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EL ESTADO CONSTITUCIONAL
I. PROCESO DE CONFIGURACIÓN DEL ESTADO CONSTITUCIONAL
2.2.1. El pueblo
Es el elemento personal y colectivo, integrado por el conjunto de personas que conforman la
comunidad política de un territorio independiente, no forman parte de él ni los extranjero ni los
apátridas, aunque les sean de aplicación parcial el ordenamiento jurídico del mismo.
El pueblo es objeto (como destinatario de las normas) y sujeto (como gobernante, ya que participa
en la actividad estatal y en la producción normativa a través de la elección de aquéllos que les van
a representar en las instituciones) del poder, aunque cambiará su concepto dependiendo de los
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2.2.2. El territorio
Es el concepto jurídico que determina el ámbito espacial del Estado; un ámbito delimitado a través
de la "frontera" que define, tanto en tierra, en mar como en aire, el ámbito geográfico de cada
Estado.
Son las fronteras marítimas las que mayores problemas han creado, de ahí que Naciones Unidas
se hayan preocupado en delimitar una serie de conceptos que permiten definir cuál es el territorio
de cada Estado; cabe distinguir los siguientes conceptos:
• Mar territorial: franja costera de mar inmediatamente situada junto a tierra firme (con
una extensión de 12 millas marinas)
• Zona económica exclusiva: zona de mar en al que el Estado tiene Derecho preferente
de explotación, conservación y ordenación de los recursos naturales (200 millas, a
contar desde tierra firme).
• Plataforma continental: Parte del suelo y subsuelo marino contiguo a tierra firme y
profundidad inferior a 200m.
Problema distinto plantean las naves, aeronaves y sedes diplomáticas, ya que todas se rigen por
las normas del Estado que abanderan. Las sedes diplomáticas no se consideran parte física del
territorio del Estado.
El Estado se institucionaliza, no existiendo, una coincidencia entre el titular del poder y el sujeto
que lo ejerce a través del ejercicio de las competencias en que ese poder se manifiesta.
2.2.4. El Derecho
En el Estado moderno, el Derecho es la expresión del ejercicio del poder político, el ordenamiento
jurídico estatal integra todos los ordenamientos parciales dentro del territorio del Estado, ya que
no sólo las instituciones están dotadas de las facultades de dictar normas, también los particulares
pueden ejercer esa facultad, bien a través de la iniciativa legislativa popular, o de los convenios
colectivos, etc.
Sin embargo, la integración del Estado en organizaciones supranacionales, ha supuesto, la
integración en el ordenamiento jurídico estatal, de normas cuya procedencia no es interna del
Estado, así, los Tratados internacionales suscritos forman parte del ordenamiento jurídico estatal,
e incluso las normas que proceden de una organización supranacional, como ocurre en la Unión
Europea. Éste es un hecho que puede dar lugar al planteamiento de una cierta pérdida de
supremacía del ordenamiento jurídico respecto de aquellos ámbitos de competencia cedidos a
esas organizaciones supranacionales.
tránsito del Estado de naturaleza al Estado social o civil. A pesar de ello obtienen conclusiones
antagónicas.
Para Locke, en el Estado de naturaleza, a diferencia de Hobbe, los hombres no están en
permanente guerra, sino que todos son libres e iguales, son sujetos de http://www.uned-
derecho.com/determinados derechos (vida, libertad y propiedad), y en donde la voluntad de los
ciudadanos de someterse al poder político del Estado, no supone la cesión de sus derechos,
justificando el derecho de resistencia ante ese poder político.
La constitución del Estado es una mejora en la forma de vida de los hombres, ya que, a través de
él, se asegura la defensa de la posible vulneración de los derechos que los seres humanos
poseían en el Estado de naturaleza.
La comunidad delega su autoridad, su soberanía a sus representantes (Parlamento) y el Monarca
constitucional (Ejecutivo) quien garantiza su ejecución y junto a ambos poderes debe existir un
poder federativo que asegure las relaciones del Estado en el ámbito exterior.
La comunidad podrá recabar para sí su soberanía inicial cuando considere que la autoridad
delegada no ha sido utilizada para la consecución de los fines que dichos poderes están llamados
a cumplir. Su planteamiento pone de manifiesto un pensamiento en el que la separación
Iglesia/Estado (laicismo) es ya una realidad.
[LEER (no estudiar)
(Locke, en su obra “Dos tratados sobre el gobierno civil”, refleja las demandas políticas de la
sociedad y la opinión pública que combatía el absolutismo.
Locke parte del estado de naturaleza y su total inseguridad. El estado de naturaleza está regido
por la ley natural. Conforme a ella, el individuo tiene derecho a castigar el crimen, protegerse a sí
mismo y a los demás y obtener reparación del daño. Pero esto mismo lo hace inseguro.
El único medio de conservar los derechos con seguridad es la unión de los hombres en sociedad,
mediante un pacto con el cual se construye un cuerpo político con suficiente autoridad para
salvaguardar los bienes y los derechos de todos. Nadie puede tomarse la justicia por su mano.
Pero Locke entiende que no es necesario entregar todo el poder a la autoridad constituida. De
manera que, cuando la autoridad actúa de forma contraria a su misión, el pueblo es libre para
instituir una nueva.
Por tanto, el poder está vinculado al fin para el que fue instituido: la salvaguarda de los derechos
naturales. Estos son, fundamentalmente, la vida, la libertad y la propiedad. Además, el poder se
ejerce sobre todo el territorio de la comunidad.
Así pues, Locke distingue tres funciones o poderes en un Estado constituido: legislativo, judicial y
ejecutivo; en ocasiones se habla de legislativo, ejecutivo y federativo.]
políticos de gran relevancia para el Derecho Constitucional, entre otros, los relativos al poder
constituyente, al concepto de pueblo, al valor normativo supremo de la Constitución, al sistema
representativo, a la definición de lo que debe entenderse como República, o lo que se considera
un buen gobierno.
"Un buen gobierno implica 2 cosas: primero, fidelidad a su objeto, que es la fidelidad del pueblo;
segundo, un conocimiento de los medios que permita alcanzar mejor ese objeto".
En definitiva, con el proceso revolucionario americano se configura un Gobierno bajo una
Constitución escrita, concebida por primera vez como la norma suprema del ordenamiento
jurídico, con aportaciones que son esenciales para el Derecho Constitucional, como las relativas al
control constitucional de las leyes mediante el sistema del judicial review (o modelo de control
difuso de la constitucionalidad de las leyes); o la organización federal del Estado, así como el
“presidencialismo” como sistema de gobierno.
Las primeras formulaciones, así como la propia expresión de Estado de Derecho, se deben a los
teóricos alemanes Stahll y a Mohl. La principal característica de este Estado será la limitación del
poder político a través del Derecho. Desde esta consideración, la dogmática alemana puso de
manifiesto, que no todo Estado sometido a la ley puede considerarse como Estado de Derecho,
sino aquél en el que la “ley” emana de una Asamblea de representación popular.
Con el Estado liberal de Derecho se configura del Estado constitucional, que en su formulación
incorpora como principios: el imperio de la ley, la división de poderes, la legalidad de la Admón., y
el reconocimiento de determinados derechos y libertades.
A) El imperio de la ley: se considera la ley como expresión de la voluntad general, es por ello
que, el origen de la ley es determinante para establecer si realmente nos encontramos ante un
Estado de Derecho. Se considera que sólo cuando la ley se elabora y aprueba por una Asamblea
de representantes libremente elegidos por el pueblo, la ley puede actuar como límite al poder
político. De ahí que, no todo Estado legal sea Estado de Derecho.
B) La legalidad de la Administración: no es más que una concreción del principio del imperio de
la ley. La Admón., en su actuación, se encuentra sometida a lo establecido por la ley, siendo
susceptible de control judicial.
C) La división de poderes: fue Locke el primero que determinó la necesidad de distribuir el poder
político, hasta ese momento concentrado en el monarca; distinguiendo entre el Poder legislativo
(Parlamento), que asume la elaboración y aprobación de la ley; el Poder ejecutivo (el Monarca
constitucional), al que corresponde asegurar la ejecución de la ley; y el Poder federativo, dirigido a
asegurar las relaciones del Estado con el exterior. Teoría que influirá en la doctrina de
Montesquieu, para quien la separación entre los distintos poderes del Estado: legislativo, ejecutivo
y judicial, será clave para garantizar la libertad y seguridad del ciudadano, ya que el poder podrá
ser objeto de control.
D) Reconocimiento de derechos y libertades: es un momento en que sólo se van a reconocer
un conjunto de derechos básicos que afectarán tan solo a una parte de la población.: propiedad,
libertad, seguridad e igualdad, serán los principios básicos mantenidos por el Estado liberal. El
movimiento constitucional encuentra su fundamento en el reconocimiento y garantía de la libertad,
su primera definición, desde un punto de vista jurídico, se observa ya en la Declaración de
Derecho del Hombre y del Ciudadano (1789), en la Declaración de Derecho del Buen Pueblo de
Virginia (1776), así como en la Declaración de Independencia de los EEUU (4 de julio de 1776).
