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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA CIENCIA Y TECNOLÓGIA
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
FUNDACIÓN MISIÓN SUCRE
ALDEA SOCIALISTA UNIVERSITARIA PEDRO FONTES
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE GRADO DE GESTIÓN AMBIENTAL
ÉTICA DE LA SUSTENTABILIDAD
DISTRITO CAPITAL
TRAYECTO IV-II

BASES ÉTICAS QUE ORIENTAN LA SUSTENTABILIDAD

PROFESORA: INTEGRANTE:
Lic. Mary Vásquez Carmen J. Molina

Caracas, Febrero 2018.

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INTRODUCCIÓN

La crisis ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un


modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y
negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada el
ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indígena, al
pobre, a la mujer, al negro, al Sur) mientras privilegia un modo de producción
y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el
proceso de globalización.

La crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo. No es una crisis


ecológica, sino social. Es el resultado de una visión mecanicista del mundo
que, ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de
las diferentes culturas, está acelerando el calentamiento global del planeta.
Este es un hecho antrópico y no natural. La crisis ambiental es una crisis
moral de instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de
relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental en conflicto
con la trama de la vida.

El discurso del "desarrollo sostenible" parte de una idea equívoca para


alcanzar sus objetivos. Las políticas del desarrollo sostenible buscan
armonizar el proceso económico con la conservación de la naturaleza
favoreciendo un balance entre la satisfacción de necesidades actuales y las
de las generaciones futuras.

Sin embargo, pretende realizar sus objetivos revitalizando el viejo mito


desarrollista, promoviendo la falacia de un crecimiento económico sostenible
sobre la naturaleza limitada del planeta. Más la crítica a esta noción del
desarrollo sostenible no invalida la verdad y el sentido del concepto de

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sustentabilidad para orientar la construcción de una nueva racionalidad social
y productiva.

El concepto de sustentabilidad se funda en el reconocimiento de los


límites y potenciales de la naturaleza, así como la complejidad ambiental,
inspirando una nueva comprensión del mundo para enfrentar los desafíos de
la humanidad en el tercer milenio. El concepto de sustentabilidad promueve
una nueva alianza naturaleza cultura fundando una nueva economía,
reorientando los potenciales de la ciencia y la tecnología, y construyendo una
nueva cultura política fundada en una ética de la sustentabilidad en valores,
creencias, sentimientos y saberes que renuevan los sentidos existenciales,
los mundos de vida y las formas de habitar el planeta Tierra.

Las políticas ambientales y del desarrollo sostenible han estado


basadas en un conjunto de principios y en una conciencia ecológica que han
servido como los criterios para orientar las acciones de los gobiernos, las
instituciones internacionales y la ciudadanía. A partir del primer Día de la
Tierra en 1970 y de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente Humano (Estocolmo, 1972) y hasta la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río 92) y en el proceso de
Río+10; desde La Primavera Silenciosa, La Bomba Poblacional y Los Límites
del Crecimiento, hasta Nuestro Futuro Común, los Principios de Río y
la Carta de la Tierra, un cuerpo de preceptos ha acompañado a las
estrategias del ecodesarrollo y las políticas del desarrollo sostenible.

Los principios del desarrollo sostenible parten de la percepción del


mundo como "una sola tierra" con un "futuro común" para la humanidad;
orientan una nueva geopolítica fundada en "pensar globalmente y actuar
localmente"; establecen el "principio precautorio" para conservar la vida ante
la falta de certezas del conocimiento científico y el exceso de imperativos
tecnológicos y económicos; promueven la responsabilidad colectiva, la

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equidad social, la justicia ambiental y la calidad de vida de las generaciones
presentes y futuras. Sin embargo, estos preceptos del "desarrollo sostenible"
no se han traducido en una ética como un cuerpo de normas de conducta
que reoriente los procesos económicos y políticos hacia una nueva
racionalidad social y hacia formas sustentables de producción y de vida.

En la década que va de la Cumbre de Río (1992) a la Cumbre de


Johannesburgo (2002), la economía se volvió economía ecológica, la
ecología se convirtió en ecología política, y la diversidad cultural condujo a
una política de la diferencia.

La ética se está transmutando en una ética política. De la dicotomía


entre la razón pura y la razón práctica, de la disyuntiva entre el interés y los
valores, la sociedad se desplaza hacia una economía moral y una
racionalidad ética que inspira la solidaridad entre los seres humanos y con la
naturaleza.

La ética para la sustentabilidad promueve la gestión participativa de


los bienes y servicios ambientales de la humanidad para el bien común; la
coexistencia de derechos colectivos e individuales; la satisfacción de
necesidades básicas, realizaciones personales y aspiraciones culturales de
los diferentes grupos sociales. La ética ambiental orienta los procesos y
comportamientos sociales hacia un futuro justo y sustentable para toda la
humanidad.

La ética para la sustentabilidad plantea la necesaria reconciliación


entre la razón y la moral, de manera que los seres humanos alcancen un
nuevo estadio de conciencia, autonomía y control sobre sus mundos de vida,
haciéndose responsables de sus actos hacia sí mismos, hacia los demás y
hacia la naturaleza en la deliberación de lo justo y lo bueno. La ética
ambiental se convierte así en un soporte existencial de la conducta humana

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hacia la naturaleza y de la sustentabilidad de la vida. La ética para la
sustentabilidad es una ética de la diversidad donde se conjuga el ethos de
diversas culturas. Esta ética alimenta una política de la diferencia.

