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Oí sus gemidos.
Frecuentados en la adolescencia.
El mono exterior
Godzilla en México
Lluvia
Ruben dario.
De otoño
Junto al negro palacio del rey de la isla de Hierro (¡Oh, cruel, horrible, destierro!) ¿Cómo es
que
tú, hermana armoniosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu formidable caja
musical?
En el jardín del rey de la isla de Oro (¡oh, mi ensueño que adoro!) fuera mejor que tú,
armoniosa
hermana, amaestrases tus aladas flautas, tus sonoras arpas; tú que naciste donde más lindos
nacen el clavel de sangre y la rosa de arrebol,
armoniosa, hacer que las místicas aves de tu alma alabasen, dulce, dulcemente, el claro de
luna, los vírgenes lirios, la monja paloma y el cisne marqués. La mejor plata se funde en un
ardiente crisol,
en el país del sol
Vuelve, pues a tu barca, que tiene lista la vela (resuena, lira, Céfiro, vuela) y parte, armoniosa
hermana, a donde un príncipe bello, a la orilla del mar, pide liras, y versos y rosas, y acaricia sus
rizos de
Elogio de la seguidilla
España
Luis Cernuda
Deseo
de la vida a la muerte.
Contigo
¿Mi tierra?
¿Mi gente?
El destierro y la muerte
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
No importa;
De un régimen caído.
Ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,
El viento y el alma
elementales contagian
el silencio de la noche.
la mujer gorda
y llamaba al demonio del pan por las colinas del cielo barrido
Se quedaron solos:
Se quedaron solas:
y para que se quemen estas gentes que pueden orinar alrededor de un gemido
y el marinero degollado
cubiertos de ceniza,
de vida!
Ars Magna
saliendo de la habitación.
A mi madre
Himno a Satán
Le fleurs du mal
Charles Baudelaire
y un rasguño en la frente
la razón de su vida;
te amo
Tu símbolo es el ciervo
y el mío la luna:
nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
desnudo de todo
salvo de tu nombre
las iglesias
aullaremos.
Allen Ginsberg
Viejo hombre,
Yo profetizo recompensas
en el crepúsculo
y no sé qué hacer
Tercera Avenida
y calle E. Houston
La inteligencia brillante
Emigra de la muerte
en la Plaza de Armas
y cansado sueño .
del Universo
a tener visiones.
más sucios
tu esperanza,
Buena suerte
cantando Eli Eli, escribiendo lo que se me pasa por la cabeza, grabando ga;abatos primordiales,
enseñando en un colegio budista, sacándole fotos con la Leica a la parada del bus
camino descalzo por el piso del loft, algo insensibilizadas las plantas de los pies
No firmaré el proyecto
Objeción
¿Qué esperabas?
La compasión es riqueza
Mujeres a su lugar
Mascad el presupuesto
Enviadme arroz
Eso no es mentira
Es su destino
Fumad un dinosaurio
Dijo el esqueleto de Nancy
Decid solamente No
No fuméis hierba
¿Conseguiremos la dosis?
No os volváis sensatos
Creedme a mí
¿Qué me preocupa?
Dijo el esqueleto TV
566
Lord Byron
No volveremos a vagar
A la luz de la luna.
Camina bella
¿A qué lates?
Mi vida, verde parral,
amarillea, otoñal,
sin amor.
que tenemos.
de batalla, y la victoria,
de esta gloria?
más allá
es mi llama; al firmamento
¡Ah momento!
Ni me curan ni me hieren.
No son. Fueron.
si la juventud tu sien
ya no adorna? He aquí tu
muerte.
Y está bien.
el silencio. Es lo mejor.
y hay valor.
Y hela aquí.
y marchémonos a casa.
Miguel Hernández
Aceituneros
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
ni el dinero, ni el señor,
el trabajo y el sudor.
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
no la del explotador
No la del terrateniente
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
Dentro de la claridad
indican tu libertad
No quiso ser
No conoció el encuentro
El amoroso vello
no pudo florecer.
negándose a saber
y descendieron diáfanos
ante el amanecer.
y se quedó en su ayer.
No quiso ser.
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
impotentemente mansa,
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
Asturianos de braveza,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
andaluces de relámpagos,
extremeños de centeno,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
ni se enturbia ni se acaba.
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
Nanas de la cebolla
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
grande y redonda.
mi niño estaba.
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
resuelta en luna,
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Ríete tanto
bata el espacio.
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
y las alondras.