La igualdad también es una de las conquistas de las Revoluciones liberales de finales del s. XVIII.
La igualdad aparece como un valor superior de la sociedad, rompiendo con los privilegios
existentes. Sin embargo, en su concepción liberal primigenia, se entiende únicamente como
“igualdad en la aplicación del Derecho”, tal y como manifiesta en su art. 1º la Declaración de
Derecho del Hombre y del Ciudadano: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en
Derecho. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común”. Habrá que
esperar a la crisis del Estado liberal y posterior consolidación de un nuevo modelo: Estado social
de Derecho para que se amplíe el contenido del principio de igualdad.
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el régimen administrativo de servicios públicos, que tampoco dio solución a las crecientes
demandas de la sociedad. El modelo experimentará una serie de reacciones, apareciendo como
alternativas, nuevas formas de Estados:
• El Estado socialista: fruto de la reacción del movimiento marxista, que se consolida
tras la Revolución rusa de 1917.
• El Estado fascista: resultado de la reacción de determinados sectores de la
burguesía, teniendo lugar en el período entre guerras, decayendo al terminar la 2ª
Guerra Mundial, excepto en España (nacionalsocialismo alemán y fascismo italiano).
• El Estado social de Derecho: que viene a ser una reacción de ese sector de la
burguesía que, basándose en los principios del Estado liberal de Derecho, pretende
otorgarles un nuevo y distinto significado.
[LEER (no estudiar)
El Derecho constitucional nace y cobra sustantividad en el marco del Estado liberal.
El Estado liberal fue siempre lo fuerte que la sociedad burguesa necesitó que fuera. La burguesía
liberal disociaba la realidad en dos regiones separadas y frecuentemente antagónicas: el Estado y
la sociedad civil. En el terreno económico la sociedad consiste en el marco de las relaciones de
mercado entre sujetos económicos iguales que deben poder traficar en plena libertad de
contratación.
Esta ideología encubría una situación bastante distinta: ni las personas operan sólo como
individuos sino insertas en el seno de grupos; ni son iguales; ni por tanto, tan libres, sino que sus
diferentes situaciones sociales los fuerzan, los condicionan, aunque acaso no los determinen
totalmente. Esta es una fase de predominio del liberalismo sobre la democracia.
La lucha de los menos favorecidos, del cuarto estado, por participar en las decisiones sociales y
en la riqueza se plasmó políticamente en una reivindicación del principio democrático de sufragio
universal. El ascenso del proletariado significó un cambio en el papel del propio Estado. El
proletariado no temía al poder político sino a los poderes sociales y económicos. Por ello
postulaba un poder político fuerte que lo liberara de esos obstáculos para la libertad e igualdad
efectivas. El problema del Nuevo Régimen era la organización e igualdad en el seno de una
sociedad libre.
La primera corrección del modelo liberal, dando entrada a la intervención estatal, fue el llamado
régimen administrativo de servicio público, en el que los fines del Estado se expanden. El proceso
estaba incoado ya en el periodo napoleónico y se desenvolvió durante todo el siglo XIX: el Estado
asumió la gestión de los servicios de correos y telégrafos; las compañías privadas necesitaron una
concesión administrativa para gestionar los servicios de electricidad pero fueron, sobre todo,
exigencias de la construcción del ferrocarril. A fines de siglo, esta tendencia se manifiesta con
toda solidez.)]
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El Estado demanda una nueva relación sociedad-Estado, donde los ciudadanos se encuentran
legitimados para participar en la formación de la voluntad estatal, ejerciendo una actividad de
control sobre la misma.
Según Pérez Royo, el Estado social es una consecuencia del proceso de democratización del
Estado. El Estado debe dar respuesta a todos los sectores de la sociedad y no exclusivamente a
una parte de la misma. Así, el principio democrático se configura en un elemento esencial del
carácter social del Estado, dado que desde la democracia, será posible conseguir los fines de
igualdad y justicia que del Estado social se reclaman.
El nuevo modelo de Estado exige, un replanteamiento de la doctrina clásica de la división de
poderes. La sociabilidad del Estado modifica el papel que el Ejecutivo asume dentro del Estado, y
con ello, la relación del Parlamento-Gobierno. Se tiende a lo que se denomina "parlamentarismo
racionalizado" donde el Ejecutivo, asume mayor para conseguir el bienestar social que se le exige
al Estado.
Rasgos que caracterizan al Estado social de Derecho:
a) El Estado social como Estado de Derecho: El Estado asume el elemento jurídico como
límite de su actuación, arbitrándose sistemas de control.
b) El Estado social como Estado intervencionista: en los ámbitos social y económico
tendentes a la consecución de la real y efectiva igualdad y justicia social, bien a través de
prestaciones positivas del Estado a favor de los menos favorecidos, bien a través de la
promoción de las condiciones precisas para su logro.
c) El Estado social como Estado democrático y Estado de asociaciones: se extiende el
derecho de sufragio hasta alcanzar el sufragio universal; el ciudadano participa en la vida
del Estado mediante instituciones de democracia directa. Surge una nueva relación entre
gobernante gobernado como consecuencia de la relevancia que adquieren, como
instancias intermedias, los partidos políticos y otras asociaciones.
d) El Estado social como Estado reconocedor y garante de derechos y libertades: el Estado
social además de reconocer los derechos del Estado liberal, pretende otorgarles contenido
material.
El Estado social supone: De un lado, la asunción de los derechos socio-económicos, se trata, en
palabras de A. Fernández Miranda, de derechos de prestación cuya efectividad requiere la
creación, organización y sostenimiento financiero de un servicio público. Se podría decir que,
gobernar es, en gran medida, establecer las fuentes de ingreso y jerarquizar el gasto.
De otro, la ampliación del contenido del principio de igualdad, junto a la igualdad ante la ley (en
cuanto a aplicación), se reconoce la igualdad en la ley o en el contenido de la norma, siendo las
dos vertientes de la igualdad formal, que se traduce en la prohibición de discriminaciones,
imponiéndose, el principio de igualdad como límite al legislador.
Al lado de la igualdad formal, aparece una nueva dimensión del principio de igualdad, la igualdad
real, efectiva, de hecho o de oportunidades (igualdad material). Se admite la diferencia normativa
siempre que se trate de una diferencia dirigida a la consecución de la igualdad real y efectiva,
pues habrá que partir de la desigualdad real para poder conseguir la pretendida igualdad. Es por
ello, que no todo trato desigual es discriminatorio.
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Ahora bien, ello no debe hacer desaparecer la idea social del Estado. Cierto es que el aumento
del gasto hace difícil poder atender todas las demandas sociales, pero sean muchos o pocos los
recursos públicos, siempre que exista justicia redistributiva, podremos afirmar la vigencia del
Estado social, un modelo de Estado que proclama nuestra Constitución, es por ello que, la crisis
del Estado social, lejos de eliminar este modelo, devendrá en “la reelaboración doctrinal del mismo
y su transformación para adaptarlo a las necesidades de las sociedades actuales”.
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• Se configure como límite par la actuación de los poderes públicos, y éstos asumirán su
responsabilidad cuando su actuación no se ajuste al Derecho.
• Que sea el resultado de la elaboración democrática del pueblo.
• Sea reconocedor y garante de los derechos y libertades de los ciudadanos.
• Determine la desconcentración del poder político del Estado.
• Arbitre mecanismos que garanticen la responsabilidad política y jurídica de los poderes
públicos.
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• El art. 1.2., mediante el cual se proclama la soberanía del pueblo español, del que emanan
todos los poderes del Estado.
• El art. 1.1, mediante el que se consagra el “pluralismo político” como “valor superior” de
nuestro ordenamiento jurídico.
• El art.23, que reconoce el derecho de participación de los ciudadanos en los asuntos
públicos.
En cualquier caso, hay que apuntar que el modelo de Estado social y democrático de Derecho así
entendido, tampoco ha terminado su evolución, observándose en él dos tendencias:
1. Su configuración como Estado de partidos, un modelo de Estado que determina una nueva
relación entre Parlamento-Gobierno.
2. La apertura internacional y la integración supranacional creciente del Estado actual, lo que
determina, cada vez mayor complejidad de las sociedades democráticas avanzadas, pues,
la globalización y la sociedad de la información se imponen y las fronteras se difuminan, lo
que, influirá, en la evolución futura del Estado.
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En todo este contexto, los partidos tienden a convertirse en su totalidad en “partidos de electores”,
los cuales se alejan de su coherencia ideológica para adaptarse al mercado político,
convirtiéndose en meras “agencias electorales”, razón por la cual sus programas son cada vez
más coincidentes, es decir, “hemos pasado de partidos de afiliados y militantes a partidos de
políticos”.
