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Acta Universitaria

Universidad de Guanajuato
vargase@quijote.ugto.mx
ISSN (Versión impresa): 0188-6266
MÉXICO

2003
Rodolfo Cortés Del Moral
EL DEBATE SOBRE LAS CIENCIAS SOCIALES
Acta Universitaria, septiembre-diciembre, año/vol. 13, número 003
Universidad de Guanajuato
Guanajuato, México
pp. 5-25
Guanajuato, Gto., México

RESUMEN / ABSTRACT El Debate sobre las Ciencias


Este trabajo se propone examinar uno
de los temas más polémicos y persis-
Sociales*.
tentes de la reflexión epistemológica Rodolfo Cortés Del Moral**.
contemporánea: la discusión en torno
al carácter científico de las disciplinas
sociales. Con base en una revisión
crítica e histórica de las premisas e PROBLEMATIZACIÓN
implicaciones teóricas de las principa-
les corrientes de pensamiento que han

T
participado en este debate, busca odo balance o discernimiento crítico de la situación actual
mostrar (en primera aproximación) las de las ciencias sociales ha de comenzar por el reconoci-
condiciones y posibilidades emergen- miento de un hecho incuestionable y apreciable desde cual-
tes que obligan a comprender me-
diante nuevos encuadres filosóficos la
quier punto de vista: el expediente histórico formativo de las
naturaleza y los problemas de la cien- disciplinas identificadas con esta designación ha sido intrínseca-
cia actual. mente problemático desde su origen hasta el estado de cosas que
reviste en nuestros días. Desde el primer momento, desde las
formulaciones iniciales abocadas a la determinación de sus objetos,
herramientas y propósitos sustanciales, el discurso de las ciencias
This work proposes to examine one
of the most controversial and sociales adquirió la forma de un vasto campo de controversias
persistent topics of contemporary radicales y polarizaciones extremas que a menudo han trascendido
epistemologic reflection: the los linderos del ámbito en cuestión y directa o indirectamente han
discussion of the scientific character dado lugar a confrontaciones en contextos intelectuales y académi-
in the social fields. Based on a critical cos más amplios.
and historical review of the theoretical
implications and premises of the Según se puede constatar con base en el recuento de las corrien-
main schools of thought that have
participated in this debate, it seeks to
tes teóricas y las obras fundacionales que figuran en su decurso, el
show (in close approximation) the carácter polémico de las ciencias sociales se puso de manifiesto
emerging conditions and possibilities (junto con otros motivos secundarios e intermitentes) tanto en
that force an understanding, through relación con la estipulación de la naturaleza y el sentido específico
new philosophical schemes, the de los procesos y entidades que constituyen sus objetos de estudio
nature and the problems of current
science.
como de cara a los conceptos, métodos y criterios implicados en la
producción del conocimiento correspondiente, a lo cual hubo que
añadir la cuestión relativa a los fines y las aplicaciones mediatas e
inmediatas del mismo1 . Las concepciones surgidas en torno de
estos factores esenciales acusan tales discrepancias, obedecen a
premisas y expectativas epistemológicas tan contrastantes que en
diversas coyunturas a lo largo del tiempo parecen encaminarse a
empresas cognoscitivas enteramente distintas e inconexas, incluso
antagónicas, por cuanto el cumplimiento de las condiciones exigi-
Recibido: 15 de Septiembre de 2003
1
Entre las décadas finales del siglo XIX y las primeras del XX, la polémica fue
protagonizada por las escuelas positivistas, neokantianas, historicistas y marxistas,
pero pronto se sumaron las corrientes funcionalistas y estructuralistas en el contexto
del pensamiento anglosajón.
* Artículo por invitación.
PALABRAS CLAVE: Monismo epistemológico; Configuración uniparadigmática; Con-
** Profesor-Investigador de la Facul- figuración multiparadigmática; Campo de inteligibilidad; Racionalidad contemporánea.
tad de Filosofía y Letras. KEYWORDS: Epistemologic monism; Uniparadigmatic configuration;
cortesdm@yahoo.com.mx Multiparadigmatic configuration; Area of intelligibility and contemporary rationality.

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das por alguna de ellas redunda en la negación Desde luego, el continente de las ciencias
de las contempladas por las demás. Hasta la naturales no ha estado exento de enfrentamien-
propia denominación de “ciencias sociales”, que tos y rupturas más o menos radicales a lo largo
en las décadas recientes ha conseguido de su dilatada evolución. Por un lado, en el
estandarizarse al nivel de las instituciones uni- periodo de gestación de la ciencia moderna (para
versitarias y profesionales, debió competir y pre- no aludir a las etapas precedentes) se produjeron
valecer frente a otras que anteriormente dieron intensos y prolongados debates acerca de los
expresión a enfoques alternativos sobre la inves- atributos y componentes esenciales del mundo
tigación de la realidad social (“ciencias morales”, físico, así como sobre los esquemas conceptua-
“ciencias del espíritu”, “ciencias de la cultura”, les y lineamientos metodológicos requeridos para
etc.), y que no han desaparecido del todo en la su justo conocimiento, lo que redundó en la
literatura circulante. conformación de definiciones y fundamenta-
ciones inconciliables del mismo dominio; pos-
No es necesario adoptar una actitud dema- teriormente, tal estado de cosas debió repetirse
siado rigorista para desesperar de entrada ante en diversas proporciones a consecuencia de las
semejante expediente. Basta con este escueto revoluciones teóricas y experimentales acaecidas.
apuntamiento panorámico para comenzar a po- Por otro lado, es indiscutible que aún en los
ner en tela de juicio la posibilidad misma de campos más consolidados y sistemáticos la con-
dichas disciplinas. En la medida en que las con- frontación de teorías y enfoques metodológicos
troversias referidas no conciernen a teorías o alternativos representa una constante positiva
modelos explicativos sobre los fenómenos a es- que incide de modo explícito en la dinámica
tudiar sino a la índole de éstos y del conoci- interna del quehacer científico, en cuya ausen-
miento que les corresponde, se impone la sos- cia resultaría impracticable el progreso de este
pecha de que se hallan en juego diversos tipos último.
de saber y de indagación, que sólo merced a
cierto equívoco persistente pretenden ubicarse En atención a estas y otras consideraciones
en un mismo ámbito disciplinario. En todo análogas sería lícito en principio –y a nuestro
caso, cuando las discrepancias atañen a la propia juicio lo habría sido desde hace tiempo, por lo
determinación primaria de los objetos, criterios, menos desde hace cincuenta o sesenta años—
instrumentos y productos del conocimiento, di- relativizar la diferencia existente entre el saber
fícilmente se puede hablar de ciencia en el senti- social y el natural en cuanto a características
do puntual del término. ¿Cabe, en efecto, con- estructurales; lo que al respecto hubiera que
fiar en la cientificidad de campos cuyos límites destacar tendría que plantearse en términos de
y referentes básicos varían sustancialmente se- grados o medidas comparativas, no de una bi-
gún las doctrinas y orientaciones teóricas que se furcación epistemológica de fondo. Incluso se
consulten en cada caso? ¿Se puede acceder a podría echar mano de la visión evolucionista
explicaciones científicas en entramados de ex- auspiciada por el positivismo clásico para justi-
periencia donde los contenidos y comporta- ficar dicha diferencia en el sentido de que mien-
mientos de los objetos se encuentran inextrin- tras el despliegue de las ciencias físicas modernas
cablemente ligados a los intereses y disposiciones se remonta hasta los inicios del siglo XVII, la
conscientes o inconscientes adoptados por los primera delimitación general de las sociales data
sujetos, donde las relaciones y diferencias entre de mediados del siglo XIX, de suerte que la
lo objetivo y lo objetivo no dejan de ser moti- superación de sus rasgos deficitarios se reduce a
vo de discusiones y mutuas desautorizaciones? una cuestión de tiempo2 –argumento convin-

2
Al margen de la visión positivista, Max Weber suscribió este argumento y fincó en él la expectativa de una futura maduración
epistemológica de la investigación social. Cfr. “Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura”, en Ensayos sobre
metodología sociológica.

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cente y oportuno en ciertos planos o momentos rosas comparaciones con las ciencias naturales y
de la discusión, por más que a la postre resulte en análisis críticos de las cargas ideológicas de
refutable en virtud de la regularidad lineal y las teorías sociales, los que a fuerza de refrendarse
homogénea que presupone—. Sin embargo, sal- desde varias perspectivas han llegado a confor-
vo unas cuantas formulaciones que eventual- mar una especie de evidencia sobreentendida
mente han tenido eco en determinados círculos que forma parte tanto de la cultura científica en
de especialistas pertenecientes a esas mismas dis- general como de la epistemología y la filosofía
ciplinas, la opinión mayoritaria que ha prevale- de la ciencia en particular (misma que desde
cido a través del tiempo apunta resueltamente Descartes en adelante erigió a la explicación físi-
en la dirección opuesta. Fuera de las esferas de co matemática de la naturaleza en el canon insu-
acción en que los investigadores sociales com- perable del conocimiento científico). Así pues,
parten preocupaciones profesionales e informa- no obstante lo unilateral o restrictiva que pueda
ción técnica que les permiten ponderar los lo- antojarse a los ojos de los propios investigado-
gros y las implicaciones específicas de sus res sociales, la postura en cuestión se asienta
trabajos (es decir, más allá de los ambientes sobre una vasta tradición deliberativa y cuenta
donde priva el espíritu de gremio y los miem- además con argumentos y evidencias históricas
bros del mismo se hallan convencidos de ante- que hasta la fecha resultan contundentes.
mano del valor y la importancia de su ministe-
rio) ha imperado y continúa imperando la Por ejemplo, contra la relativización de la
convicción de que las disciplinas sociales adole- diferencia estructural entre las ciencias sociales y
cen de limitaciones e impedimentos intrínsecos, las naturales sugerida líneas arriba, existen datos
merced a los cuales les están vedadas la y elementos de juicio que permiten replicar que
sistematicidad, la consistencia lógica y la univer- si bien en su periodo de gestación y en los
salidad de las ciencias naturales, de manera que sucesivos momentos de transformación paradig-
se sitúan en una cientificidad de segundo orden, mática las ciencias naturales han sido presa de
o bien en un orden distinto al del conocimiento intensos debates y graves desacuerdos acerca de
científico propiamente dicho. Con el paso de las propiedades esenciales de sus objetos, así
las épocas y de las tendencias teóricas, esta con- como sobre los fundamentos de las reglas, ope-
vicción ha alcanzado tal cúmulo de expresiones raciones e instrumentos que pone en práctica,
y matices que a la sazón resulta difícil describir- tales episodios no han impedido en absoluto la
la con precisión, se torna equívoca y por mo- continuidad vertebral de sus elaboraciones y la
mentos parece quedar al margen de la discusión; integración sistemática de los diversos lenguajes,
pero dispone de una presencia virtual, actúa dispositivos analíticos y resultados experimenta-
como elemento de fondo, como algo sobreen- les que determinaron la progresiva consolida-
tendido. –De hecho, así ocurre incluso con mu- ción de su “cuerpo de conocimientos disponi-
chos de quienes toman la defensa de aquellas ble” (Hempel); de manera que en ellas los
disciplinas destacando sus características y fun- enfrentamientos de las concepciones generales
ciones alternativas, o las ventajas cualitativas de sobre la naturaleza y la investigación científica,
su irreductibilidad a los parámetros de la expli- lejos de atentar contra la unidad de los conteni-
cación física—. dos temáticos o de suscitar dudas incontestables
sobre la objetividad del conocimiento alcanza-
Por lo demás, en modo alguno se trata de un do, han actuado como factores de progreso y
mero prejuicio o de una idea inercial derivada expansión, a la luz de los cuales llegó a cobrar
de cierto positivismo residual que pervive vaga- cuerpo la visión dinámica y abierta que actual-
mente en opinión pública intelectual. Aunque mente comparte la mayoría de sus practicantes.
en casos extremos no pase de ser eso, lo cierto Asimismo, es cierto que a todo lo largo de su
es que en sí misma constituye una opinión desarrollo, incluidas las fechas de sus máximas
ampliamente razonada, que se apoya en nume- conquistas, la extensión entera de las ciencias

