de sudor debido a la noche
tan cálida en la que nos encontrábamos. Mi espíritu se había dado enteramente por vencido y mi
cuerpo le pertenecía por completo a él. Yo solo gritaba y gruñía con cada penetración de mi hijo a
mi ano. No mostraba ni el más pequeño ápice de misericordia.
-Esto es para que entiendas, quien es el que manda en esta casa.

-Yo no quería que llegáramos a esto, para por favor José, así no.

-¿Así no? será como yo lo quiera.

-Te lo pido por favor.

-Cállate y gózalo, te he visto coger durante años y se lo que te gusta. Te encanta que te traten como
una puta y eso es lo que hare.

-Quítate ya, no quiero lastimarte por favor.

-Hazlo si eso deseas, será bajo tu propio riesgo, puede que mis brazos sufran aún más daño.

-Por eso no quiero quitarte yo, si te deseo pero no así mi amor.

-¿Entonces cómo?

-Te quiero con amor, que seas tierno.

-Tú tomaste ventaja de la situación la primera vez. Con esto estaremos a mano.

Me aplasto la cabeza con los codos y una oleada de embestidas arribo a mi ano, una tras otra
destrozaba cada rincón de mi interior, yo no podía evitar el sentirme mojada, ser violada me estaba
excitando y mi hijo seguía sin darse cuenta. Lo único que le importaba era llegar a la plena
satisfacción por su cuenta. Su resistencia era tremenda. Yo trate de cerrar mi ano y prohibir la
entrada pero solo fue peor. Utilizo más fuerza y entro aun con más poder. Yo grite de nuevo en un
intento desesperado de amedrentar un poco el dolor. Si así me gusta que lo sientas entero, todo
hasta el fondo -dijo resoplando de lujuria-.

-Ya estoy muy cerca, prepárate.

-Vente afuera por favor

-Tú no me vas a decir que hacer.

-Te lo ruego me vas a romper toda.

-Cállate el pinche hocico ma, tómala toda.


Gruño con fuerza y el bombeo en su verga comenzó a dejar fluir una descarga espesa y caliente de
esa leche que como combustible llenaba mi tanque por completo. Ya Por favor mi amor no más, te
lo ruego -dije mientras el sacaba su pene de mi ano goteando con su espeso y blanquecino semen-
.Apenas estamos comenzando mamita, no me renuncies ahorita -dijo riéndose. Mira, esta vez fue
por lo del pendejo de Jorge, estaba muy molesto por eso pero ya me desahogue -dijo-. Ahora seré
un poco más atento contigo y te tratare un poco mejor. Me Puse boca arriba y el dejo caer todo su
peso sobre mí. Su cuerpo firme lo sentí encima del mío, su piel tocaba la mía sintiendo su calidez.
Lo duro de su abdomen se encontraba con la flacidez del mío y sus duros y enormes pectorales con
mis grandes y voluminosos pechos apretándolos al contacto. Me beso introduciendo su gran lengua
húmeda y pasional en mi boca. Mi piel se erizo como si una corriente eléctrica la recorriera de rincón
a rincón. Su polla aún estaba bañada en su semen pero ya estaba erecto de nuevo. Ábreme esas
piernas ya mamita -dijo con decisión-. Yo le obedecí como una fiel y sumisa esclava y el volvió a
invadir mi interior con aquel monstruo y su ejército de pasión y desenfreno. Yo gemí un poco de
dolor, pero él no le importo, siguió besándome apasionadamente mientras me penetraba. Esta vez
lo hacía con más ternura, despacio y sin prisa. Yo confié más en él y le abrí más mi vagina. Él se
percató de inmediato y traiciono la confianza que le había otorgado. De nuevo empezó a ser violento
y brutal conmigo. Sus embestidas se volvieron completamente instintivas y salvajes. Por favor, para
mi amor -dije con voz queda al oído-. El no respondió nada solo seguía martirizándome con esa
verga tan agresiva. Estoy en mis días amor, es un día peligroso -dije-. El gruño y una fuente de leche
salió de su polla llenando mi interior con toda su pasión. Yo grite -¡No! y permanecí inmóvil mientras
mi hijo respiraba con agitación con su cabeza encima de mis senos y terminaba de desahogarse
dentro de mi.

Continuara...

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pronto habrá algunas desnuda y un libro de mi vida sexual desde los 15 años hasta la edad adulta
espero lo compren es muy excitante y cuenta todas mis experiencias sexuales desde tan temprana
edad. Lo hago principalmente para pagar una operación de mi padre que cuesta varios millones de
dólares y eso me ayudaría mucho de su parte para reunir el dinero, yo sé que lo disfrutaran mucho
y el precio será muy pequeño

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HICE QUE MI MADRE CUMPLIERA MIS FANTASIAS

Hola, mi nombre es Adrián y esta historia que voy a contarles sucedió cuando tenía entre los 18 y
19 años de edad. Aunque, en realidad, sin que yo lo supiera, había comenzado mucho tiempo atrás.
Eso lo descubrí más adelante, cuando ya habían pasado muchas cosas que después les contaré. Pero
no deseo adelantarme. Todo a su tiempo.
Quisiera comentar que en ese tiempo, ya hacían más o menos dos años que mis padres se habían
divorciado, por lo que yo vivía solo en casa con mi madre. A quien quiero describirles. Ella por esa
época rondaba los 39 años. Nuestra familia tiene ascendencia norteña, por lo que mi madre es de
piel blanca, adornada de hermosas pecas –no muchas- en la espalda y su rostro. Las suficientes para
parecer extremadamente sensual. Sus ojos eran claros, de ese café que casi roza al color miel. Y su
cabello era largo, a media espalda. Lo suficiente. Aunque mi madre era abogada y ama de casa, tenía
tiempo, no se como le hacia, para mantenerse en forma. No era exuberante, sino mas bien de esas
mujeres que por naturaleza están bien formadas, busto generoso, piernas firmes largas, gruesas sin
llegar a ser gordas, que culminaban en un trasero respingado, de nalgas redondas y de un tamaño
perfecto. Era la típica madre sexy aunque no fuera una super modelo. Ya me entenderán. Se llama
Monique. No se por qué mis abuelos eligieron ese nombre pero a mi me encantaba. Era abogada.
Ya se imaginaran como traía a sus jefes y a sus clientes.

Por lo mismo de su profesión, mi madre solía vestir de forma elegante, ya saben, saco de oficina,
blusa blanca o azul con el botón del escote abierto, y falda ejecutiva arriba de la rodilla, ceñida a ese
hermoso trasero que ostentaba. La verdad para ser honesto, no se si por su profesión y los celos de
mi padre, o por qué él mismo engañó a mi madre fue que comenzaron a tener problemas, con el
tiempo la relación se hizo insostenible, agravada por los episodios alcohólicos de mi padre, pero el
caso es que mis padres tuvieron que separarse. La verdad yo era un niño prácticamente cuando
todo empezó así que no supe mucho. Además mis padres al menos en eso fueron cuidadosos
conmigo. Pero esta introducción aunque necesaria, no creo que les interese mucho. Por eso pasaré
a lo que nos importa a todos aquí.

Justamente a causa de esas ocasiones desagradables en las que mi madre discutía con mi padre y la
cercanía del divorcio, fue que mi madre a veces terminaba durmiendo en mi habitación, tratando
de huir de mi padre o de simplemente dormir tranquila. Les hablo como de unos dos años antes de
la separación definitiva. Yo tendría como unos 16 o 17 años, y en ese tiempo como sabrán ya
comenzaba con mis necesidades y mi despertar sexual. Entonces comprenderán que aquellas
llegadas furtivas de mi madre a mi cama, no solo eran consoladoras para ella, sino inquietantes para
mí, que era un adolescente que comenzaba a mirar a las mujeres y niñas de mi edad de una forma
menos infantil. En la escuela ya todo mundo hablaba de relaciones, o de acercamientos con mujeres,
pero yo era el único que seguía en la etapa de la mano amiga. Lo que más había logrado con una
mujer era un faje de algunos minutos en una fiesta con una amiga de la escuela. Pero todo sobre la
ropa. Nada revelador. Todo lo demás se quedaba en masturbaciones nocturnas y de baño, soñando
con medio mundo... y en una ocasión, por primera vez, entre algunas de esas fantasías mi madre se
coló entre ellas...
Era imposible que no sucediera, era más o menos frecuente encontrar a mi madre, sin blusa,
mostrándome la turgente silueta de sus senos que cada que la veía se me asemejaba a esas
hermosas caricaturas hentai, en las que las mujeres tienen unos pechos rebosantes cuyo sostén
parece romperse ante la fuerza con la que se levantan y se tornan sensuales y provocadores.
Siempre me pedía que le llevara algo a su habitación y la encontraba allí, haciendo algo mientras
sus tetas portentosas me miraban, cubiertas de encaje o de satín... Brillando ante mi como dos
hermosos frutos...

—¿Encontraste el cepillo?
—Sí mamá.

Respondía sin dejar de mirar sus senos hermosos. A ella parecía no importarle porque se mostraba
tranquila, como si aquello fuese natural. O quizá porque la edad que tenía no le parecía que fuese
un peligro a su intimidad. Yo sufría con mis primeras erecciones causadas por mi hermosa madre
que además de todo tenía una sonrisa que doblaba. Trataba de buscar toda ocasión para encontrarla
en ropa interior, incluso intenté sin lograrlo, encontrarla desnuda fingiendo que entraba sin saber
que estaba allí. En eso siempre fue precavida. Una ocasión pareció reparar en mi mirada, porque
después de varias ocasiones yo ya comenzaba a ser más cínico y morboso. Se estaba peinando y en
cada cepillada sus tetas rebotaban en el balanceo, como yo permanecí mas tiempo del debido, ella
se giro y me sonrió.

—¿Qué pasa Adrian? —dijo con aquella diabólica sonrisa sensual.


—Nada ma... Es que me gusta ver como te arreglas... —traté de mentir y no sé si me creyó.
—Dime una cosa —dijo, dejando de cepillarse—. ¿Tu madre te parece sensual?
Esa fue una pregunta a traición para la que nunca me preparé. Literal me agarró por los huevos.
—Mmmm, sí ma, eres muy guapa.
Me faltó valor para decirle que era una diosa que yo soñaba muchas veces. Y que sus tetas era lo
que mas me gustaba de ella.
—Anda apurate, que nos vamos.
—Sí mamá.

Con esa frase salía del cuarto, suspirando y con el pene hinchado de deseo. Al que tenía que aliviar
con una chaqueta inspirada en ella, de esas que hasta te doblan las piernas del placer.

A veces la encontraba en shorts cortitos, lavando o en bata en la cocina, y yo con mi dolor entre las
piernas lo único que atinaba a hacer era abrazarla por la espalda, tratando de restregarle todo mi
amor filial por sus deliciosas nalgas. Me quedaba como un minuto fingiendo un tierno cariño,
cuando en realidad saciaba mis ansias de acercármele y saciar mi deseo en un arrimón furtivo. Pero
eso no remediaba nada, solo lo empeoraba. Y cuando comenzaron a llegar las noches en las que ella
venía a mi habitación a dormir por culpa de las peleas con mi padre yo era el mas feliz, pero a la vez
me inquietaba que descubriera mi juego y aun peor, que notara que había traspasado la línea del
hijo tierno y dócil que veía a su madre como un ángel intocable, y no como una diosa sensual que
despertaba los más depravados deseos en su único y pequeño hijo.

La verdadera historia erótica comienza aquí. Después de soportar todas aquellas provocaciones de
escotes sugerentes se asomaban mientras lavaba un trapeador, de piernas sudorosas por el ejercicio
se aparecían en la sala, de encontrarla semidesnuda por los pasillos o en su habitación, o de los
arrimones que planeaba para encenderme mas; fue entonces cuando mi madre comenzó a ir a
dormir conmigo algunas noches. Eso fue lo que terminó por detonar en mi el deseo de ir mas allá y
comencé un camino del que no hubo vuelta.

La primera noche que fue a mi habitación me sorprendió, en realidad había llorado mucho y lo único
que atiné a hacer fue consolarla y sinceramente, entre la sorpresa y verla así, no se me ocurrió nada
más.

Las próximas noches fueron distintas, porque ella ya llegaba resignada y tranquila a dormir conmigo
y no con el patán de mi padre. En las primeras veces apenas si me atrevía a acercármele porque por
mucho que la deseara, siempre hay un poco de miedo. Pero poco a poco fui venciéndolo y como a
la 4ta o 5ta noche decidí que iba a beneficiarme de las batallas de mis padres.

Durante el día la espiaba, antes y después de ir a la escuela. Encontraba cualquier excusa para
observarla en sostén. Cuando se bañaba aprovechaba para tomar sus tangas o calzones sexys de
satin o de encaje y me iba al baño a soñar que le besaba, que apretaba sus tetas redondas con mis
manos. La imaginaba chupándomela o encima de mi cabalgando, como lo había visto en muchas
películas porno. Pero como era tan joven e inexperto, no imaginaba mas, porque nunca lo había
hecho con nadie. Luego de jalármela oliendo sus aromas de mujer en su ropa interior, terminaba
dejando toda mi lechita en sus calzones y lo echaba a su cesta de la ropa sucia.

Entonces al llegar la noche ya saben como estaba. Con la verga dura, ardiente, deseando a la sabrosa
de mi madre, deseando que llegara a dormir conmigo, y un dia llegó de nuevo.

Venía vestida con un conjunto de dormir satinado color hueso.. delgado, justo para las noches
calurosas como aquella. Ultimamente me había dado por llamarle Moni... a lo que ella nunca se
quejó. Lo tomó con calma o naturalidad, no se. El caso que aquella noche la saludé como si hubiera
tenido la certeza de que vendría.

—Hola, Moni... ¿Problemas de nuevo?


—Sí, hijo, ya sabes. Tu padre llegó borracho y parece un idiota. ¿No te molesta que me venga otra
vez a dormir contigo?
—Para nada, ma. Así no me siento solito en la noche.
Yo me relamía los labios y los dientes. Y mi pene también.
—Te prometo que pronto acabaran estos problemas y te dejaré en paz.
—No te preocupes ma, ven las veces que quieras.

Pues claro. Yo encantado con aquella deliciosa figura en mi cama. Ella se acomodó de ladito y yo me
quede boca arriba... Esa noche quizá estaba agotada, porque mi madre se durmió pronto. Tenia una
forma profunda de respirar al dormir, sin llegar a roncar. Me lo pensé un poco antes de decidir
actuar. Es ahora o nunca me dije, después de unos minutos.

—Ma. ¿Puedo abrazarte? Tengo frío. —eso lo dije para tantear el terreno, a lo que respondió mi
madre con un murmullo de algo que no entendí porque seguro lo dijo entre sueños.

Me giré hacia mi izquierda y me acomode tras de ella, como de cucharita. Mi corazón latía con
fuerza, y por mi sangre fluía algo indescriptible que jamás voy a olvidar pero que me daba placer a
la vez que se combinaba con preocupación y deseo...

Me acerqué mas. Mi pecho apretó su espalda y mi pene flotando libremente en mi pijama, duro y
erecto se acercó mas, con la precisión de un barco que arriba al muelle... No quería despertarla y
que se moviera. Esa noche quería gozar impunemente de su cuerpo y culminar con una eyaculación
inolvidable.

Mas cerca, mas cerca, mi corazón latiendo como loco, la adrenalina corriendo por mi cuerpo, el
placer, el miedo todo mezclado, cuando por fin, como una pieza del rompecabezas, mi verga encajo
entre sus nalgas, sintiendo la gloria. Bum-bum, bum-bum. Placer, nervios, adrenalina, eso era lo
mejor que había sentido con mi madre hasta ese momento. Dejé que las cosas se calmaran un poco,
decidí esperar para ver si mi madre no se despertaba con ese miembro amenazándola por las nalgas.
Pero nada. Parecía todo tranquilo, ella respiraba serenamente, y yo no.. a mi se me salía todo por
todos lados y el corazón por la boca. Pero no retrocedí ni un centímetro, al contrario, apreté más.
Para sentir mejor aquel trasero maravilloso, esponjado y duro al mismo tiempo, que me atrapaba
bajo la tela de satin de su ropa de dormir. Abri lentamente mi cobertor y observé entre la oscuridad,
y ahí estaban, mi verga y su culo juntos, unidos sin que nadie se opusiera. Estaba a mil. Pero ahí no
terminaría la cosa...

Mi objeto principal de deseo se encontraba al norte... Reposando bajo su brazo derecho a modo de
escudo, aquel portentoso tetamen de mi madre esperaba mi mano exploradora. Como un objeto
preciado espera ser descubierto por alguien que tanto lo desea. Los redondos pechos de mi madre
se abultaban bajo su cuello.
Mi mano derecha que era la que tenía libre, se aventuró. En un intento por parecer dormido y
natural, alargué mi brazo para ponerlo encima del suyo, como abrazándola. Ella no se movió. Seguía
dormida en un sueño profundo en el que aparecían seguramente cosas de su empleo porque de
pronto le escuché <vamos a impugnar>, o algo así. Esperé otro minuto y cuando sentí que todo
estaba propicio, continué. Movi mis dedos, como si fuesen hormiguitas, abriéndome paso por su
brazo, y lentamente lo removí hacia abajo. Allí estaban sus turgentes tetas descansando,
moviéndose al ritmo de su respiración. Mi tesoro. La adrenalina aceleró su paso nuevamente, mi
pene revivió del estado de reposo endurecido en el que estaba y comenzó a moverse, brincando
entre sus ricas nalgas calientitas. Mi mano se posó lentamente sobre su teta derecha. Apenas si
cabia en mi mano de adolescente. La cubría en más de la mitad pero no llegaba a abarcarla toda.
Era algo maravilloso, aquella redondez suave sobre la tela de satin de su pequeña bata. Mi mano
poseyéndola. La apreté un poco y me dio un mejor sentido del volumen y de su dureza, eran dos
gelatinas firmes y jugosas. Ahí me quedé. Con mi mano sobre sus tetas y mi pito temblando bajo sus
nalgas, deseando explotar, mojado de líquido lubricante. Por unos minutos amasé sus pechos,
buscando la zona de sus pezones, gozando sus pelotas hermosas. Moviendo mi cintura para
restregarle la verga lo mas adentro de sus nalgas que podía. Rozando mi cabezita con el satin que
deslizaba mi pene por toda aquella circunferencia de sus carnes redondas.

Estaba como un simio que no pensaba, solo sentía, que se entregaba a sus deseos carnales más
primitivos cuando recordé una zona que hasta ahora no me había llamado tanto la atención, pero
que sabía, era el centro del placer que toda mujer posee para los hombres. Su vagina. Había visto
muchas, y en muchas ocasiones, mientras me masturbaba, imaginaba como era la de mi madre,
blanquita, rosadita en su interior, húmeda, condescendiente, placentera. Así fue como mi mano
dejó por un momento el pecho de mi madre y bajo por su cintura, pasó por sus nalgas y las apretó
con cuidado y con firmeza al mismo tiempo, como diciendo, todo esto es mío, mira nomas... y luego
siguió su camino hacia el vientre de Moni, mi Moni aquella noche...

Las curvas se hicieron mas profusas, y mi mano se hundió en un abismo mas profundo... Su vientre
era plano, perfecto, y su pubis por encima de su ropa de dormir, era liso y caliente. Mi sangre bullía
como un volcán, mi corazón se había acostumbrado al violento ritmo al que lo había sometido esa
noche... Palpe su vulva por encima de su ropa, pero mi imaginación aquella noche no dio para mas,
porque la mayoría de mi sangre se encontraba abajo en mi verga, y no en mi cabeza. Así que esa
zona no me interesó mas por esa noche. Lo que me daba placer eran las nalgas de mi madre. Y el
morbo me lo daban sus tetas. Así que seguí sirviéndome de ellas, apretándolas, sobándolas,
buscando su redondez en mis yemas, y trazando su circunferencia con la palma impune de mi mano.
No sabía cuanto duraría aquello, por eso quería apresurarme a explorar más el terreno, y fue cuando
concebí la idea de buscar bajo su ropa el objeto de mis interminables masturbaciones.

Bajé mi mano hasta el borde de su blusa, toque su vientre suave, tibio, y comencé a recorrer el
camino que me trazaban su cuerpo. Subí mi mano en una vertical que me pareció eterna, hasta que
encontré otra vez aquella circunferencia que me mataba. Su pecho desnudo me recibió con calidez,
como si esperara mi mano, su protección, tantee su envergadura, y mi mano de abajo hacia arriba
lentamente rodeo su volumen, era perfecta, suave, tal como yo las imaginaba. Luego cambie al
costado izquierdo y ahí estaba la otra, apretada pero también suave y delicada bajo el satin.
Comencé a rozar sus pezones con suavidad y con calma, sabia que aquello debía ser delicado para
no despertarla, los presione, y volvi a amasarlas una y otra vez. Hubo un momento en la que mi
madre hizo un pequeño movimiento y me espantó demasiado, hasta el pito se me hizo chico del
susto, porque sentí que me cachaba, ya vali madres, pensé, pero no se despertó. Solo volvió a
murmurar algo inaudible y volvió a quedarse dormida, pero al parecer se acomodó mejor,
levantando sus nalgas maravillosas hacia a mi, como para que yo quedara en mejor posición. Me
pasó por la mente que quizá mi madre estuviera soñando con mi padre de algún modo inconsciente.

Yo aproveché de nuevo y volví a la carga, me arrime a su trasero levantado, y creo que se sentía tres
veces mejor. Rodee sus pechos con mi mano izquierda que quedo bajo su cuello como si la abrazara.
Con la derecha podía tocarla a mi voluntad, la tenia entregada a mi. Lo único que me faltaba era
desnudarla y hacerla mia, pero no llegue a tanto, era joven e inexperto, y nunca había cogido con
una mujer, así que no daba para mas. Así bajita la mano pasaban de las 3 de la mañana y yo seguía
despierto en un sueño hecho realidad. Pero sabía que pronto amanecería y no sabía si aquella noche
se repetiría. Tenía que aliviar aquel dolor entre mis piernas. Entonces hice mi ultimo movimiento de
la noche. Mi pene no podía mas.. Quería eyacular pero no quería apartarlo de sus nalgas, así que
me lo saque y comencé a frotarlo encima de sus nalgas sobre su ropa satinada.

Así lo hice. Comencé a frotarlo en medio de sus nalgas, mi pene bullía de placer y de deseo
insatisfecho. Mi madre tenía su culo calientito. Sin dejar de sobarle las tetas con la izquierda, con la
mano derecha frotaba y masajeaba mi verga. Mi líquido lubricante salía de mi cabezita y mojaba su
short de satin. Pensaba que eso no era lo único que iba a mojarla esa noche... pero no podía eyacular
encima de ella así que me resigné a no terminar encima de sus nalgas, que era lo que mas deseaba.

Poco a poco, frote a frote, jalada a jalada, el roce de sus dos nalgotas deliciosas, sus tetas en mi
mano y el olor sensual de mi madre, hicieron que tuviera uno de los orgasmos mas intensos,
placenteros y potentes de mi vida... Aquella eyaculación fue maravillosa. Cuando sentía venir mi
semen, meti mi pene dentro de la pijama, y me apreté contra el culo de mi madre... Como si se la
estuviese metiendo toda.. Entonces me vine, llego como una explosión de luces y la vi otra vez
contra la claridad de la ventana peinándose en brassier, la vi sudando agachada mostrándome sus
pechos, la vi inclinada con sus vestidos delgados moldeando su hermosa figura, me vi abrazándola
en la cocina, y la vi desnuda en mi imaginación diciéndome ven, ven... Aquel orgasmo me hizo
temblar y retorcerme de placer y de pasión.

A la mañana siguiente todo parecía normal. Mi madre siguió durmiendo como una estatua esculpida
por Miguel Angel, hermosa, delicada y sexy bajo el cobertor. Yo sonreía con esa sonrisa de placer
inexplicable... De tonto creo...

—¿Qué te pasa? —me preguntó sonriendo también.


—Nada... es solo...
—¿Soñaste algo lindo anoche? —más que eso, pensé.
—Fue casi real mamá. Uno de los mejores de mi vida.
—¿Había alguna chica en tu sueño?
—Mmmm, sí... —suspiré— la mas hermosa y sexy que conozco.
Mi madre sonrió de nuevo socarronamente, como si leyera mis pensamientos.
—Ya me imagino lo que soñaste, pillo. Anda vete a la escuela.

Pues no se si imaginó todo lo que le hice aquella noche. Y tampoco creo que ella se imaginara lo que
vendría mas adelante, porque aun no había cumplido me fantasía. Lo de la noche anterior solo era
el preludio de lo que estaba por venir.

HICE QUE MI MADRE CUMPLIERA MIS FANTASIAS 2DA PARTE

En el relato anterior les conté como había iniciado el deseo intenso de disfrutar del cuerpo de mi
madre. Si no lo han leído les dejo aquí el link:

http://www.cuentarelatos.com/ver_relato.php?id=45471

A modo de resumen les recordaré que mi primer acercamiento carnal con mi sabrosa madre, fue
cuando comenzó a tener problemas con mi padre. Aunque yo desde antes disfrutaba de los
momentos sensuales que me regalaba al estarse vistiendo y de los arrimones que le daba
“inocentemente”, los últimos días se habían vuelto de deseo irrefrenable, hasta que mi madre
comenzó a dormir a mi cama para evitar dormir con mi progenitor cuando discutían. Fue
aprovechando esas ocasiones cuando me atreví a disfrutar de su cuerpo mientras dormía. Fue la
primera vez que gracias a sus deliciosas nalgas obtuve un orgasmo de ella.

Pero como dije al final del relato anterior, esa noche no se había cumplido mi mayor fantasía,
simplemente me había aprovechado de las circunstancias. Lo que yo deseaba en realidad era tener
un orgasmo mientras ella estuviera consciente, y que fuera consensuado. Es decir que ella me dejara
masturbarme viéndola en ropa interior, acariciándola, morboseandola, diciéndole cosas perversas
y que ella las escuchara, que me dejara explotar —en pocas palabras—, por la verga y por la boca
para ensuciarle sus oídos y su cuerpo, con mis lascivos pensamientos y mi semen caliente.

