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LEGITIMIDAD DEL

SISTEMA DE
ELECCIONES EN LA
DEMOCRACIA
ECUATORIANA
Estefanía Cristina Mayorga Mayorga
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y DE LA COMUNICACIÓN

DOCTORADO EN CIENCIAS POLÍTICAS

Metodología de Investigacíón

Título

Legitimidad y legalidad del sistema electoral en la democracia ecuatoriana

Resumen

El ejercicio del voto representa un mecanismo de expresión de la voluntad


popular a través del cual se vive la democracia de un Estado, para que esto se cumpla es
necesario contar con la regulación jurídica que norme la forma de ejecución del mismo,
en relación a quienes son los sujetos responsables de ejercer este derecho así, como la
entidad y/o función del Estado que serán los encargados de hacer cumplir el proceso de
elección y de decisión de la voluntad de los ciudadanos. En la actualidad pese a existir
la normativa jurídica necesaria para el cumplimiento del sufragio, se ha visto
tergiversado por la intromisión del poder del partido político de gobierno para lograr
torcer de manera sutil la voluntad del pueblo al establecer en el Art. 161 del Código de
la Democracia que: “…si el binomio que consiguió el primer lugar obtiene al menos el
cuarenta por ciento de los votos válidos y una diferencia mayor a diez puntos
porcentuales sobre la votación lograda por el binomio ubicado en el segundo lugar...”
(Código de la Democracia, 2009), poniendo en duda la legitimidad y legalidad del
sistema electoral. El presente trabajo por lo tanto tiene la finalidad de analizar
filosóficamente este problema así como de plantear algunos criterios de posible
solución, con la firme aspiración de lograr construir un Estado mejor en donde
verdaderamente se ejerza la democracia y se refleje la preferencia social del pueblo
ecuatoriano.

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La democracia representativa es el modo en el que se adaptó el modelo ideal
ateniense de democracia a la actualidad. A lo largo del siglo XIX, se hizo extensiva la
exigencia de llevar a la práctica los ideales democráticos de igualdad humana y
participación política; desde entonces, este régimen ha sido considerado el más deseable
en el mundo occidental (Sartori, 2013).

Las democracias latinoamericanas se han organizado alrededor de sistemas


presidencialistas inspiradas en el modelo estadounidense, aunque le han dado mayores
atribuciones al presidente. A pesar de ello, en América Latina, la democracia y el
presidencialismo se establecieron con modalidades diferentes. En las últimas dos
décadas, Chile ha sido considerado como uno de los países más exitosos de la región.
Ha sido un ejemplo económico y político, por su modelo de aplicación de la economía
de mercado y por sus prácticas democráticas (Nohlen, 2008).

Las consecuencias de las fórmulas de votación no están circunscritas a la


elección presidencial misma, sino que pueden tener repercusiones en las relaciones entre
los poderes y el grado de pluralismo del sistema político. Aunque existen disposiciones
que pueden atemperar este efecto, el sistema de mayoría absoluta a dos vueltas tiende a
incrementar el número de candidatos, por dos razones principales: un segundo lugar es
suficiente para mantener la posibilidad de triunfo y los grupos políticos con un
candidato propio pueden negociar su apoyo en la segunda vuelta. Los votantes, por su
parte, son más propensos a votar por su candidato preferido en la primera ronda. Este
efecto puede incrementar también el número de partidos políticos y la fragmentación
legislativa (Serrafero, M. D., 2011).

En el Ecuador las elecciones de febrero 2017 marcan nítidamente una fase de


crisis del ciclo político ascendente de la revolución ciudadana. Más allá de que en el
resultado del 19F, Alianza País mantenga su calidad de primera fuerza política del país,
por primera vez en los últimos 10 años no fue capaz de definir el resultado electoral en
una sola vuelta. La hegemonía clara de Alianza País se reduce en estas elecciones a 13
de las 24 provincias. En términos geográficos, hay una clara pérdida de liderazgo en las
áreas con mayor incidencia de población indígena y de pobreza: las provincias de la

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Sierra centro-sur y de la Amazonía, esto es, en aquellas zonas donde el impacto
negativo de la lógica extractivista sobre la cual gira el modelo económico y político es
más evidente (Sánchez, 2015).

