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PROLOGO En cierto sentido, la historia de Eva est4 en el corazén mismo del concepto de Mujer en la civilizacién occi- dental. En el relato del Génesis, ella es el personaje cen tral del drama que se desarrolla en el Jardin del Edén. Sus acciones precipitan la cafda desde la unidad y la armonia con Dios hasta e] desconocimiento y el peca- do, hasta la condicién humana de conocimiento y de conciencia sexual, asf como a las duras realidades del nacimiento, el trabajo y la muerte. Pero su historia no termina allf. Eva también es Cada Mujer, la mujer pro- totipica, todas las de su sexo que atin estan por venir. Y, como Cada Mujer, sus acciones en el Génesis hacen que en las religiones occidentales sea considerada como un problema especial, que exige medidas especiales para lograr su salvacién. Vemos asi que Eva es parte viva de las historias cul- tural y social de los pueblos influidos por su caracteri- zacion en el Génesis. La historia de Eva, junto con otras historias, otras imagenes, otras ideas, forja una ideologia occidental de las mujeres. En el desarrollo de la historia de este tema, continuamente retocada y reinterpretada no sdlo en la teologfa sino también en la cultura, la mu- sica, la literatura, el derecho y la costumbre social, se revelan la naturaleza y el destino de la Mujer en el mun- do occidental. Seguir los pasos de Eva es descubrir mu- cho acerca de la identidad que se les ha impuesto a las 10 PROLOGO mujeres en la civilizacion occidental. Quien quiera com prender ala Mujer, deberd arreglarselas con Eva Pero, gcual Eva? Los estudios biblicos modernos con sideran las interpretaciones mAs antiguas de Eva como pristinos ejemplos de etsegesis: es decir, atribuir al texto las propias ideas y prejuicios del intérprete. La verda dera Eva es la Eva del Génesis, y nos la revelara una exégesis fiel del relato biblico, que se concentre en el sentido histérico, literario y teol6gico de los propios ver- siculos y se niegue a imponerles una visién particular de la naturaleza y el destino de la mujer. La historia de la interpretacién de Eva, sostienen los estudiosos mo- dernos, es en gran parte una historia de mala interpre- tacién y malicia, que tiene poco que ofrecer para una comprensién de la Eva del Génesis. Suponiendo que la auténtica Eva, si se la descubrie- ra, fuese réalmente tan distinta de las demas, la pre- tensién de objetividad de los estudiosos contempordneos plantearia una dificultad particular a los creyentes. El Talmud, el Corén, el Hadith, asi como el Nuevo Testa- mento y el dogma cristiano han intervenido entre in- térprete y texto para imponer interpretaciones religiosas particulares a los versiculos del Génesis. Si los lectores son cristianos, judfos o musulmanes, alguien les ha lef- do ya la historia de Eva. Estas lecturas, si se las pone al lado de una interpretaci6n objetiva del texto del Gé- nesis, resultan ser una parte de la historia de las falsas interpretaciones de Eva. Insistir en que simplemente descubramos y luego nos limitemos a la intencién or yinal del autor del Génesis es desafiar la integridad de la trad Palabra 6n religiosa y la unidad y autoridad de la «ci aa ana tla pi ts asinine tnendinaicaemeny a siattatnnare pate es eee PROLOGO iW Se puede decir que semejante desafio es necesario para la iglesia, la mezquita y la sinagoga; y tratar de re- velar el sentido del autor, libre de toda interpretaci6n tendenciosa, es uno de los objetivos de este estudio. Pero si queremos llegar a un entendimiento de la cultura oc- cidental, es mas importante examinar la historia de la falsa interpretacién de Eva. Es esta Eva falsamente in- terpretada, y no la Eva de los estudios modernos, la que ha desempefiado un papel importante en el drama de la historia. En nuestra exégesis de la mujer prototipica de la civilizacién occidental, es mAs importante poner la Eva de la religién occidental en su lugar como parte de la historia de una idea, que rescatar a la verdadera Eva de las falsas interpretaciones de su historia. Nuestro cometido es, entonces, interpretar las inter- pretaciones y hacer exégesis de las exégesis. Este estudio debera analizar los motivos y —porque esta es, por ne- cesidad, historia moral— las motivaciones. Prestaremos dedicada atencién a lo herético, a lo heterodoxo, cuando revele la verdadera faz de la ortodoxia misma 0 nos su- giera un modo de resolver un dilema. También enfo- caremos las metodologias contra sus practicantes, y preguntaremos a cada uno, por turno: ¢Por qué es tan importante para este tedlogo o aquel poeta, este pintor o aquel psicoanalista, recontar la historia precisamente de esta manera? Y cuando Ileguemos al fin de esta his- toria de Eva en la tradicién occidental, habremos de pre- guntarnos si hay alguna via de escape para clla. Primera Parte LA CREACION En el principio cred Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo caético y vacfo, y tinieblas cubrian la superficie del abis- mo, mientras el espiritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: ‘‘Haya luz’, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y separé Dios la luz de Jas tinieblas. Llam6é Dios a la luz ‘‘dia’’, y a las tinieblas llam6 ‘‘noche’’. Y atardecié y amanecié el dia primero. Dijo Dios: ‘‘Haya un firmamento en medio de las aguas, que las esté separando unas de otras.’’ Y asf fue. E hizo Dios el firmamento y separé las aguas que hay debajo del firma- mento, de las aguas que hay encima del firmamento. Génesis, 1:1-7 Dijo Dios: ‘‘Hagamos el hombre a imagen nuestra, segdn nuestra semejanza, y dominen en los peces del mar, en lag aves del cielo, en los ganados y en todas las alimafias, y en toda sierpe que serpea sobre la tierra."’ Y creé Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios lo creé; macho y hembra los creé. Y los bendijo Dios y les dijo: ‘‘Sed fecundos y multiplicaos, y Henad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre Ja tierra.”’ Génesis, 1:26-28 16 LA CREACION Dijo luego Yahvéh Dios: ‘‘No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada."’ Y Yahvéh Dios forms del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los levé ante el hombre para ver cémo los Hama- ba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hom- bre le diera. El hombre puso nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del carnpo, mas para el hombre no encontré una ayuda adecuada. Entonces Yah- véh Dios hizo caer un profundo suejio sobre el hombre, el cual se durmio. Y le quité una de las costillas, rellenando el vacio con carne. De la costilla que Yahvéh Dios habia tomado del hombre formé una mujer, y la llevé ante el hombre. Enton- ces éste exclamé: “Esta vez sf que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta sera llamada varona, porque del varén ha sido tomada."’ Génesis, 2:18-23 El hombre Ilamé6 a su mujer ‘‘Eva"’, por ser ella la madre de todos los vivientes. Génesis, 3:20 I. LA MADRE DE ‘TODOS LOS VIVIENTES Las pristinas respuestas a la gran pregunta: ‘3De dénde?"’ reiteran todas, en diversas formas, la misma idea: del cuerpo de la diosa primordial sur- gid el mundo-huevo, o nacié la tierra; o bien, fue el propio cuerpo de la diosa el que proporcioné el material de que se formé la tierra. Asf las cos- mogonfas mas antiguas, como el culto mas anti- guo de deidades concretamente representadas, empiezan, tipicamente, con una diosa primor- dial." LA DIOSA MADRE de las antiguas religiones del Me- dio Oriente, fuese cual fuese su nombre, recibfa culto y honores con el titulo de ‘‘La Madre de todos los Vi- vientes’’. Segtin el Génesis, éste es el significado de Jav- vah o Eva, el nombre dado por Adan a la primera mujer. Aunque los escritores del Génesis ‘‘desmitolo- gizan por completo la funcién de la diosa’’,? de modo que aparezca simplemente como mujer, Eva esta rela- cionada por su nombre con los primeros intentos de la humanidad por expresar la naturaleza de la Mujer, ‘“‘lo ' Raphael Patai, The Hebrew Goddess (Filadelfia, KTAV, 1976), pp. 15-16 ? Isaac M. Kikawada, ‘Two Notes on Eve’’, Journal of Biblical Lit- erature 91 (marzo de 1972), p. 35. ' 17 18 LA CREACION como concepto religioso, y los orfgenes mis- ‘Tras el femenino’ mos de la conciencia humana de lo sagrado. personaje de Eva’’, dice Isaac Kikawada, ''proba- blemente se ocultaba la figura de la creadora 0 Diosa Madre’’.® La historia de Eva, insisten las Sagradas Es- crituras, es la historia de una simple mujer, aunque fue- se la primera. Mas la historia de Eva también es la historia del desplazamiento de la Diosa, cuyo nombre fue tomado de una forma del verbo hebreo ‘‘ser’’, por el dios masculino, Yahvéh, cuyo nombre tiene la misma derivaci6n.* No podemos comprender la historia de Eva sin verla como una Diosa-Creadora depuesta y en realidad, en cierto sentido, como la creaci6n misma. La primera mujer ‘‘recibe algunos de los atributos de la creadora ademas del caracter de criatura y, de este mo- do, se le sobreimpone una imagen transparente’’.> En el Génesis, el Yahvéh masculino es quien crea el mun- do, y no la Madre de todos los Vivientes. ;Qué signifi- ca esto acerca de la imagen transparente de Eva y de su historia? Los grandes relatos de Ja creacién en las antiguas cul- turas del Medio Oriente tienen, al menos, dos cosas im- portantes en comin: todos ellos tratan de la iniciacién y la conservacién humana, de la obtencién de funda- mentos religiosos y cosmolégicos para la polis; y todos presuponen o describen luchas por el poder entre dei- > Tbid.. 34. Véase también Kate Millet, Sexual Politics (Garden City, N J., Doubleday, 1970), p. “«\\ La figura de Eva, como la de Pando ra, tiene rastros rudimentarios de una derrocada diosa de la fertilidad."” * Véase Exodo, 3:13-14 ° Kikawada, ‘Two Notes on Eve’’, p. 35. maa eee & t LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES. 19 Una diosa, probablemente Afrodita, saliendo del mar: cerca de 470 a.c. Del respaldo marméreo del Trono Ludovici, Sicilia, o sur de Italia. (Con autorizacién del Museo Nazionale Ro- mano; fotografia de la Soprintendenza Archeologia di Roma.) dades masculinas y femeninas, en las que habitualmen- te las deidades masculinas acaban por vencer. Dirfase que los escritores creyeron que la civilizaci6n no pudo empezar o sostenerse hasta que lo femenino, como po- der religioso preponderante, hubiese sido dominado y domesticado. Sabemos que esto es lo que ocurrié en los albores de la civilizacién griega, cuando las poderosas deidades femeninas con sus benignos consortes fueron suplantadas por los regfmenes cada vez mas masculi- nos de los uranianos y los olimpicos. Dioses que crea- ban remplazaron a las diosas que procreaban y go- bernaban los ciclos de nacimiento y muerte y las estaciones. De manera similar, la saga mesopotamica de la crea- 20 LA CREACION cién, el Entima elish, narra la destrucci6n de la terrible ‘Tiamat, madre-dragén de toda la creacién, en la cata- clfsmica lucha con Marduk, él joven dios-guerrero que ha conquistado para sf Ja potencia y la lealtad de las otras deidades. Cuando por fin logra vencer a la traidora Tia- mat, él crea el mundo dividiendo su cad4ver entre la tierra y el cielo; ella misma se convierte en la materia primordial del Universo.