La ética de la sustentabilidad es la ética de la vida y para la vida. Es


una ética para el reencantamiento y la re erotización del mundo, donde el
deseo de vida reafirme el poder de la imaginación, la creatividad y la
capacidad del ser humano para transgredir irracionalidades represivas, para
indagar por lo desconocido, para pensar lo impensado, para construir el
porvenir de una sociedad convivencia y sustentable, y para avanzar hacia
estilos de vida inspirados en la frugalidad, el pluralismo y la armonía en la
diversidad.

La ética de la sustentabilidad entraña un nuevo saber capaz de


comprender las complejas interacciones entre la sociedad y la naturaleza. El
saber ambiental re enlaza los vínculos indisolubles de un mundo
interconectado de procesos ecológicos, culturales, tecnológicos, económicos
y sociales. El saber ambiental cambia la percepción del mundo basada en un
pensamiento único y unidimensional, que se encuentra en la raíz de la crisis
ambiental, por un pensamiento de la complejidad.

Esta ética promueve la construcción de una racionalidad ambiental


fundada en una nueva economía moral, ecológica y cultural como condición
para establecer un nuevo modo de producción que haga viables estilos de
vida ecológicamente sostenibles y socialmente justos.

5
ÍNDICE

Introducción………………………………………………………………………2

Índice……………………………………………………………………………...6

Posición Ambiental global………………………………………………………7

Ética ambiental…………………………………………………………….……13

Actitudes………………………………………………………………………....14

Competencias…………………………………………………………………...18

Valores éticos ambientales individuales y colectivos………………………17

Conclusión…………………………………………………………………….…23

Anexos…………………………………………………………………………...27

Referencias Bibliográficas………………………………………………….….29

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POSICIÓN AMBIENTAL GLOBAL

El fenómeno de la globalización plantea dilemas éticos en


varias formas al referirlo a la amenaza de la destrucción del ambiente.
Primero, se trata de problemas cuya percepción no siempre es evidente. De
allí su ambigüedad. Los ciudadanos comunes y corrientes piensan que sus
conductas individuales no contribuyen a la polución ambiental.

Los grandes consorcios industriales, como lo demuestra la industria


automovilística europea, prefieren pagar multas a reformar sus procesos
productivos. Las regulaciones más estrictas, cuando se trata de imponerlas
en un plano internacional, encuentran resistencia precisamente de aquellos
países que más contaminan.

Aparte de la ambigüedad, las consecuencias de la globalización sobre


las alteraciones del medio ambiente tienen relevancia ética por afectar
personas. Por muy desarrollada que sea la conciencia ecológica, la verdad
es que el ambiente cobra relevancia en la medida que perturba o modifica la
vida humana.

No se tiene una relación solidaria con la biósfera, por más que algunos
espíritus sofisticados o imbuidos de divina intuición (como San Francisco o
los santones hindúes) hayan practicado una suerte de solidaridad con
animales y plantas. Es el impacto sobre la vida humana lo que moviliza la
atención, produce cambios en políticas o genera movimientos populares de
mayor atracción, que la pura "defensa" del medio ambiente.

Sin considerar, además, que un "ecologismo radical" es difícilmente


practicable en la situación actual del mundo y no tiene más valor que el
simbólico cuando se afrontan las realidades del progreso económico.

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Otra razón por la cual el tema ambiental es éticamente
relevante, consiste en la interrelación que contrae con otros asuntos
humanos. No existe un sitio en el mundo que pueda librarse de los
efectos devastadores de políticas ambientales nocivas a gran escala,
como las que practican las economías avanzadas y los grandes países
del orbe. La economía, la política, la legislación, son todas áreas en
las cuales la irrestricta prosecución del lucro y el crecimiento
económico tienen impacto.

Los diversos y graves desastres ecológicos ocasionados por la


actividad humana desarrollada han provocado una mayor preocupación. El
medio ambiente es la principal fuente de recursos para el desarrollo de
procesos productivos, para el consumo directo y por tanto, para la economía.
Los problemas ambientales pueden ser enunciados a diferentes niveles,
mundial, regional, local, particular., correspondiendo a cada problema un
nivel de actuación más apropiado para su tratamiento.

Sin embargo, todos responden a una expresión ampliamente


divulgada: “pensar globalmente, actuar individualmente”. El grado de
sensibilización de la población a los problemas ambientales globales obliga
al mundo empresarial a tener en cuenta (por lo menos en los productos y
servicios que ofrece al cliente) los aspectos más destacables de estos
problemas.

En la actualidad hay evidencias de una importante problemática


ambiental de carácter planetario. Algunos de estos problemas se agrupan
bajo la expresión “cambio global”, en el que se incluyen: el cambio climático,
el calentamiento global, el agujero de ozono, la destrucción del bosque
tropical húmedo, el efecto invernadero, la disminución de la biodiversidad, la
conservación de los océanos, la desertificación, etc.

