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Apuntes, El Estado Constitucional (ibro Navas de Castillo)

Teoría del Estado Constitucional (UNED)

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Asignatura: TEORIA DEL ESTADO CONSTITUCIONAL. Cuota de Navas del Castillo.
Apuntes realizado por José Luis Galán. Curso 2014-2015
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EL ESTADO CONSTITUCIONAL
I. PROCESO DE CONFIGURACIÓN DEL ESTADO CONSTITUCIONAL

Capítulo 1 – EL ESTADO: PROCESO DE FORMACIÓN, CONCEPTO Y ELEMENTOS


1. EL PROCESO DE FORMACIÓN DEL ESTADO MODERNO
1.1. Pensamiento y órdenes políticos antiguo y medieval
1.1.1. Introducción
Es habitual ubicar el nacimiento del Estado moderno entre finales de la Edad Media y principios de
la Edad Moderna (s. XV-XVI), pero ello no determina la inexistencia, con anterioridad, de formas
de organización política distintas del Estado, a las cuales se les ha venido a calificar de
preestatales y en las que se advierte una común concepción universalista de la política y su no
escisión (rompimiento/desavenencia) de la moral, si bien en cada etapa se ha dado un paso más
en el proceso de juridificación del poder político. Formaciones preestatales que alcanzan, por su
mayor relevancia, a los antiguos imperios orientales, la polis griega, la civitas romana, el sistema
de poliarquía medieval, y esa fase intermedia que tiene lugar en el tránsito del sistema medieval al
Estado monárquico absoluto durante el s. XV, cual es la forma de organización política estamental
o dualista.

1.1.3. Pensamiento y orden político medieval


B) El Feudalismo
[Organización social, económica y política basada en el feudo. Se trataba de propiedades de
terrenos cultivados por siervos, parte de cuya producción debía ser entregada en concepto de
“censo” (arriendo) al amo, un pequeño noble (señor) nominalmente leal a un rey.]
La organización política de la baja Edad Media se distingue por 2 rasgos: Contenido estatal
limitado y poder estatal muy repartido.
Contenido estatal limitado: El ejercicio de la fuerza hacia el exterior, la protección de la paz y la
administración del Derecho en el interior.
Poder político repartido: Al encontrarnos ante un poder no centralizado y fuerte, la organización
política medieval se encuentra fundada en el vasallaje, transformándose en el sistema feudal de la
Edad Media. El poder aparece desgarrado, desintegrado, disuelto y repartido en numerosas
casillas.
El sistema feudal (s. IX-XIII) propio de la Edad Media se caracteriza por su estructura plural de
poderes (poliarquía) -Imperio y Papado, reyes, príncipes y señores feudales-. Carece de una
organización política unitaria, no cuenta con una Administración funcionariada ni con un
ordenamiento jurídico unitario, sino feudatarios pertenecientes a la nobleza y el clero. El Derecho
estaba constituido por privilegios de ciudades y gremios que tenían jurisdicciones diferentes y
autónomas. Sólo la iglesia cuenta con una organización unitaria del poder.

C) La organización política estamental


La organización política estamental o dualista es la denominación a la etapa de tránsito del
sistema medieval al Estado monárquico absoluto.
Fase en la que un crecimiento de la economía dineraria, da lugar a la aparición de una nueva
clase social "la burguesía". La burguesía conto con el apoyo del Rey, a cambio de contribuciones
económicas que significó el debilitamiento económico y político de los poderes feudales.
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Se inicia un proceso en el que se pretende la expropiación de instancias feudales de carácter


regional, corporativo o personal, una situación que perdurará hasta la Revolución francesa.
La organización política estamental se caracteriza por la concentración del poder en: el Rey y los
Estados Generales o Asambleas en las que se encuentran representados los 3 estamentos: la
nobleza, el clero y la burguesía (o estado llano).
La organización política estamental se califica de dualista, al ser 2 los centros de poder.
Naef considera que el Estado moderno cobra primero realidad bajo la forma de la organización
política estamental, pues son los estamentos, junto al Rey, quienes gobiernan el país, y a la vez
consiguen la subordinación de la Iglesia al poder civil.
Por otra parte en esta organización se encuentran las raíces de la “doctrina de la resistencia”, en
virtud de la cual, a través de un pacto o “contrato" de soberanía entre los estamentos y el Príncipe,
en el cual, el pueblo a través de sus representantes en los estamentos, se obliga a la obediencia y
a determinadas prestaciones, y el Príncipe, a respetar los límites impuestos por el Derecho y a
reconocer la intervención en el gobierno del país de los estamentos. Si el Príncipe no cumple, da
lugar al Derecho de no obediencia (resistencia) del pueblo.
Con la organización política estamental o dualista, nos encontramos en un punto intermedio entre
el sistema plural, propio del sistema feudal, y el sistema monista, propio del Estado moderno en su
primera etapa con las Monarquías absolutas.

1.2. La aparición del Estado moderno y las monarquías absolutas


1.2.1. Planteamiento general
En esta época (s. XV y XVI) se produce una profunda transformación en todos los ámbitos:
económico, social, cultural, científico y político; que derivará en una nueva forma de organización
política denominada “Estado”.
a) En el ámbito económico: Se pasa al capitalismo. Es una economía dineraria basada en el
comercio. Una economía capaz de hacer frente a los gastos necesarios para mantener
funcionarios a sueldo, sostener un ejército mercenario y desarrollar una política interior y
exterior.
b) En el ámbito social: Aparece una nueva clase social, la burguesía, que mediante su alianza
con el Rey, favoreció la abolición de los poderes intermedios de la etapa anterior.
c) En el ámbito cultural: Aparición de una nueva mentalidad: el individualismo, apareciendo el
hombre como el centro del Universo.
d) En el ámbito de la ciencia: Nuevos descubrimientos como la imprenta, la brújula y la
pólvora.
e) En el ámbito de lo político: Aparición del Humanismo (sentimiento por la igualdad de todos
los súbditos y la libertad de pensamiento).
Los elementos internos que propiciaron el surgimiento del Estado son:
a) El nacimiento de ejércitos permanentes, al ser asumida por el Estado la garantía de paz.
b) La aceptación, por parte del Estado, de la garantía de la paz, así como una más activa y
costosa política interior y exterior que determina la creación de una Administración.
c) El nacimiento de una Administración burocrática. El Estado asume el monopolio de los
intereses generales. Aparece la figura de los funcionarios que ejercen las funciones que el
Estado les asigna. El poder se ejerce de forma unitaria, centralizada y jerarquizada.
d) La unificación del orden jurídico. El Derecho Romano, completado con el Derecho regio,
ofrece la certeza normativa que exige la economía dineraria y mercantilista de la época.
En el s. XVIII, el Estado se convierte en absoluto. En Sicilia es donde se encuentra la primera
forma de organización estatal, bajo la monarquía de Federico II, caracterizada por la centralización
y secularización del poder.

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En el proceso de formación del Estado en España, Francia e Inglaterra, influyen 2 hechos


determinantes:
• La constitución de las Iglesias nacionales: Se pretende la independencia del Estado frente
a Roma. El Estado construirá la Iglesia de acuerdo con su propio modelo. El Rey se
convierte en la cabeza visible de la Iglesia. En España se independiza bajo el reinado de
Felipe II.
• La diferente evolución que los estamentos. En Inglaterra la Asamblea estamental
sobrevive, mientras que en Francia o España las Asambleas estamentales desaparecen.
Ya sea porque dejan de reunirse (Francia) o porque son desmanteladas como hizo Carlos I
en España. Lo que se tradujo en el triunfo de la monarquía absoluta.
La monarquía absoluta no supuso la desaparición en su totalidad de las formas feudales, que
subsistieron, ni la desaparición de la burguesía que siguió luchando por sus intereses a través del
Rey.
La monarquía absoluta queda limitada por la ley divina y la natural, así como por las leyes
fundamentales del reino y las costumbres. Se trataba de una herencia feudal.
El Rey era absoluto en su poder, no se somete a control ni comparte la soberanía con nadie.
Puede declarar la guerra, administrar justicia, legislar, etc. En este sentido es "absoluto", pero no
puede ir contra la ley de Dios, la costumbre del pueblo o la ley natural, ya que pasaría a
convertirse en un poder tirano o despótico.

2. EL ESTADO: CONCEPTO Y ELEMENTOS


2.1. Concepto
Durante la Edad Media el término “Estado” hacía referencia, tanto a la “función” o “profesión”,
como a los distintos estamentos representados en la Asamblea -Estados Generales-.
Es Maquiavelo el primero que utiliza el término "Estado" en su obra El Príncipe, para designar una
nueva forma de organización política naciente, caracterizada por la estabilidad y continuidad en el
ejercicio del poder.
Actualmente distinguimos entre el Estado como institución y el Estado como comunidad. El
primero es el conjunto de instituciones de gobierno de un país. El segundo es la sociedad sobre la
que las instituciones ejercen el poder político, siendo estos dos conceptos complementarios pues
es impensable un estamento sin el otro.
El Estado se puede definir como: la organización institucional del poder político que se ejerce
sobre una comunidad social en un territorio determinado.

2.2. Elementos del Estado


Son 4 los elementos que definen al Estado, pudiendo distinguir entre:
• Elementos materiales (el pueblo y el territorio) son necesarios para la existencia del
Estado.
• Elementos formales (el poder y el Derecho) explican la unidad del Estado a través de su
actuación sobre los elementos materiales.

2.2.1. El pueblo
Es el elemento personal y colectivo, integrado por el conjunto de personas que conforman la
comunidad política de un territorio independiente, no forman parte de él ni los extranjero ni los
apátridas, aunque les sean de aplicación parcial el ordenamiento jurídico del mismo.

El pueblo es objeto (como destinatario de las normas) y sujeto (como gobernante, ya que participa
en la actividad estatal y en la producción normativa a través de la elección de aquéllos que les van
a representar en las instituciones) del poder, aunque cambiará su concepto dependiendo de los
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regímenes políticos que puedan existir, en los democráticos, es en el pueblo y no en el Estado, en


donde reside la soberanía (se suele recoger en los Textos Constituciones). En la Constitución
española: "la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del
Estado".
Los conceptos de “pueblo” y “nación” no siempre han sido equiparables a efectos de distribución
de soberanía; aunque en la Edad Media han sido sinónimos, en los albores de la Ilustración se
viene a diferenciar “soberanía popular” (reconocimiento del sufragio universal) y “soberanía
nacional” (sufragio censitario). En los sistemas democráticos actuales no hay distinción entre los
conceptos “pueblo” o “nación”, o entre soberanía popular o nacional, debido al reconocimiento del
sufragio universal, lo que no impide que posean otro tipo de connotaciones políticas, sociológicas,
etc.
Para Kelsen el pueblo es un mero objeto de poder.
Para Maquiavelo es sujeto pasivo de la organización del Estado.

2.2.2. El territorio
Es el concepto jurídico que determina el ámbito espacial del Estado; un ámbito delimitado a través
de la "frontera" que define, tanto en tierra, en mar como en aire, el ámbito geográfico de cada
Estado.
Son las fronteras marítimas las que mayores problemas han creado, de ahí que Naciones Unidas
se hayan preocupado en delimitar una serie de conceptos que permiten definir cuál es el territorio
de cada Estado; cabe distinguir los siguientes conceptos:
• Mar territorial: franja costera de mar inmediatamente situada junto a tierra firme (con
una extensión de 12 millas marinas)
• Zona económica exclusiva: zona de mar en al que el Estado tiene Derecho preferente
de explotación, conservación y ordenación de los recursos naturales (200 millas, a
contar desde tierra firme).
• Plataforma continental: Parte del suelo y subsuelo marino contiguo a tierra firme y
profundidad inferior a 200m.
Problema distinto plantean las naves, aeronaves y sedes diplomáticas, ya que todas se rigen por
las normas del Estado que abanderan. Las sedes diplomáticas no se consideran parte física del
territorio del Estado.

2.2.3. El poder [HOT]


Se define como la capacidad de decisión y de influencia, y en lo que al poder político se refiere,
puede encontrar su base en la fuerza/dominación, en la autoridad o en ambas, pues el
fundamento del poder político determina el propio régimen político del Estado, por lo tanto, la
legitimación de este poder político ha ido variando al compás del proceso de conformación y
evolución del Estado.
En un principio, el poder político encontró su legitimidad en el dominio o la fuerza de las armas y
en la capacidad de sometimiento del súbdito, que no del ciudadano.
Posteriormente, con las Monarquías absolutas, la legitimidad es de origen divino. Después de la
2ª Guerra Mundial, su legitimidad sólo puede encontrarse en la democracia (en el pueblo, que es
quien elige a los representantes que ejercerán ese poder político que de él emana).
Existe una conexión entre el "poder" y el concepto" soberanía", el cual se concibe según BODINO
como el poder único del Estado, perpetuo, absoluto e ilimitado, de dar leyes a los súbditos,
declarar la guerra o negociar la paz, la concesión de gracia…
La "soberanía" atribuida al Estado determina la inexistencia de otros poderes dentro del Estado, y
que el poder político sea dirigido a la obtención del interés general de la comunidad.

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El Estado se institucionaliza, no existiendo, una coincidencia entre el titular del poder y el sujeto
que lo ejerce a través del ejercicio de las competencias en que ese poder se manifiesta.

2.2.4. El Derecho
En el Estado moderno, el Derecho es la expresión del ejercicio del poder político, el ordenamiento
jurídico estatal integra todos los ordenamientos parciales dentro del territorio del Estado, ya que
no sólo las instituciones están dotadas de las facultades de dictar normas, también los particulares
pueden ejercer esa facultad, bien a través de la iniciativa legislativa popular, o de los convenios
colectivos, etc.
Sin embargo, la integración del Estado en organizaciones supranacionales, ha supuesto, la
integración en el ordenamiento jurídico estatal, de normas cuya procedencia no es interna del
Estado, así, los Tratados internacionales suscritos forman parte del ordenamiento jurídico estatal,
e incluso las normas que proceden de una organización supranacional, como ocurre en la Unión
Europea. Éste es un hecho que puede dar lugar al planteamiento de una cierta pérdida de
supremacía del ordenamiento jurídico respecto de aquellos ámbitos de competencia cedidos a
esas organizaciones supranacionales.

Capítulo 2 – INICIO Y EVOLUCIÓN DEL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL: EL SURGIMIENTO


DEL ESTADO LIBERAL
1. INTRODUCCIÓN: LA FILOSOFÍA LIBERAL Y SUS CONSTRUCCIONES DOCTRINALES
1.2. Diferentes versiones de la ideología liberal
a) El liberalismo conservador y contrarrevolucionario de Burke, de Maestre, Bonald, etc., que
busca las raíces de la filosofía liberal en la tradición.
b) Liberalismo doctrinario, nacido en Francia, reconoce el sufragio censitario, la soberanía
nacional es entendida como soberanía de la razón. Influyó decisivamente en algunos
Textos Constitucionales de nuestro constitucionalismo liberal: Constituciones de 1837,
1845 y 1876.
c) El liberalismo utilitarista, hunde su raíz en Locke y se desarrolla en Inglaterra. De signo
esencialmente individualista fue impregnándose de los problemas sociales.
d) El liberalismo radical imperante en España durante la Constitución de 1812, en oposición al
liberalismo doctrinario, reivindicaba los principios revolucionarios: soberanía nacional,
sufragio universal, monarquía limitada, división de poderes.
e) Liberalismo económico, que invoca el derecho de propiedad, la libertad total de mercado y
el abstencionismo estatal. Frente al que se sitúa el liberalismo político precursor del
derecho de resistencia y la libertad de participación política.

2. INICIO DEL PENSAMIENTO POLÍTICO LIBERAL


2.1. La concepción de lo político en Locke
Locke intervino activamente contra el poder absoluto de la dinastía de los Estuardo (tras su
restauración), lo que obligó al filósofo y teorizador político a exiliarse. Una vez destronado el último
Rey de la dinastía Estuardo (Jacobo II) y tras el triunfo de la Revolución Gloriosa de 1688, regresó
a su patria con Guillermo de Orange como nuevo Rey de Inglaterra.
Ha sido considerado como el iniciador de una nueva etapa: el liberalismo político. Su pensamiento
se inserta en el llamado iusnaturalismo racionalista, construyendo su teoría política desde una
combinación de métodos, que subyace en sus dos obras más notables: Ensayo sobre el
entendimiento humano y Dos tratados sobre el gobierno civil, en éste último pretende diseñar un
sistema liberal de gobierno oponiéndose al absolutismo de Hobbes, aunque ambos parten del
iusnaturalismo racionalista, por lo que ven en el “pacto” el instrumento que va a hacer posible el

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tránsito del Estado de naturaleza al Estado social o civil. A pesar de ello obtienen conclusiones
antagónicas.
Para Locke, en el Estado de naturaleza, a diferencia de Hobbe, los hombres no están en
permanente guerra, sino que todos son libres e iguales, son sujetos de http://www.uned-
derecho.com/determinados derechos (vida, libertad y propiedad), y en donde la voluntad de los
ciudadanos de someterse al poder político del Estado, no supone la cesión de sus derechos,
justificando el derecho de resistencia ante ese poder político.
La constitución del Estado es una mejora en la forma de vida de los hombres, ya que, a través de
él, se asegura la defensa de la posible vulneración de los derechos que los seres humanos
poseían en el Estado de naturaleza.
La comunidad delega su autoridad, su soberanía a sus representantes (Parlamento) y el Monarca
constitucional (Ejecutivo) quien garantiza su ejecución y junto a ambos poderes debe existir un
poder federativo que asegure las relaciones del Estado en el ámbito exterior.
La comunidad podrá recabar para sí su soberanía inicial cuando considere que la autoridad
delegada no ha sido utilizada para la consecución de los fines que dichos poderes están llamados
a cumplir. Su planteamiento pone de manifiesto un pensamiento en el que la separación
Iglesia/Estado (laicismo) es ya una realidad.
[LEER (no estudiar)
(Locke, en su obra “Dos tratados sobre el gobierno civil”, refleja las demandas políticas de la
sociedad y la opinión pública que combatía el absolutismo.
Locke parte del estado de naturaleza y su total inseguridad. El estado de naturaleza está regido
por la ley natural. Conforme a ella, el individuo tiene derecho a castigar el crimen, protegerse a sí
mismo y a los demás y obtener reparación del daño. Pero esto mismo lo hace inseguro.
El único medio de conservar los derechos con seguridad es la unión de los hombres en sociedad,
mediante un pacto con el cual se construye un cuerpo político con suficiente autoridad para
salvaguardar los bienes y los derechos de todos. Nadie puede tomarse la justicia por su mano.
Pero Locke entiende que no es necesario entregar todo el poder a la autoridad constituida. De
manera que, cuando la autoridad actúa de forma contraria a su misión, el pueblo es libre para
instituir una nueva.
Por tanto, el poder está vinculado al fin para el que fue instituido: la salvaguarda de los derechos
naturales. Estos son, fundamentalmente, la vida, la libertad y la propiedad. Además, el poder se
ejerce sobre todo el territorio de la comunidad.
Así pues, Locke distingue tres funciones o poderes en un Estado constituido: legislativo, judicial y
ejecutivo; en ocasiones se habla de legislativo, ejecutivo y federativo.]

3. RELEVANCIA DE LOS PROCESOS REVOLUCIONARIOS LIBERALES


3.1. La Revolución Gloriosa (Inglesa)
Frente a Francia, donde las Asambleas estamentales dejan de reunirse a partir de 1614, la
Asamblea estamental del Parlamento inglés (especialmente la Cámara de los Comunes) consigue
convertirse en una verdadera Cámara de representación nacional.
Esta es la razón de que se considere que la Revolución inglesa “no signifique en la historia de
Inglaterra, una lucha entre el Parlamento estamental anticuado y una monarquía que intenta
imponerse, sino un choque entre dos potencias ascendentes; cada una de las cuales aspira a
representar al Estado moderno en formación”.
El poder absoluto de la dinastía de los Estuardo estuvo presente en Inglaterra durante el s. XVII,
interrumpida por la instauración de la República de Cromwell, época en la cual se adoptará, el
primer Texto Constitucional escrito de la historia: el Instrumento de Gobierno de 1653.
Antes de la instauración de la República (1628) se aprobó la Petición de Derecho, documento que
vino a limitar los poderes regios y declara la necesidad de consentimiento parlamentario para el

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establecimiento de tributos, además de reivindicar otros derechos ya reconocidos en textos y


épocas anteriores (Carta Magna de 1215).
En 1649 se aprueba el Agreement of the Free People, documento en el que se expresa la idea
relativa a las separación de poderes ejecutivo/legislativo, como la que se refiere a la existencia de
una ley superior al Parlamento.
En plena restauración monárquica se aprobaría la Ley de Habeas Corpus (1679) que prohíbe
retener a una persona en prisión durante más tiempo que el establecido sin ponerla a disposición
judicial.
En 1687 Jacobo II suspende las leyes aprobadas por el Parlamento en defensa de la Iglesia
Anglicana, éste sería el último rey de la dinastía Estuardo, al ser depuesto por el Parlamento un
año después, siendo proclamado nuevo rey Guillermo de Orange, triunfando así la soberanía del
Parlamento, lo cual determinará la aprobación de la Declaración de Derechos de 1689, en donde
se limitarán, todavía más, los poderes del Rey, a la vez que se afirman los del Parlamento.
La Revolución Gloriosa de 1688, supuso el triunfo en Inglaterra del denominado rule of law o
gobierno del Derecho, se instaura un régimen liberal, tanto desde el punto de vista político
(reconocimiento de la libertad individual, religiosa y de prensa, establecimiento de judicatura
independiente, limitación de poderes regios, establecimiento de parlamentarismo oligárquico),
como económico (reconocimiento del Derecho de propiedad, y de las libertades de trabajo,
industria y comercio).

3.2. Revolución americana


En pleno s. XVIII, las 13 colonias americanas dependientes, económicamente, de la metrópoli
británica, manifestaron su descontento por la desigualdad con que se les había aplicado el
Derecho inglés en relación con la metrópoli, generando sucesivos enfrentamientos que,
inevitablemente van a desembocar en la lucha por la independencia y, posteriormente en el
nacimiento de los EEUU de Norteamérica.
En 1765 rechazaron con éxito un elevado impuesto que gravaba el azúcar y la melaza, por no
haber sido aprobado por sus representantes. En 1774 el Congreso Continental reunido en
Filadelfia, determinó la necesidad de consentimiento para la imposición de nuevos tributos, así
como suspender el comercio con la metrópoli británica. Un año más tarde, en el Segundo
Congreso, una nueva declaración hace hincapié en la necesidad de la lucha armada, designando
para ello a George Washington como jefe de las Fuerzas Armadas. Habrá que esperar hasta el 4
de Julio de 1776, para que la Declaración de Independencia de los EEUU de América, hecha
pública por el Congreso reunido en Filadelfia, sea ya una realidad, en la cual late el pensamiento
político de la Ilustración, especialmente el de Locke.
Las Colonias-Estado, decidieron formar una Confederación bajo la norma “Los Artículos de la
Confederación”. El Congreso asumió la dirección de la guerra, que fue ganada por la
Confederación, así como el resto de las escasas competencias que le correspondían,
planteándose la reforma de su Artículos a fin de asumir mayores atribuciones, proceso que
culminará con la redacción de un proyecto constitucional, posteriormente aprobado y ratificado por
la mayor parte de los Estados miembros. Nace así la primera Constitución escrita y rígida de la
historia constitucional en 1787, un Texto que fue aprobado sin una Declaración de derechos, si
bien estos derechos serían asumidos por la norma suprema a través de sus Diez Primeras
Enmiendas aprobadas el 15 de diciembre de 1791.
Hay que destacar además la aprobación de la Declaración de Derecho del Buen Pueblo de
Virginia de 1776, en donde los “derechos del hombre” aparecen como presupuesto de toda
Constitución política.
El Federalista es un documento que se dirige a divulgar el Texto Constitucional norteamericano,
con objetivo didáctico, pero además se trata de un documento que delimita conceptos jurídico-

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políticos de gran relevancia para el Derecho Constitucional, entre otros, los relativos al poder
constituyente, al concepto de pueblo, al valor normativo supremo de la Constitución, al sistema
representativo, a la definición de lo que debe entenderse como República, o lo que se considera
un buen gobierno.
"Un buen gobierno implica 2 cosas: primero, fidelidad a su objeto, que es la fidelidad del pueblo;
segundo, un conocimiento de los medios que permita alcanzar mejor ese objeto".
En definitiva, con el proceso revolucionario americano se configura un Gobierno bajo una
Constitución escrita, concebida por primera vez como la norma suprema del ordenamiento
jurídico, con aportaciones que son esenciales para el Derecho Constitucional, como las relativas al
control constitucional de las leyes mediante el sistema del judicial review (o modelo de control
difuso de la constitucionalidad de las leyes); o la organización federal del Estado, así como el
“presidencialismo” como sistema de gobierno.

3.3. Revolución francesa


Se considera como el proceso revolucionario por excelencia, ya que trae consigo una “nueva
fundamentación ideológica del Estado”, está formulada con pretensiones de universalidad e
intemporalidad. Significó el fin del absolutismo y el fin de una sociedad cimentada en el privilegio,
así como la pérdida de influencia de la Iglesia (estado laico).
Supone, de un lado, el establecimiento de los principios fundamentales del constitucionalismo
clásico (origen del régimen constitucional) a través de la plasmación de su ideario político en el
fundacional texto de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789; ideario
que contiene planteamientos esgrimidos ya por Montesquieu (separación de poderes) y por
Rousseau (ley como expresión de la voluntad general); así como el reconocimiento de derechos
individuales con carácter universal.
De otro, la proclamación del “imperio de la ley”, de la cual, viene a surgir el Derecho Público, luego
extendido a toda Europa, basado en el principio de legalidad, lo que no ha tenido lugar en el
Derecho inglés, pues a diferencia del continental, es fundamentalmente consuetudinario, por lo
que ha imperado un Common Law esencialmente judicial, en donde los jueces se constituyen en
un elemento clave en la creación del Derecho.
Por todo ello, se puede afirmar que, la Revolución francesa supondrá una nueva fundamentación
ideológica del Estado, planteándose en ella, los grandes problemas que caracterizarán la
evolución del Estado Liberal de Derecho como nuevo modelo de Estado (Derecho de resistencia y
Derecho Humanos, división de poderes, limitación jurídica del poder político, la nación y la
representación política); todo ello se extenderá a otros países de la Europa occidental.

Capítulo 3 – EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL AL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE


DERECHO
1. EL ESTADO LIBERAL DE DERECHO
1.1. El Estado liberal como Estado de Derecho
El Estado liberal de Derecho surge como reacción de la burguesía al Antiguo Régimen.
Cuestiones concebidas por Locke (derechos del individuo), por Montesquieu (división de poderes
como instrumento de garantía de libertad política), o por Sieyes (soberanía nacional), se
convierten en las ideas matriz de la nueva organización política, la cual surge como fenómeno
histórico, en Inglaterra tras la Revolución Gloriosa (1688), en Norteamérica tras su Declaración de
Independencia (1776) y en Francia con la Revolución de 1789. Sin embargo, es a la doctrina
alemana a la que se le debe el concepto de Estado de Derecho.

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Las primeras formulaciones, así como la propia expresión de Estado de Derecho, se deben a los
teóricos alemanes Stahll y a Mohl. La principal característica de este Estado será la limitación del
poder político a través del Derecho. Desde esta consideración, la dogmática alemana puso de
manifiesto, que no todo Estado sometido a la ley puede considerarse como Estado de Derecho,
sino aquél en el que la “ley” emana de una Asamblea de representación popular.
Con el Estado liberal de Derecho se configura del Estado constitucional, que en su formulación
incorpora como principios: el imperio de la ley, la división de poderes, la legalidad de la Admón., y
el reconocimiento de determinados derechos y libertades.
A) El imperio de la ley: se considera la ley como expresión de la voluntad general, es por ello
que, el origen de la ley es determinante para establecer si realmente nos encontramos ante un
Estado de Derecho. Se considera que sólo cuando la ley se elabora y aprueba por una Asamblea
de representantes libremente elegidos por el pueblo, la ley puede actuar como límite al poder
político. De ahí que, no todo Estado legal sea Estado de Derecho.
B) La legalidad de la Administración: no es más que una concreción del principio del imperio de
la ley. La Admón., en su actuación, se encuentra sometida a lo establecido por la ley, siendo
susceptible de control judicial.
C) La división de poderes: fue Locke el primero que determinó la necesidad de distribuir el poder
político, hasta ese momento concentrado en el monarca; distinguiendo entre el Poder legislativo
(Parlamento), que asume la elaboración y aprobación de la ley; el Poder ejecutivo (el Monarca
constitucional), al que corresponde asegurar la ejecución de la ley; y el Poder federativo, dirigido a
asegurar las relaciones del Estado con el exterior. Teoría que influirá en la doctrina de
Montesquieu, para quien la separación entre los distintos poderes del Estado: legislativo, ejecutivo
y judicial, será clave para garantizar la libertad y seguridad del ciudadano, ya que el poder podrá
ser objeto de control.
D) Reconocimiento de derechos y libertades: es un momento en que sólo se van a reconocer
un conjunto de derechos básicos que afectarán tan solo a una parte de la población.: propiedad,
libertad, seguridad e igualdad, serán los principios básicos mantenidos por el Estado liberal. El
movimiento constitucional encuentra su fundamento en el reconocimiento y garantía de la libertad,
su primera definición, desde un punto de vista jurídico, se observa ya en la Declaración de
Derecho del Hombre y del Ciudadano (1789), en la Declaración de Derecho del Buen Pueblo de
Virginia (1776), así como en la Declaración de Independencia de los EEUU (4 de julio de 1776).
La igualdad también es una de las conquistas de las Revoluciones liberales de finales del s. XVIII.
La igualdad aparece como un valor superior de la sociedad, rompiendo con los privilegios
existentes. Sin embargo, en su concepción liberal primigenia, se entiende únicamente como
“igualdad en la aplicación del Derecho”, tal y como manifiesta en su art. 1º la Declaración de
Derecho del Hombre y del Ciudadano: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en
Derecho. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común”. Habrá que
esperar a la crisis del Estado liberal y posterior consolidación de un nuevo modelo: Estado social
de Derecho para que se amplíe el contenido del principio de igualdad.

1.2. Caracteres del Estado liberal de Derecho


Con el Estado liberal de Derecho se configura el Estado constitucional, tiene entre otros rasgos: la
consideración aislada del individuo, la disociación entre Estado-sociedad, abstencionismo, su
carácter nacional y carácter representativo.
A. El Estado liberal como Estado individualista: el Estado Liberal se configura como una
forma de organización política al servicio del individuo, no consiente ni permite la
existencia de organizaciones intermedias entre el Estado y el individuo (partidos políticos,
asociaciones, etc.) determinando su prohibición.

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B. Disociación entre Estado y sociedad: influido por teorías pactistas de la época, se


caracteriza por la estricta separación entre el Estado y la sociedad civil, ello responde a la
separación entre lo ideológico-político y lo económico propio del capitalismo liberal.
Mientras la sociedad se concibe como “sistema de necesidades” (ámbito de lo práctico-
concreto), el Estado aparece como el realizador de la “idea moral” (ámbito de lo
“universal”). El constitucionalismo que surge en esa circunstancia trata de realizar la “idea
moral del Estado” evitando que penetre en él lo práctico-concreto.
C. El Estado liberal como Estado abstencionista: el principio de la Escuela de Manchester
“dejad hacer, dejad pasar; el mundo marcha por sí solo”, define el rasgo que, por
excelencia, caracteriza al Estado liberal, su abstencionismo. El movimiento fisiocrático
(corriente del pensamiento ilustrado donde convergen el utilitarismo e iusnaturalismo, y
contrarios al mercantilismo) propugnó, con carácter general, el abstencionismo: en el
ámbito de las relaciones sociales, el Estado debe limitarse a su reconocimiento a través
del Derecho. Y en el económico, las leyes del mercado son bastantes para la
autorregulación de la economía, sin que precise la injerencia del Estado.
D. El Estado liberal como Estado constitucional: aparece el concepto moderno de
Constitución como límite de los poderes públicos y garante de la libertad del ciudadano;
idea reflejada en art. 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano
(1789): “en todo país donde no estén garantizados los derechos y libertades y reconocida
la separación de poderes, no existe Constitución.”.
Aparecen los primeros Textos Constitucionales liberales escritos, cuya concepción
normativa será distinta en Europa y América. Mientras para los liberales europeos, la
limitación del poder político se encontraba garantizada con el reconocimiento de derechos
naturales y la división de poderes; para el americano la Constitución se concibe como la
norma suprema del ordenamiento jurídico. Concepción que no se asumirá en Europa
hasta principios de s. XX.
Frente al absolutismo monárquico, donde el Rey personifica al Estado, en el liberalismo el
Estado personifica a la nación, deviniendo en nación soberana. La nación es entendida
como entidad abstracta que se identifica con una determinada clase social, la burguesía.
E. El Estado liberal como Estado representativo: el mandato imperativo fue sustituido por
el mandato representativo, determinando una nueva relación basada, no en la obligación
de cumplir un mandato en beneficio de un interés particular, sino en la mutua confianza y
en la defensa y garantía de los intereses generales.
Aún con todo, se trata de un mandato representativo oligárquico, debido al sufragio
censitario. Sólo los intereses de una parte de la población se veían representados en el
Parlamento. También se alzaron voces proclamando la defensa de las instituciones de
democracia directa, que una vez conseguida la consagración definitiva del sufragio
universal, estas instituciones fueron fundamentalmente preconizadas por grupos
conservadores y fascistas.

1.3. Crisis del Estado liberal y sus alternativas


El modelo liberal no supo dar respuesta a las crecientes necesidades sociales de la época. La
desigualdad y marginación de la clase obrera, consecuencia de la inactividad del Estado en el
ámbito económico, aumentó el conflicto entre burguesía y proletariado.
La clase trabajadora luchará por ver representados sus intereses en las instituciones del Estado,
para lo que se exige el sufragio universal, consiguiéndose el masculino a finales del s. XIX, no
consolidándose plenamente hasta bien adentrado el s. XX con el sufragio universal femenino. Por
otro lado, el Estado comienza a intervenir en procesos económicos privados, asumiendo servicios
públicos de baja rentabilidad, dándose entrada a la primera corrección del modelo liberal clásico:

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el régimen administrativo de servicios públicos, que tampoco dio solución a las crecientes
demandas de la sociedad. El modelo experimentará una serie de reacciones, apareciendo como
alternativas, nuevas formas de Estados:
• El Estado socialista: fruto de la reacción del movimiento marxista, que se consolida
tras la Revolución rusa de 1917.
• El Estado fascista: resultado de la reacción de determinados sectores de la
burguesía, teniendo lugar en el período entre guerras, decayendo al terminar la 2ª
Guerra Mundial, excepto en España (nacionalsocialismo alemán y fascismo italiano).
• El Estado social de Derecho: que viene a ser una reacción de ese sector de la
burguesía que, basándose en los principios del Estado liberal de Derecho, pretende
otorgarles un nuevo y distinto significado.
[LEER (no estudiar)
El Derecho constitucional nace y cobra sustantividad en el marco del Estado liberal.
El Estado liberal fue siempre lo fuerte que la sociedad burguesa necesitó que fuera. La burguesía
liberal disociaba la realidad en dos regiones separadas y frecuentemente antagónicas: el Estado y
la sociedad civil. En el terreno económico la sociedad consiste en el marco de las relaciones de
mercado entre sujetos económicos iguales que deben poder traficar en plena libertad de
contratación.
Esta ideología encubría una situación bastante distinta: ni las personas operan sólo como
individuos sino insertas en el seno de grupos; ni son iguales; ni por tanto, tan libres, sino que sus
diferentes situaciones sociales los fuerzan, los condicionan, aunque acaso no los determinen
totalmente. Esta es una fase de predominio del liberalismo sobre la democracia.
La lucha de los menos favorecidos, del cuarto estado, por participar en las decisiones sociales y
en la riqueza se plasmó políticamente en una reivindicación del principio democrático de sufragio
universal. El ascenso del proletariado significó un cambio en el papel del propio Estado. El
proletariado no temía al poder político sino a los poderes sociales y económicos. Por ello
postulaba un poder político fuerte que lo liberara de esos obstáculos para la libertad e igualdad
efectivas. El problema del Nuevo Régimen era la organización e igualdad en el seno de una
sociedad libre.
La primera corrección del modelo liberal, dando entrada a la intervención estatal, fue el llamado
régimen administrativo de servicio público, en el que los fines del Estado se expanden. El proceso
estaba incoado ya en el periodo napoleónico y se desenvolvió durante todo el siglo XIX: el Estado
asumió la gestión de los servicios de correos y telégrafos; las compañías privadas necesitaron una
concesión administrativa para gestionar los servicios de electricidad pero fueron, sobre todo,
exigencias de la construcción del ferrocarril. A fines de siglo, esta tendencia se manifiesta con
toda solidez.)]

2. EL ESTADO SOCIAL DE DERECHO [HOT]


2.1. Planteamiento general: Concepto y caracteres definidores
Será Heller en 1929 quien, por primera vez, acuñe la expresión Estado Social de Derecho para
significar un nuevo modelo de Estado en oposición a su predecesor (el Estado liberal de Derecho)
y a los Estados totalitarios, por ser incapaces de hacer frente y resolver los nuevos problemas.
Con el Estado Social de Derecho, el Estado deja de ser abstencionista, para intervenir en la
sociedad y economía, asumiendo la denominada “procura existencial” del ciudadano, de ahí que
la redistribución económica se efectuará atendiendo criterios de justicia social, en orden a
conseguir esa pretendida "igualdad" formalmente proclamada por el Estado liberal. El Estado
social reclama una política económica distinta a la del Estado liberal, pretendiendo una economía
concertada, planificada, lo que se ha denominado tras la Segunda Guerra Mundial, como Estado
de bienestar social.

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El Estado demanda una nueva relación sociedad-Estado, donde los ciudadanos se encuentran
legitimados para participar en la formación de la voluntad estatal, ejerciendo una actividad de
control sobre la misma.
Según Pérez Royo, el Estado social es una consecuencia del proceso de democratización del
Estado. El Estado debe dar respuesta a todos los sectores de la sociedad y no exclusivamente a
una parte de la misma. Así, el principio democrático se configura en un elemento esencial del
carácter social del Estado, dado que desde la democracia, será posible conseguir los fines de
igualdad y justicia que del Estado social se reclaman.
El nuevo modelo de Estado exige, un replanteamiento de la doctrina clásica de la división de
poderes. La sociabilidad del Estado modifica el papel que el Ejecutivo asume dentro del Estado, y
con ello, la relación del Parlamento-Gobierno. Se tiende a lo que se denomina "parlamentarismo
racionalizado" donde el Ejecutivo, asume mayor para conseguir el bienestar social que se le exige
al Estado.
Rasgos que caracterizan al Estado social de Derecho:
a) El Estado social como Estado de Derecho: El Estado asume el elemento jurídico como
límite de su actuación, arbitrándose sistemas de control.
b) El Estado social como Estado intervencionista: en los ámbitos social y económico
tendentes a la consecución de la real y efectiva igualdad y justicia social, bien a través de
prestaciones positivas del Estado a favor de los menos favorecidos, bien a través de la
promoción de las condiciones precisas para su logro.
c) El Estado social como Estado democrático y Estado de asociaciones: se extiende el
derecho de sufragio hasta alcanzar el sufragio universal; el ciudadano participa en la vida
del Estado mediante instituciones de democracia directa. Surge una nueva relación entre
gobernante gobernado como consecuencia de la relevancia que adquieren, como
instancias intermedias, los partidos políticos y otras asociaciones.
d) El Estado social como Estado reconocedor y garante de derechos y libertades: el Estado
social además de reconocer los derechos del Estado liberal, pretende otorgarles contenido
material.
El Estado social supone: De un lado, la asunción de los derechos socio-económicos, se trata, en
palabras de A. Fernández Miranda, de derechos de prestación cuya efectividad requiere la
creación, organización y sostenimiento financiero de un servicio público. Se podría decir que,
gobernar es, en gran medida, establecer las fuentes de ingreso y jerarquizar el gasto.
De otro, la ampliación del contenido del principio de igualdad, junto a la igualdad ante la ley (en
cuanto a aplicación), se reconoce la igualdad en la ley o en el contenido de la norma, siendo las
dos vertientes de la igualdad formal, que se traduce en la prohibición de discriminaciones,
imponiéndose, el principio de igualdad como límite al legislador.
Al lado de la igualdad formal, aparece una nueva dimensión del principio de igualdad, la igualdad
real, efectiva, de hecho o de oportunidades (igualdad material). Se admite la diferencia normativa
siempre que se trate de una diferencia dirigida a la consecución de la igualdad real y efectiva,
pues habrá que partir de la desigualdad real para poder conseguir la pretendida igualdad. Es por
ello, que no todo trato desigual es discriminatorio.

2.2. Crisis del Estado social


El Estado social no está exento de problemas, de ahí que sea habitual plantear la crisis de este
modelo de Estado, la cual ha ido en aumento tras la crisis energética de los años setenta.
La crisis económica ha determinado el aumento de los gastos del Estado y la disminución de los
ingresos, y por ende, del efectivo necesario para lograr esa “procura existencial”. La crisis
económica ha terminado por afectar al modelo de Estado de bienestar, llegándose incluso a
plantear la crisis del mundo contemporáneo.

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Ahora bien, ello no debe hacer desaparecer la idea social del Estado. Cierto es que el aumento
del gasto hace difícil poder atender todas las demandas sociales, pero sean muchos o pocos los
recursos públicos, siempre que exista justicia redistributiva, podremos afirmar la vigencia del
Estado social, un modelo de Estado que proclama nuestra Constitución, es por ello que, la crisis
del Estado social, lejos de eliminar este modelo, devendrá en “la reelaboración doctrinal del mismo
y su transformación para adaptarlo a las necesidades de las sociedades actuales”.

3. EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO [HOT]


3.1. El principio democrático y la concepción actual del Estado de Derecho
La concepción actual del Estado de Derecho lejos se encuentra de esa primera concepción que se
identificó con el Estado liberal.
A) El imperio de la ley: su legitimidad. El Estado liberal reconoce el sufragio censitario, siendo
la ley tan solo la expresión de la voluntad de la burguesía, es decir, de aquellos que tenían
representados sus intereses en el Parlamento. El Estado liberal de Derecho ha sido, por tanto, un
Estado de Derecho predemocrático que ha evolucionado hacia la democracia. En la actualidad,
solo es Estado de Derecho el Estado democrático, aquél en el que el Derecho es verdadera
expresión de la voluntad soberana del pueblo (sufragio universal).
Cuando el Derecho no es de elaboración democrática, no sería posible afirmar la sumisión del
poder político al Derecho, en tal caso, serían los poderes públicos los que determinarían en cada
momento y a su libre arbitrio, cuál va a ser la legalidad vigente (Estado totalitario o autocrático).
Por otra parte, y en relación a nuestro ordenamiento jurídico, no es posible atribuir al principio
“imperio de la ley” el mismo significado que ostentaba en el Estado liberal de Derecho, por varias
razones:
a. Porque el Parlamento deja de asumir, en exclusiva, el monopolio de la ley, y aunque
continua ostentando la función legislativa, esta misma función también es ejercida por el
Gobierno, bien a través de normas con rango de ley (decretos-ley; decretos legislativos),
bien a través de su iniciativa legislativa preferente.
b. El establecimiento de un Estado compuesto, determina la existencia de entes territoriales
menores (Código Civil.AA.), dotados de órganos con capacidad legislativa propia.
c. Aunque la ley se siga considerando como expresión de la voluntad general, ha perdido ese
carácter abstracto y general propio del Estado liberal. Junto a la ley general aparece la
denominada “ley medida” o “ley singular”, además deja de ser en la actualidad la norma
suprema del ordenamiento jurídico pudiendo ser susceptible de control de
constitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional.
B) División de poderes y legalidad de la actuación administrativa: si bien es comúnmente
admitida la división tripartita montesquieuniana, en la actualidad, más que una división de
poderes, lo que se produce es una colaboración entre los distintos poderes del Estado para el
efectivo ejercicio de sus funciones.
Asimismo, los poderes del Estado en el ejercicio de su actividad deberán respetar
escrupulosamente el contenido de la norma, debiéndose habilitar mecanismos que garanticen el
sometimiento a Derecho por parte de los poderes públicos, y éstos, sin exclusión, asumen la
responsabilidad que se derive de su actuación cuando ésta no se ajuste a Derecho.
C) Los derechos y libertades: el contenido del Derecho: frente al reconocimiento formal de
esos derechos básicos de la clase burguesa, propio del Estado liberal de Derecho, el Estado
actual reconoce nuevos derechos, como son los de carácter social y económico, les otorga
contenido material, así como la tutela efectiva para garantizar la libertad del ciudadano.
En resumen, para que un Estado pueda ser calificado de Estado de Derecho se exige que el
Derecho:

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• Se configure como límite par la actuación de los poderes públicos, y éstos asumirán su
responsabilidad cuando su actuación no se ajuste al Derecho.
• Que sea el resultado de la elaboración democrática del pueblo.
• Sea reconocedor y garante de los derechos y libertades de los ciudadanos.
• Determine la desconcentración del poder político del Estado.
• Arbitre mecanismos que garanticen la responsabilidad política y jurídica de los poderes
públicos.

3.2. El Estado social y democrático de Derecho en la Constitución española de 1978


La ley Fundamental de Bonn, definió al estado alemán: “Estado federal, democrático y social”, una
fórmula que influirá en la Constitución española vigente, cuyo art.1.1 “España se constituye en un
Estado social y democrático de Derecho”.
El Estado de Derecho no puede consistir solo en que sea observado el Derecho en el ejercicio del
poder, sino que debe incorporar las ideas de justicia y de límite y control del poder por el Derecho
como garantía de libertad política.
El Estado social, en tanto Estado democrático, debe ser un Estado reconocedor y garante de la
soberanía popular, del pluralismo político, de los derechos y las libertades de las personas y de la
participación ciudadana, en condiciones de libertad e igualdad, a través de instituciones
democráticas. Estado social y democrático que deberá actuar conforme al procedimiento
jurídicamente establecido, con sometimiento pleno a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico
Se puede concluir afirmando con Torres del Moral que, “el Estado social y democrático de
Derecho representa un estadio en el que, a la vieja aspiración de la limitación jurídica del poder
(tesis), se le une la de que, ese poder actúe e incida en la sociedad para remodelarla (antítesis), lo
que sólo puede hacer lícitamente ese poder (síntesis) si está legitimado democráticamente, si
respeta los procedimientos jurídicos, si garantiza los derechos y libertades, si es responsable de
su actuación y si no bloquea los mecanismos de su reversibilidad de sus opciones políticas”. Una
idea, plasmada en la Constitución, tanto en el Preámbulo, como en su articulado.
Todo ello permite identificar como manifestaciones propias del Estado Social de Derecho las
siguientes:
• Regulación por parte de nuestra Constitución del principio de igualdad: configurándolo, en
primer lugar, como uno de los “valores superiores” de nuestro ordenamiento jurídico, junto
a la libertad, la justicia y el pluralismo político. De ahí que deba presidir la actuación de
todos los poderes públicos, y que todos los Derecho deban ser interpretados, ejercidos y
reconocidos en términos de igualdad.
La igualdad formal o igualdad jurídica, es reconocida en el art. 14, prohibiendo la
discriminación por razones de raza, nacimiento, sexo, religión, opinión o cualquier otra
circunstancia personal o social. Igualdad formal que deberá interpretarse en su conexión
con la igualdad material, art. 9.2., en cuya virtud, se exige la actuación del Estado para
conseguir que la igualdad que se proclama sea real y efectiva.
• La regulación, reconocimiento y garantía por parte de nuestra Constitución, de
determinados derechos de carácter económico y social, mediante los que se pretende esa
“procura existencial” asumida por el Estado social.
• La regulación constitucional de la denominada Constitución económica, concebida como
“el conjunto de preceptos o artículos de una Constitución que regulan para el futuro el
sistema económico de un país”. Cobrando especial interés el Capítulo III “De los principios
rectores de la política social y económica”, del Título I “De los derechos y deberes
fundamentales” y el Título VII "Economía y Hacienda".

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• El art. 1.2., mediante el cual se proclama la soberanía del pueblo español, del que emanan
todos los poderes del Estado.
• El art. 1.1, mediante el que se consagra el “pluralismo político” como “valor superior” de
nuestro ordenamiento jurídico.
• El art.23, que reconoce el derecho de participación de los ciudadanos en los asuntos
públicos.
En cualquier caso, hay que apuntar que el modelo de Estado social y democrático de Derecho así
entendido, tampoco ha terminado su evolución, observándose en él dos tendencias:
1. Su configuración como Estado de partidos, un modelo de Estado que determina una nueva
relación entre Parlamento-Gobierno.
2. La apertura internacional y la integración supranacional creciente del Estado actual, lo que
determina, cada vez mayor complejidad de las sociedades democráticas avanzadas, pues,
la globalización y la sociedad de la información se imponen y las fronteras se difuminan, lo
que, influirá, en la evolución futura del Estado.

Capítulo 4 – EVOLUCIÓN DEL ESTADO EN LA ACTUALIDAD: EL ESTADO DE PARTIDOS


1. INTRODUCCIÓN
El modelo de Estado Social y Democrático de Derecho vigente, no parece haber culminado su
evolución. Una de las tendencias que se observan es, su configuración como un Estado de
partidos, lo cual incide directamente en las relaciones Parlamento-Gobierno, dada la relevancia
que adquieren los partidos políticos y, sobre todo, aquellos mayoritariamente representados en las
Cámaras Legislativas.
Los partidos proporcionan al Estado los medios para su configuración democrática y al electorado
la lista de personas entre quienes han de elegir a sus representantes, además se constituyen en
los canales de ascenso de las necesidades sociales, sistematizando las demandas sociales en
programas coherentes de acción política.
La irrupción de los partidos políticos en la vida del Estado, ha supuesto una transformación de
dimensiones extraordinarias en el funcionamiento real de las instituciones, en la estructura del
Estado e, incluso, en el sistema de legitimidad.

3. PLURALISMO Y PARTIDOS POLÍTICOS


El Tribunal Europeo de Derechos Humanos señala: sin pluralismo político no es posible la
existencia de la democracia, al no poder concurrir dos de sus atributos esenciales, como son la
libertad política o la ley como expresión de la voluntad general.
El pluralismo supone el reconocimiento de grupos sociales entre el individuo y el Estado, es decir,
una pluralidad de doctrinas u opiniones, referente al gobierno de los Estados, que conlleva el
nacimiento de formaciones sociales que son expresión de ese pluralismo (ONG, grupos
ecológicos, asociaciones representativas de intereses profesionales y económicos),
desempeñando un papel esencial en el buen funcionamiento de la democracia.
La incorporación de los partidos políticos a los Textos Constitucionales no se produce hasta
mediados del s. XX. Hans Triepel aprecia en las relaciones Estado-partidos políticos las siguientes
etapas:
a) Fase inicial de rechazo: consecuencia del individualismo característico de los inicios del
Estado Liberal, en virtud del cual, se prohíbe la existencia de cualquier tipo de organización
intermedia entre la sociedad civil y el Estado.
b) Fase de ignorancia: propia del Estado Liberal, en la que los partidos se reconocen pero
son configurados como meras asociaciones privadas, no siendo susceptibles de
constitucionalización.

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c) Fase de reconocimiento legal: se corresponde con las primeras transformaciones del


Estado Liberal, en la que su legalización en las Leyes Electorales y los Reglamentos
Parlamentarios, supone la aceptación del indiscutible papel que desempeñan en la
formación de la voluntad política del Estado.
d) Fase de constitucionalización: su incorporación en los Textos Constitucionales supone, en
primer lugar, reconocer su papel esencial, su existencia; y en segundo lugar,
encomendarles constitucionalmente aquellas funciones que venían desempeñando; y en
tercer lugar, someter a los partidos a un sistema de control.
Debemos advertir, que frente al proceso de constitucionalización, que después de la 2ª Guerra
Mundial se produce de forma generalizada en la Europa occidental, fruto de las terribles
experiencias vividas como consecuencia de los regímenes totalitarios nacionalsocialista y fascista;
en los países del llamado bloque soviético, el destino de los partidos fue especialmente sombrío,
pues, con base en el dogma de la dictadura del proletariado primero, y en el marco doctrinario de
la soberanía limitada después, se impuso el partido único, eliminándose cualquier vestigio de
pluralismo político.
En nuestra historia constitucional, las fases de Triepel, de rechazo e ignorancia, resultaron
especialmente prolongadas, puesto que hasta la Constitución de 1869 no se reconoció el Derecho
de asociación. Llama también la atención que la Constitución Republicana de 1931 no
contemplase, en su articulado, la regulación de los partidos, a los que incluso, evitó mencionar, de
ahí que de forma incidental aludiese, en su artículo 62, a las fracciones políticas.
Con el advenimiento del régimen franquista, se vuelve a la fase de oposición, así en un Decreto, la
Junta de Defensa Nacional, declara al margen de la Ley todos aquellos partidos y agrupaciones
sociales que hubiesen formado parte del Frente Popular, con castigo de cárcel por agrupación
ilícita, instituyendo un único partido: el Movimiento Nacional. (Constituido en 1937, integrado por
Unificación de Milicias, Falange Española Tradicionalista y Juntas de Ofensiva Nacional-
Sindicalista, bajo la autoridad del General Franco).
Será con la Constitución española de 1978 cuando se produzca la constitucionalización de los
partidos políticos, lo que no obsta para reconocer que, la ausencia de reconocimiento normativo
de rango constitucional impidiera el desarrollo institucional y doctrinal de los mismos en España.
Desde comienzos del s. XIX empezaron a formarse asociaciones que constituyeron el embrión de
los partidos políticos.
[LEER (no estudiar)
De conformidad con el art. 6 de nuestra Norma Fundamental: “los partidos políticos expresan el
pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son
instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad
son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento
deberán ser democráticos”. Su contenido normativo está ubicado en el Título Preliminar.
Destacar que, las funciones que constitucionalmente se le reconocen, no permiten, sin embargo,
que puedan ser configurados como órganos del Estado o titulares de los poderes públicos. Son
asociaciones privadas que, por ejercer funciones de relevancia pública y constitucional, han sido
calificados por el Tribunal Constitucional de “asociaciones cualificadas”, pero el que figure en el
Título Preliminar, no significa que el crear o pertenecer a un partido político se esté ejerciendo un
Derecho distinto al de asociación (Art. 22).]

7. EL RÉGIMEN DEMOLIBERAL COMO ESTADO DE PARTIDOS [HOT]


Los partidos políticos han sido, son y serán los actores principales de la lucha por el poder político,
produciéndose, tanto en su influencia como en su significación, una importante transformación. En
efecto, a la evolución de su tratamiento jurídico, cifrado por Triepel en cuatro fases (la de rechazo,
la ignorancia, reconocimiento legal y su constitucionalización), le corresponde una evolución

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sociopolítica, íntimamente ligada al progresivo aumento de la demanda de participación en la


formación de la voluntad política del Estado por los diferentes estratos de la sociedad.
Durante el s. XIX prevalecieron en la mayor parte de los países europeos, los denominados:
• Partidos de “notables” atendiendo a su composición social.
• Partidos de “comité”: por su estructura organizativa.
• Partidos de “representación individual": en consideración a tipo de representación que
expresaban.
Estas estructuras organizativas, estaban integradas por un número reducido de personas, cuya
función principal consistía en obtener votos a favor de un candidato concreto, desarrollando su
actividad, casi exclusivamente, durante los periodos electorales; su dirección ejercida por
“notables” (aristócratas, granburgueses), lo financiaban y elegían a los candidatos.
Puede afirmarse que la entrada de la burguesía en la vida política estuvo signada por el desarrollo
de una organización partidaria basada en el comité, y que mientras el sufragio fue limitado y la
actividad política fue casi exclusivamente una actividad parlamentaria de la burguesía, no hubo
cambios en la estructura partidaria.
A partir de finales de s. XIX, como consecuencia del desarrollo del movimiento obrero
(industrialización), surgirá un nuevo modelo: “partido de aparato” ó “partido organizativo de masa”,
a través de los cuales las masas populares expresaban sus reivindicaciones, entrando a formar
parte de la escena política.
Con el surgimiento de los partidos socialistas, en Alemania, Italia, Inglaterra y Francia, los partidos
estarán caracterizados por:
• Las masas a las que se dirigían eran las masas trabajadoras.
• Su funcionamiento no quedaba circunscrito al momento electoral y su objetivo el de
incrementar el número de trabajadores que colaborasen en el proyecto de gestión de la
sociedad y por otro lado, el de conquistar nuevos espacios de influencia.
• Organización de carácter estable, formada por personal cualificado y retribuida, financiada
a través de cuotas.
• Organización piramidal, en cuya base se encontraban las Secciones (miembros que
pertenecían a un determinado ámbito territorial), a su vez organizadas en Federaciones
(órgano intermedio, funciones de coordinación),y en el vértice la Dirección Central,
nombrada por el máximo órgano deliberante, el Congreso Nacional, constituido por los
delegados designados por las Secciones.
• Los candidatos a las elecciones eran elegidos por las Asambleas del Partido.
La introducción del sufragio universal y la integración de los partidos de los trabajadores,
produjeron cambios sustanciales en los partidos de la burguesía, quienes a pesar de los recelos
acabarían constituyéndose en “partidos electorales de masas”, con organización similar a los
obreros, diferenciándose en el objetivo de obtener la confianza de los diferentes sectores de la
población (no solo la obrera), siendo estos objetivos básicamente electorales, por lo que el debate
político de base pasa a un segundo plano, siendo la actividad más importante la de la elección de
los candidatos.
A partir del desarrollo económico tras la 2ª Guerra Mundial, los "partidos de trabajadores" han ido
perdiendo algunas de sus características definitorias y acentuando su orientación electoral por
diversas razones: por su total integración en el sistema político, configurándose, como posible
detentadores de poder; progresiva estabilidad del sistema social; la intervención del Estado en
sectores sociales y la necesidad de llevar a cabo una planificación económica y social, que
requiere la cooperación de estos partidos, al contar éstos con el apoyo de una gran red de
organizaciones económicas, sociales y culturales (sindicatos, cooperativas, etc.). En definitiva, la
nueva configuración de los Estado democráticos actuales.

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En todo este contexto, los partidos tienden a convertirse en su totalidad en “partidos de electores”,
los cuales se alejan de su coherencia ideológica para adaptarse al mercado político,
convirtiéndose en meras “agencias electorales”, razón por la cual sus programas son cada vez
más coincidentes, es decir, “hemos pasado de partidos de afiliados y militantes a partidos de
políticos”.
Esta nueva configuración no impide, en las democracias actuales, que se consideren
"instrumentos esenciales de la participación política, como vehículos de intermediación entre la
sociedad y el Estado, haciéndose presentes en los órganos del Estado condicionando tanto su
funcionamiento real como el sistema de legitimidad".
También es cierto, que el modelo de partidos se encuentra en crisis, derivada de muy diversas
circunstancias, siendo una de las más importantes la inexistencia de un sistema de financiación
que permita garantizar la autonomía de los partidos frente a los poderes privados, y que los
partidos se acerquen a la sociedad civil. Y es que, como consecuencia del sistema de financiación
pública instaurado en las democracias actuales, necesitan del voto del electorado para su
subsistencia, convirtiéndolos en instituciones débiles “muy dependientes de los medios de
comunicación, a los que atienden más que a sus militantes y votantes”.
Por ello es posible afirmar que “si la democracia actual es democracia de partidos, también es,
acaso por eso mismo, mediocracia, gobierno de los medios de comunicación. Y ello es así porque
en la democracia de partidos se vive en campaña electoral permanente”. (Torres del Moral).
La desconfianza creciente en los partidos y la consecuente apatía política, ha llevado al ciudadano
a expresar sus opiniones a través de otras agencias, como son los sindicatos, asociaciones de
inmigrantes, movimientos feministas, organizaciones ecológicas, etc., agencias que, hoy por hoy,
atienden las demandas sociales, asumiendo funciones que corresponderían a los partidos.

Capítulo 5 – EVOLUCIÓN DEL ESTADO EN LA ACTUALIDAD: EL ESTADO


INTERNACIONALMENTE INTEGRADO
1. APERTURA DEL ESTADO A ORGANIZACIONES SUPRANACIONALES E
INTERNACIONALES: CONSECUENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
La necesidad que tienen los Estados de relacionarse en el orden internacional, y en consecuencia,
el proyecto de construir organizaciones supranacionales, data del s. XVIII. El propio Kant, en aras
de conseguir la paz de los pueblos y la seguridad de los Estados, defendía la idea de una
Federación de Derecho Internacional y su regulación conforme al Derecho de Gentes.
Esta necesidad se plantea, hoy, como una realidad incuestionable ante el fenómeno de la
globalización, "que se presenta en el horizonte no como una ideología que pueda ser o no
compartida, sino como el fruto del progreso científico, tecnológico y económico de nuestra época".
La interdependencia de los sistemas socioeconómicos y políticos, así como la apertura
internacional y la integración supranacional del Estado actual parece irresistible.
Los Estados soberanos no pueden hacer frente, desde el aislamiento, a problemas cuyos efectos
sobrepasan los límites de las fronteras (cambio climático y su repercusión en recursos naturales,
terrorismo internacional, etc.). Tampoco pueden practicar el aislacionismo si quieren participar del
resultado obtenido como consecuencia del progreso científico y tecnológico, los cuales han
requerido grandes inversiones.
La emergencia de la denominada sociedad transnacional, deriva la necesidad de modernizar
algunas de las categorías conceptuales, o adaptarlas a las nuevas circunstancias. El Estado que
se integra en una entidad de carácter supranacional, como la Unión Europea, a la que se confiere
el ejercicio de competencias que derivan directamente de la Constitución no constituye, en ningún
caso, un abandono de su soberanía, sino que limita voluntariamente su ejercicio en beneficio de la

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entidad de carácter supranacional, limitación que deberá articularse conforme a lo previsto en el


Texto Constitucional.
Ahora bien, si el fenómeno de la globalización conlleva la consecuente emergencia de las
organizaciones supranacionales; el renacimiento de la identidad nacional, en el seno de los
Estados Nación, ha provocado el resurgir de los nacionalismos (cara y cruz de una misma
moneda).
Con el convencimiento de que “la felicitas del grupo, su bienestar económico y su plenitud cultural,
consiste primordialmente en el cultivo de sus rasgos propios y exclusivos”. Los nacionalismos
gravitan más sobre sentimientos que sobre razón y rinden culto a un principio mítico:
autodeterminación.
El nacimiento de Estonia, Lituania o Letonia, independizadas de la antigua URSS; la República
Checa y Eslovaquia (escisión de Checoslovaquia); o la liquidación de la Federación de
Yugoslavia, son una muestra de la presencia en Europa de estos nacionalismos independentistas.
Torres del Moral: “la crisis del Estado Nacional se manifiesta, por consiguiente, en la convicción de
su pequeñez para abordar ciertos problemas y de su desmesurado tamaño para resolver otros”.
Sin embargo, el Estado Nacional sigue jugando un papel decisivo en esta evolución de doble
dirección, porque tanto la emergencia de la sociedad transnacional, como el renacimiento de los
nacionalismos en el seno de los Estados, han provocado que, paralelamente brote con mayor
arraigo, el sentimiento nacional de los pueblos. Sentimiento nacional, que, por un lado, frente a las
organizaciones supranacionales, se transforma en un sentimiento de resistencia, no por no
pertenecer a las mismas, sino a ser absorbidos por ellas (quizás sea este el motivo del “no” de
Francia y Holanda al Tratado por el que se instituye una Constitución para Europa), y por otro,
frente a los nacionalismos infraestatales, se transforma en un sentimiento de unidad que se ha
procurado salvaguardar mediante el establecimiento de regímenes autonómicos.
Torres del Moral: “en la evolución de los Estado democráticos actuales coexisten dos tendencias
de signo contrario, la nacionalista y la supranacionalista”, “el sentimiento de resistencia frente al
exterior y de unidad frente a movimientos interiores juegan a favor de la persistencia de los
Estados nacionales.”.

4. LA UNIÓN EUROPEA
4.1. Antecedentes históricos
La idea de una Europa Unida es posible vislumbrarla entre los proyectos históricos de la Baja
Edad Media y de la Época Moderna, lo cierto, es que sus primeros antecedentes se produjeron en
el período de entreguerras; consecuencia de las iniciativas europeas protagonizadas por dos
grandes hombres: Richard Coudenhove Kalergi y Aristide Briend.
Durante esos años de paz incierta, Richard C. se consagró a difundir la idea de una “Paneuropa”,
es decir, una federación europea fundada sobre el abandono de la soberanía por los diferentes
Estados europeos, y será en 1929 cuando conseguirá ver formada la “Unión Pan-europea”,
asociación que dedicará sus esfuerzos a apoyar su ideal.
Aristide B., Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, asumió ese mismo año, la Presidencia de
Honor de este Movimiento Europeo y en su discurso ante la Asamblea de la Sociedad de
Naciones (creada en Ginebra el 10 de enero de 1920), expresó sus ideas europeístas, defender
un modelo de Europa Federal o Confederal, sin afectar a la soberanía de las naciones, y en
nombre del Gobierno francés, remitirá en mayo de 1930, a veintiséis Gobiernos europeos, el
denominado Memorandum, documento en el que se contenía el proyecto de Unión Europea.
La respuesta de estos países fueron poco favorables por diversas circunstancias: la Gran
Depresión de 1929, la muerte del Canciller alemán Stresmann (de ideas europeístas, cuya
actividad fue de suma importancia en el proceso de reconciliación de Francia y Alemania), y la
creciente presión del nacional socialismo en Alemania. Durante la 2ª Guerra Mundial, las ilusiones

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por una Europa Unida se plasmaron en diferentes proyectos de federaciones y uniones de


Estados, de los cuales solo llegó a buen puerto el de unión económica entre Bélgica, Holanda y
Luxemburgo (BENELUX). Terminada la guerra, los problemas de praxis política y económica que
azotaban a Europa reforzaron la vieja idea aliancista europea. Los Estados de la Europa
Occidental comenzaron a tomar conciencia de la disminución de su influencia en las relaciones
internacionales, consecuencia del conflicto bélico y también de la paralela aparición de dos
superpotencias: URSS y EEUU., concienciación que se tradujo en el surgimiento de los
denominados “movimientos federalistas de la 2ª posguerra”.
En 1946 se producirán dos acontecimientos de suma importancia en el relanzamiento de las ideas
europeístas:
a) El célebre “discurso europeo” que W. Churchill pronunció en la Universidad de Zürich,
proponiendo crear una especie de Estados Unidos de Europa, considerando que, el primer
paso es la formación de un "Consejo de Europa".
b) El Congreso Federalista de Hertestein.
Los Federalistas Europeos se encontraban divididos en una pluralidad de movimientos, creándose
en París (1947) un Comité de Coordinación de los Movimientos a favor de la Europa Unida.
Únicamente la Unión Parlamentaria Europea de Richard C. Kalergi, prefirió conservar su
independencia, si bien optó por cooperar en la preparación del Congreso Europeo (en la Haya, 8
de mayo de 1948). Los trabajos del Congreso, tuvieron lugar en tres Comisiones:
1. La Comisión Económica, en la que se propuso la creación de un Consejo Económico y
Social.
2. La Comisión Cultural: se propuso la creación de un Centro Europeo de Cultura, establecido
después en Ginebra, y en la que se sentaron las bases de lo que después sería el Colegio
de Europa en Brujas.
3. La Comisión Política: por un lado, se propuso establecer una Asamblea Consultiva
Europea (un año más tarde se constituyó con la denominación de Consejo de Europa), por
otro, se comprometieron a respetar una Carta de Derechos Humanos, para cuya garantía
se formuló la necesidad de crear un Tribunal Europeo de Derecho Humanos.
Los primeros Tratados se establecieron como fórmulas de cooperación en el ámbito político,
económico y militar:
a) En el plano económico: con objeto de reconstruir las economías europeas (3 de abril de
1948), se aprobaría el “Programa de Recuperación Europea” ó “Plan Marshall”, financiado
por EEUU, para cuya distribución y aplicación se formaría en París el http://www.uned-
derecho.com/Convenio Constitutivo de la Organización Europea de Coordinación
Económica (OECE).
b) En el ámbito militar: Francia, Gran Bretaña y los países del Benelux, firmarían el Tratado
de Bruselas (marzo 1948), por el que se crearían la Unión Occidental, organización no
relevante por la constitución en 1949 de la OTAN, en la que además se integraban EEUU,
Canadá, Noruega, Dinamarca, Italia, Portugal e Islandia. Tras el fracaso de la Comunidad
Europea de Defensa, la Unión Occidental fue restablecida para transformarse en la Unión
Europea Occidental, formando parte, además de los miembros originarios, Alemania e
Italia.
c) En el ámbito político: se firmará en Londres (mayo 1949) el Estatuto del Consejo de
Europa, compuesto por un Comité de Representantes de los Gobiernos y una Asamblea
Consultiva, de la cual, en su primera sesión ya salieron propuestas inmediatas (considera
como fin y objetivo del Consejo de Europa crear una autoridad política europea, dotada de
funciones limitadas, pero de poderes reales”),y convenios (Convenio Europeo sobre la
Protección de los Derechos del Hombre y las Libertades Fundamentales, celebrado en

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Roma, 1950, por la que se articula el Tribunal Europeo de Derechos Humanos; así como la
Carta Social Europea, en Turín, 1961).
Estas Organizaciones tenían dos limitaciones: la correspondiente a respectivas áreas geográficas
y materiales de su influencia y el alcance limitado de su condición jurídica internacional, al
constituirse como organismos de cooperación en los que los propios Estado dispondrán de la
última palabra. Lo cierto es que se configuraron como formas de cooperación que desembocaron
en el nacimiento y posterior evolución de la Unión Europea.

4.2. Origen y evolución de la Unión Europea


El padre de la estrategia llamada “neofuncionalismo” fue Jean Monnet, para quien el proceso de
consecución de la unidad de Europa debería efectuarse por “donaciones sucesivas de soberanía
nacional”, debiendo iniciarse por el ámbito económico, y en concreto por el sector del carbón y del
acero franco-alemán por diferentes motivos, como serían: la importancias de estas industrias; las
carencias que en el sector siderúrgico sufría Alemania y en el carbonífero Francia; el cese de la
tradicional enemistad franco-alemana, ya que poniendo en común estos recursos necesarios para
la guerra, parecía el mejor medio de hacerla inviable.
Shuman, Ministro de Asuntos Exteriores francés, en colaboración con Jean Monnet elaboró (9 de
mayo de 1950) la denominada “Declaración Shuman”, tras un laborioso estudio de la realidad
económica y política del continente europeo, y que incorporaba grandes aportaciones (la política
de los pequeños pasos, la consagración de la supranacionalidad, y la creación de instituciones
propias: la Alta Autoridad). La propuesta de ambos de constituir un mercado europeo para el
carbón y el acero, se configuraba como respuesta válida a la crisis que en dichos sectores sufría
la economía europea. La Declaración fue acogida por cinco naciones: Alemania, Italia, Bélgica,
Holanda y Luxemburgo; tras varios meses de negociaciones se aprobó el 18 de abril de 1951 el
Tratado de París, constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
Un proceso de tal envergadura requería instituciones propias, y a su regulación se dedicó el T.II
del Tratado, que a tal fin instituyó: La Asamblea, el Consejo de Ministros, la Alta Autoridad y el
Tribunal de Justicia, todas con funciones propias. Sin embargo, el éxito de la primera Comunidad
Europea fue seguido por un doble fracaso:
1. El del Tratado constitutivo de una Comunidad Europea de Defensa.
2. El Anteproyecto de Tratado que creaba una Comunidad Política Europea.
Ambos fracasos confirmarían que la integración política sólo sería posible a través de una
integración económica. Partiendo de tales planteamientos, en la Cumbre de Mesina (1 de julio de
1955), los Ministros de Asuntos Exteriores de los seis Estado miembros de la CECA, decidieron
encomendar, a un Comité Intergubernamental, la elaboración de un Informe, bajo la dirección de
Paul-Henri Spaak (primer Presidente de la Asamblea de la CECA) en el que se analizara: cuáles
eran las posibilidades de una Unión Económica General y, una Unión en el ámbito específico de la
energía nuclear (con objeto de efectuar una nueva integración sectorial).
El 21 de abril de 1956, fue presentado el Informe Spaak, abriéndose las negociaciones que
conducirían a la firma, en Roma, de dos nuevos Tratados, el 25 de marzo de 1957, que entrarían
en vigor una vez ratificados por los distintos Estado nacionales:
1. El Tratado de la Comunidad Económica Europea, CEE (crear mercado único).
2. El Tratado de la Comunidad Europea de Energía Atómica, CEEA (para desarrollar la
industria nuclear y promover su utilización con fines pacíficos).
A partir de este momento, la Asamblea y el Tribunal de Justicia se configurarán como instituciones
comunes a las tres Comunidades (CECA, CEE, CEEA), realizando las funciones que les atribuyen
cada uno de los tres Tratados.
Los Tratados constitutivos o fundacionales han sufrido modificaciones, y que siguiendo la
clasificación de E. Linde podríamos sistematizar:

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1º. Tratados de reforma puntual de los Tratados Constitutivos:


A. Tratados relativos al proceso de unificación institucional:
• El Tratado de Bruselas (8 de abril 1965): también denominado Tratado de Fusión de
los Ejecutivos, por el que se instituye un Consejo y una Comisión únicos para las tres
Comunidades.
B. Tratados que llevan a cabo modificaciones parciales:
• El Tratado de Luxemburgo (22 de abril 1970), se pretende ampliar los poderes de la
Asamblea en materia presupuestaria, sobre la base de sustituir las contribuciones
financieras de los Estado miembros por los recursos propios de las Comunidades.
• El Tratado de Bruselas (22 de julio 1975), se volverán a ampliar los poderes
presupuestarios de la Asamblea y se creará el Tribunal de Cuentas (control del
presupuesto).
2º. Tratados de Adhesión de nuevos Estados:
A. El Tratado de Bruselas (22 enero 1972), para la adhesión de Gran Bretaña, Dinamarca,
Irlanda y Noruega.
B. El Tratado de Atenas (28 mayo 1979): para la adhesión de Grecia.
C. El Tratado de Lisboa y Madrid (12 junio 1985): adhesión de Portugal y España.
D. El Tratado de Corfú (24 junio 1994): para la adhesión de Finlandia, Austria, Suecia y
Noruega (Noruega no llegó a ratificarlo).
E. El Tratado firmado en Atenas (16 de abril 2003): para la adhesión de República Checa, la
República de Estonia, la República de Chipre, la República de Letonia, la República de
Lituania, la República del Hungría, la República de Malta, la República de Polonia, la
República de Eslovenia y la República Eslovaca.
F. El Tratado de Adhesión de Rumanía y Bulgaria (25 de abril 2005), entró en vigor el 1 de
2007.
3º. Tratados de reforma sustancial de los Tratados constitutivos:
A. El Acta Única Europea (17 y 28 de febrero 1986), firmada en Luxemburgo y la Haya:
constituye al primera revisión sustancial, con el que se pretende, por un lado, reactivar la
construcción comunitaria mediante la realización de un gran mercado interior único, en el
que estaría garantizada la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales,
para lo que se revalorizará el principio de solidaridad financiera. Y, por otro, que los Estado
miembros hiciesen efectiva la formulación y aplicación del Art. 30 del Tratado: sobre
regulación de la cooperación europea en materia de política exterior.
B. El Tratado de la Unión Europea, o Tratado de Maastricht (7 de febrero 1992), firmado por
los Ministros de Asuntos Exteriores de los 12 países miembros, se asienta sobre la base
de tres pilares:
1. Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea: con el Tratado de la Unión Europea
se produce la reforma más importante del Tratado CEE, destacando los siguientes
aspectos:
• La CEE pasa a denominarse Comunidad Europea (CE), para constatar que
deja de ser una organización meramente económica para convertirse en la
Comunidad del ciudadano. El reconocimiento de la ciudadanía conlleva el
reconocimiento de Derecho cívicos nuevos.
• El Tratado de la CE se completa con disposiciones para alcanzar la Unión
Económica y Monetaria.
• Entre las competencias de la Comunidad se incorporan nuevos ámbitos de
acción: la educación y la formación profesional; las políticas de la juventud, de
la cultura y de la salud pública, etc.

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• Modificaciones en el ámbito institucional, siendo el Parlamento Europeo quien


vio más acrecentadas sus competencias.
2. Política Exterior y Seguridad Común (PESC); este segundo pilar viene a sustituir a
la simple cooperación política.
3. La Cooperación en asuntos de Justicia e Interior, describiendo qué ámbitos han de
ser considerados de interés común para los miembros.
C. El Tratado de Ámsterdam (18 junio 1987), aprobado por los Jefes de Estado y de
Gobierno, firmado el 2 octubre 1997, por los Ministros de Asuntos Exteriores. Podemos
destacar, la configuración de los Derecho humanos y libertades fundamentales como
principio de la Unión, con sanciones previstas ante su vulneración; reafirmación del papel
del Parlamento; refuerzo de la Política Exterior y Seguridad Común, Cooperación en
asuntos de Justicia e Interior, dos de los pilares sobre los que se asienta la UE.
D. El Tratado de Niza (26 febrero 2001), firmado por los Jefes de Estado y de Gobierno, cuya
pretensión principal de llevar a cabo una reforma que permitiera acoger nuevos Estado.
Sin duda, el más ambicioso proyecto de reforma de la UE ha sido la firma en Roma (29 octubre
2004) del fallido Tratado por el que se establece una Constitución para Europa, su punto de origen
se encuentra en la Declaración, aprobada en el Consejo Europeo de Läeken tres años antes.
Tal y como señala la Exposición de Motivos de la Ley Orgánica 1/2005, por la que se autoriza la
ratificación por España del citado Tratado; nos encontramos ante un texto que “consagra a la UE
como una auténtica comunidad política que nace de la voluntad de los ciudadanos y de los Estado
de Europa de construir un futuro común, Texto que ha sido redactado con un triple objetivo:
• Hacer más partícipes a los ciudadanos en el proceso de integración supranacional
• Dotar a la Unión de los medios para hacer frente a las nuevas exigencias de la realidad
social, económica e internacional.
• Adecuar mejor las instituciones, sus estructuras, métodos de trabajo y procedimientos de
decisión a la Unión ampliada.
El Tratado se dividió en 4 partes, 2 Anexos y 36 Protocolos. Las 4 partes son:
• PARTE I: Contenía los fundamentos de la UE, el reparto de competencias entre la Unión y
los Estados miembros y las disposiciones institucionales básicas.
• PARTE II: Incorporaba la Carta de Derechos Fundamentales.
• PARTE III: Regulaba las bases jurídicas y principios que rigen las políticas internas y
externas.
• PARTE IV: Contenía las disposiciones generales y finales.
El Gobierno español, decidió hacer uso de la facultad que le encomienda el Art.92 de la
Constitución, convocando en Referéndum al pueblo, el 20 de febrero 2005, en el cual se mostró a
favor de este Tratado. Nos encontramos ante un proceso abierto, pero incierto, ya que el “si” no se
ha producido en Francia ni en los Países Bajos, por lo que paralizó el proceso de ratificación del
Tratado.

4.3. La integración de España en la Unión Europea


Dicha integración se ha producido a través de la vía prevista en el art. 93 de la Constitución,
precepto redactado por el constituyente con la mirada puesta en Europa; dicho artículo prevé y
regula la eventual cesión de ciertos aspectos del ejercicio de la soberanía (no de la titularidad de
ésta) a organismos internaciones. El art. 96.1 dispone que los Tratados internacionales
válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, forman parte del
Ordenamiento interno y no se pueden derogar, modificar ni suspender, sino por la forma prevista
en los propios Tratados o de acuerdo con las normas generales de Derecho internacional. En
caso de colisión entre un reglamento comunitario y el Derecho interno, prevalece el comunitario.

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Tras la muerte de Franco, España consiguió oficializar su candidatura de adhesión a las


Comunidades en 1977, haciéndose efectiva con la firma del Tratado de Lisboa y Madrid (12 junio
1985). El texto solo consta de tres artículos:
• La declaración donde España y Portugal se convierten en Estado miembros.
• Las condiciones de la ratificación.
• Las diferentes lenguas en que se redacta.
Se completa además con un Acta anexo, estructurado en cinco partes:
• Las condiciones particulares de adhesión.
• Las adaptaciones de los Tratados Constitutivos
• Las adaptaciones del Derecho Derivado.
• Las medidas transitorias que deberán ser aplicadas a los nuevos Estado
• Las disposiciones relativas a la aplicación del Acta de Adhesión.

II – TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN

Capítulo 6 – CONSTITUCIÓN Y FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL


1. CONCEPTO DE CONSTITUCIÓN
1.1. Concepto de Constitución: Origen y evolución
El término “Constitución” encuentra su origen en el mundo eclesiástico (“Constituciones Papales”),
pero en su significación ideológica y política no será utilizado el término hasta los procesos
revolucionarios liberales, sin embargo, no significa que esa idea de “Ley fundamental” tenga su
origen en dichos procesos; se podría afirmar que se trata de un concepto fruto de un largo
proceso histórico en el que, además, se han utilizado distintas expresiones: Ley, Carta, Estatuto,
etc. Podríamos distinguir diferentes etapas en el proceso histórico evolutivo (según Álvarez
Conde):
• El primer concepto de Constitución se atribuye a los hebreos, entendiendo como norma
suprema que actuaba como límite a la acción de los gobernantes, e identificaba como
ley divina, con fuerte carga ética o moral.
• En Grecia la Constitución –politeia- en tanto Ley natural superior al Derecho positivo,
aparece como elemento de ordenación del Estado, deviniendo en la forma de vida de
la polis y en la técnica de limitación del poder, suponiendo la proclamación de la
igualdad de todos los hombres libres ante la ley.
• En el mundo romano –rem publicam constituire- se concibe como el instrumento de
organización de la comunidad política. Aquí surge la idea de que la creación de un
Estado se apoya en una norma fundamental (desarrollada más tarde por los
movimientos revolucionarios liberales).
• En la Edad Media: Ley Fundamental o leges imperiis medievales, vienen a fijar la
unidad política estatal por encima del Rey y de las demás leyes. Se considera como el
auténtico antecedente del concepto moderno de Constitución. Aparece además, la idea
del “pacto constitutivo” entre el Rey y el Reino, que suponía un límite a la actuación
regia. En este sentido, cobran especial significación las Cartas medievales, mediante
las que el Rey concedía privilegios concretos a determinados estamentos, los Fueros,
los Estatutos, etc.
• El absolutismo: supuso el desarrollo de estas ideas. La Ley Fundamental fue
concebida como algo inviolable o superior, cuya finalidad será la organización del
poder político. Si bien el poder del Rey no encuentra su fundamento en la Ley
Fundamental, sino en la soberanía divina.
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• El iusnaturalismo racionalista: concibió la Constitución como la expresión del pacto


social, mediante el cual se acuerda, por parte de los miembros de la comunidad, pasar
del Estado de naturaleza al Estado civil, constituyéndose, de este modo, una
comunidad política. Distinguimos pues, entre pacto social (la sociedad civil pasa a ser
sociedad estatal, aparece el Estado) y el acto constitucional (mediante el cual se
organiza esa sociedad estatal). La Ley Fundamental será la expresión del pacto, por lo
que se admite su modificación por el pueblo.
• Los movimientos liberales: son los que establecerán las bases del concepto moderno
de Constitución, dando origen a la garantía de la libertad del ciudadano frente al poder
político, a través de la limitación jurídica de dicho poder, el respeto de los Derecho
individuales y la consagración de la separación de poderes.
La evolución del movimiento revolucionario liberal no se produjo de igual modo en Europa y en el
continente americano, a pesar del carácter garantista que, se le pretendió otorgar al Texto
Constitucional, lo cual trajo consigo, el lento arraigo de la concepción normativa de la Constitución
en el ámbito europeo y su pronta recepción en EEUU. Diferente concepción que propició la
elaboración, por parte de la doctrina jurídica alemana (finales del XIX), la distinción entre
Constitución en sentido formal y Constitución en sentido material:
• En sentido formal: atiende a su forma, es decir, a la norma suprema cuyo procedimiento
singular de aprobación y reforma la diferencia del resto de las normas, ocupando una
posición jerárquica superior; lo cual determina, rigidez en su reforma por un lado, y por otro
la necesidad de establecer mecanismos que permitan controlar la constitucionalidad del
resto de las normas, al objeto de evitar su vulneración por normas de rango inferior.
Mortati: “se concibe a la Constitución como el cuerpo orgánico de normas constitucionales
emanadas de los correspondientes actos de voluntad, consagradas en un documento
solemne y revestido de formas especiales”.
• En sentido material: atiende al contenido, en resumen, a las normas que regulan la
creación de normas por los órganos del Estado.