La presente investigación tiene, en consecuencia, tres objetivos. El primero de


ellos es el de comprobar la legitimidad y legalidad del sistema electoral para la elección
de presidente y vicepresidente que ha tenido los sistemas de elecciones en el desarrollo
de la democracia del Ecuador. El segundo objetivo consiste en explorar filosóficamente
la legitimidad electoral y su legalidad, ley de mayorías y gobernabilidad sustentadas en
el sistema de elecciones. Y finalmente, el tercer objetivo consiste en analizar y explicar
el papel e impacto que ha tenido el sistema e elecciones, a través de los órganos
independientes que la conforman, en la democracia del Ecuador.

Pregunta de investigación

Desde este enfoque, el tema que el presente trabajo pretende abordar hace
referencia a los sistemas de elecciones, después de la transición democrática en el
Ecuador setenta y ochenta. La pregunta central alrededor de la cual se estructura la
investigación es ¿Cuál es el nivel de legitimidad y legalidad del sistema de
elecciones en los procesos de democratización ecuatoriana?.

Justificación

A partir de la aprobación de la nueva Constitución de la República del Ecuador,


producida mediante referéndum constitución al realizado el 28 de septiembre del 2008,
el pueblo ecuatoriano viene a ser testigo de una serie de cambios institucionales y
estructurales del Estado; siendo dicho referéndum el último proceso electoral
coordinado por el organismo rector del sufragio de ese entonces, el Tribunal Supremo
Electoral (TSE), para cuya acción se otorgó 44 días de campaña electoral en donde se
esgrimieron a público las propuestas a favor y en contra de que se apruebe el proyecto
constitucional, que fuera defendido por Rafael Correa en el ejercicio de la Presidencia
de la República, y, de Jaime Nebot en contra, desde el ejercicio de la Alcaldía de

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Guayaquil. Para dicho proceso, el 63% la votación ciudadana se pronunció
favorablemente y ello conllevó a que dichos resultados electorales y su producto
principal fuera de la nueva Constitución de la República del Ecuador, que entraría en
vigencia a partir de su publicación en el Registro Oficial el 20 de Octubre de 2008.

De igual forma, la Comisión Legislativa y de Fiscalización vigente de la época,


acorde con la Constitución de la República del Ecuador y el Mandato Constituyente N0.
23 aprobó la LEY ORGÁNICA ELECTORAL Y DE ORGANIZACIONES
POLÍTICAS DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, CÓDIGO DE LA
DEMOCRACIA, cuyos debates de discusión se produjeron en las sesiones de los días 7
y 9 de abril del 2009, por lo que entra en vigencia a partir de su publicación en el
Registro Oficial No. 578 a partir del 27 de abril del 2009; no obstante, este cuerpo
jurídico ha tenido tres reformas mediante aprobación de 2 proyectos orgánicos de ley
reformatoria y una sentencia constitucional producida el 17 de octubre del año 2012.

La instauración de una “democracia de mayorías” a partir del triunfo de Rafael


Correa en las elecciones presidenciales de 2006 supuso un hecho sin precedentes en la
política ecuatoriana desde la transición a la democracia en 1978. Desde ese momento, el
país ha vivido un verdadero tsunami político, evidenciado en la ratificación en las urnas
del mandato ciudadano en otras dos oportunidades: el 15 de abril de 2007, cuando frente
a la Consulta sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente, el Presidente recibió
el apoyo de más del 80% de los ciudadanos y el 30 de septiembre de 2007, cuando
Acuerdo PAIS (Patria Altiva I Soberana) y otros movimientos cercanos a Correa
consiguieron al menos 80 de los 130 escaños de la Asamblea Constituyente, dándole la
estocada final a la “partidocracia”.

Este trabajo describe, analiza y explora algunas claves explicativas respecto a las
condiciones que han hecho de Ecuador un sistema político ingobernable y sobre las
condiciones que se han transformado en el último año de Revolución Ciudadana, de
cara a discutir si esas condiciones que han generado ingobernabilidad han sido
superadas (o no) en este nuevo escenario político.