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En 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, se evidenció la
magnitud de los problemas ambientales globales, cuestión que indica aún
hoy la importancia que tiene su tratamiento desde la Educación Ambiental,
área de atención priorizada dentro de los actuales currículos escolares en los
diferentes niveles de enseñanza, incluyendo la educación posgraduada.

Durante la pasada generación, el medio ambiente ha cambiado más


rápidamente que en cualquier otro tiempo comparable en la historia. Aunque
los fenómenos naturales han jugado su rol en este cambio, la fuente primaria
de esta dinámica ha sido acelerada por la interacción humana con la
biosfera. Aquellas influencias, producidas inadvertidamente o a propósito,
han creado o crearán dramáticos cambios globales que pueden alterar la
existencia humana por muchos años.

La biosfera es un sistema que engloba a todos los seres vivientes de


nuestro planeta así como al aire, al agua y al suelo que constituyen su
hábitat o lugar donde se desarrolla normalmente su ciclo vital. Para el
mantenimiento de este ciclo vital es esencial que el equilibrio ecológico no se
altere, lo que implica la necesidad de evitar acciones que puedan modificarlo
de alguna manera o puedan introducir cambios en cualesquiera de los
agentes implicados en el mismo, de los cuales, el aire, el agua y el suelo son,
sin ninguna duda, de vital importancia.

Para precisar lo antes expresado, contaminación significa todo cambio


indeseable en las características del aire, agua o suelo, que afecta
negativamente a todos los seres vivientes del planeta. Estos cambios se
generan principalmente por la acción del ser humano.

En la atmósfera, el incremento de la concentración del dióxido de carbono,


CO 2, puede alterar la temperatura de la Tierra debido a que este compuesto
es transparente a la radiación solar recibida del Sol, dejándola pasar

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libremente, pero absorbe, sin embargo, la radiación infrarroja emitida desde
la tierra.

El efecto total de este fenómeno radica en que cuanto mayor sea la


concentración de CO 2en la atmósfera, mayor es la cantidad de energía
recibida por la Tierra desde el Sol que queda "atrapada" en la atmósfera en
forma de calor. Este fenómeno que se conoce con el nombre de "efecto
invernadero" produciría un recalentamiento de la atmósfera y modificaría,
entre otros, el régimen de lluvias, lo que produciría alteraciones sobre las
tierras cultivables y la extensión de los desiertos.

La presencia en la estratosfera de determinados compuestos,


especialmente los clorofluorcarbonos, sustancias químicas fabricadas por el
hombre, puede provocar una disminución de la concentración de ozono en la
estratosfera, que constituye un filtro atmosférico esencial para contener la
radiación ultravioleta. Una disminución sensible de esta capa protectora
tendría efectos perjudiciales para la salud humana y para la biosfera.

La mitad de la población de la Tierra vive en casi el 5% de la superficie


no marítima del planeta, y en gran parte se asienta en torno de regiones
costeras, tales como estuarios y desembocaduras de ríos. La biodiversidad
de ríos, lagos, torrentes y zonas húmedas es el conjunto de ecosistemas más
amenazados de la Tierra. Casi el 20% de los peces de agua dulce han
desaparecido o están el peligro de hacerlo.

Pero no son sólo los peces. Anfibios, moluscos y otras muchas


especies peligran también aunque no se conoce suficientemente la
biodiversidad de agua dulce. Los seres humanos se concentran en las
proximidades de los cursos de agua y provocan que los sistemas de agua
dulce sean el primer hábitat en degradarse. Usan el agua, consumen sus

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especies animales, utilizan sus cauces para desplazarse y como colectores
de sus vertidos.

Es necesario expresar que el agua dulce potable supone solamente el


0,008% del agua terrestre, lo que hace que en ocasiones su uso plantee
complejos problemas. En las áreas urbanas del tercer mundo 170 millones
de personas carecen de agua limpia para satisfacer sus mínimas
necesidades: beber, cocinar o lavarse; en las áreas rurales de estos países
el panorama es más sombrío ya que alcanza a casi 885 millones. Algunos
expertos opinan que la escasez de agua podría ser una de las principales
causas de conflictos bélicos entre países en el futuro, especialmente en las
zonas más áridas. Sólo usándola en forma adecuada y equitativa se podrían
prevenir los efectos catastróficos de esta situación.

La contaminación del ecosistema marino ha alcanzado proporciones


enormes, debido a que los hombres lo consideran el recipiente natural de
toda una serie de desperdicios, de los cuales, aproximadamente el 90%
permanece en las llamadas aguas costeras. Estas aguas concentran la
mayor parte de las actividades de tráfico marítimo, de extracción de recursos
pesqueros y minerales, de actividades recreativas, de vertidos y eliminación
de desechos, de conservación del medio y defensa del litoral y de
urbanización de la costa.

El diagnóstico de los científicos es casi unánime: la degradación de los


suelos como consecuencia de la actividad del ser humano se acentúa sin
cesar. Los suelos son medios vivos y frágiles, en los que se operan intensos
intercambios biológicos y fisicoquímicos. Se degradan cuando la erosión
arrastra materiales hacia los ríos o el océano a una velocidad mayor que la
de su reconstitución natural. Se agotan cuando sus propiedades no tienen la
posibilidad de regenerarse naturalmente o gracias a aportes externos.