1.2. La Constitución en sentido formal [HOT]


1.2.1. Concepto liberal y garantista
Torres del Moral: “el concepto moderno de Constitución es jurídico, liberal y garantista”. Liberal
porque ha sido el resultado de los movimientos revolucionarios liberales, los cuales arrancan con
la Revolución inglesa del s. XVII, admitiéndose, de principio, la existencia de un Derecho natural
superior al Derecho positivo, idea que se invocará tanto como un límite al poder regio, como al
poder del Parlamento. Es en el proceso revolucionario inglés donde encuentra su origen el primer
Texto Constitucional escrito, a través del Instrument of Government de 1653.
En el constitucionalismo inglés vino a triunfar la doctrina de la “soberanía del Parlamento”, en cuya
virtud, el poder del Parlamento se configura como un poder absoluto, exento de cualquier tipo de
control.
No ocurre lo mismo en el proceso revolucionario norteamericano, así lo demuestran los
“covenants”, documentos mediante los que se pretende la organización y limitación del poder
político estatal, que entre 1620-1700 les fueron concedidos a las colonias americanas. Se puede
afirmar que la Revolución americana supuso la definitiva consagración del concepto moderno de
Constitución.
La Revolución francesa de 1789 viene a ser el máximo exponente de la culminación de los
procesos revolucionarios liberales, definiéndose la Constitución desde su propia finalidad
garantista, tal y como se evidencia en el Art. 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano de 1789: “toda sociedad en la cual no esté asegurada la garantía de los Derechos
ni establecida la separación de poderes no tiene Constitución”.
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El concepto liberal de Constitución, es pues, garantista al tiempo que racional y normativo, en


tanto determina la existencia de un documento escrito y solemne dirigido a garantizar los derechos
de los ciudadanos y la organización del poder político del Estado.
La Constitución es: "un complejo normativo establecido de una sola vez y en el que de una
manera total, exhaustiva y sistemática se establecen las funciones fundamentales del Estado y se
regulan los órganos, el ámbito de sus competencias y las relaciones entre ellos" (GARCIA
PELAYO).

1.2.2. Concepto normativo de la Constitución


La concepción normativa de la Constitución escrita determina su configuración como la norma
suprema del ordenamiento jurídico, concepción que se va a recepcionar de modo muy distinto en
Europa y en el continente americano.
La Constitución norteamericana de 1787 se autoproclama como “Derecho supremo del país”,
determinando que “los jueces de cada Estado estarán obligados a observarla aun cuando haya en
la Constitución o en las leyes de los Estados miembros alguna disposición que la contradiga. El
juez Marshall, en su célebre sentencia manifiesta “o la Constitución es superior a todo acto
legislativo no conforme con ella, o el poder legislativo puede modificar la Constitución con una ley
ordinaria”, lo que desembocará, de un lado, en el rápido surgimiento de la justicia constitucional, y
de otro, en el necesario establecimiento de la rigidez constitucional como mecanismo de garantía
de la superioridad normativa de la Constitución.
Inglaterra consagra el principio de “soberanía del Parlamento”, que comporta una relativa
indistinción entre ley y Constitución, pues ambas tienen el mismo autor. En la Europa continental,
la pervivencia del principio monárquico, en solitario o compartido con el Parlamento, lo que
dificultó la concepción normativa de la Constitución derivando en un texto programático, es decir,
declarativo de principios sin aplicabilidad directa. La ley continúa en Europa ocupando la cúspide
de la jerarquía normativa, sólo a través de ella se podía aplicar la Constitución. En este contexto,
no se hace precisa la existencia de mecanismos que garanticen su supremacía, pues la
Constitución no es norma suprema.
Habrá que esperar, hasta después de la Primera Guerra Mundial, para que a través de las
Constituciones alemana (1919) y austriaca (1920) se recepcione en la Europa continental, no en el
caso inglés, la concepción normativa suprema de la Constitución, que supondrá, la necesidad de
asumir la rigidez constitucional y la justicia constitucional al objeto de garantizar su supremacía.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se ha generalizado esta posición en el constitucionalismo
europeo continental.
La Constitución española de 1978, junto con la Constitución de 1931, rompen con la tradición
constitucional histórica española, autoproclamando su valor normativo en el art. 9.1 (los
ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico), asumiendo la rigidez y la justicia constitucional al objeto de garantizar su supremacía
normativa.

1.4. Aproximación hacia un concepto actual de Constitución: concepto sustancial de


Constitución
Existe una estrecha relación entre el carácter formal y material de las normas constitucionales, de
manera que la superior dignidad formal (procedimiento de elaboración y reforma) deriva de la
mayor importancia que tiene la materia (contenido) respecto al contenido del resto de las normas
jurídicas.
La Constitución, desde el punto de vista material, viene a distinguir un régimen democrático del
que no lo es, por encontrarse vinculada a un sistema de valores y principios, y al mismo tiempo,
es este sistema de valores el que justifica la superioridad formal de la Constitución.

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La Constitución en el sentido pleno de régimen constitucional efectivo, solo tiene existencia real en
la democracia, ya que es ésta la que presta a la Constitución una determinada cualidad jurídica,
en la que la validez y la legitimidad resultan enlazadas. En una autocracia sólo es simulación y
disimulo. En los regímenes liberales oligárquicos (oligarquía: el poder supremo está en manos de
unas pocas personas) de la Europa decimonónica, era un punto intermedio en el largo camino de
la construcción de la democracia constitucional.
Parece obvio pues, que la distinción y separación entre el sentido formal y material debe ser
abandonada y pasar a postular una posición integradora de las mismas, que permita ofrecer una
concepción actual de Constitución.
La concepción normativa de la Constitución no debe restar importancia a su significado político y a
su función transformadora de la realidad, es por ello que se considera que hay que mantener una
idea de Constitución abierta, en el sentido de que debe permanecer inacabada e incompleta, a fin
de que el Derecho Constitucional pueda ir experimentando las correspondientes transformaciones.
Con ello se pretende conseguir que, la correlación entre la norma constitucional y la realidad
política y social sea lo más estrecha posible. De ahí que el estudio de la realidad política y social
de un país, no pueda circunscribirse al análisis exclusivo del Texto Constitucional, sino que habrá
que tener presente otras normas, la práctica constitucional, cuestiones ideológicas, etc.
Por todo ello, es lógico mantener un concepto sustancialista de Constitución, es decir, una
concepción integradora, en sentido formal, material y de carácter normativo, en definitiva, un
concepto que va más allá de concebir a la Constitución sólo como norma jurídica suprema, de ahí
que se predique la supralegalidad formal (procedimiento especial para su aprobación y reforma)
que se configura en un mecanismo de garantía y defensa constitucional; pero además, la
relevancia de las materias que regula hacen que goce de una supralegalidad material, lo que
viene a suponer el control de constitucionalidad del resto de las normas.
Este concepto sustancialista, determina el propio significado del Derecho Constitucional,
concibiéndose nuestra disciplina como un Derecho garante de la libertad e igualdad de los
ciudadanos, como un Derecho de mínimos; por ello debe estar abierto a las nuevas realidades
sociales, haciéndose necesaria la revisión y/o creación de nuevas categorías conceptuales.
De este modo, el concepto sustancialista de Constitución se vendría a sumar a los tres conceptos
fundamentales que se pueden distinguir en el proceso histórico de conceptualización de la norma
suprema: el concepto racional-normativo, el histórico tradicional y el sociológico. Conceptos que a
su vez se corresponden con tres grandes corrientes dentro de la Teoría del Derecho: el
normativismo, el historicismo y el realismo jurídico.

3. CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN [HOT]


Independientemente del signo ideológico del Texto Constitucional y del modelo de Estado que en
ella se plasme, los Textos han venido manteniendo un contenido común, cual es la determinación
de la organización y funcionamiento del poder político estatal, así como la definición de los
principios que rigen la relación gobernante/gobernado. Ese mínimo común viene determinado por:
• La concreción de valores y principios que deben inspirar tanto el ordenamiento jurídico
como la actuación de los poderes del Estado.
• Establecimiento de preceptos que cumplen una función de integración y de símbolo del
Estado (definición de la bandera, reconocimiento de enseñas propias de entidades
territoriales menores que conforman el Estado, o la definición de la capital).
• El reconocimiento y los sistemas de garantías de los Derechos y libertades.
• Establecimiento de un sistema de fuentes al que la Constitución otorga unidad y
coherencia, determinando los tipos normativos, órganos con capacidad normativa y
procedimientos de elaboración de las normas.

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• Concreción de principios y reglas que determinan la organización de las instituciones


del Estado, así como su funcionamiento.
• Definición de la denominada Constitución económica.
• Formulación del procedimiento de reforma, cuando se trate de un Texto rígido.
Al tiempo que evoluciona el Estado, el contenido de los Textos Constitucionales también han sido
objeto de evolución, pudiéndose apreciar como se ha ampliado el elenco de derechos y libertades
constitucionalmente reconocidos. En los últimos tiempos se han producido avances tecnológicos
muy importantes, especialmente en el ámbito de la informática y la biomedicina, que inciden
directamente, incluso en derechos fundamentales clásicos garantizados, lo que dará origen, a
nuevos derechos y redefinirán otros tradicionalmente reconocidos, p.ej. el derecho a la integridad
de la persona, en tanto afectado por el reconocimiento del “consentimiento informado”, o la
protección de datos, etc.
El contenido de las Constituciones deberán tener presente la apertura internacional y la
integración supranacional de los Estados, ya que conlleva la cesión de competencias derivadas de
la propia Constitución, como es el caso de la Unión Europea, supuesto que nuestra Norma
Suprema previó en su Art. 93 y que hizo posible la integración de España a la U.E., sin necesitar
reforma constitucional.
Por último, ha sido habitual distinguir por la doctrina dos partes dentro de la Constitución:
- La parte dogmática: expresa los valores, los principios básicos que definen el régimen
constitucional y los derechos y libertades de los ciudadanos.
- La parte orgánica: expresa la organización de los poderes públicos del Estado, así como
sus funciones y límites de actuación.
Torres del Moral: “la parte orgánica está, ha estado siempre y debe estar en función de la parte
dogmática”. En definitiva, la parte orgánica se configura en la garantía de la parte dogmática.

4. FUENTES DEL DERECHO CONSTITUCIONAL


4.1. Introducción: Sobre el concepto de fuentes del Derecho
El concepto de fuentes del Derecho tiene pluralidad de significados. García de Enterría distingue:
• Fuentes o bloque de normación formal o escrita: alude a las normas escritas (Constitución,
Ley, reglamento), dictadas por órganos competentes (Parlamento, Admón. estatal, etc.).
• Fuentes o bloque de normación difusa: al que pertenecen la costumbre y los principios
generales del Derecho.
Otros distinguen entre:
• Fuentes en sentido formal: aquéllas con las formas que revisten las normas jurídicas (Ley,
reglamento…).
• Fuentes en sentido material: las fuerzas sociales dotadas de capacidad normativa
(Parlamento, Gobierno…).
El distinto significado que se atribuye al concepto de “fuente” deriva en su utilización por parte de
la doctrina, en una triple acepción:
• Fuentes de producción: para aludir a órganos o sujetos a los que el ordenamiento jurídico
atribuye competencia normativa (Parlamento, Gobierno…).
• Fuentes de elaboración o sobre la producción: procedimientos de creación de normas que
reconoce y determina el ordenamiento jurídico (procedimiento legislativos, los de creación
de normas reglamentarias…).
• Fuentes de conocimiento: para identificar las formas mediante las que se expresa la norma
jurídica (ley, reglamento…).
Dicho concepto debe centrarse en el análisis de los procedimientos de producción normativa, cuyo
diseño establece la Constitución. Es por ello que, las fuentes del Derecho se podría definir como

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“las categorías o tipos normativos por medio de los cuales se manifiesta el proceso de producción
y aplicación del Derecho, mediante la incorporación de normas jurídicas al ordenamiento”.
Si bien las fuentes del Derecho ha sido materia del Derecho civil, tras la aprobación de nuestro
Texto Constitución, nuestra Norma Suprema asume la regulación de esta materia, como asumen,
con carácter general, todas las Constituciones democráticas actuales, apareciendo el Derecho
Constitucional como el “Derecho común”, dotando a todo el ordenamiento jurídico de unidad y
coherencia.

4.2. La Constitución escrita


Dentro de las fuentes escritas, la Constitución ocupa una posición preferente, al ser la norma
sobre la producción de normas, es decir, la fuente de las fuentes; pero además, es fuente de
Derecho, origen mediato e inmediato de Derecho y obligaciones y, directamente aplicable y
apelable ante los Tribunales, así como se erige en criterio interpretativo del resto del ordenamiento
jurídico
En esta línea de pensamiento se ha manifestado nuestro Tribunal Constitucional, cuando expresa
que, la Constitución "lejos de ser un mero catálogo de principios de no inmediata vinculación y de
no inmediato cumplimiento hasta su desarrollo por vía legal, es una norma jurídica, norma
suprema del ordenamiento, y en cuanto tal, tanto los ciudadanos como los poderes públicos, los
jueces y magistrados integrantes del poder judicial, están sujetos a ella (…). Por ello es indudable
que sus preceptos son alegables ante los Tribunales".

4.3. El bloque de la constitucionalidad


Este término tiene su origen en el Derecho Constitucional francés, como consecuencia de la
decisión del Conseil Costitutionnel sobre el control previo de constitucionalidad de las Leyes
orgánicas y de los Reglamentos parlamentarios. Estas normas debían adecuarse, tanto a la
Constitución francesa de 1958, como a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano
de 1789, que se reconoce por el Preámbulo del Texto Constitucional francés de 1946, así como
las Leyes orgánicas de desarrollo de la Norma Fundamental francesa. La requerida adecuación
encontraba su fundamento en la superioridad jerárquica de las Leyes orgánicas respecto de las
Leyes ordinarias y normas reglamentarias.
En el caso español, si bien el concepto de “bloque de la constitucionalidad” determina, al igual que
Francia, el conjunto normativo que habrá de tenerse en consideración para establecer la
constitucionalidad o no de la norma, pero no puede decirse lo mismo de los motivos que requieren
su existencia.
La Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTribunal Constitucional) 2/1979, de 3 de octubre,
considera que el “bloque de la constitucionalidad”, con independencia de la forma que revisten las
diversas normas que en él se integran, es el núcleo esencial de la Constitución del Estado español
como Estado compuesto.
Para la doctrina del Tribunal Constitucional hace referencia a “un conjunto de disposiciones
utilizables como parámetro de la legalidad constitucional de las leyes…”. Es a este conjunto de
normas al que el Tribunal Constitucional denomina bloque de constitucionalidad, el cual ha de
entenderse integrado por:
• Los Estatutos de Autonomía, las Leyes marco, las Leyes de transferencia y delegación
y las Leyes de armonización.
• Todas las Leyes, orgánicas u ordinarias, que de conformidad con el art. 149.1 de la
Constitución supongan una delimitación competencial entre el Estado y las
Comunidades Autónomas.
• Las Leyes que contengan delegaciones legislativas.

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• Las Leyes orgánicas, en supuestos concretos y respecto del control de


constitucionalidad de las leyes ordinarias, no porque sean de mayor jerarquía sino
porque se haya producido una invasión de su ámbito competencial o se haya infringido
el procedimiento seguido en su aprobación.
• Los Reglamentos Parlamentarios, tanto del Congreso de Diputados, del Senado, como
de los Parlamentos autonómicos, pero únicamente aquellas normas que incidan sobre
el procedimiento legislativo, y no todas las que se encuentren incluidas en los mismos.
Ahora bien, no existe en la doctrina una postura unánime sobre el bloque de la constitucionalidad,
en cuanto a las normas que se han de incluir en él, así como la jerarquía dentro del mismo;
algunos consideran que son “normas interpuestas” entre la Constitución y la ley, no por su
jerarquía intermedia, sino porque la Constitución les remite la regulación de la elaboración de
otras normas, principalmente (pero no sólo) por lo que se refiere a la distribución territorial de
competencias entre el poder central y el autonómico.”
La delimitación normativa expuesta integradora del bloque, se creó inicialmente en atención al
ámbito autonómico (distribución competencial entre el Estado y las autonomías), quizás por ello,
en la actualidad podríamos considerar la ampliación del bloque, que variará en función de cuál
fuera la norma a enjuiciar (distribución competencial entre el Estado y Tratados Internacionales).
Por otra parte se ha de diferenciar:
• "Bloque de la constitucionalidad": conjunto normativo utilizable para establecer la
legalidad constitucional de las leyes.
• "Parámetro de la constitucionalidad": selección de normas que van a servir para
fundamentar la resolución concreta, (el Tribunal Constitucional no utilizará para la
resolución de cada supuesto el conjunto normativo que forman el bloque).

4.4. La jurisprudencia: especial referencia a la jurisprudencia constitucional


La aplicación del Derecho por parte de los órganos judiciales requiere una previa actividad
interpretativa, adquiriendo especial relieve cuando incide directamente sobre la Constitución,
encontrándonos ante la denominada “interpretación constitucional”, es una actividad mediante la
cual se otorga, a uno o varios preceptos constitucionales, un significado concreto, al objeto de
obtener una decisión fundada en Derecho ante un determinado problema, adquiriendo a su vez,
mayor significación cuando la actividad se ejerce por la “jurisdicción constitucional”, cuya
jurisprudencia pasa a configurarse como auténtica fuente del Derecho, y en nuestro caso, fuente
del Derecho Constitucional. Fuente de carácter rogado, ya que el órgano judicial no puede actuar
de oficio, sino instado por aquellos que estén legitimados para ello.
Destacan las “sentencias interpretativas” del Tribunal Constitucional, en las que determina cuáles
son las interpretaciones de un precepto legal que son inconciliables con el Texto Constitucional, o
cuál es la única conciliable. Interpretación que se impone con carácter vinculante a todos los
poderes públicos y órganos judiciales. La interpretación deberá ser respetuosa y conforme con los
principios interpretativos empleados por los Tribunales ordinarios y Tribunal Supremo, salvo,
lógicamente, que dichos principios vulneren la Constitución.
La jurisprudencia constitucional se ha venido a configurar como el mecanismo que, de ordinario,
hace posible la adaptación de la Constitución a las nuevas realidades cambiantes, sin necesidad
de modificar la literalidad del texto, produciéndose la denominada “mutación constitucional”. Ello
permite que la reforma constitucional se lleve a cabo sólo cuando sea absolutamente necesario.

4.5. La costumbre, las convenciones y las normas de corrección constitucional


El tribunal Supremo español ha definido la costumbre como “la norma jurídica elaborada por la
conciencia social mediante la repetición de actos realizados con intención jurídica”.

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Las costumbres constitucionales no son “populares” sino “orgánicas”: no se producen en el


comportamiento social espontáneo sino en el de los poderes públicos, que son los operadores
jurídicos-constitucionales habituales. Ahora bien, la Constitución, el régimen constitucional, nació
precisamente para frenar y limitar a dichos poderes públicos.
Torres del Moral: las convenciones constitucionales pueden ser definidas como “los acuerdos,
expresos o tácitos, entre órganos constitucionales que buscan regular el ejercicio de sus
respectivas facultades y relaciones mutuas en aquellas facetas no previstas en la norma escrita o
que ésta ordenara de manera abierta dejando a dichos órganos cierta discrecionalidad. Su
obligatoriedad es asumida libremente por éstos, pero es de difícil exigencia jurisdiccional”. Así es,
voluntariamente se obligan a cumplirla, aunque su transgresión no es impugnable. Como
ejemplos: la celebración del “debate sobre el estado de la nación” en el Congreso, y del “debate
sobre el estado de las autonomías” en el Senado.
Lo cierto es, que tanto costumbre como convenciones fuertemente arraigadas, pueden dar lugar a
mutaciones constitucionales, o lo que es lo mismo, a reformas tácitas de la Constitución, en tal
caso, siempre que éstas no se consideren “contra constitutionem” tal práctica se aceptará como
instrumento que hacen posible la adecuación del ordenamiento a la realidad, sin necesidad que se
plasme en texto escrito. En caso de costumbre o convención “contra constitutionem”, no tiene la
consideración de fuente del Derecho, será una vulneración de la Norma Suprema.
Las normas de corrección constitucional, sin gozar de la consideración de fuente del Derecho, se
suelen definir como las reglas de comportamiento que los poderes públicos observan en sus
recíprocas relaciones, p.ej. en España, el Gobierno no manifiesta la opinión que le merecen las
actuaciones del Rey.

4.6. Los principios generales del Derecho


De acuerdo con el Tribunal Constitucional “los principios generales del Derecho incluidos en la
Constitución, tienen carácter informador de todo el ordenamiento jurídico” como se afirma en el
Título Preliminar del Código Civil, (…) allí donde la oposición entre las leyes anteriores y los
principios generales plasmados en la Constitución sea irreductible, tales principios participan de la
fuerza derogatoria de la misma, y el precepto impugnado es declarado inconstitucional.
Los principios que son propios del Derecho Constitucional, se encuentran expresamente
recogidos en los preceptos constitucionales, o se infieren en los mismos, adquiriendo su rango
normativo, su validez y su eficacia; pasan a convertirse en la primera fuente de nuestro
ordenamiento jurídico, a ser Constitución, encontrándose por encima de la ley, la cual, no podrá
vulnerar un principio constitucional.

5. TIPOLOGÍA DE LAS CONSTITUCIONES


5.1. Constituciones escritas y consuetudinarias
La Constitución escrita es aquella que se encuentra contenida en un documento formal, solemne y
codificado, lo que revierte en una mayor seguridad jurídica del ciudadano. La mayor parte de los
Estado democráticos actuales poseen una Constitución escrita, a excepción de Reino Unido que,
paradójicamente, dio origen al primer Texto Constitución escrito en sentido moderno: el
Instrumento de Gobierno de 1653. La Constitución consuetudinaria, no se encuentra en un solo
documento, se encuentra integrada por normas escritas ordinarias, leyes, así como por
costumbres, convenciones y jurisprudencia.

5.2. Constituciones rígidas y flexibles


El criterio de clasificación utilizado atiende al procedimiento de revisión constitucional.
• Constitución flexible: aquella cuya reforma podrá llevarse a efecto a través del
procedimiento legislativo ordinario (el mismo empleado para crear o modificar una ley).

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• Constitución rígida: necesita procedimiento especial y más agravado para su reforma,


calificándose como “pétreas” a las Constituciones que la prohíben.
Las pétreas son las que prohíben su propia reforma.

5.3. Constituciones otorgadas, pactadas e impuestas


El criterio de clasificación será el sujeto u órgano que interviene en la creación del Texto
Constitucional.
• Constitución otorgadas: aquellas que se derivan de un acto de voluntad del monarca, la
otorga el Rey, mediante la cual éste limita sus propios poderes o prerrogativas.
Ejemplo: el Estatuto Real de 1834, en España.
• Constitución pactada.: tiene su origen en el pacto entre el Rey y el Parlamento, se dan
en las Monarquías limitadas del liberalismo doctrinario, caracterizadas por el
establecimiento de la “soberanía compartida” entre el Rey y la nación a través del
Parlamento. Ejemplos: Constitución de 1845 y 1876 en España.
• Constitución impuesta: tiene su origen en la voluntad del pueblo, quien es titular de la
soberanía. Ejemplo: la actual Constitución de 1978.

5.4. Constituciones originarias y derivadas


• Constituciones originarias: aquellas que incorporan un principio fundacional nuevo,
original e inexistente hasta el momento. Ejemplo: la Constitución norteamericana, que
establece por primera vez el sistema presidencialista, como sistema de gobierno, y el
Estado federal como forma de organización territorial. O la Constitución británica que
determina el establecimiento de la “Monarquía parlamentaria” como forma política del
Estado
• Constituciones derivadas: siguen un modelo preexistente; corresponde a la mayoría de
las constituciones.

5.5. Constituciones extensas y breves


El criterio de clasificación es la extensión real del Texto Constitucional. Suele ser una realidad
constatable, la mayor extensión de aquellas que pretenden romper con el régimen político
anterior; en oposición a la brevedad de aquellas que no suponen modificaciones sustanciales
respecto del modelo y régimen político instaurado.
Los dos Textos Constitución más extensos de nuestra historia constitucional: la Constitución de
1812, con 384 artículos y la vigente de 1978, con 169 artículos.

5.6. Clasificación de Loewenstein


Loewenstein denomina ontológica a la clasificación que hace de las Constituciones en función de
su grado de eficacia y de la mayor o menor concordancia entre el texto constitucional y la realidad
sociopolítica del país. Clasificación:
• Constituciones normativas: existe una real concordancia entre el texto y la realidad
sociopolítica, regulando eficazmente el proceso político, siendo por todos
(gobernantes/gobernados) observada.
• Constituciones nominales: se observa determinados desajustes entre la letra de la
Constitución y la realidad que regula, deviniendo en ineficaces algunos de su
preceptos, bien porque no se aplique, bien porque contemplen la regulación de
supuestos futuros.
• Constituciones semánticas: el grado de concordancia entre el Texto y la realidad
sociopolítica que regulan, es nula; siendo mera fachada: régimen político autocrático.

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Algunos autores consideran que hubiera sido mejor denominarlas “nominales” en vez
de semánticas, ya que sólo tienen de Constitución el nombre.

Capítulo 7 – EL PODER CONSTITUYENTE Y LA REFORMA CONSTITUCIONAL


1. EL PODER CONSTITUYENTE
1.1. Consideraciones históricas
El origen histórico del poder constituyente suele situarse en la teoría del pacto o covenant
mantenida en la Iglesia presbiteriana de Inglaterra y Escocia, mediante el cual los fieles se
obligaban a mantener sus convicciones religiosas y a organizar su culto.
En un momento posterior, el Agreement of the People de 1649 lo considerará como un pacto que
se encuentra por encima del Parlamento, al ser acordado por el pueblo. Concepción ésta acogida
por los colonos americanos, para quienes los "covenants" por ellos suscritos establecerán las
reglas de funcionamiento de las propias colonias, tal y como se desprende de algunas
Constituciones de los Estados miembros, como son Connecticut y Rhode Island, así como la
propia Constitución federal de 1787.
La primera construcción teórica de la doctrina del poder constituyente se debe a Sieyés, quien
mantuvo la existencia de este poder distinto y superior a los poderes constituidos del Estado Una
idea que plasma en su célebre obra ¿Qué es el tercer Estado? Y que ya había reflejado en la
Exposición razonada de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,
cuando afirma que la Constitución es obra de un poder constituyente. Esta doctrina hunde sus
raíces en el proceso revolucionario francés y se vincula a este autor quien, a través de los
principios de soberanía nacional y representación formula su teoría:
• La Constitución debe ser elaborada por un poder distinto y superior a los poderes que
la propia Constitución crea (Legislativo, Ejecutivo y Judicial).
• El poder constituyente es un poder que radica en la nación, y en cuya virtud, ésta
decide dotarse de una Constitución frente al resto de los poderes del Estado.
• El titular del poder es, pues, la nación, en tanto depositaria de la soberanía,
ejerciéndolo a través de representantes extraordinarios elegidos exclusivamente a tales
efectos, los cuales no podrán, al mismo tiempo, ejercer por sí mismos ninguno de los
poderes constituidos.
De este modo, la distinción entre Constitución formal (obra del poder constituyente) y la ley (obra
del poder constituido), estará presente en los revolucionarios franceses. Se diferenciará entre la
Asamblea constituyente, cuyo objetivo será la elaboración del Texto Constitucional, del
Parlamento, que asume la función legislativa del Estado.
Aun así, la teoría ha diferido de la praxis, pues las Asambleas constituyentes francesas, desde la
revolución liberal, han venido incumpliendo, ejerciendo al mismo tiempo ambos poderes; otro tanto
se puede decir del caso español, tanto en la Constitución de 1812 y la vigente de 1978.
Desde la primera construcción teórica hasta la consolidación del Estado constitucional
democrático, el titular del poder constituyente ha ido cambiando de signo, es lo que ha venido
sucediendo en las monarquías limitadas del liberalismo doctrinario, donde, en virtud del principio
de soberanía compartida, la Constitución es el fruto del “pacto” entre el Rey y el Reino, dando

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origen a las Constituciones "pactadas". Ejemplo: la restauración monárquica en Francia y la mayor


parte de nuestro constitucionalismo histórico.
Más eclipsada se ha visto dicha titularidad del poder constituyente en algunos países europeos
(Alemania, Italia, España) de regímenes autocráticos, cuya titularidad recayó sobre una “minoría
gobernante” o sobre la persona del Dictador.
Hoy por hoy, sólo el principio democrático determina la titularidad del poder constituyente –el
pueblo-, pues sólo tal principio legitima el sistema político actual, principio que puede encontrarse
matizado “por la propia presencia del principio representativo”.

1.2. Concepto y caracteres del poder constituyente [HOT]


La teoría del poder constituyente así elaborada por Sieyés, será objeto, posteriormente, de todo
un proceso de elaboración doctrinal.
Schmitt, representante de la Teoría decisionista, considera que el Derecho no encuentra su
fundamento en la razón, sino en la voluntad, es por ello que la Constitución es “la decisión política
fundamental del titular del poder constituyente sobre la forma y especie de la unidad política”. De
las decisiones de esta voluntad política se deriva la validez de toda ulterior regulación legal-
constitucional.
El poder constituyente es el poder de decidir dotarse de una Constitución, y cuando ésta es
democrática sería: “la voluntad política del pueblo que decide sobre su propia existencia
democrática” (Torres del Moral).
El concepto de poder constituyente también varía en función del tipo de Constitución, pues no
podemos decir lo mismo si se trata de una Constitución consuetudinaria, como la británica, pues
deberá entenderse como “el tiempo que otorga fuerza a la práctica, en un tiempo ininterrumpido,
determinado por la historia y la tradición”.
Según Schmitt, presenta además, diferentes rasgos característicos: se trata de un poder “no
susceptible de traspaso, enajenación o absorción o consunción”, otros caracteres:
a) Es un poder originario: emana directamente del pueblo, ya que interviene en el
proceso, bien a través de la elección de sus representantes, bien a través de su
ratificación por referéndum, además de poder recabar el derecho a modificar la
Constitución.
b) Es un poder extraordinario: sólo actúa en momentos fundacionales o de cambio político
relevante (elaborar o reformar sustancialmente un Texto Constitucional).
c) Es un poder permanente: la discontinuidad en su ejercicio no determina su
inexistencia, existe aunque no se ejerza.
d) Es unitario e indivisible: como lo es su único titular: el pueblo.
e) Es soberano y supremo: ya que deriva de la voluntad soberana del pueblo,
configurándose en fuente jurídica que otorga fundamento y validez al resto de las
normas.
Caracteres a los que hay que añadir uno más, “su ejercicio no tiene más condición que la
democracia” (Torres del Moral). Sólo la Constitución democrática es verdadera Constitución, en
consecuencia, el objeto del ejercicio del poder constituyente únicamente podrá dirigirse a la
elaboración de un Texto Constitucional democrático.
[LEER (no estudiar)
SIÉYES defiende la existencia de un poder constituyente distinto de los clásicos poderes
montesquinianos (legislativo, ejecutivo y judicial). La diferencia reside en que aquél es un poder
que radica en la nación, en virtud del cual se dota de una Constitución, mientras que los otros
poderes están regulados por ésta. El poder constituyente es una copia de la soberanía. Su titular

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es la nación, que lo ejerce por medio de representantes elegidos expresa y exclusivamente para
este fin, debiendo abstenerse, dice SIEYÈS, de ejercer otros poderes distintos.]

1.3. Clases, naturaleza y límites del poder constituyente


Tanto la decisión de dotarse de una Constitución, como la decisión de reformar la Constitución ya
existente, determina el ejercicio del poder constituyente. Se suele distinguir entre:
a) Poder constituyente originario: hace referencia a la decisión primera de elaborar un Texto
Constitucional, por lo tanto, es previo a la Constitución que él mismo instaura, y en cuyo ejercicio
su titular podrá participar, bien a través de la elección de la Asamblea Constituyente, bien a través
de la ratificación por referéndum, o de ambas cosas en tiempos distintos.
b) Poder constituyente derivado: poder de decidir reformar la Constitución vigente; este poder
deriva de la propia Constitución, siendo ésta la que lo regula. También llamado poder de reformar
y ocupa una posición intermedia entre el poder constituyente originario (modifica o reforma la
Constitución) y el poder legislativo (regula la Constitución).
Existe discrepancia doctrinal en cuanto a su naturaleza:
• Un sector mantiene la distinta naturaleza del poder constituyente originario respecto del
derivado, pues solo el constituyente originario se configura como el instrumento de
creación de un Estado, y como el mecanismo que puede hacer posible la transformación
de las formas jurídico-políticas del Estado ya constituido.
• Otro sector concede la misma naturaleza a ambos poderes, entienden que se trata de un
mismo poder en dos etapas de actividad diferente: la etapa originaria y la etapa de
continuidad; por ello, el poder de reforma o poder constituyente derivado, no está sujeto a
límite alguno, pudiendo llevarse a cabo, incluso, una reforma total del orden constitucional.
Desde otra perspectiva, el carácter supremo y omnipotente del poder constituyente, no es óbice
para admitir la existencia de límites, según Jellinek:
a) Límites absolutos: se establecen desde el orden natural, es decir, los principios del
Derecho natural.
b) Límites heterónomos: proceden de una voluntad distinta y ajena al poder constituyente,
proceden del orden internacional.
c) Límites autónomos: los establecidos por el propio poder constituyente.
Límites a los que habrá que añadir, de un lado, los que se derivan de la propia modulación del
sistema parlamentario-representativo y la plural manifestación de los partidos políticos; y de otro,
los principios de justicia y demás valores de la comunidad político-social que los ha legitimado.
La admisión de límites supone reconocer el carácter limitado del poder constituyente, y es que, el
ejercicio del poder de reforma constitucional no puede, en ningún caso, derivar en la destrucción
de la propia Constitución, es decir, en la elaboración de un nuevo Texto Constitucional, pues
entonces no nos encontraríamos ante una reforma, en el sentido de mecanismo que permite
adaptar la Norma Suprema a la nueva realidad cambiante.

2. LA REFORMA CONSTITUCIONAL
2.1. Delimitación conceptual de la reforma constitucional y su evolución histórica
La Constitución, en cuanto a Norma Suprema del ordenamiento jurídico, requiere en garantía de
su permanencia y continuidad, de la existencia de mecanismos que permitan su propia revisión a
fin de conseguir esa pretendida y necesaria adecuación entre la Norma Fundamental y la nueva
realidad social, sin que suponga una ruptura con el régimen constitucional.
Aparece así, la reforma constitucional, como un instrumento de defensa o garantía de la
Constitución, estableciendo un procedimiento especial y concreto para su revisión, vinculándose
con ello, con la Constitución escrita y rígida. De este modo, se configura como Ley Suprema, que
garantiza el instituto de la reforma constitucional junto a la justicia constitucional.

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La Constitución no debe ser inmutable, es por ello que, los constituyentes de los primeros Textos
Constitucionales liberales (Constitución norteamericana de 1787 y Constitución francesas de 1791
y 1793) reflejaron en su texto la idea de la revisión. La Asamblea Constituyente francesa: “la
nación tiene el Derecho imprescriptible de cambiar su Constitución”, y además “Una generación
no puede imponer sus leyes a generaciones futuras”.
Fue EEUU el primero que incorporó un procedimiento especial de reforma en el Art. V de su
Constitución de 1787, considerándose el primer Texto Constitucional escrito y rígido. Rigidez
constitucional que sirvió para diferenciar la Ley constitucional, Ley Suprema, del resto de las leyes
elaboradas por el Parlamento y, en consecuencia, para distinguir el poder constituyente de los
poderes constituidos. Ahora bien, no podemos decir lo mismo del uso que se ha hecho de la
constitucionalización de la reforma, ya que su importancia reside más en su existencia que en su
utilización concreta (Pérez Royo), si tenemos presente que los cambios producidos no se han
materializado a través de la sustitución de unos preceptos por otros, sino mediante la introducción
de Enmiendas a la Constitución.
Por lo que se refiere a Europa, y siguiendo a Pérez Royo, pueden distinguirse cuatro etapas en la
evolución del instituto de reforma Constitucional:
a) Constitucionalismo revolucionario del s. XVIII: la complejidad de los procedimientos de
reforma era tal que, más que favorecer la revisión se pretendió su inviabilidad. Situación a
la que coadyuvó la desconfianza de los constituyentes hacia el Rey y la nación misma.
Ejemplos: la Constitución española de 1812, que previó la imposibilidad de su modificación
los 8 primeros años de vigencia; y las Constitución francesas de 1791, 1793 y 1795.
b) Monarquías limitadas del s. XIX: la aparición de las llamadas “Constitución pactadas”, fruto
de la soberanía compartida, “pacto” entre el Rey y el Parlamento, determinó que ambas
instituciones fuesen poder constituyente y poder constituido. La reforma en este contexto
carecía de sentido, pues la adaptación de la Constitución a la realidad cambiante sería
también el resultado del “pacto”. Esta es la razón por la cual algunos de nuestros Textos
Constitucionales históricos carecieran de la previsión de fórmula de reforma, como
Constitución de 1837, 1845 y 1876.
c) Período de entreguerras (1919-1940): época de constitucionalismo democrático, de ahí
que se generalice la recepción, por los Textos Constitucionales, del instituto de la reforma
como mecanismo de garantía de la Constitución democrática y, por ende, del Estado
democrático que instaura. Se establecieron determinados límites a la reforma,
proclamándose como irreformables aquellos preceptos constitucionales que definían los
principios esenciales del régimen político instaurado.
d) Constitucionalismo de la segunda postguerra: desde 1945, el constitucionalismo europeo
se caracteriza por la consolidación de la configuración de la Constitución como norma
suprema del ordenamiento jurídico, y en consecuencia, por la definitiva recepción de la
justicia constitucional (constitucionalidad de las leyes).
Nos encontramos ante un instrumento que sólo excepcionalmente se utiliza, la adaptación de la
Constitución a la nueva realidad, de ordinario se efectúa a través de la interpretación de los
Tribunales Constitucionales. Por otra parte, los Textos que nacen después de la Segunda Guerra
Mundial, generalizan el establecimiento al poder de reforma constitucional, en lo que influyó la
necesidad de impedir el establecimiento de experiencias autocráticas como ya había sucedido en
Alemania e Italia, mediante el establecimiento de regímenes nazi y fascista.

2.2. Funciones, naturaleza y límites de la reforma constitucional


2.2.1. Funciones
La reforma constitucional está llamada a ejercer una serie de funciones:

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• Permite adaptar la realidad jurídica a la realidad política, sin ruptura de la continuidad


formal del ordenamiento jurídico y del régimen político del Estado. Se convierte en garantía
de la Constitución, si bien se trata, de una “garantía excepcional”, pues como dijera Pérez
Royo, es la interpretación y no la reforma la que, de modo habitual se ejerce.
• Permite colmar las lagunas que se puedan observar en el Texto constitucional, al objeto de
evitar que se paralice el proceso político. Lagunas de las que fue consciente el
constituyente, pero consideró más conveniente su regulación posterior (laguna
descubierta), o bien no fueron previstas en el momento de la elaboración por incidir en
asuntos cuyo origen es posterior (laguna oculta).
• Permite impedir una ruptura violenta con el régimen político que instaura la Constitución, lo
cual daría lugar a su propia destrucción.
Funciones a las que cabría añadir: “es el cauce idóneo de la expresión de los cambios acaecidos
en la realidad constitucional” (Álvarez Conde).