® Los relatos de la creacién que provienen del Medio Oriente empiezan, por regla general, con una teogonfa, es decir, con el origen de los dioses, la genealogia de las deidades que precedicron el nacimiento del mundo y de la humani- dad; y nos hablan del antagonismo entre este dios y aquél, de la friccién que surgié de estos choques de voluntades, y de ingentes guerras que fueron entabladas por los dio- ses. Ellos vincularon la génesis del mundo con la génesis de los dioses y con las hostilidades y guerras entre ellos, e identificaron las diversas partes del universo con ciertas deidades 0 con ciertas partes de sus cuerpos.’ Por otra parte, la mayorfa de los expertos en el Anti- guo Testamento dicen que esto no ocurre en la historia de la creacién que aparece en el Génesis. Empero, en los primeros versfculos encontramos la afirmacién de que la tierra era tohu-wa-bohu, ‘‘algo caético y vacfo’’. Tohu se relaciona con el extranjerismo hebreo tehom, las ® Alexander Heidel, The Babylonian Genesis, 2a. ed. (Chicago, Uni- versity of Chicago Press, 1951). El texto del Entma elish también esté incluido en James B. Pritchard, comp., Ancient Near Eastern Texts Relat- ing (o the Old Testament, 3a. ed. (Princeton, Princeton University Press, 1969 " Uinberto Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis, Primera parte (Jerusalén, Magnes Press, Universidad Hebrea, 1961), p. 7. LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES 2 “*profundidades’’ 0 el caos-océano celestial que es con- tenido por la ‘‘expansién’’ (lo que la King James Version de la Biblia lama el ‘‘firmamento’’), para que no des- truya toda la creacién; Tehom, asu vez, se relaciona con ‘Tiamat, la hembra informe, oscura y amenazadora del Enima elish.® En algun lugar recéndito de la memoria de los autores del Génesis se encontraba el mundo de Tiamat, de tinieblas y tormentas, y el relato del dios- guerrero masculino que crea el cosmos a partir del caos, dividiendo el cadAver del drag6n-madre como acto ini- cial de la creacién. Asi, la imagen transparente de Mar- duk queda sobreimpuesta a Yahvéh. Marduk combatiendo a Tiamat. En uno de sus apéndices, Tia- mat sostiene una luna en cuarto creciente, antiguo simbolo de la Diosa. Segtin un dibujo de Lagarde, de un sello cilin- drico asirio, fecha y procedencia desconocidas. (En Alfred Je- remias, Das Alte Testament im Lickte des Alten Onents, Leipzig, 1916, p. 36.) ® Heidel, The Babylonian Genesis, pp. 98-101, Alfred Jeremias, Das Alte Testament wm Lichte des Alten Orients (Leipzig, J.C. Hinrichs, 1916), p. 36 22 LA GREAGION Sin embargo, la teologia del Génesis no puede adimi- tir luchas primordiales entre deidades, porque no ha- bia deidades que lucharan; Dios es uno, y sélo él es divino. Ademas, el material del que crea al universo no es él mismo, ni algun otro material divino; crea a par- tir de la ‘‘nada’’: algo neutral, sin identidad religiosa. Las teologias judfa y cristiana insisten en la creatio ex ni- hilo, sosteniendo que, contra las ensefianzas del Eniéma elish, Dios no puede ser confundido con su mundo, es sustancialmente distinto de él. La mitologia de la Bi- blia socava asi la presuposicién de mitos anteriores acer- ca de la interpenetracién de lo humano y lo divino. Dios y la humanidad no se mezclan en Ia Biblia; permane- cen independientes, y hacen tratos entre si. En contraste con muchas deidades del antiguo Medio Oriente, el Dios de Israel no compartié su poder con una divinidad femenina, ni fue esposo 6 amante de ninguna. Dificil seria caracterizarlo si no fuese con epitetos mascu- linos: rey, sefior, amo, juez y padre. En realidad, la ausen- cia de un simbolismo femenino para Dios caracteriza al judafsmo, al cristianismo y al islamismo, en notable con- traste con las otras tradiciones religiosas del mundo.® El Génesis sostiene como incontrovertible e irreduc- tible la afirmacién de la religién hebrea de que Dios es uno: ‘‘Escucha, Israel: Yahvéh es nuestro Dios, sélo Yahvéh"’ (Deut., 6:4); ‘Yo soy Yahvéh, no hay ningun otro; fuera de mi ningtin dios existe”’ (Isafas, 45:5). El Gordan es igualmente inequfvoco: ‘‘Decid, Sl, Dios es ° Elaine Pagels, ‘The Suppressed Gnostic Feminism", The Naw York Reoew 26, mim. 18 (22 de noviembre de 1979), p. 42 LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES 23 uno. Dios, el impenetrable. No engendra ni es engen- drado; nadie es como él’” (Siva 112). Dios no sélo no tiene consorte con quien poder producir crias divinas 0 semidivinas, sino que su autocontenida masculinidad garantiza que no tenga vida sexual de ninguna especi El ‘‘no engendra’’: son las diosas las que engendran; sas hay una pluralidad real o