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ENSAYO: INFLUENCIA DE LA MATERIA ORGÁNICA EN LAS

PROPIEDADES FÍSICAS DEL SUELO

PRESENTADO POR:

ALBERTO ARRIETA REYES

GRUPO MIERCOLES

DOCENTE
JAVIER ISAAC RUIZ MESTRA

UNIVERSIDAD DE CORDOBA
FACULTAD DE CIENCIAS AGRICOLAS
PROGRAMA DE INGENIERIA AGRONOMICA
MONTERIA – CORDOBA
2017
El suelo es un subsistema fundamental de las zonas de paisaje dominado por árboles y que
consisten en comunidades biológicamente integradas de plantas, animales y
microorganismos (ecosistema forestal), con características físicas, químicas y biológicas
decisivas en su proliferación, y que a su vez determinan sus propiedades, y los cambios que
ocurren a través, de la influencia por efecto del cambio de uso de la tierra. El uso intensivo
de los suelos provoca cambios en sus propiedades llegando afectar el máximo nivel de
actividad que puede alcanzarse con una estructura productiva dada a través de su influencia
sobre la vegetación y tipos de usos posibles en la agricultura (Hernández et al., 2004, 2006).
Las principales características físicas que influyen sobre la estructura del suelo son la
profundidad del espacio enraizable, el régimen de humedad (capacidad de agua útil, drenaje)
y del aire (macro porosidad o también dicho como la aireación el suelo); Estas últimas
propiedades, en iguales condiciones climáticas, son las principales causantes del cambio en
la composición de la vegetación agroforestal (Lal, 2000).
En el contexto, conocer la influencia de la materia orgánica sobre la estructura de los suelos
resulta importante para su utilización en proyectos de recuperación de áreas degradadas o en
el manejo de sistemas que tiendan a la sostenibilidad (Montagnini et al., 1995), a su vez que
la relación materia orgánica con la densidad aparente se ve reflejada en su estructura, está a
su vez se ve favorecida en la medida que los sistemas con cobertura tienen aportes anuales
de hojarasca (Conjunto de hojas secas caído de árboles y plantas y que cubre el suelo),
suficiente como para modificar algunas propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo
mediante un incremento de la materia orgánica en la superficie y en el subsuelo (Murray et
al., 2011). Considerando que el contenido de materia orgánica y las propiedades físicas son
de interés en la detección de cambios en la estructura y composición de los suelos, este trabajo
tiene por objetivo analizar el comportamiento de la materia orgánica de un suelo y los
cambios ocurridos en algunas propiedades físicas y contenido de MO.
En suelos agrícolas, la estructura natural está sometida a modificaciones súbitas inducidas
por laboreo, lo que puede originar la reordenación, degradación y compactación de los
elementos estructurales. El laboreo, a medio plazo, modifica el estatus orgánico del suelo, de
donde se infiere la importancia del estudio de la evolución de la estabilidad de la estructura
en función de la dedicación. Aunque el concepto de estructura se utilice universalmente, no
existe una única definición de esta propiedad. STENGEL (1979, 1990) propuso relacionar
dicho concepto con las técnicas analíticas utilizadas para su estudio, lo que da lugar a una
definición operativa de la estructura. Los fundamentos en que se basan las técnicas de medida
de la estructura se reducen a determinar uno de los dos componentes siguientes: disposición
espacial de las partículas sólidas (o el espacio poroso complementario) que constituyen el
suelo o naturaleza e intensidad de las uniones entre partículas. Otros autores han definido la
estructura en base a criterios menos restrictivos. DEXTER (1988) considera que la estructura
del suelo es el resultado de la heterogeneidad espacial y la variabilidad temporal de los
componentes orgánicos y minerales del mismo. KAY (1990) postula que la estructura puede
ser caracterizada en términos de arquitectura u organización espacial, estabilidad y resiliencia
o capacidad de regeneración. El término arquitectura se usa para describir la organización
heterogénea de las partículas sólidas y los espacios porosos, y se refiere no sólo a la porosidad
total sino también a la distribución del tamaño de poro y a la continuidad del sistema poroso.