2.2.2. Naturaleza
Ya conocemos las distintas posturas que se mantienen sobre la naturaleza del poder de reforma,
posturas que dieron lugar a que la doctrina se cuestione si es factible o no hablar de “ley de
reforma constitucional”.
La Constitución española no utiliza, en ningún momento, el término “ley” para hacer referencia a la
reforma constitucional; la única reforma de nuestro Texto efectuada hasta el momento (28 agosto
1992), se limitó a emplear la fórmula de “reforma de la Constitución”.
Autores como Torres del Moral, consideran que es preferible no hablar en estos casos de “leyes
de reforma constitucional”, dado que la “reforma, una vez aprobada y promulgada, no es ley, es
Constitución”; se entiende que, si el texto de la reforma tuviera naturaleza y rango de ley, no
podría modificar un precepto constitucional. De ahí que se afirme la inexistencia en nuestro
sistema de fuentes de “leyes de reforma constitucional”.
Álvarez Conde advierte que, no parece ser bastante este criterio para evitar esta consideración, si
tenemos presente las semejanzas que existen entre las pautas del procedimiento legislativo
ordinario y las relativas a procedimiento de reforma. Y hay que coincidir con él que, aunque es
innegable la superioridad jerárquica de la Constitución sobre la, correctamente definida o no “ley
de reforma constitucional”, esto no es óbice para que el Tribunal Constitucional pueda asumir el
control del procedimiento de aprobación de la reforma, y ello porque, el poder de reforma deberá
ejercerse de acuerdo con el procedimiento constitucionalmente previsto, y porque, por otro lado,
en caso de que se negase la naturaleza de ley a la reforma, lo que se enjuiciaría por el Tribunal
Constitucional serían actos parlamentarios, que sí están sometidos a la Constitución y a los
Reglamentos de las Cámaras.
El Tribunal Constitucional debería proceder, en cualquiera de los casos, antes que se produzca la
promulgación del Texto, pues una vez incorporada es en sí misma Constitución, quedando el
Tribunal Constitucional sometido a ella, y desde luego, antes de que el Texto de reforma se haya
sometido a referéndum.

2.2.3. Límites [HOT]


A) Planteamiento General
El poder de reforma, al ser manifestación del poder constituyente derivado, es además, un poder
limitado. Los límites que propuso Jellinek han sido objeto de otras clasificaciones:
• Límites materiales: hace referencia a los “contenidos” o “materias” que no pueden ser
susceptibles de modificación, y que derivan en “cláusulas de intangibilidad”.
• Límites temporales: relativos a los espacios de tiempo en los que se excluye la revisión
constitucional, por ejemplo, en la Constitución española de 1812, prohibición hasta que
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no hubiesen transcurrido ocho años desde su entrada en vigor. Además pueden


referirse a situaciones de anormalidad constitucional: Constitución francesa de 1958,
se prohíbe la reforma en caso de ocupación total o parcial del territorio por fuerza
extranjeras, o la Constitución española que prohíbe que se inicie la reforma en tiempo
de guerra o durante los estados de alarma, excepción o sitio.
Especial significación tienen las “cláusulas de intangibilidad” que suponen la prohibición de
reformar determinadas partes de la Constitución y, que suelen dirigirse a impedir:
• La modificación de la forma del régimen político.
• La forma de distribución territorial del Estado, como en el caso de la Ley Fundamental de
Bonn.
• La forma de la Jefatura del Estado, como en la Constitución francesa de 1958 y la italiana
vigente, en las que se prohíbe modificar República por Monarquía.
La admisión o no de estas cláusulas de intangibilidad no es una cuestión pacífica en la doctrina.
Un sector (García-Atance, etc.), entiende que no garantiza suficientemente la subsistencia de la
decisión política asumida por el constituyente; otro sector (Torres del Moral, etc.), la niega,
expresando la imposibilidad de que este tipo de cláusulas tengan cabida en un Estado
democrático, ya que, una prohibición tal “no es una norma jurídica sino una declaración política
(…). Pues no toda palabra o frase contenida en una Constitución es norma constitucional, sino
aquéllas que tienen estructura jurídica y ofrecen soluciones jurídicas para problemas jurídicos”
(Torres del Moral).
B) Los límites en la Constitución española
La Constitución española vigente prevé su propia reforma total en el Art. 168, por lo que puede
afirmarse la inexistencia, en nuestro Texto constitucional, de cláusulas de intangibilidad. Ahora
bien, esa posible reforma total, coexiste con la agravada protección de determinadas materias,
que exige amplio consenso político y social sobre su definitiva conveniencia. Dicha complejidad
procedimental, dio lugar a que desde diversos sectores doctrinales la calificaran de cláusula de
intangibilidad, lo que no es posible admitir dada la posibilidad real de la modificación total de la
Norma Constitucional.
Dicha inexistencia de límites materiales no debe interpretarse como la posibilidad de modificar los
propios principios que definen el régimen democrático español, ya que si se modificaran los
elementos sustanciales implicarían el cambio de régimen político, y con él, la sustitución de la
Norma Suprema por otra nueva, que no sería Constitución, ya que sólo es Constitución la
democrática, y estaríamos, no ante una reforma, sino ante una destrucción de la Constitución
vigente.
Sobre la existencia o no de límites materiales implícitos a la reforma de la Constitución, no existe
una posición unánime en la doctrina. Hay quien piensa que no hay límites, “desde el punto de
vista jurídico, la democracia puede destruirse a sí misma por procedimientos democráticos (…) y
ahí radica también la grandeza de nuestra democracia: en que permite a sus propios enemigos
destruirla”. Otro sector considera que sí existen dichos límites, de ahí que la democracia no pueda
ser sustituida por la autocracia o el totalitarismo, ni siquiera a través del procedimiento de reforma
democráticamente establecido en la Constitución (Torres del Moral).
En relación con la existencia de límites implícitos, también se ha planteado la cuestión relativa a la
modificación del propio procedimiento de reforma, y en concreto del procedimiento agravado
previsto en el Art. 168 de la Constitución. A estos efectos, Álvarez Conde, considera que “a través
de él, se autolimita el propio poder constituyente”.
Fuera de estos límites materiales implícitos, la Constitución únicamente prevé un límite expreso de
carácter temporal en su Art. 169: prohíbe que se inicie una reforma en tiempo de guerra o de
vigencia de alguno de los estados previstos en el Art. 116 (alarma, excepción o sitio), prohíbe la
“iniciación”, pero no la “continuidad” de la reforma ya iniciada. A pesar de la literalidad de la

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regulación constitucional, entendemos que, en supuestos de gravedad constitucional, como


advierte Pérez Royo, más que reformar la Constitución, de lo que se trata es de defenderla como
está.

2.3. La reforma constitucional y otras figuras afines


En un sentido amplio, se habla de reforma constitucional siempre que, por la vía que fuere, queda
alterada la norma fundamental.
Se puede distinguir con Schmitt la reforma de otras figuras afines, como son:
a) Destrucción de la Constitución: se produce con la supresión de la Constitución existente y
del poder constituyente en que se fundamenta.
b) Supresión de la Constitución: modificación total de la Constitución existente, a través del
procedimiento previsto, subsistiendo, el poder constituyente que dio origen al Texto
constitucional. Se identifica con la denominada Reforma total de la Constitución. (La
española, Art. 168, para este caso emplea el término revisión).
c) Reforma de la Constitución: se identifica con la denominada Reforma parcial de la
Constitución, se hace a través del procedimiento constitucionalmente establecido.
d) Quebrantamiento de la Constitución: vulneración ocasional de la Constitución, sin que se
produzca la alteración formal de su texto, dicha modificación no se ha producido de
acuerdo con los procedimientos previstos.
e) Suspensión de la Constitución: cuando uno o varios preceptos de la Constitución se
declaran no vigentes temporalmente, suspendiéndose la vigencia de una parte de la
Constitución como consecuencia de la aplicación de otra parte de la misma, pues el propio
Texto lo prevé, en lo que se refiere a la declaración de situaciones de anormalidad
constitucional (p.ej. en el Art. 55 prevé posible suspensión de determinados Derecho
durante la vigencia de los estados de excepción y sitio, así como la suspensión de algunos
derechos para personas concretas en el curso de investigaciones sobre bandas armadas o
terrorismo. Para ambos supuestos se exige ley orgánica).
Junto a estas figuras, también es posible distinguir entre reforma y mutación constitucional, la cual
se produce cuando la modificación no va acompañada de la alteración formal del texto escrito de
la Constitución. Jellinek la concibió como “una modificación que deja indemne el texto
constitucional formalmente. Se produce por hechos que no tienen que ir acompañados por la
intención, o consciencia de tal mutación”. Es por ello que, en un sistema democrático, la mutación
puede servir para “adecuar la realidad constitucional a la maldad política sin necesidad de acudir
al mecanismo de reforma constitucional” (Álvarez Conde).
Atendiendo al Derecho Comparado, la mutación puede producirse por:
• Puede ser consecuencia de la práctica política, tanto en el caso de que no suponga una
vulneración formal del Texto Constitucional, como cuando, sin vulnerarlo abiertamente,
contradice la Norma Constitucional (p.ej. la proclamación actual del mandato imperativo, a
pesar de que nuestra Constitución proclame el mandato representativo).
• Puede derivar del desuetudo, esto es, del desuso de una facultad o competencia
constitucional (p.ej. el no ejercicio del Derecho de veto por parte de los monarcas en las
Monarquías Parlamentarias actuales).
• Puede ser consecuencia de la interpretación judicial, y muy especialmente, de la
interpretación constitucional. (Interpretación que los Tribunal Constitucional hacen de los
preceptos constitucionales, otorgándoles un nuevo sentido que se adecua más a la
realidad cambiante).

3. PROCEDIMIENTOS DE REFORMA
3.1. Planteamiento general

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Bryce distinguió entre Constituciones flexibles y rígidas en atención al procedimiento de su


reforma.
Son Constituciones flexibles aquellas que pueden ser modificadas a través del procedimiento
legislativo ordinario; y rígidas son las que necesitan procedimientos especiales y dificultosos para
su modificación.
La especialidad y dificultad del procedimiento varía de unas Constituciones a otras. La
especialidad puede consistir:
• En el establecimiento y creación de órganos, como las Asambleas constituyentes; o la
reunión conjunta de las 2 Cámaras que forman el Parlamento, como en Francia.
• La exigencia de trámites distintos y más graves, que los establecidos para el procedimiento
legislativo ordinario, ya sea, porque necesiten mayorías cualificadas para ser aprobadas,
porque tenga su aprobación en legislaturas distintas o un sistema de doble aprobación en
una misma legislatura, o la reforma debe ser ratificada mediante referéndum.

3.2. Los procedimientos de reforma en la Constitución española


Es una Constitución rígida, en tanto se prevé en su Título X los procedimientos de reforma, que
serán distintos en función de la materia que se pretenda modificar.

3.2.1. Iniciativa de la reforma constitucional


El Art. 166 CE, regulador de la iniciativa de reforma, remite esta cuestión al Art. 87.1 y 2, es decir,
al precepto constitucional regulador de la iniciativa legislativa, lo que le vale a algún autor, a
concebir la reforma como una auténtica ley de reforma (Álvarez Conde). Sin embargo, la
identificación entre iniciativa de reforma y la legislativa, cuenta con una excepción: la iniciativa
popular. La Constitución española, excluye la posibilidad, injustificadamente, de que sea el cuerpo
electoral el que inicie una reforma constitucional.
Sólo el Gobierno, el Congreso, el Senado y las Asambleas Legislativas de las Comunidades
Autónomas, están legitimados para iniciar una reforma. Si bien es cierto que la participación de las
Comunidades Autónomas tiene peculiaridades, se les atribuye la facultad que podrán materializar,
bien solicitando del Gobierno la adopción de un proyecto de reforma, bien remitiendo a la mesa
del Congreso una proposición que deberá ser tomada en consideración por el Congreso de
Diputados.
En cuanto a la iniciativa parlamentaria:
• Congreso de los Diputados: la iniciativa de reforma deberá encontrarse suscrita por dos
Grupos Parlamentarios, en lugar de uno, o por la quinta parte de los miembros de la
Cámara, es decir, 70 diputados en vez de 15 como se exigen en el procedimiento
legislativo ordinario.
• Senado: deben ser 50 senadores que no pertenezcan al mismo Grupo, los que suscriban
la proposición de reforma (25 o un solo Grupo para el procedimiento ordinario). Para
Álvarez Conde: “el procedimiento de reforma aparece agravado desde su inicio, ya que no
todas las fuerzas políticas podrán plantear, por sí mismas, una iniciativa de reforma
constitucional.”
• Gobierno: goza de preferencia respecto del resto de las iniciativas, no advirtiéndose
diferencias entre su iniciativa legislativa y la de reforma. Es por ello que se requiere de su
aprobación en Consejo de Ministros, y de su envío al Congreso de Diputados,
acompañado de una Exposición de Motivos y de los antecedentes que sean necesarios
para pronunciarse sobre ellos.

3.2.2. Procedimientos de reforma


Dependerá del alcance de la reforma y de la materia a reformar:
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A) Procedimiento ordinario o general


Es regulado por el Art. 167 CE, y tendrá lugar cuando se trate de una reforma parcial y que,
además, no afecte a las partes especialmente protegidas por el Art. 168 de la Constitución:
• Título Preliminar.
• A la Sección 1ª del Capítulo II del Título I.
• Al Título II de la Constitución.
Procedimiento empleado en la única reforma ocurrida en nuestra Constitución, dirigida a modificar
el Art. 13.2 CE a fin de ratificar el Tratado de la Unión de 1992.
De acuerdo con el procedimiento establecido:
• El proyecto o proposición: deberá ser aprobado por mayoría de 3/5 de cada Cámara, en
una votación final sobre el conjunto del proyecto o proposición de reforma, pretendiendo
así garantizar una reforma fruto del consenso.
• En caso de que no exista acuerdo entre el Congreso y el Senado, y el proyecto sea
aprobado en una Cámara y no en otra, la Constitución prevé la formación de una Comisión
mixta paritaria de Diputados y Senadores, dirigida a obtener un texto consensuado, que
deberá ser aprobado con idéntica mayoría (3/5); de no ser así, se entenderá aprobada al
obtener el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado y los 2/3 del Congreso.
• Aprobada la reforma por las Cortes, la Constitución establece en su Art. 167.3 la
posibilidad de que sea sometida a referéndum siempre que sea solicitada por la décima
parte de cualquiera de las Cámaras, dentro de los 15 días siguientes a su aprobación, en
caso de celebrarse, el resultado es vinculante. Referéndum que se ha venido a considerar
como una garantía de las minorías frente a los partidos mayoritarios, cuyo procedimiento
viene regulado por la Ley Orgánica de 18 de enero 1980, en virtud del cual, deberá ser
convocado en el plazo de 30 días, y su celebración dentro de los 60 días siguientes a su
convocatoria. En la única reforma constitucional producida, no existió solicitud de
referéndum, por lo que el texto, una vez aprobado por las Cortes, entró en vigor tras su
aprobación.
• La sanción del Rey del texto de reforma aprobado por las Cortes, no se producirá hasta
transcurrido los 15 días (previstos por la Constitución) para solicitar referéndum, y en caso
de haberse solicitado, la sanción tendrá lugar cuando el cuerpo electoral haya ratificado la
reforma, pues la aprobación definitiva estará condicionada a dicho referéndum de carácter
facultativo.

B) Procedimiento agravado o especial


La inexistencia de cláusulas de intangibilidad en nuestra Constitución, se ha traducido en la
delimitación de un conjunto de materias que cuentan con una protección especial, regulado en el
Art. 168 CE. Rigidez que le ha valido para ser calificado como un procedimiento previsto para no
ser utilizado en ningún momento, es decir, como auténtica “cláusula de intangibilidad”, aunque hay
que reconocer que dificulta en exceso su puesta en práctica, esto no es inconveniente para
interpretar que se trata de un procedimiento imposible de alcanzar.
Torres del Moral: “una mayoría de 2/3 de las Cámaras impide reformas buscadas
interesadamente, pero se logra sobradamente cuando la reforma responde con claridad a
intereses nacionales”, tal y como lo demuestra la única reforma habida, aprobada prácticamente
por unanimidad, lo que devino en falta de solicitud de referéndum.
En este sentido, y desde el punto de vista material, el procedimiento del Art. 168 deberá ser
utilizado cuando éste se dirija a:
a) La “revisión total” de la Constitución: la doctrina se cuestiona sobre cómo se ha de
interpretar la fórmula constitucional empleada. Pérez Royo: “la reforma total” deberá de
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atender tanto a sus elementos cuantitativos (nº de Art., Títulos…), esto es, a su estructura,
como a sus elementos cualitativos (afectación de instituciones básicas de nuestro régimen
constitucional)”. Modificar estos elementos sería tanto como admitir que a través de la
reforma se constitucionaliza la destrucción de la propia Constitución.
b) Una reforma parcial que afecte a:
• El Título Preliminar (Art. del 1 al 9), ha sido objeto de críticas por parte de la doctrina,
en tanto en él se integran preceptos mediante los que se regulan elementos esenciales
del régimen constitucional (Art. 1 y 2) y otros como los relativos a la bandera (Art. 4) o
a la capital del Estado (Art. 5).
• Sección primera, del Capítulo Segundo del Título I (Art. 15 a 29), relativo a derechos
fundamentales y libertades públicas, considerados de singular importancia por la
doctrina y del que asombra no se hayan incluidos otros: dignidad de la persona e
inviolabilidad de los Derechos que le son inherentes (Art. 10).
• Título II (Art. 56 al 65): regulador de la Corona; se considera innecesario agravar
aquellos preceptos, que aún relativos a la Corona, no inciden para nada en los
elementos básicos de nuestro régimen constitucional.
Por lo que se refiere al procedimiento strictu sensu, se pueden distinguir 3 trámites:
a) Aprobación por ambas Cámaras de la conveniencia de la reforma por el voto favorable de
la mayoría de 2/3 de cada una, en tal caso, el Presidente del Congreso se lo comunicará al
Presidente del Gobierno, para que se someta a la sanción del Rey el Real Decreto de
disolución de las Cortes Generales, procediéndose a la disolución de las Cortes y a la
convocatoria de elecciones generales, de la que resultará la elección de nuevas Cortes,
cuyo primer objetivo es la aprobación de la reforma constitucional.
Esto plantea la cuestión de la naturaleza de estas Cortes, pues parece que se conciben
como Cortes constituyentes, que además una vez aprobada la reforma, las nuevas Cortes
deberán ser disueltas o podrán continuar actuando como Cortes ordinarias. Es aceptado
considerar que, si así lo hubiese querido la Constitución, lo habría establecido
expresamente, como así fue previsto en la Constitución Republicana de 1931 (Art. 125),
cosas distinta es que el Presidente, facultad que le concede el Art. 115, decida la
conveniencia de la disolución y convoque nuevas elecciones a fin de elegir nuevas Cortes
ordinarias (siempre que se cumplan requisitos establecidos a tal fin).
b) Ratificación, por las nuevas Cortes Generales, de la decisión de reforma adoptada por las
Cortes anteriores. Es suficiente la mayoría absoluta en el Senado y la simple en el
Congreso, lo que ha dado lugar a diversas críticas (Torres del Moral), pues parece obvio
que, de no alcanzarse la mayoría de 2/3 será difícil que dicha mayoría se pueda conseguir
en la aprobación definitiva del texto. En cualquier caso, de no obtenerse el apoyo
determinado, el procedimiento de reforma habría llegado a su fin. Una vez ratificada la
decisión de reforma, las nuevas Cortes examinarán el contenido del proyecto, siguiéndose
la misma tramitación que la prevista para el procedimiento legislativo ordinario, y
requiriéndose el voto de 2/3 de cada una de la Cámaras. Aún con todo, es dudoso que las
nuevas Cortes puedan extender el ámbito de la reforma más allá del contenido decidido
por las Cortes disueltas, pues carecería de sentido la previsión constitucional de la
aprobación del proyecto de reforma por dos Cortes sucesivas.
c) Ratificación mediante referéndum. Una vez aprobado el texto de reforma por cada una de
las Cámaras, el Art. 168 CE exige su aprobación mediante referéndum, en este caso no
es potestativo, como en la reforma ordinaria, sino que tiene carácter obligatorio, siendo su
resultado vinculante.

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Capítulo 8 – LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL


1. LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL Y SUS MODELOS CLÁSICOS
1.1. La Justicia Constitucional: Su origen histórico
1.1.1. La concepción normativa de la Constitución y el origen de la Justicia Constitucional
en Estados Unidos
La Justicia Constitucional, así como la reforma, no es más que uno de los mecanismos de defensa
de la Constitución. Si la finalidad última de la Justicia Constitucional, es la resolución de los
problemas que se susciten como consecuencia de la observancia de la Constitución, este objetivo
solo tendrá razón de ser, en caso de que la Constitución ocupe la cúspide de la jerarquía
normativa.
La distinta evolución del movimiento revolucionario liberal se tradujo, en un lento arraigo en el
ámbito europeo y una pronta recepción en EEUU. El Estado Constitucional en Europa no significó,
en aquel momento, la sumisión de los poderes del Estado a normas situadas por encima de estos
poderes.
# La revolución inglesa del s. XVII, supuso el inicio del movimiento liberal revolucionario.
Podríamos destacar dos documentos:
• El Agreement of the People (1649): aparece la idea de una Ley superior al Parlamento, así
como la separación de poderes entre el Legislativo y el Ejecutivo.
• El Instrument of Government (1653): se manifiesta la idea de norma escrita que organiza el
poder y se sitúa por encima de los poderes constituidos.
Se han venido a considerar como los dos primeros textos constitucionales escritos, y como los
auténticos antecedentes de las Constituciones liberales, así como del control de la
constitucionalidad de las leyes. Ahora bien, la restauración y mantenimiento del principio de
soberanía del Parlamento, se ha traducido en concebir la “Ley” como la norma que ocupa la
posición suprema en el ordenamiento jurídico inglés.
# Proceso revolucionario francés: la expresión más significativa del concepto de Constitución
será el Art. 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, mediante el que se
proclama: “Toda sociedad en la que no esté asegurada la garantía de los Derechos ni
determinada la separación de poderes carece de Constitución”.
Ahora bien, en Francia, como en el resto de la Europa continental, se mantuvo en vigor el principio
monárquico, y en cuya virtud “el Rey era la fuente de todo el poder estatal y también del poder
constituyente, unas veces en solitario y otras compartido con el Parlamento (Torres del Moral). Así
se consagra en Europa la idea “rousseauniana” de la concepción de la Ley como “expresión de la
voluntad general”, se consagra, al mismo tiempo, la configuración de la Ley como la norma
superior del ordenamiento jurídico, por lo tanto, la superioridad del Parlamento sobre el resto de
los poderes del Estado, lo que hace innecesario que exista un “control de constitucionalidad de las
leyes”, ya que el Juez, en tanto integrante del Poder Judicial, se encuentra supeditado a la "Ley"
que proviene del Parlamento, sin poderla juzgar ni discutir.
# Proceso revolucionario norteamericano: asume desde un primer momento la concepción
normativa de la Constitución. La Constitución norteamericana se proclama, a sí misma, como el

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"Derecho supremo de la tierra" o "Derecho supremo del país", viniendo a ocupar el rango
normativo superior dentro del ordenamiento jurídico, entendiéndose como un sistema de
organización del gobierno sometido a unas reglas jurídicas, una idea que será difundida en El
Federalista por Hamilton, Jay y Madison. Se asume la idea de rigidez constitucional y la
recepción de la Justicia Constitucional, aunque ésta no se encontraba en la Norma constitucional,
sino que tuvo lugar como consecuencia de la célebre Sentencia del Juez Marshall sobre el caso
de Marbury contra Madison de 1803. Se trata de una función que se autoatribuyen los Jueces, en
virtud de la cual, se verán obligados a inaplicar aquella ley que se oponga a la Constitución,
convirtiéndose el Tribunal Supremo, cuya jurisprudencia vincula a todos los Tribunales inferiores,
en el supremo intérprete de la misma.
Ya con anterioridad, determinadas decisiones jurisdiccionales son reflejo de la asunción de la
Justicia Constitucional en el modelo americano; como puede ser la decisión del Juez de
Massachussets William Cushing en 1783, mediante la que declara que la esclavitud es
incompatible con la Constitución, será, sin duda, la Sentencia del Presidente del Tribunal Supremo
John Marshall la que de origen al sistema judicial review (control judicial de la constitucionalidad
de las leyes).
Nace así el modelo de control difuso estadounidense (corresponde a los jueces el control de la
constitucionalidad de las normas inferiores a la Constitución). Su origen vino propiciado por tres
factores:
• Por la negación de la superioridad del Poder Legislativo, al contrario que en Europa, el
legislador norteamericano queda vinculado a la Constitución entendida como norma
suprema del ordenamiento jurídico.
• Por el establecimiento del “federalismo” como forma de distribución territorial del poder
político; surge la necesidad de establecer competencias entre Estado Central y Estados
miembros de la Federación, declarándose a los Jueces competentes para conocer la
constitucionalidad de las “leyes federales” así como de las “leyes de los Estados
federados”, al objeto de otorgar la unidad que precisa el ordenamiento jurídico estatal.
• Por la consolidación de la tradición judicial del “common law”, en cuya virtud, la
Constitución, en tanto Derecho directamente aplicable, deberá ser aplicada e interpretada,
como el resto del Derecho, por los Jueces.

1.1.2. La recepción de la Justicia Constitucional en la Europa continental


Por lo que a Europa se refiere, habrá que esperar al periodo de entreguerras para que, a
excepción de Reino Unido, se acepte plenamente la concepción normativa de la Constitución, su
aplicabilidad directa, así como su supremacía, lo que tendrá plasmación por primera vez, en las
Constituciones alemanas de 1919 y austriaca de 1920. Concepción que se generalizó por Europa
tras la Segunda Guerra Mundial, trayendo consigo la asunción de Justicia Constitucional a través
de dos modelos diferentes al modelo estadounidense:
• El modelo francés: con origen en el pensamiento de Sieyés.
• El modelo austriaco: cuya construcción se debe a Kelsen, configurándose como la
aportación más sobresaliente de la Justicia Constitucional en el ámbito europeo: el modelo
de jurisdicción concentrada, atribuyéndose el control de la constitucionalidad a un único
Tribunal: el Tribunal Constitucional.
Además de la concepción normativa de la Constitución, hay otros factores que influyeron
notablemente en la recepción del concepto de Justicia constitucional:
• La democratización que se produce del Parlamento como consecuencia de la extensión del
“sufragio censitario” hasta el “sufragio universal”. El Parlamento deja de ser el Parlamento
“infalible” y “superior” del s. XIX, la "Ley" se deja de concebir como norma suprema,
viniendo a ocupar la cúspide normativa la Constitución.
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• Democratización de Parlamento a la que, tras la Segunda Guerra Mundial, se unen tres


circunstancias:
1. La descentralización territorial del poder político, para dirimir conflictos de
competencia entre el Estado central y los entes territoriales (federales).
2. La consolidación del “parlamentarismo racionalizado”, que supone una nueva
relación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, en las que se refuerzan y amplían
las funciones del Gobierno en disminución de las que eran propias del Parlamento,
permitiendo un control más preciso sobre una de las funciones más relevantes del
Parlamento: legislativa.
3. La necesitad de dotar de las garantías precisas a los derechos y libertades de los
ciudadanos reconocidos por los Textos Constitucionales.
En este contexto se puede decir que, la aparición de los Tribunal Constitucional en Europa
occidental se produce en tres fases:
• Primera fase: Checoslovaquia y Austria (1920), España (1931) e Irlanda (1937).
• Segunda fase: Austria (1945), Italia (1947), Alemania (1949) y Francia (1958).
• Tercera fase: Grecia (1975), Portugal (1976), España (1978) y Bélgica, cuya Constitución
de 1831 ha sido modificada en diversas ocasiones para crear un Tribunal Constitucional.
Aunque la Constitución alemana de 1919 no reguló expresamente un control de constitucionalidad
de las leyes, podemos vislumbrarlo en su Art. 19, que encomendaba al Tribunal Supremo de
Justicia del Reich (Tribunal Imperial), la facultad de resolver “los litigios constitucionales que se
promuevan en el interior de un Land, en donde no exista un tribunal competente, así como los
litigios no privados entre Länders distintos, o entre un Land y el Reich”. La aplicación del principio
de prevalencia del Derecho federal permitió la puesta en marcha de un sistema de control
concentrado de constitucionalidad, con eficacia erga omnes, (es una locución latina, que significa
"respecto de todos" o "frente a todos", utilizada en derecho para referirse a la aplicabilidad de
una norma, un acto o un contrato) de las Leyes de los Länders, que sin duda jugará un papel
importante en la formación del sistema europeo de Justicia Constitucional; sistema que, establece
la Constitución de Weimar y que se consagrará definitivamente en la Constitución austriaca de
1920, y es con la que realmente se inaugura el sistema de control concentrado de
constitucionalidad, obra de HANS KELSEN, en su Título VI, bajo la rúbrica “Garantías de la
Constitución y de la Administración”.
En España, la aprobación de la Constitución de 1931, invitó a prever, como lo habían hecho otros
Textos Constitucionales (los anteriores expuestos), los mecanismos que vinieran a garantizar su
propia eficacia, produciéndose la recepción de la Justicia Constitucional, creándose el Tribunal de
Garantías Constitucionales, y por otra parte, la introducción de un procedimiento rígido de
reforma. Podemos decir que el modelo austriaco influirá decisivamente en el constituyente de
1931, aunque es reconocida la influencia de otros modelos.
Entre las diversas opiniones, hay quien destaca que eran tres las opciones concretas del
constituyente español:
• Una primera pretendía incorporar el sistema de Justicia Constitucional concentrado
diseñado por la Constitución austriaca.
• Una segunda, partidaria del sistema norteamericano o difuso, por entender que es al
Tribunal Supremo a quien le corresponde declarar inconstitucional una ley.
• Una tercera, de carácter excluyente, defensora de mantener en solitario el control político
parlamentario.
Si bien es cierto que, la influencia del sistema kelseniano en la Constitución de 1931 es
constatable, también lo es que el modelo dibujado por la Segunda república incorpora suficientes
elementos de originalidad como para considerarlo relativamente propio. Hay que destacar que
nace con la falta de una tradición consolidada en esta materia, además de con la grave
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ambigüedad del Tribunal a causa de su discutible composición y relevancia jurídica, lo que le


convirtió en un órgano politizado; esto hace que su valoración no sea del todo positiva, y es que,
aunque parecía que era el modelo austriaco el que lo inspiraba, en la práctica fue un sistema
mixto, con influencia del sistema difuso norteamericano. Lo que para algunos autores hubiese sido
enriquecedor si hubiese contado con mejores juristas en su elaboración y posterior aplicación.

1.2. Modelos clásicos de Justicia Constitucional [HOT]


1.2.1. Planteamiento general
Suele ser habitual reconocer la existencia de diferentes sistemas de garantía y control de
constitucionalidad, siendo posible distinguir:
A) Sistemas que atribuyen a órganos de naturaleza política todas las competencias relativas a la
defensa de la Constitución, distinguiéndose dos modelos diferentes:
a) El que configura al Parlamento como órgano de Justicia Constitucional: el Parlamento
adopta decisiones que, al mismo tiempo, controla (sistemas marxistas). Para evitar la
aprobación de leyes que vulneren la Constitución, actividad de naturaleza política, se
nombra competente en su control a un órgano de esa naturaleza: Parlamento.
b) El que configura al Ejecutivo o a órganos de él dependientes, como órganos de Justicia
Constitucional: modelo francés (Sieyés), aquí pretende evitar que el Legislativo apruebe
actos legislativos que vulneren la Constitución. Como el modelo anterior, la naturaleza
exclusivamente política del órgano le resta objetividad en el cumplimiento de sus
competencias. Si bien, el actual Consejo Constitucional francés ha ido apartándose de su
configuración inicial, tendiendo hacia un modelo más cercano al de los Tribunal
Constitucional, es decir, hacia el modelo de Justicia Constitucional concentrada.
B) Sistema que atribuyen a órganos de naturaleza jurisdiccional el control de la constitucionalidad
de las leyes, como principal instrumento de defensa de la Constitución. Pudiendo distinguir
esencialmente dos modelos: el norteamericano del judicial review, o modelo de justicia
constitucional difuso; y el modelo kelseniano o modelo de justicia constitucional concentrado.

1.2.2. Modelo norteamericano de control de constitucionalidad de las leyes


Denominado también sistema de justicia constitucional difuso, por tratarse de un modelo en el que
la defensa de la Constitución se atribuye a todos los jueces que integran el Poder Judicial.
La Constitución de 1787 no lo previó expresamente, por lo que la Justicia Constitucional tendrá su
origen en la interpretación que de la Constitución va a efectuar la más alta instancia de la
jurisdicción ordinaria: el Tribunal Supremo.
Será entonces, la Sentencia del Juez Marshall en 1803, la que establezca por primera vez la
competencia de los jueces para controlar la constitucionalidad de las leyes, partiendo de la
consideración de que la Constitución es la norma suprema de ordenamiento jurídico, el resto de
normas que la vulneren deberán ser declaradas nulas. Ya que son los jueces los que aplican la
ley, y en caso de conflicto, determinar cual es la ley aplicable, es por ello que, si una de las
normas en conflicto es la Constitución, en tanto Norma Suprema del ordenamiento jurídico, el
Tribunal también se encuentra sometido a ella y cualquier actuación en sentido opuesto sería
“subvertir el verdadero fundamento de todas las Constitución escritas”.
La doctrina del judicial review encuentra su fundamento en la Sentencia de 1803 y se consolida en
la Enmienda XIV a la Constitución norteamericana de 1868, siendo los rasgos más destacados:
• Todos los jueces que integran el Poder Judicial, asumen la competencia del control de la
constitucionalidad de las leyes. No es que sea competencia exclusiva del Tribunal
Supremo, sino que son todos los Tribunales de la jurisdicción ordinaria los que asumen
esta función, si bien es cierto que, el Tribunal Supremo al poder conocer las decisiones de

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los Tribunales inferiores por vía de apelación, garantiza a través de sus fallos, la
uniformidad que se precisa en relación a la constitucionalidad o no de una determinada
norma.
• Sólo se admite la vía indirecta en el control, ya que únicamente se plantea la
constitucionalidad o no de una ley como consecuencia de un litigio, en el que una de las
partes podrá oponer frente a ella la excepción de inconstitucionalidad, debiendo decidir el
órgano jurisdiccional. Se advierte la imposibilidad de que los Tribunales puedan plantearse
de oficio la inconstitucionalidad de la ley, o que los particulares soliciten directamente dicha
declaración (sin que la ley sea efectivamente aplicada).
• La declaración de inconstitucionalidad de una ley no determina su anulación, pues es ésta
una función legislativa que corresponde al Poder Legislativo: al Congreso. La declaración
sólo se traduce en su inaplicación en el caso concreto, pudiendo ser aplicada en otros
litigios siempre que no se oponga la excepción de inconstitucionalidad. Ahora bien, si es
confirmada por el Tribunal Supremo, al encontrarse los Tribunales inferiores vinculados por
el principio stare decisis, la declaración de inconstitucionalidad de una ley determinará su
“inaplicación general”, efecto semejante al que tendría la “anulación” de la norma. Dicha
ley se encontraría vigente en tanto no fuese derogada por el Poder Legislativo, por lo que
su inaplicación general se traduce, prácticamente, en una derogación tácita.
Podría decirse que, una derivación de este sistema, es aquel que otorga el control de la
constitucionalidad de las leyes únicamente a la más alta instancia de la jurisdicción ordinaria. Fue
el modelo seguido en la Constitución de Weimar de 1919, y en esta línea se inscribe también el
Tribunal Federal suizo, competente en el control de la constitucionalidad de los actos que emanan
de las autoridades de los Cantones suizos.

1.2.3. Modelo Kelseniano


El sistema austriaco, inspirado en Kelsen, se basa en la creación de un Tribunal especial y único
de control, independiente del Poder Judicial: el Tribunal Constitucional (sistema de jurisdicción
concentrada). Siendo el único órgano competente para resolver el problema de la “Vereinbarkeit”:
de la compatibilidad entre dos normas abstractas: la Constitución y la ley.
Se puede decir que, el Poder Legislativo se ha dividido en dos: el Legislador positivo el -
Parlamento-, que toma la iniciativa de dictar y de innovar las leyes; y el Legislador negativo –el
Tribunal Constitucional-, que elimina las no compatibles con la norma superior, anulación que
efectúa “ex nunc” (que literalmente en español significa "desde ahora", utilizada para referirse a
que una acción o norma jurídica produce efectos desde que se origina o se dicta, y no antes, por
lo que no existe retroactividad); no “ex tunc” (en español significa literalmente "desde entonces",
utilizada para referirse a una acción que produce efectos desde el momento mismo en que el acto
tuvo su origen, retrotrayendo la situación jurídica a ese estado anterior). De este modo, en la
Constitución austriaca de 1920, de su Art. 140, podemos extraer conclusiones que determinan los
rasgos que definen este nuevo modelo de Justicia Constitucional:
• Órgano ad hoc: creación de un órgano ajeno al Poder Judicial: el Tribunal Constitucional
• Justicia Constitucional y Jurisdicción Constitucional: términos que aparecían como
equivalentes, dejaron de serlo cuando ya en el periodo de entreguerras (reforma
constitucional austriaca de 1929 y Constitución española de 1931) y sobre todo, en la
segunda postguerra se recibió en Europa el concepto de Constitución como norma
aplicable por todos los jueces y tribunales.
• Control abstracto de constitucionalidad: la inconstitucionalidad de la ley no surge como
consecuencia de un litigo, sino que se somete al control de constitucionalidad ante el
Tribunal ad hoc (vía directa). Tras la reforma de la Constitución austriaca de 1929 se
introducirá también la vía indirecta de control.
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• La legitimación activa para interponer recurso de inconstitucionalidad:


Al Gobierno Federal: cuando el control se plantea en relación con una ley de País.
A los Gobiernos de País: cuando el control de constitucionalidad se plantea en
relación con una ley federal.
A la propia Alta Corte Constitucional: que procederá de oficio, cuando la ley
cuestionada hubiera de construir la base de un fallo del Tribunal Constitucional.
La asamblea Constituyente austriaca rechazó la legitimación popular en este caso de acción
directa, a pesar de ser admitida por Kelsen.
• Control a posteriori y continuo: El control de constitucionalidad se efectúa una vez que la
ley se promulga, ese control se puede ejercer en todo momento.
• Efectos de la declaración de inconstitucionalidad:
Tiene efectos “erga omnes” ("respecto de todos" o "frente a todos"), su cancelación
es definitiva siendo expulsada del ordenamiento jurídico (sea Federal o sea de
País).
Se anula el mismo día en que se hace público el fallo del Tribunal Constitucional,
salvo que la Alta Corte Constitucional haya fijado otro plazo, que no podrá exceder
de seis meses. La Sentencia produce efectos ex nunc, por lo que se consideran
válidas las aplicaciones anteriores a la declaración de inconstitucionalidad.
En conclusión, en este modelo de Justicia Constitucional, son los poderes públicos, y no el
ciudadano, los protagonistas del procedimiento, y esos conflictos se resuelven mediante
resoluciones con fuerza erga omnes. La Justicia Constitucional es el instrumento más eficaz para
garantizar el valor normativo de la Constitución.
[LEER (no estudiar)
El modelo creado por Kelsen se fue generalizando y siendo asumido posteriormente, con
singularidades propias, por las Constituciones de Alemania, Italia y España. Modelo de Justicia
Constitucional cuyas características más relevantes se pueden sistematizar:
• Tribunal especial y único, integrado por Magistrados, con respecto a ello Kelsen
recomendó que:
a) Fuese poco numeroso, en tanto asume función jurídica y no política.
b) Que en la designación de sus miembros interviniese tanto el Gobierno como el
Parlamento, a fin de evitar la dependencia de uno de los Poderes.
c) Que sus miembros fuesen juristas expertos.
d) Que el Tribunal se mantuviese alejado de la política, en tanto lo que resuelve son
problemas jurídicos.
• El Tribunal Constitucional no actúa de oficio, sólo por vía de acción, a instancias de
aquellos que se encuentren legitimados para instar la actuación de tan Alta Instancia (no
se legitimó la acción popular porque se consideró que podría abrir la puerta a un sin fin de
reclamaciones arbitrarias).
• Las Sentencias del Tribunal Constitucional declarativas de inconstitucionalidad suponen la
nulidad, siendo sus Sentencias inapelables.
• Estos rasgos básicos se puede decir que se encuentran presentes en la actual regulación
constitucional de nuestro Tribunal Constitucional:
Nuestro Tribunal Constitucional se encuentra integrado por doce miembros (nº
reducido), de los cuales, 4 serán designados por el Congreso de Diputados, 4 por
el Senado, 2 por el Gobierno y 2 por el Consejo General del Poder Judicial; todos
deberán ser juristas de reconocida competencia, con más de quince años de
ejercicio profesional. (Art. 159.1 y 2 CE).
En cuanto a su actuación, el Tribunal Constitucional español conocerá un recurso
de inconstitucionalidad a instancias del Presidente del Gobierno, el Defensor del
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Pueblo, 50 Diputados, 50 Senadores, los órganos colegiados ejecutivos de las


Comunidades Autónomas, y en su caso, las Asambleas Legislativas de las mismas
(Art. 162.1 CE). Así mismo, cuando un órgano judicial, que una norma aplicable al
caso, y de cuya validez depende el fallo, pueda vulnerar la Constitución, podrá
plantear una cuestión de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional (Art.
163 CE).
La declaración de inconstitucionalidad de una ley, parcial o totalmente por parte de
nuestro Tribunal Constitucional, también supone su nulidad y su expulsión del
ordenamiento jurídico en la parte declarada inconstitucionalidad. Sus Sentencias,
además, tienen “valor de cosa juzgada”.]