potencial. E] Génesis ni siquiera prologa su historia en el propio concepto de d de la creacién refutando el concepto de deidades plura- les; sus autores dan por sentado que Dios es uno, y por tanto, var6n; var6n y por tanto uno. Puede decirse que esos autores dieron un paso mas alla del Eniima elish en la revolucién religiosa; se da aquf por supuesto que la Diosa ha muerto, y no hay ni siquiera un sangriento relato de la pre-creacién que hable de su fin. Tampoco vive ella en alguna otra forma como un universo vicia- do, por ejemplo, o como una semidiosa. Los autores del Génesis sustituyen los relatos de luchas divinas en- tre las deidades por la narracién de la creaci6n misma. Las que otras religiones consideraron como deidades son aqui destronadas y presentadas como simples criaturas: el sol, la luna, las estrellas, las plantas, los animales y la gente. Hasta en los sistemas religiosos dominados por varones, a menudo se conservaron deidades femeninas y se sancioné su culto, pero no aquf. Los brotes de cul- to de diosas (con su concomitante prostitucién en tem- plos) quedan proscritos como idolatria. Dios es uno, y para asegurar su unicidad, Dios es varén. Vemos asf que el Antiguo Testamento no puede su- gerir que haya otras divinidades con las que deba tra- tar la humanidad; sélo hay Dios. Sin embargo, lo que no es permisible como doctrina sf puede expresarse en pm en 24 LA CREACION la poesfa de la antigua liturgia, donde sirve para recor- darnos cl poder de Yahvéh. Yahvéh lucha continuamen- te contra el mal personificado como fuerzas y poderes femeninos: Tehom (Tiamat), RAhab, y Leviatan (Lo- than), nombres todos ellos del dragén caético de la tra- dici6n mesopotdmica y canaanita. éNo eres ti el que partié a Réhab, el que atravesé al dragén? éNo eres tii el que secé la Mar, las aguas del gran Océano? (Isafas, 51:9-10). TU hendiste el mar con tu poder, quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas; tui machacaste las cabezas de Leviatan y las hiciste pasto de las fieras (Salmo, 74:13-14). Con su poder hendié el mar, con su inteligencia quebré a Rahab. Su soplo abrillanté los cielos, su mano traspas6 a la Serpiente Huidiza (Job, 26: 12-13). Tu domejias el orgullo del mar, cuando las olas se encrespan las reprimes; td machacaste a R4hab lo mismo que a un cadaver a tus enemigos dispersaste con tu potente brazo (Salmo, 89:10-11). Pasajes como éstos —que abundan— muestran lo que se debe a la mitologfa babilénica y canaanita que sdélo se insintia en el texto rigidamente monotefsta del Géne- sis.!0'Y, de mayor importancia: tales imagenes sirven Véanse Jeremias, 5:22; Salmo 104:7-9; Proverbios 8:27-29; Job 7:42, 9:13, 26:10-12, 38:8-10; Isafas 27:1. Véanse también Hermann LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES 25 para demostrar la seriedad con que se toma el caracter masculino de Dios. Yahvéh es un guerrero que una y otra vez debe combatir contra la maligna madre-dragén. Como Marduk, Yahvéh guarda su universo contra erupciones de ese poder caético que constantemente amenaza con deshacer la labor de la creacién. Por la obsesiva concentracién de la teologia hebrea en la uni- cidad de Dios, las potencias que se atreven a enfrentar- sele s6lo pueden ser expresadas en la poesia del culto. Pero allf se permite reafirmarse al antiguo mito. Tia- mat abre la boca para engullir otra vez a Marduk en su cuerpo; Tehom amenaza a Yahvéh con deshacer la creaci6n, con la destruccién, con la nada. Asf, una y otra vez en la historia judfa y cristiana, los agentes de Dios, sus Angeles o sus santos, tienen que echarse ade- lante para combatir al dragén del caos, al desorden, al pecado o al ‘‘Error’’: Pero Ileno de fuego y de vido atrevimiento, El joven caballero no se dejé contener, Se acercé al agujero tenebroso, Y miré al interior: su radiante armadura produjo Una luz mortecina, parecida a una sombra, Por la que vio claramente al horrible monstruo, Mitad como una horrible serpiente desenrollada, Pero la otra mitad conservaba una forma de mujer, Repugnante, asquerosa, baja y llena de vil rencor Y mientras yacfa sobre el sucio suelo, Su enorme larga cola todo el cubil cubria, Gunkel, Schapfung und Chaos in Urzeit und Endzeit (Gotinga, Venden- hoeck und Ruprecht, 1895); Robert Graves, y Raphael Patai, Hebrew Myths: The Book of Genesis (Nueva York, McGraw-Hill, 1964), pp. 29-33; y Cassuto, op. cit., pp. 36-40 26 LA CRRACION Y aun estando enroscada apuntaba hacia arriba, Rematada en mortal punzén. Habla engendrado Mil crfas, que alimentaba a diario Mamando de sus ponzojiosas ubres, cada una De distinta forma, sin embargo todas horribles En cuanto aquella tenue luz sobre todas brillé, En las fauces de ella se metieron, y de pronto no quedé {ninguna."' “‘Y sin embargo, ese viejo enemigo trata de hacer- nos mal.’’ Aquf, en la poesia de Spenser vernos, trans- parente, la imagen de la diosa destronada, tal como la’ retrata el vencedor; la ideologfa de las mujeres como inestables y amenazadoras, coaligadas con poderes in- fernales, secretos, y sexualmente incontrolables. La his- toria y el caracter de Tiamat arrojan una larga sombra sobre la historia y el cardcter de la primera mujer. Actualmente, se ha vuelto queja ya comin de los in- vestigadores feministas de las religiones, que el Anti- guo Testamento no sdlo refleja la mitologia del Medio Oriente acerca de luchas césmicas entre una deidad gue- rrera var6n y una deidad femenina, sino que también es testimonio del mismo tipo de sociedad. Es decir, una cultura que adora a un victorioso Dios varén es una cul- tura patriarcal. El concepto de Dios que aparece en el Antiguo Testamento ‘‘deifica’’ el sexismo, al dar auten- ticidad religiosa a un sistema sociopolitico. Sin embargo, en un esfuerzo por rehabilitar al Dios del Antiguo Testamento en nombre del feminismo, Phyllis Trible arguye lo contrario: ‘‘La naturaleza del " Edmund Spenser, The Facrie Queene, canto I, versos 14-15 LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES 27 Dios de Israel desafia el sexismo.’”!? La concepcién bibli ca de Dios es esencialmente liberadora, antitética al se- xismo, afirma Trible, pero la sociedad patriarcal del an- tiguo Israel conceptualizé a’ este Dios de tal modo que reflejase su propia estructura. Descubrir al verdadero Dios bfblico se vuelve, asf, problema de interpretacién, que exige lo que Trible llama una exégesis ‘“despatriar- calizadora’’. Pero, ges posible, en realidad, semejante separacién de la ‘‘esencia’’ de lo que no es esencial, apartar ‘‘el fruto de la cAscara’’? Ya debe ser claro que, aunque Yahvéh, como Marduk antes y Ald después de él, pue- de adoptar atributos y titulos tradicionalmente femeni- nos, no puede ser femenino. El libera, como varén. Concebirlo de otra manera serfa dejar sin apoyo a una suposici6n fundamental de la teologia biblica. Por con- siguiente, hemos de enfrentarnos a la cuestién de la identidad varonil del Dios del Antiguo Testamento y ver qué imagen transparente recae sobre su contrapar- te humana: Adan. z Como el Antiguo Testamento insiste tanto en que Dios ‘‘no es hombre’’, todo anAlisis de las caracterfsti- cas masculinas o femeninas de Dios debe empezar con la advertencia de que, hablando estrictamente, no tie- ne unas ni otras. ‘‘Decir que Dios es var6n 0 hembra es... completamente imposible desde el punto de vista del judafsmo tradicional.’’!3 Sin embargo, cuando es necesario describirlo, se le pinta tradicional y casi ex- 12 Phyllis Trible, ‘‘Depatriarchalizing in Biblical Interpretation’’, en Elizabeth Koltun, comp., The Jewish Woman: New Perspectives (Nueva York, Schocken Books, 1976), pp. 217 ss "' Patai, The Hebrew Goddess, p. 21. AT A NETCARE IEEE AEC 5 ee Secs Satands, el pecado y la muerte, por William Blake; 1808. Itustrz cién para El paraiso perdido, de Milton. La frecuente aso ciacién que hace Blake de mujeres con dragones o serpientes, y con el mal y lo diabélico, est4 en armonfa con la antigua tradici6n religiosa. (Con autori Gallery, San Marino, California.) i6n de la Huntington Art nek ga igi ie ic i ng tT LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES 29 clusivamente como varén. {Se trata, tan sdlo, de un con- veniente antropomorfismo que haga a Dios humana- mente comprensible, mientras se reconoce que, en Ultima instancia, es incomprensible? Parece haber mas que esto. ‘‘E] concepto biblico de Dios, captado intuitivamente por los profetas y alcan- zado, a tientas, por el pueblo refleja el orden estricta- mente patriarcal de la sociedad que lo produjo. Esta sociedad patriarcal hizo surgir una religién centrada en torno de una sola deidad universal cuya voluntad esta- ba encarnada en la Ley, pero que era abstracta, des- provista de todo atributo fisico y, a la vez, pronuncia- damente masculina, verdadera proyeccién del patriarcal cabeza de familia.’’!* Parece esencial, no accidental, que Dios sea pintado como varén. Los nombres pro- pios de Dios, Yahvéh y Elohim, son de forma masculi- na, y los adjetivos que lo describen y los verbos que indican sus actividades también son masculinos. Los pro- nombres relacionados con él son pronombres masculi- nos. Casi siempre acttia como actiia un hombre. Es rey, esposo, padre y sefior de las batallas, y su masculini- dad, como aparece en el Antiguo Testamento, llega hasta el Talmud. También ocurre que en los espiritus de los autores del Antiguo Testamento, él debe ser presentado como var6n si ha de hacer un pacto con Israel. El pacto de Yahvéh con Israel es un acuerdo con quienes son, competentes para tratar tal asunto, es decir, con los hombres: ellos representan al pueblo. La mujer no tiene lugar en esta revelacién y, por ende, ella representa cons- Ibid, pp. 23-24. 30 LA CREACION tante peligro para el culto de Yahvéh. El Decélogo se diri- ge tan s6lo al hombre... El varén es hombre, y el pueblo de Israel se compone de hombres.!