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Guerra de Sucesión Española

La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto internacional que


duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713, que
Guerra de Sucesión Española
tuvo como causa fundamental la muerte sin descendencia de Carlos II
de España, último representante de la Casa de Habsburgo, y que dejó
como principal consecuencia la instauración de la Casa de Borbón en
el trono de España.nota 1 En el interior del país, la Guerra de
Sucesión evolucionó hasta convertirse en una guerra civil entre
borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de
Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón, cuyos
últimos rescoldos no se extinguieron hasta 1714 con la capitulación
de Barcelona y 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas
del rey Felipe V de España. Para la Monarquía Hispánica, las
principales consecuencias de la guerra fueron la pérdida de sus
posesiones europeas y ladesaparición de la Corona de Aragón, lo que
puso fin al modelo «federal» de monarquía,5 o «monarquía
compuesta»,6 de los Habsburgo españoles.nota 2
El mariscal Villars liderando la carga francesa
durante la batalla de Denain. Óleo de Jean Alaux,
1839; Palacio de Versalles.

Índice Fecha 1701-1713/1715


Situación política previa Lugar Europa occidental , Norte de
Los tratados de partición de los territorios de la África y América 1
«monarquía católica» de Carlos II
Casus belli
El testamento de Carlos II Subida al trono español de
La aceptación del testamento por Luis XIV y la ruptura Felipe de Borbón
del Segundo Tratado de Partición.
conservando derecho al
Felipe V ocupa el trono francés.
El nacimiento de la Gran Alianza antiborbónica
Interés anglo-austro-
El comienzo de la guerra (1701-1705) neerlandés (Tratado de La
Primeras acciones bélicas
Haya) de repartirse los
Los aliados llevan la guerra a la península
territorios españoles y
La sublevación austracista del Principado de Cataluña
y del Reino de Valencia derrotar a Luis XIV de
Francia.
La guerra se alarga (1706-1710)
El Archiduque Carlos proclamado Carlos III de Derechos sucesorios del
España Archiduque Carlos .
La batalla de Almansa y el fin de los reinos de
Valencia y de Aragón Resultado Tratado de Utrecht , Tratado de
La ruptura de 1709 entre Felipe V y Luis XIV Rastatt y Tratado de Baden
1710, el año decisivo para Felipe V Consecuencias
Felipe V es reconocido
El final del conflicto (1711-1714)
como rey de España , sin
Hacia la paz de Utrecht
derecho al trono francés.
El Tratado de Utrecht
El Principado de Cataluña sigue resistiendo (1713- Gran Bretaña se convierte
1714) en la potencia hegemónica
La batalla del 11 de septiembre de 1714 de Europa en detrimento
El fin del Principado de Cataluña de Francia y España y
Toma de Mallorca adquiere el derecho de
Consecuencias asiento.
La represión borbónica y el exilio austracista Comienzo de la
La política "revisionista" de Felipe V y el Tratado de decadencia de la
Viena de 1725
monarquía francesa .
Conclusiones
Cambios
Véase también España cede Menorca y
territoriales
Notas Gibraltar a Gran Bretaña,
Referencias Sicilia a Saboya y los
Países Bajos Españoles ,
Bibliografía
Nápoles, Milán y Cerdeña
Enlaces externos
a Austria.
Francia cede zonas de
Canadá a Gran Bretaña y
Situación política previa consigue Landau in der
Pfalz y Barcelonette .
Beligerantes
Los tratados de partición de los territorios
Borbónicos Austracistas
de la «monarquía católica» de Carlos II
España fiel a Felipe España fiel al
El último rey de España de la casa de Habsburgo, Carlos II el
V Archiduque
Hechizado, debido a su enfermedad, no pudo dejar descendencia.
Reino de Francia Sacro Imperio
Durante los años previos a su muerte –en noviembre de 1700– la
Romano Germánico
cuestión sucesoria se convirtió en asunto internacional e hizo evidente Baviera (hasta 1704)
que España constituía un botín tentador para las distintas potencias Colonia Austria
europeas. Prusia
Mantua
Hanóver
Tanto el rey Luis XIV, de la Casa de Borbón, como el emperador Saboya (hasta 1703)
Leopoldo I del Sacro Imperio Romano Germánico, de la Casa de
Provincias Unidas
Habsburgo, alegaban derechos a la sucesión española debido a que
Inglaterra (hasta
ambos estaban casados con infantas españolas hijas del rey Felipe IV,
1707)
padre de Carlos II, y, además, las madres de ambos eran hijas del rey
Felipe III, abuelo de Carlos II. Tanto la madre como la esposa de Luis Escocia (hasta 1707)
XIV, Ana de Austria y María Teresa de Austria, respectivamente, Gran Bretaña
habían nacido antes que sus respectivas hermanas, María de Austria y (desde 1707)
Margarita de Austria, madre y esposa del emperador Leopoldo I.
Portugal (desde
El rey Luis XIV había estado casado con María Teresa de Austria, 1703)

hermana mayor de Carlos II, y el Gran Delfín de Francia, único hijo Saboya (desde 1703)
primogénito de ambos que seguía con vida, parecía ser el
Comandantes
descendiente del "rey católico" con más derechos a la corona
española. Sin embargo, en su contra jugaba el hecho de que tanto Ana Felipe V de España Archiduque Carlos
de Austria como María Teresa de Austria habían renunciado a sus Marqués de Rafael Casanova
derechos sucesorios a la Corona de España, por ellas y por sus Villadarias
Basset y Ramos
descendientes,7 con la firma del Tratado de los Pirineos. Además,
Duque de Berwick
como el Gran Delfín era heredero también al trono francés, la reunión Leopoldo I
de ambas coronas hubiese significado, en la práctica, la unión de Cardenal Belluga
José I
España –con su vasto imperio– y Francia bajo una misma dirección, Marqués de Bay
Margrave de
en un momento en el que Francia era lo suficientemente fuerte como Luis XIV Baden-Baden
para poder imponerse como potencia hegemónica.
Duque de Vendôme Príncipe de Hesse-
Darmstadt
Duque de Villars
Duque de Villars
Por su parte el emperador Leopoldo I había estado casado con Conde de
Conde de Tessé
Margarita de Austria, hermana de Carlos II, y la hija de ambos, María Starhember
Duque de Villeroy
Antonia de Austria, fue depositaria de los derechos de sucesión de la
Príncipe de Saboya
Monarquía Hispánica ante la posible muerte de Carlos II, pero esta Duque de Boufflers
falleció en 1692, antes de la muerte de Carlos II. Así, los hijos del Ana I
Maximiliano II
emperador Leopoldo I, primos hermanos de Carlos II, que seguían Duque de
Duque de Mantua
vivos pedían su derecho sucesorio, aunque estos tenían un parentesco Marlborough
menor que el Gran Delfín ya que su madre no era española, sino la George Rooke
alemana Leonor de Neoburgo, así que, como ha señalado Joaquim
Marqués de
Albareda, "en términos legales la cuestión sucesoria era enrevesada,
Ruvigny
ya que ambas familias [Borbones y Austrias] podían reclamar
derechos a la corona [española]".8 Anthonie Heinsius

Señor de Overkirk
Por otro lado, las otras dos grandes potencias europeas, Inglaterra y
los Países Bajos, veían con preocupación la posibilidad de la unión de Conde de
las Coronas francesa y española a causa del peligro que para sus Albemarle

intereses supondría la emergencia de una potencia de tal orden. Marqués de Minas


También ofrecían problemas los hijos de Leopoldo I, puesto que la Víctor Amadeo II
elección de alguno de los dos como heredero supondría la
resurrección de un imperio semejante al de Carlos I de España del Fuerzas en combate
siglo XVI (deshecho por la división de su herencia entre su hijo 30 0002 100 0002
Felipe II de España y su hermano Fernando I de Habsburgo). Un
350 0002 75 0002
temor compartido por Luis XIV que no quería que volviese a repetirse
la situación de los tiempos de Carlos I de España, en la que el eje 32 0002 130 0002
España-Austria aisló fatalmente a Francia. Aunque tanto Luis XIV (Soldados movilizados al (Soldados movilizados al
como Leopoldo I estaban dispuestos a transferir sus pretensiones al tiempo. No se incluyen todos tiempo. No se incluyen
trono a miembros más jóvenes de su familia –Luis al hijo más joven los beligerantes) todos los beligerantes)
del Delfín, Felipe de Anjou, y Leopoldo a su hijo menor, el
Archiduque Carlos–, tanto Inglaterra como los Países Bajos apoyaron Probablemente entre 400 000 y 700 000
una tercera opción, que también era bien vista por la corte española, muertos (100 000 a 200 000 civiles), sólo
la de la elección del hijo del Elector de Baviera, José Fernando de 228 000 a 274 000 caídos en combate, la
Baviera, único hijo de María Antonia de Austria, nieto de Leopoldo I, mayoría por enfermedades y heridas. 2 3 Otras
bisnieto de Felipe IV y sobrino nieto del rey Carlos II. El candidato fuentes elevan la cifra a 1 251 000 muertos,
bávaro parecía la opción menos amenazante para las potencias cerca de medio millón en Francia, muchos de
europeas, así que el rey Carlos II nombró a José Fernando de Baviera ellos por enfermedad. 4
como su sucesor y heredero de todos los reinos, estados y señoríos de [editar datos en Wikidata]
la Monarquía Hispánica.