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Con lo dicho, a partir de lo actuado en adelante será para el Ecuador, un camino
distinto a seguir dentro de las acciones políticas establecidas desde los partidos y
movimientos sobrevivientes hasta ese entonces. De esa raíz de formación y nacimiento
de un nuevo modelo de participación política, las personas con derecho a votar o con
derecho a elegir a sus autoridades y representantes, vienen ejerciendo el sufragio de una
manera manipulada y tangencialmente conducida para favorecer indirectamente a listas
de candidaturas que las organizaciones políticas inscriben, pero que en la práctica
menoscaban a la integridad social del Ecuador.

El sistema electoral está diseñado para producir la legitimidad de origen que


todo gobernante requiere para impulsar su gestión de gobierno; la segunda vuelta, en
regímenes electorales de voto obligatorio como el ecuatoriano, debería permitir esa
acumulación de legitimidad al canalizar la votación de las fuerzas que en la primera
vuelta electoral se repartieron entre 7 candidaturas. La segunda vuelta está pensada para
lograr un mayor nivel de acuerdos y de alianzas, por tanto una mayor agregación de
consensos entre las dos opciones finalistas. ¿Hasta dónde esta posibilidad es factible en
el caso ecuatoriano? ¿Existe la posibilidad de algún nivel de acuerdos entre las dos
opciones en juego, más allá de la natural belicosidad con la que se presentan en el
escenario electoral? (Pachano, 2012)

Las fórmulas de doble vuelta con umbrales distintos al 50% podrían ser una
alternativa, pues este efecto de surgimiento de más candidatos no suele producirse. A
cambio, no garantizan la eliminación de un candidato rechazado por la mayoría, aunque
hacen más difícil su triunfo. La iniciativa presidencial ha incluido una “solución” más
radical, pero cuestionable: hacer coincidir la elección legislativa con la segunda vuelta.
Este desfase permitiría a los electores alinear su voto con la carrera presidencial
(Serrafero, Reelección y sucesión presidencial. Poder y continuidad: Argentina,
América Latina y EE.UU, 1997).

La fragmentación del poder es perfectamente legítima y deseable cuando es fruto


de la genuina variedad de intereses subyacente. ¿Cuál podría ser, entonces, el punto de
llegada de un esfuerzo de renovación institucional? Introducir mecanismos para hacer

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más funcional la diversidad política que cruza al país, sin sacrificarla: buscar que el
edificio institucional de a la pluralidad de actores más estímulos para la
cooperación. En este sentido, la segunda vuelta puede ser parte de un marco
institucional más propicio para la coincidencia entre las distintas fuerzas políticas
representadas en el Congreso que nuestra regla actual.

Revisión de la Literatura

Con el objetivo de circunscribir la investigación, es necesario establecer algunos


parámetros conceptuales y metodológicos que permitan arrogar una línea
epistemológica respecto a la noción de democracia dentro del sistema de elecciones
ecuatoriano. En ese sentido, se plantea acotar el concepto de democracia al carácter
procedimental de la misma, con el propósito de justamente encauzar la discusión en un
nivel estrictamente socio-político.

Todo sistema político busca generar condiciones para gobernar a la sociedad. A


través de su marco institucional, el sistema político establece el escenario en el que se
expresa la voluntad de los ciudadanos y, a la vez, enmarca las reglas y los límites de lo
que gobernantes y gobernados pueden hacer. Dentro de ese marco institucional cabe
tener en cuenta el sistema electoral, las normas y los procedimientos que marcan la
relación entre poderes y la distribución territorial del poder. Estos elementos, y la
manera que interactúan entre ellos, generan incentivos, límites y expectativas respecto a
las decisiones que toman las instituciones, los actores políticos y sociales y el modo en
que condicionan la acción de gobierno y su relación con los gobernados.