> Be tat Desde luego, también lo opuesto debe ser verdad: el pacto de Israel con Yahvéh es un acuerdo con alguien competente para tratar tal asunto: un dios var6n. Pero el conocido argumento de que la virilidad de Dios en la Biblia es el reflejo de una sociedad patriarcal que trata de legitimar la subyugacién de las mujeres no es tan im- portante como una caracteristica, menos notada, de un Dios que al mismo tiempo es var6n y uno: él no puede procrear. El Antiguo Testamento traté de establecer que Yahvéh se relaciona con el mundo de una manera en- teramente distinta de la forma en que las deidades se relacionaban con el mundo en las teologias antiguas. No es casual que el concepto de naturaleza, asociado por tradicién con las diosas, esté totalmente ausente en el Antiguo Testamento.'6 El reino de Yahvéh no es la naturaleza, sino la historia. El Dios del judafsmo es un Dios cuyo caracter consiste en actuar. Cierto, es el Crea- dor y, como tal, Sefior de la naturaleza; pero crea al actuar, al hablar, al dar el ser. No funciona ni puede fun- cionar como una diosa creadora; naturaleza y procrea- ciédn no pueden ser extensién de su divinidad. Yahvéh no es una deidad asociada con la naturaleza e identificada con ella, totalmente o en parte, sino un Dios que esta abso- lutamente por encima de la naturaleza y fuera de ella; y la 'S Ludwig Kohler, Old Testament Theology (Filadelfia, Westminster Press, 1957), p. 69 “© H. Wheeler Robinson, Jnsprration and Revelation in the Old Testa- ment (Oxford, Oxford University Press, 1946), p. 1 RE LT LT ETT TT TI TE EET ETC Tea 31 LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENT naturaleza y todos sus elementos constitutivos, aun el sol y todas las demas entidades, por muy exaltadas que sean, son sus creaciones, hechas de acuerdo con su voluntad.!? Una y otra vez, el pueblo de Israel se volvié hacia las deidades canaanitas para celebrar los misterios aso- ciados con la agricultura, porque no crefa que Yahvéh pudiese realizarlos; una y otra vez, Yahvéh tuvo que reafirmar su poder’sobre este reino: Que era yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite vir- gen, quien multiplicaba para ella la plata y el oro, con que se hicieron el Baal (Oseas, 2:10). Como dice H. Wheeler Robinson: ‘‘La concepcién del Dios que actiia en la historia esta inseparablemente unida a su manifestacién en los fendmenos naturales. Eles lo que la Natura, asf como la historia, revelan de él, y la Natura es su lenguaje peculiar.’’!® Pero el len- guaje de la creacién del Génesis no es el lenguaje de la naturaleza. Es el lenguaje de la artesania 0, mejor atin, si reconocemos lo que la artesania realmente represen- taba, en el mundo antiguo, es el lenguaje de la tecnolo- gia.'9 Dios moldea, forma y forja el mundo y sus criaturas, asf como un alfarero convierte con su torno una masa informe en una forma que estA en armonia con su voluntad y su imaginacién. Dios ‘‘separa’’ (tér- mino empleado en el oficio de los curtidores) la luz de las tinieblas, y las aguas del cielo de las aguas de la tie- i tra. Sobre Ja tierra coloca una ‘‘extrusié6n’’ (0 ‘‘firma- " Cassuto, op. cit., p. 8. ™ Robinson, Inspiration and Revelation in the Old Testament, p. 4. Vease Cassuto, op. at., pp. 31 ss 32 LA GREACION mento"’), tomando de la herreria un término hebreo que sirve para designar una tira de metal forjado. Una vez completa su creacién, la declara ‘‘buena’’, es decir, ‘‘ca- bal’’, como lo hacia el artesano mesopotémico (pues se lo exigfa la ley) antes de que un producto saliera de su taller. Ni siquiera la humanidad es del cuerpo de Dios sino que fue formada por el alfarero divino con un pe- dazo de tierra y recibié el nombre de adémah (‘‘terrén’’), como recordatorio de su origen. Dios no esta ‘‘en’’ la humanidad y no est4 ‘en’? el mundo. El mundo y todo lo que hay en él son obra de sus dedos, pero en ningtin sentido son sus crfas. E] relato mas refinado de la creacién que se encuen- tra en el capitulo I del Génesis —tradicionalmente Ila- mado la versi6n sacerdotal— lleva a otro nivel su masculinizaci6n de la relaci6n entre Dios y su mundo. Dios ni siquiera manipula su materia prima; en cam- bio, ‘‘hablando’’ le da ¢l ser. Su reino es el reino de lo hablado, su Palabra. El autor sacerdotal parece su- poner que si la relacién de Dios con el mundo fuese la de la madre con el hijo, o siquiera la del divino alfarero con la figura de barro, el mundo histérico quedarfa sin cimientos religiosos. La creacién, a diferencia de la pro- creacién, depende de conceptualizar. Asf, parece haber una relacién mas que coincidente entre el comienzo de la historia —la escritura de mitos épicos de creacién como fundamento religioso de la civilizaci6n— y la trama notablemente antifemenina de tales mitos. E] comien- zo de la civilizacién parece exigir una toma del poder religioso por dioses masculinos, para romper los nexos de la humanidad con la sangre, la tierra y la naturaleza. Dios Padre, como técnico-artifice y artista de la pa- sages Hireg on ! | LA MADRE DE TODOS LOS VIVIENTES 33 labra (wordsmith)®, toma el lugar de la Madre de to- dos los Vivientes. Asf, el Dios de Génesis lleva adelan te la revolucién religiosa iniciada con el Entma elish. Es el Marduk babilénico que desaffa el poder de un padre procreador y empieza a liberar a la humanidad de su servidumbre a la sangre, la tierra y la naturaleza. Pero el mundo de Marduk sigue siendo un mundo religioso, un mundo que no fue creado por el cuerpo de la diosa, y que sin embargo broté de ella, sobre el cual Marduk debe mantener alerta vigilancia. La humanidad babi- Iénica no sdlo est4 en el mundo sino que sigue siendo parte de su sustancia casi divina. Segtin el Génesis, el mundo no es procreado, no es ‘‘de la misrna sustancia’’ de la Diosa Madre, sino, antes bien, es ‘‘creado de la nada’’. De este modo, la humanidad no necesita tener una actitud religiosa hacia el mundo. Asi los escritores biblicos ‘‘desdivinizan’’ el mundo al concebirlo como ‘mero mundo”? para emplear dos expresiones del fina- do Ronald