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HISIORIA
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AH tîgvo 32
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HISTORIA
^MVNDO
Αιτπανο
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
Págs.
Bibliografía.................................................................................................................. 54
Las monarquías helenísticas II. Los seleúcidas
I. La formación de la monarquía
seleúcida
Fue esta idea unitaria de Pérdicas fue alcanzado y reducido por Antigo
la que le llevó, a comienzos de 321, a no. Entregado por sus tropas, fue con
com batir a Ptolom eo hijo de Lago denado a muerte. Esto sucedía en el
por su actitud independiente en Egip 316. Su desaparición significó para el
to. En esta cam p a ñ a se produjo una vencedor la extensión de su poder a
conjura en su estado mayor a resultas la práctica totalidad de Asia. El propio
de la cual fue asesinado. M ientras Seleuco se vio constreñido a ab a n d o
tanto, moría tam bién Cratero en una nar Babilonia, refugiándose en Egip
confrontación con Eumenes, a quien to junto a Ptolomeo. El afán de recu
Pérdicas había confiado los asuntos perar lo perdido convirtió a Seleuco
de Asia Menor. en uno de los principales artífices de
La muerte de ambos personajes hizo la coalición contra Antigono.
necesaria u n a nueva reunión de los Seleuco p erm a n ece ría en Egipto
generales macedonios, celebrada ese desde 315 a 312, pues a finales de este
mismo año en Triparadisos, en Siria último año se había aposentado de
septentrional. En ella se confirió a nuevo en B ab ilo nia ap ro v echand o
Antipatro la regencia en calidad de los m om entos difíciles por los que
epimeletes de los reyes, procediéndose pasaban los Antigónidas tras la victo
a una redistribución de las satrapías ria de Ptolomeo sobre Demetrio en
asiáticas. Fue entonces cuando se otor Gaza. A continuación, se encam inó a
gó a Seleuco, que no había detentado las satrapías iranias, en poder de A n
todavía un gobierno territorial, la sa tigono tras su victoria sobre E u m e
trapía de Babilonia y se encargó a nes, con intención de someterlas a su
Antigono el Tuerto com batir a E u m e poder. Antigono intentó neutralizar
nes de Cardia que tras la muerte de esta am enaza aprovechando un pe
Cratero se había apoderado de gran ríodo transitorio de tranquilidad en
parte de Asia Menor. Se le nom bró los territorios asiáticos occidentales,
para ello estratego de las fuerzas rea tras la paz concertada en 311 con el
les, confiriéndole así el m an d o sobre resto de los Diádocos. Aunque se des
los ejércitos del Imperio,y estratego conocen los porm enores de este en
de Asia, que le transmitía plenitud de frentamiento, en la batalla habida en
poderes en los asuntos asiáticos. Los tre am bos Seleuco resultó vencedor,
demás quedaron confirmados en sus debiéndose proceder a la firma de un
territorios. Triparadisos significa, así, tratado de paz por el cual Antigono
un golpe mortal en la ideología y rea renunciaría a los territorios iranios.
lizaciones de Alejandro Magno. Ciertamente, como señala E. Will (His
Poco después se produjo en el 319 toire politique du monde hellenistique I
la muerte de Antipatro que abrió un p. 58), tal tratado se concertaría en el
período de crisis de enorme com pleji 308 fecha a partir de la cual vemos ac
dad. Dejando a un lado los im portan tu a n d o librem en te a ca d a u n o de
tes hechos acaecidos en M acedonia o ellos, Antigono en la zona occidental
los protagonizados por Ptolomeo, en de Asia y Seleuco en la oriental. Por
Asia, co ntinuaba el enfrentam iento lo demás, como expresión de esta so
entre Antigono y Eumenes. Éste se beranía absoluta sobre aquellos terri
había apoderado por la fuerza de las torios, Seleuco se proclam ó rey algún
arm as no sólo de Asia Menor, sino, a tiempo después, como por las mismas
partir del 318, de Fenicia, arreb atán fechas —305/-4— hicieron el resto de
dole así a Ptolomeo las conquistas los Diádocos, primero los Antigóni
efectuadas allí. Posteriormente, se e n das —en 306— y después Ptolomeo,
caminó al Irán donde se vivía u na si C asandro y Lisímaco.
tuación agitada, producto de las riva Los años posteriores estarán m ar
lidades entre los sátrapas iranios, pero cados por una intensa actividad a
Las monarquías helenísticas II. Los seleúcidas 9
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Al lago de Aral
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FERGANA
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(Samarcanda)
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•A le ja n d ría Marglana
(Merv.)