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naturales ha estado poblada por hipótesis y teo- definiciones asintóticas de la misma discipli-
rías contrincantes. Aun en relación con los fenó- na. En lugar de eso, el desarrollo de contro-
menos mejor estudiados y los acervos de infor- versias teóricas o procedimentales por lo ge-
mación más sistematizados siempre existe en neral culminan en elaboraciones integradoras
perspectiva más de un modelo de interpretación que amplían o introducen ajustes en el para-
competente, merced a lo cual ninguna explica- digma vigente, o bien dan lugar al surgimien-
ción establecida puede considerarse definitiva o to de subcampos suficientemente delimitados
irremplazable; a mayor abundamiento, no son que se pueden cultivar simultánea o alternati-
infrecuentes los casos en que alguna hipótesis o vamente. De uno u otro modo, los conflictos
construcción conceptual previamente descartada internos de estas disciplinas han propiciado a
por ser incompatible con el paradigma vigente la postre la prolongación de sus horizontes y
termina por incorporarse con éxito al corpus el enriquecimiento de sus posibilidades, lo
actual, desplazando a elementos que se hallaban cual prueba sin reservas que su cientificidad se
plenamente acreditados. Como queda dicho, el encuentra sólidamente cimentada.
antagonismo entre elaboraciones teóricas es una
constante que tiene verificativo en todos los De cara a esta percepción dominante, la rei-
campos y niveles de la investigación del mundo vindicación de las ciencias sociales durante el
físico, y cabe advertir que ni siquiera los siste- último siglo ha corrido a cargo de una profusa
mas que han alcanzado el máximo rigor lógico variedad de formulaciones epistemológicas y lí-
y la óptima contrastación experimental han go- neas argumentales que en conjunto abarcan to-
zado de una aceptación verdaderamente unáni- das las opciones lógicas posibles: desde aquéllas
me. Sin embargo, nada de esto ha conducido que confían en que con el paulatino perfeccio-
a las ciencias naturales a una crisis de identi- namiento de los esquemas conceptuales y los
dad. Por más que la comunidad científica se instrumentos de observación y control empírico
haya visto a menudo dividida por la subsis- de los fenómenos que abordan estas disciplinas
tencia de dos o más teorías discrepantes con- habrán de acceder a los estándares de objetivi-
sagradas a un mismo grupo de objetos, no dad y verificabilidad inherentes al conocimiento
suelen cundir en ella –con excepción del testi- físico matemático3 , hasta aquellas otras que re-
monio de unos cuantos autores iconoclastas e chazan tal asimilación haciendo énfasis en la
incendiarios— incertidumbres acerca de las diferencia cualitativa existente entre los procesos
premisas y los parámetros fundamentales de naturales y los comportamientos humanos para
su actividad, ni desemboca en un estado de arribar a la conclusión de que la cabal compren-
parálisis o indeterminación en el que no se sión de estos últimos trasciende los criterios y
pueda identificar con claridad el conjunto de condiciones de la explicación científica, pasando
los objetos de estudio o los contornos especí- por una abigarrada franja de planteamientos in-
ficos del conocimiento adquirido, o en el que termedios que con mayor o menor resolución
se pongan en marcha programas de investiga- buscan tomar distancia crítica respecto de la
ción (en la acepción de Lakatos) totalmente investigación del mundo natural y fijar las bases
inconexos e inequiparables que redunden en de una objetividad propia y distintiva del cono-

3
Daniel Bell sostiene que en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, gracias al empleo generalizado de los modelos
matemáticos y las tecnologías informáticas, llegó a imperar la impresión de que las ciencias sociales pronto alcanzarían este
resultado. “Con el rápido avance de nuevas técnicas complejas, particularmente después de la introducción de los computadores,
las teorías ya no fueron simples ideas o retórica, sino proposiciones que podían ser enunciadas en forma empírica y verificable.
Para usar nuevamente la jerga, las ciencias sociales se estaban volviendo ‘duras’, como las ciencias de la naturaleza”. Las ciencias
sociales desde la Segunda Guerra Mundial, p. 26. Sin embargo, el propio autor señala reiteradamente que ésta y otras
expectativas semejantes en gran medida se han visto frustradas hasta el momento.

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cimiento de la realidad social4 . Según algunas por una de las vertientes en conflicto, y dema-
posiciones, el estado deficitario de las ciencias siado pretencioso (e ilusorio) tratar de inventar
sociales se debe a la perniciosa injerencia de alguna fórmula o estrategia que condujera a la
ideas y preocupaciones metafísicas que han su- neutralización del conflicto mismo. Antes bien,
frido a lo largo de su trayectoria, mientras que a el punto de vista que aquí se intentará trazar
juicio de otras la causa de dicho estado es justa- comienza con la consideración de que ese espec-
mente la contraria, el sometimiento a criterios tro de desacuerdos y disyuntivas no tiene por
inmediatistas y cosificantes merced a la carencia qué ser estimado necesaria e inmediatamente en
de una visión integradora que sea capaz de vin- términos negativos o deficitarios, como si en él
cular el estudio de los hechos con la elucidación no fuera posible ver otra cosa que una gran
filosófica del ser social y el devenir histórico. anomalía de la que hubiera que escapar a toda
Igualmente, para ciertas corrientes el progreso costa o de la que hubiera que lamentarse sin
de estas ciencias exige la adopción de filtros más. Tras la puntualización de la problemática
lógicos y metodológicos que permitan depurar relativa al estatuto de las ciencias sociales y antes
sus enunciados de los contenidos ideológicos o de la formulación de una hipótesis general con-
políticos que conciente o inadvertidamente in- cerniente a las razones históricas y epistemoló-
troduce en ellos el investigador, al tiempo que gicas que explican en principio la aparición y la
para otras semejante depuración equivale a una persistencia del debate, nuestro primer paso con-
ideología encubierta y sólo mediante la explícita sistirá en poner en tela de juicio (al menos en el
asunción de los intereses y valores subyacentes terreno filosófico) las presuntas confusiones y
en las decisiones de los sujetos será factible el equivocaciones teóricas que han dado lugar a
desarrollo de un conocimiento realmente obje- dicho debate y concentrar la atención en las
tivo. A este intrincado cuadro de posiciones virtudes mostrativas que el mismo reviste; es
discrepantes hay que sumar el hecho de que el decir, intentaremos reconocer en él una de las
debate en cuestión ha sido alentado o manifestaciones concretas y peculiares del hori-
sobredeterminado por otros antagonismos de zonte teórico-discursivo de nuestros días, parti-
carácter político o cultural en los que se ha visto cularmente de la configuración compleja y de
involucrada la comunidad científica de modo las tendencias distintivas de este horizonte. Con
directo o colateral; entre ellos, el más dilatado y base en tal disposición esperamos poder identi-
sobresaliente es sin duda el de las “dos culturas”, ficar (a título de primera aproximación) una
consignado en el célebre ensayo de Show5 . serie de eventos estructurales que no tienen que
ver solamente con el expediente de las ciencias
En el marco de la presente exposición resul- sociales, sino que implican a la totalidad de
taría imposible llevar a cabo el recuento porme- saberes y empresas cognoscitivas del presente, y
norizado de tan copioso y heterogéneo conjun- cuyos significados de fondo no se circunscriben
to, amén de que tal operación de ninguna al plano de la deliberación epistemológica, ya
manera podría aspirar a arrojar nueva luz analí- que a estas alturas (inicios del siglo XXI) resulta
tica sobre sus múltiples nudos y puntos de fuga, por demás evidente que en los procesos orienta-
después de todo lo que se ha escrito al respecto. dos a la generación de conocimiento, especial-
Por otra parte, resultaría anodino tomar partido mente del científico, se halla en juego algo más
4
Una de las formulaciones más puntuales de las dos posiciones básicas sobre la cientificidad de las ciencias sociales fue hecha por
Alfred Schutz en 1953: “Según sostiene una de aquellas, los únicos métodos científicos son los de las ciencias naturales, que han
rendido tan magníficos resultados, y, por consiguiente, solo ellos deben ser aplicados en su totalidad al estudio de los asuntos
humanos. Se afirma que es el no haber actuado así lo que ha impedido a las ciencias sociales elaborar sistemas de teorías
explicativas de precisión comparable a la que ofrecen las ciencias naturales (…) De acuerdo con la otra tendencia, existe una
diferencia estructural básica entre el mundo social y el de la naturaleza. Esta idea condujo al extremo opuesto: a concluir que los
métodos de las ciencias sociales difieren toto coelo de los que se utilizan en las ciencias naturales”. “Formación de los conceptos
y teorías en las ciencias sociales”, en El problema de la realidad social.
5
C. P. Show, Las dos culturas.