Gregor Smith. Yahvéh no se relaciona con el mundo en forma sexual. corpérea, religiosa, sino que, en cambio, se relaciona con él como su artifice. El es dis- tinto de su creaci6én, pero como obra de sus manos ésta es preciosa para él. Como artifice, técnico o artista de la palabra, el propésito de Dios es conceptualizar un plan y Ievarlo a cabo. La humanidad debe cubrir la Tierra y dominarla, pero no rendir culto a ella ni a na- da que haya en ella. Como Dios no esta atado a la naturaleza, su creacién especial —la humanidad— queda libre del nacimiento, la procreacién y la finalidad de la muerte y puede entonces construir y hacer. En suma, ® Estoy agradecido a Carol Christ por esta palabra 34 LA GREACION la humanidad puede, por fin, tener una historia, con la enajenacién que la acompaiia.?! Los autores del Antiguo ‘Testamento tratan de sua- vizar la severidad de esta enajenacién afirmando el in- terés de Yahvéh en terrenos asociados con el Ambito de procreaci6n de la diosa, y atribuyéndole caracteristicas tradicionalmente femeninas: compasi6n, piedad y una actitud maternal hacia sus hijos. Aun cuando la ‘Tierra Santa y los judfos no sean divinos, Israel es presentado como esposa de Dios (Isaias, 50:1-8, 62:1-5; Jeremfas, 2:2-3; 20-25; 3:1-20; Oseas, 1-4, 14). Yahvéh es espo- so ademas de padre, es capaz de amor marital y exige obediencia. Mas no puede haber relacién sexual entre Yahvéh y su pueblo. La procreacién y la paternidad han sido remplazadas por la soberania y el pacto. Una temprana elaboracién judfa del relato de la se- paraci6n de las aguas de encima del firmamento de las que habfa debajo de él, que aparece en Génesis I, sos- tenfa que Dios habfa separado a unos amantes entrela- zados en copulativo abrazo que, a voces, piden que se les permita volver a sus placeres.”? Pero la religion bi- blica y el concepto de Dios en su centro deben moderar ~—como lo reconocieron San Agustin y Freud— la ex- presi6n sexual humana, en nombre de la historia civili- zada. Civilizar es necesitar salvacién (o sublimarla) y 2 Véase Erich Fromm, You Shall Be As Gods (Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1966). ” Graves y Patai, Hebrew Myths, p. 40. Véase también Louis Ginz- berg, Legends of the Jews, vol. 1 (1909; reimpresién, Filadelfia, Jewish Publication Society of America, 1937), pp. 17-18 para una versién un tanto expurgada. La leyenda original fue tomada de ‘Midrash Konen", en A. Jelinek, comp., Bet Ha-Midrasch, vol. 1 (Leipzig, C. W. Vollrath, 1855) LA MADRE DE TODOS LOS VIVIBNTES 35 tener necesidad es ser religioso (o neurético). La histo- ria es una pesadilla, y el sosiego primitivo, la matriz, con la Madre Natura en el principio y el fin de la histo- ria, es lo que Ja humanidad anhela. La civilizacién es una especie de coitus interruptus, a fin de lograr que la labor sea hecha. Como lo indica Claus Westermann, la historia secuencial del Génesis no trata en verdad de una serie de hechos reales que conduzcan de un estado de felicidad primigenia a una caida de la gracia. No es un paso de la creacién a la Cafda, porque los seres hu- manos en realidad no cambian nunca. Es, en cambio, un relato de como son las cosas, de la humanidad en el mundo. Los seres humanos fueron creados asi, crea- dos como Dios, y su cafda los hace como Dios. Por la Gafda saben lo que Dios sabe pero, desde luego, siem- pre supieron lo que Dios sabe. La Caida es el resultado natural de la creacién.” La historia de Eva empieza con la aparicién de Yah- véh en lugar de la Madre de todos los Vivientes. Este desplazamiento de poder sefala un cambio fundamen- tal en la relacién entre la humanidad y Dios, el mundo y Dios, el mundo y la humanidad, y los hombres y las mujeres. La vida de Tiamat que contintia en la liturgia de la Biblia es testimonio de los sentimientos ambiva- lentes de la humanidad hacia la revolucién religiosa puesta en marcha por los autores del Entima elish y lle- vada adelante por los autores del Génesis. ‘Tal ambiva- lencia, la sombra de la diosa destronada y el rechazo de lo femenino como entidad sacra, nos aguardan cuan- do abordamos la historia de la primera mujer. ® Claus Westermann, Beginning and End in the Bible (Filadelfia, Westminster Press, 1972). Il. PANDORA: DANO DE'LOS HOMBRES QUE SE ALIMENTAN DE PAN Fuese como fuera la Eva original, Diosa de la Vi- da, en el Génesis aparece como una Pandora he- brea, la villana de una historia acerca del origen del infortunio humano... Se ha reducido hasta no ser m4s que la primera mujer, una perturba- dora, creada de una costilla del primer hombre, que era dominante y anterior a ella.! Los PADRES de la Iglesia se basaron en tres fuentes al tratar de comprender el tercer capitulo del Génesis. Sin duda, supieron del testimonio de varios escritos judios ajenos a la Escritura, especialmente Los secretos de Enoch, El Apocalipsis de Moisés y Los libros de Addn y Eva, que habfan sido traducidos al griego y que presentan una visién particularmente negativa del cardcter y las ac- ciones de Eva.? La segunda fuente fue el Nuevo Tes- tamento, que en las epistolas atribuidas a San Pablo cita pasajes del Génesis para defender la opinién de que las mujeres debfan subordinarse a los hombres.? La tercera fuente, en forma bastante extrafia, fue la historia paga- na de Pandora, que parece haber repelido y a la vez ' Geoffrey Ashe, The Virgin (Londres, Routledge and Kegan Paul, 1976), pp. 17, 16. ; * Véase infra, capitulo tv, p. 69. * Véanse infra, capitulos Vil y VIIl 36 pesos iy oa chenboaAn AALeh S aRER PANDORA 37 fascinado a los primeros tedlogos cristianos. Como apo- logistas de la fe, se vieron obligados a tomarla en cuen- ta; como cristianos, hubieron de rechazar sus preten- siones. Mas como maestros y moralistas, no pudieron pasar por alto el relato. Hesiodo, en Los trabajos y los dias, nos dice que Zeus, enfurecido contra Prometeo por el robo del fuego, or- dena a Hefestos que forme de barro la primera mujer para enviarla a Prometeo como castigo: A causa de ese fuego, les enviaré un mal del que todos quedaran encantados, y abrazardn su propio azote.