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Las ciudades, durante largas épocas destacados centros de
producción, desarrollo social, innovación y creatividad, han devenido en los
últimos tiempos en espacios cada vez más inhóspitos en los que se
multiplican la pobreza, la violencia, la marginación y la degradación del
entorno.

El desmesurado auge urbano de estas últimas décadas, tan veloz


como desequilibrado, ha desencadenado una crisis ambiental sin
precedentes con efectos preocupantes también sobre la salud. Según
Naciones Unidas, el deterioro del medio ambiente urbano es responsable de
que más de 600 millones de habitantes de las ciudades de todo el mundo,
principalmente en los países en desarrollo, vivan en condiciones que
amenazan seriamente su salud y supervivencia, y que otros 1300 millones se
expongan cotidianamente a unos niveles de contaminación del aire que
sobrepasan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Las prácticas agrícolas, la tala de bosques, la producción y el uso de


la energía, el incremento de la población y otras actividades de los seres
humanos en relación con el medio ambiente, han alterado los ecosistemas
terrestres y acuáticos así como a la propia atmósfera de la tierra. Estas
alteraciones incluyen de acuerdo a los antes expresado, entre otras, el
calentamiento global, la disminución de la capa de ozono, la pérdida de la
biodiversidad, la contaminación del aire y la calidad de vida de millones de
seres humanos. Todos estos cambios ambientales fundamentales
trascienden los límites de las naciones y, por tanto, deben ser vistos desde
una perspectiva global.

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ÉTICA AMBIENTAL

La ética ambiental o ética del ambiente es la parte de la filosofía y


la ética aplicada que considera las relaciones éticas entre los seres humanos
y el ambiente natural o medio ambiente. Ejerce influencia en una larga lista
de disciplinas como el Derecho, sociología, economía, ecología, geografía,
etc. En su campo incluye la estética de la naturaleza y otras ramas de la
investigación filosófica (epistemología, metafísica, axiología, etc.

La ética ambiental es un relato sistemático de las relaciones morales


entre los seres humanos y su medioambiente. La también llamada ética
medioambiental, es una rama relativamente nueva de la ética filosófica, la
cual describe los valores que lleva el mundo natural no humano y prescribe
una respuesta ética apropiada para asegurar la preservación o restauración
de dichos valores.

La ética ambiental, que pertenece a la filosofía, es un aspecto


importante de la educación ambiental, cuyo fin es concientizar y sensibilizar a
la sociedad para que su comportamiento genere formas nuevas de relación
con el medio ambiente.

El desarrollo del aspecto axiológico (de los valores) contribuye a


construir una actitud de preservación, valoración del entorno y
responsabilidad social como garantía para futuras generaciones. La conducta
antisocial del ser humano respecto de su ecosistema y del medio ambiente
en general, genera problemas ambientales que dan cuenta del grado de
pertenencia e identidad de las comunidades.

La actitud del hombre es la causante de los problemas ambientales,


en relación estrecha con la crisis de valores de las sociedades

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contemporáneas, que no contemplan la necesidad de preservar un medio
ambiente de calidad para el futuro. La educación ética pretende lograr una
reflexión crítica de la relación del hombre con la naturaleza, acerca del
manejo adecuado del entorno asumido como propio.

Formar también individuos que reorientan la cultura científica al


servicio del ser humano, con una perspectiva ética basada en los valores
acerca de la utilización de la ciencia y la tecnología sobre la naturaleza. La
ética ambiental se basa en la justicia social sin discriminación ni distinción de
raza, casta, sexo, ideología, religión o nación.

El hombre debe vivir en armonía con la naturaleza para actuar como


guardián o cuidador del medio ambiente, de modo de lograr un futuro
saludable ecológicamente para las generaciones venideras. La ética aplicada
no sólo a normas y valores sino a toda interacción del ser humano con otros
seres vivos, como la actitud de arrojar basura y desperdicios en las calles, en
las playas o ríos que denota falta de responsabilidad social.

ACTITUDES

Llamamos aptitudes a las distintas capacidades que una determinada


persona tiene para realizar algo adecuadamente. Las aptitudes se refieren
tanto al ámbito psicológico como al físico o corporal. Se puede hablar de
aptitudes innatas, es decir, que se poseen desde el mismo momento del
nacimiento, que dependen de factores constitucionales.

Hay personas que nacen especialmente dotadas para ejercer una


labor en determinados campos y, ya desde niños, vemos que tienen una
constitución física ideal para algunos deportes, o habilidades manuales,
artísticas, sociales, intelectuales, etc.; pero si estas aptitudes no se

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desarrollan lo suficiente, el resultado final puede ser que estas personas
lleguen a cierta edad sin destacar en los ámbitos para los cuales habían
nacido especialmente dotadas.

Por tanto, hay que considerar también la importancia de los factores


adquiridos. En la práctica, el desarrollo de las diversas aptitudes individuales
se ve influido por circunstancias que actúan dentro de tres líneas
fundamentales: proporcionalidad con las tendencias, constancia y
polarización.