Esta nueva configuración no impide, en las democracias actuales, que se consideren
"instrumentos esenciales de la participación política, como vehículos de intermediación entre la
sociedad y el Estado, haciéndose presentes en los órganos del Estado condicionando tanto su
funcionamiento real como el sistema de legitimidad".
También es cierto, que el modelo de partidos se encuentra en crisis, derivada de muy diversas
circunstancias, siendo una de las más importantes la inexistencia de un sistema de financiación
que permita garantizar la autonomía de los partidos frente a los poderes privados, y que los
partidos se acerquen a la sociedad civil. Y es que, como consecuencia del sistema de financiación
pública instaurado en las democracias actuales, necesitan del voto del electorado para su
subsistencia, convirtiéndolos en instituciones débiles “muy dependientes de los medios de
comunicación, a los que atienden más que a sus militantes y votantes”.
Por ello es posible afirmar que “si la democracia actual es democracia de partidos, también es,
acaso por eso mismo, mediocracia, gobierno de los medios de comunicación. Y ello es así porque
en la democracia de partidos se vive en campaña electoral permanente”. (Torres del Moral).
La desconfianza creciente en los partidos y la consecuente apatía política, ha llevado al ciudadano
a expresar sus opiniones a través de otras agencias, como son los sindicatos, asociaciones de
inmigrantes, movimientos feministas, organizaciones ecológicas, etc., agencias que, hoy por hoy,
atienden las demandas sociales, asumiendo funciones que corresponderían a los partidos.
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4. LA UNIÓN EUROPEA
4.1. Antecedentes históricos
La idea de una Europa Unida es posible vislumbrarla entre los proyectos históricos de la Baja
Edad Media y de la Época Moderna, lo cierto, es que sus primeros antecedentes se produjeron en
el período de entreguerras; consecuencia de las iniciativas europeas protagonizadas por dos
grandes hombres: Richard Coudenhove Kalergi y Aristide Briend.
Durante esos años de paz incierta, Richard C. se consagró a difundir la idea de una “Paneuropa”,
es decir, una federación europea fundada sobre el abandono de la soberanía por los diferentes
Estados europeos, y será en 1929 cuando conseguirá ver formada la “Unión Pan-europea”,
asociación que dedicará sus esfuerzos a apoyar su ideal.
Aristide B., Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, asumió ese mismo año, la Presidencia de
Honor de este Movimiento Europeo y en su discurso ante la Asamblea de la Sociedad de
Naciones (creada en Ginebra el 10 de enero de 1920), expresó sus ideas europeístas, defender
un modelo de Europa Federal o Confederal, sin afectar a la soberanía de las naciones, y en
nombre del Gobierno francés, remitirá en mayo de 1930, a veintiséis Gobiernos europeos, el
denominado Memorandum, documento en el que se contenía el proyecto de Unión Europea.
La respuesta de estos países fueron poco favorables por diversas circunstancias: la Gran
Depresión de 1929, la muerte del Canciller alemán Stresmann (de ideas europeístas, cuya
actividad fue de suma importancia en el proceso de reconciliación de Francia y Alemania), y la
creciente presión del nacional socialismo en Alemania. Durante la 2ª Guerra Mundial, las ilusiones
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Roma, 1950, por la que se articula el Tribunal Europeo de Derechos Humanos; así como la
Carta Social Europea, en Turín, 1961).
Estas Organizaciones tenían dos limitaciones: la correspondiente a respectivas áreas geográficas
y materiales de su influencia y el alcance limitado de su condición jurídica internacional, al
constituirse como organismos de cooperación en los que los propios Estado dispondrán de la
última palabra. Lo cierto es que se configuraron como formas de cooperación que desembocaron
en el nacimiento y posterior evolución de la Unión Europea.
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II – TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN
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La Constitución en el sentido pleno de régimen constitucional efectivo, solo tiene existencia real en
la democracia, ya que es ésta la que presta a la Constitución una determinada cualidad jurídica,
en la que la validez y la legitimidad resultan enlazadas. En una autocracia sólo es simulación y
disimulo. En los regímenes liberales oligárquicos (oligarquía: el poder supremo está en manos de
unas pocas personas) de la Europa decimonónica, era un punto intermedio en el largo camino de
la construcción de la democracia constitucional.
Parece obvio pues, que la distinción y separación entre el sentido formal y material debe ser
abandonada y pasar a postular una posición integradora de las mismas, que permita ofrecer una
concepción actual de Constitución.
La concepción normativa de la Constitución no debe restar importancia a su significado político y a
su función transformadora de la realidad, es por ello que se considera que hay que mantener una
idea de Constitución abierta, en el sentido de que debe permanecer inacabada e incompleta, a fin
de que el Derecho Constitucional pueda ir experimentando las correspondientes transformaciones.
Con ello se pretende conseguir que, la correlación entre la norma constitucional y la realidad
política y social sea lo más estrecha posible. De ahí que el estudio de la realidad política y social
de un país, no pueda circunscribirse al análisis exclusivo del Texto Constitucional, sino que habrá
que tener presente otras normas, la práctica constitucional, cuestiones ideológicas, etc.
Por todo ello, es lógico mantener un concepto sustancialista de Constitución, es decir, una
concepción integradora, en sentido formal, material y de carácter normativo, en definitiva, un
concepto que va más allá de concebir a la Constitución sólo como norma jurídica suprema, de ahí
que se predique la supralegalidad formal (procedimiento especial para su aprobación y reforma)
que se configura en un mecanismo de garantía y defensa constitucional; pero además, la
relevancia de las materias que regula hacen que goce de una supralegalidad material, lo que
viene a suponer el control de constitucionalidad del resto de las normas.
Este concepto sustancialista, determina el propio significado del Derecho Constitucional,
concibiéndose nuestra disciplina como un Derecho garante de la libertad e igualdad de los
ciudadanos, como un Derecho de mínimos; por ello debe estar abierto a las nuevas realidades
sociales, haciéndose necesaria la revisión y/o creación de nuevas categorías conceptuales.
De este modo, el concepto sustancialista de Constitución se vendría a sumar a los tres conceptos
fundamentales que se pueden distinguir en el proceso histórico de conceptualización de la norma
suprema: el concepto racional-normativo, el histórico tradicional y el sociológico. Conceptos que a
su vez se corresponden con tres grandes corrientes dentro de la Teoría del Derecho: el
normativismo, el historicismo y el realismo jurídico.
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“las categorías o tipos normativos por medio de los cuales se manifiesta el proceso de producción
y aplicación del Derecho, mediante la incorporación de normas jurídicas al ordenamiento”.
Si bien las fuentes del Derecho ha sido materia del Derecho civil, tras la aprobación de nuestro
Texto Constitución, nuestra Norma Suprema asume la regulación de esta materia, como asumen,
con carácter general, todas las Constituciones democráticas actuales, apareciendo el Derecho
Constitucional como el “Derecho común”, dotando a todo el ordenamiento jurídico de unidad y
coherencia.
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Algunos autores consideran que hubiera sido mejor denominarlas “nominales” en vez
de semánticas, ya que sólo tienen de Constitución el nombre.
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es la nación, que lo ejerce por medio de representantes elegidos expresa y exclusivamente para
este fin, debiendo abstenerse, dice SIEYÈS, de ejercer otros poderes distintos.]
2. LA REFORMA CONSTITUCIONAL
2.1. Delimitación conceptual de la reforma constitucional y su evolución histórica
La Constitución, en cuanto a Norma Suprema del ordenamiento jurídico, requiere en garantía de
su permanencia y continuidad, de la existencia de mecanismos que permitan su propia revisión a
fin de conseguir esa pretendida y necesaria adecuación entre la Norma Fundamental y la nueva
realidad social, sin que suponga una ruptura con el régimen constitucional.
Aparece así, la reforma constitucional, como un instrumento de defensa o garantía de la
Constitución, estableciendo un procedimiento especial y concreto para su revisión, vinculándose
con ello, con la Constitución escrita y rígida. De este modo, se configura como Ley Suprema, que
garantiza el instituto de la reforma constitucional junto a la justicia constitucional.
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La Constitución no debe ser inmutable, es por ello que, los constituyentes de los primeros Textos
Constitucionales liberales (Constitución norteamericana de 1787 y Constitución francesas de 1791
y 1793) reflejaron en su texto la idea de la revisión. La Asamblea Constituyente francesa: “la
nación tiene el Derecho imprescriptible de cambiar su Constitución”, y además “Una generación
no puede imponer sus leyes a generaciones futuras”.
Fue EEUU el primero que incorporó un procedimiento especial de reforma en el Art. V de su
Constitución de 1787, considerándose el primer Texto Constitucional escrito y rígido. Rigidez
constitucional que sirvió para diferenciar la Ley constitucional, Ley Suprema, del resto de las leyes
elaboradas por el Parlamento y, en consecuencia, para distinguir el poder constituyente de los
poderes constituidos. Ahora bien, no podemos decir lo mismo del uso que se ha hecho de la
constitucionalización de la reforma, ya que su importancia reside más en su existencia que en su
utilización concreta (Pérez Royo), si tenemos presente que los cambios producidos no se han
materializado a través de la sustitución de unos preceptos por otros, sino mediante la introducción
de Enmiendas a la Constitución.