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Nunca despiertes.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
tan extendido,
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
ferocidades.
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
buscando el centro.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
ni lo que ocurre.
Canción última
Pintada, no vacía:
pasiones y desgracias.
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Dejadme la esperanza.
Gabriel Celaya
en lo idéntico a sí mismo.
y canto respirando.
personales, me ensancho.
Despedida
Quizás tú no recuerdes
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
A Andrés Basterra
que te descansaría,
No sé si tienes hijos.
o sólo necesario.
de materias primeras,
pacífico y materno,
la empresa prometeica.
y versos y zapatos;
el daño inevitable,
aunque desesperados,
cavando en el silencio,
Consejo mortal
A Blas de Otero
Camposanto en Colliure
Aquí paz,
y después gloria.
Aquí,
a orillas de Francia,
y de «Flamenco’s Show»
paz
y después gloria.
Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
paz
y después…
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
paz…,
…sin gloria.
o con la vida,
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
«Casino
a veces,
Esto no es nada
un poco de tierra.
oprimir el agua,
nada.
Ciudad cero
Una revolución.
sangre descubierta
después de la explosión,
y el casi incomprensible
su ira sofocada,
entraban en mi alma
el incendio
de un edificio próximo,
papeles y retratos
en medio de la calle…
Todo pasó,
en aquel tiempo
estas imprevisibles
Milagro de la luz
Y alguien dirá:
otras historias:
todas».
Pero hoy,
estoy aquí,
y canto
Antonio Machado
La Saeta
¿Quién me presta una escalera,
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
***
A un olmo seco
al borde de un camino;
Mi corazón espera
***
del Duero.
de Iberia y de Castilla.
Campos de Soria
la primavera pasa
II
III
en pardos borriquillos,
IV
arroja la semilla.
la nieve silenciosa.
VI
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
soldados o cazadores;
y de famélicos galgos,
que pululan
y a la medianoche ululan,
de la Audiencia da la una.
VII
¡Colinas plateadas,
su curva de ballesta
VIII
de Soria barbacana
IX
agria melancolía
de la ciudad decrépita.
***
Los olivos
olivares polvorientos
de olivar y de olivar!
soleadas,
de olivares recamadas.
abrumados de capachos,
trabucaires bandoleros!
¡Olivares y olivares
¡Olivares coloridos
olivares rebruñidos
¡Olivares centellados
de tormentas!…
Olivares, Dios os dé
los eneros
de aguaceros,
Ya darán
a gañanes y braceros,
¡Olivar y olivareros,
bosque y raza,
campo y plaza
y al arado y al molino,
al destino,
los señores
devotos y matuteros!…
¡Ciudades y caseríos
de olivares y olivares!
II
de la Misericordia.
¡Agria melancolía
asombrado y atento,
Nosotros enturbiamos
se engendra en el pecado,
Gerardo Diego
El ciprés de Silos
Madrigal
Estabas en el agua
Estabas que yo te vi
lloraban por ti
A tu paso
Creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico
Pero
No
Tú
no estabas allí
Estabas en el agua
que yo te vi
Insomnio
Revelación
A Blas Taracena
de transparencia y desvanecimiento,
No verte
No verte.
Poderte ver, saber que andas tan cerca,
No verte.
No verte.
No verte.
No verte.
No verte.
No verte.
No verte.
Pensar que tú me huyes, me deseas,
No verte.
Dámaso Alonso
INSOMNIO
ciudad de Madrid,
VIENTO DE NOCHE
¡alerta, la veladora!
VIDA
un puñadito de tierra.
tierra soy.
El viento orea
tus dedos, largos de siglos.
Y el puñadito de arena
pero llevada
por un terror
oscuro,
y tristes caballones,
de tierra
Oh sí, la conozco.
arbustos juveniles
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
ni los sitios,
ni las épocas.
ha comprendido siempre
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
gritando y retorciéndose,
sólo
un lugar
señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
y muchas noches.
siempre con un ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
… No ha sabido cómo.
iban cesando,
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún chillido como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Sólo la velocidad,
del tren,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola
de un vagón a otro,
y estaba sola,
a algún empleado,
y estaba sola
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
Y no le ha contestado nadie,
loca, frenética,
… Y ésa es la terrible,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.
Ella,
se inclina
sobre el suelo.
de un tren,
de la cargazón y de la compañía,
¿CÓMO ERA?
JUAN R. JIMÉNEZ
La puerta, franca.