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que conocimiento; tanto por la magnitud de los tos. Dada la extraordinaria longevidad histórica
recursos técnicos, organizativos y humanos que de la controversia y sobre todo la notoriedad e
reclaman como por los crecientes efectos mate- incuestionable solvencia intelectual de quienes
riales y culturales que suscitan, el papel que han intervenido en ella, sólo un desfase de esta
desempeñan en la determinación de las formas clase puede explicar la situación prevaleciente.
de vida y de la praxis de la sociedad contempo- Desde hace tiempo, a medida que dentro y
ránea difícilmente podría exagerarse. –El alcance fuera de la filosofía se ha puesto de relieve la
ontológico de la actividad científica desplegada importancia de las estructuras lingüísticas y los
durante el último siglo es parte de la configura- procesos comunicativos en la trama de todas las
ción emergente que se intentará esbozar; pero esferas del orden social, viene acentuándose la
en virtud de la variedad y extensión de las re- proclividad a retrotraer la fuente de las oposi-
flexiones que implica, este rubro no podrá abor- ciones teóricas y extrateóricas a problemas de
darse aquí–. lenguaje. Si cada una de las concepciones
involucradas poseen argumentos plausibles y
PUNTUALIZACIÓN consistentes que han sido sostenidos y reafirma-
dos durante mucho tiempo, la persistencia del
¿Qué conclusiones es posible obtener hoy en conflicto deberá achacarse a los implementos
día de la ingente discusión sobre las ciencias lingüísticos utilizados. El defecto se hallará en la
sociales? ¿Es necesario o viable emitir un dicta- forma, no en el contenido.
men tajante y definitivo? ¿Hay que elegir inexo-
rablemente entre una óptica relativista y un cri- Sin embargo, más allá de la impresión inicial
terio estricto y perentorio para decidir la y de la buena intención que denota en abstrac-
condición de estas disciplinas? ¿O se trata más to, se echa de ver que esta alternativa resulta
bien de un dilema puramente nominal, de una harto vulnerable tanto por la solución que ofre-
inconcordancia motivada por la natural pero ce como por las premisas implícitas en que
corregible diversidad de modos de hablar y sig- descansa. En el caso que nos ocupa, el razona-
nificar? miento con el que busca salvaguardar a las par-
tes en conflicto pronto se vuelve contra sí mis-
Esta última opción, además de ser la menos mo, pues si cabe presumir la validez de las
comprometedora y la que menos obliga a entrar posiciones en función de la eminencia y los
en discernimientos complicados, sin duda se merecimientos de sus respectivos expositores,
antoja mayormente plausible en primera instan- en atención a dichas cualidades forzosamente
cia en virtud del aspecto general que presenta la habría que esperar que unos y otros se hubieran
cuestión. A la vista del intrincado cúmulo de percatado en poco tiempo de que el origen de la
argumentaciones y réplicas esgrimidas por las controversia radicaba en meras discordancias
diversas corrientes beligerantes surge de inme- terminológicas; el que no ocurriera así pondría
diato la tentación de pensar que el origen del en entredicho su reconocida perspicacia. Si bien
debate o al menos de buena parte de su desarro- es cierto que al ras de los usos y situaciones de
llo se encuentra en cierta confusión subrepticia- la vida cotidiana el lenguaje ordinario comporta
mente institucionalizada de términos o domi- ambigüedades y polisemias recurrentes cuyos
nios semánticos. Se impone la sospecha de que efectos equívocos deben y pueden rectificarse en
el aparente callejón sin salida se debe a que cada caso mediante aclaraciones pragmáticas, al
desde el principio o en determinados puntos nivel del discurso teórico las significaciones con-
cruciales de la discusión los contrincantes han currentes y sus deslizamientos no pueden atri-
hecho uso de lenguajes y categorizaciones dife- buirse a simples errores inerciales, responden a
rentes para dar cuenta de las mismas cosas o, a las posibilidades lógicas y reflexivas de las cons-
la inversa, han empleado una sola nomenclatura trucciones conceptuales. Una de las exigencias
en la descripción de acciones o referentes distin- formales del lenguaje teórico es justamente la

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previa estipulación analítica de sus términos y todo momento ésta ha gravitado alrededor del
enunciados básicos; por lo tanto, ninguna acla- paradigma general instaurado por la teoría y la
ración lingüística ulterior conseguirá subsanar práctica de las ciencias naturales6 . Ya sea de
las oposiciones y alteridades que surgen entre las modo implícito o expeditivo, los alcances, re-
elaboraciones teóricas. Lo que en el terreno de cursos y requerimientos del saber social han
lenguaje ordinario figura como polisemia y pue- sido elucidados y prescritos en conformidad con
de ser sustituido por expresiones unívocas, en el ese paradigma (sin que los desacuerdos acerca de
de la teoría corresponde a la intersección de la formulación oficial del mismo implicaran
perspectivas y pautas de pensamiento, que no se alguna variación al respecto). Tantas veces como
puede allanar o suprimir con el mero cotejo de se ha puesto en cuestión la objetividad de las
signos. ciencias sociales en virtud de la mezcla
indisociable de factores objetivos y subjetivos
Una vez desechada la posibilidad de confinar dada en el diseño y aplicación de sus instrumen-
el problema en los límites de una solución lin- tos, o merced a la constitución ilimitadamente
güística, lo primero que importa advertir en compleja y aleatoria de los fenómenos que abor-
torno a la interrogación que le precede en nues- da, o debido a la falta de control empírico de
tra puntualización – “¿hay que elegir entre una las hipótesis y generalizaciones que propone, el
óptica relativista o un criterio estricto para deci- hilo conductor de los planteamientos, aun de
dir la condición de las ciencias sociales?”— es los más abiertos y comprensivos, de los no
que lo esencial y decisivo no radica tanto en la comprometidos con un ideal rígido e intransi-
disyuntiva que anuncia como en la procedencia gente de explicación causal, ha sido la pondera-
del modelo o patrón epistemológico a partir del ción de las propiedades y los rendimientos del
cual quedan delimitados los dos caminos suje- conocimiento natural. Cuando en el seno de los
tos a elección. Si el veredicto sobre el estatus de hechos y procesos humanos se ha intentado
las disciplinas sociales remite finalmente a la separar los aspectos incontrastables de los que
situación deliberativa que consiste en optar en- pueden cuantificarse y someterse a exploración
tre un criterio único e irrestricto y un enfoque experimental a efecto de integrar con ellos el
relativo o plural, habría que suponer entonces territorio legítimo y viable de las ciencias socia-
que al interior del debate ha estado en juego les, lo que en realidad se ha conseguido (cuales-
más de un concepto de cientificidad; dicho más quiera que sean las ideas e intenciones particula-
explícitamente, habría que caer en la cuenta de res que abriguen sus gestores) es una especie de
que la discusión sobre las ciencias sociales viene inventario de los comportamientos humanos
a ser en realidad el enfrentamiento entablado que presuntamente pueden ser incorporados al
entre dos o más concepciones sobre la naturale- régimen del conocimiento natural.
za del conocimiento y de la investigación cientí-
fica, de suerte en los defensores y practicantes Desde luego, semejante proceder resulta con-
de aquéllas, fincarían su causa en una noción gruente y esperable por parte de quienes, por
alterativa e independiente de la consagrada por hábito profesional o por conclusión filosófica,
las ciencias naturales. Pero no es esto lo que ha identifican en principio la actividad científica
ocurrido en la gran mayoría de las ocasiones. con la metodología y los programas de investi-
Una inspección medianamente crítica de las gación típicos de las ciencias naturales, y sobre
principales corrientes que han tomado parte en todo por parte de quienes, con razón o sin ella,
el desarrollo de la polémica muestra que en conciben la edificación y el desarrollo de estas

6
Escribe Gadamer: “La auto-reflexión lógica de las ciencias del espíritu, que en el siglo XIX acompaña a su configuración y
desarrollo, está dominada enteramente por el modelo de las ciencias naturales. Un indicio de ello es la misma historia de la
palabra ‘ciencia del espíritu’, la cual sólo obtiene el significado habitual para nosotros en su forma de plural. Las ciencias del
espíritu se comprenden a sí mismas tan evidentemente por analogía con las naturales que incluso la resonancia idealista que
conllevan el concepto de espíritu y la ciencia del espíritu retrocede a un segundo plano”. Verdad y método I.

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últimas a la luz del inveterado ideal de la ciencia cabalidad el estatuto de ciencia se ha defendido
unificada, según el cual la meta última de toda o denegado en función de los lineamientos,
investigación, independientemente de la índole imperativos y estándares de eficacia que las cien-
de sus objetos, habrá de ser el establecimiento cias naturales consiguieron institucionalizar a
de un sistema teórico universal y omniabarcante. través de su formación moderna –ello a pesar de
Lo notable y paradójico en apariencia es que las que algunas de ellas o algunos de sus subcampos
vertientes contrarias, las de los epistemólogos e no estén en condiciones de satisfacerlos plena-
investigadores que subrayan la especificidad e mente hasta el momento–.
irreductibilidad de los entes y eventos sociales
frente a las explicaciones fisicalistas, y que pos- Para tal efecto, como se señaló antes, no es
tulan mediante numerosas innovaciones con- menester que se rinda culto a dichas disciplinas
ceptuales la conformación de un conocimiento o se suscriba un cientificismo a ultranza que
alternativo, comparten en el fondo, y con diver- impida tomar con seriedad cualquier tentativa
sos grados de conciencia, ese mismo proceder. que se aparte de la ortodoxia. Incluso es factible
Sería necesario el emprendimiento de una vasta asumir una postura resueltamente contestataria
y detenida auscultación para poner de manifies- frente a los procedimientos y logros del conoci-
to esta convergencia fundamental, la cual lleva a miento natural, o bien hacer profesión de fe del
afirmar algo que para algunos opinadores puede escepticismo más radical sacando a relucir, entre
parecer obvio e intrascendente en sí mismo pero otras cosas, el hecho de que se agudizan y se
que viene a ser señaladamente importante en el multiplican los enigmas del mundo natural en
orden de las presentes consideraciones, a saber, casi todos los niveles conforme avanza su estu-
que en términos generales (a excepción de algu- dio. Aun en esos casos se hace patente el poder
nos vislumbres y discernimientos coyunturales hegemónico del paradigma naturalista, pues son
que en ningún momento lograron remontar la los mecanismos e implicaciones estructurales de
orientación dominante) la discusión sobre la éste (la cosificación, el reduccionismo, la sim-
cientificidad de las ciencias sociales se ha desa- plificación analítica, el determinismo causal) lo
rrollado sobre los rieles de un monismo que da pie a tales reacciones, las cuales suelen
epistemológico que desde los albores de la mo- dar por descontada la inexistencia o la imposibi-
dernidad quedó sustancialmente identificado con lidad de otras formas de conocimiento científi-
los principios, caracteres estructurales y divisas co. Esta misma presuposición o una equivalente
de la nueva ciencia natural –a despecho, cabe se echa de ver en los elementos de juicio esgri-
insistir, de los ajustes y transformaciones que midos por quienes, sin albergar suspicacias o
éstos hayan sufrido en el desenlace–. Desde las animadversiones contra la racionalidad de las
doctrinas historicistas y vitalistas del siglo XIX ciencias naturales mientras su ejercicio se
hasta las post-estructuralistas y las hermenéuticas circunscriba al ámbito de sus correspondientes
de las últimas décadas, pasando por el marxis- objetos, consideran indeseable el convertir a la
mo y por los diferentes tipos de estructuralismo vida social en materia de saberes y tratamientos
que cobraron auge a partir de los años sesenta, objetivistas. Aunque sus esfuerzos apuntan a la
se puede palpar (o inferir) la misma presunción conclusión de que toda suerte de formalización
a la base de las argumentaciones: al margen de la y experimentación entraña de entrada un
adhesión o la crítica al programa fisicalista con trastocamiento o transfiguración de los verdade-
que el neopositivismo buscaba dar cima al ideal ros ingredientes y sentidos del ser social, no es
de la ciencia unificada7, la posibilidad de que la difícil adivinar que son los dispositivos lógicos
investigación de la realidad social alcance a y metodológicos de la ciencia natural lo que