Esa idea de emputecerla a mi gusto, de hacerla que cooperara para saciar mis violentos deseos era
lo que más me ardía en las entrañas, y hacía que mi verga se endureciera cada que la veía con el
pantalón de oficina ajustado, con las faldas ejecutivas, sensuales que tan bien le quedaban
entalladas a su cuerpo y realzaban sus redondas y perfectas nalgas. Cuando le veía el escote bajo
sus blusas blancas, impecables, dejando asomar un poco su brassier entre la botonadura abierta,
que permitía vislumbrar el volumen de sus pechos redondos, voluptuosos y jugosos como dos
melones apretados. Esa era en realidad mi más anhelada fantasía.

Pasó el tiempo y mi madre siguió yendo a dormir a mi cuarto, y por miedo a que me cachara
abusando de su cuerpo, jugando con sus tetas y su culo hermoso, algunas ocasiones me contuve y
trataba de mejor hacerme una buena chaqueta con su ropa interior antes de ir a dormir, para que
así pudiera aguantarme, pero en otras ocasiones ganó mi perversión y mi deseo. Así que esa primera
escena de fajármela mientras dormía mientras me masturbaba encima de su ropa, se repitió tres o
cuatro veces más, sin que hubiera ningún problema. De hecho, en cuanto mi madre caía dormida,
yo me le acercaba, esperaba veinte minutos a que cayera rendida y con mi pene ya elevado como
una pepino y a punto de reventar, comenzaba la sesión de placer filial con la perra sabrosa de mi
madre. Siempre vestida sexy para mí sin saber para quien se ponía las batas de seda o satín o los
pantalones de piyama ligeros. Siempre frotaba mi verga dura contra sus nalgas y su rajada deliciosa,
mientras masajeaba sus tetas maravillosas con mi otra mano, sobando sus pezones duros. Supongo
que soñaba algo porque pienso que sí se excitaba aunque estuviera dormida. Quizá soñaba que
alguien le hacía el amor porque sus pezones se ponían duros bajo mis ardientes manos. Y de repente
daba respingos y emitía algún pequeño quejido, cosa que me ponía al mil por ciento de calentura.
Era lo que me hacía estallar bajo mi pantalón de la piyama. Le rozaba las tetas con mis dedos y luego
le apretaba los pezones lento y suave para que gimiera, entonces ahí era cuando me venía con todo
y eyaculaba una enorme cantidad de leche con la verga apretada a sus nalgotas preciosas.

Nunca, hasta ese momento me había atrevido a venirme sobre su ropa de dormir, aunque ganas no
me faltaban, cuando frotaba mi miembro erecto contra su satinada y delgada prenda sentía que el
cielo se caía y que las diosas del placer aparecían en mi cuarto desnudas, sonriéndome con una
sonrisa perversa, casi diabólica, incitándome a seguir frotando mi roja cabecita sobre si hendidura
anal... hasta que no podía más, venían sus tibios gemidos y entonces metía mi verga en mi pantalón
y apretaba mi cuerpo con todas mis fuerzas contra sus monumentales nalgas, entonces estallaba el
universo, y las estrellas explotaban en mi cabeza y una luz muy blanca segaba mis ojos mientras
sentía un orgasmo apoteósico, descomunal, indescriptible...

Pero encima de su ropa no me había atrevido a descargar mi caliente semen. Sentía que con toda
la leche que ella me ordeñaba dejaría una gran mancha en su ropa y entonces sería descubierto, y
la verdad estaba encantado con aquellos encuentros sexuales que tenía con mi sensual madre. Así
que no quería que terminara. Aunque después de un tiempo no soportaba mas el deseo de su piel.

¿Tú que hubieras hecho? Ya imagino la respuesta... Pues yo también hice lo mismo. Terminé por
rendirme a mis nuevos deseos, y entonces me atreví a ir un poco más allá.

Decidí que la siguiente ocasión ya no me frotaría sobre su ropa, sino que intentaría desnudarla a mi
placer, para saciar mis perversos deseos. Y sí, eyacularía pero no encima de su ropa, sino sobre sus
nalgas... bueno al menos ese era el plan. Pero para ser honesto estaba un poco cagado de miedo
que me saliera mal la ejecución. Por eso esta vez fui un poco más allá y traté de planearlo bien. Que
todo saliera bien, dependería de la ropa que usara mi madre esa noche, aunque en general era ropa
algo holgada para dormir. También me apertreché de varios kleenex para limpiarla cuando todo
terminase. Y por último, tenía que encargarme de que ella terminara rendida para que durmiera
profundamente. Por algunos días contemplé la idea de darle algún somnífero, pero para ser honesto
eso se me hacía menos excitante y algo cobarde. Así que deseché la idea. Y elegí otra opción.
Los días habían sido tensos los últimos meses en esa etapa de su separación de mi padre, de hecho
ya estaban en el proceso de divorcio, el juez estaba cerca de fallar. Yo había cumplido los 18 y ya
era mayor de edad. Así que le propuse que saliéramos a tomar algo juntos y que si le parecía bien
la idea de ir a bailar un rato. Era un viernes y había salido temprano. Generalmente los viernes mi
padre salía y llegaba borracho así que muy seguramente mi madre iría a dormir con su cariñoso hijo.
Al principio no la vi muy convencida.

—No lo sé, Adrián, ¿en serio no preferirías ver una peli acostaditos en la sala? Palomitas, un cafecito
o algo...
—Mamá, no seas aburrida. Anda, tiene mucho que no salimos y ahora que ya soy mayor de edad
podemos tomar juntos una cerveza o algo. Es un viernes precioso y tú necesitas distraerte y
relajarte.
—Mmm no sé... La verdad es que no me siento muy animada.
—Hazlo por mí, ¿sí?

Esas palabras la partían en dos... y literalmente algún día la partirán de verdad—pensé—.

—Ok... —balbuceó—. Pero no más de las doce ¿ok? Y que sea un lugar tranquilo para beber y bailar.
Por ningún motivo haré el ridículo de entrar a un antrito de esos para chamacos.
—Hecho. Excelente. Vístete, mientras, yo iré buscando algún lugar tranquilo como el que dices.

Mi madre subió con desgana hacia su habitación a vestirse para salir y yo investigué en internet y
con algunos amigos mayores algún lugar adecuado a lo que ella quería.

Veinte minutos después, mientras yo apagaba la televisión para llamarle, apareció un ángel bajando
por las escaleras, un ángel malvado porque me hizo sufrir desde aquel instante, y el dolor se
centraba entre mis piernas... Era una diosa vestida de rojo, entallado, en perfecto contraste con su
piel blanca tostada. Y en perfecta armonía con sus sensuales pecas de los hombros y cara. Sus
pechos asomaban casi a la mitad por aquel escote que era una ventana al infierno. Dos tetas
descomunales, turgentes, voluptuosas, firmes. Eran mi delirio. Me quedé sin saliva porque la que
tenía me la había tragado desde el primer encuentro de mis ojos con su silueta.

—Ma...má... Estás increíble.


—¿Te gusta?
—¿Y cuál es tu plan? ¿Quieres que te secuestre una banda de tratadores de blancas? o ¿quieres que
haya una oleada de infartos de viejitos en el bar? —mi madre sonrió con ese gesto malévolo que
me mataba... ¡Dios, qué mujer!
—Basta... No es para tanto.
—En serio. Luces divina, nunca mejor dicho.
—Si no fueras mi hijo, ¿te causaría algún tipo de deseo?
No jodas —pensé— y siendo tu hijo también. Yo comenzaba a dudar que esas preguntas me las
hiciera a propósito para hacerme sufrir. Pero no. Hubiera sido muy bello para ser real.

—Madre. Eres la mujer más sensual que conozco. Eres un bizcochote.


—Ay ya... naco. —volvió a reír. Pero sé que le gustó. Tomate esa, chiquita, pensé.

La idea de poderle decir guarradas y morbosidades me encantaba, y al fin le podía decir algo gracias
a que ella me dio entrada.

—Moni, de verdad, yo no sé cómo mi padre no valora lo que tiene, no sabe qué tesoro está
perdiendo. Yo disfruto viéndote así de hermosa todos los días —lo siento, ya sé que están pensando,
pero era el momento de ser cursi...
—Gracias hijo. Me consuela que tu si me valores. Y que tú disfrutes de mi belleza.

Y de otras cosas... me dije. Tú también me consuelas mamita... Y vaya que lo hacía. Además, esa
noche, sin saberlo, me iba a dar otro regalito. O ese era el plan. En fin.

Salimos en su auto, ella conducía. Pusimos el GPS y mientras nos dirigíamos al lugar, ella platicaba
de su trabajo y yo de mi escuela, y la observaba de perfil, sus tetas hermosas casi me hablaban, sus
piernas no tan torneadas pero si gruesas y bien formadas como de hembra maternal, me hablaban
en un idioma que me incitaba a apretarlas, a tenerlas en mis manos como un trofeo, me ponían la
verga al cien-to cincuenta, porque el cien ya lo llevaba. Y mas cuando abría un poco las piernas para
operar los pedales. Al conducir su auto, su vestido se había subido un poco, casi a la altura de su
pelvis, por eso sus muslos desnudos se mostraban sin pudor, si me inclinaba hubiera podido ver sus
ricas bragas de calienta vergas, pero no quise, decidí dejarlo a la imaginación, eso me daba más
morbo y me alentaba más aquel sentimiento de cachondez y de excitación que sentía
recorriéndome todo el cuerpo. Es decir la tenía ahí para mí, para retardar lo que quisiera ese proceso
de descubrimiento y de disfrute de su cuerpo y su cachonda forma de ser.

Llegamos al bar y desde que descendió de su auto causó la admiración de muchos hombres,
comenzando por el valet parking que lo primero que atinó a hacer fue observar sus lindas piernas...

—Buenas... noches, bienvenida —dijo el chofer, babeando. Buenísimas, a poco no, pensé yo.
—Gracias.

Luego en la recepción al invocar la reserva varios se la devoraban con la mirada. Quietos perros...
pensé. Es mía. Sólo mía. Y en ese instante reflexioné que por naturaleza, todo hombre tiene dentro
de sí ese sentimiento de pertenencia de su hembra, o sus hembras, como si ese sentimiento nos
diera mas placer, como para hacer lo que queramos con lo que es nuestro y disfrutar de ello solo
nosotros. Y también pensé que toda mujer lleva dentro de sí a una puta caliente. Aunque lo nieguen
por pudor o por orgullo. Y solo lo aceptan y lo dicen cuando las tienen bien ensartadas, con toda la
verga hasta los huevos, pidiendo más, viniéndose como locas y lubricando como perras para que les
sigan dando reata. Mi madre no era la excepción. Siento que disfrutaba que la morbosearan con los
ojos, como si hubieran querido poner a cuatro patas, ahí mismo y dejársela caer hasta el tronco para
que les ordeñara toda la leche. Yo también quería para ser honestos. A los hombres nos gusta
emputecerlas, pensar en ellas, cuando estamos calientes, como si fueran nuestro objeto de
satisfacción sexual, nuestras putas particulares...

—Mesa para dos ¿verdad?


—Preferimos barra, si se puede —me adelanté en pedir. El hostess aceptó de inmediato.
—Siganme.

Lo seguimos hasta la barra y nos dejó instalados. Era un bar de buen nivel, agradable y de ambiente
sin llegar a ser vulgarson.

—Lindo lugar, hijo. ¿Te lo recomendaron?


—Sí ma, un amigo.
—Buen gusto.

El bartender hizo su aparición. Mi madre no necesitaba la carta ni las recomendaciones.

—Un Martini, con vodka, por favor. Y un vaso de leche para mi hijo...

Al instante volteé hacia ella para recriminarla con la mirada.

—Es solo una bromita —dijo, palmeándome la pierna—. No seas aguado, ¿no que venimos a
divertirnos?
—Sí, claro —me hizo sonreir, la verdad fue buena broma. Yo era apenas un adolescente mayor de
edad.
—Anda, pide lo que quieras, ya eres cancha reglamentaria.

Otro de sus malditos dobles sentidos cachondos que hacía sin saber que me prendían más. Sí Moni,
pensé ya soy cancha reglamentaria y te voy a meter un gol que vas a ver...
El bartender llegó con el Martini de mi madre.

—¿Y para el joven?


—Una cerveza oscura solamente. Gracias.

Casi de inmediato destapó la cerveza frente a mí.

—Que disfruten...
—Gracias —dijimos al mismo tiempo.
Y vaya que voy a disfrutar, pensé mientras sorbía de mi botella después de chocarla con la copa de
mi madre.

—Por el buen rato en compañía de mi hijo.


—Por mi hermosa madre —sus blancos dientes se asomaron por sus labios al sonreír.

Sé que te encanta Moni, que te digan esas cosas —me dije—, pues hoy te vas a hartar de oír piropos
hasta que tengas inundada la pepa y me dejes esos calzoncitos mojados con tu olor.

Con fines narrativos y sin el afán de presumir, les diré que me sentía envidiado y al mismo tiempo
me sentía honrado de estar con aquel monumento de hembra. Muchos me miraban raro. Como
diciendo y ese pinche chamaco caguengue cuanto le pagó, o como le hizo para traer a ese
bizcochote... Pero me valió madres. Yo seguía platicando con mamá y riendo, como
devolviéndoselas, tomen perrooos. Viene conmigo. Y para que les ardiera más, de vez en cuando le
daba palmaditas en su muslo apenas arriba de sus rodillas. De lo que mi madre no se quejaba para
nada. Y se les iban los ojos a varios. Porque ahí sentada en el banco de la barra, el vestido de mi
madre se alzaba a medio muslo, dejando ver sus preciosas y blancas piernas a la vista, colgando,
rematadas en la punta con ese par de tacones negros que parecía la punta de la mecha que nos
prendía a todos.

Decidí que debía comenzar mi tarea de la noche que era cansarla mucho, mas que emborracharla.
Así que Adrían, a bailar. Justo instantes después comenzó una salsa cachonda de esas que a mi
madre le encantaban...

—Bueno... ¿a qué vinimos? —preguntó mi madre.


—A tomar y emborracharnos... —bromeé. Ella torció la boca—. Moni, es broma. Yo te traje a bailar
y eso haremos así que vengase para acá chiquita.

Me paré y la tome de la cintura, justito arriba de sus hermosas nalgas. Para ir calando terreno. Ella
sonrió y nos dirigimos a bailar. Yo ya estaba algo entrenado así que lo general lo dominaba. Así que
mi hembra no tendría de que quejarse. No hace falta que les diga que mas de 5 o 10 nos observaban
relamiéndose los colmillos. Atrás lobos, atrás...

Bailabamos divertidos despreocupados del mundo, de la escuela, de la oficina, de mi padre, del puto
qué dirán.

En algunas vueltas ella me rozaba la verga con su culo, y la neta era difícil disimular mi excitación
pero traté de parecer natural. En algunas evoluciones yo aprovechaba para repegarme a su cuerpo.
Mamita, me decía para mis adentros. Qué buena estas y te sientes.
Por momentos mi mano bajaba un poco más de lo normal de su cintura, para poder tocar la parte
alta de sus nalgas. Y mamá consentía a su pequeño... Y así fue toda la noche: mano traviesa,
arrimones, rozones de nalgas, arrumacos tontos en la barra disque para hablarnos al oído, etc. Todo
estaba en mi contra, porque cada cosa que hacía ella conmigo inocentemente —o eso quiero pensar
que así era—, más leña le echaba al fuego.

Ella bebía más y más sin llegar a estar borracha loca, estaba más bien como mareadona y contenta.
Se había desinhibido conmigo, yo guardaba una distancia prudente con el alcohol, apenas llevaba 3
cervezas.

Para ese momento mi madre se dejaba “manosear” hasta cierto punto no cínico de mi parte. Le
agarraba las piernas, le daba golpecitos en las tetas sin querer supuestamente al hacer movimientos
torpes, le rozaba las nalgas con el dorso de mi mano al regresar de bailar, y durante los bailes le
rozaba todo lo rozable... Estaba en la luna con aquella diosa que se dejaba hacer de todo...

Quiero pensar que de algún extraño modo, todas aquellas casualidades de mis manos y mi cuerpo
la excitaban, la hacían sentirse deseada de un modo tierno, sin llegar a sentirse perversa ni enferma
mental. Quiero decir que entraban dentro de lo aceptable, lo normal, quizá por eso no me había
puesto freno.

Ella por su parte no se quedaba atrás. A parte de permitir u ocasionar —quien sabe—, todas esas
muestras de cariño de su pequeño, también tenía actitudes cachondas como la de pasarme todas
las nalgas por la verga en algunas vueltas, o pegarme sus tetas a la espalda o en los brazos al bailar.
Incluso lo hizo un poco más evidente cuando bailamos algunas rolas de esas de merengue o tipo
regueton. Cuando ya saben la mujer baila hacia atrás y se pega al hombre. Ahí mi chulada de madre
me arrimó todo lo que se llama culo sin ningún tipo de pudor. Ni a que la vieran, incluso.

Pero lo que más me tenía a diez mil por hora era que cuando estábamos en la barra, cruzaba las
piernas viendo hacia a mí, y me mostraba sus ricos calzoncitos blancos que llevaba. Eran tipo bikini,
satinados. ¡Dios! Los que más me gustaban. No sé si notaba que yo clavaba por momentos mi mirada
en su panochita deliciosa. O quizá lo disimulaba, en cualquier caso lo hacía de lujo porque en ningún
momento me dijo nada, ni me increpó con la mirada o con algún gesto desaprobador. Al contrario,
abría más las piernas para mostrarme todo el chocho sexy que tenía.

Ya entrada la noche el tema se puso algo candente y un poco incómodo para mí porque aunque la
deseaba no me sentía con confianza aun para soltarle todo. Y sobre todo para expresar mis deseos
ante sus preguntas abiertas que de algún modo extraño terminó haciéndome.

—Hijo, nunca hemos hablado de sexo tú y yo.


—¿Y crees que este sea el mejor lugar y momento ma?
—No lo sé. Si no quieres pues no pasa nada... Pero pensé que ahorita estamos en un lugar tranquilo
para platicar y ya con unas copas encima quizá así aflojes mas rápido jaja —su sonrisa pícara y sexy
otra vez... Como eres malvada... pero como me encantas mamita.
—Ok pero ¿qué quieres que te diga?
—¿Aún eres virgen?
—Mamá... ¿En serio?
—Uy perdón, el señorito se nos pone pudoroso. Hijo, no tiene nada de malo. ¿Te da vergüenza
decírmelo o te da vergüenza aceptar que aun lo eres...?
—Ninguna es solo que...
—Hijo, soy tu madre. A poco a mi me da vergüenza contigo. Cuantas veces me he vestido enfrente
de ti.
—Muchas.
—¿Entonces? Son cosas de la vida. Cuéntame anda...
—Bueno... es que... Ok. Sí soy virgen Moni, ¿contenta? —ella se cagó de la risa.
—¿Ves? Sabía que te ibas a burlar.
—Es que con 18 y aun sin saber lo que es metérsela a una mujer... Bueno, bueno, no pasa nada. Ya
llegará tu momento.
—Sí algún día —y tu serás la primera mamacita, pensé.
—No tienes ni novia hijo, así como quieres. Dime ¿te gusta alguna chica en especial?
—Sí. Una que me encanta.
—¿Y cómo es? ¿La conozco?
—Sí. Pero no te diré quién es. No insistas.
—¿Es joven?
—Mmm, no sé. Según se vea. Para mi es joven pero en realidad es madura joven.
—Ohhh —mi madre se sorprendió—. ¡Te gustan mayores! Oh Dios.
—Y ¿qué tiene de malo?
—Nada, nada. Es solo que quizá sea mas difícil que te haga caso, una mujer mayor que un hombre
tiene otras prioridades.
—No se sabe madre. A lo mejor sí le gusto y termina acostándose conmigo.
—Pues mira, yo en mi profesión he visto de todo, no te lo discutiré, todo es posible.
—Claro que sí.
—O sea que te gustan las mujeres maduras ¿eh? Travieso —en eso abre sus piernas y veo toda su
pepa envuelta en blanco satin, Dios mio, pensé.
—Sí la verdad mamá, me atraen mucho.
—Tengo que llevarte al psicólogo —bromeó y se rió después. Luego tomó un trago de su bebida,
era creo un mojito. Y de nuevo volvió a la carga—. Esa mujer que te gusta ¿cómo tiene el busto?
—Pues... grande, sus pechos son grandes...
—Pechos... jaja. Se llaman tetas, hijo, así hablan los machos. Además se oye mas sexy. A ver, ¿las
tiene grandes así como tu madre?
Ahí es donde comenzó la incomodidad verdadera. Quería poseerla pero no quería soltarle el rollo
aun y menos bajo interrogatorio. Y es que a la vez que me ponía cachondo sus comentarios, tampoco
quería evidenciarme cínicamente.

—Pues sí, igualitas —pues ahuevo, eran esas.


—Mmm vaya, ¿y las tiene mas bonitas que yo?
—¿Cómo a qué te refieres?
—Sí, a la forma, al tamaño...
—Pues no, las tuyas son mas bonitas y más grandes un poco —tomé de mi cerveza porque se me
estaba quemando la lengua y los huevos.
—¿O sea que te gustan mis tetas? —ta madre... no sigas por ahí mamá.
—No, bueno sí. No sé... es que me da pena.
—Llevas toda la noche viéndome las tetas ¿y ahora te pones pudoroso?
—Moni es que eres mi madre, y son tus ...
—Y qué tiene, ¿eres hombre no? Te gustan todas las tetas, ¿o no? —disfrutaba esa perra hermosa
y caliente poniéndome nervioso con sus preguntas. Me tenía por los huevos...
—Bueno sí... La verdad me gustan.
—Cuando me has visto en brassier, ¿qué sientes?
—Mmmm, ¿vamos a bailar?
—Estoy rendida, me duelen los pies. Señoría, el testigo evade mis preguntas... —mierda. Estoy
acorralado. Ahora seré el hijo caliente y pervertido. Se acabó el juego de semidesnudos y de
acostones virtuales. Otro trago a la cerveza.
—Cuando te he visto... Me gusta ver tus pe...
—Tetas...
—Sí, eso, tus tetas. Se me hacen grandes y ese tamaño, esa voluptuosidad, ese portento que tienen,
me hace sentirme diferente...
—Adrián... Hijo no tiene nada de malo, dilo como lo sientes... —ya no aguanté mas... ahí te va todo
zorra caliente y malvada calienta vergas.
—Esa imagen tuya cambiándote me excita, se me hace muy sensual y muy perturbadora —parecía
que mi madre iba a venirse del placer que le causaba que yo le dijera eso. Realmente lo disfrutaba,
se relamía los dientes y quizá se le mojaba toda la pepa, no se pero de que estaba a gusto
machacándome lo estaba.
—¿Se te para el pene al verme?
—Se dice verga mamá... —tómala Moni. Me excitaba la idea de que hablara sucio de mi propio
miembro. Eso la emputecía mas.
—Bueno, ¿se te para la verga al verme las tetas?
—¿De verdad quieres hablar de esto?
—¿No hay otra cosa mejor o sí? —sorbo al mojito y sonrisa sexy... maldita como te adoro.
—No, creo que no...
—¿Se te para o no?
—Sí y mucho.
Ya no me cuestionó mas por el momento. Quiso irse. Pedimos la cuenta y la pagó. No recuerdo
cuanto fue, pero era una cantidad considerable. Para mama era el pelo de un gato.

Cuando salimos pasaban de las dos de la madrugada. Me pidió que condujera porque de los dos era
el mas sobrio. Ella iba medio dormida en el asiento del copiloto. Me costaba trabajo concentrarme
en el volante y el camino porque quizá por su estado —aunque no estaba perdida en el alcohol, ya
iba algo cansada y mareada—, mi madre había perdido algo de compostura, y su vestido lo tenia
muy alzado, mostrándome sus piernas por entero y el nacimiento de su vulva, lo cual me tenía al
cien. Sus calzoncitos blancos parecían estar pegados a su piel rasurada... Yo imaginaba lo que había
debajo. Por un momento me sorprendió observándola.

—¿Te gusta mi ropa interior hijo? —no quiero que la imaginen hablando borracha, mi madre no
gustaba de embriagarse así como loca, era una mujer con clase, recuerden. Más bien hablaba como
relax, y un tanto cansada.
—¿Otra vez las preguntitas?
—Sí. Otra vez. Quiero saber cosas de ti.
—Pues sí Moni, me encanta tu ropa interior, me encanta verte así.
—Y mi culo ¿te parece sensual? ¿mis nalgas te parecen sexys?
—Mamá...
—Responde.
—Sí, la verdad sí, es perfecto. Tus nalgas son redondas y sensuales. Me gustan.
—¿Puedo saber por qué tantas preguntas?
—Quiero saber si todavía soy sensual para los hombres. Quién mejor que tu para decirme la verdad.
—Mamá tu eres una preciosura, te lo dije antes de salir, eres una super hembra —decir eso me la
paró de nuevo—, eres un monumento, eres una mujer que cualquiera querría tener a su lado, y
sobre todo en la cama...
—Tu me tienes en la cama... —Dios mío, por qué me castigas así... esos comentarios tan cachondos.
—Sí mamá, por eso me siento honrado cuando te acuestas a mi lado. Muchos matarían por una
noche contigo. Por hacerte tantas cosas ahí...
—¿Ah sí?
—¿Qué cosas?
—Pues ya sabes...
—No no sé...
—Ya sabes, lo que todo hombre hace a una mujer que desea.
—Tú, ¿qué me harías? —tragué saliva... me agarró en curva una vez mas... y yo sin frenos.
—Mamá...
—En este momento no soy mamá... Dime ¿qué me harías?
—Ok Moni. Para ser honestos nunca lo he hecho así que todo se remite a lo que creo que debo
hacer, lo que he visto en las pelis... porno...
—Sé que no lo has hecho con nadie, pero esa no es la pregunta. ¿A ti, con lo que sepas o no, que te
gustaría hacerme?