Blas de Otero
Escribo
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
Digo vivir
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
En nombre de muchos
alegría.
alegría.
A la inmensa mayoría
Canción cinco
T.S. Eliot
Burnt Norton
Inclinándonos juntos
Susurramos juntos
II
Estos no aparecen
Y voces están
En el viento cantando
Déjenme usar
En un campo
No más cerca-
III
Esta es la tierra muerta
Y así es
Levantándonos solos
IV
y evitamos la palabra
La esperanza solo
De hombres vacíos.
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
Cae la sombra
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la sombra
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
Cae la sombra
El Director
El director
Conservador
Del Espectador
Corrompe la brisa
Los accionistas
Reaccionarios
Del Espectador
Conservador
Con los brazos enlazados
Dan vueltas
A paso de lobo.
En un desagüe
Una niña
En harapos
De nariz achatada
Mira
Al director
Del Espectador
Conservador
y muere de amor.
de intención engañosa
(Ellos dirán: “i Pero que delgados están sus piernas y sus brazos!”)
¿Me atrevo
a perturbar el universo?
Es el perfume de un vestido
después de las puestas de sol y de entrada los patios de y las calles lloviznadas,
después de las novelas, después de las tazas de té, después de las faldas que se arrastran a lo
largo
del suelo
Pero como si una linterna mágica lanzara los nervios en figura sobre la pantalla:
Envejezco… Envejezco…
Ezra Pound
El jardín
Samain)
Francesca
Saliste de la noche
Con flores en las manos.
En oscuros callejones.
O en un vilano al viento,
Sola!
La zambullida
me asfixian!
A ti, yo te querría
Un pacto
Ya te he detestado lo suficiente.
El desván
John Keats
A la soledad
Observatorio de la naturaleza,
Oda a la melancolía
Sobre la muerte
Sobre el mar
1347
Bertolt Brecht
Epitafio
Contra la seducción
No os dejéis seducir:
No os dejéis engañar
porque no os bastará
No os dejéis consolar.
La canción del no y el sí
Y si tiene dinero
y si es amable
Y al tener dinero
y al ser amables
a él no le dije «No».
por sonreír,
Rimbaud
El corazón de Rimbaud
Itiofálicos y soldadinescos
itiofálicos y soldadinescos.
¡Oleajes abracadabrantescos
Itiofálicos y soldadinescos
El mal
Primera velada
a la ventana arrimaban,
Asentada en mi sillón,
Y en el suelo, trepidaban,
a la ventana asomaban,
Fantasía)
Los cuervos
dispersaos, uníos.
la funesta derrota.
Octavio Paz
Decir, hacer
A Roman Jakobson
La poesía.
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
La calle
si me detengo, se detiene;
Las palabras
Dales la vuelta,
azótalas,
sécalas,
cápalas,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
Viento
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
todo el espacio
Todo es espacio;
y una desnuda
y el viento es aire
siempre de viaje…
Silencio
recuerdos, esperanzas,
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
Mario Benedet
A tientas
de amores residuales
Artigas
criollos pobres
varas
homenaje catastral
extraña
por algo nadie quiere hurgar en su silencio de viejo firme
como rivera
inauguraban el paisito
Empero
estación en suspenso,
destruido, indescifrable,
Ésta es mi casa
me engaño inmensamente.
copulan y duermen,
juegan y piensan,
Grietas
La verdad es que
grietas
no faltan
a pequineses y moscovitas
a présbites y miopes
a gendarmes y prostitutas
a optimistas y abstemios
a sacerdotes y aduaneros
a exorcistas y maricones
a baratos e insobornables
a Borges y Sábato
a mayúsculas y minúsculas
a pirotécnicos y bomberos
a mujeres y feministas
a acuarianos y taurinos
a profilácticos y revolucionarios
a vírgenes e impotentes
a agnósticos y monaguillos
a inmortales y suicidas
a franceses y no franceses
remediables
decididamente profunda
y los desmaravilladores
pero cuidado
ustedes y nosotros
para ahondarla
señoras y señores
a elegir
ponen el pie.
Nicanor Parra
Es olvido
Cronos
En Santiago de Chile
Los
días
son
interminablemente
largos:
Ylosañosparecequevolaran.
Cambios de nombre
Mi posición es ésta:
me gustaría creer
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
Virgilio Piñera
El hechizado
A Lezama, en su muerte
Isla
ni me sentiré un elegido:
y lejos ya de la inquietud,
Los desastres
Un tema de la romanidad:
no digo la voracidad.
la murena se desola.