La estabilidad de la estructura puede definirse como la capacidad del suelo para mantener la
arquitectura de la fracción sólida y el espacio poroso. La persistencia de la estructura a una
escala de tiempo como el período vegetativo de un cultivo se concibe según una doble
vertiente: resistencia de los agregados a la acción del agua y deformación por acción de los
esfuerzos mecánicos. La resiliencia es la capacidad del suelo para recobrar su organización
primitiva por procesos naturales de agregación, una vez que se reducen o anulan las fuerzas
causantes de la degradación. Se considera poco probable que exista una sola propiedad física
que permita efectuar una caracterización de la estructura bajo todos los suelos, condiciones
climáticas y tipos de cultivo.
En la fase solida de un suelo natural contiene proporciones variables de componente mineral
y orgánico. La fracción mineral procede de la meteorización o descomposición de la roca
madre por acción de agentes climáticos, mientras que la materia orgánica está constituida por
residuos de organismos vegetales y animales, en diferentes estados de composición. Las
proporciones de materia orgánica de un suelo son muy variables, pudiendo oscilar desde
menos del uno por ciento en algunos suelos arenosos has más del cincuenta por ciento en las
turberas. Por término medio, los suelos de cultivo suelen contener entre el dos y el diez por
ciento de materia orgánica, que influye en las propiedades físicas, químicas y biológicas del
suelo. Además, la materia orgánica es una fuente de carbono y energía para los
microorganismos, por lo que veremos, ejerce el papel esencial del bloqueo y degradación de
los contaminantes del suelo.
La descomposición de la materia orgánica del suelo se debe principalmente a la acción de los
microorganismos; a medida que se alimentan y obtiene energía descomponiendo la materia
orgánica, esta se transforma en compuestos progresivamente más resistente al ataque
microbiano. El humus es el residuo final resultante de la descomposición de la materia
orgánica de los microorganismos (algo así como sus excrementos) y es, por tanto,
biológicamente estable. El humus da el color oscuro a los suelos, y tiene una influencia
beneficiosa en muchas de sus propiedades, principalmente en la estructura, aireación y
capacidad de retención de agua y nutrientes. En el proceso de descomposición se produce la
meteorización o transformación de los componentes inorgánicos presentes en la materia
orgánica (nitrógeno, fosforo, etc.) en formas minerales solubles, que pueden ser absorbidas
por las plantas. Así, el nitrógeno orgánico de aminoácidos y proteínas se transforma en
amoniacal, que es oxidado con relativa rapidez a nitrato.
La estabilidad de la estructura puede definirse como la capacidad del suelo para mantener la
arquitectura de la fracción sólida y el espacio poroso. La persistencia de la estructura a una
escala de tiempo como el período vegetativo de un cultivo se concibe según una doble
vertiente: resistencia de los agregados a la acción del agua y deformación por acción de los
esfuerzos mecánicos. La resiliencia es la capacidad del suelo para recobrar su organización
primitiva por procesos naturales de agregación, una vez que se reducen o anulan las fuerzas
causantes de la degradación. Se considera poco probable que exista una sola propiedad física
que permita efectuar una caracterización de la estructura bajo todos los suelos, condiciones
climáticas y tipos de cultivo. Así, los tejidos de los microorganismos que se alimentan de la
materia orgánica el suelo tienen una relación C/N del orden de 30. Por lo tanto, si al
alimentarse descomponen materiales con una relación C/N superior restos de vegetales
frescos paja, es decir, que tienen mayor proporción de carbono que la de sus células,
necesitarán para su crecimiento un aporte extra de nitrógeno, que tomarán del nitrógeno
mineral soluble presente en el suelo compitiendo con las plantas. Este hecho que es
sobradamente conocido por muchos agricultores (por ejemplo, el bloqueo de nitrógeno que
se produce tras el enterrado de la paja), tiene una gran tras agronómica, tanto desde el punto
de vista de la producción agrícola de la contaminación de los suelos y las aguas. Los
