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Se cambia el objeto de estudio, que pasa a ser el ser humano que vive en
sociedad. Todas las manifestaciones históricas deben ser tratadas como una unidad, que
sólo existe en la realidad social, en el tiempo y en el espacio. Las barreras cronológicas
y espaciales se vuelven artificiosas. El estudio histórico debe centrarse en sociedades
concretas, delimitadas en el espacio y en el tiempo.
Las críticas recibidas hacia las escuela de los Annales fueron de muy dispares
procedencias (del ámbito marxista como las de J. Fontana o M. Cedronio a su propio
seno como las de T. Stoianovitch) han propiciado una patente pérdida de rumbo que los
esfuerzos recuperadores de A. Burguiére o J. Revel no han conseguido resolver.
Ciertamente, hoy resulta relativamente fácil la crítica de la escuela de los Annales. Se le
reprocha con razón a esta escuela, la pobreza de bagaje teórico sustituido por un casi
enfermizo síndrome de sofisticación metodológica muchas veces estéril, una
incoherencia temática en el objeto histórico abarcado, un frívolo diletantismo a la caza y
captura de la última moda ofertada en el mercado historiográfico, que ha hecho a la
presunta escuela de los Annales deslizarse en un tobogán ininterrumpido del fetichismo
cuantitativista al morbo de la historia de las mentalidades pasando por el más espeso
estructuralismo, por referirse sólo a las más significativas corrientes de opinión de las
que Annales ha sido difusora.
La 'nouvelle histoire'
Pero quizá la razón final de la situación que vive hoy Annales venga
determinada por una serie de problemas irresolutos, algunos de los cuales son
responsabilidad de determinados planteamientos del maestro Braudel, loables en
principio pero de resultados absolutamente frustrantes. El primero de ellos es, sin duda,
la ingenuidad totalizadora que le hizo a Braudel ensayar infructuosos artefactos
metodológicos, intentando conjugar tiempos largos, cortos y fugaces con espacios
pluridimensionales y creando jerarquías ternarias a la busca de un orden perdido en la
selva virgen de los hechos históricos. El segundo es el eclecticismo.El tercero, por
último, es la encomiable voluntad universalista que le hizo ser espectador insaciable de
la diversidad multiforme de civilizaciones y culturas
Por esto la obra de L. Febvre y M. Bloch toma tal importancia, ya que desviaban
su mirada de lo político, los horizontes de investigación se extienden y, con ello, las
fuentes se amplían y el documento escrito pierde su hegemonía.
Se integran nuevas disciplinas de las ciencias sociales. Se le da importancia a los
periodos de larga duración, se reivindica la continuidad y la permanencia. El historiador
toma un papel activo, no sólo debe descubrir documentos, sino que también
descifrarlos.
Hay una realidad total que engloba lo económico, lo político y lo social. Surge
un nuevo interés por lo cotidiano y el mundo popular.
El espacio geográfico pasa a ser el factor que explica los distintos aspectos de las
civilizaciones. El hombre deja de ser el centro de estudio y su libertad se reduce y pasa a
estar condicionada por el medio social en el cual esta inserto.
“El hombre nada puede contra las fuerzas seculares que lo oprimen, contra los
ciclos económicos de larga duración”.
Lucien Febvre fue educado en un ambiente refinado y culto, desde muy joven se
interesa por la historia y la literatura. En 1911 escribió su tesis sobre "Felipe II y el
Franco-Condado". Un interesante estudio con una investigación original y al término de
la primera guerra mundial, le hizo ganar una cátedra en la Universidad de Estrasburgo,
en donde establecería una estrecha relación con Marc Bloch (quien era catedrático de
Historia Medieval).
En tanto, las principales obras de Marc Bloch son: “La Sociedad feudal" e
"Introducción a la Historia".
Bibliografía
Linkografía
http://www.historia-actual.com/hao/volumes/volume1/lssue3/eng/v1i3c11.pdf
http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/7039.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/6821.htm