Para evitar la formación de un bloque hispano-alemán que ahogara a


Francia, Luis XIV auspició el Primer Tratado de Partición, firmado
en La Haya en 1698, a espaldas de España. Según este tratado, a José
Fernando de Baviera se le adjudicaban los reinos peninsulares
(exceptuando Guipúzcoa), Cerdeña, los Países Bajos españoles y las
colonias americanas, quedando el Milanesado para el Archiduque
Carlos y Nápoles, Sicilia, los presidios de Toscana y Finale y
Guipúzcoa para el Delfín de Francia, como compensación por su
renuncia a la corona hispánica. Lazos familiares de José Fernando de Baviera,
Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos con la
Casa de Austria en España.
El testamento de Carlos II
En la última década del siglo XVII se extendió en la corte de Madrid una opinión
favorable a que se convocaran las Cortes de Castilla para que resolvieran la cuestión
sucesoria si el rey Carlos II como era previsible moría sin descendencia. Esta opción
era apoyada por la reina Mariana de Neoburgo, el embajador del Imperio Aloisio de
Harrac, por algunos miembros del Consejo de Estado y del Consejo de Castilla que
ya en 1694 defendieron «la reunión de Cortes como único remedio de salvar la
Monarquía». Sin embargo, frente a esta opción "constitucionalista" se impuso la
posición absolutista que defendía que era el rey quien en su testamento debía
resolver la cuestión.9
Henri Antoine de Favanne: España
Cuando en 1696 Carlos II testó a ofrece la corona a Felipe de Anjou
favor de José Fernando de Baviera en presencia del cardenal
Portocarrero, 1704, Versalles,
y, sobre todo, cuando en 1698 se
Palacio de Versalles.
conoció en Madrid la firma del
Primer Tratado de Partición, que
dejaba al archiduque Carlos únicamente con el Milanesado, se formó en la corte un
"partido alemán" (o austracista) para presionar al rey para que cambiara su
testamento en favor del segundo hijo del emperador. Ese "partido alemán" estaba
encabezado por Juan Tomás Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla y por el
conde de Oropesa, presidente del Consejo de Castilla y primer ministro de facto, y el
conde de Aguilar, y contaba con el apoyo de la reina y del embajador del Imperio.
Frente a él se alzaba el "partido bávaro", encabezado por el cardenal Luis Fernández
Portocarrero, y el embajador de Luis XIV, el marqués de Harcourt, que seguía
10
presionando para defender los derechos de Felipe de Anjou.
Carlos II de España, último rey
español de la dinastía Habsburgo,
por W. Humer. La cuestión sucesoria se convirtió
en una grave crisis política a partir
de febrero de 1699 cuando se
produjo la muerte prematura del candidato escogido por Carlos II, José Fernando de
Baviera –de seis años de edad–, lo que llevó al Segundo Tratado de Partición,
también a espaldas de España. Bajo tal acuerdo el archiduque Carlos era reconocido
como heredero, pero dejando todos los territorios italianos de España, además de
Guipúzcoa, a Francia. Si bien Francia, los Países Bajos e Inglaterra estaban
satisfechas con el acuerdo, Austria no lo estaba y reclamaba la totalidad de la
herencia española. Tampoco fue aceptado por la corte española, encabezada por el
cardenal Portocarrero, porque además de imponer un heredero suponía la
desmembración de los territorios de la Monarquía.11 El "partido bávaro" del
cardenal Portocarrero, al haberse quedado sin candidato, se acabó inclinando por
Felipe de Anjou. Nació así el "partido francés" que acabaría ganándole la partida al
Retrato del Cardenal Portocarrero
"partido alemán", gracias entre otras razones a la eficaz gestión del embajador
por Juan Carreño de Miranda
Harcourt –que no excluyó el soborno entre la Grandeza de España–12 "frente al
ineficaz embajador austríaco Aloisio de Harrach, cuyas relaciones con la reina, por
si fuera poco, nunca fueron buenas".10 nota 3 "Mientras Carlos II era sometido a exorcismos para librarse de supuestos
hechizos".14 nota 4 El marqués de Villafranca, uno de los miembros más destacados del grupo de Portocarrero, justificó así la
decisión a favor del candidato francés:16

Mirando a la manutención entera de esta Monarquía hay poco que dudar, o nada, en que sólo entrando en
ella uno de los hijos delDelfín, segundo o tercero, se puede mantener
Así pues, Carlos II, persuadido también, por la presión de Harcourt, de que la "opción francesa" era la mejor para asegurar la
integridad de la «monarquía católica» y del Imperio –y ello a pesar de las cuatro guerras que se habían mantenido contra Luis XIV a
lo largo de su reinado: Guerra de Devolución entre 1667 y 1668; Guerra de Holanda entre 1673 y 1678; Guerra de 1683-1685; y
Guerra de los Nueve Años entre 1688 y 1697– testó el 2 de octubre de 1700, un mes antes de su muerte, a favor de Felipe de Anjou,
hijo segundo del Delfín de Francia y nieto de Luis XIV, a quien nombró «sucesor... de todos mis Reinos y dominios, sin excepción de
17
ninguna parte de ellos» –con lo que invalidaba los dos tratados de partición–.

En el testamento Carlos II establecía dos normas de gran importancia y que el futuro Felipe V no cumpliría. La primera era el
encargo expreso a sus sucesores de que mantuvieran «los mismos tribunales y formas de gobierno» de su Monarquía y de que «muy
especialmente guarden las leyes y fueros de mis reinos, en que todo su gobierno se administre por naturales de ellos, sin dispensar en
esto por ninguna causa; pues además del derecho que para esto tienen los mismos reinos, se han hallado sumos inconvenientes en lo
contrario». Así decía que la «posesión» de «mis Reinos y señoríos» por Felipe de Anjou y el reconocimiento por «mis súbditos y
vasallos...»'[como] «su rey y señor natural» debía ir precedida por «el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y
costumbres de dichos mis Reinos y señoríos», además de que en el resto del testamento se incluían nueve referencias directas más al
respeto de las «leyes, fueros, constituciones y costumbres». Según Joaquim Albareda, todo esto manifiesta la voluntad de Carlos II de
«asegurar la conservación de la vieja planta política de la monarquía frente a previsibles mutaciones que pudieran acontecer, de la
mano de Felipe V». La segunda norma era que Felipe debía renunciar a la sucesión de Francia, para que «se mantenga siempre
18
desunida esta monarquía de la corona de Francia».

En conclusión, la elección de Felipe de Anjou se debió a que el gobierno español tenía como prioridad principal la conservación de la
unidad de los territorios del Imperio español, y Luis XIV de Francia era en ese momento el monarca con mayor poder de Europa y,
por ello, prácticamente el único capaz de poder llevar a cabo dicha tarea.

La aceptación del testamento por Luis XIV y la ruptura del Segundo Tratado de
Partición.
El 1 de noviembre de 1700 se produjo la muerte de Carlos II –tres
días antes había nombrado una Junta de Gobierno al frente de la cual
había situado al cardenal Portocarrero–. El 9 de noviembre se
confirmaba en Versalles que Carlos II había nombrado como su
sucesor al segundo hijo del Delfín de Francia, Felipe de Anjou, lo
que abrió un debate entre los consejeros de Luis XIV ya que la
aceptación del testamento supondría la ruptura del Segundo Tratado
de Partición suscrito en marzo con el reino de Inglaterra y con las
Provincias Unidas. El embajador francés en Londres relató la dudas
de Luis XIV: «se sentía contento por la reunión de las dos
monarquías, pero preveía que ello podía conducir a una guerra que
Proclamación de Felipe V comoRey de España en
se había propuesto evitar».19
el Palacio de Versalles (Francia) el 16 de
noviembre de 1700. Pintura de François Gérard.
Luis XIV finalmente respaldó el testamento. El 12 de noviembre de
1700, hizo pública la aceptación de la herencia en una carta destinada
a la reina viuda de España en la que decía:

Nuestro pensamiento se aplicará cada día a restablecer, por una paz inviolable, la monarquía de España al
más alto grado de gloria que haya alcanzado jamás. Aceptamos en favor de nuestro nieto el duque d'Anjou
el testamento del difunto rey católico.

El 16 de noviembre,20 el rey de Francia, ante una asamblea compuesta por la familia real, altos funcionarios del reino y los
embajadores extranjeros, presentó al duque de Anjou con estas palabras:
Señores, aquí tenéis al rey de España.

Pero a continuación le dirigió a su nieto una frase que inquietó al resto de potencias
europeas, cuya respuesta no se haría esperar:21

Sé buen español, ése es tu primer deber, pero acuérdate de que has


nacido francés, y mantén la unión entre las dos naciones; tal es el
camino de hacerlas felices y mantener la paz de Europa.

Tampoco pasó desapercibida la frase a la Junta de Gobierno del cardenal


Portocarrero –ya que vulneraba el testamento del rey Carlos II, que prohibía
expresamente la unión de las dos coronas– sobre todo cuando el embajador español
en la corte de Versalles le comunicó al cardenal lo que le había dicho Luis XIV
durante la entrevista que mantuvieron el mismo día de la presentación de Felipe

Retrato oficial de Luis XIV por V:22


Hyacinthe Rigaud, 1701, Museo del
Louvre. Ya no hay Pirineos; dos naciones, que de tanto tiempo a esta parte han
disputado la preferencia, no harán en adelante más de un solo pueblo.

Estos temores se confirmaron al mes siguiente cuando Luis XIV hizo una declaración formal de conservar el derecho de sucesión de
Felipe V al trono de Francia –legalizada en virtud de cartas otorgadas por el Parlamento de París del 1 de febrero de 1701–,23 lo que
abría "la puerta a una eventual unión de España y Francia, se violaba el testamento de Carlos II y se amenazaba el equilibrio
europeo".22 Al mismo tiempo Luis XIV ordenó que tropas francesas ocuparan en nombre de Felipe V las plazas fuertes de la
«Barrière» de los Países Bajos españoles, debido "al poco entusiasmo de los Estados Generales de los Países Bajos españoles por
jurar al duque de Anjou como rey de España", lo que por otro lado provocó "un verdadero pánico en la Bolsa de Londres"24 ya que
podía ser el inicio de una guerra ya que la ocupación de esas plazas fuertes violaba el Tratado de Rijswijk de 1697. Además los
22
enviados de Luis XIV empezaron a hacer cambios institucionales en los Países Bajos del Sur y a incrementar los impuestos.

Felipe V ocupa el trono


Felipe de Anjou entró en España por Vera de Bidasoa (Navarra), llegando a Madrid el 17 de febrero de 1701. El pueblo madrileño,
hastiado del largo y agónico reinado de Carlos II, lo recibió con una alegría delirante y con esperanzas de renovación. Pronto el
nuevo rey Felipe V de España, sería conocido, no sin cierta ironía, con el sobrenombre deel Animoso.nota 5

Fue ungido como rey en Toledo por el cardenal Portocarrero y proclamado como tal por las Cortes de Castilla reunidas el 8 de mayo
de 1701 en el Real Monasterio de San Jerónimo.25 El 17 de septiembre Felipe V juró los fueros del reino de Aragón y luego se
dirigió a Barcelona donde había convocado las Cortes catalanas. Allí el 4 de octubre de 1701 juró las Constituciones catalanas y
mientras las Cortes estuvieron reunidas tuvo que permanecer en la capital del Principado. Finalmente a principios de 1702 pudo
clausurar las Cortes después de verse obligado a hacer importantes concesiones –como la creación del Tribunal de Contrafacciones–,
reforzándose así la concepción pactista de las relaciones entre el soberano y sus vasallos. Como recordó un memorial presentado por
las instituciones catalanas: «en Cataluña quien hace las leyes es el rey con la corte» y «en las Cortes se disponen justísimas leyes con
las cuales se asegura la justicia de los reyes y la obediencia de los vasallos». Las Cortes del reino de Aragón, presididas por la reina
ya que Felipe embarcó el 8 de abril desde Barcelona hacia el reino de Nápoles, no llegaron a clausurarse a causa de la marcha de la
reina a Madrid, quedando pendientes de resolverse las peticiones de los cuatro brazos que la componían. Las Cortes del reino de
Valencia nunca llegaron a convocarse.26
Por otro lado, tras su llegada a Madrid, Felipe V, siguiendo las indicaciones del
embajador francés Marqués de Harcourt, formó un "consejo de Despacho", máximo
órgano de gobierno de la Monarquía por encima de los Consejos establecidos por los
Austrias, integrado por el propio rey y el cardenal Portocarrero, presidente de la
Junta de Gobierno nombrada por Carlos II; Manuel Arias, presidente del Consejo de
Castilla; y Antonio de Ubilla, nombrado Secretario del Despacho Universal, y al que
pronto se unió el embajador francés, por imposición de Luis XIV, ya que en seguida
quedó claro, según la historiadora francesa Janine Fayard, que "Luis XIV iba a
actuar como el verdadero dueño de España". Así en junio de 1701 envió a la corte de
Madrid a Jean Orry para que se ocupara de sanear y aumentar los recursos de la
Hacienda de la Monarquía, y también negoció sin consultarle el casamiento de
Felipe con la princesa saboyana María Luisa Gabriela de Saboya –la boda real se
celebró en Barcelona a donde había acudido Felipe V a jurar como conde de
Barcelona ante las Cortes Catalanas–, quien dominó por completo al rey a pesar de
tener apenas catorce años, contando con el apoyo de la princesa de los Ursinos de
sesenta años nombrada camarera mayor de palacio por indicación de Luis XIV. Que
Luis XIV tomó las riendas del gobierno en la Monarquía de España también lo
prueban las 400 cartas que le envió a su nieto entre 1701 y 1715, "en las que fue
Felipe de Borbón, duque de Anjou
pródigo en consejos políticos, incluso órdenes" y el destacado papel que desempeñó por Hyacinthe Rigaud, 1701; Palacio
en la corte de Madrid su embajador.27 "Era, pues, el rey francés... quien controlaba de Versalles.
los auténticos resortes del poder. De este modo, los respectivos embajadores –
Harcourt, Marcin, los dos Estrées, tío y sobrino, y Gramont– no actuaron como
28
representantes legales de Francia en el sentido estricto sino como auténticos ministros".

