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Traduecién de ALAIN ROUQUIE. Victor Goustein ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS La democracia en América Latina FONDO DE CULTURA ECONOMICA svt ~ BRASH, ~ COLOMBIA » CHILE.» Esra ‘Avainica - GUATEMALA ~ PERO - VENEZUELA manencia de los espacios autoritarios, el def »|| publico y la precariedad institucional son aquf otros tantos 6 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS de las reglas estrictas de la democracia liberal, precisamen- te cuando extrae su legitimidad de las urnas. Estos casos particulares, sin embargo, no agotan el in- ventario de los desafios que deben enfrentar las democra- cias latinoamericanas. La imperfeccién democratica, la per- icit de poder rasgos recurrentes. Ya menudo también la fuente de un ma- lestar generalizado y de un desencanto politico manifesto, Pero si los regimenes representativos son objeto de sospe- cha y de duda, los comportamientos electorales y la de- manda de ciudadanta dan testimonio la mayoria de las ve- ces de su consolidacisn y de los progresos de la democracia. Esta ambivalencia no es nueva en América Latina. Tampoco es propia de este continente. Por eso merece ser explorada. En consecuencia, este libro intenta captar en su génesis y su singularidad los maltiples desafios que enfrenta la de- mocracia en América Latina. Propone un tratamiento com- parativo de los sistemas politicos, se esfuerza por explicitar las précticas politicas en su contexto y exclarecer la cons- truccién de ia ciudadania en este continente. Por esa razén, también presenta, a partir del laboratorio latincamericano, elementos de reflexién sobre el mistetio democratico, sus paradojas y sus limites. Pinon Foie Re I. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA No sé asocta ESPONTANEAMENTE a América Latina con la de- mocracia, y mucho menos con la tradici6n representativa. La mayoria de las veces, los Estados latinoamericanos, de- bido a que muchos de ellos hicieron borrén y cuenta nueva después de las dictaduras en las ultimas décadas del si- glo xx, son incluso percibidos como “nuevas democracias” que tienen que ver con la “tercera ola”,' que habria descu- bierto tardiamente el pluralismo y las libertades. De hecho, la democracia esté lejos de ser una idea nue va al sur del rfo Bravo. Tampoco es el desenlace de dos glos de historia. Por el contrario, se encuentra en el origen mismo de las reptiblicas latinoamericanas. La independen- cia de las colonias espafiolas de las Américas, en efecto, fue proclamada en nombre de la soberania del pueblo. No sin ambigiiedad, ciertamente, y con diferencias regionales y lo- cales importantes, pero las vicisitudes posteriores no deben ocultar esa eleccién fundacional. Después de Estados Uni- dos, los Estados latinos de las Américas, en el 4rea cultural occidental, estuvieron entre los primeros en adoptar regi- menes politicos democraticos. Mucho antes que la mayorfa de los paises de Europa continental * Seguin la metéfora fuctuante de Samuel Huntington, The Third Wave Democratization in the late Twentieth Century, Oklahoma, Oklahoma Uni- versity Press, 1991 [trad. esp: La tercera ola. La demecratizacin a finales del siglo xx, Barcelona, Paidos Tbériea, 1994), 7 18 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS LA SOBERANIA DEL PUEBLO La que desencadena el movimiento emancipador més allé del Atlantico es la invasi6n de Espatia por las tropas napo- lednicas en 1808. Este accidente historico fue un pretexto bienvenido. Sobre todo para los criollos, que no esperaban més que una ocasién para romper con el absolutismo de los Borbones, como Francisco Miranda, que complotaba desde hacia més de veinte afios con vistas a liberar América del Sur Cuando el rey Fernando VII es reemplazado en el trono de Espana por José, hermano del emperador de los france- ses, las colonias se niegan a reconocer al usurpador. En nombre de la legitimidad dindstica, van a romper con Es- Balla y.otorgaise gobiernos auténomos. El imperio espaol, por asf decirlo, se ve obligado a autogobernarse para esca- “par de Ta dominacion francesa. Bero bajo Ta “mascara de Fernando VII", simbolo oportuno de ia resistencia ameri- cana, se disimulaban lealtades politicas divergentes. En Mé- xico, el cura de Dolores, Miguel Hidalgo, se subleva en 1810 contra el “sual” gobierno y por la defensa de “la religion, del rey y de la libertad”, al grito de “viva Fernando VII". Tres afios més tarde, José Maria Morelos, también sacerdote, se pone a la cabeza de la insurreccién contra los espafioles en. nombre de la voluntad general. El primer Congreso de los “insurrectos”, en 1813, reivindica exclusivamente la sobera- nia del pueblo, Por cierto, los criollos de las Américas se encuentran “en la orfandad”, como lo deplora el Libertador Simén Bolivar? péro sobre todo tienen conciencia de haber sido mantenidos _ 2 Simén Bolivar, “Lettre & un habitant de la Jamaique’ lamada “Lettre prophétique”, 6 de septiembre de 1815 [orig esp: "Cartas de Jamaica”, en Esortos politicos, Madrid, Alianza, 1963]. Todas ls eitas de los escritos de Bolivar provienen de Bolivar choix de lettres, discours et proclamations, Pa- is, mer, 1966, reproducidas en Simén Bolivar, LUnité impossible, textos DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 19 margen de todos los resortes del poder por demasiado 'iempo en beneficio de los “espafioles peninsulares”, mien- Tos son los qe pseen lo esencial de las riquezas. ‘Los americanos en el sistema espaitol que est en vigor ~es cribe Boltvar-, y quizé con mayor fuerza que nunca, no oc pan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando mas, el de simples consumidores [..]. Estée bamos [...] abstraidos y, digémoslo asi, ausentes del universo ‘en cuanto ¢s relativo a la ciencia del gobierno y administra- ccién del Estado. Jamas éramos virreyes ni gobernadores [...J, arzobispos y obispos pocas veces; diplomsticos nunca; milita- res s6lo en calidad de subalternos [...]; no éramos, en fin, ni ‘magistrados ni financistas.) Los acontecimientos de Espafia dejaron un “vacio de po- der”, Los dirigentes de las independencias van a tratar de colmarlo, En contra de la legitimidad monarquica de la co- Ionia, van a inspirarse en el pensamiento de las Luces, de la Revolucién Francesa y de las instituciones de los Estados Unidos del Norte. Como los nuevos Estados eran “amenaza- dos por la anarqufa, a causa de la falta de un gobierno le- gitimo”,* como dice Bolivar, la democracia les ofrece una legitimidad de sustitucién, la tinica disponible y que en- carna la modernidad politica. Las Constituciones republica- nas que florecen entre 1810 y 1830 no se limitan a consu- mar la ruptura con Espafta. En nombre de la soberanfa del pueblo, derogan los privilegios del antiguo régimen, estable- cen las libertades civiles y la separacion de los poderes. Al- escogidos y presentados por Charles Minguet y Annie Morvan, prefacio de Alain Rouguié, Pars, La Découverte y Maspero, 1983. [Las citas de los textos que fueron escritos en esparil se transeribieron ‘a partir de sus ediciones en lengua espafiola,(N, del T.)) 9 Tid. “Bid. 20 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS gunas leyes fundamentales, mas revolucionarias, derogan incluso las corveas y los tributos impuestos a los indios y decretan la liberacién de los esclavos bajo ciertas condicio- nes, Mediante estas medidas avanzadas, los revolucionarios ponen fin al antiguo régimen. También intentan adherir a las poblaciones més oprimidas al movimiento emancipador. Pues no son los colonizados, indios y mestizos, los que se levantaron para hacer valer los titulos de los primeros ocupantes, sino una minoria blanca, compuesta a menudo de una aristocracia de pudientes de origen europeo, que as- piran a gobernarse ellos mismos emancipdndose de la me- trépoli. Ahora bien, los blancos son muy minoritarios. En 1810, se estima que sobre unos 17 millones de habitantes con que cuenta la América espaftola, solamente menos de 3,300,000 son blancos.’ Las sociedades coloniales multiét- nicas son no s6lo muy desiguales, sino estrechamente jerar- quizadas sobre una base racial Asi se promulgan Constituciones democraticas para fundar jurfdicamente y legitimar la dominacién de las eli- tes. Algunes criollos conservadores proclaman la igualdad para gozar scios de todas las libertades. De hecho, la “sobe- ranfa popular” tiene por objetivo prioritario la transferen- cia de todo el poder a las elites locales, lo cual, por lo menos en un primer momento, implica una amplia definicién del pueblo, por razones en ocasiones identitarias pero la mayo- ria de las veces tacticas, es decir, militares: las guerras de independencia, en efecto, fueron guerras civiles. Las “cas- tas” de sangre mezclada, los mestizos y a veces los indios se aliaron a los ejércitos espafioles en contra de los criollos. © Sobre estas estimaciones de Alexander von Humboldt, retomadas por Jos historiadores de las independencias, véase Alexander von Humboldt, Voyage dans UAmérique équinoxiale I, Tableaux de la nature et des choses, introduccién, seleccisn de textos y notas de Charles Minguet, Paris, Francois “Maspero, 1980 trad. ep.z Vj las rgiones equinocciates de! Nuevo Conti- rnente, 5 vols, Caracas, Monte Avila, 1991] ea ilps eisai oo | | | DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA. 2 Los patriotas americans quieren dejar asentada su legiti- midad adhiriendo a la mayor cantidad posible al movi- miento de independencia. Asi San Martin, libertador de Peri, declara que los indi- .genas son ciudadanos y peruanos con todas las de la ley. El himno de la Revolucion de Mayo argentina exalta la “noble igualdad” tanto como la “libertad”. Bolivar, en 1813, pro- clama la “guerra a muerte” contra los espafioles, asi fuesen simpatizantes de la causa de la independencia, para separar de las fuerzas realistas a las masas populares. Del mismo modo, insiste en el cardcter crucial de la igualdad para las nuevas repiblicas independientes. En su discurso inaugu- ral del Congreso de Angostura, afirma que una “perfecta igualdad politica” debe estar en el corazén del dispositivo de los derechos de los ciudadanos de Venezuela. “La natu- raleza hace a los hombres desiguales en genio, tempera- mento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferen- cia L.....” ¥ también: “Necesitamos de la igualdad, para refundir [...] en un todo, la especie de los hombres, las opi- niones politicas y las costumbres” § 'SUFRAGIO POPULAR, TEORIA Y PRACTICA La insistencia en el principio de igualdad puede parecer ex- trafia y hasta falaz cuando emana de este continente. Sin embargo, seftala que sélo la democracia puede forjar la na- ci6n y que es la soberanfa popular la que crea al pueblo en estos Estados nacientes e inciertos. De ahi la importancia adjudicada por las reptiblicas independientes a la grama- tica institucional. Bolivar observaba que “los meridionales § Simén Bolivar, “Discours inaugural", Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1819 forg. esp: "Discurso de Angostura’, en Escrttos politicos, Madrid, Alianza, 1969) 2 ‘ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS de este continente han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales, y aun perfectas’,” Entre éstas, el su- fragio y la practica electoral son componentes al mismo tiempo cruciales y problematicos. No olvidemos que las co- lonias espafiolas se emanciparon por las armas, y que esas guerras de liberacién se desarrollaron en sociedades hetero- géneas, fragmentadas y multiculturales, donde las jerar- quias y las diferencias sociales tienen bases raciales. Si la explosién revolucionaria fue propicia al lirismo democré- tico y ala utopia universalista, ahora hay que gobernar, y con la mayor legitimidad posible. La cuestién electoral, por x Joonsiguiente, se encuentra en el coraz6n de un equilibrio precario entre libertad individual y participacién popular —} Las independencias americanas fueron proclamadas por Congresos, es decir, asambleas representativas, como el de Tucuman en 1816 para las Provincias Unidas del Rio de Ja Plata. Es también en el seno de los Congresos donde se debate la forma del Estado y de las instituciones, cue en Angosiura, en Venezuela, en 1819. Todas estas asambleas pretcaden ser representativas de la voluntad general. Sus miembros son escogidos sobre una base regional segtin re- glas variables, pero en las que ia disponibilidad, el prestigio y la capacidad logistica tienen un gran espacio. El cabildo colonial sirve de modelo. Los miembros de esos consejos municipales, antes de la independencia, eran designados por el representante de Espafia en el seno del patriciado ur- bano y, por ello, cooptados entre los vecinos, los residentes fijos, conocidos, con “derecho de ciudadanfa”. Pero poco a poco esas asambleas deberan su existencia y st autoridad al sufragio popular. En los albores de las independencias, algunas leyes electorales garantizan un sufragio casi universal para los “hombres libres”. En Argentina, o més bien en las Provin- 7 Siedn Bolivar, “Lettre un habitant de la Tamaique”, op. ci. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 23 cias Unidas del Rio de la Plata, el Congreso de 1816 es ele- gido en dos grados pero todos los vecinos son electores, in- cluyendo los descendientes de esclavos nacidos de padres libres y “que tienen menos de un cuarto de sangre negra”. Sélo son excluidos del cuerpo electoral los criados a sueldo y los hombres que no tienen ni propiedad ni “empleo iitil”8 En 1821, la provincia de Buenos Aires, que legisla en nom- bre de la Federacién, adopta el sufragio universal (se en- tiende que masculino). En 1835 se organiza un referendo, en el cual se admite que hasta los extranjeros voten. La Constitucién argentina de 1853, que permanecer4 en vigor durante cerca de un siglo, ratifica el sistema representative fundado en la soberanta popular y el sufragio universal, cu- yas modalidades son dejadas a discrecién del Congreso. Para tomar otro ejemplo, México no escapa a esta diné- mica fundacional. El sufragio masculino es alli adoptado desde la independencia, Por lo menos en derecho. Durante Ia elaburacién de la Constitucion de 1857, la corision cons- tituyente propone limitar el derecho de voto a los hombres que sepan leer y escribir. Esta medida restrictiva es recha- zada como “antidemocratica”."© ¢Cémo hay que interpretar * Sobrelarepresentaciny elsufragien a Argentina dlindependencia, ease Genevibve Vero, Lindépendance argentine nie cc: naton, Pars Sorbona, 2006, pp. 252 ys, Pan un abordsje comparativo, vease Hilda Sabato al, Cadadanta policy fomactin de ls acionss, Mexico, Si soa, 1993. ° Fue Juan Manac de Rosas quien engi, para queleotorguen ol "poder abuolto’ Vee Waldo Anal "La foyade un dtd Elan de a Manuel de Rosas’, en Critica y Utopian. 5, Buenos Aires, 1981 pp 8182 "© Frangois Xavier Guerra, México del fntiguo Rezimen ala Revluctin, ‘Mésico, Fondo de Cultura Econémic, 1988, pp. 3739, ease del mismo autoe para una sates continental, “Les avatars dela representation at Xx idle’, en Georges Coulignal wa Renvener a democrat Le df latinorardrcan, Paris, Presses dela rst, 1992, pp. 48-73, tab Fane ois Chevalier Ltmergue laine de Tndipendance & nos jours, Fats, Po fol. “Nouvelle Cio", 197, pp. 868 rad esp: Amica Laine. De eine: pendencia a nuestros dias, Barcelona, Labor 1583. 