Por lo que se refiere a Europa, y siguiendo a Pérez Royo, pueden distinguirse cuatro etapas en la
evolución del instituto de reforma Constitucional:
a) Constitucionalismo revolucionario del s. XVIII: la complejidad de los procedimientos de
reforma era tal que, más que favorecer la revisión se pretendió su inviabilidad. Situación a
la que coadyuvó la desconfianza de los constituyentes hacia el Rey y la nación misma.
Ejemplos: la Constitución española de 1812, que previó la imposibilidad de su modificación
los 8 primeros años de vigencia; y las Constitución francesas de 1791, 1793 y 1795.
b) Monarquías limitadas del s. XIX: la aparición de las llamadas “Constitución pactadas”, fruto
de la soberanía compartida, “pacto” entre el Rey y el Parlamento, determinó que ambas
instituciones fuesen poder constituyente y poder constituido. La reforma en este contexto
carecía de sentido, pues la adaptación de la Constitución a la realidad cambiante sería
también el resultado del “pacto”. Esta es la razón por la cual algunos de nuestros Textos
Constitucionales históricos carecieran de la previsión de fórmula de reforma, como
Constitución de 1837, 1845 y 1876.
c) Período de entreguerras (1919-1940): época de constitucionalismo democrático, de ahí
que se generalice la recepción, por los Textos Constitucionales, del instituto de la reforma
como mecanismo de garantía de la Constitución democrática y, por ende, del Estado
democrático que instaura. Se establecieron determinados límites a la reforma,
proclamándose como irreformables aquellos preceptos constitucionales que definían los
principios esenciales del régimen político instaurado.
d) Constitucionalismo de la segunda postguerra: desde 1945, el constitucionalismo europeo
se caracteriza por la consolidación de la configuración de la Constitución como norma
suprema del ordenamiento jurídico, y en consecuencia, por la definitiva recepción de la
justicia constitucional (constitucionalidad de las leyes).
Nos encontramos ante un instrumento que sólo excepcionalmente se utiliza, la adaptación de la
Constitución a la nueva realidad, de ordinario se efectúa a través de la interpretación de los
Tribunales Constitucionales. Por otra parte, los Textos que nacen después de la Segunda Guerra
Mundial, generalizan el establecimiento al poder de reforma constitucional, en lo que influyó la
necesidad de impedir el establecimiento de experiencias autocráticas como ya había sucedido en
Alemania e Italia, mediante el establecimiento de regímenes nazi y fascista.
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2.2.2. Naturaleza
Ya conocemos las distintas posturas que se mantienen sobre la naturaleza del poder de reforma,
posturas que dieron lugar a que la doctrina se cuestione si es factible o no hablar de “ley de
reforma constitucional”.
La Constitución española no utiliza, en ningún momento, el término “ley” para hacer referencia a la
reforma constitucional; la única reforma de nuestro Texto efectuada hasta el momento (28 agosto
1992), se limitó a emplear la fórmula de “reforma de la Constitución”.
Autores como Torres del Moral, consideran que es preferible no hablar en estos casos de “leyes
de reforma constitucional”, dado que la “reforma, una vez aprobada y promulgada, no es ley, es
Constitución”; se entiende que, si el texto de la reforma tuviera naturaleza y rango de ley, no
podría modificar un precepto constitucional. De ahí que se afirme la inexistencia en nuestro
sistema de fuentes de “leyes de reforma constitucional”.
Álvarez Conde advierte que, no parece ser bastante este criterio para evitar esta consideración, si
tenemos presente las semejanzas que existen entre las pautas del procedimiento legislativo
ordinario y las relativas a procedimiento de reforma. Y hay que coincidir con él que, aunque es
innegable la superioridad jerárquica de la Constitución sobre la, correctamente definida o no “ley
de reforma constitucional”, esto no es óbice para que el Tribunal Constitucional pueda asumir el
control del procedimiento de aprobación de la reforma, y ello porque, el poder de reforma deberá
ejercerse de acuerdo con el procedimiento constitucionalmente previsto, y porque, por otro lado,
en caso de que se negase la naturaleza de ley a la reforma, lo que se enjuiciaría por el Tribunal
Constitucional serían actos parlamentarios, que sí están sometidos a la Constitución y a los
Reglamentos de las Cámaras.
El Tribunal Constitucional debería proceder, en cualquiera de los casos, antes que se produzca la
promulgación del Texto, pues una vez incorporada es en sí misma Constitución, quedando el
Tribunal Constitucional sometido a ella, y desde luego, antes de que el Texto de reforma se haya
sometido a referéndum.
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3. PROCEDIMIENTOS DE REFORMA
3.1. Planteamiento general
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atender tanto a sus elementos cuantitativos (nº de Art., Títulos…), esto es, a su estructura,
como a sus elementos cualitativos (afectación de instituciones básicas de nuestro régimen
constitucional)”. Modificar estos elementos sería tanto como admitir que a través de la
reforma se constitucionaliza la destrucción de la propia Constitución.
b) Una reforma parcial que afecte a:
• El Título Preliminar (Art. del 1 al 9), ha sido objeto de críticas por parte de la doctrina,
en tanto en él se integran preceptos mediante los que se regulan elementos esenciales
del régimen constitucional (Art. 1 y 2) y otros como los relativos a la bandera (Art. 4) o
a la capital del Estado (Art. 5).
• Sección primera, del Capítulo Segundo del Título I (Art. 15 a 29), relativo a derechos
fundamentales y libertades públicas, considerados de singular importancia por la
doctrina y del que asombra no se hayan incluidos otros: dignidad de la persona e
inviolabilidad de los Derechos que le son inherentes (Art. 10).
• Título II (Art. 56 al 65): regulador de la Corona; se considera innecesario agravar
aquellos preceptos, que aún relativos a la Corona, no inciden para nada en los
elementos básicos de nuestro régimen constitucional.
Por lo que se refiere al procedimiento strictu sensu, se pueden distinguir 3 trámites:
a) Aprobación por ambas Cámaras de la conveniencia de la reforma por el voto favorable de
la mayoría de 2/3 de cada una, en tal caso, el Presidente del Congreso se lo comunicará al
Presidente del Gobierno, para que se someta a la sanción del Rey el Real Decreto de
disolución de las Cortes Generales, procediéndose a la disolución de las Cortes y a la
convocatoria de elecciones generales, de la que resultará la elección de nuevas Cortes,
cuyo primer objetivo es la aprobación de la reforma constitucional.
Esto plantea la cuestión de la naturaleza de estas Cortes, pues parece que se conciben
como Cortes constituyentes, que además una vez aprobada la reforma, las nuevas Cortes
deberán ser disueltas o podrán continuar actuando como Cortes ordinarias. Es aceptado
considerar que, si así lo hubiese querido la Constitución, lo habría establecido
expresamente, como así fue previsto en la Constitución Republicana de 1931 (Art. 125),
cosas distinta es que el Presidente, facultad que le concede el Art. 115, decida la
conveniencia de la disolución y convoque nuevas elecciones a fin de elegir nuevas Cortes
ordinarias (siempre que se cumplan requisitos establecidos a tal fin).
b) Ratificación, por las nuevas Cortes Generales, de la decisión de reforma adoptada por las
Cortes anteriores. Es suficiente la mayoría absoluta en el Senado y la simple en el
Congreso, lo que ha dado lugar a diversas críticas (Torres del Moral), pues parece obvio
que, de no alcanzarse la mayoría de 2/3 será difícil que dicha mayoría se pueda conseguir
en la aprobación definitiva del texto. En cualquier caso, de no obtenerse el apoyo
determinado, el procedimiento de reforma habría llegado a su fin. Una vez ratificada la
decisión de reforma, las nuevas Cortes examinarán el contenido del proyecto, siguiéndose
la misma tramitación que la prevista para el procedimiento legislativo ordinario, y
requiriéndose el voto de 2/3 de cada una de la Cámaras. Aún con todo, es dudoso que las
nuevas Cortes puedan extender el ámbito de la reforma más allá del contenido decidido
por las Cortes disueltas, pues carecería de sentido la previsión constitucional de la
aprobación del proyecto de reforma por dos Cortes sucesivas.
c) Ratificación mediante referéndum. Una vez aprobado el texto de reforma por cada una de
las Cámaras, el Art. 168 CE exige su aprobación mediante referéndum, en este caso no
es potestativo, como en la reforma ordinaria, sino que tiene carácter obligatorio, siendo su
resultado vinculante.
