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Como todos los viernes, en el Domus Aurea, Nerón se disponía a disfrutar de la orgía

que los súbditos preparaban. Numerosos jóvenes y doncellas esperaban con cierto
espanto la llegada del emperador que se divertía sometiéndolos.

Sirviente: –

Atentos que ahí viene Nerón


el emperador de nuestra Roma
Pongan vino en un jarrón
y un lechón para que coma.

Un joven: –

Por qué corren desesperados


muchachas disfruten de la orgía

Sirviente: –

No rías, se ha terminado
la diversión y la alegría

Todos: –

viene Nerón, el emperador


todos le debemos sumo respeto
viene Nerón, el emperador
todos le debemos sumo respeto

Prostituta: –

Caramba, a dónde voy


dónde me escondo, dónde me meto
Sirviente: –

Silencio que ya llegó


nuestro emperador valiente
no intenten decir que no
por favor, sean obsecuentes

Nerón: –

Dónde está la prostituta


que desde niño someto
aquí ha llegado el mejor
serán felices, lo prometo

Un joven: –

No es para tanto, el emperador


tiene cara de bueno, es gordo y panzón

Nerón: –

Al joven que me insultó


en la cerveza pónganle veneno
merezco respeto, soy un artista

Lucio: –Contra la ira, dilación.


Nerón: – ¡Lucio! Mi maestro y amigo. ¿qué lees?
Lucio: – Señor, estoy leyendo la Teogonía de Hesíodo.
Nerón (Burlándose): – Por dios, qué inútil es la literatura en medio de una orgía.
Lucio: – Es mejor aprender cosas inútiles que no aprender nada.
Sirviente: – Su majestad, Agripina ha llegado.
Nerón: – ¡Por todos los demonios! ¿Qué pasó con el veneno?
Sirviente: – No hubo forma de hacérselo tomar. No se resistió sino hasta que le dijimos
que el café tenía veneno.
Nerón: – ¡Inútiles! ¡Estoy rodeado de inútiles! Hazme acordar que te mate cuando
hayas terminado de matar a todos mis enemigos.
Sirviente: – No se preocupe, su majestad, no tendrá que hacerlo porque me suicidaré
cuando termine.
Agripina: – Hijo mío, asquerosa rata, dile al sirviente que lleve un fernet a mi
habitación donde procederé a revolcarme con un galante joven que encontré en la
escalera.
Nerón: – Sí, madre.
Agripina: – Y acerca de esa muchacha... ¿Cuál era su nombre?
Nerón: – Popea, madre, Popea.
Agripina: – Sí, esa... No quiero que insistas con desposarla. Ya tienes una esposa
ejemplar. Eh... ¿Cómo se llama?
Nerón: – Octavia, madre, Octavia.
Agripina: – Esa.
Nerón (al sirviente): – Mi madre quiere que lleves un fernet a su habitación, ponle
veneno.
Sirviente: – ¿A su madre?
Nerón: – Sí.
Sirviente: – No se va a dejar.
Nerón: – No, idiota. Llévale el fernet a la habitación y ponle el veneno.
Sirviente: – ¿En la habitación?
Nerón: – No, idiota, en la habitación no, en el fernet.
Sirviente: – ¿Y el fernet dónde lo pongo, su majestad?
Nerón: – En la habitación.
Sirviente: – Pero, su majestad, acaba de decirme que no ponga el veneno en la
habitación. Y si el veneno está en el fernet y el fernet en la habitación... Dos más dos
es... En fin...
Nerón: – ¡Inútiles! ¡Estoy rodeado de inútiles!
El veneno lo pones en el fernet y luego llevas el fernet a la habitación donde mi madre
está revolcándose con un joven.
Sirviente: – Ok, Nerón.

Nerón es tan malo y tan loco


que todo es poco
para amedrentarlo

Nerón es tan loco y tan malo


que ni con un palo
lo van a asustar

Nerón, ay Nerón
es tan malo
que mete un palo
en vez de las flores
dentro del jarrón

Nerón, ay Nerón
es tan loco
que enciende un foco
en vez de una vela
cuando hay apagón.

Nerón, ay Nerón
Nerón, ay Nerón

¡Nerón Nerón
qué malo sos
sos el primer
termineitór!

Lucio: – Cuando el sol se eclipsa para desaparecer se ve mejor su grandeza.