componentes inorgánicos o minerales del suelo están formados por partículas de diferentes
tamaños y composición. Los elementos más abundantes son el Silicio (Si), el Oxigeno (O) y
el Aluminio (Al), que se encuentran combinados principal mente como cuarzo o silice (SiO)
y aluminosilicatos (arcillas). La mayoría de las propiedades físicas de un suelo dependen de
la distribución de tamaños de sus partículas; la composición mineralógica influye, además,
en la retención y suministro de nutrientes.
En la Agricultura de Conservación, se mantienen una estructura óptima del suelo y el
mantillo, maximizando el acceso de los cultivos a los pocos nutrientes que constantemente
son suministrados mediante la mineralización de la materia orgánica. En cierta medida, las
raíces más profundas, que tienen un gran número de raíces absorbentes, pueden capturar
grandes cantidades de nutrientes, incluso en horizontes del suelo con concentraciones
extremadamente bajas de nutrientes. Las grandes cantidades de biomasa depositadas en el
suelo por los cultivos y los cultivos de cobertura, mantienen o, con el correr del tiempo,
mejoran la estructura del suelo, de modo que la tierra permitirá que los cultivos accedan más
eficientemente a las bajas concentraciones de nutrientes de los horizontes superiores del
perfil del suelo. Mientras tanto, la materia orgánica en la superficie del suelo o cerca de ella
producida durante los períodos de barbecho, continúa suministrando nutrientes en pequeñas
cantidades que pueden mantener razonablemente altos niveles de productividad. El acceso
de los nutrientes a las plantas es un fenómeno complejo que está relacionado con un gran
número de factores; ciertamente, es ayudado por la aplicación de nutrientes en la superficie
del suelo o junto con la materia orgánica o muy cerca de la semilla, o mediante el crecimiento
de las plantas en suelos bien granulados libres de capas compactadas. Esos factores pueden
incluir la temperatura del suelo, los niveles de materia orgánica del suelo, el pH, las
propiedades químicas del suelo, la presencia de capas compactadas y el equilibrio y la
ubicación de los nutrientes, todos los cuales son afectados a su vez por la actividad de cientos
de miles de microorganismos que puede haber en solo un centímetro cúbico de suelo. Por lo
tanto, el acceso a los nutrientes involucra un conjunto de sucesiones dinámicas sobre las
cuales, hasta el momento, los conocimientos son limitados. Muchos suelos tropicales
húmedos con pH menor de 5,0, toxicidad de aluminio y capas compactadas no conforman un
ambiente favorable para las raíces de los cultivos. Los cultivos crecerán mejor si pueden
además acceder a los nutrientes de una capa gruesa de residuos o mantillo. En realidad la
mayoría, si no todos los cultivos que crecen en los trópicos húmedos, extenderán la gran
mayoría de sus raíces para alimentarse inmediatamente por debajo y dentro de la capa de
mantillo, siempre y cuando haya humedad. O sea, se alimentarán más fácilmente desde
dentro e inmediatamente debajo de la capa de mantillo que en el propio suelo.
Básicamente, la alimentación de las plantas a través del mantillo ayuda a compensar la falta
de condiciones ideales de estructura de suelo o de crecimiento de la planta, suministrando
una fuente suplementaria de nutrientes fácilmente disponibles, en cantidades pequeñas pero
constantes en la superficie del suelo; de ese modo no es imprescindible que los cultivos
desarrollen un enorme sistema radicular que se extienda profundamente dentro del perfil del
suelo. Obviamente, el acceso de los nutrientes a las plantas será mejor si los nutrientes están
en la superficie del suelo que si están más profundos, especialmente en los suelos
empobrecidos, ácidos o con problemas de toxicidad de aluminio. Los rendimientos en los
sistemas de Agricultura de Conservación no dependen de la alta concentración de nutrientes.
Dependen de la fijación del nitrógeno y del reciclaje de gran cantidad de materia orgánica lo
cual hace que el fósforo y otros nutrientes en el suelo sean más solubles (o sea, químicamente
disponibles); además la mayoría de estos nutrientes están cerca de la superficie del suelo,