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«Alejandría •A le ja n d ría (Kandahar)
Drangiana ^ /
□ ra n g ia n a ^
y
Al golfo de Omán
/
Los reinos greco-bactrianos
14 Akal Historia del M undo Antiguo
militares, por u n a parte y por otra a Irán, donde se había erigido rey Se
través de acatividades com plem enta le u c o I— h a c ia las o c c id e n t a l e s
rias como, por ejemplo, fundaciones —Siria y Asia M enor—. escenario de
urbanas, con una finalidad prim aria las contraposiciones de intereses en
mente defensiva, pero de gran tras tre las tres dinastías helenísticas. Los
cendencia por su eficacia en la conso Selúcidas, así, subordinaron los inte
lidación de la influencia griega. De reses del Irán a los de su política m e
todo ello, no obstante, nuestra infor diterránea, hecho funesto cuyas con
mación es escasa y muy difusa. De to secuencias no tardarían en revelarse.
das formas, parece que las activida A band onaron la política propugnada
des militares estuvieron encam inadas por Alejandro, quién com prendió a
al fortalecimiento de un limes septen la perfección que un dom inio sobre
trional, aprovechando elementos ya aquellas regiones no podía efectuarse
puestos por Alejandro, dirigido a pro sobre base m acedonia exclusivamen
teger los territorios seleúcidas no sólo te. razón por la cual pretendió la fu
contra ataques de tribus nómadas sino sión de griegos e iranios. Conviene
contra los de un estado massageta, resaltar de todos modos que la «occi-
conform ado sólidamente en torno a dentalización» del Imperio con los
los cursos inferiores de los ríos Oxos primeros Seleúcidas no se realizó de
y Iacartes, es decir, al N. de la satrapía repente y ni siquiera de una manera
de Sogdiana. plenam ente consciente, sino que tuvo
Por lo demás, fue necesaria una p a lugar por el discurrir de los aconteci
cificación interna, pues del mosaico mientos. Así, tras la primera fase de
de pueblos sometidos siempre hubo su reinado, consagrado por Antíoco a
alguno con pretensiones independen- las regiones orientales del Imperio,
tistas, apenas percibía disensiones in fue llamado por Seleuco para enco
ternas entre los conquistadores o la m endarle la totalidad de las posesio
existencia de dificultades por la pre nes asiáticas tras la anexión de la p ar
sión de los pueblos nóm adas del exte te reten ida po r Lisímaco, u na vez
rior del Imperio. En esta panorám ica muerto éste en Corupedión (281). La
no es de extrañar, pues, que los pri desaparición, algo después, de Seleu
meros seleúcidas se dedicaran a ase co obligó a Antíoco a perm anecer en
gurar las comunicaciones a lo largo Occidente donde debió ocuparse de
de la gran vía real aquem énida que los acontecim ientos allí desarrolla
unía estas regiones entre ellas y con dos. No sabemos si alguno de sus dos
Occidente, mediante la im plantación hijos —Seleuco o Antíoco— fue n o m
de colonias militares. Se resaltaba así brado corregente de las satrapías su
un objetivo preponderantem ente mi periores como el propio Antíoco I lo
litar —frente a una política más hele- había sido. Solo volvemos a encon
nizante como la practicada en otros trar testimonios de presencia real en
lugares del Imperio Sclcúcida, Siria, Irán con Seleuco II entre los años
Mesopotamia, incluso M edia— dado 230-227. Queda, por tanto, de m an i
que tales regiones eran no solo im fiesto que los Seleúcidas a partir del
portantes por su población, recursos, 283 descuidaron de hecho, lo cual no
etc., sino por las conexiones hacia implica intencionalidad el Irán. La
Asia Central y el Indo. p érd id a de las regiones o rientales
Todas estas medidas no enm asca producida posteriormente sería, pues,
ran, sin embargo, un hecho fun da en definitiva, consecuencia de las ri
mental, cual es, que a partir de Ipsos validades surgidas entre los herede
(301) el centro de gravedad del Im pe ros de Alejandro.
rio Seleúcida se desplaza desde las re La autoridad seleúcida fue cuestio
giones orientales —M eso potam ia e nada pronto en regiones como Pérsi-
Las monarquías helenísticas II. Los seleúcidas 15
tos clavas de esta guerra sería el dilu cia siquiera en las satrapías orienta
cidar si se produjo una intervención les. Ya hemos visto de qué modo re
de Antigono G ónatas jun to a Antíoco sultó afectada la zona occidental tras
II contra Egipto, en cuyo marco se ce la segunda guerra siria. Hay que ad
lebraría la misteriosa batalla de An vertir, no obstante, que este era tam
dros que, según M omigliano (CL Q bién el escenario en el que se movía
XLIV, 1950, p. 113), tuvo lugar en 258, el joven reino de Pérgamo. Quizá la
en la cual el rey m acedonio salió vic situación del monarca seleúcida, com
torioso sobre la flota egipcia. A falta plicada por el conflicto con Egipto,
de una docum entación clara sobre la permitiera a su rey Eum enes I exten
cuestión, justificativa de la dispari der su influencia hacia el Sur por el li
dad de criterios existentes al respecto, toral, aún sin participar en la guerra.
el estudioso francés opta por dejarla La co nfirm ación de esto, obtenida
en suspenso a la espera del hallazgo por vía de las acuñaciones, nos per
de nuevos testimonios que pu ed a n mite constatar cómo enclaves eolios
zanjarla en sentido positivo o negati habían pasado a la órbita pergame
vo con un margen de fiabilidad ra na, pese a estarlo en la seleúcida en
zonable. los primeros años del reinado de A n
Los éxitos seleúcidas determ inaron tíoco II.