24 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS semejante audacia jacobina en una sociedad donde predo- minan los analfabetos, la poblacién urbana esta dispersa, la mayoria india est replegada en sus culturas comunitarias yes totalmente ajena a la dimensi6n nacional de los rituales representativos? Ante todo, los legisladores pretenden afirmar princi- pios. Su ejecucién se revela menos generosa; su practica, mas restrietiva. Pero en adelante no se deja de creer en las leyes de la aritmética electoral para determinar a los benefi- ciarios de la bendicién popular. Como lo atestigua una ob- servaci6n falsamente ingenua de Flora Tristén a propésito de la trayectoria politica de su tfo Pio Tristan, notable poli- tico de Arequipa: “No hicieron falta mas que cinco votos para que fuera llevado a la presidencia de Pend”! -por su- fragio indirecto, se entiende-. De hecho, los constituyentes de Jas independencias quie- e de la legitimidad de la igualdad polit \s°abiertamente censitario, lo es de manera implicita. A todas luces, a nadie se le ocurre que un esclavo pueda ser un ciu- dadano; en cuante # los Indios, aunque en ocasiones se les rinda homenaje como primeros ocupantes, no se trata de preguntarles su opinién. El ciudadano es el vecino, el resi- dente domiciliado, propietario, que sabe leer y escribir. Ya sea que tenga o no fuerza de ley, casi no se pone en duda el eee enunciado por Benjamin Constant: “Sélo la pro- piedad hace a los hombres capaces de ejercitar los derechos politicos”. 1 Flosa Tristin, Pérégrinations une paria,reeditado bajo el titulo Les Pérégrinations d'une paria, 1833-1834, Parts, rangois Maspero, 1979, p. 104 {wad esp.: Poregrinaciones de una paria, Lima, Fondo Editorial, 2003). "= Benjamin Constant, Prineipes de politique applicables a fous les gouver- nnements représentatfs (1815), en Euvres, Parts, Gallimard, co. "Bibliotheque de la Pleiade’, 1957, p. 147 (trad. esp: Principios de potica, Madrid, Agui- Jar, 1970} DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 25 Bolivar, que como la mayoria de sus conciudadanos piensa que la democracia sin limites conduce al despotismo, amplia el abanico de los pudientes a los poseedores de un capital intelectual y moral. Por otra parte, al preparar la Constituci6n del Alto Pert, que va allevar su nombre, aclara| que “honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del! Poder Pablico”.3 Pero al mismo tiempo no vacila en distin-|) guir a los “ciudadanos activos" de los “ciudadanos pasivos", | con el objeto, precisa, de “excitar la prosperidad nacional | por las dos mas grandes palancas[...], el trabajo y el saber”. El escrutinio indirecto en varios grados sirve de filtro social cuando, en particular, no se desea instituir el sufragio censitario. En efecto, éste presenta el interés de oponer, como dice el propio Bolivar, “el primer dique a la licencia popular”. Poco a poco, con el fin de las guerras revolucionay rias y en el momento en que se experimenta como menos rgente movilizar a las “clases inferiares", se pone de mani fiesto la concepcién del “voto funcién” por oposici6n a un “voto derecho": el verdadero ciudadano es aquel que tam- bién tiene la capacidad de ser elegido y de gobernar. Si bien no fue exclusiva, esta concepeién ateniense de la democra- cia fue uno de los modelos del orden representativo en América Latina durante més de un siglo. Por lo tanto, las antiguas colonias espanolas adquirie- ron su independencia mediante la guerra. Diferente fue el caso en Brasil, donde el heredero de la Corona portuguesa, refugiado en Rio de Janeiro para escapar de la invasién na- " Simén Bolivar, “Discours sur la Constitution de la Bolivie", mayo de 1826 orig. esp. "Discurso ante el Congreso Constituyente de Bolivia’, en Escrito potticos, Madrid, Alianza, 1969) * Sobre la concepciéa del elecorado como “funcién’ en Francia, wéase Pierre Rosanvalion, Le Sacre du citen. Histoire du suffrage wniversel en France, Paris, Gallimard, col. “Folio(Histoire", 1992, p. 285, ssi coma André Jardin y André-Jean Tadesa, La France des notables, Cévolution gensrale, 1815-1848, Paris, Seuil, 1973, p. 129, 2% ALLA SOMBRA DE LAS DICTADURAS poleénica, proclamé pactficamente la separacién de la me- trépoli. Entonces se instauré una monarquia constitucio- nal. Este imperio parlamentario descansaré muy pronto en regimenes electorales sucesivos relativamente estables. La Constitucién brasilefia de 1824 establece un sufragio en dos grados, que permaneceré en vigor hasta 1881. La ley excluye teéricamente a Jos analfabetos, pero éstos, con tal de que sepan garabatear su nombre, son autorizados a vo- tar. En 1872, en efecto, el cuerpo electoral resulta muy su- perior al nimero de los hombres mayores alfabetizados.'5 El sufragio masculino, por lo tanto, es casi universal. En 1881 se eliminan los dos grados. El sufragio directo es cen- sitario. Los analfabetos son excluidos con rigor, pero el um- bral censitario es bajo y no excluye “ni a los obreros ni a los artesanos y s6lo a los casi mendigos".** Inspirada por los li- berales, la reforma apunta a gerantizar la honestidad y la ca- lidad del sufragio. Se reduce el cuerpo electoral para evitar los votos ficticios y la corrupcién electoral. Entre los benefi- ciarios de este estrechamiento del electorado se encuentran Jos propletarios terratententes, que per razones de prestigio ¢ influencia mantenfan hasta entonces en sus tierras una gran cantidad de trabajadores libres, granjeros y aparceros, que eran otros tantos electores cautivos. Hasta se lleg6 a es- cribir que “era el sistema electoral el que sostenfa a la pe- quefia agricultura”."” ' Véase Raymundo Faoro, Os donos do poder. Formagdo do patronato Politico brasileiro, San Pablo, Globo, 2001, pp. 429 y 430. Véase también Victor Nunes Leal, Coronelismo, enzada e voto fo municipio eo regime repre sentativo no Brazil), San Pablo, Alfa Omega, 1978, p. 43. '* Segtin Raymundo Faoro, Os donos do poder, op. cit. p. 438. "Luis Felipe de Alencastro, "Vida privada e ordem privada no imperio”, {en Luis Felipe de Alencastr e al, Historia da vida privada no Brasil vol. Imperi, a corte ¢ a modemidade nacional, San Pablo, Companhia das Le- tras, 1999, p. 38, DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 7 LA TENTACION MONAROUICA principio fundador as, cutida, Pero la forma del poder y el tipo de régimen siguen siendo cuestiones ableria, por lo menos en el primer decenio de las independencias nes de la opinidn pablica. Otros piénsan que el discaiso Fe volucionario jacobino de ruptura con el orden antiguo no es muy compatible con la defensa de los intereses de los pu- dientes. En medio de las convulsiones intestinas, desesperan de constituir sélidamente la repablica. Frente a la anarquia, estos republicanos se inclinan por el lado de la monarquia ara encauzar el torrente revolucionario, Las potencias europea, que en un Primer momento no reconocieron a los nuevos Estados de las Américas, no fueron todas insensibles a estas perspectivas dindsticas. Chateaubriand, el ex ministro de Relaciones Exteriores de Luis XVIII, el hombre del Congreso de Verona y de la exp dicién de los “Cien mil hijos de San Luis’ que restableci en 1823 el poder absoluto de Fernando VI, escribis: ‘A mi juicio, las colonias espafiolas habrfan ganado mucho en formarse como monarquias constitucionales. La monarquia representativa, en mi opinién, es un gobierno muy superior all gobierno republicano, porque destruye las pretensiones indi- viduales al Poder Ejecutivo y asocia el orden y la libertad Chateaubriand, viajero de las Américas, no se contenta con manifestar su apego ala “monarquia segiin la Carta”; él jus- tifica su eleccién por consideraciones sociolégicas. ‘Me parece incluso que la monarqufa representativa habrfa sido mas apropiada al genio espafiol, a estado de las personas 28 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS y de las cosas de un pafs donde predomina la gran propiedad, donde el mimero de los europeos es pequefo y el de los ne- aos y los indios, considerable, donde la esclavitud es de uso piiblico, donde la instruccién sobre todo esta totalmente au- sente en las clases populares."