Nerón: – Y tú no haces más que filosofar.
Lucio: – Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que
ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos.
Nerón: – No quiero filosofar, detesto a los hombres que hacen de la filosofía una
pasión. Y detesto todas las pasiones.
Lucio: – Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la
boca para caer en ella.
Nerón: – ¿qué dices? No te oigo.
Lucio: – Digo que tiene usted razón.
Nerón: – Como verás, soy una persona honesta. No oculto mis odios.
Lucio: – Peores son los odios ocultos que los descubiertos.
Nerón: – Ya deja de pronunciar solemnemente esas frases y ve a disfrutar del sexo más
pervertido.
¡Vamos todo el mundo! A gritar, a bailar, a desnudarse, a pelear y a matarse. ¡En mi
honor!
Popea: – Nerón, amado mío, ¿acaso no comprendes que mis días sin ti son una tortura?
¿No comprendes que ya no soporto verte cada día en los brazos de esa Octavia? ¿Qué
esperas para dejarla y casarte conmigo? Tú, que eres tan insensible, tan malo, que eres
una asquerosa rata...
Nerón: – Salamera...
Popea: – Tú que no tienes reparo en cometer cualquier clase de crímenes. ¿no eres
capaz de matar a Octavia? ¿o de condenarla con cualquier pretexto?
Nerón: – Paciencia, Popea, paciencia. Primero debe morir mi madre y eso no tardará en
suceder. Ahí viene mi sirviente, y con noticias.
Sirviente: – Su majestad...
Nerón: – ¿Ya murió mamá?
Sirviente: – Su majestad...
Nerón: – ¡Vamos, vamos! Habla de una vez.
Sirviente: – Su majestad, intento decirle que su madre no ha bebido el fernet.
Nerón: – ¡Inútiles! ¡Vivo rodeado de inútiles!
Sirviente: – Pero, su majestad, esta vez no fui el culpable. No alcancé a entrar a la
habitación con el fernet envenenado que el joven con el que estaba su madre se me
abalanzó, me quitó la jarra de las manos y se bebió todo el fernet.
Nerón: – ¡Me cache en el zar de Rusia! ¡Será posible, será! ¿Y qué pasó con el joven?
Sirviente: – El joven...
Agripina (interrumpiendo): – Los jóvenes de hoy en día ya no son como los de
Antonio.
Nerón: – ¿cuál Antonio?
Agripina: – Eh... Los de antaño.
Nerón: – ¿A qué te refieres?
Agripina: – Pues antes de empezar a revolcarnos, el joven que estaba conmigo cayó al
suelo. Está muerto.
Nerón: – Ah... Que... Qué extraño. ¿no?
Agripina: – ¡Extraño dices! Maldito engendro, apestosa alimaña, haz que preparen mi
nave, deseo ir a la fiesta de Minerva en Baias.
Nerón: – Eh, madre. Mientras ordeno que preparen tu nave, ¿por qué no te vas a
recostar en tu lecho de muer... Eh, digo, en tu lecho? Descansa, madre, descansa un rato.
Agripina: – Ok, Nerón.
Nerón (al sirviente): – Y tú, inútil, ¿Has aflojado las maderas de la escalera como te lo
he pedido? Mi madre tropezará, se golpeará en la cabeza y morirá.
Sirviente: – Eh, su majestad, lo olvidé.
Nerón: – ¡Inútiles! ¡Vivo rodeado de inútiles!
Sirviente: – ¿Quiere que me suicide ahora, su majestad?
Nerón: – No, primero debes asesinar a todos mis enemigos.
Para desposarme con Popea
una cosa fea debo hacer
al amanecer sin que alguien vea
a mi madre mataré
tal vez fingiendo una pelea
tal vez a otro mandaré

Para desposarme con Sabina


una trampa fina hay que tejer
Porque es menester que Agripina
pobrecita, muerta esté
Tal vez con una mandolina
en la cabeza golpearé

No importa el remordimiento
nunca siento ni dolor
hasta el horror siempre miento
no hay culpa, soy traidor
sí señor siempre intento
procurarme lo mejor

Es ahora el momento
estén atentos tengo un plan
será en el mar, diré "fue el viento
lo lamento, el show debe continuar"
(grita)
¡Preparen la nave de mi madre!
(Murmura)
Que parezca un naufragio.
Sirviente: – Entendido, su majestad.
Nerón: –
Que nadie se atreva
a salvar a mi vieja
porque mi vieja
es lo más sucio que hay.

Y cuando la nave estuvo preparada, Nerón se despidió de Agripìna solemnemente.

Nerón: – Chau, vieja.

La orgía continuó
cada vez con menos gente
Nerón mandaba a matar
recurrentemente.

Sirviente: – Don su majestad, mire a esa rubia exuberante que acaba de entrar.
Nerón: – Epa... Está un fenómeno. ¿Quién es?
Sirviente: – Es Statilia Mesalina, esposa de Atico Vestino.
Nerón: –
Vaya jugarreta del destino
que ha puesto en mi camino
a una rubia tan hermosa
y aunque sea la esposa
de Atico Vestino
la conquistaré.