1.2.4. Convergencia de ambos modelos


Hoy por hoy, ninguno de los sistemas de Justicia Constitucional responden en su integridad a los
rasgos que definen a los modelos clásicos. Cada país establece notas definitorias, produciéndose
una especie de convergencia entre ambos modelos que, incluso determina, en algunos supuestos,
la potenciación de elementos básicos del sistema estadounidense en detrimento del sistema
kelseniano.
Mientras el modelo estadounidense se orienta, en sus orígenes, a la consagración del principio
federal, evoluciona hacia la protección de los derechos y libertades de los ciudadanos. El modelo
puro kelseniano quiebra con la reforma de la Constitución austriaca 1925 y 1929 pasando de un
control de la inconstitucionalidad por vía directa, a un control por vía indirecta, que es aquel que se
suscita en el curso de un proceso concreto ante el juez ordinario.
Además de asumir la competencia del control de la constitucionalidad de las leyes, el Tribunal
Constitucional ha asumido otras competencias distintas, entre las que destaca la protección de los
derechos fundamentales, es por ello que, el ciudadano cuando se vea lesionado en sus derechos
y libertades fundamentales por los poderes públicos, podrá pedir su protección ante el Tribunal
Constitucional, a través del denominado “recurso de amparo”.

2. NATURALEZA DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL. ESPECIAL REFERENCIA AL


TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
2.1. Planteamiento general
• Regulación de la composición del Tribunal Constitucional llevado a cabo en la Constitución
de 1920: los riesgos de politización eran evidentes, los miembros debían ser designados
por el Poder Legislativo Federal, no establecía el nº de miembros, ni los requisitos que
debían concurrir en los candidatos, a los que no se les exigía formación jurídica (en contra
de la propuesta de Kelsen), a ello le añadimos el hecho de que sus Sentencias, además de
inapelables, eran erga omnes, vinculantes para todos los poderes públicos.
• Tribunal de Garantías Constitucionales de la II República: único antecedente español de
Justicia constitucional. El riesgo de politización que comportaba la heterogeneidad y
amplitud de las competencias que le fueron encomendadas, se vio incrementado por el
criterio establecido para determinar su composición: elevado nº de miembros, permitiendo
que más de la mitad de ellos careciesen de formación jurídica.
En suma, la politización de los Tribunal Constitucional es, desde el principio evidente. A pesar de
ello, no es lo más importante determinar la naturaleza política o jurídica, sino la función que debe
cumplir la Justicia Constitucional, que no es otra, sino la de conseguir la efectiva existencia y
consolidación del Estado democrático de Derecho.
La Constitución no es solo un texto normativo, sino que en él se produce la expresión de todo un
sistema de valores. Por eso la justicia constitucional supone la defensa de todos y cada uno de
esos valores, en consecuencia, la justicia constitucional tiene que ayudar junto con los demás

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poderes públicos, al desarrollo de los valores que sirven de fundamento a la Constitución, en


definitiva, tiene encomendada la salvaguarda de la propia democracia.

2.2. Especial referencia al Tribunal Constitucional español


A) El Tribunal Constitucional como órgano jurisdiccional/órgano político
La Constitución de 1978 opta por atribuir la Jurisdicción Constitucional a un órgano especial, al
Tribunal Constitucional, regulado en el Título IX, posteriormente desarrollado por su Ley Orgánica
de 3 de octubre de 1979. Órgano que ha planteado un intenso debate sobre su naturaleza
(jurídica o política), y que sin formar parte del Poder Judicial, no impide que pueda ser
considerado como órgano jurisdiccional, ya que:
• Relativo a su composición: sus miembros deberán tener profundos conocimientos jurídicos;
juristas de reconocida competencia (Magistrados y Fiscales, Profesores de Universidad,
Funcionarios públicos y Abogados) y de más de 15 años de ejercicio profesional, si bien su
designación se efectúa a través de un procedimiento que dista mucho del establecido para
los Jueces y Tribunales que integran el Poder Judicial.
• En cuanto a su procedimiento de actuación, el ejercicio de sus funciones y la forma de
adopción de decisiones, es el que es propio de los órganos jurisdiccionales. No actúan de
oficio y sus decisiones adoptan la forma de sentencias, autos y providencias (como otros
órganos jurisdiccionales).
• Los miembros del Tribunal Constitucional tendrán las incompatibilidades y la inamovilidad
propias de los miembros del Poder Judicial.
También goza de características singulares que determinan su consideración como órgano
político, entre las que cabe destacar:
• Por una parte, el sistema de designación de sus miembros: se compone de 12 miembros
nombrados por el Rey, de los cuales:
4 a propuesta del Congreso, por mayoría de 3/5 de sus miembros.
4 a propuesta del Senado, con idéntica mayoría (3/5).
2 a propuesta del Gobierno.
2 a propuesta del CGPJ.
Siendo el Presidente y el Vicepresidente elegidos por los propios miembros del Tribunal
Constitucional y nombrados también por el Rey, son cargos estrictamente personales. En
definitiva, la composición del Tribunal Constitucional se hace depender del resto de órganos
constitucionales del Estado, todos ellos de naturaleza política.
• Por otra parte, la politicidad de las causas que instan su actuación como sus
competencias. Corresponde al Tribunal Constitucional:
Control de la constitucionalidad de la leyes y normas con rango de ley (Decreto-Ley;
Decreto legislativo, Leyes autonómicas; Reglamentos Parlamentarios, etc.)
Resolución de los recursos de amparo.
Resolución de los conflictos de competencia entre el Estado y las Comunidades
Autónomas, y los de éstas entre sí.
Resolución de los conflictos entre órganos constitucionales (Gobierno, Congreso,
Senado, CGPJ y Tribunal de Cuentas).
No cabe duda de que el Tribunal Constitucional en el ejercicio de sus competencias, participa en
la dirección política del Estado, o lo que es lo mismo, en la función de indirizzo político, pero aún
más, encuentra su causa, en la mayor parte de los casos, en determinadas valoraciones políticas,
las cuales requieren una resolución jurídica por parte de Tribunal Constitucional.
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• Por último, los miembros del Tribunal Constitucional gozan de la inviolabilidad y del fuero
especial de los parlamentarios, miembros éstos de un órgano de naturaleza política, el
Parlamento.
De todo ello se desprende que nuestro Tribunal Constitucional es un órgano jurisdiccional y un
órgano político.

B) El Tribunal Constitucional como órgano constitucional e intérprete supremo de la


Constitución
Se entiende por órgano constitucional “aquéllos que reciben directamente de la Constitución su
estatus y competencias esenciales a través de cuyo ejercicio se actualiza el orden jurídico-político
fundamental proyectado por la misma Constitución”. Si bien las decisiones del Tribunal
Constitucional son inapelables, el ejercicio por parte del resto de órganos constitucionales, puede
ser objeto de enjuiciamiento por el Tribunal Constitucional.
En este contexto, la consecución de la independencia del Tribunal Constitucional respecto del
resto de órganos constitucionales se ha pretendido a través de diversos mecanismos:
• Mediante la exigencia de la mayoría de 3/5 para la designación de los miembros del
Tribunal Constitucional (4 al Congreso y 4 al Senado), que evita que el que tiene el poder
político en cada momento, pueda decidir quienes van a ser los Magistrados.
• Mediante el establecimiento de un mandato de 9 años, si bien, se renueva por tercios cada
3 años (no coincidente con el mandato parlamentario de 4 años).
Desde otra perspectiva, que su Ley Orgánica califique al Tribunal Constitucional como “intérprete
supremo”, no significa que sea el único intérprete de la Constitución, pues, todos los poderes
públicos y órganos judiciales han de interpretarla. Ahora bien, al ser “suprema” su interpretación,
ésta vincula a todos los poderes públicos, menos a él mismo. Es decir, la interpretación que
efectúa el Tribunal Constitucional se impone, con carácter vinculante, a los órganos judiciales y a
los demás poderes públicos, sin que, sin embargo, el Tribunal Constitucional se encuentre
vinculado por la propia doctrina que se deriva de su jurisprudencia.
De conformidad con su Ley Orgánica, el Tribunal Constitucional se estructura internamente en los
siguiente órganos:
• Presidente: nombrado por el Rey de entre los miembros del Tribunal Constitucional, por 3
años.
• El Pleno: integrado por todos los miembros del Tribunal Constitucional y presidido por su
Presidente. Sus decisiones se adoptan por mayoría simple, decidiendo el Presidente en
caso de empate (voto de calidad). El Pleno puede constituirse en Secciones y nombrar
Comisiones para fines concretos. Es el Pleno quien conoce de los recursos y de las
cuestiones de inconstitucionalidad.
• Las Salas: son dos, compuestas cada una de ellas, por 6 Magistrados. Acuerdos por
mayoría y voto de calidad. Función más relevante, conocer los recursos de amparo.
• Las Secciones y Comisiones: compuesta por un Presidente y 2 Magistrados. A las
Secciones corresponde el despacho ordinario de los asuntos y admitir o no a trámite los
recursos, si bien, las Salas y al Pleno pueden recabar para sí esta importante función.

3. TIPOS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD


De acuerdo con el Derecho Comparado, las modalidades o tipos de control de constitucionalidad
se clasifican atendiendo a tres criterios:

A) En atención al momento en que se realiza el control, éste puede ser:

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• Control represivo: o a posteriori, denominado también sucesivo o reparador: se efectúa una


vez que la ley o norma con rango de ley ha sido promulgada. Esta es una de las
características de nuestra Justicia constitucional (excepción Tratados Internacionales).
• Control preventivo: tiene lugar antes de la promulgación, controlándose un proyecto de ley,
no una ley. En la actualidad, tras la derogación del Art. 79 de la LO Tribunal Constitucional,
solo se admite el control previo de constitucionalidad de los Tratados Internacionales, pues
el Tribunal Constitucional no puede ni debe, convertirse en legislador positivo. En cuanto a
los Tratados Internacionales, se pretende evitar que el Estado español ratifique un Tratado
que vulnere la Constitución, ya que de producirse, precisaría la reforma del Texto
Constitucional, pues en caso contrario el Tribunal Constitucional declararía la
inconstitucionalidad del Tratado. En estos casos no se pronunciaría en la forma de
“sentencia”, sino de “declaración”.

B) En atención a la vía de impugnación utilizada:


• El control por vía de acción se sustancia a través del denominado recurso de
inconstitucionalidad: el cual no requiere que la ley o norma con rango de ley haya sido
aplicada, sino que se presuma su inconstitucionalidad por parte de alguno de aquellos que
se encuentran legitimados para interponer tal recurso (Presidente del Gobierno; Defensor
del Pueblo; 50 Diputados; 50 Senadores; órganos ejecutivos y Asambleas legislativas de
las Comunidades Autónomas).
• El control por vía incidental o de excepción: se promueve a través de una cuestión de
inconstitucionalidad, dicha cuestión sólo podrá ser promovida por Jueces o Tribunales, con
ocasión de un litigio concreto (ya descrito).
Tanto el recurso como la cuestión de inconstitucionalidad son instrumentos que permiten el
enjuiciamiento de las leyes o de las normas con rango de ley (no las de inferior rango).

C) En atención al aspecto concreto de la norma que es objeto de impugnación:


• Control formal: se orienta al enjuiciamiento del procedimiento seguido en la elaboración de
la norma legislativa. Esta cuestión es sumamente debatida por la doctrina, nos referimos a
los “vicios del procedimiento legislativo”, es decir, los vicios que inciden sobre el acto
legislativo como tal, independientemente del contenido, debiendo abordarse desde el
propio ordenamiento positivo, pues encuentran regulación unas veces en los preceptos
constitucionales y otras en los Reglamentos parlamentarios, pudiendo sostenerse que
cualquier vulneración a alguno de ellos, puede dar lugar a la declaración de
inconstitucionalidad. Ahora bien, no todos los vicios determinan la inconstitucionalidad de
la norma impugnada, sino solo aquellos que afectan al contenido esencial del principio
democrático que constituye su fundamento, el resto de vicios se ha venido a denominar
“irregularidades no invalidantes”.
• Control material: se orienta a dilucidar si el contenido de la norma enjuiciada vulnera o no
los “contenidos” establecidos por la norma constitucional, así como por aquellas que sirven
de parámetro para el control de la constitucionalidad de las leyes, normas que vienen a
integrar el denominado "bloque de la constitucionalidad".

III – EL ESTADO CONSTITUCIONAL COMO ESTADO GARANTE DE DERECHOS Y


LIBERTADES

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Capítulo 9 – EL ESTADO CONSTITUCIONAL COMO ESTADO GARANTE DE DERECHOS Y


LIBERTADES
1. EVOLUCIÓN DE LAS DECLARACIONES DE DERECHOS
1.1. Origen y antecedentes de las Declaraciones de derechos
A pesar del reconocimiento que, en la Grecia y la Roma clásicas, se produce de la "libertad", esta
no se concibe, aún como una esfera privada de la persona exigible frente al Estado. La “libertas”
se concibe como “la carencia de sumisión a cualquier otro poder que no sea el del propio pueblo,
en la formación de cuya voluntad los ciudadanos toman parte”. La distinción entre hombres libres
y esclavos era concebida como algo natural, excluyéndose, con ello, "una de las ideas en las que
se asienta el concepto de los derechos fundamentales: “igualdad entre todos los seres humanos”.
La Escuela estoica presente en el mundo romano, proclamó la existencia de una esfera individual
de derechos al margen y por encima de la organización estatal: la ley natural, la razón, la igualdad
y la dignidad del hombre. Planteamientos desarrollados por el cristianismo, y que ha sido
considerada por algunos, como el germen de la noción de persona y del derecho público
subjetivo. Ahora bien, esa pretendida igualdad reivindicada desde el cristianismo y su
fervientemente reclamada libertad de creencias, no encontró plasmación en Roma.
En la Edad Media, se inicia el reconocimiento positivo de determinados derechos, sin embargo,
tampoco se puede hablar de la existencia de verdaderas “Declaraciones de derechos”, pues se
otorga en atención a su pertenencia a determinados estamentos o corporaciones, más bien es, un
conjunto de reconocimiento de privilegios. En España, los Fueros y las Cartas Pueblas,
reconocedores de determinados “derechos”, entre los que destaca el Juramento de Alfonso IX
ante las Cortes de León en 1188, en el que se viene a configurar un “pacto” entre el Rey y su
Reino; o la Carta Magna, otorgada por el Rey Juan sin Tierra en 1215, caso inglés, pacto entre el
Rey y la nobleza, mediante el que se limitan los poderes del Monarca a través de la consagración
de determinados derechos feudales, de ahí que sea considerado más como un contrato privado
que como un documento público.
El Renacimiento y la Reforma supondrá una nueva conceptualización de los derechos y
libertades que perdurará hasta finales del s. XVIII, la Ilustración. Surge una nueva forma de
organización, la organización política estamental, determinante en la reclamación de las libertades
de comercio y contratación, así como en la reivindicación de la libertad de pensamiento,
influyendo, la imprenta en la difusión de la cultura.
La Reforma, fruto de las reivindicaciones religiosas ocurridas en Alemania del s. XVI, en torno a la
figura de Lutero, supuso la ruptura formal con la Iglesia católica, e hizo de la tolerancia y la libertad
religiosa su reivindicación primera, que servirá de fundamento de nuevos derechos, es decir, de
las modernas declaraciones de derechos y libertades.
Este fue el caso de EEUU, sirviendo a las colonias norteamericanas para reivindicar el derecho de
resistencia, en tanto expresión de la libertad ideológica. La libertad religiosa vino a fundamentar la
reivindicación en otros ámbitos: el del pensamiento, el de la investigación científica, los derechos
de reunión y asociación.
Adquiere especial relevancia la Escuela española del Derecho Natural, especialmente la Escuela
de Salamanca, en torno a la figura de Francisco de Vitoria, su creador. El descubrimiento de
América, determinó la necesidad de que dicha Escuela se pronunciara sobre cuestiones tales
como la licitud o no de hacer la guerra, o del derecho de conquista, así como sobre la facultad o
no del emperador de imponer el poder dominante mediante la fuerza en las nuevas tierras
conquistadas. En definitiva, de esclarecer si existen derechos innatos a la persona, y por ende, si
los nativos poseen o no los mismos derechos que los españoles.
Los dominicanos Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas, defendieron con firmeza los
derechos de los indios, en tanto, defendieron firmemente los derechos del hombre por encima del
Estado, reconociendo, por un lado, que los hombres nacen igualmente libres, y de otro que, todo

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hombre posee capacidad para elegir a sus gobernantes, debiendo actuar éstos en interés a sus
gobernados. A pesar de las críticas, encontraron plasmación en las Leyes de Indias, iniciándose,
con ello, un proceso hacia el reconocimiento hacia nuevas libertades.
Así, las aportaciones de Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, fueron esenciales para
la formulación de otras corrientes doctrinales, así como para la elaboración de todo el
iusnaturalismo, donde se concibe el Derecho Natural como un Derecho anterior y superior al
Estado, quedando, éste último, obligado a garantizar los derechos naturales del hombre. Pero
serán los planteamientos formulados por Locke, los que, ejercerán una notable influencia en el
proceso de conceptualización de los derechos y libertades. Derechos como: derechos naturales,
derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, se consagran definitivamente en las revoluciones
liberales más importantes del s. XVIII, la americana y la francesa, iniciándose una nueva etapa en
el proceso de positivación de los derechos fundamentales.

1.2. El inicio del Estado constitucional y las Declaraciones de derechos


1.2.1. Documentos ingleses del siglo XVII
Hay que considerar que, los documentos ingleses declarativos de derechos, la Carta Magna de
1215, y, La Petición de Derechos de 1628, la Ley de Habeas Corpus de 1679 y La Declaración de
Derechos de 1689, no son verdaderas Declaraciones de derechos, y por tanto, precedentes de las
modernas Declaraciones de derechos, pues no tienen como pretensión la igualdad entre todos los
hombres.
• La Petición de Derechos de 1628: aceptada y firmada por Carlos I. Se reconocen entre
otros: el de seguridad y libertad personal; el de no aceptar los impuestos previamente
consentidos por los representantes en el Parlamento (decisivo para las colonias
americanas y que ha sido considerado como fuente del parlamentarismo); la prohibición de
detención como consecuencia de no haber satisfecho los impuestos.
• Ley Habeas Corpus de 1679: se consolidan los derechos de libertad y seguridad personal,
establece la obligación de informar al detenido sobre las causas de su detención en un
plazo máximo de 3 días, así como delimitando la detención provisional a un plazo, no
superior, a 20 días, impidiendo el traslado del detenido al extranjero.
• La Declaración de Derechos de 1689: es el que más semejanzas presenta respecto de las
modernas Declaraciones de derechos y que viene a suponer una limitación del poder regio
al tiempo que una afirmación del poder del Parlamento, a través de la definición de sus
funciones, privilegios y derechos.

1.2.2. Las Declaraciones de derechos americanas del siglo XVIII


Dándole el valor que les corresponde a los antecedentes expuestos, la historia de los derechos
fundamentales se sitúa en las Declaraciones de Independencia de las colonias americanas, a
finales del s, XVIII:
• De un lado, la reivindicada "libertad religiosa" abrirá la puerta a otras libertades.
• De otro, la influencia del pensamiento de Locke, patente en la propia Declaración, y en el
postulado establecido por Jefferson: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que
los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
En este contexto destacan:
La Declaración del Buen Pueblo de Virginia de 1776: considerada como la primera
Declaración de derechos en sentido moderno, sirviendo de modelo a otros Estados,
y es que vienen a consagrar verdaderos derechos individuales; se proclama la
igualdad de los hombres y se reconocen como derechos básicos, la libertad, la
vida, la propiedad y la seguridad, consagrándose, la libertad de elecciones, del
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derechos de resistencia, la libertad religiosa y la libertad de prensa, cuya defensa


corresponde al Estado
La Declaración de Independencia de 4 de julio de 1776: tomando como punto de
partida la Declaración del Buen Pueblo de Virginia. La Declaración de
Independencia proclama la igualdad de los hombres y a considerar como derechos
innatos al hombre la vida, la libertad y la felicidad; estableciendo la libertad de
elección y el derecho de resistencia de los ciudadanos.
Ambas Declaraciones hicieron suyos los planteamientos de las teorías "pactistas" y los
planteamientos de iusnaturalismo racionalista propugnado por Locke:
• La soberanía popular.
• Separación de poderes.
• La igualdad de todos los hombres.
• La existencia de derechos innatos e inalienables, de los que no puede ser desposeído por
ningún “pacto” posterior, garantizados y protegidos por los gobiernos.
• Derecho de oposición o resistencia frente al poder político, esto es, derecho de reforma,
alterar o abolir el gobierno, cuando resulte inadecuado o contrario a los principios
proclamados.
La Constitución americana de 1787: carece de Declaración de derechos, lo que no impide, sin
embargo, para configurar, desde la Norma Constitucional, auténticos límites al poder político en
defensa del ciudadano. Las Diez Primeras Enmiendas a la Constitución aprobadas en 1791,
vinieron a cumplir el papel que corresponde a una verdadera Declaración de derechos,
especialmente, tras la célebre Sentencia de Marbury versus Madison, se establece la supremacía
de la Constitución y el control de la constitucionalidad de las leyes, a partir de entonces estos
derechos se convertirán en parámetro de constitucionalidad, vinculándose, con ello, los derechos
y libertades a la propia Constitución. En definitiva, nos encontramos ante un conjunto de derechos,
que pueden ser considerados como el precedente del concepto moderno de derechos y
libertades, esto es, "la técnica de incorporación de los derechos a la Constitución es
genuinamente americana".

1.2.3. La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789


“El pensamiento ilustrado francés era bien conocido en América y los acontecimientos americanos
eran seguidos en Francia con sumo interés” (Torres del Moral). “los padres fundadores
americanos pusieron en práctica doctrinas de los pensadores franceses, unos y otros estaban
atraídos por el humanismo y el individualismo del hombre moderno, por el espíritu de tolerancia,
por el iusnaturalismo y por el pactismo”.
Caracteres que definen la propia Declaración:
• Universalidad: los derechos corresponden a la persona en su condición de tal.
• Individualismo: la "persona" en su consideración individual se considera como el sujeto de
los derechos (no se reconocen los grupos o colectivos, como la familia…).
• Los derechos naturales como derechos anteriores al Estado: influencia de Locke
(iusnaturalismo); proclama la soberanía nacional, separación de poderes, concibe la Ley
como expresión de la voluntad del pueblo (Rousseau), a la que corresponde la regulación
de los derechos y establecimiento de sus límites.
• Libertad e igualdad: abren el articulado de la Declaración francesa. En lo que se refiere a la
libertad la define como: "el poder hacer todo lo que no dañe a los demás", "todo lo que no
es prohibido por la Ley no puede ser impedido, y nadie puede ser obligado a hacer lo que
ésta no ordena" (Montesquieu). Además, el Texto concreta: libertad de pensamiento,
religiosa y de expresión. En cuanto a la igualdad, se proclama como una igualdad formal o

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ante la ley, admitiéndose, únicamente las distinciones sociales que se funden en la utilidad
común. Igualdad en la participación política y ante las cargas fiscales.
Ahora bien, la igualdad no se concibe por la Declaración como Derecho natural e imprescindible
del hombre, como es la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. La
realidad es que se parte de una desigualdad en lo que se refiere a los "esclavos" y a la "mujer",
pues ésta no tiene la condición de “ciudadano” por lo que no tiene derecho al sufragio activo ni
pasivo, y no se le reconocerá hasta pleno s. XX. En cuanto al esclavo, no tiene la condición de
“hombre”, no tiene derechos reconocidos. La esclavitud se abolirá en Reino Unido en 1833, en
España en 1880 y en EEUU en 1865, siendo abolida a través de la XIII Enmienda a la
Constitución.
Con la llegada del Estado constitucional los derechos reconocidos en las Declaraciones, se
incorporan a los Textos Constitucionales, los cuales irán evolucionando al tiempo que lo hace el
Estado hasta su configuración actual.

1.3. Las “generaciones” de los derechos


Los derechos van evolucionando al compás de las transformaciones sociales y políticas que se
van sucediendo.
Cada generación de derechos que ha ido surgiendo y se ha ido reconociendo, se viene a
corresponder con cada uno de los modelos de Estado de Derecho que se han venido
configurando.

1.3.1. Primera generación de derechos


Se corresponde con la primera etapa del Estado liberal, imperante en la primera mitad del s. XIX,
modelo que se define por su abstencionismo social y económico, donde el mercado se
autorregula; su individualismo lleva a la prohibición de los grupos o asociaciones intermedias; por
la separación entre la sociedad y el Estado; por suponer el establecimiento de un sistema
representativo y oligárquico, sufragio censitario; reconocimiento de derechos sin naturaleza social
ni económica, denominados hoy como básicos: derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad y a
la propiedad, así como del derecho de participación política (sufragio censitario). El
abstencionismo del Estado, y con él, su inhibición respecto del individuo y la sociedad, determina
una concepción negativa de la libertad.

1.3.2. Segunda generación de derechos


Se corresponde con la crisis del Estado liberal, y que evoluciona hacia el que será el Estado
Social de Derecho, segunda mitad del s. XIX, contexto histórico presidido por inevitables
transformaciones socioeconómicas que incidirán decisivamente en el sistema político de la
sociedad burguesa, en el que, el proletariado luchará por la democratización de las instituciones
estatales. Es por ello que, a los derechos individuales reconocidos en la etapa anterior, se van a
acumular ciertas libertades públicas: libertad de expresión, libertad religiosa, libertad de reunión,
derecho de asociación, extensión del sufragio (aún no reconocido el femenino).

1.3.3. Tercera generación de derechos


Consolidación del Estado Social de Derecho, siglo XX. Estado interventor en la sociedad y
economía, dirigido a procurar el mínimo existencial que exige la dignidad de toda persona, para lo
que se propone la redistribución de la riqueza. Surgen, los derechos económicos y sociales para
el desarrollo personal: derecho a la huelga, de sindicación, de salario mínimo; los derechos de
prestación (exigibles al Estado, quedando obligados a establecer medidas para su real y efectivo
disfrute), como son: derecho a la educación, a la asistencia sanitaria, a la tutela judicial.

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1.3.4. La cuarta generación de derechos


No existe posición doctrinal unánime con respecto a su existencia, entre otras cosas porque no se
identifica con un nuevo y distinto modelo de Estado, ya que el Estado Social de Derecho se
encuentra en plena evolución como consecuencia del impacto global del cambio tecnológico al
que estamos asistiendo, la interdependencia de los sistemas socioeconómico y político, así como
la apertura internacional y la integración supranacional del Estado actual.
Los progresivos avances tecnológicos y científicos ocurridos en las últimas décadas, hacen
conveniente distinguir, junto a las tres generaciones anteriores, una cuarta generación, la cual
alcanzaría:
• Derechos dirigidos a proteger el ecosistema: derecho al medio ambiente.
• A los derechos fruto del vertiginoso avance en el ámbito de la medicina y la biología, lo que
no solo supone el replanteamiento de derechos ya existentes (a la vida, a la integridad
física y moral), sino también al nacimiento de otros: derecho a la reproducción humana.
• A los derechos nacientes de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información:
derecho a la protección de datos, o a acceder a la información y sus límites a través de la
red.

IV – ESTADO CONSTITUCIONAL Y TEORÍA DE LAS FORMAS POLÍTICAS

Capítulo 11 – EL ESTADO CONSTITUCIONAL: REGÍMENES POLÍTICOS


1. TEORÍA DE LAS FORMAS POLÍTICAS
Mediante el concepto de “formas políticas” se pretende alcanzar, tanto a las formas de gobierno
como a las formas de Estado. Por “formas de Estado” entendemos todo el conjunto de relaciones
que se pueden dar entre los distintos elementos del Estado: el poder, el Derecho, el pueblo y el
territorio. Desde esta perspectiva se pueden distinguir:
• Las formas territoriales del Estado (o formas jurídicas), se clasifican en función de la
distribución territorial del poder político, pudiendo diferenciarse a su vez entre: Estado
unitario y Estado compuesto, éste último, dependiendo de la mayor o menor
descentralización política, se puede clasificar: federal, regional o autonómico.
• Las formas políticas del Estado, atienden a la relación entre gobernantes y gobernados, es
decir, al concepto de sistema o régimen político, pudiendo ser: Estado democrático o
Estado autocrático.
Las “formas de gobierno” hacen referencia a las relaciones que pueden existir entre los diferentes
órganos constitucionales del Estado. Podemos distinguir:
• Los sistemas de gobierno: expresa el diferente modo de relación entre el Parlamento y el
Gobierno. Se distingue: el sistema parlamentario, el presidencialista y el sistema de
asamblea.
• Las formas de gobierno: en sentido estricto, alude al carácter electivo o hereditario de la
Jefatura del Estado, distinguiendo: Monarquía y República. Más bien, convendría
denominarse formas de la Jefatura del Estado, sobre todo, donde coexiste la Monarquía
con la democracia.

2. LOS REGÍMENES POLÍTICOS: DEMOCRACIA Y AUTOCRACIA


Mediante los términos “régimen político” o “sistema político” se quiere significar cuáles son los
principios que determinan la relación gobernantes-gobernados. Podemos distinguir: democracia y
autocracia.

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2.1. La democracia: concepto y elementos [HOT]


2.1.1. Sobre el concepto de democracia
a) Conceptos descriptivos: son aquellos que:
• Definen la democracia en función de cuál sea su procedimiento de gobierno, poniéndose
de manifiesto, cuáles son los elementos que definen a una sociedad como “sociedad
democrática”. En este sentido, un régimen democrático sería aquél que hace posible el
autogobierno del pueblo, éste decide libremente a sus gobernantes y por cuanto tiempo.
• Definen la democracia en su oposición al régimen autocrático, supone la posibilidad de
controlar a los poderes públicos y la aceptación, por parte de éstos, de las
responsabilidades derivas de sus actuaciones.
• Definen la democracia en atención al reconocimiento del pluralismo y la participación
ciudadana, basado en la libertad y la igualdad y el pluralismo.
b) Conceptos prescriptivos: definen la democracia en función de los valores a los que, el propio
régimen democrático, se vincula. De este modo, la democracia supone una cultura política
determinada, basada en la participación ciudadana y en la tolerancia ideológica. Entre este tipo de
conceptos han aparecido:
• Concepto de democracia inerme: promovida por Kelsen, es aquel que permite la reforma
total de la Constitución, siendo ésta una Norma que se caracteriza por su neutralidad
valorativa, “neutralidad axiológica” que hace posible la utilización del sistema democrático
en contra de su propia existencia: la Alemania de Weimar, hizo posible la llegada de Hitler
al poder. Este en un concepto compatible con la concentración de poder y la supresión de
la libertad.
• Concepto de democracia militante: surge en oposición a la inerme tras los horrores vividos
en la Segunda Guerra Mundial. Identifica la “democracia” con el reconocimiento y la
protección de un conjunto de valores, imposibilitando su extinción, estableciendo desde la
Norma, no solo límites expresos para la reforma constitucional, sino también a la actuación
de los partidos políticos, ilegalizando a los que pretenden su destrucción. Fue desde esta
perspectiva desde la que, el principio de “democracia combativa”, vino a impregnar la Ley
Fundamental de Bonn, al objeto de impedir una vez más su destrucción.
El que la Constitución española prevea su reforma total, que no establezca cláusula de
intangibilidad, no debe interpretarse como Constitución axiológicamente neutra, pues debe ser
entendida como la de una “democracia axiológica”. Por ello el legislador podría prohibir desde la
Norma, la existencia de partidos políticos que vayan en contra del propio régimen democrático
(regulado en la actualidad LO de Partidos Políticos 2002). El Estado democrático, puede y debe
protegerse contra cualquier acto que vaya en contra de la propia democracia, pero sin renunciar a
su propia esencia democrática, lucha que debe efectuarse desde el más riguroso respeto a la
legalidad, en caso contrario la actuación terrorista combatida, podría convertir al Estado en un
verdadero "Estado terrorista".
En resumen, la democracia es entendida, sobre todo, como igualdad, libertad, participación, e
incluso como Estado de Derecho, y en consecuencia, como una forma de vida y un régimen de
diálogos.

2.1.2. Elementos de la democracia


Los elementos de la democracia como método son: la soberanía popular, la participación, el
pluralismo, el consenso, el principio de mayoría, el respeto de las minorías, el principio de
reversibilidad, la división, el control y la responsabilidad del poder político, la publicidad, y la
primacía del Derecho.
• La Soberanía Popular: todos los poderes del Estado emanan del pueblo, siendo éste quien
legitima la actuación de todos ellos.
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• La Participación: Participación ciudadana en los asuntos públicos, pudiendo ejercerla bien


directamente, o a través de sus representantes libremente elegidos. La complejidad de la
sociedades hacen imposibles las democracias directas, por ello, gira en torno a las
“democracias representativas”, lo que no impide que se admitan instituciones de
democracia directa como son el referéndum y la iniciativa popular en diferentes
modalidades (legislativa, abrogatoria, constituyente, etc.).
• El Pluralismo: es una de las manifestaciones más importantes de la democracia, pudiendo
afirmarse que sin su reconocimiento ésta sería inexistente; así se reconoce en el Tribunal
Constitucional y el Tribunal Supremo, como también por el propio Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, entendiendo que sin pluralismo político no concurren dos de los
atributos de la democracia, cuales son la libertad política o la ley como expresión de la
voluntad popular. Por todo ello, las democracias actuales se denominan “democracia de
partidos”.
• El Consenso: el régimen democrático debe encontrar su fundamento en el consenso de los
ciudadanos sobre los valores y principios que le sirven de sustento, y a su vez, debe
presidir el juego político al definirse la democracia “régimen de diálogos”, pues es el
consenso, hace posible que la democracia perdure.
• El principio de la mayoría y el respeto de las minorías: el régimen democrático se define
también por actuar de acuerdo con el principio de la mayoría. A tal fin se requiere el
reconocimiento del sufragio universal, libre e igual, activo y pasivo. El principio de la
mayoría deberá adoptarse con escrupuloso respeto de las minorías, respeto que se ve
acrecentado cuando desde el Texto constitucional se exigen mayorías cualificadas, que
exigen, el diálogo entre mayorías-minorías (Gobierno-Oposición), que por lo general,
atañen a asuntos de gran relevancia para el buen funcionamiento del sistema. Si por el
contrario, se exigen en asuntos menos relevantes, se estaría dificultando la resolución de
las cuestiones. Cuando se trata de Gobiernos con mayoría parlamentaria, no necesita de
las minorías para llevar a cabo su programa de gobierno.
• El principio de la reversibilidad: la democracia supone la posibilidad de optar con libertad
entre las diferentes propuestas, así como la posibilidad de modificar la opción inicial.
Desde este planteamiento, las cláusulas de intangibilidad irán en contra de este principio,
pues supone la imposibilidad de modificar la opción adoptada y consensuada, como más
idónea en un momento anterior. Por esta razón la “democracia militante” ha de ser
concebida de un modo distinto a su inicial implantación en la Ley Fundamental de Bonn,
mediante la que se establecen límites expresos para la reforma constitucional. La
"democracia militante" debe ser entendida, no como de adhesión positiva a la Constitución
y al ordenamiento jurídico, sino de adhesión, sin más, a la democracia.
• División, control y principio de responsabilidad política: la separación de poderes se
configura como el instrumento tendente a garantizar que no sea "uno" o "un grupo
minoritario" quien concentre el poder, sino que sean distintos los órganos que lo retengan,
erigiéndose, cada uno de ellos, en mecanismos de control de los demás y asumiendo la
responsabilidad política que se deriva de su ejercicio. Esta es la razón por la que en las
Monarquías Parlamentarias, se establezca la irresponsabilidad del Rey, como Jefe de
Estado, ya que no asume poder efectivo.
• Publicidad: frente al Antiguo Régimen, que pretende la subsistencia del Estado a través del
desconocimiento de la “cosa pública”, el liberalismo opta por un régimen de publicidad
como medida frente a la opresión y la tiranía. El paso al Estado democrático va a incidir
sobre su relevancia jurídica. Traerá consigo la necesidad de un régimen de opinión
pública, ya que sólo cuando se haga posible la participación libre del ciudadano, en
condiciones de igualdad, en la “res pública”, la sociedad será una sociedad democrática.
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"Opinión pública en la que se gesta la voluntad política de la colectividad y que acabará


manifestándose como voluntad jurídica del Estado". En esta línea, se manifiesta en
Sentencia Tribunal Constitucional: el Art. 20 de la Constitución garantiza el mantenimiento
de una comunicación pública libre, sin la cual quedarían vaciados de contenido real otros
derechos que la Constitución consagra, falseando el principio de legitimidad democrática
que es la base de toda nuestra ordenación jurídico-política. Posición que el Tribunal
Constitucional manifiesta en reiteradas Sentencias, “el derecho de los ciudadanos a contar
con una amplia y adecuada información respecto de los hechos, que les permita formar
sus convicciones y participar en la discusión relativa a los asuntos públicos”. Por ello, los
ordenamientos jurídicos tienen el derecho a informar, así como el derecho a ser informado.
En resumen, las instituciones del Estado deben de actuar, al tiempo que ejercen sus
funciones encomendadas, como la fuente de información que precisa el ciudadano, para
poder ejercer los derechos de participación que los Textos Constitucionales le reconocen,
garantizándose con ello el pluralismo, pilar estructural de la democracia.
• Primacía del Derecho: es lo mismo que afirmar la existencia de un "Estado de Derecho".
La vinculación a la Constitución y al ordenamiento jurídico que el Estado de Derecho exige
en democracia, se ha venido a denominar “principio de constitucionalidad” operando de
distinto modo: en los poderes públicos recae un deber positivo de acatamiento,
traduciéndose en un deber de lealtad en el ejercicio de sus competencias; en el ciudadano
recae un deber negativo, debido, a que los Textos constitucionales no regulan, las
relaciones entre particulares.

2.2. El régimen autocrático


El régimen autocrático supone la supresión de todos o de algunos de los elementos descritos en
el punto anterior (igualdad, libertad, participación, pluralismo, etc…), hay que tener en cuenta que
cada uno nutre y condiciona inevitablemente la existencia de los demás. Por ejemplo: no
reconocer el pluralismo => imposibilidad de opinión pública libre => negación participación
ciudadana en la conformación política del Estado
El régimen autocrático se define en oposición al democrático, y lo es, tanto el Estado Totalitario
como el Dictatorial. El Totalitarismo es aquél que incide sobre la regulación jurídica que se haga
de los derechos y libertades, suponiendo la falta de su reconocimiento o de sus garantías. La
Dictadura se define en función de quien asuma la efectiva gobernabilidad del país, pudiendo
coincidir la Jefatura del Estado con la del Dictador, asumiendo directamente el Gobierno; o no
coincidir, asumiendo de modo indirecto la dirección, bien mediante el nombramiento del Jefe de
Estado que considere más conveniente a sus intereses, o bien mediante el ejercicio de la
dirección política del Gobierno.
En resumen, un Estado puede ser calificado de totalitario en atención de la falta de
reconocimiento, limitación o escasas garantías de Derecho y libertades, al tiempo ser definido
como Dictadura, en tanto el Dictador asume el monopolio del gobierno del país.

Capítulo 12 – EL ESTADO CONSTITUCIONAL: FORMAS DE LA JEFATURA DEL ESTADO


1. FORMAS DE LA JEFATURA DEL ESTADO: MONARQUÍA Y REPÚBLICA
Tanto República como Monarquía, más que formas de gobierno son, en la actualidad “formas de
la Jefatura del Estado”.