7
La formulación más autorizada y sustanciosa de este proyecto sigue siendo la que se encuentra en el conjunto de textos reunidos
por A. J. Ayer bajo el título de El positivismo lógico.

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tienen en mente. Pero sin duda la vertiente más to de los objetos del segundo deberá incluir
reveladora es la integrada por las numerosas necesariamente la identificación de las inclina-
concepciones que se sitúan en medio de los dos ciones ideológicas, morales o culturales de los
extremos (entre los partidarios de la inclusión sujetos que los abordan9 . No existen razones a
de la investigación social en los parámetros de la priori por las que haya que considerar fallida o
ciencia natural y los críticos de la razón científi- insolvente a semejante estrategia; en realidad,
ca en su conjunto), es decir, aquellas que hacen según trataremos de mostrar en seguida, existen
hincapié en la especificidad insubordinable de la varias razones para no considerarla así, y para
realidad social y en la necesidad de establecer un evitar que el discernimiento de la cuestión que-
patrón de cientificidad consecuente con la mis- de confinado desde el principio en veredictos de
ma. Ciertamente resultaría injusto y aberrante ese género, como si a la sazón no se hubieran
desestimar el interés intrínseco o la relevancia pronunciado ya demasiados. De cualquier ma-
filosófica que revisten muchas de las iniciativas nera, por lo pronto es indispensable poner a la
que han acogido esa divisa a lo largo del siglo vista el hecho como tal: en la medida en que el
XX. Con todo, más allá del valor y originalidad estatuto científico de las disciplinas sociales es
de que disponen como elaboraciones teóricas, concebido bajo la forma de alternativa al estatu-
en punto a la cuestión que nos ocupa importa to de las ciencias naturales, los planteamientos
destacar que los términos y líneas de reflexión resultantes, a querer o no, redundan en la ratifi-
con que estas concepciones se han dado a la cación de la hegemonía epistemológica de estas
tarea de delimitar la cientificidad propia de las últimas por la vía de la negación.
disciplinas sociales han sido derivados por opo-
sición o por variación de los términos y crite- De acuerdo con lo anterior, es preciso rectifi-
rios constitutivos de la ciencia natural8 . Esta car la pregunta formulada o en todo caso adver-
última ha servido de modelo o referente implí- tir que la disyuntiva que sugiere no es tan radi-
cito o explícito en las sucesivas delimitaciones cal como parece a primera vista. Tanto la
de un dominio cognoscitivo y de una objetivi- asunción de un criterio riguroso e inflexible
dad que por definición deben asegurar la deli- como la aceptación de un enfoque relativista e
mitación de contenidos que se distingan incluyente han quedado enmarcadas la mayor
netamente de las entidades y relaciones físicas. parte de las veces en el mismo continente
Si el conocimiento de éstas es causalista y cognoscitivo. La discusión sobre la cientificidad
determinista, el de los procesos sociales tendrá de la investigación social ha transcurrido casi
que ser teleológico y antideterminista; si aquél por completo dentro del espacio discursivo des-
es explicativo y apunta al descubrimiento de plegado por la cientificidad de las ciencias natu-
leyes generales, éste habrá de ser comprensivo y rales. El que en tal territorio haya tenido lugar el
ceñirse al estudio de lo singular e irrepetible; si enfrentamiento de concepciones restrictivas y
el manejo de los objetos del primero exige la abarcantes, unitarias y pluralistas, con orientacio-
neutralización de todas las posibles predisposi- nes estructuralistas e historicistas, no altera la inte-
ciones o intervenciones subjetivas, el tratamien- gridad y ni la persistencia del propio territorio.
8
Basta acentuar un poco el presente señalamiento para sugerir que hasta la indagación arqueológica de Foucault, que va más allá del
expediente de las ciencias sociales porque se ocupa de las formaciones discursivas de los distintos saberes de la modernidad, es
residualmente permeable a esta hegemonía epistemológica. La exigencia de “claridad”, “positividad” y “facticidad” que impone al
discernimiento de las prácticas discursivas es significativa al respecto. Cfr. La arqueología del saber.
9
“Este insatisfactorio estado de cosas –afirma Schutz—tiene por principal origen el hecho de que las ciencias sociales modernas se
desarrollaron durante un periodo en el cual la ciencia lógica se ocupaba principalmente de la lógica de las ciencias naturales (…)
Sin ayuda ni guía en su rebelión contra ese dogmatismo, quienes estudiaban los problemas humanos tuvieron que elaborar sus
propias concepciones acerca de lo que consideraban metodología de las ciencias sociales. Lo hicieron sin un conocimiento
filosófico suficiente y abandonaron sus intentos una vez alcanzado un nivel de generalización que parecía justificar su profunda
convicción de que no era posible lograr lo que buscaban adoptando los métodos de las ciencias naturales sin modificarlos ni
completarlos”. Op cit. p. 72.

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Tras la desarticulación de las últimas interro- Por supuesto, un desenlace de esta clase pue-
gaciones de nuestra lista hay que hacerse cargo de resultar altamente interesante y persuasivo
de la inicial: ¿Qué conclusiones es lícito extraer para ciertos gustos filosóficos de filiación
acerca del debate sobre las ciencias sociales, cuya contracultural bien conocidos y acreditados en
trama se ha desenvuelto bajo las pautas, los la actualidad; desarrollada con la elocuencia y la
marcos categoriales y las ideas regulativas del inventiva adecuadas, su narración podría aspirar
conocimiento natural? A juzgar por el conjunto a ocupar un sitio al nivel de obras como La
de señalamientos ofrecidos en los párrafos pre- genealogía de la moral de Nietzsche, La época de
cedentes, parece que forzosamente se debe des- la imagen del mundo de Heidegger y Dialéctica
embocar en la persuasión de que algo ha fallado del Iluminismo de Adorno y Horkheimer. Pero
en seno de dicha discusión, algo que no se si se repara en que desde hace tiempo la fecun-
relaciona con los términos o los recursos didad crítica de la filosofía de la sospecha, en
argumentales puestos a contribución por una u manos de sus diligentes herederos académicos,
otra de las corrientes de pensamiento partici- ha cedido el paso a una ensayística cada vez
pantes, sino que atañe a sus propias bases, a las estereotipada y acomodaticia, se puede prever
expectativas implícitas y las directrices que han que el producto final no sería sustancialmente
determinado su trayectoria general. Toda vez aportativo y dejaría de lado la problemática que
que hemos renunciado previamente al recurso aquí se ventila. En lugar de ello, como quedó
de los malentendidos lingüísticos y por tanto a advertido con anterioridad, nos parece más per-
la esperanza de las soluciones analíticas, se anto- tinente enfilar la presente reflexión en la direc-
ja pensar que no queda más alternativa que la de ción inversa con la intención de acceder a con-
diagnosticar la presencia de errores y desen- clusiones menos espectaculares e inquietantes
cuentros teóricos de fondo, y por cierto errores pero posiblemente más verosímiles y esclare-
y equívocos no eventuales o personificables, oca- cedoras. La justificación de esta medida habre-
sionados por los prejuicios o las inevitables de- mos de obtenerla de una esquemática inspec-
formaciones profesionales de tal o cual grupo ción de las implicaciones e ideas subyacentes
de expertos, sino permanentes y endémicos, lo que acompañan a la hipótesis de un error mo-
suficientemente poderosos como para determi- numental en el debate sobre las ciencias sociales.
nar a través de diferentes épocas y ambientes
intelectuales el curso entero de la discusión. En En primer lugar, al margen de toda exagera-
ese caso, dada su inusitada magnitud, antes que ción e independientemente de los términos y
intentar localizar y corregir semejantes yerros estilos narrativos con que se exponga, la hipóte-
estructurales, se impondría la tarea de convertir sis en cuestión presupone la existencia de una
al fenómeno en sí en objeto de una indagación continuidad causal a gran escala que de cara a la
extraordinaria, de una especie de estudio histó- trama de las elaboraciones teóricas (de por sí
rico-clínico de dimensiones antropológicas, pues más volátiles e inestables que cualquier otro
evidentemente sus orígenes y antecedentes exce- género de prácticas discursivas) no puede menos
derían con mucho la esfera de los problemas e que resultar sorprendente, sobre todo tratándo-
intercambios discursivos característicos de las se de las elaboraciones de los dos últimos siglos,
disciplinas examinadas; sería menester darse a la que tanto por las crisis y transformaciones del
búsqueda de ciertos síndromes y trastornos horizonte sociocultural como por las constantes
discursivos profundos, ligados a causalidades re- rupturas, expansiones y revoluciones teóricas
motas, quizás incluso a variables filogenéticos, acaecidas en casi todos sus campos, exhiben una
que obligarían a formular hipótesis incendiarias configuración indudablemente más heterogénea
acerca de la dinámica de las mentalidades o de la y cambiante que las de los siglos anteriores.
civilización moderna en su totalidad. Para que la vasta e intrincada discusión sobre el