Pronto traigan una "silia"


para que se siente Statilia
pronto alcáncenme un "cuchilio"
para asesinar al marido

Vaya jugarreta del destino


que ha puesto en mi camino
a una rubia tan hermosa
y aunque sea la esposa
de Atico Vestino
la conquistaré.

Sirviente: – ¿Qué va a hacer con Popea? La belleza de Statilia lo ha dejado ciego.


Nerón: – Desde luego, la mataré.
Statilia: – No se moleste por mí.
Nerón: – No se preocupe, de todas maneras iba a asesinarla.
Statilia: – Me refiero a la silla...
Sirviente: – Su majestad. Tengo malas noticias. El mensajero ha regresado y también
su madre.
Nerón: – ¿mi madre? ¿cómo pudo suceder? Estaba todo planeado
Sirviente: – Sí, pero tuvimos mala suerte. La nave naufragó y se hundió, pero cuando
Agripina estaba a punto de morir ahogada aparecieron Pamela Anderson, Carmen
Electra y David Hasselhoff vestidos con unos trajes de baño muy coquetos y la
salvaron.
Nerón: – ¿El del Auto fantástico?
Sirviente: – El mismo, señor.
Nerón: – ¿La ex de Denis Rodman?
Sirviente: – La misma, señor.
Nerón: – ¿La de las enooormes te...
Sirviente (Interrumpiendo): –Las mis... Digo, la misma, señor.
Nerón: – Oh, dioses impiadosos, ¿acaso se burlan de mí? ¿es que esta vieja no ha de
morir jamás? ¡Estoy harto! ¡harto! Yo mismo la mataré.
Sirviente: – No creo que sea necesario, su majestad. Su madre se enamoró de David
Hasselhoff y se van juntos a los Estados Unidos.
Nerón: – Eso quiere decir que... ¡Por fin! ¡El júbilo! ¡la dicha! ¡vientos! ¡Me he librado
de esa vieja posesiva y acosadora!
¡Octavia, ahora que no tengo motivos para continuar con este fingido amor, te expulso
de la orgía y te destierro!
Alboroto de gente gritando: --¡Buuuuu! ¡Malooo! ¡Perversooo!
Nerón: – Ejém. Accediendo a gentiles pedidos no serás expulsada de la orgía ni
desterrada.
(Al sirviente)
Ponele veneno en la gaseosa.
Sirviente: – Yo no la veo tan graciosa
Nerón: – ¡Inútiles! ¡Estoy rodeado de inútiles! ¡Que le pongas veneno en la gaseosa!
Sirviente: – Ok, Nerón. ¿Y si no bebe gaseosa?
Nerón: – Pues en lo que tome.
Sirviente: – Ya sé, le pondré veneno en el veneno...
Nerón: – Ahora sí, por fin. Me casaré con Popea. Por cierto, ¿la has visto?
Sirviente: – La burra se está dando un baño de leche.
Nerón: – ¿Qué dices, pusilánime?
Sirviente: – Eh... Digo... Que se está dando un baño con leche de burra.
Nerón: – Ah, sí. Acostumbra a bañarse con leche de burra. Por eso tiene esa piel tan
blanca.
Sirviente (suspirando): – Siii... Tan blanca...
Nerón: – Y tan suave.
Sirviente (suspirando): – Siii... Tan suave...
Nerón: – ¿Acaso has osado tocarla?
Sirviente (suspirando): – Siii... La he osado...
(contrariado)
Eh, digo... No, su majestad, jamás la he osado. Digo, tocado.
Por cierto, olvidaba decirle que su tía lo espera en la habitación.
Nerón: – Vieja pervertida.
Sirviente: – Lo espera para conversar un momento porque está muy enferma.
Nerón: – Iré a verla de inmediato.

Entonces Nerón subió las escaleras que lo conducían a la habitación de la tía con una
distinguida elegancia que terminó cuando tropezó con una madera floja. Insultó a los
dioses y mandó a matar a los que habían plantado el árbol que se había cortado para
fabricar la escalinata de Palacio. Nadie puede decir que Nerón no fuera a la raíz de los
problemas.

Nerón: – Tía, aquí estoy.


Tía: – Oh, sobrino, has venido. Mira qué crecida tienes la barba.
Nerón: – Sí, la tengo crecida.
Tía: –
Cuando haya visto caer esta barba
habré vivido suficiente

Nerón: –
Qué ocurrente, tía
si sabía, la cortaba.