2. LA MONARQUIA
2.1. Desde la Monarquía absoluta hasta la Monarquía Parlamentaria [HOT]
La Monarquía se encuentra estrechamente ligada con el nacimiento del Estado moderno. Desde
su forma absoluta hasta la actualidad ha presentado diversas formas históricas en las que se

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aprecia la progresiva convergencia entre esos dos principios, inicialmente opuestos: el


monárquico y el democrático, convergencia que en las actuales Monarquías “democráticas” se ha
convertido en verdadera coexistencia. Quitando la Monarquía preestatal (previas al origen del
Estado) se pueden distinguir:
A. Monarquía Absoluta: concentración de todos los poderes del Estado en la persona del
Rey, pese a la existencia de poderes intermedios (Iglesia, fueros, señoríos, etc.), por
encima del Rey no existe instancia superior, convirtiéndolo en suprema justicia y en poder
soberano, el rey detenta la soberanía, y no el pueblo. El Rey era en sí mismo el Estado. En
España estuvo presente tras la muerte de Franco, nuestro Rey asumió la Jefatura del
Estado, a título de Rey, conservando para sí todos los poderes que había venido
asumiendo el Dictador.
B. Monarquía limitada: el establecimiento del Estado liberal de Derecho supone la inevitable
adaptación de la institución monárquica a la nueva realidad, iniciándose una nueva forma
histórica de Monarquía que posteriormente evolucionará hacia el principio democrático. La
Monarquía limitada encuentra su origen en el modelo británico, este nuevo modelo está
presidido por los principios de soberanía nacional y de la separación de poderes. Se va a
definir por la inicial pérdida de poderes regios, poderes que serán asumidos por otros
órganos, especialmente, el Parlamento. Características:
• El Rey conserva la titularidad del Poder Ejecutivo: nombra y cesa a Ministros, a
pesar de que sus actos necesiten refrendo ministerial, él los decide.
• El Rey comparte el Poder Legislativo y el Constituyente con la nación, quien se
encuentra representada por el Parlamento. El Rey se atribuye iniciativa legislativa,
tiene derecho a veto de las leyes, su sanción y promulgación. El Monarca podrá
ejercerlo en solitario, dando lugar a las Constituciones otorgadas (en España, el
Estatuto Real de 1834, en Francia la Carta Constitucional de 1814, en Italia el
Estatuto Albertino de 1848), si lo ejerce de manera compartida con el Parlamento,
da lugar a Constituciones pactadas, frutos del "pacto" entre el Rey y el Regnum
(Constitución de 1845 y 1876 en España, y la Constitución de 1830 en Francia).
• La soberanía no pertenece al Rey, sino al Rey y a la nación representada en
Parlamento, denominándose soberanía compartida.
• El Rey, viene a ser definido como un poder neutro, moderador y arbitral que se
sitúa por encima de los demás poderes (Legislativo y Judicial), a él le corresponde
el Poder Ejecutivo. Poder neutral, y en consecuencia irresponsable.
En definitiva, la Monarquía limitada, ha sido la forma de Monarquía presente en nuestro
constitucionalismo del s. XIX.
C. Monarquía constitucional: también denominada orleanista por haberse desarrollado en la
Francia de los Orleáns (1830-1848). La progresiva complejidad de la sociedad y la
aceptación, de tareas nuevas por parte del Estado, deriva en la consolidación del
Gobierno, como órgano colegiado, y en la preeminencia de su titular: el Jefe del Gobierno
o Primer Ministro, todo ello en disminución de los poderes regios, al ser el Gobierno un
órgano susceptible de control. Así, los miembros del Gobierno no serán solo responsables
penalmente, sino además políticamente. De ahí que el Gobierno requiera para su
existencia y subsistencia la doble confianza del Rey y además del Parlamento. El Rey
necesita para la validez de sus actos el “refrendo”, mediante la que se traslada la
responsabilidad al ministro correspondiente.
En España evoluciona hasta la Constitución de 1869, mediante la que se consagra el
sistema de doble confianza para la formación del gobierno, estableciendo este Texto que
el Poder Ejecutivo será ejercido por el Rey a través de sus Ministros (aunque sí se advierte
la pérdida de poderes del Rey). La desvinculación entre el Jefe del Estado del Poder
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Ejecutivo no tendrá lugar hasta la Constitución republicana de 1931. En resumen, el Rey


ve mermados sus poderes como cabeza visible del Poder Ejecutivo, dada su
irresponsabilidad y la cada vez mayor relevancia del Gobierno y de su titular, el Primer
Ministro.
D. Monarquía parlamentaria: ha de interpretarse como una Jefatura del Estado de carácter
hereditario ejercida a título de Rey y un sistema parlamentario de gobierno, en donde la
soberanía reside en el pueblo que es quien participa, directa o indirectamente en la
composición de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, atribuyéndose al monarca funciones
de representación y símbolo del Estado, requiriéndose para el ejercicio de sus actos, de la
figura del refrendo ministerial, esto es, todos los actos del Rey (sanción de leyes,
nombramiento del Jefe del Gobierno, la convocatoria de elecciones, el veto de las leyes, la
disolución del Parlamento, incluso, el mando supremo de las Fuerzas Armadas) son actos
debidos, es decir, el Rey no decide su contenido, simplemente otorga el simbolismo de ser
actos del Estado. En definitiva, se configura en una magistratura equilibradora, simbólica e
integradora, pudiéndose afirmar que “el Rey reina pero no gobierna”.

3. LA REPÚBLICA
3.1. La República como forma de la Jefatura del Estado
Son dos las notas que diferencian la República de la Monarquía como forma de la Jefatura del
Estado:
A. La República puede darse tanto en el sistema parlamentario de Gobierno como en el
presidencialista, es decir, puede tratarse de una República presidencialista (EEUU), o de
una República parlamentaria (Alemania, Italia). De ello depende la efectividad de las
funciones de su Presidente, así como la mayor o menor amplitud de dichas funciones.
En el sistema presidencialista, el Presidente aúna las competencias que son
propias del Jefe del Estado y del Jefe del Gobierno, lo que se ha venido a
denominar Ejecutivo monista.
En la República parlamentaria, son dos los titulares de estos órganos, el Presidente
de la República asume las funciones propias de la Jefatura del Estado, y el Jefe del
Gobierno es el responsable de la función de dirección política: Ejecutivo dualista.
Denominación inapropiada en la actualidad dado que el Jefe del Estado no forma
parte del Ejecutivo, acercándose esta modelo a la Monarquía como forma de
Jefatura del Estado.
B. De otro lado, la República se caracteriza por configurarse como Jefatura del Estado de
carácter electivo y temporal, sistema de elección y temporalidad que varía de unos países
a otros y que, además, incide sobre la efectividad de sus competencias.

3.2. Carácter electivo y temporal de la República como forma de la Jefatura del Estado
Se pueden distinguir dos formas para la designación del Presidente de la República, ya sea ésta
presidencialista o parlamentaria:
A. Por elección popular directa: se otorga al Presidente de la República una legitimidad
igualable a la del Parlamento, lo que repercute en la efectividad de sus competencias; es
un sistema propio de las Repúblicas presidencialistas, pero no exclusivo. Ejemplos:
Constitución de Weimar 1919 (parlamentario), confiere a su Presidente relevantes
poderes; Francia (parlamentario), algunos autores lo consideran semipresidencialista por
los poderes atribuidos a su Presidente. Portugal, Austria e Irlanda también adoptan este
sistema de designación, aunque el Presidente no goce de los mismos privilegios del caso
francés.

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B. Por elección popular indirecta: por lo general también se corresponden con los sistemas
presidencialistas. Aquí el pueblo lo que elige es un colegio electoral restringido, esto es, a
los compromisarios o electores presidenciales que, previamente se comprometen a votar
al candidato concreto de su partido. En la práctica funciona como la elección directa, ya
que una vez que se conocen los compromisarios elegidos por el pueblo, se conoce
también el candidato elegido por ellos. Este es el sistema de elección del Presidente de los
EEUU, donde se puso en evidencia el carácter indirecto de la elección, en las elecciones
del 2000, al ser designado Presidente aquél que obtuvo mayor número de compromisarios
pero menor número de votos populares.
C. Por elección parlamentaria: es propio de los sistemas parlamentarios de gobierno,
correspondiendo a la Cámara o a las Cámaras Legislativas en sesión conjunta, si se trata
de Parlamento bicameral, la designación del titular de la Jefatura del Estado. Esto es, el
Parlamento designa, tanto al Jefe del Estado como al del Gobierno.
D. Por elección a través de un colegio mixto o semiparlamentario: es decir, por un
colegio integrado por parlamentarios y otros electores designados por otros órganos
colegiados, los cuales difieren de unos supuesto a otros:
En Alemania: Colegio mixto o Asamblea, integrado por los parlamentarios de la
Cámara Baja (Bundestag) y un nº igual de miembros elegidos por los Parlamentos
de los Länder, exigiéndose, mayoría absoluta en primera y segunda votación,
admitiéndose mayoría simple en tercera votación.
En Italia: Colegio mixto o Asamblea, integrado por los parlamentarios de ambas
Cámaras reunidas en sesión conjunta y tres delegados de cada Región elegidos
por los Consejos Regionales, a excepción del Valle de Aosta, que solo elige un
delegado. Se exige mayoría de dos tercios de la Asamblea, o absoluta en la cuarta
votación.
En España: durante la II República: la Asamblea se encontraba integrada por los
parlamentarios del Congreso (Parlamento unicameral), e igual nº de
compromisarios elegidos directamente por sufragio universal.
La duración del mandato varía de unos Estados a otros, siendo frecuente que sea más prolongado
en las Repúblicas parlamentarias que en las presidencialistas. En EEUU el mandato presidencial
es de 4 años (presidencialista); en Italia es de 7 años al igual que en Francia hasta el año 2000,
fecha en que mediante referéndum se redujo a 5 años.
Si la naturaleza temporal de la Jefatura del Estado es uno de los elementos que caracteriza a la
República, se hace preciso limitar la reelección de su titular. Aunque la Constitución
norteamericana no establece, en su inicio, ninguna limitación, Washington impuso la costumbre de
no intentar un tercer mandato, admitiéndose con ello, una sola reelección; costumbre que fue
quebrantada por Roosevelt, elegido 4 veces. Por ello, a través de la Enmienda XXII de la
Constitución se estableció una sola reelección. Francia e Italia no establecen ninguna limitación
expresa, si bien es cierto que en Italia ningún Presidente lo ha intentado hasta el momento y en
Francia se ha producido la reelección en muy escasas ocasiones.
En la República, si el Presidente muere, cesa, dimite… es el ordenamiento jurídico de cada
Estado el que proveerá en cada caso. En EEUU es el Vicepresidente quien toma posesión del
cargo hasta que finalice el mandato en curso. En Francia e Italia lo asumirá el Presidente del
Senado de forma interina, convocándose la elección del nuevo Presidente.

3.3. Poderes y atribuciones del Jefe del Estado en la República


Mientras el Presidente en un sistema parlamentario, asume las funciones que le corresponden
como Jefe de Estado, en un sistema presidencialista el Presidente de la República es, al mismo
tiempo, Jefe de Gobierno y Jefe de Estado:

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A) En el sistema parlamentario de gobierno: El Presidente de la República ostenta una posición


institucional semejante al Rey en una Monarquía parlamentaria, por ello se configura como el
símbolo de la unidad del Estado, en consecuencia, como magistratura integradora y de
representación; no es inconveniente para que en algún sistema parlamentario asuma funciones en
las que hace valer su voluntad, como en el caso francés, lo que no suele ser ocurrir en este tipo
de sistemas de gobierno. Y es que, debido a la legitimidad democrática que ostenta ha dado lugar
a que se le atribuyan verdaderos poderes efectivos junto a los que de ordinario corresponden al
Jefe del Estado, los cuales son:
• El nombramiento del Presidente del Gobierno o Primer Ministro, en el cual, el Presidente
de la República se encuentra condicionado por la relación de fuerzas políticas con
representación parlamentaria. También le corresponde su cese, de acuerdo con lo
constitucional o legalmente establecido, observando los procedimientos de exigencia de
responsabilidad política.
• Nombramiento del resto de los miembros del Gobierno a propuesta del Presidente del
Gobierno, resultando vinculante, lo que no le impide ejercer una inestimable influencia.
• Disolución del Parlamento, aunque la decisión efectiva corresponda al Gobierno.
• La sanción y promulgación de leyes y en algunos casos, derecho de veto suspensivo de
las leyes, aspecto en el que más se diferencia con respecto a Jefatura del Estado de la
Monarquía
• En política exterior, el Gobierno asume su dirección, correspondiendo al Jefe de Estado
una función de representación y símbolo del Estado, de ahí que le corresponda la
acreditación de embajadores, la ratificación de Tratados internacionales, etc.

B) En el sistema presidencialista de gobierno: El Presidente de la República, es el líder


indiscutible de la nación, gozando de posición destacada respecto del resto de los poderes del
Estado. Destacar que, los poderes del Estado se rigen por una estricta separación, de ahí que, el
Presidente, aun siendo Jefe del Gobierno, no responda políticamente ante el Parlamento y que el
Parlamento no pueda ser disuelto por el Presidente, el Presidente carece de iniciativa legislativa
aunque pueda influir a través de los mensajes que puede dirigir al Parlamento. Tomando como
referencia el caso de EEUU, corresponde al Presidente:
• La efectiva dirección política del Estado.
• La dirección de la Administración y nombramiento de los cargos más relevantes.
• La efectiva Jefatura de las Fuerzas Armadas.
• La efectiva dirección de la política internacional, aunque se atribuyan al Senado
formalmente algunas competencias sobre esta materia.
• El derecho de gracia.
• El veto suspensivo de las leyes aprobadas en el Congreso.

3.4. Responsabilidad del Jefe del Estado


El Jefe del Estado, tanto en las Monarquías democráticas como en las Repúblicas, es
irresponsable políticamente. En las Repúblicas parlamentarias es necesario el refrendo ministerial
para la validez de los actos del Jefe del Estado, trasladándose la responsabilidad a la persona que
refrenda. Circunstancia que se deriva, como ocurre en la Monarquía, de la carencia de poder
efectivo del Jefe del Estado en el ejercicio de sus funciones.
En las Repúblicas presidencialistas, rige el principio de la estricta separación de poderes, lo que
implica la imposibilidad de que el Parlamento pueda exigir responsabilidad política al Jefe del
Estado y en la imposibilidad de que el Jefe del Estado pueda disolver el Parlamento.

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Ahora bien, dicha irresponsabilidad no deriva en irresponsabilidad penal. A dichos efectos, en


EEUU, el Presidente podrá ser sometido al procedimiento de impeachment, en el que acusa la
Cámara de Representantes (Cámara Baja) y enjuicia el Senado, y que podrá iniciarse en caso de
traición, cohecho u otros delitos graves. La resolución de culpabilidad supondrá, la separación del
cargo, quedando el Presidente sometido a los Tribunales ordinarios.
En Francia e Italia, a las Cámaras parlamentarias les corresponde la acusación, mediante acuerdo
por mayoría absoluta, en caso de alta traición, en Francia, o de alta traición o atentado contra la
Constitución en Italia, correspondiendo a los altos Tribunales, la resolución de la causa. Aunque lo
más normal es presionar para que dimita. Así perdió Nixon la Presidencia de los EEUU en 1974.
[LEER (no estudiar)
El Jefe de Gobierno es la persona que ocupa la presidencia del poder ejecutivo y se
responsabiliza del Gobierno de un Estado o de una subdivisión territorial de éste (estado,
provincia, u otra). El proceso de elección de jefes de Gobierno varía de acuerdo al país y
depende, entre otros factores, de la forma de gobierno utilizada en el mismo.
El Jefe de Estado es la máxima autoridad de un Estado, quien en principio representa su unidad
y su continuidad ante el Estado mismo y el mundo. Las funciones específicas de los jefes de
Estado varían de acuerdo al sistema político de cada Estado. Es importante denotar que éste, al
ser la máxima personificación del Estado determina, per se, el tipo de Estado de que se trata,
monarquía si es un monarca, o república si es un presidente o un comité (como en Suiza).]

Capítulo 13 – EL ESTADO CONSTITUCIONAL Y LAS FORMAS TERRITORIALES DEL


ESTADO
1. ESTADO UNITARIO Y ESTADOS COMPUESTOS
De la combinación de los dos elementos del Estado –el poder y el territorio- se sustraen las
diferentes formas jurídicas del Estado, distinguiéndose: Estado unitario o simple y Estado
compuesto, que a su vez puede ser Federal o Regional.

1.1. Estado unitario


Se configuró con las Monarquías absolutas, frente a la pluralidad del sistema feudal, o la dualidad
de poderes en al organización estamental. El Estado moderno nace como una nueva forma de
organización política caracterizada por la centralización del poder en la persona del Monarca, así
como por la existencia de una sola Administración Regia y un solo Ordenamiento jurídico para
todo el territorio del Estado (Reino).
Una nueva forma de organización política que en su evolución hasta nuestros días ha insistido en
el reconocimiento y garantía de los derechos y libertades del ciudadano, por lo que no es posible
admitir que el Estado unitario deba traducirse en un Estado autocrático, ni que exista una
correlación entre centralismo político y un determinado sistema de gobierno o de la Jefatura del
Estado. Así es, la centralización o descentralización del poder político y, las formas territoriales del
Estado, no se encuentran vinculadas a ningún tipo de régimen político, sistema de gobierno o
forma de Jefatura del Estado.
Así por ejemplo, vemos el caso de España (Monarquía) e Italia (República), Estados compuestos,
frente a Francia que se erige en Estado unitario Republicano con sistema de gobierno
parlamentario y régimen político democrático, como en los dos supuestos anteriores. EEUU
(República), es un Estado compuesto con sistema de gobierno presidencialista y sistema político
democrático.
El Estado unitario es aquél en el que el poder político se ejerce desde los órganos centrales
comunes y con competencias en todo su territorio, contando con una sola Constitución, un único
ordenamiento jurídico., un único Parlamento, un único Gobierno, una única Administración y una
sola Jurisdicción cuyas funciones alcanzan a todo el territorio del Estado.

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Ahora bien, al objeto de facilitar su viabilidad, opera una cierta desconcentración de funciones y
una determinada descentralización administrativa.
• Desconcentración: supone la delegación estatal en órganos territoriales, que al no suponer
la transferencia de la competencia, podrá ser revocada.
• Descentralización: de contenido administrativo o de gestión, que determina la transferencia
a órganos territoriales menores (municipios, provincias) de competencias que faciliten la
gestión de sus propios intereses; lo que no determina que cuenten con un “gobierno
propio”, pero les faculta para elaborar normas que, siendo desarrollo de las Leyes del
Parlamento y jerárquicamente subordinadas, sean precisas para la ejecución de las
competencias transferidas. Está orientada a facilitar la gestión del Estado en ámbitos
territoriales reducidos y permitir cierta participación ciudadana en los asuntos que le son
más próximos.

1.2. Estado compuesto


Cuando se pasa de una descentralización administrativa a una descentralización política, el
Estado se define como Estado compuesto, ya que suponen la atribución de “autonomía” política
(existencia de competencias, instituciones y capacidad legislativa propia por parte de los entes
territoriales menores).
Este principio de autonomía política no choca con el de soberanía, ya que sólo es el pueblo su
titular y únicamente sirve para calificar al Estado en su consideración integral. De este modo, es la
autonomía la que, en función del mayor o menor grado de descentralización, servirá para calificar
a un Estado compuesto de Estado Federal, Regional o Autonómico. Esta es la razón que ha
llevado a algunos autores a considerar que es más conveniente la utilización del término “Estado
simple” en lugar de “Estado unitario” para diferenciarlo del “Estado compuesto”, dado que, tanto
uno como otro es un “Estado unitario” en sí mismo.
El Estado compuesto es aquel que goza de tantos centros de impulsión política como entes
territoriales menores se encuentren dotados de autonomía política, advirtiéndose en él, una
estructura institucional y un ordenamiento jurídico complejos.

2. ESTADO FEDERAL, CONFEDERACIÓN DE ESTADOS Y ESTADO REGIONAL


2.1. Estado Federal [HOT]
Tiene su origen en la Constitución norteamericana de 1787. A través de esta forma se pretende la
unión de varios Estados independientes que deciden vincularse jurídicamente por una
Constitución común. Es una nueva forma de organización territorial del poder político dirigida a
lograr la defensa y el bienestar común de las antiguas colonias-Estado dependientes de la
metrópoli inglesa, y será acogida como la forma propia de otros Estado: Alemania, Suiza, México
o la URSS.
El federalismo se encuentra desvinculado del régimen político, pudiendo ser democrático (EEUU)
o autocrático (URSS), así como del sistema de gobierno, en tanto presidencialista (EEUU) o
parlamentario (Alemania), e incluso de la forma de Jefatura del Estado (Monarquía o República).
Uno de los elementos que caracterizan al federalismo es la existencia, junto a la Constitución del
Estado Federal, de otros Textos constitucionales propios de cada uno de los Estados Federados.
El pueblo es titular de un poder constituyente constituido y limitado, que puede decidir sobre la
Constitución, encontrando su límite y fundamento en la Constitución del Estado Federal; los
Estados federados podrán participar en el procedimiento de reforma de la Constitución Federal. La
autonomía política de la que gozan es, además de legislativa, también constituyente, aspecto que
determina la diferencia entre un Estado Federal y uno Regional.
Otro de los elementos que lo definen es la duplicidad de sus instituciones. Junto a los tres
poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, cada Estado Federal se provee de estos mismos

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poderes, cuyos órganos se verán limitados por la propia delimitación de su territorio, generando su
propio ordenamiento jurídico, que pasará a formar parte del ordenamiento jurídico del Estado.
Esta complejidad normativa conlleva la aparición de conflictos entre las normas del Estado
Federal y las de los Estados federados, lo que ha supuesto:
• De un lado, la necesaria distribución de competencias, siendo habitual reservar al Estado
Federal las que tratan sobre materias de mayor relevancia o que mayor repercusión van a
tener sobre el conjunto de la sociedad: política exterior, el mando supremo de la Fuerzas
Armadas, la regulación del sistema monetario, postal y de comunicaciones, política
económica.
• Por otro lado, el necesario establecimiento de una instancia que asuma la competencia de
dirimir los conflictos normativos, como es el caso del Tribunal Supremo (EEUU), o del
Tribunal Constitucional Federal (Alemania).
• Por último, prever mecanismos que, desde la norma, se dirijan a dar solución a este tipo de
conflictos, como ocurre con las denominadas cláusulas de prevalencia de las normas de
los órganos centrales del Estado sobre aquellas que emanan de los Estado federados
(salvo que se trate de materias de competencia exclusiva de éstos).

2.2. Estado Federal y Confederación de Estados


Se define como la unión de Estados independientes y soberanos a través de un Tratado
Internacional. Se puede afirmar que:
• http://www.uned-derecho.com/Tiene su origen en un Tratado Internacional, mediante el
cual, diversos Estados independientes deciden unirse a fin de conseguir un objetivo
común. (El origen del Estado Federal: Constitución).
• Carece de una organización institucional propia. Por ello, la Asamblea o Dieta de la
Confederación se configura como una Conferencia Internacional con representación de
cada Estado, ostentando la Asamblea únicamente aquellas competencias que los Estados
independientes le hayan delegado con los límites previamente establecidos. (Estado
Federal, instituciones propias, con competencias que alcanzan a todo el territorio nacional).
• Carece, tanto de elementos formales como de los materiales que definen a una
organización política como Estado (territorio, pueblo, poder y Derecho), frente al Estado
Federal, que cuenta con todos los elementos.
• La Confederación suele dar solución a una determinada situación, lo que se traduce en su
temporalidad, extinguiéndose, bien porque se haya conseguido el fin, bien porque decidan
integrarse en una unidad superior, como es la que representa el Estado Federal.

2.3. Estado Regional


Es una forma de organización territorial del poder político relativamente reciente, encontrando su
primera plasmación en la 2ª República española, cuyo Texto constitucional, configuró a España
como un “Estado Integral”. Se aprobó el Estatuto de Cataluña de 1932, el único que supuso un
cierto desarrollo de esta nueva forma de organización territorial del poder, ya que el Estatuto del
País Vasco de 1936 tuvo escasa vigencia, y el gallego, aprobado en referéndum, no llegó a entrar
en vigor. A partir de la guerra civil de 1936 y la consolidación de un régimen autocrático a partir del
1939, supusieron un retroceso en las pretensiones autonomistas, instaurándose una organización
política fuertemente centralizada.
El “Estado Integral” español influyó en el Estado Regional adoptado por la Constitución italiana de
1947, dotando de autonomía política a las Regiones que habían sido Estado antes de que se
produjera la unificación italiana en el s. XIX. La Constitución distingue entre Regiones de
autonomía especial, cuyos Estatutos fueron aprobados por la Asamblea Constituyente, y
Regiones de autonomía común, cuyos Estatutos se aprobarían por ley ordinaria.
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El “Estado Regional” italiano y el “Integral” español, fueron parámetro del constituyente español a
la hora de configurar a España como el Estado de las Autonomías, estableciéndose, desde la
Constitución española de 1978, dos tipos de Comunidades Autónomas: las históricas, de
autonomía plena, asumiendo el máximo techo competencial previsto por la Constitución; y las
Comunidades Autónomas de autonomía limitada, que habrán de ir ampliando sus competencias
hasta alcanzar el mismo nivel que las históricas.
Desde 1992, los dos partidos mayoritarios acordaron ampliar la autonomía de éstas últimas
Comunidades Autónomas, lográndose cada vez mayor equiparación de ambas, sin llegar a una
total simetría, por sus diferencias. Desde el 2004, diversas Comunidades Autónomas se han
fijado como objetivo la reforma de sus Estatutos, dirigido a ampliar sus competencias, así como a
conquistar el establecimiento de un Estado Federal.
Ahora bien, lejos de estas pretensiones se encuentra las del País Vasco, pues a través de sus
órganos de gobierno lo que trata de promover es su independencia del Estado español.

2.4. Diferencias y semejanzas entre el Estado Federal y el Estado Regional: Su actual


problemática
Los elementos diferenciales:
• Imposibilidad de las Comunidades Autónomas y de las Regiones de dotarse de un Texto
constitucional propio, careciendo los entes territoriales menores de poder constituyente.
Mientras las Regiones están dotadas de autonomía legislativa, los Estados federados
están dotados de autonomía legislativa y constituyente.
• Los Estatutos de Autonomía son leyes estatales a pesar de la especial participación que en
su elaboración y aprobación tengan las Regiones. Las Constituciones de los Estados
federados son aprobadas por ellos, configurándose la Constitución federal.
• Las Comunidades Autónomas y Regiones cuentan con su propio Gobierno, Parlamento y
ordenamiento jurídico que se viene a integrar en el ordenamiento jurídico del Estado; a
diferencia del Poder Judicial, que será único y con jurisdicción en el territorio estatal. En el
Estado Federal cada uno de los Estados cuenta con los tres poderes clásicos: Legislativo,
Ejecutivo y Judicial.
• La participación estatal es muy limitada o escasa en el Estado Regional, e incluso la
participación en la reforma de la Constitución es prácticamente inexistente; mientras que
en el Estado Federal es mucho más amplia, y aunque no suele ser necesaria la
unanimidad de los entes federados para llevar a cabo la reforma, todos ellos participan en
esa modificación.
Junto a estas diferencias, también existen elementos comunes:
• Parlamento Bicameral: su configuración como órgano central del Estado encuentra su
causa en los Estados compuestos, en la pretensión de configurar, junto a la Cámara de
representación nacional (Cámara Baja), una segunda Cámara de representación territorial
(Cámara Alta). La representación de la Cámara Alta dependerá más del sistema de
designación de sus miembros, que de la forma “Federal” o “Regional” del
Estado.http://www.uned-derecho.com/
España define al Senado como “Cámara de representación territorial”, son diversos los
factores que contribuyen a hacer del Senado una Cámara de composición similar a la del
Congreso de los Diputados, dejando de cumplir la función representativa de los entes
territoriales que desde la Constitución se le atribuye, cuales son:
El Senado se integra por dos tipos de Senadores: los designados por las
Comunidades Autónomas y los designados por sufragio universal. En el Art. 69 de
la Constitución dispone que: corresponde a las Comunidades Autónomas la
designación de un Senador y otro más por cada millón de habitantes de su
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territorio. Designado por las Asambleas Legislativas atendiendo a la


proporcionalidad de las fuerzas políticas, lo que tampoco consigue reflejar la
composición real de la Asamblea, ya que habrá Comunidades Autónomas que solo
podrán designar a uno.
En segundo lugar, el resto de los Senadores que integran la Cámara Alta, serán
elegidos, cuatro en cada provincia, mediante sufragio universal. En España, las
Comunidades Autónomas no son la circunscripción electoral para la elección de
Senadores como en EEUU lo es el Estado federado, sino la provincia,
circunscripción en la que se eligen la mayor parte del nº de Senadores (3/4 partes
de su composición).
El sistema de elección por sufragio universal directo de los Senadores, unido al “principio de
mandato representativo” y junto a la consolidación de los Estados de partidos, aparta a la 2ª
Cámara de su función de representación territorial.
• Distribución de competencias: la forma compuesta del Estado determina la necesidad de
establecer una distribución de competencias, pudiéndose distinguir entre competencias
exclusivas del Estado Federal o Regional, las exclusivas del ente territorial menor (Estado
federado o Región) y las concurrentes, es decir, aquellas en las que participan o pueden
participar tanto unos como otros. Suele ser habitual atribuir en exclusiva al Estado Federal
o Regional aquellas de mayor calado y que afectan a todo el territorio del Estado: defensa,
política exterior, política económica, moneda, comunicaciones, legislación básica del
Estado, en éstas pueden existir legislaciones básicas que se atribuyen a los Estados
miembros, como pueden ser derecho matrimonial o el derecho penal (p.ej. en algunos
Estados de EEUU está permitida la pena de muerte y en otros no).
• Resolución de conflictos: La distribución de competencias exige, un Tribunal que asuma la
función de resolver los conflictos entre el Estado Federal o Regional y los entes territoriales
menores. Esta función la asumirá el Tribunal Supremo o el Tribunal Constitucional.
• Control jurídico del Estado Federal o Regional sobre los Estados miembros o Regiones: El
Estado Federal o Regional exigirá al ente territorial menor el cumplimiento de las
obligaciones y competencias que le corresponden, de acuerdo con la Constitución y las
Leyes.
Frente a la progresiva tendencia de los Estados Regionales hacia el logro de una cada vez mayor
descentralización política, los Estados Federales clásicos se orientan hacia una mayor unidad, en
el reforzamiento de los poderes del Estado Federal y en la pérdida de atribuciones de los Estados
miembros. Tanto unos como otros no pueden ni podrán ser ajenos al impacto global del cambio
tecnológico, la interdependencia de los sistemas socioeconómicos y político, así como la apertura
internacional y la integración supranacional del Estado actual, aspectos que ya empiezan a poner
en cuestión el concepto de “soberanía” del Estado y que exigirá una nueva conceptualización del
Estado futuro.

Capítulo 14 – EL ESTADO CONSTITUCIONAL Y LOS SISTEMAS DE GOBIERNO


1. RELACIONES ENTRE EL GOBIERNO Y EL PARLAMENTO: LOS SISTEMAS DE
GOBIERNO
En función de la interpretación del principio de la separación de poderes, es posible distinguir
diversos sistemas de gobierno, así:
• El sistema presidencialista de gobierno, supone una interpretación rígida del principio de
separación de poderes, efectiva entre los poderes Legislativo y el Ejecutivo.

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• El sistema parlamentario de gobierno, determina, en cambio, una interpretación flexible del


principio de separación de poderes, es una colaboración y mutua interdependencia entre el
Parlamento y el Gobierno.
• El sistema de asamblea o convencional, tiene su fundamento en la concentración de los
tres poderes del Estado en una Asamblea representativa.
Estos tres modelos clásicos, definen la relación que debe presidir, en cada caso, entre el
Parlamento y el Gobierno, lo que, va a condicionar tanto el sistema de formación del Gobierno,
como la posibilidad de responsabilidad política.

2. EL SISTEMA PRESIDENCIALISTA [HOT]


El sistema de gobierno presidencialista, encuentra su plasmación primera y más significativa, en el
sistema instaurado en Estados Unidos tras la Constitución americana de 1787, no porque sea el
Texto Constitucional norteamericano el que establezca el "presidencialismo" como forma de
gobierno, sino que al adoptar el principio de separación de poderes da origen a una forma de
gobierno innovadora.
• El Presidente, en un sistema presidencialista, es al mismo tiempo Jefe del Estado y Jefe
del Gobierno, asumiendo los poderes que a ambas Jefaturas corresponden. El Presidente
es elegido por sufragio universal, a pesar de que la elección presidencial sea indirecta. Es
una elección en dos fases: una primera, en la que el cuerpo electoral elige a los
compromisarios electorales; y una segunda, en la que los compromisarios electorales, de
acuerdo con el compromiso de voto adquirido, eligen al Presidente. Un sistema de
elección, que le otorga una mayor independencia del Poder Legislativo.
• El Presidente, nombra a sus Secretarios, los cuales no se integran en un órgano colegiado
al estilo del "Gobierno" en el sistema parlamentario. No existe un "Gobierno" como tal, los
"Secretarios del Presidente" carecen de autoridad política propia. Dirigen la administración
de sus Departamentos, y colaboran y aconsejan al Presidente, pero sólo él asume la
responsabilidad de la dirección política del Estado.
• El Presidente, que encarna el Poder Ejecutivo del Estado, ostenta la misma legitimidad
democrática que el Poder Legislativo (Congreso). El Congreso, integrado por la Cámara de
Representantes, y el Senado, no pueden derrocar al Gobierno, pues no le puede exigir
responsabilidad política, lo que no le exime de la responsabilidad penal que se pueda
derivar de su actuación, que vendrá a exigirse, mediante el procedimiento del
impeachment, donde acusa la Cámara de Representantes y enjuicia el Senado. El
Presidente tampoco puede disolver el Parlamento, ni puede disolver el Congreso, ni sus
Cámaras por separado.
• Por la absoluta separación entre el Legislativo (Congreso) y el Ejecutivo (Presidente) se
han venido a establecer una serie de mecanismos que mitigan esa radical separación, en
orden a facilitar su funcionalidad:
El Presidente carece de iniciativa legislativa, ello no le impide dirigir mensajes al
Congreso para que este último legisle en la dirección y sobre las cuestiones
indicadas por él, nos encontramos ante una "indirecta" iniciativa legislativa del
Presidente.
El Presidente ostenta, la facultad de poder oponer veto suspensivo sobres leyes
aprobadas en el Congreso, deberá encontrarse motivado. Si transcurren diez días
desde la aprobación de ley por el Congreso, sin que en dicho plazo el Presidente
sancione la ley ni oponga veto suspensivo a la misma, el silencio presidencial
otorga, en este supuesto, eficacia automática a la ley aprobada por el Legislativo.
Sin embargo, si en ese mismo plazo de diez días finaliza el periodo de sesiones o

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la propia legislatura, la inactividad presidencial se traducirá, en tal caso, en el veto


definitivo a la ley.
El Presidente, participa de modo indirecto, en la función legislativa. El Senado,
participa también en la función ejecutiva. Aunque corresponda al Presidente el
nombramiento de los más altos cargos públicos del Estado, incluidos los
magistrados del Tribunal Supremo, el nombramiento deberá ser aprobado por el
Senado. El Senado, asume importantes facultades en política internacional: Otorgar
el consentimiento para la conclusión de los Tratados Internacionales. De él
depende la introducción de enmiendas o reservas a los mismos. Corresponde al
Congreso la declaración de guerra y la declaración de la paz.
Desde estos planteamientos, se observa una cierta colaboración entre los poderes
del Estado, acentuada, en las últimas décadas, como consecuencia del
establecimiento y la consolidación del sistema de comisiones parlamentarias que,
correspondiéndose con los departamentos de la Administración presidencial, han
contribuido a ese diálogo institucional Ejecutivo-Legislativo, no previsto por la
Constitución.

3. EL SISTEMA PARLAMENTARIO
3.1. Caracteres
En oposición a la interpretación rígida del principio de separación de poderes en el sistema de
gobierno presidencialista, el sistema parlamentario de gobierno determina una interpretación
flexible de ese mismo principio, lo que deriva, en relaciones de colaboración e interacción entre los
poderes Legislativo y Ejecutivo.
El sistema parlamentario de gobierno ha sido adoptado tanto por Repúblicas: Alemania, Italia o
Francia. Como por Monarquías: Reino Unido, España, Bélgica, Holanda, o Suecia, siendo, en
ambos supuestos, el titular del Gobierno distinto al titular de la Jefatura del Estado, es decir, del
Rey, en la Monarquía, o el Presidente, en la República. Modelos que presentan una serie de
características comunes a todos ellos:
• La titularidad de la Jefatura del Estado y la Jefatura del Gobierno corresponden a personas
distintas.
• El Gobierno, en su consideración de órgano colegiado integrado por el Presidente del
Gobierno (o Primer Ministro) y los Ministros, precisa para su existencia y subsistencia, de
la confianza del Parlamento, que se materializa, en el momento de su formación, y a través
de los mecanismos de exigencia de responsabilidad política. La retirada de la confianza
parlamentaria, o por no aprobación de una cuestión de confianza, o la aprobación de una
moción de censura, determina la dimisión, en la mayoría de los casos, del propio Gobierno.
El Gobierno responde política y solidariamente ante el Parlamento, como órgano
colegiado, también es habitual que cada miembro del Gobierno responda individualmente
de la política de su Departamento ante el Parlamento. Hay que decir, sin embargo, que en
España no existe todavía ningún mecanismo que haga posible la exigencia parlamentaria
de la responsabilidad individual de los miembros del Gobierno, a excepción de su
Presidente.
• El Gobierno asume la facultad de poder proceder a la disolución del Parlamento, y con ello,
a la posibilidad de someter la continuidad de su actividad política ante el cuerpo electoral.
• El Parlamento controla la acción del Gobierno a través de lo que se ha venido a denominar
como "actividad rogatoria", es decir, mediante preguntas, interpelaciones, proposiciones no
de ley, mociones, o Comisiones de investigación. Y así mismo, participa en la dirección
política estatal, mediante el ejercicio de la función legislativa.

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• El Gobierno, participa en las funciones propias del Poder Legislativo, posee iniciativa
legislativa, que dependiendo del ordenamiento jurídico goza de tramitación preferente
respecto de las iniciativas legislativas parlamentarias, como sucede en el caso español.
Suele ser habitual, que el Presidente del Gobierno tenga la condición de parlamentario, de
ordinario, se propone como candidato a la Jefatura del Gobierno al líder de la fuerza
política que mayor representación haya obtenido en las Cámaras parlamentarias, siendo
las elecciones parlamentarias, una especie de "elecciones indirectas" a la Jefatura del
Gobierno.
• Por otra parte, si bien en el sistema parlamentario de gobierno la confianza del Parlamento
es necesaria en cualquier caso, puede ocurrir que el Gobierno precise, además, de la
confianza del Jefe del Estado. A estos efectos se han venido a distinguir:
a) El parlamentarismo monista: el Gobierno únicamente precisa de la confianza del
Parlamento. Es característico de las Monarquías parlamentarias actuales, así como
de las Repúblicas donde el Jefe del Estado es designado mediante elección
parlamentaria, como sucede, por ejemplo, en Italia o Alemania. En estos supuestos,
el Jefe del Estado, asume la funciones de representación y símbolo del Estado,
precisando para la validez de sus actos de la institución del refrendo ministerial,
siendo, el órgano refrendante quién asume la responsabilidad que se derive del
acto del Jefe del Estado, Rey o Presidente.
b) El parlamentarismo dualista o de doble confianza: donde el Gobierno necesita la
confianza del Parlamento y del Jefe del Estado. Modelo propio de las Repúblicas
donde el Jefe del Estado se elige por el cuerpo electoral mediante sufragio
universal, como ocurre, por ejemplo, en Francia y Portugal. Es por ello que, en
estos supuestos, el Jefe del Estado asume importantes y efectivas funciones,
especialmente en política internacional, no precisando algunos de sus actos del
refrendo ministerial.

3.2. Evolución y modelos de sistemas parlamentarios de gobiernos [HOT]


El sistema parlamentario de gobierno ha sido fruto del propio origen del Gobierno, en su
concepción de órgano colegiado. El sistema parlamentario ha sido el resultado de los
enfrentamientos que, tras el proceso revolucionario francés, se vienen a producir entre los
principios monárquico y democrático, enfrentamientos a lo largo de todo el siglo XIX,
desembocarán en el siglo XX en el sistema parlamentario de gobierno.
La evolución del Parlamento y, del sistema parlamentario, se ha producido, a partir del
Renacimiento, de una manera muy distinta en Inglaterra y en el resto del continente europeo. El
paso de la Monarquía absoluta a la Monarquía constitucional es producto de una evolución en
Inglaterra y de la revolución en la Europa continental. Así, en la Revolución Gloriosa de 1689
supuso la definitiva consagración del Parlamento como centro del poder político, en el resto de la
Europa continental habrá que esperar a la Revolución francesa para que se de inicio al
Parlamento moderno, afirmándose, la existencia de dos modelos fundamentales de
parlamentarismo, el británico, producto de un lento proceso histórico, y el continental, resultado de
una revolución, establece mediante un Texto Constitucional escrito el sometimiento del poder
político al Derecho, y todo ello en defensa de los derechos de los gobernados.
El Parlamento británico se concibió como la reunión del Rey con sus Lores y sus Comunes,
configurándose, con ello, el Rey y el Parlamento, como los dos poderes principales del Estado. Le
correspondía al Rey el nombramiento y la separación de los ministros, la necesidad de una
actuación concertada entre el Rey y el Parlamento, lo que le obligo a designar a sus ministros de
entre los miembros de la Cámara de los Comunes y, especialmente, de entre los parlamentarios
de esta Cámara que pertenecieran al partido político mayoritariamente.

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El modelo británico supone la consagración temprana de la "soberanía" del Parlamento, como


consecuencia de las Reformas electorales partir de 1832, "soberanía" del Parlamento que, no
impidió considerar al Monarca como parte de él, evitándose la confrontación entre el Rey y el
Parlamento.
Por otra parte, la consolidación de la facultad de poder exigir a los ministros, primero
responsabilidad penal, y después responsabilidad política, durante el siglo XVIII, vino también a
limitar la facultad real de su nombramiento, en tanto, el Rey se vería impedido para poder nombrar
como uno de sus ministros a aquél que no contara con el beneplácito de la Cámara.
Se diseña tempranamente en el modelo británico los rasgos que son característicos del sistema
parlamentario de gobierno, siendo el caso inglés el que primero accederá a este sistema:
• Se perfila el Gabinete como órgano colegiado.
• Se delimita la figura del Primer Ministro o Premier, cuyos poderes se corresponden con su
doble condición: líder del partido mayoritario de la Cámara de los Comunes, y Jefe del
Gobierno.
• El Rey es irresponsable, precisando para la validez de sus actos de la institución del
refrendo, mediante la que se traslada la responsabilidad de la persona del Rey a la
persona del ministro refrendante.
El parlamentarismo tiene presencia en la Europa continental mucho más tarde que en Inglaterra,
su evolución viene marcada, por la propia evolución de la institución monárquica, lo que ha dado
lugar a que se puedan distinguir, tres fases en dicho proceso evolutivo, que, se vienen a
corresponder con el modelo de Monarquía imperante en cada momento.
A. Las Monarquías restauradas: tras la Revolución francesa, la Restauración monárquica
supuso el restablecimiento de la soberanía regia, muy a pesar de que a través de las
Cartas Constitucionales "otorgadas" por los Monarcas se viniera a reconocer una especie
de "soberanía compartida" que suponía, en principio, la admisión de una relativa limitación
de sus prerrogativas, pues, este reconocimiento era más ficticio que real, dados los
escasos poderes y la también escasa representatividad que ostentaba el Parlamento en
esos momentos. Un ejemplo en lo que a España se refiere, en el Estatuto Real de 1834.
B. Monarquía constitucional o Monarquía orleanista. Durante la denominada Monarquía
constitucional, y a través de "Constituciones pactadas" entre el Rey y el Parlamento que
representa a la nación mediante sufragio censitario, se establece la "soberanía
compartida". Así es, la soberanía no sólo corresponde al Rey sino que la comparte con el
Parlamento. Supone una mayor limitación de los poderes del Monarca, el Rey continúa
ostentando el Poder Ejecutivo, a él le corresponde el nombramiento y cese de los
ministros, y comparte con el Parlamento el Poder Legislativo, ostenta, la iniciativa
legislativa y el veto de leyes, así como el poder constituyente. La limitación de los poderes
del Rey se traduce:
En que se vaya perfilando el Gobierno como órgano colegiado, a cuyo frente se
encuentra el Primer Ministro, configurándose como único interlocutor del Rey.
El Gobierno necesita de una doble confianza: la del Rey y la del Parlamento. La
responsabilidad penal de los miembros del Gobierno deriva en una responsabilidad
política ante el Parlamento.
La irresponsabilidad del Rey, mediante refrendo, traslada la responsabilidad de la
persona del Rey a la del ministro refrendante.
El Poder Ejecutivo cuenta, con dos titulares, el Rey y el Gobierno. De ahí que haya
sido habitual definir este poder como el "Rey y sus ministros". Modelo imperante en
España de acuerdo con las Constituciones de 1837; 1845 y 1876.