La aptitud o "facultad" (del latín aptus = capaz para), en psicología, es


cualquier característica psicológica que permite pronosticar diferencias inter-
individuales en situaciones futuras de aprendizaje. Carácter o conjunto de
condiciones que hacen a una persona especialmente idónea para una
función determinada.

Mientras que en el lenguaje común la aptitud solo se refiere a la


capacidad de una persona para realizar adecuadamente una acción o tarea,
en psicología engloba tantas capacidades cognitivas y procesos como
características emocionales y de personalidad. Hay que destacar también
que la aptitud está estrechamente relacionada con la inteligencia y con
las habilidades tanto innatas como adquiridas fruto de un proceso de
aprendizaje.

Pese a los esfuerzos por conservar los recursos naturales no se ha


podido frenar el deterioro ambiental, debido, posiblemente, a que no
logramos tener conciencia y actitud de respeto hacia la naturaleza. La
enseñanza de valores ambientales desde la infancia es una forma de
generar cambios de visión y de apreciación de la naturaleza.

En este trabajo se analiza el contenido del libro de texto de Ciencias


Naturales de quinto grado de primaria y realizamos observaciones sobre la

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conducta de alumnos de este grado en dos escuelas de San Cristóbal de las
Casas, Chiapas. Se les entrevistó y pidió que respondieran un cuestionario
para identificar si los contenidos del libro de texto ofrecen una enseñanza de
valores éticos ambientales, y verificar si el niño expresa dichos valores.

El contenido del programa oficial y sus ejecuciones aportan


información valiosa sobre la problemática ambiental; sin embargo, es
ineficiente para promover valores ambientales en los niños como el respeto a
la flora y fauna, y el manejo responsable del agua y desechos.

La crisis ambiental del presente se caracteriza por la aparición de


fenómenos de escala mundial como el cambio climático, efecto invernadero,
adelgazamiento de la capa de ozono y pérdida de biodiversidad, y otros más
focalizados como degradación de tierras, agotamiento de las aguas
subterráneas, deforestación y desertificación, aparición de plagas por ciertas
prácticas agropecuarias, contaminación de mares y ríos y el agotamiento de
los recursos pesqueros (Demo et al., 1999; Mejía, 2006).

Aunque es ampliamente conocido que la extinción de los seres vivos


es un proceso natural, en la actualidad está ocurriendo a una tasa inusual, en
múltiples especies, como consecuencia de las actividades de los seres
humanos (Stuart et al., 2000). Pese a los esfuerzos de conservación no se
han logrado disminuir los problemas ambientales; por ello este tema ha
adquirido relevancia, tanto por parte de estudiosos como de ciudadanos,
coincidiendo en que es imperativo tomar conciencia de esta problemática
ambiental (Kinne, 1997).

Para alcanzar esta conciencia ecológica es importante que los


gobiernos locales se involucren, y los programas de educación básica estén
definidos con base en las prioridades, las características particulares y la
identidad cultural de la región (Agnieszka et al., 2005). Al observar los
mercados, las calles, los parques y escuelas no se puede dejar de preguntar:

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¿Qué hacer para tomar conciencia del respeto que merece la naturaleza?
¿Cómo fomentar valores que fueron parte de antiguas civilizaciones donde
prevalecía el respeto y admiración a los elementos naturales? Entre otros,
pueden mencionarse el reconocimiento más profundo de la codependencia
con la naturaleza, el respeto a la vida en cualquiera de sus manifestaciones,
la admiración por la generosidad de la Tierra, la benevolencia de plantas y
animales, la fascinación por la diversidad ecológica y la humildad ante la
majestuosidad de los paisajes y recursos naturales.

COMPETENCIAS

Las competencias son las capacidades con diferentes conocimientos,


habilidades, pensamientos, carácter y valores de manera integral en las
diferentes interacciones que tienen los seres humanos para la vida en el
ámbito personal, social y laboral. Las competencias son los conocimientos,
habilidades y destrezas que desarrolla una persona para comprender,
transformar y practicar en el mundo en el que se desenvuelve.

La noción de competencia, referida inicialmente al contexto laboral, ha


enriquecido su significado en el campo educativo en donde es entendida
como un saber hacer en situaciones concretas que requieren la aplicación
creativa, flexible y responsable de conocimientos, habilidades y actitudes.

Para Perrenoud, P. (2008: 3) "El concepto de competencia se refiere


a la manera que permite hacer frente regular y adecuadamente, a un
conjunto o familia de tareas y de situaciones, haciendo apelación a las
nociones, a los conocimientos, a las informaciones, a los procedimientos, los
métodos, las técnicas y también a las otras competencias más específicas".
Así, la competencia «supone una combinación de habilidades prácticas,

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conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones, y otros
componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente
para lograr una acción eficaz».

Se contemplan, pues, como conocimiento en la práctica, es decir, un


conocimiento adquirido a través de la participación activa en prácticas
sociales y, como tales, se pueden desarrollar tanto en el contexto educativo
formal, a través del currículo, como en los contextos educativos no formales
e informales. Las competencias, por tanto, se pueden definir como "saber
hacer".