El interés de Luis XIV por la «monarquía católica» radicaba fundamentalmente en su Imperio de las Indias Occidentales, como
reconoció más adelante en una carta enviada a su embajador en Madrid una vez iniciada la guerra: «el principal objeto de la guerra
presente es el comercio de Indias y de las riquezas que producen». Esto es lo que explica que en seguida el "Consejo de Despacho"
tomara una serie de medidas para favorecer el comercio francés con el Imperio americano. Así, en pocos meses más de una treintena
de barcos realizaban continuos viajes entre los puertos franceses y los de Nueva España y Perú y más adelante "los puertos de la
América española fueron «pacíficamente invadidos» por cientos de navíos franceses haciendo saltar las férreas disposiciones que
habían estado en vigor durante dos siglos" y que concedían el monopolio del comercio con América a la Casa de Contratación de
Sevilla. La medida de mayor trascendencia fue la concesión delasiento de negros –el monopolio de la trata de esclavos con América–
a la "Compagnie de Guinée", el 27 de agosto de 1701 –compañía de la que Luis XIV y Felipe V poseían el 50% del capital–,nota 6
que también recibió el privilegio de extraer oro, plata y otras mercancías, libres de impuestos, de los puertos donde había vendido
esclavos. Algunos historiadores consideran esta decisión como el detonante de la Guerra de Sucesión española y así lo vieron algunos
29
contemporáneos, especialmente ingleses y holandeses.

El nacimiento de la Gran Alianza antiborbónica


La apertura del Imperio español al comercio francés era uno de los grandes temores para las dos potencias marítimas de la época,
Inglaterra y las Provincias Unidas, que sospechaban del interés de Francia en adueñarse del comercio español con América, siendo
este uno de los motivos por el cual el 20 de enero de 1701 se firmó una alianza para realizar operaciones conjuntas contra Francia y
dar su apoyo a las aspiraciones del segundo hijo del Emperador Leopoldo I al trono español. Cuando se conocieron las concesiones
hechas por Felipe V a la "Compagnie de Guinée" en la trata de esclavos –que coincidió con el reconocimiento por Luis XIV de
Jacobo III Estuardo en sus aspiraciones al trono de Londres–, Inglaterra y las Provincias Unidas, promovieron la formación de una
gran coalición antiborbónica.30 Así el 7 de septiembre de 1701 se firmó elTratado de La Haya que dio nacimiento a laGran Alianza,
formada por el Sacro Imperio, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos, Prusia y la mayoría de los estados alemanes,31
que declaró la guerra a Luis XIV y a Felipe V en mayo de 1702.32 El reino de Portugal y el Ducado de Saboya se unirían a la Gran
Alianza en mayo de 1703.
La guerra se inició al principio en las fronteras de Francia con los Estados de la Gran Alianza, y posteriormente en la propia España,
donde se convirtió en una guerra europea en el interior del país, desembocando en una auténtica guerra civil, básicamente entre la
Corona de Aragón, partidaria mayoritariamente del Archiduque, el cual había ofrecido garantías de mantener el sistema "federal" de
la Monarquía Hispánica, y la Corona de Castilla, que había aceptado a Felipe V, cuya mentalidad era la del estado centralista de
monarquía absoluta comparable al modelo de la Francia de la época.33 34 35 Terminada la guerra, los Estados de la Corona de
Aragón desaparecieron al ser suprimidas sus leyes e instituciones propias sustituidas por las "leyes de Castilla, tan loables y
plausibles en todo el universo" –como se decía en el Decreto de Nueva Planta de 1707 que puso fin a los reinos españoles de Aragón
y de Valencia–, y sólo las "provincias" vascongadas y el Reino de Navarra mantuvieron sus leyes e instituciones propias al haberse
mantenido fieles a la causa borbónica.36

El comienzo de la guerra (1701-1705)

Primeras acciones bélicas


Como el rey de España poseía el ducado de Milán y junto con Francia estaba aliado con varios príncipes italianos, como Víctor
Amadeo II de Saboya37 y Carlos III, duque de Mantua,38 las tropas francesas ocuparon casi todo el norte de Italia hasta el Lago de
Garda. El príncipe Eugenio de Saboya, al mando de las tropas del emperador austriaco, dio comienzo a las hostilidades en 1701, sin
declaración de guerra, batiendo al mariscal francés Nicolas Catinat en la batalla de Carpi, así como a su sucesor el mariscal duque de
Villeroy en la batalla de Chiari, pero no consiguió tomar Milán por problemas de suministros. A comienzos de 1702 el primer ataque
lo lanzaron las tropas austriacas contra la ciudad de Cremona, en Lombardía, haciendo prisionero a Villeroy (batalla de Cremona). Su
puesto lo ocupó el duque de Vendôme, que rechazó las tropas invasoras del ejército del príncipe Eugenio de Saboya. Los partidarios
del emperador Leopoldo I atacaron primero a los Electores de Colonia y Brunswick, que se habían puesto del lado de Luis XIV de
Francia, ocupando dichos principados. También deseaban impedir que se unieran las fuerzas francesas con las del Elector de Baviera,
para lo cual reclutaron un ejército al mando del margrave Luis Guillermo de Baden, que tomó posiciones en el Rin superior frente a
las fuerzas francesas mandadas por el mariscal Villars. El margrave de Baden conquistó el 9 de septiembre de 1702 Landau, en
Alsacia, y el 14 de octubre de 1702 se volvieron a enfrentar ambos ejércitos en la batalla de Friedlingen, de la que ninguno salió
vencedor pero tuvo como consecuencia que los franceses retrocedieran detrás del Rin y no pudieran unirse con los bávaros. Más al
norte, el mariscal Tallard ocupó de nuevo todo elducado de Lorena y la ciudad de Tréveris.

Estimulado por su abuelo, en 1702 Felipe V desembarcó cerca de Nápoles pacificando el Reino de las Dos Sicilias en un mes, tras lo
cual reembarcó hacia Finale. De ahí fue a Milán, siendo recibido con entusiasmo también allí e incorporándose a comienzos de julio
al ejército del duque de Vendôme cerca del río Po. La primera batalla tuvo lugar en Santa Vittoria y supuso la destrucción del ejército
del general Visconti por las tropas franco-españolas, a la que siguió un sangriento intento de desquite en la batalla de Luzzara. Su
comportamiento en estas batallas fue brillante, rayando lo temerario. Sumido en un nuevo acceso de su enfermiza melancolía, se
reembarcó y regresó a España, pasando por Cataluña y Aragón y haciendo entrada triunfal en Madrid el 13 de enero de 1703. A su
regreso le esperaban las malas noticias de que la Dieta imperial le había declarado la guerra a él y a su abuelo como usurpadores del
trono español. El ejército del duque de Borgoña tuvo que retirarse ante la superioridad del duque de Marlborough (protagonista de la
canción infantil Mambrú se fue a la guerra), perdiéndose Raisenwertz, Vainloo, Rulemunda, Senenverth, Maseich, Lieja y Landau en
Alsacia. Contrarrestaron un poco esto los éxitos del Elector de Baviera (aliado de la causa borbónica) tomando
Ulm y Memmingen.

Los aliados llevan la guerra a la península


Una de las principales preocupaciones de los aliados era conseguir una base naval en el Mediterráneo para las flotas inglesa y
holandesa. Su primera tentativa fue tomar Cádiz en agosto de 1702, pero fracasó.39 En la batalla de Cádiz un ejército aliado de
14 000 hombres desembarcó cerca de esa ciudad en un momento en que no había casi tropas en España. Se reunieron a toda prisa,
recurriéndose incluso a fondos privados de la esposa de Felipe V, la reina María Luisa Gabriela de Saboya (que en el futuro sería
conocida afectuosamente por los castellanos como «la Saboyana»), y del cardenal Luis Fernández Portocarrero. Sorprendentemente
este ejército aliado fue rechazado, triunfando la defensa española.
Antes de reembarcar el 19 de septiembre, las tropas aliadas se dedicaron al pillaje y
al saqueo del Puerto de Santa María y de Rota, lo que sería utilizado por la
propaganda borbónica –según el felipista Marqués de San Felipe los soldados
«cometieron los más enormes sacrilegios, juntando la rabia de enemigos a la de
herejes, porque no se libraron de su furor los templos y las sagradas imágenes»– e
hizo imposible que Andalucía se sublevara contra Felipe V tal como tenían planeado
los austracistas castellanos encabezados por elalmirante de Castilla.40

Otra de las preocupaciones de los


aliados era interferir las rutas
transatlánticas que comunicaban Mapa de la batalla de Cádiz (1702).
España con su Imperio en América,
especialmente atacando la flota de
Indias que transportaba metales preciosos que constituían la fuente fundamental de
ingresos de la Hacienda de la Monarquía española. Así en octubre de 1702 las flotas
inglesa y holandesa avistaron frente a las costas de Galicia a la flota de Indias que
procedía de La Habana, escoltada por veintitrés navíos franceses, que se vio
Ludolf Backhuysen: la batalla de
Rande en la ría de Vigo, óleo, Museo obligada a refugiarse en la ría de Vigo. Allí fue atacada el 23 de octubre por los
Marítimo Nacional. barcos aliados durante la batalla de Rande infligiéndole importantes pérdidas,
41 Fue conducida
aunque la práctica totalidad de la plata fue desembarcada a tiempo.
primero a Lugo y más tarde al alcázar deSegovia.