que los egipcios tuvieran otras pérdi Por lo que respecta a las posiciones
das en el litoral minorasiático. Así Jo- seleúcidas en el litoral anatólico sep
nia había vuelto a dom inio seleúcida, tentrional, pudieron mantenerse, so
como hemos m encionado, a conse bre todo en la región de los Estrechos
cuencia de la revuelta de Ptolomeo de y Tracia, pese a la inquietud que ello
Éfeso. Lo mismo cabe señalar de en despertaba en Bitinia. Ciertamente,
claves costeros de Cilicia y Panfilia. sabemos a través de las m onedas de
El retroceso del poderío lágida en el las operaciones efectuadas porA ntío-
Egeo y costas anatolias determ inó la co II en aquellas regiones —donde
firma del tratado de paz entre am bas incluso entró en conflicto con Bizan-
potencias en 255 ó 253, cuyas cláusu cio— sin que tengamos información
las, sin embargo, desconocemos prác sobre las motivaciones que im pulsa
ticamente. Tan sólo sabemos que en ron tales campañas. Pueden hacerse
él se recogía la concertación de un especulaciones de diverso estilo. Qui
matrimonio, tendente a fortalecer los zá estuvieron dirigidas a impedir una
acuerdos, entre Antíoco II y Berenice, am pliación de la influencia ptolemai-
hija de Filadclfo, d e b ie n d o el rey ca en tales zonas, dado que. además,
para ello rep ud iar a Laódicc. Este existe constatación de la existencia de
acuerdo, cargado de consecuencias b u e n a s re la cio n es entre B itinia y
políticas que se percibirían posterior Egipto. Quizá pretendiera Antíoco II
mente, conllevó, al parecer, para los con su presencia dar testimonio de
Seleúcidas, además de la espléndida que recogía los teóricos derechos he
dote aportada por la egipcia, la re redados de Seleuco I. Quizá, incluso,
nuncia a sus aspiraciones sobre Cele- fue requerida su ayuda para luchar
siria. Por otro lado, el restablecimien contra los celtas, los cuales desde h a
to de la autoridad de Antíoco II sobre cía tiempo desarrollaban por dichos
el litoral minorasiático sería de d u ra contornos sus correrías. De todas for
ción efímera. mas, el balance obtenido por el rey
La actividad de este m onarca estu no fue sino someter a su control una
vo centrada, de acuerdo c'on las fuen pequeña parte de Tracia oriental, cer
tes de que disponemos, en el Occi cana al Quersonero.
dente de su Imperio sin que tengamos La muerte del rey sobrevino poco
noticia alguna sobre ninguna estan después de estos acontecimientos en
Las monarquías helenísticas II. Los seleúcidas 19
Laódice y su herm an o m enor A ntío así como tam poco puede hablarse en
co. Su requisitoria fue atendida, pero modo alguno de u na sublevación po
con la condición de n o m b rar a éste pular generalizada. En cuanto a los
gobernador de Asia M eno r y el título estratos altos de la población irania,
de corregente. Ante la u nión de las herederos de las clases dirigentes de
fuerzas de am bos herm anos, Ptolo época aqueménida, tam poco adopta
meo III firmó la paz en 241 dan d o fin ron una postura uniforme respecto a
así este tercer conflicto entre las dos la m o n arq u ía seleúcida. M iem bros
potencias. Las cláusulas nos son, una de esta nobleza se insertaron en el en
vez más, deficientemente conocidas torno de los nuevos dinastas, o cup an
pero, a juzgar por la panorámica exis do puestos estacados en el ejército y
tente con posterioridad a esta fecha, la adm inistración con objeto de con
Egipto no salió mal parado: a cambio tinuar disfrutando de los privilegios
de su renuncia a cualquier aspiración inherentes a su clase. El resultado de
territorial en el Im perio Seleúcida, este acercam iento fue su heleniza-
obtuvo, además de la soberanía de ción más o menos acusada. Pero, al
Seleúcida de Pieria, puerto de Antio- propio tiempo, se manifiesta una co
quía (hecho sorprendente a todas lu nexión profunda con las tradiciones
ces), considerables ventajas en el lito y religiosidad nacionales. Esto se n o
ral anatolio, especialmente en Cilicia, taba más en la Pérside, de forma que
Panfilia y Jonia. A partir de entonces allí el conservadurism o respecto al
también, y por un m odo para noso pasado se mantuvo más intacto. M e
tros desconocido, los Ptolomeos co dia, sin embargo, por su posición en
m enzaron su penetración en Tracia y tre am bas partes del Imperio, fue más
el Helesponto. cuidada por los reyes y recibió una
mayor atención, a la par que la hele-
nización le afectaría con más profun
b) Los acontecimientos didad. Aquí, a excepción de la zona
septentrional, la Atropatene, no pare
políticos en las regiones cen h a b e rs e s u s c ita d o v ele id a d e s
orientales seleúcidas. independentistas.