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"Derecho supremo de la tierra" o "Derecho supremo del país", viniendo a ocupar el rango
normativo superior dentro del ordenamiento jurídico, entendiéndose como un sistema de
organización del gobierno sometido a unas reglas jurídicas, una idea que será difundida en El
Federalista por Hamilton, Jay y Madison. Se asume la idea de rigidez constitucional y la
recepción de la Justicia Constitucional, aunque ésta no se encontraba en la Norma constitucional,
sino que tuvo lugar como consecuencia de la célebre Sentencia del Juez Marshall sobre el caso
de Marbury contra Madison de 1803. Se trata de una función que se autoatribuyen los Jueces, en
virtud de la cual, se verán obligados a inaplicar aquella ley que se oponga a la Constitución,
convirtiéndose el Tribunal Supremo, cuya jurisprudencia vincula a todos los Tribunales inferiores,
en el supremo intérprete de la misma.
Ya con anterioridad, determinadas decisiones jurisdiccionales son reflejo de la asunción de la
Justicia Constitucional en el modelo americano; como puede ser la decisión del Juez de
Massachussets William Cushing en 1783, mediante la que declara que la esclavitud es
incompatible con la Constitución, será, sin duda, la Sentencia del Presidente del Tribunal Supremo
John Marshall la que de origen al sistema judicial review (control judicial de la constitucionalidad
de las leyes).
Nace así el modelo de control difuso estadounidense (corresponde a los jueces el control de la
constitucionalidad de las normas inferiores a la Constitución). Su origen vino propiciado por tres
factores:
• Por la negación de la superioridad del Poder Legislativo, al contrario que en Europa, el
legislador norteamericano queda vinculado a la Constitución entendida como norma
suprema del ordenamiento jurídico.
• Por el establecimiento del “federalismo” como forma de distribución territorial del poder
político; surge la necesidad de establecer competencias entre Estado Central y Estados
miembros de la Federación, declarándose a los Jueces competentes para conocer la
constitucionalidad de las “leyes federales” así como de las “leyes de los Estados
federados”, al objeto de otorgar la unidad que precisa el ordenamiento jurídico estatal.
• Por la consolidación de la tradición judicial del “common law”, en cuya virtud, la
Constitución, en tanto Derecho directamente aplicable, deberá ser aplicada e interpretada,
como el resto del Derecho, por los Jueces.
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los Tribunales inferiores por vía de apelación, garantiza a través de sus fallos, la
uniformidad que se precisa en relación a la constitucionalidad o no de una determinada
norma.
• Sólo se admite la vía indirecta en el control, ya que únicamente se plantea la
constitucionalidad o no de una ley como consecuencia de un litigio, en el que una de las
partes podrá oponer frente a ella la excepción de inconstitucionalidad, debiendo decidir el
órgano jurisdiccional. Se advierte la imposibilidad de que los Tribunales puedan plantearse
de oficio la inconstitucionalidad de la ley, o que los particulares soliciten directamente dicha
declaración (sin que la ley sea efectivamente aplicada).
• La declaración de inconstitucionalidad de una ley no determina su anulación, pues es ésta
una función legislativa que corresponde al Poder Legislativo: al Congreso. La declaración
sólo se traduce en su inaplicación en el caso concreto, pudiendo ser aplicada en otros
litigios siempre que no se oponga la excepción de inconstitucionalidad. Ahora bien, si es
confirmada por el Tribunal Supremo, al encontrarse los Tribunales inferiores vinculados por
el principio stare decisis, la declaración de inconstitucionalidad de una ley determinará su
“inaplicación general”, efecto semejante al que tendría la “anulación” de la norma. Dicha
ley se encontraría vigente en tanto no fuese derogada por el Poder Legislativo, por lo que
su inaplicación general se traduce, prácticamente, en una derogación tácita.
Podría decirse que, una derivación de este sistema, es aquel que otorga el control de la
constitucionalidad de las leyes únicamente a la más alta instancia de la jurisdicción ordinaria. Fue
el modelo seguido en la Constitución de Weimar de 1919, y en esta línea se inscribe también el
Tribunal Federal suizo, competente en el control de la constitucionalidad de los actos que emanan
de las autoridades de los Cantones suizos.
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• Por último, los miembros del Tribunal Constitucional gozan de la inviolabilidad y del fuero
especial de los parlamentarios, miembros éstos de un órgano de naturaleza política, el
Parlamento.
De todo ello se desprende que nuestro Tribunal Constitucional es un órgano jurisdiccional y un
órgano político.
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hombre posee capacidad para elegir a sus gobernantes, debiendo actuar éstos en interés a sus
gobernados. A pesar de las críticas, encontraron plasmación en las Leyes de Indias, iniciándose,
con ello, un proceso hacia el reconocimiento hacia nuevas libertades.
Así, las aportaciones de Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, fueron esenciales para
la formulación de otras corrientes doctrinales, así como para la elaboración de todo el
iusnaturalismo, donde se concibe el Derecho Natural como un Derecho anterior y superior al
Estado, quedando, éste último, obligado a garantizar los derechos naturales del hombre. Pero
serán los planteamientos formulados por Locke, los que, ejercerán una notable influencia en el
proceso de conceptualización de los derechos y libertades. Derechos como: derechos naturales,
derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, se consagran definitivamente en las revoluciones
liberales más importantes del s. XVIII, la americana y la francesa, iniciándose una nueva etapa en
el proceso de positivación de los derechos fundamentales.
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ante la ley, admitiéndose, únicamente las distinciones sociales que se funden en la utilidad
común. Igualdad en la participación política y ante las cargas fiscales.
Ahora bien, la igualdad no se concibe por la Declaración como Derecho natural e imprescindible
del hombre, como es la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. La
realidad es que se parte de una desigualdad en lo que se refiere a los "esclavos" y a la "mujer",
pues ésta no tiene la condición de “ciudadano” por lo que no tiene derecho al sufragio activo ni
pasivo, y no se le reconocerá hasta pleno s. XX. En cuanto al esclavo, no tiene la condición de
“hombre”, no tiene derechos reconocidos. La esclavitud se abolirá en Reino Unido en 1833, en
España en 1880 y en EEUU en 1865, siendo abolida a través de la XIII Enmienda a la
Constitución.
Con la llegada del Estado constitucional los derechos reconocidos en las Declaraciones, se
incorporan a los Textos Constitucionales, los cuales irán evolucionando al tiempo que lo hace el
Estado hasta su configuración actual.
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2. LA MONARQUIA
2.1. Desde la Monarquía absoluta hasta la Monarquía Parlamentaria [HOT]
La Monarquía se encuentra estrechamente ligada con el nacimiento del Estado moderno. Desde
su forma absoluta hasta la actualidad ha presentado diversas formas históricas en las que se
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3. LA REPÚBLICA
3.1. La República como forma de la Jefatura del Estado
Son dos las notas que diferencian la República de la Monarquía como forma de la Jefatura del
Estado:
A. La República puede darse tanto en el sistema parlamentario de Gobierno como en el
presidencialista, es decir, puede tratarse de una República presidencialista (EEUU), o de
una República parlamentaria (Alemania, Italia). De ello depende la efectividad de las
funciones de su Presidente, así como la mayor o menor amplitud de dichas funciones.
En el sistema presidencialista, el Presidente aúna las competencias que son
propias del Jefe del Estado y del Jefe del Gobierno, lo que se ha venido a
denominar Ejecutivo monista.
En la República parlamentaria, son dos los titulares de estos órganos, el Presidente
de la República asume las funciones propias de la Jefatura del Estado, y el Jefe del
Gobierno es el responsable de la función de dirección política: Ejecutivo dualista.
Denominación inapropiada en la actualidad dado que el Jefe del Estado no forma
parte del Ejecutivo, acercándose esta modelo a la Monarquía como forma de
Jefatura del Estado.
B. De otro lado, la República se caracteriza por configurarse como Jefatura del Estado de
carácter electivo y temporal, sistema de elección y temporalidad que varía de unos países
a otros y que, además, incide sobre la efectividad de sus competencias.
3.2. Carácter electivo y temporal de la República como forma de la Jefatura del Estado
Se pueden distinguir dos formas para la designación del Presidente de la República, ya sea ésta
presidencialista o parlamentaria:
A. Por elección popular directa: se otorga al Presidente de la República una legitimidad
igualable a la del Parlamento, lo que repercute en la efectividad de sus competencias; es
un sistema propio de las Repúblicas presidencialistas, pero no exclusivo. Ejemplos:
Constitución de Weimar 1919 (parlamentario), confiere a su Presidente relevantes
poderes; Francia (parlamentario), algunos autores lo consideran semipresidencialista por
los poderes atribuidos a su Presidente. Portugal, Austria e Irlanda también adoptan este
sistema de designación, aunque el Presidente no goce de los mismos privilegios del caso
francés.