* No obstante, todo parece conspirar contra la monarquia allende el Atlantico a la hora de la Santa Alianza, de la res- tauracién absolutista en Espafia y de la declaracién pana- mericana del presidente Monroe en 1823. Sin embargo, tan- to en Pent como en el Rio de la Plata, se suefia con un rey. Hasta en ocasiones se lo busca activamente. Incluso si “la revolucién sudamericana fue esencialmente republicana” y silos “criollos[...] nacieron republicanos”,” como recuerda Bartolomé Mitre, el temor a la inestabilidad, la dificultad de concebir fuentes alternativas de legitimidad, también el apuro por ser reconocidos por las “potencias” inclinan ha- cia la monarqufa. Ast, el “Gran Capitén” José de San Mar- tin, el “Libertador” del Rio de !a Plata, jefe del “Bjército de Les Andes’, “Provector del Peni”, nunca ocult6 sus opinio- nes monarquicas. En Buenos Aires, los fundadores de la “repiblica representativa”, preocupados por garantizar los intereses comerciales del puerto que mira hacia Europa, y por tanto de la “civilizacion” contra la "barbarie” de las pro- Vincics del interior y del campo, también encaran la posibi- lidad de ofrecer la Corona a un principe europeo. En 1819, algunos de los miembros de! Congreso que habfa procla- mado la independencia de las Provincias del Rio de la Plata tres afios antes, asustados por su audacia, buscan a través '* Frangois René de Chateaubriand, Voyages on Amérique (1828), Pars, J.C. Godefroy, 1982, p. 290 (trad. esp.: Viaje « América, Madrid, Madoz y Sagasti, 1846] * Bartolomé Mitre, Historia de San Martiny dela emancipacién sudame- ricana (1888), Buenos Aires, El Ateneo, 1950, p. 46. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA Fd del Viejo Mundo un “rey imaginario” 29 segtin las palabras de Bartolomé Mitre, con el apoyo de Francia. Algunos dece- nios més tarde, uno de los inspiradores de la Constitucién argentina de 1853, Juan Bautista Alberdi, sigue conside- rando ala monarqufa como “la mejor forma de gobierno en Sudameérica”2! Pensador de la independencia americana, hombre de accién y constitucionalista, Bolivar, por su parte, rechaza la “monarquia mixta de aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra’? y pretende ser resueltamente republicano, “Véase la naturaleza salvaje de este continente dice en la Asamblea de las Provincias del Alto Peni-, que expele por si sola el orden monarquiico; los desiertos convidan a la independencia. Ciertamente, el argumento es reversible. Y sin duda es ‘menos convincente que los fracasos de las tentativas mond quicas en este continente, que Bolivar evoca con crudeza: Y si algunos ambiciosos se empenan en levantar imperios, Dessalines, Cristophe, Iturbide les dicen lo que deben esperar No hay poder mas dificil de mantener que el de un principe nuevo. Bonaparte, vencedor de todos los éjéritos, no logrs triunfar de esta regla, mas fuerte que los imperios. ¥ si el gran Napolen no consiguié mantenerse (...], quign alcanzara, en América, a fundar monarqufas? Para este admirador de Bonaparte, presente en Paris en la consagracién, Haitf sirve de contramodelo. Pero la singula- ridad de la primera repiiblica negra independiente hace del ® Bid, p. 47 2 Juan Bautista Alberdi, La monarguia coma mejor forma del gobiemo en ‘Sud-América (escrito en 1862, publicacién péstuma), Buenos Aires, Pefa Lillo, 1970, citado por Natalio Botana, Elerden conservador. Le politica ar gentina entre 1880.y 1916, Buenos hires, Sudamericana, 1977, p. 33 Simon Bolivar, “Lettre & un habitant de la Jamaique”, op. 30 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS destino desgraciado de sus reyes improvisados una referen- cia menos ejemplar para las Américas que la aventura im- erial de México y el fin trgico de Agustin I Agustin de Iturbide era un militar espafiol nacido en M&- xico, Encargado de reprimir a los insurrectos independen- Uistas del sur del pats, hace alianza con el movimiento de ‘emancipacién. En 1821 proclama la independencia y el es- tablecimiento de una monarquia constitucional. Mediante el Pacto de las Tres Garantias, se compromete a defender la religién catélica, la independencia politica y la unién fra- tena entre mexicanos y espafioles. Esta independencia en la interdependencia, de inspiracién decididamente conserva dora, estaba destinada a adelantarse al movimiento popular de Morelos ¢ Hidalgo y a “hacer la revolucién antes de que la hiciera el pueblo”. Iturbide, en efecto, no quiere romper con Espafia. Hasta ofrece la Corona de México a su rey, o.a un miembro de la familia real espafiola. Pero Fernando VIL condenaré sin apelacivues la rebellion de sus subditos felo- nes de Nueva Espafia. En mayo de 1822, una sublevacién de sargentos pro- clama emperador a Iturbide, con el nombre de Agustin I. El nueva soberano es consagrado por el presidente del Con- res, y no deja de establecer una corte y dar titulos de no- bleza a su familia. Republicanos y adeptos de los borbones conspiran contra el imperio. Iturbide, que hace poco caso de la Constitucién, comete entonces el error fatal de disolver ‘un Congreso desobediente, violando asi el Pacto fundador. El general Santa Anna se “pronuncia” y lo obliga a abdi- car: Iturbide abandona de inmediato México con su familia Trata de volver en 1824, Es detenido y fusilado. El imperio habré durado 11 meses. La tentacin mondrquica se vol- verd a manifestar cuarenta aflos mds tarde y tendré el mis- ‘mo desenlace tragico. Maximiliano I, como Tturbide, cierta- mente se beneficiaba con el apoyo de los conservadores y de la Iglesia, pero el hermano de Francisco José habra come- DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 3 tido el error de ser impuesto desde el exterior por el empe- rador de los franceses Cuando Bolivar se extiende sobre la imposibilidad de instaurar la monarqufa en las Américas, omite evocar su Linico éxito, el del Imperio del Brasil, tan ajeno a las antiguas colonias espafolas. La monarquia constitucional de los Bra- ganza, en efecto, garantiz6 a la antigua colonia portuguesa més de sesenta afios de “concordia y de paz". Por eso, esa irvitante excepcién brasilenia a menudo fue minimizada por los vecinos. “El Imperio del Brasil es de hecho una democra- cia coronada”,® escribe el presidente argentino Bartolomé Mitre, admirador de la estabilidad del parlamentarismo brasileno, En efecto, en Brasil, sobre todo bajo Pedro I, el segundo emperador, sabio y fildsofo, la CAmara de Diputa- dos se halla en el corazén del dispositivo politico. Dos parti- dos, uno liberal y el otro conservador, se suceden en el go- bierno. El emperador ejerce un “poder moderador”, en principio “neutro e imparcial”, segtin las recomendaciones de Benjamin Constant, La monarquia, que legitima la cen- tralizacién de la autoridad gobernante, asegura la unidad de un pais-continente desmesurado. Es asimismo la garan- {fa de la supremacta blanca y de la economia esclavista. Es cierto que, a comienzos del siglo xix, un tercio de la pobla- cién esta constituido por esclavos, y cerca de las tres cuartas partes de los habitantes son descendientes ce africanos. Por eso el emperador no es tn simple monarca consti- tucional. De hecho, reina y gobierna. Constituye el eje cen- tral de la vida politica y la piedra angular de la sociedad. La abolicién de la esclavitud en 1888, por otra parte, acarreard Ja caida del imperio y la proclamacién de la reptiblica. Pero sin lugar a dudas, la monarquia no habia dejado sino malos recuerdos, ya que, segiin la Constitucién de 1988, los electo- res brasilefios fueron Ilamados en 1993 a escoger por refe- ® Bartolomé Mitre, Historia de San Martin, op. ci. 50. 