Seguramente se están imaginando a una madre zorra, que estaba abriendo las patas mientras
cuestionaba a su hijo, frotándose la pepa, perversamente. Pero no, lamento decirles que no era así.
Mi madre hablaba con una voz sensual y articulada, pero era una seductora, sabía qué hacer y cómo
hacerlo para no parecer una vulgar perra caliente conmigo, sino una hembra calculadora que sabía
mantener el control de la situación y el hilo de la historia, yo jamás pensé que las cosas fueran por
ese rumbo, y estaba sorprendido, pero eso no significaba que ahí íbamos a montar una bacanal.
Más bien podría decirles que se trataba de una situación muy muy erótica, en la que mi madre
parecía disfrutar del interrogatorio y de mi actitud, y en la que yo era la víctima pero a la vez una
excitación y una calentura que muy seguramente ocasionaba de modo consciente y a propósito.
Como una dominación con un amo y un esclavo mental, en la que ella alimentaba mi verga con sus
insinuaciones y preguntas cachondas, pero a la vez no me daba alivio. Les puedo decir que ese ha
sido uno —quizá el mayor— de los momentos más eróticos de mi vida.

La gente confunde el erotismo con la pasión. En mi personal opinión el erotismo es un orgasmo muy
largo e intermitente que viene y va y puede durar días y días, alimentándose, creciendo hasta que
algún día explota mediante la pasión y el sexo. Para mí eso es algo distinto. Es algo que llevaba
viviendo mucho tiempo ya con mi madre, desde que se mostraba semidesnuda ante mí, desde que
me arrimaba a ella al cocinar, o lavar. Algo en mí, en el fondo me decía que ella sentía mi pene
erecto sobre sus nalgas y sabía que me gustaba esa sensación y por eso se dejaba hacer... Porque
de algún modo —me imagino— ella como madre me regalaba también placer para que yo creciera
como hombre, para que me formase como un hombre integral. Que quede claro que no soy
homofobo, para nada. Al contrario, creo en la igualdad, lo que digo es que quizá mi madre eso quería
de mí. Por eso me dejaba tomar de ella esos momentos de erotismo mujer-hombre. En los que
algunas tardes de verano, ella aparecía en calzones y brassier de encaje, subiéndose las medias
arriba de la rodilla con la pierna sobre la cama, y volteaba a verme, sonriendo, diciendo hola hijo,
como si nada, de forma natural. O la encontraba agachada buscando algo en alguno de sus cajones,
y su trasero apuntaba hacia mí, mostrándome sus bragas blancas o negras satinadas, o de encaje,
en todo su esplendor, y haciendo como si nada pasara, diciéndome que no encontraba algo y que
le ayudara. Desde los 15 años había comenzado aquella situación, cuando comenzaba ya a fijarme
en el pecho de las mujeres, y en sus curvas geniales. Pero esos encuentros casuales y eróticos con
mi madre hacían que mi estómago diera un salto, y mi pene reaccionara a su imagen sensual y sus
carnes espléndidas.

Eso tenía en la mente mientras conducía, antes de responder a su pregunta.

—Adrián...
—Tengo una fantasía contigo Moni...
—¿Ah sí? Eso es interesante. Cuéntame, a ver qué tan original es.
—No se si es original, pero es un deseo que tengo y que me gustaría saciar algún día.

Por esa ocasión mi madre calló, ahora fui yo quien la dejó sin palabras. Lo más seguro es que no fue
una victoria mía, sino que ella así lo deseaba porque le convenía.

—Extrañamente, no incluye el coito, aunque eso es algo que también me gustaría. Es más bien una
fantasía erótica fetichista.
—¿Pero tú sabes lo que es el fetichismo? —era una pregunta retórica e irónica. Mi madre sonrió de
nuevo sorprendida.
—Madre, se muchas cosas sobre la sexualidad aunque aún sea virgen.
—Te dije que en este momento no soy tu madre, dime Moni.

Creo que ahora que lo pienso, no quería que le dijera madre para no ensuciar esa parte de su ser, a
la que quería conservar impoluta de alguna mancha incestuosa. Y que al mismo tiempo llamarla por
su nombre, un nombre cachondo por cierto, la hacía sentirse perra y sucia, emputecida. Y eso la
ponía caliente. No lo sabía aún.

—Sí sé lo que es el fetichismo, y comparto algunos gustos sobre eso.


—Lo sé... —caramba, cada segundo que pasaba mi madre me sorprendia mas.
—¿Cómo que lo sabes?
—Sé que eres fetichista... Muchas cosas te delatan, soy abogada hijo.
—No me llames hijo por ahora —ahora te toca zorra hermosa. Mi zorra...
—Ok. Adrian, me parece justo. Como si fuéramos dos extraños hombre y mujer.
—Sí.
—Te decía que se que tienes algunos fetiches y eres voyeur también. Es más, acabas de aceptar que
te encantaba verme mientras me vestía y que te excitaba verme mi ropa interior.
—Sí.
—Y también usarla...
—¿Qué dices? Yo nunca me he puesto tu ropa.
—No dije que te la pusieras, dije que la usabas...

El silencio embargó su auto. Quise reprimir el imperioso deseo de girar mi vista para ver su cara.
Pero no pude. Así que giré y me encontré con esa sonrisa angelical y endemoniada al mismo tiempo
que me hacía subir al cielo. Me daba morbo ver su rostro mientras ella me hablaba de mis
perversidades. Su vestido rojo me mostraba aun su ropa interior, y su escote, que ya prácticamente
no escondía nada, me dejaba vislumbrar sus dos melones 38D duros y maravillosos, descansando
bajo su sostén blanco, que iba a juego con sus braguitas.

—¿A qué te refieres?


—¿Crees que no sé que tomas mis panties para masturbarte?
Touché. Volvía a callar, Moni 5 - Adrian 2. Iba perdiendo por puntos, por goles de campo y perdería
por nocaut seguramente. Sonrisa malévola y cachonda. Volví a mirar hacia el frente. Estábamos
cerca de casa. Quedaban unos diez minutos de trayecto. Era una eternidad para cualquier cosa:
seguir hablando o llegar a desquitar todo el dolor de las entrañas.

—¿Lo disfrutas mucho? —el tono de su voz no era de reprimenda, sino como la de toda la noche,
de un sensual interrogatorio mas por morbo que por cazarme.
—Moni...
—¿Disfrutas poniendo tu pene sobre la tela suave de mis calzones?¿Pensando que en esa parte
estuvo la vagina húmeda de tu madre? —estaba entre excitado y algo avergonzado por saber que
mi madre sabía lo que yo hacía.
—Yo...
—¿Disfrutas eyaculando sobre ellos? ¿Dejando que tu semen se mezcle con mis jugos vaginales y
penetre en su tela? ¿Uniéndonos por ese instante a ti y a mí? —Maldita sea, por qué tenía que ser
abogada. Cada pregunta aumentaba mis deseos y a la vez me hacía algo de vergüenza. Pero no podía
negarlo todo... tenía que aceptar las acusaciones y los cargos.

—Sí Moni... disfruto mucho y desde hace ya un buen tiempo que te miro con deseo y que me
masturbo con tus calzones sucios y limpios, y me encanta eyacular sobre ellos, me hace sentir que
llevas algo de mi contigo, bueno no se si te los ponías así sucios de mi semen, pero eso sentía cada
vez que lo hacía. Y me hacía sentir que te poseía de algún modo.
—¿Ah sí?
—Sí...
—Vaya... Señoría, no mas preguntas...

Llegamos a casa y aparqué la camioneta de mi madre, no la metí a la cochera sino que la dejamos
enfrente de la acera. Sentía su mirada inquisidora sobre mí y quizá sobre mi verga. Quería verme
así, quería verme caliente ahora lo sabía mas que nunca. O eso me pasó por la mente. Era como si
estuviera disfrutando esa noche ponerme así por un capricho suyo, y yo sufría porque en verdad la
deseaba y no sabía en qué iba a parar todo aquello ya que sabía mis oscuras intenciones incestuosas.

—Sabes una cosa...


—Dime.
—Me encanta...
—¿Qué cosa?
—Que me desees así... —no me digas, pensé—. No me molesta ni me ha molestado nunca que te
excites viéndome, y usando mi ropa para saciar tus deseos fetichistas.
—¿De verdad?
—Sí... Eres hombre y tienes tus necesidades. Y yo disfruto haciendo que los hombres se exciten
conmigo.
—La verdad sí, en el bar todo mundo te comía con la mirada.
—Pero ya ves, iba contigo... Para ti solita... ¿No me disfrutaste?
—¿Qué quieres decir?
—No te hagas... —fingí demencia—. ¿A poco las tocaditas a mis tetas eran casualidad?
—Mmmm no... —acepto que estaba derrotado, mi madre me había cachado en todo, pero me
encantaba la derrota. Porque eso quería decir que mi madre consentía todo eso.
—¿A poco esos rozones a mis nalgas eran de otros?
—Eran míos.
—¿No te gustaron los arrimones?
—Sí. Me gustaron mucho.
—¿Y no te agradó ver bajo mi vestido mientras platicábamos?
—Sí, eso me encantó.

Mi madre hizo un gesto de victoria. Me tenía de los huevos y le gustaba tenerme así, y a parte
calentármelos. Lo que no sabía a ciencia cierta era cuando habría de aliviármelos ella misma.

—Gracias por la invitación —dijo, como cerrando la conversación—. Solo una cosa más.
—Dime...
—No terminaste de explicarme tu fantasía.
—Me interrumpiste. Ya que había agarrado valor.
—Pues ahora dímelo, quiero saberlo.
—Está bien, Moni, ya que insistes. La verdad, por ahora mi mayor fantasía es masturbarme sobre ti,
sobre tu ropa interior, mientras me observas hacerlo. Consciente. Y que tú desees que lo haga...
—Wow... suena interesante.
—Quizá tu has hecho muchas cosas en tu sexualidad, pero por ahora para mi es lo que me pide el
cuerpo y el alma.
—Nada mal para ser el comienzo.
—¿Tu crees?
—Seguro. La madre es un ícono sexual por excelencia. Y a mi me encanta ser el tuyo. Disfruto que
me veas, y que te guste verme en ropa interior y que desees mi cuerpo. Eso es muy sensual.
—Sí que lo es.

Ya no dijo mas... Descendió del auto aun medio mareada, se puso las zapatillas (en México significa
zapatos de tacón alto), y nos dirigimos hacia la puerta. Mi pene era ya un mástil perenne, o sea,
toda la noche parado y en ese momento aún más. El momento cumbre era ese. Tremenda calienta
vergas era mi madre, una perra sensual y calculadora, con clase, pero al fin una zorra cachonda.

Cuando llegamos a la puerta, metió la llave y la cerradura cedió. Aquello estaba oscuro. Cuando iba
a la mitad de su recorrido, mi madre se detuvo, y yo choqué contra su espalda, estábamos mas
dentro que fuera. Mi pene se restregó una vez mas contra sus ricas nalgas y esta vez no disimulé.
Ya todo estaba dicho entre los dos. Ella lo ocasionó, por eso decidí quedarme ahí, apretado a su
cuerpo. Ella giró su cuello de cisne que desprendía un olor delicioso y sensual. Me habló al oído, en
susurros.

—Ya llegó tu padre. Iré a dormir a tu cuarto.

Caminamos dos o tres pasos, y cerré la puerta detrás de mí, con mucho cuidado.

—Está bien. Por mí encantado.


—Ya lo creo, mi niño.

Mi madre levantó su trasero y lo restregó contra mi verga ardiente y dura. Luego se separó y subió
al baño para cambiarse la ropa y asearse. Antes de que se marchara pude atisbar en la oscuridad su
maléfica sonrisa de dentadura blanca y hermosa.

Mi madre fue a mi habitación y yo entré al sanitario y luego me lavé la boca. Cuando regresé a mi
habitación mi madre estaba profundamente dormida. Las copas y el baile le cobraron factura tal
como lo había pensado. Me metí en la cama pensando que la encontraría como siempre, pero esta
vez mi madre se había limitado a quitarse el vestido. Lo había encontrado en el suelo al regresar del
baño. Estaba dormida con sólo su ropa interior. La misma que me había dejado ver y sentir esa
noche de baile y copas. La vi por un instante al levantar las cobijas para arroparme. Ahí la tenía dócil
y sensual para mí.

Yo estaba a cien mil por hora, y sobre todo con el acelerón de los últimos minutos en el auto de mi
madre, con el interrogatorio erótico.

Así que no dudé más. Sabía que mi madre sabía que esa noche haría algo con su cuerpo, que la
usaría para mi placer. Pero no me lo dijo, ni me lo insinuó. Simplemente yo lo intuí. Así que con la
verga a punto de estallarme dentro del piyama decidí que esta vez, como lo había planeado días
antes, no me vendría sobre su ropa, sino en su piel, suave, dulce, aromatizada.

Era la culminación magistral de aquella noche llena de erotismo, bañada de sensualidad. Por
costumbre primero me cersiore de que ella durmiera, y para ser honestos no solo dormia,
hibernaba, su respiración era profunda. La tenía libre a mis anchas.

Saqué mi verga del piyama y comencé a frotarlo sobre el satin de su bikini blanco, muy lindo. Se
sentía la gloria en mi glande. Ya inspirado por aquel olor delicioso que desprendía el perfume de mi
madre, liberé sus tetas de su brassier, sin quitarse, solo quedaban por encima de la prenda blanca
que las sujetaba, contradiciendo a la ley de la gravedad. Ambas rebotaron arriba y abajo al verse
libres. Me alce un poco para verlas, y ahí estaban portentosas, sublimes, un par de melones duros y
turgentes. De pezones rozados y pequeños. El encaje de su sostén los adornaba por la parte inferior
de una manera seductora que me calentó mas. Comencé a sobarlas y apretarlas con desespero,
sentí muchas ganas de chuparselas, pero no quería adelantarme a otro episodio, había tiempo,
decidí desde aquel instante que viviría mis fantasías una a una, e iria tomando lentamente cada
parte del cuerpo de Moni, conforme todo se fuera dando. Aquella parte era casi sagrada para mi, y
con solo verla me sentía satisfecho y extasiado.

Me acomodé como de costumbre, rodeando su cuello con mi brazo izquierdo para sujetar con mi
mano sus tetas. Y con la derecha comencé a trabajar, masturbándome mientras sobaba mi pene
entre las nalgas de mi madre. La suavidad del satinado me hacía sentir escalofríos de placer que me
causaban estremecimientos. Cada segundo lo disfrutaba recordando todo lo pasado en el bar, todas
las palabras en el auto, con su voz sensual...
¿Te gusta mi ropa interior hijo? Y mi culo ¿te parece sensual? ¿mis nalgas te parecen sexys?...

Recordaba cada fragmento de la conversación para excitarme más y mas, frotando y sacudiendo mi
miembro con mis manos contra el culo de mi madre. El satin, su rajadita, sus tetas hermosas, su
olor, todo junto y en mis manos... Sometida a mi voluntad y quizá por su voluntad... Todo junto, en
aquel momento y en aquellas circunstancias me llevaron a un instante supremo y maravilloso, en el
que decidí bajarle las bragas a media nalga y posar mi miembro sobre su culo entre sus nalgas
desnudas, sintiendo luego el choque de su piel contra mi cabeza roja y sensible de tanto frotar, y
después de tres manotazos más a mi miembro, arriba abajo, arriba abajo, arriba abajo, y sentir su
culo caliente bajo mi camote, como si hubiera activado una granada, y en cámara lenta, una sucesión
infinita de espasmos se apoderaron primero de mi vientre y luego de todo mi cuerpo, y de lo más
profundo de mis huevos surgió un torrente blanco que me ardió al salir, y que luego se convirtió en
un estallido de semen y de placer por el orgasmo que estaba experimentando, y bañé todas las
nalgas de mi madre y su ano y todo su calzón que cobijaba mi verga, donde terminé de depositar
hasta la última gota del medio litro de leche que ordeñó mi madre de mi palo.

Aun con la verga entre su calzón y sus nalgas y mi mano izquierda aferrando una de sus tetas, decidí
descansar. Le besé la espalda y así me quedé dormido.

Desperté a mediodía del sábado. Ella no estaba. No supe nada hasta que vi una nota sobre mi buró
y estaba encima de sus bragas que había usado la noche anterior. Las olfateé y olían a su perfume y
a su intimidad.

Gracias por la invitación de anoche. Me la pasé genial, y por lo que veo, tú también.
Guárdalos de recuerdo. Son para ti.

PD. Sigue soñando, los sueños se cumplen algún día.

Te quiere, mamá.
HICE QUE MI MADRE CUMPLIERA MIS FANTASIAS 3RA PARTE

En mi relato pasado les conté cómo mi madre y yo fuimos a cenar y a bailar, y ya un poco tomados
—más ella que yo— la conversación tomó otros rumbos. Los que han leído mis dos relatos
anteriores, recordarán que mi deseo por mi madre comenzó desde los dieciséis años, y que
últimamente me había estado atreviendo a tocarla y masturbarme con su cuerpo mientras ella
dormía en mi cama, a causa de su alejamiento con mi padre.

Les he contado como mi siguiente paso fue masturbarme y terminar sobre sus nalgas mientras ella
dormía, después de la maravillosa velada que tuvimos en donde yo gocé disfrutando su sensual
compañía, rozando sus tetas con las manos “accidentalmente”, rozando sus nalgas, tocando sus
piernas, arrimando mi pene duro y vibrante a su culo hermoso. Pero eso lo pueden revivir leyendo
mis dos relatos anteriores. Entenderán que no puedo narrarles tantas cosas en un solo relato por
eso lo he dividido en partes.

Aunque la última noche que les conté —donde tras la noche mágica con mi madre decidí venirme
sobre sus nalgas y ya no dentro de mi pantalón del piyama por miedo a que se despertase—, fue
maravillosa, placentera e inolvidable, aún no había cumplido mi mayor fantasía —hasta el
momento— con mi madre. Que era, para los que no saben, tener un encuentro fetichista con mi
madre, en el que ella, en ropa interior me observaba masturbarme y me permitía verla y tocarla
hasta que me viniera sobre ella y su ropa. Era una obsesión que yo tenía porque siempre la veía en
ropa interior desde chico, mientras ella se vestía en su habitación. Ella lo permitía y lo tomaba muy
natural, como dije en la parte anterior, como si esa fuera su forma de criarme para que fuera un
macho, como entrenándome para desear a las mujeres, ofreciendo su propia fisionomía a mis ojos,
su propio cuerpo, su sensualidad, a pesar de ser mi madre. Y yo al ser un adolescente en plena
formación no fui indiferente, y mucho menos, insensible a esos conjuntos de brassieres, bikinis y
ligueros de encaje o de satín, y sus sensuales medias de seda negras o blancas. ¿Quién podría? Pues
no pude. Porque verla así en liguero, o agachada buscando algo con todas las nalgas paradas hacia
mí, o inclinada ajustándose las medias, con sus hermosas y redondas tetas colgando como ubres
llenas de amor y pasión, no era para menos, y me hacía desearla y tener fuertes erecciones que
terminaban aliviándose en su propia ropa interior...

Por esta razón, aquella fantasía tenía tanta fuerza en mí. Como dije también, hasta ese día yo era
virgen y mi mente era lo que más deseaba hasta el momento. Con eso me conformaba para decirlo
en otras palabras. Era algo que yo deseaba con tanta fuerza que como les he contado ocasionaba
que me acercara a mi madre cuando lavaba o cocinaba, para restregarle mi pene erecto, ella lo
sentía estoy seguro, pero me dejaba sin decir nada para hacerme más hombre, como si me dijese
con esa actitud, así hijo, así se desea a una hembra, así, arrímame toda tu vergota a mis nalgas para
que se te pare, como un macho semental. Así, deséame porque así debe sentirse un hombre con
una mujer sensual y buenota como yo. Así hijo... Eso me llevaba a robarle su ropa sucia y limpia para
llenarla de semen, para saciar mis ansias, para liberarme de aquel dolor que anidaba en mi vientre
y que no podía soportar hasta no verla de nuevo semidesnuda, o hasta arrimármele cuando andaba
con sus vestidos, dejar que se me parara el palo e irlo a explotar en el baño sobre sus calzoncitos
sexys.

En fin. Es un poco de los antecedentes a aquella noche que narre en la segunda parte, y que me
llevaron a aprovecharme de que ella durmiera conmigo a causa de su divorcio con mi padre, cuando
frotaba mi miembro contra su culo redondo y hermoso, hasta venirme hermosamente. Hasta ahí
había llegado y con la última variante de que mi hermosa Moni, dormida profundamente, recibió
todo mi semen en su ricas nalgas, consciente de que eso pasaría, porque la conversación que
tuvimos esa última noche me lo decía. Y recuerden que la conversación fue abierta y propuesta por
ella... Ella supo que la deseaba, que me encantaba su cuerpo y que fantaseaba con ella y que me
masturbaba de lujo con su ropa. Así que hasta ahí íbamos, y todo estaba dicho.

Como dije en el relato anterior, desperté y solo recibí aquella nota:

“Gracias por la invitación de anoche. Me la pasé genial, y por lo que veo, tú también.

Guárdalos de recuerdo. Son para ti. (Se refería a sus calzones llenos de mi semen)

PD. Sigue soñando, los sueños se cumplen algún día.

Te quiere, mamá.”
Desde aquella mañana mi vida con ella cambió un poco. Comenzando con que pasó mucho tiempo
para que ella volviera a dormir a mi lado. Sin embargo, todo el tiempo que estábamos juntos en la
casa eran momentos de silencios prolongados y miradas confidentes. Cuando hablábamos de cosas
de su trabajo o de mi escuela, ya daba un poco igual, sabíamos que lo hacíamos para olvidar un poco
lo que pasaba entre los dos. Ese estira y afloja. Como si ella no quisiera pasar la línea. Porque sabía
perfectamente mis deseos, pero no se atrevía a dar ni un paso. Lo único que nunca cambió fue su
predisposición a vestirse o desvestirse sin cerrar su puerta. Repito para los que apenas leen esta
historia, nunca la había visto completamente desnuda, solo trataba de que la encontrara en ropa
interior. Solo había tocado sus pechos en las noches de placer mías, mientras ella dormía. Pero hasta
ahí. Trataba de ir disfrutándola por partes, sin adelantarme.

Por ese tiempo, unos dos meses después de nuestra noche mágica, el juez falló y les otorgó el
divorcio. Ambos tomaron su parte del patrimonio y mi padre debió abandonar la casa. Él se quedó
otro departamento y su auto, a parte de la mitad de su cuenta de banco. Al final todo transcurrió
tranquilo. Ya no había amor. Y sí amantes. Pero eso no importa. Solo lo refiero para que sepan que
a partir de ahí mi madre ya menos tuvo la necesidad de ir a dormir a mi cuarto, cosa que yo lamenté.
Así que mi último recurso para lograr obtener placer de mi madre, fue comenzar a cortejarla, o
acercarme poco a poco. Total, haría lo que fuese, aunque no supiera qué. Mi madre me rehuía, yo
sentía que lo hacía a propósito para hacerme desearla más, maldita zorra hermosa, sensual. Llegaba
del despacho con sus faldas pegadas, con sus camisas blancas abiertas de la botonadura. Se
inclinaba sobre la mesa cuando hablaba por su celular, parando su precioso culo, sabiendo que yo
la veía porque cenaba algo frente a ella. Se paseaba sin blusa, antes de meterse a bañar, usando
excusas raras, como que no encontraba algo, o que se tapaba la regadera, o que no podía abrir la
llave, y me pedía que la abriera con mi fuerza, mientras ella esperaba en falda y brassier negro de
encajes que dejaban entrever sus portentosas y blancas tetas... Dios, que castigo me dio todo ese
tiempo. Como diciendo mira cabron, lo que te estás perdiendo. Perra, como te deseo... pensaba.

Varias veces le dije que si quería me podía ir a dormir a su cama para que no se sintiera sola y me
dijo que no, que quería disfrutar de su cama ahora que se había deshecho del pendejo de mi padre.
Y yo sufría más. La veía con sus batitas de dormir antes de ir a la cama. Y me moría cuando se
despedía y me daba un beso en la mejilla dejándome un roce de su perfume dulce y sensual.
Yo seguía masturbándome y sabía que ella sabía que yo lo hacía. Muchas veces encontraba su ropa
ahí encima de la cama, sabía que ella las dejaba para mí cuando se iba a trabajar. Era un juego
silencioso entre ella y yo, en el que ella me dejaba migajas, miserias para que yo me aliviara pero
para que al mismo tiempo la deseara más. Sentía que aquella espera era eterna. Los arrimones
“inocentes” ya no podían pasar por inocentes, así que pensé que era hora de apostar el resto. O
ganaba o lo perdía todo. Así que decidí lanzar mi ofensiva estratégica. Y yo comencé también a andar
en calzones por la casa, para que los dos pareciéramos naturales.

Una tarde llegó sensual y hermosa con un vestido ligero. Mientras preparaba algo en la cocina yo
me le acerqué y la abracé por detrás. Era hora, me dije.

—Hola Moni, ¿cómo estás? —dije y le besé la mejilla por detrás.

—Hola hijo. Bien y tú....

Toma mamita tu banana, pensé, y le arrime toda la reata. Ella lo sintió con seguridad.

— ¿Estás bien? —preguntó.

—Perfectamente —le dije—. ¿Por qué preguntas?

—No por nada, es que te siento algo alborotadito.

—Es tu culpa.

— ¿Ah sí?

—Sí... Tú lo ocasionas...

Me pareció escuchar un pequeñito suspiro de placer.


—Pues qué bien. Pero te he dejado regalitos para que te relajes.

—Sí los he visto y los he usado.