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B. Por elección popular indirecta: por lo general también se corresponden con los sistemas
presidencialistas. Aquí el pueblo lo que elige es un colegio electoral restringido, esto es, a
los compromisarios o electores presidenciales que, previamente se comprometen a votar
al candidato concreto de su partido. En la práctica funciona como la elección directa, ya
que una vez que se conocen los compromisarios elegidos por el pueblo, se conoce
también el candidato elegido por ellos. Este es el sistema de elección del Presidente de los
EEUU, donde se puso en evidencia el carácter indirecto de la elección, en las elecciones
del 2000, al ser designado Presidente aquél que obtuvo mayor número de compromisarios
pero menor número de votos populares.
C. Por elección parlamentaria: es propio de los sistemas parlamentarios de gobierno,
correspondiendo a la Cámara o a las Cámaras Legislativas en sesión conjunta, si se trata
de Parlamento bicameral, la designación del titular de la Jefatura del Estado. Esto es, el
Parlamento designa, tanto al Jefe del Estado como al del Gobierno.
D. Por elección a través de un colegio mixto o semiparlamentario: es decir, por un
colegio integrado por parlamentarios y otros electores designados por otros órganos
colegiados, los cuales difieren de unos supuesto a otros:
En Alemania: Colegio mixto o Asamblea, integrado por los parlamentarios de la
Cámara Baja (Bundestag) y un nº igual de miembros elegidos por los Parlamentos
de los Länder, exigiéndose, mayoría absoluta en primera y segunda votación,
admitiéndose mayoría simple en tercera votación.
En Italia: Colegio mixto o Asamblea, integrado por los parlamentarios de ambas
Cámaras reunidas en sesión conjunta y tres delegados de cada Región elegidos
por los Consejos Regionales, a excepción del Valle de Aosta, que solo elige un
delegado. Se exige mayoría de dos tercios de la Asamblea, o absoluta en la cuarta
votación.
En España: durante la II República: la Asamblea se encontraba integrada por los
parlamentarios del Congreso (Parlamento unicameral), e igual nº de
compromisarios elegidos directamente por sufragio universal.
La duración del mandato varía de unos Estados a otros, siendo frecuente que sea más prolongado
en las Repúblicas parlamentarias que en las presidencialistas. En EEUU el mandato presidencial
es de 4 años (presidencialista); en Italia es de 7 años al igual que en Francia hasta el año 2000,
fecha en que mediante referéndum se redujo a 5 años.
Si la naturaleza temporal de la Jefatura del Estado es uno de los elementos que caracteriza a la
República, se hace preciso limitar la reelección de su titular. Aunque la Constitución
norteamericana no establece, en su inicio, ninguna limitación, Washington impuso la costumbre de
no intentar un tercer mandato, admitiéndose con ello, una sola reelección; costumbre que fue
quebrantada por Roosevelt, elegido 4 veces. Por ello, a través de la Enmienda XXII de la
Constitución se estableció una sola reelección. Francia e Italia no establecen ninguna limitación
expresa, si bien es cierto que en Italia ningún Presidente lo ha intentado hasta el momento y en
Francia se ha producido la reelección en muy escasas ocasiones.
En la República, si el Presidente muere, cesa, dimite… es el ordenamiento jurídico de cada
Estado el que proveerá en cada caso. En EEUU es el Vicepresidente quien toma posesión del
cargo hasta que finalice el mandato en curso. En Francia e Italia lo asumirá el Presidente del
Senado de forma interina, convocándose la elección del nuevo Presidente.
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Ahora bien, al objeto de facilitar su viabilidad, opera una cierta desconcentración de funciones y
una determinada descentralización administrativa.
• Desconcentración: supone la delegación estatal en órganos territoriales, que al no suponer
la transferencia de la competencia, podrá ser revocada.
• Descentralización: de contenido administrativo o de gestión, que determina la transferencia
a órganos territoriales menores (municipios, provincias) de competencias que faciliten la
gestión de sus propios intereses; lo que no determina que cuenten con un “gobierno
propio”, pero les faculta para elaborar normas que, siendo desarrollo de las Leyes del
Parlamento y jerárquicamente subordinadas, sean precisas para la ejecución de las
competencias transferidas. Está orientada a facilitar la gestión del Estado en ámbitos
territoriales reducidos y permitir cierta participación ciudadana en los asuntos que le son
más próximos.
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poderes, cuyos órganos se verán limitados por la propia delimitación de su territorio, generando su
propio ordenamiento jurídico, que pasará a formar parte del ordenamiento jurídico del Estado.
Esta complejidad normativa conlleva la aparición de conflictos entre las normas del Estado
Federal y las de los Estados federados, lo que ha supuesto:
• De un lado, la necesaria distribución de competencias, siendo habitual reservar al Estado
Federal las que tratan sobre materias de mayor relevancia o que mayor repercusión van a
tener sobre el conjunto de la sociedad: política exterior, el mando supremo de la Fuerzas
Armadas, la regulación del sistema monetario, postal y de comunicaciones, política
económica.
• Por otro lado, el necesario establecimiento de una instancia que asuma la competencia de
dirimir los conflictos normativos, como es el caso del Tribunal Supremo (EEUU), o del
Tribunal Constitucional Federal (Alemania).
• Por último, prever mecanismos que, desde la norma, se dirijan a dar solución a este tipo de
conflictos, como ocurre con las denominadas cláusulas de prevalencia de las normas de
los órganos centrales del Estado sobre aquellas que emanan de los Estado federados
(salvo que se trate de materias de competencia exclusiva de éstos).
El “Estado Regional” italiano y el “Integral” español, fueron parámetro del constituyente español a
la hora de configurar a España como el Estado de las Autonomías, estableciéndose, desde la
Constitución española de 1978, dos tipos de Comunidades Autónomas: las históricas, de
autonomía plena, asumiendo el máximo techo competencial previsto por la Constitución; y las
Comunidades Autónomas de autonomía limitada, que habrán de ir ampliando sus competencias
hasta alcanzar el mismo nivel que las históricas.
Desde 1992, los dos partidos mayoritarios acordaron ampliar la autonomía de éstas últimas
Comunidades Autónomas, lográndose cada vez mayor equiparación de ambas, sin llegar a una
total simetría, por sus diferencias. Desde el 2004, diversas Comunidades Autónomas se han
fijado como objetivo la reforma de sus Estatutos, dirigido a ampliar sus competencias, así como a
conquistar el establecimiento de un Estado Federal.
Ahora bien, lejos de estas pretensiones se encuentra las del País Vasco, pues a través de sus
órganos de gobierno lo que trata de promover es su independencia del Estado español.
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3. EL SISTEMA PARLAMENTARIO
3.1. Caracteres
En oposición a la interpretación rígida del principio de separación de poderes en el sistema de
gobierno presidencialista, el sistema parlamentario de gobierno determina una interpretación
flexible de ese mismo principio, lo que deriva, en relaciones de colaboración e interacción entre los
poderes Legislativo y Ejecutivo.
El sistema parlamentario de gobierno ha sido adoptado tanto por Repúblicas: Alemania, Italia o
Francia. Como por Monarquías: Reino Unido, España, Bélgica, Holanda, o Suecia, siendo, en
ambos supuestos, el titular del Gobierno distinto al titular de la Jefatura del Estado, es decir, del
Rey, en la Monarquía, o el Presidente, en la República. Modelos que presentan una serie de
características comunes a todos ellos:
• La titularidad de la Jefatura del Estado y la Jefatura del Gobierno corresponden a personas
distintas.
• El Gobierno, en su consideración de órgano colegiado integrado por el Presidente del
Gobierno (o Primer Ministro) y los Ministros, precisa para su existencia y subsistencia, de
la confianza del Parlamento, que se materializa, en el momento de su formación, y a través
de los mecanismos de exigencia de responsabilidad política. La retirada de la confianza
parlamentaria, o por no aprobación de una cuestión de confianza, o la aprobación de una
moción de censura, determina la dimisión, en la mayoría de los casos, del propio Gobierno.
El Gobierno responde política y solidariamente ante el Parlamento, como órgano
colegiado, también es habitual que cada miembro del Gobierno responda individualmente
de la política de su Departamento ante el Parlamento. Hay que decir, sin embargo, que en
España no existe todavía ningún mecanismo que haga posible la exigencia parlamentaria
de la responsabilidad individual de los miembros del Gobierno, a excepción de su
Presidente.
• El Gobierno asume la facultad de poder proceder a la disolución del Parlamento, y con ello,
a la posibilidad de someter la continuidad de su actividad política ante el cuerpo electoral.
• El Parlamento controla la acción del Gobierno a través de lo que se ha venido a denominar
como "actividad rogatoria", es decir, mediante preguntas, interpelaciones, proposiciones no
de ley, mociones, o Comisiones de investigación. Y así mismo, participa en la dirección
política estatal, mediante el ejercicio de la función legislativa.
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• El Gobierno, participa en las funciones propias del Poder Legislativo, posee iniciativa
legislativa, que dependiendo del ordenamiento jurídico goza de tramitación preferente
respecto de las iniciativas legislativas parlamentarias, como sucede en el caso español.