Las primeras secesiones De todas las maneras, la adap ta
ción de los iranios al helenismo fue
Ya hemos comentado, supra, algunos muy limitada y cuando se produjo,
de los rasgos que caracterizaron la superficial. De ahí, que desde los mis
acción de los primeros seleúcidas en mos com ienzos de la nueva época
las satrapías superiores de su Imperio postalejandrina, se desarrollara una
y cómo se llegó a la occidentalización literatura apocalíptica de carácter a n
de éste a partir del 283, cuando los tigriego que se com binaba, a su vez,
conflictos permanentes en las regio con el continuismo de la religiosidad
nes occidentales determ inaron la pre vigente en tiempos de los Aqueméni-
sencia de los reyes y su alejamiento das. Todo ello, si bien no bastaba por
de las orientales, de tal suerte que en sí solo para hacer quebrar el poder
Pérside y Bactriana la autoridad seleú político vigente de los Seleúcidas, sí
cida fue pronto puesta en tela de juicio. podía constituir la base ideológica
En todo caso, es imprescindible po unificadora que sustentara un movi
ner de manifiesto para evitar m alas miento rebelde cuando el poder polí
interpretaciones, que ios m ovimien tico se viera m inado por otras causas.
tos subversivos surgidos en estas dos Cabe señalar, sin embargo, que no
regiones lo hicieron por motivaciones podemos evaluar con exactitud, en el
distintas y de m anera independiente, estado actual de nuestra información,
es decir, sin conexiones entre ambos. la fuerza de una y otra influencia y el
Las monarquías helenísticas II. Los seleúcidas
quien de nada sirvió hacer asesinar a haberse perdido gran parte del texto
Épigenes. Las operaciones contra el polibiano correspondiente. El enfren
usu rp a d o r alcanzaron en esta oca tamiento definitivo se centró en torno
sión el éxito apetecido, a consecuen a Sardes, donde Aqueo cayó por trai
cia de lo cual Molón se suicidó. ción. La restauración de la autoridad
Tras proceder a la reorganización seleúcida en Asia M enor era, pues, un
de los territorios, Antíoco fue benévo hecho, si bien de alcance limitado,
lo con los seguidores del sublevado y pues no tenía ya la amplitud territo
con cuántos le apoyaron, pese, una rial de otros tiempos. Aún descono
vez más, a los consejos de Hermias, ciendo sus límites exactos, lo más sig
de quien terminó por desem barazar nificativo es su falta de salidas maríti
se al darse cuenta de las ambiciones mas, en posesión éstas de Egipto —
personales que albergaba. así en Jonia, Efeso, C aria y costa
Al rey seleúcida le q u ed a b a, no m eridional— y de Rodas.
obstante, otro grave problema, consti
tuido por la proclam ación de Aqueo 2. La 4a guerra siria
como rey en 220, hecho contrastante
con su fidelidad a ultranza dem ostra El deseo de expulsar a los egipcios
da anteriorm ente. Por ello precisa del territorio seleúcida estuvo desde
mente es necesario buscar una expli el primer m om ento entre los planes
cación a este cam bio de conducta: más perentorios de la A d m in istra
quizá fue motivado por la noticia fal ción de Antíoco III, según ya hemos
sa de la muerte de Antíoco, o por a m mencionado. El hecho de encontrar
bición personal —aducida por Poli- se el trono de Alejandría en manos de
bio (IV 48, 11-12), pero no del todo un m onarca más débil que sus prede
probable en la trayectoria del perso cesores, confería a la ocasión el don
naje— o por la intervención de la di de la oportunidad.
plomacia lágida, hecho siempre repe La primera acción puesta en m ar
tido, o por la mediación de otros fac cha se dirigió a la recuperación de Se-
tores como la necesidad de liberar al leucia de Piera, puerto de Antioquía,
Imperio del gobierno de un Hermias. en poder egipcio desde la marcha triun
No obstante, la desaparición de éste fal realizada por Ptolomeo III en te
no supuso el aband ono de la titulatu rritorio seleúcida. Su conquista se lo
ra real por parte de Aqueo ni Antíoco, gró en el 219, a continuación de la
de momento, puso em peño en ello. cual Antíoco III continuó su avance
Las acciones para acabar con esta hacia el Sur ante la sorpresa de los go
doble m onarquía se pusieron en m ar bernantes egipcios, desprevenidos y
cha en el 216, finalizada la 4a guerra sin preparación para la guerra. La ac
siria. La posición de Antíoco III tras tuación de algunos estados en cali
Rafia distaba de ser airosa, pero, para dad de intermediarios y la posibili
llevar a cabo sus proyectos inm edia dad de u na alianza entre Aqueo y
tos —la gran expedición irania—, era Egipto (así Polibio V, 66) detuvo a
imprescindible elim inar a cualquier Antíoco que se avino a una tregua de
enemigo que quedara a sus espaldas, cuatro meses a fines del 219.
a la par que su propia dignidad le im A lo largo de este lapso de tiempo,
pedía dejar que la posición de Aqueo Sosibios y Agatocles, auténticos re
se consolidara. Se decidió, así, a con gentes del país del Ni lo, se dedicaron
cluir primero una alianza con Atalo afanosamente a reorganizar sus de
de Pérgamo con objeto de formar una fensas. La traición del etolio Teodoto,
tenaza sobre Aqueo. Desconocemos a quien se habían confiado las tropas
el desarrollo porm enorizado de cu a de Celesiria —zona concebida como
tro años consecutivos de luchas, al glacis defensivo de Egipto—, había
28 A kal Historia del M undo Antiguo
chas, unos 20.000 egipcios (cfr. capítu ción en el desastre de Rafia eviden
lo correspondiente). ciarían este recorte de recursos y p o n
La vía negociadora no dio los re drían sobre el tapete la necesidad de
sultados apetecidos, siendo así que restablecerlos.