Uno de los principales giros de la guerra tuvo lugar en el verano de 1703, cuando el reino de Portugal y el ducado de Saboya se
sumaron a los restantes estados que componían el Tratado de La Haya, hasta entonces formada únicamente por Inglaterra, Austria y
los Países Bajos. El duque de Saboya, a pesar de ser el padre de la esposa de Felipe V, firmó el Tratado de Turín y Pedro II de
Portugal, que en 1701 había firmado un tratado de alianza con los borbones, negoció con los aliados el cambio de bando a cambio de
concesiones a costa del Imperio español en América, como la Colonia de Sacramento, y de obtener ciertas plazas en Extremadura –
entre ellas Badajoz– y en Galicia –que incluía Vigo–. Así el 16 de mayo de 1703 se firmó el Tratado de Lisboa que convirtió a
42
Portugal en una excelente base de operaciones terrestres y marítimas para el bando austracista.

La entrada en la Gran Alianza de Saboya y, sobre todo, de Portugal dio un vuelco a las aspiraciones de la Casa de Austria, que ahora
veía mucho más cercana la posibilidad de instalar en trono español a uno de sus miembros. Así el 12 de septiembre de 1703 el
emperador Leopoldo I proclamó formalmente a su segundo hijo, el archiduque Carlos de Austria, como "Rey Carlos III de España",
renunciando al mismo tiempo en nombre suyo y de su primogénito a los derechos a la corona hispánica, lo que hizo posible que
Inglaterra y Holanda reconocieran a Carlos III como rey de España. A partir de aquel momento había formalmente dos reyes de
España.43

El 4 de mayo de 1704 el archiduque Carlos desembarcó en Lisboa contando con el favor del rey Pedro II de Portugal. La causa
«carlista» (como fue llamándose, aunque no está relacionada con las Guerras Carlistas) iba ganando adeptos. El rey Pedro II publicó
un manifiesto en el que justificaba su decisión de retirar su apoyo a Felipe V.44 Carlos III llegó a Lisboa al frente de una flota
angloholandesa que contaba con 4000 soldados ingleses y 2000 holandeses, a los que sumaron 20 000 portugueses pagados por las
dos potencias marítimas. En Santarém Carlos proclamó su propósito de «liberar a nuestros amados y fieles vasallos de la esclavitud
en que los ha puesto el tiránico gobierno de la Francia» que pretende «reducir los dominios de España a provincia suya».
45
Permaneció en Lisboa hasta el 23 de julio de 1705.

El archiduque efectuó un intento de invasión por el valle del Tajo, en Extremadura, con un ejército anglo-holandés que fue rechazado
por el ya considerable ejército real de 40 000 hombres, a las órdenes de Felipe V desde marzo, y que posteriormente recibiría
refuerzos franceses al mando de James Fitz-James, I duque de Berwick, un general brillante de origen inglés. Un segundo intento
anglo-portugués tratando de tomarCiudad Rodrigo también fue rechazado.
Por su parte Inglaterra había apostado por el dominio de los mares desde hacía
mucho tiempo, y en realidad lo que deseaba era el desgaste de los dos contendientes,
así como el reparto de los territorios españoles para poder obtener puntos
estratégicos para su comercio y obtener los máximos beneficios. En 1704,sir George
Rooke y Jorge de Darmstadt llevaron a cabo el desembarco de Barcelona, empresa
que se convirtió en fracaso debido a que las instituciones catalanas, a pesar de sus
simpatías por la causaaustracista, no encabezaron ninguna rebelión. Sin embargo, de
regreso, la flota asedió Gibraltar, la cual estaba defendida sólo por 500 hombres, la
Navío de guerra británico frente a la mayoría milicianos, al mando de don Diego de Salinas. Gibraltar se rindió
roca de Gibraltar por Thomas honrosamente el 4 de agosto de 1704 al Príncipe de Darmstadt tras dos días de lucha
Whitcombe; hacia 1800; Denver Art –es decir, se rindió a tropas bajo la bandera de un autoproclamado rey español,
Museum.
Carlos III de Habsburgo– y el príncipe asumió elcargo de gobernador de la plaza.

Una flota francesa al mando delconde de Toulouse intentó recuperar Gibraltar pocas
semanas después enfrentándose a la flota angloholandesa al mando de Rooke el 24 de agosto a la altura de Málaga. La batalla naval
de Málaga fue una de las mayores de la guerra. Duró trece horas pero al amanecer del día siguiente la flota francesa se retiró, con lo
que Gibraltar continuó en manos de los aliados. Así que finalmente consiguieron lo que habían venido intentando desde el fracaso de
45
la toma de Cádiz en agosto de 1702: una base naval para las operaciones en el Mediterráneo de las flotas inglesa y holandesa.

En el mismo mes en que se produjo la toma de Gibraltar, los aliados conseguían en


la batalla de Blenheim (Baviera) una de sus mayores y más decisivas victorias de la
guerra. En la batalla que tuvo lugar el 13 de agosto de 1704 se enfrentaron un
ejército francobávaro de 56 000 hombres al mando del conde Marcin y de
Maximiliano II Manuel de Baviera y un ejército aliado compuesto por 67 000
soldados imperiales, ingleses y holandeses al mando del duque de Malborough. El
combate duró 15 largas horas al final del cual el ejército borbónico sufrió una
derrota total: tuvo 34 000 bajas y 14 000 soldados fueron hechos prisioneros. Los
aliados por su parte perdieron 14 000 hombres entre muertos y heridos. El Elector de
Baviera se refugió en los Países Bajos españoles mientras su Estado era ocupado y
administrado por los austríacos –y así permanecería hasta el final de la guerra–, con
lo que Luis XIV perdía a su principal aliado en el centro de Europa. Según la
mayoría de los historiadores la victoria de Blenheim puso fin a "cuarenta años de
supremacía militar francesa en el continente". "A partir de aquel momento Luis XIV
46
John Churchill, I Duque de
se enfrentaba a un escenario bélico claramente adverso".
Marlborough, vencedor de labatalla
de Blenheim (óleo por Adriaen van
der Werff).
La sublevación austracista del Principado de Cataluña
y del Reino de Valencia
Tras el fracaso del desembarco austracista en Barcelona de finales de mayo de 1704, el virrey de Cataluña Francisco Antonio
Fernández de Velasco y Tovar desencadenó una oleada represiva contra el austracismo catalán acusando a la Conferencia de los Tres
Comunes de ser «la oficina donde se formó la conspiración antecedente». Muchos de sus miembros fueron encarcelados y
finalmente el virrey Fernández de Velasco ordenó su supresión.47

En marzo de 1705, la reina Ana de Inglaterra nombró como comisionado suyo a Mitford Crowe, un comerciante de aguardiente
afincado en el Principado de Cataluña, «para contratar una alianza entre nosotros y el mencionado Principado o cualquier otra
provincia de España» y le dio instrucciones para que negociara con algún representante de las instituciones catalanas.48 Sin
embargo, Crowe no pudo entrevistarse con ningún miembro de las mismas a causa de la represión del virrey Velasco, así que se puso
en contacto con el grupo de los vigatans, para que firmaran la alianza anglocatalana en nombre del Principado. Así nació el pacto de
Génova, así llamado por la ciudad donde fue rubricado el 20 de junio de 1705, que establecía una alianza política y militar entre el
Reino de Inglaterra y el grupo de vigatans en representación del Principado de Cataluña. Según los términos del acuerdo, Inglaterra
desembarcaría tropas en Cataluña, que unidas a las fuerzas catalanas lucharían en favor del pretendiente al trono español Carlos de
Austria contra los ejércitos de Felipe V, comprometiéndose asimismo Inglaterra a mantener las leyes e instituciones propias
catalanas.49

Los vigatans cumplieron su parte del pacto y fueron extendiendo la rebelión en favor
del Archiduque y a principios de octubre de 1705 se habían adueñado prácticamente
de todo el Principado, excepto de Barcelona donde seguía dominando la situación el
virrey Velasco.50 Por su parte el archiduque Carlos, en cumplimiento de lo acordado
en Génova, embarcó en Lisboa rumbo a Cataluña al frente de una gran flota aliada.
A mediados de agosto la flota se detenía en Altea y en Denia el archiduque era
proclamado rey, extendiéndose a continuación la revuelta austracista valenciana de
los maulets liderada por Juan Bautista Basset y Ramos. El 22 de agosto llegaba la
flota aliada a Barcelona, cuando estaba en pleno apogeo la revuelta austracista
catalana, y pocos días después desembarcaban unos 17 000 soldados, dando
comienzo al sitio de Barcelona de 1705, al que se sumaron losvigatans.51

El 15 de septiembre de 1705, nada más capturar el castillo de Montjuic, en cuyo


asalto perdió la vida elpríncipe de Darmstadt –uno de los principales valedores de la
causa de Carlos III el Archiduque–, los aliados comenzaron a bombardear Barcelona
desde allí. El 9 de octubre Barcelona capitulaba y el 22 Carlos entraba en la ciudad.
Sitio de Barcelona (1705).
El 7 de noviembre juraba las Constituciones catalanas, y a continuación convocaba
las Cortes catalanas.52

En Cataluña la actitud favorable de la población a la causa austracista se debió a varios motivos: en primer lugar, el mal recuerdo que
tenían los catalanes de los franceses desde que la Paz de los Pirineos (1659) certificó la cesión del Rosellón, con la ciudad de
Perpiñán incluida, a la corona francesa –los catalanes estaban convencidos de que nunca se reunificaría el Rosellón con Cataluña con
un rey Borbón en España–; en segundo lugar, el hecho de que la Casa de Austria siempre había respetado sus Constituciones, actitud
diametralmente opuesta al centralismo borbónico.[cita requerida]

Valencia se declaró por Carlos III el 16 de diciembre, así que a finales de año, en Cataluña y Valencia, sólo Alicante y Rosas
permanecían fieles a Felipe V.

La guerra se alarga (1706-1710)

El Archiduque Carlos proclamado Carlos III de España


Tras la rendición de Barcelona,Felipe V intentó recuperar la capital del Principado de Cataluña y un ejército borbónico integrado por
18 000 hombres a las órdenes delduque de Noailles y del mariscal Tessé inició el sitio de Barcelona de 1706el 3 de abril, mientras el
propio Felipe V se instalaba en Sarriá. A finales de abril los borbónicos ya controlaban el castillo de Montjuic desde donde
prepararon el asalto a la ciudad. Pero el 8 de mayo llegaba a Barcelona una flota angloholandesa compuesta por 56 barcos y con más
de 10 000 hombres a bordo al mando del almirante John Leake, lo que obligó a retirarse a los borbónicos. Felipe V cruzó la frontera
francesa volviendo a entrar de nuevo en España porPamplona.53

Al partir de Madrid Felipe V dejó casi desguarnecido el frente portugués, por lo que casi al mismo tiempo que llegó a Barcelona la
escuadra aliada, un ejército anglo-portugués tomaba Badajoz y Plasencia y avanzaba sobre Madrid por los valles del Duero y del
Tajo. Los aliados tomaron en mayo Ciudad Rodrigo y Salamanca, lo que forzó al rey y a la reina a abandonar Madrid y trasladarse a
Burgos con la corte. El almirante de la escuadra borbónica, marqués de Santa Cruz, se pasaba al bando austriaco. Zaragoza
proclamaba a Carlos III, quedando en Aragón sólo Tarazona y Jaca leales a la causa borbónica. Carlos III dejó Barcelona y el 27 de
junio de 1706 tuvo lugar la primera entrada en Madrid del archiduque Carlos,54 siendo recibido con una frialdad que sorprendió al
propio Carlos. En Madrid fue proclamado el 2 de julio como Carlos III rey de España pero a finales de ese mismo mes abandonaba la
capital con destino a Valencia debido a la falta de apoyos que había encontrado –solo unos pocos nobles le habían jurado obediencia–
y a los problemas de abastecimiento de las tropas aliadas. Felipe V volvió a entrar en
Madrid el 4 de octubre ante el clamor popular, mientras el duque de Berwick junto
con el obispo Luis Antonio de Belluga y Moncada y «cuerpos francos» (precursores
de las guerrillas) reconquistaban Elche, Orihuela y Cartagena, capturando 12 000
prisioneros. Por contra, el mismo día en que Felipe V volvía a ocupar el trono en
Madrid, se proclamaba en el reino de Mallorca al Archiduque como su rey tras la
toma austracista de Mallorca. El 10 de octubre Carlos III el Archiduque juraba en
Valencia los Furs y quedaba asimismo consagrado como monarca del Reino de
Valencia.