VALORES ÉTICOS AMBIENTALES INDIVIDUALES Y COLECTIVOS

La competencia «supone una combinación de habilidades prácticas,


conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones, y otros
componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente
para lograr una acción eficaz». Se contemplan, pues, como conocimiento en
la práctica, es decir, un conocimiento adquirido a través de la participación
activa en prácticas sociales y, como tales, se pueden desarrollar tanto en el
contexto educativo formal, a través del currículo, como en los contextos
educativos no formales e informales.

Las competencias, por tanto, se pueden definir como "saber hacer".


Las alternativas de solución a los diversos problemas ambientales deben ser
el producto de las decisiones responsables de los individuos, las
comunidades y en últimas de la sociedad, atendiendo a los criterios de
valoración de su entorno, íntimamente relacionados con el sentido de
pertenencia y, por ende, con los criterios de identidad. Fomentar una ética

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ambiental y desarrollar el aspecto axiológico (conjunto de valores) son
algunos de los objetivos de la educación ambiental.

En el campo de la ética, hay una distinción de la conducta social frente


a la antisocial. La educación ética para el ambiente debe contribuir a la
formación de individuos y de las sociedades en actitudes y valores para el
manejo adecuado del medio, a través de una estructura que obedezca a una
reflexión crítica y estructurada que haga posible comprender el porqué de
esos valores para asumirlos como propios y actuar en consecuencia.

Todas estas perspectivas deben hacer posible un verdadero trabajo


crítico que reoriente la cultura científica para ponerla al servicio de los seres
humanos, de suerte que en su reflexión sobre el sentido de la vida y sobre su
responsabilidad social incluyan la utilización de la ciencia y la técnica de
manera adecuada a las necesidades propias de un desarrollo social
autónomo, al igual que los saberes comunes y tradicionales.

La mayoría de los problemas ambientales del mundo actual son


esencialmente causados por el hombre. El papel del hombre es, por tanto,
crucial, ya que es su actitud hacia el medio ambiente humano y natural la
que ha configurado el medio ambiente de hoy. Obviamente que el cambio de
su actitud y la conducta del hombre están relacionadas directamente con el
sistema de valores de la sociedad contemporánea. Históricamente, los
valores individuales y sociales no siempre han estado en los mejores
intereses de preservar un ambiente de calidad.

La crisis ambiental actual obliga al hombre a reexaminar sus valores y


a alterarlos cuando sea necesario a fin de asegurar la supervivencia humana.
Se debe formular un sistema de valores de prioridades ecológicas para que
lleguen a ser leyes mundiales. Se debe pensar que cada ser humano tiene
derecho a vivir y satisfacer sus necesidades básicas. Si el hombre pudiera
vivir en armonía con la naturaleza y actuar como un responsable “cuidador” o

19
“guardián” del medio ambiente, sería posible lograr un futuro ecológicamente
saludable para las generaciones venideras.

El hombre con su poder tecnológico único ejerce un profundo efecto


sobre su medio ambiente. Por eso, en cierta medida, puede controlar su
propio destino. Una ética ambiental es básicamente una ética basada en la
justicia social para todos sin discriminación de casta, raza, sexo, religión,
ideología, región o nación. (UNESCO, 1990, 51). También es un factor
relevante de todo sistema económico, político y social ya que en éste hay
implícita una visión determinada del hombre, de su ser, sus atributos, su
origen y su destino.

La visión integral del hombre debe estar acorde con la transformación


educativa, que pretenda consolidar nuevos caminos, crear actitudes y
normas de comportamiento frente a los demás y hacia la naturaleza, que
haga posible la realización de todo hombre en la sociedad y contribuya en
forma significativa a la formulación de una toma de decisiones razonables en
lo ambiental ya que esto supone el análisis cuidadoso de los aspectos
ecológicos, económicos, sociales y técnicos; además deben examinarse,
antes de tomar una decisión, diversas alternativas políticas, acciones y
prácticas.

La educación al igual que la ética se concibe como un proceso


permanente de carácter social y personal a través del cual se reconoce la
necesidad de reconstruir las relaciones hombre-naturaleza sociedad; esto
redunda en el mejoramiento y conservación del medio ambiente natural,
socio cultural, interpersonal y creado, por lo tanto fortalece las posibilidades
y permite divisar con claridad la responsabilidad que posee el ser humano
para con su entorno y la capacidad interpretativa frente a él.

Por el sólo hecho de tenerse en cuenta los valores en el proceso


educativo de un modo explícito y sistemático, tiene que generarse,

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necesariamente, importantes cambios en el medio ambiente; el sólo hecho
de reconocerle a las comunidades sus derechos y de que éstas reconozcan
sus deberes permite romper un silencio y preparar el terreno para profundas
transformaciones en el mismo hombre, en su relación con los otros y con su
ambiente. Una educación centrada en valores es una educación centrada en
el hombre, pues el hombre está, por su mismo ser, llamado a la realización
en valores.

La ética y la educación para el ambiente orientadas hacia la


formación de ciudadanos para una sociedad auténticamente humana tienen
que ser consciente de los medios que emplearán para comprometer a la
mayoría, de modo que puedan surgir, los mejores, como agentes de la
política, y todos puedan tener actitudes de participación y criterios para
juzgar el poder.