3 ‘ATA SOMBRA DE LAS DICTADURAS rendo, entre la reptiblica y la monarquia, el régimen que conventa dar al Brasil posmilitar. LA REPUBLICA CONTRA LA DEMOCRACIA, No era suficiente expulsar a los espafioles fuera de las Amé- ricas. Las elites revolucionarias tenfan que hacer frente a miiltiples desaffos. Lo que les parecié mas urgente para asentar las bases del Estado nacién era de orden politico. Concernia a las instituciones y a la forma del gobierno. Es asf como los Libertadores son constituyentes. En su espi- ritu, la independencia no puede mantenerse en ausencia de instituciones sélidas. Por eso, en este continente, que desde el descubrimiento es la tierra de los “grandes interrogan- tes", se abre entonces un rico debate constitucional que si- gue siendo de actualidad. Los legisladores de las independencias vacilan entre to- mar en préstamo e inventar. La Constitucién de Estados Unidos y la monarqufa parlamentaria briténica son las dos referencias obligadas. Si la Convencion sirve de contraste, la Francia revolucionaria postermidoriana es también una fuen- te de inspiraciGn, Pero no siempre es fécil distinguir la trans- posicion de modelos extranjeros de la creaci6n institucional propia. Francisco Miranda, “el Precursor de las Independencias”, patriota venezolano que recorre el mundo para “aprender el El debate entre adeptos del parlamentarismo y feles de la tradici6n Presidencialista fue particularmente intenso durante el periado que siguid la caida de los regimenes autoritarios, a comienzos de I década del no- venta del siglo pasado. El referendo de 1993 en Brasil invitaba ast a los electores a proceder a una doble eleccién, entre monarquia y repablics, presidencialismo y parlamentarismo. La repiblica presidencial prevaleci6, ‘ease Jorge Lanzaro eta, Tipos de presidencialismo y eoaliciones politicas ‘en América Latina, Buenos Aires, cLacs0, 2003, DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 33 arte de gobernar” e interesar a las potencias en la indepen- dencia de la América meridional, elabors varios proyectos de Constitucién entre 1798 y 1808. Ahora bien, él considera que la finalidad de un gobierno republicano es limitar la autori- dad ptiblica con el objeto de impedir el despotismo y garanti- zar la libertad individual. Proximo a los girondinos en la Francia revolucionaria, donde fue nombrado general, en busca del apoyo financiero del Primer ministro en Londres para su expedicién emancipadora, Miranda condena el esp ritu revolucionario jacobino y sus principios “perversos”. Sus proyectos de repablica, sin embargo, pretenden no deberle nada a Europa, En su forma definitiva, el Ejecutivo central equivaldria a dos Incas, uno fijo, el otro itinerante, y ambos “responsables ante la nacién”.®* Dos cuiracas (ancia- nos, notables, en quechua) estarian ubicados a la cabeza de las provincias; los diputados del Congreso colombiano, el Parlamento continental, serian amautas (sabios). Pero tam- bien esta previsto que los dos Incas sean asisticos por dos cuestores, dos ediles y seis censores. Este mestizaje institu cional combina referencias indigenas con un andamiaje de funciones que no deja de evocar nuestra Constitucion del afo III: La referencia al mas grande imperio precolombino de América no sélo depende de un exotismo folelorico. Al transponer la emancipacién de los criollos antiespaitoles en “descolonizacién’ simbélica, el Precursor revela que en modo alguno ignora la cuestién étnica. El utopista Miranda no dejé nada librado al azar. Tam- bien fij6, en sus proyectos de repiiblica ideal, e! perfil social de los ciudadanos. Estos tiltimos deben ser propietarios de 2 Véanse Carmen L. Bohorquez, Christian Ghymers etal, El papel de Miranda y su generacn en la emancipacién ltinoarnericana.Identiad,inte- sracién regionaly gobemabilidad, Caracas, Ministerio del Focer Popular para Ja Cultura, 2006, pp. 256-260, y Augusto Mijares, El Libertador, Caracas, Aca- ddemia Nacional de Historia, 1987, pp. 145-148, Véase tambign Jacques de Cazoite, Miranda (1750-1816), Paris, Perrin, 2000, pp. 185 y 16. 3 ‘ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS. un bien o titulares de un oficio que les confiera un ingreso suficiente para “el ejercicio de la libertad”. Por lo tanto, son excluidos del sufragio los descendientes de esclavos, los ser- vidores a sueldo y todos aquellos cuyos ingresos sean insu- ficientes, Pero la ciudadanta es reconocida a las indios, pri- meros habitantes, “independientes e industriosos anteriores a la Conquista”. ¥ el Estado esta obligado a otorgarles tie- ras para que dispongan de ingresos suficientes para ser electores. La obsesién constituyente del Precursor desdichado de la independencia venezolana se encuentra con més fuerza ¥y autoridad todavia en su disefpulo y rival Simén Bolivar. El “padre de la patria” de cinco paises andinos, uno de los cua- les lleva su nombre, en efecto estima que la estabilidad poli- tica es la condicién de la independencia. Frente a la diversi- dad étnica, a la heterogeneidad social, al analfabetismo mayoritario, a la ausencia de un pasado comtin (“no somos indios ni europeos"), hay que establecer instituciones legiti- mas, sdlidas y adaptadas. Constituir la nacién es preser- varla de la “hidra de la discordante anarquia’ y de los “exce- sos de la tiranfa”, Por eso, en funcién de sus éxitos militares, ¥ también de sus estados de énimo, el Libestador propone a cade repdbiica un proyecto de ley fundamental susceptible de garantizar “su felicidad’. Sin embargo, més alla de las inflexiones circunstancia- les, un cuerpo de doctrina y lineas de fuerza permanentes atraviesan todos estos proyectos. Ante todo, Bolivar es hos- til a la “libertad ilimitada” y a la “democracia absoluta”,” por naturgleza caprichss y efimera, + Francisco Miranda desembareé dos veces en Venezuela al mando de una expedicién “libertadora’, en 1806 y en 1810. Dos veces vencido por las ‘topas realistas, es detenido por Bolivar cuando se disponia a abandona el pals, Entregado a los esparoles,terminars su vida en prsién, en Cadiz, » Simon Bolivar, “Discours inaugural”, op. it. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 3 Cus es el gobierno democritico que ha reunido a un tiempo poder, prosperidad y permanencia? ¢¥ no se ha visto por el contrario a la aristocracia, la monarquia cimentar grandes y poderosos imperios por siglos y siglos? ¢B1 Imperio Romano ro conquisté la tierra? Ibid, > Simén Bolivar, “Discours inaugural’, op. cit 38 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS var, por lo que a él respecta, demuestra ser miltiple. Su pen- samiento, segtin la fortuna de las armas y las vicisitudes de la causa que defiende, oscila entre un oportunismo tactico y un mesianismo roméntico. Pero siempre habla en nombre de los criollos. Su creatividad constituyente no tiene otras finalidades que garantizar la independencia de las nuevas repiblicas y su orden interno, es decir, la dominacién de la elite blanca a la vez contra la metrépoli colonial y frente a las clases populares mestizadas. “Nos hallamos en el con- flicto de disputar a los naturales los titulos de posesién y de mantenernos en el pais que nos vio nacer ~dice a los repre- sentantes venezolanos en Angostura-; asi, nuestro caso es el més extraordinario y complicado." Las Constituciones ideales del Libertador no provocaron la adhesion de sus dadanos. La Constitucién bolivariana de la propia Bolivia fue répidamente des geda y se volvié a formas me- nos complejas de gobienuu 100! ‘que autorizaban la ovaciéa periodica de las autoridades supremas. “Los proyectos de Bolivar fueron rechazados porque no tenfan ningtin antecedente ni en América del Norte ni entre los te6- ricos del liberalismo francés”,* comenta Indalecio Liévano Aguirre. El precedente haitiano, por sublime que fuera, no era suficiente. El préstamo extranjero prevalecié sobre la in- novacién; los liberales prevalecieron sobre los bolivarianos. El 1° de marzo de 1830, cuando toda la América del Sur espaiola es ya independiente, Bolivar, consciente de haber fracasado en unir a los pafses que contribuyé a liberar y en dotarlos de un Poder Ejecutivo solido, presenta su dimisién cone jefe supremo de la Gran Colombia y renuncia definiti- vamente al poder. En una de sus tiltimas cartas traza un ba- lance amargo de los veinte afios durante los cuales, en un 2» Simon Bolivar, “Discours inaugural’, op. cit. Indalecio Ligvano Aguirre, Bolivar, Caracas, Academia Nacional de Historia, 1988, p. 249. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 39 cuarto del continente, condujo la lucha emancipadora: “Amé- rica es ingobernable [...]. El que sirve una revolucién ara en el mar (...]