En el resto de los frentes europeos los borbónicos eran derrotados en la batalla de


Ramillies, en mayo de 1706, y 15 000 soldados eran hechos prisioneros, con lo cual
el ya duque de Marlborough tomaba casi todos los Países Bajos españoles,
incluyendo Bruselas, Brujas, Lovaina, Ostende, Gante y Malinas; y en Italia se
levantaba el asedio de Turín, la capital de Saboya, lo cual permitía al duque de
Saboya tomar Milán el 26 de septiembre y Eugenio de Saboya conquistaba para el
archiduque Carlos el reino de Nápoles.

La batalla de Almansa y el fin de los reinos de


Retrato del archiduque Carlos ante el
Valencia y de Aragón puerto de Barcelona, óleo deFrans
van Stampart, Museo de Historia del
El 25 de abril de 1707 un ejército aliado anglo-luso-holandés presentó batalla a las
Arte de Viena.
tropas borbónicas en la llanura de Almansa sin conocimiento de los importantes
refuerzos que éstos últimos habían recibido. Así, la victoria
borbónica en la batalla de Almansa fue muy importante, pero no
decisiva para el final de la guerra.

El ejército aliado se retiró y las fuerzas borbónicas avanzaron


tomando Valencia, recuperando Alcoy y Denia (8 de mayo) y
Zaragoza (26 de mayo). El 20 de junio cayó Játiva, que fue
incendiada.55 Lérida fue tomada por asalto el 14 de octubre. Las
Batalla que se dio en los campos deAlmansa por
consecuencias políticas de la batalla de Almansa fueron importantes.
las armas de las dos coronas, contra las de los
Se abolieron los Furs de València y los Fueros de Aragón mediante el portugueses, ingleses y olandeses (sic) el día 25
Decreto de Nueva Planta. A pesar del envío de un ejército por el de abril de 1707, óleo de Buonaventura Ligli y
hermano del archiduque Carlos, posteriormente cayeron también Philippo Pallotta (topógrafo), 1709,Museo del
Tortosa, en julio de 1708 y Alicante, en abril de1709. Prado.

La ruptura de 1709 entre Felipe V y Luis XIV


Esta euforia duró poco. Los triunfos terrestres de la casa de Borbón eran contrarrestados por los triunfos marítimos debidos a la
superioridad naval anglo-holandesa. En ese mismo año 1708 se perdió la plaza de Orán y las islas de Cerdeña y Menorca. Además, la
guerra en Europa le iba mal a Luis XIV y sus enemigos le habían puesto al borde del colapso militar. Había enviado una expedición
desastrosa con la intención de restaurar a los Estuardo en Escocia. En la batalla de Oudenarde (julio de 1708) había sufrido una
derrota aplastante y había perdido la ciudad deLille.

A principios de 1709 comenzó en Francia una grave crisis económica y financiera que hizo muy difícil que pudiera continuar
combatiendo. Por eso Luis XIV envió a su ministro de Estado, el marqués de Torcy, a La Haya para que negociara el final de la
guerra. Se llegó a un acuerdo llamadoPreliminares de La Hayade 42 puntos pero éste fue rechazado por Luis XIV porque le imponía
unas condiciones que consideraba humillantes: reconocer al Archiduque Carlos
como rey de España con el título de Carlos III y ayudar a los aliados a desalojar del
trono a su nieto Felipe de Borbón si éste se resistía a abandonarlo pasado el plazo
estipulado de dos meses.56

Como Luis XIV había previsto, Felipe V no estaba dispuesto a abandonar


voluntariamente el trono de España y así se lo comunicó su embajador Michael-Jean
Amelot que había intentando convencer al rey de que se contentase con algunos
territorios para evitar la pérdida de la monarquía entera. Pero a pesar de todo Luis
XIV ordenó a sus tropas que abandonaran España, menos 25 batallones, porque
como él mismo dijo «he rechazado la proposición odiosa de contribuir a
desposeerlo [a Felipe V] de su reino; pero si continúo dándole los medios para
mantenerse en él, hago la paz imposible». "La conclusión a la que llegó [Luis XIV]
era severa para Felipe V: era imposible que la guerra finalizara mientras él siguiera Jean-Baptiste Colbert de Torcy.
en el trono de España", afirma Joaquim Albareda.57 Grabado de Hyacinthe Rigaud.

La retirada de las tropas de España le permitió a Luis XIV concentrarse en la


defensa de las fronteras de su reino amenazado por el norte a causa del avance de los aliados en los Países Bajos Españoles. Y para
ello puso toda su confianza en el mariscal Villars que se enfrentó el 11 de septiembre de 1709 a las tropas aliadas al mando del duque
de Marlborough en la batalla de Malplaquet. Aunque los aliados se impusieron tuvieron muchas más bajas que los franceses por lo
que éstos la consideraron una «gloriosa derrota», que les permitió resistir el avance aliado. Sin embargo, no pudieron impedir que
58
Marlborough tomara el 23 de octubreMons y se hiciera con el control completo de los Países Bajos españoles.

Felipe V, de acuerdo con la reina «saboyana», reaccionó frente a Luis XIV, haciendo jurar a su heredero y recabando independencia
total para regir España.

Tiempo hace que estoy resuelto y nada hay en el mundo que pueda hacerme variar. Ya que Dios ciñó mis
sienes con la Corona de España, la conservaré y la defenderé mientras me quede en las venas una gota de
sangre; es un deber que me imponen mi conciencia, mi honor y el amor que a mis súbditos profeso.

Felipe V exigió a su abuelo la destitución de su embajador en España y también rompió con el Papado que había reconocido al
archiduque Carlos de Austria, clausurando elTribunal de la Rota y expulsando al nuncio en Madrid.

A principios de 1710 hubo un nuevo intento de alcanzar un acuerdo entre los aliados y Luis XIV en las conversaciones de
Geertruidenberg pero también fracasaron. Lo que conduciría al Tratado de Utrecht que puso fin a la Guerra de Sucesión Española
fueron las negociaciones secretas que inició poco después Luis XIV con el gobierno británico, a espaldas de Felipe V, como en las
dos ocasiones anteriores.

1710, el año decisivo para Felipe V


En 1710 en Europa se estaban preparando silenciosamente para la gran negociación de la paz. Las campañas militares se
desarrollaron exclusivamente en España.

En la primavera de 1710 el ejército del Archiduque Carlos (Carlos III para sus partidarios) inició una campaña desde Cataluña para
intentar ocupar Madrid por segunda vez. El 27 de julio el ejército aliado al mando de Guido von Starhemberg y James Stanhope
derrotaba a los borbónicos en la batalla de Almenar y casi un mes después, el 20 de agosto al ejército del marqués de Bay en la
batalla de Zaragoza –también llamada batalla de Monte Torrero– causando una desbandada de las tropas borbónicas y haciendo
muchos prisioneros. Tras esta victoria el reino de Aragón pasó de nuevo a manos austracistas y Carlos III el Archiduque cumplió su
promesa y restableció los fueros de Aragón, abolidos por el Decreto de Nueva Planta de 1707. Finalmente se produjo la segunda
entrada en Madrid del Archiduque Carlos el 28 de septiembre —Felipe V y su corte se habían retirado a Valladolid— aunque sólo
permanecería allí un mes. Casi al mismo tiempo se organizó una expedición marítima en Barcelona para reconquistar el reino de
Valencia, formada por ocho naves inglesas a las órdenes del conde de
Savellà, en las que se enrolaron mil catalanes y mil valencianos
austracistas que se habían refugiado allí tras la conquista borbónica
de su reino, pero la empresa fracasó porque cuando los barcos
llegaron al Grao de Valencia el esperado alzamiento de los maulets
no se produjo.59

Cuando Carlos III el Archiduque hizo una segunda entrada en


Madrid se dice que exclamó «Esta ciudad es un desierto» y decidió
alojarse extramuros. Este estado de cosas fue breve ya que los
ejércitos aliados abandonaron Madrid a finales de octubre. Se
producían mesnadas voluntarias por los campos y ciudades de La Batalla de Zaragoza.
Castilla, que fueron organizadas en «cuerpos francos». Luis XIV,
desengañado de sus posibles pactos con los aliados, envió al duque
de Vendôme con quien, en una nueva campaña, Felipe V, que marchaba y acampaba con su ejército, volvió a entrar por tercera vez en
Madrid el 3 de diciembre, en medio de un clamor estruendoso. eVndôme comentaría: «Jamás vi tal lealtad del pueblo con su ery».

Sin mediar batalla alguna el archiduque Carlos se había retirado del hostil y frío terreno castellano (Vendôme le había obligado a
apostarse en Guadarrama), por la carretera de Aragón a invernar a Barcelona. Sus tropas saquearon iglesias en la retirada, lo que les
granjeó el odio del pueblo. Felipe V salió con sus tropas sin perder tiempo en pos del ejército austracista, que había cometido el error
de dividir sus fuerzas en la Alcarria. En medio de la helada ventisca que dominaba la Alcarria en invierno, el ejército británico de
James Stanhope se refugió en la hoya donde está la población de Brihuega, a 85 km de Madrid, sin asegurar las alturas que la
rodeaban. El ejército borbónico no vaciló en colocar piezas de artillería en las alturas circundantes y bombardear la ciudad para
desencadenar después un asalto, dando así inicio la batalla de Brihuega. Al cabo de unas horas, Stanhope capituló y la plaza fue
tomada junto con 4 000 prisioneros.

Esa misma noche, el príncipe de Starhemberg con el resto del ejército austríaco y las tropas aragonesas, unos 14.000 hombres,
llegaba para auxiliar a Stanhope y se detenía en las cercanías deVillaviciosa de Tajuña, a 3 km al nordeste, señalando su campamento
con hogueras para animar a los defensores de Brihuega. En la madrugada del 10 de diciembre fue avistado por los ojeadores del
ejército borbónico, el cual salió directamente al encuentro del contingente austracista comenzando la batalla de Villaviciosa a
mediodía y terminando al anochecer con la destrucción total del ejército austracista y la fuga de Starhemberg con 60 hombres. En
estas victorias se hizo evidente una cosa: el pueblo castellano colaboraba con entrega casi pasional con el rey borbónico. Esto colocó
a los integrantes de la Gran Alianza de La Haya ante una triste evidencia de que difícilmente podrían ganar la guerra en España, y
aunque ganasen las campañas militares las posibilidades de contar con la aceptación por el pueblo español, salvo en los reductos
aferrados a la causa austracista, eran muy escasas. Tras las victorias de la Alcarria, Felipe V prosiguió su avance hacia Zaragoza, la
cual se le entregó sin lucha el 4 de enero de 1711. Simultáneamente un ejército francés de 15.000 hombres al mando del duque de
Noailles acantonado en Perpiñán se aprestaba a cruzar la frontera de los Pirineos y atacar Cataluña.