Suele ser habitual, que el Presidente del Gobierno tenga la condición de parlamentario, de
ordinario, se propone como candidato a la Jefatura del Gobierno al líder de la fuerza
política que mayor representación haya obtenido en las Cámaras parlamentarias, siendo
las elecciones parlamentarias, una especie de "elecciones indirectas" a la Jefatura del
Gobierno.
• Por otra parte, si bien en el sistema parlamentario de gobierno la confianza del Parlamento
es necesaria en cualquier caso, puede ocurrir que el Gobierno precise, además, de la
confianza del Jefe del Estado. A estos efectos se han venido a distinguir:
a) El parlamentarismo monista: el Gobierno únicamente precisa de la confianza del
Parlamento. Es característico de las Monarquías parlamentarias actuales, así como
de las Repúblicas donde el Jefe del Estado es designado mediante elección
parlamentaria, como sucede, por ejemplo, en Italia o Alemania. En estos supuestos,
el Jefe del Estado, asume la funciones de representación y símbolo del Estado,
precisando para la validez de sus actos de la institución del refrendo ministerial,
siendo, el órgano refrendante quién asume la responsabilidad que se derive del
acto del Jefe del Estado, Rey o Presidente.
b) El parlamentarismo dualista o de doble confianza: donde el Gobierno necesita la
confianza del Parlamento y del Jefe del Estado. Modelo propio de las Repúblicas
donde el Jefe del Estado se elige por el cuerpo electoral mediante sufragio
universal, como ocurre, por ejemplo, en Francia y Portugal. Es por ello que, en
estos supuestos, el Jefe del Estado asume importantes y efectivas funciones,
especialmente en política internacional, no precisando algunos de sus actos del
refrendo ministerial.
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4. EL SISTEMA DE ASAMBLEA
El sistema de Asamblea se caracteriza por la concentración de poderes en el Parlamento reunido
en Asamblea o Convención. La Asamblea, en la que se concentran los poderes del Estado,
únicamente responde ante el cuerpo electoral. La dificultad de que un órgano tan numeroso lleve
a cabo alguna de sus funciones, ha llevado a la Asamblea a nombrar un Comité, dependiente de
ella, al que delega, la ejecución de sus competencias.
El Comité se configura como un órgano dependiente de la Asamblea, y que puede ser revocado
por esta.
Este modelo de sistema de gobierno ha imperado, fundamentalmente, en momentos de crisis, así
como en los procesos constituyentes que han sido el resultado de procesos revolucionarios. Por
ello fue establecido por la Constitución francesa de 1793, además, de en los períodos
constituyentes franceses de 1848, 1871 y 1945-1946.
Una variante de este modelo se encuentra presente, en la actualidad, en Suiza, cuya Constitución
de 1848, reformada en 1874, establece el sistema de asamblea como sistema de gobierno
mediante el que pretende hacer efectiva la limitación del poder político y la defensa de los
derechos y libertades de los ciudadanos, que, se diferencia de los sistemas presidencialista y
parlamentario, y que se caracteriza por los siguientes rasgos:
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"Soberanía popular" se identifica hoy con el concepto de "soberanía nacional"; sólo el pueblo, del
que emanan todos los poderes del Estado, es su titular.
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El "cuerpo electoral" es el órgano constitucional originario del Estado, a través del cual se expresa
la voluntad popular y se eligen los representantes (Álvarez Conde).
El sufragio es concebido como un derecho, como una función y como un deber.
La Constitución Española caracteriza el sufragio como universal, libre, igual y secreto. Para todas
las elecciones, salvo las provinciales, es además directo. La ley Electoral añade que es personal y
singular.
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Hay dos tipos de fórmulas de proporción: la del resto mayor y la de la media mayor. De esta
última, a su vez, se emplean dos variantes: la de D’Hondt (utilizada en España) y la de Sainte-
Lagüe.
2º. Obtenido el cociente electoral, se dividen por él los votos de las candidaturas. Los nuevos
cocientes equivalen a los escaños que cada uno gana.
Lista A: 42.000
Lista B: 33.000
Lista C: 19.000
Lista D: 6.000
4º. Si no quedan repartidos todos los escaños, (de los 10 escaños se han cubierto 8), los
sobrantes son adjudicados a las listas con resto mayor, siendo estas C y D. El reparto final
es de:
Lista A = 4 escaños
Lista B = 3 escaños
Lista C = 2 escaños
Lista D = 1 escaño
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2º. Se reparten los escaños entre las candidaturas que obtengan los cocientes mayores.
Votos obtenidos:
Lista A: 168.000
Lista B: 104.000
Lista C: 72.000
Lista D: 64.000
Lista E: 40.000
Lista F: 32.000
Nº de escaños a repartir: 8
Se divide el nº de votos por la serie de nº naturales hasta el nº 8 que es el nº total de escaños a
cubrir:
División 1 2 3 4 5 6 7 8
Lista A 168.000 84.000 56.000 42.000 33.600 28.000 24.000 21.000
Lista B 104.000 52.000 34.666 26.000 20.800 17.333 14.857 13.000
Lista C 72.000 36.000 24.000 18.000 14.400 12.000 10.285 9.000
Lista D 64.000 32.000 21.333 16.000 12.800 10.666 9.142 8.000
Lista E 40.000 20.000 13.333 10.000 8.000 6.666 5.714 5.000
Lista F 32.000 16.000 10.666 8.000 6.400 5.333 4.571 4.000
El Derecho Parlamentario se define como "el conjunto de normas que regulan la organización y
funcionamiento de las Cámaras parlamentarias, entendidas como órganos que asumen la
representación popular en un Estado constitucional y democrático de Derecho y el ejercicio de sus
funciones supremas".
El Derecho Parlamentario encuentra su fundamento y límite en la Constitución, en su art. 72
otorga a las Cámaras que integran nuestras Cortes Generales determinadas potestades.
La autonomía parlamentaria se convierte, en el fundamento del Derecho Parlamentario,
configurándose como el instrumento que garantiza la libre actuación del Parlamento en el ejercicio
de sus funciones institucionales, protegiéndole de las posibles intromisiones que se pudieran
originar por parte de los demás poderes públicos.
La soberanía del Parlamento ha supuesto la posibilidad de considerar que la autonomía
parlamentaria alcanza a la autonomía jurisdiccional, denominada por la doctrina italiana autodiquía
o autocrinía. Es una concepción insostenible en la actualidad de los Estados democráticos de la
Europa continental, en los que se ha superado el modelo histórico de Parlamento soberano, pues,
la soberanía reside en el pueblo.
El modelo de Parlamento actual, está sujeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico
del Estado.
Aparece una nueva concepción de la autonomía parlamentaria entendida como el instrumento que
garantiza la independencia de las Cámaras en la consecución de sus fines institucionales, que
son: las potestades legislativa, presupuestaria y controladora del Gobierno (art. 66.2).
El Derecho Parlamentario, es una disciplina jurídica que se integra en otra más amplia, el Derecho
Constitucional, que a su vez, forma parte del ordenamiento jurídico del Estado al que la
Constitución, dota de unidad.
2. UNICAMERALISMO Y BICAMERALISMO
2.1. Origen, evolución y transformación del bicameralismo
El origen remoto del bicameralismo nos lleva a los Parlamentos medievales de Polonia, Hungría,
Bohemia y, sobre todo, de Inglaterra, donde una Cámara incluye a la alta nobleza y al alto clero,
mientras que la otra incluye a los demás estamentos privilegiados, la burguesía, derivando en un
modelo bicameral (Cámara de los Lores y Cámara de los Comunes). Un modelo que se impone
en Europa tras la Revolución Francesa y que es asumido por la Constitución de los EEUU de
1787.
La fundamentación teórica puede encontrarse ya en la doctrina montesquiniana de la división de
poderes, en la que el Parlamento, como órgano de poder mas importante, debía estar dividido en
dos Cámaras que se frenaran mutuamente e integraran en su seno estamentos distintos, poderes
sociales y políticos diferentes.
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Funciones:
1. Representación de la Cámara.
2. Dirección de los debates, concediendo y retirando la palabra.
3. Ejercicio de la disciplina parlamentaria.
4. Ejercicio de la autoridad administrativa y orden público.
5. Participación, junto a la Mesa y, en su caso, a la Junta de Portavoces, en la fijación del
orden del día del Pleno.
6. En España, el presidente del Congreso de los Diputados dirige las consultas regias previas
a la propuesta del candidato a la Presidencia del Gobierno y la refrenda.
7. Hace cumplir el Reglamento Parlamentario, y en España, lo interpreta en caso de duda y lo
suple en supuestos de laguna normativa.
8. Preside cualquier Comisión y convoca y preside el Pleno y la Mesa.
3.1.2. La Mesa
Es un órgano colegiado integrado por el Presidente, los Vicepresidentes y los Secretarios de la
Cámara, en número variable de un país a otro, e incluso, dentro de un país, de una Cámara a
otra.