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estatuto de las ciencias sociales fuese susceptible que resulta tanto más inexorable cuanto más
de entenderse en función de confusiones, permanece envuelto en el misterio, ya que por
unilateralidades y absolutizaciones sistemáticas lo general nada se dice sobre los factores y
sería necesario que a todo lo largo de su desa- relaciones objetivas que lo originan. Pero por
rrollo prevaleciera una serie de condiciones otro lado, con idéntica necesidad y recurrencia,
epistemológicas y extraepistemológicas unifor- se da el caso de que la adopción de esta hipóte-
mes, inalterables, y al mismo tiempo unánime- sis en cualquiera de sus posibles versiones impli-
mente imperceptibles; es decir, una macroes- ca una paradoja, o mejor dicho una curiosa
tructura inmutable y omnipotente, frente a la petición de principio que salta a la vista tan
cual las rupturas y transformaciones recién men- pronto como se la enuncia o se advierte su
cionadas vendrían a ser meros fenómenos de utilización implícita. Si la multicitada discusión
superficie. ¿Existe hasta el momento algún indi- equivale a la historia de un error teórico consue-
cio o testimonio que autorice a postular la pre- tudinario, su consignación (implícita o explicita)
sencia de tal conjunto de condiciones trans- vendría a ser imposible, pues por definición todo
generacionales? Si el hecho de que las diversas pronunciamiento, aún el más crítico y radical, se
concepciones y propuestas encaminadas a deli- hallaría inmerso en su campo de acción, formaría
mitar el carácter científico (o, en su defecto, el parte de su efecto; en suma, sólo podría enten-
sentido extracientífico) del conocimiento social derse como un síntoma más de la anomalía
se hayan desenvuelto dentro del espacio preasumida; todo ello a menos que la interven-
discursivo propio de la cientificidad de las cien- ción que en cada caso haga uso de la hipótesis
cias naturales se debe fundamentalmente a una pretenda encontrarse más allá de su influjo, es
suerte de obstrucción o ceguera colectiva que decir, a menos que se autopresente como la ex-
haya condicionado por igual los razonamientos cepción de la regla, como la irrupción de una
y expectativas de los defensores y los detractores verdad y una lucidez trascendentes llamadas a
de aquéllas, ¿cómo cabe explicar el surgimiento poner punto final al error histórico. Pero de ser
y la dilatada persistencia del propio debate? Si así, aparte de la impresión de fatuidad y arrogan-
dicha anomalía histórica realmente dispone de cia que provoca, esta presunción comportaría la
un poder de penetración tan universal y durade- refutación de la hipótesis: en sí misma sería la
ro, ¿cómo es posible detectarlo y reconocerlo prueba de que el sedicente error, pese al poder y a
como tal? ¿De qué manera y desde qué empla- la fatal persistencia que se le atribuyó en princi-
zamiento se ha podido escapar a su prodigioso pio, es superable, aunque sea por medio de una
influjo para proceder a denunciarlo? repentina revelación, tan intrigante e insospecha-
da en cuanto a sus virtuales orígenes como el
Cualesquiera que sean las argumentaciones y error mismo en cuanto al férreo determinismo
tácticas expositivas que se empleen para el efec- que lo mantuvo en pie a través de diferentes
to, sean cuales sean los raseros y deslindes que se épocas y contextos intelectuales.
tenga a bien habilitar al respecto, la tentativa de
dar cuenta de la discusión sobre las ciencias
sociales mediante la hipótesis del error consue- NUESTRA HIPÓTESIS
tudinario, como si su desarrollo equivaliera a un
prolijo encadenamiento de insuficiencias, tergi- Gran parte de lo planteado hasta aquí no es
versaciones y falta de perspicacia teórica, inva- privativo de la discusión sobre las ciencias socia-
riablemente invoca y hace valer de manera im- les. Antes bien, la hipótesis del error consuetu-
plícita una causalidad absoluta, somete los dinario ha constituido indudablemente un re-
sucesivos momentos y contextos de la discu- curso constante y asiduo de la interlocución
sión, así como las múltiples corrientes de pensa- teórica y sobre todo del trabajo crítico desde los
miento, por más contrastantes o inconfrontables albores de la modernidad, tanto en el ámbito de
que sean entre sí, a un determinismo negativo la filosofía como en el de las restantes discipli-

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nas. De hecho, casi toda nueva concepción del va, cuya lógica dicotómica (verdad-falsedad) re-
mundo o teoría del conocimiento ha echado presenta sin lugar a dudas una de las piezas más
mano de ella al momento de entrar en escena. conspicuas del pensamiento tradicional.
Cada una en su momento ha tendido a presen-
tar el conjunto de lo que antes se ha dicho sobre Si alguna orientación global puede percibirse
cuestión que aborda como el producto sumario con claridad en el cúmulo de transformaciones
de sucesivos equívocos, confusiones y limitacio- y crisis del mundo actual, ésta es indiscutible-
nes de larga duración que deben y pueden mente la de una complejidad creciente. En cuan-
subsanarse gracias a la nueva perspectiva que se to al dominio general del conocimiento y la
ofrece. A tal punto esta disposición se ha torna- actividad científica, la complejidad creciente con-
do habitual que en nuestro horizonte discursivo duce en primera instancia al hallazgo de que las
se la puede poner en práctica sin reparar en ella, elaboraciones teóricas se inscriben simultánea-
como sucede con una acción ordinaria dentro mente en diversos planos de significación, y que
de la vida cotidiana. ¿Se trata, pues, de una tanto su origen como sus repercusiones mediatas
disposición natural e imprescindible, inherente obedecen de manera objetiva (al margen del
a la asunción de cualquier postura teórica? No talento o la torpeza de sus autores) a contextos
es difícil imaginar puntos de vista desde los discursivos polimórficos o multivalentes, con-
cuales aparezca ciertamente como condición ne- formados por necesidades, limitaciones y posi-
cesaria y positiva del intercambio teórico, en bilidades que distan mucho de admitir un solo
particular del ejercicio de la crítica filosófica en derrotero o una sola línea de solución. Frente a
el marco del pensamiento contemporáneo, don- tal referencialidad múltiple el hábito de encua-
de las tendencias y los lenguajes concurrentes drar el desarrollo de una discusión teórica en la
acusan un mayor grado de heterogeneidad que hipótesis de un error consuetudinario, por más
el observado en formaciones precedentes. Sin estimulante que se antoje todavía para ciertas
embargo, justamente ese terreno se ha caracteri- sensibilidades iconoclastas, no puede sino des-
zado durante las tres o cuatro últimas décadas embocar en interpretaciones simplificantes e in-
por la aparición masiva de diagnósticos y pro- genuamente unilaterales; su pretendida
yectos rupturalistas, esto es, por iniciativas que radicalidad crítica viene a ser una especie de
en cuanto a la comprensión del pasado y respec- corteza retórica que encubre un enfoque super-
to de la determinación de las posibilidades teó- ficial y uniformizante, mismo que a la sazón ha
ricas y prácticas del presente reclaman cambios sido tan asiduamente utilizado y capitalizado
radicales, reconstrucciones y replanteamientos de que sólo a fuerza de efectismos verbales consi-
fondo que redunden en la efectiva cancelación gue mantenerse como el recurso predilecto de
de los viejos moldes e inercias especulativas de las vanguardias intelectuales (especialmente de
la tradición a fin de hacer frente a las grandes las denominadas posmodernas). En definitiva, a
mutaciones que a todos los niveles registra el estas alturas (tras siglos consecutivos de ilustra-
mundo actual. Para ese efecto, el discurso revis- ción científica y filosófica) es demasiado fácil y
te una progresiva propensión a adoptar (con cómodo hacer alarde de fortaleza crítica en pun-
frutos de muy variada fortuna) el estilo cáustico to a la refutación del concepto absoluto de la
y provocativo del nihilismo nietzscheano. En verdad acuñado por la tradición metafísica, y
medio de este clima vibrante, tan propicio para también lo es la preconización de escepticismos
los cuestionamientos más audaces y desenfada- extremosos mediante toda suerte de figuras in-
dos de la cultura occidental en su totalidad, cendiarias –debido, entre otras cosas, a que para
desde hace tiempo debiera resultar evidente la ello se cuenta de antemano con un público
necesidad de emplazar el ejercicio de la reflexión cautivo dentro del mercado intelectual—. Lo
teórica y metateórica más allá o por encima del que resulta realmente difícil e importante, lo
mecanismo simplista de la interpelación negati- que entraña una auténtica innovación filosófica