No es un problema de comida.
un punto de gastronomía.
la murena se oscurecía.
La beatitud de la murena
no salía a la superficie.
si la murena es la calvicie.
la beatitud en el espacio;
deshabitado no podría.
el silencio de la murena;
es un silencio repentino
el silencio de la murena.
Su silencio de murena
la fulguración de su lomo
II
su duración se resume
en el estar matemático.
La delectación en su costra
es el juego de la mortaja
el abanico de la caja?
El abanico inconsolable
en el aire de la campana
el de la ostra secamente.
En el artificio se afina
III
Su pestilencia desconoce.
La cantidad de su fragancia
Si la hiena se estimula
El estilo de la carroña
O la indiferencia glacial.
la indiferencia se retrata;
sordera de la catarata.
su respiración de contralto
Naturalmente en 1930
vi a Casal
Testamento
en un lenguaje cifrado.
Y todos entenderán
el yo no lloro, mi hermano….
Borges
Ajedrez
II
El Golem
La moneda de hierro
El reloj de arena
El enamorado
Pablo Neruda
Agua sexual
rodando a goterones,
cae el agua,
cae mordiendo,
alma,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
veo barcos,
y pelos de hombre,
estoy mirando.
un pegarse de carne,
en la tierra,
a goterones sordos.
Ahora es Cuba
te cortaron la cara,
te dividieron, te quemaron.
despedazados en el tormento
Amor
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.
Ángela adónica
de lento espacio.
de fresca fuerza.
grandes y claros.
y oculto fuego.
El crimen
Hoy he amanecido
con un cuchillo
en el pecho. Ignoro
quién ha sido,
Estoy aquí
tendido
y pesa vertical
el frío.
La noticia se divulga
el interrogatorio ha sido
confuso. El hecho
carece de testigos.
(Llamada de portera,
dijo
Se busca al asesino;
sin embargo,
Sencillamente yazgo
Oscila, pendular y
solemne, el frío.
ha consumado mi homicidio.
El temblor
La lluvia
de tu cuerpo ausente.
Bebo, te bebo
del paladar
y baja,
oscura de la lluvia.
tiembla, se vierte en ti
Materia
delicado aplicásemos,
el mar, el indistinto
Ah soledad,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Y tú, oh alma,
Considérate, oh alma,
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Ah soledad,
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
tu recinto sellado.
Cuando el amor
conjurar lo perdido.
desesperadamente a la esperanza
de que solo el amor
Walt Whitman
y un grano de arena,
al Labrador.
sola se hallaba,
circundada, apartada,
para conectarlas,
Y la respuesta:
“Que estás aquí, que existen la vida y la identidad,
Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire.
¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes
vencidos!
Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes mas
grandes de la Historia.
Pedro Salinas
rápidas de la ira.
Ceñida en tu silencio.
de inútiles saetas
en tu silencio liso
Underwood girls
Entre todas
sostienen el mundo.
como nubes,
Despiértalas,
fantasías de metal
Tú alócate
blanco a blanco.
Aquí
de tu sueño. Si diera
el calor de tu sueño
exactamente: el ritmo
de tu vivir soñando.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
En la orilla se paran
renuncies a tu ser
invulnerable. Busco
doblada sobre ti
traslúcida, tu carne
y apartan dulcemente
No lo encuentran. Y entonces
pienso en tu sueño. Quiero
no sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
silencio de la noche,
al borde de tu cuerpo;
en él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
hacíamos lo mismo.
Luz de la noche
aquí alrededor,
«ya es de noche».
ahora,
en esa
que yo no veo.
te sonríes al dormir
Fe mía
No me fío de la rosa
de papel,
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
de ti me fío, redondo
seguro azar.
Baudelaire
Bendición
Confesión
Deslizábanse furtivos
En la mañana chispeante,
Vacilante se escapó,
En maquinal sonrisa;
La voz
Las joyas
Canción
Eduardo Carranza.
Llueve. La tarde es una
de tu misma tristeza.
a mi dolor cerrado.
tu nombre en mi poema.
a mirar la ventana
Y tú no estás
tu despedida triste.
Humildemente y todo
y mi llanto en declive.
y marineros amarrados
y un marinero delirante
[muelle
La muerte de la rosa
Subsistió a su belleza,
Sucumbió a su fragancia.
la llamarían Rosaura,
O Rosa-fina, o Rosa
o simplemente Rosa,