. Este pais caerd infaliblemente en manos de una multitud desenfrenada, para pasar después a tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas".* En otra regién del subcontinente, otro general escritor y politico, Bartolomé Mitre, que treinta afios més tarde fue presidente de la Reptiblica Argentina, al evocar las luchas de la independencia y la construccién nacional, parece res- ponder al Libertador cuando escribe, con una franqueza su- premacista sin tapujos: Desmintiendo los siniestros presagios que la condenaban a la absorci6n por las razas inferiores[...], la raza criolla, enérgica, elistica, asimilable y asimiladora, las ha refundido en sf, eman- cipandolas y dignificindolas, y cuando ha sido necesario, su- primiéndolas. y asf ha hecho prevalecer el dominio del perior con el auxilio de todas las razas superiores del mundo, aclimatadas en su suelo hospitalario, y de este modo el go- bbierno de la sociedad le pertenece exclusivamente.”* La repiiblica prevalecia sobre la democracia. COMO EXCLUIR AL. PUEBLO SOBERANO? En el curso de los dos decenios de sublevaciones y de gue- rras, algunos mestizos se convirtieron en oficiales en los ejércitos revolucionarios. Se promulgaron leyes en favor de la liberacién de los esclavos, y hasta de la abolicisn de la » Simén Bolivar, “Lettre de Barranquilla au général Juan José Flores’, 9 denovierbre de 1830 [orig esp.:*Cartaal general Juan José Flores, Jefe del Ecuador’, en Doctrina del Liberador, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1976), 3 Bartolomé Mitre, Historia de San Marti op. cit, p. 53 0 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS esclavitud, Se otorgaron derechos de ciudadania a los in- dios. Pero esta “noche del 4 de agosto” americana no dejé relucir mas que objetivos lejanos de igualdad y de libertad. Las perturbaciones de las relaciones sociales no borraron tres siglos de colonia. En la América colonial, las sociedades son rigidamente Jjerarquizadas y excluyentes. La cumbre de la pirimide esté ocupada por los blancos; la base, por los habitantes de co- lor, que son los tinicos que trabajan con sus manos y pagan el tributo. Como observaba Humboldt, que visité el conti nente en los primeros afios del siglo xix, es el color de la el que determina la posicién social.” “Todo blanco es no- ble”, o se cree tal, dice. Para acceder a los cargos, a las dig- nidades civiles y militares, e incluso a la Universidad, hay que probar su limpieza de sangre, la ausencia de mezcla ra- cial de su familia. Entonces, con respecto a esto, a la ma- nera de ver de los “peninsulares”, los criollos de antiguas extracciones son particularmente sospechosos. Asf, se emi- ti6 la hipétesis de que el ardor revolucionario y antiespafiol de Simén Bolivar no carecia de relacién con el rechazo de la Corona de atribuir un titulo de nobleza a su familia en vir- tud de una presunta “mancha’ en su arbol genealégico...# En virtud de esa puntillosa “pigmentocracia” colonial, a segregacién es legalmente instituida. Los indios son ex- cluidos de la educacién; los mestizos, arrinconados, salvo excepciones, en el ejercicio de las “artes mecanicas”. Leyes » Alexander-von Humboldt, Voyage dans 'Amérigue, op. cit, p- 239. Para Lestudio de casos de una sociedad colonial y de sus supervivencias contem- ppordieas, véase Osvaldo Hurtado, Las costiombres de ls ecuatorianes, Quito, Planeta del Ecuador, 2006, “© En la Espatia de la Reconquista, la “pureza de sangre” era un con- cepto estrictamente religioso. Los ascendientes “impuros” eran judios © ‘musulmanes. En las colonias espafiolas de América, los criterios de la Him. pieza son éinicos y raciales * Una de sus abuelas seria hija de una madre india. Véase Augusto Mi- Jares, El Libertador, op. eit, p.15. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA 4 suntuarias prohtben que los indigenas y los esclavos, asi fuesen liberados, lleven la misma ropa que los blancos. Evi- dentemente, la justicia no es idéntica para los “naturales” y para la “gente bien” (la gente principal). Un inismo delito es sancionado con una multa 0 un castigo corporal segtin el color. También es cierto que el respeto a la ley no es una obligacién para los blancos, sino mas bien un ideal lejano, porque viene de lejos y casi no es aplicada sino cuando afecta a los intereses de los preponderantes de la colonia. Uno se inclina ante la voluntad real sin por ello ponerla en practica. Es asi como la voluntad de los sucesivos sobera- nos espaioles de proteger los derechos de sus stibditos in- dios mediante leyes apropiadas fue letra muerta, Del mismo modo, desde la conquista, el desvfo de una institucién, la encomienda, destinada a evangelizar a los indios y a recau- dar el tributo, permitié que los notables espafioles se apro- piaran de las tierras ¢ impusieran el trabajo forzado a sus ‘ocupantes. La primera fase de concentraci6n de la propie- dad surgié de esta usurpacién tolerada. La rigidez y la naturaleza étnica de las estructuras so- ciales, la concentracién de la propiedad y el débil imperio de la ley son otras tantas caracteristicas de las sociedades colo- niales, que la generosidad retérica de las revoluciones de in- dependencia no ha abolido en modo alguno. El dilema, para las elites criollas, es tanto mas dramdttico cuanto que la sobe- rania del pueblo es la tinica fuente de legitimidad de las nue- vas repiblicas. En consecuencia, deben encontrar las vias y los medios de excluir al pueblo de la eleccién de los gober- nantes sin renegar de los principios de la democracia repre- sentativa. Como escribia Juan B. Alberdi, uno de los pensa- dores politicos de la “organizacién nacional” argentina a mediados del siglo xv: El problema del gobierno posible en la América antes espa- fiola [,..] consiste en elevar nuestros pueblos a la altura de la 2 ALLA SOMBRA DE LAS DICTADURAS forma de gobierno que nos ha impuesto la necesidad [...] en hacerlos dignos de la repablica, que hemos proclamado, que no podemos practicar hoy ni tampoco abandonar.*? En otras palabras, para las elites liberales sudamericanas la de- mocracia es imposible si se tiene en cuenta el estado de la so- ciedad, pero es irreemplazable, e imperativamente es preciso reivindicarla, Permanezcamos en Argentina. En el seno de la clase po- Iitica ilustrada la que llev6 al pafs a la prosperidad del Cen- tenario, en 1910-, se comprueba una hostilidad resuelta con respecto al sufragio universal. El afio de la promulgacién de tuna Constitucién que va a aplicarse a lo largo de todo un siglo, ese mismo Alberdi escribe: “El sufragio universal [...] trajo la intervencién de la chusma en el gobierno [...Jel voto electoral de la chusma [...] pertenece por afinidad a todos los despotismos”.* Por cierto, él reconoce que el sistema electoral es “la Ilave del gobierno representativo”, pero espe- cifica de inmediato: “Elegir es discernir y deliberar [...]. Ale- Jar el sufragic de smanos de la ignorancia y de la indigencia es asegurar la pureza y acierto de su ejercicio”. Su compa- triota Eduardo Wilde resumiré treinta afios més tarde: “El sufragio universal es el triunfo de la ignorancia universal”. El liberalismo elitista, por lo tanto, pretende conciliar la democracia y la exclusién politica en nombre de las luces y las capacidades. La doctrina fue expuesta con una admira- ble franqueza por un contemporineo de Alberdi, Esteban Echeverria: * Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organizacion de la Republica Argentina (1852), Buenos Aires, Eudeba, 1966, p. 54, “Juan Bautista Alberdi, Elementos de derecho politico provincial (1853), citado por Natalio Botana, El orden conservador, op. cit, p63 * Declaracién de Eduardo Wilde, ministo del Interior del presidente JuSrez Celman (1886-1890). Véase Roberto Etchepareborda, La revolucidn argentina del 90, Buenos Aires, Budeba, 1966 DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA, a La raz6n colectiva sélo es soberana, no la voluntad colectiva [J De aqui resulta que la soberania del pueblo sélo puede residir en la razén del pueblo, y que s6lo es llamada a ejer- cerla la parte sensata y racional de la comunidad social. La democracia, pues, no el despotismo absolusto de les masas, ni de las mayorfas, es el régimen de la raz6n.