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acorde con los estados de cosas emergentes, es- ha atravesado la empresa científica. Incluso las
triba en lograr rebasar ese juego especular de unilateralidades y aspectos vulnerables que exhi-
radicalismos que permite pasar de la verdad ab- ben comportan en mayor o menor grado una
soluta a la afirmación igualmente absoluta de la virtud mostrativa, revelan la conjunción de res-
no-verdad, para hacerse cargo del flujo cada vez tricciones internas y externas que delimitan el
más acelerado de verdades conflictivas y tipo y los alcances de las soluciones que dicha
asimétricas que dan lugar a la ambigüedad e empresa ha sido capaz de ofrecer en cada caso.
incertidumbre de los acontecimientos actuales;
para entender los continuos choques y Según este enfoque, las elaboraciones teóricas
entrelazamientos de saberes y experiencias dis- se inscriben desde su momento de aparición en
pares, cuyo rendimiento objetivo (y subjetivo) un marco de inteligibilidad preexistente al cual
en el seno de las situaciones concretas en modo modifican o refuerzan en una u otra dirección
alguno queda allanado con la apelación al senti- de acuerdo con el estado que guardan los temas
do maniqueo de la verdad y el error sin más. o cuestiones que abordan y con las prioridades y
núcleos de interés que se perfilan a través del
Nuestra hipótesis en torno de la discusión intercambio crítico entablado entre las corrien-
sobre las ciencias sociales busca actuar a contra- tes de pensamiento dominantes. Por supuesto,
corriente de semejante nihilismo estandarizado. el valor y la relevancia que lleguen a adquirir
En lugar de refrendar la intimidante declaración tales modificaciones o reforzamientos dependen
de que las numerosas corrientes involucradas de la originalidad, la pertinencia y la amplitud
son subsidiarias de un error consuetudinario o de miras de las ideas e iniciativas propuestas por
de sucesivos defectos estructurales históricamen- las elaboraciones teóricas. Pero no son los atri-
te inadvertidos, busca ser provocativa a la inver- butos ni los contenidos puntuales de estas últi-
sa: sostiene que, en principio, todas esas co- mas los que deciden en sí y por sí la ocasión ni
rrientes han sido certeras y pertinentes en su la medida de su incidencia positiva o negativa
respectivo contexto de aparición; cada una de en el contexto; es la composición concreta del
ellas dispone de razones y elementos referenciales contexto discursivo, el conjunto estratificado de
que impiden que sus contenidos específicos pue- oportunidades, demandas y alternativas actuales
dan ser calificados de arbitrarios o insolventes y potenciales que encierra, el que determina la
en sí mismos, o ser adjudicados a la idiosincra- recepción y el rendimiento de las teorías 10 . Ex-
sia o las filiaciones ideológicas de sus presado de manera exhortativa: las elaboraciones
sustentadores. Pero sobre todo, cada una de teóricas no deben ser entendidas como entida-
ellas constituye una manifestación directa o di- des atomísticas que se desenvolvieran y cobraran
ferida de ciertos relieves del espectro problemá- influencia única y proporcionalmente en fun-
tico, o bien da constancia de las ideas y divisas ción de la validez formal o del significado em-
teóricas que orientan la práctica científica en pírico de los enunciados que las integran; asi-
determinados sectores disciplinarios. En esencia, mismo, los vínculos y oposiciones que surgen
dichas corrientes, lo mismo por los términos entre dos o más de ellas no deben describirse e
con que se expresan que por el lugar y el papel interpretarse bajo la forma de relaciones lineales
que desempeñan en la trama del debate, docu- reductibles a la suma o resta lógica de sus térmi-
mentan los significados potenciales y las posi- nos. En ambos casos es factible y conveniente
bles líneas de desarrollo implicados, para bien o reconocer en ellas el elenco de posibilidades
para mal, en las distintas coyunturas por las que estructurales del marco o campo de inteligibili-

10
Entre otras referencias, tal campo de inteligibilidad equivale o se halla implicado en la siguiente descripción de Bourdieu: “Los
campos de producción cultural proponen a quienes se han adentrado en ellos un espacio de posibilidades que tiende a orientar su
búsqueda definiendo el universo de los problemas, de los referentes intelectuales (con frecuencia constituidos por nombres de
personajes faro), de los conceptos en ismo; resumiendo, todo un sistema de coordenadas que hay que tener en la cabeza –lo que
no significa en la conciencia—para participar en el juego”. – Razones prácticas, p. 53.

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dad operante, y en la interlocución explícita e abstracciones y fragmentaciones premeditadas
implícita que mantienen, los contornos y relie- puede prestarse a análisis estructuralistas o a
ves principales de dicho campo. Sólo bajo esta esquematizaciones simples.
óptica se pone de manifiesto el significado pro-
piamente epistemológico de las teorías. –Es ob- De acuerdo con lo anterior, en el debate
vio, aunque no está de más dejarlo anotado, que sobre las ciencias sociales tenemos un registro
semejante óptica y el significado epistemológico específico –trazado en la perspectiva particular
no constituyen el único modo legítimo en que de estas disciplinas— del campo de inteligibili-
hay que asumir las teorías. De hecho y de dere- dad que se desplegó al hilo de la actividad cien-
cho, éstas pueden ser sometidas a varios tipos de tífica a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
análisis en atención a otros tantos tipos de pro- Así pues, pasaremos a considerar las orientacio-
pósitos; incluso el mero seguimiento anecdótico nes y alternativas del debate expuestas en los
de sus orígenes puede resultar especialmente ins- apartados precedentes en relación con el desa-
tructivo en ciertas circunstancias. Lo importante rrollo de dicho campo. Antes, empero, convie-
es no perder de vista la naturaleza de los significa- ne hacer notar que justamente ese punto de
dos que se hallan en juego en cada acercamiento, partida, el periodo en que comienza la delimita-
y por tanto la clase de argumentos y conclusiones ción disciplinaria del conocimiento social, co-
que tienen cabida en él—. rresponde a uno de los episodios más sobresa-
lientes y decisivos de la historia general de la
Por otro lado, es indispensable evitar la im- ciencia: durante la segunda mitad del siglo XIX,
presión de que el abandono de los enfoques el sistema de la física clásica fundada por la
lineales y atomísticos tiene por consigna la mecánica de Newton alcanzó el máximo de su
postulación de un orden universal o un sustrato capacidad explicativa (al grado de que en diver-
causal totalitario, a instancias del cual todo bro- sos círculos llegó a privar la certeza de que en lo
te de contingencia o de alteridad singular ha de sucesivo sólo quedaba pendiente la tarea de su-
ser conjurado. Para ello es necesario impedir la ministrar la suficiente información empírica y
sustancialización real o aparente de lo que antes experimental para llevar a término la construc-
denominamos campo de inteligibilidad. Habrá ción del edificio de la ciencia), y al mismo
que subrayar en primer término que de ninguna tiempo comenzaron a acumularse las anomalías
manera es equiparable con un espacio cerrado y recalcitrantes y los fenómenos experimentales
homogéneo, perfectamente recortado y (como los del electromagnetismo y la termodi-
sincronizado, puesto que, como toda configura- námica) que venían a contradecir las prediccio-
ción histórica, se encuentra en permanente estado nes basadas en las leyes universales del movi-
de formación (incluso en el periodo terminal de miento y que desembocarían en las diversas
su vigencia), de suerte que tanto sus posibilidades revoluciones teóricas acaecidas en las décadas
de realización como sus fronteras cambian conti- iniciales del siglo XX. Como se verá, en más de
nuamente y no pueden ser fijadas de una vez por uno respecto lo que culmina y lo que se pone
todas –de hecho, sólo es factible descubrirlas en en marcha en esta coyuntura resultarán determi-
sentido retroactivo y tendencial—. En segundo nantes para la caracterización del proceso
lugar, es preciso igualmente evitar concebirlo y discursivo que, según nuestro enfoque, explica
tratarlo como un sistema o estructura en movi- la trama de la discusión que nos ocupa.
miento, con la consiguiente pretensión de con-
vertirlo en materia de formalizaciones y deduc- Al nivel del balance general de las corrientes
ciones seudorigurosas. Lejos de eso, hay que de pensamiento que han tomado parte en el
advertir que en todo momento consta de múlti- debate sobre las ciencias sociales externamos la
ples estructuras de distintas dimensiones que se tesis de que la cuestión de fondo que decide el
articulan y contrarrestan entre sí en varios niveles curso y la forma del mismo no estriba en la
y esferas de acción, por lo que sólo mediante disyuntiva que lleva a optar entre un criterio

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universal y riguroso de cientificidad y uno rela- nada tienen que ver con visiones unilaterales o
tivo o gradualista, toda vez que esta alternativa reduccionismos espurios: fue el estudio de la
surge y se desenvuelve en el seno de una condi- naturaleza el primer y por mucho tiempo el
ción más abarcante que de manera expresa o único dominio que contó con los rudimentos
inadvertida informa las diversas posiciones y conceptuales, metodológicos y experimentales
acota el marco de sus discrepancias, a la cual adecuados para el establecimiento de un canon
tipificamos con la expresión de monismo de objetividad y sistematicidad distinto del me-
epistemológico. En ese contexto se hizo hinca- dieval y mayormente competente en relación
pié en que aun las concepciones que recusan la con las necesidades e ideales de la nueva socie-
hegemonía teórica y práctica de las ciencias na- dad en formación. Percibidas desde el interior
turales y buscan habilitar un concepto alternati- de este horizonte, las ciencias naturales no apa-
vo de ciencia para el conocimiento social, han recían como una región particular del conoci-
hecho valer de facto tal hegemonía, en la medi- miento cuyos resultados teóricos y prácticos de-
da en que sus iniciativas han sido diseñadas en bieran circunscribirse al manejo de sus objetos;
expresa oposición a las pautas imperantes en el representaban el asentamiento inicial del progre-
ámbito de la investigación natural. En suma, so de la razón humana, la cual debería extender-
arribamos a la conclusión de que la deliberación se al conjunto de las actividades y empresas de
sobre la cientificidad de las ciencias sociales se la praxis social. Fueron los logros teóricos y
ha llevado a cabo casi por completo, con o sin experimentales de la investigación física los que
plena conciencia, en el interior de la cientificidad proporcionaron la forma y la autocerteza nece-
de las ciencias naturales. Pero esto parece con- sarias para la consolidación de esta directriz
tradecir nuestra intención declarada: más que medular de la mentalidad moderna.
otros planteamientos de carácter negativo o crí-
tico, el presente bien puede subsumirse en el Aquello que al ras del pensamiento contem-
grupo de los que suscriben la hipótesis del error poráneo puede calificarse de simplificación
consuetudinario en alguna de sus múltiples acep- fisicalista, en la trama del pensamiento moder-
ciones: ¿No denuncia acaso una limitación esen- no constituyó la premisa más sólida y confiable
cial, una reducción dogmática que habría condi- para la realización de un proyecto universal de
cionado desde el principio el desarrollo de la conocimiento. A través de las sucesivas cons-
discusión de modo que todas las posiciones trucciones y síntesis teóricas de la investigación
asumidas resultaran necesariamente defectuosas natural llevada a cabo desde los inicios del siglo
e insolventes, tributarias de una ficción XVII hasta mediados del XIX fue configurándo-
institucionalizada? Esta versión es justamente la se el campo de inteligibilidad de lo que en
que busca desmentir el enfoque que propone- estricto sentido histórico-epistemológico cabe
mos. La hegemonía epistemológica ejercida por entender por razón científica moderna. Ahora
el conocimiento natural dista mucho de ser o bien, la posibilidad fundamental de dicho cam-
descansar en una ficción; es el producto sustan- po quedó puntualizada en el proyecto de la
cial de la actividad científica desarrollada a lo ciencia unificada (según la postrera denomina-
largo de la modernidad clásica, la cual, por lo ción neopositivista) o del sistema integral de la
demás, aportó las pautas y el sedimento explicación científica, cuyo corpus debía com-
discursivo con que se conformó la racionalidad prender el conjunto de leyes y regularidades que
científica que dio unidad y sustento a la cultura rigen la totalidad de los procesos y fenómenos
moderna en su conjunto. Si dentro de ese vasto de que consta el mundo real, desde los
horizonte histórico terminó por prevalecer como astronómicos y corpusculares hasta los
único criterio de cientificidad el emanado del sicológicos y espirituales. Además de los diver-
estudio de los fenómenos naturales, las causas sos aspectos en que contribuyó de modo directo
de ello se encuentran al alcance de la mano y o diferido al apuntalamiento del nuevo orden