—Y ¿qué tal?

—No hay calzón o tanga que no haya pasado por las armas.

— ¿Ah sí? —cuando decía esa frase, hacía una inflexión en su voz muy sensual, perra sexy y
calculadora, como si no supiera que era así.

—Sí. Pero no me basta.

—Pues lo siento... Es lo que hay.

—Hay más... pero falta que tú quieras.

—Vamos a ver la tele, ándale.

Fue lo último que me dijo, yo ya sabía que cuando cambiaba de tema es porque no obtendría más
de ella. Acuérdense que era abogada. Y sabía que decir, como decirlo y cuando decirlo.

Vimos la tele esa tarde, no se quitó su vestidito ligero, tenía algo de vuelo. Tras un rato se quedó
dormida y se acurrucó hacia el lado contrario, apuntando su rico culo hacia mí. Sabía lo que eso
significaba, sabía que me lo ofrecía para calmarme un poco. Primero me hice wey, como si siguiera
viendo la tele. Después comencé a ver sus nalgotas, y no aguanté. Levanté su vestidito y ahí estaban,
unos ricos calzoncitos blancos apretando su culo respingón. Perra calientavergas, como te encanta,
pensé. Mi pantalón me estorbaba, mi verga iba a estallar y necesitaba liberarla. La saque y comencé
a jalármela viendo ese culito parado para mí. Le subí el vestido más y lo deje así. Que rico sentía,
pero no era igual. Dios mío, ese culo es hermoso, me decía. Necesito sentirlo.

Me acomodé para estar a su lado, como de cucharita, arrime mi verga y mi cabecita rozó de pronto
el satín de su ropa interior, y sintió la forma de su culo, su hendidura se sentía como el cielo en la
tierra. Sus nalgas suaves estaban a mi merced. Comencé a frotar mi verga en su culo, al tiempo que
me la jalaba con ganas y con calma. Ella hizo como que se acomodó en sus sueños y me restregó
todo el culo. Yo dude que estuviera dormida, pero me valió madre, honestamente. Estaba
disfrutando de sus nalgas, y no iba a quejarme de aquel manjar. Seguí así por un rato y cuando sentí
que el orgasmo estaba cerca, ella se despertó. Hizo como que se le había hecho tarde para una
llamada o algo así, y me quede con todas las ganas, porque me dio algo de pena, y se me fue la
inspiración. Maldita... me dejaste con las ganas. Seguro lo había hecho a propósito. Más tarde
encontré esos calzones en mi cama y tenían una etiqueta:

“Para que acabes lo que iniciaste”

Estaba jugando conmigo. Lo sabía. Me tenía literalmente de los huevos. Pero no decliné su oferta.
Diez minutos después estallé y dejé medio litro de leche sobre sus calzones. Fui y le devolví el regalo,
sin nota, ya llevaba la firma. Los deje sobre su cama. No sabía nunca lo que hacía con su ropa interior
sucia de mi semen. Pero me excitaba pensar que lo tocaba o se los ponía así... No lo sé. Todo
quedaba en el terreno de las fantasías. Y había una que aún no había cumplido y me quemaba las
entrañas.

Ya no volvimos hablar abiertamente de que la deseaba. Ella ya lo sabía, seguirle diciendo sólo
causaría que se sintiera acosada. Decidí seguir su juego y desearla en silencio. Un mes después de
aquella tarde de tele, fuimos a un balneario y ella jugaba conmigo en las albercas, y me restregaba
su linda cola en la verga. Y sus pechos en mi cara, se dejaba tocar sin ninguna queja, e incluso a
veces fue de forma cínica, la agarraba de las dos nalgas para abrazarla como jugando. La jalaba y le
daba unos llegues y ella hacia como que no sentía.

Luego, en casa siguió el silencio y los encuentros voyeristas en los que me dejaba verla en ropa
interior, se limitaba a sonreír con esa sonrisa diabólicamente sensual que tenía.

— ¿Te gusta verme, Adrián?

—Sí mamá.
—Dime Moni. Dime que te gusta verme en ropa interior.

—Sí Moni, me gusta verte semidesnuda. Me gusta ver el encaje que cubre tus senos hermosos.

—Di tus tetas...

—Me gusta ver tus tetas bajo ese encaje sensual y tus nalgas redondas y duras bajo tus calzones
sexys.

—Ahora vete...

Era algo que no sé explicarles, un juego mental en el que ella me dominaba porque yo no me quería
rebelar, y ocasionar que terminara el juego, prefería seguir sus reglas. No sabía tampoco si a ella le
excitaba oír esas cosas, como si la hiciera sentir deseada, o emputecida.

Me fui esa tarde a mi habitación y desquite aquella imagen maravillosa en aquella prenda que me
había regalado hace tiempo. Era mi símbolo de su intimidad.

Después de esa tarde ya no pude fingir más mi ardiente deseo. Decidí ir con todas mis cartas.

Así comencé a hacer más frecuentes mis embestidas. Más sensuales, y sobre todo, lo que creo que
ocasionó mi éxito, es que fueron descaradas, sin pedir su permiso.

Así fue como una de aquellas las tardes al verla llegar con su sensual traje ejecutivo, le di un agarrón
de nalga sabroso.

—Hola ma... —vengase para acá mamacita, pensaba.


— ¿Y eso?

— ¿Te molesta?

—No... Pero...

— ¿Pero qué...?

—No es la forma más apropiada de saludar a tu madre.

—Lo siento, pero creo que hace tiempo que olvidé lo que era apropiado entre tu y yo.

—Tienes razón.

Por toda respuesta sonrió y me miró a los ojos con esa mirada hechicera que tenía. Luego fue hacia
la sala, arrojó su bolso y siguió hacia la cocina a servirse un vaso de agua. Yo fui tras de ella. Me le
acerqué por detrás, la abracé y la dejé terminar de beber. Luego la besé en la mejilla.

— ¿Te gusta calentar a los hombres Moni? —ella se apartó un poco y me miró algo extrañada.

— ¿Te parezco una calientavergas?

—A decir verdad, sí. Lo he notado muchas veces. Y el mejor ejemplo soy yo.

— ¿Te caliento mucho?

—La verdad sí —al responder la abracé ahora de frente y le agarré las dos nalgas. Ella suspiró y cerró
los ojos.

Quiero pensar que aquel momento tan lleno de erotismo y a la vez de un ambiente de prohibición
era lo que más la excitaba.

—Cada día te deseo más...


— ¿No te ha bastado con mi ropa interior para que te masturbes?

—Un tiempo... Pero mi deseo ha ido aumentando y no logro saciarlo.

— ¿No te ha sido suficiente dejar mi cuerpo a tu disposición mientras duermo para que lo uses?

—Confieso que ha sido muy placentero. Pero aún no me es suficiente.

Estábamos separados un poco, pero yo seguía con mis manos sobre sus hermosas nalgas, pero no
las apretaba ni nada, solo las tenía encima, eso me excitaba mucho. Disfrutaba el momento sin
apresurarme. Siempre fue así. Como cuando no quieres que una comida rica se acabe o una peli, o
un juego.

Ella acercó su cuerpo al mío un poco más e hizo que sus tetas chocaran con mi pecho y su vagina se
encontrara con mi bulto.

—¿Y qué sería suficiente para ti? —dijo mirándome a los ojos.

Señor, ten piedad... Que rico sentí su cuerpo lleno de curvas junto a mí, así, tan solos, tan cerca...
Mis manos sudaban encima de su ropa sobre su culo precioso. Ella sabía qué hacer para calentarme
más, su experiencia y su femineidad dominaban siempre a mi mente.

—Tú, en ropa interior, para mí.

—¿En serio? —en eso se desabrocha los últimos dos botones de su blusa, y se asoman las 38D
pecositas e infladas.

—Por ahora...
Ella sonrió y se giró para restregarme sus nalgas sobre mi verga que ya tenía bien parada, así duró
un par de minutos y luego se marchó.

—Voy a bañarme, sobre en mi cama encontrarás tu regalito de hoy...

Subí y encontré su calzoncito color crema con bordes negros todo mojadito para mí. Me masturbé
acostado en su cama y me limpié con él. Y se los dejé nuevamente ahí para que los viera, y así
duramos mucho tiempo.

Como dije, se trataba de una especie de guerra psicológica en la que su objetivo era desesperarme,
desgastarme y el mío hacer que cayera algún día rendida a mis deseos.

Cada día era una batalla entre ambos. Ella me seducía y yo le dejaba saber que recibía el mensaje.
O simplemente yo trataba de no bajar la guardia, y la traía a raya.

De esa forma era como al acercarme a donde ella estaba cocinando, lavando o haciendo alguna otra
cosa de pie, la abrazaba por detrás y le hacía sentir mi miembro completamente erecto. Ella no se
apartaba, aguantaba con estoicismo mis arremetidas y nos quedábamos así en silencio, un silencio
anhelante, en el que nuestra respiración lo decía todo. O al ver películas, ella usaba faldas cortas o
camisones y mientras observaba acostada en el sillón la función del día, ofrecía a mis ojos la dulce
sensualidad de su intimidad vestida de todos colores o telas. Yo acariciaba mi verga enhiesta, dura,
y altiva ante su mirada. Ella lo notaba, era muy obvio. Sabía que la veía con morbo, pero se hacía la
disimulada, y solo abría sus piernitas calientes para dejarme ver lo que tanto me gustaba. Y por las
mañanas antes de irse a su trabajo, me regalaba un show, sabía que yo pasaba por ahí, sabía que lo
planeaba para ponerme jodido de caliente, y yo sabía que lo haría, por eso la buscaba a esa hora,
antes de irme a la escuela. Ahí estaba mi dulce objeto de deseo, poniéndose las medias del ligero
negro, brillantes y sensuales. Sus calzones de encaje y su brassier semitransparente abultando su
delicioso par de tetas, jugosas y turgentes. Me miraba y sonreía, como diciendo, mira lo que te
pierdes, mira lo que tengo aquí para ti, pero no puedes tomarlo… Terminaba caliente, haciéndome
una deliciosa chaqueta antes de salir a mis clases. Para ella eso era un trofeo, ahora lo sé. La hacía
sentirse sexy y puta a la vez. Deseada con pasión, con obsesión. Y la calentaba como a una perra en
celo. Disfrutaba convirtiéndome en su voyeur. En su objeto de admiración sexual.
Así transcurrieron muchos días, miradas, arrimones en silencio y exhibicionismo de su parte y en
respuesta, cinismo de la mía. Yo disfrutaba todo ese proceso, como les dije eso para mi es el
erotismo. Ese proceso de cortejo, de insinuación, de imaginación y deseo profundo.

Una ocasión dos meses después de la tarde de pelis en que se quedó dormida para mí y me dejó
con toda la calentura explotándome en los huevos, volvimos a estar juntos en la sala. Esa tarde había
llegado cansada, por eso no quiso ni cambiarse de ropa. Traía una falta ejecutiva gris que le llegaba
apenas arriba de las rodillas. Gris Oxford, recuerdo, un gris oscuro. Sin medias y con zapatillas
negras. Blusa blanca con el escote de siempre. Ya saben, ese busto que hace que quiera reventar
uno de los botones. Yo ya sabía que esa tarde iba a calentarme de nuevo, era su juego de las últimas
semanas. Yo que me conformaba con esas visiones cachondas, no me quejé y dije, al menos puedo
tenerla así. Pero mi madre, como ya les he contado era una mujer de sorpresas y las cosas se hacían
solo cuando ella lo deseaba.

Como de costumbre, se acomodó acostada en el sillón, doblando las piernas y dejando toda su pepa
mirando hacia mí. Yo, como de costumbre, me agarré la verga y me comencé a sobar. Ella las abría
y las cerraba como si nada pasara. Pero esta vez pasó…

―¿Te gusta lo que ves?

―Sí.

―¿Cuánto?

―Mucho, ¿no se nota? ―pregunté señalándole mi bulto.

―Me los puse para ti.

―¿De verdad mamá?

―No soy tu madre por ahora ―sus calzones eran tipo bikini de satín negro.
Su pepa brillaba al moverse en un ángulo distinto en contraste con la luz. Su vulva se podría
distinguir perfectamente en sus bordes y su tamaño. Era una panocha perfecta delineada por el
negro satín que la cubría. Eso me ponía a mil por hora.

― ¿Te gusta como se ve mi vagina?

―Me encanta, Moni. Te ves muy sensual con esos calzoncitos negros, me fascinan.

―Dime que te encanta mi vagina, pero dilo más sucio.

―Tu pepa me vuelve loco ―mi madre cerró los ojos y suspiró. A mí eso me excitó mucho, me brincó
la verga. Esa faceta de mi madre me encantaba. Me dejaba decirle las cosas como si fuera una perra
caliente, lo que era en realidad.

― ¿Así te gusta decirle a mi vagina?¿Te pone caliente?

―Así es. Me hace sentir que te envilece, y te vulgariza.

―Dímelo otra vez.

―Tu pepota cachonda, tu panocha sensual me vuelve loco, Moni.

―Mastúrbate frente a mí, quiero verte.

― ¿Cómo dices?

―Que te la jales viéndome así. Quiero ver cuánto te excita mi cuerpo.

―Que no ves como tengo mi pene.

―Verga... Háblame sucio, me gusta que lo hagas… Se me hace perverso y erótico.

―Mira como tengo mi verga por ti, Moni ―le dije mientras liberaba mi miembro fuera de mi pants.

Ella lo vio en todo su esplendor. No hizo gesto alguno, como en sus juicios, como si de eso
dependiera ganar o perder. Solo se remitió a abrir un poco mas las piernas y a subirse un poco la
falda para que entrase mas la luz. Su hermosa concha se mostraba por completo a mi vista. Brillante,
con signos de lubricante alrededor de la parte interna de su vulva.

Yo seguí jalándomela arriba abajo, primero lento, y luego suave, disfrutando el panorama. Mi madre
observaba complacida, entreabría sus labios, como si mi pene se le antojara o como si deseara algo
mas, pero no pidió nada mas. Se reducía a observarme masturbándome. Ese momento para mí era
nuevo y muy placentero, como lo fue acostarme con ella, y venirme con su silueta dormida, salir a
cenar y disfrutar de ella y de sus calientes cuestionamientos, etc. Cada cosa nueva que sucedía entre
ambos era para mi placer y yo disfrutaba no adelantando nada. Trataba de sacarle el mayor jugo a
cada escena y cada situación. Sabía que iba por buen camino.

Cuando por momentos se mordía el labio inferior de su boca, a mi me mataba. Era una tortura
tenerla ahí y sin poder tocarla como tanto deseaba. No duré mas de diez minutos, era imposible, la
escena era demasiado seductora y placentera. Mis manos se movían rápido, buscando el orgasmo,
viendo sus hermosos labios vaginales hinchados bordeando su calzoncito negro, su planicie, su
tamaño, cada cosa añadía un factor a la ecuación. Tres fuertes chorros de semen salieron brotando
de la punta de mi verga bañándome a mi mismo. Ella cerró los ojos por un momento después de
verlos salir, cerró las piernas y se marchó. Quiero pensar que iba a masturbarse, pero no lo sabía a
ciencia cierta. Yo me quedé ahí con el camote al aire, vaciado hasta la última gota y me quede
dormido.

Tiempo después saqué provecho de aquella iniciativa de la perra sexy de mi madre para dar un
pasito más. Sintiendo obviamente que con lo sucedido había ganado más confianza con ella. Una
tarde, dos semanas después de la chaqueta magistral frente a su pepa majestuosa, la encontré
ordenando unos papeles en su pequeña oficina en la casa. Esa vez traía puesto un pantalón negro,
ajustado a su divino cuerpo. Usaba una blusa blanca, que a mi tanto me gustaba y se veía que traía
un brassier negro, seguro para que se le transparentara, era una provocadora caliente la muy perra.
Sabía que la deseábamos muchos hombres.

Yo llegué de repente y sin preámbulos me puse frente a ella y saque mi verga erecta. Ella guardó
silencio y la observó con la boca entreabierta. No hizo otro gesto, ni dijo nada. Solo dejó de hacer lo
que hacía y se quedó quieta con los papeles en la mano izquierda. Yo me acerqué más y sin
preámbulos simplemente, le desabroche los últimos dos botones de arriba que traía abrochados.
No toqué sus pechos, fui muy cuidadoso. Abrí su blusa y sus tetotas quedaron al aire cubiertas
apenas a la mitad por su brassier de encaje. Mi madre se sorprendió un poco al principio pero me
dejó hacerlo. Entendió lo que quería. Yo sabía que la regla era no manosearla como a una puta sin
su consentimiento. Así que la deje así con las tetas al aire, con su brassier negro maravilloso.

Comencé a masturbarme, embelesado por aquel portentoso par, y a la vez por aquella zorra
calientavergas que comenzaba a acceder a mis deseos.

―Que ricos melones tienes Moni.

―¿Te excitan mis chichotas, pinche chamaco caliente?

―Me la ponen bien dura…

―¿Te gusta chaqueteártela mientras me las ves? ―Dios mío, que ricas preguntas. Me calentaba
aún más.

―Sí, me encanta.

―Acaba que tengo mucho trabajo

―Sí ya casi.

―Pero no eyacules en el suelo… ―puta, eso me aceleró más. ¿Dónde quería que acabara?

―¿Dónde entonces?

―Aquí, en mis manos ―dijo, mientras hacia un recipiente con ambas manos.

No sabía por qué quería eso, pero fue la gota que derramó el vaso… de leche, porque le deje caer
medio litro de leche que ella supo contener en sus hermosas manitas. Lo que pasó después hizo que
se me volviera a parar casi de inmediato.
Agarró mi semen como si fuera crema y se la repartió en ambas manos. Sin bajarse su bra,
únicamente abriendo una de sus copas introdujo su mano derecha y se untó su teta izquierda con
mi leche, y luego hizo lo mismo con la otra mano y la otra teta. ¡Diossss! Eso fue lo más caliente y
cachondo que le había visto hacer. Después me miró, sonrió y se abrochó un botón de su blusa para
seguir trabajando.

—¿No te imaginabas que haría eso verdad?

—Jamás.

— ¿Te gustó?

—Dios mío... —dije únicamente, girando la cabeza con asombro.

―Descansa ―me dijo, y yo me fui a dormir pensando en aquella imagen.

Ya no podía más, mi cuerpo exigía estar cerca de ella cada vez más seguido, y me pedía algo más
que yo no identificaba pero que apuntaba a que yo necesitaba otra vez obtener un orgasmo con el
roce de su cuerpo. Ya no me conformaba con las chaquetas en su ropa, ni siquiera cuando ella me
veía hacerlo. Necesitaba cumplir mi fantasía, la que tanto tiempo había aplazado y esperado con
ansia. Esa perra deliciosa tenía que dejarme tocarla y usarla mientras me masturbaba, era mi sueño.
Era mi mayor fantasía, la que le había confesado la noche del bar.

Entonces comenzaron a ser más frecuentes mis arrimones mientras veíamos la tele o cuando hacía
algo, no quería separarme de ella, pero tampoco podía acosarla demasiado. Ella disfrutaba
poniéndome a mil con sus nalgotas deliciosas y sus tetas rozando mi pecho cuando me abrazaba de
frente. Yo sabía que en el fondo ella también lo deseaba aunque no me lo dijera, porque sus gestos,
los suspiros que emitía y su lubricación hablaban por sí mismos.

Así fue como una tarde, en la que ya ambos no podíamos ocultar mas nuestro instinto, llegué a su
habitación mientras se desvestía después de su trabajo de oficina. Estaba sacándose la falda por los
pies cuando la sorprendí por detrás. Estaba solo en brassier de encaje, calzón de satín y medias,
todo negro. Estaba como empinada ya saben. Y yo me le arrimé, como si deseara penetrarla con el
pene erguido a mas no poder, latiéndome, pulsando por el deseo de aquella deliciosa hembra. Lo
sintió, pero aguardó. Sintió mi gran bulto sobre sus nalgas maravillosas, redondas y suaves. Se sentía
la gloria. Ella solo giró su rostro para verme desde abajo, contemplativa. Con los labios entreabiertos
que tanto me encantaban. Las tetas colgándole como ubres de vaca, esperando ser ordeñadas bajo
el encaje que bordeaba la redondez de su figura.

La tomé de las caderas y le hundí más mi verga entre sus nalgas tersas de satín negro. Ella gimió.
Pero no se irguió aun. Entonces saqué mi verga de su prisión. Y así, en toda su amplitud, la deje caer
sobre el nacimiento de su culo. Ella disfrutó el desenfunde. No se movió. Entonces tome mi palo y
empuñándolo con precisión comencé a sobarlo contra sus nalgas, arriba abajo, mi cabeza recorría
toda su hendidura anal ayudada por la suavidad del satín que le permitía deslizarse sin problemas,
haciéndome sentir un enorme placer por la sensación que me causaba la tela. Ella cerró los ojos y
disfrutó el momento. Quise verla de cerca y me acerqué más, agachándome. Y allí estaba, su
tamalote, en todo su ancho y su largo, bajo el negro lustroso del satín de sus calzones deliciosos.
Posé ahí mi camote, mi cabecita se acomodó justo en la entrada de su pepa. Y comencé a
restregársela en esa zona exclusivamente, mi madre alucinaba del placer que sentía o eso quise
pensar. Duramos así como cinco minutos. Después se enderezó y me tomó de la mano.

―Ven ―dijo con voz tierna―. Cumpliré tu fantasía.

―Por fin, madre.

―No me llames madre. Cuando hagamos cosas perversas como ésta, llámame por mi nombre, eso
me excita ―yo lo hacía a propósito, quería que me pidiera que la llamara como una puta por su
nombre.

—¿Eso te hace sentir puta?

—Sí.

—¿Te gusta sentirte puta?

— Sí, a todas nos gusta, pero lo ocultamos para no parecer zorras cualquiera ante la gente. Ya sabes,
las apariencias.

—Pues a mí me gusta llamarte así, siento que eres una deliciosa y fina puta.
—¿De verdad?

—De verdad —le dije mirándola a los ojos.

—¿Que deseas?

―Quiero masturbarme contigo, que me dejes utilizarte.

―Este será uno de tus mejores orgasmos de tu vida, quiero que lo disfrutes.

―Eso…

―Shhh ―dijo tapándome la boca con su índice―.

Acto seguido mi madre se subió a un mueble que había en su cuarto y se sentó con las piernas muy
abiertas, mostrándome todo su tremendo tamalote.

―¿Así lo querías tener, frente a ti?

―Sí.

―Agáchate y huele mi pepa.

Obedecí.

Me incliné y mi adrenalina corrió a doscientos por hora por mi cuerpo. Su vulva se abultaba bajo la
tela, formando su delicioso tamal. Olfateé dos segundos y mis sentidos percibieron ese dulce olor a
mujer, ese aroma fatal que nos hace amarlas y desearlas. También olia un poco a perfume, muy
sensual.

―¿Te gusta?

―Sí Moni. Es hermosa.


―Rózala con tu nariz… ―lo hice, la punta de mi nariz la tocó a la altura de su clítoris, poco más
abajo. Sentí la suavidad del satín. Con eso, la verga me creció dos centímetros más yo creo.

Mi madre sabía cómo llevarme, así que no me sambutió en su panocha de inmediato, simplemente
me daba toques de su cuerpo, para ir disfrutando. Me erguí y la vi a los ojos. Ella me miró
profundamente, escrutando mis perversos ojos y pensamientos, sabía qué era lo que deseaba y me
lo daría, sabía que mi alma estaba ardiendo y que esa tarde era el momento de dejarme cumplir mi
gran fantasía.

―Úsame.

Esas fueron las palabras mágicas que me inundaron de emoción y adrenalina. Los que han sentido
aquella sensación me van a comprender. Es como un orgasmo mental. Y luego viene el animal. Así
que pose mi miembro nuevamente sobre su hermosa pepa, que ya la tenía mojada, y comencé a
frotarla sobre su calzón. Me la chaqueteaba y la tallaba, y así alternadamente. La sensación era
suave y muy placentera, ella también lo sentía porque de pronto había comenzado a gemir. Sentí
deseo de tomar sus tetas en mis manos y no dude. Deje mi pene sobre su panocha y use mis dos
manos para amasar sus melonsotes que tantas noches había disfrutado. Eran duros y firmes,
redondos y apenas me cabían en las manos. Ella lo disfrutaba.

―Sácamelas.

No objete. Liberé ese par de ubres de su sostén y cayeron por efecto de la gravedad sobre su propio
brassier, vistiéndolas de encaje, muy sensual. Las vi blancas, bañadas de algunas pecas y unos
rosados pezones las coronaban, perfectas. Eran mías por fin. Así las dejé. Las quería ahí, inamovibles,
fijas para estamparlas en mi mente. Brincaban al ritmo de mi masturbación porque hacía que el
cuerpo de mi madre brincase al encuentro con mi camote duro. Mi cabecita roja viajaba de un lado
a otro sobre su majestuosa panocha mojada. De pronto mi madre metió su mano debajo de su
calzón y comenzó a masturbarse, masajeando su clítoris. Yo seguí encima, nunca me pasó por la
mente hacer algo más en ese momento. Yo estaba centrado en mi placer y en esa fantasía fetichista.
Y la disfrutaba enormemente. Pero a la vista estaba que no era el único que deseaba un final feliz.

Seguimos así como por diez minutos, frotando, sobando y masturbándonos. Ella se tomó una teta
con la mano izquierda, y la derecha la usó en su pepa. Yo seguía jalando y sobando, a punto de
venirme. Mi verga estaba a reventar de calor y de placer. De pronto comencé a sentir el inicio de
uno de los mejores orgasmos de mi vida.

―Acaba sobre mí… dentro mi calzón, encima de mi panocha.

―¿Estas segura?

―¿No siempre deseaste eso? Ahora si los traigo puestos, y los llevaré conmigo mañana, llenos de
tu semen para que cumplas tu fantasía de siempre. ¿Lo deseas?

―Sí ―al decir eso vino el primer aviso, el primer espasmo, Dios, estaba por venirme todo, todito.

