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Culpa, ¿Cómo se involucra ese sentimiento tan ensordecedor al que llamamos culpa?
Afrontando la realidad, esta respuesta puede parecernos complicada de entender.
Tendemos a sentirnos culpables cuando nuestros actos repercuten de cierta manera en
aquello que a toda costa deseábamos evitar, realizamos actos de manera inconsciente y
cuando terminamos haciendo conscientes dichos actos, afrontamos los hechos y lo único
que nos queda es aceptarlos, sin embargo esa falta de aceptación de hechos, es la que nos
lleva al arrepentimiento y la culpa. Desde el punto de vista del libro antes mencionado, uno
de los deseos del ser humano es evitar ver al ser querido en sufrimiento y no mostrar
debilidad ante cualquier situación, sucede que esto es parte de la aceptación de nuestra
conducta y nuestros actos; y cuando sucede todo aquello que deseamos evitar, nos
sentimos responsables manifestándolo como enojo y frustración, aquí volvemos al hecho de
cuan probable es, que dentro de esto exista el temor a no ser visto como “lo que fui en mis
tiempo vitales”. La culpa en los últimos momentos de vida se expresa principalmente en el
no haber vivido la vida como se debía por el solo y único deseo de sobresalir y lograr el
éxito por sobre todos, la reevaluación de la vida es completamente inconsciente y cuando
esta reevaluación no concluye como se esperaría, el sentido de la vida y lo que la vida fue,
nos persigue de tal manera que resuena como un eco de reproche hacia nosotros mismos.
Otro punto que no puede ser ignorado, es la aceptación de muerte de quienes rodean al ser
doliente, si bien es importante la compañía en los últimos momentos, esta compañía
debería ser sincera, ¿por qué tratar de esconder lo que ya es evidente? Esto se resume
como un acto egoísta, un acto en pro de evitar mi sufrimiento a causa del sufrimiento ajeno.
El problema dentro de la mentira y evasión, es que al tratar de evitar nuestro sufrimiento,
solo aumentamos ese sufrimiento ajeno, es como abandonar a una persona en el momento
en que más lo necesita, es la no aceptación de la muerte ajena, debido a que esa muerte
trae consigo el hecho de que yo también moriré en algún momento, es decir, trae consigo el
miedo del cual todos deseamos huir. A raíz de todo lo anterior mencionado, solo nos queda
por consiguiente, empezar a aceptar lo que ya está predestinado, lo inminente, pero
siempre aprovechando lo que por regalo se nos ha brindado y ese regalo es nuestra vida,
somos responsables de cómo vivir esa vida para no llenarnos de arrepentimiento y culpa al
final de nuestro ciclo.
Sin importar todo lo que tengamos y lo buena que nuestra vida haya sido, sin importar
cuantas diferencias existan en cada ser humano, ya que cada persona es un mundo
distinto y sin importar como nos veamos a nosotros mismos o nos consideremos seres
especiales dentro de una multitud, el final siempre será el mismo para todos, el cierre de un
ciclo, la culminación de una sucesión de actos que nos hacen ser y hacer; la muerte.