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cultural (materializado en la organización enci- todo momento les es dable incursionar en cual-
clopédica de los saberes), en el terreno de la quier dirección. Sólo si el quehacer científico se
filosofía, dicho proyecto sirvió de referente pri- verificara en la realidad como llegó a concebirlo
mordial y de corolario a la postulación de la Lyotard, es decir, como un juego paralógico
unidad trascendental de la razón, en torno a la versado en la exploración recreativa de límites e
cual se elaboraron tanto las teorías del conoci- inestabilidades11 , cabría desestimar el condicio-
miento del idealismo alemán como las de los namiento global descrito y pensar que el expe-
sistemas influidos por éste, en oposición a las diente histórico del conocimiento social podría
concepciones dogmáticas, escépticas o sustan- haber sido diferente. Mas, por desgracia, no es
cialistas anteriores a Kant. el caso, y menos aun lo fue en el pasado.
En una palabra, la ciencia moderna asumió Pero si existen razones y circunstancias histó-
en su desarrollo global una configuración ricas que justifican la causa de quienes reflexio-
uniparadigmática, y existían suficientes motivos naron positiva o reactivamente bajo la égida del
históricos, culturales y epistémicos para que así proyecto de la ciencia unificada, ¿qué hay que
ocurriera; cualquier otra disposición estructural decir sobre quienes desde las postrimerías del
habría requerido el concurso de condiciones ob- siglo XIX en adelante se abocaron a combatir el
jetivas y subjetivas distintas, sobre todo en cuan- monismo epistemológico imperante? Ante esta
to al imperativo de romper con la constelación contraposición neta pareciera que la pretensión
del saber y la mentalidad tradicionales. A la de nuestra hipótesis resulta insostenible. Si las
vista de tal desenlace, hay que convenir en que ideas de los primeros deben considerarse válidas
cuentan con cabal justificación las concepciones y pertinentes, las de los segundos necesariamen-
que desde la aparición de las disciplinas sociales te deberán tenerse por erróneas e improceden-
en adelante procedieron a determinar el estatus tes. Este dictamen alcanza parcialmente a las
científico de éstas en función de las pautas y concepciones recién aludidas, o sea aquellas que
rendimientos conquistados por las ciencias na- demandan para las disciplinas sociales una
turales. Por más que entre esas concepciones cientificidad alternativa pero cuyas iniciativas
proliferara la conciencia de las diferencias cuali- constituyen derivaciones invertidas del criterio
tativas y fenoménicas existentes entre los obje- de las ciencias naturales: sus propios resultados
tos de unas y otras, en el horizonte discursivo revelarían la insolvencia de su objetivo inicial.
sólo el criterio de cientificidad consustancial al De cualquier forma, prescindiendo de matices y
proyecto de la ciencia unificada podía erigirse rasgos particulares, de conformidad con el dic-
en canon para la fundamentación y sistematiza- tado de la lógica más elemental, todas las con-
ción de las nuevas disciplinas. Ningún parámetro cepciones no alineadas con la divisa de la ciencia
o modelo surgido intempestivamente habría universal tendrán que catalogarse como fallidas
podido cumplir ese cometido. De la misma desde el momento en que se admite el acierto
manera se justifica el que la mayoría de las del grupo opuesto. Si X es verdadero, no-X es
corrientes empeñadas en fincar la investigación falso por fuerza, sin mediación alguna.
y las teorías sociales en un concepto de ciencia
independiente hayan conducido a propuestas que Lo que ante tan aplastante necesidad nos toca
por variación o negación venían a ratificar la señalar es que esa lógica forma parte de la racio-
hegemonía del paradigma establecido. Ello nalidad moderna, y por tanto es coextensiva
muestra, por otra parte, que el curso objetivo con el monismo epistemológico y la configura-
de las elaboraciones teóricas no suele obedecer ción uniparadigmática de la actividad científica
al libre azar de los aciertos y errores de las que se puso en marcha desde los albores del
inventivas individuales, a las que ciertamente en siglo XVII. Pero la segunda mitad del siglo XIX
11
Cfr. “La legitimación por la paralogía”, en La condición postmoderna.

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resulta ser una coyuntura histórica crucial para Aunque esta configuración multiparadig-
la temática que nos ocupa precisamente porque mática emergente involucra modificaciones sus-
en ella comenzaron a acumularse los problemas tanciales en todos los planos y respectos –desde
indecidibles, los dilemas teóricos y los descubri- los más inmediatos y visibles, como la comuni-
mientos exorbitantes que suscitaron la crisis o cación ordinaria y la actividad académica, hasta
mostraron los límites (anteriormente inima- los más abstractos y recónditos como la re-
ginados) del edificio monolítico de la física clá- flexión ontológica, el imaginario colectivo y el
sica montado a partir del sistema newtoniano, sentido de realidad—, basta atenerse a la defini-
edificio cuya construcción por entonces parecía ción específica de paradigma acuñada por Kuhn
hallarse en su última fase de construcción. Las (“un modo determinado de plantear y resolver
transformaciones y creaciones revolucionarias problemas” 12 ) para adquirir una idea apropiada
que se sucedieron a partir de ese momento den- de la diferencia epistemológica que separa a la
tro y fuera de la física han sido objeto de innu- ciencia moderna de la contemporánea. En cual-
merables análisis y hasta la fecha todavía hay quiera de sus grandes dominios, esta última
mucho que decir sobre sus consecuencias de presenta diversos modos de plantear y resolver
largo alcance. Ello no obstante, algo se puede problemas que operan simultáneamente y que
afirmar por encima de toda duda o lo hacen, además, con índices de eficacia y
reconsideración: al paso de este encadenamiento confiabilidad muy superiores a los preexistentes,
de cambios esenciales, el corpus, las estrategias y de suerte que no cabe señalar uno como el
la organización de la ciencia entraron en un mejor o verdadero esperando que a la postre los
proceso de reconfiguración tanto o más radical restantes sean remplazados por incompetentes.
que el acaecido en la transición del saber medie- En contraste con la simplicidad y univocidad
val a la episteme moderna. Lo mismo al nivel de del sistema de conocimiento contemplado por
los modelos y lenguajes teóricos que en el terre- el proyecto de la ciencia unificada, la actividad
no del trabajo experimental, la ciencia desbordó científica que ha venido desarrollándose de re-
los marcos y lineamientos estructurales del para- volución en revolución desde el principio del
digma universal. Comenzó a registrar extensio- siglo XX es intrínseca y progresivamente com-
nes, sistemas alternativos y redistribuciones cuyo pleja. De manera que resulta lícito e incluso
espectro en expansión escapaba cada vez más a necesario sostener que en el horizonte de la
todo intento de síntesis o de integración unita- racionalidad contemporánea se hallan en fun-
ria. El conocimiento científico se volvió ciones varios modos de hacer ciencia, con todos
multiparadigmático y su manejo dio lugar a los agravantes positivos y negativos que ello
problemas e incertidumbres para los cuales la entraña no sólo para las comunidades e institu-
epistemología y la metodología consagradas ca- ciones encargadas de esta actividad, sino para el
recían de respuestas eficaces. En casi todos los universo entero de la cultura y la vida social;
campos se puso en marcha el fenómeno de la pues, como se indicó antes, desde el comienzo
especialización creciente, al tiempo que en pun- del proceso descrito, merced a sus repercusiones
to a la explicación general de la naturaleza se materiales y discursivas, la ciencia ha dejado de
consolidaron teorías del macrocosmos y del ser un asunto propio y privativo de quienes la
mundo infra-tómico que resultaban inconmen- cultivan, se ha convertido en cuestión de super-
surables entre sí e incompatibles con las suposi- vivencia y de prioridad estratégica.
ciones básicas del sentido común vigente: he-
chos cuya mera posibilidad sería el signo de lo En presencia de esta diversidad progresiva de
irracional o lo ininteligible para la racionalidad la ciencia contemporánea se justifican, en igual
moderna. medida que sus contrincantes, las corrientes que