―¿Deseas que mi pepa vaya mojada de tu leche a donde yo vaya?

―Síiii ―oh por Dios, ya casi, estaba a punto… Ella también aceleró su masaje en su concha.

―¿Deseas marcar tu territorio de macho?

—Sí quiero, puta calientavergas.

—¿Pues qué esperas?

Cuando dijo eso metí mi verga dentro de su calzón, mi cabeza a la altura de su clítoris, su pequeña
veta de vellos se asomó por primera vez a mi vista. Luego cubrí mi verga con su calzoncito hermoso
y mi vista se hizo blanca. Puta madre ―literal― y puta zorra manipuladora calientavergas cachonda.
Estallé, exploté, explotamos… Cuatro chorros de leche cayeron dentro de su calzón negro sobre su
vulva hinchada, que también estaba experimentando un gran placer…
―¡SÍ, SÍ, SÍ PERRAAAAAAA… DIOS QUE DELICIA!

―¡OHH ME VENGOOOO! ¡AAAAHH QUE RICO! ―gritó mientras me abrazaba y me apretaba a su


pecho.

Dios. Tuvo razón. Ese fue uno de los mejores orgasmos de mi vida. Gracias a su hermoso cuerpo, sus
palabras sensuales y su lenguaje perverso, cumplí mi maravillosa fantasía finalmente.

Terminamos abrazados un rato, ella aun encima del mueble con mi verga dentro de su ropa interior,
mojada. Me besó la frente y me observó con sus ojos hermosos.

—¿Te gustó?

—Eres la mejor madre del mundo.

—Te estas convirtiendo en un macho.

—Tú tienes la culpa.

—Lo sé —dijo, y mientras lo decía, me apartó y metió su mano derecha dentro de sus pantis todas
mojadas. Vio mi semen sobre sus vello y su vulva. Posó su mano encima y lo froto sobre toda su
pepa, embarrándose todos los labios vaginales y su clítoris.

Era una hermosa imagen que hizo tener una nueva erección. Mi semen literalmente cubría toda su
pepa hermosa y rasurada. Yo me sentí orgulloso, me sentí muy masculino y como un semental.

—Es mi regalo. Mi macho ha marcado su territorio —dijo sacando la mano y dándome un beso
tierno en la boca.
Yo lo respondí. Nunca la había besado en la boca, aquello fue maravilloso. Sus labios eran pequeños
y suaves, jugosos. Fue un beso sexy. Cargado de erotismo. Y con eso selló la tarde.

Esa noche no se bañó, ni se quitó la ropa interior. Me dijo que así iría a la oficina al siguiente día,
para sentirme sobre ella. Para sentirse más puta. Y efectivamente, a la mañana siguiente se vistió
casi como una prostituta de la calle, un vestidito pegado y corto que apenas le tapaba los muslos.
Apiádate de ellos, Dios mío, me dije al verla salir, después de que me mandara un beso con la punta
de sus dedos. Yo me imaginé su vagina impregnada de mi sustancia. Es mía al fin... pensé.

Me pidió que la acompañara a dormir en su cama aquella noche. Era la primera de muchas por venir.

Porque la cosa no quedó allí, en mi primera fantasía cumplida, comenzando por esa noche que vino
después, vendría un nuevo tiempo de sufrir sus palabras sensuales y sus provocaciones antes de
nuevos descubrimientos sexuales a su lado. Recuerden que en ese tiempo que les relato, yo contaba
aun con 18 años y no había penetrado a una mujer, así que mi mente y mi cuerpo fueron pidiéndome
nuevas cosas para las que mi madre me haría sufrir antes de cumplírmelas.

Pero eso en otro relato más adelante. Espero que hasta aquí hayan disfrutado tanto como yo de la
zorra calientapitos de mi madre. ¿Se los calentó también a ustedes o no?
Mi sobrino

Este verano vino a visitarnos mi cuñada con su hijo que tiene ahora 14 años, y que hacía tiempo que
no veía. Ella está separada y estuvieron un fin de semana en nuestra casa.

Un día estuvimos en la playa y las dos nos pusimos en top-less a tomar el sol tumbadas boca abajo.
Su hijo es muy juguetón y cariñoso y un tanto infantil para su edad, y se puso encima de su madre
sobre su espalda, cuando de pronto, veo que se está frotando con su culo y por el bañador que
llevaba de estos ajustados de licra, se le notaba claramente su erección por el bulto que se formaba,
mientras nosotras seguíamos hablando de nuestras cosas.

Luego nos dimos la vuelta y el chico se quedó tumbado igual encima de ella, pero ahora le estaba
dando besos en los pechos, lamiéndolos y metiéndose sus pezones en la boca, mientras mi
excitación iba en aumento ante la morbosa situación y la de mi cuñada creo que también, aunque
ninguna de las dos decíamos nada y seguíamos disimulando como si nada, hasta que creo que ella
ya no pudo aguantar más, porque poco le faltaría para empezar a gemir y le dijo a su hijo:

.- Anda!, déjame un poco tranquila y ahora ponte a dar la lata un poco a tu tía.

El chico se levantó y se puso encima de mí recostado sobre mi pecho, pero sin atreverse a
chupármelos como a su madre, por lo que le dije:

.- Puedes hacerme lo mismo que a ella, si quieres, eh!.

Y se puso a besarlos y darle lametones a mis pechos, mientras con su pene presionaba entre mis
piernas, llevándome al mismo o mayor estado de excitación que tendría su madre, cuando a ella la
llaman por el móvil y se levanta alejándose un poco de nosotros para hablar.

Aprovechando la situación, metí mi mano por dentro de su bañador y le dije:

.- Vaya, que durita la tienes.

El no decía nada y sólo se reía, mientras yo le apretaba su pene con mi mano y me puse a movérselo
y tras unas leves sacudidas, ante mi sorpresa noto que se corre en mi mano, manchándome de
semen también la braguita del bikini, por lo que le dije que fuera a bañarse para lavarse un poco
mientras yo intentaba limpiarme como podía, aunque se me quedó toda la arena pegada, por lo
que tuve que levantarme también para ir a bañarme, mientras su madre seguía hablando por
teléfono, sin haberse percatado de nada.

Mi sobrino se quedó más tiempo en el agua y yo cuando creí haberme quitado todos los restos de
semen, volví con mi cuñada que me dijo.

.- Parece que os han entrado los calores de repente a los dos.

Y yo disimulando como pude:

.- Si, es que hace mucho calor y apetecía refrescarse un poco.

Cuando el bikini empezó a secarse, parecía que no se habían quitado del todo las manchas de semen
y yo me puse un poco nerviosa esperando que no se diera cuenta, pero menos mal que vino mi
marido a buscarnos y nos fuimos para casa.

Cuando llegamos, mi cuñada le mandó a la ducha para que terminara de quitarse los restos de arena
y luego de un rato, entré con ella en el baño porque iba a terminar de lavarlo, y al enjabonar al chico
tuvo una nueva erección y como ella notó que yo me quedaba mirando, me dijo:
.- La verdad es que ya está bien dotado, eh!

.- Si, dentro de poco, ya tendrás a todas las niñas detrás de él.

.- Ya te digo. ¿Sabes? A veces se pone muy pesado y tengo que dejarle dormir conmigo, me manosea
toda y se pasa la noche con el pito levantado y una tiene sus tentaciones, y he tenido que
masturbarle ya varias veces a ver si se quedaba tranquilo; ya vistes como se ponía en la playa, espero
que no te parezca mal que te lo diga.

.- No mujer, a cualquiera nos pasaría en tu lugar. (Intentando disimular que poco antes se lo había
hecho yo)

Y así me quedé con la calentura de imaginar como acabarían esos dos, vamos, que no pasaría mucho
tiempo para que mi cuñada se la dejara meter, porque le tenía muy consentido y al estar solos,
acabará pasando.

Al volver a casa, te amplio la conversación que tuve con mi cuñada.

Me dijo que como había visto, su hijo era muy infantil, pero muy cariñoso y que estaba muy
desarrollado, así que últimamente cuando dormía con él, al despertarse se encontraba con las
sábanas todas mojadas por lo que se dio cuenta de que el niño no había empezado todavía a
masturbarse y que acumulaba tanto semen, que por las noches lo echaba en las famosas
“poluciones nocturnas”, y que ya estaba cansada de estar lavando todo el día sábanas y lo comentó
con alguna amiga que tenían hijos de esas edades y todas le decían lo mismo, que a algunas les
había pasado alguna vez, sobre todo una que tenía dos hijos, que ya se había cansado de cambiar
las sábanas todos los días. Entonces se hartó y cogió a los dos en el baño de la noche y los masturbó
hasta que se corrieron y asunto resuelto, no volvió a pasar.

Después de esto, mi cuñada decidió hacer lo mismo y que fue por lo que empezó a masturbarle y
que por eso le había visto en la playa con esa actitud tan cariñosa con ella, por lo que a veces, en
público, le daba algo de vergüenza por lo que pudiera pensar la gente.

Yo le reconocí que cuando se puso encima de mi, se le había puesto dura, que se había frotado
conmigo y que me había excitado, por lo que se la cogí por dentro del bañador y que tras un pequeño
meneo se me corrió manchándome toda y que por eso habíamos ido a bañarnos. Y ella me dijo:

.- Ya me pareció raro, jajaja. Yo la verdad, es que a veces acabo cachonda perdida al hacérselo y
tengo que acabar metiéndome el dedo, y como sigamos así , cualquier día le pongo encima de mí y
que me la meta él.
.- Que cosas dices! Ya me estás poniendo cachonda a mi también.

.- Ayer por la noche se lo hice para que no te manchara las sábanas y ya ves como hoy al mediodía
lo que volvió a soltar. No se si hacérselo otra vez esta noche, porque lo veo muy excitado de haber
ido a la playa y no me fío de él.

.- Pues vaya trabajo que tenéis las mamás de chicos. No me extraña que acabéis cachondas perdidas.
Yo ya estoy muy excitada con lo que me estás contando de imaginarlas dándole a sus niños con la
mano.

.- Mira, si quieres, puedes hacérselo tú, ya que se lo has hecho en la playa, él estará encantado y a
mi me gustará ver como se lo hace otra.

.- Mmmmm, que viciosas somos, anda!, vamos a darle el último repaso.

.- Vamos hijo, que no haces más que gastar agua y nunca acabas de lavarte bien.

Las dos nos pusimos a enjabonarle, entreteniéndome yo especialmente en su pollita que la seguía
teniendo dura, poniéndosele el glande muy hinchado y al aclarársela, se lo ví tan apetecible que no
pude evitar metérmelo en la boca, mamándosela con mucho gusto, mientras él decía:

.- Hey, eso me lo hace mamá también.

Mi cuñada se quedó algo avergonzada al verse descubierta en algo que no me había contado, pero
yo no le día importancia:

.- No te preocupes, mujer, al vérsela así tan rica, cualquiera se lo haría.

Mi sobrino se corrió en mi boca mientras creí ver como su madre se tocaba al ver la escena, y le
decía a su niño:

.- Esta noche vas a dormir tranquilo, ya verás que bien.

Pero yo creo que esa noche, ella le exprimiría un poco más antes de dormirse, mientras yo acabé
desahogándome con mi marido, que me dijo que me encontraba más caliente de lo normal, que
qué habría visto por ahí.
Cuando se marcharon, yo me quedé dándole vueltas a lo que había pasado y obsesionada con todo
eso, así que convencí a mi marido para que les devolviéramos la visita. Mi marido me llevó un fin de
semana, pero él volvió el domingo porque tenía que trabajar y yo me quedé allí.

Cuando llegamos, mi cuñada nos dejó la habitación del chico para que durmiéramos allí y ella se lo
llevó a su habitación para dormir con ella. Después de todo lo que ya sabía del asunto, no podía
pegar ojo por la noche, pensando en que ellos estaban durmiendo en la misma cama, aunque por
otra parte, yo creo que deben llevar tiempo haciéndolo y se disculpó con nosotros por el tema del
espacio. De todas formas, mi imaginación me tenía muy calenturienta y a media noche intentando
dormirme, me pareció escuchar gemidos que venía de su habitación, aunque no estaba segura de
si sería algún vecino con ganas de juerga también. Mi marido dormía y no se enteraba de nada, así
que me levanté para asegurarme y ciertamente venían de su habitación y me puse a escuchar detrás
de la puerta.

Los gemidos de mi cuñada dejaban claro que iban acompasados con las embestidas de su hijo que
debería de estar metiéndosela hasta el fondo y yo ya estaba totalmente mojada escuchando todo
eso y masturbándome mientras apenas entendía algunas cosas que decía mi cuñada entre tanto
placer:

.- Ay!!, que bien me lo haces, me vuelves loca. Ya me lo has echado todo dentro y sigues con la polla
dura, que maravilla, me vas a matar de placer.

Yo ya no podía más y creo que mi orgasmo coincidió con el de mi cuñada, porque por suerte mi grito
de placer debió quedar tapado por el suyo y no me escucharía.

Las noches siguientes ya tuve que dormir sola sin mi marido, porque se había marchado, y se
volvieron a repetir los mismos hechos que aumentaban mi calentura hasta que ya no pude
aguantarme más y uno de los días al levantarnos, dije a mi cuñada:

.- Menudas noches que te estás pasando. Se os oye desde mi habitación y no tienes compasión de
mi, porque ya sabes que estoy sola sin mi marido.

Ella se rió con ganas y un poco avergonzada me lo reconoció y me pidió disculpas, pero yo la dije
que eso había que arreglarlo de alguna manera, que ya tenía el dedo gastado, lo que la hizo reír más
todavía:

.- Bueno, está bien, tienes razón. No estoy siendo una buena anfitriona. Esta noche le diré a mi hijo
que duerma en su habitación, “que te sientes un poco sola”, jajaja.
.- Por mi estupendo. No te imaginas como me tenéis de cachonda. Ya estoy nerviosa esperando
cumplir una de mis fantasías, pero tú de esto a mi marido nada, que aunque sé que es morboso, no
le gusta que le ponga los cuernos.

.- No te preocupes. Esto es cosa de mujeres y seré discreta.

Ya por la noche, estaba ansiosa en la cama esperando que llegara mi sobrino y cuando llegó, le miré
como se desnudaba, pero no pude verle nada. Se puso el pijama y se metió en la cama conmigo.

Luego empezé a preguntarle si había estado con más mujeres aparte de su madre y me dijo que no,
que las chicas de su edad los preferían mayores y que no había tenido oportunidad de estar con
mujeres mayores, porque quizás lo verían muy niño. Y yo le dije:

.- Pues seguro de que alguna amiga de tu mamá anda con ganas, pero no lo va a decir, claro. Y si
alguna piensa eso que me dices, ellas se lo pierden, porque para las mujeres de mi edad es muy rico
estar con alguien como tú. Mira, conmigo, vas a poder probar si es tan rico como con tu mamá.

Mientras tanto, yo ya le había metido la mano por dentro del pijama y le sobaba todo su pene y
testículos con mi mano, poniéndoselo todo duro y sin poder aguantarme más, le quité el pijama y
me puse a chupársela succionándola con mis labios, poniéndome a horcajadas encima de su cara
para que me chupara el coño a su antojo. Se notaba la experiencia que tenía porque sus lametones
me obligaban a parar mi felación, para concentrarme en el placer que me estaba dando, y así
conseguí mi primer orgasmo, y luego seguí chupándosela a él hasta que conseguí que se derramara
en mi boca, tragándome todo su semen de delicioso sabor.

Luego, por fin, iba a poder sentirlo dentro de mi, y abriéndome de piernas, me lo puse encima y su
duro pene me abrasaba con cada acometida, estando segura de que mis gemidos ahora serían oídos
por mi cuñada desde su habitación. Al fin, pude deleitarme con lo que disfrutaba ella cada noche,
dejándome el chico agotada.

Por suerte puede disfrutarlo dos noches más hasta que llegó mi marido a buscarme para volver a
casa.

Han pasado ya unos meses de todo esto y sigo con muchas ganas de repetirlo y quien sabe si
aumentar el morbo más si cabe.

Mi sobrino II

Gracias por vuestros comentarios y ante las peticiones de que siga contando estas historias y
vivencias, aquí os traigo la continuación de una de ellas.
Recordareis toda la historia con mi sobrino que ya conté en el anterior relato. Pues bien, ya sabéis
con las ganas que me había quedado de repetir la experiencia, así que cuando me llamó mi cuñada
pidiéndome si podía dejar a su hijo unos días en mi casa, porque ella tenía que cuidar a su madre en
el Hospital, yo la dije que estaría encantada de tenerle en casa y que no se preocupara por nada.

Se lo comenté a mi marido, y por él tampoco hubo ningún problema, así que al día siguiente fuimos
a buscarlo a la estación y cuando llegamos a casa y le instalamos en la habitación de invitados, yo
estaba muy nerviosa y en tal estado de excitación, que mi marido me veía rara y tuvo que decirme
para tranquilizarme:

.- No estés tan nerviosa, que aquí va a estar muy bien y no le va a faltar de nada.

A mi me hizo gracia ese comentario de mi marido, pero tenía que intentar controlar mas mi
excitación, si no quería que él se enterara de todo.

Esa misma noche, yo no podía dormir y me levanté para ir a la habitación de mi sobrino a preguntarle
si necesitaba algo. El tampoco estaba dormido, y al arroparle vi que dormía sin pijama ni nada y al
comentarle si no iba a tener frío así, me dijo:

.- Es como por la noche se me pone dura, estoy así más cómodo y no me molesta la ropa.

.- Si, ya veo como estás...... ¿Quieres que te ayude a bajártela?

El asintió con la cabeza y media sonrisa, así que llevé mi mano a su pene erecto y empecé a
movérselo, suavemente hasta hacer aparecer su glande reluciente, aumentando todavía más de
tamaño, mientras él acariciaba mis pechos que se habían salido del camisón, sus gemidos acabaron
por excitarme también a mi ya del todo, cuando de pronto se corrió en mi mano y después de
limpiarme, le dije:

.- Verás como así vas a dormir más tranquilo. No quiero que tu madre tenga queja de mi, jeje.
Luego volví a mi habitación, esperando que mi marido no me hubiera echado de menos, pero por
suerte, él seguía durmiendo, pero yo tendría que intentar dormir con mi calentura por lo que había
pasado, así que yo misma me puse a meterme los dedos para acabar de tener ese orgasmo que
tanto necesitaba.

A la mañana siguiente se levantó mi marido temprano para ir a trabajar y poco después me levanté
yo para preparar el desayuno de mi sobrino, y cuando entré en su habitación, al retirar las sábanas
para despertarlo, ahí estaba otra vez en completa erección y no pude evitar llevar mi mano otra vez
a su precioso miembro, pero esta vez, ya sin el miedo de estar pendiente de mi marido, me decidí a
metérmela en la boca y saborearla con calma hasta que acabó corriéndose en mi boca y pude
degustar su sabroso semen.

Yo ya estaba dispuesta a esta vez satisfacerme completamente, así que aprovechando que todavía
mantenía su erección con los restos del semen saliendole de la punta, me monté sobre él dejando
que su polla entrara en mi coño, ya completamente mojado y ponerme a cabalgar como una loca
sobre él, después de tanto tiempo esperando para volver a sentir esa morbosa sensación, por lo que
mi orgasmo llegó enseguida y pude gritar libremente disfrutando del placer que recorrió mi cuerpo.

La intensidad del orgasmo me había dejado un poco cansada, así que nos levantamos, desayunamos
y le dije que se preparara que tenía que salir a hacer unos recados para que viniera conmigo.

Por el camino me encontré a una amiga mayor que yo, que se llama Ángela, tiene ya 60 años y está
separada. Le presenté a mi sobrino y me llamó la atención su mirada y la forma tan efusiva de
saludarlo abrazándolo y dándole un beso prácticamente en la boca.

.- Qué sobrino más guapo tienes. (y me dijo al oído: .- ¿éste es que me dijiste de esa vez que.......?)

(.- Si, es él.)

Otra vez miró a mi sobrino con una cara de querer comérselo todo diciendo:

.- Madre mía. Venir a mi casa, que le voy a regalar un trozo de bizcocho que hice esta mañana y que
me salen tan bien.
.- Bueno, vamos, que a él seguro le gustará.

Al llegar a su casa, a mi sobrino le llamó la atención que esa señora tuviera la play ahí en el salón, y
ella dijo:
.- La tengo para mis nietos, cuando vienen a casa, así están entretenidos. Ponte a jugar con ella si
quieres, que te traigo ahora un trozo de bizcocho.

Nosotras nos fuimos a la cocina para seguir hablando y yo la dije:

.- Anda, que a tí que tanto te gustan los niños, te encantará tener a tus nietos en casa.

.- Si, me gusta la alegría que tienen.

.- Además el mayor ya está muy guapo, que le ví el otro día en la calle.

.- Si, ya va teniendo una edad, y no veas como me mira algunas veces cuando me ve en casa
cambiándome de ropa, que ya le pillé alguna vez espiándome.

.- No me digas que ya está así, bueno, les pasa a todos eso, creo. Seguro que tú también ya le has
dejado ver más de la cuenta, ¿no?

.- Jajaja, como me conoces. Si le gusto, pues que disfrute viendo algo el pobre. Que a una, a mi edad,
también le halaga que un crío así la mire con deseo.

.- Pues como se le debe poner el pito mirándote. Y conociéndote, estoy segura de que tú ya has
tenido algo con él y que no te habrás podido aguantar.
.- Bueno, está visto que contigo no puedo tener secretos. Te lo contaré a cambio del favor que me
vas a hacer luego. Verás, el otro día, que lo pillé mirándome detrás de la puerta cuando estaba
vistiéndome, le mandé pasar y le dije:

.- ¿Tanto te gusta mirarme? (mi nieto se puso todo rojo y no se atrevía a decir nada, así que me
desnudé del todo y le dije:

.- Anda, quédate aquí y mírame a gusto todo lo que quieras mientras me visto.

No veas el bulto que se le formó en el pantalón, así que le dije:

.- Creo que te está molestando el pantalón, será mejor que te lo quites y así puedo verte yo también
y estaremos iguales. Además te voy a enseñar más cosas para que vayas aprendiendo como es una
mujer.

Como él no se decidía, porque parecía que estaba como paralizado, yo misma se los baje y se los
quité dejándome ver la preciosa polla que se le había puesto. Me tumbé en la cama y con las piernas
abiertas le enseñé todo el coño abierto para que lo viera bien. Al pobre se le pusieron los ojos como
platos mirando y le dije:
.- ¿A que a tu madre nunca la viste así?

.- No. Además el tuyo está lleno de pelos y mi madre se los quita, que la vi una vez en baño con una
cuchilla afeitándoselos.

.- Mira que golfilla tu madre, como la gusta que se la vea bien la raja. Yo no me los afeito, porque
como no tengo marido, no tengo a nadie que me lo coma, como a tu madre.

.- ¿Qué dices? ¿Eso se come también?

.- Si claro, eso ya lo aprenderás, que todavía eres muy jovencito para eso. Mira, si quieres puedes
tocarlo, que sé que tienes ganas.
Y ahí estuvo sobándomelo un rato mi nieto, metiéndome hasta los dedos, sorprendiéndose de que
estuviera todo mojado, mientras yo también aproveche para agarrársela y darle unos meneítos con
los que acabó corriéndose enseguida, pidiéndome perdón por haberme manchado toda.

.- No te preocupes. Si es normal que te salga todo eso. La culpa la tengo yo. Nos limpiamos en un
momento y nos vestimos, que menudo calentón que me has metido.)

.- Bufff, menuda situación, Angela. ¿Y ahora que vas a hacer, como vas a seguir?

.- No se, ese es el problema, que es mi nieto y no se como va a acabar esto, si lo debo cortar ya o
seguir disfrutando los dos.

.- Bueno, yo tengo que irme ya, tengo que ir a los recados. Ya seguiremos hablando.

Volvimos al salón donde mi sobrino seguía jugando con la play y Ángela, guiñándome un ojo dice a
mi sobrino:

.- Quieres quedarte aquí jugando mientras tu tía acaba de hacer los recados y después vuelve a
buscarte.

.- Si, ¿puedo, tía?

.- Si quieres si. Tardaré como una hora o así.

Le di un beso de despedida y Ángela me acompañó a la puerta, dándome las gracias con una risa
nerviosa.
.- Somos amigas y compartimos nuestros secretos. A mi también me gustaría que hicieras esto por
mi.
.- No te preocupes, que algún día te devolveré el favor.
Yo me fui de la casa y lo que pasó allí en esa hora fue lo que luego me contó mi amiga y lo que le
pude sacar a mi sobrino.

Angela le dijo a mi sobrino:

.- Voy a cambiarme de opa para estar cómoda en casa

Al rato volvió al salón vestida sólo con el sujetador, las bragas y unas medias a medio muslo, con
una fina bata de seda de estar en casa. Mi sobrino, ya miraba más a mi amiga que a la tele, cada vez
más nervioso. Cuando se sentó a su lado, no podía quitar ojo de los abundantes pechos de Ángela,
que usaba la talla 120, y tuvo que dejar de jugar.

.- ¿Te gustan mis pechos?

.- Si, son muy grandes

.- ¿Nunca los viste así?

.- No, así tan cerca no. Vaya pezones tan gordos. Usted debía de tener mucha leche para sus hijos.
.- Si, tenía bastante. Les di el pecho a mis tres hijos durante muchos meses y se quedaban saciados.
.- Yo no me acuerdo ya de cuando mi madre me daba el pecho, pero debe ser rico eso.

.- Jajaja, que gracioso eres. Si quieres puedes chupármelos a mí un rato, a ver si tienes la sensación
de cuando tu madre te daba la teta.

.- ¿Si, ….puedo?