Antíoco se dispuso a la definitiva reo Nuestra información sobre la p a
cupación de la franja territorial en norámica política existente en las di
disputa. Los comienzos le fueron fa ferentes regiones que conform aban
vorables, pero, en el enfrentamiento las satrapías superiores es escasa y,
decisivo entre am bos ejércitos, la vic desde luego, desigual para unas y otras.
toria recayó de lado egipcio. La de En Bactriana encontramos como rey
rrota de Rafia, el 23 junio del 217, sig a Eutidemo, quien habría desplazado
nificó la pérdida de Celesiria, aleján a Diódoto II en el trono al oponerse a
dose a la par para Egipto el peligro de la política de éste de aliarse con los
invasión. Por su parte, Antíoco III se partos contra los Seleúcidas. La fecha
retiró rápidam ente del lugar a Antio- exacta es desconocida pero posterior
quía so pretexto de tener un ataque en todo caso al 227. Por otro lado, Ar
por la espalda de Aqueo. saces I habría capturado nuevamente
Tras una tregua entre las partes, los territorios tomados por Seleuco II
Ptolomeo IV reemprendió la guerra tras la m archa de este rey. De otras
invadiendo territorios seleúcidas sin zonas lo ignoram os p rácticam ente
que encontrara oposición, llegándose todo.
finalm ente a u na paz m ed ian te la Antíoco III, antes de acometer la
cual el lágida renunciaba a Seleucia empresa irania, se detuvo en Arme
de Pieria, pues el m onarca egipcio, en nia, reino vasallo de los Seleúcidas
efecto, no explotó su posición venta pero cuyo rey Jerjes no pagaba el tri
josa frente a Antíoco. Se perdió, así, buto debido. H ubo un tratado, pero
u n a ocasión única para Egipto de después, parece ser, que fue elim ina
arruinar el imperio seleúcida, que ya do junto con otro reyezuelo llamado
no volvería a repetirse. Orontes, pues ambos, dice Estrabón
(XI, 14, 15), fueron sustituidos por dos
estrategos.
3. La expedición irania Ya en 211 el rey estaba en Media
donde preparó su dispositivo bélico
(212-205) para ir contra partos y bactrianos.
Las motivaciones subyacentes a esta O b tuv o recursos fin anciero s recu
«Anábasis» por las satrapías superio rriendo a un hecho sum am ente im
res, protagonizada por Antíoco III, popular: la expoliación del templo de
au nque lejos de ser conocidas con to Anaítis en Ecbátana donde se apode
tal seguridad, pueden conjeturarse. ró de todo el metal precioso disponi
Parece claro que la pretensión del rey ble para acuñarlo, logrando así 4.000
era la de restablecer la extensión del talentos. También entonces asoció al
Imperio Seleúcida en aquellas regio trono a su hijo, muy joven todavía
nes tal como fue detentado por el pri pues contaba solo 9 años, por si acaso
mer rey de la dinastía, Seleuco I. Q ui él mismo moría en el transcurso de
zá en el fondo de todo esto estuviera estas campañas.
una preocupación de índole financie El ataque contra los partos se p ro
ra, pues ciertamente la m erm a de te dujo en el 209 y cogió por sorpresa a
rritorios habría significado para los su rey Arsaces II, que recurrió al ar
Seleúcidas, entre otros perjuicios, una did no del enfrentamiento sino de la
reducción de los ingresos regulares. retirada, forzando así al ejército inva
Las continuas guerras sostenidas pol sor a una m archa penosa en un terre
los distintos m onarcas y su culm ina no inhóspito. En todo caso, sabemos
30 Akal Historia del M undo Antiguo
Antíoco IV y los judíos: origen de la Heliópolis, donde fundó una villa a seme
revuelta. janza de Jerusalén y edificó un templo si
milar. Sobre estos sucesos hablaremos de
Los más poderosos entre los judíos anda nuevo en su momento.
ban sumidos en discordias por la época en A‘ Antíoco no le bastó haber conseguido
que Antíoco, llamado Epifanes, disputaba la ciudad contra toda esperanza, ni las ra
con Ptolomeo VI sobre la Celesiria (la riva piñas, ni la tremenda carnicería, sino que
lidad entre ambos monarcas era una cues víctima de su inmoderación y para recuer
tión de poder, pues ningún personaje de do todo lo que había padecido durante el
alto rango podía soportar verse sujeto a sitio, obligó a los judíos, rompiendo sus
sus semejantes). Entonces Onías, uno de costumbres ancestrales, a dejar incircun
los jefes de los sacerdotes, se apoderó por cisos a sus hijos y a sacrificar cerdos en el
la fuerza de los hijos de Tobías y los expul altar. Todos desobedecieron estas órde
só de la ciudad. Éstos se refugiaron en la nes, y los más ilustres murieron degolla
corte de Antíoco y le suplicaron que, usan dos. Báquides, enviado por Antíoco como
do de ellos como guías, invadiera Judea. comandante de la guarnición, añadió a su
El rey se dejo convencer, pues hacía tiem natural crueldad la ejecución de tan impíos
po que abrigaba tal intención. Él en perso mandatos, no om itiendo ningún exceso
na, con su gran ejército, se puso en mar dentro de la ilegalidad: molestaba conti
cha y se apoderó por la fuerza de la ciu nuamente a los notables, uno por uno en
dad, acabó con muchos de los partidarios particular, y, en público, mantenía cada
de Ptolomeo, concedió plena licencia a día sobre Jerusalén el aspecto de una ciu
sus tropas para el pillaje y él mismo sa dad sitiada. Llegó a tal extremo la exagera
queó el templo, interrumpiendo la conti ción de sus injusticias que impulsó a los
nuidad de los diarios sacrificios durante que las padecían a albergar la osadía de
tres años y seis meses. El sumo sacerdote defenderse.