Tras los triunfos borbónicos de Brihuega y de Villaviciosa, la guerra en la península ibérica dio un vuelco decisivo a favor de Felipe
V —el victorioso general francés fue aclamado en Madrid al grito de «¡Viva Vendôme nuestro libertador!»—. Y también tuvieron
una importante repercusión internacional porque sirvieron para que Luis XIV cambiara su postura de dejar de apoyar militarmente a
Felipe V y para que el nuevo gobierno británico tory, que había salido de las elecciones celebradas en otoño de 1710, viera reforzado
su programa político de acabar con la guerra lo más rápidamente posible. Así describió la nueva situación creada por las victorias
felipistas el propio Luis XIV:60

Mi alegría ha sido inmensa... [Las victorias de Felipe V suponen] el giro decisivo de toda la guerra de
Sucesión: el trono de mi nieto al fin asegurado, el archiduque desanimado... el partido moderado de
Londres confirmado en su deseo de paz
El final del conflicto (1711-1714)

Hacia la paz de Utrecht


El 17 de abril de 1711 murió el emperador José I de Habsburgo,
siendo su sucesor su hermano el archiduque Carlos. Tres días antes
había fallecido Luis de Francia, apodado el «Gran Delfín» y padre de
Felipe V, lo que colocaba a éste en una posición aún más cercana a la
sucesión de Luis XIV, teniendo todavía por delante a su hermano
mayor, el duque de Borgoña y al hijo de este, un niño débil a quien
todos auguraban una muerte temprana, llamado Luis, en este
momento duque de Anjou, al dejar Felipe el ducado vacante, y que
finalmente sería quien reinaría como Luis XV. Estos decesos dieron
un giro a la situación. La posible unión de España con Austria en la
persona del archiduque podía ser más peligrosa para el Reino Unido
y Holanda que la unión España-Francia, ya que suponía la
reaparición del bloque hispano-alemán que tan poderoso había sido Luis XIV y sus herederos (hacia 1710). De
en los tiempos del emperador Carlos V. Los demás estados europeos, izquierda a derecha: Luis, duque de Bretaña,
vestido de niña; el Gran Delfín, hijo de Luis XIV;
y sobre todo Inglaterra, aceleraron las negociaciones de cara a una
Luis XIV, sentado; Luis duque de Borgoña, hijo del
posible paz cuanto antes, ahora que la situación les era conveniente, Gran Delfín y padre del duque de Bretaña.
y comenzaron a ver las ventajas de reconocer a Felipe V como rey
español. Para su suerte, Francia estaba exhausta, lo que la hacía más
proclive a las negociaciones. El pacto de Luis XIV con Inglaterra se produjo en secreto. Inglaterra se comprometía a reconocer a
Felipe V a cambio de conservar Gibraltar y Menorca y ventajas comerciales en Hispanoamérica. Las conversaciones formales se
abrieron en Utrecht en enero de 1712, sin que España fuese invitada a las mismas en este momento.

En febrero de 1712 moría el duque de Borgoña, quedando sólo Luis, al cual todos consideraban como incapaz. Luis XIV deseaba
nombrar regente a su nieto Felipe, pero los ingleses pusieron como condición indispensable para la paz que las dos coronas de España
y Francia quedaran separadas. El que ocupara uno de los reinos debía forzosamente renunciar al otro. En España se produjeron por
aquellos días escaramuzas sin importancia, aunque se reafirmó el apoyo de Barcelona a Isabel Cristina, la esposa del Archiduque
Carlos, entonces ya Emperador Carlos VI del Sacro Imperio, que se había quedado en la ciudad en calidad de regente y como
garantía de que su marido no renunciaba a sus pretensiones sobre el trono español. En el escenario europeo se produjo el 24 de julio
la derrota del príncipeEugenio de Saboya en la batalla de Denain, lo que permitió a los franceses recuperar varias plazas. Finalmente
Felipe V hizo pública su decisión. El 9 de noviembre de 1712 pronunció ante las Cortes su renuncia a sus derechos al trono francés,
mientras los otros príncipes franceses hacían lo mismo respecto al español ante el parlamento de París, lo cual eliminaba el último
punto que obstaculizaba la paz.61

El Tratado de Utrecht
El 11 de abril de 1713 se firmó el primer Tratado de Utrecht entre la Monarquía de Gran Bretaña y otros estados aliados y la
Monarquía de Francia, que tuvo como consecuencia la partición de los estados de la Monarquía Hispánica que Carlos II y sus
consejeros tanto habían querido evitar. Los Países Bajos católicos (correspondientes aproximadamente a las actuales Bélgica y
Luxemburgo), el reino de Nápoles, Cerdeña y el ducado de Milán quedaron en manos del ahora ya emperador Carlos VI del Sacro
Imperio Romano Germánico, mientras que el reino de Sicilia pasó al duque de Saboya (aunque en 1718 lo intercambiaría con Carlos
VI por la isla de Cerdeña). nota 7 El 10 de julio se firmó un segundo Tratado de Utrecht entre las Monarquías de Gran Bretaña y de
España según el cual Menorca y Gibraltar pasaban a la Corona británica —la Monarquía de Francia ya le había cedido en América la
Isla de Terranova, la Acadia, la isla de San Cristóbal, en las Antillas, y los territorios de la bahía de Hudson—. A eso hay que sumar
los privilegios que obtuvo Gran Bretaña en el mercado de esclavos, mediante el derecho de asiento, y el navío de permiso, en las
Indias españolas.
El

El Tratado de Utrech.

Fronteras de Europa después de los Tratados de


Utrecht, Rastatt y Baden. Imperio Austria se había quedado fuera de esta paz, ya que Carlos VI
no renunciaba al trono español, y la emperatriz austríaca seguía en
Barcelona. Las cesiones españolas al Sacro Imperio Romano
Germánico no se harían efectivas hasta que Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico renunciase a sus pretensiones. Esto
sucedió en dos fases, primero con la paz entre el Imperio y la Monarquía de Francia en el Tratado de Rastadt el 6 de mayo de 1714,
confirmado en el Tratado de Baden de septiembre, y, definitivamente, por el Tratado de Viena (1725), firmado por los
plenipotenciarios de Felipe V y Carlos VI. Como consecuencia de este último tratado pudieron regresar a España y recuperar sus
bienes la nobleza austracista que se había exiliado en Viena, entre los que destacaban el duque de Uceda y los condes de Galve,
Cifuentes, Oropesa y Haro.

Al intentar hacer un balance de vencedores y vencidos en el momento del tratado de Utrecht es un poco difícil hablar en términos
absolutos. Gran Bretaña puede considerarse vencedora, ya que se hizo con estratégicas posesiones coloniales y puertos marítimos que
fueron la base de su supremacía futura y del Imperio británico. El ducado de Saboya recibió ampliaciones que lo transformaron en el
Reino de Piamonte. El electorado de Brandeburgo se extendería transformándose en el Reino de Prusia. El lote italiano del Imperio
español pasó a manos del emperador austríaco Carlos VI, aunque España recuperaría de facto el Reino de Nápoles en 1734 tras la
batalla de Bitonto, durante la Guerra de Sucesión polaca. Es de reseñar también la pérdida para España de Orán y Mazalquivir en
1708 a manos del Imperio otomano, consecuencia indirecta de la guerra al no poder trasladarse tropas de refuerzo a esta ciudad por
estar combatiendo en Europa.

El Principado de Cataluña sigue resistiendo (1713-1714)


Tras la repentina muerte de su hermano, el archiduque Carlos fue elegido emperador
del Sacro Imperio Romano-Germánico en septiembre de 1711. Esto le obligó a
trasladarse a Fráncfort para su coronación como emperador con el título de Carlos
VI y en consecuencia abandonar España, si bien dejó como regente a su esposa, la
emperatriz Isabel Cristina de Brunswick. Cataluña esperaba que sus leyes e
instituciones propias fuesen preservadas según lo acordado en elPacto de Génova de
1705 firmado por los representantes del Principado y de la reina Ana de Inglaterra.
Así, cuando en 1712 comenzaron las negociaciones de paz en Utrecht, Gran Bretaña
planteó a Felipe V el "caso de los catalanes" y le pidió que conservase los fueros, a
lo cual éste se negó, aunque prometió una amnistía general. Los ingleses no Castillo de Cardona, último reducto
insistieron, puesto que tenían prisa por que se firmase el tratado y disfrutar de las de la resistencia austracista en
enormes ventajas que les proporcionaba. Al conocer este acuerdo y presionada por Cataluña.

Gran Bretaña, Austria accedió secretamente a un armisticio en Italia y confirmó el


convenio sobre la evacuación de sus tropas de Cataluña. Finalmente la emperatriz
también se embarcó en marzo de 1713, oficialmente para «asegurar la sucesión» del trono austríaco, quedando como virrey el
príncipe Starhemberg, en realidad con la única misión de negociar una capitulación en las mejores condiciones posibles, pero ni
siquiera esto se consiguió dado que Felipe V no aceptaba el mantenimiento de los fueros catalanes. Por otra parte, el Tratado de
Utrecht únicamente había incluido una cláusula por la que Felipe concedía una amnistía general a los catalanes y les aseguraba los
mismos privilegios que a sus súbditos castellanos, pero no mayores.

El gobierno catalán se componía entonces de tres instituciones, los Tres Comunes de Cataluña: el Consejo de Ciento que se
encargaba de la ciudad de Barcelona, la Diputación General o Generalitat, de atribuciones sobre todo tributarias sobre el conjunto del
territorio, y el Brazo militar de Cataluña. El 22 de junio de 1713 el príncipe Starhemberg comunicó a los catalanes que había llegado
a un acuerdo con el general borbónico en el llamado convenio del Hospitalet para la evacuación de las tropas, y como garantía les
había entregado Tarragona. Tras ello, se embarcó secretamente junto con sus soldados, dejando a Cataluña a su suerte. En Barcelona
se formó la Junta de Brazos de las Cortes, la cual decidió una defensa numantina. Mientras tanto el comandante borbónico, el duque
de Popoli, sometía las ciudades circundantes y terminó pidiendo la rendición de la propia Barcelona, a lo que ésta se negó. Entonces
Popoli inició un bloqueo marítimo, no demasiado eficaz, ya que era burlado por Mallorca, Cerdeña e Italia. En los siguientes meses
se produjeron levantamientos en el campo, que fueron rápidamente sofocados. En marzo de 1714 se firmó el Tratado de Rastatt,
confirmado en septiembre por elTratado de Baden, lo que suponía el abandono definitivo de Carlos VI. El emperador envió una carta
a la Diputación General de Cataluña en la que les explicaba que había firmado el tratado de Rastatt obligado por las circunstancias y
que todavía mantenía el título de rey de España.