.- Sí, toma.
Mi amiga me contó como mi sobrino se puso a chuparle los pezones de una manera que ella acabo
cachonda perdida y que no sabe como se atrevió a meter la mano dentro de su pantalón y agarrarle
el pene todo endurecido ya para terminar quitándoselo del todo, tumbándose en el sofa y
llevándoselo a la boca empezó con los primeros lametones sobre su glande, a la vez que se quitaba
las bragas para que mi sobrino enterrara su cabeza entre sus muslos y pudiera saborear sus jugos
que ya la mojaban completamente. Y antes de que terminaran de correrse los dos, ella se lo puso
encima para que la penetrara y con sus embestidas la llevara ya al orgasmo.

.- Aaahhh, cuanto tiempo llevaba sin que me la metieran. Como necesitaba esto y encima con un
chico guapo como tú follando a una vieja como yo. Que delicia.

.- Usted no es vieja, señora. Está muy buena con las tetas muy grandes y su coño está muy caliente.

.- Yo siempre fui muy caliente y disfruté mucho del sexo, pero últimamente estaba a pan y agua.
Quiero que te corras dentro de mi y y sentir tu leche caliente.

.- Si, ya me coroooo, aaaahhh, que gusto......

.- A mi también me has hecho correrme. ¿como he podido pasar yo tanto tiempo sin esto?

Vamos a vestirnos que estará ya tu tía para llegar y nos va a pillar así.

Ya de vuelta en nuestra casa, mi sobrino me fue contando alguna cosa en los momentos en que mi
marido no estaba delante y otra noche más a dormir con el calentón, pero esa vez ya pensé en ser
buena y satisfacerme con mi marido, que nuevamente debió notarme algo rara por la fogosidad con
la que follamos, pero él se quedó bien satisfecho y yo también, así que mañana sería otro día.

Al día siguiente me llamó mi cuñada para preguntar por su hijo y que la cosa con su madre iba
bastante bien y que ya podría volver al día siguiente, porque empezaba las clases.

Sólo quedaba un día de tener a mi sobrino en casa y me entró mucha ansiedad por no haber podido
disfrutarlo más, pero al anochecer me llama mi marido diciéndome que no sabe si podrá llegar a
casa a dormir y que si no llega, que no me preocupe.
Al colgar me sentí algo aliviada por la oportunidad que se me presentaba, pero también nerviosa
por la incertidumbre de no saber si llegaría a casa o a que hora vendría.

En principio mi sobrino y yo nos fuimos cada uno a su habitación, pero las ganas que tenía me
hicieron arriesgarme y llamé a mi sobrino para decirle que me sentía sola y que viniera a mi cama,
pero que tendríamos que estar atentos por si llegaba mi marido, para que se fuera corriendo a su
habitación.

Y así empezamos a calentarnos con caricias y besos mientras me seguía contando lo que había hecho
con mi amiga Ángela, poniéndonos a hacer un 69 de lo más rico para después ponerse a follarme
en varias posiciones y cuando acabamos exhaustos encima de la cama, oímos el ruido de la
cerradura de la puerta, que era mi marido que llegaba. Rápidamente me levanté para recibirle y
entretenerle para que mi sobrino se metiera en su habitación y al verme así toda acalorada, me
preguntó:

.- ¿Qué te pasa, estás enferma o algo,? estás sudando

.- No me pasa nada, es que tuve una pesadilla y me desperté al oírte entrar.

.- Que rara estás estos días. No se lo que te tiene tan alterada.

.- Nada, no te preocupes, serán desarreglos que tenemos las mujeres.

.- Ya, ya, bueno, tú sabrás.

Al día siguiente fuimos a llevar a mi sobrino a la estación, con la satisfacción de haber podido
disfrutar una vez más con él.

Mujer Prohibida. Parte 1


La Tentación:

Esta es la historia de cómo mi vida y la de mi madre dio un giro de 180º en tan sólo 5 años; de pasar
de una vida de clase media a riquezas, de vivir con lo necesario a tener opulencia, de ganarse la vida
como los demás a hacerlo de una forma poco ortodoxa pero muy redituable y de tener una relación
normal madre-hijo a llevarla al siguiente nivel y exceder esa etapa: el sexo salvaje sin tapujos y
remordimientos.

3 de Enero de 2010.

Todo inició un 3 de Enero, era un Domingo, lo recuerdo bien. En aquel entonces yo tenía 15 años,
en plena adolescencia. Supongo que era un puberto como cualquiera. Mi vida era normal, tenía
buenas calificaciones, no las excelentes, pero sí buenas. Tenía los típicos amigos, estudiaba en la
típica preparatoria con los típicos maestros… todo era típico, menos mi madre, o por lo menos en
aquel entonces creía que era la típica mamá.

Mi madre. ¿Qué puedo decir de ella? Su nombre es María, pero todos la conocían como Mary,
maestra de profesión, de 45 años, 1.66 mts de altura y algo regordeta, algo canosa, de cabello chino
y medio largo que siempre peina para atrás, vestida de manera muy conservadora, casada con un
hijo (Ósea yo), católica, recatada, educada a la vieja escuela… una típica madre.

A pesar de todo lo que describí, mi madre seguía siendo una mujer muy guapa y tenía un punto
fuerte: era curvilínea. No tenía grandes tetas, pero si una figura que a pesar de su sobrepeso la
hacían deseable. Unas enormes caderas y unas bien formadas piernas.

Nunca la había visto en ropa interior, hasta eso siempre procuró tener pudor. Pero las pocas veces
que la vi sin ropa portaba un camisón largo de color blanco que cubría sus ya descritas piernas hasta
los tobillos. Sin embargo, y hasta ese día, nunca llegué a ver a mi madre como una mujer deseable,
mucho menos como pareja sexual. Hasta ese 3 de Enero, el día en que ese concepto cambió.

Mi padre no estaba, había salido con sus hermanos a una comida, dejándonos a mi madre y a mí
solos en casa. Yo aprovechaba el último día de vacaciones antes de regresar a la escuela después
del receso decembrino. Estuve toda la tarde metido en mi cuarto jugando con mi Playstation 3. No
sé qué habrá sido, tal vez el destino así lo quiso, pero después de un rato me fastidié de estar pegado
detrás del televisor.

Bajé con las intenciones de salir a la calle, pero mi madre me detuvo. Me dijo que si la ayudaba a
archivar unos papeles que tenía que entregar para mañana, lo cual me molestó en el momento,
pero tuve que acceder, no quería una discusión que me arruinara ese Domingo.

Me acerqué hacia mi madre y pude observar que estaba tensa debido a la urgencia de su labor. Su
atuendo era típico de ella en Invierno, un suéter pasado de moda, una falda amplia plisada, medias
y unos zapatos negros algo desgastados.

Recuerdo que ella me miró un poco molesta ante mi pasividad de aquel entonces:

¡Rápido, necesito que metas esos papeles en esos folders! – Me contestó ella un poco molesta.

Mi apatía por tal labor era palpable, pero no quería tener problemas así que tomé los papeles y los
folders que me dijo, pero había un detalle. El sillón donde estaba sentada ella estaba atascado de
papelería, portafolios y demás mierda de la escuela; mi madre se obsesionaba con sus clases a tal
grado que en lugar de darle clases a adolescentes sobre matemáticas parecía que iba a dar una
conferencia sobre la guerra ante líderes mundiales. Demasiado material para mentes tan pendejas,
decía yo en ese entonces. Quizás es uno de los puntos fuertes y a la vez manías de mi madre, es
demasiado perfeccionista en lo que hace.
Mi apatía se volvió frustración al ver que no tenía donde sentarme ni mucho menos dónde poner
tanto material que me había enjaretado ella:

¡¿Y en dónde me siento con tanto trique?! – Le dije molesto por tal desorden.

¡Siéntate en el suelo, no puedo escombrarte ahorita! – Me contestó enojada.

Yo seguía en la misma “no hagas pedos, haz lo que te pide para que te botes a la verga y listo” por
lo que opté por sentarme en el suelo cerca de una mesita que teníamos en la sala para las visitas,
justo al lado de mi madre y empecé a ordenar los condenados papeles.

Pasaron como unos 20 minutos, llevaba más de la mitad de la documentación, pero francamente
me estaba fastidiando de estar sentado en el suelo y pegado a una pequeña mesita de té. Pensaba
que mi madre sólo me estaba jodiendo con tal de que no me saliera de la casa, que era una forma
de educarme.

Folder tras folder, papel tras papel, estuve a punto de pararme e iniciar una pelea campal con mi
madre sobre el eterno debate de la relación madre-hijo, pero, antes de pararme alcé mi mirada y ví
algo que me detuvo, que cambió la percepción que tenía de ese momento y que dictaría mi camino
en los meses venideros.
Enfrente de mi había un antiguo televisor de los años 40 con un enorme cinescopio que parecía un
espejo. En esa imagen que me daba aquel viejo televisor, en ese reflejo algo llamó poderosamente
mi atención.

En frente de mí mi madre se reflejaba, concentrada en su tarea, tan concentrada que no se dio


cuenta que al cruzar sus piernas la falda amplia plisada que traía puesta le llegaba casi hasta la
cadera.

Y entonces, lentamente voltee a verla y observé mejor aquella escena. Unas contorneadas y
carnosas piernas adornadas por un par de medias de color chocolate que le llegaban hasta los
muslos.

Estaba helado, petrificado. En mi nerviosismo regresé la mirada hacia aquel reflejo, intentando
apartar la vista de él. Me concentraba en los folders y papeles, pero, algo dentro de mí hacía que
viera de reojo.

Una fuerza imparable hacía que mis pupilas se concentraran en esas piernas bien torneadas y
carnosas. Intentaba con toda mi fuerza de voluntad no verlas. Toda mi concentración, todo mi
espíritu estaba enfocado en no alzar la vista.

Pero mi corazón latía rápidamente, estaba muy nervioso, pero algo dentro de mí hacía que quisiera
ver más. Temeroso, voltee otra vez de reojo a las piernas de mi madre, ella seguía inmersa en sus
broncas, no se había dado cuenta de que su falda estaba casi a la cadera.

Noté que estaba muy concentrada y me centré en esas piernas. Tersas, carnosas, curvilíneas, sin
rastros de várices o estrías debido a la edad, y esas medias, de color chocolate claro las hacían verse
muy sensuales.
Mi ritmo cardiaco subía rápidamente y mi nerviosismo se incrementaba a la par al ver esos
poderosos muslos y esas bien formadas pantorrillas. No sabía qué sentía en esos momentos, una
extraña combinación de miedo, placer, remordimiento, erotismo y nerviosismo.

Y casi por instinto empecé a llevar mi mano a mi entrepierna para tocarme mientras veía aquella
imagen edípica, pero antes de que lo hiciera escuché que se abría la puerta de mi casa.

Como un relámpago que golpea un árbol con toda su fuerza, regresé en mí y aparté rápidamente la
vista de mi madre, concentrándome de nueva cuenta en aquellos papeles.

Mi padre había regresado, lo cual provocó que mi madre dejará sus documentos y se levantara
acomodándose su falda amplia plisada para recibirlo.

Después de un rato terminé la tarea que me había encomendado ella, pero antes de hacerlo me
cercioraba si ella volvía a tener ese descuido, pero ya no lo volvió a tener.

Dejé los documentos ordenados y me subí a mi habitación, ya no tenía deseos de salir. Me encerré
y prendí de nuevo mi consola, tratando de distraerme, pero sólo podía pensar en una cosa… en esas
piernas portentosas pertenecientes a mi madre…
Mujer Prohibida Parte 2: Sueños

7 de Enero de 2010.

Jueves, habían pasado cuatro días desde el incidente de las piernas. Las cosas iban normales.
Trataba de no darle mucha importancia a lo sucedido. Era mi madre después de todo. No podía verla
de otro modo más que así.
Sin embargo, algo dentro de mí hacía que me tuviese algo de ansiedad. Era un Jueves, en clases. Mi
madre era también mi maestra de matemáticas en la Preparatoria, y cómo siempre daba sus clases
de una manera clara, concisa pero a la vez intimidante y algo tiránica, o al menos eso era para mí,
después de todo era hijo de la maestra, no podía hacer lo que el resto de mis compañeros hacían.

Ella siempre fue muy estricta con los estudios. Si tenía tareas o exámenes estudiaba toda la tarde
hasta que terminaba siendo supervisado y cuestionado por ella. Debo decir que este tipo de
comportamiento tuvo sus frutos, siempre exentaba los finales y tenía más vacaciones que mis
compañeros… pero el proceso era nefasto.

En fin… ese día era como cualquier otro, mi madre daba clases de trigonometría y explicaba su clase
en el pizarrón. Yo ponía atención como siempre al igual que el resto de mis compañeros, a excepción
del típico que está en la pendeja. Y mi madre tenía un ojo de halcón para los que estaban en la
pendeja:

¡Alex, pasa al frente y has el ejercicio 34! – Le dijo a mi compañero de manera implacable.

No sé si tenía ojos en la nuca o el mentado “Sexto Sentido” desarrollado, pero sin ver podía saber
quién no le ponía atención, y como ejemplo de su dureza en clases pasaba al pizarrón al distraído a
hacer un ejercicio difícil, si no lo resolvía bien tenía un punto menos sobre la calificación final y una
advertencia. A las dos advertencias estaba reprobado en el mes. El sacrificado fue Alex, un chavo
inteligente pero muy desmadrozo.

Alex, como si fuese al paredón de fusilamiento, se levantó con la cabeza gacha y mentando madres
entre dientes, a sabiendas que su culo pendía de un hilo. Era inteligente, pero su valemadrismo
hacía que ese potencial que tenía se limitara cuantiosamente. Lo último que supe de él es que un
día en una fiesta de la Universidad donde estudiaba, agarró una peda tal que en su nebulosa etílica
creyó que era una buena idea ir a ver a su exnovia a su casa. Agarró su carro sin que nadie lo viese
y en una avenida se impactó contra un árbol. Murió en el acto, a los 18 años. Pobre diablo.
En fin, Alex pasó al pizarrón y agarró un gis con nerviosismo tratando de resolver el ejercicio de mi
madre, la cual se paró detrás de él como si fuese un capataz. Sólo le faltaba el puto látigo.

Esa actitud intimidaba a todos, a tal grado que la concentración aumentaba al 100%, porque si Alex
no sabía hacerlo era seguro que pasaría a otro para que lo hiciera. Al igual que todos estaba
concentrado en mis apuntes, anotando y tratando de resolver el ejercicio. Entonces, algo dentro de
mí hizo que levantara la vista enfocándome en mi madre.

Ella llevaba una blusa de manga larga de color salmón, una falda gris larga plisada, zapatos de tacón
pequeño negros, medias cafés, peinada con un chongo y usando sus lentes. Estaba parada ahí, como
un capataz, cruzada de manos y prácticamente de espaldas hacia mí. Yo estaba sentado en la sexta
fila, asiento tres desde la puerta del salón y mi madre veía hacia afuera del mismo.

Mi vista se quedó fija en ella. Esa postura desde mi perspectiva la hacía verse, no sé, imponente,
parada en posición de ¾ y con los brazos cruzados. Me quedé embobado con esa pose por unos
segundos. Tenía algo que la hacía resaltar. Esa figura algo regordeta pero de buen ver me tenía
hipnotizado.

Regresé a la realidad y observé a mí alrededor pensando que mis compañeros me estaban mirando,
pero noté que estaban concentrados en sus libretas, temerosos de ser los siguientes “sacrificios”.
Reaccioné y seguí con lo mío, tomando clases como cualquier día normal.

Sábado 9 de Enero de 2010. Madrugada.

Recuerdo que un Sábado tuve un sueño bastante peculiar. Soñé que una mujer curvilínea me
abrazaba mientras se frotaba contra mi cuerpo. Estábamos ambos desnudos. Ella exhalaba y emitía
pequeños gemidos sensuales en mi oído que me excitaban, mientras sus carnes apetitosas se
rozaban contra mi cuerpo.

Yo estaba inmóvil, consumido por el placer. Recuerdo que su cabello era castaño y peinado con
caireles, siendo adornado por una máscara blanca. Ella me lamía el oído mientras su mano exploraba
mi cuerpo en busca de mi miembro. Entre más bajaba su mano, más se incrementaban sus gemidos,
siendo embriagada por el placer.

Cuando estaba a punto de agarrármela me desperté. Estaba agitado, sudando, como si hubiese
tenido una pesadilla, pero, no me sentía asustado. Estaba intrigado. Pensé en ese momento ¿quién
era esa mujer? No le ví el rostro, tampoco me acordaba de su cuerpo desnudo. Me percaté entonces
que mi mano estaba humedecida y pegajosa y la observé. Entonces supe lo que había pasado. Había
tenido un “sueño húmedo” con una mujer que no sabía quién era y ni cómo era. Lo que recuerdo
con nitidez es la sensación que tuve, de una incontrolable excitación y morbo combinados. No tenía
esa sensación desde que había visto mi primera porno.

Recuerdo bien una escena de esa película. Era una película “vintage” de los 70’s que una vez pasaron
el cuarto de un hotel de Acapulco en nuestras vacaciones hacía 6 años. Mis papás no estaban y yo
me quedé para ver la TV. Le cambié y me encontré con un canal porno. La escena era de una mujer
muy hermosa recostada sobre un sillón cama y totalmente desnuda siendo observada por otra
mujer de igual belleza, esta vestida con un traje negro. Ella veía a la otra con una mirada de
desprecio y deseo. La mujer de negro se acercó a ella y la besó apasionadamente mientras la otra
la desnudaba con rapidez. Mi primer porno fue de lesbianas vintage de los 70’s. Esa sensación de
emoción no la había sentido desde entonces. De un nerviosismo provocado por la adrenalina y la
excitación inigualables.

Esa misma sensación era la que sentía en esos momentos, al despertarme de ese sueño húmedo
con esa mujer de cabello castaño, caireles, máscara blanca y curvilínea. Me metí a bañar para
quitarme toda la lefa que solté tras esa fantasía que mi subconsciente trabajó, haciendo el menor
ruido posible para no despertar a mis padres. Pero el baño lo único que hizo fue intrigarme más
sobre la identidad de esa mujer.

Pasaron varias horas, me levanté tarde ese Sábado, como a medio día. Mi madre había hecho de
almorzar y mi comida estaba en un sartén, ya que había salido al mercado. Y es que ella tenía la
costumbre de que cada Sábado en la noche se iba a una reunión de lectura con sus amigas.
Compraba cosas para botana y algo de vino tinto. Era el único día que realmente ella disfrutaba y
que lo consideraba su tiempo libre.
Básicamente era como un ritual. Comíamos a las 4 de la tarde. A las 6 ella se bañaba, a las 7 se
arreglaba elegantemente y a las 8 tomaba su carro y se iba a su reunión y regresaba como a las 12
o una de la mañana del Domingo, con una sonrisa y relajación que no tenía en toda la semana.

Era como si recargara pilas con esas reuniones que tenía. Así que mi padre y yo las respetábamos,
porque de no hacerlo, sería enfrentar una pelea con ella, y cuando ella se enfadaba era un
energúmeno que podía decir mierda y media que no venían al caso. Así que era mejor llevar las
cosas por la paz.

Como relojito inglés, a las 8 de la noche mi madre estaba a punto de salir. Iba muy elegante. Vestida
con un vestido negro de una pieza con falda amplia adornado con una chaqueta roja con diseños de
flores, su bolso negro y peinada para atrás con una cola de caballo, maquillada sutilmente y
perfumada oliendo a jazmín.

Se despidió de nosotros y nos dijo que regresaría tarde. Tomó sus cosas y salió de la casa. Había
dejado la cena hecha, así que no tuvimos broncas mi papá y yo. Esa noche me puse a ver los partidos
de fútbol y después a jugar videojuegos. No noté cuanto tiempo había pasado hasta que escuché
como abrían la cochera de mi casa. Mi madre había regresado de su noche de lectura. Entonces ví
el reloj y mi sorpresa fue mayúscula. Eran casi las tres de la mañana. Mi padre ya estaba dormido y
se me hizo mala onda despertarlo.

Mi madre cerró las puertas de la cochera tras meter el carro, a la vez que yo bajaba por las escaleras
para abrirle y ayudarle con sus cosas. Al abrir la puerta noté que ella venía un poco pasada de copas,
pero aún en sus cinco sentidos, sorprendiéndose de mi presencia:

¿¡Aún sigues despierto?! – Dijo sorprendida.


¡Estaba jugado con mi consola, no me di cuenta de la hora! – Le dije un poco apenado.
¡No deberías estar tanto tiempo metido en esas cosas, no es bueno para tu salud! – Me dijo con
cierta displicencia - ¡Ayúdame con mis cosas, que están pesadas! – Añadió mientras entraba a la
casa tratándose de cubrir del frío.
Acaté la orden de ella y recogí su canasta mientras ella caminaba hacia la cocina. Sujeté la canasta
con los trastes vacíos de lo que había preparado y la botella de vino tino a medio llenar y entré a la
casa cerrando la puerta tras de mí.

Entonces, algo, alguna fuerza hizo que volteara hacía mi izquierda centrando mi atención en una
foto vieja de mis padres en el día de su boda. Ambos sonriendo afuera de la Iglesia, mi padre muy
elegante y mi madre muy bella.

Algo me hizo helar la sangre y ponerme muy nervioso, y es que el peinado de mi madre en aquella
foto y su velo coincidían con la de la mujer de mi fantasía. Cabello castaño peinado en caireles con
una corona de olivos blancos.

Y entonces, como una epifanía la imagen de la mujer de la fantasía se aclaró, ese rostro que no pude
ver obtuvo forma y era el de mi madre. En esa fantasía mi madre se frotaba contra mí extasiada y
embriagada de placer mientras me gemía al oído como hembra en celo.

Después de esa revelación observé a mi madre detalladamente mientras un sudor frío recorría mi
espina; ella estaba parada en la entrada de la cocina observándola para ver si no había algo
pendiente:

¡¿Cenaron lo que les dejé?! – Dijo visiblemente cansada.

Yo asenté con la cabeza y nervioso por la situación. Lleve las cosas a la cocina siendo un manojo de
nervios tratando de controlarme, lo cual mi madre notó de inmediato:

¡¿Te sientes bien?! – Dijo preocupada.


¡Sí, me siento bien! – Respondí nervioso por la situación.
¡No, a ti te pasa algo! – Recalcó un poco intrigada.
¡Me siento bien! – Contesté un poco exaltado.

Mi madre sólo se quedó callada observándome con recelo e incredulidad, pero decidió no darle
importancia ante mi comportamiento:
¡Como quieras! – Dijo un poco sentida por mi contestación - ¡Ya que estás aquí ayúdame a guardar
las cosas de la canasta! – Añadió.

Yo sólo asentí con la cabeza acatando su orden, pero no quería voltearla a ver, ya que si lo hacía esa
imagen de esa fantasía volvería a mi mente. Intenté concentrarme en la tarea que me encomendó.
Guardé los trastes que estaban aún limpios en los gabinetes respectivos, con cierto nerviosismo.
Eso provocaba que golpeara los trastes los unos contra los otros mientras los guardaba, generando
mucho ruido que interrumpía el silencio incómodo que inundaba la cocina.

Mi madre sólo me volteaba a ver con mirada penetrante, disgustada por el “escándalo que hacía”.
De esas miradas que te dicen todo. Entendí el mensaje y, tratando de controlarme, continúe con mi
tarea. Al mismo tiempo, mi madre guardaba la botana en la alacena, pero había algunas cosas que
debían ir en la parte más alta.

Ella tomó una silla y se subió en ella para poder alcanzar los estantes más retirados para seguir
acomodando las cosas. Al mismo tiempo, yo había terminado mi labor, fue cuando ella me llamó
para que le ayudara:

¡Sostenme la silla mientras acomodo estas cosas! – Me dijo mientras seguía acomodando las cosas.

Sin decir una palabra, me acerqué a ella y le detuve la silla sosteniéndola de los filos laterales del
asiento. Pasaron unos segundos y me percaté de algo que hizo que mi corazón y mi verga estuvieran
a mil.

Levanté la vista y enfrente de mi estaban las piernas de mi madre, cubiertas hasta la parte superior
de los tobillos por esa falda negra. Subí la mirada un poco y me fijé que ella estaba concentrada
acomodando las cosas en la alacena. No sé lo que me impulsó, un instinto primitivo quizás, pero no
dudé en ese momento, tragué saliva y decidí aprovechar esa oportunidad.

Aprovechando la amplitud de esa falda, lentamente empecé a subirla poco a poco, mostrándome
ese bello panorama de esas portentosas piernas maternales que yacían frente a mí.

Voltee de reojo a ver a mi madre, seguía concentrada en lo suyo, y seguí con mi atrevimiento.
Lentamente la imagen de los tobillos se convirtió en un par de pantorrillas bien torneadas y
definidas, endurecidas por el esfuerzo de sostener ese cuerpo regordete pero deseable.

Tragué saliva ante mi nerviosismo y excitación. ¡Carajo, le estaba levantando la falda a mi mamá!
Quise ver más, así que de manera muy cuidadosa seguí levantando, pero no mucho ya que ella podía
darse cuenta. Así que decidí agacharme para observar más a detalle.

Al hacerlo vislumbré un panorama mucho más erótico, esos muslos de apariencia dura y regordetes,
cubiertos hasta la mitad por esas medias sensuales. Como niño en dulcería, estaba extasiado.

Sin embargo quería ver más, pero la oscuridad de la falda y la posición en la que estaba me hacían
muy difícil el panorama. Intenté agacharme más, pero en ese instante ella hizo un movimiento
brusco que hizo que reaccionara y dejara ver. Nervioso y aparentando como si nada pasara, levanté
la vista y ví que mi madre me observaba de reojo con una mirada seria y penetrante:

¡¿Qué estás haciendo?! – Me dijo mientras me observaba y a la vez seguía acomodando las cosas.
¡Nada! – Respondí muy nervioso y alejando mi mirada de ella.

Ella siguió observándome con mucha sospecha, pero al cabo de unos segundos, regresó a lo que
estaba haciendo. Por mi parte, esa mirada me dejó congelado. No sabía qué pensar. ¿Me cachó
viéndola por debajo de su falda? ¿O simplemente no se dio cuenta y pensó que estaba haciendo
otra cosa?