12
Cfr. La estructura de las revoluciones científicas.

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en uno u otro sentido han cuestionado la hege- todas los obtienen al mismo tiempo y de cara a
monía fisicalista y formulado iniciativas en pro los mismos contextos, de suerte que las concep-
de criterios autónomos para el desarrollo conse- ciones partidarias del sistema universal del co-
cuente de las ciencias sociales. Lejos de que el nocimiento fueron válidas para ciencia moderna
origen de tales corrientes pueda atribuirse a equí- y devinieron falsas frente a la contemporánea, a
vocos o defectos teoréticos, o a celos o prejui- la vez que las contrarias son pertinentes para
cios gremiales, es justo situarlo en el orden de esta última pero eran falaces o quiméricas en el
las experiencias y replanteamientos auspiciados desenvolvimiento de la primera. Esta objeción
por el avance de la metamorfosis de la actividad se antoja plausible por cuanto parece reclamar
científica. Asimismo, las diferencias y oposicio- una confrontación más concreta y expeditiva de
nes que median entre ellas, antes de asociarlas a los componentes de la discusión con las varia-
conflictos de principios filosóficos o ideológi- ciones históricas de la actividad científica. Sin
cos sin más, deben entenderse en función de la embargo, si es examinada de cerca pronto se
pluralidad creciente de tareas, exigencias y nú- advierte su carácter abstracto y formal. Ante
cleos problemáticos que reviste la propia activi- todo, es preciso no olvidar que ningún proceso
dad científica, así como de la complejidad y la histórico (incluidos los que atañen a las elabora-
heterogeneidad de los eventos y estados de cosas ciones teóricas) se cumple de manera perfecta-
que conforman el mundo social de nuestra era, mente regular y uniforme; las tendencias domi-
los cuales hacen improbable, más que en el caso nantes y definitorias de una época generan al
del conocimiento natural, la asunción unánime hilo de su propia gestión contra-tendencias,
de una sola visión epistemológica para el con- movimientos disidentes que marcan los umbra-
junto de la investigación social. Hay que conce- les de aquéllas al expresar o encarnar comporta-
bir la situación en estos términos no porque sea mientos, obras o prácticas discursivas margina-
posible o conveniente ignorar la incidencia efec- les, minoritarias. En la modernidad, a lo largo
tiva de los principios filosóficos e ideológicos del desarrollo uniparadigmático de la ciencia
en la comprensión de la ciencia actual, sino centrado en el modelo prototípico de la mecá-
porque dichos principios (salvo que no pasen de nica clásica, este efecto de contrapunto recayó
ser simples anacronismos o fijaciones persona- principalmente en las concepciones de filiación
les) constituyen en sí mismos ingredientes y humanista, las cuales buscaron acotar los límites
manifestaciones de los procesos referidos. de dicho sistema reivindicando los contenidos
Comoquiera que sea, más allá de las disparidades irreductibles de la esfera de realidad más alejada
conceptuales y los condicionamientos circuns- del orden mecánico (justamente la humana), lo
tanciales inevitables, el desenlace global de la que constituía el reto máximo para la empresa
discusión sobre las ciencias sociales equivale al científica vigente: en ese papel se cifró la perti-
registro metateórico del desarrollo polimórfico nencia histórico-discursiva de tales concepciones
del conocimiento actual; cada una de las ver- en tal periodo con respecto al círculo de cues-
tientes y posiciones que se han destacado en ella tiones que se tratan en este caso.
alumbra un núcleo determinado de posibilida-
des y significados latentes de éste. Por lo tanto, Por lo que se refiere a las concepciones parti-
el conjunto que integran resulta ser más relevan- darias de la ciencia unificada en la formación
te y verídico desde el punto de vista epis- multiparadigmática de la ciencia contemporá-
temológico que cualquiera de las mismas toma- nea, la situación es más comprensible de suyo.
da por separado. Por un lado, hasta muy avanzado el siglo XX
los científicos naturales intentaron por todos
Se podría replicar que si bien todas las co- los medios a su alcance hacer compatibles los
rrientes polémicas encuentran apoyo y justifica- descubrimientos y las innovaciones teóricas con
ción en la trayectoria histórica de la ciencia, no el corpus de la física moderna. Se proponían

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restablecer la unidad estructural del conocimien- no de ensamble o concurrencia creciente de co-
to, y ello con toda razón: un proyecto histórica- nocimientos de las más diversas procedencias en
mente institucionalizado y acreditado no se casi todos los terrenos de la investigación. El
abandona de la noche a la mañana, y hasta incremento de modelos, lenguajes, metodologías
entonces sólo se contaba con éste para evaluar y y acervos de información en todas direcciones,
hacer inteligibles los insólitos resultados de las lejos de volver inútil la búsqueda de esquemas
nuevas líneas de investigación. Aun los científi- integradores y relaciones globales, la hace más
cos de vanguardia estaban obligados por princi- apremiante. Huelga decir que esa búsqueda difí-
pio a procurar la articulación de los diversos cilmente podría aspirar a desembocar en la
sistemas teóricos existentes, cuya dispersión re- reinstauración, siquiera nominal o moral, del
dundaba en un caos epistémico de imprevisibles proyecto de la ciencia unificada; más bien ten-
consecuencias13 . Sólo a fuerza de fracasos reite- drá que orientarse al reconocimiento de unida-
rados en esa dirección y de nuevos hallazgos que des regionales e interacciones de diversa índole a
apuntaban en la dirección contraria se persua- diferentes niveles, con efectos atípicos y proble-
dieron poco a poco de que no se trataba de un máticos. Pero ello mismo refuerza la importan-
trastorno transitorio ocasionado por la falta de cia de este empeño y la justificación de las
conocimiento complementario, sino de un nue- concepciones que lo asumen en el presente.
vo régimen de conocimiento, solidario de una
racionalidad emergente. Por otro lado, en el Finalmente, por lo que respecta al destino de
seno de este nuevo régimen las tentativas de la discusión sobre las ciencias sociales y su
alcanzar una macrosíntesis teórica o una integra- ambivalente relación con las naturales, los
ción general del quehacer científico en modo apuntamientos anteriores inducen a aguardar un
alguno resultan erróneas o aberrantes. Así como próximo desenlace, que por cierto también ha-
para el discurso filosófico contemporáneo la brá de ser atípico e inesperado, toda vez que no
superación de la metafísica tradicional no equi- habrá de consistir en el triunfo de un bando o
vale al paso del reino de la verdad absoluta al de en la preeminencia epistemológica de un ámbi-
la absoluta ausencia de verdad sino al reconoci- to disciplinario, sino en el desmantelamiento de
miento de múltiples verdades de diferentes cla- las condiciones que imponían disyuntivas y opo-
ses y extensiones que continuamente chocan en- siciones inconciliables entre ellos. A la vista de
tre sí, para el discurso científico el despliegue de su desarrollo intensivo y extensivo, se pone de
una configuración multiparadigmática no equi- manifiesto que la ciencia contemporánea no
vale al paso del sistema universal y homogéneo obedece a un solo criterio de cientificidad ni a
a la desaparición de toda sistematicidad o a la dos criterios regionales contrastantes. Por des-
dispersión irrestricta del conocimiento, lo que concertante y gravoso que se antoje de primera
llevaría a una forma de atomismo indiscernible intención, habrá que caer en la cuenta de que el
y anárquico, que en las mentes inquietas quizás espectro multiforme de la investigación actual
podría ser fuente de ideas muy imaginativas (especialmente la de frontera) comprende varios
pero que en la práctica implicaría (al igual que conceptos, criterios y niveles de cientificidad,
en la termodinámica) el advenimiento de un que si bien no son asimilables a una fórmula o
estado de máxima entropía. A la par del fenó- estructura universal tampoco resultan incompa-
meno de especialización creciente que registra la tibles entre sí o refractarios a combinaciones
ciencia actual se puede documentar un fenóme- dinámicas y variables.

13
Niels Bohr, uno de los protagonistas estelares de la revolución de la física del siglo XX, escribe en 1929: “La ciencia tiene por
misión extender y ordenar el ámbito de nuestro conocimiento experimental, y esta tarea presenta aspectos variables, íntimamente
conectados los unos a los otros. Sólo por la experiencia misma llegamos a conocer aquellas leyes que nos garantizan una visión
comprensiva de la diversidad de los fenómenos y justo por ello debemos estar siempre preparados para modificar las ideas
directrices que ordenan nuestra experiencia a medida que nuestro conocimiento se amplía”.—La teoría atómica y la descripción de
la naturaleza, p. 52.

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Por lo demás, la ordenación disciplinaria for- tivo y subjetivo, individual y colectivo operan
malmente respetada hasta ahora (originada en el mucho más causalidades de las que a la fantasía
marco de la ciencia moderna) da muestras claras ordinaria le es dable figurar. A medida que la
de hallarse en trance de profunda reestructura- ciencia descubre nuevas capas de complejidad los
ción. Independientemente de la conservación procesos naturales y los sociales se reagrupan y
inercial de los nombres y las divisiones departa- distribuyen en núcleos y redes que no se ciñen a
mentales académicas —aunque incluso en ese las definiciones diferenciales del mundo natural y
plano comienzan a acumularse complicaciones y el mundo social que hasta hace poco parecían
ajustes parciales que demandan una reforma de sólidamente establecidas. Y lo verdaderamente
fondo—, tanto la investigación como el inter- inédito desde el punto de vista epistemológico
cambio teórico adquieren un carácter cada vez estriba en que este trastocamiento de fronteras y
más interdisciplinario y transdisciplinario (que esta complicación de referentes no alientan re-
trasciende el mero enlace o colaboración de cam- duccionismos o simplificaciones que anuncien
pos y conocimientos disponibles, pues implica otra generación de claves o principios absolutos.
el trazado de nuevas temáticas, estrategias y ca- En lugar de eso, inducen a que el pensamiento
tegorías que no son subsumibles en los campos se aventure en diferentes perspectivas, escalas y
preexistentes). Desde mediados del siglo XX esa marcos de objetividad; desde la objetividad pro-
tendencia inter y transdisciplinaria se ha traduci- pia de los sistemas funcionales e informáticos
do en una serie de enfoques innovadores y estu- hasta la que defienden los enfoques herme-
dios de frontera en los cuales la explicación de néuticos, pasando por los implicados en los
ciertos procesos y comportamientos sociales in- diversos tipos de observación y experimentación
corpora con éxito o con resultados significativos disponibles que se practican actualmente. Ello
esquemas, factores y relaciones oriundos de las entraña el surgimiento de una nueva generación
ciencias naturales, al tiempo que en la compren- de problemas epistemológicos, cuya elucidación
sión del comportamiento y las relaciones de los exige un emplazamiento múltiple.
organismos la referencia a las estructuras y la
evolución de la sociedad humana parece cobrar “¿No se cierne sobre el sociólogo la amenaza
importancia. De una u otra manera, conforme de una especie de esquizofrenia, en la medida en
se multiplican los traslados de modelos, lengua- que está condenado a explicar la historicidad y
jes y dispositivos de observación y experimenta- la relatividad mediante un discurso que preten-
ción, la línea divisoria que separaba esos dos de la universalidad y la objetividad, a proclamar
grandes continentes temáticos se complica y la incertidumbre mediante un análisis que im-
difumina. Basta con aludir a las modificaciones plica la suspensión de cualquier adhesión inge-
de forma y contenido que para la sociología, la nua, a someter la razón escolástica tanto a una
economía, la antropología y la sicología entrañan crítica inevitablemente escolástica, tanto en sus
los recientes acercamientos con la biología condiciones de posibilidad como en sus formas
genética, las neurociencias, la cibernética y la in- de expresión, es decir a echar por tierra, al me-
teligencia artificial para tener por cierto que este nos en apariencia, la razón con una argumenta-
fenómeno de recomposición no es un hecho oca- ción racional, a la manera de esos pacientes que
sional y periférico, sino una tendencia general comentan lo que dicen o lo que hacen mediante
que se verifica en varios frentes simultáneamente. un metadiscurso que lo contradice? ¿O se trata
sólo de una ilusión, fruto de la repugnancia a
A últimas fechas nos vemos obligados a ad- aceptar la historicidad de la razón, científica o
mitir que en el comportamiento humano obje- jurídica”14 .

14
Bourdieu, Meditaciones pascalianas, p. 125.

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