La batalla del 11 de septiembre de 1714


Felipe V, tras superar la muerte de su mujer, volvió a
exigir la rendición de Barcelona que fue rechazada por
los resistentes encabezados por el general Antonio de
Villarroel y por el conseller en cap (Consejero primero
del Consejo de Ciento de Barcelona), Rafael Casanova.
La ciudad había sido asediada por un ejército de 40.000
hombres y 140 cañones, y Felipe V respondió iniciando
el bombardeo. El asedio continuó durante dos meses
(previamente había sufrido nueve meses de dudoso
bloqueo marítimo). El 11 de septiembre de 1714 el
mariscal de Berwick ordenó el asalto; la defensa de los
Asalto final sobre Barcelona del 11 de septiembre de 1714.
catalanes fue «obstinada y feroz», tal como recordaba el
marqués de San Felipe,62 y en la lucha cayeron heridos
gravemente tanto Villarroel como Casanova.63 64

En los momentos finales de la batalla, los Tres Comunes de Cataluña65 ordenaron publicar un bando llamando a la población
barcelonesa a "derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España".66
Finalmente el 12 de septiembre se firmó la capitulación de Barcelona y el13 de septiembre las tropas borbónicas ocuparon la ciudad.

El fin del Principado de Cataluña


El Duque de Berwick llevaba unas instrucciones precisas de Felipe V sobre el trato que debía dar a los resistentes cuando la ciudad
cayera, en las que se decía que «se merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirva de ejemplo
para todos mis otros súbditos que, a semejanza suya, persisten en la rebelión».67

A pesar de que pensaba, según lo que dejó escrito en susMemorias, que aquella orden era desmesurada y «poco cristiana» —y que se
explicaba porque Felipe V y sus ministros consideraban que todos
« los rebeldes debían ser pasados a cuchillo» y «quienes no habían
manifestado su repulsa contra el Archiduque debían ser tenidos por enemigos»—,68 el duque de Berwick la cumplió nada más
entrar en la ciudad de Barcelona el 13 de septiembre. Al día siguiente creó con carácter transitorio la Real Junta Superior de Justicia
y Gobierno, de la que formaron parte destacados felipistas, y que sustituyó a las instituciones catalanas ya que su cometido era
gobernar «aquel principado como si no tuviera gobierno alguno». Así el 16 de septiembre, sólo cuatro días después de la
capitulación de Barcelona, el Duque de Berwick comunicaba a sus representantes la disolución de las Cortes catalanas y de las tres
instituciones que formaban los Tres Comunes de Cataluña, el Brazo militar de
Cataluña, la Diputación General de Cataluña y el Consejo de Ciento. Asimismo
suprimía el cargo de virrey de Cataluña y de gobernador, la Audiencia de Barcelona,
los veguers y el resto de organismos del poder real. En cuanto a los municipios los
cargos de consellers, jurats y paers fueron ocupados por personas de probada
fidelidad a la causa felipista y a finales de 1715 se impuso definitivamente la
organización borbónica. .

Toma de Mallorca
Para la campaña de Mallorca e Ibiza (Menorca, había quedado bajo soberanía
británica según lo estipulado en el artículo 11 del Tratado de Utrecht), el Intendente
General de la Marina José Patiño tuvo que organizar una flota con escasez de
efectivos y pertrechos, por lo que recurrió al flete de embarcaciones privadas,
catalanas pero también francesas y genovesas. Con estas embarcaciones y el auxilio
que se recibió de tropas francesas enviadas por Luis XIV, se logró la rendición de
Mallorca en julio de 1715. Posteriormente se produjo la ocupación de Ibiza. Con
estos episodios se dio por terminada la Guerra de Sucesión Española, aunque
Godfrey Kneller, retrato de James
políticamente no acabaría hasta la firma en abril de 1725 del Tratado de Viena entre
Fitz-James, I duque de Berwick, hijo
los representantes de los dos antiguos contendientes, Felipe V y el Archiduque de Jacobo II de Inglaterra de la
Carlos, desde 1711 Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico. dinastía Estuardo.

Consecuencias

La represión borbónica y el exilio austracista


Felipe V aplicó un conjunto de medidas represivas contra los austracistas que habían apoyado al Archiduque Carlos y que afectaron
sobre todo a los Estados de la Corona de Aragón. Una de las formas principales que revistió la represión fue la confiscación de sus
bienes y propiedades. Según el historiador Joaquim Albareda, "acabada la guerra de Sucesión, el valor de las haciendas confiscadas a
los austracistas fue el siguiente: en Castilla, 2.860.950 reales de vellón; en Cataluña, 1.202.249; en Aragón, 415.687; en Valencia,
207.690". Si se tiene en cuenta que el número de personas afectadas fue mucho mayor en los tres Estados de la Corona de Aragón
que en Castilla se confirma que en esta última los que apoyaron al Archiduque fueron fundamentalmente nobles, mientras que en la
69
Corona de Aragón el apoyo fue mucho más amplio y diverso socialmente.

La derrota en la guerra y la represión borbónica provocaron el exilio de miles de austracistas, hecho considerado por el historiador
Joaquim Albareda como el primerexilio político de la historia de España. Aunque también existió un exiliofelipista integrado por los
partidarios de Felipe V que fueron obligados entre 1705 y 1707 a abandonar los Estados de la
Corona de Aragón, el exilio austracista,
como ha señalado el citado historiador, fue mucho más importante ya que "alcanzó unas dimensiones sin precedentes en la historia de
España: entre 25.000 y 30.000 personas".70

El destino principal de los exiliados fueron las antiguas posesiones de la Monarquía Hispánica en Italia, como el reino de Nápoles, la
isla de Cerdeña o el Ducado de Milán, y los Países Bajos españoles, estados que habían pasado a la soberanía del Archiduque Carlos,
convertido en el emperadorCarlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico.Otra parte, unos 1.500, marchó a la capital del Imperio,
Viena, donde algunos de los exiliados ocuparon cargos importantes en la corte de Carlos VI como el catalán marqués de Rialp
nombrado secretario de Estado y del Despacho. Hubo un grupo de unos 800 colonos que fundaron Nueva Barcelona en el Banato de
Temesvar en el reino de Hungría, que también era un dominio de Carlos VI.71

Una segunda oleada más reducida de represión y de exilio se produjo más tarde en momentos de crisis internacional que coincidía
con el renacimiento de la resistencia austracista como ocurrió con el movimiento de los Carrasclets de 1717-1719 durante la Guerra
de la Cuádruple Alianza.72
De los exiliados se ocupó por orden del emperador Carlos VI el Consejo Supremo de España creado en la corte de Viena a finales de
1713 y su ayuda se concretó en el pago de rentas y pensiones a los exiliados que procedían de los bienes confiscados a los partidarios
de Felipe V de los estados italianos incorporados a la Corona de Carlos VI. En esta ayuda desempeñó un papel esencial el marqués de
Rialp.71

La política "revisionista" de Felipe V y el Tratado de Viena de 1725


La conquista española de Cerdeña en 1717 y la del reino de Sicilia en 1718 provocaron la Guerra de la Cuádruple Alianza en la que
Felipe V salió derrotado por lo que tras la firma del Tratado de La Haya en febrero de 1720 tuvo que retirarse de las dos islas.73 Para
concretar los acuerdos de La Haya se reunió el Congreso de Cambrai (1721-1724) que supuso un nuevo fracaso para Felipe V porque
no alcanzó su gran objetivo dinástico —que los ducados de Parma y de Toscana pasaran a su tercer hijo varón Carlos— y tampoco
que Gibraltar volviera a soberanía española.74

Johan Willem Ripperdá, un noble holandés que había llegado a Madrid en 1715
como embajador extraordinario de las Provincias Unidas y que tras abjurar del
protestantismo se había puesto al servicio del monarca ganándose su confianza,
convenció al rey y a la reina para que lo enviaran a Viena, comprometiéndose a
alcanzar un acuerdo con el emperador Carlos VI que pusiera fin a la rivalidad entre
ambos soberanos por la Corona de España y que permitiera que el infante don Carlos
pudiera llegar a ser el nuevo duque de Parma, de Piacenza y de oscana.
T 75

El 30 de abril de 1725 se firmó elTratado de Viena que acabó definitivamente con la


Guerra de Sucesión Española al renunciar el emperador Carlos VI a sus derechos a
la Corona de España y reconocer como rey de España y de las Indias a Felipe V, y a
cambio éste reconocía al emperador la soberanía sobre las posesiones de Italia y de
los Países Bajos que habían correspondido a la Monarquía Hispánica, y volvía a
Juan Guillermo Ripperdá, Barón y
reiterar su renuncia al trono de Francia. En uno de los documentos Felipe V otor
gaba
Duque de Ripperdá.
la amnistía a los austracistas y se comprometía a devolverles sus bienes que habían
sido confiscados durante la guerra y en la inmediata posguerra. Asimismo se les
reconocían los títulos que les hubiera otorgado Carlos III el Archiduque. Además Felipe V concedía a la Compañía de Ostende
importantes ventajas comerciales para que pudiera comerciar con las Indias españolas. A cambio Viena ofrecía su apoyo a Felipe V
para presionar al rey de Gran Bretaña para que recuperaraGibraltar y Menorca. En cuanto a los derechos sobre los ducados de Parma,
Piacenza y Toscana, Ripperdá consiguió que Carlos VI aceptara que pasasen al infante don Carlos, al extinguirse la rama masculina
de los Farnesio, aunque nunca podrían integrarse en la Monarquía de España. Por último Ripperdá, siguiendo las instrucciones de
Felipe V, no permitió que se planteara de nuevo el «caso de los catalanes», por lo que se mantuvo la Nueva Planta que, mediante
Principado de Cataluña.76 77
decreto del 9 de octubre de 1715, había suprimido algunas de las leyes e instituciones propias del

Cuando las monarquías de Gran Bretaña y de Francia tuvieron conocimiento del Tratado de Viena firmaron el 3 de septiembre de
1725, con el reino de Prusia, el Tratado de Hannover para «mantener a los Estados firmantes en los países y ciudades dentro y fuera
de Europa que actualmente poseyeran». Esta postura beligerante de las potencias garantes del statu quo de Utrecht hizo que el
emperador diera marcha atrás y no consintiera el matrimonio de sus dos hijas con los infantes españoles Carlos y Felipe —doble
enlace matrimonial con los que se iba a sellar la nueva alianza—, y que anunciara que tampoco apoyaría a Felipe V si este intentaba
recuperar Gibraltar o Menorca. En contrapartida las concesiones comerciales prometidas a la Compañía de Ostende nunca se
78
materializaron y acabó disolviéndose en 1731 por la presión británica.