Las ideas eran un torbellino en mi cabeza, y no podía pensar claramente. Mi deseo de seguir viendo
contra mi instinto de supervivencia. ¿Cuál de los dos pesaría más en ese momento? Debo confesar
que la supervivencia ganó en ese momento, pero perdería la guerra en los meses venideros.

Pasaron unos minutos, mi madre terminó de acomodar las cosas en la alacena y la ayudé a bajarse
de la silla, como si nada hubiera pasado. Apagamos las luces de la cocina y nos subimos a dormir,
ella en su cuarto a lado de mi padre y yo al mío.

Me encerré, apagué mi consola, me desvestí y me fui a dormir. Intenté conciliar el sueño, pero las
imágenes combinadas de la fantasía erótica que tuve con las imágenes de ese par de piernas debajo
de esa falda, no me dejaban hacerlo.

De manera instintiva, mientras pensaba en ello, llevé mi mano a mi verga y empecé a jalármela
pensando en mi madre. En esas gloriosas piernas y en esa fantasía donde ella era mi hembra. Esa
chaqueta fue de las que más me duraron, estuve como una hora fantaseando con ella y tuve una
corrida impresionante.
Después de venirme y de pensar detenidamente, me vino un sentimiento de culpa y remordimiento.
A fin de cuentas, me masturbé pensando en la mujer que me concibió. Sin embargo, esa conciencia
que me decía que lo que hice estuvo mal estaba entremezclada con un poderoso sentimiento de
erotismo, de excitación y deseo. Un deseo prohibido sobre una mujer prohibida por todos los
estándares sociales conocidos.

Eso era lo que lo hacía genial, esa prohibición, esa gran muralla. Los hombres siempre se han sentido
atraídos hacia lo prohibido, y lo han desafiado desde que la humanidad es humanidad, y entre más
inalcanzable sea ese objetivo, más deseos descontrolados tenemos sobre este.

Mi Monte Everest, mi Viaje a la Luna apenas daban inicio. Di el primer paso de un camino que no
sabría cómo iba a terminar y no sabía cómo recorrerlo. Lo único que pensé en ese momento después
de masturbarme es que quería más. La imagen de mi madre había cambiado para mí. Ya no era esa
mujer que podía ser estricta pero cariñosa, mandona pero caritativa, regañona pero amable. Ya no
era esa maestra de preparatoria que se vestía de manera muy conservadora o esa madre que me
ponía a estudiar como loco para sacar buenas calificaciones.

Mi madre, a partir de esa noche, se convirtió en mi affair, en la imagen de mis fantasías, en una puta
que sería sometida a innumerables posiciones sexuales dentro de mi mente y que las disfrutaría
embriagada de la excitación. Sería vestida con incontables disfraces fetichistas, me acompañaría en
mi lujuria para satisfacer cada célula de mi cuerpo. Mi objeto sexual, mi concubina, mi amante, mi
prohibición.

El camino apenas acaba de iniciar…

Mujer Prohibida Parte 3: Atreverse

Viernes 13 de Marzo de 2010. Tarde.

Mi obsesión con mi madre ha ido incrementándose. Cada vez que voy a la cama me la imagino con
atuendos sensuales, poses sugerentes, gestos provocativos… Y cada vez que la veo no puedo evitar
sentir excitación. Un morbo que lleva mis latidos a un ritmo acelerado.

Pensar en ella constantemente se ha convertido en un deleite, pero también en una tortura. Pensar
que es inalcanzable, lejana, imposible… prohibida. Eso me detiene, pero a la vez me motiva.

¿Será por eso, porque es la mujer más prohibida a la que un hombre puede acceder, su propia
madre? No lo sé, sin embargo eso no era suficiente para disuadirme. Mis hormonas le estaban
dando una paliza a mi cerebro.
Era tarde, mi madre estaba lavando ropa y estaba concentrada en lo suyo. Yo en mi cuarto, tratando
de distraerme. Estaba haciendo tarea de matemáticas y física. Mientras estaba pensando en el
problema, mi mente empezó a divagar, pensando varias cosas, y de repente volví a imaginármela.
Esta vez en topless, usando sólo una tanga negra, tacones y bisutería.

Esa imagen era fantástica. Tímida, pero atrayente. Sus ojos y su cuerpo me invitaba a poseerla.
Según dicen, el lenguaje corporal dice más que más que el lenguaje hablado.

Volví en mi después de esa imagen tan agradable. Mi corazón latía rápido y ya no estaba
concentrado en mi tarea. Trataba de seguir en ella, pero la imagen de mi madre seguía en mi mente.

Debía hacer algo para distraerme, pero la obsesión era inmensa.

Recordé que ella estaba lavando ropa, así que decidí aprovechar la oportunidad. Siempre pensé en
qué clase de lencería usaba ella. Bueno, era hora de averiguarlo.

De manera sigilosa fui a su cuarto asegurándome de que no entrara a la casa e ingresé a él. Empecé
a buscar el buró donde guarda su ropa, viendo que estaba en la entrada de la habitación.

Con nerviosismo, pero emocionado, empecé a buscar en su cajón algo que me ayudará a sobrellevar
esa obsesión. Buscaba en sus cajones, y sólo encontraba lencería típica de madre, nada que alentara
a mi lívido. Pero entonces, en la parte de hasta atrás del cajón encontré la veta de oro. Todo tipo de
lencería súper sensual, y entonces tomé unas pantaletas para observarlas bien. Negras, g-string,
algo que usaría una mujer muy sensual.

Eran impresionantes; de seda y encajes, sin usar, el g-string muy delgado, diseñado para que las
nalgas luzcan como deben hacerlo.

Pude quedarme todo el día admirando esa ropa, pero sabía que mi madre podría entrar y cacharme
en la movida. Decidí guardarme esas pantaletas. Ordené todo como estaba y salí del cuarto.

Esa noche usé esas sensuales bragas para mastubarme con ellas, pensando en el mujerón que es mi
madre.

Martes 23 de Marzo de 2010. Hora de la comida.

Estábamos en la comida, recién mi madre estaba sirviendo los platos y yo sólo podía pensar en lo
mamazota que era. Imaginándola en lencería provocativa con ese par de poderosas piernas que
despertaron mi interés en ella.
Si no estuviera comiendo, me la hubiera jalando pensando en esas piernas… pero debía
controlarme. Pasó la comida de manera normal, mi padre tovadía no llegaba. Entonces mi madre
empezó a cuestionarme sobre mis calificaciones:

- ¡¿Y cómo vas en la escuela?! – Me dijo interesada en mis calificaciones.

Reaccioné un poco sorprendido, no porque fuera mal, al fin y al cabo era buen estudiante. Reaccioné
un poco nervioso porque en ese momento estaba fantaseando con ella.

- ¡Esteeee… bien, voy bien! – Dije algo nervioso.


- ¡¿Bien, estás seguro?! – Mary añadió un poco incrédula.

Mi reacción hizo que ella dudara de mis palabras. Vaya, si te están preguntando sobre tus notas y
tú contestas de esa manera tan nerviosa y tajante, es obvio que dudes.

Para evitarme broncas, me levanté y fui a mi mochila para sacar mi boleta y se la mostré a mi madre.
Su incredulidad pasó a felicidad al ver mis buenas notas:

- ¡Will, estas son buenas calificaciones, felicidades! – Me dijo muy orgullosa.


- ¡Gracias mamá! – Respondí algo apenado.

Y es que realmente seguía nervioso porque tenía en mente a mi madre en cuatro siendo penetrada
por mi verga:

- ¡Esto se merece un regalo. Dime, ¿qué quieres?! – Me dijo de manera muy alegre.

¿Que qué quiero? De ser sincero, que en ese momento que se desnudara muy sensualmente, me
bailara restregándome su suculenta carnosidad y termináramos cogiendo sin descanso alguno. Pero
obviamente no podía pedir eso:

- ¡Realmente no se me ocurre nada mamá! – Dije un poco decepcionado por la situación.


- ¡Bueno, ya se te ocurrirá algo, pero sí recibirás un abrazo de tu madre! – Recalcó ella de felicidad.

Y es que ella me abrazó con todas sus fuerzas feliz por mis notas. Ese movimiento me tomó por
sorpresa. Casi no podía disimular mi erección. Es lo más cerca que estaba de rozar mi cuerpo con el
de ella. Y entonces decidí aprovechar este momento. Decidí aprovecharlo para de manera muy sutil
toquetearla.

De reojo empecé a verle el culo, que estaba rebozante ante mis ojos. Mi corazón empezó a latir
rápidamente. Estaba emocionado por tan increíble oportunidad. Lo más cercano a gozar de ese
cuerpo prohibido.
Lentamente bajé mi mano izquierda hasta su cadera, y con mis dedos empecé a rozarla sútilmente.
Era una jugada muy audaz y riesgosa. Pero no me importó. Mis dedos estaban rozando ese culo de
proporciones pornnográficas perteneciente a mi madre. Mi erección empezó a descontrolarse a tal
grado que tuve que hacer a un lado mi cadera para que mi madre no se diera cuenta mientras seguía
explorándola con las yemas de mis dedos.

Sin embargo, creo que ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo ya que sentí como detuvo su
abrazo efusivo.

Ella me separó de manera amable pero tajante y me observó nerviosa y con preocupación:

- ¡¿Estás bien Will? – Me dijo un poco preocupada.


- ¡¿Bien, claro que sí?! – Respondí con una sonrisa - ¡¿Por qué?! – Añadí con incredulidad fingida.
- ¡Es que… Sentí algo contigo. ¿Estás seguro?! – Me dijo preocupada y algo apenada.

Yo sabía que ella había sentido mi erección, no lo podía evitar y ella se dio cuenta de ello, así como
no pude evitar verle el escote de su blusa que hizo que mi erección se pusiera a mil. Ella se dio
cuenta y me soltó la bomba:

- ¡Sé que estás en una edad en donde tienes dudas e inquietudes, pero soy tu madre. No puedes
verme así. Si tienes dudas con gusto te las respondo, pero tienes que confiar en mí primero. ¿OK?!
– Me dijo nerviosa y algo molesta.

Se había dado cuenta de que tenía una erección por su culpa. Pero lejos de intimidarme o
incomodarme, decidí seguirle el juego:

- ¡Sí mamá, no te preocupes, estaba pensando en otra cosa. No te preocupes! – Le dije fingiendo
nerviosismo y pena.
- ¡OK. Sabes que te quiero y que estoy para ti en todo lo que necesites. Sólo quiero que tengas las
herramientas necesarias para que no cometas errores! – Me dijo algo calmada pero preocupada por
mi actitud.
- ¡Si, no te preocupes! – Añadí.

Mi madre se limitó a sonreírme de manera amable, se sentó y siguió comiendo. Yo hice lo mismo,
aparentando como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, pasó. Y es que el hecho de que mi
madre se percatada de mis deseos sexuales hacia ella hacían que esta fantasía se elevara a otro
nivel. Ya no solamente era yo el que estaba consciente de ello. Ahora mi madre también lo sabía…
y eso era aún más excitante.

Sábado 18 de Abril de 2010. Medio día.


Mi madre estuvo todo el día limpiando la casa, mientras mi padre estaba arreglando su carro. Yo no
podía dejar de pensar en ella, pero tampoco me la podía pasar todo el día jalándomela en fantasías.
Así que también estuve limpiando mis cosas. Ese día pudo ser normal, hasta que mi madre me dio
un aviso:

- ¡Will, me voy a meter a bañar. Si me buscan por teléfono les dices que me hablen más al rato! –
Me dijo gritándome desde el baño.

Y entonces mi corazón se desbocó. Una oportunidad para darle forma a mis fantasías. Hasta ahora
lo único que tenía de mi madre en mi mente eran sus piernas, pero verla desnuda me ayudaría
mucho para saciar mi sed sexual.

Y entonces decidí avanzar un paso más. Espiarla mientras se duchaba. Espere unos minutos y me
aseguré que mi padre estuviese ocupado. Tomé aire y como un ninja entré al cuarto de mis padres
y me dirigí a la puerta del baño. Escuchaba como caía el agua y era sacudida por los movimientos
de mi madre, a la vez que ella tarareaba una canción romántica.

Tragué saliva y lentamente abrí la puerta del baño dejándola emparejada detrás de mi para salir
rápido por cualquier situación. Me oculté detrás de una saliente de la pared y decidí ver de reojo y
por fin las puertas del Nirvana se me abrieron, mi madre totalmente desnuda.

A unos cuantos metros de mí estaba la mujer prohibida dueña de mis chaquetas. Decidí arriesgarme
y observar más a detalle tan hermoso panorama.

Ella se duchaba en una regadera con puertas traslúcidas, de espaldas a mí, pero por fin podía
admirar ese cuerpo desnudo, con siluetas de bronceado en sus pechos y nalgas, lo que la hacían
verse más natural y apetecible.

Un cuerpo que a pesar de su madurez estaba como quería. Una mujer madura lista para cogerse sin
descanso alguno. Ella no se había dado cuenta de mi presencia disfrutando de su relajante baño que
se había ganado.

Y entonces para mi sorpresa se agachó para lavarse sus piernas alzando ese culo apetecible que se
cargaba.

Y no pude evitarlo. Ante tal escena lentamente bajé mi cierre y empecé a masturbarme ante el
cuerpo desnudo de mi madre.

Era un sueño hecho realidad. Tanto tiempo pensando en él y por fin podía verlo. La escena superaba
cualquiera de mis expectativas.
Yo me la jalaba, observándola detenidamente mientras ella se acariciaba dejando que el agua
escurriera por toda su humanidad. Cada gota de agua recorría su curvatura madura y femenina.
Cada hebra de cabello mojado la hacían verse mejor, pero a pesar de toda la escena, aún no podía
verla al 100%.

Y entonces sucedió, mis peticiones fueron escuchadas. Mi madre se dio vuelta mostrándome toda
su humanidad en su máxima expresión.

Por fin podía verla desnuda, por fin mis fantasías tendrían una forma definida y no una invención
mía. Ahí estaba mi sabrosa madre totalmente encuerada ante mis ojos. Senos copa C, algo caídos
por la edad, pero muy apetecibles, con pezones de color bronce de tamaño ideal.

¡Quería hacerme una rusa con esas tetas maternas! Su sobrepeso la hacían verse muy deseable. No
sé, era más excitante que las modelos plásticas del internet o del porno.

Su sexo adornado por vello púbico negro, recortado para darle forma y que lejos de ser
matapasiones despertaban y endurecían más mi verga. Y sus muslos rodeando esa vagina, esos
muslos que dispararon todo.

Ella no se había dado cuenta de mi presencia, pensé que sí porque se había volteado, pero no. Mis
jalones empezaron a incrementarse mientras mi madre seguía bañándose. Yo me enfocaba en esas
tetas y en esa vagina coronada por ese vello, pensando en infinitas posibilidades.

Mi masturbación fue tan intensa que no pude contenerme, viniéndome en el piso del baño de mis
padres mientras contemplaba tan hermoso escenario.

Estuve un poco agitado, pero mi satisfacción no pudo ser ya que escuché un ruido abajo. Era mi
padre que había entrado a la casa. Medio limpié el semén del suelo y salí rápidamente cerrando con
cuidado la puerta detrás de mí.

No sé si mi madre se dio cuenta o no, pero finalmente había logrado un avance. Por fin la había visto
desnuda. Estaba extasiado. Mis fantasías tendrían forma y fondo.

Pensé que mi deseo quedaría hasta ahí y que las oportunidades ya no serían mejores… pobre
ingenuo. No tenía idea de lo que nos esperaba a ambos.

los recuerdos del incesto con mi madre ebria


a mi madre me la cogí desde que tenia 16 años, a partir de ahí hasta hoy ya con 52 han sido varias
veces, y aunque ustedes dirán que es lo peor que hice, para mi no ya que a mi madre siempre le ha
gustado la verga y mas estando ebria pues así fue como engaño a mi padre varias veces, hasta que
lo dejo por otro hombre por eso no me arrepiento de haberlo hecho y aunque siempre a sido
estando ebria no saben lo rico y emocionante que es cogerse a una madre, hoy les contare una de
esas veces y paso cuando ella ya teniendo 57 años llego de visita a mi casa y después de convivir
con mi familia empezó a tomar, con el pretexto de sufrir por la perdida de su viejo tiempo atrás así
que mientras platicábamos y bebíamos yo ya con la idea de volvérmela a coger sentí como mi verga
se paraba, hasta que mi mujer ya cansada decidió irse a dormir y yo esperando el momento seguí
diciendo salud con mi madre, hasta que al verla mas ebria y sabiendo como se calentaba puse una
película pornográfica, y al momento de verla dijo hay hijo ya vas a empezar con esas cosas feas quita
eso no ves que te hace daño, ahorita le dije mientras me apretaba la verga y pues aunque no quisiera
la empezamos a ver y al correr de la película y ver que no perdía detalle me saque la verga y ahí
frente a ella me empece a masturbar, y luego de ver lo que hacia basto quedarnos viendo para luego
de sentarme junto a ella acariciar sus delgadas piernas mientras tomando su mano la ponía en mi
verga, y ella sin decir nada me la empezó a apretar sin dejar de ver la película, yo ya caliente le metí
mi mano por atrás hasta tocar sus flácidas nalgas y luego de acariciarlas un poco, bajar hasta tocar
su floreado ano el cual nunca eh penetrado pero me muero por hacerlo, y luego de darle gusto con
mi dedo baje hasta su ya mojada y babosa verija y mientras la acariciaba ella apretaba mas mi verga
ya queriéndola sentir adentro, así que hincando-la ahí mismo en el piso le baje los calzones y sin
hacerla esperar mi verga empezó a entrar y salir era increíble ver de nuevo mi verga entrar y salir
de mi madre con el riesgo de ser descubiertos, y tal ves por eso cuando me empece a venir me sentí
lo máximo, luego que le eche todos mis mocos saque mi verga sin dejar de acariciar su ano el cual
ya sentía mas abierto, y cuando estaba a punto de darle también verga se oyeron unos ruidos y
aprisa la acomode lo mejor que pude y luego de quitar la película me senté pero al ver que había
sido falsa alarma seguimos viendo la televisión como si nada y luego de un rato y con pena de verla
le dije, bueno mama vamos a dormir, si hijo contesto como si no hubiera pasado nada, y así fue una
de tantas veces que me cogí a mi madre espero me comprendan y les haya gustado y opinen para
continuar con otra ves.a mi madre me la cogí desde que tenia 16 años, a partir de ahí hasta hoy ya
con 52 han sido varias veces, y aunque ustedes dirán que es lo peor que hice, para mi no ya que a
mi madre siempre le ha gustado la verga y mas estando ebria pues así fue como engaño a mi padre
varias veces, hasta que lo dejo por otro hombre por eso no me arrepiento de haberlo hecho y
aunque siempre a sido estando ebria no saben lo rico y emocionante que es cogerse a una madre,
hoy les contare una de esas veces y paso cuando ella ya teniendo 57 años llego de visita a mi casa y
después de convivir con mi familia empezó a tomar, con el pretexto de sufrir por la perdida de su
viejo tiempo atrás así que mientras platicábamos y bebíamos yo ya con la idea de volvérmela a coger
sentí como mi verga se paraba, hasta que mi mujer ya cansada decidió irse a dormir y yo esperando
el momento seguí diciendo salud con mi madre, hasta que al verla mas ebria y sabiendo como se
calentaba puse una película pornográfica, y al momento de verla dijo hay hijo ya vas a empezar con
esas cosas feas quita eso no ves que te hace daño, ahorita le dije mientras me apretaba la verga y
pues aunque no quisiera la empezamos a ver y al correr de la película y ver que no perdía detalle
me saque la verga y ahí frente a ella me empece a masturbar, y luego de ver lo que hacia basto
quedarnos viendo para luego de sentarme junto a ella acariciar sus delgadas piernas mientras
tomando su mano la ponía en mi verga, y ella sin decir nada me la empezó a apretar sin dejar de ver
la película, yo ya caliente le metí mi mano por atrás hasta tocar sus flácidas nalgas y luego de
acariciarlas un poco, bajar hasta tocar su floreado ano el cual nunca eh penetrado pero me muero
por hacerlo, y luego de darle gusto con mi dedo baje hasta su ya mojada y babosa verija y mientras
la acariciaba ella apretaba mas mi verga ya queriéndola sentir adentro, así que hincando-la ahí
mismo en el piso le baje los calzones y sin hacerla esperar mi verga empezó a entrar y salir era
increíble ver de nuevo mi verga entrar y salir de mi madre con el riesgo de ser descubiertos, y tal
ves por eso cuando me empece a venir me sentí lo máximo, luego que le eche todos mis mocos
saque mi verga sin dejar de acariciar su ano el cual ya sentía mas abierto, y cuando estaba a punto
de darle también verga se oyeron unos ruidos y aprisa la acomode lo mejor que pude y luego de
quitar la película me senté pero al ver que había sido falsa alarma seguimos viendo la televisión
como si nada y luego de un rato y con pena de verla le dije, bueno mama vamos a dormir, si hijo
contesto como si no hubiera pasado nada, y así fue una de tantas veces que me cogí a mi madre
espero me comprendan y les haya gustado y opinen para continuar con otra ves.a mi madre me la
cogí desde que tenia 16 años, a partir de ahí hasta hoy ya con 52 han sido varias veces, y aunque
ustedes dirán que es lo peor que hice, para mi no ya que a mi madre siempre le ha gustado la verga
y mas estando ebria pues así fue como engaño a mi padre varias veces, hasta que lo dejo por otro
hombre por eso no me arrepiento de haberlo hecho y aunque siempre a sido estando ebria no saben
lo rico y emocionante que es cogerse a una madre, hoy les contare una de esas veces y paso cuando
ella ya teniendo 57 años llego de visita a mi casa y después de convivir con mi familia empezó a
tomar, con el pretexto de sufrir por la perdida de su viejo tiempo atrás así que mientras
platicábamos y bebíamos yo ya con la idea de volvérmela a coger sentí como mi verga se paraba,
hasta que mi mujer ya cansada decidió irse a dormir y yo esperando el momento seguí diciendo
salud con mi madre, hasta que al verla mas ebria y sabiendo como se calentaba puse una película
pornográfica, y al momento de verla dijo hay hijo ya vas a empezar con esas cosas feas quita eso no
ves que te hace daño, ahorita le dije mientras me apretaba la verga y pues aunque no quisiera la
empezamos a ver y al correr de la película y ver que no perdía detalle me saque la verga y ahí frente
a ella me empece a masturbar, y luego de ver lo que hacia basto quedarnos viendo para luego de
sentarme junto a ella acariciar sus delgadas piernas mientras tomando su mano la ponía en mi verga,
y ella sin decir nada me la empezó a apretar sin dejar de ver la película, yo ya caliente le metí mi
mano por atrás hasta tocar sus flácidas nalgas y luego de acariciarlas un poco, bajar hasta tocar su
floreado ano el cual nunca eh penetrado pero me muero por hacerlo, y luego de darle gusto con mi
dedo baje hasta su ya mojada y babosa verija y mientras la acariciaba ella apretaba mas mi verga ya
queriéndola sentir adentro, así que hincando-la ahí mismo en el piso le baje los calzones y sin hacerla
esperar mi verga empezó a entrar y salir era increíble ver de nuevo mi verga entrar y salir de mi
madre con el riesgo de ser descubiertos, y tal ves por eso cuando me empece a venir me sentí lo
máximo, luego que le eche todos mis mocos saque mi verga sin dejar de acariciar su ano el cual ya
sentía mas abierto, y cuando estaba a punto de darle también verga se oyeron unos ruidos y aprisa
la acomode lo mejor que pude y luego de quitar la película me senté pero al ver que había sido falsa
alarma seguimos viendo la televisión como si nada y luego de un rato y con pena de verla le dije,
bueno mama vamos a dormir, si hijo contesto como si no hubiera pasado nada, y así fue una de
tantas veces que me cogí a mi madre espero me comprendan y les haya gustado y opinen para
continuar con otra ves.a mi madre me la cogí desde que tenia 16 años, a partir de ahí hasta hoy ya
con 52 han sido varias veces, y aunque ustedes dirán que es lo peor que hice, para mi no ya que a
mi madre siempre le ha gustado la verga y mas estando ebria pues así fue como engaño a mi padre
varias veces, hasta que lo dejo por otro hombre por eso no me arrepiento de haberlo hecho y
aunque siempre a sido estando ebria no saben lo rico y emocionante que es cogerse a una madre,
hoy les contare una de esas veces y paso cuando ella ya teniendo 57 años llego de visita a mi casa y
después de convivir con mi familia empezó a tomar, con el pretexto de sufrir por la perdida de su
viejo tiempo atrás así que mientras platicábamos y bebíamos yo ya con la idea de volvérmela a coger
sentí como mi verga se paraba, hasta que mi mujer ya cansada decidió irse a dormir y yo esperando
el momento seguí diciendo salud con mi madre, hasta que al verla mas ebria y sabiendo como se
calentaba puse una película pornográfica, y al momento de verla dijo hay hijo ya vas a empezar con
esas cosas feas quita eso no ves que te hace daño, ahorita le dije mientras me apretaba la verga y
pues aunque no quisiera la empezamos a ver y al correr de la película y ver que no perdía detalle
me saque la verga y ahí frente a ella me empece a masturbar, y luego de ver lo que hacia basto
quedarnos viendo para luego de sentarme junto a ella acariciar sus delgadas piernas mientras
tomando su mano la ponía en mi verga, y ella sin decir nada me la empezó a apretar sin dejar de ver
la película, yo ya caliente le metí mi mano por atrás hasta tocar sus flácidas nalgas y luego de
acariciarlas un poco, bajar hasta tocar su floreado ano el cual nunca eh penetrado pero me muero
por hacerlo, y luego de darle gusto con mi dedo baje hasta su ya mojada y babosa verija y mientras
la acariciaba ella apretaba mas mi verga ya queriéndola sentir adentro, así que hincando-la ahí
mismo en el piso le baje los calzones y sin hacerla esperar mi verga empezó a entrar y salir era
increíble ver de nuevo mi verga entrar y salir de mi madre con el riesgo de ser descubiertos, y tal
ves por eso cuando me empece a venir me sentí lo máximo, luego que le eche todos mis mocos
saque mi verga sin dejar de acariciar su ano el cual ya sentía mas abierto, y cuando estaba a punto
de darle también verga se oyeron unos ruidos y aprisa la acomode lo mejor que pude y luego de
quitar la película me senté pero al ver que había sido falsa alarma seguimos viendo la televisión
como si nada y luego de un rato y con pena de verla le dije, bueno mama vamos a dormir, si hijo
contesto como si no hubiera pasado nada, y así fue una de tantas veces que me cogí a mi madre
espero me comprendan y les haya gustado y opinen para continuar con otra ves.a mi madre me la
cogí desde que tenia 16 años, a partir de ahí hasta hoy ya con 52 han sido varias veces, y aunque
ustedes dirán que es lo peor que hice, para mi no ya que a mi madre siempre le ha gustado la verga
y mas estando ebria pues así fue como engaño a mi padre varias veces, hasta que lo dejo por otro
hombre por eso no me arrepiento de haberlo hecho y aunque siempre a sido estando ebria no saben
lo rico y emocionante que es cogerse a una madre, hoy les contare una de esas veces y paso cuando
ella ya teniendo 57 años llego de visita a mi casa y después de convivir con mi familia empezó a
tomar, con el pretexto de sufrir por la perdida de su viejo tiempo atrás así que mientras
platicábamos y bebíamos yo ya con la idea de volvérmela a coger sentí como mi verga se paraba,
hasta que mi mujer ya cansada decidió irse a dormir y yo esperando el momento seguí diciendo
salud con mi madre, hasta que al verla mas ebria y sabiendo como se calentaba puse una película
pornográfica, y al momento de verla dijo hay hijo ya vas a empezar con esas cosas feas quita eso no
ves que te hace daño, ahorita le dije mientras me apretaba la verga y pues aunque no quisiera la
empezamos a ver y al correr de la película y ver que no perdía detalle me saque la verga y ahí frente
a ella me empece a masturbar, y luego de ver lo que hacia basto quedarnos viendo para luego de
sentarme junto a ella acariciar sus delgadas piernas mientras tomando su mano la ponía en mi verga,
y ella sin decir nada me la empezó a apretar sin dejar de ver la película, yo ya caliente le metí mi
mano por atrás hasta tocar sus flácidas nalgas y luego de acariciarlas un poco, bajar hasta tocar su
floreado ano el cual nunca eh penetrado pero me muero por hacerlo, y luego de darle gusto con mi
dedo baje hasta su ya mojada y babosa verija y mientras la acariciaba ella apretaba mas mi verga ya
queriéndola sentir adentro, así que hincando-la ahí mismo en el piso le baje los calzones y sin hacerla
esperar mi verga empezó a entrar y salir era increíble ver de nuevo mi verga entrar y salir de mi
madre con el riesgo de ser descubiertos, y tal ves por eso cuando me empece a venir me sentí lo
máximo, luego que le eche todos mis mocos saque mi verga sin dejar de acariciar su ano el cual ya
sentía mas abierto, y cuando estaba a punto de darle también verga se oyeron unos ruidos y aprisa
la acomode lo mejor que pude y luego de quitar la película me senté pero al ver que había sido falsa
alarma seguimos viendo la televisión como si nada y luego de un rato y con pena de verla le dije,
bueno mama vamos a dormir, si hijo contesto como si no hubiera pasado nada, y así fue una de
tantas veces que me cogí a mi madre espero me comprendan y les haya gustado y opinen para
continuar con otra ves.
los recuerdos del incesto con mi madre ebria 2