De lo que se trata es de la capacidad de gobernar, es decir, de “hacer valer


decisiones socialmente obligatorias, orientándose hacia un objetivo, para mantener de
esta manera la capacidad de acción del sistema político hacia dentro y hacia fuera, en
especial frente a la economía y la sociedad” (Schultze & Nohlen, 2010). Para muchos
autores esa capacidad de gobernar está vinculada con el término “gobernabilidad”, que
surgió con fuerza en la década de 1970 para referirse a los problemas de las
democracias frente a las crecientes demandas sociales. La gobernabilidad supone la

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capacidad del sistema para mantener un equilibrio dinámico entre las demandas sociales
y la capacidad de respuesta gubernamental (Camou, 2012), esto es, tomar y hacer valer
decisiones vinculantes, generar y aplicar políticas tendientes a la solución de problemas,
con la intención de alcanzar el bienestar social.

Dos elementos son centrales en relación a la gobernabilidad de un sistema


político: la legitimidad y la eficacia. La legitimidad es entendida como la creencia de
que las instituciones dadas son las mejores que el sistema puede tener (o por lo menos
las menos malas) y en ese entorno el gobierno puede exigir obediencia a los ciudadanos.
En tanto, la eficacia, tiene que ver con la capacidad del gobierno para encontrar
respuestas a las demandas de la sociedad, tanto porque consiguen desarrollar políticas
idóneas que resuelven las dificultades existentes como porque las mismas permiten que
el gobierno consiga dar respuestas a las demandas y expectativas de la ciudadanía.
Cuando un sistema político procesa las demandas societales, da respuesta a los
conflictos ciudadanos existentes conforme –entre otros aspectos- a las reglas de juego
que establece ese marco institucional y a las expectativas de los actores intervinientes,
puede decirse que ese sistema es gobernable (Pachano, Simón, 2014).

Se escucha con frecuencia el término “legitimidad”, pero es quizá Max Weber el


primero en darle un significado teórico, relacionándola a la dominación, “la
probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos
específicos (o para toda clase de mandatos)”, llamándola “autoridad”. La dominación o
autoridad se puede legitimar de tres formas, primero, la tradicional, por haber tenido
desde siempre dicha autoridad, como los títulos nobiliarios en las monarquías; segundo,
la carismática, cuando la autoridad descansa sobre la fe o la devoción afectiva que se le
tiene a un líder; y, finalmente, la racional – legal, en que la obediencia a la autoridad
proviene de la aceptación de la gente de un sistema de normas bajo las cuales esa
autoridad ha obtenido ese cargo (Pachano, 2012).

El actual ideal democrático encuentra sus orígenes en el desarrollo del


pensamiento liberal moderno alrededor de los siglos XVIII y XIX, el mismo que en
términos generales puede entenderse en función de “la defensa de los valores de libertad

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de elección, razón y tolerancia frente a la tiranía, el sistema absolutista y la intolerancia
religiosa”, es decir, como una resistencia al poder de la Iglesia y el Estado, y la
reivindicación del individuo como un sujeto libre capaz de seguir sus propias
preferencias. La doctrina liberal en este sentido, se sustenta sobre la defensa de “un
estado constitucional, la propiedad privada y una economía de mercado competitiva
como mecanismos centrales para coordinar los intereses de los individuos” (Held, 2011)

Establecer las definiciones operativas de los conceptos mediante la


especificación del campo de sus referentes empíricos, es decir, de una serie de
instrucciones que permitan establecer clasificaciones y tipologías específicas, y de ser
necesaria la construcción de indicadores que identifiquen las dimensiones o
características relevantes del concepto. Este proceso de operativización de los conceptos
es precisamente el mecanismo para transformar los conceptos de las propiedades de las
unidades de investigación en variables (Bartolini, 2010).

Un sistema electoral es un conjunto de disposiciones normativas sobre diversos


elementos que se relacionan entre sí (sistema) y que establecen como se eligen cargos
públicos (electoral) (Mancebo, 2011).