Onías buscó refugio en la corte de Ptolo (Flavio Josefo, Guerra de los judíos 1,
meo y recibió de él un lugar en el nomo de 31-35)
40 AkaI Historia del M undo Antiguo
garantizó otra vez el respeto a la tra cer una sucesión segura de los acon
dición y restituyó de forma oficial el tecimientos, ni el m om ento concreto
templo a Yahveh. Menelao fue ejecu en que se produjeron.
tado. Los logros conseguidos no satis- Para retomar un poco las riendas
facieron, sin embargo, a ninguna de de la situación, Antíoco IV em pren
las dos partes: unos, los filohelenos, a dió en 165 una expedición hacia los
pesar de tener a uno de los suyos confines orientales del Imperio que la
com o sum o sacerdote, ec h a b a n de muerte del m onarca interrum pió ape
menos sus años de prepotencia; otros nas comenzada,
—Judas y sus seguidores— estimaban i Para retomar un poco las riendas
42 Aka! Historia d el M undo Antiguo
Ultimátum de los romanos a Antíoco IV: tenciones de quien recibía el saludo, a sa
su entrevista con Popilio Laenas en ber, si era amigo u hostil. Cuando el rey
Egipto. leyó el decreto, dijo que deseaba com uni
cárselo o discutir el contenido con sus
Antíoco se acercaba a Ptolomeo con la in amigos. Al oírlo Popilio actuó de una ma
tención de ocupar Pelusio. Entonces Popi nera que pareció ofensiva y sumamente
lio, el general romano, que tenía dispuesta orgullosa: llevaba en su mano una vara
la tablilla donde estaba escrito el decreto cortada de una viña; dibujó con ella un
del Senado, se la entregó al rey que le ha círculo alrededor de Antíoco y le dijo que
bía saludado de lejos, tendiéndole luego la debía permanecer dentro de él hasta que
mano. Popilio ordenó a Antíoco que la le expresara su decisión sobre lo escrito. El
yera al punto, pensando, en mi opinión, rey quedó estupefacto ante la enormidad
que no era oportuno hacer ningún gesto del hecho y, tras dudar unos instantes, dijo
de amistad antes de cerciorarse de las in- que haría todo lo que le pedían los roma-
ríos. Entonces los acompañantes de Popí- toda prisa a las tropas sirias que se encon
lio tomaron su diestra y le saludaron amis traban allí. Cuando llegaron, se encontra
tosamente. Là carta del Senado le ordena ron con que los generales de Ptolomeo ha
ba acabar inmediatamente la guerra con bían sido vencidos en combate y que todos
Ptolomeo. Así, pasados los días que le ha los asuntos de Chipre se hallaban en una
bían concedido, hizo retirar el ejército ha confusión total. Ordenaron que se retirara
cia Siria, entristecido y lamentándolo mu de la isla el ejército sirio. Aguardaron hasta
cho, pero cediendo a las circunstancias que las tropas se embarcaron hacia Siria.
del momento. Popilio, después de dispo De este modo, los romanos salvaron el rei
ner algunos asuntos en Alejandría y exhor no de Ptolomeo que se había encontrado
tar a ambos reyes a que mantuvieran la en graves dificultades.
concordia, y tras ordenarles que enviaran
a Poliarato a Roma, se embarcó para Chi
pre con la intención de expulsar de la isla a (Polibio, Historia XXIX 27, 1-12)
lies se nos escapan, es claro que Babi El paso siguiente sólo podía ser un
lonia había caído en su poder ya en 141. nuevo intento para enderezar la si
La gravedad de la situación deter tuación en las satrapías superiores, es
m inó la intervención de Demetrio. decir, enfrentarse a los partos. Las
C on ocem os de sus operaciones en operaciones estuvieron al principio
Irá n , M ed ia, B a c á t r i a n a h a c ia el coronadas por éxitos sucesivos en, Ba
140/-39, pero su captura por M itrída bilonia e Irán occidental. El intento
tes le impidió proseguir. Mitrídates el de negociación de Fraates II no resul
G r a n d e m o riría poco después, en tó fructífero, por las excesivas exigen
139/-38. Dejaba un Imperio con un cias del m onarca seleúcida: entrega
poder parto bien afirmado en Irán, si de Demetrio II, devolución de territo
bien no había alcanzado todavía su rios antes pertenecientes a su Imperio
máxima extensión. y conquistados por Mitrídates I, ade
más del pago de tributo. Así, forzado
a renovar la guerra, además de liberar
2. Antíoco VII Sidetes a Demetrio II con la esperanza de dar
pie a conflictos entre los hermanos
(138-129) que los debilitaran, llamó en su ayu
La desaparición del escenario políti da a las tribus de tocarios y saka, en
co de Demetrio II, prisionero de los movimiento en Asia central. En el en
partos, no supuso el paso de Trifón a frentamiento entre am bos ejércitos,
rey del Imperio. Hizo su aparición acaecido en el 129, Fraates salió vic
entonces el h e rm a n o de Demetrio, torioso. La vuelta del Irán —y des
Antíoco VII que, nada más hacerse pués Babilonia— a la autoridad parta
cargo del poder, elim inó en 137 al fue la consecuencia de ello. Estaba
usurpador, prim er paso para la res dispuesto a continuar su 'avance h a
tauración m onárquica que pretendió cia Occidente, cuando hubo de hacer
llevar a cabo de modo completo. frente a una guerra provocada por los
Siguiendo esta misma línea el rey escitas lo que significó su muerte en
volvió su atención hacia Judea. Exi combate.