en el relato anterior les comente que sabia como calentar a mi madre y era viendo una película
pornográfica, bueno ahora les voy a contar como inicio eso, meses después que mi madre dejo a mi
padre para irse con mi mejor amigo y sabiendo que tal ves ya nunca volvería a cogérmela, me
aficione a ver las películas pornográficas, y cuando las veía pensaba como reaccionaria mi madre al
ver una, y para mi buena suerte no tardaría en comprobarlo pues una de esas noches en que tomaba
viendo una película tocaron la puerta y luego de quitarla abrí y vi a una de mis hermanas que por lo
güera que era decían que no era hija de mi padre y dijo, oye mi mama esta en la esquina tomada y
esta llorando porque dice que se peleo con el ese buey que hacemos ni modo de decirle a mi papa,
apenas oí eso y ya sentía a mi verga pararse al pensar que podía volver a cogerme a mi madre, y
fingiendo preocupación le dije, no como crees mira mejor tráela sin que mi papa se de cuenta y que
se quede aquí y ya mañana que se vaya, y luego de traerla a escondidas se fue y luego de cerrar la
puerta y ver a mi madre ebria le dije mientras le daba una cuba, mire nada mas como anda de seguro
por eso tubo problemas con ese buey, hay hijo pues que te digo si ya sabes como soy, si ya se le dije
viéndole las piernas, usted nunca va a cambiar ni modo salud, y ya caliente por ver su reacción puse
la película y al aparecer una mujer masturbándose le dije ya vio mama, y al mirar y quedarse muda
unos segundos dijo, hay dios que hace esa mujer, hay mama no me diga que nunca había visto algo
así, pues no hijo mira nada mas como se toca canija y mientras veía interesada la película yo ya
agarrándome mi parada verga le dije, le gusta como lo hace le dije agarrándome la verga, si que rico
se lo hace la canija, apenas oí eso y ya estaba hincado frente a ella y luego de tocar sus piernas, ella
me vio y sin decir nada siguió viendo la película mientras ya mis manos acariciaban todas sus piernas,
y al sentir que las introducía en-medio, ya caliente las abrió para que mi mano entrara hasta tocar
el bulto de su verija, y apenas sintió como se lo tocaba ya excitada decía. así hijo así tócame estoy
limpia, y al hacer a un lado el calzón sentí una descarga de placer al tocar esos pedazos de carne
suaves y mojados y mientras me daba gusto pasando mis dedos en medio de esa rica rajada, oí a mi
madre decir, hay chiquita que boca tienes y te cabe toda que rica se ve, y al ver como la mujer
mamaba la verga me pare y luego de sacar la mía le dije, y esta no le gusta, y al voltear y encontrarse
con mi parada verga la vio un momento y dijo, hay canijo si la tienes grande mira nada mas, para
luego tomarla con su mano y acercarla a su boca y así irla metiendo era lo máximo sentir como mi
verga rozaba sus dientes al entrar, y ya que estuvo toda adentro su lengua me empezó a lamer
provocando que ya casi me viniera pero yo deseando hacerlo dentro de su verija, saque mi verga y
luego de sentarme le dije, ya se la quiero meter ya y sin hacerme esperar se quito los calzones para
luego de ponerse de espaldas dejar caer sus nalgas y tallarlas en mi verga era delicioso sentir como
su verija tallaba y tallaba mi verga haciéndola parar mas, hasta que luego de tomarla con su mano
la metió en su ansiosa rajada y ya sintiéndola toda adentro, se empezó a mover mientras decía, que
rico que rico, y bastaron unas metidas mas para sentir venir todos mis mocos, y ya sintiendo los
chisguetes se quedo quieta mientras sentía como me mojaba todo, y mientras estábamos quietos
disfrutando la venida, la vos de mi padre llamándome hizo que el buen momento se llenara de
pánico, y llevando aprisa a mi madre al otro cuarto, abrí la puerta en el momento que ya se acercaba
y al verme dijo, oye ya párale de tomar y ya duérmete, si papa ya y al ver que convencido se alejaba
cerré la puerta, y al entrar y ver a mi madre ya acostada la lujuria se volvió a apoderar de mi y
sacando mi ya parada verga de nuevo la acerque a su cara y dijo, hay canijo quieres mas y tomando
mi verga de nuevo la empezó a mamar mientras ya mi mano hurgaba en su moqueada verija, y así
de nuevo me la cogí sin parar hasta quedarme dormido, al despertar y ver que mi madre ya no
estaba me pregunte, me la volveré a coger, solo el tiempo lo dirá y así termina mi segundo relato
espero les haya gustado.
los recuerdos del incesto con mi madre ebria 2

en el relato anterior les comente que sabia como calentar a mi madre y era viendo una película
pornográfica, bueno ahora les voy a contar como inicio eso, meses después que mi madre dejo a mi
padre para irse con mi mejor amigo y sabiendo que tal ves ya nunca volvería a cogérmela, me
aficione a ver las películas pornográficas, y cuando las veía pensaba como reaccionaria mi madre al
ver una, y para mi buena suerte no tardaría en comprobarlo pues una de esas noches en que tomaba
viendo una película tocaron la puerta y luego de quitarla abrí y vi a una de mis hermanas que por lo
güera que era decían que no era hija de mi padre y dijo, oye mi mama esta en la esquina tomada y
esta llorando porque dice que se peleo con el ese buey que hacemos ni modo de decirle a mi papa,
apenas oí eso y ya sentía a mi verga pararse al pensar que podía volver a cogerme a mi madre, y
fingiendo preocupación le dije, no como crees mira mejor tráela sin que mi papa se de cuenta y que
se quede aquí y ya mañana que se vaya, y luego de traerla a escondidas se fue y luego de cerrar la
puerta y ver a mi madre ebria le dije mientras le daba una cuba, mire nada mas como anda de seguro
por eso tubo problemas con ese buey, hay hijo pues que te digo si ya sabes como soy, si ya se le dije
viéndole las piernas, usted nunca va a cambiar ni modo salud, y ya caliente por ver su reacción puse
la película y al aparecer una mujer masturbándose le dije ya vio mama, y al mirar y quedarse muda
unos segundos dijo, hay dios que hace esa mujer, hay mama no me diga que nunca había visto algo
así, pues no hijo mira nada mas como se toca canija y mientras veía interesada la película yo ya
agarrándome mi parada verga le dije, le gusta como lo hace le dije agarrándome la verga, si que rico
se lo hace la canija, apenas oí eso y ya estaba hincado frente a ella y luego de tocar sus piernas, ella
me vio y sin decir nada siguió viendo la película mientras ya mis manos acariciaban todas sus piernas,
y al sentir que las introducía en-medio, ya caliente las abrió para que mi mano entrara hasta tocar
el bulto de su verija, y apenas sintió como se lo tocaba ya excitada decía. así hijo así tócame estoy
limpia, y al hacer a un lado el calzón sentí una descarga de placer al tocar esos pedazos de carne
suaves y mojados y mientras me daba gusto pasando mis dedos en medio de esa rica rajada, oí a mi
madre decir, hay chiquita que boca tienes y te cabe toda que rica se ve, y al ver como la mujer
mamaba la verga me pare y luego de sacar la mía le dije, y esta no le gusta, y al voltear y encontrarse
con mi parada verga la vio un momento y dijo, hay canijo si la tienes grande mira nada mas, para
luego tomarla con su mano y acercarla a su boca y así irla metiendo era lo máximo sentir como mi
verga rozaba sus dientes al entrar, y ya que estuvo toda adentro su lengua me empezó a lamer
provocando que ya casi me viniera pero yo deseando hacerlo dentro de su verija, saque mi verga y
luego de sentarme le dije, ya se la quiero meter ya y sin hacerme esperar se quito los calzones para
luego de ponerse de espaldas dejar caer sus nalgas y tallarlas en mi verga era delicioso sentir como
su verija tallaba y tallaba mi verga haciéndola parar mas, hasta que luego de tomarla con su mano
la metió en su ansiosa rajada y ya sintiéndola toda adentro, se empezó a mover mientras decía, que
rico que rico, y bastaron unas metidas mas para sentir venir todos mis mocos, y ya sintiendo los
chisguetes se quedo quieta mientras sentía como me mojaba todo, y mientras estábamos quietos
disfrutando la venida, la vos de mi padre llamándome hizo que el buen momento se llenara de
pánico, y llevando aprisa a mi madre al otro cuarto, abrí la puerta en el momento que ya se acercaba
y al verme dijo, oye ya párale de tomar y ya duérmete, si papa ya y al ver que convencido se alejaba
cerré la puerta, y al entrar y ver a mi madre ya acostada la lujuria se volvió a apoderar de mi y
sacando mi ya parada verga de nuevo la acerque a su cara y dijo, hay canijo quieres mas y tomando
mi verga de nuevo la empezó a mamar mientras ya mi mano hurgaba en su moqueada verija, y así
de nuevo me la cogí sin parar hasta quedarme dormido, al despertar y ver que mi madre ya no
estaba me pregunte, me la volveré a coger, solo el tiempo lo dirá y así termina mi segundo relato
espero les haya gustado.
los recuerdos del incesto con mi madre ebria 3

en el relato anterior les comente acerca de mi hermana menor que yo y debido a que era güera
decían que no era hija de mi papa, bueno hare una pausa en las cogidas con mi madre para relatar
lo que paso con ella, resulta que su marido buscando vivir mejor se fue a estados unidos y luego de
tiempo surgieron rumores que mi hermana se andaba metiendo con el dueño de la tienda, yo no le
di importancia pero una noche que andaba de parranda se me descompuso el coche y como andaba
por donde vive y ebrio como andaba fui a verla y al verme como estaba y comentarle lo sucedido
me ofreció quedarme en su casa, y luego de llevarme a un cuarto se fue y ya acostado me vino a la
mente lo que decían de ella y como la verdad estaba buena me quite el pantalón y me empecé a
masturbar imaginándomela desnuda y cuando mas entrado estaba, al oír su voz acercándose no se
porque lo hice pero me levante precisamente en el momento que entro, y al ver como estaba luego
de unos segundos de quedarse muda se salió sin decir nada, al otro día y sabiendo lo que había
hecho me fui antes que despertara, y con el temor que dijera lo que hice paso el tiempo en el cual
su marido se la llevo con el y luego de años fui con mi familia a visitar a mi familia incluida mi madre
que ya vivía allá también, y paso que estando allá se celebro una fiesta familiar y luego que concluyo
como queríamos seguir tomando fuimos a la casa de mi hermana, no así mi familia que se fue a otra
casa, y ya estando ahí seguimos tomando hasta que el cuñado completamente borracho se fue a
dormir quedándonos solos mi hermana y yo, y como decía, el alcohol libera todo y mas la lengua
pues entre platica y platica surgió el nombre de mi madre y lo infiel que había sido, si decía mi
hermana mi mama era bien canija ya ves que hasta dicen que ni soy hija de mi papa, pues yo si lo
creo eh si hasta yo mismo la vi como hacia sus cosas con el compadre y hasta con el cuñado, mira
nada mas dijo sorprendida entonces hasta puede ser verdad lo que dijo la cuñada, así pues que te
dijo pregunte intrigado, y al ver que no se atrevía a decirlo insistí diciéndole, a ver hermana ya dilo
te prometo que lo que digas no va a salir de aqui, y convencida respondió bueno te lo voy a decir y
disculpa si digo malas palabras, pues me dijo que una ves vio a mama cogiendo con nuestro
hermano, y yo como no sabia eso le dije sorprendido, ah cabron esa si no me la sabia entonces a
nuestra mama si que le encantaba coger verdad, si hermano y parece que tu heredaste eso porque
no me digas que no has engañado a mi cuñada, y ya encarrilado le dije pues si para que lo niego
pero tu no te quedas atrás verdad, que hay de eso que andabas con el señor de la tienda, y luego
de quedarse en silencio unos segundos dijo, pues si fue verdad, oye pero como si aparte de chaparro
ya estaba viejo, hay hermano es que tu no sabes lo que es la necesidad de coger y sabes no me
arrepiento pues así como dices que era tenia su verga grande y gruesa, al oírla hablar así ya animado
y caliente me empeze a sobar mi verga y le dije, entonces te gustan las vergas grandes, y al ver lo
que hacia contesto, si bien grandes para gozar rico, apenas oí eso y ya mi verga estaba afuera
mientras le decía, y esta que te parece, pues grande y gruesa ya tenia ganas de verla de nuevo, ah
chinga pues cuando la viste pregunte inocentemente, no te hagas de la vez que te quedaste en la
casa y desde esa ves me quede con las ganas de verla otra ves, pues aquí la tienes en vivo y a todo
color le dije ya masturbándome frente a ella, te gusta le decía, y ya caliente se abrió de piernas para
tocarse mientras decía, como no hermano, a ver deja verte mas si, le dije caliente, y ya valiéndole
madre se quito el pantalón y al abrir sus blancas piernas casi me vuelvo loco al ver su negra y peluda
panocha, que rica la tienes hermana, te gusta te gusta decía ya acariciándosela, y así ya los dos nos
masturbábamos sin dejar de vernos, hasta que ya no aguante y le dije, ayúdame hermana por favor.
y sabiendo a lo que me refería, con alegría vi como se acerco y luego de tomar y apretar mi verga
con sus manos la metió en su boca para darme una rica mamada, era lo máximo el sentir como su
lengua no dejaba de lamerme mientras mis manos ya apretaban sus grandes chiches, hasta que no
aguante y empecé a venirme y al sentir mis chisguetes acelero la mamada para exprimirme todo,
luego que acabe y saco la verga de su boca sin pedirle permiso la senté en el sofá para luego lamerle
sus ricas y blancas piernas provocando que empezara a gemir suavemente mientras las abría
pidiendo ya también ser mamada y con exquisito placer lo empecé a hacer, y mientras lo hacia mi
lengua toco su ano y al sentirlo tan rico y cerrado lo empecé a lamer provocando que mi verga ya
pidiera entrar en mi hermana, así que luego de hincarla y a punto de meter mi verga en su verija
dijo, por ahí no puedo, por el culo si dame por el culo, y al ver como ese ya lubricado hoyo se abría
y cerraba metí mi verga hasta el fondo haciendo que ahogara un grito de placer para luego empezar
a mover sus ricas y blancas nalgas mientras mi verga entraba y salía de su ano, y luego de varias
metidas me empecé a venir al mismo tiempo que ella, ya saciados nuestros instintos mientras nos
nos arreglamos la ropa le dije y porque no quisiste que te cogiera por tu verija, hay hermano es que
ando en los días en que puedo embarazarme y para que quieres, pero a poco no te gusto darme por
el culo, pues eso si hermana que rico aprietas, ya ves a lo mejor después se puede porque yo
también me quede con ganas de que me des por ahí, y así como si nada hubiera pasado nos fuimos
a dormir, al otro día la terrible cruda me despertó y aun saboreando la cogida a mi hermana fui al
comedor donde ya estaban desayunando, y luego de unirme y hacer lo mismo el cuñado fue al baño
momento que aproveche para ver a mi hermana y decirle, eres tremenda, pues tu no te quedas
atrás contesto con picara sonrisa, oye y que no piensas ir a ver a mama, pues fíjate que si quisiera
hacerlo y mas por lo que me dijiste, hay hermano ya estas igual que yo con la duda, pues si y quiero
saber si fue verdad, y tu crees que te la va a decir, pues si esta borracha tal ves ya ves que el alcohol
afloja todo a poco no, si ya lo comprobé dijo riendo, y como yo también quiero saber la verdad que
te parece si nos vemos el sábado en su casa, me parece bien y al ver que mi cuñado venia me despedí
preparándome para saber la verdad.
los recuerdos del incesto con mi madre ebria 3

en el relato anterior les comente acerca de mi hermana menor que yo y debido a que era güera
decían que no era hija de mi papa, bueno hare una pausa en las cogidas con mi madre para relatar
lo que paso con ella, resulta que su marido buscando vivir mejor se fue a estados unidos y luego de
tiempo surgieron rumores que mi hermana se andaba metiendo con el dueño de la tienda, yo no le
di importancia pero una noche que andaba de parranda se me descompuso el coche y como andaba
por donde vive y ebrio como andaba fui a verla y al verme como estaba y comentarle lo sucedido
me ofreció quedarme en su casa, y luego de llevarme a un cuarto se fue y ya acostado me vino a la
mente lo que decían de ella y como la verdad estaba buena me quite el pantalón y me empecé a
masturbar imaginándomela desnuda y cuando mas entrado estaba, al oír su voz acercándose no se
porque lo hice pero me levante precisamente en el momento que entro, y al ver como estaba luego
de unos segundos de quedarse muda se salió sin decir nada, al otro día y sabiendo lo que había
hecho me fui antes que despertara, y con el temor que dijera lo que hice paso el tiempo en el cual
su marido se la llevo con el y luego de años fui con mi familia a visitar a mi familia incluida mi madre
que ya vivía allá también, y paso que estando allá se celebro una fiesta familiar y luego que concluyo
como queríamos seguir tomando fuimos a la casa de mi hermana, no así mi familia que se fue a otra
casa, y ya estando ahí seguimos tomando hasta que el cuñado completamente borracho se fue a
dormir quedándonos solos mi hermana y yo, y como decía, el alcohol libera todo y mas la lengua
pues entre platica y platica surgió el nombre de mi madre y lo infiel que había sido, si decía mi
hermana mi mama era bien canija ya ves que hasta dicen que ni soy hija de mi papa, pues yo si lo
creo eh si hasta yo mismo la vi como hacia sus cosas con el compadre y hasta con el cuñado, mira
nada mas dijo sorprendida entonces hasta puede ser verdad lo que dijo la cuñada, así pues que te
dijo pregunte intrigado, y al ver que no se atrevía a decirlo insistí diciéndole, a ver hermana ya dilo
te prometo que lo que digas no va a salir de aqui, y convencida respondió bueno te lo voy a decir y
disculpa si digo malas palabras, pues me dijo que una ves vio a mama cogiendo con nuestro
hermano, y yo como no sabia eso le dije sorprendido, ah cabron esa si no me la sabia entonces a
nuestra mama si que le encantaba coger verdad, si hermano y parece que tu heredaste eso porque
no me digas que no has engañado a mi cuñada, y ya encarrilado le dije pues si para que lo niego
pero tu no te quedas atrás verdad, que hay de eso que andabas con el señor de la tienda, y luego
de quedarse en silencio unos segundos dijo, pues si fue verdad, oye pero como si aparte de chaparro
ya estaba viejo, hay hermano es que tu no sabes lo que es la necesidad de coger y sabes no me
arrepiento pues así como dices que era tenia su verga grande y gruesa, al oírla hablar así ya animado
y caliente me empeze a sobar mi verga y le dije, entonces te gustan las vergas grandes, y al ver lo
que hacia contesto, si bien grandes para gozar rico, apenas oí eso y ya mi verga estaba afuera
mientras le decía, y esta que te parece, pues grande y gruesa ya tenia ganas de verla de nuevo, ah
chinga pues cuando la viste pregunte inocentemente, no te hagas de la vez que te quedaste en la
casa y desde esa ves me quede con las ganas de verla otra ves, pues aquí la tienes en vivo y a todo
color le dije ya masturbándome frente a ella, te gusta le decía, y ya caliente se abrió de piernas para
tocarse mientras decía, como no hermano, a ver deja verte mas si, le dije caliente, y ya valiéndole
madre se quito el pantalón y al abrir sus blancas piernas casi me vuelvo loco al ver su negra y peluda
panocha, que rica la tienes hermana, te gusta te gusta decía ya acariciándosela, y así ya los dos nos
masturbábamos sin dejar de vernos, hasta que ya no aguante y le dije, ayúdame hermana por favor.
y sabiendo a lo que me refería, con alegría vi como se acerco y luego de tomar y apretar mi verga
con sus manos la metió en su boca para darme una rica mamada, era lo máximo el sentir como su
lengua no dejaba de lamerme mientras mis manos ya apretaban sus grandes chiches, hasta que no
aguante y empecé a venirme y al sentir mis chisguetes acelero la mamada para exprimirme todo,
luego que acabe y saco la verga de su boca sin pedirle permiso la senté en el sofá para luego lamerle
sus ricas y blancas piernas provocando que empezara a gemir suavemente mientras las abría
pidiendo ya también ser mamada y con exquisito placer lo empecé a hacer, y mientras lo hacia mi
lengua toco su ano y al sentirlo tan rico y cerrado lo empecé a lamer provocando que mi verga ya
pidiera entrar en mi hermana, así que luego de hincarla y a punto de meter mi verga en su verija
dijo, por ahí no puedo, por el culo si dame por el culo, y al ver como ese ya lubricado hoyo se abría
y cerraba metí mi verga hasta el fondo haciendo que ahogara un grito de placer para luego empezar
a mover sus ricas y blancas nalgas mientras mi verga entraba y salía de su ano, y luego de varias
metidas me empecé a venir al mismo tiempo que ella, ya saciados nuestros instintos mientras nos
nos arreglamos la ropa le dije y porque no quisiste que te cogiera por tu verija, hay hermano es que
ando en los días en que puedo embarazarme y para que quieres, pero a poco no te gusto darme por
el culo, pues eso si hermana que rico aprietas, ya ves a lo mejor después se puede porque yo
también me quede con ganas de que me des por ahí, y así como si nada hubiera pasado nos fuimos
a dormir, al otro día la terrible cruda me despertó y aun saboreando la cogida a mi hermana fui al
comedor donde ya estaban desayunando, y luego de unirme y hacer lo mismo el cuñado fue al baño
momento que aproveche para ver a mi hermana y decirle, eres tremenda, pues tu no te quedas
atrás contesto con picara sonrisa, oye y que no piensas ir a ver a mama, pues fíjate que si quisiera
hacerlo y mas por lo que me dijiste, hay hermano ya estas igual que yo con la duda, pues si y quiero
saber si fue verdad, y tu crees que te la va a decir, pues si esta borracha tal ves ya ves que el alcohol
afloja todo a poco no, si ya lo comprobé dijo riendo, y como yo también quiero saber la verdad que
te parece si nos vemos el sábado en su casa, me parece bien y al ver que mi cuñado venia me despedí
preparándome para saber la verdad.

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