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La muerte, un lecho de culpa y confusión

Según el diccionario de la lengua española, la muerte significa la cesación o término de la


vida o bien la separación del cuerpo y el alma. La muerte es algo que está con nosotros
durante toda nuestra vida, desde el momento en que nacemos por consiguiente, ya
estamos destinados a morir, sin saber cuándo, dónde o como, sin embargo, no pensamos
en ella hasta que pasamos por un acontecimiento allegado a la muerte, ya sea por un
suceso que nos acerque a ella o por un estado de gravedad o bien la muerte de un ser
cercano a nosotros.

La muerte es parte de todo proceso de vida de cualquier ser; nacemos, crecemos, en


algunos casos nos reproducimos, para terminar el ciclo de la vida con la muerte, esto visto
desde un punto biológico. ¿Pero qué pasa si tocamos este tema desde un punto de vista
psicológico? ¿Qué pasa con una persona que se encuentra en su lecho de muerte?
Abordamos estas incógnitas desde dos puntos de vista; primero, que piensan las personas
alrededor de la persona doliente y segundo, que piensa la persona a punto de morir. Dentro
del libro de “La muerte de Iván Illich” de León Tolstoi, se hace evidente de que quienes se
encuentran alrededor de una persona en dicha situación, solo puede sentirse agradecido de
que no es el quien está pasando por ello, por el hecho inadmisible de que además de
desentenderse de esa situación, aun cuando un “ser querido” está muriendo, como seres
humanos siempre buscamos que todo lo que ocurra alrededor, tenga un beneficio propio
porque a pesar de ser seres sociales, el principal punto de enfoque para cada uno, siempre
está en sí mismo. Es imposible negar que al estar tan allegado a una situación como esta,
el miedo que se sienta pueda llevar a una persona a afrontar la realidad desde todo aquello
que tiene y la vida que ha vivido. El temor a la muerte propia ser refleja dentro de todo
aquello que hacemos para evadir o negar su existencia dentro de nuestra vida, la pregunta
que debemos hacernos a nosotros mismos, es ¿Por qué tememos tanto a la muerte? Una
de las principales razones de temer a la muerte es debido a que marca el fin de nuestra
existencia, sabemos que dejamos de ser y por ende también dejamos de hacer, deseamos
ser recordados por nuestros logos y nuestro éxito, como todo lo que fuimos en nuestro
momento de lucidez y el solo hecho de pensar que todo lo que logramos se va con nosotros
en la culminación de ese “nosotros”, nos llena de confusión, constantemente realizamos
todo tipo de actividades para evitar ese fin a toda costa y para aplazar ese sentimiento
inminente de que en algún momento ya no existiremos más.

Culpa, ¿Cómo se involucra ese sentimiento tan ensordecedor al que llamamos culpa?
Afrontando la realidad, esta respuesta puede parecernos complicada de entender.
Tendemos a sentirnos culpables cuando nuestros actos repercuten de cierta manera en
aquello que a toda costa deseábamos evitar, realizamos actos de manera inconsciente y
cuando terminamos haciendo conscientes dichos actos, afrontamos los hechos y lo único
que nos queda es aceptarlos, sin embargo esa falta de aceptación de hechos, es la que nos
lleva al arrepentimiento y la culpa. Desde el punto de vista del libro antes mencionado, uno
de los deseos del ser humano es evitar ver al ser querido en sufrimiento y no mostrar
debilidad ante cualquier situación, sucede que esto es parte de la aceptación de nuestra
conducta y nuestros actos; y cuando sucede todo aquello que deseamos evitar, nos
sentimos responsables manifestándolo como enojo y frustración, aquí volvemos al hecho de
cuan probable es, que dentro de esto exista el temor a no ser visto como “lo que fui en mis
tiempo vitales”. La culpa en los últimos momentos de vida se expresa principalmente en el
no haber vivido la vida como se debía por el solo y único deseo de sobresalir y lograr el
éxito por sobre todos, la reevaluación de la vida es completamente inconsciente y cuando
esta reevaluación no concluye como se esperaría, el sentido de la vida y lo que la vida fue,
nos persigue de tal manera que resuena como un eco de reproche hacia nosotros mismos.

Otro punto que no puede ser ignorado, es la aceptación de muerte de quienes rodean al ser
doliente, si bien es importante la compañía en los últimos momentos, esta compañía
debería ser sincera, ¿por qué tratar de esconder lo que ya es evidente? Esto se resume
como un acto egoísta, un acto en pro de evitar mi sufrimiento a causa del sufrimiento ajeno.
El problema dentro de la mentira y evasión, es que al tratar de evitar nuestro sufrimiento,
solo aumentamos ese sufrimiento ajeno, es como abandonar a una persona en el momento
en que más lo necesita, es la no aceptación de la muerte ajena, debido a que esa muerte
trae consigo el hecho de que yo también moriré en algún momento, es decir, trae consigo el
miedo del cual todos deseamos huir. A raíz de todo lo anterior mencionado, solo nos queda
por consiguiente, empezar a aceptar lo que ya está predestinado, lo inminente, pero
siempre aprovechando lo que por regalo se nos ha brindado y ese regalo es nuestra vida,
somos responsables de cómo vivir esa vida para no llenarnos de arrepentimiento y culpa al
final de nuestro ciclo.

Sin importar todo lo que tengamos y lo buena que nuestra vida haya sido, sin importar
cuantas diferencias existan en cada ser humano, ya que cada persona es un mundo
distinto y sin importar como nos veamos a nosotros mismos o nos consideremos seres
especiales dentro de una multitud, el final siempre será el mismo para todos, el cierre de un
ciclo, la culminación de una sucesión de actos que nos hacen ser y hacer; la muerte.

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