Cada país cuenta con su propio sistema electoral según su propia realidad y sus
formas de gobierno, para el caso de esta investigación se han decidido describir a los
tipos de sistemas electorales que se aplican en Ecuador:

El primero es el Sistema Mayoritario, en este tipo de sistema, como su nombre


lo indica el partido político que obtenga la mayoría de votos por parte de los electores se
apropia del puesto a elegirse. Este se puede dar de dos maneras, la primera, la Mayoría
Absoluta, en esta solo si se obtiene más de la mitad de los votos válidos emitidos por los
electores a favor de un partido político se puede proclamar a un nuevo representante
para el puesto a elegirse; en este tipo de sistema si ningún partido alcanza a obtener la
cantidad establecida de votos válidos como mayoría absoluta se procede a realizar una
segunda vuelta en las votaciones; la segunda la Mayoría Relativa, en esta el partido

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político que obtiene la mayoría de votos válidos se apropia de los puestos a elegirse
(Aragón Reyes, 2010).

El segundo tipo de sistema es el Proporcional, este sistema asegura que las


minorías ejerzan su debido derecho a participar en la gestión del gobierno. Se da a
través del método de coeficiente electoral el cual consiste en la división del total de
votos válidos realizados en la elección para el número de puestos que van a elegirse. El
objetivo de este tipo de sistema es que el poder político sobre el cual vaya a realizarse la
elección refleje los intereses e ideologías de los electores (Aragón Reyes, 2010).

Nuestro país se rige a través del sistema Mixto, ya que para la elección de
Presidente y Vicepresidente se utiliza el Sistema de Mayoría Absoluta, que, además de
lo que determina la doctrina acerca de su concepto, en el Código de la Democracia se
expone en el artículo 161: “El binomio que consiguió el primer lugar obtiene al menos
el cuarenta por ciento de los votos válidos y una diferencia mayor a diez puntos
porcentuales sobre la votación lograda por el binomio ubicado en el segundo lugar”,
considerando también aun tipo de sistema de mayoría relativa para las elecciones de
Presidente y Vicepresidente; para la elección de Prefectos, Alcaldes y Concejales el de
mayoría Relativa y para los demás el Proporcional es decir utilizan el método de
coeficiente electoral (Aragón Reyes, 2010).

Sobre el estatuto epistemológico y ontológico de los tipos de Estado, Carl


Schmitt sostiene que en la realidad histórica lo que encontramos son mezclas y
combinaciones de la tipología que nos va a proponer. Esto es así porque “de cada
comunidad política forman parte tanto la legislación como la jurisdicción, el gobierno y
la Administración” (Schmitt, 1994). Son estos cuatro elementos los que van a dar
nombre a los cuatro tipos de Estado propuestos por Schmitt: Estado legislativo, Estado
jurisdiccional, Estado gubernativo, Estado administrativo. Esta tipología le parece a
Schmitt mucho más fértil, para conocer la realidad estatal, que las tipologías pasadas.

Finalmente, sobre cuál sería el mejor tipo de Estado o el ideal, Schmitt, como
todo gran teórico, rescata la importancia del contexto y de las circunstancias. No da

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respuestas de tipo históricas, más bien sostiene que son las tendencias políticas internas
las que generan condiciones propicias para que un Estado específico sea el adecuado
(Schmitt, 1994).

El primer Estado del que va a hablar Schmitt, en el prólogo, es el Estado


legislativo. Es la comunidad política que ve la expresión suprema de la voluntad común
en normas que tienen la pretensión de ser Derecho. El Estado de Derecho es, para
Schmitt, este primer Estado. Además, debe ligársele al parlamentarismo, ya que es el
parlamento el poder legislativo que elabora las normas (Schmitt, Carl, 1998).

La conclusión que saca Schmitt es que no hay poder soberano. La separación


mencionada anteriormente, entre la norma general y su aplicación al caso concreto, nos
lleva a distinguir al poder ejecutivo del poder legislativo, es una consecuencia necesaria
del principio “lo que impera es la ley, no la persona”. El poder coercitivo se
fundamenta, así, en la legalidad. Este Estado apela a la “voluntad general” y a su
“derecho justo”.

Es la legalidad aquí, para Schmitt, la que termina desplazando a la legitimidad.