Los criterios para ejercer el poder con justicia o para juzgar el poder
con determinados valores, como la libertad, la participación, la paz, la
concordia, la solidaridad y otros comúnmente admitidos. Pero la aplicación
de la ética y de la educación para el cambio no requiere solamente la
formación de unos valores determinados relacionado con lo político. Es
necesario pensar en valores de la persona y de la comunidad que atiendan a
los aspectos de desarrollo de la especie humana en su generación presente
y futura conservando su medio ambiente.

No es posible la valoración personal sin una conciencia de elección


libre y comprometida, por tanto, es básico y prioritario favorecer los
dinamismos de la personalidad que conducen hacia la autonomía, hacia la
experiencia de ser persona. Cada grupo humano tiene una escala de valores
que pueden provenir de fuentes muy diversas: intereses personales, valores
colectivos impuestos, por ejemplo: normas, pautas de comportamiento, la
moda, el prestigio.

21
En una educación con escala de valores para el cambio se tendría
que dar una paulatina ruptura para ser sustituidas por otras reflexivamente
aceptadas. Estos cambios, para que puedan mantenerse, tienen que ser
comunitarios. El hombre como ser en permanente proceso de formación
integral, cada una de sus dimensiones deben ser objeto de transformación a
través de procesos educativos concordantes y armónicos con el ambiente;
desde este punto de vista, la ética se convierte en un eje transversal en el
desarrollo socio humanístico del hombre, por lo tanto, el fomento de una
ética ambiental y el desarrollo de lo axiológico, conjunto de valores, son una
exigencia en el mundo actual que define la conducta social y ambiental de la
especie humana.

En el hombre es importante diferenciar lo que son los deseos de lo


que denominamos aspiraciones. Los primeros provienen de su fisiología, son
impulsos instintivos que deben ser controlados. Las aspiraciones reflejan sus
intentos por ser mejores, por trascender las imperfecciones propias de la
naturaleza humana, para instaurar lo que todavía no existe en el mundo que
uno quisiera introducir en él, son las que empujan la creación. La moral es
justamente el control que la sociedad se impone a la capacidad creadora,
con el fin de proteger el bien común. Las aspiraciones se originan en las
profundidades del espíritu, ligando al hombre al plan evolutivo, en busca de
lo santo, la sabiduría y la creatividad.

22
CONCLUSIÓN

La globalización económica está llevando a la privatización de los


espacios públicos. El destino de las naciones y de la gente está cada vez
más conducido por procesos económicos y políticos que se deciden fuera de
sus esferas de autonomía y responsabilidad. El movimiento ambiental ha
generado la emergencia de una ciudadanía global que expresa los derechos
de todos los pueblos y todas las personas a participar de manera individual y
colectiva en la toma de decisiones que afectan su existencia, emancipándose
del poder del Estado y del mercado como organizadores de sus mundos de
vida.
El sistema parlamentario de las democracias modernas se encuentra
en crisis porque la esfera pública, entendida como el espacio de interrelación
dialógica de aspiraciones, voluntades e intereses, ha sido desplazada por la
negociación y el cálculo de interés de los partidos que, convertidos en grupos
de presión, negocian sus respectivas oportunidades de ocupar el poder. Para
resolver las paradojas del efecto mayoría es necesario propiciar una política
de tolerancia y participación de las disidencias y las diferencias. Asimismo
debe alentarse los valores democráticos para practicar una democracia
directa.
La democracia directa se funda en un principio de participación
colectiva en los procesos de toma de decisiones sobre los asuntos de interés
común. Frente al proyecto de democracia liberal que legitima el dominio de la
racionalidad del mercado, la democracia ambiental reconoce los derechos de
las comunidades autogestionarias fundadas en el respeto a la soberanía y
dignidad de la persona humana, la responsabilidad ambiental y el ejercicio de
procesos para la toma de decisiones a partir del ideal de una organización
basada en los vínculos personales, las relaciones de trabajo creativo, los
grupos de afinidad, y los cabildos comunales y vecinales.

23
El ambientalismo es un movimiento social que, nacido de esta época
de crisis civilizatoria marcada por la degradación ambiental, el individualismo,
la fragmentación del mundo y la exclusión social, nos convoca a pensar
sobre el futuro de la vida, a cuestionar el modelo de desarrollo prevaleciente
y el concepto mismo de desarrollo, para enfrentar los límites de la relación de
la humanidad con el planeta. La ética de la sustentabilidad nos confronta con
el vínculo de la sociedad con la naturaleza, con la condición humana y el
sentido de la vida.
La ética para la construcción de una sociedad sustentable conduce
hacia un proceso de emancipación que reconoce, como enseñaba Paulo
Freire, que nadie libera a nadie y nadie se libera sólo; los seres humanos
sólo se liberan en comunión. De esta manera es posible superar la
perspectiva "progresista" que pretende salvar al otro (al indígena, al
marginado, al pobre) dejando de ser él mismo para integrarlo a un ser ideal
universal, al mercado global o al Estado nacional; forzándolo a abandonar su
ser, sus tradiciones y sus estilos de vida para convertirse en un ser
"moderno" y "desarrollado".
La ética para la sustentabilidad apela a la responsabilidad moral de
los sujetos, los grupos sociales y el Estado para garantizar la continuidad de
la vida y para mejorar la calidad de la vida. Esta responsabilidad se funda en
principios de solidaridad entre esferas políticas y sociales, de manera que
sean los actores sociales quienes definan y legitimen el orden social, las
formas de vida, las prácticas de la sustentabilidad, a través del
establecimiento de un nuevo pacto ciudadano y de un debate democrático,
basado en el respeto mutuo, el pluralismo político y la diversidad cultural, con
la primacía de una opinión pública crítica actuando con autonomía ante los
poderes del Estado.
La ética de la sustentabilidad cuestiona las formas vigentes de
dominación establecidas por las diferencias de género, etnia, clase social y
opción sexual, para establecer una diversidad y pluralidad de derechos de la

