CONSTRUCCIÓN DEL TUNEL DE LA LINEA

El llamado “túnel de la línea” (debido a que pasará por debajo del alto de la
línea), consta de una infraestructura vial de 23 puentes, un túnel principal de
8,6 km y otros 18 adicionales de distintas medidas.
Este proyecto lleva aproximadamente casi 13 años en proceso de
construcción desde el 2004 donde se inició con el túnel piloto y para
diciembre del 2009 con el túnel principal donde se destinaron 629.000
millones para su ejecución, según la empresa contratada el proyecto sería
finalizado para julio del 2013 pero, ya vamos a finalizar el año 2017 y lo
único que podemos ver son simples estructuras baldías y túneles sin
terminar en diferentes tramos de la vía entre Calarcá y Cajamarca además
de una gran cantidad de efectos negativos sobre las zonas aledañas y un
alto porcentaje de corrupción detrás de este ostentoso sueño que hace
parte, además, de otro proyecto aún más grande llamado “corredor Bogotá”.
Pero bueno, podemos mirar la historia un poco desde los ancestros, para
eso de la década de los 20 un grupo de obreros iniciaron las excavaciones
motivados por la idea, que en efecto fue irrelevante en su momento y
olvidada en los siguientes gobiernos, de un túnel férreo entre el tren del
pacifico y el de la región central; a finales de los 60, la tan olvidada idea fue
retomada por el ministro de obras públicas como la posibilidad de hacer un
túnel en la base de la cordillera para evitar abismos peligrosos y altos
costes de transporte de carga, sobra decir que tampoco funcionó ya que en
los 70 un grupo de “expertos japoneses” intuyeron que era mucho mejor
hacerlo en el pico de la montaña ( claro está que los fines del proyecto
inicial no tenían nada en común con el análisis impetuoso de los japoneses);
llegando a los 80 el sector donde se ubicaban aquellos relacionados con la
construcción lo retomaron pero no obtuvieron el apoyo suficiente para
volverlo un hecho; en fin, después de muchos intentos y casi tres procesos
licitatorios fracasados, finalmente llega la luz al otro lado del camino, un
contratista llamado Carlos Collins (representante legal de la Unión Temporal
Segundo Centenario) se compromete a responder por el túnel central,
segundas calzadas en Quindío y Tolima, 25 puentes y 20 túneles; licitación
que tristemente también fracaso y llegó a términos irrevocables el 11 de
noviembre del 2016, el contratista deberá retirar todo su equipo y entregar
las obras que haya logrado terminar hasta el momento además de pagar
multas de 20.000 millones aproximadamente. El gobierno hizo apertura a
una nueva licitación pública por alrededor de 238.000 millones a la que solo
se postularon dos empresas y con la que se espera entregar el 12% faltante
de esta megaobra para el año 2018.
Ahora hablando de la parte ambiental, este proyecto no solo ha traído
consigo problemas económicos y políticos, sino también ecológicos; los
habitantes de las zonas cercanas a la construcción se quejan de los daños
ocasionados por los restos de los materiales a los que no se les da el
manejo adecuado.
La principal queja es acerca de la contaminación del agua. En Calarcá las
filtraciones de las aguas del túnel habían afectado una de las principales
fuentes del acueducto del municipio el cual tuvo que salir de funcionamiento
por varios años dados los altos niveles de contaminación dejando sin
abastecimiento a una gran parte de la zona; la obra dejaba cerca de
10.200.000 m3 de desechos que finalmente iban a dar a las laderas de las
fuentes de agua cercanas (estas desembocan en los ríos más importantes
del Tolima y Quindío) pudiendo ocasionar el desabastecimiento de varias
poblaciones.
Dadas las circunstancias el Consejo de Estado por medio de una sentencia
ordeno a INVIAS y al contratista de las obras realizar un plan de mitigación
del impacto ambiental.
Hasta hoy día el túnel está en manos del consorcio La Línea (conformado
por las firmas ConConcreto y CSS Constructores) quienes acordaron por fin
completar el 100% del proyecto (con derecho a pedir un solo aplazamiento
por ley).