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C. Monarquía parlamentaria: supone la convivencia y la coexistencia entre el principio


monárquico y el principio democrático, esta es la Monarquía democrática de nuestros días,
se caracteriza por:
Ser el pueblo, y no el Rey, el único titular de la soberanía.
El Poder Legislativo es asumido por el Parlamento que se elige por el pueblo a
través de sufragio universal.
El Poder Ejecutivo, del que no forma parte el Rey, es ejercido por el Gobierno, a
cuyo frente se encuentra el Presidente o Jefe del Gobierno.
El Presidente o Jefe de Gobierno es elegido por el Parlamento a propuesta del Rey,
si bien, el Monarca se encuentra limitado en su propuesta por los resultados
electorales, proponiendo como candidato al líder de la fuerza política que más
escaños haya obtenido en la Cámara Baja. Una vez elegido por el Parlamento el
Presidente o Jefe de Gobierno, el Rey lo nombra, siendo, este nombramiento un
acto debido del Rey.
El resto de los miembros del Gobierno son nombrados por el Rey, de acuerdo con
la propuesta hecha por el Presidente o Jefe de Gobierno, propuesta con carácter
vinculante.
El Presidente o Jefe de Gobierno es responsable políticamente ante el Parlamento,
no ante el Rey, en su condición de Jefe del Estado. Sólo precisa de la confianza del
Parlamento. El sistema parlamentario de gobierno en una Monarquía parlamentaria,
sea un parlamentarismo monista.
Es el Presidente o Jefe del Gobierno, el que podrá decidir la disolución del
Parlamento.
El Rey no asume poderes efectivos, se configura como el símbolo y la
representación del Estado, asumiendo funciones simbólicas, moderadoras o
arbitrales.
La carencia de poder efectivo por parte del Rey se traduce, en su
irresponsabilidad, siendo, preciso el Refrendo. (Del latín referéndum) para la
validez de sus actos.
Ahora bien, aunque las Monarquías democráticas sólo tienen cabida en los sistemas
parlamentarios de gobierno, estos últimos pueden darse tanto en Monarquías como en
Repúblicas, es posible, distinguir dos modelos de sistema parlamentario:
A. República parlamentaria monista. Este es el modelo imperante en Alemania o Italia.
Elección parlamentaria, o a través de un colegio mixto integrado por parlamentarios y otros
electores presidenciales, del Presidente de la República, como ocurre en el caso alemán o
italiano. El Presidente de la República, en su condición de Jefe del Estado, se configura en
el representante y símbolo del Estado, necesitando todos sus actos, del refrendo
ministerial. Esto se traduce en la irresponsabilidad del Presidente de la República. Desde
esta perspectiva, se pueden señalar como rasgos propios de este modelo los siguientes:
El Presidente de la República, como Jefe del Estado, no participa del Poder
Ejecutivo. Es irresponsable, requiriendo, para la validez de sus actos del refrendo.
Asume, por ello, funciones simbólicas y moderadoras.
El Poder Ejecutivo es asumido por el Gobierno, a cuyo frente se encuentra el Jefe
de Gobierno (Presidente, Canciller…), al que corresponde la función de dirección
política estatal.
El Jefe del Gobierno y el Gobierno dependen de la confianza del Parlamento. Así
es, en el modelo alemán, el Presidente de la República propone a la Cámara Baja
(Bundestag) al candidato a la Jefatura del Gobierno (Canciller). En este caso, sólo
el Canciller, y no el Gobierno en su conjunto, recibe la confianza de la Cámara Baja

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en la votación de investidura, entendiéndose otorgada cuando obtenga la mayoría


absoluta de los votos de la Cámara. Otorgada la confianza por la Cámara
legislativa, será nombrado Canciller por el Presidente de la República. Una vez
nombrado, el Canciller determinará, con absoluta libertad, quiénes van a ser los
miembros de su Gobierno, que serán nombrados, por el Presidente de la
República, la propuesta del Canciller es vinculante para el Jefe del Estado. En
Italia, por su parte, el Gobierno se encuentra sometido a la confianza de las dos
Cámaras que integran el Parlamento italiano, El Presidente de la República, tras un
período de consultas, propone al líder de la formación política mayoritaria en la
Cámara, la formación del Gobierno. Es pues el Gobierno, como órgano colegiado,
el que se somete a la confianza de la Cámaras. De ahí que, en el modelo italiano,
no sólo el Jefe del Gobierno, y el Gobierno, respondan políticamente ante las
Cámaras parlamentarias, sino también los miembros del Gobierno en su
consideración individual.
B. República parlamentaria dualista: El Gobierno necesita de la confianza del Parlamento y
de la confianza del Presidente de la República en su condición de Jefe del Estado. Tanto el
Parlamento como el Jefe del Estado son elegidos directamente por el cuerpo electoral
mediante sufragio universal. Este es el caso de Francia o de Portugal.
En aquellas legislaturas en donde exista una identidad ideológica entre el Jefe del Estado y
la mayoría parlamentaria, este sistema de gobierno es llamado "gobierno del Presidente".
Cuando la identidad ideológica no se produce, el Presidente de la República es "obligado”
a proponer como Primer Ministro al líder de la formación política adversaria, ya que asume
como poder propio el nombramiento del Primer Ministro, ya que estará mediatizado por las
orientaciones políticas representadas en la Asamblea Nacional. Se trata de una realidad
conocida, como gobierno de cohabitación. El sistema político sigue siendo parlamentario y
no presidencialista, ya que:
El Gobierno precisa, para su existencia y subsistencia, de la confianza del Jefe del
Estado y la del Parlamento.
El Gobierno responde políticamente de su actuación ante el Parlamento, el cual
puede retirarle su confianza a través de la cuestión de confianza y la moción de
censura.

4. EL SISTEMA DE ASAMBLEA
El sistema de Asamblea se caracteriza por la concentración de poderes en el Parlamento reunido
en Asamblea o Convención. La Asamblea, en la que se concentran los poderes del Estado,
únicamente responde ante el cuerpo electoral. La dificultad de que un órgano tan numeroso lleve
a cabo alguna de sus funciones, ha llevado a la Asamblea a nombrar un Comité, dependiente de
ella, al que delega, la ejecución de sus competencias.
El Comité se configura como un órgano dependiente de la Asamblea, y que puede ser revocado
por esta.
Este modelo de sistema de gobierno ha imperado, fundamentalmente, en momentos de crisis, así
como en los procesos constituyentes que han sido el resultado de procesos revolucionarios. Por
ello fue establecido por la Constitución francesa de 1793, además, de en los períodos
constituyentes franceses de 1848, 1871 y 1945-1946.
Una variante de este modelo se encuentra presente, en la actualidad, en Suiza, cuya Constitución
de 1848, reformada en 1874, establece el sistema de asamblea como sistema de gobierno
mediante el que pretende hacer efectiva la limitación del poder político y la defensa de los
derechos y libertades de los ciudadanos, que, se diferencia de los sistemas presidencialista y
parlamentario, y que se caracteriza por los siguientes rasgos:

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• Es la Asamblea la que, elegida por el cuerpo electoral a través de sufragio universal,


designa al Consejo Federal, que hace las veces de Poder Ejecutivo, para 4 años. Consejo
que asumiendo, de acuerdo con la Constitución, "la autoridad directiva y ejecutiva de la
Federación", estará integrado por 7 miembros.
• No existe Jefatura del Estado propiamente dicha, asumiendo sus funciones de forma
colegiada el Consejo Federal. La Asamblea designa anualmente de entre los miembros del
Consejo, un Presidente o Canciller de la Federación, que asume la representación del
Estado, con funciones simbólicas.
• La iniciativa legislativa es compartida entre el Consejo Federal y la Asamblea,
encontrándose facultados, los miembros del Consejo para acceder a la Asamblea y para
participar en los debates.
• El Consejo Federal no responde políticamente ante la Asamblea, encontrándose nombrado
por un mandato de 4 años. Esto es, la Asamblea no puede derrocar al Consejo Federal
antes de que éste finalice su mandato.
• La Asamblea, no puede ser disuelta por el Consejo Federal, respondiendo únicamente
ante el cuerpo electoral.
• El federalismo y la democracia directa imperante en el modelo suizo, han moderado la
importancia de la Asamblea. Por otra parte, la creciente autonomía del Consejo Federal y
el reparto igualitario de poder entre la Asamblea y el Consejo, ha deparado en que el
Consejo asuma la dirección política del Estado.

V – ESTADO CONSTITUCIONAL, DEMOCRACIA REPERESENTATIVA Y RELACIONES


GOBIERNO-PARLAMENTO EN LOS SISTEMAS PARLAMENTARIOS

Capítulo 15 – DEMOCRACIA REPRESENTATIVA VERSUS DEMOCRACIA DIRECTA


1. LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
1.1. El principio de soberanía
Soberanía equivale a supremacía, es el poder del Estado que se manifiesta como supremo en el
orden interno del Estado e independiente en el externo. En un Estado democrático sólo el pueblo
puede ser su titular.
El concepto de soberanía evoluciona al tiempo que lo hace el modelo de Estado. Hay diversas
teorías como:
• Los grandes defensores de las Monarquías absolutas ampararon la "soberanía absoluta"
del Príncipe, siendo éste el titular de la soberanía. (Maquiavelo, Hobbes y Bodino).
• Rousseau construye en el s. XVIII, el concepto de "soberanía popular", afirmando la
soberanía absoluta del pueblo. Un concepto del que arrancan las "democracias directas".
• Para Locke, el Monarca absoluto ya no es la autoridad, pues, el poder político no puede
reunirse en una sola persona, de ahí que sea una comunidad de individuos representantes
(Parlamento) el encargado de regular mediante la ley, el comportamiento de la sociedad, y
el Monarca constitucional (Ejecutivo) quien garantice su ejecución. El concepto de
"soberanía nacional" será el fundamento de las "democracias representativas".
El constitucionalismo liberal optó por la democracia representativa a través de la "soberanía
nacional" y el "sufragio censitario". Ya que aceptar el concepto de "soberanía popular" implicaba la
necesidad del "sufragio universal", es decir, aceptar que en el Parlamento se encontraran
representados los intereses de toda la sociedad, y no sólo los intereses de los sectores más
favorecidos.

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"Soberanía popular" se identifica hoy con el concepto de "soberanía nacional"; sólo el pueblo, del
que emanan todos los poderes del Estado, es su titular.

1.2. Representación política


En la Edad Media se sitúa el origen de la representación, encontrando su fundamento en razones
económicas, en donde la nobleza y el clero participan en los asuntos del Reino. Se da paso en la
organización política estamental a la participación de la alta burguesía, es decir, los propietarios,
en las Asambleas representativas.
El "mandato imperativo" fue el modelo de representación estamental; los dueños del territorio o
de la renta de país, hacían oír sus voces políticas directamente o a través de portadores. Dicho
modelo fue construido sobre la figura iusprivatista del contrato de mandato. El mandante o
representado ordenaba al mandatario o representante un comportamiento político ajustado a las
instrucciones que le entregaba y se reservaba el poder de revocarlo en cualquier momento.
El Estado liberal configura un nuevo modelo de representación articulada, a través del "mandado
representativo" que logró la independencia de representante a través de la prohibición de las
instrucciones y la posibilidad de revocación.
La representación del Estado liberal de Derecho encuentra su fundamento, al igual que la Edad
Media, por razones económicas, en la "soberanía nacional". Que rechaza el sufragio universal y
reconoce el sufragio censitario y que sólo los propietarios se vean representados en el
Parlamento.
Las democracias de hoy, amparadas en el sufragio universal, permiten una "representación" más
certera de los intereses del conjunto de la comunidad política. De ahí que en los Parlamentos se
encuentren más fielmente representados los intereses del conjunto de la ciudadanía.
A pesar de ser esto cierto, la realidad nos muestra que la configuración de las democracias
representativas actuales en "democracias de partidos", desvirtúa el concepto de "representación".
La vida política del Estado gira en torno a los "partidos políticos". La relación entre los partidos
políticos y sus representantes en el Parlamento, se articula a través del "mandato imperativo", en
el que el representante "votará" en la Cámara legislativa atendiendo las instrucciones del "partido
político" al que pertenezca.
El concepto de representación se encuentra actualmente en crisis, (Torres del Moral), debido al
distanciamiento entre la titularidad de la soberanía (reside en el pueblo), y su ejercicio por los
representantes, que la ejercen movidos por los partidos. Es decir, distanciamiento entre la
representación y la democracia.
La realidad es que este modelo ha permitido una mayor participación del ciudadano en la vida
política del Estado, legitimando el poder político y exigiéndole las responsabilidades que se
deriven de su actividad.
La Constitución española vigente, reconoce el sistema representativo, prohibiendo en su art. 67.2,
el "mandato imperativo".

2. DEMOCRACIA REPRESENTATIVA E INSTITUCIONES DE DEMOCRACIA DIRECTA


La idea de combinación de democracia directa y representativa quedó eclipsada durante más de
cien años, unas veces porque el régimen existente repelía toda forma participativa, otras porque
los instrumentos de participación directa fueron utilizados al servicio de la autocracia (Designa al
sistema de gobierno cuya autoridad recae sobre una sola persona sin ningún límite). La
introducción de formas de participación popular directa, dice Carré, no pretende únicamente dar
satisfacción a las aspiraciones democráticas, sino que se inscribe en un movimiento de reacción
frente al parlamentarismo absoluto, pretendiendo limitarlo, de un lado, mediante la dotación al
Ejecutivo de poderes independientes; de otro, a través del control de la constitucionalidad de las

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leyes, y, finalmente, confiriendo a los ciudadanos facultades de participación directa en la potestad


legislativa mediante el referéndum y la iniciativa popular.
Hoy, con la generalización del sufragio y el protagonismo de los partidos, las instituciones de
democracia directa adquieren una significación diferente de la mera crítica radical del régimen
representativo.

3. DERECHO ELECTORAL-SISTEMA ELECTORAL


3.1. El sistema electoral: Concepto y elementos
El Derecho Electoral regula, junto al sistema electoral, cuestiones como: la Administración
electoral, el censo electoral, el procedimiento electoral, el contencioso electoral, gastos y
subvenciones electorales… El Derecho Electoral se define: como aquél conjunto de normas
jurídicas que regulan la elección de los órganos representativos, así como el conjunto de normas
jurídicas que afectan al derecho del individuo a participar en la designación de éstos órganos
(Nohlen).
El sistema electoral se entiende como el mecanismo técnico a través del cual los ciudadanos
manifiestan sus preferencias políticas por medio del voto, y estos votos se transforman en
escaños. (Nohlen).
La existencia de elecciones no determina siempre la existencia de un régimen democrático. Es por
ello que el régimen democrático exige que las elecciones sean libres, periódicas y competitivas
(Vidal Marín).
Elementos del sistema electoral:
• Derecho de sufragio
• Censo electoral
• Campaña electoral
• Forma de voto
• Circunscripción electoral
• Fórmula de escrutinio
• Recursos

3.2. El derecho de sufragio


El sufragio como derecho (Rousseau) deriva de la "soberanía popular", la soberanía reside en
todos los ciudadanos que forman la comunidad política; por un lado, que la soberanía popular se
conciba como la soberanía absoluta del pueblo, y por otro, que el pueblo la ejerza reunido (cuerpo
político).
Es un derecho preestatal que no requiere ningún tipo de reconocimiento jurídico, y que ampara el
sufragio universal.
El sufragio como función deriva de la "soberanía nacional", la nación es la única titular de la
soberanía, que a través de las elecciones, designa a sus representantes que, deben ser elegidos
por aquéllos que reúnan las condiciones sociales y/o intelectuales necesarias para poder cumplir
la función pública.
El sufragio como función ampara el sufragio censitario y capacitario.
El sufragio es un derecho subjetivo de participación de los ciudadanos, que expresa la opinión
pública y hace posible la participación ciudadana, mediante su voto, en los asuntos públicos y en
la composición de los órganos del Estado. Además cumple una función estatal a través del
"cuerpo electoral".

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El "cuerpo electoral" es el órgano constitucional originario del Estado, a través del cual se expresa
la voluntad popular y se eligen los representantes (Álvarez Conde).
El sufragio es concebido como un derecho, como una función y como un deber.
La Constitución Española caracteriza el sufragio como universal, libre, igual y secreto. Para todas
las elecciones, salvo las provinciales, es además directo. La ley Electoral añade que es personal y
singular.

A) Sufragio UNIVERSAL (un hombre un voto).


• Derecho de sufragio activo: Representa la capacidad para ser elector y para emitir el voto
en los procesos electorales que se convoquen.
• Derecho pasivo: La capacidad para ser candidato.
Acción positiva (art. 9.2): Paridad en las listas electorales (composición equilibrada entre mujeres
y hombres).
Los requisitos son:
• Mayoría de edad: Sufragio activo y pasivo, masculino y femenino a los 18 años.
• Inclusión en el censo electoral: no se puede votar si no se figura inscrito en él.
• Nacionalidad o carta de ciudadanía: se admite el sufragio de extranjeros en las elecciones
municipales si existe reciprocidad, esto es, siempre que los españoles disfruten del mismo
derecho en el otro Estado.
• Pleno disfrute de los derechos políticos: la pérdida de este derecho sólo puede ser
adoptada por la autoridad judicial.
B) Sufragio LIBRE. Se consigue a través del "pluralismo político" y de los derechos y libertades,
como son: libertad de expresión, ideológica, de reunión, de manifestación y de asociación.
"Jornada de Reflexión": Prohibición del acto de campaña electoral 24 horas previas a la votación.
C) Sufragio IGUAL. Todos los votos tienen igual valor.
D) Sufragio DIRECTO.
• Directo: Cuando se efectúa en una sola votación.
• Indirecto: Cuando el ciudadano vota a los denominados electores de segundo grado o
compromisarios, los cuales, en una votación posterior, votan al representante.
En España son de segundo grado (indirecto) las elecciones a las Diputaciones Provinciales.
E) Sufragio SECRETO. La naturaleza secreta del voto es absolutamente necesaria para la
consecución de unas elecciones libres. Existen papeletas y sobres oficiales y se instalan cabinas
en los colegios electorales.
F) Sufragio PERSONAL. Excluye su delegación en otra persona, pero se admite el voto por
correo.
G) Sufragio SINGULAR. Sólo se puede votar una vez en cada elección.

3.3. Circunscripción electoral


Se define como aquél ámbito territorial en el que los votos emitidos se traducen en escaños.
Se diferencia entre:
• "Circunscripción uninominal": Sólo se elige un representante (fórmulas electorales
mayoritarias).
• "Circunscripción plurinominal": Se eligen 2 o más representantes (fórmulas electorales
proporcionales).
En algunos casos, la circunscripción alcanza el territorio del Estado, como en España, en las
elecciones al Parlamento Europeo.
Se funda en tres principios íntimamente ligados, pero con frecuencia antagónicos:
1. La igualdad de sufragio, las circunscripciones electorales deben tener, en lo posible, un
número igual de electores por diputado.
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2. La determinación de circunscripciones debería apoyarse en otras ya existentes,


administrativas o políticas.
3. Los límites de las circunscripciones deben realizarse en función de los movimientos
poblacionales.
La delimitación de los distritos con criterios demográficos (un diputado por cierta cantidad de
ciudadanos o de electores) cumple mejor el principio de igualdad del sufragio que otros criterios.

3.4. Fórmula de escrutinio


Es el instrumento de carácter matemático que permite asignar los escaños a los candidatos en
razón de los votos obtenidos por cada uno de ellos.

3.4.1. Fórmulas de mayoría


Son aquellas que determinan la atribución de los escaños a aquellas candidaturas que hayan
obtenido el mayor número de votos.
Los partidos minoritarios quedan escasamente representados en la Cámara.
Presenta diversas variantes:
a) Fórmula de mayoría simple o relativa a una vuelta: Únicamente obtendrá escaño el
candidato que obtenga mayor número de votos, independientemente del número de votos
realmente obtenidos. Se trata de una fórmula que pueden emplearse en circunscripciones
plurinominales, lo habitual es que se utilice en uninominales (Reino Unido, EEUU y Nueva
Zelanda). Esta fórmula tiende al bipartidismo.
b) Fórmula de mayoría absoluta a dos vueltas: Resultará elegido el candidato que obtenga
la mayoría absoluta de los votos válidamente emitidos. En caso de que ningún candidato
obtenga la mayoría en la primera votación, se pasará a la segunda votación, en la que
resultará elegido el que obtenga mayor número de votos. En ella es posible la participación
de los partidos minoritarios, en las 2 votaciones a través de alianzas: "multipartidismo
bipolar".
c) Fórmula mayoritaria con voto alternativo o preferencial: Pretende la elección del
candidato por mayoría absoluta de los votos, se efectúa a través de sólo una votación. El
elector debe señalar en su papeleta a qué candidato elige en caso de que su primer
candidato elegido no consiga la mayoría absoluta. Si ninguno de los candidatos la obtiene,
se eliminará al candidato que menos números de votos obtenga y se asigna aquellas
segundas preferencias expresadas por los electores en sus papeletas. Se utiliza en
circunscripciones uninominales y plurinominales.
d) Fórmula mayoritaria con voto limitado: El elector no dispone del mismo número de
votos que número de escaños a cubrir en la circunscripción, sino un voto menos que el de
escaños. Es decir, si hay que elegir 4 escaños, el elector puede votar a 3 candidatos,
permitiendo que los partidos minoritarios pueden obtener representación parlamentaria
(Senado español).
e) Fórmula mayoritaria con voto acumulativo: El elector dispone de tantos votos como
número de escaños a cubrir la circunscripción, pudiendo acumular todos los votos en un
solo candidato o repartir los votos entre varios candidatos otorgándole a cada uno los
votos que desee.

3.4.2. Fórmulas proporcionales


Se dirigen a la distribución de los escaños en proporción al número de votos obtenido por cada
lista de candidatos que presenta cada formación política en las elecciones.
Permiten la representación parlamentaria de los partidos minoritarios, facilita el multipartidismo.

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Hay dos tipos de fórmulas de proporción: la del resto mayor y la de la media mayor. De esta
última, a su vez, se emplean dos variantes: la de D’Hondt (utilizada en España) y la de Sainte-
Lagüe.

a) Fórmula proporcional del resto mayor:


Se aplica en circunscripciones plurinominales en las que los candidatos se presentan a través de
listas.
Su procedimiento es:
1º. Calcular cuántos votos necesitarían los partidos políticos para poder obtener un escaño,
esto se denomina cálculo de la cuota o cociente electoral. Este cociente se obtiene de
dividir el total de los votos emitidos por el número de representantes a elegir.

Votos válidos: 100.000


Número de escaños: 10

Cuota electoral 100.000


10

2º. Obtenido el cociente electoral, se dividen por él los votos de las candidaturas. Los nuevos
cocientes equivalen a los escaños que cada uno gana.

Lista A: 42.000
Lista B: 33.000
Lista C: 19.000
Lista D: 6.000

3º. Se procede al reparto de los escaños.

Lista A: 42.000: 10.000 = 4 (Resto 2.000)


Lista B: 33.000: 10.000 = 3 (Resto 3.000)
Lista C: 19.000: 10.000 = 1 (Resto 9.000)
Lista D: 6.000: 10.000 = 0 (Resto 6.000)

4º. Si no quedan repartidos todos los escaños, (de los 10 escaños se han cubierto 8), los
sobrantes son adjudicados a las listas con resto mayor, siendo estas C y D. El reparto final
es de:

Lista A = 4 escaños
Lista B = 3 escaños
Lista C = 2 escaños
Lista D = 1 escaño

b) Fórmula proporcional de la media mayor en su variante de D´Hondt:


Se aplica en España en todas les elecciones salvo en las del Senado. En grandes
circunscripciones ofrece una buena proporcionalidad, pero en pequeñas perjudica notablemente a
los partidos minoritarios.
1º. Se dividen los votos obtenidos por cada candidatura entre la serie de nº naturales (1, 2, 3,
4,…) hasta llegar al nº total de escaños.

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2º. Se reparten los escaños entre las candidaturas que obtengan los cocientes mayores.

Votos obtenidos:
Lista A: 168.000
Lista B: 104.000
Lista C: 72.000
Lista D: 64.000
Lista E: 40.000
Lista F: 32.000
Nº de escaños a repartir: 8
Se divide el nº de votos por la serie de nº naturales hasta el nº 8 que es el nº total de escaños a
cubrir:

División 1 2 3 4 5 6 7 8
Lista A 168.000 84.000 56.000 42.000 33.600 28.000 24.000 21.000
Lista B 104.000 52.000 34.666 26.000 20.800 17.333 14.857 13.000
Lista C 72.000 36.000 24.000 18.000 14.400 12.000 10.285 9.000
Lista D 64.000 32.000 21.333 16.000 12.800 10.666 9.142 8.000
Lista E 40.000 20.000 13.333 10.000 8.000 6.666 5.714 5.000
Lista F 32.000 16.000 10.666 8.000 6.400 5.333 4.571 4.000

El reparto final queda:


Lista A: 4 escaños; Lista B: 2 escaños; Lista C: 1 escaños; Lista D: 1 escaños; Lista E: 0 escaños;
Lista F: 0 escaños

En el Congreso de los Diputados, la circunscripción provincial, atribuye 2 escaños fijos a cada


provincia, distribuyéndose el resto de escaños atendiendo a criterios poblacionales.

c) Fórmula proporcional de la media mayor en su variante de Sainte-Lagüe:


Se trata de una fórmula proporcional que pretendió favorecer a las fuerzas políticas minoritarias,
procediéndose, a dividir el nº de votos obtenidos por cada lista electoral por la sucesión de nº
impares (1, 3, 5, 7, 9…).
En los países nórdicos se aplica en una versión corregida, aumentando en 4 décimas el primer nº
divisor (1,4; 3; 5; 7; 9; 11;…), perjudicando a los partidos minoritarios, ya que eleva mucho más el
coste de votos del primer escaño que pudiera conseguir el partido minoritario.

Capítulo 16 – EL PARLAMENTO EN LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA


1. EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA PARLAMENTARIA
1.1. Derecho parlamentario y autonomía parlamentaria
Existe un sector jurídico propio del Poder Legislativo, que gira en torno al Parlamento,
denominado Derecho Parlamentario; el Derecho Procesal se configura como aquél sector del
ordenamiento jurídico propio del Poder Judicial, y el Derecho Administrativo como el relativo al
Poder Ejecutivo.
El Derecho Parlamentario se entiende como una disciplina jurídica dentro del Derecho
Constitucional, ya que el Parlamento es la institución democrática por excelencia, puesto que
representa la voluntad popular libre y democrática.
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El Derecho Parlamentario se define como "el conjunto de normas que regulan la organización y
funcionamiento de las Cámaras parlamentarias, entendidas como órganos que asumen la
representación popular en un Estado constitucional y democrático de Derecho y el ejercicio de sus
funciones supremas".
El Derecho Parlamentario encuentra su fundamento y límite en la Constitución, en su art. 72
otorga a las Cámaras que integran nuestras Cortes Generales determinadas potestades.
La autonomía parlamentaria se convierte, en el fundamento del Derecho Parlamentario,
configurándose como el instrumento que garantiza la libre actuación del Parlamento en el ejercicio
de sus funciones institucionales, protegiéndole de las posibles intromisiones que se pudieran
originar por parte de los demás poderes públicos.
La soberanía del Parlamento ha supuesto la posibilidad de considerar que la autonomía
parlamentaria alcanza a la autonomía jurisdiccional, denominada por la doctrina italiana autodiquía
o autocrinía. Es una concepción insostenible en la actualidad de los Estados democráticos de la
Europa continental, en los que se ha superado el modelo histórico de Parlamento soberano, pues,
la soberanía reside en el pueblo.
El modelo de Parlamento actual, está sujeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico
del Estado.
Aparece una nueva concepción de la autonomía parlamentaria entendida como el instrumento que
garantiza la independencia de las Cámaras en la consecución de sus fines institucionales, que
son: las potestades legislativa, presupuestaria y controladora del Gobierno (art. 66.2).
El Derecho Parlamentario, es una disciplina jurídica que se integra en otra más amplia, el Derecho
Constitucional, que a su vez, forma parte del ordenamiento jurídico del Estado al que la
Constitución, dota de unidad.

1.2. La autonomía parlamentaria en sus diferentes dimensiones


La autonomía parlamentaria, se entiende como el instrumento que garantiza la independencia del
Parlamento en la consecución de sus fines institucionales. Su autonomía alcanza cuatro esferas
distintas:
• Normativa: Las Cámaras establecen sus propios reglamentos.
• Presupuestaria: Aprueban sus propios presupuestos.
• De gobierno: Eligen a sus propios órganos de gobierno, como lo son el Presidente y las
Mesas.
• Administrativa: Regulan el Estatuto del personal a su servicio. Los Presidentes ejercen los
poderes administrativos y las facultades de policía en su interior.
Las cuatro esferas pueden reconducir a una sola "la de autonormatividad".

2. UNICAMERALISMO Y BICAMERALISMO
2.1. Origen, evolución y transformación del bicameralismo
El origen remoto del bicameralismo nos lleva a los Parlamentos medievales de Polonia, Hungría,
Bohemia y, sobre todo, de Inglaterra, donde una Cámara incluye a la alta nobleza y al alto clero,
mientras que la otra incluye a los demás estamentos privilegiados, la burguesía, derivando en un
modelo bicameral (Cámara de los Lores y Cámara de los Comunes). Un modelo que se impone
en Europa tras la Revolución Francesa y que es asumido por la Constitución de los EEUU de
1787.
La fundamentación teórica puede encontrarse ya en la doctrina montesquiniana de la división de
poderes, en la que el Parlamento, como órgano de poder mas importante, debía estar dividido en
dos Cámaras que se frenaran mutuamente e integraran en su seno estamentos distintos, poderes
sociales y políticos diferentes.

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En la actualidad, en los modelos de bicameralismo imperfecto, la Cámara Baja asume una


posición preferente respecto de la Cámara Alta, al ostentar mayores competencias dentro de la
función legislativa y la función de control. En el modelo español, la justificación del modelo
bicameral se encuentra en la descentralización política del Estado.
En los Estados descentralizados, el modelo de Parlamento bicameral encuentra su sentido y
justificación en la necesidad de que la Cámara Baja represente los intereses del conjunto del País
y que la Cámara Alta represente los intereses de los territorios.
El modelo bicameral ha evolucionado produciéndose una transformación de las Segundas
Cámaras y del principio bicameral, dirigido hacia la homogeneización y complementariedad entre
ambas Cámaras, y en la que ha influido la relevancia que adquieren los partidos políticos en las
democracias actuales.
Cuando el bicameralismo es perfecto, ambas mayorías suelen ser homogéneas y cuando es
imperfecto el criterio de una Cámara se impone a la otra.
En el constitucionalismo actual el bicameralismo estructural deja paso al bicameralismo
procedimental o de cooperación funcional entre ambas Cámaras.
Un bicameralismo procedimental o de cooperación funcional donde la Cámara Alta se encuentra
todavía muy lejos de representar los intereses particulares de los territorios políticamente
descentralizados.

2.2. Breve referencia al bicameralismo en la Constitución española de 1978


La Constitución española de 1978 adopta un modelo de Parlamento bicameral, es decir, un
Parlamento que denomina Cortes Generales. Las Cortes Generales representa al pueblo español
y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado (art. 66).
Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos,
controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la
Constitución.
El Senado se define como "Cámara de representación territorial". Esta cámara no cumple el papel
que debería puesto que es escasa la presencia que las Comunidades Autónomas ostentan en
ella. Por ello necesita una reforma inmediata.

3. ORGANIZACIÓN INTERNA DEL PARLAMENTO


Las Cámaras (Congreso de los Diputados y Senado) se estructura a través de diferentes órganos
internos. Estos son:
a) "Órganos de gobierno" u "órganos rectores": Entre los que se integran el Presidente y la
Mesa, asumiendo funciones de dirección, impulso y organización, mediante la aplicación
objetiva y neutral del Reglamento Parlamentario.
b) "Órganos de representación": Entre los que se incluyen la Junta de Portavoces que facilita
la ordenación y el desarrollo del trabajo parlamentario.
c) "Órganos de trabajo": El Pleno y las Comisiones.

3.1. Órganos rectores de las Cámaras: El Presidente y la Mesa


3.1.1. El Presidente
Es el órgano unipersonal de gobierno de la Cámara.
Es elegido por los miembros de la propia Cámara y su mandato suele extenderse a toda la
legislatura.
La elección del Presidente se lleva a cabo a través del sistema electoral mayoritario, exigiéndose,
en primera votación, mayoría absoluta de los miembros de la Cámara, si no se consiguiera, habría
una segunda votación, en la que resultaría elegido aquél candidato que más votos obtenga de
entre los 2 candidatos que mayor respaldo hubiera obtenido en la primera votación.

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Funciones:
1. Representación de la Cámara.
2. Dirección de los debates, concediendo y retirando la palabra.
3. Ejercicio de la disciplina parlamentaria.
4. Ejercicio de la autoridad administrativa y orden público.
5. Participación, junto a la Mesa y, en su caso, a la Junta de Portavoces, en la fijación del
orden del día del Pleno.
6. En España, el presidente del Congreso de los Diputados dirige las consultas regias previas
a la propuesta del candidato a la Presidencia del Gobierno y la refrenda.
7. Hace cumplir el Reglamento Parlamentario, y en España, lo interpreta en caso de duda y lo
suple en supuestos de laguna normativa.
8. Preside cualquier Comisión y convoca y preside el Pleno y la Mesa.

3.1.2. La Mesa
Es un órgano colegiado integrado por el Presidente, los Vicepresidentes y los Secretarios de la
Cámara, en número variable de un país a otro, e incluso, dentro de un país, de una Cámara a
otra.
La Mesa del Congreso de los Diputados se integra por:
• Presidente
• 4 Vicepresidentes
• 4 Secretarios
La Mesa del Senado está formada por:
• Presidente
• Vicepresidentes
• Secretarios
La elección de sus miembros será a través del sistema de mayoría de voto limitado, es decir, cada
parlamentario escribirá un solo nombre en la papeleta (2 en la elección de los Secretarios del
Senado). Siendo elegidos los que obtengan mayor número de votos.
Funciones:
1. Asistencia al Presidente
2. Participación en la fijación del orden del día
3. Calificación de los escritos presentados a la Cámara a fin de darles la tramitación jurídica
oportuna.
4. Distribución del trabajo parlamentario entre las diversas Comisiones.

3.2. El Pleno y las Comisiones


El Pleno es la reunión de todos los miembros de derecho que componen la Cámara. Los
miembros del Gobierno, aunque no sean parlamentarios, pueden participar en el Pleno, contado
con voz pero no voto.
El Pleno es el titular de las funciones de las Cámaras.
Las Comisiones parlamentarias se crean, en principio, por la necesidad de dirigir la preparación
del trabajo del Pleno pero con el tiempo han venido reforzando sus funciones y competencias,
asumiendo, incluso el ejercicio de la función legislativa. Aprobando proyectos o proposiciones
legislativas sin la intervención posterior del Pleno, pudiendo este último solicitar información de la
proposición de ley que se encuentre tramitando en Comisión.
Tipos de Comisiones Parlamentarias recogidas en la Constitución de 1978:
• Comisiones Mixtas Congreso-Senado.
• Comisiones Legislativas Permanentes.
• Comisiones de Investigación.
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• Comisión Constitucional del Congreso.


Regularización de las Comisiones determinan:
• El carácter permanente de las Comisiones.
• Su composición sea un reflejo de la composición de la Cámara.
• Sus sesiones no sean públicas. Aunque tienen cierta publicidad a través de los medios de
comunicación acreditados.
Las Comisiones suelen encargar el trabajo inicial de preparación e Informes técnicos de los
asuntos a una Ponencia. La cual no es un órgano permanente de la Cámara sino un órgano
ocasional y auxiliar de la Comisión.

3.3. La Diputación Permanente


Debido al carácter continuo y permanente del Parlamento surge la necesidad de crear
mecanismos que garanticen esa continuidad en los espacios temporales en los que el Parlamento
no se encuentre reunido, ya sea por vacaciones o por motivos de disolución.
En el Derecho Comparado se observan varias soluciones a dicho problema:
1. La reunión automática de las Cámaras en situaciones de crisis constitucional: Francia,
Bélgica, Portugal y España.
2. La denominada prorrogatio: sistema que determina la prolongación de las funciones de la
Cámara, bien porque su mandato ha finalizado, o porque ha sido disuelta. Debe
diferenciarse de la prórroga de las Cámaras, en la que se produce la prolongación de las
funciones de la Cámara y del mandato parlamentario.
3. La creación de la Diputación Permanente que funciona durante los periodos
interlegislaturas e intersesiones, velando por los poderes de las Cámaras. Se considera un
órgano de representación de la propia Cámara. Hay que cifrar su origen constitucional en
el texto gaditano de 1812.
La Constitución española vigente instaura una Diputación Permanente por cada una de las
Cámaras de las Cortes Generales. Se trata de órganos de continuidad parlamentaria que hacen
algunas de las funciones de sus respectivas Cámaras para garantizarlas en periodos en que éstas
no están reunidas. Su composición, de acuerdo con el Art. 78.1 CE es de un mínimo de 21
miembros, que representarán a los grupos parlamentarios, en proporción a su importancia
numérica.

4. LOS GRUPOS PARLAMENTARIOS


CONSTITUCIÓN
Se formaliza con la comunicación al Presidente de la Cámara y con su publicación en el Boletín
Oficial de ésta. La comunicación debe expresar el nombre del grupo, la relación nominal de sus
miembros firmada por éstos y los nombres de quien actuará como portavoz de sus eventuales
sustitutos
La inscripción de los parlamentarios en un grupo es voluntaria. En España, quienes no se
inscriban en uno quedan incorporados al Grupo Mixto. Hay un número limitado de parlamentarios
para formar un grupo.

COMPOSICIÓN
Los Grupos Parlamentarios deben tener una cantidad mínima de miembros. En España los
estatutos del Senado han mantenido la cifra de 10 como mínimo. En cambio, el número ha
cambiado varias veces en el Congreso.
Hay dos clases de miembros:
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1. los inscritos, que normalmente militan en el partido.


2. los adheridos, que no pertenecen al partido y a los que no se les exige una disciplina total.
En Francia hay un tercer tipo: el afín, del cual sólo se requiere un simple acuerdo con la tendencia
política del grupo.

EXTINCIÓN
Los Grupos Parlamentarios se pueden extinguir por las siguientes causas:
a) Por disolución, debida bien a un acuerdo de sus miembros, o bien por abandono de alguno
de ellos, quedando entonces el grupo parlamentario por debajo del límite permitido
b) Por término de la legislatura, cuando finaliza la legislatura o el Parlamente se disuelve los
grupos parlamentarios se extinguen. En España, nuestra Constitución admite la
subsistencia de los grupos parlamentarios en lo que sea necesaria a efectos del
funcionamiento de las Diputaciones Permanentes.

FUNCIONES
Las funciones que cumplen los grupos en las Cámaras afectan a todo el funcionamiento y
organización de éstas. Generalizando, compete a los grupos parlamentarios:
a) El estudio de los proyectos antes de su discusión en el Pleno o en la Comisión.
b) La solicitud de debates.
c) La iniciativa legislativa.
d) Todas las funciones atribuidas a los miembros parlamentarios individuales.
El Derecho constitucional clásico atribuía a los miembros individuales de la Cámara la iniciativa
legislativa, pero este principio evolucionó. La Constitución española no habla explícitamente de la
iniciativa legislativa de los grupos parlamentarios; pero los estatutos de las Cámaras extienden a
ellos la iniciativa que corresponde a éstas.

NATURALEZA JURÍDICA
Los grupos parlamentarios son asociaciones privadas investidas de funciones públicas. Lo
determinante de su naturaleza jurídico-privada es precisamente esa voluntariedad de su
constitución, conservación y extinción, difícilmente armonizable con la naturaleza de los órganos
estatales.
Sin embargo, el Grupo Mixto, no se constituye libremente, sino por mandato estatutario y alberga
a parlamentarios pertenecientes a partidos políticos enfrentados y puede pervivir con menos
miembros del mínimo permitido para los demás grupos. RESCIGNO considera a este grupo, más
que como grupo, como un mero expediente técnico idóneo para obviar los inconvenientes de la no
agrupación de todos los miembros de la Cámara.