gió no sólo el pago del tributo, sino
también la devolución de territorios,
a lo que Simón se negó. El asesinato 3. Fin de Demetrio II y
de éste por su yerno añadió un nuevo ursupación de Alejandro II
elemento a esta crisis política: las dis Zabinas
cordias en el seno de la familia de Si
món, al acceder al pontificado no el La desaparición de Antíoco VII, el úl
asesino sino el hijo, Ju an Hircano. Al timo seleúcida con capacidad para
socaire de tales disensiones, intervino gobernar, convertía n u ev a m e n te a
A ntíoco VII que ase dió J e ru sa lé n Demetrio II en único rey de la dinas
donde H ircano resistió hasta el 131. tía. Pero Ptolomeo VIII suscitó en su
Las condiciones de la derrota su pu contra un usurpador, Alejandro Z a
sieron la destrucción temporal del es binas, presunto hijo adoptivo de A n
tado independiente judío: fueron for tíoco VII, a cuya causa se adhirió An-
zados al pago del tributo, a la provisión tioquía. El rey, así, se refugió en las
de tropas al ejército seleúcida, a en ciudades fenicias pero fue vencido en
tregar rehenes, etc. pero la ley judía, Damasco en 127-6, para ser captura
el culto, no resultó afectad a p a ra do posteriormente en Tiro donde m u
nada pues se les permitió conservar rió en 126-5.
su autonom ía interna de acuerdo con Quedaba Zabinas, pero éste, priva
sus tradiciones. Hircano permaneció do del apoyo egipcio, no duraría m u
como sum o sacerdote. cho, por más que intentó resistir apo
46 A ka l Historia del M undo Antiguo
por esta ciudad en su auxilio. Janneo. m an ten er contra las tribus escitas.
sin embargo, intervino con sobornos Ésta significó para los seleúcidas un
para frenar tal auxilio y apoderarse respiro, pues sumió a los partos en un
de las plazas litorales meridionales período de dificultades. La situación
hasta Gaza. Al saber de las negocia volvió a su cauce por obra de la per-
ciones del rey judío con Cleopatra III. sonaidad de Mitrídates II. el cual lo
Ptolomeo IV invadió Galilea lo que gró restablecer la autoridad parta en
conllevó la capitulación de Ptolemai- las regiones occidentales del Imperio.
da y Gaza. A partir de ellas pretendió Hacia el 97 entró en contacto con Ar
elim inar a su h erm ano Ptolomeo X menia sometiendo a su rey a cliente
pero fracasó en Pelusión. refugiándo la. pero su hijo Tigranes accedería al
se en Chipre. Janneo tenía así las m a trono armenio enseguida, en el 95. La
nos libres para actuar al Norte de su intervención seleúcida contra los par
reino, al Sur y también en Transjorda- tos se produjo entonces encabezada
nia. o p e ra c io n e s de las cuales no por Antíoco X que murió en la em
siempre salió victorioso. presa. M e s o p o ta m ia entera cayó b a
A la par se reprodujeron las tensio jo la autoridad parta.
nes internas en Judea, dada la oposi Un hecho concreto propició la in
ción entre saduceos y fariseos. Los tervención de Roma: Tigranes de Ar
primeros, de la aristocracia sacerdo menia destronó al rey de Capadocia
tal, eran también conservadores, pero Ariobarzanes, puesto por los rom a
más dispuestos a compromisos políti nos. Estos respondieron enviando a
cos; los segundos, herederos de los Sila. Antes de alcanzar C apadocia se
hasidim. de extracción popular, eran entrevistó con un em bajador parto,
contrarios a innovaciones políticas, re pues una alianza con Mitrídates II
ligiosas y sociales y. por ello, a la di podía ser interesante para oponerse a
nastía asmonea. Las primeras suble Tigranes. Pero el período de a n a r
vaciones se registran en el año 93. quía, debido a querellas dinásticas
c o n tin u an d o ulteriormente. Los in p ro b a b le m e n te , s u b s ig u ie n te a la
tentos de Janneo de combatirlos fue muerte de Mitrídates II, franqueó el
ron respondidos mediante la petición cam ino a la expansión armenia.
de auxilio a Demetrio III. el cual ven Este fue. en efecto, el hecho prota
ció totalmente a Janneo. No sacó par gonista durante estos años hasta pro
tido de ello, empero, dadas sus pro ducirse en 77 el resurgimiento parto.