En cambio Felipe V respondió con elsegundo sitio a Gibraltaren 1727 que no tuvo éxito debido a la superioridad de la flota británica
que defendía el Peñón, que impidió que la infantería pudiera lanzarse al asalto después de que la artillería hubiera bombardeado las
fortificaciones británicas. Finalmente la guerra anglo-española de 1727-1729 se selló con la firma del Tratado de Sevilla del 9 de
noviembre de 1729 en el que Felipe V, a cambio de reconocer definitivamente el nuevo orden internacional surgido de la Paz de
Utrecht, obtuvo lo que venían anhelando él y su esposa Isabel de Farnesio desde 1715, que el hijo primogénito de ambos, el infante
Carlos ocupara el trono del ducado de Parma y del ducado de Toscana.79
Conclusiones
Véase también: Reformismo borbónico
A la pregunta ¿quién ganó la Guerra de Sucesión Española? la
respuesta suele ser unánime: la Monarquía de Gran Bretaña —que
consiguió el dominio del Atlántico y del Mediterráneo, con las bases
de Gibraltar y de Menorca, y que puso los cimientos del Imperio
Británico, con las concesiones territoriales y comerciales que
consiguió en América—. Pero también salieron beneficiados, aunque
en menor proporción, los otros dos firmantes de la Gran Alianza de
1701: las Provincias Unidas y el Imperio Austríaco. Este último se
quedó con las posesiones de la Monarquía Hispánica en Italia y en Coaliciones en Europa entre 1725 y 1730. Los
firmantes del Tratado de Viena de abril de 1725 en
los Países Bajos, aunque Carlos VI no consiguió la Corona española.
azul y los firmantes delTratado de Hannover de
La Monarquía de Francia, por su parte, alcanzó el objetivo de situar septiembre de 1725 en rojo.Prusia, en marrón, al
en el trono español a un borbón, aunque no sólo no obtuvo ningún principio se unió a la Alianza de Hanover, pero
rédito de ello sino que pagó un alto precio pues Francia salió de la después cambió de bando tras el Tratado de Berlín
guerra con una grave crisis financiera que arrastraría a lo largo de de diciembre de 1728
todo el siglo XVIII. "Fue la fortuna de su familia la que guio la
actuación de Luis XIV antes que los dictados de la razón de Estado",
afirma Joaquim Albareda.80

En cuanto a la Monarquía de España el desenlace de la guerra supuso la


entronización de la nueva dinastía borbónica, a costa de la pérdida de sus posesiones
en Italia y los Países Bajos, más Gibraltar y Menorca, y de la pérdida del control del
comercio con el Imperio de las Indias, a causa de la concesión a los británicos del
asiento de negros y del navío de permiso. Con todo ello se produjo, según Joaquim
Albareda, "la conclusión política de la decadencia española". Así pues, Felipe V
fracasó en la misión por la que fue elegido como sucesor de Carlos II: conservar
íntegros los territorios de la monarquía.81

A nivel interno Felipe V puso fin a la Corona de Aragón por la vía militar y abolió
las instituciones y leyes propias que regían los estados que la componían,
instaurando en su lugar un Estado absolutista, centralista y uniformista, inspirado en
la Monarquía absoluta de su abuelo Luis XIV y en algunas instituciones de la
Corona de Castilla. Así pues, se puede afirmar que los grandes derrotados de la
guerra fueron los austracistas defensores no sólo de los derechos de la dinastía de los Retrato de Felipe V de España de
Austrias sino del mantenimiento del carácter "federal" de la Monarquía Jean Ranc (1723)
Hispánica.81

Según la historiadora y periodista suiza Sibille Stocker y el también historiador de la misma nacionalidad Christian Windler, autores
de Instituciones y desarrollo socioeconómico en España e Hispanoamérica desde la época virreinal (Bogotá, 1994), en el terreno
económico, los territorios de la Corona de Aragón se beneficiaron ampliamente de la derogación de las aduanas, así como del acceso
a un nuevo y amplio mercado; especialmente Cataluña que pudo amplificar sus réditos, al comerciar con las colonias americanas. Las
reformas del nuevo Rey, crearon un ambiente positivo que favoreció considerablemente la artesanía, la industria y el comercio, lo que
82
derivó en un ambiente favorable para la pacificación entre los contendientes en el conflicto.

Según el historiador Ricardo García Cárcel, la victoria borbónica en la guerra supuso el «triunfo de la España vertical sobre la España
horizontal de los Austrias», entendiendo por "España horizontal", la "España austracista", la que defiende «la España federal que se
plantea la realidad nacional como un agregado territorial con el nexo común a partir del supuesto de una identidad española plural y
"extensiva"», mientras que la "España vertical" es la «España centralizada, articulada en torno a un eje central, que ha sido siempre
83
Castilla, vertebrada desde una espina dorsal, con un concepto de una identidad española homogeneizada e "intensiva"».
Según el historiador Juan Pablo Fusi, la nueva monarquía llevó a cabo reformas favorables de gran calado: se promovió la educación,
el patronazgo de academias y se realzó la investigación científica, especialmente en las ciencias médicas y en matemáticas. Así
mismo se llevaron a cabo reformas positivas en el sistema de producción, con la creación de reales fábricas; esto conllevó a una
consecuente innovación de las técnicas productivas, de reanimación de sectores "decaidos" y a la creación de sectores productivos
antes inexistente.84

Véase también
Decretos de Nueva Planta
Guerra de Sucesión Española en el Reino de V
alencia
Guerra de Sucesión Española en Cataluña
Reformismo borbónico

Notas

La Gran Alianza justificó su intervención alegando la defensa de las "libertades" de Europa -la
resolución de la Cámara de los Comunes que aprobó la participación de Inglaterra en la guerra
decía que esta se emprendía para «preservar las libertades de Europa, la prosperidad y la paz
de Inglaterra, y para reducir el exorbitante poder de Francia». Por otro lado, la guerra de
sucesión española "activó" otros conflictos internacionales, como la Gran Guerra del Norte, así
como los levantamientos jacobitas y la guerra de independencia húngara de 1703-1711 –que
fueron apoyados por Luis XIV–, y laGuerra de los Camisards—apoyados por Inglaterra—

Albareda Salvadó (2010, p. 19-20)

Una de las novedades de esta guerra fue la incidencia que tuvo en ella la opinión pública, pues
ambos bandos libraron una guerra de propaganda —una «guerra de folletos»— en favor de sus
respectivas causas en la que intervinieron escritores y filósofos tan destacados como los
británicos Daniel Defoe y Jonathan Swift, el alemán Leibniz y un jovencísimo Voltaire. En
España, además de las publicaciones oficiales —la Gaceta de Madrid en favor de Felipe V y la
Gazeta de Barcelona en favor de Carlos III— circularon una multitud de impresos borbónicos y
austracistas.

Albareda Salvadó (2010, pp. 22-27)

.
3. En su triunfo tuvo un papel importante el llamado "motín de Oropesa" instigado por el "partido francés"
aprovechando el malestar popular por la carestía y el hambre. Durante el motín fueron asaltadas las casas del
conde de Oropesa y del almirante de Castilla, y poco después Oropesa fue destituido y desterrado al igual que el
Almirante de Castilla —este último escribiría al duque de Medinaceli, quejándose de la "ruina" de la causa del
archiduque, y acabando la carta con un «vencer o morir»— 13

4. "Se decía que Carlos II era víctima de unos hechizos y que a ellos se debía el hecho que no podía tener sucesión.
El propio monarca se acabó de convencer de ello y, en 1698, pidió a la Inquisición que averiguase el asunto. El
Consejo de la Inquisición no hizo caso, pero el Inquisidor general, Rocaberti, y el confesor del rey, Froilán Díaz,
tomaron la cosa muy en serio y se pusieron a cazar los hechizos. Había entonces en España un fraile asturiano,
Antonio Álvarez Argüelles, que tenía gran fama de exorcista y pretendía hablar a los demonios. [...] Los demonios
con quienes conversó Argüelles confirmaron lo de los hechizos, pero los achacaron al partido austríaco; por lo visto
eran demonios franceses o afrancesados. Los alemanes se inquietaron y enviaron a España a un capuchino, fray
Mauro de Tenda, para exorcizar al rey. Esta vez parecía que los demonios se inclinaban más bien por el partido del
archiduque. Muerto Rocaberti, el nuevo Inquisidor acabó con aquella farsa encarcelando a Fray Mauro y
desterrando de la corte al confesor Froilán Díaz. ¿Hasta que punto influyeron los hechizos en la solución final del
pleito sucesorio? Lo más probable es que se tratara de un mero episodio –con carácter de farsa– de la lucha entre
los dos partidos, el francés y el austríaco".15
5. Según la historiadora Janine Fayard el sobrenombre tiene una cierta carga de ironía porque a Felipe V le aburrían
los asuntos de gobierno y no sabía divertirse y durante toda su vida –sobre todo al final– estuvo «preso de una
profunda melancolía patológica». «Sólo la guerra lo sacó por breves momentos de su apatía congénita, lo que le
valió el sobrenombre de «animoso». Toda su vida estuvo dominado por sus familiares. Pronto aparecieron
caricaturas alusivas. Una de ellas lo muestra guiado por el cardenal Portocarrero y el embajador de Francia,
marqués de Harcourt, con esta inscripción: Anda, niño, anda porque el cardenal lo manda".»(Fayard, pág. 428)
6. Felipe V, además de las ganancias correspondientes a su aportación de capital, se beneficiaría de un impuesto que
gravaba con 33 pesos cada esclavo (Joaquim Albareda, pág. 69).
7. Pero la investigadora alemana Sabine Enders ha descubierto recientemente el así llamado "Projet sur la Sardaigne",
un plano de Louis d'Albert, embajador de Baviera en Madrid que planeó con el sardo Vicente Bacallar y Sanna
conquistar Cerdeña para dar un reino al elector bávaro Maximiliano II Manuel de Baviera. Siempre según la misma
investigadora alemana, en el primer Tratado de Utrecht (11 de abril de 1713) Cerdeña pasó al duque de Baviera
Maximiliano II Manuel.

Referencias
y las guerras erio+sublevado:+monarqu%C3%A
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«guerra tan no. 29. Madrid: Consejo Superior
mayor
universal cual de Investigaciones Científicas.
intensidad, en p. 127. ISBN 84-00-08247-8.
no se ha visto
1710, 6. Albareda Salvadó, 2010, pp. 30-
nunca», en 45.
luchaban
palabras del 7. Albareda Salvadó, 2010, p. 52.
cerca de
Almirante de 8. Albareda Salvadó, 2010, pp. 52-
1 300 000 53.
Castilla
soldados. Y 9. Albareda Salvadó, 2010, pp. 48-
Albareda Francia, la 49.
Salvadó (2010, 10. Albareda Salvadó, 2010, p. 54-55.
potencia más
p. 19)
implicada, 11. Albareda Salvadó, 2010, pp. 47-
48.
2. «Victimario Histórico Militar. llegó a
Capítulo VII. De las 16 mayores movilizar
Guerras y Genocidios del siglo
XVIII de 80.000 a 10.000.000 unos 900 000
Se trataba, en
muertos» (http://remilitari.com/gui hombres
as/victimario7.htm). De re Militari. buena
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arruinado la 178.
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Enlaces externos
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La Batalla de Almansa y más artículos sobre la Guerra de Sucesión
.

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