5. MANDATO REPRESENTATIVO Y DISCIPLINA DE PARTIDO


5.1. El mandato representativo en el Estado de Partidos
Hoy el Parlamento es grupal. Los grupos parlamentarios constituyen la pieza clave de los
sistemas parlamentarios. Así sucede en España en todas las Cámaras representativas: Congreso,
Senado, Parlamentos autonómicos, Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos.
El mandato representativo está jurídicamente vigente.
El parlamentario, de hecho, puede comprometerse a defender un programa y votar en la Cámara
de acuerdo con las directrices del partido en cuyas candidaturas se presentó a las elecciones y del
grupo parlamentario en el que se haya inscrito. Esto es lo más frecuente. La disciplina de voto es
muy alta en los grupos parlamentarios europeos, al contrario de lo que sucede en el Congreso de
los EEUU.

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El parlamentario español actúa y vota en las Cámaras alineado con su grupo y comandado por el
portavoz.
Los preceptos constitucionales que prohíben el mandado imperativo no significan otra cosa
(importantísima, sin embargo) que una garantía que protege al parlamentario individual en el
supuesto de que se separe de la disciplina de su grupo e incluso de que lo abandone para
integrarse en otro.
Las consignas de los partidos políticos a través de los grupos parlamentarios vienen a equivaler a
las instrucciones del antiguo mandato imperativo y que la indisciplina se paga con la exclusión de
las candidaturas en las siguientes elecciones. Jurídicamente hablando, el partido político y el
grupo parlamentario no pueden cesar a “sus” diputados, ni directamente ni expulsándolos antes
del partido, como lo ha expresado el Tribunal Constitucional, no sólo por el derecho que asiste al
representante de mantenerse en el cargo por toda la duración del mismo sino también en razón al
derecho de los electores de que su representante no pueda ser removido el cargo para el que
ellos lo han elegido.
La relación representativa, en los términos jurídico-formales actualmente vigentes, se establece
entre el electorado y el diputado.
Las pautas en la relación representativa desde el punto de vista político son:
1. Los partidos presentan a las elecciones programas y candidatos y permanecen durante los
periodos interelectorales abiertos a las demandas sociales.
2. Los electores orientan sus votos por esos programas y equipos personales más que por
los candidatos individualmente, y más si son listas cerradas y bloqueadas como en
España.
3. La excepción existe en las elecciones municipales, donde tiene mucha relevancia la
personalidad de los candidatos a alcaldes.
4. Se espera que el diputado elegido sea coherente con todo el proceso preelectoral y
electoral.
Se habla de crisis del Parlamento, pero lo que se está produciendo es una verdadera mutación
constitucional en la relación representativa desde el punto de vista político, debido a la
supremacía de los partidos, la “partidocracia”, que dicen que significa la expropiación del poder
institucional por los partidos políticos. El Parlamento ya no pretende ser el templo de la razón,
como en el decimonónico, sino el escenario de una “representación” política en la que los
individuos y los grupos interpretan un “papel” dirigido abiertamente al electorado para intentar
captar su voto, de ahí la importancia de la publicidad y de los medios de comunicación social.

5.2. La democracia representativa y la identificación entre representante y representado


Cumplen las elecciones una importante función de integración del ciudadano y de los grupos en la
democracia representativa, con la correspondiente aceptación de las reglas del juego.
La representación, el correcto funcionamiento del sistema representativo, requiere del Parlamento
que refleje a escala la opinión pública, la voluntad general, pero también debe aspirar a que esa
opinión pública se reconozca en ese espejo. Dicho de otra manera: que a la pura objetividad
aritmética de los escrutinios electorales hay que añadirle un elemento subjetivo consistente en la
apreciación, en la íntima convicción, por parte del electorado, de que la Cámara es emanación
suya. Por eso la actuación de los grupos parlamentarios y de los diputados trata de captar a ese
ciudadano cada vez más alejado y esquivo.
Dicho sentimiento de identificación no depende únicamente de la fórmula electoral, sino también
de otras muchas variables del sistema político:
• Pluralismo político.
• Estatuto de la Oposición.
• Reglamentos parlamentarios.

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• Protección del parlamento individual.


• Neutralidad de los poderes públicos.
• Funciones legislativas y controladoras de la Cámara.
• Regulación y control de la democracia interna de los partidos políticos.

6. FUNCIONES DEL PARLAMENTO


Art. 66.2 CE: “Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus
presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya
la Constitución”.

6.1. El significado actual de la función legislativa


Desde que fue alcanzado el sufragio universal, y las capas de la sociedad antes marginadas
comenzaron a tener representación en el Parlamento, éste inició su desplazamiento en una nada
casual coincidencia. Se produjo una inteligente literatura en torno a las deficiencias de esta
institución, a su inadaptación a las exigencias del Estado actual, a la falta de preparación técnica
de sus miembros, al carácter falible de sus decisiones, a la necesidad de dificultar las mociones
de censura, a la no menor necesidad de controlar la constitucionalidad de las leyes.
Como consecuencia, aunque desde el origen del régimen constitucional se considera que es el
Parlamento, como representante de la voluntad general, el único legitimado para legislar, su
función legislativa ha sufrido una considerable transformación en el Estado social de partidos.
Como Estado Social, se habilita al Gobierno para dictar normas con rango de ley.
Como Estado de Partidos, la dialéctica política se establece entre el partido que domina el
Parlamento con su mayoría y que ocupa el Gobierno y el partido que queda en minoría, en la
Oposición. El partido del Gobierno dirige al Parlamento, casi monopoliza la iniciativa legislativa.
Pero si el Estado social de partidos es un Estado democrático de Derecho, las normas
gubernamentales con fuerza de ley (decreto-ley y la legislación delegada) deben ser excepción a
la regla de la legislación parlamentaria y, además, someterse a un muy estricto control por parte
de la Cámara.

6.2. La función presupuestaria


La competencia exclusivamente parlamentaria para la aprobación del Presupuesto está en el
origen del parlamentarismo. El punto de partida fue el principio de consentimiento del impuesto,
consentimiento atribuido a los representantes de los contribuyentes. “Ninguna contribución sin
representación” era la fórmula utilizada en la vieja tensión entre el Rey y el Parlamento británicos.
Este principio estuvo en el origen de los EEUU; al menos, fue utilizado como justificación formal
de la insurrección frente a la metrópoli.
El principio de legalidad tributaria estaría en la parte dogmática de la Constitución y el de legalidad
presupuestaria en su parte orgánica.
Principios del Presupuesto:
• Anualidad. Este principio exige no sólo la aprobación de un Presupuesto cada año, sino
también su ejecución anual, aunque los pagos puedan retrasarse.
• Unidad y universalidad. El Presupuesto debe ser un documento único, para así facilitar su
conocimiento y el control de que su ejecución gubernamental haga el Parlamento.
Corolario de la unidad es la universalidad del Presupuesto: éste debe incluir la totalidad de
los gastos del sector público estatal, con la previsión de ingresos.
• Materia tasada. La Ley de Presupuesto no debe incluir más de lo referido, no siendo
permisible en un Estado democrático de Derecho (aunque sucede frecuentemente)
aprovechar el procedimiento legislativo especial del Presupuesto para regular una materia
ajena.
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6.3. Función de control político


En los sistemas parlamentarios de gobierno, la función de control político de la actividad del
Gobierno, se configura, junto a la función legislativa, en una de las funciones de mayor relevancia
del Parlamento.
Se puede hacer una clasificación tripartita de las modalidades de control político que puede
efectuar el Parlamento sobre la actividad del Gobierno:
• El “control-fiscalización” incluirá todas aquellas modalidades de control que no implican
necesariamente la dimisión del Gobierno ante el Parlamento, entre las cuales se
encuentran:
Las preguntas.
Las interpelaciones.
Las mociones.
• El “control-fiscalización-responsabilidad difusa”, hace referencia a aquella “modalidad de
control indirecta” cuyo último destinatario es la “opinión pública”. Es por ello que creemos
que, las Comisiones de investigación se configuran como una modalidad de este tipo de
control, ya que el control parlamentario se convierte en un tipo de encuesta,
correspondiendo de este modo al cuerpo electoral juzgar en última instancia a sus
gobernantes.
• El “control-responsabilidad”, se podría definir como aquella modalidad de control que lleva
aparejada como sanción jurídico-política la dimisión del Gobierno, exigiéndose a través de
esta modalidad la auténtica responsabilidad política del mismo. Son modalidades del
control-responsabilidad:
La investidura.
La cuestión de confianza.
La moción de censura.
Modalidades, todas ellas, que pueden ser ejercidas por la Cámara Baja.

Capítulo 17 – FORMACIÓN Y RESPONSABILIDAD POLÍTICA DEL GOBIERNO: ESPECIAL


REFERENCIA AL SISTEMA PARLAMENTARIO
1. FORMACIÓN DEL GOBIERNO
Una de las características fundamentales del sistema parlamentario de gobierno son aquéllas que
se refieren a la formación del Gobierno así como a la posible exigencia de responsabilidad política
de este por parte del Parlamento. Esto es, el sistema parlamentario de gobierno viene delimitado
por la relación fiduciaria presente entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo.
La formación del Gobierno así como el propio sistema parlamentario, ha sido el resultado de la
evolución misma de la institución monárquica. El Gobierno, en su concepción de órgano
colegiado; la progresiva configuración del Primer Ministro, como líder y cabeza del Gobierno; así
como en la definitiva escisión de la Jefatura del Gobierno de la Jefatura del Estado, apareciendo,
de este modo, el Jefe del Estado, como un poder simbólico, moderador y arbitral.
En las monarquías constitucionales el Rey, en su condición de Poder Ejecutivo, tenía en
consideración para el nombramiento de sus ministros la composición del Parlamento, en tanto, el
Gobierno, no sólo sería responsable del ejercicio de su actividad ante el Rey, sino también ante el
órgano representativo por excelencia, el Parlamento.
En la actualidad, la formación del Gobierno, en su concepción de órgano colegiado, se encuentra
indudablemente condicionada, ya sea República, ya sea Monarquía, por los resultados electorales
que en cada momento arrojan una determinada composición del Parlamento.

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Así, en las Monarquías democráticas actuales es posible distinguir, dos modelos en el


procedimiento de formación del gobierno:
• Nombramiento directo, propio de las Monarquías inglesa, danesa, noruega y holandesa.
El Jefe del Estado encarga la formación del Gobierno al líder de la fuerza política
mayoritaria en la Cámara Baja; una vez formado, será sometido al Jefe del Estado para su
nombramiento, siendo, este nombramiento, un acto debido del Jefe del Estado. El
Gobierno ejercerá sus funciones sin haber recibido expresamente la confianza de la
Cámara.
• Nombramiento fraccionado en diversas fases, propio de la Monarquía parlamentaria
española, caracterizado por existir diversas fases en el procedimiento de nombramiento,
esencialmente tres:
Una primera fase de consultas y propuesta: El Rey, en su condición de Jefe del
Estado, inicia un período de consultas con los líderes políticos de las fuerzas
políticas que han obtenido representación parlamentaria, consultas, refrendadas
por el Presidente del Congreso. Finalizadas estas, el Rey propone al Congreso, con
el refrendo de su Presidente, un candidato a la Presidencia del Gobierno, quien
únicamente precisará de la confianza de la Cámara Baja. El candidato expondrá
ante el Congreso su programa de gobierno, solicitando, la confianza de la Cámara
Baja.
Investidura. La confianza, se entenderá otorgada si obtiene, en primera votación, la
mayoría absoluta de los votos de la Cámara, o la mayoría simple, en segunda
votación. El Presidente elegido será nombrado por el Rey con el refrendo del
Presidente del Congreso.
En caso de que el candidato no obtenga la mayoría en ninguna de las dos
votaciones, se procederán a tramitar sucesivas propuestas en la misma forma
expuesta. Si transcurridos dos meses, contados a partir de la primera votación de
investidura, ninguno de los candidatos obtiene la confianza del Congreso de los
Diputados, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará elecciones generales con
el refrendo del Presidente del Congreso de los Diputados
Una vez nombrado el Presidente del Gobierno por el Rey, este procederá a
proponer su equipo de Gobierno, siendo, al Rey al que corresponde el
nombramiento de los ministros a propuesta, del Presidente del Gobierno,
propuesta, vinculante para el Rey.
Tanto el nombramiento del Presidente del Gobierno como el del resto de sus miembros, son actos
debidos del Rey, al no depender de la voluntad del Monarca.
Este mismo procedimiento previsto por la Constitución, ha sido reproducido, prácticamente por
todos los Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas, para el nombramiento de sus
Gobiernos.
Existe un procedimiento singular establecido por los Estatutos de las Comunidades Autónomas de
Andalucía, Castilla-La-Mancha, y Navarra, singularidad que consiste en que: si durante los dos
meses posteriores a la primera votación de investidura, ningún candidato obtiene la confianza del
Parlamento Autonómico, se considerará automáticamente investido el candidato de la formación
política que cuente con mayor número de escaños en el Parlamento; así mismo, el Estatuto
navarro en caso de empate de escaños, prevé que sea investido el candidato de la lista electoral
más votada.
• Nombramiento por el Monarca del Jefe del Gobierno, sin que, sin embargo, intervenga
en la fase previa a la investidura parlamentaria. Así es en Suecia y Japón, donde todavía
se reducen más las prerrogativas regias en el procedimiento de formación del Gobierno.

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En las Repúblicas, por su parte, también es posible distinguir diferentes procedimientos de


formación del Gobierno. En este sentido, igual que en las Monarquías democráticas el
nombramiento puede ser:
• Nombramiento directo, propio de Francia donde, el Jefe del Estado encarga formar
Gobierno al líder de la formación política mayoritaria en la Asamblea Nacional. Una vez
formado el Gobierno, se propone al Jefe del Estado para que este proceda a su
nombramiento, sin que sea preciso que el Gobierno obtenga expresamente la confianza de
la Asamblea Nacional, en tanto, dicha confianza se presume siempre que no se interponga
una moción de censura. Así es, en el caso francés, un poder propio del Jefe del Estado,
para el que, ni siquiera este, necesita de la institución del refrendo, la lógica del sistema
parlamentario indica que el Presidente de la República debe tener presente la composición
de la Asamblea Nacional a la hora de proceder a su nombramiento.
Cuando la mayoría parlamentaria y la presidencial coinciden, el nombramiento del Primer
Ministro no plantea problema alguno. La situación cambia cuando no existe esa
coincidencia, pudiendo el Presidente de la República optar: a) por nombrar a un miembro
de su partido, de su absoluta confianza, lo que va en contra de toda lógica, dado que
precisa de la confianza de la Asamblea Nacional para poder llevar a cabo su programa de
gobierno; b) por disolver las Cámaras a efectos de restablecer el equilibrio entre la mayoría
presidencial y la parlamentaria; c) o bien por nombrar a su Primer Ministro de la mayoría
parlamentaria y, en consecuencia, de la mayoría que es contraria a la mayoría
presidencial. En tal caso, el Presidente de la República restará, en mucho, no sólo su
papel preminente, sino también la propia efectividad de sus poderes, correspondiéndole,
entonces, una posición más acorde con la que asumen los Jefes de Estado en un sistema
parlamentario.
• Nombramiento fraccionado en diversas fases, Italia o Alemania, igual que la Monarquía
parlamentaria española, adoptan este procedimiento para la formación de su Gobierno, un
procedimiento fraccionado en diversas fases. Por lo que se refiere al modelo italiano, se
advierten las mismas fases que en el modelo español, aunque con algunas diferencias:
fase de consultas y de propuesta, fase de investidura y fase de nombramiento. Así es, el
Presidente de la República, en su condición de Jefe del Estado, abre un período de
consultas con los líderes de las fuerzas políticas con representación parlamentaria, así
como con otras personalidades de la vida pública. Efectuadas las consultas, el Presidente
de la República encarga la formación del Gobierno a la persona que considere puede
obtener la confianza de las Cámaras. Una vez formado el Gobierno, en conjunto, presenta
ante ambas Cámaras su programa de gobierno solicitando la confianza de ambas
Cámaras. Así es en Italia, igual que en Portugal y Bélgica, la formación del Gobierno es
previa a la fase de investidura, de ahí que se arbitren mecanismos para exigir la
responsabilidad individual de los miembros del Gobierno. Obtenida la confianza
parlamentaria, el Presidente de la República procede al nombramiento de los miembros del
Gobierno propuestos por el Presidente del Consejo.
En Alemania, sin embargo, el Canciller es propuesto por el Presidente de la República e
investido, sin debate, por la Cámara Baja (Bundestag). Investidura y confianza que será
otorgada si el candidato obtiene la mayoría absoluta de los votos de la Cámara, en primera
votación. Obtenida la investidura, será nombrado Canciller por el Presidente de la
República.
La investidura no determina vinculación jurídica alguna entre el Presidente del Gobierno o
Gobierno investido y el programa de gobierno que obtuvo la confianza de la Cámara, más
que derivarse de ella vinculación jurídica se deriva una vinculación política.

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El incumplimiento por parte del Gobierno del programa, por el que obtuvo la confianza,
únicamente puede hacerse valer a través de los mecanismos que hacen posible al
Parlamento controlar la actividad del Gobierno y exigirle la responsabilidad política que se
deriva de su actividad, únicamente podría hacerse valer mediante la interposición de una
moción de censura.

2. DE LA RESPONSABILIDAD PENAL A LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA DEL GOBIERNO


Conviene distinguir entre responsabilidad civil, administrativa, penal y política. La primera de
ellas supone: "la obligación de los Ministros de reparar pecuniariamente los perjuicios
ocasionados en la gestión de su cargo", es decir, es la que implica "lesión en el patrimonio del
Estado o de los particulares y se corrige obligando a indemnización proporcionada", cuya
exigencia se regirá por el Derecho Privado, ya que, en este caso, los miembros del Gobierno
responden en su condición de particulares.
La responsabilidad administrativa, es la que se deriva de la actuación administrativa llevada a
cabo por los miembros del Ejecutivo, por lo que les será de aplicación el régimen general
aplicable, a la Administración Pública, se trata de la responsabilidad que se deriva de actos
administrativos.
En cuanto a la responsabilidad penal, se aquélla que entraña "infracción punible de las normas,
y se sanciona con la privación de los bienes jurídicos en que consiste la pena", incurriendo en
dicha responsabilidad los miembros del Gobierno que hubieran cometido algún delito tipificado por
la ley como ilícito penal.
La responsabilidad política se define, como "el abuso en la utilización o en la retención del
poder" y "se castiga con la privación de éste".
La responsabilidad civil, administrativa y penal atienden a criterios de legalidad para su exigencia,
la responsabilidad política se deriva de un "juicio de oportunidad" ya que, “no se trata de una
responsabilidad que surja como consecuencia de la vulneración de lo dispuesto en alguna norma,
pues, precisamente, implica el ejercicio en forma legítima de un poder o potestad. La
responsabilidad política supone una actuación desde el punto de vista formal que resulta ajustada
a Derecho. El nervio fundamental de esta responsabilidad estriba en un juicio sobre la oportunidad
o acierto de una medida o actuación. El prisma desde el que se enfoca no es jurídico, sino
puramente político. Por ello debe ser exigida por el órgano político por excelencia, el Parlamento,
en cuanto institución que asume la representación popular".
El Parlamento inglés, desde el siglo XIV, a través del procedimiento del "impeachment" se atribuía
a la Cámara de los Comunes la acusación de carácter penal de los Ministros, y el juicio, a la
Cámara de los Lores; con posterioridad fue un instrumento que se utilizó con fines puramente
políticos, el impeachment fue, más que un proceso judicial de depuración de actividades
delictivas, un instrumento político para obtener la dimisión de los Ministros. En el siglo XVIII nació
el principio de responsabilidad política en sentido estricto, el Gobierno para su propia subsistencia,
precisa de la confianza parlamentaria, encontrándose obligado a dimitir en el momento en que
dicha confianza se pierda.
Esta ha sido, precisamente, la línea seguida por la Constitución española de 1978, en la que se
regulan ambas responsabilidades de forma diferenciada, estableciéndose, también, distintos
procedimientos para su exigencia.
Así, el artículo 108, se refiere a la responsabilidad política del Gobierno, cuya exigencia
corresponde al Congreso de los Diputados y se ejerce a través de los mecanismos previstos en
los artículos 112, 113 y 114 de la Constitución, a través de la cuestión de confianza o de la moción
de censura.
La responsabilidad penal del Presidente y demás miembros del Gobierno, se regulan en el artículo
102, en el que se establece, en sus tres apartados, un privilegio, una condición de procedibilidad

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cuando se trate de delito de traición o de delitos contra la seguridad del Estado cometidos en el
ejercicio de sus funciones, así como la exclusión de la prerrogativa de gracia.

4. RESPONSABILIDAD POLÍTICA DEL GOBIERNO


4.1. La responsabilidad política solidaria
El nacimiento de la responsabilidad del Gobierno en su concepción de órgano colegiado, es la
denominada responsabilidad solidaria del Gobierno. El Gobierno responde, en su conjunto y
solidariamente, de la actividad gubernamental, además, en aquellos sistemas parlamentarios de
claro predominio del liderazgo del Jefe del Gobierno sobre el propio órgano colegiado que dirige
(el Gobierno), como España y Alemania, la responsabilidad política del Gobierno viene a ser
asumida por la persona del Jefe del Gobierno, la responsabilidad solidaria se personifica en él,
hasta un punto tal, que más que exigencia de responsabilidad política del Gobierno, se debe
hablar de la exigencia de responsabilidad política del Presidente o Canciller, siendo los Ministros
responsables de su actuación ante este último.

4.2. La responsabilidad política en el parlamentarismo racionalizado y su evolución


El "parlamentarismo racionalizado", de las Constituciones alemana de 1919, austriaca de 1920 y
española de 1931, se dirige al establecimiento de Gobiernos fuertes y estables que hagan posible
la gobernabilidad del país, dando origen a una nueva relación entre el Parlamento y el Gobierno.
A dichos efectos, y en oposición al ejercicio incondicionado de la responsabilidad política en el
período anterior y en el caso inglés, se establecen requisitos procedimentales dirigidos a dificultar
el ejercicio de los mecanismos de exigencia de responsabilidad política:
• Requiriendo una iniciativa parlamentaria colectiva, y no individual, para la interposición de
la moción de censura.
• Exigiendo mayorías cualificadas para su aprobación.
Se configura al Gobierno como el órgano de dirección política, asumiendo funciones que, habían
sido propias del Jefe del Estado o del Parlamento, en este sentido el Gobierno está legitimado
para ejercer iniciativa legislativa, e incluso puede dictar normas con rango de ley, como son los
Decretos-leyes, la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado.
El parlamentarismo racionalizado supone el predominio del Gobierno sobre el Parlamento. Desde
la Segunda Guerra Mundial ha encontrado su mayor exponente en la denominada "moción de
censura constructiva" establecida por la Ley Fundamental de Bonn y ha sido asumida por la
Constitución española vigente.
Desde estos planteamientos es posible efectuar el control político del Gobierno que se sustancia
por el Parlamento. Así la función de control sobre la acción del Gobierno adquiere hoy un especial
protagonismo, hasta el punto, de que es posible afirmar que "se ha pasado del Parlamento
Legislador al Parlamento controlador y que todo lo que consista en fortalecer el control redunda
favorablemente en la centralidad de las Cortes Generales".
En este sentido, y frente a la distinción entre el denominado "control-fiscalización" y el "control
responsabilidad" que suele ser habitual, el autor propone una clasificación tripartita de las
modalidades de control político que puede efectuar el Parlamento sobre la actividad del Gobierno,
pudiéndose distinguir, a estos efectos entre:
• El "control-fiscalización", aquellas modalidades de control que no implican
necesariamente la dimisión del Gobierno ante el Parlamento, entre las cuales se
encuentran: las preguntas, las interpelaciones y las mociones.
• El "control-fiscalización-responsabilidad difusa", hace referencia a aquélla "modalidad
de control indirecta" cuyo último destinatario es la "opinión pública". Es por ello que las
Comisiones de investigación se configuran como una modalidad de este tipo de control, el
control parlamentario se realiza, por lo que hace al caso español, en el "iter de la
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encuesta", correspondiendo, de este modo, al cuerpo electoral juzgar, en última instancia,


a sus gobernantes.
La verdadera relevancia de la creación de una Comisión de investigación es que nos
encontramos ante un "control indirecto" que tiene como último destinatario a la "opinión
pública", es decir, ante un control, cuya sanción, es realmente impuesta por el cuerpo
electoral.
Si de la investigación producida se dedujera la efectiva responsabilidad gubernamental,
nada impide que esta responsabilidad política se sustancie del modo previsto por cada
ordenamiento jurídico a través de los mecanismos establecidos para ello: la cuestión de
confianza o la moción de censura, la cual podrá dirimirse, bien ante ambas Cámaras, si
nos encontramos ante un bicameralismo perfecto, como es el caso de Italia, bien ante la
Cámara Baja, si se trata de una bicameralismo imperfecto, tal y como ocurre en el caso
español.
• El "control-responsabilidad", se podría definir como la modalidad de control que lleva
aparejada como sanción jurídico-política, la dimisión del Gobierno, exigiéndose, a través
de esta modalidad la auténtica responsabilidad política del mismo. Son modalidades de
control-responsabilidad: la investidura, la cuestión de confianza y la moción de censura.

5. CUESTIÓN DE CONFIANZA
Es una modalidad de control mediante la que el Parlamento puede exigir responsabilidad política
al Gobierno, sustanciándose a iniciativa de este último. Es decir, el Gobierno puede, mediante la
cuestión de confianza, someter al enjuiciamiento del Parlamento su propia continuidad que así
condiciona a la aprobación parlamentaria de un proyecto de ley o declaración o decisión política,
dependiendo, en cada caso, de lo establecido por cada ordenamiento jurídico.
La cuestión de confianza, puede ser, de este modo, utilizada como un instrumento mediante el
que el Gobierno puede presionar al Parlamento para que dirija su actuación en un determinado
sentido. Es pues, una modalidad de control propia de los Gobiernos de coalición o de los
minoritarios, si el Gobierno se encuentra fuertemente respaldado en el Parlamento no precisará de
la renovación de la confianza de la Cámara, cuenta, de antemano, con ella.
La cuestión de confianza ha sido, a su vez, regulada de forma análoga en los distintos
ordenamientos jurídicos, aunque, es lo cierto, que se observan peculiaridades propias en cada
uno de ellos:
El caso francés. El Primer Ministro, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear
una cuestión de confianza ante la Asamblea Nacional, comprometiendo, con ello, su
responsabilidad política por propia iniciativa:
a) Sobre su programa de gobierno o una declaración de política general.
b) Sobre un proyecto de ley, que se considerará aprobado si en el plazo de veinticuatro horas
no se presenta una moción de censura por parte de la oposición.
De este modo, la Constitución francesa hace posible la aprobación de un proyecto de ley y su
conversión en ley, sin haber sido formalmente tramitado ni votado en/y por el Parlamento. Por otra
parte, el Primer Ministro francés, en caso de pérdida de la cuestión de confianza, podrá optar
entre dimitir o solicitar al Presidente de la República que proceda a la disolución de la Asamblea
Nacional, aunque sea la disolución de la Asamblea Nacional una prerrogativa personal del
Presidente de la República.
El ordenamiento alemán, por su parte, configura la cuestión de confianza como el instrumento
que puede utilizar el Canciller para evitar la aprobación de una moción de censura, así como para
presionar al Parlamento disciplinando a la mayoría parlamentaria. Así es:
• Corresponde al Canciller, sin necesidad de que exista previa deliberación del Consejo de
Ministros, la propuesta de la cuestión de confianza ante el Bundestag o Cámara Baja.

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• La cuestión de confianza podrá ser planteada en cualquier momento y sobre cualquier


asunto. Es decir, se podrá presentar vinculada o no a un proyecto de ley; a una
modificación de su programa de gobierno; o a una declaración de política general. El
hecho, también en este caso, de que se admita la vinculación de la cuestión de confianza a
la aprobación de un proyecto de ley supone, una mayor desnaturalización del sistema
parlamentario que el que se produce en el caso francés ya que la presión que se ejerce, en
este supuesto, sobre el Parlamento, es mayor, dada la posibilidad de poder declarar el
estado de emergencia legislativa en caso de que la confianza de la Cámara le sea retirada.
• La cuestión de confianza precisa, para ser aprobada, de mayoría absoluta de los miembros
del Bundestag. Mayoría cualificada exigida que supone un obstáculo en la utilización de
este mecanismo, como es propio del parlamentarismo racionalizado. Y, de ser obtenida, el
Gobierno se verá reforzado en su posición.
• En caso de que la confianza no haya sido otorgada, por no haberse obtenido la mayoría
absoluta requerida, el Canciller podrá optar entre:
Dimitir, aunque no esté obligado constitucionalmente a ello.
Proponer al Presidente federal la disolución del Bundestag y la convocatoria de
elecciones, siempre que dentro de los veintiún días siguientes a la votación de la
cuestión el Bundestag no haya elegido, por mayoría absoluta, un nuevo Canciller a
través de una moción de censura
Proponer al Presidente federal la declaración del estado de emergencia legislativa,
cuando la cuestión de confianza se haya vinculado a la aprobación de un proyecto
de ley que el Gobierno califica de urgente y esencial. En tal caso determina la
vuelta al Bundestag del proyecto de ley rechazado. Proyecto de ley que en caso de
ser rechazado de nuevo, podrá convertirse en ley siempre que lo apruebe el
Bundesrat o Cámara Alta. Así es, la declaración de estado de emergencia
legislativa se prolonga durante un plazo de seis meses en el que, cualquier
proyecto de ley que sea rechazado por la Cámara Baja (Bundestag), podrá ser
aprobado y promulgado como ley con la sola aprobación de la Cámara Alta
(Bundesrat).
Se trata, de un mecanismo propio del parlamentarismo racionalizado que permite la
gobernabilidad por Gobiernos minoritarios a costa de que no se produzca una crisis
ministerial.
La Constitución española también presenta singularidades propias en la regulación de este
mecanismo de control político que le diferencian de los demás. En este sentido:
• El Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear
una cuestión de confianza ante el Congreso de los Diputados, siendo ésta, la única
Cámara con competencia para exigir responsabilidad política al Gobierno.
• La cuestión de confianza podrá ser sobre el programa de gobierno o sobre una
declaración de política general, no admitiéndose, que se vincule a la aprobación de un
proyecto de ley. Con ello se ha querido evitar que una ley, incluso una ley con carácter
orgánico, pueda ser aprobada sin el mínimo procedimiento legislativo, que exige, de un
lado, la intervención del Senado, y de otro, posibles mayorías cualificadas. Ya que, la
cuestión de confianza se entenderá otorgada cuando sea aprobada por la mayoría
simple de los miembros del Congreso de los Diputados. Es decir, se exige una
mayoría inferior para la aprobación de la cuestión de confianza que la que se precisa en la
primera votación de investidura (mayoría absoluta). De este modo, se está favoreciendo la
gobernabilidad del Estado por Gobiernos débiles, políticamente hablando, por Gobiernos
que no cuentan con la mayoría suficiente para poder llevar a cabo su programa político.

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• Si no se alcanza la mayoría exigida, la cuestión de confianza se entenderá denegada por


el Congreso de los Diputados. En tal caso, el Presidente del Gobierno, y con él, el
Gobierno, esta obligado constitucionalmente a dimitir, sin que pueda optar por disolver el
Parlamento como sucede en Francia o Alemania. Así se procederá al nombramiento de un
nuevo Presidente del Gobierno de acuerdo con el procedimiento previsto en el artículo 99
de la Constitución, sucediéndose, en tal caso, las tres fases previstas para la formación del
Gobierno: fase de consultas regias y propuesta, fase de investidura y fase de
nombramiento por el Rey.

6. MOCIÓN DE CESNURA [HOT]


La moción de censura, como la cuestión de confianza, es una modalidad de control-
responsabilidad, cuya aprobación puede derivar en la dimisión del Jefe de Gobierno, y del
Gobierno que dirige. Es lo cierto, sin embargo, que se trata de un mecanismo de exigencia de
responsabilidad política que parte a iniciativa del Parlamento, apreciándose notables diferencias
en la regulación que, sobre esta institución, se efectúa en Derecho Comparado, mientras algunos
ordenamientos jurídicos han hecho de esta institución la máxima expresión del parlamentarismo
racionalizado, como Alemania o España, apreciándose en ellos trabas suficientes como para
hacer casi impracticable a este modelo de exigencia de responsabilidad política, otros, como
Reino Unido, han mantenido las características propias que a esta institución le corresponden en
el parlamentarismo tradicional.
Reino Unido la moción de censura:
• Puede ser presentada por cualquier diputado ante la Cámara de los
Comunes, Cámara que asume como una de sus funciones políticas más
relevantes la de fiscalizar o controlar al Gobierno.
• La moción de censura se entenderá aprobada por mayoría simple.
• En caso de que la moción de censura prospere, el Primer Ministro podrá optar entre: a)
dimitir, que conlleva, además, la del Gobierno en pleno, procediéndose, de nuevo, al
nombramiento de un nuevo Primer Ministro, para lo que el Rey encargará la formación de
un nuevo Gobierno a aquél que considere puede contar con la confianza de la Cámara; b)
solicitar del Monarca la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones.
Hay que advertir, que en el caso inglés, caracterizado por la efectiva consolidación del sistema de
partidos, así como por su bipartidismo, rara vez prosperará una moción de censura, si tenemos en
cuenta, que es el Gabinete el que viene a controlar a la Cámara.
La Constitución italiana, al establecer un bicameralismo perfecto, hace posible que pueda
plantearse la moción de censura en cualquiera de las Cámaras (Cámara de los Diputados y
Senado). Esto es, la moción de censura no es un instrumento de exigencia de responsabilidad
política que asuma en exclusiva la Cámara Baja, ya que, en el caso italiano, ninguna de las
Cámaras posee una cierta preminencia respecto de la otra, sino que a ambas Cámaras les
corresponden las mismas funciones, por lo que se ha venido a denominar como bicameralismo
perfecto.
• La presentación de la moción de censura es colectiva, se exige que se encuentre suscrita,
al menos, por la décima parte de los miembros de la Cámara.
• Se establece un período de reflexión entre la presentación de la moción y su discusión,
que, en el caso italiano será de tres días.
• La aprobación de la moción de censura exige, la obtención de la mayoría simple de los
miembros de la Cámara, lo que, sin duda, facilita su ejercicio.

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• En caso de que la moción sea aprobada, el Gobierno o el Ministro encausado, está


obligado a dimitir. En Italia, junto a la responsabilidad política solidaria se prevé la
individual de los Ministros, aunque, es cierto que, se trata de mecanismos inéditos en la
práctica, ya que son los partidos políticos los que de facto ejercen esta función, acordando
extraparlamentariamente, no sólo la existencia de una crisis ministerial, sino también la
solución a la crisis. Así, se ha visto consolidada lo que se ha llamado como partidocracia.
Francia también se inscribe en esa nueva relación que, entre el Parlamento y el Gobierno, se
produce como consecuencia del establecimiento del denominado parlamentarismo racionalizarlo.
Es por ello que:
• Sólo la Asamblea Nacional asume la competencia de poder exigir responsabilidad política
al Gobierno, ostentando, por ello, una posición de preminencia respecto del Senado que
no asume competencia alguna a dichos efectos.
• La moción de censura deberá ser presentada por, al menos, la décima parte de los
miembros de la Asamblea Nacional. Habrá de ser a iniciativa colectiva.
• Deberán transcurrir cuarenta y ocho horas desde su presentación, para que pueda ser
votada.
• La moción de censura se entenderá aprobada si cuenta con la mayoría absoluta de los
votos de los miembros de la Asamblea Nacional.
• En caso de no ser aprobada, se prohíbe a sus firmantes que puedan suscribir otra durante
el mismo período de sesiones.
• En caso de que la moción de censura sea aprobada, el Primer Ministro está obligado a
presentar su dimisión y la del Gobierno que dirige al Presidente de la República.
La "moción de censura constructiva" establecida en Alemania, y después en España, es el
máximo exponente del parlamentarismo racionalizado, la necesidad de establecer en la moción un
candidato alternativo a la Jefatura del Gobierno, dificulta, en exceso, la utilización de este
mecanismo de control, dado que supone, al mismo tiempo, la censura del Gobierno y la
investidura de uno nuevo. Es posible que las fuerzas políticas presentes en la Cámara lleguen a
ponerse de acuerdo sobre la necesidad de derrocar al Gobierno, pero es más complicado que
lleguen también a consensuar sobre quién debe ser el candidato alternativo a la Jefatura del
Gobierno. La denominada censura "constructiva", en consideración de que a su través no se
derroca un Gobierno sino que se crea uno nuevo, ha supuesto la desnaturalización de esta
institución, ya que, en lugar de ser utilizada como un efectivo mecanismo de control, se ha venido
a convertir en un instrumento de desgaste del Gobierno en manos de la oposición. No se trata
tanto de derrocar al Gobierno, como de poner en conocimiento del electorado la existencia de una
alternativa de poder, al tiempo que advertir sobre la mala gestión gubernamental.
Alemania:
• Sólo el Bundestag (Cámara Baja) tiene competencia para exigir responsabilidad política al
Gobierno.
• La moción de censura deberá ser presentada por la cuarta parte de los miembros de la
Cámara.
• La moción de censura deberá incorporar un candidato alternativo a Canciller, que
automáticamente quedará investido en caso de que la moción sea aprobada.
• La moción se entenderá aprobada si obtiene el voto de la mayoría absoluta del número
legal de miembros del Bundestag.
• En caso de que la moción de censura no sea aprobada, sus firmantes no se encuentran
limitados para presentar una nueva moción durante el mismo período de sesiones.
Además, la posición del Canciller censurado puede verse fortalecida.

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• En caso de que la moción de censura sea aprobada, se invita al Presidente de la


República para que revoque al Canciller censurado y nombre al candidato alternativo en la
moción como nuevo Canciller.
• Pero así mismo, y antes de que se produzca la aprobación de la moción de censura, el
Canciller censurado podrá plantear en la Cámara Baja una cuestión de confianza. En tal
caso, si pierde la cuestión de confianza, podrá proponer al Presidente de la República, tal y
como ya hemos tenido ocasión de comprobar, bien la disolución de la Cámara; bien la
declaración del estado de emergencia legislativa, que permitirá, en estos supuestos,
mantener Gobiernos que, aun no contando con el apoyo mayoritario de la Cámara, podrán
llevar a cabo su programa de Gobierno con el apoyo exclusivo de la Cámara Alta o
Bundesrat, Cámara que, durante un plazo de seis meses, intervendrá en el proceso
legislativo. Es obvio decir que, con ello, se desnaturaliza del todo la propia institución de
control, vaciándola del contenido que le corresponde.
La Constitución española, tomando como modelo la Ley Fundamental de Bonn, incorpora
también la moción de censura constructiva, como mecanismo de exigencia de la responsabilidad
política del Gobierno, presentando algunas peculiaridades propias:
• Es el Congreso de los Diputados la única Cámara con competencia para exigir
responsabilidad política al Gobierno.
• La moción de censura deberá ser propuesta, al menos, por la décima parte de los
miembros del Congreso de los Diputados.
• La moción de censura deberá contener un candidato alternativo a la Presidencia del
Gobierno.
• Deberán transcurrir cinco días desde la presentación hasta la votación de la moción.
• La moción de censura se entenderá aprobada si obtiene el voto favorable de la mayoría
absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.
• Si la moción de censura resulta aprobada, el Presidente del Gobierno deberá presentar al
Rey su dimisión, dimitiendo con él el Gobierno, y el candidato alternativo incluido en la
moción se entenderá investido de la confianza de la Cámara, procediendo el Rey a su
nombramiento como nuevo Presidente del Gobierno.
• En caso de que la moción de censura no fuese aprobada, sus signatarios no podrán firmar
otra durante el mismo período de sesiones.
En definitiva, la regulación constitucional española de la moción de censura deviene, igual que en
el caso alemán, en la desnaturalización de la propia institución, haciendo posible la gobernabilidad
del país por Gobiernos que no cuentan con respaldo suficiente en la Cámara, y todo ello a costa
de evitar, a cualquier precio, una "crisis ministerial".

7. DISOLUCIÓN DEL PARLAMENTO POR EL GOBIERNO


El control parlamentario de la actividad del Gobierno y, por ende, la posible exigencia, desde el
Parlamento, de la responsabilidad política del Gobierno tiene, como contrapartida, en el sistema
parlamentario de gobierno, la atribución al Gobierno de la facultad de disolver al Parlamento. Esto
es, el Gobierno podrá, anticipadamente, disolver las Cámaras. Con ello se pone en manos del
Gobierno un instrumento que podrá utilizar atendiendo a consideraciones de oportunidad político-
electoralistas. Aunque también podrá decidir su utilización cuando, a través de la disolución
parlamentaria, pretenda restablecer la representatividad parlamentaria por considerar que ha
perdido el apoyo parlamentario con el que contó.
En cualquier caso, son diversas las variantes que se observan en Derecho comparado:
• Algunas Constituciones, como Francia, atribuyen al Jefe del Estado la disolución del
Parlamento. Así es, el Presidente de la República, en Francia, ostenta como poder propio
no necesitado de refrendo, para la disolución de la Asamblea Nacional.
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• Reino Unido, Italia, Alemania o España, atribuyen al Jefe del Gobierno la función efectiva
de la disolución del Parlamento, aunque, por cortesía constitucional, se asigne como
función al Jefe del Estado, correspondiendo, a éste último, la disolución formal de las
Cámaras legislativas. Así mismo, Alemania y España, contemplan junto a los supuestos de
disolución voluntaria del Parlamento, otros de disolución automática. Como ocurre en el
caso de que ninguno de los candidatos propuestos a la Jefatura del Gobierno consiga ser
investido por la Cámara Baja. Así mismo, España prevé la disolución automática cuando
se proceda a una reforma constitucional a través del procedimiento agravado previsto en el
artículo 168, en tanto dicho procedimiento de reforma deberá efectuarse a través de dos
Cortes sucesivas.

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