fácilmente accesibles para las raíces de las plantas. Tal sistema puede, por lo tanto, producir
buenos rendimientos durante largos períodos con poca o ninguna aplicación de nutrientes
adicionales (aunque, eventualmente, puede ser necesario agregar nutrientes, en particular
fósforo, para lograr sostenibilidad) (Bunch, 2003).
La materia orgánica por encima de contenidos del 2% está ligada a la estabilidad de los
suelos, al tener un poder aglomerante, sobre todo las sustancias húmicas al unirse a la fracción
mineral da permeabilidad al suelo a la vez que le permite la estabilidad. La formación de
óxidos de hierro (Fe) y aluminio (Al) puede darse en combinación con materia orgánica
estabilizando con ello los agregados del suelo. Por otro lado es importante señalar a la materia
orgánica por su papel en la génesis y fertilidad de los suelos.
La materia orgánica ejerce un efecto interesante sobre la plasticidad del suelo. Medidas de
las constantes de plasticidad de diferentes suelos, usualmente muestran que los límites de
plasticidad en los horizontes superficiales son más altos en la escala de humedad que los de
los horizontes inferiores. Este efecto está aparentemente asociado con la presencia de materia
orgánica en el horizonte superficial. La oxidación de la M.O. con H2O causa un decidido
descenso de ambos límites (es decir se vuelve plástico con menos agua). La causa de este
decidido descenso de los límites de plasticidad sobre la escala de humedad (en los oxidados)
sin un efecto realmente significativo sobre el número de plasticidad, es perfectamente
comprensible sobre la base de la teoría del «film». La materia orgánica tiene una alta
capacidad de absorción de agua. La hidratación de la materia orgánica debe ser
suficientemente completa antes que suficiente agua sea disponible para formar un «film»
alrededor de las partículas minerales. Consecuentemente el límite inferior de plasticidad
ocurre a un contenido relativamente alto de humedad. Después que los «films» están
formados, prácticamente toda el agua adicional funciona solamente para aumentarlos hasta
que se produzca el flujo. La presencia de M.O. tiene pequeño efecto sobre este tipo de agua
y entonces no influye sobre el número de plasticidad.
La capacidad para el aire de los suelos pesados se puede aumentar por el agregado de materia
orgánica, cenizas o arena. La adición de materia orgánica, en forma de residuos, abono o
turba, parece ser el medio más práctico para mejorar las relaciones de aireación de los suelos
arcillosos. Según experiencias de la Universidad de Ohio (Baver, 1956) sobre la influencia
de distintos tratamientos de cenizas y abono orgánico en el espacio poroso de los suelos se
concluyó que las cenizas aumentaban la capacidad para el aire, pero disminuían la capacidad
de retención de agua. Por otro lado, el abono orgánico aumentaba tanto la porosidad total
como la capacidad para el aire.
En conclusión, la materia orgánica que contiene el suelo procede tanto de la descomposición
de los seres vivos que mueren sobre ella, como de la actividad biológica de los organismos
vivos que contiene: lombrices, insectos de todo tipo, microorganismos, etc. La
descomposición de estos restos y residuos metabólicos da origen a lo que se denomina
humus. En la composición del humus se encuentra un complejo de macromoléculas en estado
coloidal constituido por proteínas, azúcares, ácidos orgánicos, minerales, etc. en constante
estado de degradación y síntesis. El humus, por tanto, abarca un conjunto de sustancias de
origen muy diverso, que desarrollan un papel de importancia capital en la fertilidad,
conservación y presencia de vida en los suelos. A su vez, la descomposición del humus en
mayor o menor grado, produce una serie de productos coloidales que en unión con los
minerales arcillosos, originan los complejos órgano-minerales, cuya aglutinación determina
la textura y estructura de un suelo. Estos coloides existentes en el suelo presentan además
carga negativa, hecho que les permite absorber cationes H+ y cationes metálicos (Ca2+,
Mg2+, K+, Na+) e intercambiarlos en todo momento de forma reversible: debido a este
hecho, los coloides también reciben el nombre de complejo absorbente.

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