La Mesa del Congreso de los Diputados se integra por:
• Presidente
• 4 Vicepresidentes
• 4 Secretarios
La Mesa del Senado está formada por:
• Presidente
• Vicepresidentes
• Secretarios
La elección de sus miembros será a través del sistema de mayoría de voto limitado, es decir, cada
parlamentario escribirá un solo nombre en la papeleta (2 en la elección de los Secretarios del
Senado). Siendo elegidos los que obtengan mayor número de votos.
Funciones:
1. Asistencia al Presidente
2. Participación en la fijación del orden del día
3. Calificación de los escritos presentados a la Cámara a fin de darles la tramitación jurídica
oportuna.
4. Distribución del trabajo parlamentario entre las diversas Comisiones.
COMPOSICIÓN
Los Grupos Parlamentarios deben tener una cantidad mínima de miembros. En España los
estatutos del Senado han mantenido la cifra de 10 como mínimo. En cambio, el número ha
cambiado varias veces en el Congreso.
Hay dos clases de miembros:
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EXTINCIÓN
Los Grupos Parlamentarios se pueden extinguir por las siguientes causas:
a) Por disolución, debida bien a un acuerdo de sus miembros, o bien por abandono de alguno
de ellos, quedando entonces el grupo parlamentario por debajo del límite permitido
b) Por término de la legislatura, cuando finaliza la legislatura o el Parlamente se disuelve los
grupos parlamentarios se extinguen. En España, nuestra Constitución admite la
subsistencia de los grupos parlamentarios en lo que sea necesaria a efectos del
funcionamiento de las Diputaciones Permanentes.
FUNCIONES
Las funciones que cumplen los grupos en las Cámaras afectan a todo el funcionamiento y
organización de éstas. Generalizando, compete a los grupos parlamentarios:
a) El estudio de los proyectos antes de su discusión en el Pleno o en la Comisión.
b) La solicitud de debates.
c) La iniciativa legislativa.
d) Todas las funciones atribuidas a los miembros parlamentarios individuales.
El Derecho constitucional clásico atribuía a los miembros individuales de la Cámara la iniciativa
legislativa, pero este principio evolucionó. La Constitución española no habla explícitamente de la
iniciativa legislativa de los grupos parlamentarios; pero los estatutos de las Cámaras extienden a
ellos la iniciativa que corresponde a éstas.
NATURALEZA JURÍDICA
Los grupos parlamentarios son asociaciones privadas investidas de funciones públicas. Lo
determinante de su naturaleza jurídico-privada es precisamente esa voluntariedad de su
constitución, conservación y extinción, difícilmente armonizable con la naturaleza de los órganos
estatales.
Sin embargo, el Grupo Mixto, no se constituye libremente, sino por mandato estatutario y alberga
a parlamentarios pertenecientes a partidos políticos enfrentados y puede pervivir con menos
miembros del mínimo permitido para los demás grupos. RESCIGNO considera a este grupo, más
que como grupo, como un mero expediente técnico idóneo para obviar los inconvenientes de la no
agrupación de todos los miembros de la Cámara.
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El parlamentario español actúa y vota en las Cámaras alineado con su grupo y comandado por el
portavoz.
Los preceptos constitucionales que prohíben el mandado imperativo no significan otra cosa
(importantísima, sin embargo) que una garantía que protege al parlamentario individual en el
supuesto de que se separe de la disciplina de su grupo e incluso de que lo abandone para
integrarse en otro.
Las consignas de los partidos políticos a través de los grupos parlamentarios vienen a equivaler a
las instrucciones del antiguo mandato imperativo y que la indisciplina se paga con la exclusión de
las candidaturas en las siguientes elecciones. Jurídicamente hablando, el partido político y el
grupo parlamentario no pueden cesar a “sus” diputados, ni directamente ni expulsándolos antes
del partido, como lo ha expresado el Tribunal Constitucional, no sólo por el derecho que asiste al
representante de mantenerse en el cargo por toda la duración del mismo sino también en razón al
derecho de los electores de que su representante no pueda ser removido el cargo para el que
ellos lo han elegido.
La relación representativa, en los términos jurídico-formales actualmente vigentes, se establece
entre el electorado y el diputado.
Las pautas en la relación representativa desde el punto de vista político son:
1. Los partidos presentan a las elecciones programas y candidatos y permanecen durante los
periodos interelectorales abiertos a las demandas sociales.
2. Los electores orientan sus votos por esos programas y equipos personales más que por
los candidatos individualmente, y más si son listas cerradas y bloqueadas como en
España.
3. La excepción existe en las elecciones municipales, donde tiene mucha relevancia la
personalidad de los candidatos a alcaldes.
4. Se espera que el diputado elegido sea coherente con todo el proceso preelectoral y
electoral.
Se habla de crisis del Parlamento, pero lo que se está produciendo es una verdadera mutación
constitucional en la relación representativa desde el punto de vista político, debido a la
supremacía de los partidos, la “partidocracia”, que dicen que significa la expropiación del poder
institucional por los partidos políticos. El Parlamento ya no pretende ser el templo de la razón,
como en el decimonónico, sino el escenario de una “representación” política en la que los
individuos y los grupos interpretan un “papel” dirigido abiertamente al electorado para intentar
captar su voto, de ahí la importancia de la publicidad y de los medios de comunicación social.
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El incumplimiento por parte del Gobierno del programa, por el que obtuvo la confianza,
únicamente puede hacerse valer a través de los mecanismos que hacen posible al
Parlamento controlar la actividad del Gobierno y exigirle la responsabilidad política que se
deriva de su actividad, únicamente podría hacerse valer mediante la interposición de una
moción de censura.
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cuando se trate de delito de traición o de delitos contra la seguridad del Estado cometidos en el
ejercicio de sus funciones, así como la exclusión de la prerrogativa de gracia.
5. CUESTIÓN DE CONFIANZA
Es una modalidad de control mediante la que el Parlamento puede exigir responsabilidad política
al Gobierno, sustanciándose a iniciativa de este último. Es decir, el Gobierno puede, mediante la
cuestión de confianza, someter al enjuiciamiento del Parlamento su propia continuidad que así
condiciona a la aprobación parlamentaria de un proyecto de ley o declaración o decisión política,
dependiendo, en cada caso, de lo establecido por cada ordenamiento jurídico.
La cuestión de confianza, puede ser, de este modo, utilizada como un instrumento mediante el
que el Gobierno puede presionar al Parlamento para que dirija su actuación en un determinado
sentido. Es pues, una modalidad de control propia de los Gobiernos de coalición o de los
minoritarios, si el Gobierno se encuentra fuertemente respaldado en el Parlamento no precisará de
la renovación de la confianza de la Cámara, cuenta, de antemano, con ella.
La cuestión de confianza ha sido, a su vez, regulada de forma análoga en los distintos
ordenamientos jurídicos, aunque, es lo cierto, que se observan peculiaridades propias en cada
uno de ellos:
El caso francés. El Primer Ministro, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear
una cuestión de confianza ante la Asamblea Nacional, comprometiendo, con ello, su
responsabilidad política por propia iniciativa:
a) Sobre su programa de gobierno o una declaración de política general.
b) Sobre un proyecto de ley, que se considerará aprobado si en el plazo de veinticuatro horas
no se presenta una moción de censura por parte de la oposición.
De este modo, la Constitución francesa hace posible la aprobación de un proyecto de ley y su
conversión en ley, sin haber sido formalmente tramitado ni votado en/y por el Parlamento. Por otra
parte, el Primer Ministro francés, en caso de pérdida de la cuestión de confianza, podrá optar
entre dimitir o solicitar al Presidente de la República que proceda a la disolución de la Asamblea
Nacional, aunque sea la disolución de la Asamblea Nacional una prerrogativa personal del
Presidente de la República.
El ordenamiento alemán, por su parte, configura la cuestión de confianza como el instrumento
que puede utilizar el Canciller para evitar la aprobación de una moción de censura, así como para
presionar al Parlamento disciplinando a la mayoría parlamentaria. Así es:
• Corresponde al Canciller, sin necesidad de que exista previa deliberación del Consejo de
Ministros, la propuesta de la cuestión de confianza ante el Bundestag o Cámara Baja.
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• Reino Unido, Italia, Alemania o España, atribuyen al Jefe del Gobierno la función efectiva
de la disolución del Parlamento, aunque, por cortesía constitucional, se asigne como
función al Jefe del Estado, correspondiendo, a éste último, la disolución formal de las
Cámaras legislativas. Así mismo, Alemania y España, contemplan junto a los supuestos de
disolución voluntaria del Parlamento, otros de disolución automática. Como ocurre en el
caso de que ninguno de los candidatos propuestos a la Jefatura del Gobierno consiga ser
investido por la Cámara Baja. Así mismo, España prevé la disolución automática cuando
se proceda a una reforma constitucional a través del procedimiento agravado previsto en el
artículo 168, en tanto dicho procedimiento de reforma deberá efectuarse a través de dos
Cortes sucesivas.
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