24
ciudadanía y la comunidad. Ello implica reconocer la imposibilidad de
consolidar una sociedad democrática dentro de las grandes inequidades
económicas y sociales en el mundo y en un escenario político en el cual los
actores sociales entran al juego democrático en condiciones de desigualdad
y donde las mayorías tienen nulas o muy limitadas posibilidades de
participación.
La ética para la sustentabilidad demanda un nuevo pacto social. Este
debe fundarse en un marco de acuerdos básicos para la construcción de
sociedades sustentables que incluya nuevas relaciones sociales, modos de
producción y patrones de consumo.
Estos acuerdos deben incorporar la diversidad de estilos culturales de
producción y de vida; reconocer los disensos, asumir los conflictos, identificar
a los ausentes del diálogo e incluir a los excluidos del juego democrático.
Estos principios éticos conducen hacia la construcción de una racionalidad
alternativa que genere sociedades sustentables para los millones de pobres
y excluidos de este mundo globalizado, reduciendo la brecha entre
crecimiento y distribución, entre participación y marginación, entre lo
deseable y lo posible.
Una ética para la sustentabilidad debe inspirar nuevos marcos
jurídico-institucionales que reflejen, respondan y se adapten al carácter tanto
global y regional, como nacional y local de las dinámicas ecológicas, así
como a la revitalización de las culturas y sus conocimientos asociados. Esta
nueva institucionalidad debe contar con el mandato y los medios para hacer
frente a las inequidades en la distribución económica y ecológica la
concentración de poder de las corporaciones transnacionales, la corrupción e
ineficacia de los diferentes órganos de gobierno y gestión, y para avanzar
hacia formas de gobernabilidad más democráticas y participativas de la
sociedad en su conjunto.
Los actuales procesos de intervención tecnológica, de revalorización
económica y de reapropiación social de la naturaleza están planteando la

25
necesidad de establecer los principios de una bioética junto con una ética de
los bienes y servicios ambientales.
Los bienes comunales no son bienes libres, sino que han sido
significados y transformados por valores comunes de diferentes culturas. Los
bienes públicos no son bienes de libre acceso pues deben ser aprovechados
para el bien común. Hoy, los "bienes comunes" están sujetos a las formas de
propiedad y normas de uso donde confluyen de manera conflictiva los
intereses del Estado, de las empresas transnacionales y de los pueblos en la
redefinición de lo propio y de lo ajeno; de lo público y lo privado; del
patrimonio de los pueblos, del Estado y de la humanidad.
Los bienes ambientales son una intrincada red de bienes comunales y
bienes públicos donde se confrontan los principios de la libertad del mercado,
la soberanía de los Estados y la autonomía de los pueblos.
La ética de la sustentabilidad es una ética del ser y del tiempo. Es el
reconocimiento de los tiempos diferenciados de los procesos naturales,
económicos, políticos, sociales y culturales: del tiempo de la vida y de los
ciclos ecológicos, del tiempo que se incorpora al ser de las cosas y el tiempo
que encarna en la vida de los seres humanos; del tiempo que marca los
ritmos de la historia natural y la historia social; del tiempo que forja procesos,
acuña identidades y desencadena tendencias; del encuentro de los tiempos
culturales diferenciados de diversos actores sociales para generar consultas,
consensos y decisiones dentro de sus propios códigos de ética, de sus usos
y costumbres.

26
ANEXOS N° 1

DIMENSIONES ÉTICAS DEL HOMBRE

27
ANEXOS N° 2

TIPOS DE VALORES INDIVIDUALES Y COLECTIVOS

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CITMA. Estrategia Ambiental Nacional. Editor Centro de Información de la


Energía. 1999.

CITMA-CIGEA. Panorama Ambiental de Cuba 2000. Editorial Academia, La


Habana, 2001.

F. Bequette. Cero desechos.

http://www.unesco.org/courier/1999_02/sp/planete/intro.htm

Libro electrónico "Ciencias de la tierra y del medio ambiente".

http://www.ceit.es/Asignaturas/ecologia/

PNUMA. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. "GEO América


Latina y el Caribe: Perspectivas del medio ambiente 2000".

http://www.rolac.unep.mx

PNUMA. Geo 2000 Perspectivas del medio ambiente mundial.

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S. Boukhari. Suelos al borde del agotamiento.

http://www.unesco.org/courier/1999_01/sp/planete/txt1.htm

UNESCO-UNEP. Global Change. France. 1995.

UNESCO. Manual de Educación Ambiental.

http://www.unescoeh.org/manual/html/

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