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El manejo de la imagen pública es, hoy en día, un factor esencial para el éxito de
una organización o una figura pública. El proceso de globalización económica e
informática mundial obliga a las organizaciones modernas (empresas, partidos
políticos, etcétera) y figuras públicas (políticos, empresarios, artistas) a ser
conscientes, racionales y agresivas en la planeación, control y cambio de la
percepción que los diferentes públicos tienen sobre ellas. El no considerar la
importancia de este aspecto puede llevar a la organización y a una figura pública
no sólo a la pérdida de su reputación, sino a su desaparición misma del ámbito
público.
A los elementos básicos de Imagen Pública se les llama signos identificadores, los
cuales serán omnipresentes en todos los aspectos visuales de la corporación o de la
figura pública para permitir proyectar la identidad organizacional o personal,
según sea el caso. Estos elementos básicos deberán ser congruentes y tener su
fundamento en la identidad de la organización o de la persona. De esta manera, la
organización o la figura pública estarán comunicando constante y eficazmente su
identidad, haciéndola presente, coherente y congruente, en todas sus
manifestaciones (verbales, físicas, de acciones, actitudes y comportamiento).
Esto quiere decir que los encargados de las relaciones públicas de las diversas
organizaciones (públicas y privadas) y todos los que trabajan profesionalmente
con la comunicación organizacional, la publicidad, la mercadotecnia y el clima
organizacional de estas organizaciones deben participar conjuntamente en la
creación de un Plan Integral de Identidad e Imagen Corporativa, de tal forma que
juntos elaboren ese código de elementos básicos que le permitan a la organización
lograr una univocidad en sus diversas manifestaciones y una real omnipresencia.
Aquí es necesario hacer notar, hablando del factor financiero que hoy en día
mueve a la mayoría de las decisiones organizacionales, que el valor de la acción de
una empresa no sólo está determinada por su desempeño económico y por factores
exógenos diversos, sino también por la percepción que de ella tienen los
potenciales inversionistas. Una empresa con una reputación cuestionada (sea por
razones del manejo gerencial, de descuidos ecológicos, de su falta de
responsabilidad social o cualquier otra razón) será una empresa con problemas de
imagen corporativa y, por consiguiente, una empresa con altas posibilidades de ser
despreciada por los personajes del mundo financiero.
Estamos ya en el siglo XXI, una época que nos ha empujado de lleno a la era de la
información. El éxito de una institución, corporación, empresa o figura pública
cualquiera depende ya de su acertado y profesional manejo de Imagen Pública.
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