* El ntimero no hace a la raz6n, como escribe Guizot casi en la misma época.* “Es la capacidad la que confiere el dere- cho”, y la representacién tiene por finalidad “extraer del seno de la sociedad la raz6n publica, la tinica que tiene el derecho de gobernar”. La reptiblica utopica da paso al or den impuesto por la capacidad. Puesto que la igualdad politica es un objetivo lefano, ante todo hay que “educar al soberano”, es decir, el pueblo, para que pueda garantizar la preponderancia de los “mejo- res” y prepararse asf para sus responsabilidades futuras. Mieutras tanto, como ese pueblo es por naturaleza incom. petente para la libertad politica, no se le deben conceder més que libertades civiles, que, claro est, son el funda- mento del resto de las libertades.” La desconfianza de las elites dirigentes argentinas hacia Ja “vil multitud” permitirfa esperar el establecimiento de tuna repiiblica censitaria en Argentina. Sin embargo, la ley fundamental de 1853 establece un sistema democratico y representativo inspirado en la Constituci6n de Estados Uni- dos. La igualdad juridica de los ciudadanos es alli solemne- ‘© Esteban Echeverria, Dogma socialist y otras pdginas polticas (1846), Buenos Aires, Estrada, 1948, p. 157. ‘En Frangois Pierre Gulzot, Origines du gouvernement représentatif en Europe (1855), citado por Pierre Rosanvallon, Le Sacre ds citoyen, op. ci, . 304, “© Véase sobre este punto Juan Bautista Alberdi, Sistema econdmico y rentstico de la Confederacian argentina segin la Constitucién de 1853, Bue ‘n0s Aires, Raigal, 1954, “ ALASOMBRA DE LAS DICTADURAS mente proclamada. Los diputados son elegidos por sufragio directo; el presidente y los senadores, en dos grados. Pero ninguna medida asigna condiciones particulares de ingre- sos 0 de instruccién al derecho de voto para poner al “régi- men representativo a resguardo del poder del mimero”. La seleccién de los “mejores” y de los “més capaces”, es decir, en la logica social del liberalismo oligarquico, de los posee- dores de la riqueza, del prestigio y de la “experiencia polf- tica”, no es sino mas dificil e incierta, porque los rituales democraticos son indispensables para la legitimidad de los dirigentes y los plazos electorales deben ser escrupulosa- mente respetados. Para garantizar la victoria electoral de los representan- tes de la “raz6n politica”, por lo tanto, los gobernantes se ven inclinados a utilizar medios probados... que la concien- cia democratica reprueba. En teoria, el sufragio masculino ¢s universal, pero el escrutinio no es ni secreto ni obligato- rio y la inscripcién en las listas electorales depende de la fuena voluntad de las autoridades. Para asegurarse una “buena elecci6n”; por lo tanto, se recurre al arsenal variado ¢ imaginativo del fraude electoral. Los votos seran arranca- dos a punta de fusil. o mis paciticamente comprados, pero cuando ia intimidacién y el reclutamiento pagado ya no basten, se aplicardn métodos més sofisticados. Es asi como se hace votar a los muertos 0 a los electores ausentes, se “co- rigen" las planillas, ¢ incluso en ocasiones se simulan elec cones... sin electores, Es cierto que una abstencién elevada se opone al “interés nacional” y que para la prosperidad de una gran repiblica moderna es indispensable que los go- bernados den su consentimfento a las consultas electorales, ast scan parédicas. En el otro extremo del continente, México, inmediata- mente después de la independencia, es una sociedad ar. caica, podria decirse de antiguo régimen, muy fragmentada, en la cual los indigenas son tres veces mas numerosos que DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA. 45 1os blancos criollos, que constituyen menos de un quinto de la poblacién total. Sin embargo, después de la caida del im- perio de Iturbide, la “soberania del pueblo” se impone como el tinico fundamento del nuevo Estado, cuando no hay “ pueblo ni nacién’”,* explica Frangois-Xavier Guerra. El vi rreinato de la Nueva Espafa, en efecto, no era mis que una divisién administrativa sin unidad ni identidad comin, que se extendfa del norte de California a América Central. Ade- més, en el seno del movimiento de emancipacién, el culto a Ja Virgen de Guadalupe esta cerca del espfritu de las Luces y de la admiracién por la Francia revolucionaria. No obs- tante, la referencia democratica es compartida por todos. Hasta los conservadores y los clericales, mal que les pese, sélo pueden ser “liberales” y comulgar con el principio de la soberania popular, a falta de cualquier otro. La Constituci6n de 1857, liberal y laica, deroga por lo tanto los privilegios de la Iglesia y del Ejército, heredados de Ia colonia, ¢ instaura un gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. A pesar de “la ignorancia de la mayoria de la poblacién’”, México adopta ademas el sufragio univer. sal masculino sin restriccién. Pero como en Argentina, los escrutinios son manipulados, ocasionalmente meros siru- lacros sin electores, y siempre ganados por el gobierno, so- bre todo durante el largo reinado del presidente “liberal” Porfirio Diaz (1876-1910). Sin embargo, auncue las eleccio- nes son ficticias, no es posible abstenerse de ellas “para pro- ducir la voluntad del pueblo”. En cambio, nunca sirven para garantizar la alternancia pacifica de los equipos en el poder, como testimonia la revolucién de 1910. Las elites, en México, participan de una cultura ajena a la gran mayorfa del pueblo, cuya representacion simbélica “+ Frangois-Xavier Guerra, Mérico: del Antiguo Régimen a la Revolucién, op. cit. p- 192. # Ibid. p. 42. 46 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS aseguran, La democracia piramidal y metonimica esté aqui en su apogeo, teniendo en cuenta la amplitud de la base y el alejamiento de la cumbre que supuestamente la representa, Parece inscrita en la naturaleza de las cosas. La transferen- cia de la modernidad representativa y liberal en un medio tradicional acarrea asi la confrontacién de una minoria de individuos “ilustrados” con una sociedad mayoritariamente compuesta de actores colectivos (comunidades indigenas, haciendas, pueblos, clientelas y clanes) de antiguo régimen 3° La ficcidn representativa y democratica contribuye, en el México republicano como en las otras repuiblicas hispani- as, a garantizar mediante sus rituales y sus referencias la educacién civica y la formacién politica. Pero la distancia entre la teorfa constitucional y la realidad social sigue sien- do sideral. Al menos visualmente, parece mas débil en una ‘monarquia constitucional. En el Brasil imperial, es el mo- narea el que colma, en cierta medida, el foso entre el dere- cho y la practica. El pueblo (eselavos excluidos, por su- puesto) confiere la legitimidas, el empesador encarna la nacién. Fl pueblo vois, el emperador decide. El “poder mo- derador” asegura la alternancia de los dos partidos (liberal y conservador) en el poder. Asf, en una suerte de régimen representativo al revés, el emperador designa un presidente del Consejo de Ministros, éste organiza elecciones y los, electores le dan una mayoria para gobernar3! Las autoridades nunca pierden las elecciones, pero las apariencias de la modernidad parlamentaria estan a salvo, La llave de la eleccién en 2! nivel local es la composicisn de ia mesa electoral (a mesa eleitoral): la mesa hace la eleccién, En efecto, ésta establece las listas de electores, decide la vali dez de los sufragios y, si es necesario, rectifica los resultados del escrutinio. Por otra parte, el voto no es secreto. Las elec- £8 Francois Chevalier, Lamérique latine, op. it, p. 551 % Raymundo Faoro, Os donos do poder, op. eit. p. 395. DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA a7 ciones, por lo tanto, estén completamente trucadas, pero