Tía: –
Mientes. Si me quieres
como a tu madre, eres bueno

Nerón: –
Bebe este veneno.
Digo, esta infusión
que calmará tu sufrimiento.
Tía: – Gracias, sobrino. Gracias, gracias... (Suspirando)

Nerón: – Por fin murió, ya estaba harto de esta vieja. Volveré a la orgía. ¡Pero qué
ansioso estoy! Me casaré con Popea y tomaré a Statilia como amante.
Irrumpe Popea: – ¡Nerón! ¡cómo has podido! ¡Acabo de conocer la noticia! Has
asesinado a mi hijo, Rufio Crispino, ¡cómo has podido!
Nerón: – Pues ese niño se lo tenía merecido. Jugaba a que era el emperador de Roma.
Estaba siendo educado en la peor cualidad y pronto, nomás cumpliera los trece o catorce
años, habría querido destronarme.
Popea: – ¡Nerón, eres un demonio! ¡Jamás me casaré contigo y este hijo tuyo que llevo
en mis entrañas jamás se enterará de quién es su padre!
Nerón: – Ma sí, callate, estúpida. Tomá esto.
Sirviente: – Su majestad, Popea está muerta. La ha matado de un puntapié.
Nerón: – En fin, ha sido el crimen más fácil de mi vida.

De todos los que he cometido


este ha sido el crimen perfecto
por casualidad ha sucedido
y no le he encontrado ni un defecto.
el suelo ha quedado de sangre sucio
no lo limpien porque a Lucio
también le daré su vuelo.

Sirviente: – ¿piensa asesinar a Lucio?


Nerón: – Sí, me tienen cansado sus frases solemnes.
Sirviente: –
No alcanza una sangre a secarse
que ya otra se derrama
y esto no ha de terminarse
mientras no haya en su contra
una proclama.
Quién es ese hombre que me llama

Vindex: –
Soy quien ha de salvar a Roma
de este perverso panorama
Cómo puede ser que nadie vea
lo que ha hecho Nerón con Agripina
con Lucio, con la tía, con Popea
y pronto también con Mesalina.

Alboroto de gente gritando: – ¡Es verdad! ¡Ya no se aguanta tanta maledicencia!

Vindex: – ¡Sublevaos! ¡Asesinad al emperador!


Alboroto de gente gritando: --¡Sí! ¡matemos al emperador!

Una vez enterado Nerón de la cantidad de gente sublevada, decidió suicidarse. Luego
de golpearse la cabeza con una piedra, luego de meter la cabeza en una palangana
llena de agua, luego de ordenar que un sirviente se suicidara primero para luego poder
seguir el ejemplo; ordenó a otro sirviente que lo asesinase. El sirviente, mitad por
lástima y mitad por odio, clavó un cuchillo en el cuello de Nerón.

Nerón: – Gagrgagrgargr
Sirviente 2: – ¿has entendido lo que ha dicho?
Sirviente: – Sí. Dijo "Gagrgagrgargr"
Sirviente 2: – Mejor le quitamos el cuchillo del cuello para que podamos entender las
últimas palabras de este pobre miserable.
Nerón: – Gagrgagrgargr
Sirviente 2: – Nerón, ya te quité el cuchillo del cuello...
Nerón: – Sí, ¡pero todavía estás parado en mi barriga!
Sirviente 2: – Sorry, man.
Nerón: – Muero...
Sirviente: – Muere
Nerón: – Estas son mis últimas palabras...
Sirviente: – Estas son sus últimas palabras
Nerón: – Muero
Sirviente: – Muere
Nerón: – Es mi sana partida
Sirviente: – Es Su sana... Su sana...
Otro: – ¿cuál Susana?
Sirviente: – Partida
Nerón: – A los dioses suplico...
Sirviente: – A los dioses miplico
Nerón: – Dadme el perdón
Sirviente: – Dadle el perdón
Nerón: – Y matad a mi sirviente
Sirviente: – Negadle el perdón...
Nerón: – Muero
Sirviente: – Eso ya lo dijo
Nerón: – ¡Qué artista muere conmigo!
Sirviente: – ¿Además de usted?
Nerón: – Idiota, soy yo
Sirviente: – Idiota es usted.

Nadie puede asegurarlo


pero dicen que este hombre
cuyo nombre es Enobarbo
fue un fenomenal cantor

Trampas crueles de la vida


y de la naturaleza
si el que reza es malvado
no hace efecto la oración.
Cómo puede un buen artista
ser tan malo y tan perverso
cada verso y cada rima
están llenas de rencor.

Fin.

*Derechos reservados al autor*

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