No hay pues, una verdadera autoridad o una verdadera soberanía. El Estado legislativo
no sería pues, propiamente soberano. No sólo eso, sino que la primacía del proceso y
del procedimiento se llevan a la más extrema posibilidad. Los resultados terminarían
siendo ilusorios: poder realizar una revolución sin violencia y sin subversión, por
medios únicamente pacíficos y democráticos. Esto me llamó la atención, ya que Schmitt
diría que el extremo procedimental del Estado legislativo nos llevaría a pensar que los
cambios radicales podrían hacerse desde el procedimentalismo legislativo. Es la idea de
“hacer una revolución vía decreto”, o peor: la idea de la izquierda “reformada”,
“moderada”, o “democrática”, la que piensa que puede advenir el socialismo, la
dictadura del proletariado, el comunismo lo que sea vía elecciones democráticas. Lo
mejor es como Schmitt nos recuerda la manera en que el Estado legislativo termina
viendo a los demás:

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“Desde los supuestos del Estado legislativo, el Estado
gubernativo representativo, con su glorie y su honneur, se presenta
como mero Estado de poder y una inmoralidad; el Estado
administrativo, como una dictadura sin norma y sin espíritu; el Estado
jurisdiccional medieval, como instrumento enemigo del progreso y
defensor de los privilegios feudales o estamentales” (Schmitt, Carl,
1998)

Diseño de Investigación

Para la elaboración del presente trabajo se utilizó el método empírico normativo


y pragmático. Al interpretar las normas se utilizó el sentido literal y sistemático.

La presente investigación pretende ensayar un análisis de carácter neo-


institucional mediante la observación de la dimensión formal de la democracia política o
poliarquía, para en una segunda instancia determinar los efectos de este marco
normativo sobre los procesos de democratización; en ese sentido, es necesario construir
una ruta metodológica de carácter deductivo - inductivo, esto es, un razonamiento mixto
que combine procesos de inferencia de impronta general a ser contrarrestados a través
de la interacción de un conjunto de variables en un nivel empírico, y viceversa, es decir,
inferir inductivamente a partir de estos resultados una determinada causalidad. En ese
sentido, la investigación se estructura metodológicamente alrededor de los siguientes
niveles de análisis y preguntas de trabajo:

Para la elaboración del componente teórico – conceptual se utilizará como nivel


de investigación el analítico – conceptual, que permitirá la conformación de un
referente teórico apoyado de fuentes de primer y segundo nivel debidamente sustentadas
y apoyada de la inferencia – deductiva (Sabino, 2011).

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Para la realización de la exploración y descripción del fenómeno de estudio que
en este caso representa el sistema de elecciones y la democracia ecuatoriana, se aplicará
el nivel de investigación empírico – descriptivo, que permitirá la descripción de ¿Cómo
funcionan los Sistemas Electorales en la democracia ecuatoriana?, este elemento se
resolverá a través de la aplicación de la inferencia – descriptiva (Sabino, 2011).

Finalmente para la explicación del problema y obtención de conclusiones


apoyada de la inferencia causal se utilizará el nivel de investigación empírico –
explicativo.

Esta será una investigación enmarcada en el enfoque de la política comparada -


más allá de la observación de similitudes y diferencias de contextos políticos- radica en
que el ejercicio comparativo induce una constante retroalimentación en el análisis, tanto
conceptual como empíricamente, alrededor de la particularidad de cada uno de los
procesos políticos en estudio. En ese sentido, la confrontación del diseño institucional
de Ecuador, no sólo permitirá visualizar el funcionamiento y desempeño de los sistemas
de elecciones en la democracia ecuatoriana y la legitimidad y legalidad del mismo, sino
sobre todo, indagará la causalidad implícita en el hecho de que la democratización
ecuatoriana haya experimentado una mayor estabilidad y consolidación (Méndez Anota
& Galindo Monfil, 2011).

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Índice

Título ................................................................................................................................ 1
Resumen ........................................................................................................................... 1
Pregunta de investigación ................................................................................................. 3
Justificación ...................................................................................................................... 3
Revisión de la Literatura................................................................................................... 6
Diseño de Investigación.................................................................................................. 11
Bibliografía ..................................................................................................................... 13
Índice .............................................................................................................................. 15

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