Brasil no deja de gozar de un régimen representativo plura- lista. ¥ la alternancia entre partidos nacionales esta garan- tizada por la autoridad “moderadora” del emperador. Este “teatro de sombras”® participa en un proceso de acultura- cién democratica: la competencia ilusoria contribuye a “educar al soberano” en el Brasil imperial. Con la instaura- cin de la reptblica en 1889, el poder local se volveré omni- potente: la politica de los gobernadores establecers el par- tido Gnico en cada Estado federado. El sufragio sera en adelante universal (para los hombres), pero los analfabetos serdn privados en forma duradera del derecho de voto. Y lo seguiran siendo, en principio, hasta 1988. LA DEMOCRACIA, NECESARIA E IMPOSIBLE La democracia, ese régimen en el que el pueblo ejerce la soberania, es por tanto indisociable de la formacién de los Estados independientes de América Latina. Pero los grupos dominantes tienen como objetivo principal lo que entonces se llamé la “construcci6n del orden”. Con este objeto se es- forzaron por preservar la legitimidad fundacional, al tiempo que, en nombre de la raz6n politica, evitan los desbordes de Ix multitud. Por eso, la cuestién central que se plantearé a lo largo de todo el siglo x1x, con un trasfondo de obsesién ante un maremoto popular, no es otra cosa que la de la adaptacién de las instituciones representativas a las socie~ dades latinoamericanas. No es sorprendente que las Constituciones escritas y las Constituciones vividas no coincidan. América Latina, conti- 5 Segin la {6rmula de José Murilo de Carvalho, “Teatro de sombras, 2 politica imperial’, en A constitwigdo da orden. Teatro de sombras, Rio de Janeiro, Civilizao brasileira, 2003, 8 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS nente con poblaciones heterogéneas, donde el “conquista- dor” blanco es en todas partes minoritario, sigue estando profundamente marcada por el traumatismo de la Conquista ¥ la matriz esclavista, Los europeos sometieron a poblacio- hes cuyo cardcter humano, ocasionalmente, pusieron en uda, mientras que transferfan de Africa a millones de hom- bres y mujeres expropiados de su humanidad. Esta herencia colonial de jerarquéa racial y de segregacion étnica evidente- mente no se disips como por encanto en contacto con los va~ lores liberales. En especial cuando el darwinismo social y las teorias sociobiolégicas de moda en la época positivista toma- ron el relevo, Si la diferencia entre el pueblo y las elites nobi- liarias en Francia, en visperas de la revolucién, era no solo econémica y cultural sino de naturaleza “antropolégica"? a fortiori lo era en estas Américas, donde se la lefa en el color dela piel. Frente a esta distorsién entre las estructuras sociales y Is ideologta republicana, el “pats legal” y el “pats real”, dos actitudes se oponen: Muy esquemdticamente, los “idealis- tas” frente a los “pesimistas” Los primeros son reformadores, que creen en la supe- rioridad del derecho y los derechos. Por lo tanto, aspiran a crear las condiciones sociales del ejercicio de las libertades. Mediante la difusién de la instruccién, desean reducir las desigualdades e inculcar a todos una cultura de igualdad civil. Los “pesimistas” son conservadores, que aceptan la sociedad tal como es y no estan lejos de considerar que todo Jo que es real es racional. Por lo que a ellos respecta, y sin Preconceptos, sostienen regimenes no democraticos si les Parecen mejor adaptados a las realidades sociales. Para apuntalar su doctrina, invocan de buena gana a los Liberta- dores. Algunos escritos de Bolivar, privados de su contexto, en efecto parecen llevar agua a su molino. ¢Acaso no desed © Como observa Pierre Rosanvallon, Le Sacre di ctoyen, op ett, p. TT DE LAS DEMOCRACIAS DE LA PRIMERA OLA fervientemente, mas que “instituciones liberales, fectas (...] los cuidados de gobiernos paternales ; dectaré que “América es ingobernable"? José de San Martin, tan desengafiado al final de su vida como su ilustre rival, gno expres6 desde su lejano exilio francés el mismo escepti- cismo respecto de la democracia: “Yo miro como bueno y legal -escribe desde Grand-Bourg- todo gobie:no que esta- blezca el orden de un modo sélido y estable”? E incluso en la misma época: “Nuestros paises no pueden, al menos por muchos afios, regirse de otro modo que por gobiemos vigo- rosos, mas claro: despéticos” S$ Fortalecidos por esas cauciones sacralizadss, una gran cantidad de especialistas en derecho publico, a menudo asa~ lariados, a lo largo de todo el siglo xx -e incluso durante la primera mitad del siglo siguiente elogiaron las virtudes del “gendarme necesario” y del “cesarismo democratico" 5 Es- tos aduladores de las dictaduras denunciarén en nombre del realismo las "Constituciones de papel” y las “mentiras convencionales” del liberalismo. Adeptos de una interpreta- cidn resueltanente esencialista e inmévil de la "sociologia hispanoamericana’,,” segtin la expresin de Augusto Mija- res, ellos estiman que los pueblos del continente tienen una tendencia “innata” a la anarquia y sufren de una “incapact- dad politica radical”. Como consecuencia de esto, el autori- Ono ferent, sare las rece cara ats ae hy 28 Tony dtm apn nes ce ne wth mite cee oct asc ean e 50 ALA SOMBRA DE LAS DICTADURAS tarismo seria una “fatalidad étnica”, y la constitucién efec- tiva de estas repiblicas no puede ser sino “la dictadura [...], gobierno adecuado para crear el orden interior, desarrollar las riquezas y poner coto a las castas enemigas”. Otro argumento fue desarrollado contra la democracia Por estos doctrinarios del realismo. Fue muy utilizado hasta una fecha reciente, y se refiere a sus origenes extranjeros, importados y, por lo tanto, supuestamente inadaptados a la singularidad de América Latina. Pero el nacionalismo insti- tucional de estos intelectuales organicos de los autoritaris- ™mos no es mas que la tapadera de una defensa encarnizada del orden existente, de las relaciones de dominacién rigi- das, de las desigualdades acumulativas. Preocupados por Justificar los regimenes de hecho, condenan todo cambio social que amenace con transformar a los dominados en ciudadanos, y de este modo prueban a contrario el poder li- berador de la democracia. + sep ensaysa porno Fracico Gra Calder, es Dino Toa a chinese .prefacio de Raymond Poincaré, Paris, Flammarion, PIP aap as daria nas ceca eaves we teca Ayacucho, 1979]. — I LA CIUDADANIA EN UN CONTINENTE AUTORITARIO LOS DIRIGENTES DE LAS INDEPENDENCIAS tuvieron que hacer frente a elecciones dificiles, cuando no imposibles. Un solo punto no era discutible: la soberanfa del pueblo como tinica fuente de legitimidad. Pero las guerras de emancipacién se habfan transformado en luchas intestinas. Como las ambi- ciones personales habfan agravado los enfrentamientos re- gionales, los defensores del statu quo, una vez vencidas las tropas espaiiolas, se vuelven contra los partidarios de las li- bertades republicanas. Los revolucionarios se desgarran entre ellos. Entre anarquia y tirania, a los regimenes representati- vos les cuesta mucho trabajo encontrar sus cimientos. Algu- nos de los observadores mas liicidos de la época concluye- ron que la democracia habia fracasado en el subcontinente latino. Cosa que la historia ulterior no parecié invalidar, por otra parte. Al analizar la primera democracia de los tiempos mo- dernos, Tocqueville insiste en la importancia decisiva del “estado de la sociedad” para el “mantenimiento de la repai- blica” en Estados Unidos. Si su establecimiento es sin duda funcién de causas “accidentales y providenciales”, sin em- bargo no cree en las supuestas causas fisicas del arraiga- miento de la democracia en América. Una comparacién con el sur del continente le brinda la prueba de este: éEn qué porcién del mundo se encuentran desiertos ms férti- les, rfos mas grandes, riquezas mis intactas y més inagotables que en América del Sur? Sin embargo, América del Sur no 3

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