* El dios artesano la crea a la imagen de las diosas, cada una de las cuales, junto con los dioses, le da un atri- buto particular: de ahf su nombre, Pandora (‘‘todos los dones’’). Junto con su belleza y su gracia, que seran “*sefiuelo para los hombres’’,® ella recibe ‘‘la impudi- cia y un 4nimo falaz’’,° “‘las mentiras, los halagos y las perfidias’’,” de modo que se convierta en ‘‘dajio de los hombres que se alimentan de pan’’.® Cuando por fin queda completa, es despreciada por el desconfiado Prometeo (‘‘presciencia’’), quien tam- * Hesfodo, Works and Days and Theogony, trad. Richard Lattimore (Ann Arbor, Mich., University of Michigan Press, 1959). versos 57-58 5 Hesfodo, Works and Days, ed. de H. G. Evelyn-White (Cam- bridge, Mass., Harvard University Press, 1950), verso 55. ® Hesfodo (Lattimore), op. cit., ‘“Theogony"’, verso 68 ? Ibid., verso 78. * Tbid., verso 82. =< 38 LA CREACION bién advierte a su hermano Epimeteo (‘‘reflexi6n pos- terior’’) que no acepte ningtin presente de Zeus. Y sin “embargo, Epimeteo se desposa con ella. Después de: un tiempo, ella quita la tapa de una misteriosa vasija (un pithos, o gran recipiente fijo empleado en la antigua Gre- cia con fines de almacenamiento o de entierro), la cual contiene ‘‘calamidades por miles’, de las que la huma- nidad habia estado libre hasta entonces. Cuando por fin la cierra, slo la esperanza queda prisionera bajo la tapa de la gran jarra. De este modo, por estupi- dez, malicia, complicidad con Zeus o por simple curio- sidad, la primera mujer queda como responsable de la presencia de la enfermedad y la muerte en el mundo, de miserias de todas clases, de vicios y pecado. A juzgar por el texto, es muy probable que Hesfodo trabajara con fragmentos de relatos tradicionales a los que no podfa dar sentido por completo y que unié a su manera y para sus propios fines. ;Se propone Zeus que la propia mujer constituya el castigo, o que éste legue por alguna accién suya? El relato de su creacién la pre- senta como un mal desde antes que ella liberase de la vasija las calamidades. Zeus dice que intenta dar a los hombres ‘‘...una cosa mala en que ellos puedan alegrar- se de coraz6n, mientras abrazan asi su propia destruc- cién’’,° para que ‘‘un hérmoso mal [kalén kakén] fuera el precio de la dicha’’.!° Y, ¢qué decir de la vasija? Aparece de pronto en el relato, sin explicacién adecua- da, y sdlo podemos suponer que hab{a estado siempre en el hogar de Epimeteo. ¢Sabe él de su origen y de su contenido? ¢Lo sabe Pandora? ¢Le dijo Zeus que la des- ° Hesfodo (Evelyn-White), op. cit., versos 57-58. '° Hesfodo (Lattimore), of. cit., ‘“Theogony”’, verso 585. eee eae PANDORA 39 tapara, o su marido que no lo hiciera? ¢Est4 aprisiona- da alli la esperanza para que pueda quedar oculta y ser liberada algiin dia, o para mantenerla para siempre le~ jos de la humanidad? El relato no nos da las respuestas. En resumen, el cuento es presentado en forma tan confusa y en tonos tan claramente antifeministas que resulta dificil no dar la razén a Robert Graves cuando dice que ‘‘el relato de Hesfodo... no es un mito autén- tico, sino una fabula antifeminista, probablemente de su propia invenci6n... El pesimista Hesfodo la culpa por la mortalidad del hombre y por todos los males que ace- chan la vida, asi como por el comportamiento frivolo € indecente de las esposas’’.!! Pero la historia, por muy deformada que esté, refleja un mito genuino; corre pa- ralela al] relato de la creacién y la enajenacién que apa- rece en el Génesis. Es Hermes, el] dios embaucador, el que da a Pandora su voz, su nombre y sus caprichos femeninos, desempefiando un papel que nos-hace re- cordar el de la serpiente én el jardin del Edén. Hermes también fue la deidad m4s.-cercana a Pandora, y debe- mos recordar algunas de sus caracterfsticas. Su funcién era trastornar el orden establecido. Hermes era suma- mente erético; su simbolo era el falo y su hijo fue Pan, epitome del deseo sexual, que llegé a ser fuente prima- ria de la concepcién cristiana del Diablo. Hermes y Pan eran dioses cténicos, relacionados con el infierno como lugar de muerte y fertilidad.!? " Robert Graves, The Greek Myths, vol. 1 (Nueva York, McGraw- Hill, 1955), p. 148; Ibid., vol. 2, p. 352. "? Véase N. O. Brown, Hermes the Thief: The Evolution of a Myth (Ma- dison, Wisc., University of Wisconsin Press, 1947), pp. 52s. Véase también J. B. Russell, The Devil (Ithaca, N.Y., Cornell University Press, 1977), p. 64.

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