pias d ificu ltades con su h e r m a n o Antioquía, la capital seleúcida, ofre
Filipo. El sucesor de D em etrio en ció el trono a Tigranes. Su aceptación
Damasco, Antíoco XII. efectuó una hizo de Siria la provincia meridional
cam p a ñ a por los territorios anterior del imperio armenio, pasando tam
mente seleúcidas con objeto de entor bién bajo su autoridad la llanura cili
pecer el cam ino de los nabateos que cia. El Imperio y dinastía seleúcidas
estaban presio nando entonces. Los habían terminado. Un ulterior inten
intentos de Janneo por impedir a A n to de restauración de esta m onarquía
tíoco el paso hacia Jaffa, fueron va se llevó a cabo posteriormente en la
nos pero también fracasó el seleúci p e rs o n a de A n tíoco XIII, hijo de
da, pues fue derrotado y muerto por Cleopatra Selene que se instaló en
el nabateo Aretas que pudo así asen Antioquía en el año 69 bajo protec
tarse en Damasco. ción romana. Apartado del trono por
Otro frente a co nsid erar, en las su primo Filipo II, a la muerte de éste
operaciones efectuadas por los últi en 67 pudo nuevamente ceñir la coro
mos seleúcidas, son los partos. De su na gracias al apoyo de un reyezuelo
e x p a n s ió n hem os h a b la d o ya, así árabe. Pompcyo en 53/-4 lo suprim i
como de la guerra que hubieron de ría definitivamente.
48 AkaI Historia del M undo Antiguo
a las clases sociales más bajas. Los dades. Las tierras que por diversos
cambios se notarían en tanto en cuanto motivos no interesaban a reyes o tem
los nuevos núcleos urbanos alteraran plos podían ser vendidas o arrenda
las relaciones tradicionalm ente esta das, de suerte que el inquilinato agrí
blecidas. Fuera de esto, todo quedaría cola p a re c e h a b e rs e d e s a rro lla d o
como estaba. bastante. Los arrendatarios estaban
Más afectados resultarían los pue obligados al pago de u na cantidad
blos y estratos sociales instalados en del producto a cam bio del permiso de
los círculos de p od er en la época cultivo de la tierra.
aquem énida que se verían desplaza C onsiderem os aho ra los testimo
dos por los grecomacedonios dirigen nios sobre las distintas formas de te
tes. Son en efecto, los que presentaron nencia de tierra, clave tanto por cons
mayor resistencia a adm itir la nueva tituir ésta la base del sistema económico
autoridad im plantada con Alejandro. como por su incidencia en la com po
M ención especial entre todos ellos sición o estructuración de la sociedad.
merecen los iranios, acostum brados La chora basiliké, como propiedad
como estaban a detentar el poder. El del rey, podía ser vendida, regalada o
m antenim iento de costumbres y de arrendada por éste a su voluntad. En
una religión propia, diferente de la el caso de regalos o donaciones, el rey
griega, sería el arm a que, ju nto a la conservba teóricamente el derecho de
m ayor atención dispensada p o r los recuperarlas. En la práctica, sin em
Seleúcidas a la parte occidental del bargo, no lo ejercería de forma que
Imperio dados los conflictos allí de tales latifundios se convertían de fació
sarrollados, d e te rm in a ro n el surgi en hereditarios o, m ejor dicho, en
miento tem prano de sentimientos n a usufructo hereditario.
cionalistas que abocaron a los m o La explotación de la tierra real co
vimientos independentistas conside rría a cargo de campesinos reales o
rados ya en su momento. laoi basilikoi. Sobre su situación jurí
Respecto a la situación económica dica se ha especulado mucho, dado
del Imperio Seleúcida, hay que hacer que nuestra inform ación acerca de
notar antes de nada que nuestro co ellos descansa sobre tres documentos
nocim iento es necesariam ente muy fundamentales: la donación de terre
incompleto, dada la escasez de nues nos hecha por Antíoco I a Aristodíci-
tra información. No existe una docu des de Aso, hacia el 270 a.C. (Welles,
mentación com parable a la de Egip Royal Correspondence n° 10, 11,12, 13);
to, c o n s e rv a d a so b re to d o en los la venta de una vasta extensión de tie
papiros, de forma que sus mecanis rra real a Laódice por su ex marido
mos, distribución de recursos, etc. se Antíoco II, datada en 253 a.C. (Welles
nos escapan en gran medida. Royal Correspondence n° 18, 19, 20); la
llam ada inscripción de M nesím aco
2. La tierra (Cfr. Buckler-Robinson, Sardis VII n°
1) del s. Ill a.C., quizá en su último
La principal fuente de riqueza era la cuarto. En todos ellos se m enciona de
tierra. Su propiedad, de acuerdo con m anera expresa a los laoi basilikoi.
las tradiciones orientales vigentes con Los docum entos recogen diferentes
los Aqueménidas y transmitidas a los sistemas de concesiones de tierra real
Seleúcidas, correspondía al rey, en de suerte que los laoi implicados en
efecto, gran parte de ella estaba en ellos no corrieron la m isma suerte en
m anos de los reyes. Junto a ellos, los todos los casos {cfr. una exposición
templos eran tam bién grandes lati conjunta y detallada de tal docu m en
fundistas. La propiedad privada exis tación en A. Lozano, La esclavitud en
tía sobre todo en la chora de las ciu Asia Menor helenística, Oviedo 1980,
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Las monarquías helenísticas II. Los seleúcidas 55
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.